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miércoles, 13 de julio de 2022

Debate del Estado de la Nación: la réplica de Abascal (muy bueno)



Réplica de Santiago Abascal, diputado y presidente de Vox, al discurso de Pedro Sánchez, diputado del PSOE y presidente del gobierno de España, en el Debate del Estado de la Nación el martes 12 de julio de 2022.

Duración 32:07 minutos

Entrevista a Ortega Smith analizando el Debate del Estado de la Nación (muy interesante)



Duración 29:30 minutos

Intervenciones de Ortega Smith

0:00 a 2:45 min (2 min 45 seg)
5:50 a 7:12 min (1 min 22 seg)
14:34 a 18:18 min (3 min 44 seg)
18:57 a 23:19 min (4 min 22 seg)
24:40 a 27:19 min (2 min 39 seg)
27:20 a 29:24 min (2 min 4 seg)

Tiempo total de intervención (aprox: 17 min)

lunes, 11 de julio de 2022

Vuelve el "Jesús" de Pagola (Bruno Moreno)

ESPADA DE DOBLE FILO


Leyendo sobre temas literarios he llegado, a través de los mágicos vericuetos de la red de redes, a un artículo escrito en el portal de Vida Nueva por uno de sus blogueros, Rafael Narbona. Como ya sabrán los lectores, Vida Nueva es una revista católica propiedad de PPC, que a su vez pertenece a SM, la editorial de los Marianistas.

A veces es conveniente comentar un artículo porque es excepcionalmente bueno; otras por todo lo contrario. Ya les adelanto que este corresponde a la segunda categoría. Se titula “El Jesús de José Antonio Pagola” y hay que reconocer que es un título muy apropiado: el autor describe certeramente el (completamente imaginario) Jesús que Pagola pretendió hacer pasar por histórico en su libro condenado por el Vaticano. El problema es que lo describe, lo defiende, lo ensalza y se jacta de preferirlo al verdadero Jesucristo que aparece en los Evangelios y en la fe de la Iglesia. ¿Qué pinta un texto frontalmente anticatólico como este en un portal que pretende ser católico? Probablemente lo mismo que el libro de Pagola en casi todas las librerías pretendidamente católicas de España.

Como siempre, el texto original va en negro y mis comentarios en rojo.

…………………………


El Jesús de José Antonio Pagola, por Rafael Narbona


El proyecto de Jesús [Cuando alguien comienza hablando del “proyecto de Jesús”, la probabilidad de que en realidad esté hablando de sus propias obsesiones modernuelas es casi del 100%] ha sido mutilado y deformado por todos los que lo han utilizado para adquirir poder y privilegios. En su nombre, se han cometido verdaderas iniquidades, como justificar la guerra [Como sabe cualquiera que sabe algo, la guerra justa es parte de la fe de la Iglesia, enseñada por la misma la Palabra de Dios, pero en fin, ya sabemos que todo moderno, por definición, sabe más sobre Dios y el “proyecto de Jesús” que la propia Palabra de Dios], la pena de muerte [Idem] y la tortura. En cierto sentido, Jesús ya lo anticipó cuando se enfrentó a las autoridades religiosas y políticas de su tiempo. Los lobos se disfrazan de corderos para disimular sus intenciones y garantizar el éxito de sus depredaciones [En efecto, los lobos se disfrazan de corderos, por ejemplo, al proclamar su anticatolicismo en revistas, portales, universidades, colegios o púlpitos católicos, como el autor gentilmente nos demuestra con su propio artículo].

En 2007, José Antonio Pagola publicó ‘Jesús. Aproximación histórica’. El propósito del libro era clarificar [Aunque con el resultado de “tergiversar” y “confundir”] en qué consistió la buena noticia y quién era ese joven de una aldea de Nazaret que anunció el reino de Dios [Nótese el esfuerzo, presente también en el libro del propio Pagola, por desdivinizar a Cristo]. La obra suscitó la ira y la incomprensión de los sectores más conservadores [Léase “católicos”], que –con furor inquisitorial– intentaron retirarla de la circulación [No. Lo que intentaron fue que dejase de presentarse como católico un libro que lo único que hacía era negar la fe de la Iglesia, algo que es muy comprensible]. Esa reacción revela que Pagola había puesto el dedo en la llaga, mostrando el contraste entre los orígenes del cristianismo y su institucionalización [Efectivamente, había puesto el dedo en una llaga, la llaga de todos aquellos que pretenden ser católicos cuando hace mucho tiempo que perdieron la fe. El libro fue un intento de hacer pasar los dogmas secularistas modernos por lo que “realmente” sucedió en la historia. En ese sentido, tuvo mucho éxito entre los que, a pesar de haber apostatado, siguen viviendo de la Iglesia, porque les reafirmaba en todos sus prejuicios y en su rechazo de la fe católica. Esta situación, en efecto, es una terrible llaga que aqueja a la Iglesia en nuestro tiempo].

¿Quién fue realmente Jesús de Nazaret? [Respuesta rápida: el Señor, el Hijo de Dios eterno y encarnado para nuestra salvación, Esposo de la Iglesia, que conocemos a través de la fe católica. Respuesta aún más rápida: todo lo contrario que el revolucionario progre y relativista que nos presentan Pagola y Narbona]

¿Cómo era posible que las enseñanzas del humilde galileo, siempre beligerante contra los abusos del poder [Más bien beligerante contra el pecado, pero claro, esa palabra no le gusta nada al autor, así que hay que reconvertirla en algo políticamente correcto], hubieran desembocado en la creación de los estados pontificios [¿Qué tendrá de malo en sí mismo que existan los Estados Pontificios, que eran lo mismo que el Vaticano pero con mayor extensión? Uno tiende a pensar que el autor sustituye el pensamiento por gastados tópicos] o en alianzas con gobiernos que pisoteaban los derechos humanos [Estoy tentado de sospechar que el autor, con esto, quiere decir gobiernos que políticamente no están alineados con sus propias preferencias políticas]? ¿Quién fue realmente Jesús de Nazaret? ¿Qué mensaje intentó transmitir? ¿Quién lo mató y por qué? [He aquí el quid de la cuestión. ¿Para qué vamos a acudir a la Palabra de Dios y a la fe de la Iglesia para responder a esas preguntas, si tenemos a Pagola y a Narbona que nos lo van a explicar mucho mejor?]

Pagola comienza su ensayo aclarando que Jesús pertenece a todos, que no es propiedad privada de clérigos, eruditos o doctores [Típica frase sin sentido ni contenido racional, que solo sirve para erosionar sibilinamente la autoridad de la Iglesia que el mismo Cristo nos dio. Jesús no pertenece a todos. Todos le pertenecemos a Él]. De hecho, empleó palabras claras y sencillas para llegar al mayor número de personas, especialmente a los que sufrían toda clase de humillaciones y carecían de medios para comprender un discurso demasiado elaborado, como los pobres y hambrientos [¿Se refiere a un discurso demasiado elaborado como los alambicados razonamientos por los que D. José Antonio Pagola intenta retorcer los relatos evangélicos para hacerles decir exactamente lo contrario de lo que dicen?]. La vida de Jesús está rodeada de leyendas y mitos, como la “matanza de los inocentes” perpetrada por Herodes, pero son mitos con un alto valor simbólico [He aquí la herramienta que utilizan Pagola y tantos otros para inventar un Jesucristo a su propia imagen: todo lo que no les gusta, todo lo que les cuesta creer, todo lo que se opone a la mentalidad moderna y políticamente correcta es una “leyenda”, un “mito”, una “elaboración de la comunidad primitiva”. Eso es lo único en lo que se basan: la descalificación de la fe de la Iglesia, realizada de forma arbitraria, con el único fundamento de los gustos y disgustos del interesado]. La masacre de recién nacidos revela el carácter brutal del Imperio Romano, dispuesto a todo para acabar con sus enemigos efectivos o potenciales [No deja de ser gracioso, porque la matanza de los inocentes no tiene nada que ver con el Imperio Romano, sino que fue obra del último rey israelita de todo Israel, Herodes el Grande. Supongo que, una vez que nos adentramos en la espesura de las simbologías y los supuestos mitos, todo el monte es orégano y romanos y judíos son lo mismo]. Ya en Marcos, Jesús anuncia que los imperios tienen los días contados, que los caudillos que oprimen a las naciones serán los últimos en el reino de Dios, donde la primacía estará reservada a los que eligen ser los servidores de sus hermanos (Mc 10, 42-44) [Tienen los días contados los imperios… y todo lo demás, porque lo que Jesús anuncia es el fin de los tiempos, el Juicio Final y su Segunda Venida, pero para creer en esas cosas hay que tener fe, así que el autor del artículo prefiere interpretarlo todo en términos políticos, que son los que le gustan].

[…] Pagola señala que Jesús conoció el incremento de la desigualdad [La obsesión por la desigualdad es puramente moderna, pero está claro que el juego consiste en introducir en el Jesus inventado las propias obsesiones] y el endeudamiento de los más débiles, abocados en muchas ocasiones a la marginación. Muchos pequeños campesinos acabaron desahuciados y un buen número de mujeres no tuvieron otra alternativa que prostituirse. Como demuestra la parábola del mendigo Lázaro y el rico epulón, “la actividad de Jesús en medio de las aldeas de Galilea y su mensaje del reino de Dios representaba una fuerte crítica a aquel estado de cosas” [Eso es, hablemos de “estados de cosas”, no de “pecados”, que suena muy cristiano. Y omitamos todo lo que se dice sobre el castigo o el premio eternos en esa misma parábola, no sea que se note que Jesús no era moderno]. Su denuncia de la injusticia social constituía un desafío público que irritaba a Antipas y al invasor romano [Nótese que esto es completamente inventado, sin el más mínimo asidero en la realidad ni en nada de lo que sabemos sobre Cristo, pero, en la ideología del autor, los reyes e imperios son malos y odian a los pobres, de manera que Cristo tenía que defender la justicia social, como un precursor del progresismo actual, y a los romanos y a Herodes Antipas eso tenía que molestarles, aunque no haya rastro de ello en la historia más allá de la imaginación del autor].

Jesús mantuvo un estrecho contacto con la naturaleza, tal como lo acreditan sus frases y parábolas, sembradas de alusiones al paisaje y a la fauna de Galilea [Para ser un buen progre moderno, Jesús tenía que ser ecologista de algún modo, claro está]. En Nazaret, la familia era esencial e incluía grupos extensos, casi clanes [Donde el ser humano sigue siendo humano, la familia es esencial. Si este comentario muestra algo es la inhumanidad de la sociedad moderna, que hace todo lo posible por debilitar e incluso destruir la familia]. Todo sugiere que los hermanos a los que alude Marcos eran hermanos reales, no primos de Jesús [Ese “todo”, de nuevo, significa meramente la imaginación del autor, que necesita desesperadamente desdivinizar a Cristo, porque un Cristo verdadero Hijo de Dios no concuerda con el sincretismo, el relativismo y el despiporre moral del progresismo moderno]. Algunos autores señalan que solo eran hermanos de padre, no de madre. Pagola no se pronuncia al respecto, pero su análisis sugiere que la castidad de José y la virginidad de María son mitos, no hechos históricos [En esto acierta el autor: eso es exactamente lo que sugiere Pagola en ese libro y en todos sus escritos, aunque normalmente no llega a decirlo con claridad. Es, en efecto, un libro frontalmente contrario a la fe católica, que niega el credo constantemente].

En cualquier caso, Jesús rompió con su familia al iniciar su vida ambulante de profeta y todo apunta que invitó a superar el orden patriarcal, acogiendo a mujeres entre sus discípulos y condenado el repudio de las esposas (Mc 10, 11), una medida injusta y arbitraria que las arrojaba a la marginación y el desamparo [Lugar común entre el progresismo eclesial, que carece de la más mínima base, y que solo sirve para intentar desactivar la condena que hizo Cristo del divorcio en sí mismo, que es algo que fastidia mucho a los modernuelos divorciados dos o tres veces. Por eso prefieren transformarlo en una rebelión de Cristo, primer feminista, contra la desigualdad que sufrían las mujeres. Desgraciadamente, para ello hay que prescindir de los Evangelios, en los que Cristo condena como adúlteros al marido que se divorcia… y a la mujer divorciada que pretende casarse con otro].

[…] En aquel tiempo, los niños sufrían un trato brutal. A partir de los ocho años, se les obligaba a trabajar y soportaban duros castigos físicos. En cambio, Jesús les trata con dulzura e ignora la costumbre de mantenerlos alejados de los adultos [Asombroso desconocimiento del pasado, típico del progresismo actual, que cree que el amor a los niños es un invento de la modernidad, a la vez que pasa por alto que el castigo es parte necesaria de la educación y que el trabajo no es algo malo].

En su etapa de profeta [¡Buf!], Jesús vivía a la intemperie. No trabajaba y carecía de techo. Pasaba hambre [Inventado, por supuesto. El único momento en que sabemos que Jesús pasó hambre fue cuando ayunó voluntariamente en el desierto. Pero ya hemos visto que la invención es la tónica del artículo y del propio libro de Pagola]. De ahí que pidiera al Padre que le diera el pan de cada día [Si el autor se molestara en leer el Evangelio, en lugar de a Pagola, quizá aprendiera algo. Como por ejemplo que el Padrenuestro no es la oración que rezaba Jesús, sino la que dio a sus discípulos: “vosotros, orad así”]. En una ocasión, los discípulos comenzaron a arrancar las espigas para comerse el grano, algo que solo hacían los más desesperados [Me he tenido que reír en voz alta al leer esto. Si el autor conociera algo del campo sabría que arrancar espigas de trigo para comerse el grano, lejos de ser un signo de desesperación, es una de las cosas más cotidianas e intrascendentes que se pueden hacer. El trigo tierno es muy agradable para masticar y los niños (y adultos) a menudo lo utilizaban como un chicle cuando no había chucherías como ahora. Yo mismo lo he hecho bastantes veces. Una vez más, todo lo que se dice es inventado, sin ninguna base real]. Jesús avergonzaba a su familia con su estilo de vida [esto está basado en una comprensión defectuosa de un pasaje evangélico, que a veces se traduce mal, dando a entender que la Virgen y la familia de Jesús creían que estaba loco, mientras que lo que pone el texto original es que las gentes decían que estaba loco y ellos fueron a ver qué pasaba], pues les parecía un vagabundo, un agitador y un hereje [Tres palabras que el autor se saca de la manga y que solo se sustentan en los prejuicios del propio autor, para el que ser perroflauta parece ser bueno, agitar contra el poder establecido parece ser el summum de la participación política y la herejía, por definición, tiene que ser buena]. Los judíos oraban con la mirada orientada a Jerusalén [Inventado, y van tropecientas veces]. Jesús prefería rezar con los ojos fijos en el cielo, indicando que Dios no pertenecía a ningún lugar ni a ninguna religión [Claro, indicando que Jesús era, en realidad, un fan del relativismo progre moderno, como parece ser el autor del artículo. ¡Qué casualidad!]. Era el Padre de todos, incluidos los gentiles [De nuevo, esto solo puede provenir de una absoluta ignorancia de lo que dicen en realidad los Evangelios].

Lejos de actuar con solemnidad [Solo alguien que no ha leído el Evangelio puede creer que Jesús nunca actuaba con solemnidad], comía y bebía, compartiendo la mesa con los más humildes y menospreciados, incluidas personas con vidas poco ejemplares [Para convertirlos de su pecado, pero, claro, la palabra maldita no hay que usarla]. Su formación cultural era escasa [Inventado. Esto se hace ya tediosísimo], pero su capacidad de interpretar las Escrituras apunta un talento intuitivo y una capacidad innata de argumentación [Claro. No apunta a que era Hijo de Dios. Eso sí que no, porque sería todavía peor que hablar del pecado]. […]

“Jesús no es un místico en busca de la armonía personal –escribe Pagola–. Busca a Dios como fuerza de salvación para su pueblo” [Aquí tenemos uno de los múltiples ejemplos en los que Pagola, sin darse cuenta, revela lo que realmente piensa. Jesús no pudo buscar a Dios, porque Jesús era Dios y una sola cosa con el Padre y el Espíritu Santo. Él mismo era la fuerza de salvación para su pueblo. El personaje que se presenta en el libro de Pagola y en este artículo no tiene nada que ver con la fe católica ni con los Evangelios ni con la historia ni con nada más allá de los prejuicios de los autores]. Jesús convierte la mesa compartida en el símbolo de su buena noticia. Frente a la ira del Dios del Antiguo Testamento, anuncia un Dios compasivo que quiere lo mejor para sus hijos [Esta oposición entre el “Dios del Antiguo Testamento” y el “Dios compasivo” de Jesús es un nuevo invento, sin fundamento alguno en la realidad. Cristo se proclama Hijo del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, señala que el Antiguo Testamento habla de Él y que ha de cumplirse hasta la última coma del Antiguo Testamento y que todas sus promesas se realizan en Él. Pero claro, para darse cuenta de ello hace falta leer el Evangelio, no a autores modernos que lo sustituyen por sus especulaciones]. No ya en el otro mundo, sino en este, que no debe ser un valle de lágrimas, sino un lugar de justicia y fraternidad [Claro, por eso dijo Jesús que siempre habría pobres. Y por eso habló del cielo, de la recompensa eterna, del infierno, del Juicio final, del banquete del Reino de los Cielos, de su Segunda Venida y un largo etcétera. Porque creía en una salvación puramente terrena, que se conseguiría aplicando las ideas progresistas dos mil años después de su venida. Tiene mucho sentido].

Para mostrar en qué consiste el reino que anuncia, Jesús cura a enfermos malditos [Cura a todo tipo de enfermos, pero claro, si no eran “malditos” ya no tiene sentido la idea de que estaba haciéndolo como algún tipo de reivindicación social, que es lo que les gusta a los activistas modernos], toca a los leprosos [No, lo que hace es curarlos. Pero como ni la imaginación más desbocada puede atribuir la curación de la lepra a efectos psicológicos, que es lo que usa Pagola para explicar otros milagros, el milagro de los leprosos hay que convertirlo en un mero acercamiento a los marginados], abraza a los niños [Claro, porque antes nadie abrazaba a los niños, ¿verdad?], habla con los samaritanos, protege a las adúlteras [No protege a las adúlteras, como si fuera un feminista actual que reivindica el derecho al adulterio, sino que perdona el grave pecado de una adúltera y la da una oportunidad de conversión de ese pecado, que es algo completamente diferente]. Dios no es el juez implacable, sino el amigo de la vida [Dios Padre y Dios Hijo son jueces, como señala el mismo Cristo. De hecho, lo asombros de la amistad que Cristo ofrece a sus discípulos es que es una amistad con el Dios infinito, Señor del Universo y Juez de vivos y muertos. Sin eso, esa amistad carecería de importancia]. Su reino está “allí donde ocurren cosas buenas para los pobres” [No. Su reino está allí donde está Él, que es el Hijo de Dios, Cristo Rey del Universo. Como el autor sabría si se molestara en leer el Evangelio, en vez de a Pagola]. Jesús pretende liberar al ser humano de todo lo que lo deshumaniza y le causa sufrimiento [¡Dilo de una vez, que no cuesta tanto! Pretende liberar al hombre del pecado]. En las bienaventuranzas, se pronuncia a favor de los que tienen hambre, sufren injusticias, lloran y han perdido la esperanza. Quiere dejar claro que “Dios defiende a los que nadie defiende” [Y a los demás también, porque, frente al pecado y a la muerte, no tenemos a nadie más que pueda defendernos]. Utiliza la semilla de mostaza como símbolo del reino de Dios.

La buena noticia no es algo solemne y grandioso, sino algo que brota de lo frágil, insignificante y humilde [Y se hace solemne y grandioso, como muestra la misma parábola del grano de mostaza]. La misericordia divina se parece más a la “cercanía maternal” que a la indulgencia condescendiente de un padre. Dios no es un patriarca, sino una madre que prodiga ternura [La obsesión moderna contra los padres es algo más del ámbito de la psiquiatría que la teología, así que mejor será no entrar en ello, excepto para decir que todo esto es ajeno por completo al cristianismo]. No pide adoración, sino que sus hijos compartan fraternalmente los frutos de la tierra [Claro. Por eso Cristo mismo dice, entre otras muchísimas cosas similares, “al Señor tu Dios adorarás y solo a Él darás culto”. Porque con ello quería decir que no adorásemos a Dios. Supongo que, utilizando la lógca moderna, estas cosas tendrán sentido, pero me confieso incapaz de encontrarlo]. Sucesivamente, Jesús compara a Dios con el buen samaritano, con un pastor, con una pobre mujer de aldea que busca una moneda extraviada [Y con un rey, con un juez, con un amo… ¡ah no, que esos no le gustan al autor! Omitámoslos discretamente]. No destaca su omnipotencia [Excepto cuando lo hace en numerosas ocasiones], sino su amor, excluyendo de sus rasgos la cólera y la venganza.[Excepto cuando habla del castigo, incluso castigo eterno, de la ira de Dios, etc.]

Los milagros de Jesús producen perplejidad desde el punto de vista de la ciencia [Supongo que, dado que el autor ha mostrado que no conoce las cosas más básicas del tema del que habla, no debería extrañarme que tampoco conozca las cosas más básicas de la ciencia, que es completamente ajena a esa “perplejidad”]. Aunque Pagola no lo dice explícitamente [Pero lo indica con toda claridad en su libro], yo creo que su retrato del galileo [Muy significativo que el “galileo” sea el nombre con el que se refiere a Cristo, quizá por afinidad con la famosa frase atribuida a Juliano el Apóstata] abona la tesis de que no son fenómenos sobrenaturales, sino simples curaciones [¿Por qué? Simplemente porque sí, porque el autor rechaza la fe. Ese es el único fundamento para rechazar los milagros, tanto en el autor como en el propio Pagola. Los milagros no pueden existir, luego no existen]. Jesús fue un sanador, un médico, un terapeuta del cuerpo y el alma [Un psicoanalista freudiano, vamos]. Curaba el mal físico tratando el dolor psíquico [Claro. Resucitó a los muertos curándoles su dolor psíquico y anduvo sobre las aguas tratando una neurosis que tenía el lago]. Infundía confianza, serenidad, coraje, dignidad. De ahí que decepcionara a Herodes, que esperaba un alarde de poderes mágicos.

[…] Para Jesús, la misericordia es más importante que la santidad. Quizás por eso perdona los pecados sin exigir nada, ni imponer penitencia de ninguna clase [Basta leer el Evangelio para ver que Jesús perdonaba los pecados exigiendo la fe, el dolor de los pecados, el propósito de la enmienda y la penitencia, como puede ver cualquiera en los casos de la mujer sorprendida en adulterio, la pecadora del banquete o Zaqueo, por ejemplo. Esa idea de un perdón incondicional solo refleja el deseo moderno de una salvación barata, que no cueste nada y que no requiera la enojosa necesidad de convertirse y cambiar de vida]

[…] Jesús promueve una comunidad alejada del modelo de la familia patriarcal [Hay que reírse de estas cosas. Jesús era el protofeminista. Porque sí, porque lo dice el autor que sabe mucho de esto]. Entre sus seguidores, no hay dominación masculina ni diferencias jerárquicas [Claro. Por eso nombra doce apóstoles varones, que se sentarían sobre doce tronos para juzgar a las tribus de Israel. Y por eso nombró a pedro jefe de los Apóstoles. Porque no había diferencias jerárquicas]. Todo indica que las mujeres participaron en la última cena: “¿Por qué iban a estar ausentes de esa cena de despedida ellas que, de ordinario, comían con Jesús?, ¿quién iba a preparar y servir debidamente el banquete sin la ayuda de las mujeres?” [Esto es muy gracioso, aunque no sea intencionado. Más arriba en el artículo, se nos dice que está claro que Jesús era un feminista porque comía con mujeres, algo que, supuestamente, no hacía nadie. Y ahora se nos dice que la prueba de que había mujeres en la última cena es que tenía que haberlas porque sin ellas no podía haber banquetes. Si esto no es un razonamiento circular, no sé lo que es. Por otra parte, que hubiera o no hubiera mujeres en la última cena es absolutamente irrelevante y ciertamente no indica nada sobre el rechazo feminista de la “familia patriarcal”].

La posteridad intentó borrar estos hechos, denigrando a las discípulas de Jesús. Se confundió a María de Magdala con la «pecadora» del relato de Lucas (7, 36-50), rebajándola a la condición de prostituta poseída por siete demonios [Claro que sí, la denigraban llamándola Santa María Magdalena. ¡Por favor! Lejos de ser una forma de denigrar a nadie, ser cristiano implica siempre haber sido sacado del pecado por Cristo. Pero como nuestro autor rechaza el concepto mismo de pecado, solo puede ver las cosas desde la óptica del activismo progre moderno]. Gregorio de Nisa y Agustín de Hipona llegarán a decir que recibió la gracia de la resurrección por ser mujer, como Eva, y, por tanto, responsable de la introducción del pecado en el mundo. Jesús, que mostró tanta cercanía con las mujeres, no habría compartido este razonamiento [Me encanta cómo gente que desconoce todo de los Evangelios puede decirnos lo que Jesús habría o no compartido. Nada hay, por supuesto, de extraño en lo que dijeron los Padres de la Iglesia. La Redención de Cristo viene a sanar la herida que crearon el pecado de Adán y Eva y todos los pecados posteriores. Pero claro, si uno no cree en el pecado, tiene que considerar ofensivo que se recuerden los pecados], ni tampoco que se explicara el amor al prójimo como un acto de obediencia a Dios y no como un sentimiento de afecto hacia otra persona [La confusión del amor con un sentimiento es un error puramente moderno, ajeno por completo a Cristo. Si no se entiende esto, no se entiende nada de lo que es el amor y no tiene sentido hablar sobre él o sobre su relación con la obediencia a Dios].

[…] Jesús era un pacifista radical. Nunca llamó rey a Dios, sino Padre, y el título de rey de los judíos que le atribuyeron los romanos obedeció a la intención de humillarlo. […] No hay nada hermoso ni purificador en el sufrimiento. Pagola aclara que Jesús no murió para borrar la mancha del pecado original, sino por amor al hombre. “Nunca imaginó a su Padre como un Dios que pedía de él su muerte y destrucción para que su honor, justamente ofendido por el pecado, quedara por fin restaurado y, en consecuencia, pudiera en adelante perdonar a los seres humanos. Nunca se le ve ofreciendo su vida como una inmolación al Padre para obtener de él clemencia para el mundo. El Padre no necesita que nadie sea destruido en su honor. Su amor a sus hijos e hijas es gratuito, su perdón, incondicional”. ¿Por qué murió Jesús entonces? Por su oposición a las autoridades religiosas judías y a la ocupación romana. [Supongo que no extrañará a nadie que, como el mismo Pagola, el autor rechace en esencia la redención, que es el dogma fundamental del cristianismo. Este rechazo, unido a la negación de lo sobrenatural y los milagros, la desaparición práctica de la divinidad de Cristo y la disolución del pecado y la virtud en una misericordia incondicional, hacen que el hecho fundamental del cristianismo se transforme en un sinsentido: un Dios que no se ofende por nada, nos salva de no se sabe qué, por medio de un hombre como todos los demás, que nos dijo lo que ya sabíamos, no se sabe para qué y, a juzgar por la historia posterior de la humanidad, sin el más mínimo resultado]. […]

Antes de morir, Jesús se despidió de sus discípulos. Pagola señala que se malinterpreta el significado de la eucaristía: “El pan partido no es el símil del cuerpo muerto y despedazado de Jesús, ni el vino es imagen de su sangre (el color rojo no es mencionado nunca); son más bien imagen del banquete y la fiesta del reino de Dios. Es el gesto de Jesús entregando un trozo de pan a cada uno y haciendo beber a todos de su copa el que significa su entrega hasta la muerte” [Confieso que aquí el buen Pagola me ha dejado asombrado. ¿Así que el pan y el vino que se utilizan para la Eucaristía no tienen nada que ver con el Cuerpo y la Sangre de Cristo? Alguien tendrá que correr y contárselo al propio Jesús, que dijo “esto es mi Cuerpo” y “este es el cáliz de mi Sangre”. Lo que se iba a reír nuestro Señor de ese despiste que tuvo, solucionado felizmente dos mil años después por un cura vasco].

[…] Pagola subraya que es inaceptable culpabilizar al pueblo judío de la ejecución de Jesús. Eso sí, no comparte la hipótesis de que Judas Iscariote fue una creación de Marcos para simbolizar la traición del pueblo judío, algo que sí cree la teóloga alemana Uta Ranke-Heinemann y que –en mi opinión– es bastante probable. Pienso que Barrabás también es una figura inventada, no un personaje histórico, algo que Pagola considera poco probable [Bueno, parece que, al lado del autor del artículo, hasta Pagola es prácticamente un padre de la Iglesia. Está claro que todo depende de con quién se compare uno].

[…] Jesús resucita a los tres días de su crucifixión. Pagola afirma que no se trata de la reanimación de un cadáver: “Jesús no vuelve a esta vida, sino que entra definitivamente en la ‘Vida’ de Dios”. Es imposible saber si el cadáver acabó en una fosa común o en una tumba cedida por José de Arimatea. El relato del sepulcro vacío es una ficción tardía. Lo importante no es la dimensión física, sino el hecho de que Jesús sigue vivo, inspirando a sus seguidores a luchar por “un mundo diferente, más amable, más digno y justo” [Esto, que es opinión de Pagola y también del autor del artículo es, por supuesto, frontalmente contrario a lo que dicen los Evangelios y tanto Pagola como Narbona lo afirman porque sí, porque a ellos les disgusta eso de la resurrección de la carne y, por lo tanto, debe ser falso. ¿O acaso alguien se imagina que Dios puede hacer alguna cosa que disguste a tan augustos personajes? Es inimaginable].

[…] Jesús es el hijo de Dios no por un inverosímil y absurdo parto virginal, sino porque “en él se hace presente el verdadero Dios, el Dios de las víctimas y los crucificados, el Dios Amor, el Padre que solo busca la vida y la dicha plena para todos sus hijos e hijas, empezando siempre por los crucificados” [Es decir, Jesús es el hijo de Dios porque no es el Hijo de Dios. En realidad, Jesús es un ser humano más, muy piadoso y muy cercano a Dios por su oración y todas esas cosas. O sea, que Dios no se hizo hombre de verdad, sino solo en metáfora, en sentido amplio. Si esto fuera así, según enseñan los padres de la Iglesia, no habríamos sido salvados y moriríamos en nuestros pecados. A esto llevan tantas elucubraciones y tantos retorcimientos de lo que dicen los Evangelios: a negar la salvación, la esperanza y, antes o después, a negar al mismo Dios]. La resurrección de Jesús acontece allí donde un grupo de personas intentan seguir sus huellas, atendiendo a las víctimas de la pobreza, la injusticia o la enfermedad [No puedo, no puedo. La sobrecarga de vibraciones setenteras es demasiado fuerte… Empiezo a oír como música de fondo “La misa es una fiesta muy alegre”… Casullas de tergal, cálices de barro y dinámicas de grupo giran alrededor de mi cabeza… Apenas puedo respirar…].

Pagola concibió su obra como una forma de trabajar por la conversión de la Iglesia católica al Evangelio. […] El Jesús de Pagola es una invitación a conocer al Jesús real, al liberador, al amigo de la vida, al abogado de los pobres, las mujeres y los marginados, al defensor de los niños, los extranjeros y los enajenados.  [Es decir, a un Jesús inventado, a imagen del propio Pagola. Un Jesús que, en realidad, era una especie de cura progre, feminista, ecológico, muy interesado en la justicia social y nada en el pecado, que creía en un Dios incognoscible pero abuelete y majo. Como un Pagola pero con sandalias y más pelo, vamos].

Para muchos ha significado un reencuentro con el compromiso cristiano. La espiritualidad debe proporcionar paz, armonía, serenidad, alegría. Si despierta miedo y culpabilidad, no es una fuerza liberadora, sino una forma de opresión [Este es el resumen del credo posmoderno: si Dios me dice que lo que hago está mal, entonces rechazo a Dios y me creo una espiritualidad a base de disfrutar del dinerito, marihuana, mucho sexo, ausencia de consecuencias y votar a partidos progres].

Las religiones que se resistan a renovarse, desprendiéndose de mitos y dogmas, quedarán descolgadas de la historia [Ecce homo posmodernus. He aquí, de nuevo, al hombre posmoderno: lo importante no es la verdad, sino no quedarse descolgados de la historia, que no se sabe a dónde va ni si lleva a algún sitio, pero no hay que descolgarse de ella]. Pagola ha prestado un gran servicio a la Iglesia católica y, sobre todo, ha esclarecido el significado del Evangelio, recordándonos que Jesús murió por todos y no por muchos o unos pocos [El que dijo “por muchos” fue el mismo Cristo. Pero ya sabemos que todo lo que dijo Cristo que no les guste a Narbona o a Pagola en realidad no lo dijo o lo dijo pero se equivocó o lo dijo pero no sabía lo que decía o lo dijo para que un día Narbona y Pagola pudieran corregirlo y enseñar a las gentes el verdadero Evangelio que Jesucristo nunca conoció. Pagola dijo que se había ordenado para convertir a la Iglesia al Evangelio. Lo que se le olvidó fue que también quería convertir a Cristo al verdadero Evangelio. El de Pagola, claro].

[Todo esto está muy bien y hay que decirlo, pero la verdadera pregunta es: ¿qué hace todo este anticatolicismo en un portal pretendidamente católico, como Vida Nueva, propiedad de una congregación religiosa. A riesgo de ser repetitivo, volveré a recordar lo obvio: ¿no será que el problema de las congregaciones religiosas y de la Iglesia en general es un problema de falta de fe? ¿De qué otra forma se puede calificar el hecho de que se presten los púlpitos, colegios, revistas, portales y universidades de la Iglesia para negar la fe, extraviar a los fieles y apartar a las gentes de Cristo?. Es más, si se van a utilizar para combatir contra la fe, ¿para qué sirven esos púlpitos, colegios, revistas o universidades? ¿Para qué existe la propia Vida Nueva?]

Bruno Moreno

No, el pacto del Vaticano con Pekín no “va bien” (Carlos Esteban)



El Papa habló en una reciente entrevista que el pacto secreto de la Santa Sede con la tiranía comunista china va bien, y Parolin dijo que en China no hay persecución de católicos. Pero no, no va bien, y sí, sí hay persecución.

La Iglesia mira a largo, muy largo plazo, y las cosas deben verse en perspectiva. Pero hoy es difícil -o directamente engañoso- pretender que el pacto secreto negociado por el pedófilo McCarrick y firmado por el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin está beneficiando a los católicos chinos.

“El acuerdo entre China y el Vaticano va bien y espero que pueda renovarse en octubre”, ha dicho el Santo Padre en una reciente entrevista. Pero no se entiende bien cómo, salvo en el sentido de que siguen adelante. ¿Es posible que al Papa le falten datos? Admite el Santo Padre que hay ciertas ‘dificultades’, pero las atribuye todas a ‘dirigentes locales’, como si las autoridades de las provincias pudieran desafiar la mínima directiva llegada desde Pekín.

La publicación italiana Tempi ha sacado un reportaje en el que se pone negro sobre blanco la angustiosa situación de la Iglesia en China, que no da margen precisamente a muchas celebraciones. Los principales frutos del acuerdo sobre el nombramiento de obispos, que debería garantizar al Papa un poder de veto sobre los candidatos elegidos por Pekín, son tres, explica Tempi. En primer lugar, en los últimos años, el nombramiento de obispos se ha reanudado, aunque muy lentamente y con proporciones inferiores a las esperadas, y se han ordenado seis. Además, ya no hay cisma formal entre los católicos fieles a Roma y los miembros de la antes cismática “iglesia patriótica” gestionada por el Partido Comunista, y, al menos de boquilla Pekín reconoce la autoridad del Papa. Pese a todo, aún quedan sin obispo sesenta diócesis chinas.

Lo paradójico -o no- es que desde la firma de los pactos, Pekín ha proclamado nuevas normas que hacen mucho más difícil la práctica de la fe. Los menores de 18 años no pueden entrar en la iglesia, ni participar en el catecismo; los sacerdotes y obispos están obligados a inscribirse en la Asociación Patriótica, que sigue predicando una Iglesia independiente y autónoma del Vaticano y del Papa. Además, las comunidades religiosas no pueden organizar ninguna actividad sin la autorización del Estado. Desde 2020, además, la Iglesia Católica también debe «adherirse a la dirección del Partido Comunista Chino, adherirse al principio de independencia y autogobierno e implementar los valores del socialismo». Es decir, obedecer al régimen y no al Papa.

El 1 de marzo entró en vigor una nueva normativa que prohíbe «hacer proselitismo online, organizar cursos de educación religiosa a través de internet y publicar sermones o contenidos relacionados con la religión». También está prohibido transmitir misas en línea, en vivo o diferidas, y publicar imágenes, audio o video de las funciones.

Como resultado, la venta en línea del Evangelio ha sido prohibida, y en las redes sociales chinas, incluido WeChat, ya no es posible escribir palabras como «Jesús», «Amén» o «Cristiano». El objetivo es básicamente borrar de Internet cualquier referencia a la religión.

En qué sentido todo esto y muchos más casos de persecución concreta, demasiados para relatar en un artículo, pueda describirse como “ir bien” es un milagro,                                                                                                                                                                                                                                                                       Carlos Esteban                                                  

Las cosas que Feijóo apoyó en Galicia y que empañan su anuncio sobre la ley de amnesia




Hay promesas de algunos partidos políticos que sólo se pueden acoger con una gran dosis de excepticismo. Un ejemplo es la que hizo ayer Alberto Núñez Feijóo.



Feijóo dice que derogará la ‘ley de memoria democrática’ del PSOE

La web del PP ha titulado así esa promesa: «Feijóo se compromete a derogar la “mal llamada” ley de memoria democrática y a trabajar para hacerlo con el apoyo del “próximo PSOE”». Es decir, que quiere que el PSOE le ayude a derogar la ley que el propio PSOE está promoviendo para imponer su sectaria visión de la historia y tapar los hechos más oscuros de su pasado, una ley de amnesia en toda regla. Y si el PSOE decide no ayudarle, ¿qué hará Feijóo?

La promesa que hizo Feijóo en 2009 y que traicionó tras ganar las elecciones

Repasemos los precedentes. En las elecciones gallegas de 2009 Feijóo prometió “libertad lingüística” a los gallegos, después de que el gobierno bipartido del PSOE y del BNG pretendiesen discriminar el español en los centros educativos de Galicia. Nueve meses después, ya en la Xunta, Feijóo rompió su promesa: no implantó la libertad lingüística, sino el llamado “trilingüismo, en el que los políticos siguen decidiendo por las familias la lengua de escolarización de sus hijos (en este caso tres lenguas: español, gallego e inglés).

El dirigente del PP gallego no se limitó a traicionar su promesa, sino que además Feijóo equiparó la libertad lingüística con el Apartheid sudafricano, a pesar de que ese régimen racista precisamente basó su política lingüística en la imposición, y fue precisamente su caída lo que permitió instaurar la libertad lingüística en Sudáfrica. Añadamos a esto que desde el PP gallego y sus medios afines se inició una campaña de desprestigio contra Galicia Bilingüe, la asociación que defendía la libertad lingüística y que denunció el engaño de Feijóo.

El PP no derogó ninguna de las leyes ideológicas de Zapatero

Por otra parte, en 2011, cuando Mariano Rajoy obtuvo una amplia mayoría absoluta con el lema “Súmate al cambio, el PP no derogó ni una sola de las leyes ideológicas promovidas por el PSOE durante el mandato de Zapatero, ni siquiera la hoy vigente “ley de memoria histórica” de 2007, igual de sectaria que la de Sánchez. Así mismo, el año pasado el PP se negó a derogar la también sectaria “ley de memoria” impuesta por la izquierda en Andalucía.

La sectaria declaración institucional que apoyó Feijóo en Galicia en 2016

Pero si alguien alberga dudas, le basta con leer esta declaración institucional aprobada por el Parlamento de Galicia el 18 de julio de 2016, con motivo del 80º aniversario del inicio de la Guerra Civil Española (copio la traducción automática al español que figura en la web de dicho Parlamento):

Declaración institucional del Parlamento de Galicia al cumplirse 80 años del golpe de estado del 18 de julio de 1936

El Parlamento de Galicia, al se cumplir el 80 aniversario de los trágicos acontecimientos que provocaron la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista, quiere reiterar su condena al golpe de estado perpetrado por Franco el 18 de julio de 1936, al régimen dictatorial consecuencia de este golpe de estado y a los crímenes y represiones ejercidos sobre las personas vencidas.

Asimismo, el Parlamento de Galicia reitera la importancia de proseguir con las acciones dirigidas a recuperar y dignificar la memoria de las víctimas de la represión ejercida en la Guerra Civil y durante el franquismo, eliminar los símbolos, las denominaciones y las referencias franquistas de calles y edificios públicos, así como a colaborar en la identificación de los desaparecidos y enterrados en fosas comunes durante la dictadura franquista.

Santiago de Compostela, 18 de julio de 2016

En esa declaración no se dedica ni una palabra sobre los crímenes del bando republicano, entre ellos la brutal persecución religiosa desatada por la izquierda (con el asesinato de 13 obispos, 4.184 sacerdotes, 2.365 religiosos y 283 religiosas, muchas de ellas, además, violadas) y el asesinato de 5.000 presos políticos (incluidos 50 niños) en la masacre de Paracuellos. El texto tampoco incluía ni una sola petición a retirar las calles, plazas y monumentos dedicados a criminales de guerra del bando republicano, criminales como Carrillo (responsable de la citada masacre de Maracuellos), Nelken y Companys.

Ese texto, apoyado por el PP y por Feijóo, reafirmaba la visión izquierdista de una guerra entre buenos y malos: los buenos serían los del bando republicano, cuyos crímenes se ocultan sin más, y los malos serían los de la otra mitad de España, los que se negaron a dejarse masacrar como corderos por la misma izquierda que el 13 de julio de 1936, unos días antes del inicio de la guerra, asesinó a José Calvo Sotelo, uno de los líderes de la oposición de derechas.

En 2021 el PP gallego apoyó otra iniciativa sectaria de los separatistas

Así mismo, en octubre del año pasado, el PP apoyó una iniciativa del BNG -los socios gallegos de Bildu- en el Parlamento gallego, acordando “organizar un homenaje a las víctimas gallegas del franquismo, contando con la participación de las asociaciones de memoria histórica y las víctimas”. La iniciativa apelaba en su título al “Día de la Galicia Mártir”, un nombre inventado por el separatismo para vender su propia lectura sectaria de la Guerra Civil Española. Nuevamente, el texto olvidaba a los asesinados por la izquierda, empezando por el citado José Calvo Sotelo, que era de Tuy (Pontevedra). Visto lo visto, ¿qué motivos hay para creer que el PP hará algo distinto a lo que viene haciendo en los últimos años?

Elentir

jueves, 7 de julio de 2022

Pensamiento del día: médico, no te atrevas a curarme



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El mundo sufre y se muere
de un mal que tiene remedio,
pero el paciente no quiere
que le digan que está enfermo.


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El problema de nuestro tiempo no es el pecado. Siempre ha habido pecados y, hasta que el Señor vuelva, seguirá habiéndolos. Desde hace décadas, sin embargo, el problema es cualitativamente distinto y mucho más grave: negar que existe el pecado. Si me convenzo de que no estoy enfermo, no iré al médico ni tomaré la medicina que necesito. Si considero que no tengo pecados, no intentaré salir de ellos. Si llego a pensar que no existe el pecado, ni siquiera consideraré la posibilidad de que las cosas que hago puedan ser pecados, de modo que estaré irremisible perdido en ellos.

Como no hay tontería tan grande que no pueda venir alguien y soltar otra mayor, últimamente nos estamos esforzando por superar el triste listón que nos dejaron los años sesenta y el posconcilio, con sus largas raíces que van hasta Lutero. ¿Cual es el nuevo descubrimiento de nuestro tiempo que le permite ir más allá aún de la negación del pecado? Pretender que el pecado es una virtud. Y, viceversa, que las virtudes tradicionales, en realidad, son pecados.

Esto es otro paso cualitativo aún más grave hacia la destrucción de la moral y la civilización misma, porque el ser humano está hecho para la virtud y para rechazar el pecado, que lo destruye. Igualar ambas cosas como si no hubiera diferencia entre ellas o, peor aún, intercambiarlas, es el camino más rápido para la perdición tanto temporal como eterna.

En el mundo, esta tendencia lleva a lo que estamos viendo: la disolución de la civilización occidental cristiana, que no está siendo sustituida por otra, sino que simplemente se está derrumbando, víctima de la corrosión acelerada de sus cimientos. A fin de cuentas, si uno llama arena al cemento y cemento a la arena, las consecuencias arquitectónicas son inmediatas y demoledoras. Lo mismo sucede en una civilización si se llama “modelo de familia” a lo que en realidad es una familia herida y casi destruida, si se considera que el matrimonio es cualquier cosa, si “hombre” y “mujer” son intercambiables a voluntad pero a la vez hay que creer que los hombres son malos y las mujeres siempre buenas, si hay que tolerarlo todo y creer que en realidad nada es bueno ni malo excepto rechazar lo que está de moda en cada momento, y un largo etcétera.

En la Iglesia, los cimientos no se pueden corroer, porque son eternos, pero sí se pueden abandonar y eso es lo que también estamos viendo: infinidad de eclesiásticos que nos invitan a adoptar la amoralidad moderna para ser por fin del mundo, a “acompañar” los pecados más horribles, a creer que la fe católica y las religiones humanas en realidad son lo mismo, a ser “inclusivos” y “respetar” lo que no es digno de respeto, a pretender que la ecología es la nueva virtud suprema o a abandonar la ley de Dios en nombre de una “pastoral” que solo puede ser la del lobo vestido de oveja.

Desgraciadamente y a pesar de todas las afirmaciones de tolerancia e inclusividad, los que toman ese camino no se limitan a repetir lo que aquellos judíos dijeron al Señor, burlándose de Él: “médico, cúrate a ti mismo". Inevitablemente, terminan por decir: “médico, no nos cures". O incluso: “médico, tú eres la verdadera enfermedad y con quien hay que acabar es contigo". Si seguimos por la misma senda, crecerá en el mundo el odio por los cristianos y crecerá en el seno de la Iglesia el odio por los que aún conserven la fe y rechacen los sucedáneos. Y, como predijo el Señor, los que os maten creerán estar dando culto a Dios. O a la tolerancia, la democracia o la Pacha Mama.

Bruno Moreno

R.I.P. Padre Alfonso Gálvez Morillas



En el día de hoy, 6 de julio de 2022, a las 17:30 horas, ha fallecido el Padre Alfonso Gálvez Morillas, sacerdote de la Diócesis de Cartagena. Tras una larga y paciente enfermedad, ha entregado su alma a Dios. Dedicó su larga vida sacerdotal a la formación de sacerdotes, para lo cual fundó la Sociedad de Jesucristo Sacerdote, Asociación de Fieles erigida en la Diócesis de Cartagena desde 1980.

Sus hijos e hijas espirituales, miembros de la Sociedad de Jesucristo Sacerdotes, en medio del dolor por la partida de quien por tantos años fue su Padre espiritual, ruegan oraciones y misas por su eterno descanso. Para que la misericordia de Dios, haga posible su ansiado encuentro con Jesucristo. Descanse en paz.

Horario de los servicios y honras fúnebres:

​Velatorio:

– Tanatorio: Tanatorio de Jesús, Parque Empresarial de Espinardo, Calle Central, 11, 30100 Murcia.
– Horario: miércoles 6 de julio, 8 PM al jueves 7 de julio, 5:30 PM.

Misa tradicional de corpore insepulto por la Forma Extraordinaria del Rito Romano:

– Iglesia de San Bartolomé, Calle Sánchez Madrigal, 11, 30004 Murcia.
– Horario: jueves, 7 de julio, 6 PM.

Sepultura:

– Cementerio: Cementerio Nuestra Sra. Del Carmen. Lugar Morti Bajo, 88E, 30850, Totana, Murcia.
– Horario: jueves, 7 de julio, alrededor de las 8 PM.

Escucha, Señor, con piedad las plegarias que te dirigimos por tu siervo Alfonso, sacerdote, que en tu nombre desempeñó con fidelidad el ministerio; recíbelo en la asamblea jubilosa de los santos.

Ha fallecido el querido padre Alfonso Gálvez



Ha fallecido el Padre Alfonso Gálvez y por caridad lo mejor que hacemos es rezar por su eterno descanso en la firme esperanza de tener un fuerte intercesor en la eternidad. Doy gracias a Dios por el don de haberle conocido y tratado en tres visitas a su casa. Defensor de la tradición católica es su mayor fama, pero yo quiero resaltar su testimonio vivo de alegría, sano humor, naturalidad libre de toda afección artificial, y por último los buenos consejos espirituales que me dio en momentos duros de mi vida.

Descanse en paz.


Padre Santiago González

domingo, 3 de julio de 2022

Recordando qué es la masonería



El documento más útil y profético que la Iglesia Católica ha promulgado jamás a este respecto es el «Custodi Di Quella Fede», de León XIII, que resumió los frutos y triunfos del Programa Masónico a través de la Kulturkampf . Desde su organización en 1717 como religión fraterna, la Masonería siempre se ha dignado no mencionar nunca el nombre sagrado de Dios, sino referirse a Él solo como el Creador, o más precisamente como el Gran Arquitecto del Universo. Cualquiera en el siglo XVIII que estuviera familiarizado con este principio central de la masonería habría podido leer la Declaración de Independencia por lo que era; es decir, una pieza de literatura masónica, llena de los principios de la Francmasonería; a saber, el derecho a buscar la vida, la libertad y la felicidad fuera de la religión del estado, que, dijeron, solo se ha demostrado que divide a los hombres, en lugar de unirlos».

León XIII señalaba algunos de los éxitos del Programa Masónico, vemos que no hemos cambiado mucho:

«La sustitución del cristianismo por el naturalismo». 

«La sustitución del culto a la fe por el culto a la razón».

«La sustitución de la moral católica por una moral independiente». 

«La sustitución del progreso espiritual por el progreso material».

«La incautación de bienes, dinero y bienes dilapidados de la Iglesia». 

«La sustitución de máximas y leyes santas del Evangelio por un código de la revolución».

«La inclusión de doctrinas ateas y de un realismo cobarde en las escuelas, las ciencias y las artes cristianas». 

«La reducción del número de sacerdotes al obligar a un número innecesario de clérigos a servir en el ejército».

«La sustitución del Sacramento del Matrimonio y la Misa exequial por las bodas civiles y los funerales».

«Un esfuerzo general para laicizar todo; reemplazando así el papel de la Iglesia en la sociedad».

«El intento de silenciar y desacreditar a la prensa católica». 

«Cerrar monasterios y conventos pero multiplicar las logias masónicas y los antros sectarios».

«Dar derechos de asociación a todo tipo de organizaciones pero negar los mismos derechos legales a las sociedades religiosas».

«Proclamar la libertad de religión pero ejerciendo la intolerancia hacia el catolicismo». 

«Prometer protección, dignidad e independencia al Papa, pero ejerciendo sobre él un desprecio cotidiano».

«Indemnización por manifestaciones públicas contra el Papa, pero negando los mismos derechos a las manifestaciones católicas». 

«El fomento de «cismas, apostasías y revueltas contra los legítimos superiores en la Iglesia».

SPECOLA

sábado, 2 de julio de 2022

Exclusiva: Monseñor Schneider habla de la sinodalidad ¡Una entrevista esencial!



«No cabe duda de que Dios quiere que su Iglesia se centre en arrancar las causas de corrupción doctrinal, moral, litúrgica y espiritual que la aquejan desde hace décadas a fin de restituirle la salud actualmente».


Son palabras de S.E. Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la diócesis de Santa María de Astaná (Kazajistán) en una extensa entrevista concedida a Catholic Family News sobre el tema de la sinodalidad.
«Sentar como principio de la sinodalidad elementos como el debate y conversaciones insulsas y realizar sondeos de opinión es ajeno a la Iglesia, y desde luego recuerda los métodos de organizaciones heterodoxas», declara el prelado de origen alemán con relación al Sínodo sobre la Sinodalidad, que se inauguró el pasado octubre y tiene previsto clausurarse en octubre de 2023. «El método de la sinodalidad que propone Francisco incluye debatir con seguidores de otras tradiciones religiosas, ateos y hasta con un indefinido «etc.» y acabará por confundir la Fe».
En esta extensa entrevista, monseñor Schneider no se limita a responder preguntas sobre el actual sínodo, sino también la institución del Sínodo de Obispos por parte de Pablo VI, el inquietante concepto de la sinodalidad de Francisco (basado en una eclesiología falsa), la verdadera naturaleza del sensus fidei o sentido de la fe y su auténtica función en la Iglesia, y dice lo que piensa del constante empeño de erradicar la Misa Tradicional y otros ritos de la Iglesia romana por medio de Traditionis Custodes y los Responsa ad Dubia.

A partir de sus conocimientos de historia de la Iglesia y de patrística (Su Excelencia es doctor en teología y patrística por el Instituto Patrístico Augustinianum de Roma), monseñor Schneider arroja mucha luz sobre la función de los sínodos –ya sean locales, regionales o universales, a lo largo de la historia–, y sobre cómo la teoría y la práctica actual de la sinodalidad a partir de la creación del sínodo de obispos en 1965 por Pablo VI «es indudablemente algo novedoso en toda la historia de la Iglesia». No sólo eso; «supone una multiplicación superflua de estructuras eclesiásticas y de burocracia en la vida de la Iglesia». Con gran sagacidad, monseñor señala: «Siempre será más saludable para la vida de la Iglesia que haya menos estructuras permanentes, pues toda estructura no sólo genera burocracia sino burócratas clericales».

A la pregunta de si tuviera que fijar el orden del día de un futuro sínodo de obispos, monseñor Schneider respondió: «Yo creo que el sínodo debería ocuparse de elaborar y formular una profesión detallada de las verdades de fe relativas a los errores doctrinales, morales, litúrgicos y pastorales más frecuentes en la Iglesia actual».

A continuación reproducimos la entrevista en exclusiva con monseñor Athanasius Schneider.

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Catholic Family News: Gracias, excelencia, por concedernos esta entrevista. Tal vez podríamos empezar por hablar de esa institución moderna conocida como Sínodo de los Obispos, creada por Pablo VI hacia el final del Concilio Vaticano II (1962-1965) con su carta apostólica Apostolica sollicitudo(15 de septiembre de 1965).Pablo VI



En ella, Pablo VI habló de su «persuasión de la necesidad e importancia de hacer cada vez mayor uso de la colaboración de los Obispos, para bien de la Iglesia universal». Fue –dijo– el Concilio el que «brindó la ocasión de concebir la idea de constituir establemente un consejo especial de Obispos, con el fin de que, aún después de terminado el Concilio, continúe llegando al pueblo cristiano aquella abundancia de beneficios que felizmente se ha obtenido, durante el tiempo del Concilio, como fruto de Nuestra íntima unión con los Obispos».

¿En qué se diferencia el objetivo de la nueva institución montiniana, que parece ser continuación del Concilio, de la función tradicional de los sínodos locales y los concilios ecuménicos celebrados a lo largo de la historia?

Monseñor Athanasius Schneider: El Sínodo de Obispos, instituido por Pablo VI en 1965 como estructura permanente o consejo consultivo de prelados sobre el nivel universal de la Iglesia, es indudablemente algo novedoso en toda la historia de la Iglesia. El cimiento teórico subyacente de dicha estructura es la doctrina contenida en el documento del Concilio Lumen gentium (art. 22), según el cual hay dos agentes supremos permanentes que se encargan del gobierno de la Iglesia Universal: el Papa por su cuenta y el colegio episcopal junto con el Papa. Tal afirmación de doctrina es ambigua. Aunque Lumen gentium iba acompañada de una nota explicativa preliminar a fin de evitar malentendidos, todavía caben interpretaciones diversas. La idea de que la autoridad suprema de la Iglesia esté compartida no se ajusta a la enseñanza constante del Magisterio. El carácter colegiado del cuerpo episcopal se ha manifestado a lo largo de la historia en la costumbre de celebrar asambleas o sínodos con miras a defender la integridad de la Fe, la moral y la disciplina. Lo normal era que sólo tuvieran lugar en caso de verdadera necesidad, ya fueran locales, regionales o, con aprobación pontificia, universales.

Nuestro Señor Jesucristo nombró a San Pedro único pastor personal supremo de su entero rebaño, tanto del clero como de los fieles. San Pedro es asimismo la única piedra sobre la que Cristo edificó su Iglesia (V. Mt.16,18). No hay dos piedras ni dos pastores supremos, o sea una piedra personal y a su lado una piedra colegial, ni un pastor supremo personal junto a un pastor supremo colegial. S.S. León XIII expresó la doctrina constante de la Iglesia en este sentido con estas palabras: «Es preciso notar que lo que turbaría el orden y las relaciones mutuas sería la coexistencia, en una sociedad, de dos autoridades del mismo grado y que no se sometieran la una a la otra. Pero la autoridad del Pontífice es soberana, universal y del todo independiente; la de los obispos está limitada de una manera precisa y no es plenamente independiente. «Lo inconveniente sería que dos pastores estuviesen colocados en un grado igual de autoridad sobre el mismo rebaño» (Santo Tomás de Aquino, In IV Sent. dist.17 a.4 ad c.4 ad 13)» (encíclica Satis cognitum nº43).Cardenal Charles Journet


El cardenal Charles Journet (1891-1975) dio esta explicación magistral: «Los obispos, reunidos en asamblea colegial, en virtud de una estrecha unión, participan de la jurisdicción universal que permanece propiamente en el Romano Pontífice. Realizan juntamente con él los actos de jurisdicción suprema. La jurisdicción suprema y universal reside enteramente para empezar en el Soberano Pontífice. Éste la comunica al colegio episcopal que a él está unido. Algo así como la vida, que residiendo primero en el corazón se comunica desde éste a todo el organismo. Sólo puede ejercer dicha jurisdicción el Sumo Pontífice, ya sea solo o conjuntamente con el colegio episcopal disperso por el mundo (magisterio ordinario) o congregado en asamblea (magisterio solemne). La jurisdicción es exclusiva, pero reside por partida doble: por un lado en el Soberano Pontífice, y por otro, de forma participada, en el episcopado, entendido en un sentido colegial». [1]

Teológicamente, sería más preciso hablar de modos diversos de ejercer la única autoridad suprema de la Iglesia: una personal, ejercida exclusivamente por el Papa, que es la forma ordinaria de gobierno en la Iglesia, y otra colegiada (cuando el Sumo Pontífice asocia formalmente el colegio episcopal a los actos supremos de gobierno y magisterio). El Papa no está obligado a asociar de modo permanente el colegio episcopal a los actos de supremo gobierno. Aunque conforme a la divina constitución de la Iglesia el episcopado posee un carácter colegiado, el Papa debe tener libertad para decidir los modos, las circunstancias y la frecuencia de tales actos colegiados, dependiendo de la coyuntur histórica y las necesidades concretas del momento. Una doctrina que afirma que hay junto al Papa un cuerpo que también ejerce la máxima autoridad como órgano colegial, aunque esté presidido o dirigido por el Papa, limita en cierta forma la libertad del Sumo Pontífice y hace que se sienta obligado a hacer intervenir en todo momento a la totalidad del episcopado en el gobierno supremo de la Iglesia. La propia palabra sínodo que escogió Pablo VI tiene también cierta ambigüedad, dado que la expresión sacra synodus es además sinónima de concilio ecuménico o general.

CFN: ¿Considera Vuestra Excelencia que era necesario que Pablo VI instituyera «un consejo estable de obispos para la Iglesia Universal» (Apostolica sollicitudo)?


MAS: El objetivo, válido en sí, de consultar a los obispos en cuestiones relativas al gobierno de la Iglesia Universal ya se cumple de manera suficiente mediante la estructura del colegio cardenalicio, ya que éste se compone casi exclusivamente de obispos. No sólo eso; todos los dicasterios romanos cuentan entre sus miembros a obispos de diferentes países. La institución del Sínodo de Obispos como estructura permanente en calidad de cuerpo consultivo con la obligación de celebrar asambleas regulares supone una multiplicación superflua de estructuras eclesiásticas y de burocracia en la vida de la Iglesia. Aparte de que ya existe el Sagrado Colegio Cardenalicio (cuyos miembros son casi todos obispos), y los prelados miembros de los diversos dicasterios, el Papa también puede consultar por escrito la opinión de cualquier obispo del mundo. Siempre será más saludable para la vida de la Iglesia que haya menos estructuras permanentes, pues toda estructura no sólo genera burocracia sino burócratas clericales. Las estructuras exigen por otra parte la celebración de reuniones periódicas que conllevan grandes gastos. En lugar de la actual institución del Sínodo de Obispos, con sus obligadas y relativamente frecuentes asambleas generales (con su burocracia y sus desembolsos económicos), el Papa podría convocar de modo ocasional, y por tanto con más libertad y flexibilidad, a representantes del Episcopado para debatir o decidir asuntos importantes.

CFN: Hablemos ahora del Sínodo sobre la Sinodalidad actualmente en curso (2021-2023). En el discurso de apertura para los dos años del proceso sinodal, Francisco declaró lo siguiente:

«Si hablamos de una Iglesia sinodal no podemos contentarnos con la forma, sino que necesitamos la sustancia, los instrumentos y las estructuras que favorezcan el diálogo y la interacción en el Pueblo de Dios, sobre todo entre los sacerdotes y los laicos. Esto requiere que transformemos ciertas visiones verticalistas, distorsionadas y parciales de la Iglesia, del ministerio presbiteral, del papel de los laicos, de las responsabilidades eclesiales, de los roles de gobierno, entre otras» (9 de octubre de 2021).

Seguidamente citó a Yves Congar (1904-1995), teólogo dominico conocido por sus inclinaciones modernistas ya antes del Concilio, que dijo en una ocasión: «No hay que hacer otra Iglesia, pero, en cierto sentido, hay que hacer una Iglesia otra, distinta» (Verdadera y falsa reforma en la Iglesia).

¿Cómo debemos entender esas aspiraciones a cambiar esas «visiones verticalistas, distorsionadas y parciales de la Iglesia« y a «crear una Iglesia distinta»? Se diría que el papa Francisco quiere introducir una nueva eclesiología. Es decir, una nueva forma de entender la Iglesia y su funcionamiento, ¿no?

MAS: Esas declaraciones del papa Francisco y la cita del P. Yves Congar insinúan una alteración sustancial del concepto de la Iglesia y la vida de la Iglesia. Dan a entender que durante 2000 años la Iglesia Católica ha tenido una eclesiología distorsionada y parcial, y que hasta la llegada del papa Francisco y el camino sinodal no ha tenido un sentido teológico correcto de sí misma. Que Francisco utilice expresiones como visiones verticalistas resulta ambiguo y a la vez tendencioso. O se es vertical o no se es. No puede haber nada medio vertical ni un cuarto vertical; expresiones así son una distorsión y una caricatura del sentido natural. Cuando algo no es totalmente vertical, pierde estabilidad y se desequilibra. Dios fundó su Iglesia como un cuerpo jerárquico. Cuando un cuerpo deja de ajustarse a la verticalidad, por ejemplo si el centro de mando del cerebro se daña o se desestima, todo el cuerpo se confunde y perjudica. La crítica que hace Francisco del principio de verticalidad en el cuerpo de la Iglesia socava la constitución divina de la Iglesia y equivale a ceder al espíritu mundano de competencia entre los miembros de un cuerpo; San Pablo advirtió en contra de ello. Por su constitución natural, en un cuerpo hay partes sustancialmente diversas: unas son más visibles y depende de ellas el gobierno, mientras que otras están más ocultas y tienen necesidad de que se las gobierne (cf. 1 Cor. 12,17-19, 22-27). Dios dio a su Iglesia una estructura claramente vertical: «Y a unos puso Dios en la Iglesia, primero apóstoles, segundo profetas, tercero doctores» (1 Cor. 12,28). Por lo que respecta a aquellos a los que Dios ha colocado en posiciones de autoridad, León XIII enseñó: «El deber y el oficio del pastor es guiar al rebaño, velar por su salud, procurándole pastos saludables, librándole de los peligros, descubriendo los lazos y rechazando los ataques violentos; en una palabra: ejerciendo la autoridad del gobierno» (encíclica Satis cognitum, nº 30).

La mutua colaboración entre la jerarquía –línea vertical del Cuerpo Místico de Cristo– y los fieles laicos es algo que siempre enseñó el Magisterio de la Iglesia. No es un descubrimiento de este camino sinodal. Es indudable que la siguiente cita de Pío XII no se puede considerar una “visión distorsionada de la Iglesia”:

«En manera alguna se ha de pensar que esta estructura ordenada u orgánica del Cuerpo de la Iglesia, se limita o reduce solamente a los grados de la jerarquía; o que, como dice la sentencia contraria, consta solamente de los carismáticos, los cuales, dotados de dones prodigiosos, nunca han de faltar en la Iglesia. Se ha de tener, eso sí, por cosa absolutamente cierta, que los que en este Cuerpo poseen la sagrada potestad, son los miembros primarios y principales, puesto que por medio de ellos, según el mandato mismo del divino Redentor, se perpetúan los oficios de Cristo, doctor, rey y sacerdote. Sin embargo, con toda razón los Padres de la Iglesia, cuando encomian los ministerios, los grados, las profesiones, los estados, los órdenes, los oficios de este Cuerpo, no tienen sólo ante los ojos a los que han sido iniciados en las sagradas órdenes, sino también a todos los que, habiendo abrazado los consejos evangélicos, llevan una vida de trabajo entre los hombres, o escondida en el silencio, o bien se esfuerzan por unir ambas cosas según su profesión; y no menos a los que, aun viviendo en el siglo, se dedican con actividad a las obras de misericordia en favor de las almas, o de los cuerpos, así como también a aquellos que viven unidos en casto matrimonio. Más aún: se ha de advertir que, sobre todo en las presentes circunstancias, los padres y madres de familia y los padrinos y madrinas de bautismo, y especialmente, los seglares que prestan su cooperación a la jerarquía eclesiástica para dilatar el reino del divino Redentor, tienen en la sociedad cristiana un puesto honorífico, aunque muchas veces humilde, y que también ellos con el favor y ayuda de Dios pueden subir a la cumbre de la santidad, que nunca ha de faltar en la Iglesia, según las promesas de Jesucristo» (Encíclica Mystici Corporis, nº 8).

CFN: El documento preparatorio del Sínodo (7 de septiembre de 2021) menciona dos textos fundamentales a los que se cita en el mismo: «El Discurso para la Conmemoración del 50° aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos,pronunciado por el Papa Francisco el 17 de octubre del2015, y el documento La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, elaborado por la Comisión Teológica Internacional y publicado en el 2018» (nº 3).

Una cita concreta del discurso de Francisco de 2015 se repite tanto en el documento preparatorio como en el Vademécum oficial (7 de septiembre de 2021): «Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio» (PD, nº 1, 10; Vademécum, 1.2).

¿En qué se apoya el papa Francisco para afirmar que Dios espera que la Iglesia del tercer milenio emprenda ese camino de la sinodalidad que, según el Vademécum, incluye que la Iglesia consulte a «católicos que nunca o casi nunca practican» y a «personas que han dejado de ser practicantes, seguidores de otras tradiciones religiosas, no creyentes, etc» (Vademecum, 2.1)? ¿Acaso no es más probable que Dios quiera que su Iglesia se centre en arrancar las causas de corrupción doctrinal, moral, litúrgica y espiritual que la aquejan desde hace décadas a fin de restituir la salud a su elemento humano?

MAS: No cabe duda de que Dios quiere que su Iglesia se centre en arrancar las causas de corrupción doctrinal, moral, litúrgica y espiritual que la aquejan desde hace décadas a fin de restituirle la salud actualmente. A lo largo de la historia de la Iglesia, la verdadera sinodalidad siempre ha tenido un objetivo concreto.



Sentar como principio de la sinodalidad elementos como el debate y conversaciones insulsas y realizar sondeos de opinión es ajeno a la Iglesia, y desde luego recuerda los métodos de organizaciones heterodoxas. San Gregorio Nacianceno consideraba los métodos de interminables discusiones y debates de los arrianos una peligrosa epidemia en la Iglesia, y los comparaba con las plagas de Egipto (cf. Discursos 27, 2). Él mismo afirmó: «Estoy resuelto a evitar toda reunión de obispos, pues nunca he visto sínodo que termine bien o que remedie los desórdenes en vez de agravarlos» (Ep. 130 Ad Procopium). Igual de oportuna es la descripción que hace San Gregorio de los prelados de su tiempo, que gustaban de emplear un lenguaje muy florido: «Hacemos caso de los momentos y condiciones que nos exigen las multitudes. Abandonamos la barca dejándola a merced del viento de turno y sabemos dar un colorido muy variado a las palabras, como si fuésemos camaleones» (De vita sua = Carmina 2, 1, 11).

El método de la sinodalidad que propone Francisco incluye debatir con seguidores de otras tradiciones religiosas, ateos y hasta con un indefinido «etc.» y acabará por confundir la Fe. Una simple charla o una encuesta se consideran formas de teología o de cultura. San Gregorio Nacianceno ya había advertido contra tales formas de sinodalidad: «En los buenos tiempos de la Iglesia cuando todo iba bien, los métodos complejos, rebuscados y artificiosos de la teología no habían llegado a los seminarios, y cosas como engañar a la vista manipulando velozmente unos guijarros, o danzar antes los oyentes con contorsiones afeminadas, se consideraban maneras frívolas o extrañas de hablar de Dios. Pero desde los sextos, los pirros y el estilo antitético, una suerte de enfermedad grave y maligna ha contagiado nuestras iglesias. La palabrería se considera cultura, y, como dice el libro de los Hechos sobre los atenienses (17,21), no dedicamos tiempo sino a contar o escuchar novedades. Cómo lamentará Jeremías (Lam.1,1) nuestra confusión y loca ceguera; sólo él podría expresar lamentaciones adecuadas a nuestra desgracia» (Discursos 21, 12).

CFN: Volviendo a la eclesiología, el documento de 2018 de la Comisión Teológica Internacional La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia habla de la «eclesiología del Concilio Vaticano II» (nº 42,71) y de la «eclesiología del Pueblo de Dios» (nº 6), y afirma:

Los frutos de la renovación propiciados por el Vaticano II en la promoción de la comunión eclesial, de la colegialidad episcopal, de la conciencia y del ejercicio sinodal han sido abundantes y preciosos. Pero ciertamente aún queda mucho por hacer en la dirección trazada por el Concilio…

Este es el umbral de novedad que el Papa Francisco invita a atravesar. En la línea trazada por el Vaticano II y recorrida por sus predecesores, él señala que la sinodalidad expresa la figura de Iglesia que brota del Evangelio de Jesús y que hoy está llamada a encarnarse en la historia, en creativa fidelidad a la Tradición» (SVMI, nº 8-9).

¿En qué consiste la «eclesiología del Concilio Vaticano II y en qué se diferencia de la eclesiología católica tradicional. ¿De qué maneras cree Vuestra Excelencia que el sínodo actual servirá para poner más por obra «la línea trazada por el Concilio»?.

MAS: El Concilio prioriza la expresión Pueblo de Dios como imagen de la Iglesia. Esta expresión se ha convertido en la norma de la eclesiología del Concilio. Ahora bien, el cardenal Joseph Ratzinger afirmó en muchas ocasiones que esa expresión clave de la eclesiología conciliar se ha entendido mal en un sentido sociológico, promoviéndose estructuras democráticas en la Iglesia y se impone el parecer de la mayoría en los debates de las asambleas sinodales. Ratzinger afirmaba: «El concepto de pueblo de Dios en el Nuevo Testamento sólo se refiere (con una o, tal vez, dos excepciones) a Israel, es decir, al pueblo relacionado con la Antigua Alianza, no es un concepto inmediatamente eclesial« [2].

Decir «la dirección trazada por el Concilio» es hacer una interpretación abusiva del concepto de Pueblo de Dios expresado por el Concilio instrumentalizándolo para inventar una Iglesia diferente de la que a lo largo de los siglos se mantuvo inmutable. El cardenal Ratzinger recalcó con razón la importancia de guardar con fidelidad lo que se nos ha transmitido, de la llamada democracia de los muertos, es decir, de los santos:

«A la Iglesia le sucede, tal como el Derecho público nos ha preparado (lo cual también tiene significado para la Iglesia), que vive no sólo sincrónicamente sino también diacrónicamente. Esto significa exactamente que todos -incluso los difuntos- vivimos y formamos parte siempre de la totalidad de la Iglesia, pertenecemos siempre a una totalidad de la Iglesia. Ayer, por ejemplo, en un Estado teníamos la Administración Reagan y hoy tenemos la Administración Clinton, y la siguiente Administración probablemente deshará todo lo realizado por la anterior, porque «ahora comenzaremos de nuevo». Pero en la Iglesia no es así. La Iglesia vive su identidad en todas las generaciones, con una identidad que sobrevive a todos los tiempos y cuya mayoría está formada por santos. Cada nueva generación intenta sumarse a esa hilera de santos con su propia aportación. Pero sólo podrá hacerlo, aceptando la continuidad de la iglesia e incorporándose a ella». [3]

Cada uno de nosotros conoce la importancia de la doctrina que representa el núcleo de las enseñanzas de esta encíclica y que hoy volvemos a recordar con la autoridad del sucesor de Pedro. Cada uno de nosotros puede advertir la gravedad de cuanto está en juego, no sólo para cada persona sino también para toda la sociedad, con la reafirmación de la universalidad e inmutabilidad de los mandamientos morales y, en particular, de aquellos que prohíben siempre y sin excepción los actos intrínsecamente malos (Encíclica Veritatis Splendor, n. 115).

Justo antes de su elección, el papa Benedicto proclamó: «Hoy en día es frecuente tildar de fundamentalismo a una fe clara basada en el Credo de la Iglesia. En cambio, el relativismo –o sea, el dejarse arrastrar por cualquier viento de doctrina, se considera la única actitud capaz de hacer frente a los tiempos que vivimos. Estamos edificando una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y cuya máxima aspiración es satisfacer el yo los deseos personales»[4]. Y pocos años después, siendo ya pontifice, afirmó: «La evangelización de la cultura es de especial importancia en nuestro tiempo, cuando la “dictadura del relativismo” amenaza con oscurecer la verdad inmutable sobre la naturaleza del hombre, sobre su destino y su bien último»[5].

¿Realmente sigue Francisco las huellas de sus predecesores inmediatos al promover una especie de desprecio del principio de la Tradición y de mantener lo que se ha recibido de los santos (por ejemplo, los fundadores de órdenes religiosas): «Lo he dicho muchas veces, hoy, la tentación es ir hacia atrás, por seguridad, por miedo, para conservar la fe, para conservar el carisma del fundador… Es una tentación. La tentación de ir hacia atrás y de conservar las tradiciones con rigidez. Metámosnolo en la cabeza: la rigidez es una perversión» [6].

CFN: Además de la eclesiología del Concilio, otro tema que parece apoyar la sinodalidad es el sensus fidei (sentido de la fe de los creyentes individuales) y el sensus fidelium (sentido de los fieles en general); a éste último se lo llama a veces sensus fidei fidelium (sentido de la fe de los fieles).

Por ejemplo, en su apartado 9, el documento La sinodalidad en la vida y la misión de la Iglesia señala «En conformidad con la enseñanza de la Lumen gentium, el Papa Francisco destaca en particular que la sinodalidad «nos ofrece el marco interpretativo más adecuado para comprender el mismo ministerio jerárquico» [discurso del 17 de octubre de 2015] y que, sobre la base de la doctrina de sensus fidei fidelium, todos los miembros de la Iglesia son sujetos activos de la evangelización».


Asimismo, el documento preparatorio para el actual sínodo declara (nº14): «Es en el vínculo profundo entre el sensus fidei del Pueblo de Dios y la función del magisterio de los pastores donde se realiza el consenso unánime de toda la Iglesia en la misma fe. Cada proceso sinodal, en el que los obispos son llamados a discernir lo que el Espíritu dice a la Iglesia no solos, sino escuchando al Pueblo de Dios, que «participa también de la función profética de Cristo» (LG, n. 12), es una forma evidente de ese «caminar juntos» que hace crecer a la Iglesia».

Asimismo, el Vademécum del Sínodo afirma (1.3): «El Concilio Vaticano II reforzó el sentido de que todos los bautizados, tanto la jerarquía como los laicos, están llamados a participar activamente en la misión salvadora de la Iglesia (LG, 32- 33). (…) Así, la autoridad doctrinal del Papa y de los obispos está en diálogo con el sensus fidelium, la voz viva del Pueblo de Dios (cfr. Sensus Fidei en la vida de la Iglesia, 74). El camino de la sinodalidad busca tomar decisiones pastorales que reflejen lo más posible la voluntad de Dios, basándola en la voz viva del Pueblo de Dios (ICT, Syn. 68)».

¿Podría V.E. sintetizar en pocas palabras el concepto tradicional de sensus fidei y sensus fidelium y de qué manera contribuyen a mantener la Fe de la Iglesia?

MAS: El sensus fidei y el sensus fidelium se conocen también como la infalibilidad pasiva de la Iglesia. Es decir, infalibilidad de la Iglesia en su conjunto en obediencia a verdades divinamente reveladas. Decía San Agustín que cuando desde los obispos hasta el último de los fieles laicos todos manifiestan su acuerdo universal en cuestiones de fe y costumbres dan testimonio de la verdad (De Praedestinatione Sanctorum 14, 27). El Concilio cita este pasaje de San Agustín en Lumen gentium 12. La mejor definición del sensus fidelium que se conoce desde el tiempo de los Padres es la de San Vicente de Lérins: «Lo que siempre ha sido creído por todos en todas partes» (quod ubique, quod semper, quod ab omnibus creditum est) (Commonitorium II, 6).

Dice Santo Tomás en la Suma teológica: «Los fieles poseen un conocimiento de las cosas de la Fe, no como si les hubiese sido mostrado o revelado (quasi demonstrative), pero conforme a la luz que han recibido de la Fe (in quantum per lumen fidei) se dan cuenta de que es preciso creerlas (credenda sunt)» (ST II-II, q. 1, a. 5, ad. 1).

Antes de la definición dogmática de las verdades de la Inmaculada Concepción de María y su Asunción corporal a los Cielos, tanto Pío IX como Pío XII respectivamente, no sólo consultaron a los obispos sino que sondearon la fe de los fieles en cuanto a dichas verdades. Pío IX habló del «sentido constante de la Iglesia» Ecclesiae sensus) y de «la singular concordia entre obispos y fieles» (singularis catholicorum antistitum ac fidelium conspiratio); o sea, de la concordancia entre la enseñanza del Magisterio y la fe del pueblo cristiano. Tal es el significado tradicional de las expresiones sensus fideiy sensus fidelium.

CFN: Como dijimos, el Vademécum del Sínodo pide la inclusión de «los católicos que rara vez o nunca practican su fe, personas de otras tradiciones de fe, personas sin creencias religiosas, etc.» (Vademécum 2.1) en la fase diocesana de consulta. Con todo, el documento ITC de 2014 El sensus fidei en la vida de la Iglesia describe con las siguientes palabras las Disposiciones necesarias para la auténtica participación en el sensus fidei:
«La primera y más fundamental de todas las disposiciones es la participación activa en la vida de la Iglesia. La pertenencia formal a la Iglesia no es suficiente. La participación en la vida de la Iglesia significa la oración constante (1 Tesalonicenses 5:17), la participación activa en la liturgia, especialmente la Eucaristía, una recepción regular del sacramento de la reconciliación, el discernimiento y el ejercicio dones y carismas recibidos del Espíritu Santo, y un compromiso activo con la misión de la Iglesia y su diakonia . Presupone la aceptación de la enseñanza de la Iglesia en materia de fe y de moral, la voluntad de seguir los mandamientos de Dios y el coraje de ejercer la corrección fraterna como para someterse a ella» (Sensus Fidei, n. 89).
A la luz de estos criterios, ¿cómo puede incluirse a los católicos no practicantes (no digamos a los que no son católicos) en el proceso sinodal , si no están en condiciones de participar del sensus fidei?

MAS: La Santa Sede advirtió que no se distorsionara el sentido de estas expresiones, por ejemplo con la instrucción Donum veritatis, promulgada por la Congregación para la Doctrina de la Fe:

«El disenso apela a veces a una argumentación sociológica, según la cual la opinión de un gran número de cristianos constituiría una expresión directa y adecuada del «sentido sobrenatural de la fe». (Donum Veritatis, nº 35).

Juan Pablo II enseñó algo parecido:

El «sentido sobrenatural de la fe»[13] no consiste sin embargo única o necesariamente en el consentimiento de los fieles. La Iglesia, siguiendo a Cristo, busca la verdad que no siempre coincide con la opinión de la mayoría. Escucha a la conciencia y no al poder, en lo cual defiende a los pobres y despreciados. La Iglesia puede recurrir también a la investigación sociológica y estadística, cuando se revele útil para captar el contexto histórico dentro del cual la acción pastoral debe desarrollarse y para conocer mejor la verdad; no obstante tal investigación por sí sola no debe considerarse, sin más, expresión del sentido de la fe.

Dado que es cometido del ministerio apostólico asegurar la permanencia de la Iglesia en la verdad de Cristo e introducirla en ella cada vez más profundamente, los Pastores deben promover el sentido de la fe en todos los fieles, valorar y juzgar con autoridad la autenticidad de sus expresiones, educar a los creyentes para un discernimiento evangélico cada vez más maduro (Exhortación apostólica Familiaris Consortio, nº 5).

CFN: El citado documento de la Comisión Teológica Internacional de 2014, apoyándose en el Concilio, afirma que «algún tipo de sentido de la fe puede existir en «los bautizados que llevan el nombre de cristianos sin profesar la fe todavía completamente» [73]. Por lo tanto, la Iglesia Católica debe estar atenta a lo que el Espíritu puede decir a través de los creyentes en las iglesias y comunidades eclesiales que no están plenamente en comunión con ella» (Sensus fidei, nº56). La idea de que el Espíritu Santo pueda hablar a la verdadera Iglesia «a través de los creyentes en las iglesias y comunidades eclesiales que no están plenamente en comunión con ella» no parece probable. ¿Cómo respondería a esta afirmación?


MAS: La expresión sensus fidei no se puede aplicar a los católicos heterodoxos ni a los no católicos, pues contradice su verdadero sentido y el uso que siempre le han dado los Padres de la Iglesia y el Magisterio. El gran teólogo y obispo Melchor Cano (1509-1560) dio la siguiente explicación: «Hay dos géneros de cosas que cree la Iglesia: unas que afectan a todos por igual (las verdades fundamentales). En cuanto a éstos no es muy difícil conocer la fe y el sentido de todos sus miembros. Hay otras cuestiones más difíciles relativas a la Fe que no pueden conocer los incultos y los que no están formados en la Fe, sino los doctos y los entendidos. Preguntar al vulgo qué opina de estas es como preguntar a u ciego por los colores que percibe. (…) Ahora bien, a la hora de juzgar en materia de fe, sólo pueden pronunciarse los pastores de la Iglesia» (De locis theologicis IV, c. 6, ad 14).

Santo Tomás de Aquino formuló el siguiente principio: «Independientemente de cuál sea su origen, la verdad procede del Espíritu Santo» (omne verum a quocumque dicatur a Spiritu Sancto est) (cf. ST I-II, q. 109, a. 1, ad 1). Hay cuestiones de derecho natural y de sentido común que los católicos no practicantes e incluso los no católicos son capaces de captar y que pueden promover conjuntamente con los fieles católicos. Por ejemplo, el rechazo categórico del aborto, la homosexualidad, la eutanasia, etc. Eso sí, ni los católicos heterodoxos ni los no católicos pueden afirmar que poseen el sensus fidei, y no están por tanto en condiciones de dar consejos valiosos sobre verdades sobrenaturales de fe que ellos rechazan o de las que dudan.

León XIII enseñó lo que siempre ha sostenido la Iglesia: «Tal es la naturaleza de la fe, que nada es más imposible que creer esto y dejar de creer aquello» (encíclica Satis Cognitum, nº 20). En el mismo documento, León XIII cita una enseñanza muy importante: «Nada es más peligroso que esos heterodoxos que, conservando en lo demás la integridad de la doctrina, con una sola palabra, como gota de veneno, corrompen la pureza y sencillez de la fe que hemos recibido de la tradición dominical, después apostólica» (Autor del Tract. de fide orthod. contra Arianos)».

La Iglesia siempre ha tenido la misma costumbre, como consta en la enseñanza unánime de los Padres. Sabido es que consideraban extraños a la Iglesia a todo el que se apartase un ápice de la doctrina propuesta por el Magisterio autorizado. San Hilario de Poitiers afirmó: «Que Cristo enseñara desde la barca quiere decir que quienes están fuera de la Iglesia nunca podrán entender la divina enseñanza, pues la nave es figura de la Iglesia, donde se deposita y predica la palabra de vida. Quienes están fuera son como arena estéril e inútil: no son capaces de comprender (In Mat. 13, 1). Rufino de Aquilea elogió a San Gregorio Nacianceno y San Basilio el Grande porque «no estudiaban otra cosa que el texto de las Sagradas Escrituras y no la interpretaban a partir de su entendimiento privado, sino por los escritos y la autoridad de los antiguos, quienes a su vez, claro está, para captar el sentido usaban como vara de medir la sucesión apostólica» (Hist. Eccl., lib. II, cap. 9).

Volviendo a León XIII, leemos que «quien en un solo punto rehúsa su asentimiento a las verdades divinamente reveladas, realmente abdica de toda la fe, pues rehúsa someterse a Dios en cuanto a que es la soberana verdad y el motivo propio de la fe. (…) los que no toman de la doctrina cristiana sino lo que quieren, se apoyan en su propio juicio y no en la fe, y al rehusar «reducir a servidumbre toda inteligencia bajo la obediencia de Cristo[64] obedecen en realidad a sí mismos antes que a Dios. «Vosotros, que en el Evangelio creéis lo que os agrada y os negáis a creer lo que os desagrada, creéis en vosotros mismos mucho más que en el Evangelio» San Agustín, Contra Faustum manich. XVII c.3. (encíclica Satis Cognitum, nº 20 ).

Es importante destacar, además, las siguientes palabras de San John Henry Newman: «Según el criterio de los primeros cristianos, la vía de la verdad doctrinal es estrecha. Ahora bien, el criterio del mundo a lo largo de los tiempos ha sido tan amplio que no hay camino alguno, como dije más arriba. Como también dije que la perpetuación de la fe a los ojos del mundo consiste en una disputa verbal, polémica sobre cuestiones curiosas y tecnicismos superfluos, en tanto que para los padres es indispensable en orden a la salvación. Lo que ellos califican de herejía, el mundo lo considera tan cierto como lo que llaman ortodoxia, y error cuando sus partidarios se empeñan pertinazmente en ellos, del mismo modo que los Padres insistían en la ortodoxia» (Historical Sketches, I, chap. 3).

Por chocantes que resulten las siguientes palabras de San John Henry Newman, ponen el dedo en la llaga: «Una religión sentimental, carente de ortodoxia doctrinal, no es otra cosa que el calor corporal de un cadáver, que permanece por un tiempo pero inexorablemente desaparece. ¿Hasta cuándo durará este complejo error que consume a nuestra Iglesia? ¿Hasta cuándo las tradiciones humanas modernas eclipsarán de tantas maneras las majestuosa interpretaciones de la Sagrada Escritura que conserva la Iglesia Católica, heredadas de los apóstoles? ¿Cuándo nos contentaremos con disfrutar de la sabiduría y pureza que Cristo legó a su Iglesia, en vez de intentar cada uno por su cuenta y como Dios le dé a entender sacar el agua de los profundos aljibes de la verdad?» (Sermón nº 12, The Humiliation of the Eternal Son, 8 de marzo de 1835).

CFN: De vuelta al tema de la liturgia, es interesante que los documentos que imponen rigurosas restricciones a la Misa de siempre y otros ritos y sacramentos de la Iglesia Católica –es decir, Tradiciones custodes y su adjunta Carta a los obispos (16 de julio de 2021), así como los Responsa ad dubia(4 de diciembre de 2021)–, se promulgaron durante la primera fase del proceso sinodal de dos años (Tradiciones custodes y la carta adjunta poco antes de anunciarse el nuevo programa sinodal el pasado mes de mayo; los responsa se publicaron después de la inauguración oficial del sínodo en octubre).


Es más, tanto el cardenal Blase Cupich (arzobispo de Chicago) como el arzobispo Roche (prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe) han señalado que la Misa Tradicional es «incompatible con la nueva eclesiología del Concilio» SVMI, nº 42, 71):

Cardenal Cupich (10 de noviembre de 2021): «…Están en juego la naturaleza misma y la misión de la Iglesia. Los padres del Concilio calificaron a la Iglesia de pueblo peregrino, expresión con raigambre en las Escrituras, a fin de construir un concepto de la Iglesia que hasta entonces se había entendido como una sociedad perfecta y enfrentada a una potencia mundial» (el destacado es nuestro).

Monseñor Roche (21 de enero de 2022): «En una entrevista concedida a Catholic News Service, afirmó que la adhesión a la Misa Tradicional «no es, en el fondo, un problema litúrgico, sino eclesiástico». Y añadió: «Lo que nos trajo el Concilio, que clasificó y concretó la doctrina de la Iglesia sobre sí misma, el concepto de la misión de los bautizados y la importancia de la Eucaristía y la vida sacramental de la Iglesia, es muy importante para el futuro de la misma» (el destacado es nuestro).

En vista de estas francas admisiones, ¿cree V.E. que hay alguna relación entre el sínodo sobre la sinodalidad y los intentos de erradicar la liturgia tradicional romana?

MAS: No hay una relación directa. Pero hay que reconocer que el documento pontificio Tradiciones custodes y el de la Congregación para el Culto Divino (Responsa ad Dubia) manifiestan una actitud sorprendentemente intolerante y discriminatoria hacia el Rito Romano tradicional y los sacerdotes y fieles que se criaron con dicho rito o han encontrado su nicho espiritual en él. Esa actitud y esas medidas tan restrictivas son palpablemente incoherentes con la actitud y los métodos de la inclusividad y pluralidad de ideas y costumbres pastorales y litúrgicas tan cacareada por los documentos del proceso sinodal.

Por ejemplo, en el Vademecum del Sínodo para la sinodalidad se puede leer: «Ser inclusivos: Una Iglesia participativa y corresponsable, que sabe apreciar la rica variedad y abrazar a todos aquellos que a menudo olvidamos o ignoramos. Una mente abierta: Evitemos las etiquetas ideológicas y utilicemos todas las metodologías que hayan dado sus frutos».

Asimismo, en el discurso de apertura del Sínodo (9 de octubre de 2021), Francisco dijo: «Si nosotros no llegamos a ser esta Iglesia de la cercanía con actitudes de compasión y ternura, no seremos la Iglesia del Señor». Habló también de «curar las heridas y sanar los corazones quebrantados con el bálsamo de Dios». Y al día siguiente, en la homilía habló de la marginación de los hijos e hijas de la Iglesia y exigió que la Iglesia de nuestro tiempo manifieste una actitud concreta que la haga sentirse «parte de la vida de la comunidad sin que se les pongan trabas, sin que sean rechazadas o juzgadas».

A pesar de ello, tanto en Traditiones custodes como en los Responsa ad dubia, Francisco y la Santa Sede han hecho todo lo contrario de lo que afirmaban esas declaraciones de tanto impacto emocional, demostrando que todo era pura retórica o una ideología que acepta todo y a todos con una sola excepción: la liturgia romana tradicional con su espiritualidad y su vida pastoral. Esta triste realidad evoca lo que dijo San Basilio Magno durante la crisis arriana: «os verdaderos creyentes callan mientras todos los blasfemos parlotean sin parar» (Ep.92,2), y: «La única acusación que acarrea ahora un castigo severo es observar minuciosamente la tradición de los padres» (Ep. 243,2).

CFN: Si V. E. tuviera el cometido de fijar el orden del día para el próximo sínodo de obispos, ¿en qué tema centraría el encuentro?

MAS: Yo creo que el sínodo debería ocuparse de elaborar y formular una profesión detallada de las verdades de fe relativas a los errores doctrinales, morales, litúrgicos y pastorales más frecuentes en la Iglesia actual.

Fuente Adelante la Fe

[1] Cardinal Charles Journet, Théologie de l´Église (édition nouvelle augmentée Paris 1987), p. 161
[2] Cardenal Joseph Ratzinger, La sal de la Tierra: cristianismo e Iglesia Católica ante el nuevo milenio. Madrid, Palabra, 2005, pág.92.
[3] Ibid., pp. 188-189
[4] Cardinal Joseph Ratzinger, Homilía de la Misa Pro Eligendo Romano Pontifice (18 de abril de 2005).
[5] Benedicto XVI, Homilía de la Misa y en Bellahouston Park, Glasgow (16 de septiembre de 2010).
[6] Papa Francisco, Homilía pronunciada en la 26ª Jornada Mundial de la Vida Consagrada y (2 de febrero, 2022).