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viernes, 12 de junio de 2020

Pandemia, cuarentena, funcionarios, pastores. Una reflexión incómoda (Monseñor Aguer)




La palabra pandemia, como tantas otras de nuestra lengua, procede del griego. Platón y Aristóteles utilizan pandēmía, con el significado de «el pueblo entero»; el adjetivo pandēmios designa lo que es común a todo el pueblo, lo mismo que pándēmos. El Diccionario de la Real Academia Española define el sustantivo: enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región. En este lejano sur estamos sufriendo lo mismo que padecen otros países de diferentes latitudes, pero la limitativa cuarentena, que cercena libertades y derechos, es impuesta diversamente en ellas. Los argentinos tenemos que hacer valer nuestra originalidad, ¡faltaría más!. ¡Somos los mejores...!.

En otras oportunidades he dicho y escrito que el Estado Argentino se caracteriza por una genética inclinación al autoritarismo, que con facilidad puede encaminarse al totalitarismo. El partido gobernante puede exhibir antecedentes históricos que apenas se recata en disimular.

En los días que corren, según aseguran expertos indiscutibles, estamos viviendo al margen de la Constitución Nacional, que consagra un régimen republicano basado en la división de los poderes del Estado. Somos gobernados autoritativamente por el Ejecutivo mediante «Decretos de necesidad y urgencia» (DNU), ni el Congreso de la Nación ni la Justicia funcionan normalmente; están en cuarentena.

Un detalle sintomático de la falta elemental de circunspección y cautela: los documentos y comunicaciones oficiales han reemplazado el título República Argentina, por Argentina Presidencia. ¿Continuará todo así cuando la temible pandemia sea un terror felizmente pasado, o se impondrán los métodos expeditivos de la «justicia revolucionaria», el Terror, con mayúscula?. La distracción democrática de nuestro pueblo puede hacernos caer nuevamente en la trampa. Pisar el palito, se dice en nuestro argot. El académico José Gobello apunta en su Nuevo Diccionario Lunfardo, que la expresión alude a cierta técnica de los ladrones de gallinas que, detenidos a alguna distancia del gallinero, tocan suavemente con un palo al animal dormido, al par que silban de un modo especial: la gallina, al despertar, se posa sobre el palo con que ha sido tocada, y el ladrón se retira. Con la presa, claro está. ¡Técnica de ladrones de gallinas!.

En los comentarios que anteceden no he hecho más que recoger la opinión de muchísima gente; yo carezco de autoridad en estos temas, lo expongo en mi condición de simple ciudadano. En cambio, en cuanto sigue, me permito hablar como obispo, aunque emérito (o, más bien, demérito), para lamentar las limitaciones que se han impuesto a la libertad de culto. ¿Con qué autoridad el Estado coarta la vida religiosa del pueblo, y decide si se pueden abrir o no los templos, celebrar o no el culto divino?. Ya me he dedicado a la cuestión en mi artículo Cuarentena eclesial.

Debo referirme, también, a algunos disparates que he oído, pronunciados impunemente por pastores de la Iglesia. Son expresiones que le dejan a uno helado; que puedan difundirse ponen de manifiesto el grado de decadencia al que hemos llegado, para confusión y desgracia del pueblo de Dios. Lo afirmo con dolor, con pena.

1. Un obispo argentino ha dicho que no se puede recibir la Sagrada Comunión fuera de la Misa, ya que la hostia consagrada «no es una pastilla de Redoxón, que se toma cuando uno quiere» («Redoxón» es una marca de vitamina C, tradicional entre nosotros). Detrás de esta aventurada declaración se encuentra el error de que el valor de la celebración eucarística reside más en el hecho de la reunión y congregación de los fieles, que en la representación sacramental, objetiva, del misterio pascual, la muerte y resurrección del Señor. Si no me equivoco en esta interpretación, tampoco podría el sacerdote celebrar en privado el Santo Sacrificio; sin pueblo, el «pueblo populista», no habría Misa. No sería exagerado pensar que el autor de la sentencia que critico no ha entendido la doctrina católica sobre la Eucaristía. Quizá cursó ligeramente el tratado siendo seminarista, y aunque haya aprobado el examen, durante su ministerio como presbítero olvidó lo aprendido. Digo esto con respeto y amor hacia un hermano en el episcopado, pero... magis amica veritas. Otra carencia de conocimiento elemental: el Ritual de los Sacramentos, vigente en la Iglesia universal, incluye un formulario para la celebración de la Comunión fuera de la Misa, y allí se indica que ha de emplearse ese rito para la distribución de la Santísima Eucaristía a los enfermos, todos los días si es posible.

2. Otra afirmación episcopal inaceptable: en estos tiempos de pandemia y cuarentena, la piedad cristiana, la devoción, no es la Misa, sino el servicio social. Plena coherencia con los abusos del Estado autoritario; de hecho, aquí los templos no pueden abrirse para el culto de Dios, para la adoración, pero sí para repartir alimentos y vacunar. Algunas iglesias se abren algún rato del día, para que, si quieren, los fieles recen desde la puerta. Considero que en este caso el error consiste en oponer culto divino y servicio social, cuando en verdad el segundo debe hallar en el primero inspiración y fuerza, la de la caridad, bebida en su fuente. El Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en su libro Le soir approche et déjà le jour baisse (Se acerca la tarde y el día casi ha terminado), realizado en colaboración con Nicolas Diat, formula una hipótesis explicativa de casos como el que señalo: Centrados sobre ellos mismos, y sus actividades, preocupados por los resultados humanos de su ministerio, no es raro que obispos y sacerdotes descuiden la adoración. No encuentran tiempo para Dios porque han perdido el sentido de Dios. Dios ya no tiene mucho lugar en su vida. Unos párrafos más adelante, apunta: Muy a menudo, trabajamos al servicio exclusivo del bienestar humano. En estas palabras se alude a una falla teológica, es el archiconocido y funesto desliz del progresismo cristiano. La crisis de la Iglesia está instalada en su interior; desde hace varias décadas, el «mundo» -en el sentido reprobado por el Evangelio- ha penetrado en ella, y se enseñorea sobre las mentes y los corazones. Cristo ya no es el centro, el antropocentrismo lo ha desplazado, el hombre se siente cómodo usurpando el lugar de Dios. En esto consiste la esencia del «mundo moderno», de una cultura digitada por el Padre de la mentira (cf. Jn 8, 44). Pecados ha habido siempre, pero el que he señalado es el peor.

3. Un tercer error en labios episcopales: la desvalorización del precepto de la Misa dominical, que sería algo secundario. No se advierte que es la forma indicada desde siempre por la Iglesia para cumplir con el culto debido a Dios. El mandamiento de la Torá hebrea: Observa el día sábado para santificarlo (Dt 5, 12) ha pasado a ser en la Nueva Alianza la celebración del Domingo, el día del Señor, el de su Pascua semanal. Sin el Domingo no podemos vivir, reza la fórmula de la antigüedad cristiana. No se puede dispensar arbitrariamente y por principio. En nuestro país se verifica en términos agravados lo que también afecta a otros: es ínfimo el porcentaje de católicos fieles al culto dominical. Yo suelo decir que la Argentina es un país donde los católicos no van a Misa. El problema tiene raíces históricas: diócesis y parroquias de enormes dimensiones geográficas; crónica escasez de sacerdotes, y falta de una tradición religiosa que se transmita en la familia. En la actualidad, los niños que concluyen su catequesis para completar la iniciación cristiana se dan por bien cumplidos con su única Comunión; los colegios católicos son elegidos por la mayoría de las familias no porque desean para sus hijos una educación católica, sino porque nuestras instituciones aseguran una calidad de la que carecen las oficiales; que son un verdadero desastre. Los frutos religiosos son mínimos en los jóvenes alumnos. En el contexto que he descrito brevemente, resulta una desubicación pastoral desvalorizar como algo secundario el precepto dominical. Aunque arrecien todas las pandemias posibles.

Como complemento de los casos reseñados sumo otro, también de antología. Hace unos días, recibí el llamado telefónico de un joven que, según me dijo, sigue todos los sábados una breve columna que desde hace 22 años conservo en un canal de televisión abierta; yo no lo conocía. Me contó que en su barrio -vive en una localidad del Gran Buenos Aires-, la iglesia estuvo cerrada el comienzo de la cuarentena; recientemente comenzó a abrir un rato cada día, aunque sin celebración alguna. Consiguió encontrar al sacerdote, y le pidió confesarse, pero el presbítero no quiso atenderlo, porque estamos en cuarentena... El muchacho, azorado, se preguntaba si tal sacerdote tendría fe. Le sugerí que escribiera al obispo diocesano para referirle el penoso hecho, y solicitarle le indicara dónde podría recibir el sacramento. Cosas veredes, Sancho... Todo esto ocurre en un país de cierta mayoría católica (¿qué significará este título?).

Algo muy diferente se vive en un país de mayoría protestante. El presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, con ocasión del Día de la oración, que allí se celebra, hizo una exhortación pública muy sentida y teológicamente impecable: hay que rezar, y mucho, pidiéndole a Dios que nos salve del flagelo que estamos sufriendo. Esta circunstancia me hizo recordar el castigo que recibió David por la presunción que lo llevó a decidir el censo del pueblo de Israel: el Ángel exterminaba al pueblo mediante la peste; murieron 70 mil hombres. Pero Dios detuvo el exterminio; dijo al Ángel: ¡Basta ya!. ¡Retira tu mano! (2 Sam 24, 16; cf. 1 Cr 21, 15). Una expresión muy bella de la misericordia divina, independientemente de los hechos históricos. También nosotros debemos rogar que el Ángel detenga su espada. Que la fe y la esperanza inspiren la plegaria.

+ Mons. Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata

Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.

Académico Correspondiente de la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro.

Académico Honorario de la Pontificia Academia Santo Tomás de Aquino (Roma).

jueves, 11 de junio de 2020

NOTICIAS VARIAS 11 de junio de 2020

 
NEWS


INFOVATICANA

Trump se siente “muy honrado” por la carta que le dirigió Viganò

Pero, ¿quién es Viganò?

Obispo emérito critica la actitud de algunos prelados argentinos ante la pandemia

China reabre iglesias para predicar el patriotismo socialista

INFOCATÓLICA

Andrzej Duda: «Quiero que el Estado polaco apoye y proteja a la familia»

El PSOE se enfrenta a Podemos y asegura que el sexo es un hecho biológico

P. Augustine Nellary: «Vi a muchos fieles llorando mientras recibían la Eucaristía»

Mons. Aguer denuncia los «disparates pronunciados impunemente por pastores de la Iglesia»

IL SETTIMO CIELO 


Negocios vaticanos. La venganza del cardenal Pell sobre la Secretaría de Estado

ADELANTE LA FE
 

Carta abierta a los católicos a punto de regresar a Misa

SPECOLA
 

Viganò imparable: el eterno invierno post conciliar, Papa Francisco: ¡Se acabaron los carnavales!, la olla abierta en el Vaticano, Zanchetta vuelve.

Selección por José Martí

Viganò critica a monseñor Schneider y a los cardenales de los Dubia, con buenas razones


En una extensa declaración, el arzobispo Carlo Maria Viganò agradeció a monseñor Schneider por explicar el vínculo entre el [Concilio] Vaticano II y la declinación que vino después, según escribe el 10 de junio el sitio web LifeSiteNews.com.

“Si la Pachamama puede ser adorada en una iglesia, lo debemos a Dignitatis Humanae”, observa Viganó. Agrega que debemos las liturgias protestantizadas y paganizadas “a la acción revolucionaria de monseñor Annibale Bugnini y a las reformas postconciliares”. Similarmente, si la Declaración de Abu Dhabi fue firmada, “se la debemos a Nostra Aetate”.

Viganò llama al Vaticano II un “golpe de Estado” y lo compara al posteriormente condenado Sínodo de Pistoia (1786) que prohibió recibir la Comunión fuera de la Misa e introdujo el lenguaje vernáculo.

Declaración peligrosa de Schneider

Viganò critica [como hizo Gloria.tv] la teoría de Schneider de que algunas doctrinas de concilios anteriores se han vuelto obsoletas.

Viganò le dice que su afirmación “socava las bases del edificio católico” y da la iniciativa a Francisco, quien recientemente “cambió” el Catecismo basado en el alegato de que la pena de muerte “no es conforme al Evangelio”.

Contrario a ello, el Vaticano II puede ser condenado en cualquier momento, porque fue solamente un concilio pastoral sin autoridad dogmática.

“Buenas intenciones”

Viganò hace una advertencia respecto a considerar a los interlocutores que muestran diferencias en sus ideas y en su fe como personas que, pese a ello, están “motivadas por buenas intenciones”.

Él da un ejemplo: “Creímos sinceramente que ver a Juan Pablo II rodeado por sanadores encantadores, monjes budistas, imanes, rabino, pastores protestantes y otros herejes daba prueba de la capacidad de la Iglesia para reunir a las personas en orden a pedir a Dios por la paz”.

Según Viganò, los cuatro cardenales de las Dubia demostraron una ingenuidad piadosa similar, “pensando que Bergoglio, cuando se encontrara con la corrección del error, argumentada razonablemente, comprendería, corregiría los puntos heterodoxos y pediría perdón”.

Obispos engañados

Ahora, Viganò comprende que “durante décadas hemos sido llevados al error” por obispos y Papas.

Algunos obispos llevaron a sus pueblos al error “en aras de vivir tranquilamente, algunos a causa de tener demasiados compromisos, algunos por conveniencia, y algunos por mala fe o incluso por intenciones maliciosas”.

Viganò mismo “ha obedecido honesta y serenamente órdenes cuestionables hace sesenta años” y fue “engañado”.

Ahora él observa que hay un conflicto entre obedecer a la jerarquía y ser fiel a la Iglesia.

Para él fue [solamente] el pontificado de Francisco el que ha hecho tangible esta “separación perversa”.
 

miércoles, 10 de junio de 2020

Biografía del padre Alfonso Gálvez (con motivo de su 64 aniversario como sacerdote)




El P. Alfonso Gálvez Morillas, nació en Totana-Murcia (España), el 4 de junio de 1932, en el seno de una familia pobre y cristiana. Los estudios primarios los efectuó en su pueblo, siendo alumno del Colegio de la Medalla Milagrosa , dirigido por las Hermanas de la Caridad. En 1942 inició sus estudios de bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media Alfonso X el Sabio en Murcia.



En 1949 empezó su carrera de Derecho en la Universidad de Murcia y entonces fue cuando sintió la llamada del Señor para que se encaminara al sacerdocio. Al año siguiente ingresó en el Seminario Conciliar de San Fulgencio de Murcia. Con autorización del Obispo de Murcia, Don Ramón Sanahuja y Marcé , pudo simultanear los estudios eclesiásticos y los civiles. 


 

Se ordenó de sacerdote en Murcia, el 10 de junio de 1956 y fue destinado inmediatamente como coadjutor a la parroquia de San Andrés . Fue allí donde empezó seriamente el trabajo con la juventud, aunque, en realidad ya había emprendido esa tarea durante sus años de seminarista.






En septiembre de 1959, fue enviado por su Obispo Monseñor Manuel de Jesús Serrano Abad a Cuenca (Ecuador), como profesor del seminario San Luis Gonzaga . Dos años después, el Obispo de Cuenca, lo envió a El Tambo . Un tiempo después solicitó autorización tanto al Obispo de Murcia como al de Cuenca para irse a Venezuela. Allí estuvo dos años y medio en la parroquia de San Antonio de Barquisimeto hasta completar los cinco años del plazo para el cual se le había destinado a Sudamérica.

A su regreso a España, su Obispo le nombró de nuevo Coadjutor de San Andrés; pero ahora con más libertad de movimientos para que pudiera dedicarse a su trabajo con los jóvenes, tarea que el Obispo aprobaba y bendecía con todo el corazón. Los sucesivos Obispos que ocuparon la sede de Murcia, le libraron de todo trabajo parroquial para que pudiera dedicarse por entero a la tarea específica que Dios le había encomendado: la Sociedad de Jesucristo Sacerdote.


La Sociedad de Jesucristo Sacerdote fue aprobada como Pía Unión, el 29 de julio de 1980, por el Obispo Mons. Javier Azagra . Posteriormente, el 27 de noviembre de 1986, el mismo Obispo la aprobó bajo la figura jurídica de Asociación de Fieles , para adecuarse a la nomenclatura del nuevo Código de Derecho Canónico de 1983.



Desde 1982 reside en la Casa Matriz de la Sociedad,
Residencia El Pedregal , en el término de Mazarrón, provincia de Murcia (España).

En esta Casa reside actualmente el Centro de Formación de los jóvenes miembros de la Sociedad que se preparan con sus estudios de Bachiller y Universidad. Allí lleva a cabo las labores de dirección de la Sociedad en los diferentes países (EE.UU., Chile y Ecuador) y la formación de los jóvenes aspirantes al sacerdocio. A fin de lograr la adecuada formación espiritual humana e intelectual de la juventud, la Sociedad por él fundada cuenta con el Colegio Shoreless Lake School. En este Centro el P. Alfonso Gálvez imparte clases de Teología.

A lo largo de su vida ha alternado las labores pastorales con un importante trabajo redaccional. Entre sus escritos cuenta con numerosas 'meditaciones'. Ha publicado Comentarios al Cantar de los Cantares (dos volúmenes), La Fiesta del hombre y la Fiesta de Dios, La oración, El Amigo Inoportuno, Apuntes sobre la espiritualidad de la Sociedad de Jesucristo Sacerdote, Esperando a Don Quijote, Homilías, Siete Cartas a Siete Obispos, El Invierno Eclesial, Los Cantos Perdidos (3ª ed), El Misterio de la Oración...

NOTA: Recientemente fallecido, el 6 de julio de 2022, a la edad de 90 años. Descanse en paz.

martes, 9 de junio de 2020

NOTICIAS VARIAS 8 y 9 de junio de 2020



INFOCATÓLICA

Cardenal Zen sobre la situación en Hong Kong: «El Vaticano no ha dicho ni una palabra para ayudar a nuestros jóvenes»

La Virgen Corredentora y el Papa Francisco (Bruno Moreno)

INFOVATICANA

Un grupo de fieles realiza un acto de reparación ante la estatua del Sagrado Corazón profanada

LIFE SITE NEWS

Bishop Schneider: Catholics and Muslims share no common faith in God, no common adoration

Selección por José Martí

AHORA O NUNCA: súplica para la acción tradicionalista concertada



La caricatura de la Iglesia romana que nació del Vaticano Segundo para dominar casi toda diócesis y parroquia en el mundo está muerta y bien muerta.

Ella había proclamado su propia defunción, sociológica y moralmente hablando, desde el momento que se dedicó al proyecto de “acompañar” la “dignidad” de la persona humana caída, y desde entonces bautizando y divinizando gradualmente su pensamiento irracional y su deseo tiránico, en lugar de corregir y transformarla en Cristo. Ya décadas atrás, este absurdo modus operandi señalaba el camino a la realidad que hoy estamos viviendo: una Iglesia más unida y subordinada al Estado y al Zeigeist (espíritu del tiempo) que en cualquier otro momento bajo un emperador o rey malvado.

Ahora, habiendo obedecido a los Amos del mundo a quienes amó y sirvió hasta el amargo final, declara públicamente que sus sacramentos son menos esenciales que la librería de la vuelta de mi casa en el bajo Manhattan que nunca cerró sus puertas, y se regocija en sus cadenas; esta caricatura de la iglesia romana también ha incurrido en una cierta muerte financiera.

“¿Cuándo van a abrir la parroquia?” preguntó un sabio anciano a uno que sabe, en la plaza desde donde escribo esta súplica. “Septiembre,” fue la respuesta, seguida por una inmediata acotación lógica: “¿Para qué molestarse? Para entonces no quedará iglesia”. 

Tiene toda la razón. Los bancos que ya estaban 80% vacíos perderán a casi todos los demás. ¿Por qué regresaría el remanente a codearse con sacerdotes y parroquias que dijeron que sus servicios no eran necesarios? Ahora los ingresos desaparecerán definitivamente. Después de todo, la gente necesitará sus menguantes dólares para lidiar con la depresión que nuestros líderes trastornados aseguraron que ocurrirá al desatar un Armagedón para matar al bicho.

No tengo idea de cómo comenzó este lío del virus, pero no hay duda de que ha ofrecido una oportunidad de oro a los modernos amantes de la libertad —conocidos en castellano básico como tiranos—para imponer su deseo diabólico sobre todos nosotros. Sus acciones ejecutivas y planes legislativos lo hicieron evidente para cualquiera que no posea la mentalidad esclava que la educación moderna garantizó a sus víctimas; que, lamentablemente, es casi nadie. Sienten finalmente que tienen la oportunidad para sofocar todo lo verdadero, bueno y bello que queda en una civilización que sentenció su muerte cuando sus ancestros iluminados se enfocaron en destruir la mente y el alma humanas. Este es el último acto. Olfatean la oportunidad para dar el golpe de gracia.

Mi proyecto al comenzar este año fue el de escribir la Historia del Movimiento Tradicionalista. Este Movimiento conquistó grandes victorias por revivir una Iglesia romana que en verdad no puede morir, pero cuya caricatura ciertamente ha dado la apariencia de hacerlo en nuestro tiempo, bajo líderes demasiado legítimos que no son más que herederos de numerosos pontífices y obispos fallidos siglos atrás.

Tras meses de silencio, ¿habrá una Iglesia a la cual regresar?

No obstante, sinceramente, no puedo relatar los triunfos del pasado desatendiendo el deber de urgir a mis compañeros tradicionalistas que se unan para alzar a nuestra Madre moribunda en su aprieto actual. Lo hago a través de esta súplica de cuatro puntos que es fácil de pronunciar pero requerirá del más grande olvido de sí y fuerza de voluntad para implementarla efectivamente.

1. Que cada segmento del Movimiento Tradicionalista—cada “clan”, para utilizar la terminología de The Remnant—evite la tentación comprensible de asegurar su propia supervivencia en este momento de caos mundial y trabajen juntos como una unidad;

2. Que se establezca un Comité Central de representantes de cada “clan” tradicionalista—clerical y de laicos, o solamente de laicos si llegara a haber algún peligro para las fraternidades sacerdotales o congregaciones involucradas—-para coordinar el asesoramiento y acciones intelectuales, espirituales y prácticas, ya sea formal o informalmente;

3. Que se aproveche toda oportunidad de restablecer el culto público según el rito tradicionalista, sea permitido o no por un Estado injusto u orden episcopal;

4. Que como símbolo de nuestra negación a aceptar la histeria alrededor nuestro, utilicemos visiblemente el símbolo del Sagrado Corazón de Jesús en lugar de la máscara de la opresión.

Es ahora o nunca. Éste es el último acto en el drama revolucionario moderno y el enemigo está decidido.

John Rao
Traducido por Marilina Manteiga. 

lunes, 8 de junio de 2020

Los atentados contra lugares de culto en España pasan de 8 a 55 en cinco años (Carlos Esteban)



En 2014 hubo ocho atentados contra lugares de culto en España; cinco años después, la cifra aumentó a 55. Son los datos del informe para 2019 del Observatorio para la Libertad Religiosa (OLRC). El grupo más hostil a la libertad religiosa, implicado en 19 casos, es Unidas Podemos, el partido que gobierna actualmente en España en coalición con el PSOE, revela.

Los datos publicados este lunes por el Observatorio para la Libertad Religiosa (OLRC) en su Informe anual correspondiente al año 2019 muestran que se han reducido los ataques globales a este derecho fundamental un 12,5% (de 200 a 175); sin embargo, han aumentado los casos de violencia contra creyentes (de un caso en 2018 a tres en 2019, todos contra católicos) y los ataques a lugares de culto (de 53 a 55, la mayoría a templos o símbolos cristianos). “Es lamentable que cada año se dañen más templos; de 8 en 2014 hemos pasado a 55 tan solo cinco años después”, remarca María García, presidenta del OLRC.

La mayoría de los ataques (140, el 80%) han tenido como objetivo los cristianos; ocho se han dirigido contra musulmanes (4,6%) y tres han estado dirigidos contra judíos (1,7%). Además, 24 ataques (13,7% de los casos) pueden considerarse contrarios a todas las religiones “al querer imponer un laicismo radical que intenta eliminar del espacio público todas las confesiones, así como a sus representantes y seguidores”, declara García.

“Al ser España un país de raíces cristianas, se constata que esta religión es la más atacada. Una parte minoritaria pero muy beligerante de la sociedad -y algunos políticos- quiere eliminar estas raíces y hace todo lo posible por evitar que los creyentes de esta confesión religiosa se manifiesten como tales en la vida pública. Los datos obtenidos en informes elaborados en otros países demuestran que esta tendencia se hace presente también en el resto de Europa”, añade.

Por comunidades autónomas, Andalucía, con 27 casos, es la región con más ataques a la Libertad Religiosa, seguida de la Comunidad de Madrid (20) y Cataluña (18).

Por partidos políticos, el Informe refleja que Podemos es la formación más beligerante con la libertad religiosa, estando implicado en 19 casos. Le siguen Izquierda Unida y PSOE, con 14 cada uno de ellos.

“Lamentablemente, la agresividad y el laicismo radical expresado por estos partidos políticos se manifiesta con profanaciones, pintadas y demás actos vandálicos, en las calles”, asegura la presidenta del OLRC. “Como hemos afirmado en informes anteriores, es inaceptable que se confunda la aconfesionalidad del Estado, como prescribe la Constitución, con marginación de la religión del espacio público. El respeto a la Libertad Religiosa no beneficia únicamente a los creyentes, sino que favorece a toda la sociedad al promover la convivencia pacífica entre los ciudadanos. Esta realidad es fundamental y se aleja de los planteamientos ideológicos o políticos”.

Linchamiento en redes a un sacerdote que criticó el Orgullo Gay (Carlos Esteban)



La libertad de expresión que los progresistas se han pasado décadas pidiendo a voces para sí hace tiempo que la niegan a los demás, y muy especialmente a los católicos, contra cuyos mensajes es frecuente que se unan en auténticas manadas feroces para acallarlos.

Ha sido recientemente el caso de Simon Esshaki, un joven sacerdote católico caldeo que vive y tiene su ministerio en la localidad californiana de El Cajon. Esshaki colgó en las redes sociales un breve vídeo en el que, sin estridencias, él mismo advierte que un católico no debe apoyar la causa del Orgullo Gay.

Uno pensaría que por el tono pausado y por un contenido irreprochablemente concorde con lo que afirma nuestra fe católica, en un sistema de libertades y derecho a la libre expresión, el discurso sería meramente ignorado o contrarrestado por opiniones discordantes, sin más. Pero no, claro.

En un tiempo récord, Esshaki recibió amenazas de muerte y un abrumador torrente de insultos, burlas, expresiones de odio y difamaciones. Algunos trucaron su foto y pretendieron que el sacerdote no era más que un homosexual hipócrita que frecuentaba las aplicaciones de citas gays. El vídeo fue vetado en Twitter y la red de vídeos breves TikTok borró su cuenta, sin más.

Pero lo que dijo Esshaki no era más que lo que podría -¿debería?- decir cualquier pastor católico sobre este particular. “Los cristianos no deberían apoyar el Mes del Orgullo”, empieza diciendo Esshaki, que explica que los cristianos “aman” a los homosexuales, pero no están de acuerdo con su comportamiento. Señaló que “no es lo mejor que se les respalde en sus actos pecaminosos”, ya fueran “actos homosexuales, algún otro tipo de actos lujuriosos u otro tipo de pecado”.

En una réplica posterior al linchamiento, Esshaki dijo que reza por sus perseguidores.

Carlos Esteban

Entrevista al Dr. Alberto Bárcena / P. Javier Olivera Ravasi, SE -Relativismo y Nuevo Orden Mundial


VIDEO 57:56 minutos


Nunca fue más fácil vigilar y castigar




Al tratarse de un virus nuevo y desconocido, es frecuente encontrar información contradictoria sobre el COVID-19 por parte de científicos y epidemiólogos en lo que se refiere a su comportamiento y evolución. Por ese motivo, conviene atender principalmente a los datos fríos cuando se busca hacer un análisis que vaya más allá de lo puramente fenoménico.

El 26 de marzo, científicos del Imperial College de Londres dieron a un conocer un informe en el que, basados en los modelos matemáticos con los cuales trabajaban, pronosticaban que el coronavirus dejaría 40 millones de muertos si no se tomaban medidas drásticas de confinamiento y, aún ese caso, las muertes no serían, en el escenario más optimista, menores a los 20 millones, 500.000 de las cuales solamente en Gran Bretaña. Fue sobre este informe, severamente cuestionado, que el Reino Unido cambió su política sobre el modo de enfrentar la pandemia y también fortaleció el convencimiento de la mayor parte de los países del globo de imponer cuarentenas estrictas a toda su población, aún con el riesgo cierto de una masiva destrucción de la economía y de un sinfín de muertes colaterales ocasionadas por esas mismas medidas.

A dos meses de la publicación de ese informe, y según los datos actualizados de la Universidad John Hopkins, en el mundo hay 380.000 muertos por Covid19. El seguimiento de las curvas de contagios, además, muestra que así como fue abrupta su escalada, abrupto es también su descenso. Es razonable pensar que, cuando la epidemia termine su recorrido por el planeta, dejará en torno al millón de muertos, apenas un 5% de lo que pronosticaba el informe del Imperial College para el mejor escenario, y un número similar al que dejó la pandemia del H3N2 de 1968, y que ya nadie recuerda.

Estos datos fácilmente constatables permiten concluir que se creó un monstruo, en el que todos creyeron, y que no era tal. Y que fue con el convencimiento más o menos sincero de la existencia de ese monstruo imaginario que se tomaron decisiones que afectarán al mundo durante los próximos años. Como lo admitió hace pocos días la primera ministra de Noruega Erna Solberg, ella tomó la decisión de poner en cuarentena a su país “por miedo” y “algo de pánico”. Viene bien recordar la metáfora que usó el profesor John Ionnidis, de la Universidad de Stanford, del elefante que saltó al vacío por temor a un gato doméstico.

Pero lo interesante de la experiencia por la que estamos transitando, convertida en un incuestionable ensayo de ingeniería social, es que se ha demostrado que resulta muy fácil infundir pánico, en los gobernantes y en los gobernados. “Basándonos en la información que teníamos, tomamos una estrategia de precaución”, explicó la misma premier noruega. ¿Y quiénes proveían esa información que se ha revelado brutalmente equivocada? Una élite científica. Esos datos erróneos, expandidos con la ayuda de buena parte de los medios de comunicación, crearon rápidamente un monstruo que generó miedo en la población y que pronto se convirtió en pánico. Afirma Yoram Lass, ex director general de Sanidad de Israel: “Se ha lavado el cerebro de poblaciones enteras. Lo que resulta de ellas es miedo, ansiedad e imposibilidad de analizar estadísticas reales. Ello genera todos los ingredientes para una histeria monstruosa”.

En tal estado de terror, resulta muy fácil convencer a la población a que resignen derechos, aún los más básicos, ya que sus gobernantes los están protegiendo de un temible monstruo que ronda por la ciudad listo para devorarlos. Y la gente, en un primer momento al menos, se muestra conforme y agradecida por el padrecito zar que los está protegiendo, incluso con aplicaciones en sus celulares que permiten rastrear cada uno de sus movimientos. Nunca fue más fácil vigilar y castigar. El panóptico de Foucault, ese dispositivo de vigilancia permanente cuya mayor efectividad consiste en que la persona se autolimite porque se sabe controlada, puede alcanzarse de un modo mucho más sencillo que construyendo enormes y costosas cárceles. Basta crear un monstruo y una app.

No se trata de negar la existencia de un virus desconocido y particularmente agresivo y contagioso que se ha extendido por toda la geografía terrestre. Tampoco de cuestionar la conveniencia o inconveniencia de las medidas tomadas por el gobierno nacional y los gobiernos provinciales en el ámbito de la cuarentena obligatoria. Pero sí es necesario discutir las situaciones concretas que ocasionan y que constituyen avasallamientos de derechos fundamentales. Si aislamos los hechos, despojándolos de las circunstancias que lo han originado, vemos fácilmente que son disposiciones que corresponden más bien a una dictadura de tipo soviético y que resultan inconcebibles en regímenes democráticos.

Se trata de medidas tomadas por gobiernos que intentan evitar que el monstruo devore a sus poblaciones y a ellos mismos. Y en una situación de incertidumbre como la actual, podrían estar justificadas. Lo peligroso e inquietante, como señala Yuval Harari, es que la excepcionalidad se transforme en hábito.

Cuando el Covid-19 haya pasado, lo cual ocurrirá más pronto que tarde, opino que las sociedades deberán tomar varias previsiones frente a la eventualidad de la aparición de casos semejantes. Y una de ellas será impedir la creación de nuevos monstruos, para lo cual, los informes científicos sobre los cuales los gobiernos deciden las medidas adecuadas de protección social, deberán ser debidamente contrastados, del modo más amplio posible, a fin de evitar que las élites científicas hegemónicas sean las que establezcan indiscutidamente sus criterios.



Por Peretó Rivas (Profesor de la Universidad Nacional de Cuyo, investigador del Conicet y científico invitado de la Universidad de Oxford).

Homosexuales amenazan de muerte a un sacerdote



“Los cristianos no deberían apoyar el Mes del Orgullo”, dijo el sacerdote católico caldeo Simon Esshaki, domiciliado en El Cajón (California), en un vídeo transmitido en las redes sociales y que fue prohibido en Twitter.com (ver a continuación aquí) mientras el sitio web TicToc.com borró completamente la cuenta de Esshaki.

Esshaki explica que los cristianos “aman” a los homosexuales, pero no están de acuerdo con su comportamiento. Enfatizó que “no es lo mejor para alguien que ellos estén apoyados en sus acciones pecaminosas” que podían ser “acciones homosexuales, algún otro tipo de acciones lujuriosas o algún tipo de pecado”.

A causa de esas perogrulladas, Esshaki recibió amenazas de muerte y tuvo que sufrir miles de comentarios hostigadores, odiosos e insultantes. Homosexuales enojados deshonraron su foto y la subieron a sitios de citas homosexuales (foto del artículo).

Esshaki dijo en un réplica el 4 de junio que él reza por sus perseguidores (cfr. Mt 5, 44).

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¡Que Dios ayude a este valiente sacerdote que se ha atrevido a decir la verdad, tal y como viene recogida en el Evangelio! ¡Va a necesitar de nuestras oraciones!

Hakuna, ¿una escisión del Opus Dei o un signo de los tiempos? (Elisa Suárez)

Una de las noticias más recientes dentro el mundo católico, al menos en España, es el final de la etapa del sacerdote José Pedro Manglano en el Opus Dei. De manera resumida podría decirse que Manglano inició en 2013 una actividad pastoral fuera de la Obra, pero con permiso de la Prelatura. Esta actividad, llamada Hakuna, surgió como consecuencia de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de aquel año, la primera que presidió el papa Francisco. De hecho, Hakuna se identifica desde el primer momento con el famoso lema del pontífice argentino “¡Hagan lío!”. En poco tiempo, Hakuna comenzó a expandirse entre gente joven e incluso adquirió personalidad jurídica propia de carácter canónico: es una asociación privada de fieles. Es decir, una organización reconocible de creyentes católicos emanada por iniciativa propia. Cuenta desde octubre de 2017 con unos estatutos avalados por el cardenal Osoro –el hombre de Francisco en Madrid.

El tiempo –o, mejor dicho, el Espíritu Santo a través del tiempo– dirá si Hakuna es una nueva organización de laicos dentro de la Iglesia, igual que lo son Regnum Christi, los Focolares, Comunión y Liberación, o el Camino Neocatecumenal, aparte del mismo Opus Dei. Cada una con sus matices y particularidades. Y con sus indudables buenos frutos y gracia de Dios. Que Hakuna haya nacido como una especie de hija, renuevo, esqueje o escisión de la Obra no supone mayor problema. La historia de la Iglesia está repleta de sucesos similares. Teresa de Calcuta nos podría explicar su caso.

Sin embargo, hay varios rasgos en Hakuna que merecen analizarse. En primer lugar, su propio nombre, que nos recuerda a la película de El rey león. Porque la expresión “hakuna matata” es swahili, quizás el idioma más conocido del continente africano y el segundo más hablado en Kenia después del inglés, la lengua de los colonizadores. Se da la coincidencia de que la labor del Opus Dei en África comenzó precisamente en Kenia, y antes de la independencia. Este país centroafricano es neurálgico para la Prelatura. Sin embargo, este aspecto, quizás anecdótico, va unido a dos de las características más distinguibles de la asociación fundada por Manglano: la música y el voluntariado. Porque el nombre de Hakuna se debe a un proyecto musical. La música –y no hablamos precisamente del Requiem de Mozart, ni del Regina Caeli gregoriano– es una parte importante de la espiritualidad Hakuna.

La asociación genera, practica y vende música, sobre todo de cultura popular. Con guitarra, en conciertos animados, batería, coros simpáticos y chicas de dulce voz que cantan: “Buenazo, entregado y humillado me seduces”. Algo parecido a lo que en EEUU se ha llamado “rock cristiano” y que se ha expandido a otros países. Se trata de una renovación de la música de parroquia que usaba partituras de The Beatles o de Frank Sinatra, pero quitando versos como “I did it my way” o “Help me if you can” para encajar con calzador el padrenuestro o alguna canción que pudiera entonar sin problema de conciencia alguno un presbiteriano. No olvidemos que Hakuna tiene sus raíces en la JMJ… de Río de Janeiro.

Hakuna es una extensión de todo lo festivo y juvenil de una JMJ. Y del carisma de Francisco. Pero su fuente doctrinal originaria es el Opus Dei. Parece una burda simplificación, pero resulta complejo localizar rasgos de Hakuna fuera de estas tres patas con que comenzó a caminar. Por eso, a lo musical se une el voluntariado, aunque en Hakuna se llama de otro modo: “compartiriados”. Porque en Hakuna casi todo está renominado. Pero es una nueva nominación que suena a anuncio viral, a abreviatura de whastapp, a palabros como “infotainment”, “guglear”, “tengo una call”, “estoy in love con esta casa”, “te súperquiero”, etc. Así, a lo que siempre se ha llamado curso de retiro o ejercicios espirituales ellos lo llaman “God’s stop”; y, si dura sólo media tarde, entonces es un “God’s break”. Por supuesto, en su página web la tienda –donde venden libros de Manglano, sudaderas, camisetas, gorras, y, por supuesto, sus propios CD– se llama “shop”. Montan “Pray Stations”: acompañar al Santísimo en capillas o iglesias vacías. El papel que en su momento ocupó el latín y el griego en la Iglesia ha sido tomado, de manera artificiosa en muchos casos, por el inglés, y no el de Shakespeare precisamente. Aquí no acaba la cosa, pues sus grupos de oración y de fe compartida reciben el nombre de “revolcaderos”. Y sus miembros se definen como “pringados”, porque están para “servir o pringarse”. De modo que, en vez de “vocación”, lo que tienen es una “llamada” que consiste en “pringarse”. Esa familiaridad coloquial o campechana explica que suelan referirse a Manglano como Josepe.

Todo esto forma parte de una estética muy reconocible y que hace de Hakuna algo más parecido a un Starbucks o una acampada en el monte que a una misa en latín en una capilla gótica. De hecho, uno de los libros de Manglano, editado por la propia organización, se titula Santos de mierda. El evidente tono provocativo de este título pretende reflejar su contenido, que, en gran medida, incide en uno de los puntos en que más insiste la asociación: la santidad se encuentra incluso en lo menos bello de la vida, y la vida consiste en la unión de lo espiritual y lo carnal, “lo más trascendente y lo más inmanente, lo más divino y lo más terreno, lo más bello y lo más repulsivo”. Porque los temas relativos a masculinidad, feminidad, sexualidad, pareja, etc. aparecen con una alta frecuencia. Incluso existen actividades específicas para matrimonios, como los “Pit Stop”, que son “entradas en los boxes de la escudería o equipo (los miembros del Revolcadero)”.

Quizás aquí radique una de las grandes diferencias, además de la estética, con el Opus Dei: Hakuna es mixto. La Prelatura siempre ha mantenido una clara separación entre la sección de mujeres y la de varones. Los centros de formación de un matrimonio de miembros de la Obra son diferentes: un centro de mujeres para ella, un centro de hombres para él. Además, en el Opus Dei los centros de formación son, de ordinario, las casas donde residen las personas que dirigen la vida corriente de la asociación, y estas personas son laicos célibes. Lo cual remarca más la necesidad interna de la Obra de funcionar de modo separado. Nada de esto se plantea en Hakuna. Aún más: las actividades habituales de Hakuna se suelen celebrar en cualquier parroquia que quiera colaborar o en domicilios particulares. Y esto, evidentemente, encaja con tremenda facilidad en la sociedad actual y en una Iglesia que tiene depositadas muchas esperanzas en eventos como la JMJ.

Porque, aparte de otras consideraciones, quizás el rasgo que mejor defina la espiritualidad de Hakuna sea su devoción eucarística. La vida de los miembros o simpatizantes de esta organización tiene como centro la Adoración Eucarística, por lo general con Horas Santas, pero también con visitas frecuentes a sagrarios, así como oración diaria, piedad mariana, lectura del Evangelio y de algún libro espiritual, y otras prácticas religiosas. Sus cursos de retiro suelen desarrollarse conviviendo en silencio algunos días con una comunidad contemplativa.

Sin embargo, estos rasgos, que asemejarían a Hakuna con el Opus Dei, aunque fuese de manera vaga, incluyen un tono que marca una gran separación. Porque, como dicen los miembros de Hakuna, su devoción al Santísimo consiste en arrodillarse “ante Cristo Hostia”, para, de esta forma, “aprender a vivir alegremente arrodillados ante el prójimo, ante la vida y ante el mundo”. ¿Arrodillarse ante el prójimo, ante el mundo? Sin duda alguna, se trata de un prisma y una mentalidad muy postconciliar. Porque va más allá de las genuflexiones que están viéndose por todo el mundo a resultas del “black lives matter” de estos días. Lo de arrodillarse ante el prójimo y ante el mundo, en sentido literal, suena demasiado a Francisco, a expresión que chirría teológicamente. Porque ¿es posible arrodillarse ante el prójimo, y aún más ante el mundo, si uno se arrodilla ante Cristo? ¿En qué sentido una cosa lleva a la otra? Evidentemente, el fundador Manglano lo podrá explicar muy bien y presentar su mensaje sin problema de encaje con la doctrina católica. Pero es, a fin de cuentas, una manera de ver la vida que sigue la estela de esa parte de la Iglesia con ganas de abrazarse al Siglo. Hakuna representa un modelo alternativo a la espiritualidad de nuestros abuelos. Por eso, Manglano asegura que “el cristianismo no es la religión de la cruz, sino que es la religión del amor”. Si hace un siglo se subrayaba la cruz, ahora se subraya el amor.

Por si la estética no lo hubiera dejado claro, la sección de su web con consejos de libros y películas –“Feed your soul” se llama esta sección– ofrece un apartado cinematográfico de tono secularizado muy evidente: abundan títulos como American History X (Tony Kaye, 1998), Solas (Benito Zambrano, 1999), Amores perros (Alejandro González Iñarritu, 2000), Up in the air (Jason Reitman, 2009), así como largometrajes entre lo recargado y lo pretencioso como El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011) y Amor y letras (Josh Radnor, 2012). Para compensar, aparecen obras del cine religioso italiano más frecuente, como el telefilme Santa Rita de Casia (Giorgio Capitani, 2004). Destacan, como excepciones, películas de Mel Gibson (por supuesto, La pasión de Cristo, 2004) y Un hombre para la eternidad (Fred Zinnemann, 1966), una especie de antigualla en mitad de una filmoteca muy reciente en la que no existe ni un título de John Ford. Sin embargo, esta sección también cuenta con una nutrida selección ecléctica y bastante clásica de lecturas espirituales y de formación humanística en la que tanto caben Régine Pernoud, Joseph Pieper, Jean Guitton, Werner Jaeger, Romano Guardini, Rilke, C. S. Lewis, Platón, André Frossard, François-Xavier Nguyen van Thuan, Joseph Ratzinger, Louis de Wohl, Teresa de Calcuta, Josemaría Escrivá, Charles Péguy, Manuel García Morente, Vittorio Messori, Chesterton o Teresa de Jesús, como Kiko Argüello, Pablo d’Ors, el papa Francisco, y el propio José Pedro Manglano.

Una de las curiosidades de los libros aconsejados es uno sobre sexualidad del sacerdote Mikel Gotzon Santamaría, miembro numerario del Opus Dei. Lo cual no deja de suponer un recordatorio de otra circunstancia: la sede de Hakuna Books es la misma que la de Ediciones Palabra, vinculada a la Obra. O al menos era la misma dirección hasta hace poco. El hecho de que tanto Opus Dei como Hakuna nacieran en Madrid, y de que ambas basaran gran parte de sus primeros pasos en lo que ahora se llama voluntariado, no puede ser mera casualidad. Es como si Hakuna no sólo hubiera nacido del Opus Dei, sino que fuera una versión del siglo XXI de lo que fundó el santo Escrivá de Balaguer.

El aragonés Escrivá era un cura joven que en Madrid intentaba hacer, como podía, la voluntad de Dios. Lo que el Espíritu Santo le pedía, él lo vivía a la manera propia de lo que era el 1900. Siendo un chaval, en Logroño, se sintió removido por unas huellas en la nieve; las que había dejado un carmelita descalzo. Aquello le cambió la vida: veía en el sacrificio, en la cruz, el amor a Dios. Y, así, creyendo que Dios lo llamaba para algo, rezaba y rezaba durante años. Y fundó el Opus Dei, tras escuchar las campanas de una iglesia de Chamberí. Sentía que Dios le hablaba, mientras hacía un trayecto en tranvía. En la Obra fundada por Escrivá se encontraba una Iglesia católica, a lo San Pío X, con el mundo moderno. Pero el Opus Dei no renunciaba a un solo rasgo que lo que era aquella Iglesia católica a lo San Pío X. Lo mundano no eliminaba ni un mínimo aspecto de lo católico. El Opus Dei rescataba a Santo Tomás de Aquino, cantaba en latín y sabía, antes y después del Concilio Vaticano II, que los cálices y los copones deben llevar, al menos, un baño de oro por dentro. El Opus Dei era tradición dentro de un mundo moderno. Era el ángelus a las doce del mediodía en mitad de una fábrica, una jaculatoria mariana en mitad de una sesión bursátil, un rosario en el tractor.

El fundador del Opus Dei decía que había que “amar el mundo apasionadamente”, porque había salido de las manos de Dios; y había que trabajar con tesón y cariño, porque el mismo Cristo así lo había hecho en el taller de José. Es decir; el concepto de “mundo” en el Opus Dei estaba referido a Dios. Sin Dios, el mundo no era más que enemigo del alma. Un planteamiento que, tras el Concilio, se ha desdibujado. A esto hay que añadir otra circunstancia: el Opus Dei sufrió los efectos antirreligiosos de la Guerra Civil española. El santo Escrivá tuvo que refugiarse y huir, caminando entre bosques e iglesias calcinadas, hasta que entró en Andorra y luego marchó a la España de Burgos, pasando primero por Pamplona. Donde años más tarde fundaría la famosa universidad.

El problema es que ha sucedido el Concilio y el siglo XXI. Tras la II Guerra Mundial, el Opus Dei se expandió por todo el mundo a un ritmo intenso. Cada año se empezaba la labor de la Obra en uno o dos países nuevos: Portugal, Italia, Francia, Reino Unido, Suiza, Estados Unidos, México… Pero, tras el año 1965 se inicia un parón que dura hasta el último año de Pablo VI. Entre 1965 (Bélgica y Nigeria) y 1978 (Bolivia) sólo hay un nuevo país en la expansión de la Obra: Puerto Rico (1969). Con Juan Pablo II y con Benedicto XVI, el Opus Dei recuperó su ritmo, sin casi ningún año en blanco en su apertura de nuevos centros en nuevos países. Sin embargo, a partir de 1998 el ritmo de internacionalización de la Obra se ha ralentizado. Y, durante el actual pontificado, no ha habido ningún nuevo país en el mapa de la Prelatura. Desde 2011 (Sri Lanka), nada.

A estos datos hay que añadir otros. En 1975, cuando muere Escrivá, el Opus Dei cuenta con 60.000 miembros, de los cuales casi un millar eran sacerdotes (un 1,6%). En 1996, la ya Prelatura ha pasado a tener 80.000 fieles y 1.600 sacerdotes propios (un 2%). En 2018, la cifra se eleva respectivamente a 92.900 miembros y 2.095 sacerdotes (un 2,3%). El crecimiento entre 1975 y 1996 es de un 33%, pero entre 1996 y 2018 el incremento ha sido del 16%, mientras que entre 1975 y 2018 el porcentaje de sacerdotes de la Prelatura ha pasado del 1,6% al 2,3%. En los últimos veinte años el aumento de presbíteros (31%) ha sido el doble que el de laicos dentro de la Obra.

Durante estas dos primeras décadas del tercer milenio, se evidencia un cierto problema de encaje del Opus Dei en la España actual y, en general, en este Occidente secularizado y en esta Iglesia cada vez más expuesta intelectualmente al Siglo, más a la defensiva en un mundo dominado por ideologías cada vez más implacables. Aún más: en Madrid, la gran ciudad del Opus Dei, ha habido un descenso del número de centros. En los años 90 llegó a haber en un área muy acotada cuatro centros juveniles de la Obra entre Diego de León (la sede nacional y también un colegio mayor de numerarios) y la iglesia del Espíritu Santo, encomendada a la Prelatura. Tres de aquellos centros, dirigidos a universitarios, ya no existen; el otro, dirigido a chavales de bachillerato, se mudó a la sede de un colegio mayor. A su vez, ese colegio mayor tuvo que trasladarse a otro emplazamiento donde ya existía un centro de la Obra. El antiguo chalé donde se desarrollaba la labor de una de estas casas del Opus Dei lleva diez años cerrado. Otros centros juveniles de distritos como Salamanca o Retiro también desaparecieron.

Este estancamiento, con puntuales retrocesos en España, obedece a causas muy variadas y complejas, como el envejecimiento de la población y como la descristianización social. Los datos de matrimonios canónicos, divorcios, asistencia a misas, etc. reflejan un descenso de la práctica católica en Occidente, del cual no se escapa España. Es raro encontrar una familia española, sea o no del Opus Dei, sin un divorciado, una convivencia extramarital o una pareja gay. Aumenta el número de personas que se declaran ateas o agnósticas, y se normalizan actitudes o ideas nada conciliables con la doctrina de la Iglesia. Resulta casi quimérico encontrar un partido político que plantee la derogación del llamado matrimonio homosexual. Además, dentro de la agenda papal hay nuevos temas que copan el protagonismo: se habla más de inmigración que de aborto, y se habla más de “salario mínimo vital” y derribar fronteras que de celebrar dignamente la misa y en latín.

Con independencia de los buenos, y excelentes, frutos espirituales tanto de Hakuna como del Opus Dei, se detecta en la evolución de ambas organizaciones el reflejo de una deriva sociológica, con respuestas diferentes en sendas entidades. El Opus Dei llegó a contar con personajes de la talla de Antonio Fontán o de Laureano López Rodó. Y entre sus exmiembros destacaban Jacinto Choza, Miguel Fisac o Raimon Panikkar. A estos nombres se unen almas admirables como Montserrat Grases, Álvaro del Portillo, Tomás Alvira, su esposa Paquita Domínguez, Guadalupe Ortiz de Landázuri, Isidoro Zorzano, admitidos como venerables o beatos por la Iglesia, y dentro de poco reconocidos como santos. Son cotas que parecen alejadas de la situación actual. ¿La influencia espiritual y humana del Opus Dei es la misma hoy que en la España de 1970 o de 1995? Incluso la estética de la Prelatura ha variado algo. En su libro dedicado al Opus Dei, Messori decía que la estética de la sobriedad castellana era lo que caracterizaba a los centros de la Obra. También en Italia. Los muebles castellanos eran la señal de una nobleza de espíritu que hundía sus raíces en la tradición y en la austeridad, en la ascética encarnada en el ajuar. Eran como versos de San Juan de la Cruz o de Teresa de Ávila esculpidos en las paredes de las casas del Opus Dei. Pero los nuevos centros, o los centros viejos una vez remodelados o traslados a otra ubicación, lucen otra estética, la de Ikea.

En cualquier caso, a todas las preguntas aquí planteadas responderá, en su momento y a su manera, el Espíritu Santo.

Elisa Suárez