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lunes, 27 de julio de 2015

PEDIR PERDÓN (Juan Manuel de Prada)



En una entrada anterior escribía un artículo en este blog titulado "¿Pedir perdón por algo que no se ha cometido?" , previo al cual otros autores habían hablado ya sobre este tema del perdón que  "teóricamente" debería de pedir la Iglesia por su comportamiento en la conquista de América, que es justo lo que ha hecho el papa Francisco.


Son de destacar, por su calidad, y están incorporados a este blog, los de Eduardo García Serrano (El Papa Francisco, otra víctima de la Leyenda Negra española) y Antonio Caponnetto (El papa Francisco debe pedir perdón; pinchar aquí y aquí). 

Sin embargo, hoy me he encontrado con un nuevo artículo, que versa sobre el mismo asunto, esta vez escrito por Juan Manuel de Prada, titulado "Pedir perdón" (enlace al link de origen).

Debido a lo que dice y a cómo lo dice me veo, en cierto modo, "obligado", a colocarlo también en este blog, pues sirve de complemento a lo ya dicho y, además, nos aclara perfectamente las ideas, si es que aún nos quedaba alguna duda sobre esta materia. 


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Hace unas semanas, escuchábamos al Papa (en sintonía con sus predecesores) pedir perdón «por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América». No entraremos aquí a señalar, por archisabidos, los peligros de enjuiciar acontecimientos pretéritos con mentalidad presente. Señalaremos, en cambio, que como cabeza de la Iglesia el Papa sólo puede pedir perdón por los crímenes que haya podido perpetrar o amparar la institución que representa; pues hacerlo por los crímenes que pudiera perpetrar o amparar la Corona de Castilla (luego Corona española) es tan incongruente como si mañana pidiese perdón a los sioux por los crímenes perpetrados por Búfalo Bill. 

Además, el Papa sólo puede pedir perdón por crímenes que la Iglesia haya podido cometer institucionalmente, con el amparo de leyes eclesiásticas, no por crímenes que hayan podido perpetrar por su cuenta clérigos más o menos brutos, salaces o avariciosos; pues pedir perdón por acciones particulares realizadas en infracción de las leyes emanadas de la instancia suprema es un cuento de nunca acabar que no sirve para sanar heridas, sino tan sólo para excitar el victimismo de los bellacos.

Yo vería muy justo y adecuado que la reina de Inglaterra o el rey de Holanda pidieran perdón por los crímenes institucionalizados que se realizaron en las colonias sojuzgadas por sus antepasados, donde los nativos, por ejemplo, tenían vedado el acceso a la enseñanza (en las Españas de Ultramar, por el contrario, se fundaron cientos de colegios y universidades), o donde no estaban permitidos los matrimonios mixtos (que en las Españas de Ultramar eran asiduos, como prueba la bellísima raza mestiza extendida por la América española), porque sus leyes criminales así lo establecían


Pero me resulta estrafalario que el Papa pida perdón por crímenes cometidos por españoles a título particular, y en infracción de las leyes promulgadas por nuestros Reyes. Porque lo cierto es que los crímenes que se pudieran cometer en América fueron triste consecuencia de la débil naturaleza caída del hombre; pero no hubo crímenes institucionalizados, como en cambio los hubo en Estados Unidos o en las colonias inglesas u holandesas, pues las leyes dictadas por nuestros reyes no sólo no los amparaban, sino que por el contrario procuraban perseguirlos.

Colón había pensado implantar en las Indias el mismo sistema que los portugueses estaban empleando en África, basado en la colonización en régimen asalariado y en la esclavización de la población nativa. Pero la reina Isabel impuso la tradición repobladora propia de la Reconquista, pues sabía que los españoles, para implicarse en una empresa, necesitaban implicarse vitalmente en ella; y en cuanto supo que Colón había iniciado un tímido comercio de esclavos lo prohibió de inmediato. 


En su testamento, Isabel dejó ordenado a su esposo y a sus sucesores que «pongan mucha diligencia, y que no consientan ni den lugar a que los indios reciban agravio alguno ni en su persona ni en sus bienes». Este reconocimiento de la dignidad de los indígenas es un rasgo exclusivo de la conquista española; no lo encontramos en ninguna otra potencia de la época, ni tampoco en épocas posteriores. Los indios fueron, desde un primer momento, súbditos de la Corona, como pudiera serlo un hidalgo de Zamora; y los territorios conquistados nunca fueron colonias, sino «provincias de ultramar», con el mismo rango que cualquier otra provincia española.

Algunos años más tarde, conmovido por las denuncias de abusos de Bartolomé de las Casas, Carlos I ordenó detener las conquistas en el Nuevo Mundo y convocó en Valladolid una junta de sabios que estableciese el modo más justo de llevarlas a cabo. A esta Controversia de Valladolid acudieron los más grandes teólogos y jurisconsultos de la época: Domingo de Soto, Melchor Cano y, muy especialmente, Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda; y allí fue legalmente reconocida la dignidad de los indios, que inspiraría las Leyes de Indias, algo impensable en cualquier otro proceso colonizador de la época


Por supuesto que durante la conquista de América afloraron muchas conductas reprobables y criminales, dictadas casi siempre por la avaricia, pero nunca fueron conductas institucionalizadas; y la Iglesia, por cierto, se encargó de corregir muchos de estos abusos, denunciándolos ante el poder civil.

Antes de pedir perdón por crímenes del pasado, conviene distinguir netamente entre personas e instituciones; de lo contrario, uno acaba haciendo brindis al sol. Tal vez procuren muchos aplausos, pero son aplausos de bellacos.

Juan Manuel de Prada

viernes, 24 de julio de 2015

Último día de viaje del Papa en Paraguay (1 de 3) SOLIDARIDAD vs CARIDAD


El Papa Francisco inició el último día de su viaje a Paraguay el 12 de Julio de 2015, visitando el barrio de Bañados Norte, uno de los más pobres de Asunción, ubicado a orillas del río Paraguay, donde viven en torno a las 100.000 personas. Fue en la capilla de la Sagrada Familia donde dijo -entre otras cosas: 




«Por más Misa de los domingos, si no tienes un corazón solidario, si no sabes lo que pasa en tu pueblo, tu fe es muy débil o es enferma o está muerta (...) La fe, sin solidaridad es una fe sin Cristo, es una fe sin Dios, es una fe sin hermanos»

Me ha llamado la atención el uso de la palabra solidaridad y el modo en el que es empleado por el Papa. Buscando en el Nuevo Testamento he podido leer lo siguiente: "La fe, si no tiene obras, es una fe verdaderamente muerta" (Sant 2, 17) e "ineficaz" (Sant 2, 20), de modo que "por las obras la fe alcanza su perfección" (Sant 2, 22). No cabe duda, por lo tanto, de que "la fe, sin obras está muerta" (Sant 2, 26).

Comparando las palabras del Papa con lo que dice el apóstol Santiago en el Nuevo Testamento, me he planteado una pregunta, a la que quisiera dar algún tipo de contestación, en esta entrada:

¿Es lo mismo fe sin solidaridad que fe sin obras?

- Analizo primero lo que se entiende por obras en sentido bíblico. 

Cuando los judíos le dijeron a Jesús: "¿Qué haremos para realizar la obra de Dios?", Jesús les respondió: "Ésta es la obra de Dios: que creáis en Aquél a quien Él ha enviado" (Jn 6, 28-29). Y para que se vea con claridad que esta fe en Jesucristo no es una mera teoría sin conexión con la realidad, decía Jesús a los judíos que habían creído en Él: "Si permanecéis en mi Palabra, seréis en verdad discípulos míos, conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres" (Jn 8, 32).


Pero, ¿qué es permanecer en la Palabra de Dios, que es Jesucristo, para poder ser discípulos suyos? Sea lo que fuere, de lo que no cabe duda es de que es imposible ser discípulo de Jesús, si no se le ama: "Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Pues quien quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por Mí la salvará" (Mt 16, 24-25). ¡Y nadie estaría dispuesto a perder la vida por otro si no lo ama! 


El que ama a otro quiere estar con él aunque esto suponga renuncias a los propios proyectos. Esto es tanto mas cierto cuando ese Alguien a quien se ama es Jesucristo. El amor no puede quedarse en palabras. Supone sacrificio y supone cruz, como la otra cara de la moneda que sirve como regla para comprobar que la moneda es auténtica; o sea, si el amor es auténtico.


Por otra parte, Jesucristo no se deja vencer en generosidad: "Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él" (Jn 14, 23).


No podemos olvidar estas cosas y seguir llamándonos cristianos: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" (Jn 14, 15). La vida cristiana supone una unidad. Hablar de Dios y no vivir según Dios [esforzarse sinceramente en ello, confiando en la bondad de Dios] es una hipocresía que, por supuesto, no engaña a nadie.


Luego si la obra de Dios es que creamos en Jesucristo; y para ello es preciso permanecer en su Palabra y cumplir sus mandamientos, hasta dar la vida si es necesario, resulta que la obra de Dios es el Amor, entendido éste del único modo que puede ser entendido, si es auténtico; un amor que no puede ser sólo vertical ni sólo horizontal, sino que lo abarca todo, pero su origen, el que da sentido a todo ese movimiento amoroso y lo mantiene, siempre es Dios; no cualquier dios (inventado por el hombre, que no son sino ídolos) sino el Único, el que se manifestó en Jesucristo para poder ser conocido y amado por nosotros, Aquél que es la Verdad y fuera del cual se está en la mentira. Esto es muy importante.

El Amor es la esencia del Cristianismo. "Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es Amor" (1 Jn 4, 8). La única razón por la que debemos amarnos se encuentra en el hecho de que el amor viene de Dios: "Carísimos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios; y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios" (1 Jn 4, 7). 

Ese Amor de nosotros a Dios y de Dios a nosotros es el que nos impele a hacer algo por los demás y ayudarles, nos hace ver en los demás a personas, como nosotros, creadas por Dios, y hermanos nuestros, a los que tenemos que llevar a Cristo, si es verdad que los queremos: "Un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros; como Yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os tenéis amor entre vosotros" (Jn 13, 24-35).


¿Y cómo es el Amor de Jesucristo?: "Sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiera amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Jn 13, 1). Estas palabras fueron pronunciadas por Jesús en noche de la Última Cena en la que instituyó también, además del Mandamiento del amor fraterno, el Sacerdocio y la Santa Misa


Así nos lo cuenta san Pablo en su primera carta a los Corintios: "Yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias, lo partió y dijo: 'Esto es mi cuerpo, que se da por vosotros; haced esto en memoria mía'. Y de la misma manera, después de cenar, tomó el cáliz, diciendo: 'Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; cuantas veces lo bebáis, hacedlo en memoria mía'. Porque cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. Así pues, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Examínese, por tanto, cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz; porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 cor 11, 23-29)


[Aquí puede observarse con claridad que es imposible que un divorciado vuelto a casar, al estar en situación de pecado, reciba la sagrada comunión, sin incurrir en un nuevo pecado de sacrilegio. Otra cosa distinta es que se reconcilie con su mujer, que es la primera y no ninguna otra, y que, arrepentido se acerque al altar a recibir al Señor en la Eucaristía quien está más deseoso que él de su conversión. O bien, que su divorcio sea una separación simple, pero que no esté conviviendo con ninguna otra mujer -u hombre, según el caso- Tal situación ya está contemplada por la Iglesia, y no es pecaminosa]

- ¿Y qué se entiende por solidaridad?

He buscado en los diccionarios y, en todos ellos hace referencia, básicamente, a las relaciones humanas en un proyecto común, pero no pasa de ahí. Por ejemplo:

DRAE:
Solidaridad: Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros.


MARÍA MOLINER

Solidaridad: Relación entre las personas que participan con el mismo interés en cierta cosa.
Espíritu de solidaridad: Particularmente, que se sienten unidas en la comunidad humana.
Mostrar solidaridad: Actitud de una persona con respecto a otra u otras cuando pone interés y esfuerzo en una empresa o asunto de ellas: "Firmó la protesta por solidaridad con los compañeros"

Solidaridad no es una palabra que suene conforme al espíritu del Evangelio; no porque se trate de algo malo o condenable, que no lo es (en absoluto) sino porque -simplemente- es una palabra que no aparece en ningún lugar de la Biblia (que a mí me conste) ni tiene su equivalencia exacta en ninguna virtud evangélica.

El papa Francisco dice, sin embargo, que "La fe, sin solidaridad es una fe sin Cristo, es una fe sin Dios, es una fe sin hermanos». En la Biblia no se habla nunca de solidaridad. Sí se habla de caridad ... pero la caridad es muchísimo más que la simple solidaridad humana

Hay todo un himno a la caridad en 1Cor 13, 1-13 que requiere ser meditado en profundidad, cada uno de sus versículos ... nos haría mucho bien. Y se ve que la razón de ser de la caridad es Dios, manifestado en Jesucristo sin el cual nada tendría sentido ...; es más, sin Jesucristo ni siquiera podría darse la más mínima y verdadera solidaridad entre los hombres. Según Tito Maccio Plauto (254 a. C. - 184 a. C.), comediógrafo latino, en su obra cómica Asinaria (Comedia de los asnos) "Lupus est homo homini,es decir, "el hombre es un lobo para el hombre"

La anterior frase fue enunciada doscientos años antes de Cristo y se ha visto confirmada en la Historia miles de veces. La revolución que supuso la venida de Jesucristo al mundo, cambiando los corazones y perdonando los pecados de los que estaban arrepentidos, hizo posible que se dieran situaciones de verdadera y desinteresada 
"solidaridad", aunque hablando con propiedad, y aunque sea sin saberlo, quienes así proceden, están practicando la caridad cristiana (es lo más probable que hayan oído hablar de Jesús y eso les haya influido) 


La caridad es la madre de todas las virtudes, hasta el punto de que si falta la caridad en alguna virtud, esa virtud no es tal virtud, es falsa ... Cuando se habla de "solidaridad" estamos utilizando un concepto que es meramente humano y que no es, en absoluto, equivalente a "caridad"

De ahí que no deja de ser extraña la expresión papal: "La fe. sin solidaridad es una fe sin Cristo, es una fe sin Dios, es una fe sin hermanos". Esta expresión no tiene mucho sentido, a menos que ...
[¡pero no es ése el caso; ojalá que así fuera!] ... a menos que por solidaridad el papa Francisco estuviese entendiendo caridad cristiana; pero si así fuese la palabra "caridad" tendría entonces que salir a relucir, como típicamente cristiana; el mundo tendría que conocer que esa caridad coincide con el amor con el que Jesucristo quiso que nos amásemos

Entonces la expresión papal anterior se convertiría en esta otra: "La fe, sin caridad, sin amor,  es una fe sin Cristo, es una fe sin Dios, es una fe sin hermanos" ... ¡Ah, entonces sí que tendría el mayor de los sentidos porque, efectivamente, Dios es Amor y su Amor nos lleva a amar a los demás en CristoAmando a los demás, que son imagen de Dios como nosotros y amados por Él, estaríamos amando a Dios mismo, pues amaríamos lo que Dios ama. 


Por desgracia tal frase en la que se incluye la palabra mundana solidaridad nos deja en una situación incómoda, por su ambigüedad: no sabemos qué entiende el papa Francisco por "solidaridad". Es más: si nos ponemos a indagar un poco da la impresión, dada su trayectoria en los dos años de Pontificado que lleva, de que lo importante son los demás por ellos mismos. Lo mismo da una religión que otra. Todas son iguales. Y hay que llegar a algun tipo de consenso mundial solidario: ¿Es eso posible? Y, sobre todo: ¿Es eso cristiano? 

No quiero pensar mal, pero me consta que la ONU, organización básicamente masónica, tiene como objetivo prioritario la consecución de un Nuevo Orden Mundial. ¿Coincidiría ese Nuevo Orden Mundial con el consenso mundial solidario al que parece querer llegar el papa Francisco? No lo creo, pero no he podido evitar que tal pensamiento se me pase por la mente. Es una mera opinión y casi con toda seguridad que me equivoque ... y eso espero.

[Tal vez haya influido en mi modo de razonar el hecho de que la palabra solidaridad está siendo empleada continuamente en la sociedad, de manera especial por los políticos de turno, cuya solidaridad conocemos muy bien. Repito: no digo que la solidaridad entre las personas sea algo malo y no deseable. Todo lo contrario. Eso no tendría ni pies ni cabeza. Pero tampoco se pueden cerrar los ojos y ver lo que está ocurriendo ... ¡digo yo! De hecho, hay muchas "solidaridades" interesadas que buscan sus propios intereses (caso de muchas ONG's). A eso yo no le llamaría solidaridad]  

Y, sin embargo, a fuer de ser sincero, me asombra aún más el primer párrafo -no comentado en este post- de la frase papal, en que dice: "POR MÁS MISA DE LOS DOMINGOS,  si no tienes un corazón solidario, si no sabes lo que pasa en tu pueblo, tu fe es muy débil o es enferma o está muerta (...)"

¿A cuento de qué viene el introducir la Misa de los domingos para hablar de solidaridad? Me quedo atónito. Seguiremos con ello.


(Continuará)

miércoles, 22 de julio de 2015

Influencia de la Iglesia Católica en el Progreso científico


Hay un libro titulado "Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental" de Thomas E. Woods (editorial Ciudadela, 2007) de 276 páginas, que podría ser una buena lectura para este verano de 2015. Se puede acceder también a él, en formato pdf, pinchando aquí



Se trata de un libro de fácil y amena lectura y proporciona una visión más conforme a la realidad que aquella otra "realidad" que nos han querido "colar" a través del sistema educativo actual, puesto que fundamenta todos lo escrito en autores de reconocido prestigio. De obligada lectura para los interesados en el tema que hace referencia a la relación entre Ciencia y Religión.

Escribo a continuación una selección de algunos párrafos de dicho libro, relacionados, en principio, con el caso Galileo, que abordamos muy someramente en el post anterior: 

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Jerome Langford, uno de los expertos en la materia mas sensatos de la actualidad, proporciona un resumen muy útil sobre la postura de Galileo:

"No es del todo cierto retratar a Galileo como una víctima inocente de la ignorancia y los prejuicios. Los acontecimientos que siguieron son, en parte, imputables al propio Galileo, que se negó al consenso, entró a debatir sin disponer de pruebas suficientes y se metió en el terreno de los teólogos"

(Jerome J. Langford, O.P., Galileo, Science and the Church, Desclée, Nueva York, 1966).

(...) Es famosa, en este sentido, la observación que, en su momento, realizó el cardenal Robert Bellarmino:

"Si hubiera una prueba real de que el Sol ocupa el centro del Universo, de que la Tierra se encuentra en el tercer cielo, y de que el Sol no gira alrededor de la Tierra, sino que es ésta la que gira alrededor del Sol, deberíamos proceder con suma cautela a la hora de explicar determinados pasajes de las Escrituras que parecen apuntar a lo contrario y admitir que no supimos comprenderlos, antes de proclamar como falsa una opinión que ha demostrado ser verdadera. Por lo que a mí respecta no creeré en la existencia de dichas pruebas hasta que me sean presentadas" 

(James Brodrick, The Life and Work of Blessed Robert Francis Cardinal Bellarmine, S.J, 1542- 1621, vol 2 Burns, Oates and Washbourne, Londres, 1928, p. 359)

(...) Santo Tomás de Aquino también había advertido sobre las consecuencias de aferrarse a una particular interpretación de las escrituras, una vez se dispusiera de bases sólidas para creer que dicha interpretación no era la correcta:

En primer lugar, la verdad de las Escrituras ha de mantenerse inviolable. En segundo lugar, cuando existan distintos modos de interpretar un texto de las Escrituras, ninguna explicación en particular debe postularse con rigidez tal que, caso de hallarse argumentos convincentes que demuestren su falsedad, alguien se atreva a insistir que otro sigue siendo el sentido definitivo del texto. De lo contrario, los no creyentes despreciarán las Sagradas Escrituras y el camino a la fe quedará cerrado para ellos.

(Edward Grant, "Science ant Theology in the Middle Ages", en God and Nature: Historical Essays on the Encounter Between Christianity and Science, David C. Lindberg and Ronald L., University of California Press, Berkeley, 1986, p. 63)

La condena de Galileo, aun cuando se comprenda en su debido contexto, lejos de las crónicas exageradas y sensacionalistas tan comunes en los medios de comunicación, fue ciertamente un tropiezo de la Iglesia 

[por el que ha pedido perdón]

y ello contribuyó a establecer el mito de su hostilidad hacia la ciencia.

[un mito que ha pasado a ser una "creencia" (falsa) de la gente, con relación a la Iglesia, pues es justo todo lo contrario: en modo alguno existe tal hostilidad como podemos comprobar si seguimos leyendo; y mejor aún si leemos el libro] 

(...) Santo Tomás de Aquino demostró que fe y razón son complementarias y no se contradicen mutuamente. Cualquier contradicción aparente debe atribuírse a nuestra incapacidad para comprender bien la religión o bien la filosofía.

(...) Es relativamente sencillo demostrar que muchos grandes hombres de ciencia, como Louis Pasteur, han sido católicos. Más revelador, sin embargo, es el asombroso número de sacerdotes católicos que han desarrollado una amplia y destacada labor científica (...) Su curiosidad insaciable por el universo creado por Dios y su compromiso con la investigación científica,  revelan, mucho más que cualquier discusión teórica, que la relación entre Iglesia y ciencia es amistosa y natural, y se encuentra muy alejada del antagonismo y del recelo.

(...) Tal como señala J. L. Heilbron, de la Universidad de California - Berkeley, el hecho sigue siendo que: 

"La Iglesia católico-romana aportó más ayuda social y financiera al estudio de la astronomía a lo largo de seis siglos -desde la recuperación del saber de la Antigüedad, en las postrimerías de la Edad Media, hasta el advenimiento de la Ilustración- que ninguna institución, y acaso más que el resto de las instituciones en su conjunto"

Y la contribución de la Iglesia católica a la ciencia va mucho más allá de la astronomía. Las creencias teológicas de los católicos sentaron, en primera instancia, las bases para el progreso científico. Los pensadores medievales establecieron algunos de los principios fundamentales de la ciencia moderna, mientras que los sacerdotes católicos, leales hijos de la Iglesia, mostraban un interés infatigable por el desarrollo de la ciencia en el terreno de las matemáticas, la geometría, la óptica, la biología, la astronomía, la sismología y muchas otras áreas.

¿Cuánto se sabe, en general, al respecto, y cuántos textos occidentales siquiera lo mencionan? La respuesta está implícita en la propia pregunta. Sin embargo, gracias a la reciente y meritoria labor de algunos historiadores de la ciencia cada vez más dispuestos a reconocer los méritos de la Iglesia, ningún intelectual riguroso volverá a repetir el mito del antagonismo entre religión y ciencia

[Ojalá que fuera así: considero muy optimista al autor, porque el mundo en el que vivimos niega lo evidente; de ahí que haya subrayado en rojo la palabra riguroso]

(...)  El hecho de que la ciencia moderna surgiera en el entorno católico de Europa occidental no fue mera coincidencia.

"Caso Francisco" versus "Caso Galileo" (2 de 2)



Todo muy bonito, salvo una pequeña salvedad. Y es que ese "engendro" sería cualquier cosa menos la Iglesia de Jesucristo: puro invento humano que conduce a la humanidad a la hecatombe. Es asombroso que esto esté ocurriendo, pero así es. Los hechos cantan: ahí tenemos, por ejemplo, al cardenal Ravassi participando en una ceremonia de culto a la pachamama (la madre tierra) y haciendo el ridículo más espantoso ... ¡y no pasa nada! (nadie le llama la atención)



Ante los "inventos" humanos, sobre todo si afectan al planeta, en su conjunto, parece ser que no hay más remedio que inclinarse y decir AMÉN, por aquello de no obstaculizar el progreso humano (¿?) ... no importando -y esto es lo grave- si el estudio realizado en esos "inventos" es o no es serioy tapando todo otro tipo de investigaciones (por muy bien contrastadas que estén por la experiencia), cuyas conclusiones sean diferentes de las que el Sistema quiere imponer a todos (la veracidad o falsedad parece que no cuenta demasiado). El paradigma de este fenómeno lo tenemos en el multimillonario Al Gore, que se ha forrado literalmente con esta ideología del calentamiento global. Hay abundantes noticias que lo confirman. Y esto desde hace ya muchos años. Se puede pinchar, por ejemplo aquí y aquí




Debido al gran poder mediático, y dado que estos "dogmas" [pues eso es lo que son, ya que se requiere de un 'acto fuerte de fe' para creérselos] se difunden con pertinacia, haciendo uso de todos los medios de los que se dispone en la actualidad, no cabe duda de que así, más bien pronto que tarde, se conseguirá que la gente llegue a CREER que todas esas "teorías del calentamiento global" son ciertas...

... y esto aun cuando se hubiera llegado a demostrar, con datos reales, que tales teorías son falsas. ¿Por qué? Pues porque es muy difícil enfrentarse al Sistema establecido. Muchos científicos honestos trabajan en condiciones precarias, y con poca o ninguna ayuda, de modo que lo tienen muy complicado para comunicar sus descubrimientos en el mundo científico (aunque parezca increíble), de modo que casi todos los intentos que hacen por darlos a conocer a la gente son automáticamente obstaculizados y entorpecidos e incluso, impedidos. 


Coloco a continuación un documental sobre la estafa y la religión del calentamiento global, de la que no se puede discrepar so pena de convertirse en hereje. El que disponga de tiempo puede verlo en el siguiente vídeo que coloco a continuación o también haciendo clic aquí


Duración 1 hora 15 minutos
La gran estafa del calentamiento global

Dicho lo cual, y ciñéndonos al tema que nos ocupa (ahora el aspecto teológico) hay que recordar que la necesidad de CONVERSIÓN a la fe es un punto clave de la Religión Católica pues tal fue la misión recibida por los apóstoles de parte del mismo Jesucristo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). Ésta sí que es una necesidad real para el mundoSin Jesucristo la humanidad está en peligro de muerte

No obstante, la predicación de la Doctrina de Jesús ha pasado a un segundo o a un quinto plano ... si es que aún sigue estando ahí, que sí que lo está, pero en núcleos muy pequeños, como en los primeros tiempos del Cristianismo. Todo esto forma parte de ese misterio de iniquidad del que dice san Pablo que está ya en acción (cfr 2 Tes 2, 7)

Vamos a ver. Pensemos un poco, aunque sea por una vez: si los mismos científicos ponen en entredicho la hipótesis del calentamiento global ... y se supone que "ellos son los expertos", ¿qué sentido tiene que un Papa (¡nada menos!) elabore una encíclica ecológica, como si lo que dijese en ella fuese, además, doctrina de la Iglesia?

Lo primero de todo es que se trata de algo que no es de su competencia: lo suyo no es la ciencia. Pero lo peor es que, ademásno se ajusta a la verdad pues toma como base, en su eco-encíclica, la "opinión SUBJETIVA" de algunos "científicos" que se las dan de tales, cuando no lo son, por haberse dejado politizar.

Esa es, entre otras, la razón por la que dicha encíclica se ha convertido -y no sin razón- en el hazmerreír de los que todavía piensan que, todo hay que decirlo, cada vez son menos. 



Los "todopoderosos" medios de comunicación nos quitan así un lastre, cual es el uso de nuestra inteligencia ... ¡Con ello nos hacen un favor ... y por ello deberíamos de estar agradecidos! ¿Para qué y por qué pensar si ellos ya se encargan de hacerlo por nosotros?  Nuestra misión subliminar es la de repetir lo que ellos dicen y la de darlo por cierto. 

Así pasaremos por sabios y entendidos: aun cuando no tengamos ni la menor idea de lo que decimos: quedaremos bien porque diremos lo que es políticamente correcto. Tal vez esa sea una manera de explicar el hecho de que, por ejemplo, la encíclica "Laudato Si" se haya convertido en el número uno de ventas en España

Si alguno dispone de un poco más de tiempo le aconsejo la lectura de un artículo, escrito en clave de humor, titulado "Por qué no hago caso de Laudato Si y usted tampoco debería de hacerlo" , de Chris Jackson, corresponsal de The Remnant. Dicho artículo se publicó el 14 de julio de 2015, en inglés, hace una semana, y se ha traducido ya al francés y al español ... que yo sepa; es posible que haya más traducciones a otros idiomas.


En fin: definitivamente 
el caso Francisco es mucho más grave que el caso Galileo. Éste se equivocó en lo científico y acertó en lo teológico. Francisco se equivoca en lo científico y en lo teológicoSí, en lo teológico también, al menos desde un punto de vista pastoral (dogmáticamente, de momento, al menos de modo formal, que no en algunos de sus dichos, no se puede decir nada, pues entonces estaríamos en presencia de un Papa hereje, con lo que eso supone), al dedicar un tiempo innecesario a una larga encíclica que trata sobre un tema que no es de competencial papal; y menos aún cuando el clima en el que vivimos es de apostasía general; las persecuciones y muertes de cristianos están a la orden del día: sufren y mueren por el mero hecho de llevar el nombre de cristianos y por no avergonzarse de Jesucristo. Todo ello clama al cielo, porque está adquiriendo las dimensiones de un auténtico genocidio ante la mirada impasible del resto del mundo: nadie mueve un dedo ... 


Posiblemente tendrá que intervenir Dios, de un modo directo, aunque sus intervenciones en la historia no son nunca las que nosotros esperamos. Y, por supuesto, caso de intervenir -a su modo- nadie creería que lo ocurrido se trate de ninguna intervención divina. Y este no creer va por todos; si, también por nosotros, los cristianos, cuya fe está muy disminuída. Tal vez la intervención de Dios vaya por este camino de la fe, pues su Iglesia se está desmoronando doctrinalmente ante la impasibilidad de los católicos. Creo que debe de intervenir; y que lo hará pronto ... aunque a su manera, como digo. De ahí la necesidad de tener los ojos bien abiertos y el corazón puro, para que su intervención (que podría coincidir con su segunda venida) no nos pille durmiendo.

Lo que la gente necesita y espera del Sumo Pontífice es que actúe como tal y que hable de Jesucristo como de Aquél sin el cual estamos perdidos, y esto independientemente de que haya calentamiento global o haya glaciación. 


La gente no conoce a Jesús y eso sí que es motivo de gran preocupaciónSería necesaria una potente encíclica que despertara a los cristianos de su letargo, mediante una llamada a la oración, a la penitencia y a los sacramentos, reafirmando la Doctrina de siempre ... ¡eso es lo que realmente necesitamos, sobre todo aquellos cristianos que están muriendo por su fe ... desde luego mucho más que una encíclica ecológica!


El cuidado de la tierra y de las personas y la justicia social y todo lo bueno viene de verdad sólo cuando las personas conocen y quieren a Dios, encarnado en la Persona de su Hijo, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. 

Esta referencia a lo sobrenatural, como lo esencial para un cristiano, yo no la encuentro en la encíclica Laudato Si, la cual va dirigida, por cierto, a todos los hombres (cfr apdo 3):

Ahora, frente al deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta (..) En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común

La palabra "sobrenatural" sólo aparece una vez en el apartado 235, donde se lee que: 

Los Sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural.

Todo eso está muy bien ... pero mientras tanto, ¿qué ocurre con los cristianos y qué ocurre con la fe? ¿De verdad era tan necesaria una encíclica dirigida a todos los hombres? ¿Es acaso ésta la unidad a la que Jesucristo se refiere y que vino a traer a este mundo? Yo no lo creo.

martes, 21 de julio de 2015

"Caso Francisco" versus "Caso Galileo" (1 de 2)



Aunque sobre lo de pedir perdón he hablado en la entrada anterior, debemos recordar que la Iglesia ya pidió perdón por cómo actuó entonces, en lo concerniente al famoso caso Galileo. Y sin embargo, se trata también de un caso en el que se pide perdón por algo que no se ha producido, puesto que la Iglesia tenía razón, en el aspecto científico, cuando acusó a Galileo: éste quería presentar su trabajo como una tesis demostrada, siendo así que sólo era una hipótesis de trabajo. Y no deja de ser curioso, por otra parte, el hecho de que Galileo tenía razón en el aspecto teológico, pues efectivamente, tal como señaló Galileo, la Biblia no nos dice cómo es el cielo sino qué se debe hacer para llegar a él.

Galileo presentó como si se tratase de una teoría -demostrada- lo que, con los datos de que disponía en aquel momento, esa idea de que es la Tierra la que gira alrededor del Sol y no el Sol el que gira alrededor de la Tierra, sólo podía ser presentada como una hipótesis. No fue el caso. Es cierto que dicha hipótesis se confirmó, pero no en ese momento, cuando fue enunciada, sino posteriormente, cuando se dispuso de los aparatos adecuados. Ese fue el error de Galileo, quien erró en lo científico, en lo cual la Iglesia tenía razón; y, en cambio, acertó en lo teológico, en lo cual la Iglesia se equivocaba. 

A día de hoy nos encontramos con un caso análogo, en cierto sentido, al que, por analogía, podríamos llamar el caso Francisco; con la agravante de que ahora Francisco (que no la Iglesia) se equivoca tanto en lo teológico como en lo científico, porque estos errores (puestos de manifiesto en la eco-encíclica Laudatus Si) no se pueden atribuir a la Iglesia, Santa e Inmaculada, sino al papa Francisco, en la mezcla explosiva que hace para confusión de gente sin formación que son la mayoría.

A día de hoy son muchísimos de los que se dicen católicos que son incapaces de pensar por cuenta propia y practican, más o menos conscientemente, lo que podríamos denominar papolatría: "si lo ha dicho el Papa es que es así": ¡Craso error! Las cosas son así siempre que sea verdad lo que se afirma de ellas, no importando quién lo diga. Si el mismísimo Diablo se nos apareciera, diciendo que la suma de dos y dos son cuatro, habría que darle la razón, porque estaría diciendo la verdad (si es que eso fuera posible). Y si quien se nos apareciera fuese el propio Einstein diciéndonos que dos y dos son cinco, habría que contestarle que estaba equivocado, que durmiera mejor y que estuviese tranquilo y relajado antes de responder. 


Es así de sencillo: Lo que es verdad es verdad y lo que es mentira es mentira. Sin esta base de sentido común es imposible dar un paso en nuestro avance hacia el conocimiento de la realidad de las cosas; es imposible el verdadero Progreso, así como es imposible también el conocimiento de Dios ... pues si lo natural no funciona como debe, entonces Dios no actúa: Lo sobrenatural - decía Santo Tomás de Aquino- supone lo natural y lo perfecciona.


La Iglesia, en tiempos de Galileo, al oponerse a los científicos, (a Galileo en concreto) tenía razón, porque éstos querían dar como teoría científica lo que era sólo una hipótesis. En el nuevo caso Galileo, al que hemos denominado caso Franciscoel papa Francisco da la razón a científicos de pacotilla o "pseudocientíficos", movidos por intereses políticos y se inclina ante ellos, como si verdaderamente fuese real aquello que no son sino elucubraciones, cayendo -ahora sí- en un grave error (en este caso, aplaudido por el mundo. No así en tiempos de Galileo). 


Pero fijémonos: no es la Iglesia, sino el Papa Francisco, quien debería pedir perdón por actuar así: la Historia se encargará de poner las cosas en su sitio, como ha hecho en el caso Galileo, si bien es cierto que, dada la mentira histórica a la que estamos sometidos, son muchos lo que aún no se han enterado de la verdad sobre el caso Galileo: por no saber, no saben ni quién fue Galileo ni en qué siglo vivió.  


En lo que al plano científico se refiere, sería necesario que la comunidad científica actual fuese más honesta y más seria, pues -por desgracia- está politizada: de hecho, no tiene en cuenta todas las investigaciones que se han llevado a cabo sobre el tema del calentamiento global. Realiza una selección entre las investigaciones realizadas y elige sólo aquéllas que, por las razones que sean, le convienen; todas en el mismo sentido

El calentamiento global SE IMPONE como una realidad cuando lo cierto es que se trata de una mera hipótesis de trabajo, no contrastada por la experiencia, pero esto último se omite

Lo peor del caso es que el papa Francisco, no siendo ésa su misión, le dedica a este asunto toda una encíclica, LAUDATUS SI, una larga encíclica en la que concede a la hipótesis del calentamiento global una veracidad tal que para sí quisieran la existencia de Dios y la fe en Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre ... dando, en la Encíclica (¡nada menos!) como algo indiscutible cuestiones que son más que discutibles, como es la "teoría del calentamiento global". Esto es realmente asombroso e increíble, pero cierto. Lo estamos viendo.

Y este hecho adquiere, además, una especial relevancia si se tiene en cuenta que existen temas que non, en absoluto, discutibles, pues afectan a la Esencia del Cristianismo, como tal ... Y mira por dónde, en este caso (¡que es intocable!)  se propone -y luego a luego, se impone- el "diálogo" [por llamarle de algún modo]: que si diálogo "ecuménico" (donde la palabra ecumenismo ha perdido su sentido inicial de Evangelización), que si diálogo "interreligioso", etc..., cuando se sabe que tales "diálogos" son inviables


Estos "diálogos" atentan contra el principio de contradicción, según el cual una cosa no puede ser y no ser, al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto: No se puede creer en Jesucristo como verdadero Dios y al mismo tiempo, negar que Jesucristo sea Dios ... ¡por poner un ejemplo! (que es lo que hacen judíos y musulmanes, de los que se dice que tienen el mismo Dios que nosotros: eso es sencillamente mentira, porque "todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo también posee al Padre" (1 Jn 2, 23).


... A menos -eso sí- que la Iglesia dejara de ser lo que siempre ha sido, de manera que la Palabra de Dios, que es Jesucristo, pasaría a ser una palabra más; todo quedaría reducido a sólo este mundo y a la convivencia y a las relaciones humanas que ya sabemos, por la historia, adónde conducen cuando el hombre se aparta de Dios y lo rechazaEn este "nuevo y diferente contexto" el Papa (¡o a saber quién!) pasaría a ser el Papa de "todos", no sólo de los cristianos católicos, como siempre ha sido. De hecho ya hay, al menos, un libro con ese título: Francisco, el Papa de todos. [Y si alguno no lo acepta como su Papa, ¿entonces qué?]

(Continuará)

sábado, 18 de julio de 2015

¿Pedir perdón por algo que no se ha cometido?


Me llama enormemente la atención que los Papas anteriores [y posteriores al Concilio Vaticano II] así como el actual papa Francisco, hayan dedicado y estén dedicando tanto tiempo a pedir perdón, siendo así que todo el progreso de la humanidad, en cualquier sentido que se considere, ha tenido siempre, como telón de fondo, una matriz cristiana (unas raíces cristianas de las que Europa, por cierto, se ha avergonzado y ha renunciado a ellas). Son inmensamente mayores los logros que los errores que la Iglesia, como institución humana, ha cometido a lo largo de su Historia ... 

Y por cierto: la Iglesia Católica es la única que pide perdón (más del que debiera, en mi opinión), cuando los demás, el resto del mundo, tanto si se trata de confesiones religiosas como de partidos políticos: islamistas, judíos, protestantes, anglicanos, comunistas, etc... no sólo no piden perdón por el grave daño que han hecho sino que, además, se vanaglorían de sus "hazañas" como si de obras buenas se tratase. ¡Hay una gran hipocresía en este mundillo en el que nos ha tocado vivir! Y en el que, como no podía ser menos, la ley del embudo, por todos conocida, sigue teniendo perenne actualidad: la doble vara de medir es la que se sigue utilizando, en un mundo que se dice progresista; de manera que una misma acción, se considera "mala" o "buena" según quién sea el que la realiza.



Y no es necesario que retrocedamos demasiado en el tiempo para demostrar la veracidad de lo que digo: la última y reciente noticia la tenemos en la petición de perdón del papa Francisco [en su viaje por Sudamérica] por las ofensas de la Iglesia a los indígenas durante la conquista de América

Ante los movimientos populares en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, Francisco pidió «humildemente perdón», «no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América». 


No hubo tales crímenes, no por parte de los católicos, como lo ha demostrado muy bien Antonio Caponnetto. Siento que estas palabras hayan sido pronunciadas por el Papa, pero la verdad es la verdad, y la entidad de la verdad es superior a todo, incluyendo también al papa Francisco, por supuesto.  Los conocimientos de Historia que posee nuestro Papa, por lo que se deduce de lo que dice, son muy deficientes pues no son conformes con la realidad de los hechos. Y la Iglesia no tiene por qué pedir perdón por algo que no ha cometido. Eso es una tremenda injusticia que se comete contra aquéllos cristianos que evangelizaron América, usando para ello la mentira basada en la Leyenda Negra.

Aunque se conoce que la intervención de España en América fue grandemente provechosa para los indígenas, en todos los sentidos (a excepción de algunas tropelías que algunos marineros cometieron y que fueron castigadas luego por los Reyes Católicos), sin embargo se ha fraguado una leyenda que, como corresponde a las leyendas, es completamente falsa, la llamada Leyenda Negra. 


Se ha demostrado por activa y por pasiva la falsedad de la misma, pero parece ser que aquí la verdad de los hechos es lo de menos. Por razones difíciles de entender se ha extendido dicha leyenda y ya prácticamente todo el mundo piensa que fue eso lo que sucedió. Es ésta una realidad que estamos viviendo ahora mismo, con la Ley de Mentira Histórica. Y tanto Stalin como Hitler supieron aplicar muy bien esta idea, pues aunque estaban locos y eran unos asesinos en masa, no eran tontos. Ésta era la máxima de Stalin: Miente fuertemente que cuanto más grande sea la mentira más se la creerá la gente. O dicho de otro modo, aún más claro, por Hitler: Una mentira repetida cien veces se transforma en una verdad. 


Ni fueron los primeros ni tampoco los últimos en aplicar esas máximas. Los políticos (los malos políticos que, por desgracia, son también mayoría) saben esto muy bien. Conocen perfectamente que la mentira, cuando se extiende, a base de repeticiones, una generación tras otra ... adquiere visos de verdad. Una gran mayoría acaba creyendo en verdad que las cosas sucedieron tal y como se las cuentan. De esas mentiras tendrán que dar cuenta ante Dios, aun cuando no crean en Él.


El mismo papa Francisco, según se deduce de sus palabras, ha caído en la misma mentira que miles y miles de personas. Sobre la leyenda negra hay una entrada en este blog de un artículo de Eduardo García Serrano, que es bastante instructivo. 


Deberíamos de tener las ideas más claras, aunque somos un poco bastante "esclavos" de los mass media y del Estado de turno. Para que nos enteremos y para que no se nos olvide: el proyecto y la idea de partida de los Reyes Católicos fue la Evangelización de América; y no, contra lo que algunos piensan, el enriquecimiento personal o la explotación de los indígenas [de hecho quienes así procedieron tuvieron que rendir cuentas por ello ante los Reyes Católicos; y fueron castigados].


Además, el genocidio de los indios, atribuido a los católicos, está en las antípodas de la verdad histórica tal y como fue:  La leyenda negra, referente a los hechos de los primeros españoles que descubrieron el continente americano,  siendo, como es, falsa de toda falsedad, al mantenerse, maliciosamente, a lo largo del tiempo, ha hecho mella en mucha gente (papa Francisco incluído), que han acabado, todos ellos, creyéndosela como si fuera verdad.

Hay muchos testimonios y documentos históricos que acreditan la falsedad de esta leyenda, pero no se quiere que salgan a la luz. Interesa que la gente siga "creyendo" en la famosa leyenda negra que habla de lo malos que fueron los españoles que conquistaron América. Por ejemplo, se puede pinchar aquí. Desconozco cuáles son las razones de estas mentiras. 
Sinceramente, se me escapan ... aunque intuyo que la lucha no es tanto contra los españoles (¡que lo es!) cuanto contra los católicos. 


... Y, sin embargo, pese a todas las calumnias que contra la Iglesia han habido -y siguen habiendo-, calumnias de todo tipo, es preciso que nos atengamos a la Palabra de Dios, pues ésta nunca engaña. Y según esta Palabra, la IglesiaCuerpo Místico de Cristo, es "santa e inmaculada, resplandeciente, sin mancha ni arruga o cosa semejante" (Ef 5, 27). La Iglesia ni ofendió nunca a nadie, ni podría hacerlo, aunque quisiera: esto sería imposible, pues estamos hablando, nada más y nada menos, que del mismo Jesucristo viviente en la Tierra, que es todo Amor y que se manifiesta cada día en sus santos, los auténticos y genuinos miembros de la Iglesia, nuestros hermanos en la fe, a quienes debemos de conocer e imitar.


No obstante lo cual, hay que decir que en toda leyenda suele haber algo de verdad, por aquello de que "cuando el río suena, agua lleva";  aunque los enemigos de la Iglesia retuercen esa verdad, identificando la parte con el todo y confundiendo a mucha gente. 

Ciertamente ha habido errores: la Iglesia, en cuanto Institución Divina, no puede errar pero, formada por hombres como está, sí es posible que algunos de sus miembros no hayan actuado conforme a las Palabras del Maestro. De manera que los errores que, a lo largo de la Historia de la Iglesia, se hayan podido cometer (y que, de hecho, se han cometido) no se encuentran en la propia Iglesia que, como tal, ya sabemos que es Santa e Inmaculada, sino en aquellos miembros de la misma que, llamándose cristianos, no actuaban -o no actúan- conforme a la fe de la Iglesia, sino conforme al sentir del mundo, que es enemigo de Dios.


La conclusión es evidente: En aquellos casos -mínimos, por otra parte- en que, efectivamente, se cometieron errores atribuíbles a la Iglesia, ésta tendría que pedir perdón por no haber actuado como tal Iglesia, por no haber vivido en conformidad con la Doctrina católica enseñada por Jesucristo ... en algunos de sus miembros, llamados falsamente "cristianos" ... Si la Iglesia pide perdón debería de hacerlo por no haber sido más exigente con aquellos que, representándola, no han estado a la altura de lo que se pedía de ellos ... y han actuado mundanamente.

Ahora bien y esto debería de quedar muy claro: la Iglesia nunca puede ni debe pedir perdón por ser lo que es, por actuar conforme a las enseñanzas de Jesucristo. Eso no puede hacerlo jamás, porque "es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Heb 5, 29). 


Si la Iglesia se mundaniza y adopta el sentir del mundo, entonces, ciertamente, debería de pedir perdón por no ser ella misma, por no estar cumpliendo con su Misión de evangelizar a las gentes ... y ésto, por desgracia, es lo que está ocurriendo hoy en esta nuestra querida Iglesia, que se está impregnando, con énfasis creciente, de las corrientes modernistas del mundo, cada vez más en boga, olvidando la recomendación explícita del papa san Pío X de que "el modernismo es la suma de todas las herejías" . Sí, de esto sí que tendría que pedir perdón la Iglesia, la Esposa de Cristo, por no ser fiel a su Esposo.


En tanto en cuanto el modernismo, adoptando aires de credibilidad, vaya invadiendo a la Iglesia ... en esa misma medida, la Iglesia dejaría de estar actuando como tal Iglesia y estaría engañando a sus fieles ... Eso sí que es motivo para pedir perdón ... ¡pero no al mundo, sino a los propios cristianos, a quienes se les ha estado escamoteando el Mensaje de Jesucristo! Si la Iglesia llegara a darse cuenta de ésto, pienso que ese podría ser el comienzo de una posible regeneración y recuperación de la auténtica Iglesia de Cristo, pues ésta dejaría de regirse por criterios mundanos y volvería a sus orígenes. 


La Iglesia no tiene que hacerse al mundo, sino que es el mundo el que tiene que cambiar su pensamiento. Sólo así el Progreso, del que tanto se habla, sería un verdadero progreso, en todos los sentidos. Si la Iglesia cumple, de verdad, su misión, entonces Jesucristo ocuparía el centro de todas las predicaciones y el centro de la vida de todos los hombres, que de eso se trata.