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martes, 2 de septiembre de 2025

Sobre el asesinato de García Lorca



En el aniversario de la muerte de Federico García Lorca, es necesario desmontar la gran mentira construida en torno a su figura.

La izquierda ha convertido a Lorca en un mártir del franquismo, símbolo de la represión, pieza central de la propaganda de la llamada memoria democrática. Pero esta narrativa es falsa, y quienes la repiten lo saben.

El principal arquitecto de esta farsa ha sido Ian Gibson, que durante décadas se ha lucrado presentando invenciones como certezas: inventó diálogos de la ejecución, fabuló testimonios orales y señaló fosas que resultaron falsas. No se equivocó, mintió deliberadamente, siempre en clave sectaria.

La realidad es otra: Lorca no murió por ser poeta ni por ser homosexual ni por ser republicano. Fue asesinado en medio de un conflicto entre las familias más poderosas de la Vega de Granada: los García Rodríguez (familia paterna de Lorca), los Roldán y los Alba. Décadas de disputas por tierras, cañaverales y negocios azucareros desembocaron en un ajuste de cuentas. Horacio Roldán, primo del propio Federico, era enemigo acérrimo suyo y de su hermano Francisco. Los Roldán, ligados a Acción Popular, fueron los responsables directos de su muerte.

¿Dónde estaban entonces los falangistas? Muy lejos de la caricatura que hoy se difunde. Los hermanos Rosales —Luis, José y otros—, falangistas granadinos, dieron refugio al poeta en su propia casa y trataron hasta el último momento de salvarle la vida. Lorca, cuando sintió verdadero miedo, acudió a su amigo falangista Luis Rosales. Esa es la verdad que la izquierda oculta.

Ramón Ruiz Alonso, que ejecutó la detención, nunca fue falangista: era diputado de la CEDA. En cambio, íntimos amigos de Lorca sí lo eran: el actor Miguel Pizarro Ródenas, falangista fusilado en 1936 tras entregarse para salvar a su hermano, aparece en las fotos de La Barraca junto al poeta. Pero de esto nadie habla.

Todo lo demás son mentiras fabricadas para que Lorca encaje en la narrativa progresista. Lo presentan como homosexual militante cuando, de haber vivido hoy, sería rechazado por los mismos colectivos que lo invocan, por su carácter católico, taurino y profundamente tradicional.

La izquierda manipula porque necesita símbolos. Y Lorca, convertido en estandarte, sirve a sus intereses políticos. Pero la verdad histórica es tozuda:
No lo mataron los falangistas.

No lo detuvo un falangista.

No murió por ser poeta ni homosexual.

Murió por rencillas familiares y luchas de poder en la Vega granadina.

Todo lo que te cuenten estos días sobre Lorca como mártir del franquismo es mentira. La propaganda no cambia los hechos.

La verdad prevalece sobre la manipulación.

Anónimo