BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



martes, 7 de abril de 2020

La semana santa del cardenal Pell



> Todos los artículos de Settimo Cielo en español

*
Cuando en Roma todavía era de noche, hoy martes 7 de abril el tribunal supremo de Australia ha sentenciado, por unanimidad, revocar la condena del cardenal Pell y dejarlo inmediatamente en libertad. En la foto se le ve mientras abandona la cárcel de máxima seguridad de Barwon, cerca de Melbourne. Por fin podrá celebrar su primera misa tras 14 meses de reclusión.

Este es el texto íntegro de la sentencia:

> High Court of Australia

Y ésta es la declaración que el cardenal Pell ha emitido inmediatamente después de su puesta en libertad:

> “I have consistently maintained my innocence…”

Los siete jueces del tribunal supremo han motivado su decisión en base a la “posibilidad razonable de que el reato no haya sucedido y que, por consiguiente, exista una duda razonable de que se esté condenando a un inocente”.

El cardenal Pell siempre ha sostenido su inocencia y ahora ha dicho que “la única base de la justicia es la verdad, porque justicia significa verdad para todos”.

La sentencia pone fin a siete años de procesos, puestos en marcha en 2014 a partir de una investigación de la policía de Victoria y acelerados en 2017 cuando surgieron las acusaciones, en parte sobreseídas, sobre supuestos hechos que habrían sucedido muchos años atrás. Pell abandonó Roma y se trasladó a Melbourne donde, en 2018, fue procesado y condenado a seis años de cárcel basándose en la acusación de una sola persona cuya identidad nunca se ha hecho pública. El cardenal ha dicho que no siente ningún rencor hacia esta persona.

La condena fue confirmada en la apelación por dos de los tres jueces. Ahora, esta condena ha sido totalmente anulada por el tribunal supremo.

Lo siguiente es que el cardenal Pell deberá enfrentarse a un proceso canónico ante la congregación para la doctrina de la fe, al haber concluido todo el recorrido de la justicia secular.

Sin embargo, precisamente la sentencia del tribunal supremo australiano, que ha establecido la incoherencia e inconsistencia de las acusaciones presentadas contra el cardenal, podría facilitar que la sentencia del proceso canónico fuera favorable a Pell:

> Analysis: Freed from prison, will Cardinal Pell now face Vatican trial?
 
Sandro Magister 

El cardenal Pell es inocente



En diciembre de 2018, un jurado condenó a Pell. La sentencia fue confirmada por un panel de tres jueces del Tribunal de Apelación del Estado de Victoria en agosto pasado, en un dictamen dividido, dos contra uno. 
 
Este martes, 7 de abril de 2020, el Tribunal Superior de Australia estimó que había «una posibilidad significativa de que una persona inocente haya sido condenada porque las pruebas no han establecido su culpabilidad según el nivel de prueba requerido». Los siete magistrados del Tribunal Superior establecieron, por unanimidad, que el tribunal inferior había «omitido abordar si existía una posibilidad razonable de que el delito no se hubiera cometido, de modo que debería haber habido una duda razonable sobre la culpabilidad»
 
Desde Specola hemos defendido, sin fisuras y desde el inicio, la inocencia absoluta del Cardenal Pell de los gravísimos delitos de los que se le acusaba. El tiempo nos ha dado la razón y estamos contentos y satisfechos. 
 
Todo este proceso de caza de brujas poco tenía que ver con los abusos a menores y mucho con el intento de limpieza que Pell quería iniciar en el Vaticano. No es la primera vez que se utiliza la presunta justicia para intentar anular a una persona. Pell es fuerte pero ha sufrido una tortura de meses, injusta, increíblemente dura, de la que esperamos que salga fortalecido y con ganas de luchar en todos los ámbitos
 
Hoy los periódicos no informarán de su inocencia como lo hicieron de su presunta culpabilidad, las cosas son así. Para nosotros, nada ha cambiado y pensamos lo que hemos pensado siempre. ¡Larga vida a Pell!, para que pueda ver la caída de sus perseguidores. 
 
Ni el Vaticano, ni el Papa Francisco, han movido un dedo por defender al molesto cardenal, esto ya nos indica mucho. No hagamos caso de las bellas palabras sino de los hechos.
 
Specola

Cardenal George Pell absuelto – Su carta



El cardenal George Pell ganó su apelación en la Suprema Corte de Australia. Su condena por acusaciones de “abuso” fue revocada por unanimidad el 7 de abril de 2020.


Estuvo 404 días, es decir, más de 13 meses, en prisión, después de haber sido condenado erróneamente por la Corte del Condado de Melbourne. Ahora, está afuera y en un lugar seguro.

La Corte determinó que el jurado “debería haber tenido dudas sobre la culpabilidad del solicitante con respecto a cada uno de los delitos por los cuales fue condenado”, y ordenó “que se anulen las condenas y que se dicten veredictos de absolución en su lugar”.

Los jueces determinaron “una significativa posibilidad que una persona inocente ha sido condenada, porque la evidencia no estableció la culpa con el estándar requerido de una prueba”.

El cardenal Pell dijo en una primera declaración que no tiene mala voluntad contra su acusador [mentiroso]. Él agradece todas las oraciones y las “miles de cartas de apoyo” (a continuación la carta completa).

Australia acusó a un hombre inocente en medio de la cultura envenenada del delirio anticatólico. El cardenal Pell es el Dreyfus de Australia (una condena equivocada en Francia, en el siglo XIX).
 
 

La inocencia del cardenal Pell



El cardenal George Pell fue declarado inocente por la Corte Suprema de Australia. Aquí pueden bajar la sentencia completa [aunque son 43 páginas y está en inglés].

El cardenal incomodó al Vaticano cuando se tomó en serio su función de limpieza de toda la corrupción contenida en los Sacros Palacios.

No podemos decir que sus acusaciones y juicios hayan sido alentadas desde Roma, pero lo cierto es que ninguno de los prelados de la Curia, comenzando por el Papa Francisco, hizo nada para defenderlo: lo dejaron solo. 

Esta noticia apenas si tendrá un lugar insignificante en los medios de prensa. Los católicos, en cambio, deberíamos festejarla y agradecer a Dios puesto que está nuevamente entre nosotros uno de los mejores y más lúcidos cardenales del Sacro Colegio.

The Wanderer

lunes, 6 de abril de 2020

Visita de enfermos (Padre Javier Olivera)


Duración 2:01 minutos

Cardenal burke: “¡No cedáis ante la mentira de Satanás!”



Mensaje para la semana más santa del año
Raymond Leo Cardenal Burke

Queridos amigos,

Desde que inicié mi servicio como obispo de una diócesis, parecía que cada año, a medida que se acercaban las celebraciones de Navidad y Pascua, ocurría un hecho profundamente triste en la diócesis o una crisis difícil de enfrentar por el bien de la diócesis. Justo cuando comenzaba a preparar con alegría las celebraciones de los grandes misterios de nuestra salvación, algo sucedía que, desde un punto de vista humano, ponía una nube oscura sobre las celebraciones y dejaba en tela de juicio la alegría que inspiraban. Una vez le comenté a un hermano obispo esta experiencia angustiosa y demasiado regular. Me respondió sencillamente: “Es Satanás, tratando de robarte la alegría”.

Tiene sentido que Satanás, a quien Nuestro Señor describe como “asesino desde el principio, …mentiroso y padre de toda mentira”(Jn 8, 44) quiera esconder de nuestros ojos las grandes realidades de la Encarnación y la Redención, quiera distraernos de los ritos litúrgicos a través de los cuales no sólo celebramos esas verdades, sino que también recibimos las inmensurables e incesantes gracias que ellas nos han ganado. Satanás quiere convencernos de que las pérdidas y la muerte, con la tristeza y el miedo que naturalmente las acompañan, muestran que Cristo es falso, desmintiendo así su Encarnación redentora y tratando de mostrar como una mentira nuestra fe y alegría.

Pero Satanás es el falso. El es el mentiroso. Cristo, Dios Hijo, de hecho, se ha hecho hombre, ha sufrido la más cruel Pasión y Muerte para redimir nuestra naturaleza humana, para restaurarnos la verdadera vida, la vida divina que vence los peores sufrimientos e incluso la muerte misma y ​​que nos conduce en modo certero y seguro a nuestro verdadero destino: la vida eterna con Él.

San Pablo, ante tantas pruebas profundamente desalentadoras a lo largo de su ministerio apostólico, que culminó con su martirio en Roma, escribió a los colosenses: “Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo en su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1, 24). Para él, como debiera serlo también para nosotros, sufrir con Cristo por la Iglesia, por amor de Dios y de nuestro prójimo, es la fuente inagotable e indefectible de nuestro gozo. Es la máxima expresión de nuestra comunión con Cristo, Dios el Hijo encarnado, compartiendo con Él el misterio del amor divino de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La vida de Cristo, la gracia del Espíritu Santo derramada del Corazón de Cristo para morar en nuestros corazones, nos inspiran y nos fortalecen para que podamos abrazar las pérdidas y la muerte con Su amor, transformándolas en ganancia eterna y vida sin fin. Nuestro gozo, entonces, no es un placer o emoción superficial, sino el fruto del amor que es “fuerte como la muerte” y el cual “las muchas aguas no podrán apagarlo, ni lo ahogarán los ríos.” (Cant 8, 6-7).

Nuestra alegría no nos dispensa del agudo aguijón de las pérdidas y de la muerte, sino que, con confianza y coraje, los enfrenta como parte del combate de amor que estamos llamados a librar durante esta vida; después de todo, somos, por gracia de Dios, verdaderos soldados de Cristo (2 Tm 2, 3), que tenemos conocimiento seguro de la victoria de la vida eterna. Así, al final de su vida, San Pablo escribió a su hijo espiritual y hermano como pastor del rebaño, San Timoteo:

“Porque yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me entregará el Señor, justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación". (2 Tm, 4. 6-8)

Amemos a Nuestro Señor, amemos la Encarnación Redentora, por la cual Él está vivo para nosotros en la Iglesia y, por lo tanto, estemos contentos de pelear con Él la buena batalla, de mantenernos en la competición sin importarnos de las pruebas que enfrentemos, y mantengamos la fe cuando el Padre de las Mentiras nos tiente a dudar de Cristo e incluso a negarlo.

Quizás Satanás nunca haya tenido un medio mejor que el coronavirus para robar nuestro gozo de celebrar los días más santos del año, los días en los cuales Cristo nos conquistó la vida eterna. ¡Cómo le gustará sustraernos la santidad de aquella única semana del año, que se conoce simplemente como Semana Santa! La actual crisis de salud internacional causada por el coronavirus COVID-19 continúa en una cosecha trágica de pérdidas y de muerte, engendrando profunda tristeza y miedo en el corazón humano. Ciertamente, Satanás estará utilizando el sufrimiento que acosa a tantos hogares, vecindarios, ciudades y naciones, para tentarnos a dudar de Nuestro Señor y de la Fe, la Esperanza y la Caridad, que son sus grandes dones para nuestra vida diaria. El efecto de la intención asesina de Satanás y de sus mentiras se hace aún mayor cuando estamos lejos del Señor, cuando damos por por cosa sentada su vida dentro de nosotros, cuando incluso lo abandonamos persiguiendo placeres mundanos, conveniencias o éxitos.

En la misma Iglesia hemos sido testigos de una carencia en enseñar primero a Cristo como Señor. ¿Cuántos hoy están sufriendo profundamente de un miedo inútil porque han olvidado o incluso rechazado el Reino del Corazón de Jesús en sus corazones y en sus hogares? Recordemos las palabras de Nuestro Señor a Jairo que buscaba ayuda para su hija moribunda: “No tengas miedo, solo ten Fe” (Mc 5, 36). ¿Cuántos hoy no tienen esperanza porque piensan que la victoria sobre el mal del coronavirus COVID-19 depende totalmente de nosotros, porque han olvidado que, mientras debemos hacer todo lo humanamente posible para luchar contra el gran mal, sólo Dios puede bendecir nuestros esfuerzos, dándonos la victoria sobre las pérdidas y la muerte? 
 
Es muy triste leer documentos, incluso documentos de la Iglesia, que pretenden abordar las dificultades más importantes que enfrentamos sin que encontremos en ellos ningún reconocimiento del Señorío de Cristo, de la verdad de que dependemos completamente de Dios para nuestro existir, dependemos completamente para todo lo que somos y todo lo que tenemos, y que, por lo tanto, la oración y la adoración son nuestros primeros y más importantes medios para combatir cualquier mal.

Hace unos días, un joven adulto católico me dijo, como si fuera un hecho lógico, que no celebraría la Pascua este año debido al coronavirus. Si la alegría de nuestra celebración de Pascua fuera simplemente una cuestión de buenos sentimientos, entonces entiendo su sentimiento. Pero la alegría de la Pascua está enraizada en una verdad eterna, la victoria de Cristo sobre lo que claramente parecía ser su aniquilación, la victoria ganada en Su naturaleza humana al fin de que triunfemos en nuestra naturaleza humana, sin que nos importen las dificultades que podamos estar sufriendo.
 
Si creemos en Cristo, si confiamos en sus promesas, entonces debemos celebrar con alegría la gran obra de su redención. Celebrar los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo no es faltar el respeto al sufrimiento de tantos en estos tiempos, sino reconocer que Cristo está con nosotros para vencer nuestros sufrimientos con Su amor. Nuestra celebración es un faro de esperanza para aquellos cuyas vidas han sido severamente probadas, invitándolos a depositar su confianza en Nuestro Señor.

Sí, la Semana Santa este año es muy diferente para nosotros. El sufrimiento que corre paralelo al coronavirus incluso lleva a una situación en la que muchos católicos, durante la Semana Santa, no tienen acceso a los sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Eucaristía, que son nuestros encuentros extraordinarios, pero también ordinarios, con el Señor Resucitado, al fin de renovarnos y fortalecernos en Su vida.

Pero sigue siendo la semana más sagrada del año, ya que conmemora los eventos por los cuales estamos vivos en Cristo, por los cuales la vida eterna es nuestra, incluso ante una pandemia, una crisis de salud mundial. Os exhorto, por lo tanto, a que no cedáis ante la mentira de Satanás, quien os convencerá de que, este año, no tenéis nada que celebrar durante la Semana Santa. No, tenemos todo que celebrar, porque Cristo nos ha precedido en cada sufrimiento y ahora nos acompaña en nuestros sufrimientos, para que podamos permanecer fuertes en su amor, el amor que vence todo mal.

Hoy celebramos el Domingo de Ramos, cuando Cristo entró en Jerusalén con pleno conocimiento de la Pasión y la Muerte que le esperaba. Sabía cuán efímera fue la bienvenida que había recibido, una bienvenida justa para el Rey del Cielo y la Tierra, pero superficial porque aquellos que la extendieron sólo tenían una comprensión mundana de la salvación que vino a ganar para nosotros. No estaban listos para ser uno con Cristo en el establecimiento de Su Reino eterno a través de los eventos de Su Pasión y Muerte. Después del Domingo de Ramos, cada día de la Semana Santa es justamente llamado santo porque es parte del firme abrazo de Cristo de su misión salvadora en su culminación.

Tomaos el tiempo hoy para reflexionar sobre la verdadera bienvenida real que le habéis extendido a Cristo en vuestro corazón y en vuestro hogar. Lean nuevamente el relato de su entrada en Jerusalén y de cómo, después de su entrada triunfante, lloró sobre Jerusalén con las palabras: "¡Oh Jerusalén, Jerusalén, matando a los profetas y apedreando a los que te son enviados! ¿Con qué frecuencia habría reunido a tus hijos como una gallina junta a su prole bajo sus alas, y tú no lo harías?” (Mt 23, 37). 
 
Si usted o su hogar están lejos de Nuestro Señor, recuerde cómo Él desea estar cerca de usted, ser el invitado constante de su corazón y su hogar. Permanezca con Cristo durante la Semana Santa. De manera particular, haga del Jueves Santo un día de profunda acción de gracias por los sacramentos de la Sagrada Eucaristía y el Orden Sacerdotal, que Nuestro Señor instituyó en la Última Cena. Haga que el Viernes Santo sea un día tranquilo durante el cual emprenda prácticas penitenciales, para profundizar en el misterio del sufrimiento y la muerte de Cristo. El Viernes Santo, se llenará de gratitud por los sacramentos de la penitencia y de la unción de los enfermos. El Sábado Santo, vigile con Nuestro Señor, alabándolo y agradeciéndole por el don de Su gracia en nuestras almas mediante la efusión del Espíritu Santo a través de Su glorioso Corazón traspasado. Medite especialmente en cómo su gracia está en usted a través de los sacramentos del bautismo, la confirmación y la sagrada eucaristía. Durante todos estos días, reflexione y agradezca a Dios por el regalo del Sacramento del Santo Matrimonio y sus frutos, la familia, la “Iglesia doméstica” o pequeña Iglesia del hogar, el primer lugar en el que llegamos a conocer a Dios, ofrecerle oración y adoración, y disciplinar nuestras vidas de acuerdo con su ley.

Si no puede participar en los ritos litúrgicos durante estos días especialmente sagrados, lo que de hecho es una gran privación, porque nada puede sustituir el encuentro con Cristo a través de los sacramentos, luche en sus hogares por estar en la Sagrada Liturgia a través de su deseo de estar en compañía de Nuestro Señor, especialmente en el misterio de Su obra salvadora. Nuestro Señor no espera de nosotros lo imposible, pero espera que hagamos lo mejor que podamos para estar con Él durante estos días de Su poderosa gracia.

Hay muchas ayudas maravillosas para alimentar ese deseo sagrado. En primer lugar, hay un rico tesoro de oración en la Iglesia, por ejemplo: la lectura de las Sagradas Escrituras, por ejemplo, los Salmos Penitenciales, especialmente el Salmo 51 [50], y el relato de la Pasión de Nuestro Señor en los cuatro Evangelios, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, meditación sobre los misterios de nuestra fe a través de la oración del Santo Rosario, especialmente los Misterios Dolorosos, las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús, de la Santísima Virgen (de Loreto), de San José , y de los Santos, el Vía Crucis, que también se puede hacer en casa usando las imágenes de las Catorce Estaciones representadas en un libro de oraciones o en un objeto sagrado, la Coronilla de la Divina Misericordia, visitas a santuarios, grutas y otros lugares sagrados para Nuestro Señor y para los misterios de la Encarnación Redentor, y la devoción a los santos que han sido poderosos para ayudarnos, especialmente a San Roque, Patrono contra las Pestilencias. También en nuestro tiempo, tenemos la bendición de tener acceso, a través de los medios de comunicación, a los ritos sagrados y a las devociones públicas que se celebran en ciertas iglesias, especialmente en las iglesias de los monasterios y conventos en los que se encuentra toda la comunidad religiosa participando
 
Ver un rito sagrado que se transmite, ciertamente no es lo mismo que participar directamente en él, pero, si es todo lo que nos es posible, seguramente será agradable para Nuestro Señor, quien nunca dejará de colmarnos de Su gracia en respuesta a nuestro humilde acto de devoción y amor. 
 
En cualquier caso, la Semana Santa no puede ser para nosotros como cualquier otra semana, sino que debe estar marcada por los sentimientos más profundos de fe en Cristo, nuestra única salvación. Los sentimientos de fe durante estos días más santos son, asimismo, sentimientos de gratitud y amor más profundos. Si su gratitud y amor no pueden tener su máxima expresión a través de la participación en la Sagrada Liturgia, deje que se exprese en la devoción de sus corazones y hogares. Conmemorando, con Cristo, Su Santísima Madre y todos los santos, los eventos del Sagrado Triduo, contemplamos el misterio de Su vida dentro de cada uno de nosotros. Para todos, el tiempo dedicado, cada día, en oración y devoción, meditando sobre la Pasión de nuestro Señor, nos ayudará a estar con nuestro Señor durante estos días más santos de la mejor manera posible en este momento. ¡Cuánto nos debe enseñar el sufrimiento del tiempo presente sobre el don incomparable de la Sagrada Liturgia y los Sacramentos!

Para terminar, les aseguro que ustedes y sus intenciones están en mis oraciones de hoy y permanecerán en mis oraciones durante la Semana Santa y especialmente durante el Sagrado Triduo del Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo. Que todos nos acompañemos con Cristo con la más profunda fe, esperanza y amor, mientras celebramos estos días más santos en los que sufrió, murió y resucitó de los muertos para liberarnos del pecado y de todo mal, y para ganarnos la vida eterna. Que nuestra celebración de la Semana Santa, este año, sea nuestro armamento fuerte en el combate en curso contra el coronavirus COVID-19. En Cristo, la victoria será nuestra. “No temas, solo cree” (Mc 5, 36).

Raymond Leo Cardinal BURKE

5 Abril 2020

Domingo de Ramos

Cardenal Raymond Burke: ¿Cuáles son nuestros instrumentos más importantes contra el virus?



El cardenal Raymond Burke escribe en su Mensaje de Semana Santa que desde el momento en que llegó a ser obispo él no ha experimentado una sola Navidad o Pascua que no estuviera ensombrecida por una crisis o por un acontecimiento muy triste en su diócesis.

Un cofrade comentó sobre esto: “Es Satanás tratando de robarte la alegría”. Por eso dice Burke que no le sorprende que Satanás utilice el coronavirus para distraernos de la Semana Santa.

Él observa que muchos están desesperanzados porque piensan que una victoria sobre el coronavirus depende de nosotros, pues olvidaron que Cristo está a cargo. El motivo de esto es que también en la Iglesia hubo una falla al “no enseñar a Cristo como el Señor”.

Para Burke es “triste” que incluso documentos de la Iglesia que pretenden tratar las dificultades más importantes no reconocen el señorío de Cristo y el hecho de que, en consecuencia, “la oración y el culto son nuestro primer y más importante instrumento para combatir cualquier mal”.

Planicies borrascosas



La borrasca que azota nuestra planicie no nos deja ver con claridad. Tratemos de agudizar la mirada. 
 
1. Los obispos se comportaron en Argentina y en la mayor parte del mundo del mismo modo en que se comportaron sus colegas en otras ocasiones de la historia. Ya publicamos aquí una entrada en la que se demuestra, con documentos históricos, que durante la peste amarilla, a fines del siglo XIX, se suspendió por un buen tiempo el culto público en Buenos Aires, incluidas las ceremonias de Semana Santa
 
2. El precepto dominical es un precepto y, por tanto, puede ser levantado con la autoridad que tiene el Romano Pontífice y que es delegada a los obispos. El mandamiento de “santificar las fiestas” debe cumplirse pero existen muchos modos de santificarlas cuando no se puede asistir a misa.

3. Lo que nunca hizo la iglesia fue dejar a los fieles librados a su suerte, que es lo que vemos que está ocurriendo ahora en muchísimos casos. Sacerdotes escondidos en sus madrigueras que se niegan a asistir a quienes lo necesitan, sobre todo los ancianos y enfermos, alegando las razones más insólitas. Una de las más recurrentes es decir que sus padres son mayores y temen contagiarlos. No piensan que médicos y enfermeros también tienen familia y que, para no contagiarlos, no los visitan y se alojan en hoteles a fin de no regresar a sus casas. Si ellos pueden hacer este sacrificio para cumplir con su deber, ¿por qué no pueden hacerlo los sacerdotes? En otras ocasiones de pestes y calamidades, los obispos siempre aseguraron que un grupo de sacerdotes estuviera dispuestos y siempre pronto para asistir a los necesitados. Basta leer I promessi sposi para ver cómo se comportó el clero durante la Gran Peste de Milán de 1630 (que mató 280.000 personas en la zona de Lombardía… no somos tan originales). No vemos que esto ocurra en la actualidad, más allá de que muchos sacerdotes, por propia iniciativa, ejercen su ministerio arriesgando y entregando su vida en las zonas más azotadas por la plaga. 
 
4. Lo que nos indigna a los fieles es la abyecta sumisión con la que los obispos acataron las órdenes del gobierno. No es cuestión de que pretendieran la autorización para celebrar ceremonias litúrgicas abarrotadas de fieles y procesiones multitudinarias pero, al menos, que hubieran pedido que permitieran que las iglesias continuaran abiertas así como el libre desplazamiento de los fieles para rezar en ellas. O bien, que se mantuviera el culto público con las garantías del distanciamiento social (dos personas por banco, por ejemplo) aunque eso implicara incrementar el número de misas. Es esto lo que ocurre en Italia (las iglesias se han abierto nuevamente y los fieles pueden rezar en ellas), en Polonia e incluso en Texas, donde el gobernador ha declarado que los servicios religiosos son esenciales y no pueden ser prohibidos
 
5. A los fieles de la provincia de Mendoza indignó sobremanera la incoherencia (o hipocresía) de los obispos y muchos sacerdotes que, mientras cerraban los templos para evitar el contagio, los abrían para que se convirtieran en populosos vacunatorios, ufanándose y tranquilizando sus conciencias por una actitud tan caritativa. 
 
6. Creo que nosotros, los simples seglares, debemos cuidarnos del peligro de la insensatez. Y pongo un par de ejemplos. Este es un pobre blog de cuarta categoría al que llegan comentarios muy curiosos. Por ejemplo, hay varios (que elimino) que insultan y despotrican, con las peores groserías imaginables, porque quieren comulgar y no pueden. Yo me pregunto qué disposiciones interiores tienen esas personas para recibir la Sagrada Eucaristía, vista la ira (que es un pecado capital) con la que se expresan. O bien, me consta que muchos fieles que asisten a misa y comulgan todos los domingos (pero no semanalmente) están ahora armando escándalo porque no los dejan tener misa el martes o el jueves. O bien, convencen a sacerdotes para que, clandestinamente, vayan a sus hogares y les celebren allí la misa para ellos y unos pocos amigos, con la mesa del comedor como altar… y bajo el cuadro de la abuelita. Desproporción absoluta.
 
7. Y aquí veo yo un segundo peligro: que nos entusiasmemos con jugar a los soldaditos porque se ha dado la soñada oportunidad, nos pintemos la cara y salgamos a cazar ingleses y reconquistar Malvinas. Seamos sensatos: no estamos en una situación de persecución, no estamos en una situación desesperada y no hay montoneros, ni británicos ni esbirros del nuevo orden mundial a la vuelta de la esquina dispuestos a degollarnos. Si queremos jugar a los soldaditos, jueguemos, pero no no nos olvidemos que es un juego; no es en serio. En otras palabras, no nos hagamos los mártires y no exageremos; no somos cristianos bajo el régimen estalinista, ni católicos en territorio rojo durante la Guerra Civil Española, ni recusantes ingleses durante el reinado de Isabel I. Podemos pasar un mes, o dos o tres sin misa y sin eucaristía; no tomemos la circunstancia de la ausencia del culto público para desgañitar nuestras broncas acumuladas contra obispos y curas, y para enarbolar la palma convencidos de que somos los nuevos testigos del Evangelio. No sería noble; sería grotesco.

Y sobre este tema, incluyo la breve reflexión para el Domingo de Ramos de dom Andrew Anderson, abad de Nuestra Señora de Clear Creek (monasterio benedictino fundado por Fontgombault) que es iluminadora: 
 

“Sería el eufemismo del milenio sugerir que, tal vez, algo estaba mal en el mundo y que la crisis sanitaria mundial ha impactado tristemente en la forma en que vivimos como católicos. No sólo somos testigos del espectáculo de tantas personas que enferman e incluso mueren, sino que el mismo Pan de Vida, que se nos ha confiado desde el Cielo, ha sido encerrado de tal manera que un gran número de fieles no puede recibir este vital alimento espiritual. No culpo a nadie en particular. 
 
Pero una pandemia no tiene por qué convertirse en un pandemonio. Después de todo, la Santísima Trinidad sigue siendo suprema en el Cielo; los coros de los ángeles se mantienen unidos en perfecto orden; las estrellas siguen su curso perpetuo; los pájaros están ocupados construyendo sus nidos; y, como se dice, “el caracol sigue en su caparazón”. Todavía tenemos (bastante intacta) la fe junto con todas las virtudes y dones del Espíritu Santo. La gracia de Dios está operando ahora como siempre. Aunque algunos no puedan asistir en persona al Santo Sacrificio de la Misa y recibir a Nuestro Señor en la Comunión, somos libres de visitar en espíritu todos los tabernáculos del mundo, donde la presencia real reina en humilde y silenciosa majestad. Todos pueden aún recibir la Sagrada Comunión de manera espiritual. ¿Qué nos dijo el Señor? “Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora en secreto a tu Padre, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará”. ¿Quién no puede hacer esto ahora? Todos debemos convertirnos en contemplativos por un tiempo.
 
Aunque aprecio mucho que el fenómeno de la transmisión en directo por internet permita a muchos fieles participar, de alguna manera, en la celebración de la misa, me preocupa que algunos tengan la impresión de que su televisión o pantalla de ordenador se ha convertido en su única esperanza, el único contacto con Dios que les queda. ¡Qué locura! En varias épocas y lugares a lo largo de los siglos, los cristianos se han visto imposibilitados durante un tiempo de recibir los sacramentos. Algunos de los primeros santos ermitaños vivieron tan lejos en el desierto que nunca pudieron recibir la Sagrada Eucaristía. Como nos enseña Nuestro Bendito Padre San Benito, “Que [el monje] considere que está siempre contemplado desde el cielo por Dios, y que sus acciones son vistas en todas partes por el ojo de la Divina Majestad, y que cada hora le son reportadas por sus ángeles”. Cada uno puede ser creativo al vivir la fe en esta dramática circunstancia.
 
¿Quién es responsable del nuevo brote del coronavirus? Tú y yo. En una época en la que miles y miles de no nacidos están siendo legalmente privados de la vida en todo el mundo y en la que la sagrada institución del matrimonio ha sido burlada y ridiculizada en tantos lugares, no debería sorprender que Dios permita que un microbio ponga a la humanidad de rodillas. Entonces, ¿qué debe hacerse? El mundo entero se lo está preguntando. Los monjes de Nuestra Señora celebraremos este año, posiblemente como nunca antes, las grandes ceremonias litúrgicas del Triduo Sagrado. Lo haremos con vosotros y para vosotros (aunque la asistencia a las misas públicas sigue suspendida), dondequiera que estéis. “Pero llega la hora -dijo Cristo a la samaritana- y es ahora, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque el Padre también busca a los que le adoran”
 
Por encima de todo, contigo y para ti, viviremos en la alegría de pertenecer al Dios de quien ningún virus puede privarnos. Pronto el Hijo de Dios triunfará sobre la oscuridad de la muerte. Pronto la crisis sanitaria mundial se calmará y desaparecerá, aunque se necesite todavía más paciencia. Que nuestros corazones se encuentren fieles y llenos de esa esperanza y amor que dan la medida sobrenatural del gran esfuerzo que estamos realizando como cristianos. “Y ahora quedan la fe, la esperanza y la caridad, estas tres: pero la mayor de ellas es la caridad”.


(Publicado en el sitio de la abadía de Nuestra Señora de Clear Creek).
The Wanderer

viernes, 3 de abril de 2020

Mons. Antonio Livi, famous Roman theologian, R.I.P.

FROM ROME


It was announced yesterday evening that Monsignor Antonio Livi had passed away. He had been diagnosed with cerebral cancer in the fall of 2018. I never personally met Mons. Livi, but we had corresponded, and before his illness was diagnosed he expressed to me his desire to be on the Faculty of the Scholasticum, which was a great honor for the rest of the institute.

Since, he has passed, I can now reveal, that to me in October, 2018, he expressed agreement that Pope Benedict XVI had not validly resigned, because of substantial error in the act of resignation.

So for this reason, I feel an obligation to let the world know something about this great theologian and priest of the Diocese of Rome, on which account I publish here, Google’s English translation of the Italian Wikipedia article on Father Antonio Livi:
 
Antonio Livi

Monsignor Antonio Livi ( Prato , 25 August 1938Rome , 2 April 2020 ) was an Italian theologian , writer and teacher , as well as presbyter of the Diocese of Rome .
 
Biography

A pupil of Étienne Gilson , he collaborated with Cornelio Fabro , Augusto Del Noce and Evandro Agazzi ; he is the initiator of the philosophical school of common sense , represented by the ISCA ( International Science and Commonsense Association ), which has the journal “Sensus communis – International Yearbook of Alethic Logic” as its official body. Among his numerous disciples or admirers are the Italians Fabrizio Renzi (author of important essays on the History of Metaphysics), Gianfranco Bettetini (semiologist), Fortunato Tito Arecchi (physicist), Alberto Spatola (psychiatrist), Giovanni Covino (professor of Philosophy) Valentina Pelliccia (History of Logic scholar) and Francesco Arzillo (Expert in Philosophy of Law), Spaniard José Meseguer (Expert in Logic and Artificial Intelligence), American Philip Larrey (scholar of analytical philosophy ), English Thomas Rego (specialist in studies on Aristotle ), the Polish Ireneusz Wojciech Korzeniowski (scholar of Hermeneutics) and the Irish William Slattery (epistemologist).
 
Common sense

Common sense ” is the term used by Livi in ​​an anti-Cartesian key to identify the natural and incontrovertible certainties possessed by every man. It is not a faculty or a priori cognitive structures but an organic system of universal and necessary certainties that derive from immediate experience and are the condition for the possibility of any further certainty. Livi first clarified what these certainties are and tried with the assumption method that they are in fact the foundation of human knowledge. Common sense therefore includes evidence of the existence of the world as a set of entities in movement; the evidence of the ego, as a subject that is perceived in the act of knowing the world; the evidence of others as their own kind; the evidence of a moral law that regulates the relationships of freedom and responsibility between the subjects; the evidence of God as the rational foundation of reality , the first cause and ultimate end, known in its unquestionable existence thanks to an immediate and spontaneous inference, which however leaves the mystery of its essence unattainable, which is Transcendence in the proper sense. These certainties are the basis of a holistic-based system of aletic logic.

Among the recent studies on the system of aletic logic developed by Antonio Livi we can mention the essays by Evandro Agazzi (“Values ​​and limits of common sense”, Franco Angeli, Milan 2004), Pier Paolo Ottonello (“Livi”, in “Profili”, Marsilio Editori, Venice 2011), by Piero Vassallo (“Antonio Livi, the rehabilitation of common sense”, in “Memory and progress”, Faith & Culture, Verona 2009, pp. 135-140), by Francesco Arzillo, The foundation of the judgement. A theoretical proposal starting from the philosophy of common sense by Antonio Livi (Leonardo da Vinci Publishing House, Rome 2011), by Fabrizio Renzi, The aletic logic and its critical function. Analysis of the new theoretical proposal by Antonio Livi (Leonardo da Vinci publishing house, Rome 2012) and William Slattery, The Logic of Truth. Thomas Aquinas’ Epistemology and Antonio Livi’s Alethic Logic (Leonardo da Vinci Publishing House, Rome 2015). Matteo Andolfo (historian of ancient Philosophy), Dario Sacchi (philosopher of the Catholic University of Milan), Georges Cottier (Theologian of the Pontifical House), Rino Fisichella (magnificent rector of the Lateran University), Eudaldo Forment (philosopher of the ‘University of Barcelona), Umberto Galeazzi (professor of Philosophy at the University of Chieti), Mario Pangallo (professor of History of Philosophy at the Gregorian University) and Vittorio Possenti (moral philosopher of the University of Venice). 
 
Influences and criticisms

From Gilson, Fabro and Agazzi he learned to deal with the essential problems of metaphysical speculation in dialogue with great thinkers of antiquity (Plato, Aristotle, the Stoics, Agostino), the Middle Ages (Anselmo, Tommaso, Duns Scotus) and the modern age (Vico, Kierkegaard, Rosmini). Convinced supporter of the realistic method of interpreting experience, Livi defended its reasons by systematically using the dialectical tools offered by the thinkers of the analytical school, from Ludwig Wittgenstein to Barry Smith. His most intransigent critics were, on the one hand, the neo-idealist Emanuele Severino, and on the other, the head of the “weak thought”, Gianni Vattimo.

 Alexis Bugnolo

NOTA

En este blog, en fecha 4 de mayo de 2018, se insertó un video, de 10 minutos de duración, con subtítulos en español, de una entrevista que le hicieron a Monseñor Livi. Puede verse pinchando aquí.Para que los subtítulos se vean en español ir al enlace: https://www.youtube.com/watch?time_continue=3&v=ml6tVS7NuNA

Más falsas acusaciones contra el cardenal Pell

GLORIA TV


Bernie X y Philip Clarke, quienes hace cincuenta años vivieron en el mismo orfanato en Ballarat, Victoria (Australia), han hecho acusaciones de “abuso sexual” contra el cardenal Pell.

La policía los contactó ya en el 2016. Sus acusaciones fueron retiradas, desestimadas o ignoradas.

Clarke alega que Pell lo “tocó inapropiadamente” en una pileta de natación hace cincuenta años. Testigos como Brett O’Neill dicen que Clarke está mintiendo.

Bernie alegó que Pell lo tocó en forma inapropiada mientras se duchaba ene el orfanato. Sin embargo, las audiencias en el 2018 en la Corte de Magistrados de Melbourne establecieron que Pell estuvo una sola vez en el orfanato: en 1980, cuando estaba cerrando. Así que Bernie también está mintiendo.

Estos alegatos fueron hechos días antes que la Corte Suprema de Australia entregue el 7 de abril su sentencia sobre el caso Pell.
 

NOTICIAS varias 3 de abril de 2020


Selección por José Martí

Reflexiones sobre la muerte:coronavirus (Padre Javier Olivera)


Duración 6:57 minutos