29:28 MINUTOS
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
Páginas
- EL RINCÓN CATÓLICO (Aprendamos Latín)
- EL RINCÓN CATÓLICO 2 (Aprendamos Latín)
- APRENDE LATÍN ON-LINE
- Latín padre Francisco Torres
- Historia sacra en latín
- FIDUCIA SUPPLICANS
- CURSO BÍBLICO
- TOMÁS DE AQUINO
- SUMA DE TEOLOGÍA
- FILOSOFÍA Y LITERATURA
- HISTORIA
- CONSERVANDO LA FE
- LA VENDÉE
- P. ALFONSO GÁLVEZ
- P. JAVIER OLIVERA
- P. SANTIAGO MARTÍN
- AGENDA 2030
- EL TORO TV
- EL ROSARIO EN FERRAZ , por José Andrés Calderón
- TEOLOGÍA DEL CUERPO DEL PAPA JUAN PABLO II ... Y RELACIONADOS
BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS
domingo, 22 de diciembre de 2024
Periodismo y globalismo: una alianza contra la libertad
En el vértice de la pirámide (nunca mejor dicho) está el Lado Oscuro, esto es, el globalismo de Davos, ese movimiento elitista formado por un grupo de megalómanos con delirios mesiánicos que, desde su soberbia, sienten un gran desprecio e incluso un cierto odio (fruto del temor) hacia el hombre común y hacia su libertad, y sólo desean esclavizarlo «por su propio bien». Sus correas de transmisión preferidas son las instituciones supranacionales, que reúnen tres características: inelegibilidad de sus líderes, opacidad y poder. Es el caso de la UE, la ONU y su IPCC, la OMS o la OCDE, por poner algunos ejemplos.
En segundo lugar, se encuentran los partidos políticos, que, o bien son esclavos de la corrección política que el globalismo marca como linde a la oposición consentida o están directamente infiltrados y controlados por el mismo.
Finalmente, nos encontramos con la inmensa mayoría de medios de comunicación tradicionales, sin los cuales las consignas no podrían ser trasladadas a la población. No se confundan: aunque defiendan posturas opuestas en cuestiones políticas de menor importancia, coinciden prácticamente por unanimidad en los grandes dogmas globalistas, como la ideología de género, el cambio climático o el covid.
La revolución de internet
Debemos poner la situación actual en contexto. Hasta hace muy poco, para informarse, el ciudadano dependía de un oligopolio de medios de comunicación que constituía un estrecho embudo por cuyo filtro tenía que pasar la realidad para llegar a conocimiento de la ciudadanía. Lo que no se publicaba, no existía. Este peaje de obligado paso otorgaba a los medios un poder inmenso.
Su supuesta independencia del poder político nunca pasó de ser una entelequia, pues jamás jugaron el papel de «cuarto poder» independiente, sino que se fusionaron con la política de forma incestuosa: unos defendían a un partido y, otros, al otro; a la oposición y al poder, alternativamente. A pesar de mencionar constantemente la ética, ante las órdenes sus ampulosos códigos deontológicos eran papel mojado. Así, exaltaban las virtudes del partido afín y negaban las del contrario, mientras que lo opuesto ocurría con sus defectos y tropelías, que en un caso eran un desliz sin importancia y en el otro un escándalo mayúsculo. A pesar de sus evidentes sesgos, su carácter de oligopolio convirtió al sector en un gran negocio durante el s. XX. Sin embargo, la tecnología lo cambió todo.
En efecto, internet devastó el modelo de negocio de los medios tradicionales, que se enfrentaron a una competencia imprevista de medios digitales y a una desafección de sus usuarios, liberados de toda atadura. Repentinamente, el peaje por el que los ciudadanos tenían que pasar para conocer la realidad ―y por el que las empresas tenían que pasar para anunciarse― fue puenteado por el acceso directo a fuentes primarias y por las posibilidades de publicidad alternativa que ofrecía la red. Los medios dejaron de ser imprescindibles. Como consecuencia de ello, sufrieron un irrecuperable deterioro económico y un ajuste masivo de plantillas, lo que condujo a una disminución de su nivel profesional (fruto de un enorme desequilibrio entre oferta y demanda de periodistas). En paralelo a esta enorme destrucción de valor, su poder se convirtió en una sombra de lo que había sido, aunque la arrogancia con la que estaban acostumbrados a actuar continuara por inercia.
Para el globalismo, este movimiento tectónico supuso una noticia ambivalente. Por un lado, siempre había preferido lidiar con pocos actores, más fáciles de controlar cuanto menor fuera su número (¿por qué creen que, en su objetivo de controlar la producción alimentaria, ha declarado la guerra a los pequeños agricultores y ganaderos independientes en favor de grandes corporaciones?). Por otro lado, aunque la multiplicación de actores dificultara su control, la mayor vulnerabilidad financiera de los medios tradicionales aumentaba su dependencia de fuentes de financiación externas, públicas o privadas, frecuentemente opacas, y por tanto su sumisión a quienes las proveyeran.
Sin embargo, la mejor noticia para el globalismo fue que internet fue pronto controlado por un número muy reducido de jugadores. El mercado de motores de búsqueda se convirtió prácticamente en un monopolio en manos de Google (90% de cuota de mercado mundial), y las redes sociales se convirtieron en un oligopolio de dos: Meta y X (antes, Twitter). El globalismo no necesitaba más que controlar a tres actores.
En cuanto a Google, los algoritmos del buscador favorecían unas noticias frente a otras y primaban a los fact-checkers, chiringuitos ideados y muchos de ellos financiados por el globalismo con la misión de desacreditar toda información hostil, es decir, una policía del pensamiento o, si lo prefieren, una especie de Gestapo de internet.
En cuanto a las redes sociales, la herramienta elegida fue la censura de toda noticia políticamente incorrecta llegando al extremo de querer influir en las elecciones norteamericanas del 2020 al eliminar, de forma alucinante, la cuenta del presidente en ejercicio. Cualquier noticia que cuestionara los tabúes del globalismo, como la consigna climática o el relato oficial del covid ―por muy respetable, rigurosa, objetiva o científica que fuera―, era inmediatamente eliminada.
A esta escandalosa normalización de la censura en redes se unió la censura en los medios tradicionales (que yo mismo sufrí[1]) y, sobre todo, la generalización de la autocensura de la corrección política, una eficaz herramienta de control cuya sombra cubre incluso conversaciones privadas, como ocurría en la Unión Soviética (a la que cada vez se parece más la UE). Todo ello ha constituido un ataque concertado contra la libertad que no se vivía desde los sistemas totalitarios del s. XX y contribuye a vaciar de contenido las democracias para transformarlas en tiranías encubiertas que guardan las apariencias mediante una ficción: el ritual inconsecuente de depositar cada cuatro años un voto perfectamente inútil.
Musk compra Twitter y lo cambia todo
En definitiva, todo parecía ir viento en popa para el globalismo, pero ocurrió lo imprevisto: el hombre más rico del mundo, Elon Musk, se negó a pasarse al Lado Oscuro y compró Twitter, devolviendo la voz a millones de ciudadanos anónimos previamente silenciados por la censura. Repentinamente, el escenario cambió, y su primera consecuencia relevante ha sido la victoria de Trump, que este blog supo predecir[2]. Como una carga de profundidad, tras las elecciones de EEUU Musk tuiteó a los usuarios de su red social: «Ahora los medios de comunicación sois vosotros».
En este sentido, la victoria de Trump ha supuesto una derrota de los medios tradicionales, casi unánimemente contrarios a su candidatura, los cuales se han quedado boquiabiertos al descubrir que la población ya no les obedece. Sin embargo, no deberían sorprenderse. Compararon a Trump con Hitler[3], y el primer mandatario internacional en felicitarle ha sido un judío, el primer ministro de Israel. Le acusaron de racismo, pero ha nombrado a un hispano como secretario de Estado por primera vez en la historia. También le acusaron de misoginia, pero el director de Inteligencia Nacional y el jefe de Gabinete de la Casa Blanca serán, también por primera vez en la historia, mujeres. Y para qué mencionar el tratamiento informativo de su primer atentado, que pasó de la negación inicial (utilizando expresiones como «incidente» o «tiroteo» en vez de «atentado») al enterramiento de la noticia en pocos días.
La merecida pérdida de credibilidad de los medios
La compra de Twitter por parte de Musk desató todas las alarmas en Davos, que, en su última reunión y con su cinismo habitual, declaró que la «desinformación» era una las mayores amenazas a la que se enfrentaba el mundo[4]. Naturalmente, dicha amenaza parecía no ser tan grave cuando Twitter estaba sólidamente en manos globalistas, puesto que para ellos «desinformación» es un eufemismo para designar toda aquella información que contradiga sus intereses.
Un Twitter libre ha puesto de manifiesto el enorme nivel de mentira que impregna la inmensa mayoría de la información publicada. Antes, los medios podían tergiversar o silenciar la realidad. Ahora, un solo ciudadano con un móvil puede informar al mundo de lo que ocurre. Esta desintermediación supone un cambio formidable. Por tanto, la mentira es el primer factor que explica la pérdida de credibilidad de los medios.
En segundo lugar, resulta cada vez más obvio ―particularmente en España―, el bajo nivel de formación de los periodistas, que adolecen de un gran déficit cultural, de una ignorancia extrema sobre la mayoría de temas que tocan y de un sorprendente analfabetismo numeral: como dirían ellos, 12 de cada 10 no saben interpretar un dato o un porcentaje.
En tercer lugar, el gremio tiene un serio problema de sectarismo: la inmensa mayoría de periodistas es de izquierdas, y la mayoría de quienes creen no serlo no superarían un interrogatorio con pentotal sódico. Para que se hagan una idea, en EEUU sólo el 3% de los periodistas se identifica como republicano[5]. Imaginen cuál será el resultado en España, lo que significa que la objetividad sencillamente no existe, sino que es sustituida por un enfoque preconcebido de la historia y por una preselección interesada de las fuentes (cuando las hay)[6].
En cuarto lugar, la información se ha convertido en un mal negocio de un grupo de desesperados que compite por su supervivencia, como en los Juegos del Hambre. Siguiendo la pauta de La Era de la Propaganda («si usted no tiene nada que decirles, distráigales»), la información ha dado paso al entretenimiento más banal, a un espectáculo sensacionalista cada vez más chabacano y sórdido que en vez de dignificar al hombre lo deshumaniza, pues el mal y la mentira suelen ir acompañados de la fealdad.
Finalmente, la ética brilla por su ausencia en un gremio que, paradójicamente, no para de mencionarla. Hay que reconocer que el sistema de incentivos no ayuda: la dependencia económica de sus anunciantes —aprovechado por las administraciones públicas para poner sordina a la crítica y por los directivos de ciertas empresas para convertirse en intocables—, las afinidades ideológicas o la enorme susceptibilidad del periodista a ser sobornado por el poder —una confidencia, un café con el poderoso o un plato de lentejas bastan—, se convierten en obstáculos para informar con honestidad.
Naturalmente, conozco unos pocos periodistas que son claras excepciones a estas reglas, pero son tan pocos que incluir la habitual expresión «con las debidas excepciones» resultaría exagerado. Ellos estarían de acuerdo con la generalización que hago.
La combinación de estos síntomas de decadencia, acelerada por el cataclismo que ha producido internet y la eliminación de la censura en Twitter, ha producido una brecha enorme entre la percepción que tiene el público de los medios y la ilusoria percepción que éstos tienen de sí mismos: en EEUU, el 70% de la población desconfía de los medios[7], cifra sólo un poco superior a la que se da en España[8]. El emperador está desnudo, y lo único que le mantiene a flote es un determinado segmento demográfico formado por una generación que conoció otro periodismo más fiable o que sencillamente fue educada en confiar en la única fuente de información entonces disponible. Para muchos medios, por tanto, el tiempo se ha convertido en una cuenta atrás.
Davos y el control de la información
El control de la información es un elemento clave para el globalismo como lo fue para los sistemas totalitarios del s. XX, pues, por muy opresivo que sea el sistema político, la permanencia en el poder depende de cierto grado de aquiescencia de la población. Así como las dictaduras comunistas la controlaron de modo insidioso, ocultando astutamente sus verdaderas intenciones (bajo sus actuales disfraces, el marxismo cultural aún lo hace), la dictadura nacionalsocialista de Hitler lo hizo de modo menos pudoroso. En efecto, su máximo órgano censor se denominó abiertamente Ministerio de Propaganda, aunque Goebbels había sugerido llamarlo Ministerio de Cultura. Tras controlar con mano férrea todo lo que se publicaba, el propio Goebbels escribió en su diario: «Cualquiera que aún mantenga un vestigio de honor se cuidará mucho de no convertirse en periodista».[9] Me pregunto si la máxima vuelve a ser aplicable hoy.
Como hemos visto anteriormente, la reacción de Davos al cambio de propiedad de Twitter ha sido señalar a la libertad de expresión (que ellos denominan «desinformación») como enemigo público número uno. Para que se hagan una idea de la importancia que le dan a este hecho, una organización británica ligada al laborismo, que ayudó activamente a la campaña de Kamala Harris, consideraba su primer objetivo «acabar con el Twitter de Musk» (sic)[10].
En este sentido, el laboratorio por excelencia del globalismo, la UE, fue pionera del ataque a la libertad de expresión al aprobar en diciembre del 2020 la controvertida Ley de Servicios Digitales con el objeto escasamente disimulado de controlar la información que se publicaba en redes. No es casualidad que su aprobación coincidiera con el experimento totalitario del covid, puesto que su función inicial era evitar que surgieran relatos contrarios a la falsa consigna oficial. Recuerden que las principales fuentes de desinformación durante la pandemia fueron precisamente la propia UE, los políticos y los medios, que transmitieron a la población un Himalaya de falsedades a cada cual más grotesca, no en balde la señal indeleble del globalismo es la mentira.
La alianza entre periodismo y globalismo
Pues bien, recientemente ha sido la OCDE la que ha marcado la agenda de supresión de la libertad de expresión con un farragoso documento denominado «Facts not Fakes», un verdadero ejemplo de «neolengua» al más típico estilo 1984[11] en el que resulta elocuente que el concepto de «verdad» brille por su ausencia. En él, la organización actúa en su papel soterrado de think tank del globalismo para proponer medidas que hagan frente a la amenaza que para ellos plantea la «desinformación». El texto acusa a las plataformas online de facilitar la proliferación de información engañosa, polarizadora y falsa (como si la banda de Davos, los políticos o los medios tradicionales no lo hicieran) y propone sostener financieramente a aquellos medios «que cumplan determinados criterios» y contribuyan a alcanzar objetivos «democráticos». Asimismo, propone la creación de oficinas y unidades de control para reforzar «la integridad de la información» y actuar conjuntamente para lograr una «coordinación regulatoria internacional». Aplica un doble rasero: mientras las redes deben ser férreamente controladas y reguladas, a los medios tradicionales se les permitirá «autorregularse». También sugiere proteger a los periodistas por encima de cualquier otro ciudadano para intimidar a quienes les «ataquen», aunque sea virtualmente. Me pregunto si una crítica será suficiente para desencadenar la persecución.
Lo relevante del asunto no es que la OCDE proponga cercenar la libertad de expresión, sino que los periodistas lo apoyen. En efecto, el secretario general de la Federación Europea de Periodistas (¿otro brazo del globalismo?) ha aplaudido dicho documento en un discurso reciente[12]. Dicha Federación afirma representar a casi 300.000 periodistas europeos y ha sido una de las pocas organizaciones que ha decidido abandonar Twitter (junto con The Guardian o La Vanguardia), un movimiento que no parece haber ganado excesiva tracción. En dicho discurso, tras tildar a Musk, cómo no, de «extrema derecha» (sólo un periodista de extrema izquierda ―perdonen la tautología― puede sostener semejante memez) insta a los gobiernos e instituciones intergubernamentales a actuar para «desarmar a los desinformadores», alabando a la UE por su liberticida Ley de Servicios Digitales («va por buen camino», afirma condescendiente). Finalmente, muestra su acuerdo con la OCDE en fomentar una lucha integrada de todos los «actores virtuosos», los primeros de los cuales son, según él, «los periodistas y medios de comunicación». Me pregunto quiénes seremos los ciudadanos catalogados como «no virtuosos», pero sé que de ahí a crear un sistema de crédito social como en China sólo hay un paso. Por último, aboga por fomentar sólo la difusión de «información verificada», supongo que por verificadores oficiales o fact-checkers designados desde Davos.
La muerte de este periodismo decadente puede dar lugar al resurgimiento de otro periodismo que sencillamente defienda la verdad, sin la que no puede haber libertad. La pregunta es: ¿encontrará lectores ese periodismo riguroso y veraz? Dicho de otro modo: ¿podemos separar la decadencia moral del periodismo de la decadencia moral de nuestra sociedad?
[5] Survey of journalists, conducted by researchers at the Newhouse School, provides insights into the state of journalism today | Newhouse School at Syracuse University
[6] Ver La Muerte del periodismo, de Teodoro León Gross, Ed. Deusto, 2024.
sábado, 21 de diciembre de 2024
Pues hablaremos de Franco
Muchas veces pienso cuál es el mayor daño que Zapatero, Rajoy y Sánchez —los considero la misma línea temporal y argumental—, han hecho a España. Descuento, por supuesto, la corrupción, que ha sido y será muchísima. Es más, aunque no lo creamos, nunca se llega a conocer toda la porquería que habita debajo de las moquetas de los despachos. Pienso en el día que se levanten las alfombras de las instituciones vascas y me pongo a estornudar que no hay antihistamínico en este mundo capaz de aliviarme. Me veo en urgencias pinchándome urbason. Cualquier lugar pequeño donde un mismo partido haya gobernado mucho tiempo es nido de ácaros como elefantes.
Yo hablo de males irreparables. De esas leyes concebidas para cumplir con el deseo de Alfonso Guerra —ahora, El Güeno— de que no reconozca a España ni la madre que la parió. De los asaltos a las instituciones, los indultos, la amnistías y todos los horrores incontables. Arfonzo, se ha cumplido, enhorabuena. Pero yo siempre he creído que la peor, la más letal, la más profunda en su capacidad de destruir la sociedad española desde sus cimientos es la ley de memoria histórica, democrática o lo que sea eso.
No hay nada más doloroso que la guerra fratricida. No existe en el mundo nada que saque lo peor del hombre que una guerra civil, aquella que llevó a delatar al vecino porque le tenías envidia, porque te quitó una novia o por un antiguo contencioso por una finca. Cualquier juego con este asunto demuestra un nivel de miseria moral difícil de encontrar entre personas normales. Si nuestros abuelos estuvieran vivos, cogerían a más de uno por las solapas, empezando por el siniestro Sánchez, y le dirían algo así como «qué cojones estás haciendo, gilipollas, asómate a esa fosa». Politicuchos de medio pelo utilizando el peor de los dramas, el mayor de los dolores para confrontar de nuevo a los españoles y ganar elecciones.
¿Qué pretende Sánchez con los más de 100 actos previstos sobre Franco para el año que viene? ¿Hacer justicia a alguien? No, hombre, no. En el annus horribilis judicial que le espera, en el que él, su mujer y su entorno inmediato puede ir a la cárcel, se va a montar un parque temático franquista tras el que esconderse y parapetarse del trabajo que vayan a hacer los jueces. Que descuiden en Ferraz que ya les hago yo el argumentario en dos líneas: «La judicatura fachosférica nos ataca y nos montan un lawfare de esos de manual porque nosotros le decimos la verdad al pueblo sobre Franco y ellos son franquistas no, lo siguiente». Todo esto dicho por Marisú Montero queda mucho más contundente. Aplausos e indignación entre el público. «Y si usted no piensa así es que es usted un franquista también». Puede sonarle muy burdo, pero esto entre mucha gente funciona así. Maniqueísmo puro y duro.
Ya lo dijo el otro día Diana Morant, recién bajada del Mayflower a juzgar por su vestimenta, que estamos los que nos llamamos del bando vencedor —se ha debido quedar en el Plymouth de 1621— y los del bando demócrata que son ellos, la pureza. El PSOE jamás, jamás, ha soportado que exista una oposición. Recuerden, amigos míos, que el rottweiler ya se lo sacó Felipe González —tan añorado por Feijóo, el 99,99999999999% del PP y la llamada prensa de centroderecha— a Aznar en unas elecciones. Hablaba antes de Guerra, pues estos dos, Felipe y Alfonso han votado a este PSOE hasta las últimas elecciones. La manía del centro derecha, o lo que sea ello, de exaltar a quien los desprecia como deporte nacional —o estatal, si prefieren—.
De lo que se trata, y va a peor, es de llevarnos al límite. Nuestros padres y abuelos, los normales, nos enseñaron que la guerra fue un horror y un espanto y que se debía olvidar. Una cosa es conocerla desde un punto de vista histórico, en plena libertad, y otra es guardar viejos rencores y que los tataranietos —ojo, que ya hablamos de tataranietos— mediatizados por una enseñanza sectaria, mentirosa y televisada vayan a vengar a sus tatarabuelos. ¿Estamos locos o qué? ¿Nadie les va a decir que se están sirviendo de ellos para que un patán sinvergüenza con su mujer y una trama interminable se vaya de rositas tras destrozar un país? Pues tendremos que decirlo nosotros.
Yo abogo por que cada uno piense lo que le dé la gana sobre Franco, que lea lo que quiera, que no haya censura, que haya debate de todo tipo, ¿qué tipo de democracia dicta el pensamiento de cada persona? ¿Pero qué broma es esta? Y si quieren que hablemos de Franco porque han declarado el año 2025 su año, pues hablaremos de Franco, y de la malhadada II República, y de las matanzas de religiosos, porque o hablamos todos en busca de la verdad o cerramos el chiringuito, pero esto de que unos nos callamos y ellos establecen la dictadura de pensamiento a estas alturas, pues miren, no.
Carmen Álvarez Vela
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM.
En la batalla cultural.
Española por la gracia de Dios.
Muere el historiador Luis Suárez, gran defensor de la Iglesia y España contra la Leyenda Negra
El domingo pasado, 15 de diciembre de 2024. falleció a los 100 años de edad el historiador y académico Luis Suárez Fernández (1924-2024), asturiano de Gijón, uno de los más ilustres investigadores de la Historia de España, en particular en la Baja Edad Media y el reinado de los Reyes Católicos.
Doctorado en Historia en 1947 por la Universidad de Madrid, fue catedrático en la Universidad de Valladolid, donde fue rector durante varios años (1965-1972) y de la Universidad Autónoma de Madrid hasta su jubilación, siempre en el ámbito de la Historia Medieval.
Doctor Honoris causa por la Universidad de Lisboa, el 23 de enero de 1994 ingresó en la Real Academia de la Historia con un discurso titulado Monarquía hispana y revolución Trastámara. También era miembro de la Academia de Buenas Letras de Barcelona. Dirigió la Escuela de Historia y Arqueología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Roma. Entre 1972 y 1974 fue director general de Universidades e Investigación.

Algunas de las obras de Luis Suárez publicadas por la editorial Rialp.
En 2001 recibió el Premio Nacional de Historia por su trabajo Isabel I, Reina. Era uno de los grandes conocedores de la vida y el reinado de Isabel la Católica. Lejos de limitarse a la investigación académica, utilizó su amplio saber para ilustrar la verdad histórica de la Iglesia y de España frente a la Leyenda Negra, la identidad católica de España y el alcance de su misión evangelizadora.

Alguna de las obras de Luis Suárez publicadas por editorial Ariel.
También es autor de la obra Franco. Crónica de un tiempo (Actas), la obra más extensa y completa publicada sobre ese periodo.
"La leyenda [negra]", escribió Luis Suárez, "se gestó de una manera especial en el siglo XVII como vehículo de propaganda en un momento en que Europa se debatía en medio de un conflicto cuyas raíces se hallaban en lo más hondo del pensamiento, ya que se trataba de demostrar que España, parte de la Casa de Habsburgo, no tenía razón. Y las cosas fueron tan lejos que en la Enciclopedia, en el artículo referido a España, parecía llegarse a la conclusión de que Europa hubiera sido más feliz en el caso de que España no hubiera existido. Ésta es la causa, y no otra, de que el Gobierno español tuviera que poner el veto sobre esta magna obra".
Frente a la leyenda negra u otras falsedades o mitologías históricas, sostenía el historiador y académico, "no se trata únicamente de deshacer calumnias ni de reiterar errores; la tarea de un historiador consiste en exponer las cosas exactamente como fueron. Pero uno de los defectos de las últimas generaciones consiste sobre todo en reincidir en esas tendencias suplantando la verdad por el error en la manera que a las ideologías políticas conviene".
jueves, 19 de diciembre de 2024
El legado del régimen del General Franco
En 1975, cuando murió Franco, Corea del Sur era un país extremadamente pobre y poseía una población similar a la española. España estaba considerada la 8ª economía del mundo; hoy en pleno siglo XXI, con democracia, los coreanos nos han superado con creces.

Ya que el Presidente del Gobierno de España, coincidiendo con el quincuagésimo aniversario de la muerte del General Francisco Franco Bahamonde pretende que el año 2025 esté plagado especialmente de actos, cientos, miles de eventos hasta el hartazgo, no precisamente para exaltar su figura y su legado, sino para dejar constancia de su «antifranquismo sobrevenido» (cuando murió Francisco Franco, Pedro Sánchez apenas tenía tres añitos), y el de su partido, el PSOE, pese a que durante el régimen del General sus miembros no opusieron resistencia de clase alguna, pues quienes no se exiliaron tras la guerra civil se acabaron integrando incluso en el Sindicato Vertical y el Movimiento… pues, eso que vamos a dejar a continuación algunas «pinceladas» para refrescar la memoria a quienes han sido adoctrinados durante las últimas décadas y de quienes han sido manipulados como resultado de la campaña de «damnatio memoriae» emprendida contra el régimen anterior a la llamada «transición»…
No está de más resaltar en estos momentos de «desmemoria democrática» que, por más que algunos tratan de que no se sepa, el actual régimen “de libertades”, el “estado social y democrático de derecho”, la Constitución que “nos dimos” todas y todos”, no provienen de eso que llaman “modélica transición de la dictadura a la democracia”, política de consenso, reconciliación nacional”, libertad sin ira”, etc. Por el contrario, todo ello fue gestado y diseñado con anterioridad, en vida del General Francisco Franco; aunque fue adornado de constitucionalidad en 1978 por unas Cortes Generales que no poseían legitimidad para abordar tal trabajo.
Franco dejó todo “atado y bien atado”, consiguió encontrar una salida airosa a su régimen, que con toda una serie de “arreglos” derivaría hacia la legitimación de la monarquía parlamentaria. No se olvide que la decisión de que tras su muerte su régimen se transformara en una monarquía, ya había sido tomada por Franco nada menos que en 1946 con la Ley de Sucesión, aprobada en referéndum.
El general Franco tenía el pleno convencimiento de que la nueva sociedad que su régimen había creado, soportaría sin traumas una transición controlada. “El Caudillo” contaba como aliado con las clases medias, que ya por entonces (al final del régimen) eran mayoría en la sociedad española, amplia mayoría que gozaba de una situación bastante acomodada, bienestar al que no iban a renunciar de ningún modo… Justamente eso es lo que buscaba el General Miguel Primo de Rivera en los años veinte del siglo pasado: ampliar las clases medias y conseguir un país más estable. Pero no lo logró, a pesar de sus indudables avances económico-sociales. No tuvo tiempo suficiente y una “ideología” en la que basarse…
El verdadero protagonista de la llamada transición fue esa clase media y no el Rey Juan Carlos, ni Adolfo Suárez, los cuales supieron sacar buen provecho del “franquismo sociológico”.
Sin más preámbulos, pasemos al legado del General Franco:
Francisco Franco fue un héroe para España, no sólo derrotó al comunismo, también nos salvó de la segunda guerra mundial, desbarató el maquis y el aislamiento impuesto injustamente a España, e incluso se reconcilió con los españoles.
Después de tres terribles años de Guerra Civil Española, España estaba absolutamente destrozada. Cualquiera que hubiera tomado las riendas de nuestro país en aquellos años se hubiera encontrado con un erial enorme, un lugar del que poco o nada era aprovechable.
Tras la guerra, en España sólo existían hambre, miseria, escasez y estraperlo. La situación perduró hasta bien avanzados los años 50 del siglo pasado.
Aquellos gobiernos, integrados por falangistas con sueños imperiales y deseosos de hacer su «revolución social», pusieron en marcha múltiples cosas, entre otras cuestiones reorganizaron la Seguridad Social, crearon el Auxilio Social, etc. pero no lograron modernizar España. La situación impedía crear riqueza, sólo permitía el reparto de la pobreza.
El aislamiento y el bloqueo que España sufrió durante lustros se debió al hecho de haber apostado por el caballo perdedor de la segunda guerra mundial… Todo ello comenzó a suavizarse a partir de los llamados «Pactos de Madrid de 1953» con los EEUU y se oficializó definitivamente, una raíz de la visita a España del presidente norteamericano Eisenhower en 1959; Hasta entonces, a nuestro país sólo le era posible vivir en un régimen autárquico, que impedía crear riqueza y equipararnos al resto de Europa, la Europa que tras la guerra fue beneficiada por el Plan Marshall.

El Plan Marshall fue un programa estadounidense dedicado a la reconversión económica de Europa durante los inicios de la Guerra Fría. El Plan Marshall fue un programa impulsado por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial para ayudar a los países europeos a recuperarse de la destrucción provocada por el conflicto.
A partir del momento en que España comienza a tener relaciones con EEUU y el bloqueo disminuye, hasta desaparecer, el General Franco optó por dar un giro a sus gobiernos. En los años 60, eligió a miembros del Opus Dei, versados en macroeconomía y alejados de los delirios social-revolucionarios de los falangistas. Los llamados «tecnócratas» idearon una serie de planes de desarrollo, según algunos estudiosos calcados de los planos quinquenales de la Unión Soviética, y muy cercanos a la planificación socialista; planes intervencionistas, pero dentro de una cierta economía de mercado libre.
¿Qué habría sucedido si, en lugar de ganar el «bando nacional», se hubiera producido una victoria del «bando republicano? Los años de la posguerra habrían sido igualmente tiempos de miseria, de pobreza, de precariedad, pero con un gobierno totalitario y liberticida, de izquierdas, similar a las «repúblicas populares» centroeuropeas o balcánicas existentes hasta 1989.
España seguía teniendo un sistema económico destruido, precario, de ahí que, todavía, fuera necesaria una economía planificada. Las políticas del régimen del general Franco funcionaron y pusieron las bases para que se produjeran riqueza, empleo, prosperidad, crecimiento…
Con un enorme esfuerzo de la población española y tras los Planes de Desarrollo, cuando muere el General Franco -en 1975- España estaba en el grupo de las diez economías más importantes del Mundo. España consiguió salir de una situación catastrófica y, sin duda, se puede hablar de MILAGRO ECONÓMICO ESPAÑOL. Todo ello no hubiera sucedido, aparte del gran esfuerzo de los españoles, si el régimen de Franco no hubiera dotado a España de una enorme red de infraestructuras, de instalaciones, de equipamientos, de los que antes carecía: pantanos, comunicaciones, industria, reforma. agraria, administración pública, sanidad, seguridad social, sistema de enseñanza, etc. Y, negarlo es de necios.
Entonces, en aproximadamente quince años, se produjo un desarrollo sólo comparable al que se ha producido en China desde 1990 a 2010 con crecimientos anuales del Producto Interior Bruto en torno al 8%.

Por el contrario, en los últimos 50 años, España ha crecido muy por debajo de su potencial, menos del 1,5% de los medios.
El éxito del «milagro económico español» se basó esencialmente en la elección de buenos gestores, a los que se dejó hacer.
No está de más destacar que, en el año 1975, cuando murió el General Franco, Corea del Sur era un país extremadamente pobre y poseía una población similar a la española. España estaba considerada la 8ª economía del mundo; Hoy en pleno siglo XXI, con democracia, los coreanos nos han superado con creces.
Ante la avalancha de mentiras y manipulaciones del Gobierno social-comunista del nuevo Frente Popular, con el silencio -cuando no apoyo- cómplice de la derecha boba, es imprescindible explicar y resaltar, con hechos y cifras cuál fue el equilibrio económico y social de los 40 años del régimen político, de los gobiernos del General Franco; y compararlo luego con el balance económico y social de los 50 años transcurridos desde su muerte, desde de la Transición, el balance del régimen oligárquico y caciquil -pese a que lo llamen democracia-, un régimen político con un sistema electoral disparatado que, propicia la burocracia estatal más ineficiente (pues no usa bien los medios de los que dispone), ineficaz (pues no cumple los objetivos que supuestamente pretenden) y el más despilfarrador de los países de nuestro entorno.
Tampoco está de más recordar que, fue el Frente Popular el que llevó a España a la guerra incumpliendo (después de cometer fraude electoral en febrero de 1936) la Constitución y las leyes, para aplastar a la mitad de los españoles que no eran de su misma opinión.
Inevitablemente, surge una pregunta: ¿Qué habría sucedido si, en lugar de ganar el «bando nacional», se hubiera producido una victoria del «bando republicano?
Como ya se ha indicado más arriba, los años de la posguerra habrían sido igualmente tiempos de miseria, de pobreza, de precariedad, pero con un gobierno totalitario y liberticida, de izquierdas, casi con toda seguridad abiertamente comunista, España se habría convertido en un estado similar a las «repúblicas populares» centroeuropeas o balcánicas existentes hasta 1989.
Afortunadamente, eso no sucedió. Los mejores economistas españoles —desde Fuentes Quintana hasta Juan Velarde— han estudiado y documentado perfectamente el proceso, desde el desastre económico de la República desde su momento cero a los años de penuria de la posguerra, el bloqueo internacional, el Plan de Estabilización y los años de crecimiento fulgurante hasta 1975.
Y, entonces murió el General Franco y vino un tremendo desastre, “desastre sin paliativos”, como lo denominaría el Rey Juan Carlos, de nombre Adolfo Suárez, un mediocre sin el menor sentido de Estado y sin los conocimientos suficientes para gobernar España. En apenas dos años, Adolfo Suárez situó a España al borde de la ruina,…
Afortunadamente, el profesor y economista Fuentes Quintana (que ya había participado en 1959 junto con otros economistas del régimen del General Franco en el Plan de Estabilización Nacional), elaboró un plan económico de emergencia —Pactos de la Moncloa— que nos salvó ‘in extremis ‘.
Acabó dimitiendo al cabo de un año, por discrepancias con otros ministros de Adolfo Suárez, aunque le dio tiempo a proyectar la reforma fiscal que rompió con el anterior sistema impositivo que, permitió acercarnos a las formas de tributación de Europa. Enrique Fuentes Quintana se marchó profundamente decepcionado, manifestando que “a estos tíos [la oligarquía política] no les importa España, no están por las reformas, ni por la eficiencia que ni saben qué es; solo les importan la relevancia social, los pelotazos, el saqueo de la nación con las comunidades autónomas y los monopolios, y enchufar a cientos de millas de familiares y amigos tan ignorantes y venales como ellos. Con ellos, jamás volveremos a alcanzar crecimientos como los de los últimos 30 años”.
Su análisis fue profético. Durante los siguientes 50 años, España ha crecido muy por debajo de su potencial, menos del 1,5% de media, frente al 6,6% de entre 1950 y 1975. Sin embargo, los españoles (profundamente infantilizados y embrutecidos), no son conscientes, aunque más pronto que tarde acabarán dándose cuenta, cuando el Banco Central Europeo deje de comprar deuda y estalle la gigantesca burbuja acumulada para financiar el estado de las autonomías y la gigantesca. burocracia estatal creada desde la muerte de Franco.

En 1975, España e Irlanda poseían la misma renta per cápita; hoy, la renta per cápita de España es la mitad de la de Irlanda.
España camina hacia un gigantesco desastre económico, político y social. España tiene hoy la distribución de la renta más injusta de toda la UE. En 1950, la clase media era en España alrededor del 35% de la población, en 1975 la cifra había subido al 56%, la más alta de toda nuestra historia. Pero en 2016 la clase media había descendido al 43%. En línea con ello, la clase baja y la pobreza pasaron del 65% en 1950 al 39% en 1975 —la cifra más baja de toda nuestra historia— y en 2016 la clase baja, y por tanto la pobreza, subieron hasta el 54% .
Sí, en 1975 España no era una «república popular-democrática» (como las de Europa del Este), empobrecida y hambrienta, sino un auténtico milagro, y esto resulta esencial. Lo logrado por España hasta la muerte del General Franco, es el claro ejemplo de lo que un país puede conseguir cuando está bien gobernado. En solo 25 años, nuestra nación experimentó el mayor crecimiento económico y social en cuatro siglos. De un país básicamente subdesarrollado pasó a tener el décimo PIB mundial, hoy el decimoquinto. De una renta per cápita en 1950 equivalente al 45% de la de los nueve países centrales de Europa que, en 1975 constituían la Comunidad Económica Europea, al 83%, el mayor grado de convergencia con la Europa rica jamás alcanzado desde el siglo XVI. hoy en torno al 70%. De una industria que en 1950 representaba el 12% del PIB, al 36% en 1975, y hoy hundida al 15% con una estructura productiva tercermundista de enchufados públicos, especuladores y camareros.
Con solo 700.000 empleados públicos formados y capaces, España funcionaba perfectamente, pero 50 años después, no sabemos cuántos hay, aunque los que dicen estar bien informados, hablan de quienes reciben salarios del estado, son aproximadamente tres millones y medio, 3.500.000 .
Pero no sólo fue la economía. La Administración española era en 1975 una de las más eficientes de Europa, gracias a los grandes cuerpos del Estado, abogados, ingenieros o economistas, y un riguroso sistema de oposiciones a todos los niveles. Con solo 700.000 empleados públicos formados y capaces, España funcionaba perfectamente, pero 50 años después ni siquiera sabemos cuántos empleados públicos hay: 3,5 millones según la Agencia Tributaria, la cifra más exacta por razones obvias. De todos ellos, solo un millón ha conseguido la plaza a través de “oposiciones limpias y transparentes”, el resto son enchufados sin preparación. Un puro desastre.
España posee hoy la Administración pública más ineficiente, ineficaz y más cara de la Unión Europea. Sus salarios medios son de 36.600 euros al año frente a los 26.259 del sector privado. Esto no ocurre en ningún país europeo, excepto en Luxemburgo.
Pero si en lo económico y en la eficacia de la gestión se degrada todo lo llevado a cabo, hasta la desaparición del régimen de Franco, que ahora es llamado de manera despectiva ‘desarrollismo’, olvidando que en España se produjo un crecimiento del 7, 5% anual acumulativo durante 15 años, o ‘tecnocracia’ al conocimiento y la excelencia en la gestión pública, frente a la ignorancia y la incompetencia actuales, en lo social el engaño alcanza proporciones inimaginables:
El gobierno social-comunista de Pedro Sánchez, y sus secuaces, afirman que la Seguridad Social la creó un tal Felipe González Marques, mientras, a cientos de millas de viviendas sociales para la clase obrera se les arrancan las chapas para ocultar su origen… realmente increíble. Sería extensísimo citar todo lo creado por el régimen del General Franco, pero, ahí va un pequeño resumen:

En 1975 España era la 2ª potencia mundial en el sector servicios.
En 1975 España tenía la 2ª flota pesquera del mundo y faenaba en los principales caladeros del globo.
En 1975 España era el tercer productor mundial en astilleros.
En 1975 España era la 9ª potencia industrial en el mundo.
En 1975 La industria representaba el 36% del PBI. Ahora no llega al 15%.
En 1975 la Tasa de paro era del 3,7%, ahora el número de desempleados son más del 20% de los españoles en edad de trabajar.
En 1975 en España existían 21 universidades laborales y numerosas escuelas laborales. Ahora: cero.
En 1975 había en España tres niveles de ayuda a familias numerosas. El Estado protegía a las familias numerosas.
En 1975 los españoles disfrutaban de un mes o 30 días naturales de vacaciones retribuidas al año.
En 1975: Paga extra de Navidad y 18 de Julio.
En 1975: dos medias pagas extras por beneficio de empresa.
En 1975: pagos extras mensuales por quinquenios o trienios.
En 1975: Retorno gratuito o casi gratuito en medios de transporte público urbano en billetes expedidos antes de las 9 AM.
En 1975: Todos los bienes privados eran inembargables. Artículo 32 Fuero de los Españoles.

En 1975: El trabajo tenía prioridad sobre cualquier aspecto. No se podía molestar u obstruir a personas en el ejercicio de su trabajo.
En 1975: El Impuesto de Tráfico de Empresa (ITE, IVA actual) era del 2%, ahora es el 21%.
En 1975: la presión fiscal era el 18,4%. En la actualidad es superior al 30%.
En 1975: la apertura de pequeños negocios apenas implicaba obligaciones, o permisos legales más allá de la higiene y seguridad.
En 1975: Estaba prohibido interrumpir por impago, el suministro de agua, electricidad o carbón en los hogares de los españoles.
En 1975: Los españoles tenían derecho a recibir una pensión a partir de 2 años cotizando a la Seguridad Social, ahora a partir de 35 años. Durante el régimen de Franco se llevó a cabo la creación de la pensión de jubilación, y también de la de viudedad. Y se desarrolló la edad obligatoria de jubilación.
En 1975: los salarios eran netos, exentos de retenciones y pago de impuestos.
En 1975: La jornada laboral estaba sujeta rigurosamente a 8 horas, permitiendo horas extras en casos de emergencias y previa negociación de precios.
En 1975: el salario mínimo en España era el 90% del salario mínimo europeo. Ahora es el 45%.
En 1975: en 40 años hubo 3 casos de corrupción: Sofico, Matesa y Redondela. En los años democráticos ya se perdió la cuenta.
En 1975: el bajo nivel de delincuencia ofrecía alta seguridad en poblaciones (en la mayoría de España, era frecuente que la gente dejara la puerta abierta y simplemente colgara una cortina).
En 1975: no había empresas de seguridad privada.
En 1975: La entrega de Viviendas de Protección Oficial era rigurosamente selectiva.
En 1975: La población carcelaria era inferior a 15.000 personas. Ahora 85.000.

En 1975: el domicilio de los españoles era inviolable, a riesgo de sufrir sanción penal. Ahora un ladrón o una okupa ilegal se mete en tu casa y es un problema sacarlo por vía legal y cuesta un montón de dinero. Y si se te ocurre pelear con el tipo que allane tu morada, el que acaba en el juzgado eres tú.
En 1975 la sanidad pública era «universal», todos los grandes hospitales públicos fueron construidos en 1975, y Franco murió en uno de ellos.
Durante el régimen del General Franco se creó el «Auxilio Social», sembrando España de comedores de beneficencia, gratuitos, para los más necesitados.
Durante el régimen del General Franco se llevó a cabo un plan hidrológico nacional que supuso la construcción de todos los pantanos posibles de España.
El 23 de abril de 1959 se creó el Régimen Especial Agrario al que pudieron acogerse alrededor de 2.300.000 trabajadores del campo, por cuenta ajena y propia.
El 2 de abril de 1961 se creó el Seguro de Desempleo.
El 23 de diciembre de 1970 se creó la Ley de Empleo Comunitario.
Tampoco está de más recordar que en lo político:
El General Francisco Franco evitó que España participara en la Segunda Guerra Mundial; aunque haya quien diga que no lo dejaron o que no pudo. El caso es que España no participó, y Franco jugó a la ambivalencia y esperó a ver quién ganaba la Guerra. Bien poco le habría costado tomar el Peñón de Gibraltar como querían los alemanes y entrar de pleno en la Guerra.

El General Franco le evitó a España tener que sufrir guerras coloniales post II Guerra Mundial. Portugal, Inglaterra, Francia las iniciaron para mantener sus colonias (Canal de Suez, Irán, Vietnam, ¡Guerra colonial del imperio portugués hasta 1975!). La verdad es que tampoco estaba España para llevar a cabo guerras coloniales a fe de muchos, pero perfectamente podría haber entrado en esa dinámica con el RIF, en las provincias españolas de África… y no lo hizo.
El General Franco evitó que España cayera en la órbita de los países de la Unión Soviética. Parece una tontería, porque no hemos sufrido esta circunstancia, pero en muchos países del Este de Europa la imagen de la estrella roja de 5 puntas, en la actualidad tiene peor reputación que la esvástica nazi en la actualidad y la tienen prohibida por ley. Un pésimo recuerdo del socialismo real.
Durante el régimen del General Franco España funcionó bajo el imperio de la ley. Sin duda, sus leyes no eran las mejores y eran susceptibles de mejora; pero, lo que sí está comprobado es que no se gobernaba al estilo de Pedro Sánchez y compañía.
Para Hispanidad
Torreciudad: confusión, tensiones y una guerra eclesial mal gestionada
El conflicto en torno al santuario de Torreciudad, marcado por el enfrentamiento entre el Opus Dei y el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, ha derivado en una crisis que combina decisiones unilaterales, tensiones con la Conferencia Episcopal Española y constantes apelaciones a Roma.
Desde el intento inicial del Opus Dei de lograr el reconocimiento diocesano de Torreciudad, las negociaciones se han visto frustradas por exigencias económicas desorbitadas, la polémica designación de un rector y la retirada de referencias al santuario en el anuario episcopal. Todo esto, sumado a las acusaciones del obispo contra medios como Infovaticana y la aparente fractura dentro de su propia diócesis, refleja un estilo de gobierno que ha profundizado la confusión y sembrado división entre los fieles.
-------
1)-Inicio de las negociaciones
Hace aproximadamente dos años, el Opus Dei solicitó formalmente al obispo de Barbastro-Monzón iniciar los trámites para que Torreciudad fuera reconocido como santuario diocesano, paso previo a su posible consideración como santuario nacional e internacional.
2)-Cambio de reglas por parte del obispo y un canon desorbitado
Las negociaciones avanzaban aparentemente bien, pero a mitad de camino el obispo Pérez Pueyo decidió cambiar las condiciones del acuerdo. Los más lenguaraces hablan de lo bien que se lo pasaba el cardenal Ghirlanda en su papel de consejero azuzador. Una de las exigencias más controvertidas fue la imposición de un canon anual de 600.000 euros a la Prelatura, una cantidad desproporcionada e injustificada. Esta demanda provocó el rechazo inmediato del Opus Dei y, posteriormente, un clamor en contra por parte de la opinión pública, que obligó al obispo a retirar su petición para evitar un mayor desgaste. A partir de este punto, las relaciones se deterioraron profundamente y el Opus Dei decidió plantarse.
3)-El conflicto del rector
En un intento de forzar la situación, el obispo solicitó al Opus Dei una terna de candidatos para elegir al nuevo rector del santuario. La Prelatura se negó rotundamente, argumentando que, según el acuerdo vigente entre ambas partes, la potestad de nombrar al rector de Torreciudad corresponde al Opus Dei y no al obispo diocesano. A pesar de esta negativa, el obispo Pérez Pueyo, en un acto unilateral, nombró a un sacerdote de su confianza, un anciano que apenas oficia misa los sábados. Una decisión simbólica y provocadora que solo logró aumentar la tensión.
4)-Intervención de Roma
El enconamiento de ambas posturas llevó al obispo Pérez Pueyo a buscar respaldo en Roma. El Papa Francisco, consciente de la gravedad del conflicto, nombró a un mediador plenipotenciario para discernir una solución que contentara a ambas partes. Actualmente, este mediador se encuentra en plena tarea de escucha y análisis. Mientras tanto, Pérez Pueyo continúa paseándose con frecuencia por Roma, buscando verse con el Papa para relatar lo mal que le tratan los del Opus Dei y, según cuentan algunos observadores, lamentarse bajo la columnata de Bernini como un mártir en vida.
5)-El anuario de la Conferencia Episcopal
En medio de este escenario enrarecido, la Conferencia Episcopal Española publicó su anuario de 2023, donde se trataba a Torreciudad como un santuario español más, con fotografías a todo color incluidas. Esta inclusión no pasó desapercibida: Infovaticana publicó la noticia en exclusiva y yo misma comenté la evidente contradicción. Si Torreciudad aparece como santuario en un documento oficial de la CEE, ¿no es esto un reconocimiento tácito de su estatus canónico, más allá de la indefinición que intenta imponer el obispo Pérez Pueyo?
6)-El enfado monumental del obispo
La publicación del anuario desató la ira del obispo de Barbastro-Monzón, que movió sus hilos en la CEE para retirar las referencias a Torreciudad y eliminar las fotografías. Una semana después, la Conferencia Episcopal accedió a la petición y modificó el anuario, además de emitir una nota de prensa para justificar el cambio. La nota explica que la inclusión fue un error y que, en realidad, Torreciudad no es un santuario, sino un oratorio semipúblico.
7)-Incoherencias y preguntas sin respuesta
Lejos de resolver el problema, la actuación de la Conferencia Episcopal ha generado aún más dudas. ¿Por qué el obispo Pérez Pueyo nombra a un rector de un oratorio semipúblico? Si Torreciudad no es un santuario, ¿cuál es la justificación para su intervención? ¿Qué sentido tiene la llamada “urgente” a la CEE para “arreglar” un entuerto que solo ha provocado más contradicciones? Y lo más preocupante, ¿por qué el gabinete de comunicación de la Conferencia Episcopal se presta a ser instrumento en una disputa personal, sin consultar al resto del episcopado, al Comité Ejecutivo o a la Permanente? Por su parte, el obispo Pérez Pueyo no ha dado explicaciones públicas, pero su actuación ha levantado críticas tanto por la su feligresía como en círculos más amplios de la Iglesia, incluyendo muchos de sus compañeros en el episcopado.
8)-Rebelión en Barbastro-Monzón
Como si esto fuera poco, otro hecho revela el profundo malestar en la diócesis de Barbastro-Monzón. El pasado 16 de diciembre, los sacerdotes de la diócesis celebraron su tradicional encuentro navideño en Torreciudad, como ocurre todos los años. Sin embargo, en esta ocasión, el obispo Pérez Pueyo no estuvo presente, al menos en la foto. Su ausencia resulta sintomática: a pesar de su enfrentamiento con los responsables del santuario y, por extensión, con el Opus Dei, sus sacerdotes decidieron reunirse igualmente en Torreciudad. ¿Estamos ante una rebelión tácita del clero diocesano, que ha optado por ignorar la posición de su obispo?
9)-Una batalla que daña a la Iglesia
Lo ocurrido en Torreciudad no es solo un conflicto administrativo o canónico, sino el reflejo de una gestión poco inteligente y dañina para la imagen de la Iglesia. La situación plantea dudas sobre la capacidad de las instituciones eclesiásticas para manejar de manera transparente y eficiente cuestiones que afectan no solo a los fieles locales, sino también a la imagen de la Iglesia en general. En un momento en el que la credibilidad de la institución está bajo escrutinio constante por esos medios laicistas en colaboración con reliprogres herejes, este tipo de incidentes no hacen más que profundizar las divisiones internas y sembrar confusión entre los fieles.
El caso de Torreciudad pone sobre la mesa la necesidad de un liderazgo claro y de una comunicación más eficaz dentro de la jerarquía eclesiástica, especialmente en asuntos que tienen un impacto significativo tanto espiritual como administrativo. Mientras en Roma buscan una solución, la pregunta persiste: ¿quién maneja realmente los hilos de esta crisis? Porque lo que ha quedado claro es que, en este caso, la vanidad y la torpeza han ganado la partida. Y los fieles, como siempre, son los grandes damnificados.
Aurora Buendía
Dios hecho Hombre para ser amado (Padre Alfonso Gálvez)
Homilía del padre Alfonso Gálvez del 20/12/80
DURACIÓN 8:47 MINUTOS
sábado, 14 de diciembre de 2024
José Andrés Calderón, organizador del Rosario de Ferraz, responde al cardenal Cobo: «No rezamos desde el odio, sino desde el profundo amor a Cristo, a la Virgen y a España»
Excmo. y Rvdmo. Sr. D. José Cobo Cano, Arzobispo de Madrid y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española:
El pasado 29 de noviembre de 2024 Su Eminencia acudió al programa radiofónico Las Mañanas de RNE, presentado por Josep Cuní. Durante la entrevista, el locutor, malintencionado y absurdamente alejado de la realidad, le preguntó sobre lo que comúnmente se conoce como el Rosario de Ferraz. Ante el alegato torticeramente falaz del periodista, Monseñor le respondió:
“Sí. Creo que el problema es cuando la ideología se pone por encima de la experiencia de Fe. Nosotros, los cristianos, hemos aprendido a confluir y a decir que nuestra experiencia de Fe está por encima del planteamiento político”.
Ante sus afirmaciones en Radio Nacional, me veo en la necesidad de enviarle esta misiva. Al no haber tenido la ocasión de conocerle personalmente, me permito presentarme. Mi nombre es José Andrés Calderón Rojas. Soy un joven católico de 26 años de su archidiócesis que decidió dar un paso adelante el 12 de noviembre de 2023 para comenzar a rezar el Santo Rosario, de 19:30 a 20:00, en el Santuario del Inmaculado Corazón de María, por la Salvación de España y del mundo. Desde entonces, ininterrumpidamente, estamos rezando a nuestra Madre del Cielo por la conversión de las almas.
Esta travesía apostólica, que un grupo de fieles emprendimos hace casi cuatrocientos días, está siendo ardua y procelosa. A los pocos días de iniciar los rezos, el delegado del Gobierno de Madrid nos prohibió rendir culto a Dios. Ante esto, solo cabía una opción: la desobediencia. Esta decisión, que cambió radicalmente mi vida, no fue arbitraria ni caprichosa. Antes de tomarla, acudí a las fuentes que todo católico debe consultar: al Evangelio, a la doctrina de los Padres y Doctores de la Iglesia, y a las encíclicas papales. “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29); “Nadie puede servir a dos señores” (Mateo 6: 24). “Lex iniusta non est lex”, escribió San Agustín. Santo Tomás fue tajante: “el hombre debe obedecer al poder secular en tanto lo exija el orden de la justicia. Por consiguiente, los súbditos pueden desobedecer cuando el poder es ilegítimo o manda cosas injustas”. En este sentido, León XIII explicó que “una sola causa tienen los hombres para no obedecer: cuando se les exige algo que repugna abiertamente al derecho natural o al derecho divino” y “si la voluntad de los gobernantes contradice a la voluntad y a las leyes de Dios, los gobernantes rebasan el campo de su poder y pervierten la justicia. Ni en este caso puede valer su autoridad, porque esta autoridad, sin la justicia, es nula”. (Diuturnum Illud, 11). Es incuestionable que, por encima de legislación y de los mandatos tiránicos, está la Ley de Dios y el derecho natural.
Desde ese momento, Muy reverendo Monseñor, hemos sufrido multas que ascienden a varios miles de euros, junto a un hostigamiento y acoso constantes por parte del Gobierno y de los medios de comunicación. Nos hemos visto obligados a presentar varios recursos ante el Tribunal Constitucional y ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por vulneración de los derechos fundamentales a la libertad religiosa y de reunión. El delegado del Gobierno reconoció, recientemente en El País, que está buscando “fórmulas” para trasladarnos al Parque del Oeste. Tal es el grado de envilecimiento contra nosotros que hasta el TSJ de Madrid ha condenado al PSOE por intentar, con su voraz maquinaria, impedir que se rezara el Rosario en el Santuario del Inmaculado Corazón de María. Recurrentemente recibimos, además, en el atrio desde el que oramos, insultos y amenazas por parte de odiadores de la Fe católica. Como Su Eminencia puede ver, no está siendo nada fácil.
Acerca de esta iniciativa se han dicho un variopinto cúmulo de afirmaciones, la inmensa mayoría absurdamente alejadas de la realidad. Se ha aseverado que rezamos desde el odio; que interrumpimos la celebración de la Santa Misa; que deseamos la muerte del presidente del Gobierno; o que pedimos a la Virgen que expulse a Pedro Sánchez de La Moncloa. Son innumerables las falsedades para señalar y condenar al ostracismo social a un grupo de católicos que únicamente rezamos por la conversión de nuestra patria y la Salvación del mundo.
En realidad, se rinde culto a Dios de 19:30 a 20:00, momento en el que no se celebra ningún acto litúrgico en la Parroquia. En todo momento, hemos rechazado cambiar el horario del Rosario para respetar siempre las misas, aunque eso haya supuesto sufrir los fatigosos calores del verano madrileño.
Por otro lado, habría que ser un gran desconocedor de la realidad para llegar a la conclusión que las afecciones que padece nuestra nación derivan de un partido político o de un simple mortal. Hacer este análisis sería el más cómodo, pero nos alejaría de la verdad. El problema ante el que nos encontramos es ostensiblemente más complicado al trascender de lo político. Lo que sucede, Su Eminencia, es que España ha abandonado la Fe católica. Por primera vez en la Historia se está construyendo una civilización al margen de Dios. El Estado aconfesional que nos han impuesto en España muestra cada día con mayor clarividencia que, en realidad, es un Estado confesionalmente ateo.
La descristianización que padecemos, fenómeno que no se circunscribe exclusivamente a nuestra patria, está produciendo unos efectos letales para millones de almas. Podríamos citar, a título ilustrativo, la legislación abiertamente anticatólica que legitima el asesinato de los seres humanos más inocentes; que atenta contra el bien común, contra la naturaleza, contra la dignidad humana y contra el sentido de la realidad; o que pretende falsificar nuestra Historia para hacernos creer que España no está inseparablemente unida a la Cruz.
Lo único cierto, por el contrario, es que España está intrínsecamente ligada a la Fe católica. Nuestra nación carece de sentido si eliminamos la Cruz del corpus social. España, tal y como dijo San Juan Pablo II, es Tierra de María. Nuestra patria se conformó en el transcurso del III Concilio de Toledo; resistió, mediante la ayuda providencial de Santiago Apóstol, en Covadonga, lugar desde el que se inició la Reconquista. Posteriormente, evangelizó a medio orbe y creó la mayor obra civilizatoria de la Historia. España fue martillo de herejes, luz de Trento y cuna de San Ignacio. Únicamente cuando nuestra patria abjuró de sus raíces, ergo, de la Fe, quedó a merced de sus enemigos y de la autodestrucción.
Es trágico observar una sociedad atomizada presa de la dictadura del relativismo, del nihilismo, del hedonismo, del libertinaje y de oligarquías que desprecian abiertamente a Dios. Las estructuras de pecado están emponzoñando nuestro êthos. Es desgarrador presenciar a un pueblo que, ante el vacío existencial, lidera el consumo de ansiolíticos. Los jóvenes encuentran en las drogas y en el clonazepam la solución a su vacío espiritual. Desde los centros de poder nos alertan sobre problemas de “salud mental”. En realidad, lo que sufrimos son profundas enfermedades del alma. Ante la cultura de la muerte, la sociedad del espectáculo y los derechos de bragueta solo queda el desamparo, la angustia y la náusea. Son las consecuencias inevitables de un ateísmo militante que no ataca al cuerpo, como en tiempos pretéritos, sino al espíritu.
Por todo lo anterior, el leitmotiv que nos impulsar a acudir al Santuario del Inmaculado Corazón de María cada tarde no es otro que el pleno convencimiento de que las patrias y el pueblo se salvarán mediante el rezo del Santo Rosario. No aspiramos a derribar gobiernos, sino a algo mucho más ambicioso: la conversión de los españoles. No rezamos desde el odio, sino desde el profundo amor a Cristo, a la Virgen y a España. Únicamente desde la entrega, el sacrificio, la perseverancia y la Fe se conseguirán los grandes cambios a los que todo católico debe aspirar.
Frente a la opinión predominante, la verdadera guerra en la que estamos inmersos es espiritual y no “cultural”. Es la eterna batalla entre el Bien y el Mal, entre San Miguel Arcángel y su Ejército Celestial contra el príncipe de este mundo; o, dicho en términos agustinianos, entre la Civitas Dei y la civitas terrena. San Pablo nos recuerda: “Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los poderes de este mundo tenebroso” (Efesios 6:12).
En este contexto, el papel que la Santa Iglesia confiere a los seglares es preeminente. En el Decreto Apostolicam Actuositatem, se afirma que “siendo propio del estado de los laicos vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, ellos son llamados por Dios para que, fervientes en el espíritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento”. No podemos olvidar que la Iglesia tiene como misión mantener “un contramundo en el mundo” (Nicolás Gómez Dávila) o, expresado en términos bíblicos, ser la “luz del mundo y la sal de la tierra” (Mateo 5: 13-16). Todo esto nos indica que es el momento de que los fieles de Cristo y de María se comprometan con la Fe, con valentía y amor hacia la Iglesia.
Frente un zeitgeist ateo y secularizante, no podemos limitarnos a refugiarnos en los templos o caer en un fútil aggiornamiento. Debemos cultivar una dimensión pública de la Fe que recuerde al mundanal ruido que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6). El Rey de Reyes no nos pidió tibieza (Apocalipsis 3:15-16) ni vacilación a la hora de difundir la Palabra de Dios. Por el contrario, nos dijo a sus discípulos: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Marcos 16:15).
Todas estas son las razones, Muy reverendo Monseñor, por las que se venera diariamente a nuestra Madre del Cielo en el Santuario del Inmaculado Corazón de María. Este lugar sacro ostenta un profundo simbolismo y una gran fuerza espiritual. Allí se encuentra la Cruz en la que se le apareció la Virgen a San Antonio María Claret para manifestarle que “la Salvación de España está cifrada en el rezo del Santo Rosario”. En este mismo sentido, tenemos absoluta confianza en las palabras de Nuestro Señor Jesucristo al Beato Bernardo de Hoyos: “Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes”. También en la promesa que su Sagrado Corazón le hizo a la Madre Rafols: “No temas. Por más medios y maquinaciones que mis hijos desgraciados inventen para quitar a Fe de España, no lo conseguirán. Yo reinaré hasta el fin de los tiempos en ella de manera singular, y mi imagen será venerada hasta por las calles y plazas”.
La Salvación de España y la redención del mundo vendrán de la mano de aquella arma tan poderosa que la Madre de Cristo le entregó, en el año 1208, a Santo Domingo de Guzmán: el Rosario. San Pío X advirtió al pueblo cristiano: “Si quieren que la paz reine en sus familias y en su patria, recen todos los días el Rosario con todos los suyos”; y también afirmó: “Denme un ejército que rece el Rosario y conquistaré el mundo”. La Virgen María —en Lourdes, en Fátima o en Akita — ha insistido persistentemente en la necesidad de la oración diaria. Sin duda alguna, si en las puertas de todas las iglesias se rezara el Rosario por España, con convencimiento y devoción, el porvenir de nuestra nación cambiaría radicalmente.
Por todo lo anteriormente expuesto, Reverendísimo Señor, y dicho desde el riguroso respeto, me duelen profundamente sus palabras en RNE. Ninguna de las personas que me acompañan en esta iniciativa anteponen la ideología a la Fe. Todo ello porque, como hijos de la Iglesia, sabemos que las ideologías, en todas sus vertientes, están condenadas por Ella. Todas las ideologías nos separan y alejan de Dios. Funcionan como religiones políticas cuyo fin último es arrancarnos a Dios de nuestros corazones y condenarnos al lago ardiente de azufre. La alternativa real, ante el mundo deshumanizante e impío, es luchar por la restauración del Reinado Social de Cristo, que forma parte del Magisterio de la Iglesia desde Pío XI.
Afirmar que rezamos por motivos ideológicos es un agravio que nos aflige. En el Rosario del Inmaculado Corazón de María no se congregan fanáticos ultras ni sectarios ideológicos. Concurren empresarios que, con sacrificio, suspenden proyectos y reuniones corporativas; hombres que hacen un enorme esfuerzo por dejar a sus ancianos padres solos en su casa, y que únicamente desean disfrutar del tiempo que Dios les conceda a su lado; personas humildes que, cada día, recorren decenas de kilómetros o viajan por varias líneas de metro y autobús. Todo ello por una razón abismalmente alejada de cualquier ideología: por amor a Cristo, a María y a España. Además, le aseguro, Su Eminencia, que jamás habría abandonado mi proyecto de vida, la oposición a la escala ejecutiva de la Policía Nacional, ni tantos otros planes propios de un joven de 26 años, por una cuestión ideológica.
Muestra de que los motivos del rezo no son espurios ni movidos por ideologías, son los provechosos frutos que la Virgen está suscitando en este movimiento. Ha logrado congregar a católicos que no se conocían previamente, cada uno de su parroquia y particular carisma; ha reunido a numerosas personas alejadas de la Fe que, en su momento, nos gritaban que nos fuéramos a rezar al interior de la iglesia, y, ahora, nos acompañan en la oración. En este mismo sentido, una judía argentina se está preparando para recibir el bautismo en los próximos meses, y una castellonense se dispondrá a confirmar su Fe. Católicos de todo el mundo —desde Francia, Inglaterra, Irlanda, Escocia, Italia, Austria, Alemania, Polonia, EEUU, Méjico, Perú, Colombia, Argentina, Chile hasta El Salvador — han acudido a acompañarnos en el rezo; nuestro canal de Youtube ha superado el millón de visualizaciones en menos de un año de emisión; se han gestado varios noviazgos y hasta una boda. Dicho esto, quizá el logro que más me fascina sea la articulación del Rosario Universal, en el cual, se reza el primer fin de semana de cada mes, en más de cien lugares de los cinco continentes, pidiendo por la Salvación de nuestras patrias y en defensa de la Fe. El rezo ha llegado hasta la Antártida.
Con total seguridad, la inmensa mayoría de los periodistas no querrán entender el contenido de esta carta ni el propósito del Rosario del Inmaculado Corazón de María. Sin embargo, estoy convencido de que Monseñor comprenderá plenamente esta iniciativa y, en consecuencia, podrá reconsiderar su postura al respecto. Aprovecho esta misiva para solicitar una audiencia con Su Eminencia, a fin de relatarle con mayor profundidad las adversidades y frutos que está generando este rezo público. Además, me permito invitarle a que nos acompañe alguna tarde a las 19:30 para que pueda comprobar personalmente la veracidad de lo que le afirmo y para otorgarnos la bendición.
Deseo a Su Eminencia un feliz Adviento y le ruego que rece por España y por todos aquellos que nos reunimos todas las tardes para orar en el Santuario del Inmaculado Corazón de María.
Que Dios le bendiga. Un cordial saludo.
José Andrés Calderón
Suscribirse a:
Entradas (Atom)