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Selección por José Martí
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
“El Papa Francisco es conocido por sus declaraciones ambiguas, pero me parece que el significado indeterminado contenido en la declaración de Abu Dabi es el más atroz hasta ahora. Implícitamente, no solo devalúa a la persona de Jesús, sino que también, y más aún, ataca directamente la voluntad eterna de Dios Padre. Tal ambigüedad estudiada socava el propio Evangelio. Esta subversión doctrinal implícita por parte del sucesor de Pedro de un misterio tan fundamental de la fe es para mí y para muchos en la Iglesia, en particular para los laicos, no solamente inexcusable, sino que evoca una profunda tristeza, porque pone en peligro el amor supremo que Jesús merece justamente".Después de mencionar el documento Dominus Jesus, elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el año 2000, que reafirma que Jesús es el único Salvador, el Padre Weinandy no duda en escribir que ni siquiera este documento responde completamente a la pregunta:
“Debido a esta insuficiencia, se pierde la verdad y la belleza de quién es Jesús; y así, no se aprecia plenamente la manera en que Él es el Salvador universal y único Señor. En este ensayo, quiero hacer evidente aquello que falta en Dominus Jesus y, al hacerlo, anular aún más cualquier interpretación del documento de Abu Dabi que pueda afirmar, o incluso sugerir, que Jesús y otros fundadores religiosos tienen el mismo valor salvífico, dando a entender que todas las religiones son voluntad de Dios de la misma manera que lo es el cristianismo".En conclusión, el Padre Capuchino recuerda las verdades de la fe, desechando una excusa engañosa:
“Dada la ambigüedad contenida en la declaración de Abu Dabi firmada por el Papa Francisco, ahora es necesaria una reafirmación enérgica. Me gustaría pensar que el Papa Francisco (el eterno beneficio de la duda otorgado al Papa), sin saberlo, no consciente de las implicaciones doctrinales de su firma, no pretendía lo que el documento parece declarar".
“En cualquier caso, nadie, ni siquiera un pontífice, puede deshacer o anular la voluntad de Dios Padre con respecto a Jesús, su Hijo. Es Dios Padre quien "lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre". El Padre ha decretado eternamente que al solo nombre de Jesús, y no en el nombre de Buda, Mahoma, o de cualquier otro fundador religioso pasado, presente o futuro, "toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor". Hacerlo no es simplemente glorificar a Jesús, sino también 'para la gloria de Dios el Padre' (Fil. 2: 9-11). En su amor, el Padre le ha dado al mundo a Jesús, su Hijo (Jn. 3:16), y "no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). En esta verdad suprema debemos alegrarnos con gratitud y alabanza".En 2017, el Padre Weinandy ya había enviado una carta al Papa Francisco, reprochándole por ser una de las causas de la confusión actual en la Iglesia (DICI no.364, 10/11/17). En 2018, dio una conferencia en Sídney, Australia, durante la cual denunció las amenazas que ciertas teorías y prácticas "pastorales", alentadas por Francisco, representan para la Iglesia "una, santa, católica y apostólica". (DICI no.370, marzo de 2018). Este religioso de 73 años ha impartido clases en numerosas universidades de los Estados Unidos, en Oxford en el Reino Unido, y en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Incluso, «también entre los creyentes, con frecuencia, se gastan energías valiosas en la búsqueda de ‘noticias’, o de auténticos ‘escándalos’, adaptadas a la sensibilidad de determinada opinión pública con finalidades y objetivos que no pertenecen realmente a la naturaleza teándrica de la Iglesia».Toda esta situación «va en detrimento del anuncio del Evangelio», por lo que «es necesario reconocer humildemente que, ni siquiera las filas del clero, hasta la más alta jerarquía, están exentos de esta tendencia».