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jueves, 3 de enero de 2019

Discurso del Papa Francisco a la Curia romana en las Navidades de 2018 (5) [UN FALSO COMPROMISO] (José Martí)


- FRANCISCO: Desde hace varios años, la Iglesia se está comprometiendo seriamente por erradicar el mal de los abusos, que grita la venganza del Señor, del Dios que nunca olvida el sufrimiento experimentado por muchos menores a causa de los clérigos y personas consagradas: abusos de poder, de conciencia y sexuales.

¿De veras que la iglesia se está comprometiendo seriamente? ¿Cómo se explica, entonces, que sean nombrados obispos y cardenales pro-homosexuales y que sean destituidos aquellos que son fieles a la Tradición de la Iglesia? ¿Por qué se guarda silencio ante el testimonio Viganò y no se investigan los casos de homosexualidad y pederastia en la Iglesia? ¿Por qué se permite que James Martin sea abiertamente pro-homosexual y Francisco no le llama la atención? ¿Por qué el propio Francisco se rodea de cardenales abiertamente pro-homosexuales (Cupich, Wuerl, ...) y en cambio, prohíbe manifestarse a aquellos cuya lealtad a la Iglesia ha sido más que probada (Burke, Schneider, ...)? Algo no cuadra. 

¿Por qué se les prohíbe a los obispos de EEUU que investiguen? ¿Por qué esperar a febrero para hacer esa reunión de todos los representantes de las Conferencias Episcopales del Mundo? No son las palabras las que definen a Francisco, el cual conoce muy bien aquello que es lo ortodoxo y lo correcto, sino su actuación, la cual es claramente heterodoxa y contradice sus propias palabras

Coloco a continuación algunos enlaces más, relacionados con esta dictadura papal, cuya "misericordia", de la que tanto habla, se realiza sólo en un sentido.




El SILENCIO del VATICANO ante el Testimonio Viganò, según SPECOLA (4) [11 al 14 de Septiembre de 2018] 


Viganò responde a Ouellet (19 octubre 2018)


Gato encerrado, y estofado 15 noviembre 2018 (The Wanderer)










En fin, no acabaríamos nunca ... pero todas las noticias van en el mismo sentido. Mientras tanto, la apostasía generalizada va en aumento. La falta de credibilidad del Vaticano es cada vez más manifiesta. La dictadura papal es algo indiscutible; lo saben muy bien los que lo conocen de cerca. Y todo esto ocurre ante el silencio de la mayoría de los obispos y de los cardenales, que viven aterrorizados, excepto -claro está- los "amigos" del Papa, aquéllos que van por el camino que él les marca y no le critican en nada (¡pues saben lo que se juegan, si lo hacen!). A quienes le quieren recordar las enseñanzas de la Iglesia (los cuatro cardenales de las Dubia, Monseñor Schneider, Cardenal Sarah, ...) o bien a quienes sacan a relucir verdades incómodas, pero no por ello menos verdad, como es el caso de Monseñor Viganò, para todos ellos ... ¡el silencio más absoluto! ... Algo insólito, pero que está ocurriendo.

No quiero terminar esta entrada sin referirme a un comentario de Specola, del mismo día en el que Francisco pronunció su discurso, el 21 de diciembre de 2018, que titula "El terror a la verdad publicada" y que reproduzco aquí. Dice:
Cuando escuchamos hablar al Papa Francisco en algunas ocasiones nos parece que no es el papa y que es un crítico que ve las cosas desde fuera. Él es el que gobierna la iglesia y del que dependen las decisiones de gobierno.  
Ha paralizado las decisiones de la Conferencia de Obispos de Norteamérica y ahora nos critica la cultura de silencios y de encubrimiento de la verdad que rodean muchos de los casos de pedofilia y abusos de menores
Agradece, aplaude a los medios la divulgación de los casos.  
Creemos que asistimos a una ceremonia de la confusión de dimensiones planetarias. Él sabe muy bien, lo puede preguntar a sus amigos directores de periódicos italianos, cómo se ha recortado el sueldo a los que han publicado algunos clamorosos casos como el de Pell. 
A los periodistas sumisos se les asciende y asegura una tranquila ancianidad.  A los indisciplinados con el poder se le aplasta. Basta abrir los ojos. En el Vaticano se niega todo hasta que la evidencia de los datos publicados es tal que hay que tomar decisiones
El Papa Francisco se ha rodeado de un círculo de personas de confianza, muy tocados, que no resisten la mínima embestida. Las grandes proclamas no sirven para nada y no solucionan nada. Parece que de aquí a febrero, finales, estaremos soportando condenas,  sin consecuencias. 
En febrero no esperamos nada de nada. Será una puesta en escena más de una reunión sin consecuencias. Lo que nadie quiere ver es que las normas están y el problema es que los que se reúnen en febrero son los mismos que por decenios han dejado de aplicar el derecho vigente y ahora nos quieren vender que son los salvadores de la patria
Ya es tarde, demasiado tarde. La burra está coja y ciega y es imposible que las mismas desgastadas palabras y personas nos quieren convencer de que ahora son muy buenos y de que harán muy bien lo que hasta ahora han dejado de hacer.
Para completar esta idea puede leerse también un artículo de Carlos Esteban, del 24 de diciembre de 2018, que viene a ahondar un poco más en lo dicho por Specola. Su título es: ‘El Papa nos hace luz de gas 
José Martí (continuará)

El obispo ‘Tucho’ Fernández prohíbe la misa tradicional en su diócesis (Carlos Esteban)



El Arzobispo de la Plata, tanto tiempo mano derecha de Francisco en la sombra, Víctor Manuel Fernández, “Tucho”, recién nombrado Arzobispo de la Plata, acaba de emitir dos decretos en los que básicamente prohíbe en su diócesis argentina la misa tradicional, contraviniendo lo dispuesto por Benedicto XVI en su motu propio Summorum pontificum.


El año acabó con malas noticias para los católicos tradicionales. Si en la última asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Italiana ya se planteó que el motu proprio de Benedicto XVI Summorum pontificum, que ‘liberaba’ la misa en su rito tradicional, era ‘antijurídico’, preparando su abrogación, y este mes pasado se anunciaba oficiosamente la liquidación de la comisión Ecclesia Dei, que se ocupa de las relaciones con los grupos tradicionalistas, uno de los hombres del Papa, Victor Manuel Fernandez ‘Tucho’, Arzobispo de la Plata, daba un paso más en esta alarmante dirección.

El pasado 17 de diciembre, Fernández promulgó un decreto en el que abroga “toda norma arquidiocesana anterior referida a las celebraciones litúrgicas en general”. Sólo una semana después, el mismo día de Nochebuena, 24 de diciembre, decretaba que los sacramentos se celebren siempre “en lengua vernácula”, es decir, sólo en español.
La Misa, dispone el recién nombrado arzobispo y confidente de Su Santidad, debe celebrarse “en su forma ordinaria”, “en lengua vernácula” (no en latín) y “cara al pueblo”. 


En suma, el elegido del Papa para sustituir a Monseñor Aguer, cuya renuncia por edad se aceptó en segundos, supone ignorar el motu proprio de Benedicto XVI, que elimina el requisito de pedir permiso al ordinario para celebrar la misa común de la Iglesia durante siglos.

Solo un ciego -voluntario o involuntario- podría negar la campaña de acoso y derribo a cualquier cosa en la Iglesia que huela a tradicional, ya sean corporaciones ‘misericordiadas por visitación’, de las que hemos visto unas cuantas ese año pasado, ya sea el rito tradicional en las parroquias. 

Lo que nos preguntamos ahora es cuál es la meta, cuál es la ‘estación término’, el último acto de toda esta operación.

Carlos Esteban

Véanse también las dos entradas, relativas a este tema de la misa en latín, que son las únicas que han divulgado esta noticia (Adelante la Fe y Gloria TV), a las que se suma también ahora Infovaticana.

Carta abierta a Francisco: "No estoy de acuerdo con que usted diga que es mejor ser ateo" (José Martí)


Duración: 3 minutos
Papa en audiencia: Mejor ser ateo que ir a la Iglesia odiando a todo el mundo



VATICAN CITY, January 2, 2019 – Pope Francis addressed a crowd of faithful with some jarring remarks during his first Wednesday Audience of 2019. Speaking in the Paul VI Audience Hall, this morning, the pope focused on two reoccurring themes of his pontificate: hypocritical Christians and the “revolutionary” nature of the Gospel.

“How many times do we see the scandal of those people who go to church and stay there all day or go every day and then live hating others or talking badly about people? This is a scandal – it is better not to go to church: better to live as an atheist,” the pope admonished.
Reading from his prepared statements, the pope continued,
 “The Christian is not one who commits himself to be better than others: he knows that he is a sinner like everyone else.”
According to the Italian media outlet La Repubblica, reporting from the audience hall, the pope continued to read from his prepared texts:
“Where there is Gospel, there is revolution: the Gospel does not leave us quiet, it pushes us: it is revolutionary.” 
Pointing to the Our Father, he would conclude that
St Matthew placed Jesus’ prayer “at the center of the mountain’s discourse[.] … Blessed are the poor, the meek, the merciful, the humble people of heart: It is the revolution of the Gospel.”
The Roman pontiff’s use of the term “revolution” harkens to a recent LifeSite exclusive with Chilean author José Antonio Ureta on his book, Pope Francis’s Paradigm Shift: Continuity or Rupture in the Mission of the Church? 

In his full interview (found here), Mr. Ureta would explain the concerning trend of some in the Vatican – to include Pope Francis – to label attempts at change in the Church as “revolutions” or “paradigm shifts.” Such terms have found their place in the theological narratives of Pope Francis and his close advisers.

To note, Pope Francis’s prepared statements, today, are the first since news shook the international press of the joint resignation of Vatican spokesman Greg Burke, and his deputy, Paloma García Ovejero, over the New Year.


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COMENTARIO PERSONAL

Teniendo en cuenta que el mismo papa Francisco ha dicho que no es pecado criticarle y consciente de que es una obra de misericordia corregir al que yerra, para su propio bien, no importando aquí el rango de la persona que ha caído en el error.

En mi condición de católico, por la gracia de Dios, y miembro, por lo tanto, del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, y por el bien de ésta, dada la grave crisis por la que está atravesando en la actualidad. 

Sabedor de mi responsabilidad, en lo que concierne a aquello que dice san Pablo de que cada uno recibirá la recompensa según su trabajo (1 Cor 3, 8) 

Aunque sea un simple seglar del rebaño de Cristo, me atrevo a dirigirme al papa Francisco con la carta que sigue, pues está en juego no sólo el bien de la Iglesia, por supuesto, sino también el de todo el mundo. Si la Iglesia falla, el mundo entero irá a la deriva, y serán muchos los que sufrirán y, lo que es peor, será ingente el número de los que se condenen. 

Está en juego la salvación del mundo, ésa que nos obtuvo Jesucristo con su muerte y resurrección, dando la posibilidad de salvarse a todo el que quisiera, con la única condición de creer que sólo en Él está la salvación. 

La unión con Jesucristo -y la posibilidad de ir al Cielo, al convertirnos realmente en "hijos" de Dios- comienza con la recepción del bautismo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). "Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19). "Quien crea y sea bautizado, se salvará; pero quien no crea se condenará" (Mc 16, 16).

Las palabras de Jesucristo, de Aquél que es la Verdad, son muy claras: sólo los cristianos, aquellos que han recibido el Espíritu Santo por medio del bautismo, poseen esa gracia de Dios que los hace "partícipes" de su naturaleza divina, de modo que no sólo son llamados sino que son "realmente" hijos de Dios ... lo que no ocurre con quienes no hayan recibido la gracia sobrenatural. O bien, los que, habiéndola recibido, la han perdido, por su propia culpa, cometiendo pecados graves de los que luego no se han arrepentido. 

Forma parte de la esencia del Evangelio que el Mensaje de Jesucristo llegue íntegro -y sin ser escamoteado o cambiado- a todos los habitantes de la tierra. Esa labor misionera del cristiano, de todo cristiano, es fundamental: no nos salvamos solos. 

El contacto de cualquier persona con un católico, que lo sea de verdad, tiene que notarse necesariamente pues debemos reflejar en nosotros el rostro de Cristo. Somos para el mundo "el buen olor de Cristo". (2 Cor 2, 15) y no el "olor a oveja". El cristiano debe dar con su vida testimonio de Cristo, y de éste crucificado. No hay otra señal que pueda convencer al mundo.

Y si esto es cierto para todo cristiano, lo es de un modo especial para quienes han sido consagrados, es decir, para los sacerdotes y para todos los que componen la Jerarquía de la Iglesia. En particular, y de un modo especialísimo lo es para el Papa.  Así ha sido siempre, desde que la Iglesia fue fundada por Jesucristo hace ya casi dos mil años. 

La reflexión acerca de estas verdades y el darme cuenta de que tales verdades han dejado de cumplirse en infinidad de lugares del planeta, me ha llevado a plantearme acerca de mi propia responsabilidad en la edificación de la Iglesia, aunque, como digo, sea tan solo un seglar. 

Cada día que pasa me hago más consciente del amor que Dios me tiene. Por eso no puedo avergonzarme de Jesucristo, delante de los hombres. Sin Él mi vida no tendría ningún sentido. Por eso escribo en este blog. Mi único objetivo, al hacerlo así, es que sea cada vez mayor el número de personas que se acerquen a Jesús, que lo conozcan, que lo amen y que se conviertan ... y, de ese modo sean consolados cuantos están afligidos,  con el consuelo con el que nosotros mismos, los cristianos, somos consolados por Dios (2 Cor 1, 4).

El apóstol san Pablo no se lo pensó dos veces. Dice así: "Cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté a él, cara a cara, porque era digno de reprensión" (Gal 2, 11) ... "Y dije a Cefas, en presencia de todos: 'si tú, que eres judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿cómo obligas a los gentiles a vivir como judíos?" (Gal 2, 14)

El apóstol Pablo recriminó en público a Pedro, porque éste estaba obrando mal ... ¡Y lo hizo en público! No le valió a Pedro el tener la condición de primer Papa de la Iglesia, porque, estando en un error, merecía -y necesitaba- ser reprendido, por su propio bien y, sobre todo, por el bien de la Iglesia fundada por Jesucristo. Y ésa es, entre otras, la labor de los obispos y, sobre todo, de los cardenales, con relación al Papa: reprenderlo cuando merezca esa reprensión.

Ante la declaración del Papa de que es preferible ser ateo a ser un cristiano que va a misa y luego odia a los demás, he sentido la necesidad de escribirle, porque los matices son muy importantes y sus palabras pueden confundir a muchos cristianos (¡de hecho, es lo que está ocurriendo) dándoles a entender, erróneamente, que lo mejor que pueden hacer es dejar de ir a misa, lo que sería una falta muy grave. 

Siempre se dirá que no es eso lo que el Papa pretendía decir; y que esta interpretación mía es errónea. No lo pongo en duda. Pero sigue siendo verdad -y esto es algo que nadie puede negar- que las palabras de Francisco son, casi siempre, ambiguas, de manera que cada cual las puede interpretar a su manera ... como cuando dijo que son los comunistas los que piensan como los cristianos (una frase que es contradictoria, en sí misma). 

No era ese el proceder de Nuestro Señor quien dijo, con meridiana claridad: "Sea, pues, vuestra palabra: "Sí, sí", "No, no". Lo que pasa de esto, proviene del Maligno" (Ma 5, 37). Y ésa es la razón por la que me dirijo al Papa, mediante una carta abierta, con gran cariño por su persona, pero intentando hacerle entender que está obrando mal, al actuar (o dejar de actuar, como en el caso de las Dubia o de Viganò) del modo en que lo está haciendo:


Carta dirigida al papa Francisco a la vista de lo que dijo en la audiencia del 2 de enero de 2019
Duración 4:12 minutos
 
Santo Padre:
¿Piensa usted, realmente, que los que van a la Iglesia no tienen otra cosa que hacer que dedicarse a odiar a la gente? ¿Y piensa, de verdad, que la gente reza como papagayos o para ser vistos por los demás? Si eso es así, con todos mis respetos, debo preguntarle: ¿En qué mundo vive?  
Tal vez se esté refiriendo a lo que ocurría en los años sesenta, cuando la gran mayoría de la gente iba a misa. Y, al ser muchos, por simples cálculos de probabilidad, desde luego que habría personas así, que irían a misa sólo para aparentar y para ser vistos, como ocurría con los fariseos en tiempos de Jesucristo; aunque, desde luego, había otro tipo de fariseos, que eran los que los acusaban, para así excusarse ellos mismos (ante su "conciencia") de no ir a misa ... porque no todos los que iban a misa eran fariseos. En realidad, muy pocos en comparación con el conjunto de los fieles. En fin.
Pero si esto podía decirse entonces de algunos (que no de la mayoría) hoy en día difícilmente pueden ser hipócritas los que rezan y aún más difícilmente odiarán a los demás, después de haber estado rezando... por una razón muy simple: porque prácticamente esos católicos no existen, se están extinguiendo ¿Cuántos son los cristianos que van hoy a Misa y hacen oración? ¿Y cuántos jóvenes se encuentran entre ellos? [que ése sería el verdadero fruto de las JMJ, en las que tanto dinero se ha invertido y se va a seguir invirtiendo ... para nada ... en el sentido de que -y esto es fácil de comprobar- la vida de la gran mayoría de esos jóvenes sigue siendo o bien igual o incluso peor que antes de dichas Jornadas] 
Quienes van hoy a Misa y rezan son poquísimos ... y cada vez menos ... sobre todo desde el Concilio Vaticano II. Por eso, los pocos que van a Misa y rezan están dando un verdadero testimonio de Jesucristo y de la trascendencia de la vida, un testimonio vivo de lo sobrenatural, pues la vida no se reduce al poco tiempo de que disponemos en esta tierra, antes de morirnos. Aquí estamos sólo de paso, como peregrinos. 
Y, desde luego, si van a Misa y rezan no es para que los vean. La verdad es justo lo contrario pues, por el mero hecho de hacerlo, son muchos los que se juegan su propia vida. ¿Por qué? Pues porque tienen una fe total en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Cierto que esto ocurre en los países donde se les persigue, sólo por ser cristianos, y donde se queman las Iglesias ... pero este fenómeno se está extendiendo, muy rápidamente, por todo el mundo y los cristianos - de manera especial, los católicos- son ignorados o ridiculizados. La apostasía general es ya un hecho, una profecía cumplida o que está a punto de cumplirse completamente, para dar lugar a la época del pensamiento único y del Anticristo ...
Y siendo esto así, ¿no tiene usted otra cosa mejor que hacer que desanimar -e insultar- a aquéllos que aún siguen manteniéndose fieles al Espíritu de Jesucristo, en medio de todas las pruebas? 
¿Que es posible que haya todavía algún católico fariseo e hipócrita, que se dedica luego a odiar a los demás? Es indudable que los habrá, pero ... desde luego, quien así proceda no será por haber ido a misa. Otras "razones" tendrá. Pero la causa de su comportamiento no se debe a su asistencia o no a la santa Misa. 
En realidad, de verdad, hoy en día hay mucha más hipocresía en aquéllos que se las dan de católicos y que, sin embargo, han perdido la fe: no creen en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, comulgan en estado de pecado mortal, no creen en Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre, no creen en su resurrección, no creen en la virginidad de María y en su gloriosa asunción a los cielos, etc. Y, como consecuencia no cumplen los mandamientos de la ley de Dios: no matarás, no cometerás actos impuros, no robarás, no desearás la mujer de tu prójimo, etc... ¡y presumen de cristianos!
La solución, mi querido Francisco, no consiste en dejar de ir a misa y en ser ateo, sino en cambiar de actitud, en confesarse y en seguir yendo a misa. Eso sí: mejor dispuestos, porque es de ahí, del contacto con Jesús, que se hace realmente presente en el altar cuando se celebra la misa ... y que sigue estando presente luego en el sagrario, es sólo con su Ayuda, como se pueden sacar fuerzas en esta vida para seguir luchando, sin desfallecer, contra el mal y contra todos los enemigos del alma.

San Pablo dice claramente, hablando de Jesucristo, que "ningún otro Nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos salvarnos" (Hech 4, 12). Y es Dogma de fe que fuera de la Iglesia no hay salvación.

Señor Bergoglio, con todos mis respetos ... ¡¡¡No, no es mejor ser ateo!!!
José Martí

NOTICIAS VARIAS 2 de enero de 2019 (Ouellet, Vox, Bolsonaro, Maciel, China, celibato, buenismo, cruces destrozadas, doble vara de medir, Chile, Infalibilidad canonizaciones, ...)



INFOCATÓLICA

Ouellet prohibió a obispos de EE.UU votar las medidas contra abusos para tener más tiempo para discutirlas

Vox no apoyará un gobierno de PP y Cs en Andalucía si no eliminan la «ideología de género» de su acuerdo

HISPANIDAD CATÓLICA


CONTANDO ESTRELAS


Selección por José Martí

miércoles, 2 de enero de 2019

El Vaticano conocía la pederastia de Maciel desde 1943 (Carlos Esteban)



La Santa Sede conocía la pederastia del fundador de los Legionarios de Cristo y la ignoró durante 63 años, ha reconocido el prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el cardenal João Braz de Aviz.

“Quien lo tapó era una mafia, ellos no eran Iglesia”, ha asegurado Braz de Aviz en una entrevista concedida a Vida Nueva el mes pasado, cuando estuvo en Madrid hace un mes para clausurar la asamblea general de la Confederación Española de Religiosos (CONFER). “Tengo la impresión de que las denuncias de abusos crecerán, porque solo estamos en el inicio. Llevamos 70 años encubriendo, y esto ha sido un tremendo error”, dice Braz de Aviz.

La información ha saltado a las páginas de la prensa secular y la da hoy el diario español de referencia, El País, que ya en 2006 informó de la investigación a que había sido objeto Maciel entre octubre de 1956 y febrero de 1959 por encargo del cardenal Alfredo Ottaviani.

El peor caso de abusos en todos los sentidos, desde pedofilia a drogadicción, pasando por suplantación personalidad, poligamia e incesto, fue posible a lo largo de décadas y con la protección de la Curia, pese a las constantes denuncias que llegaban a Roma, algo que podría haberse atajado, quedando en un desagradable incidente menor, antes de mediados del siglo pasado.

No es precisamente un secreto que un sector notable de católicos y uno mucho mayor de la jerarquía eclesiástica aborrece InfoVaticana, específicamente por lleva a portada todo tipo de abusos y escándalos que se producen el seno de la Iglesia. Se nos acusa de solazarnos en lo malo, de contribuir al escándalo y de dejar en mal lugar a la Esposa de Cristo.

Y este comienzo de año es un momento tan bueno como otro cualquiera de recordar lo que ya hemos dicho en otras ocasiones, citando tres de las muchas razones que nos asisten para actuar así, de más a menos importante.

La primera es que lo que contamos es cierto, y es relevante. No creemos que “la verdad os hará libres” sea un lema vacío o aplicable solo a lo que otros quieran aplicarlo. Para empezar, esto es una empresa periodística, no de propaganda o catequesis, y el creyente, por lo demás, no puede temer que nada de lo que sucede en la realidad pueda contradecir su fe.

Tener miedo a la verdad es un mal síntoma, que suele traducirse en resultados desastrosos. Consideramos que negarle a nuestros lectores lo que consideramos información grave y de peso, por mal que deje a una jerarquía asustadiza y escasamente profética, sería tratarles como menores de edad, como niños a los que hay que ocultar las realidades feas de la vida.

En segundo lugar, denunciar los abusos en la información eclesial tiene exactamente la misma razón de ser que hacerlo en la prensa política: evitar que prosperen. Esos desmanes que otros se niegan a contar por “no hacer daño”, crecen y prosperan en la oscuridad, que es, al mismo tiempo, impunidad. Ocultarlos es ignorarlos, en la práctica, con lo que lo que era limitado y manejable en su origen acaba convirtiéndose en una monstruosidad.

Imaginen que, con la información de que disponía la Santa Sede en 1949 sobre la pedofilia de Marcial Maciel hubiera actuado, impidiéndole fundar la congregación que le sirvió de tapadera a una vida de abusos, cuánto dolor, cuánta pérdida de fe, cuántas vidas rotas y cuánto escándalo para la Iglesia se hubiera evitado. Y hubiera bastado un periódico que hiciera público todo eso para obligarles a actuar.

Por último, es imposible ponerle puertas al campo. Lo que ha sucedido va a acabar sabiéndose. Decíamos ayer que a veces la jerarquía católica actúa como si pensara que nos movemos en el entorno mediático de hace treinta años, con un puñado de grupos mediáticos y la posibilidad de controlar lo que se sabe y lo que no. Que una publicación católica como la nuestra no dé determinada información escandalosa ya no significa que no vaya a aparecer; significa sólo que la dará la prensa secular, casi siempre hostil a la fe. 

Dar la noticia nos permite ponerla en su marco justo, separando lo que se sabe de lo que se supone, y desde una perspectiva de fe. La alternativa es perder todo control sobre la noticia y que el lector acabe concluyendo que, leyendo medios católicos, nunca va a enterarse de verdad de lo que pasa.

Carlos Esteban

“Misa sin sacerdote, comunidad que se celebra a sí misma”



Joseph ratzinger, 29-12-2018, ad lanuovabq.it/it/messa-senza-pre…

En un libro publicado en el 2011 Benedicto XVI ya había visto los riesgos de las liturgias dominicales sin sacerdote, en ausencia de un estado de necesidad dictado por persecuciones o tierras de misión. Y ponía en alerta sobre el riesgo de encontrarse con una “comunidad que se celebra a sí misma”, anteponiendo al primado de Dios las exigencias de la parroquia: "La iglesia se convierte en un vehículo para un fin social y se hace esclava de un romanticismo anacrónico”. El punto es comprender “si aquí acontece algo que no proviene de nosotros mismos, o si por el contrario, somos solamente nosotros quienes proyectamos y plasmamos una atmósfera de comunión”.

¿Qué es más importante: la comunidad o el primado de Dios? La campaña de la Nuova BQ #salviamolamessa sobre la costumbre de recurrir cada vez más superficialmente a las liturgias de la Palabra en vez de celebrar la Santa Misa ha puesto en evidencia, a través de las indicaciones de los lectores, un problema que ahora está a la vista de todos: la comunidad es puesta en el primer lugar y paciencia si no se celebra la Misa. ¿Pero cómo están las cosas? ¿Qué comunidad cristiana podemos ser si se le quita la fuente principal de sustentación y de atracción representada por la Eucaristía? Es evidente que sería necesario comenzar a recentrar toda la cuestión para poder enmarcar también el fenómeno de las liturgias dominicales sin sacerdote en el ámbito justo, representado por un estado de necesidad objetivo y no por una incomodidad más o menos constatada.

En este sentido nos viene en ayuda un escrito reciente del papa Benedicto XVI, quien en el 2011 ya había enmarcado la problemática, denunciando la inversión entre el primado de Dios y la comunidad. Una inversión que podemos ver también en la costumbre de celebrar las Misas en forma negligente o en el abuso de iglesias utilizadas para otros fines distintos de los cultuales. Este capítulo, titulado "Liturgias domenicales sin sacerdote” y publicado en el libro de Joseph Ratzinger "Teologia della liturgia. La fondazione sacramentale dell’esistenza cristiana” (Libreria Editrice Vaticana, 2011, pp 287 – 291)[1] puede contribuir a aclarar las ideas y a estimular un debate que los lectores pueden continuar enriqueciendo, señalando cuanto ocurre en la propia comunidad parroquial aredazione@lanuovabq.it con objeto #salviamolamessa.

***

Son dos los principios que, en coincidencia con nuestras reflexiones, deben guiar nuestro obrar en la praxis.

1. Vale la prioridad del Sacramento sobre la psicología. Vale la prioridad de la Iglesia sobre el grupo.

2. Con el supuesto de este orden jerárquico, las Iglesias locales deben buscar la respuesta justa a las situaciones respectivas, sabiendo que su tarea esencial es la salvación de los hombres (salus animarum). En esa orientación de todo su trabajo se encuentran tanto su vínculo como su libertad.

Miremos ahora ambos principios más de cerca. En las tierras de misión, en la diáspora, en situaciones de persecución, no hay nada nuevo en el hecho que el Domingo la celebración eucarística sea inalcanzable y que entonces se deba intentar, en la medida de lo posible, sintonizar interiormente con la celebración dominical de la Iglesia. Para nosotros la caída de las vocaciones sacerdotales suscita cada vez más sensiblemente situaciones de tal género que hasta ahora eran en gran parte insólitas. Desafortunadamente, la búsqueda de la solución justa es muchas veces ofuscada por ideologías de impronta colectivista que son más bien un obstáculo que una ayuda a la exigencia real. Se ha dicho, por ejemplo, que toda iglesia que antes tenía un párroco o una celebración regular dominical debe seguir siendo lugar de reunión festiva de la comunidad local. Solamente así la iglesia seguiría siendo el punto central del país, solamente así la comunidad seguiría viva como comunidad. Por este motivo, sería más importante para ella reunirse precisamente allí, escuchando y celebrando la Palabra de Dios, que aprovechar la posibilidad, de por sí existente, de participar en la Celebración eucarística misma en una iglesia situada en las cercanías.

En esta argumentación hay muchos elementos plausibles e, indudablemente, también buenas intenciones. Pero se olvidan las valoraciones fundamentales de la fe. En esa visión, la experiencia del estar juntos, el cuidado de la comunidad del país, está más allá del don del Sacramento. Sin duda, la experiencia del estar juntos es más directamente accesible y más fácilmente explicable de cuanto lo es el Sacramento.

Surge entonces espontáneamente la actitud de replegarse de la dimensión objetiva de la Eucaristía hacia la dimensión subjetiva de la experiencia, de la dimensión teológica hacia la sociológica y psicológica. Pero las consecuencias de un anteponer parecido la vivencia compartida a la realidad sacramental son graves: la comunidad en tal caso se celebra a sí misma. La Iglesia se convierte en un vehículo para un fin social, pero a ello se agrega que de este modo se hace esclava de un romanticismo que en nuestra sociedad caracterizada por la movilidad es bastante anacrónica.

Ciertamente, al comienzo, las personas, llenas de alegría, se siente valorizadas por el hecho que ahora celebran ellas mismas en su iglesia, que pueden “hacerlo por sí”. Pero muy rápidamente se dan cuenta que ahora no hay otra cosa que lo que hacen ellas mismas; que no reciben más nada, sino que se celebran a sí mismas. Pero en ese caso todo se convierte en algo de lo cual se puede hacer menos, porque ahora el culto dominical, en esencia, no va más más allá de lo que se hace habitualmente y siempre. No toca más un orden diferente, ahora es solamente “producción propia”. Es entonces imposible que se le pueda insertar esa “obligación” absoluta de la que la Iglesia ha hablado siempre.

Pero esa valoración se extiende después con intrínseca lógica también a la auténtica Celebración eucarística. Puesto que si la Iglesia misma parece decir que la asamblea es más importante que la Eucaristía, entonces también la Eucaristía es, precisamente, solamente “asamblea” – por lo demás, en efecto, la equiparación no sería posible; entonces toda la Iglesia se rebaja al nivel del “hecho por ti” y al final se da la razón a la triste visión de Durkheim, según la cual la religión y el culto no son otra cosa que formas de estabilización social a través de la autopresentación de la sociedad. Pero en cuanto uno se da cuenta de esto, esa estabilización no funciona más, ya que ella se realiza sólo cuando se piensa que aquí está en juego algo más. El que eleva la comunidad a finalidad directa, es precisamente el que disuelve sus fundamentos. Lo que aparece inicialmente tan piadoso y plausible, en realidad es un desmoronamiento de la valoración y de los órdenes, desmoronamiento que llega a las raíces y con el que, después de algún tiempo, se obtiene lo contrario de lo que se quería.

Sólo si conserva su carácter de totalmente incondicionado y su prioridad absoluta sobre toda finalidad social y sobre toda intención de edificación espiritual, el Sacramento crea comunidad y “edifica” al hombre. También una celebración sacramental psicológicamente menos rica y desde el punto de vista subjetivo más bien privada de esplendor y aburrida, es a la larga (si se lo puede expresar en forma tan utilitaria) también “socialmente” más eficaz que no lo es la autoedificación psicológica y sociológicamente bien lograda de la comunidad. Se trata, en efecto, de la cuestión fundamental: si aquí acontece algo que no proviene de nosotros mismos, o si por el contrario somos solamente nosotros los que proyectamos y plasmamos una atmósfera de comunión. Si no existe “la obligación” superior del Sacramento, se torna insulsa la libertad que ahora nos tomamos, porque permanece privada de su contenido.

Pero las cosas son completamente distintas cuando se trata de un caso de verdadera necesidad. Entonces, en efecto, no es que con una celebración sin sacerdote nos veamos reducidos a la esfera únicamente humana. En ese caso ella representa más bien el gesto común con el que se tiende hacia el «dominicus», el Domingo de la Iglesia. Con esta acción nos adherimos ahora al deber y el querer comunes de la Iglesia, y en consecuencia al Señor mismo.

La pregunta decisiva es: ¿dónde está el límite entre la voluntad personal y la verdadera necesidad? Este límite no puede ser ciertamente trazado en modo abstractamente unívoco y estará también en el detalle siempre fluctuante. Ese límite debe ser encontrado en las situaciones particulares de la sensibilidad pastoral de los interesados, en sintonía con el obispo. Existen reglas que pueden ser útiles. Que no sea lícito a un sacerdote celebrar el Domingo más de tres veces no es una fijación positiva del Derecho Canónico, sino que corresponde a los límites de lo que es realmente exigible. Esta es una disposición desde el punto de vista del; en lo que se refiere a los fieles, debe plantearse la cuestión de la razonabilidad de las distancias a superar y la razonabilidad de las celebraciones en tiempos convenientes. De todo esto no se debería tanto construir una casuística prefabricada, sino más bien dejar espacio a la decisión consciente, considerando las exigencias.

Lo esencial es que se respete el orden justo del grado de importancia y que la Iglesia no se celebre a sí misma, sino al Señor que ella recibe en la Eucaristía, al cual va el encuentro en las situaciones en las que la comunidad sin sacerdote tiende hacia el don que Él constituye.

[1] Versión en español "Teología de la liturgia. El fundamento sacramental de la existencia cristiana”, publicado en el tomo XI de las Obras completas de Joseph Ratzinger,Madrid, BAC 2018.

Carta del Vaticano socava a cardenal de EEUU sobre el abuso



Celebremos con gozo la venida de la Virgen a Zaragoza (2 de enero)



La tradición de la venida de la Virgen a Zaragoza en carne mortal es el asunto central que da sentido a todo lo que rodea el mundo del Pilar. Se trata de una piadosa tradición, según la cual, el apóstol Santiago el Mayor se encontraba en Cesaraugusta, a las orillas del río Ebro, junto a un pequeño grupo de conversos que habían escuchado y creído su predicación. Pero los cesaraugustanos resultaban bastante duros de oído y de corazón, y el apóstol vio flaquear sus fuerzas y comenzaba a preguntarse si tenía sentido seguir predicando el mensaje de Jesús en esta tierra.

Cuando su flaqueza, por el desánimo, le hizo perder su entereza, vio a María, la madre de Jesús, en una gloriosa aparición, rodeada de ángeles que, desde Jerusalén (aún no había muerto María), venía para confortarle y renovar sus ánimos. La Santísima Virgen entregó a Santiago el Pilar, la Columna de jaspe que hoy sostiene su imagen, como símbolo de la fortaleza que debía tener su fe. Esto sucedía en la madrugada del día dos de enero del año cuarenta del siglo primero. María conversó con Santiago y le encargó le fuera levantado un templo en ese mismo lugar.

Según la misma tradición, la Columna (Pilar) que la Virgen diera a Santiago permanece en el mismo lugar desde entonces. Posiblemente, este relato no soportara la crítica histórica más elemental, pero creemos que ese no es el camino correcto para acercarse a la comprensión de esta tradición o de otras apariciones marianas. Es el camino de la piedad del pueblo cristiano, el camino del misterio de lo escondido y lo que es oculto a nuestros ojos, lo que produce en nosotros una apertura a la trascendencia, un intento de aceptar con el corazón lo que ha resistido el paso de los siglos y que nuestra racionalidad no logra alcanzar.

Nosotros vivimos unos años, unas décadas en el mejor de los casos, pero tradiciones como ésta perduran durante generaciones y generaciones. Y con la mínima humildad que a uno le exige la vivencia cristiana, acaba por reconocer que no es quién para negar el legado de sus padres y de sus antepasados, ni tampoco el de su comunidad cristiana. Finalmente, percibiendo el amor y la presencia de María en la propia vida personal y en la vida de la comunidad eclesial aragonesa, uno acaba dirigiendo una respuesta también de amor hacia nuestra Madre, la Madre de Dios, y, lleno de emoción y con lágrimas en los ojos, canta aquella jaculatoria cada día ante su camarín: Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza.

El día 2 de enero de cada año comienza en la Basílica del Pilar con una Vigilia Eucarística, que suele presidir el Arzobispo de Zaragoza, y que conmemora la Venida de la Virgen a esta ciudad bimilenaria. En recuerdo también de esta fecha solemne, la imagen de la Virgen del Pilar se presenta sin manto ante los fieles cada día 2 de los doce meses del año.

Desde donde contemplamos a la Virgen, en el templo del Pilar, sólo podemos ver una de las chapas de plata que recubren la Sagrada Columna. Sin embargo, la propia columna de jaspe se muestra a los fieles y es venerada en la parte de atrás de donde se erige con la imagen gótica de Santa María. El propio papa Juan Pablo II besó el Pilar de la Virgen en sus dos visitas a Zaragoza, los años 1982 y 1984, respectivamente. El Papa Wojtyla se interesó personalmente en ver la Sagrada Columna y poder contemplar a la Virgen sin manto. En su primera visita lo dijo; en la segunda se le quiso complacer.

Hasta que el templo del Pilar llegó a ser la Basílica actual, han pasado muchos siglos, muchas actuaciones y muchas edificaciones. Según las investigaciones actuales, en el siglo I hubo una capilla dedicada a la Virgen María (¿primer templo mariano del mundo cristiano?), a orillas del río y que con toda probabilidad se encontraba en el interior de una casa romana. En el siglo IV pasó a ser un templo de veneración pública. Después fue una iglesia visigótica. Finalmente, el templo barroco de la actualidad sustituyó a un templo gótico anterior en los siglos XVI y XVII.

martes, 1 de enero de 2019

Los dogmas no pueden evolucionar (Padre Santiago Martín)


Duración 12:50 minutos

Noticias varias 1 de enero de 2019



SECRETUM MEUM MIHI


ADELANTE LA FE

Un nuevo diseño para una misma lucha (Miguel Ángel Yáñez, director)

Nuevas blasfemias y ataques a la Madre de Dios (Germán Mazuelo-Leytón)

¡Estas quedáoslas vosotros! (Sí, si; no, no)

El problema de la comunicación vaticana es que hay demasiada (Carlos Esteban)



“Mi novia y yo rompimos por un problema de comunicación: teníamos demasiada”. He recordado el viejo chiste viendo la escabechina que el Vaticano está llevando a cabo en su comunicación. Mi no solicitado consejo: menos comunicación propia, por favor, y menos intentos de controlar la ajena.

Uno no cambia de caballo en mitad de la corriente ni, según reza el más reciente adagio, entra a saco en su equipo de comunicación en medio de un desastre de imagen. Y, sin embargo, es lo que acaba de hacer el Vaticano al deshacerse de Greg Burke y su equipo, culminación -hasta ahora- de una remodelación que ha puesto a Andrea Tornielli al frente del ‘contenido editorial’, pasando así de voz oficiosa a voz oficial, y que también ha afectado al venerable Osservatore Romano.

Desde el primer día de su pontificado se advirtió que Francisco iba a dar una importancia desusada a la comunicación, creando un dicasterio específico y modernizando los añosos medios tecnológicos de la Santa Sede. Y, desde luego, no cabe duda de que es un Papa mediático, incluso locuaz, que ha hecho pasar el papado de ser un institución más bien reservada y reticente a convertirse en una fuente casi inagotable de titulares. Basta recordar que Vittorio Messori ganó notoriedad al lograr arrancar la primera entrevista a un Papa, Juan Pablo II, y repetir la hazaña con su sucesor, mientras que solo Eugenio Scalfari, fundador de La Repubblica, puede presumir de haber publicado unas cuantas con Francisco.

Y, sin embargo, es un desastre. De Roma parece llegar más ruido que luz, y la imagen de la cúpula eclesiástica es -en estos momentos- tirando a mala para el mundo exterior, y una cacofonía preocupante para los propios fieles. Y no, el asunto no nos parece que se solucione poniendo a Tornielli al frente o deshaciéndose de Burke, como tampoco pareció la mejor idea del mundo, en su día, poner al frente a Monseñor Edoardo Viganò con su bochornoso intento de ‘fake news’ a costa de una carta de Benedicto XVI.

Este último caso sirve bien para ilustrar nuestros temores sobre los esfuerzos de comunicación de la Santa Sede: que, en estos momentos, parecen más dirigidos a convertirla en un arma de propaganda y ‘photo-ops’ que de fluido canal de información fiable.

Lo peor que puede intentar el Vaticano en la segunda década del siglo XXI es controlar la información, que es lo que parece pretender. Desde luego, desde el estallido de la crisis de encubrimiento de abusos sexuales clericales -Segunda Parte- de este verano, el equipo vaticano está, comprensiblemente, en modo de control de daños. Pero en general el esfuerzo se me antoja diseñado por una persona que aún ve la comunicación como si siguiéramos en los años ochenta, un puñado de grandes grupos decidiera qué sabemos y qué no, e Internet fuera un juguetito marginal que, en el peor de los casos, se puede neutralizar.

Incluso si no pesara la consideración moral básica, el evangélico “la verdad os hará libres”, todo intento de acallar, ocultar o maquillar las verdades va a traducirse en un remedio mil veces peor que la enfermedad

‘Transparencia’ es una palabra que se repite tanto como se deja de practicar, pero se va a convertir en el único medio de que la jerarquía no quede doblemente comprometida con cada mala noticia.

Pero las revelaciones escandalosas, al menos para los fieles, son una parte no por espantosa más importante, sobre todo a largo plazo, que la confusión doctrinal. Y en esto no ha pecado Su Santidad por falta de comunicación, sino más bien por exceso. No se puede pedir a nadie que hable constantemente en las circunstancias más dispares y mida siempre sus palabras como si estuviera dictando una encíclica, pero tampoco puede pretender el sucesor de San Pedro que sus palabras tengan el mismo eco que el de cualquier otro, por mucho que se nos advierta de que no habla ‘ex cathedra’.

Se nos habla continuamente de descentralización, pero en una época de comunicaciones constantes, en todas partes y en tiempo real, ha sido inevitable que el centro del catolicismo, el Solio Pontificio, haya adquirido un peso inconcebible en cualquier otra época. Y eso es no solo insólito, sino insano, especialmente cuando no se apaga nunca el micrófono.
Carlos Esteban

Oración al Espíritu Santo por este primer día del año.


Duración 3:25 minutos

Veni, Creator Spiritus
mentes tuorum visita
Imple superna gratia
quae tu creasti pectora.

Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
fons vivus, ignis, caritas,
et spiritalis unctio.

Tu septiformis munere,
digitus paternae dexterae;
tu rite promissum Patris,
sermone ditans guttura.

Accende lumen sensibus,
infunde amorem cordibus,
infirma nostri corporis,
virtute firmans perpeti.

Hostem repellas longius,
pacemque dones protinus,
ductore sic te praevio,
vitemus omne noxium.

Per te sciamus da Patrem,
noscamus atque Filium,
teque utriusque Spiritum
credamus omni tempore.

Deo Patri sit gloria
et Filio, qui a mortuis
surrexit, ac Paraclito,
in saeculorum saecula.
Amen.


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Traducción al español 


Ven, Espíritu Creador, 
visita las mentes de los tuyos; 
llena de la gracia divina 
los corazones que tú has creado.


Tú, llamado el Consolador, 
Don del Dios Altísimo; 
Fuente viva, Fuego, Caridad 
y espiritual Unción.

Tú, con tus siete dones, 
eres Fuerza de la diestra de Dios. 
Tú, el prometido por el Padre. 
Tú pones en nuestros labios tu Palabra.

Enciende tu luz en nuestras mentes, 
infunde tu amor en nuestros corazones, 
y, a la debilidad de nuestra carne, 
vigorízala con redoblada fuerza.

Al enemigo ahuyéntalo lejos, 
danos la paz cuanto antes; 
yendo tú delante como guía, 
sortearemos los peligros.

Que por ti conozcamos al Padre, 
conozcamos igualmente al Hijo 
y en ti, Espíritu de ambos, 
creamos en todo tiempo.

Gloria al Padre por siempre, 
gloria al Hijo, resucitado 
de entre los muertos, y al 
Paráclito por los siglos y siglos. 
Amén.

La indulgencia plenaria se otorga en las condiciones usuales (confesión sacramental, comunión y oración de acuerdo con las intenciones del Sumo Pontífice), a todos aquellos que cantan o recitan el Himno del Veni Creator Spiritus este primer día del año para implorar la asistencia divina durante todo el año que viene ...

NOTA: Las "intenciones del Sumo Pontífice" son, según la Tradición:
  1. La exaltación de la Iglesia, 
  2. La propagación de la fe, 
  3. La erradicación de herejías y cismas. 
  4. La conversión de los pecadores, 
  5. Paz y armonía entre los gobernantes cristianos. 
  6. Y las otras necesidades de la sociedad cristiana.

El nombre de Jesús



Domingo de la Octava de Navidad [1 de Enero de 2017)
(Lc 2: 21)

“El nombre de Jesús”

En la Biblia el nombre equivale a la persona nombrada. La importancia de un nombre le viene por la importancia de la persona a quien representa.

El nombre de Jesús tiene una importancia trascendental, pues como nos dice San Pedro: “No hay otro nombre bajo el cielo por el que podamos ser salvados”.

Ante el nombre de Jesús toda rodilla se ha de doblar, como nos dice San Pablo en su carta a los Filipenses. En cambio, vemos en la actualidad, como consecuencia del modernismo que inficiona la Iglesia, que hay muchos que se niegan a doblar la rodilla ante Jesucristo; con ello están negando su divinidad. Hay muchos que se avergüenzan de ser cristianos; con ello, se ha producido una rendición vergonzosa ante los enemigos de nuestra fe. Y ya sabemos lo que el mismo Jesucristo dijo de los que se avergonzaran de Él: “Aquél que se avergüence de mí ante los hombres, también yo me avergonzaré de él ante mi Padre que está en los cielos”.

Pero frente a tantos apóstatas, también hay cristianos fieles: “Me he reservado 7000 varones que no han doblado su rodilla ante Baal” (1 Re 18).

Cuando yo era joven buscaba el sentido de mi vida y la auténtica amistad. Nada de lo que se me ofrecía me parecía adecuado para llenar mi vida y mi corazón. Los mayores me hablaban de la salud y del dinero; pero eso era totalmente incapaz de llenar mi corazón. Yo seguía buscando hasta que me encontré con Cristo.

Hubo muchas cosas en su vida y en sus enseñanzas que me llamaron la atención y me hicieron comprender que esas sí que podían realmente llenar las ansias de mi corazón. Cosas tales como:

Los hombres buscan sus intereses, en cambio Cristo era totalmente desinteresado y lo único que buscaba era nuestro bien. Cristo, por amor, carga con mis pecados para así librarme de ellos; y no sólo eso, sino que también dio su vida por mí. Yo comparaba el amor que me ofrecía Cristo con el que me ofrecían los hombres.

Cristo me enseñó el sentido de la libertad y de la verdad. Aprendí de Él a aborrecer la injusticia y la iniquidad. Cristo cambió por completo mi vida y mi existencia.

De Cristo aprendí que hay más alegría en dar que en recibir; lo cual es inaudito para el hombre de hoy.

Cuando me encontré con Cristo su persona y su mensaje me aturdieron. Me parecían grandiosos y nuevos. Él fue quien me enseñó el valor de perder la propia vida por amor. Él me enseñó también que son bienaventurados los pobres, frente al modo de pensar del mundo que sólo ama la riqueza. Pude comprobar en mi propia persona que se alcanza mucho más cuando no se tiene nada de dinero. Precisamente por eso he podido hacer ricos a muchos.

También me llamó la atención en Jesús la desapetencia que tenía del poder: “No he venido a ser servido, sino a servir y a dar mi vida en rescate por muchos”. También me sedujo de Cristo su obediencia hasta la muerte y muerte de cruz. ¿Acaso la obediencia es mala? La obediencia es fruto del amor; es el amor lo que da excelsitud a esta virtud. Jesús me enseñó también la verdadera amistad: “Ya no os llamo siervos sino amigos”. Su amistad escapa todo lo imaginable.

Él me libró también del temor a la muerte; pues mi muerte se hace gloriosa cuando se une a la suya. Él también me ofreció vivir una vida totalmente nueva, la suya: “Quien coma mi carne vivirá por mí”…

Padre Alfonso Gálvez