Duración 4:37 minutos
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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sábado, 18 de marzo de 2023
Diez años del papa Francisco: luces, sombras y penumbras (Miguel Ángel Quintana Paz)
Dos divertidos gazapos en los medios españoles acompañaron este lunes el décimo aniversario de la elección de Jorge Mario Bergoglio como ducentésimo sexagésimo sexto obispo de Roma. El titular del portal InfoCatólica rezaba: «Se cumplen cien años de la elección de Francisco como Papa». En el canal de televisión La Sexta, su locutora proclamaba que «su llegada como primer papa negro al Vaticano revolucionó la opinión pública».
No hace falta ponerse freudiano para constatar lo mucho que ambos gazapos nos revelan de sus emisores. Se diría que a un medio conservador como InfoCatólica este pontificado se le está haciendo larguillo, y de ahí su vacilación entre si llevamos con él ya una década o acaso una centuria. Por su parte, para los progres de La Sexta Francisco encarna sin duda un loable símbolo identitario, wokista, como lo fue en su día Barack Obama; tal vez habría sido exagerado anunciarlo como el primer pontífice no binario o trans, así que dejarlo en primer papa de raza negra revela, a la postre, cierta moderación.
Más allá de los traspiés de unos u otros, sí que es cierto que evaluar un pontificado como el actual entraña no escasas dificultades. La primera que me gustaría destacar es que son muchos (tanto dentro como fuera de la Iglesia) que malinterpretan lo que significa ser papa. Y las culpas son sobre todo del siglo XIX y del XX.
En el siglo XIX, con la emergencia y expansión de las ideologías políticas, muchos empezaron a considerar el catolicismo como otra más. Y si el catolicismo es una ideología, la Iglesia es entonces un partido político y, su papa, el líder máximo. Nadie se hace bolchevique en 1917 si no es para honrar a Lenin; nadie se afilia conservador británico en 1875 si no es porque le complace Disraeli. La consecuencia de esta errónea visión de lo católico es lamentable: así como en un partido político está mal vista la crítica al líder supremo (¡entorpece tanto su meta, el acceso al poder!), quienes vean el catolicismo bajo la perspectiva de una ideología aborrecerán también cualquier critiquita a su dirigente máximo, el sumo pontífice.
Hay que decir que uno de los aspectos loables de Francisco es que varias veces ha combatido este error. «Se puede criticar al papa, no es pecado», ha repetido. Junto con una advertencia: «Tengo alergia a los chupamedias» (que es como llaman en Argentina a los aduladores).
«No siempre Francisco se ha mostrado tan abierto a la crítica como proclama»
Bien es verdad, con todo, que obras son amores y no buenas razones. Y, por tanto, tras citar esa luz del pontífice, no solo nos tranquilizamos porque criticarle como ahora vamos a criticarle no es pecaminoso, sino que resulta inevitable mencionar su sombra: no siempre Francisco se ha mostrado tan abierto a la crítica como proclama. Bástenos recordar el caso de Bruno Forte, uno de los principales teólogos de los últimos lustros, arzobispo italiano, colaborador cercano del papa… hasta que en 2016 tuvo la ocurrencia de hacer una broma sobre sus métodos jesuíticos. Fue, ipso facto, apartado de todo encargo, toda confianza, todo ascenso. Bromear no siempre divierte a todos. Ser criticado, tampoco.
Otra muestra de alergia papal a la crítica es el dineral que se gastó la Santa Sede en el segundo bufete de abogados más prestigioso del mundo, Baker & McKenzie. ¿Era para denunciar alguno de los miles de ataques contra templos católicos que se producen en el mundo? ¿Era para hacer frente a alguna de las calumnias que sobre la Iglesia se vierten día tras día? No, era solo para arrebatar a uno de los principales portales de información religiosa españoles, InfoVaticana, el derecho a usar tal nombre. Un poco como si el alcalde madrileño quisiese prohibirme llamar a un local de copas en Vitigudino «Bar Madrid». Aquellos fondos fueron a saco roto: Baker & McKenzie, junto con la Santa Sede, fracasaron en su empeño (que, es curioso, no tuvo correlato en denuncias similares a otros medios que usan el adjetivo «vaticano», como el portal Vatican Insider). Y a todos nos quedó la convicción de que la saña contra ese medio español se fundaba solo en su falta de complejos al criticar al sumo pontífice, más que en la obsesión con acaparar el adjetivo «vaticano» solo para sí.
Procede aquí recordar el segundo escollo que hoy dificulta comprender lo que es un papa. Se trata en este caso, como decíamos, de un obstáculo heredado del siglo XX. Antes de la invención de la radio, de los televisores, de internet o de los aviones, el obispo de Roma era para la inmensa masa de los católicos una figura lejana, por la cual rezar y poco más. De vez en cuando llegaba alguna bula, alguna encíclica, que nos recordaba su existencia; pero era ridículo pretender que te tuviera que «gustar» el papa, del cual apenas sabrías reconocer su cara por la calle; también era absurdo aspirar a comentar cada homilía que pudiera dar. Se podía ser un católico modélico en la Edad Media o Moderna sin tener opinión alguna del sumo pontífice; por no mencionar que, en lo que concernía a su gobierno mundano, podías incluso combatir contra sus tropas, como bien sabía el emperador Carlos V y sus lansquenetes en 1527.
Todo ese mundo se ha puesto cabeza abajo hoy día. La mayoría de católicos conoce mejor al papa que a su párroco. Y, como vivimos en democracia, se nos induce una y otra vez a pronunciarnos sobre todo: junto con nuestras opinioncitas sobre el conflicto arabo-israelí, la capa de ozono y las últimas elecciones brasileñas, también se nos insta a valorar al sumo pontífice. Es más: si es posible, sobre cada uno de sus actos y dichos de ayer. Parménides y Platón estarían horrorizados ante esta pasión que tenemos hoy día por la mera doxa; Harry Frankfurt nos ha advertido que de ahí mana tanta charlatanería como nos circunda.
«A quienes nos importa la verdad estar opinando sobre cada cosita del Papa se nos antoja inane en comparación al catolicismo»
Ante esta nueva situación en que todos somos doxóforos, o portadores de opiniones, mucha gente piadosita cree que lo católico es que esas ideítas sean siempre favorables al papa; otros, que si desprestigian al papa, entonces también estarán desacreditando a la Iglesia. Ambos grupos se equivocan. El catolicismo, si es algo serio, es verdad. Y las verdades están por encima del papa, de Agamenón o de su porquero. Durante casi dos milenios se ha pensado, se ha escrito, se han elaborado todo tipo de reflexiones y argumentos sobre la verdad católica. Si mañana se descubriera que Jorge Mario Bergoglio es padre de cuatro hijos (el ejemplo no es descabellado, pontífices así ha habido), ello no restaría una coma a la verdad católica (aunque sí a la moral de Bergoglio). Si mañana el papa se liara a tortas con su asistente porque este se ha metido con su madre (algo que ya anunció en 2015 que sería capaz de hacer), ello no refutaría ninguna verdad de la Biblia, de San Justino Mártir o de San Buenaventura. En suma, a quienes nos importa la verdad, por mucho que le pese al siglo XX, estar atentos y opinando sobre cada cosita del papa se nos antoja inane en comparación al catolicismo. Y así debe ser.
Una vez descritas esas dos dificultades (una, heredada del siglo XIX, otra del XX) para hacer balance del actual papado, es ya hora de recordar las otras dos, más evidentes: la primera, que se trata de un papado muy controvertido, con fans y haters de lo más empeñados. La segunda, que ser papa significa ocupar un puesto insólito en el mundo, con tantas facetas que resulta inabordable ser lo bastante solvente como para evaluarlas todas: líder espiritual, dirigente eclesial, jefe de un Estado y su diplomacia, intérprete de la tradición y las Escrituras, predicador sobre moral y costumbres, redactor de textos doctrinales y pastorales, juez último en conflictos internos, mediador de conflictos externos…
En lo que resta de este artículo nos limitaremos, pues, al campo en que un servidor es menos ignorante: el filosófico. No quisiera con ello dar la sensación de que esquivo un juicio global de estos diez años de Francisco. Voy a ello: ni mucho menos me parece el mejor papa de la historia, ni tampoco me parece el peor. Ni siquiera creo que esté entre los veinte mejores; tampoco que esté entre los veinte peores. De hecho, creo que esta es una de las dificultades para entenderlo: dada la exagerada importancia que damos a nuestro presente, hay una tendencia a magnificar sus virtudes y defectos solo porque son los que tenemos más cercanos. Un poco como la mancha en nuestras gafas nos parece más grande que la lejana torre que divisamos a través de ellas. Nos cuesta conformarnos con tener un papa del montón. Pero lo más seguro (y lo estadísticamente más probable) es que sea así.
No, no creo que Francisco haya traído una «primavera a la Iglesia», como proclaman los más lisonjeros de sus partidarios (¿dónde está esa primavera, en un Occidente en que sigue abandonando la fe, una Hispanoamérica donde continúan quitándole fieles a la Iglesia los grupos evangélicos, y la fe crece en África o Asia sobre todo por mera demografía). Pero tampoco creo que sea un agente comunista, un antipapa o un enviado del Anticristo, como berrean los más histéricos de sus detractores.
«No creo que Francisco sea un pensador de altura, pero tampoco un tipo ignorante»
No creo que Francisco sea un pensador de altura (sus textos habrían pasado sin pena ni gloria de no haber sido designado papa; de hecho, no conozco a ningún estudioso que exaltase sus obras hasta hace diez años). Pero tampoco creo que sea un tipo ignorante (si sus obras son mediocres, lo son solo en la medida en que se integran en las mismas bibliotecas en que hay gigantes de la talla de un Escoto Eriúgena, un Santo Tomás de Aquino o, por citar también a pontífices, un Juan Pablo II o un Benedicto XVI).
No creo que Francisco haya traído cambios significativos a la Iglesia (más allá de la reforma de la Curia, que sí es un loable mérito suyo). Si tras su pontificado llegase un papa de carácter muy distinto, no quedará mucho de su legado que pueda pervivir. No ha hecho desarrollos doctrinales que hayan implicado giros de especial enjundia (escribir sobre ecología o criticar el capitalismo ya se había hecho con papas anteriores; decir que nadie sino Dios debe juzgar a gais o lesbianas es la misma idea que expresó Jesucristo cuando advirtió contra quien se dedica a condenar a los demás). Tampoco, por tanto, creo que haya alterado en nada terrible el legado de la fe.
Los sínodos (y no digamos ya ese trabalenguas llamado «sínodo de la sinodalidad») me parecen un entretenimiento curioso para parroquianos y gente con tiempo para ocuparse en las cosas eclesiales. Pero basta leer los documentos de ellos emanados para comprobar que no suponen un gran hito histórico de la Iglesia (y cuando intentan suponerlo, como en el caso de la Vía Sinodal alemana, chocarán con la autoridad papal).
Llegados a este punto, quizá el lector esté sopesando que, más que el propio papa Francisco, quien juega aquí a ser un tanto templado es el autor de estas líneas. Quizá le desmientan los últimos párrafos que ahora vienen, y que son, cumpliendo lo prometido, lo más relacionado con la filosofía de este artículo. Pues sí hay un asunto, que a algunos les parecerá solo gremial, en el que mi crítica al papa Francisco es neta. Un asunto filosófico. Un asunto en que Francisco fracasa de lleno al ejercer de contrapunto al mundo actual.
Estoy pensando en la posverdad. Empecemos por aclarar el significado de esta palabra, que muchos malinterpretan. «Posverdad» no constituye un nombrecito nuevo para las mentiras de toda la vida; no representa tampoco un término para aludir a la proliferación de falsedades y engaños por doquier. «Posverdad» alude más bien a algo que, por desgracia, nos es cada vez más familiar: esta época en que a casi nadie le importa qué es verdad o mentira, porque la diferencia entre una y otra nos ha dejado de interesar. En vez de lo verdadero, queremos saber qué es lo que defienden «los de mi tribu» o «el líder de mi grupo»: nuestras epistemologías, como detectó David Roberts, se han vuelto tribales. Nos parece hasta «pretencioso» aspirar a conocer la verdad sin más.
Un mundo de posverdad es un mundo donde un político (pongamos el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez) nos puede decir hoy algo y mañana lo opuesto. O peor aún: tanto cuando diga lo primero como cuando diga lo (contradictorio) segundo, cosechará el aplauso de los mismos fieles. Porque son eso, fieles al líder, no a la diferencia entre mentira y verdad.
«Un mundo de posverdad es un mundo poscristiano»
Un mundo de posverdad es un lugar donde se habla mucho, la charlatanería abunda: si no me importa la diferencia entre verdadero y falso, ¡es tan sencillo perorar! Ya hemos mencionado lo horrorizado que está Harry Frankfurt con todo eso, y cómo lo asocia a la manía democrática de opinar de todo y en todo lugar.
Un mundo de posverdad es un mundo poscristiano: si ya no hay verdad ni mentira, tampoco importa ya la diferencia entre un hombre, Jesús, que dijo que era la Verdad misma, y cualquier otra cosa: pongámonos a hacer reiki, viajes astrales o adoremos a la Pachamama, que todo da igual.
Y bien, ¿es Francisco un eficaz adalid contra este tiempo de posverdades? Como filósofo me temo que no puedo ver en él (¡y bien que me gustaría sumar aliados!) un compañero en tal batalla.
Ya no es solo que Francisco hable mucho, muchísimo, más que cualquiera de sus predecesores, y sobre cualquier asunto (suegras, virus, madres que paren como «conejas», economía…). Habla tanto que, hasta cierto punto, es comprensible esta costumbre, por él inaugurada, de escribir encíclicas… en que se cita sobre todo a él. Ahora bien, dice el refrán que quien tiene boca, se equivoca. Y quien tiene mucha boca, pues se equivoca mucho más. Esa locuacidad extrema de Francisco ya debería ponernos sobre aviso de un posible menosprecio al rigor de la verdad sola; y, por desgracia, tal aviso se constata a poco que nos fijemos más.
En efecto, Francisco ha difundido afirmaciones pasmosas tanto en términos teológicos como políticos o humanos.
En términos teológicos: que la Virgen no había nacido santa, que la multiplicación por Jesús de los panes y los peces no había sido un milagro, que no hay que hacer proselitismo, que la mayoría de matrimonios son nulos, que ser santo es vivir tu fe «sea la que sea, con coherencia» (conozco muchas fes que es mejor que la gente no viva con coherencia, la verdad)…
En términos políticos: expresarse primero contra la venta de armas a Ucrania, luego a favor,sin reconocer ese cambio de idea o contradicción; deshacerse en palabras biensonantes hacia dirigentes de países opresivos (como Cuba), pero ser mucho más duro con los de países democráticos (como EEUU)…
En términos humanos: decir que hablar mal de otros es «terrorismo» (convendría no banalizar un término tan serio); llamar «vieja» a Santa Teresa (sí, es un apelativo que no suena igual en argentino que en España, pero aun así quizá es excesivo el coloquialismo ahí); burlarse del cardenal Burke porque, tras no querer ponerse la vacuna de la covid-19, se contagió…
«Entre los miles de charlas papales muchos detectamos una y otra vez cosas asombrosas»
Todas estas afirmaciones controvertidas de Francisco han dado pie, por cierto, a la emergencia de un tipo bien curioso, incluso cómico, de católico: el abogado lingüístico-hermenéutico papal. En efecto, dado que entre los miles de charlas papales muchos detectamos una y otra vez cosas asombrosas, siempre surge en redes sociales o en el cara a cara el abogado lingüístico-hermenéutico. El que viene a aclararnos que en realidad no hemos entendido nada (él sí). El que nos reprocha que estamos malinterpretando al papa (él siempre lo interpreta bien). El que arguye que el papa tiene razón en todo todito lo que dice (nosotros, sin embargo, cuando detectamos esas cosas raras, o somos demasiado tontos o demasiado malotes, pero nunca tenemos razón).
Con todo, me temo que ni el más hábil de esos abogados lingüístico-hermenéuticos será capaz de salvar algunas de las contradicciones más pasmosas del papa. Tomemos la más reciente, por ejemplo: el pasado 8 de marzo aprovechó para unirse a la marea feminista del día y declaró que había que «ofrecer la igualdad de oportunidades a hombres y mujeres en todos los contextos».
Es imposible que al pronunciar esas palabras, el papa no recordara que hay un contexto, ¡bien cercano a él!, el del clero católico, donde los varones tienen ocasión de acceder y las mujeres no. No le importó. Cualquier hablante riguroso con la verdad habría hecho una aclaración al respecto (explicar esa excepción) o incluso algo más sencillo: evitar pudoroso el sintagma «en todos los contextos», que el papa sin embargo añade (¿por descuido?, ¿para quedar bien en ese 8-M?, ¿una mezcla de motivos?). Ese añadido vuelve, sin embargo, la contradicción más patente entre lo que el papa de veras defiende y lo que el papa afirma ahí. En tiempos de posverdad, algunos buscamos rigor y honrar a la verdad, toda la verdad, y solo la verdad, cuando se habla. Huir de las contradicciones. El papa, en cambio, prefiere unirse ahí a la deriva contemporánea de laxitud.
No es nada demasiado grave: desde que surgió el marxismo hasta que se denunció su carácter anticristiano también pasó cierto tiempo; desde que surge cualquier herejía hasta que se acota, también suelen pasar años o decenios. Quizá el problema esté en lo impacientes que somos algunos, que no soportamos más este clima en que nada es ya verdad ni mentira, y todo depende de cuán poderoso sea el que habla para que las cosas se acepten o no.
Pero, ya sea con este papa o con otro futuro, una cosa es segura: la posverdad es un problema de nuestro tiempo que urge atajar. Y estos últimos diez años no nos han ayudado a los que creemos que tal batalla se debe luchar.
Miguel Ángel Quintana Paz
El PP de Extremadura hace suyas las propuestas de la izquierda: el aborto como un derecho y políticas de fronteras abiertas
El jueves por la noche tuvo lugar en el programa 24 Horas que dirige Xavier Fortes una entrevista a la presidenta del Partido Popular en Extremadura y candidata a la Junta, María Guardiola, en la que la política cacereña intentó dar a conocer cuáles serían sus líneas de actuación si los extremeños le brindan su confianza el próximo 28 de mayo en las urnas.
Tras desgranar algunas de sus propuestas para una de las regiones más pobres de España, la líder popular fue preguntada acerca de la posibilidad de pactos con VOX para configurar un hipotético gobierno tras las próximas elecciones regionales. Ante esa pregunta, Guardiola dejó claro que su principal intención era pactar con el PSOE de Fernández Vara y recordó con orgullo que ya le había ofrecido hasta en tres ocasiones diferentes pactos desde que alcanzó la presidencia de los populares extremeños.
Al ser preguntada directamente por un posible pacto con VOX, apeló a que el partido carece en estos momentos de representación en la Asamblea de Extremadura y a que si el 28 de mayo los electores extremeños decidiesen darles escaños en la región serían «bienvenidos» al igual que Podemos a sumarse a los pactos con el PSOE.Posteriormente, se lanzó al ataque contra la formación de Santiago Abascal en Extremadura al poner en duda que obtengan representación en las próximas elecciones autonómicas, dado que, según Guardiola, «en el mejor momento de este partido, aquí -Extremadura- no ha entrado en la asamblea». Esta afirmación no concuerda ni con las encuestas publicadas hasta el momento, en la que la entrada de VOX es segura, y tampoco con la realidad, dado que el mejor resultado hasta la fecha de la formación verde en la región fueron las elecciones generales de 2019, no las autonómicas y municipales de ese mismo año.
El plato fuerte de la noche llegó cuando la política cacereña defendió todas y cada una de las políticas que la izquierda lleva aplicando desde hace muchos años tanto a nivel nacional como a nivel autonómico. En lo relativo a la ideología de género la candidata fue clara al afirmar que «existe la violencia machista», aceptando de este modo la criminalización de la mitad de la población por ser simplemente hecho de ser hombres.Al respecto de las personas LGTBI dijo: «Mi gobierno, el gobierno que yo quiero presidir va a ser muy respetuoso y no va a cuestionas a quién se ama y cómo se ama». No es la primera vez que un dirigente del PP acepta el argumentario de la izquierda y deja entrever que VOX no sería respetuoso con las personas LGTBI, algo completamente falso debido a que en muchas ocasiones el partido ha defendido más que ningún otro el artículo constitucional referente a la no discriminación por sexo, raza u orientación sexual.
Guardiola también afirmó de manera categórica que el aborto era un derecho conseguido por las mujeres y que, bajo su gobierno, no se iba a retorcer ni un milímetro en esos supuestos derechos.
No es la primera vez que un dirigente del PP extremeño se muestra abiertamente a favor del aborto, ya lo hizo el expresidente Monago hace más de una década al defender abiertamente la Ley del Aborto de Zapatero, que Rajoy prometió derogar, pero que finalmente no tocó.Por último, Guardiola defendió las políticas migratorias de puertas abiertas que actualmente rigen en España al explicar las supuestas bondades que la inmigración tiene para España y Extremadura. Cabe recordar que Extremadura tiene la tercera mayor tasa de paro del país con un 17,6%, sólo superada por Andalucía, Melilla y Ceuta, lo que supone que el paro en la región se encuentra más de cuatro puntos por encima de la media nacional.
Desgranamos las claves del discurso de Tamames en 3 minutos
El discurso de Tamames en la moción de censura ha sido filtrado. Resumimos la exposición del profesor en 10 puntos en los que se muestra muy crítico con el Gobierno.
Duración 3:32 minutos
NOTICIAS 17 de marzo de 2023
LA GACETA DE LA IBEROSFERA
RELIGIÓN EN LIBERTAD
ADELANTE LA FE
Selección por José Martí
viernes, 17 de marzo de 2023
El fin del sacerdocio
Una de las obsesiones más recurrentes, e insistentes, del camino sinodal alemán es el celibato sacerdotal para los nuevos y para los ya ordenados que quisieran casarse sin tener que renunciar al ejercicio del ministerio. El tema fue aprobado con una abrumadora mayoría, cerca del 95% de los votos en favor. Cuando un sacerdote elige el sacerdocio, debe actuar por vocación, sabiendo que no desempeñará un trabajo como cualquier otro: el celibato, como ha sostenido siempre Benedicto XVI, no debe entenderse como una renuncia, sino como un don, a saber, el de servir sólo al Señor y al rebaño que le ha sido confiado. El sacerdote ya tiene una familia y es la comunidad de los fieles a la que está llamado a servir en el nombre del Señor: “el celibato es posible porque Cristo da la gracia para vivirlo. El sacrificio es el instrumento para poder corresponder a esta gracia».
Desde el Vaticano II hemos vivido, el tema no es nuevo, una lucha sin cuartel contra el celibato que hace sospechar que estamos ante un ataque contra el sacerdocio mismo. Permitir que los sacerdotes se casen no favorecería un aumento de vocaciones, el mismo Papa Francisco está finalmente convencido de ello. Es falso argumentar que, al ofrecer a los sacerdotes el derecho a casarse, también se colocaría una barrera contra los casos de pederastia: una hipótesis que no se sostiene, dado que la gran mayoría de los sacerdotes pederastas tienen tendencias homosexuales, por lo tanto, difícilmente “tratable” con un matrimonio.
El PP se une a la izquierda contra una moción de Vox para suprimir el Ministerio de Igualdad
Este jueves 16 de marzo, el pleno del Congreso de los Diputados votó una moción presentada por Vox relativa al Ministerio de Igualdad.
Una moción de Vox que pedía suprimir el Ministerio de Igualdad
La moción de Vox estaba formada por cuatro punto, el cuarto de los cuales estaba, a su vez, dividido en cuatro apartados. Podéis ver aquí el dosier parlamentario de esta moción. Lamentablemente, el dossier no incluye enlace alguno al texto de la moción presentado por Vox, algo que resulta sorprendente y que saca a la luz, una vez más, las deficiencias de información de la web del Congreso.
El grupo parlamentario de Vox en el Congreso ha publicado hoy una de las páginas de esa moción, en la que se refleja una de las peticiones: la supresión del Ministerio de Igualdad, y su sustitución por un Ministerio de Familia. Esa petición figuraba en el punto 4.a de la moción presentada por ese partido.
Hace un año el PP pidió varias veces eliminar ese ministerio
Recordemos que en febrero de 2022, el PP mostró su apoyo a la supresión de ese ministerio. No fue una posición puntual. El 22 de marzo, la secretaria general del PP Cuca Gamarra defendió eliminar ese ministerio, afirmando que "cuesta mucho dinero a los españoles" y que "no tiene ningún contenido". Gamarra matizó la posición de su partido señalando que "pedir que desaparezca el Ministerio de Igualdad no significa pedir que desaparezca las políticas de igualdad". El PP reiteró esa posición el 13 de diciembre, de cara a la votación, dos días después, de una proposición no de ley de Vox (ver dosier parlamentario) en cuyo punto tercero se incluía la petición de suprimir ese ministerio.
En diciembre el PP se unió a la izquierda contra la eliminación de ese ministerio
Curiosamente, y en contra de lo que había declarado en los meses anteriores y hasta sólo dos días antes, el 15 de diciembre, cuando llegó la hora de votar esa proposición de Vox, el PP acabó rechazando su punto 3º, que pedía la supresión de ese ministerio (se puede ver aquí la página de votación de ese punto). Sólo dos diputados del PP, Jaime de Olano y Ana Pastor, votaron a favor de esa petición de Vox. Todos los demás votaron en contra y unieron sus votos a la izquierda.
El PP vuelve a votar junto a la izquierda en contra de suprimir ese ministerio
Este jueves se volvió a repetir esa situación, pero con la diferencia de que ayer los 87 diputados del PP que participaron en la votación se unieron a la izquierda contra la petición de Vox de suprimir ese ministerio (se puede ver aquí la página de votaciones del citado punto 4.a de la petición de Vox). La diputada del PP Margarita Prohens no tomó parte en esta votación. Los 52 diputados de Vox sólo tuvieron el apoyo del diputado no adscrito Pablo Cambronero Piqueras, exmiembro del grupo parlamentario de Ciudadanos.
Silencio en los medios afines al PP
Como cabía esperar, ninguno de los medios afines al PP han dado noticia de la posición de ese partido en esa votación. El Partido Popular tampoco ha dado ninguna explicación sobre su alineamiento de ayer con la izquierda y con el favor parlamentario que le ha hecho a Irene Montero al rechazar la petición de Vox de suprimir ese ministerio, una posición difícilmente explicable en plenos escándalos por las rebajas de penas a violadores y por la ley trans, dos iniciativas surgidas del departamento que dirige esa ministra de Podemos.
Elentir
jueves, 16 de marzo de 2023
Noticias 16 de marzo de 2023
LA GACETA DE LA IBEROSFERA
La moción de censura contra Sánchez, encabezada por Tamames, se debatirá el 21 de marzo
Tamames, un candidato idóneo para el PP al que los de Feijoo no apoyarán contra Sánchez
Tamames intervendrá desde el escaño de Abascal en el debate de la moción de censura
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Peter Kwasniewski presenta «Obediencia verdadera en la Iglesia». «Obediencia es ahora una palabra obsoleta, lo que hace que la mayoría de la gente se burle. Ya nadie quiere obedecer porque está convencido de que atenta contra la libertad individual, fetiche sagrado de la actualidad. También está convencida de que tiene que ver con la opresión y el abuso de poder. Esto, lamentablemente, sucedió y aún sucede». «Santo Tomás enseña que la verdad y la caridad existen antes que la obediencia. Llego a conocer la verdad, la amo porque es buena. En consecuencia, mi voluntad responde con un acto de obediencia». “Y aquí llegamos al meollo del asunto. El poder de una autoridad para hacer cumplir moralmente lo que manda reside en el bien común, de modo que si la autoridad usa su oficio de una manera abiertamente contraria al bien común, entonces tal mandato carece intrínsecamente de carácter moralmente vinculante». «La autoridad es constituida por Dios para el bien común que es, para la Iglesia, la salus animarum. Esta es la razón de toda ley de la Iglesia, la sal de la misión que Cristo mismo le ha encomendado, como se encuentra claramente escrito en el Código de Derecho Canónico».
«El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».
ACIPRENSA
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SPECOLA
El tribunal único del Vaticano crecido, la Secretaría estafada, menos seminaristas, Ortega desatado con «Pancho Lucifer»o «Paco Pistolas», «caput mundi», la obediencia en la iglesia.
(Un fragmento del artículo de Specola)
Peter Kwasniewski presenta «Obediencia verdadera en la Iglesia». «Obediencia es ahora una palabra obsoleta, lo que hace que la mayoría de la gente se burle. Ya nadie quiere obedecer porque está convencido de que atenta contra la libertad individual, fetiche sagrado de la actualidad. También está convencida de que tiene que ver con la opresión y el abuso de poder. Esto, lamentablemente, sucedió y aún sucede». «Santo Tomás enseña que la verdad y la caridad existen antes que la obediencia. Llego a conocer la verdad, la amo porque es buena. En consecuencia, mi voluntad responde con un acto de obediencia». “Y aquí llegamos al meollo del asunto. El poder de una autoridad para hacer cumplir moralmente lo que manda reside en el bien común, de modo que si la autoridad usa su oficio de una manera abiertamente contraria al bien común, entonces tal mandato carece intrínsecamente de carácter moralmente vinculante». «La autoridad es constituida por Dios para el bien común que es, para la Iglesia, la salus animarum. Esta es la razón de toda ley de la Iglesia, la sal de la misión que Cristo mismo le ha encomendado, como se encuentra claramente escrito en el Código de Derecho Canónico».
«El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».
ACIPRENSA
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Selección por José Martí
Santiago Abascal responde a Pedro Sánchez en el Congreso
17:27 MINUTOS
ESTE DISCURSO ES DEL 24 DE ENERO DE 2023, PERO COMPLETAMENTE ACTUAL
Noticias del 13 al 15 de marzo de 2023
LA GACETA DE LA IBEROSFERA
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El Papa da dos entrevistas a medios argentinos: ideología de género, tradicionalistas y su renuncia
SPECOLA
Diez años después del Papa Francisco: muchos errores y poco que festejar, Soros y Ucrania, Ortega y señora, católicos en Alemania.
Luces, sombras y penumbras del Papa Francisco, los poderosos y sus guerras, los números del Vaticano, inmigración y jubileo, el microchip.
ADELANTE LA FE
Viganò desenmascara el plan del Vaticano para expulsar a unas monjas tradicionalistas (1ª parte) (2ª parte)
Selección por José Martí
miércoles, 15 de marzo de 2023
domingo, 12 de marzo de 2023
Noticias del 12 de marzo de 2023
LA GACETA DE LA IBEROSFERA
Multitudinaria marcha en Madrid en defensa de la vida: «Alcemos la voz por los que no la tienen»
VOX acude a la Marcha por la Vida y denuncia las «leyes de la muerte» del Gobierno
El 11 de marzo o la apoteosis de la traición
Colapso en algunos registros civiles por la avalancha
de peticiones de cambio de sexo de hombres
La indolencia de Marruecos provoca la llegada de más de 2.000 ilegales a Canarias en lo que va de año
INFOCATÓLICA
¿Existe el derecho a la objeción de conciencia ante el aborto?
El Papa Francisco llama a la ideología de género «una de las colonizaciones ideológicas más peligrosas» de la actualidad
La ONU hostiga a católicos provida
INFOVATICANA
El obispo Munilla alza la voz contra el cisma alemán y pide rezar por el Papa
El obispo de Córdoba pide vocaciones sacerdotales: «Está en juego el presente y el futuro de la Iglesia diocesana»
SPECOLA
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El 11 de marzo o la apoteosis de la traición
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INFOCATÓLICA
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SPECOLA
El Papa Francisco cumple 10 años en el trono de Pedro: el balance de un pontificado convulso
Este lunes se cumplen 10 años desde que, tras la impactante renuncia al solio pontificio de Benedicto XVI ―consumada días antes―, Jorge Mario Bergoglio se asomó al balcón de las bendiciones de la fachada de la Basílica de San Pedro vestido de blanco, como nuevo obispo de Roma. Fue el 13 de marzo de 2013 cuando los cardenales electores, custodiados por los imponentes frescos que Miguel Ángel inmortalizara en la Capilla Sixtina, eligieron por mayoría de dos tercios al arzobispo de Buenos Aires, que contaba entonces con 76 años a sus espaldas, para que portara el ‘anillo del pescador’ y gobernara la Iglesia hasta su muerte; o, dado el precedente del recientemente fallecido Ratzinger, hasta su renuncia.
Ha sido una década convulsa, unos años turbulentos, ya no por la coyuntura mundial, sino por el propio caracter del pontificado de Francisco. En el primer viaje que realizó como Santo Padre, a Brasil, ya dijo aquello de «hagan lío»; y parece que su papado ha seguido esa consigna. Han sido 10 años en los que la figura del Papa ha cambiado, ha perdido, a base de mostrarse a tiempo y destiempo en entrevistas a cualquier medio, y por la propia personalidad del Santo Padre, esa áurea de misterio que aún le quedaba –poca, no vamos a engañarnos– a la institución.
Sus relaciones con Iberoamérica
Siendo un Pontífice sudamericano, las expectativas estaban puestas en su región: cómo trataría el nuevo Papa a la zona de la que provenía, con todas las problemáticas que ese continente padece, incluyendo su país. Lo cierto es que, en estos años, el Papa ha dado guiños a personajes políticos que cojean del mismo lado. Pongamos de ejemplo a Lula, el actual presidente de Brasil –al que mandó un rosario cuando estaba en la cárcel– a quien recibio en el Vaticano y bendijo con cariño. También es el caso de Evo Morales. Cuando el Pontífice visitó Bolivia de Morales, éste le regaló un crucifijo con la forma de la hoz y el martillo, la cual, el propio Papa reconoció que se la llevó al Vaticano, lejos de criticar semejante abominación.
Lo mismo hizo con Nicolás Maduro, a quien también recibió en el Palacio Apostólico, marcando la señal de la cruz en su frente ante las cámaras. Del mismo modo, el Santo Padre recibió al entonces dictator de Cuba, Raúl Castro, con el que el Papa confesó tener una «relación humana». A su hermano, Fidel, le visitó en su primer viaje a la isla caribeña, en 2015, donde se le pudo ver sonriente. La misma alegría podía verse cuando recibió a Alberto Fernández, actual presidente de Argentina, o a su predecesora, Cristina Fernández de kirchner. No pasó lo mismo con las visita de Mauricio Macri; animo a los lectores a comparar las fotografías del Papa con los políticos de un lado y de otro para comprobarlo.
Obama, Trump y Biden
El Papa Francisco comenzó su pontificado con Barack Obama como presidente de EEUU, luego llegó Donald Trump en 2016 y, finalmente, el ‘católico’ Joe Biden en 2020. Con el primero y el tercero se pudo ver una buena sintonía, no tanto con el republicano ―de nuevo les invito a comparar las fotografías―, del que llegó a insinuar que no era cristiano, por el hecho de querer reforzar la frontera de su país con México. Francisco, en cambio, nunca ha dicho que Biden no sea católico; a pesar de, por ejemplo, ser un furibundo abortista
El agravio comparativo en el caso de EEUU ha sido chocante, porque siendo Trump un presidente que, con sus pros y sus contras, era un freno para el progresismo moral de Occidente, era mal visto en el Vaticano, mientras Bernie Sanders era invitado a los Sacros Palacios, y Biden y Obama eran recibidos con bombo y platillos, siendo acérrimos defensores del aborto y demás desviaciones progresistas. A nivel eclesial, con el episcopado norteamericano, uno de los más grandes y poderosos del mundo, Francisco tiene una relación tormentosa, con una porción considerable de éste en contra de la deriva que Francisco está impulsando en la Iglesia.
Acercamiento a China
Posiblemente el caso más sangrante del pontificado, en cuanto a geopolítica eclesial, sea el de China. Desde hace décadas, en el Gigante Asiático hay dos «iglesias católicas», una fiel a Roma; otra, al Partido Comunista Chino. En 2018, se hizo público que la Santa Sede y el país comunista habían llegado a un acuerdo para el nombramiento de obispos: desde ese momento, el Partido Comunista tendría que dar el visto bueno a los nombramientos episcopales de Roma ―una reversión de la ‘querella de las investiduras’―, en un intento de la Santa Sede por salir de la clandestinidad, pero a costa de ceder al poder temporal –en este caso ateo, no como pasaba en tiempos pretéritos en el que se cedía esa prerrogativa a reyes cristianos– al Partido Comunsita.
Evidentemente hubo reacciones. Años y años en la clandestinidad, jugándose la reputación, multas y cárcel, hicieron que la Iglesia escondida, liderada por el cardenal chino Joseph Zen, nonagenario, pusieran el grito en el cielo ante esta cesión. Zen no dudó en pedir explicaciones a la Santa Sede ante este inexplicable cambo de rumbo, llegando a señalar al secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, el que, supuestamente, urdió los pactos con el país asiático.
Su relación con España
Mucho se ha dicho de que el Papa no haya visitado España ―desde que es obispo de Roma; Bergoglio vivió unos meses en Alcalá de Henares en los años setenta―, pero el caso es que no ha viajado a muchos países «importantes», tradicionalmente objetivos de un peregrinaje pontificio. Desde el principio de su papado, Francisco quiso, al menos en Occidente, visitar países mas secundarios, y así lo ha hecho, con algunas excepciones como EEUU, Francia –por una visita al Parlamento Europeo–, o Canadá.
En cuanto a la Iglesia en España, Francisco tiene un hombre de confianza, Juan José Omella, actual arzobispo de Barcelona, y con él de enlace, sumando otras amistades que tiene en nuestro país, ha ido forjando nombramientos episcopales que han ido convirtiendo la Iglesia española en algo más parecido a los deseos pontificios. Los afines se quedan o prosperan, los contrarios a los nuevos aires, como el obispo emérito de Alcalá de Henares, Reg Pla, son desechados a las primeras de cambio.
Un cambio de rumbo y de prioridades
El Papa Francisco no ha cambiado nada del depósito de la fe o la moral de la Iglesia, no ha dicho o escrito cosas contrarias a la heterodoxia católica; sin embargo, diez años después, intuimos que es mejor fijarse en sus gestos más que en sus dichos; o, por lo menos, en qué incide más, aunque sea hablando.
Contra lo que puedan pensar algunos que le tienen verdadera inquina, Su Santidad sí que ha condenado el aborto, la eutanasia o la ideología de género; el tema es que, por una vez que llama la atención sobre una de estas cuestiones –contrarias al espíritu del Mundo– lo hace multiplicado por 50 sobre la ecología, los inmigrantes, el papel de la mujer o la «resiliencia»; causas que pueden ser loables, pero que encajan a pies juntillas con lo que piden los grandes poderes, desde el Foro de Davos a Holywood, pasando por la Unión Europea; es un Papa que tiende a señalar aquello que el Mundo ya hace.
Esto es una novedad, porque la Iglesia siempre ha tenido el papel de ser un faro, una luz en las tinieblas, y su labor era incidir en aquello que su época no veía, dejaba de lado, o al menos así debe ser. Pero Francisco ha decidio abrazar al mundo e insistir más en aquellas cosas en las que todos los gobiernos y poderes están de acuerdo. Por el Vaticano han pasado estos años todo tipo de personalidades de lo más mainstream, desde actores de Holywood como George Clooney hasta personajes influyentes como Jeffrey Sachs, todos viendo en el Pontífice, sin ser necesariamene creyentes, un referente humanitario.
Francisco se ha ido convirtiendo en un referente moral para el progrerío globalista, haciendo del Vaticano una suerte de lugar de peregrinación laica, el centro de la lucha contra el mal trato al inmigrante y la erradicación de la pobreza; un poder que aboga por el fin de las armas nucleares y por la paz en el mundo. Todos ellos fines loables, pero que bien podría firmar el líder de cualquier ONG.
Es tal la admiración desde fuera de la Iglesia por el Papa, que los medios siempre han sido extraordinariamente benignos con él, sobe todo si lo comparamos con sus predecesores inmediatos. Personaje de la revista Time, portada de Rolling Stone; en lo referente a España, dos entrevistas concedidas a Jordi Évole en La Sexta. En Italia, concedió múltiples entrevistas a Eugenio Scalfari, fundador del diario izquierdista La Repubblica.
División en la Iglesia
Si nos atenemos a su verdadera misión como Potífice, ser el custodio del depósito de la Fe y confirmar a los hermanos en ella, hemos de decir que estos diez años han sido, para no pocos católicos, desconcertantes. Mientras Su Santidad recibía a todo tipo de personajes dudosos, como ya hemos dicho, con buena actitud, atacó con saña a gente de dentro de la Iglesia, caricaturizando a monjas, curas, o incluso laicos «rigoristas».
Es de conocimiento público que cada vez menos gente asiste a la misa dominical y, en general, recibe los sacramentos. Occidente se seculariza a pasos agigantados. Los países europeos más descreídos, tienden a sufrir a los obispos más progresistas. Tal es el caso, por ejemplo de Alemania, donde los prelados han desafiado a Roma en los últimos años, llegando a oponerse diametralmente a la Santa Sede en asuntos, sobre todo, de índole sexual. Un desafío que no ha tenido consecuencias, al menos públicas, de Roma.
Otro es el caso, incluso en esos mismos países occidentales secularizados, de los tradicionalistas. Pues bien, el mismo Papa y la misma Roma que no detienen la heterodoxia germana han puestos palos en las ruedas a los fieles que van a la misa Tradicional. Los católicos «tradicionalistas» –por etiquetarlos de alguna forma– son fieles que acuden a la misa que se celebró durante siglos antes de que las reformas del Concilio Vaticano II, en los años sesenta, hicieran una especie de borrón y cuenta nueva –algo que no estaba previsto en el propio concilio– y «modernizara» la misa.
Las protestas que surgieron ante un cambio tan radical las encauzó el obispo francés Marcel Lefebvre, que acabó siendo excomulgado por la Iglesia. En 2007, Benedicto XVI restituyó el antiguo rito, dando libertad a los sacerdotes que quisieran celebrar dicha misa. «Lo que fue sagrado para las generaciones anteriores sigue siendo sagrado y grande para nosotros también, y no puede ser prohibido por completo de repente o incluso juzgado como dañino», argumentó Ratzinger. Sin embargo, en 2021, Francisco revertió las órdenes de su predecesor y puso coto a esta misa, situando en el blanco de sus ataques a los tradicionalistas.
Para el grueso de los católicos, que ni tan siquiera han oído hablar de la misa Tradicional, genera perplejidad el hecho de ver a su Papa atacando decididamente y con fuerza a sacerdotes y fieles que sólo quieren celebrar la misa de siempre, mientras hace la vista gorda a obispos y sacerdotes que desafían la doctrina y la moral de la Iglesia para escándalo de los fieles. El caos en ese sentido es brutal.
Nadie parece contento
El resultado es que, 10 años después, nadie está contento. Los más conservadores o tradicionales han visto como el Papa les desprecia o se burla de ellos; los progresistas, se han hecho ilusiones pensando que Francisco sería el Pontífice que abrazaría el progresismo y aboliría el celibato, destruiría la moral sexual, instauraría el sacerdocio femenino… Nada de eso, Francisco tampoco es de los suyos.
El resultado es que, a nivel interno de la Iglesia, casi nadie parece estar entusiasmado con el Santo Padre. A Francisco, que va camino de los 87 años, ya no le queda mucho tiempo de pontificado, y diez años dan para poder hacer un balance general. La cuestión es cómo será la recta final. El 31 de diciembre de 2022 se produjo un gran cambio.
Siempre que Francisco creaba nuevos cardenales, llevaba a los novatos con sus capelos a visitar a Ratzinger, que vivía a un tiro de piedra de la Basílica de San Pedro, en plenos jardines vaticanos. Siempre me llamó la atención que, fuera el cardenal que fuere, «de la cuerda», habitualmente, de Francisco, saludaban a Benedcito con un respeto y una admiración y reverencia que no mostraban con el Papa argentino.; al menos era diferente.
Los romanos distinguían el poder en potestas y auctoritas, el primero era el mero poder de imponer decisiones por la fuerza; el segundo, era un poder moral, basado en el reconocimiento o prestigio de una persona. Creo que Francisco representaba el primero; Benedicto, el segundo. Pero, el 31 de diciembre murió Ratzinger, con lo que la auctoritas ha desaparecido y hace que los próximos años sean aún más impredecibles.
Fernando Beltrán
sábado, 11 de marzo de 2023
Pío XII y la «Humani generis» (Monseñor Héctor Aguer)
El magisterio de Pío XII (1939-1958) constituye un corpus doctrinal (teológico, jurídico, pastoral) impresionante por su amplitud y profundidad. Con un estilo personalísimo abordó todos los temas que serían años más tarde retomados por el Concilio Vaticano II con otra perspectiva y otros fines. En su primera encíclica, Summi Pontificatus (20 de octubre de 1939) se presenta el programa que se propone adoptar a partir de la herencia de su predecesor, el culto al Corazón Sacratísimo de Jesús en su carácter de Rey universal. El planteo parte de la constatación de que el mundo contemporáneo estaba empeñado en el culto de lo presente, alejándose cada vez más de Dios y agotándose en la búsqueda de ideales terrenos, en una concepción del mundo para la cual el sermón de la Montaña y el sacrificio de la cruz son escándalo y locura. Cuesta aceptar la seriedad afectada veinte años después por su sucesor, que en el discurso de apertura del Vaticano II advirtió contra los «profetas de calamidades» (las cuales se cumplieron inexorablemente).
En la Summi Pontificatus se manifiesta el deber de evangelizar a los hombres a partir de una inteligencia espiritual y moral del presente en el que acababa de desencadenarse la segunda guerra mundial. Las angustias de entonces eran vistas como una apología del cristianismo y de la necesidad de convicción. Señala Pío XII varios errores doctrinales: el agnosticismo religioso y moral del individuo y de la sociedad, el laicismo y sus consecuencias: falta de conciencia y olvido de la solidaridad humana; en el reconocimiento de Dios como Padre y de Cristo Mediador se basa la unión de los individuos y de los pueblos. El estatismo, la absorción estatal procede del olvido de que la autoridad viene de Dios, con las consecuencias en el Estado mismo, el individuo y la familia. La educación indiferente y contraria al espíritu cristiano es también causada por el estatismo. El Papa señala la turbación del orden internacional y que los remedios no vendrán de los medios externos; la acción de la Iglesia para restaurar el orden implica que ella no es enemiga del verdadero progreso. Tras recordar que la Iglesia atravesaba un tiempo de prueba, esta primera encíclica concluye con una invitación a orar.
La historia presenta frecuentemente a Pío XII como un papa «conservador» (adjetivo empleado en una acepción peyorativa). La realidad muestra al Papa Pacelli como un profundo renovador que actualizó lo mejor de la tradición eclesial. Señalo solamente tres hechos: 1) En primer lugar nos devolvió la Vigilia Pascual. Desde la Edad Media, la resurrección del Señor se celebraba en la mañana del Sábado Santo, jornada ésta que de ese modo perdía su identidad como el día en que «Dios estaba muerto». La nueva disposición ubicaba la Vigilia Pascual a la medianoche. Notemos que en la más reciente actualidad se tiende a adelantarla, aunque la indicación litúrgica requiere que esté oscuro. 2) Encomendó a la Pontificia Comisión Bíblica una nueva traducción del Salterio del original hebreo, para corregir interpretaciones de la Vulgata jeronimiana. Mandó, además, incluir la nueva versión en el Breviario (que así se llamaba a la actual Liturgia de las Horas). Pero se registró una fuerte resistencia del clero, acostumbrado al sonido de la vieja versión, lo cual obligó a volver atrás. 3) Abundantes referencias al papel de los laicos, que ya habían sido movilizados por la Acción Católica, creada por Pío XI. También hubo múltiples referencias al matrimonio y a la familia, sobre todo en las alocuciones dirigidas a los jóvenes esposos, a los que recibía en audiencia.
La obra escrita incluye más de 20 encíclicas, varias Constituciones Apostólicas y Cartas Apostólicas, y las alocuciones se multiplicaron en todos los años del pontificado. El título de Pastor Angelicus, que le correspondía según la seudoprofecía de Malaquías, retrata perfectamente su figura y sus gestos. La admiración que despertaba en el mundo elevó el prestigio de la Iglesia en un tiempo cuya cultura se alejaba cada vez más de la cultura católica. En su obra toda se advierte con qué claridad enfrentó al comunismo, entonces plenamente en auge, siguiendo la condenación que había hecho Pío XI en la encíclica Divini Redemptoris promissio, que contenía la ubicación del fenómeno y la doctrina del comunismo desde una perspectiva teológica, a la luz de la historia de la salvación. El Papa Pacelli reaccionó y reclamó con energía ante las persecuciones de los comunistas, por ejemplo –y sobre todo- en Hungría (1956), con la prepotencia del Estado Soviético, y la China (1958).
La encíclica Humani generis enfoca, como lo expresan las primeras palabras, las disensiones que han acompañado la historia de la humanidad desde sus orígenes sobre las cuestiones religiosas y morales. El tema central será, pues, las orientaciones peligrosas que se registraban en los años 50 con la «teología nueva». El tiempo mostraría cómo esa «novedad» se iría afianzando hasta convertirse en oficial a la muerte de Pío XII a través de la división manifestada en el Concilio Vaticano II, el posconcilio y sus exasperaciones, hasta que fueron superándose por la obra restauradora del Papa polaco, Juan Pablo II. La Humani generis no nombra personas, pero señala claramente los errores que iban ocupando lugar en la Iglesia, y como dice la encíclica, «vemos combatidos aun los principios mismos de la cultura cristiana».
Se recuerdan entonces verdades fundamentales: la razón humana puede con sus fuerzas y su luz natural llegar al conocimiento verdadero y cierto de un Dios único y personal que con su Providencia sostiene y gobierna el mundo. Podemos añadir a este conocimiento absoluto que Dios comunica al ser de tal manera que si dejara de hacerlo todo volvería a la nada de la que fue creado (ex nihilo). Asimismo, puede conocer la ley natural impresa por Dios en nuestras almas. Sin embargo, no pocos obstáculos impiden a la razón el empleo eficaz y fructuoso de ésta su potencia natural. El entendimiento humano encuentra dificultades en la adquisición de tales verdades por la acción de los sentidos y de la imaginación, por las malas concupiscencias nacidas del pecado original, de tal modo que «se persuaden de ser falso lo que no quieren que sea verdadero». Se afirma entonces que la Revelación es moralmente necesaria. Existe dificultad para formarse un juicio cierto sobre la credibilidad de la fe católica (a pesar de los indicios que servirían de prueba del origen divino de la fe cristiana) por prejuicios –la cultura ambiente puede alimentarlos- la mala voluntad y las pasiones que también bloquean las inspiraciones que Dios infunde. Señala asimismo el Papa el desprecio del magisterio de la Iglesia. Se puede añadir que una cultura infatuada en su laicismo lo considera como una intrusión inaceptable.
A mitad del siglo XX estaba en auge la pretensión de extender a toda la realidad el sistema evolucionista y la hipótesis monista y panteísta ganaba numerosos adeptos. Pío XII critica lo que llama «moderna seudofilosofía»; se refiere al rechazo de esencias inmutables por obra del existencialismo, y al «falso historicismo».
Una característica que distingue a la Humani generis es su mención de «actitudes peligrosas dentro de la Iglesia», lo cual subraya su valor pastoral. Tales actitudes son claramente señaladas: amor excesivo a la novedad y consiguiente sustraerse a la dirección del magisterio eclesial; «imprudente irenismo», pretensión de reformar completamente la teología y el método en la enseñanza teológica. Esta temprana observación se vio confirmada en los años posteriores, las discusiones conciliares y el desnoramiento de algunos en el posconcilio. Nota también el Papa que esas ideas eran difundidas mediante publicaciones subrepticias. El rechazo del lenguaje tradicional y del uso de la filosofía corresponde a un relativismo teológico y dogmático que se filtraba con el propósito de «volver» a la Biblia y a los Padres de la Iglesia. El aviso era una apelación a la prudencia en el desarrollo del lenguaje y los enfoques de la problemática teológica. Critica el Papa el intento de formular los dogmas con categorías de filosofía moderna, el idealismo, el inmanentismo y el existencialismo especialmente; señala que la Iglesia no puede ligarse a cualquier efímero sistema filosófico. Los «amigos de novedades» desprecian la teología escolástica. A la luz de la historia posterior puede comprenderse la actitud de Pío XII: el sano desarrollo del pensamiento teológico se haría a través de desviaciones y errores. Respecto de la interpretación bíblica, la encíclica señala la apelación a los Santos Padres, especialmente los griegos, el rechazo de la analogía de la fe y el desplazamiento de la exégesis literal por la simbólica y espiritual. A propósito del tema bíblico, Pío XII había publicado en 1943 la encíclica Divino afflante Spiritu, en la cual alentaba los estudios contemporáneos y aprobaba el recurso a los géneros literarios.
Las actitudes peligrosas en el seno de la Iglesia han producido, según la Humani generis, «frutos venenosos». Se enumeran no menos de diez errores o puesta en duda de verdades ciertas: la razón humana no puede llegar al conocimiento de Dios, Dios no tiene presciencia; la creación es necesaria; Dios no puede crear seres inteligentes sin elevarlos a la visión beatífica; con lo cual se niega la gratuidad del orden sobrenatural; se destruye el concepto de pecado original; se duda si la materia difiere esencialmente del espíritu y si los ángeles son personas; se discute la identidad entre Cuerpo Místico y la Iglesia Católica, el carácter racional de la fe cristiana, la satisfacción dada por Cristo, la doctrina de la transubstanciación eucarística. Todos estos errores tuvieron una vigencia prepotente durante el período posconciliar en los años 60 y 70; la encíclica de Pío XII resultó profética. Se reconoció implícitamente este carácter en el rechazo de su texto y el desprestigio que cubrió a su autor. En este lugar cabe una observación. Los sucesores de Pío XII fueron todos canonizados; él todavía está esperando un milagro. Este hecho da que pensar en el juicio histórico que puede hacerse de la Iglesia en los 70 años que siguieron a su muerte, tiempo que está coloreado por el célebre Concilio.
La Humani generis continúa con la exposición de la doctrina católica respecto de la filosofía y de las ciencias positivas. En primer lugar afirma la capacidad de la razón para conocer a Dios, que es reconocida y estimada según la filosofía que llama tradicional y también «sana filosofía»; es un patrimonio heredado dotado de una autoridad superior. Concretamente se refiere a los principios metafísicos de razón suficiente, causalidad y finalidad, que tienen valor universal. Estos principios permiten adquirir la verdad cierta e inmutable.
Reconoce que hay un genuino progreso filosófico. En este punto se puede citar el caso del tomismo y el ejemplo de Cornelio Fabro, que explicitó el sentido de la metafísica del Doctor Angélico a la luz del concepto de participación. Recuerda el Papa que la Iglesia aprobó el método, doctrina y principios de Santo Tomás, y que no se debe abrazar ligeramente cualquier novedad. Aunque la Iglesia la haya aceptado y aprobado, algunos desprecian la filosofía tomista como anticuada. Las nuevas posiciones ponen en peligro dos disciplinas filosóficas relacionadas con la doctrina católica: la teodicea y la ética.
En lo que puede verse un sano existencialismo, afirma Pío XII que lo que la fe enseña sobre Dios y sus preceptos es conforme a las necesidades de la vida para evitar la desesperación y alcanzar la salvación eterna. El problema de la esperanza es la gran cruz de la cultura moderna. La vigilancia del Magisterio sobre la filosofía tiene por finalidad evitar que no obstaculice los dogmas de la fe.
Respecto de las ciencias positivas hay dos capítulos importantes: en primer lugar la encíclica enfoca los problemas biológicos y antropológicos. El evolucionismo plantea el origen del cuerpo de una materia viva precedente. Se recomienda juzgar con gravedad y moderación las razones a favor y en contra. Diversa es la actitud respecto del poligenismo, que no está probado y no se compagina con la doctrina del pecado original, que se refiere a la falta cometida por un solo Adán. El segundo capítulo es el valor histórico que se debe reconocer a los relatos del libro del Génesis. Entre paréntesis digamos que según enseña la encíclica Divino Afflante Spiritu, nada impide que se tomen en cuenta los géneros literarios.
El epílogo de la encíclica recuerda los deberes de los profesores y de las autoridades eclesiásticas. Puede decirse que estos deberes se resumen en una apelación a la prudencia. La Humani generis fue mal juzgada por el progresismo que la vio como una rémora. Objetivamente se puede pensar que impidió unos años el reinado universal del progresismo.
Las orientaciones actuales de Roma están muy lejos de observar la norma de la prudencia. En primer lugar se observa una indiferencia respecto de la verdad de la Tradición; se permiten entonces (en eso está el relativismo) errores evidentes. Además, la ortodoxia teológica ha cedido el puesto a una moralina mundialista; es doloroso reconocer que ya no se predica a Jesucristo y la necesidad de convertirse a Él y al Evangelio. Hay otro clima, otro espíritu, otra Iglesia: se compite con la masonería, aunque de un modo espontáneo e inconsciente; el mundo sigue andando su propia marcha. El magisterio romano parece entrampado en la Razón Práctica: la preocupación es mejorar la vida del hombre en este mundo, o sea: lo temporal, lo relativo, lo finito. En 1850 Soeren Kierkeagaard, el Sócrates danés, escribió en su Ejercitación del Cristianismo: «Lo absoluto consiste únicamente en escoger la eternidad».
+ Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata
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