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sábado, 14 de noviembre de 2020

Entrevista completa de Raymond Arroyo a Monseñor Viganò, sobre el falso Informe McCarrick




12 de noviembre del 2020.


Raymond Arroyo:

1. Excelencia, el Informe [Informe McCarrick] dice que usted «no acudió» para presentar evidencias para esta investigación del Vaticano: ¿Se le pidió que proporcionara información?, ¿alguien se puso en contacto con usted [para este propósito]?

Monseñor Viganò:

Me sorprende descubrir que un expediente en el que se me menciona 306 veces, me acuse de no haberme presentado a testificar, en esta investigación sobre Teodoro McCarrick. Pero de acuerdo con la norma del Derecho Canónico, la citación de los testigos es responsabilidad del encargado del proceso, en base a las pruebas recabadas en la etapa de instrucción.

Mi primera intervención sobre McCarrick, la cual hice como Delegado para las Representaciones Pontificias en la Secretaría de Estado, se remonta al 6 de diciembre de 2006, a raíz de un informe del entonces Nuncio en los Estados Unidos, el Arzobispo Pietro Sambi. Posteriormente, en el año 2008, presenté un segundo Memorando que informaba hechos de tal gravedad y con tal detalle, que me llevó a recomendar que McCarrick fuera depuesto como Cardenal y a que fuera reducido al estado laico. Mi Testimonio de agosto de 2018 es conocido por todos, así como mis declaraciones posteriores.

Es completamente incomprensible y anómalo, que no fuera considerado oportuno llamarme a declarar, pero aún más perturbador es que esta omisión deliberada, haya sido utilizada en mi contra. Que no me digan que esto fue porque era imposible rastrearme, ya que la Secretaría de Estado tiene mi dirección de correo electrónico personal, la cual sigue activa.

Por otro lado, así como no se me consultó para la redacción del Informe McCarrick, así también en el 2012, los tres Cardenales que Benedicto XVI puso a cargo de la investigación de Vatileaks 1, no me llamaron para dar testimonio, ni siquiera cuando también estaba involucrado personalmente. Solo después de mi solicitud explícita, el Cardenal Julián Herranz, jefe de la Comisión, me permitió hacer una declaración, diciendo las siguientes palabras: "¡Si realmente quieres ...!"

Además, también me parece significativo que James Grein, la única víctima de los abusos sexuales de McCarrick que tuvo el valor de denunciarlo públicamente, no aparezca en el Informe, y que no haya rastro de su testimonio, en el cual él también habría podido informar sobre del viaje que hizo con McCarrick a San Galo [Suiza], a fines de la década de 1950.

De las declaraciones públicas de James Grein, queda claro que el inicio de la escalada de McCarrick -quien entonces era un joven sacerdote recién ordenado- coincidió con esa visita a Suiza, a un monasterio que más tarde fue la sede de las reuniones de los conspiradores de la llamada "Mafia de San Galo" [1]. Según las declaraciones del fallecido Cardenal Godfried Danneels, ese grupo de Prelados decidió apoyar la elección de Bergoglio tanto tras la muerte de Juan Pablo II, como durante el Cónclave que siguió a la controvertida dimisión de Benedicto XVI.

Recuerdo que durante una conferencia en la Universidad de Villanova, el 11 de octubre de 2013, el entonces Cardenal McCarrick admitió haber apoyado la elección del Cardenal Bergoglio, durante el comienzo de las Congregaciones Generales, previas al Cónclave que se había celebrado unos meses antes, en marzo 2013.

Me pregunto qué tipo de confiabilidad puede tener un órgano judicial, que tiene un conflicto de intereses tan obvio debido a su relación pasada con el acusado. ¿Cómo puede Bergoglio y la Secretaría de Estado que depende de él, aparentar ser imparciales cuando McCarrick fue al Vaticano con una frecuencia anormal, cuándo en junio de 2013 Bergoglio le encargó hacer un viaje diplomático a China?, ¿y cómo no pensar que sus repetidos intentos de encubrir y de negar sus responsabilidades, no es la causa del intento sistemático de desacreditarme como testigo, para no sacar a la luz la complicidad y la connivencia entre ellos y el propio McCarrick?

R.A. 

2. Según el Informe, el Papa [Bergoglio] sostiene que usted no le informó de las actividades o restricciones de McCarrick, en junio de 2013. ¿Cuál es su respuesta a esto?

M.V.

Esta afirmación es absolutamente falsa. En primer lugar, fue el propio Bergoglio, quien el 23 de junio de 2013 me pidió explícitamente mi opinión sobre McCarrick. Como testifiqué en mi Testimonio del 2018:

<<Le respondí con total franqueza (...) "Santo Padre, no sé si conoce al Cardenal McCarrick, pero si usted le pregunta a la Congregación para los Obispos, existe un enorme dossier sobre él. Corrompió a generaciones de seminaristas y de sacerdotes, por lo que el Papa Benedicto [XVI] le ordenó retirarse a una vida de oración y de penitencia ". El Papa no hizo el menor comentario sobre esas palabras tan graves [que le dije] y no mostró ninguna expresión de sorpresa en su rostro; como si ya conociera el asunto desde hacía algún tiempo. Él inmediatamente cambió de tema. Entonces, cuál era el propósito del Papa al hacerme la pregunta: "¿Cómo es el Cardenal McCarrick?" ? Es obvio que quería averiguar si yo era aliado de McCarrick o si no lo era. >> [2]

Cabe señalar que fue por el propio McCarrick, que me enteré que Bergoglio lo había recibido cuatro días antes de mi audiencia, y que Bergoglio lo había autorizado a ir a China. [Entonces] ¿Qué sentido tenía pedirme una opinión, cuando Bergoglio ya tenía a McCarrick en la más alta estima?

Mientras tanto, McCarrick llegó tranquilamente a Roma, recibió asignaciones del Vaticano, incluídas las oficiales, y continuó con sus actividades como si nada hubiera pasado. En mayo de 2014, me enteré por el Washington Times, de un viaje hecho por McCarrick a la República Centroafricana, en nombre del Departamento de Estado (el entonces Secretario de Estado era John Kerry): este viaje también se menciona en el Informe. Estamos hablando del año 2014, [es decir] a pesar de que a partir de 2008, Benedicto XVI le había ordenado al Cardenal estadounidense [McCarrick] retirarse a la vida privada, no celebrar [Misa] ni asistir a eventos públicos, y no hacer viajes.

Por esta razón y dado el trato que se le estaba dando a McCarrick, le pregunté al Cardenal Parolin si las sanciones contra McCarrick aún se consideraban válidas, pero no recibí respuesta.

En aquel momento, habiendo ya reportado personalmente al Papa y sin haber recibido respuesta del Secretario de Estado, ¿qué podía yo hacer todavía?, ¿a quién podía apelar?

Por el Informe [McCarrick], me enteré de que el Arzobispo Wuerl e incluso el Nuncio Sambi (fallecido en 2011) consideraron las asignaciones continuas y los viajes al extranjero de McCarrick, como una "forma suficiente de destitución" (véase la nota de pie de página # 1013, del Informe [McCarrick]). Me he quedado sinceramente conmocionado al saber que el Informe [McCarrick] dice lo siguiente:

… Las indicaciones no eran “sanciones”; no fueron impuestas por el Papa Benedicto XVI; a McCarrick nunca se le prohibió celebrar Misa en público; a McCarrick no se le prohibió dar conferencias; el Cardenal Re no impuso a McCarrick "la obligación" de dedicarse a una vida de oración y de penitencia; y McCarrick se mantuvo libre para realizar actividades, incluidos viajes, con el permiso de la Santa Sede, incluido el Nuncio (cf. nota de pie de página 1006, ibidem).

Si es así, significa que a pesar de la conducta reprobable del Cardenal [McCarrick], la Santa Sede no consideró oportuno tomar medidas disciplinarias contra McCarrick, lo que confirma mi denuncia de la corrupción de la Curia.

R.A.

3. El Informe hace un gran esfuerzo para tratar de pintarlo a usted, como a alguien un tanto relajado en la tarea de investigar las afirmaciones del Sacerdote 3. (Ellos obvian el hecho de que [precisamente] usted fue el primero que llevó dichas preocupaciones a la Santa Sede). ¿Usted evitó colocarse "en posición de comprobar la credibilidad del "Sacerdote 3"?

M.V.

Es obvio cuál fue mi papel en sacar a la luz los escándalos de McCarrick y [es evidente] que siempre he tomado medidas para informar a la Santa Sede, de cualquier información que llegara a mi poder. Recuerdo que estamos hablando de 2012, cuando yo acababa de ser nombrado Nuncio en los Estados Unidos.

En el Informe se me acusa de no haber dado seguimiento a la solicitud de información, sobre las acusaciones hechas por el "Sacerdote 3", en contra de McCarrick. ¡Esto es absolutamente falso! Son los propios redactores del Informe, los que aportan las pruebas del engaño que han inventado para golpearme y desacreditarme. De hecho, en otro lugar del Informe dice que el 13 de junio de 2013 le escribí al Cardenal Ouellet, enviándole tanto la carta que me había escrito el Obispo Bootkoski, como la carta enviada al "Sacerdote 3". [Ahí] Le informé [al Cardenal Ouellet] que el caso civil del "Sacerdote 3", había sido sobreseído sin posibilidad de apelación. El Obispo Bootkoski calificó las acusaciones del "Sacerdote 3", como falsas y calumniosas.

Me gustaría enfatizar un aspecto en particular. Quienes me acusan de no haber enviado una comunicación escrita al Obispo Bootkoski, Ordinario del "Sacerdote 3" y al Obispo de Metuchen, saben muy bien que esto depende de las instrucciones precisas de la Secretaría de Estado. Y saben igualmente bien -como lo confirma el Informe- que hubo una comunicación telefónica entre el Obispo Bootkoski y yo, de la cual informé al Cardenal Ouellet.

No hay que olvidar que en aquellos años había abogados que no se contentaban con llevar a juicio a las Diócesis por delitos cometidos por sacerdotes, sino que querían demostrar que la propia Santa Sede -como la sede de una empresa multinacional- tenía la máxima responsabilidad por dar una indemnización a las víctimas de abuso sexual. El abogado Jeffrey Lena sabe algo de esto, el cual en dos juicios separados, logró evitar que la responsabilidad por el encubrimiento del abuso, recayera sobre el Papa Benedicto XVI.

R. A.

4. ¿Y qué piensa sobre el Informe, que atribuye la mayor parte de la culpa del ascenso de McCarrick y su lugar en la Iglesia, a los pies de Juan Pablo II y de Benedicto XVI?

M.V.

Las intenciones de quien redactó el Informe son claras: traspasar la responsabilidad de los ascensos de McCarrick a sus predecesores, uno de ellos ya ha fallecido y está canonizado (Juan Pablo II), y el otro es anciano y débil (Benedicto XVI). El primero no puede defenderse desde la tumba, mientras que el segundo es demasiado manso para repudiar descaradamente a su sucesor, llamándolo mentiroso y desacreditándolo a él, así como a la función que desempeña. Lo perturbador es que dentro del propio Informe -que obviamente fue elaborado por muchas manos- existen numerosas contradicciones, las suficientes para hacer que los argumentos expuestos, tengan poca credibilidad.

Me pregunto entonces: ¿quién convenció a Juan Pablo II y Benedicto XVI de no tener en cuenta las graves acusaciones contra McCarrick?, ¿quién estaba interesado en que McCarrick ascendiera, para que pudiera obtener una ventaja, en términos de poder y de dinero?

Probablemente alguien hizo creer a Juan Pablo II, que las acusaciones contra McCarrick eran fabricadas, siguiendo el modelo de las operaciones de descrédito que la Polonia comunista ya había realizado en contra de buenos Obispos y Sacerdotes, que se oponían al régimen.

En el caso de Juan Pablo II, el principal interesado en la promoción de McCarrick fue definitivamente el Cardenal Sodano. Él fue Secretario de Estado hasta septiembre del 2006: le llegó toda la información. En noviembre de 2000, el Nuncio Montalvo, le envió su informe y las acusaciones de graves abusos, cometidos por McCarrick.

No olvidemos que en este período estalló el escándalo del Padre [Marcial] Maciel [Fundador de los Legionarios de Cristo]. Sodano buscó encubrirlo, falseando una declaración de Benedicto XVI, en la que se decía que el Papa daba por cerrado el caso. Benedicto XVI convocó una sesión plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Cardenal Arinze, a pesar de la oposición del Secretario de Estado, logró que Maciel fuera condenado,

El nombre del Cardenal Sodano también apareció en relación con una escandalosa especulación inmobiliaria. En 2003, el sobrino del Cardenal, el ingeniero Andrea Sodano, con cartas de recomendación de su tío, quien era el Secretario de Estado y en su calidad de consultor del grupo inmobiliario Follieri (en algunos documentos oficiales también se le menciona como vicepresidente del grupo), adquirió a precios bajísimos, propiedades de Diócesis estadounidenses que fueron condenadas a compensar daños por casos civiles de abuso sexual, obteniendo así una enorme ventaja económica para él, en detrimento de la Iglesia. Raffaello Follieri, propietario del grupo, fue condenado por fraude y lavado de dinero, precisamente por transacciones temerarias, a través de la venta de estas propiedades. Huelga decir que Follieri tenía una estrecha relación con la Iniciativa Global Clinton y con la familia Clinton, así como con el Partido Demócrata: "El ex Presidente y la Senadora Hillary son nuestros amigos", se jactó Follieri.

Siempre se repiten las mismas conexiones, las mismas complicidades y los mismos conocidos: McCarrick, Clinton, Biden, los demócratas y los Modernistas, junto a una procesión de homosexuales y de abusadores sexuales, que no es les es ajena

En cuanto a Benedicto XVI, fueron el Secretario de Estado, Bertone, y el suplente Sandri quienes tuvieron acceso cotidiano y directo con el Papa; fueron ellos quienes pudieron controlar y filtrar información sobre McCarrick y ejercer presión sobre el Santo Padre.

Una vez más, el Informe habla por sí solo. Quien presentó la pregunta directamente al Papa Benedicto XVI, fue el Cardenal Bertone, quien contrariamente a lo que había propuesto repetidamente -es decir, que las gravísimas y detalladas acusaciones contra McCarrick, requirieron un proceso canónico ejemplar que condujo a su destitución del Colegio Cardenalicio, así como a su reducción al estado laico- llevó al Papa Benedicto a decidir que no debería emprenderse ningún proceso canónico, ni que debería prescribirse sanción canónica alguna, sino que en su lugar se haría "una simple apelación a la conciencia y al espíritu eclesial de McCarrick".

Y aquí aparece evidente otra flagrante contradicción: ¿Cómo es posible conciliar una simple apelación a la conciencia, con las instrucciones formales que se dieron tanto al Nuncio Sambi como a mí, según las cuales McCarrick no podía residir en el seminario en donde vivía, no podía participar en actividades públicas, no podía viajar y tenía que llevar una vida de retiro, dedicada a la oración y a la penitencia?

La corrupción de las más altas esferas del Vaticano es tan evidente, que lleva a considerar el Informe como un intento indigno de hacer aparecer a Bergoglio como absolutamente ajeno a las manipulaciones de la Curia, incluso como una especie de perseguidor implacable de los corruptos, mientras que la evidencia de los hechos demuestra lo contrario. Diría que Bergoglio es para la iglesia profunda, lo que Biden es para el Estado profundo...

Me gustaría señalar también que el hecho de culpar a Juan Pablo II del nombramiento de McCarrick -a pesar de la opinión negativa de la Congregación de Obispos y de su Prefecto, el Cardenal Re-, también podría aplicarse al propio Jorge Mario Bergoglio, sobre quien el Superior General de los Jesuitas expresó fuertes reservas [3]. Si Wojtyla se equivocó con McCarrick y por ello se le considera implícitamente responsable de los escándalos ocurridos, ¿qué impide que este juicio se extienda también a la promoción de Bergoglio como Arzobispo de Buenos Aires, y luego como Cardenal? Recordemos que en el Consistorio del año 2001, además de McCarrick y de Bergoglio, otros destacados miembros de la Mafia de San Galo, recibieron el bonete rojo...

R.A.

5. ¿Hay algo más que debamos incluir?

M.V.

Para concluir, me gustaría citar un artículo reciente de Riccardo Cascioli, tomando como mío, su lúcido juicio:

Aun cuando del Informe surge la figura de un McCarrick que era un depredador serial, no fue sino hasta el año 2017 cuando llegó el primer informe del abuso de un menor, que se desencadenó una gran reacción. [...] En la práctica, se nos dice que el “comportamiento inmoral con adultos”, que aunque ciertamente no es algo bueno -finalmente- es algo que se tolera. La verdadera alarma, la que prevé sanciones -incluso las más severas- , solamente suena si el abusado es menor de edad; como si las decenas y decenas de futuros sacerdotes que compartían el lecho con McCarrick y por tanto, en su mayor parte estaban condenados a una vida sacerdotal desequilibrada, no contaran mucho. Como si la devastación moral y la destrucción de la fe, causada por un Obispo depredador -vocaciones perdidas, sacerdotes que a su vez repitieron el abuso, nombramientos episcopales distorsionados por vínculos patológicos- fueran solo un problema menor.

(…) Se ignoró deliberadamente que lo que permitió el irresistible ascenso de McCarrick, es un sistema de poder también conocido como Lobby Gay, el cual favorece el nombramiento y la carrera de Obispos, con determinadas características. (...)

No, realmente no hay ninguna señal de que la Iglesia haya aprendido algo del caso McCarrick; existe más bien la sensación de que se hizo pagar a una persona [McCarrick], para que otras pudieran continuar tranquilamente. Y mientras tanto, avanza la idea de que si un sacerdote tiene tendencias homosexuales, no hay problema.

En esta grotesca farsa, que ahora se envuelve en una falsa apariencia de legalismo, con el propósito de salvar la imagen ahora comprometida de prelados corruptos, indignos y depravados, no ha habido duda en arrastrar por el falgo a toda la Iglesia, a su prestigio ante el mundo y a su autoridad sobre los fieles. Me limito a observar que incluso ahora en el Vaticano, Bergoglio todavía se rodea de notorios homosexuales y de personas con reputaciones gravemente comprometidas. Esta es la desautorización más flagrante, del supuesto trabajo moralizador de Bergoglio.

TESTIMONIO del 22 de agosto de 2018 de Su Excelencia Carlo Maria Viganò Arzobispo Titular de Ulpiana Nuncio Apostólico

EJÉRCITO VIGANÒ






En este trágico momento para la Iglesia en varias partes del mundo -Estados Unidos, Chile,

Honduras Australia, etc.- Los Obispos tienen una grave responsabilidad. Estoy pensando en

Estados Unidos de América en especial, a donde fui enviado como Nuncio Apostólico por

el Papa Benedicto XVI, el 19 de octubre del 2011, el onomástico conmemorativo de los

primeros mártires en Norteamérica. A los Obispos de los Estados Unidos se les ha

convocado, y yo entre ellos, a seguir el ejemplo de estos primeros mártires que trajeron el

Evangelio al Continente Americano, para ser testigos creíbles del inmenso Amor de Cristo,

el Camino, la verdad y la Vida.

Obispos y sacerdotes, abusando de su autoridad, han cometido horribles crímenes en

detrimento de sus fieles, menores, víctimas inocentes y hombres jóvenes dispuestos a

dedicar sus vidas a la Iglesia, o por su silencio no han evitado que tales crímenes continúen

siendo perpetrados.

Para restablecer la belleza de la santidad de la Novia de Cristo, que ha sido terriblemente

desfigurada por tantos abominables crímenes, y si en verdad quieren liberar a la Iglesia del

fétido pantano en el que ha caído, debemos tener el valor de derribar la cultura de la

secrecía y confesar publicamente las verdades que hemos mantenido escondidas. Debemos

derrumbar la conspiración de silencio con la que los Obispos y sacerdotes se han protegido

a expensas de sus fieles, una conspiración de silencio que a los ojos del mundo arriesga a la

Iglesia Católica asemejarse a una secta, una conspiración de silencio no muy diferente a la

que prevalece en la mafia. "Lo que hayas dicho en la oscuridad...será proclamado desde lo

alto de las casas"

(Lucas 12:3).

Yo siempre creí y tuve la esperanza de que la jerarquía de la Iglesia podría encontrar en su

seno los recursos espirituales y la fuerza para confesar toda la verdad, para enmendar y

renovarse. Es por esto que, aun cuando repetidamente se me había hecho la petición, había

evitado hacer declaraciones a los medios, aun cuando estaba en mi derecho de hacerlo, para

defenderme de las calumnias que se publicaron contra mi persona, incluso por altos

prelados de la Curia Romana. Pero ahora que la corrupción ha alcanzado la cima de la

jerarquía de la Iglesia, mi conciencia me dicta que revele las verdades en torno al triste caso

del Arzobispo emérito de Washington D.C., Theodore McCarrick, al que conocí dadas las

encomiendas que me confió San Juan Pablo II, como Delegado de las Representaciones

Pontificias, de 1998 al 2009, y por el Papa Benedicto XVI, como Nuncio Apostólico para

los Estados Unidos de América, desde octubre 19 del 2011 hasta el fin de mayo del 2016.

Como Delegado de las Representaciones Pontificias en el Secretariado de Estado, mis

responsabilidades no estaban limitadas a las Nunciaturas Apostólicas, sino que también

incluían al personal de la Curia Romana (empleos, promociones, procesos informativos de

los candidatos al Episcopado, etc.) y la revisión de casos delicados, incluídos aquellos

relacionados a Cardenales y Obispos, que se le confiaban al Delegado, de parte del




2




Cardenal Secretario de Estado o por el Sustituto del Secretario de Estado.

Para allanar las sospechas insinuadas en varios artículos recientes, digo ahora mismo que

los Nuncios Apostólicos en los Estados Unidos, Gabriel Montalvo y Pietro Sambi, ambos

fallecidos prematuramente, no omitieron informar a la Santa Sede, tan pronto tomaron

conocimiento de la conducta gravemente inmoral del Arzobispo McCarrick con los

seminaristas y sacerdotes. Ciertamente, de acuerdo a lo que el Nuncio Pietro Sambi

escribió, la Carta O.P. del Padre Boniface Ramsey, que había sido profesor en el seminario

diocesano en Newark desde finales de los ochentas hasta 1996, afirma que había un rumor

recurrente en el seminario de que el Arzobispo "compartía su cama con los seminaristas,"

invitando a cinco al mismo tiempo de pasar el fin de semana con él en su casa en la playa.

Y agregó que conocía a cierto número de seminaristas algunos de los cuales fueron

ordenados sacerdotes por la Arquidiocesis de Newark, que habían sido invitados a esta casa

en la playa y habían compartido cama con el Arzobispo.

La oficina que se me había encomendado como responsabilidad no fue informada de

ninguna medida tomada por la Santa Sede después de que los cargos fueran presentados por

el Nuncio Montalvo a finales del año 2000, cuando el Cardenal Angelo Sodano era

Secretario de Estado.

De la misma manera, el Nuncio Sambi transmitió al Cardenal Secretario de Estado,

Tarcisio Bertone, un memorando de acusación contra McCarrick por el sacerdote Gregory

Littleton de la Diócesis de Charlotte, que fue rebajado al estado laico por violación de

menores, junto con dos documentos de Littleton en los que hace el recuento de su trágica

história de abuso sexual por el entonces Arzobispo de Newark y varios otros padres y

seminaristas. El Nuncio agrega que Littleton ya había enviado su memorandum a alrededor

de veinte personas, incluyendo a autoridades judiciales civiles y eclesiásticas; policía y

abogados en junio del 2006, y que por lo tanto era muy probable que la noticia se haría

pública, en breve. Por lo tanto pedía por la pronta intervención de la Santa Sede.

Al escribir el memorando (1) sobre estos documentos que se me confiaron, como Delegado

de las Representaciones Pontificias, en diciembre 6 del 2006, le escribí a mis superiores, El

Cardenal Tarcisio Bertone y al Sustituto Leonardo Sandri, que los hechos atribuídos a

McCarrick, por Littleton, eran de tal gravedad y vileza que provocaban asombro, una

sensación de disgusto, profunda tristeza y amargura en el lector, y que eran constitutivos de

crímenes de seducción, petición de comisión de actos depravados de seminaristas y padres,

repetidamente y simultaneamente con varias personas; escarnio a un joven seminarista que

intentó resistir las seducciones del Cardenal en presencia de otros dos sacerdotes,

absolución de los cómplices de estos actos depravados, celebración sacrílega de la

Eucaristía con los mismos sacerdotes después de la comisión de dichos actos.

- En mi memorando, que entregué ese mismo diciembre 6 del año 2006 a mi superior

inmediato, el Sustituto Leonardo Sandri, propuse las siguientes consideraciones y curso de

acción a mis superiores:

___________________

(1) Todos los memorandos, cartas y otra documentación mencionada aquí están disponibles en la Secretaría

de Estado de la Santa Sede o en la Nunciatura Apostólica de Washington D.C.




3

- Dado que parecía que era un nuevo escándalo de peculiar gravedad, pues atañía a un

Cardenal, se iba a agregar a los múltiples escándalos de la Iglesia en Estados Unidos,

y dado que este asunto involucraba a un Cardenal, y que de acuerdo a

can. 1405 § 1, No. 2 ̊, “ipsius Romani Pontificis dumtaxat ius est iudicandi”;

- Hice la propuesta de que se debía tomar una medida ejemplar contra el Cardenal que

podría surtir un efecto medicinal, para prevenir abusos futuros contra víctimas inocentes y

paliar el grave escándalo para los fieles, que a pesar de todo seguían amando y creyendo en

la Iglesia.

Añadí que sería muy beneficioso que en esta instancia la autoridad eclesial actuara antes

que las autoridades civiles y de ser posible, antes de que el escándalo llegara a la prensa.

Esto podría restaurar alguna dignidad a la Iglesia tan humillada y puesta a prueba por tantos

actos abominables de parte de algunos de sus pastores. Si se hiciera esto, la autoridad no

llevaría a juicio a un Cardenal sino a un pastor a quien la Iglesia ya le hubiese adjudicado

las medidas apropiadas para evitar que el Cardenal de abusar de su autoridad y continuar

destruyendo vidas inocentes.

Mi memorando de diciembre 6 del 2006 fue conservado por mis superiores y jamás me fue

regresado con alguna decisión de mis superiores sobre este asunto. Subsecuentemente

alrededor del 21 de abril del 2008, la Declaración del Papa Benedicto XVI en torno a la

crisis de los patrones de conducta sexual en los Estados Unidos, por Richard Sipe, fue

publicado en Internet en richardsipe.com . El 24 de abril fue entregado por el Prefecto de la

Congregación de la Doctrina de la Fe, el Cardenal William Levada, al Cardenal Secretario

de Estado Tarcisio Bertone. Se me entregó un mes después el 24 de mayo de 2008.

El día siguiente entregué un nuevo memorando al nuevo Sustituto, Fernando Filoni, que

incluyó el memorando previo de diciembre del 2006. En él, resumía el documento de

Richard Sipe que terminaba con esta respetuosa y sincera petición al Papa Benedicto XVI:

"Me acerco a Su Santidad con la debida reverencia, pero con la misma intensidad que

motivó a Peter Damian a exponer frente a su predecesor, el Papa León IX, una descripción

del clero durante su era. Los problemas que relataba eran similares y tan grandes hoy en

día en los Estados Unidos como lo eran entonces en Roma. Si Su Santidad lo solicita, yo

personalmente entregaré la documentación a la que aludo."

Terminaba mi memorando repitiéndole a mis superiores que yo pensaba que era necesario

intervenir lo mas rápido posible removiendo la Mitra cardenalicia al Cardenal McCarrick y

que debía ser sujeto a las sanciones establecidas por el Código de la Ley Canónica, que

también incluían las provisiones para su reducción a estado laico.

Este segundo memorando mío tampoco fue remitido a la oficina de personal, y me generó

una grave decepción de mis superiores por la inconcebible ausencia de acción contra el

Cardenal y por la continua ausencia de comunicación conmigo a partir del primer

memorando de diciembre del 2006.




4

Pero finalmente supe con certeza, a través del Cardenal Giovanni Battista Re, entonces

Prefecto de la Congregación para los Obispos, que la declaración valerosa y meritoria de

Richard Sipe había tenido el resultado deseado. El Papa Benedicto [XVI] había impuesto

al Cardenal McCarrick sanciones similares a las impuestas ahora por el Papa

Francisco: El Cardenal debía abandonar el seminario en donde vivía, se le prohibía

celebrar Misa en público, participar en reuniones públicas, dar conferencias, viajar,

con la obligación de dedicarse a una vida de penitencia y oración.

No sé cuando tomó estas medidas el Papa Benedicto [XVI] en contra de McCarrick, si en

el 2009 o 2010, porque entretanto se me había transferido a la Gubernatura de la Ciudad

Estado del Vaticano. Asimismo, no se quién haya sido responsable de esta increíble

tardanza. Ciertamente no creo que haya sido el Papa Benedicto [XVI] que en sus tiempos

de Cardenal había denunciado repetidamente la corrupción presente en la Iglesia, y que en

sus primeros meses de Pontificado ya había adoptado una postura firme en contra de

admitir a jóvenes a los seminarios con profundas tendencias homosexuales. Creo que fue

debido al primer colaborador del Papa [Benedicto XVI] en ese momento, el Cardenal

Tarcisio Bertone, que notoriamente favorecía el promocionar a homosexuales a posiciones

de responsabilidad, y estaba acostumbrado a manejar la información que él creía era

apropiada el transmitir al Papa [Benedicto XVI] .

En cualquier caso, lo que es seguro es que el Papa Benedicto [XVI] las antes citadas

sanciones canónicas a McCarrick y que le fueron comunicadas por el Nuncio

Apostólico para los Estados Unidos, Pietro Sambi. El Monseñor Jean-François

Lantheaume, entonces Primer Consejero de la Nunciatura en Washington y Chargé des

affaires después de la inesperada muerte del Nuncio Sambi en Baltimore, me dijo, cuando

llegué a Washington D.C. -Y él está listo para testificar el dato- de una tormentosa

conversación que duró más de una hora, que el Nuncio Sambi sostuvo con el Cardenal

McCarrick al que había citado a la Nunciatura. Monseñor Lantheaume me relató que "la

voz del Nuncio se podía escuchar hasta el pasillo".

Las mismas disposiciones del Papa Benedicto [XVI] se hicieron de mi conocimiento por el

nuevo Prefecto de la Congregación de Obispos, el Cardenal Marc Ouellet, en noviembre

del 2011, en una conversación antes de mi partida a Washington, y fueron incluídas junto a

las demás instrucciones de la misma Congregación para el nuevo Nuncio

A su vez, se las repetí al Cardenal McCarrick en mi primer encuentro con él en la

Nunciatura. El Cardenal, musitando en voz poco entendible, admitió que tal vez él había

cometido el error de dormir en la misma cama con algunos seminaristas en su casa de

playa, pero lo mencionó como si no tuviese importancia. Los fieles se preguntan

insistentemente cómo fue posible que se le designara como Cardenal de Washington, y

tienen todo el derecho a saber quién sabía y quién encubrió sus graves descarríos.

Por lo tanto es mi deber el revelar lo que sé de esto, comenzando con la Curia Romana. El

Cardenal Angelo Sodano era Secretario de Estado hasta septiembre del 2006: Toda la

información le fue entregada a él en noviembre del año 2000, el Nuncio Montalvo le envió

su reporte, entregándole la carta antes citada del Padre Boniface Ramsey en la que

denunciaban los serios abusos cometidos por McCarrick.




5

Es sabido que Sodano intentó encubrir el escándalo del Padre Maciel hasta el último

momento. Incluso destituyó al Nuncio en la Ciudad de México, Justo Mullor, quien rechazó

hacerse cómplice en la estratagema de encubrimiento del Padre Maciel, y en su lugar

designó a Sandri, en aquel entonces Nuncio en Venezuela, que estaba dispuesto a colaborar

en el encubrimiento. Sodano incluso llegó a emitir una declaracióna la oficina de prensa del

Vaticano en la que se reafirmaba una mentira, en la que se aseveraba que el Papa Benedicto

[XVI] había decidido que el asunto Maciel debía ser considerado como caso cerrado.

Benedicto [XVI] reaccionó, a pesar de la árdua defensa de Sodano, y Maciel fué hallado

culpable e irrevocablemente condenado.

¿Fue la asignación de McCarrick como Cardenal de Washington, obra de Sodano, cuando

Juan Pablo II ya estaba gravemente enfermo? No se nos ha dado saberlo. Sin embargo es

legítimo el pensarlo, pero no creo que haya sido el único responsable de esto. McCarrick

viajaba frecuentemente a Roma y tenía amigos en todas partes, en todos los estratos de la

Curia. Si Sodano había protegido a Maciel, como parece seguro, entonces no hay razón

para pensar que no haya hecho lo mismo por McCarrick, quien de acuerdo a muchos, tenía

los medios financieros para influenciar decisiones. Su nominación a Washington tuvo la

oposición por el entonces Prefecto de la Congregación para los Obispos, el Cardenal

Giovanni Battista Re. En la Nunciatura en Washington existe una nota escrita de su puño en

la que el Cardenal Re se distancia del nombramiento y declara que McCarrick era el

décimo cuarto en la lista de candidatos para Washington.

El reporte del Nuncio Sambi con todos sus apéndices, fue enviado al Cardenal Tarcisio

Bertone, como Secretario de Estado. Mis dos memorandos antes citados de diciembre del

2006 y mayo 25 del 2008, presumiblemente también le fueron entregados por su Sustituto.

Como se mencionó anteriormente, el Cardenal no tuvo dificultad en presentar candidatos

para el Episcopado de los cuales se sabía que eran homosexuales activos -Cito unicamente

el caso de Vincenzo de Mauro, quién fue designado Arzobispo-Obispo de Vigevano y mas

tarde removido porque estaba subvirtiendo a sus seminaristas - y en filtrar y manipular la

información que le entregaba al Papa Benedicto [XVI].

El Cardenal Pietro Parolin, el actual Secretario de Estado, que también era cómplice en el

encubrimiento de los descarríos de McCarrick, el cual, después de la elección del Papa

Francisco, presumía abiertamente de sus viajes y misiones a varios continentes. En abril del

2014, el Washington Times publicó un reportaje en primera plana, el viaje de McCarrick a

la República de África Central, por encargo del Departamento de Estado ni mas ni menos.

Como Nuncio de Washington le escribí al Cardenal Parolin preguntándole si las sanciones

impuestas a McCarrick por el Papa Benedicto [XVI] estaban vigentes. ¡Ça va sans dire que

mi misiva nunca tuvo respuesta!




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Lo mismo se puede decir de:

• Cardenal William Levada. Ex-Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe

• Cardenal Marc Ouellet. Prefecto de la Congregación de los Obispos

• Lorenzo Baldisseri Ex-Secretario de la Congregación para los Obispos

• Arzobispo Ilson de Jesus Montanari. Actual Secretario de la misma Congregación.

Todos estaban al tanto por la investidura de sus cargos, de las sanciones impuestas por el

Papa [Benedicto XVI] a McCarrick.

Los Cardenales Leonardo Sandri, Fernando Filoni y Angelo Becciu, como sustitutos del

Secretariado de Estado, conocían todos los detalles de la situación en lo concerniente al

Cardenal McCarrick.

Tampoco los Cardenales Giovanni Lajolo y Dominique Mamberti podrían haber

permanecido ignorantes, como Secretarios para las Relaciones con los Estados. Ellos

participaron varias veces por semana en reuniones colegiadas con el Secretario de Estado.

En lo que concierne a la Curia Romana, me detendré aquí, aun cuando los nombres de otros

Prelados en el Vaaticano son bien conocidos, incluso algunos muy cercanos al Papa

Francisco, tales como el Cardenal Francesco Coccopalmerio y el Arzobispo Vincenzo

Paglia que pertenecen a la corriente homosexual que favorece el subvertir la Doctrina sobre

la homosexualidad, una corriente ya denunciada antes en 1986 por el Cardenal Joseph

Ratzinger, en aquel entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su

carta a los Obispos de la Iglsia Católica sobre el cuidado pastoral de personas

homosexuales. Los Cardenales Edwin Frederick O’Brien y Renato Raffaele Martino

también pertenecen a dicha corriente, aunque con una ideología distinta. También otros que

pertenecen a esta corriente incluso tienen su residencia en el Domus Sanctae Marthae.

Ahora hablemos de lo de Estados Unidos. Obviamente el primero en ser informado de las

medidas tomadas por el Papa Benedicto [XVI] fue el sucesor en la Sede de Washington,

Cardenal Donald Wuerl, cuya situación está ahora totalmente comprometida por las

recientes revelaciones en torno a su comportamiento como Obispo de Pittsburgh.

Es totalmente impensable que el Nuncio Sambi, quién fuese una persona extremadamente

responsable, honesta, leal, directa y explícita en su comportamiento (un verdadero hijo de la

Romagna) no le hablase al respecto. En cualquier caso, yo mismo puse el tema a la

consideración con el Cardenal Wuerl en varias oportunidades, y ciertamente no necesité

entrar en detalle pues me percaté con claridad que él estaba al corriente del tema. Tambien

recuerdo en lo particular de que tuve que llamar su atención al tema, porque me di cuenta

que en una publicación de la Arquidiócesis, en la cuarta de forros a color, había un anuncio

invitando a los jóvenes que creían tener vocación para el sacerdocio, a una reunión con el

Cardenal McCarrick. Inmediatamente me puse en comunicación telefónica con el Cardenal

Wuerl quién me expresó su sorpresa diciéndome que no sabía nada del anuncio y que lo

cancelaría. Si él, como lo declara actualmente, no sabía nada de los abusos cometidos por

McCarrick y de las medidas tomadas por el Papa Benedicto [XVI], ¿cómo puede explicar la




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respuesta que me dió en el teléfono? Sus recientes declaraciones de que no sabía nada del

asunto, aunque al principio se refirió astutamente a las compensaciones a dos víctimas, son

absolutamente irrisorias. El Cardenal miente desvergonzadamente y prevalece sobre la

figura de su Canciller, Monsignor Antonicelli, para que mienta asimismo.

El Cardenal Wuerl también claramente mintió en otra ocasión. Después de un evento

moralmente inaceptable, autorizado por las autoridades de la Universidad de Georgetown,

lo presenté a la atención de su presidente (Rector), el Dr. John DeGoia, enviándole otras

dos cartas. Antes de remitir copia al involucrado, para manejar las cosas apropiadamente,

yo personalmente entregué copia de ellas al Cardenal con una carta que yo había escrito. El

Cardenal me respondió que no sabía nada del tema. Sin embargo no me envió acuso de

recibo de las dos cartas, cosa que no era usual en él. Subsecuentemente supe que el evento

de la Universidad de Georgetown había sido celebrado durante siete años. ¡Pero el Cardenal

no sabía nada al respecto!

El Cardenal Wuerl, consciente de los continuos abusos cometidos por el Cardenal

McCarrick y de las sanciones que le impuso el Papa Benedicto [XVI] y transgrediendo la

orden del Papa [Benedicto XVI], también le permitió residir en un seminario en

Washington D.C. Al hacerlo, puso en riesgo a otros seminaristas.

El Obispo Paul Bootkoski, emérito de Metuchen, y el Arzobispo John Myers, emérito de

Newark, encubrieron los abusos cometidos por McCarrick en sus respectivas Diócesis y

compensaron a dos de sus víctimas. No pueden negarlo y deben ser interrogados para

revelar todas las circunstancias y toda la responsabilidad con respecto a este asunto.

El Cardenal Kevin Farrell, quien fue entrevistado recientemente por los medios, también

dijo que no tenía la menor idea sobre los abusos cometidos por McCarrick. Dadas las

características de su mandato en Washington, Dallas y ahora en Roma, honestamente, creo

que nadie puede creerle. No sé si alguna vez le preguntaron si sabía sobre los crímenes de

Maciel. Si negara esto, ¿alguien le creería, ya que él ocupaba puestos de responsabilidad

como miembro de los Legionarios de Cristo?

En cuanto al Cardenal Sean O'Malley, simplemente diría que sus últimas declaraciones

sobre el caso McCarrick son desconcertantes y han oscurecido por completo su

transparencia y credibilidad.




* * *




Mi conciencia también me exige revelar hechos que he experimentado personalmente,

concernientes al Papa Francisco, que tienen un significado dramático. Mi calidad de

Obispo, compartiendo la responsabilidad Colegial de todos los Obispos por la Iglesia

Universal, no me permite guardar silencio sobre hechos que declaro aquí y que estoy

dispuesto a reafirmar bajo juramento, invocando a Dios como mi Testigo.

En los últimos meses de su pontificado, el Papa Benedicto [XVI] convocó a una reunión de

todos los Nuncios Apostólicos en Roma, como lo hicieron Pablo VI y San Juan Pablo II en

varias ocasiones. La fecha fijada para la audiencia con el Papa fue el viernes 21 de junio de

2013. El Papa Francisco mantuvo este compromiso hecho por su predecesor. Por supuesto,




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también vine a Roma desde Washington. Ese fue mi primer encuentro con el nuevo Papa,

elegido tan solo tres meses antes, después de la renuncia del Papa Benedicto[XVI].

Durante la mañana del jueves 20 de junio de 2013, fui a la Domus Sanctae Marthae para

unirme a mis colegas que estaban allí. Tan pronto como entré en la sala me encontré con el

cardenal McCarrick, que vestía la sotana roja. Lo saludé respetuosamente como siempre lo

había hecho. Inmediatamente me dijo, en un tono entre ambiguo y triunfante: "El Papa me

recibió ayer, mañana voy ir a China."

En ese momento yo no sabía nada de su larga amistad con el cardenal Bergoglio y de la

parte importante que había desempeñado en su reciente elección como Papa, como el

propio McCarrick revelaría más tarde en una conferencia en la Universidad de Villanova y

en una entrevista con el National Catholic Reporter. Tampoco había pensado en el hecho

de que él había participado en las reuniones preliminares del reciente Cónclave, y del papel

que pudo haber tenido como un Cardenal Elector en el Cónclave de 2005. Por lo tanto, no

entendí de inmediato, el significado del mensaje encriptado que McCarrick me había

comunicado, pero eso quedaría claro para mí en los días en los siguientes días inmediatos.

Al día siguiente tuvo lugar la audiencia con el Papa Francisco. Después de su discurso, que

en partes fue leído y en otras tuvo alocuciones espontáneas, el Papa quiso saludar a todos

los Nuncios participantes, uno por uno. En la fila en donde estábamos formados, recuerdo

que yo estaba entre los últimos. Cuando fue mi turno, solo tuve tiempo de decirle: "Soy el

Nuncio de los Estados Unidos". Inmediatamente me atacó con un tono de reproche,

diciendo: ¡Los Obispos en los Estados Unidos no deben estar ideologizados. Deben ser

pastores! Por supuesto, yo no estaba en la posición de pedirle explicación alguna sobre el

significado de aquellas palabras suyas y de la forma agresiva con la que él me había

reprendido. Tenía en mi mano un libro en portugués que el Cardenal O'Malley me había

enviado para el Papa, unos días antes, diciéndome: "para que pueda revisar su portugués

antes de ir a Río para la Jornada Mundial de la Juventud". Se lo entregué inmediatamente,

y así me liberé de esa situación extremadamente desconcertante y embarazosa.

Al final de la audiencia, el Papa anunció: "Aquellos de ustedes que todavía estén en

Roma para el próximo domingo, están invitados a concelebrar conmigo en la Domus

Sanctae Marthae". Naturalmente, pensé en quedarme en Roma, para aclarar, lo antes

posible, qué habría querido decirme el Papa [con la frase: ¡Los Obispos en los Estados

Unidos no deben estar ideologizados. Deben ser pastores! ].

El domingo 23 de junio, antes de la concelebración con el Papa, le pregunté a Monseñor

Ricca -responsable de la casa y quien nos ayudó a ponernos las vestiduras-, si podría

preguntarle al Papa sobre la posibilidad de recibirme en algún momento de la semana

siguiente. ¿Cómo podría regresarme a Washington sin haber aclarado lo que el Papa quería

de mí?

Al final de la Misa, mientras el Papa saludaba a los pocos laicos presentes, Monseñor

Fabian Pedacchio, su secretario argentino, vino a mí y me dijo: "¡El Papa me dijo que le

preguntara si en este momento usted tiene tiempo libre!" Naturalmente, le respondí que

estaba a disposición del Papa y le dí las gracias por recibirme de inmediato. El Papa me

llevó al primer piso de su departamento y me dijo: "Tenemos 40 minutos, antes del

Angelus".




9

Comencé la conversación, preguntándole al Papa qué había intentado decirme con las

palabras que me había dirigido, cuando yo lo había saludado el viernes anterior. Y el Papa,

en un tono muy diferente, amistoso, casi afectuoso, me dijo: "Sí, los Obispos en los

Estados Unidos no deben estar ideologizados, no deben ser derechistas como el

Arzobispo de Filadelfia, (el Papa no me dió el nombre del Arzobispo) deben ser Pastores;

y no deben ser de izquierda, y agregó, levantando ambos brazos, y cuando digo de

izquierda me refiero a homosexual ". Por supuesto, la lógica de la correlación entre ser

izquierdista y ser homosexual se me escapó, pero no añadí nada más.

Inmediatamente después, el Papa me preguntó de una manera mañosa: "¿Cómo es el

Cardenal McCarrick?". Le respondí con total franqueza, y sí también con una gran

ingenuidad: "Santo Padre, no sé si conoce al Cardenal McCarrick, pero si usted le

pregunta a la Congregación para los Obispos, existe un enorme dossier sobre él.

Corrompió a generaciones de seminaristas y sacerdotes, por lo que el Papa Benedicto

[XVI] le ordenó retirarse a una vida de oración y penitencia ". El Papa no hizo el menor

comentario sobre esas palabras tan graves [que le dije] y no mostró ninguna expresión de

sorpresa en su rostro; como si ya conociera el asunto desde hacía algún tiempo. Él

inmediatamente cambió de tema. Entonces, cuál era el propósito del Papa al hacerme la

pregunta: "¿Cómo es el Cardenal McCarrick?" ? Es obvio que quería averiguar si yo era

aliado de McCarrick o si no lo era.

Cuando regresé a Washington, todo se volvió muy claro para mí, gracias también a un

nuevo evento que ocurrió pocos días después de mi reunión con el Papa Francisco. Cuando

el nuevo Obispo Mark Seitz tomó posesión de la Diócesis de El Paso, el 9 de julio de 2013,

envié [en mi representación]al primer Consejero, Monseñor Jean-François Lantheaume, ya

que yo tenía que ir a Dallas ese mismo día para una reunión internacional sobre Bioética.

Cuando Monseñor Lantheaume regresó, me dijo que en El Paso se había encontrado con el

Cardenal McCarrick, quien apartándolo[para hablar a solas con él], le dijo casi las mismas

palabras que el Papa me había dicho en Roma: "los Obispos en los Estados Unidos no

deben ser ideologizados, no deben ser derechistas, deben ser pastores ... " ¡Yo estaba

asombrado! Ahora estaba claro que las palabras de reproche que el Papa Francisco me

había dirigido el 21 de junio de 2013, habían sido puestas en su boca, el día anterior por el

Cardenal McCarrick. La mención del Papa "no como el Arzobispo de Filadelfia" también

podría provenir de McCarrick, ya que había habido un fuerte desacuerdo entre los dos sobre

la aceptación de que los políticos partidarios del aborto, recibieran la Comunión. En su

comunicación a los Obispos, McCarrick había manipulado una carta del entonces Cardenal

Ratzinger que prohibía darles la Comunión. De hecho, yo también sabía cómo ciertos

Cardenales como Mahony, Levada y Wuerl estaban estrechamente vinculados con

McCarrick; ellos también se habían opuesto a los nombramientos más recientes hechos por

el Papa Benedicto [XVI], para puestos importantes como Filadelfia, Baltimore, Denver y

San Francisco.

No contento con la trampa que había tendido el 23 de junio de 2013, cuando me preguntó

sobre McCarrick, unos meses más tarde, en la audiencia que me concedió el 10 de octubre

de 2013, el Papa Francisco me tendió una segunda trampa, esta vez con respecto a un

segundo de sus protegidos, el Cardenal Donald Wuerl, preguntándome: "¿Qué es lo que le

gusta al cardenal Wuerl, es bueno o malo?" Respondí: "Santo Padre, no le diré si es

bueno o malo, pero le diré dos hechos". Son los hechos que ya he mencionado




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anteriormente, uno que se refiere al descuido pastoral de Wuerl con respecto a las

desviaciones aberrantes en la Universidad de Georgetown y el otro, ¡la invitación a jóvenes

aspirantes al sacerdocio, por parte de la Arquidiócesis de Washington, a una reunión con

McCarrick! Una vez más, el Papa no mostró reacción alguna.

También estaba claro que desde el momento de la elección del Papa Francisco, McCarrick,

ahora sí, sin tener ya ninguna restricción, se había sentido libre para viajar continuamente,

para dar conferencias y entrevistas. En un esfuerzo conjunto con el Cardenal Rodríguez

Maradiaga, se convirtió en el creador de reyecitos, a través de nombramientos en la Curia

y en los Estados Unidos, así como el consejero más escuchado en el Vaticano, para las

relaciones con la administración Obama. De este modo es como uno explica que el Papa

reemplazara al Cardenal Burke por Wuerl e inmediatamente designara a Cupich después de

que fuera nombrado Cardenal, como miembros de la Congregación para los Obispos. Con

estos nombramientos, la Nunciatura en Washington quedaba fuera de la escena en el

nombramiento de Obispos. Además, nombró al brasileño Ilson de Jesus Montanari -el

gran amigo de su Secretario Privado argentino, Fabian Pedacchio- como Secretario de la

misma Congregación para los Obispos y Secretario del Colegio de Cardenales, quien de un

solo brinco dejó de ser un simple funcionario del departamento del Secretario del

Arzobispo . ¡Algo sin precedentes para una posición tan importante!

Los nombramientos de Blase Cupich para Chicago y de Joseph W. Tobin para Newark,

fueron orquestados por McCarrick, Maradiaga y Wuerl, unidos por un malvado pacto

de abusos por parte del primero, y al menos, de encubrimiento de abusos por parte de los

otros dos. Sus nombres no se encontraban entre los presentados por la Nunciatura para

Chicago y para Newark.

En cuanto a Cupich, uno no puede dejar de notar su arrogancia ostentosa y la insolencia

con la que niega la evidencia que ahora es obvia para todos: que el 80% de los abusos

encontrados fueron cometidos contra jóvenes, por homosexuales que estaban en una

relación de autoridad sobre sus víctimas.

Durante el discurso que pronunció cuando tomó posesión de la sede de Chicago, en la que

yo estaba presente como representante del Papa, Cupich dijo que ciertamente no se debe

esperar que el nuevo Arzobispo camine sobre el agua. Tal vez sería suficiente para él poder

permanecer con los pies en el suelo y no tratar de poner la realidad patas arriba, cegado por

su ideología pro-gay, como afirmó en una reciente entrevista en la revista America

Magazine. Extendiendo su particular experiencia en el tema, habiendo sido Presidente del

Comité de Protección de Niños y Jóvenes de la USCCB, él afirmó que el principal

problema en la crisis de abuso sexual por el clero no es la homosexualidad, y que afirmar

esto es solo una manera de desviar la atención del problema real que es el clericalismo. En

apoyo de esta tesis, Cupich "extrañamente" hizo referencia a los resultados de la

investigación llevada a cabo en el momento álgido de la crisis de abuso sexual de menores,

a comienzos de la década de 2000, mientras que "ingenuamente" ignoró que los resultados

de esa investigación, fueron negados por completo en los -posteriores- informes

independientes, por parte del John Jay College of Criminal Justice en 2004 y 2011, los

cuales concluyeron que, en casos de abuso sexual, el 81% de las víctimas eran hombres. De

hecho, el padre Hans Zollner, sacerdote jesuita, Vicerrector de la Pontificia Universidad

Gregoriana; Presidente del Centro para la Protección de la Infancia y miembro de la

Comisión Pontificia para la Protección de Menores, dijo recientemente al diario La Stampa




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que "en la mayoría de los casos es una cuestión de abuso homosexual ".

El nombramiento de McElroy en San Diego, también fue orquestado desde arriba, con una

orden perentoria, encriptada para mí como Nuncio, por el Cardenal Parolin, que decía:

"Reserve la sede de San Diego para McElroy". McElroy también estaba al tanto de los

abusos de McCarrick, como puede ser visto en una carta que le envió Richard Sipe el 28 de

julio de 2016.

Estos personajes están estrechamente asociados con individuos que pertenecen en particular

al ala desviada de la Compañía de Jesús, lamentablemente hoy en día una mayoría, que ya

había sido motivo de grave preocupación para Pablo VI y los siguientes Pontífices. Solo

tenemos que considerar al Padre Robert Drinan, sacerdote jesuita, quien fue elegido

cuatro veces en la Cámara de Representantes, y quien fue un firme defensor del aborto; o el

Padre Vincent O'Keefe, sacerdote jesuita, uno de los principales promotores de The

Land O'Lakes Statement of 1967, quien comprometió seriamente la identidad católica de

las universidades y facultades en los Estados Unidos. Cabe señalar que McCarrick, en ese

entonces presidente de la Universidad Católica de Puerto Rico, también participó en esa

misión desfavorable, que fue tan perjudicial para la formación de la conciencia de la

juventud estadounidense, estrechamente ligada con el ala desviada de los Jesuitas.

El Padre James Martin, sacerdote jesuita, aclamado por las personas antes mencionadas,

en particular por Cupich, Tobin, Farrell y McElroy, nombrado consultor de la Secretaría

de Comunicaciones, conocido activista que promueve la agenda LGBT, elegido para

corromper a los jóvenes, con quienes dentro de poco se reunirá en Dublín en el Encuentro

Mundial de las Familias, no es más que un triste ejemplo reciente, de esa ala desviada de la

Compañía de Jesús.

Ya que el Papa Francisco ha pedido repetidamente una transparencia total en la

Iglesia, que los Obispos y fieles actúen con parresía. Los fieles de todo el mundo

también lo exigen de manera ejemplar, entonces él debe decir honestamente, cuándo

fue que se enteró de los crímenes cometidos por McCarrick, el cual abusó de su

autoridad con seminaristas y sacerdotes.

En cualquier caso, el Papa [Francisco] lo supo de mí el 23 de junio del 2013 y aún así

continuó encubriéndolo. [El PapaFrancisco] No tomó en cuenta las sanciones que el

Papa Benedicto [XVI] le impuso [a McCarrick] y lo convirtió en su consejero de

confianza, junto con Maradiaga.

Este último [Maradiaga] confía tanto en la protección del Papa [Francisco], que puede darse

el lujo de descartar como "chismes" las súplicas sinceras de docenas de sus seminaristas,

quienes encontraron el valor de escribirle, luego de que uno de ellos intentara suicidarse por

el abuso homosexual en el seminario.

Ahora los fieles han comprendido bien la estrategia de Maradiaga: insultar a las víctimas

para salvarse a sí mismo; mentir hasta el final para cubrir un abismo de abusos de poder, de

mala administración en la administración de las propiedades de la Iglesia y de desastres

financieros, incluso contra amigos cercanos, como en el caso del Embajador de Honduras,

Alejandro Valladares, ex Decano del Cuerpo Diplomático de la Santa Sede. En el caso del

ex Obispo Auxiliar Juan José Pineda, después del artículo publicado en el semanario




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[italiano] L'Espresso en febrero pasado, Maradiaga declaró en el periódico Avvenire: "Fue

mi Obispo Auxiliar, Pineda, quien solicitó la visita, para "limpiar" su nombre después de

haber sido sometido a muchas calumnias ". Ahora, con respecto a Pineda, lo único que se

ha hecho público, es que su renuncia ha sido simplemente aceptada, haciendo que su

posible responsabilidad y la de Maradiaga desaparezcan en la nada.

En nombre de la transparencia tan alabada por el Papa [Francisco], el informe que el

Visitador, Obispo argentino Alcides Casaretto, entregó directamente al Papa [Francisco],

hace más de un año, debe hacerse público.

Finalmente, el reciente nombramiento como sustituto del Arzobispo Edgar Peña Parra

también está vinculado con Honduras, es decir, con Maradiaga. Del 2003 al 2007, Peña

Parra trabajó como Consejero en la Nunciatura de Tegucigalpa. Como Delegado para las

Representaciones Pontificias, recibí información preocupante sobre él.

En Honduras, un escándalo tan grande como el de Chile está a punto de repetirse. El Papa

[Francisco] defiende a su hombre, el Cardenal Rodríguez Maradiaga, hasta el final, como lo

hizo en Chile, con el Obispo Juan de la Cruz Barros, a quien él mismo había nombrado

Obispo de Osorno, en contra del Consejo de los Obispos chilenos.

Primero [el Papa Francisco] insultó a las víctimas del abuso [sexual por parte de sacerdotes]

y no fue sino hasta que forzado por los medios, por una revuelta por las víctimas y por los

fieles chilenos, reconoció su error y se disculpó, al tiempo que afirmó que había sido mal

informado, causando una situación desastrosa para la Iglesia en Chile, sin embargo

continuó protegiendo a los dos Cardenales chilenos, Errazuriz y Ezzati.

Incluso en el trágico asunto de McCarrick, el comportamiento del Papa Francisco no fue

diferente. Sabía al menos desde el 23 de junio de 2013 que McCarrick era un depredador en

serie. Aunque sabía que era un hombre corrupto, lo cubrió hasta el final; de hecho, hizo

propios los consejos de McCarrick, los cuales ciertamente, no estaban inspirados por

buenas intenciones ni por amor a la Iglesia. Fue solo cuando se vio obligado por el informe

del abuso de un menor, y otra vez, sabiendo que los medios tenían puesta su atención sobre

él, que [el Papa Francisco] tomó medidas [con respecto a McCarrick] para salvar su

imagen ante los medios.

Actualmente, en los Estados Unidos, está surgiendo un coro de voces, proveniente de

manera especial de los fieles laicos, y al que recientemente se han unido varios Obispos y

sacerdotes, pidiendo que todos aquellos que, por su silencio, encubrieron el

comportamiento criminal de McCarrick, o que lo usaron para avanzar en su carrera o

promover sus intenciones, ambiciones y poder en la Iglesia, deben renunciar.

Pero esto no será suficiente para sanar la situación del extremadamente grave

comportamiento inmoral por parte del clero: Obispos y sacerdotes. Un tiempo de

conversión y penitencia debe ser declarado. La virtud de la castidad debe ser recuperada en

el clero y en los seminarios. Se debe luchar contra la corrupción en el mal uso de los

recursos de la Iglesia y de las ofrendas de los fieles. La gravedad del comportamiento

homosexual debe ser denunciada. Las redes homosexuales presentes en la Iglesia deben ser

erradicadas, como escribiera recientemente Janet Smith, profesora de Teología Moral en el

Seminario Mayor del Sagrado Corazón, en Detroit. "El problema del abuso del clero",




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escribió, "no puede resolverse simplemente con la renuncia de algunos Obispos, y mucho

menos con las directivas burocráticas". El problema más profundo radica en las redes

homosexuales al interior del clero, que deben ser erradicadas ". Estas redes homosexuales,

que ahora están generalizadas en muchas Diócesis, seminarios, órdenes religiosas, etc.,

actúan bajo la ocultación del secreto y mienten con el poder de los tentáculos de un pulpo,

estrangulando a las víctimas inocentes, a las vocaciones sacerdotales, y a toda la Iglesia

Imploro a todos, especialmente a los Obispos, a que hablen con el propósito de vencer

esta conspiración de silencio que está tan extendida, y a que denuncien a los medios y

a las autoridades civiles, los casos de abuso que conocen.

Prestemos atención al mensaje más poderoso que San Juan Pablo II nos dejó como

herencia: ¡No tengan miedo! ¡No tengan miedo!

En su homilía de 2008 en la Fiesta de la Epifanía, el Papa Benedicto XVI nos recordó que

el Plan de Salvación del Padre, se había revelado y realizado plenamente en el Misterio de

la Muerte y Resurrección de Cristo, y que debe ser bienvenido en la historia humana, que

siempre es historia de fidelidad por parte de Dios y desafortunadamente, también de

infidelidad por parte de nosotros los hombres. La Iglesia, depositaria de la bendición del

Nuevo Pacto, firmada con la Sangre del Cordero, es santa pero está formada por pecadores,

como escribió San Ambrosio: la Iglesia es "inmaculata ex maculatis", es santa e

inmaculada, aunque en su viaje terrenal, esté hecha de hombres manchados con el pecado.

Deseo recordar esta verdad indefectible de la Santidad de la Iglesia, a las muchas personas

que escandalizados tanto por el comportamiento abominable y sacrílego del ex Arzobispo

de Washington, Theodore McCarrick; por la conducta grave, desconcertante y pecaminosa

del Papa Francisco y por la conspiración de silencio de tantos pastores, se sienten tentados a

abandonar la Iglesia, desfigurada por tantas ignominías. En el Angelus del domingo 12 de

agosto de 2018, el Papa Francisco dijo estas palabras: "Todos somos culpables del bien

que él pudo haber hecho y no hizo ... Si no nos oponemos al mal, lo alimentamos

tácitamente". Necesitamos intervenir donde el mal se está extendiendo; el mal se esparce

justo ahí en donde los cristianos valientes que se oponen al mal a través del bien, no

están actuando". Si esto es, correctamente, considerado como una responsabilidad moral

seria para cada creyente, cuánto más grave lo es para el Pastor Supremo de la Iglesia, que

en el caso de McCarrick no solo no se opuso al mal sino que se asoció con él, para hacer el

mal con alguien que sabía ser profundamente corrupto. [El Papa Francisco] siguió el

consejo de alguien a quien conocía bien como un pervertido, multiplicando

exponencialmente con su autoridad suprema, el mal hecho por McCarrick. ¡Y cuántos más

pastores malvados Francisco continúa apuntalando en su destrucción activa de la Iglesia!

Francisco está abdicando al mandato que Cristo le dió a Pedro para confirmar a sus

correligionarios. De hecho, con su acción los ha dividido, los ha inducido al error y ha

alentado a los lobos a seguir destrozando las ovejas del rebaño de Cristo.

En este momento extremadamente dramático para la Iglesia Universal, debe reconocer sus

errores y, de acuerdo con el principio proclamado de tolerancia cero, el Papa Francisco

debe ser el primero en dar un buen ejemplo a los Cardenales y Obispos que ocultaron

los abusos de McCarrick y y renunciar junto con todos ellos.




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Es en momentos de gran prueba que la Gracia del Señor se revela en abundancia y hace que

Su infinita Misericordia esté disponible para todos; pero Ésta se concede solo a aquellos

que verdaderamente se arrepienten y se proponen, sinceramente, a enmendar sus vidas. Este

es un momento favorable para que la Iglesia confiese sus pecados, se convierta y haga

penitencia.

¡Oremos todos por la Iglesia y por el Papa, recordemos cuántas veces nos ha pedido que recemos

por él!

Renovemos todos la fe en Nuestra Madre Iglesia: "¡Creo en una Sola, Santa, Católica y Apostólica

Iglesia!"

¡Cristo nunca abandonará su Iglesia! ¡Él la generó en Su Sangre y continuamente la revive con Su

Espíritu!

María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros!

María, Virgen y Reina, Madre del Rey de la gloria, ruega por nosotros!




Roma, 22 de agosto del 2018

Reinado de la Santísima Virgen María.


Monseñor Viganò

Traducción oficial, por Diane Montagna

Traducción del Inglés al Español, por C.A.R.P y B.E.A.I.

viernes, 13 de noviembre de 2020

Vanessa Vallejo: 'Todavía tengo esperanza en la reelección de Trump'

 La Gaceta de la Iberosfera

Duración 15:11 minutos

https://youtu.be/jeErht060ts

Actualidad Comentada |Tiempos apostólicos | 13.11.2020 |

 Magnificat TV - Franciscanos de María

Duración 9:06 minutos

La verdad (reinterpretada) os hará libres (Carlos Esteban)




Si la verdad nos hace libres, va de suyo que la mentira nos esclaviza. Y no sólo la mentira directa, sino el disimulo, la confusión, los ‘retoques’ y las interpretaciones sesgadas. Estos días hemos tenido dos fuentes de todo eso en la jerarquía eclesiástica, el Informe McCarrick y la acogida del supuesto ‘presidente-electo’ Joe Biden.
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No hemos estado dos años esperando para esto, para una ‘versión oficial’ que, a pesar de dibujar un deplorable panorama de ocultaciones e irresponsabilidades entre la jerarquía católica, consigue exculpar a los que mantienen un poder en la Curia y culpar a los pontífices muertos y, por supuesto, al gran ‘malo’ de esta película, el arzobispo Carlo Maria Viganò.

No importa que Viganò fuera precisamente el hombre que destapara todo el asunto, sin el que un informe como este jamás hubiera visto la luz y todo se hubiera barrido, una vez más, bajo la alfombra, no: tiene que ser culpable de lo mismo que denunció, a pesar de que los redactores del informe ni siquiera se han tomado la molestia de consultarle.

Por continuar con el equívoco, en el informe se confirma que las noticias sobre las andanzas del entonces cardenal Theodore McCarrick sí llegaron a oídos del Papa actual, siquiera como “rumores” o acusaciones sin las pruebas necesarias, con lo que no sabemos qué deducir de las palabras de Su Santidad en la entrevista con la periodista mexicana Valentina Alazraki: “De McCarrick yo no sabía nada, obviamente, nada, nada. Lo dije varias veces eso, que yo no sabía, ni idea”. Obviamente.
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En cuanto a Biden, simplemente no es ‘presidente-electo’, para empezar a hablar. Ni siquiera ha acabado el recuento, mucho menos se ha consumado la decisión de los compromisarios. Al contrario, el panorama objetivo empieza a ponerse bastante difícil para los demócratas. Que la diplomacia más antigua del mundo le felicite como ganador antes de que lo confirme el propio sistema estadounidense parece un tanto precipitado, un moverse en la situación que se desea más que la que es.

Más desconcertante aún es el contenido de esas felicitaciones, no solo las papales sino también los del episcopado norteamericano, así como la acogida de la supuesta victoria por parte de los medios más perfectamente alineados con la oficialidad clerical. Leyéndolos, se diría que el fanatismo proabortista fuera para los jerarcas católicos un pecadillo sin importancia, una minucia al lado de su vaga voluntad de “tender puentes y derribar muros”.

Carlos Esteban

NOTICIAS VARIAS 13 de noviembre de 2020




ADELANTE LA FE

Entrevista a Viganó: la palabra apocalíptico en este contexto me parece totalmente acertada

INFOVATICANA



Selección por José Martí

El arzobispo Vigano responde en profundidad al informe McCarrick

 ONE PETER FIVE


INTERVIEW BY RAYMOND ARROYO, EWTN
TO ARCHBISHOP CARLO MARIA VIGANÒ
November 12, 2020

Your Excellency, the report claims you “did not come forward” to present evidence for this Vatican inquiry: were you asked to provide information? Did anyone reach out to you?

I am surprised to discover that a Report in which I am mentioned 306 times accuses me of not having “come forward” to testify in this Vatican inquiry on Theodore McCarrick. But according to the norm of canon law, the calling of witnesses is the responsibility of the one who is in charge of the process, on the basis of evidence gathered in the investigation phase.

My first intervention about McCarrick, which I made as Delegate for Pontifical Representations in the Secretariat of State, dates back to December 6, 2006, following a report of the then-Nuncio to the United States, Archbishop Pietro Sambi. Subsequently, in 2008, I presented a second Memorandum that reported facts of such gravity and in such detail that it led me to recommend that McCarrick be deposed as Cardinal and that he be reduced to the lay state. My Testimony of August 2018 is known to everyone, as are my subsequent declarations.

It is completely incomprehensible and anomalous that it was not considered opportune to call upon me to testify. But it is even more disturbing that this deliberate omission was then used against me. And they cannot claim that I made myself untraceable: the Secretariat of State has my personal email address, which is still active.

On the other hand, just as I was not consulted for the drafting of the McCarrick Report, so also in 2012, the three cardinals whom Benedict XVI placed in charge of the Vatileaks 1 investigation, did not call upon me to give testimony, even though I was also personally involved. Only after my explicit request, did Cardinal Julian Herranz, the head of the Commission, permit me to give a deposition, with these words: “If you really want to…!”

Furthermore, it also seems significant to me that James Grein, the only victim of McCarrick’s sexual molestations who had the courage to denounce him publicly, does not appear in the Report, and that there is no trace of his testimony, in which he would have also reported the trip he made with McCarrick to St. Gallen at the end of the 1950s.

From the public statements of James Grein, it is clear that the beginning of McCarrick’s climb – he was then a young, newly ordained priest – coincided with that visit to Switzerland, to a monastery that was later the site of the meetings of the conspirators of the so-called “St. Gallen mafia.” According to the declarations of the deceased Cardinal Godfried Danneels, that group of prelates decided to support the election of Bergoglio both after the death of John Paul II as well as during the conclave that followed the controversial resignation of Benedict XVI.

I recall that during a conference at Villanova University on October 11, 2013, then-Cardinal McCarrick admitted to having supported the election of Cardinal Bergoglio at the beginning of the General Congregations prior to the conclave that had been held a few months earlier [in March 2013].

I wonder what sort of reliability a judicial body can have that has such an obvious conflict of interest due to its past relationship with the accused. How can Bergoglio and the Secretariat of State that depends on him pretend to appear impartial when McCarrick went to the Vatican with an abnormal frequency; when in June 2013 he was tasked [by Bergoglio] with making a diplomatic trip to China? And how can one not think that their repeated attempts at cover-up and denial of their responsibility are the cause of the systematic effort to discredit me as a witness, in order not to bring to light the complicity and connivances that exist between them and McCarrick himself?

The Pope, according to the report, maintains that you did not inform him of McCarrick’s activities or restrictions in June of 2013. Your response? 

This statement is absolutely false. First of all, it was Bergoglio himself, on June 23, 2013, who explicitly asked me my opinion of McCarrick. As I testified in my 2018 Memoir:

I answered him with complete frankness […]: “Holy Father, I don’t know if you know Cardinal McCarrick, but if you ask the Congregation for Bishops there is a dossier this thick about him. He corrupted generations of seminarians and priests and Pope Benedict ordered him to withdraw to a life of prayer and penance.” The Pope did not make the slightest comment about those very grave words of mine and did not show any expression of surprise on his face, as if he had already known the matter for some time, and he immediately changed the subject. But then, what was the Pope’s purpose in asking me that question: “What is Cardinal McCarrick like?” He clearly wanted to find out if I was an ally of McCarrick or not.

It should be noted that I had learned from McCarrick himself that Bergoglio had received him four days before my audience, and that Bergoglio had authorized him to go to China. What was the point of asking me for an opinion, when Bergoglio already held McCarrick in the highest esteem?

McCarrick meanwhile came quietly to Rome, received assignments from the Vatican, including official ones, and carried on with his activities as if nothing had happened. In May 2014, I learned from the Washington Times of a trip McCarrick made to the Central African Republic on behalf of the Department of State (the Secretary of State was then John Kerry): this trip is also mentioned in the Report. We are talking about 2014. And yet beginning in 2008, Benedict XVI had ordered the American Cardinal to retire to a private life, not to celebrate or attend public events, and not to make trips.

For this reason, given the way that McCarrick was being treated, I asked Cardinal Parolin if the sanctions against McCarrick were still to be considered valid. But I received no response.

At that point, having reported to the Pope in person, and having received no answer from the Secretary of State, what more could I do? To whom could I appeal?

From the Report, I learn that McCarrick’s continuous assignments and travels abroad were considered by Archbishop Wuerl and even by Nuncio Sambi (deceased in 2011) as a “sufficient form of removal” (cf. footnote 1013 of the Report). And I remain sincerely shocked to learn from the Report that:

…the indications were not “sanctions”; they were not imposed by Pope Benedict XVI; McCarrick was never forbidden to celebrate Mass in public; McCarrick was not prohibited from giving lectures; Cardinal Re did not impose on McCarrick “the obligation” of dedicating himself to a life of prayer and penance; and McCarrick remained free to conduct activities, including travel, with the permission of the Holy See, including the Nuncio (cf. footnote 1006, ibidem).

If this is so, it means that despite the Cardinal’s reprehensible conduct, the Holy See did not consider it appropriate to take disciplinary measures against McCarrick, which confirms my denunciation of the corruption of the Curia. 

The report goes to great pains to attempt to paint you as somehow lax in investigating the claims of Priest 3. (They brush by the fact that it was you who brought these concerns to the Holy See in the first place). Did you avoid placing yourself “in a position to ascertain the credibility of Priest 3”? 

It is obvious what my role was in bringing McCarrick’s scandals to light, and that I have always taken steps to report any information that came into my possession to the Holy See. I recall that we are talking about 2012, when I had just been appointed Nuncio to the United States.

In the Report I am accused of not having followed up on the request for information regarding the accusations made by “Priest 3” against McCarrick. This is absolutely false! It is the writers of the Report themselves who provide the evidence of the deception they have concocted in order to crush me and discredit me. In fact, elsewhere in the Report it says that, on June 13, 2013, I wrote to Cardinal Ouellet, sending him both the letter that Bishop Bootkoski had written to me, as well as the letter sent to “Priest 3.” I informed him that the civil case of “Priest 3” had been dismissed without the possibility of appeal. Bishop Bootkoski characterized the accusations of “Priest 3” as false and slanderous.

I would like to emphasize one aspect in particular. Those who accuse me of not having sent a written communication to Bishop Bootkoski, the Ordinary of “Priest 3” and Bishop of Metuchen, know very well that this depends on the precise directions of the Secretariat of State. And they know equally well – as the Report confirms – that there was a telephone communication between Bishop Bootkoski and me, about which I in turn informed Cardinal Ouellet.

It should not be forgotten that in those years there were lawyers who were not content to bring Dioceses to judgment for crimes committed by priests, but who wanted to demonstrate that the Holy See itself – like the headquarters of a multinational company – held the ultimate responsibility for giving compensation to victims of molestation. Lawyer Jeffrey Lena knows something about this; he succeeded in two separate trials in preventing responsibility for the cover-up of abuse from falling on Pope Benedict XVI.

And what are your thoughts on the Report placing the lion share of the blame for McCarrick’s rise and place in the Church at the feet of John Paul II and Benedict XVI?

The intentions of the one who drafted the Report are clear: to pass off responsibility for the promotions of McCarrick to his Predecessors, one of whom is deceased and canonized (John Paul II), the other who is old and weak (Benedict XVI). The former cannot defend himself from the grave, while the latter is too meek to blatantly disavow his successor by calling him a liar and discrediting him, as well as the function he holds. The disturbing thing is that within the Report itself – which was obviously put together by many hands – there are numerous contradictions, enough to make the arguments set forth have little credibility.

I wonder then: who convinced John Paul II and Benedict XVI not to take into account the serious accusations against McCarrick? Who had an interest in getting McCarrick promoted, so that he could gain an advantage in terms of power and money?

Someone probably made John Paul II believe that the accusations against McCarrick were fabricated, following the model of the discrediting operations that communist Poland had already carried out against good bishops and priests who opposed the regime.

In the case of John Paul II, the main party interested in the promotion of McCarrick was definitely Cardinal Sodano. He was Secretary of State until September 2006: all information came to him. In November 2000 Nuncio Montalvo sent him his report and the accusations of grave abuse committed by McCarrick.

Let’s not forget that in this period the Father Maciel scandal broke out. Sodano sought to cover it up by falsifying a statement of Benedict XVI, in which it was said that the Pope considered the case closed. Benedict XVI called a plenary session of the Congregation for the Doctrine of the Faith and Cardinal Arinze succeeded in having Maciel condemned, despite the opposition of the Secretary of State.

The name of Cardinal Sodano also appeared in connection to a scandalous real estate speculation. In 2003, the Cardinal’s nephew, the engineer Andrea Sodano, with letters of recommendation from his uncle the Secretary of State and in his capacity as a consultant to the Follieri real estate group (in some official documents he is also indicated as vice-president of the group), acquired property at rock bottom prices from American dioceses that were condemned to compensate damages from civil sexual abuse cases, obtaining an enormous economic advantage for himself to the detriment of the Church. Raffaello Follieri, the owner of the group, was convicted of fraud and money laundering, precisely because of reckless transactions in the sale of these properties. Needless to say, Follieri had a close relationship with the Clinton Global Initiative and with the Clinton family, as well as the Democratic party: “The former President and Senator Hillary are our friends,” Follieri boasted.

The same connections, the same complicities, the same acquaintances always recur: McCarrick, Clinton, Biden, the Democrats, and the Modernists, along with a procession of homosexuals and molesters that is not irrelevant.

With regard to Benedict XVI, the ones who had daily, direct access to the Pope were the Secretary of State Bertone and the Substitute Sandri, who were able to control and filter information about McCarrick and exert pressure on the Holy Father.

Once again, the Report speaks for itself. The one who presented the question directly to Pope Benedict XVI was Cardinal Bertone, who, contrary to what I had repeatedly proposed – namely, that the very grave and detailed accusations against McCarrick required an exemplary canonical process leading to his removal from the College of Cardinals and his reduction to the lay state – led Pope Benedict to decide that no canonical process should be undertaken nor should any canonical sanctions be prescribed, but that instead “a simple appeal to McCarrick’s conscience and ecclesial spirit” would be made.

And here yet another flagrant contradiction appears evident: how is it possible to reconcile a simple appeal to conscience with the formal instructions that were given both to Nuncio Sambi and to me, according to which McCarrick could not reside in the seminary where he was living, could not participate in public activities, could not travel, and had to lead a retired life of prayer and penance?

The corruption of the highest levels of the Vatican is so evident that it leads one to consider the Report as an unworthy attempt to make Bergoglio appear absolutely alien to the manipulations of the Curia, indeed as a sort of implacable persecutor of the corrupt, while the evidence of the facts demonstrates the opposite. I would say that Bergoglio is to the deep church what Biden is to the deep state…

I would like to also note that the fact of blaming John Paul II for the appointment of McCarrick, despite the negative opinion of the Congregation of Bishops and its Prefect Cardinal Re, could be applied also to Jorge Mario Bergoglio himself, about whom the Superior General of the Jesuits expressed strong reservations. If Wojtyla made a mistake with McCarrick and, for this reason, is considered implicitly responsible for the scandals that occurred, what prevents this judgment from also being extended to the promotion of Bergoglio as Archbishop of Buenos Aires and then as Cardinal? Let’s remember that in the Consistory of 2001, in addition to McCarrick and Bergoglio, other leading members of the Saint Gallen Mafia received the red hat…

Is there anything else we should cover?

In conclusion I would like to quote a recent article by Riccardo Cascioli, adopting his lucid judgment as my own:

Although the figure of a McCarrick who was a serial predator emerges from the Report, no great reaction was triggered until 2017, when the first report of the abuse of a minor arrived. […] In practice we are told that “immoral behavior with adults,” while certainly not a good thing, is however in the end something that is tolerated. The real alarm, the one that provides for penalties, even heavy ones, is sounded only if the one abused is a minor. As if the dozens and dozens of future priests who shared a bed with McCarrick, and who were thus for the most part condemned to an unbalanced priestly life, didn’t really count for much. As if the moral devastation and the destruction of faith caused by a bishop-predator – lost vocations, priests who in turn repeated the abuse, episcopal appointments distorted by pathological ties – were all only a minor problem. 

[…] It was deliberately ignored that what permitted McCarrick’s irresistible rise is a system of power also known as the gay lobby, which favors the appointment and career of bishops with certain characteristics. […] 

No, there really is no sign at all that the Church has learned anything from the McCarrick affair; there is rather the sense that one person was made to pay so that others could quietly continue. And in the meantime advancing the idea that if a priest has homosexual tendencies, it’s no problem.

In this grotesque farce, which is now cloaked in a false semblance of legalism, there is no hesitation to drag the entire Church through the mud – its prestige before the world, its authority over the faithful – in order to save the now-compromised image of corrupt, unworthy, depraved prelates. I limit myself to observing that even now, in the Vatican, Bergoglio still surrounds himself with notorious homosexuals and people with gravely compromised reputations. This is the most blatant disavowal of Bergoglio’s supposed moralizing work.