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jueves, 23 de julio de 2020

La reflexión vaticana sobre la pandemia ignora cualquier perspectiva sobrenatural



“Las lecciones de fragilidad, finitud y vulnerabilidad nos llevan al umbral de una nueva visión: fomentan un espíritu de vida que requiere el compromiso de la inteligencia y el valor de la conversión moral. Aprender una lección es volverse humilde; significa cambiar, buscando recursos de significado hasta ahora desaprovechados, tal vez repudiados. Aprender una lección es volverse consciente, una vez más, de la bondad de la vida que se nos ofrece, liberando una energía que va más allá de la inevitable experiencia de la pérdida, que debe ser elaborada e integrada en el significado de nuestra existencia. ¿Puede ser esta ocasión la promesa de un nuevo comienzo para la humana communitas, la promesa del renacimiento de la vida? Si es así, ¿en qué condiciones?”.

Disculpen el ‘rollo’, pero me interesa que lo lean para responderme: ¿en qué sentido es este texto reconociblemente católico? Lo pregunto porque se trata de un documento de la Santa Sede, obra de la Pontificia Academia por la Vida como reacción de Roma a la pandemia de coronavirus bajo el título ‘Humana Communitas en la era de la pandemia: consideraciones intempestivas sobre el renacimiento de la vida’.

Para los medios, el titular es que el Vaticano vuelve a culpar a la actividad depredadora del hombre actual con respecto al medio ambiente de la pandemia, lo que resulta ya algo sonrojante. Han sido numerosos los prelados que estos días pasados se han precipitado para anunciar ‘urbi et orbi’ que esta peste no es en absoluto, para nada, de ninguna manera, una advertencia celestial a la humanidad descristianizada, rozando en algunos casos el anatema y la ridiculización inmisericorde. ¿Debemos creer, a cambio, que la Tierra, como un ser sintiente y con capacidad de decidir, sí castiga? ¿Nos quedamos más tranquilos sustituyendo al Dios cristiano por una diosa pagana?

El Papa lo llamó ‘pataleta’ de la Tierra en la entrevista concedida a Jordi Évole. Aquí, el ‘negro’ del arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia, repite lo mismo con otras palabras: “La epidemia del Covid-19 tiene mucho que ver con nuestra depredación de la tierra y el despojo de su valor intrínseco. Es un síntoma del malestar de nuestra tierra y de nuestra falta de atención”.

¿En serio? ¿Dónde ve el nexo de causalidad? ¿No es curioso que cuando el hombre influía muchísimo menos en el planeta las pestes fueran cien veces más devastadoras, como en el caso de la Peste Negra o las cientos de epidemias que han diezmado naciones? ¿Con qué ‘tenía que ver’ aquello? Viendo la tasa de mortalidad total de la pandemia (que podremos apreciar mejor a final del año, cuando podamos comparar la mortalidad total en 2020 con la de 2019), ni siquiera parece que Gaia o la Pachamama esté demasiado enojada, salvo que pudiera calcular las reacciones irracionales de los gobiernos.

En las redes, no pocos han visto esta incoherencia. @Pdeclan, sacerdote de la Diócesis de Cuenca, un popular y activo tuitero, comenta en esta red social con ironía: “A mí me alivia saber que si los virus son “un síntoma del malestar de nuestra tierra” por fin la culpa de muerte de los indígenas americanos por viruela y sarampión ya no va ser considerada culpa de los conquistadores”.

A mí me alivia saber que si los virus son “un síntoma del malestar de nuestra tierra” por fin la culpa de muerte de los indigenas americanos por viruela y sarampión ya no va ser considerada culpa de los conquistadores.

— Declan, ese cura (@PDeclan) July 23, 2020

Pero la principal fuente de preocupación entre muchos fieles de este documento es la que se desprende de nuestro primer párrafo: la absoluta ausencia de referencias sobrenaturales. Es un escrito que podría proceder, no ya de los miembros de cualquier religión, sino de algún departamento de Naciones Unidas o del Gran Oriente de Francia. Otro sacerdote, el padre Juan Manuel Góngora (@patergongora88), escribe en Twitter: “Un documento que no contiene estos cuatro “conceptos” y está repleto de moralina buenista, te lo puede firmar Soros o cualquier “comisión para la destrucción”. Anonadado me hallo”. Los conceptos a los que se refiere, y que muestra en sendas búsquedas sobre el texto, son “Jesucristo”, “Oración”, “Sacramentos” y “Oración”.Carlos Esteban

Un documento que no contiene estos cuatro “conceptos” y está repleto de moralina buenista, te lo puede firmar Soros o cualquier “comisión para la destrucción”. Anonadado me hallo.@JuanjoRomero @luisperezbus @paterjm @PDeclan @PadrePich @PatxiBronchalo @PadreFJD https://t.co/9hbilFsid5 pic.twitter.com/9UFdbJz1VB

— P. Juan Manuel Góngora (@patergongora88) July 23, 2020

Juanjo Romero, colega de Infocatolica, incide: “No hay referencias espirituales, es sociología. Qué tristeza. La Santa Sede vincula el covid-19 a «nuestra depredación de la tierra» y a la «avaricia financiera»”, enlazando con un comentario de Carmelo López-Arias publicado en Religión en Libertad.

Qué análisis más bueno de @carmelopeza sobre el último documento de la @PontAcadLife.

No hay referencias espirituales, es sociología. Qué tristeza.

La Santa Sede vincula el covid-19 a «nuestra depredación de la tierra» y a la «avaricia financiera» https://t.co/VWoaf1Xl6S

— Juanjo Romero ن (@JuanjoRomero) July 22, 2020

Los católicos del siglo XXI vemos con estupor que los dos nuevos pilares de nuestra fe milenaria -eterna, en realidad- son dos conceptos ignorados o consignados a un pie de página en el magisterio de estos dos últimos milenios: medio ambiente (desde la rígida perspectiva de una tesis cuestionable, el dogma civil del Cambio Climático) y el globalismo político y la desaparición de las fronteras.

Y esto, con referencias cada vez más escasas y prescindibles, como de relleno, a las realidades sobrenaturales que hasta ahora se habían considerado como el centro de nuestra fe y el sentido de la Salvación. La deriva de la Iglesia hacia una ONG con pinceladas espirituales, pero que pone el acento cotidiano en las ideologías de moda nacidas del mundo secular (y, en muchos sentidos, anticristiano), es doblemente preocupante, porque vacía de contenido la fe y porque convierte a la institución en algo redundante y, como tal, innecesaria.

Carlos Esteban

Activista ambientalista: estaba equivocado y hemos causado un temor inútil



Se le ha llamado “gurú medioambiental”, “gurú del clima”, “el intelectual líder en Norteamérica sobre energía limpia” y “sumo sacerdote” del movimiento medioambiental gracias a sus escritos y las TED talks, que tienen más de cinco millones de visitas. El último libro de Michael Shellenberger, Apocalypse Never, ha causado una gran controversia. Publicamos a continuación sus ideas principales.


En nombre de los ambientalistas del mundo entero, me gustaría pedir formalmente perdón por el miedo climático que hemos creado en estos últimos treinta años. El cambio climático está ocurriendo. Y no es el fin del mundo. Ni siquiera es nuestro problema medioambiental más serio.

Tal vez pueda parecer extraño que yo afirme esto. A fin de cuentas, he sido un activista climático durante veinte años y ambientalista durante treinta.

Sin embargo, como experto en energía al que el Congreso le ha pedido proporcionar un testimonio objetivo, y como invitado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC sus siglas en inglés) para actuar como revisor experto de su próximo Informe de Evaluación, me siento en la obligación de pedir disculpas por lo mucho que los ambientalistas hemos engañado al público.

Aquí detallo una serie de hechos que pocas personas conocen:

- Los seres humanos no están causando la “sexta extinción masiva”.
- El Amazonas noes “el pulmón del mundo”.
- El cambio climático no empeora los desastres naturales.
- Desde 2003, los incendios han disminuido un 25% en todo el mundo.
- La cantidad de tierra utilizada para la ganadería -el mayor uso de tierra llevado a cabo por la humanidad- ha disminuido en un total equivalente a la superficie ocupada por Alaska.
- Es la acumulación de combustibles de madera y la construcción de viviendas cerca de los bosques -y no el cambio climático- la causa de que haya cada vez más incendios en Australia y California, y más peligrosos.
- Las emisiones de carbono están disminuyendo en las naciones más ricas; en el caso de Gran Bretaña, Alemania y Francia disminuyen de manera constante desde mediados de los años 70.
- Holanda se enriqueció, no se empobreció, cuando se adaptó a vivir por debajo del nivel del mar.
- Producimos un 25% más de alimentos de los que necesitamos, y el excedente de alimentos seguirá aumentando con el calentamiento global.
- La pérdida del hábitat y la caza directa de animales salvajes son, para las especies, una amenaza mayor que el cambio climático.
- Los combustibles de madera son peores para las personas y la fauna que los combustibles fósiles.
- La prevención de futuras pandemias exige más, y no menos, agricultura “industrial”.

Soy consciente de estos hechos pueden parecer “negacionismo climático” para muchos. Esto sólo demuestra el poder que tiene el alarmismo climático. En realidad, estos hechos proceden de los mejores estudios científicos disponibles, incluyendo los realizados por o aceptados por el IPCC, la FAO, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN sus siglas en inglés) y otros importantes órganos científicos.

Algunas personas, al leer esto, creerán que soy un anti-ambientalista de derechas. Para nada. Cuando tenía 17 años viví en Nicaragua por solidaridad con la revolución socialista sandinista. A los 23 recaudé dinero para las cooperativas de mujeres de Guatemala. Cuando tenía unos veinte años viví en la Amazonia investigando con pequeños granjeros que luchaban contra la invasión de sus tierras. A los 26 ayudé a exponer las malas condiciones laborales de las empresas Nike de Asia.

Me convertí en un ambientalista a los 16 años, cuando lancé una recogida de fondos para la Rainforest Action Network. A los 27 ayudé a salvar el último bosque de secoyas sin protección, y el más antiguo, de California. Cuando tenía 30 defendí las renovables y conseguí convencer a la administración Obama que invirtiera 90 mil millones de dólares en ellas. En los últimos años he ayudado a salvar diversas plantas nucleares, impidiendo que fueran sustituidas por combustibles fósiles y evitando, así, un aumento drástico en las emisiones.

Pero hasta el año pasado siempre he intentado evitar hablar contra el miedo climático. En parte, porque me sentía avergonzado. Después de todo, soy tan culpable de alarmismo como cualquier otro ambientalista. Durante años, he hecho referencia al cambio climático como una amenaza “existencial” para la civilización humana, llamándolo “crisis”.

Sobre todo, tenía miedo. Callé ante la desinformación relacionada con el clima porque tenía miedo de perder amigos y fondos. En las pocas ocasiones en las que hice un llamamiento en defensa de la ciencia climática contra quienes la tergiversan, las consecuencias fueron muy duras para mí, por lo que decidí callar y no hacer nada mientras mis compañeros ambientalistas aterrorizaban a la gente.

También me abstuve de hablar cuando la Casa Blanca y muchos medios de comunicación destrozaron la reputación y la carrera de un magnífico científico, un buen hombre y buen amigo mío: Roger Pielke, Jr, un Demócrata progresista de toda la vida y ambientalista que testificó en favor de la reglamentación del carbono. ¿Por qué lo hicieron? Porque sus investigaciones demuestran que los desastres naturales no se están agravando.

De repente, el año pasado las cosas se descontrolaron a toda velocidad.

Alexandria Ocasio-Cortez dijo: “El mundo se acabará en doce años si no abordamos el cambio climático”. El grupo medioambiental más conocido de Gran Bretaña declaró: “El cambio climático mata a los niños”.

El periodista verde más influyente del mundo, Bill McKibben, llamó al cambio climático el “mayor desafío al que se ha enfrentado el ser humano” y afirmó que este “eliminará a la humanidad”.

El periodismo dominante ha afirmado reiteradamente que el Amazonas es “el pulmón del mundo” y que la deforestación es una bomba nuclear a punto de estallar.

El resultado es que la mitad de las personas encuestadas en el mundo el año pasado creen que el cambio climático extinguirá a la humanidad. Y en enero, los encuestadores descubrieron que uno de cada cinco niños británicos tiene pesadillas sobre el cambio climático.

Tengan o no hijos, deben ustedes admitir que esto está mal. Admito que soy sensible a este tema porque tengo una hija adolescente, que se tranquilizó cuando hablamos de ello desde un punto de vista científico. Pero sus amigos están profundamente desinformados y, comprensiblemente, están asustados.
Por eso he decidido hablar. Sé que escribir unos cuantos artículos no sería suficiente; tenía que escribir un libro para exponer adecuadamente todas las pruebas. Por tanto, mis disculpas formales para los que tienen miedo tiene forma de libro: Apocalypse Never: Why Environmental Alarmism Hurts Us All. Está basado en dos décadas de investigación y tres de activismo medioambiental. Con sus 400 páginas, sus más de 100 notas al final del documento, Apocalypse Never aborda el cambio climático, la deforestación, los residuos plásticos, la extinción de las especies, la industrialización, la carne, la energía nuclear y las renovables.
A continuación, indico algunos puntos relevantes del libro:

- Las granjas y la agricultura moderna son la clave para la liberación humana y el progreso medioambiental.
- Lo más importante para salvar el medioambiente es producir más alimentos, sobre todo carne, en menos tierra.
- Lo más importante para reducir la contaminación atmosférica y las emisiones de carbono es cambiar de la madera al carbón, al petróleo, al gas natural, al uranio.
- El 100% de las renovables requeriría aumentar la superficie de la tierra utilizada ahora para la energía del actual 0,5% al 50%.
- Deberíamos desear ciudades, granjas y centrales eléctricas con mayor, no menor, densidad energética.
- El vegetarianismo reduce las emisiones de cada persona en menos del 4%.
- Greenpeace no salvó a las ballenas; sí las salvó pasar del aceite de ballena al petróleo y el aceite de palma.
- La carne de buey criado en libertad requiere 20 veces más tierra y produce más emisiones (un 300% más).
- El dogmatismo de Greenpeace ha empeorado la fragmentación de los bosques de la Amazonia.
- El enfoque colonialista dado a la conservación del gorila en el Congo ha producido una respuesta que puede tener como consecuencia la muerte de 250 elefantes.

¿Por qué el engaño ha sido tan grande?

En los últimos tres capítulos de Apocalypse Never expongo los motivos económicos, políticos e ideológicos. Los grupos medioambientales han aceptado cientos de millones de dólares de los beneficios derivados de los combustibles fósiles. Los grupos motivados por creencias anti-humanistas han obligado al Banco Mundial a dejar de intentar acabar con la pobreza, convirtiéndola en una pobreza “sostenible”. Y detrás de mucho de este alarmismo hay estados de ansiedad, depresión y hostilidad a la civilización moderna.

Cuando uno se da cuenta de lo desinformados que hemos estado, a menudo por causa de personas con motivaciones meramente repugnantes o dañinas, es difícil no sentirse engañado.

¿Marcará Apocalypse Never la diferencia? Ciertamente, hay razones para dudarlo.

- Los medios de comunicación han estado haciendo declaraciones apocalípticas sobre el cambio climático desde finales de los años 80, y no parecen dispuestos a parar.

- La ideología que hay detrás del alarmismo medioambiental -el maltusianismo- ha sido repetidamente desmentida desde hace 200 años y, sin embargo, ahora tiene más poder que nunca.

- No obstante, hay razones para creer que el alarmismo medioambiental, si no acaba, sí que tendrá un poder cultural cada vez menor.

- La pandemia del coronavirus es una crisis actual que ha puesto la “crisis” del clima en perspectiva. Incluso si ustedes piensan que hemos reaccionado exageradamente, el Covid ha matado a casi 500.000 personas [cuando se publica este artículo en España, el número de fallecidos es superior a esta cifra] y le ha pasado una enorme factura a la economía global.

- Organismos científicos como la OMS y el IPCC han visto socavada su credibilidad debido a la politización continúa de la ciencia. Su existencia futura y su relevancia dependen de un cambio en la dirección de ambos organismos y de la implementación de reformas serias.

- Los hechos sigue siendo importantes, y las redes sociales permiten un mayor número de voces nuevas e independientes que desplazan a los periodistas que difunden el alarmismo medioambiental en los medios tradicionales.

- Las naciones han vuelto a defender abiertamente sus intereses nacionales, alejándose así del maltusianismo y el neoliberalismo, lo que es bueno para la energía nuclear y malo para las renovables.

- La evidencia es abrumadora: para las personas y la naturaleza es mejor nuestra civilización de gran energía que la civilización de baja energía a la que les gustaría que nos encamináramos los alarmistas del clima.

Las invitaciones que he recibido del IPCC y del Congreso son un claro signo de una mayor apertura a un nuevo modo de pensar acerca del cambio climático y el medioambiente. 

Otro signo ha sido la respuesta que ha recibido mi libro por parte de los científicos del clima, los conservacionistas y los estudiosos del medioambiente. “Apocalypse Never es un libro sumamente importante”, ha escrito Richard Rhodes, el vencedor del Premio Pulitzer por su obra The Making of the Atomic Bomb. “Tal vez sea el libro más importante sobre medioambiente escrito hasta ahora”, ha dicho Tom Wigley, uno de los padres de la ciencia climática moderna.

“Nosotros, los ambientalistas, condenamos a quienes tienen una visión antitética de ser ignorante en ciencia y susceptible de sesgo de confirmación”, ha escrito Steve McCormick, antiguo director de The Nature Conservancy. “Sin embargo, con demasiada frecuencia somos culpables de lo mismo. Shellenberger ofrece un ‘amor duro’: un desafío a la ortodoxia arraigada y rígida, a las mentalidades autodestructivas. Apocalypse Never presenta puntos de vista punzantes, pero siempre bien elaborados y basados en pruebas, que ayudan a desarrollar el ‘músculo mental’ que necesitamos para visualizar y dibujar un futuro, no sólo esperanzador, sino también factible”.

Es todo lo que yo deseaba al escribir el libro. Si han llegado hasta aquí, espero que estén ustedes de acuerdo que tal vez no sea tan extraño como parece que un activista climático, progresista y medioambiental de toda la vida haya sentido la necesidad de hablar claramente contra el alarmismo.

De nuevo, les ruego que acepten mis disculpas.

Publicado por Michael Shellenberger en Catholic Education.

Traducido por Verbum Caro para La Gaceta.

¡ESCÁNDALO! La fundación Rockefeller describe en 2010 EXACTAMENTE lo que ha pasado con el Covid-19 ¿no hay conspiración?




Recientemente, ha sido señalado un informe del año 2010 de la Fundación Rockefeller, descrito como «Escenarios para el Futuro de la Tecnología y el Desarrollo Internacional», (vean ustedes mismos en la página 12), informe desarrollado en colaboración con la Global Business Network, empresa especializada en la planificación de escenarios. ¿Hay empresas dedicadas a la planificación de escenarios de pandemias? Pues sí. La Fundación R. se preocupa aquí de prever cuáles podrían ser los escenarios del planeta entre los años 2010 y 2030. Recuerden que el Ministerio de Pablo Iglesias se titula: Agenda 2030.

Esta proyección para el futuro constaba de cuatro escenarios posibles, uno de los cuales se describe como el de Lock Step, «Fase de bloqueo», en el cual se describe una pandemia tipo H1N1, sospechosamente igual a la actual, que provoca una deriva de todos los gobiernos hacia un totalitarismo global basado en un agobiante control policial sobre las ideas, los movimientos de las personas, la paralización de la economía, con unos ciudadanos esclavizados que ven un continuo retroceso en sus derechos y libertades, EXACTAMENTE LO QUE ESTÁ PASANDO HOY EN EL 2020.

Lo más sospechoso del estudio de 2010 de la Fundación Rockefeller es que pone a China como modelo de manejo de la pandemia, por su rápida adopción de medidas totalitarias, que son calcadas a las que ha tomado en esta farsa del Covid-19. Vean cómo la bola de cristal de la Fundación Rockefeller les permitió ver con claridad lo que iba a pasar 10 años después. Aquí pueden leer unas líneas del pasmoso guión (observen que, a pesar de que están hablando del futuro -ese guión de encierro estaba previsto para el 2012- el tiempo verbal utilizado es el pasado, como si ya hubiera tenido lugar):
«A algunos países les fue mejor, a China en particular. La rápida imposición y aplicación de la cuarentena obligatoria por parte del gobierno chino para todos los ciudadanos, así como su cierre instantáneo y casi hermético de todas las fronteras, salvó millones de vidas, impidió la propagación del virus mucho antes que en otros países y permitió una recuperación pospandémica más rápida.

El gobierno de China no era el único que tomó medidas extremas para proteger a sus ciudadanos del riesgo y la exposición. Durante la pandemia, los líderes nacionales de todo el mundo han mostrado su autoridad e impulsado reglas herméticas y restricciones, desde el uso obligatorio de mascarillas a los controles de temperatura corporal en las entradas a los espacios comunes como las estaciones de tren y supermercados. Incluso después de que la pandemia desapareciera, este control más autoritario y la supervisión de los ciudadanos y sus actividades incluso se intensificó. (…)

Al principio, la noción de un mundo más controlado gana una amplia aceptación y aprobación. Los ciudadanos voluntariamente entregaron parte de su soberanía y su vida privada, a estados más paternalistas, a cambio de una mayor seguridad y estabilidad. Los ciudadanos eran más tolerantes, y con ganas, incluso, de una supervisión dirigida de arriba abajo, y los líderes nacionales han tenido más libertad para imponer el orden en los caminos que vieron conveniente. En los países desarrollados, este descuido mayor tomó muchas formas: los identificadores biométricos para todos los ciudadanos, por ejemplo, y una regulación más estricta de las industrias clave, cuya estabilidad se considera vital para los intereses nacionales. (…) trágicamente en los países dirigidos por las élites irresponsables que utilizan su poder mayor para perseguir sus propios intereses a expensas de sus ciudadanos.”
Todo esto se escribió en el año 2010. ¿Alguien necesita mayor prueba de que esta pandemia es un plan, una plandemia que forma parte de una agenda de control mundial de la libertad de la población y de la economía mundial?

¿Se dan cuenta que no son médicos los que toman las decisiones?
¿Se dan cuenta que el encierro no es una medida sanitaria sino de experimento social con el propósito de crear una crisis económica mundial para imponer sus propios planes?
¿Alguien puede pensar que la coincidencia entre lo que fue “imaginado” por la Fund. Rockefeller y lo que ha pasado es CASUAL?

Pilar Baselga

Pekín a los cristianos chinos: cambiad a Cristo por Mao o perderéis las prestaciones sociales (Carlos Esteban)



Un paso más en el estrangulamiento del cristianismo en China: las autoridades de una provincia han informado a los católicos que si no cambian las imágenes de Jesús en sus casas por retratos de Mao o Xi Jinping perderán las ayudas sociales.

Pero, ¿qué contrapartida hay para los creyentes en los pactos vaticanos? Casi cada semana asistimos a una nueva prueba de la férrea voluntad de Pekín de desarraigar la fe y sustituirla por la devoción a las autoridades comunistas, presentes o pasadas.

Lo último, informa el portal especializado Bitter Winter, ha sido la noticia de que los funcionarios de la ciudad de Linfen, en la provincia de Shanxi, han recibido instrucciones para que inspeccionen los hogares de los receptores de cualquier tipo de subsidios estatales, se incauten de todos los símbolos religiosos y los sustituyan con imágenes de líderes comunistas. A quienes se quejen de la medida se les dejará de ingresar las ayudas.

Esta misma medida también se aplica a los miembros de las iglesias dependientes del Estado. Un miembro de la Iglesia de las Tres Autonomías, una denominación protestante oficial del Partido Comunista Chino, confesó a Bitter Winter que en su propia casa retiraron imágenes de Jesús y un calendario religioso y los sustituyeron por imágenes del Presidente Mao.

La crisis económica que ha azotado a China, como a la mayor parte del planeta, como consecuencia de la pandemia del coronavirus ha dejado a muchísimos ciudadanos en paro o situación de grave precariedad, al punto de que lo único que les libra del hambre son los subsidios estatales. Eso significa que la negativa a esa enésima prueba de vesania antirreligiosa, que ya se introduce incluso en el ámbito de los hogares, puede significar la muerte por inanición o, al menos, una situación de absoluta miseria.

Carlos Esteban

miércoles, 22 de julio de 2020

Entrevista a Cristina Martín Jiménez, autora de 'La verdad de la Pandemia'



Duración 25:31 minutos

18 de Julio de 1936. Por qué recordar



Un año más llega el 18 de julio, fecha a la que convencionalmente – en realidad el movimiento comenzó un día antes, en las Canarias y en el África español – se adscribe el Alzamiento Nacional, la insurrección nacional española que se convirtió en una Cruzada en defensa de la fe y de la patria, contra el anarco-comunismo, más cristofóbico y antirreligioso que “social”.

Este 18 de julio llega después de que los restos mortales de Francisco Franco Bahamonde (1892-1975), botín comunista, hayan sido arrancados, contra la voluntad de los familiares, del sepulcro de la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los caídos en la que reposaban, y transferidos por fuerza a otro lugar. Tal profanación sacrílega de una tumba en un recinto sagrado era deseada por el gobierno rojo-violeta madrileño.

Sin embargo, parece que se ha conseguido gracias al hecho de que la Santa Sede, consultada por las autoridades españolas, ordenase a los benedictinos a los que se les tiene encomendada la basílica, guiados por el heroico abad dom Santiago Cantera Montenegro, que cesasen en su justa resistencia (cfr. Corriere della Sera, entrevista a Pedro Sánchez Pérez-Castejòn – jefe del gobierno ibérico – por Aldo Cazzullo, 8-7-2020).

Exhumar restos mortales con las fuerzas de seguridad del estado es siempre algo particularmente odioso. Pero llega a ser abominable si, como es el caso, ocurre con el consenso de los sucesores eclesiásticos, de los que fueron salvados por el Generalísimo. Éstos, levantándose contra la tiránica república, permitieron la supervivencia de la Iglesia en España, que el Frente Popular había condenado a la extinción por exterminio. Así lo demostró el enorme número de mártires – ya que fueron asesinados in odium fidei, o Ecclesiae – acreditados en número superior a dos mil, en un espacio y tiempo (1931-1939) bastante limitado, así como la declaración de la cesación del culto en la zona controlada por el Frente Popular, por parte del ministro del gobierno rojo Manuel Irujo Ollo (1891-1981).

Por eso hoy es particularmente sentido mi escrito anual de defensa consciente de la memoria, primero negada, después vilipendiada y calumniada, de esos mártires y héroes que defendieron la fe y pararon al comunismo, a los que ya pocos desean pagar su deuda de gratitud.

Es cuestión obvia y conocida que cuando, en una controversia, de un lado surgen argumentos a favor del adversario, éstos tienen particular fuerza probatoria de sus razonamientos.

Gregorio Marañón Posadillo (1887-1960) probablemente es nombre que poco o nada dice a nuestros contemporáneos, más allá de la denominación de un hospital en Madrid. Sin embargo, se trata de uno de los protagonistas de la comunidad científica y de la actividad político-cultural de la España de entreguerras. Fue no sólo clínico internista y endocrinólogo de fama internacional, docente universitario, académico de España, sino también político y ensayista. En su residencia, el 14 de abril de 1931, tuvo lugar la reunión que decidió el exilio del rey Alfonso XIII (1886-1941) y la proclamación de la segunda república española. Esto no le impidió criticar los incendios de iglesias y conventos con los que la misma fue “festejada”.

Después fue elegido diputado republicano de las Cortes Constituyentes. El 11 de febrero de 1933 se encontraba entre los co-fundadores de la Asociación “Amigos de la Unión Soviética”.

Cuando el 18 de julio de 1936 supo del Alzamiento, mientras se encontraba en Portugal, volvió de inmediato a Madrid “para defender la república”.

Pero pronto debió cambiar de opinión, y sobre todo arrepentirse, porque sus propósitos críticos contra la violencia roja y su llamada a que la república asumiese un carácter liberal y nacional hicieron que rápidamente fuese incluido en el elenco de “enemigos del pueblo”, a lo cual iba aparejado un grave riesgo. Por ello, a finales de 1936, no tuvo de hecho más opción que refugiarse en Francia, en París, y no para huir de los nacionales de Franco. A finales de 1937, publicó un importante artículo, mediante el cual, no con la autoridad de político – decía –, sino con la del testimonio de los hechos, explicaba y valoraba los sucesos que se estaban desarrollando en su patria.

Y esta publicación constituye un valioso testimonio, procediendo de un adversario, que ayuda a entender la absoluta legitimidad y justicia del Alzamiento Nacional.

En dicho artículo, Marañón reconoció la existencia de un liberalismo daltónico, que no veía el color rojo, y del que él se consideraba miembro, a pesar de ser el comunismo la negación total de cualquier principio de libertad. Por ello, declaraba que la alternativa verdadera para España era “comunismo sí, comunismo no”, y él se decantaba sin dudarlo por el “no”. Sin embargo, muchos liberales – hoy diríamos muchos “moderados” – se sometían a la hegemonía cultural-psicológica de los comunistas (“el enemigo está únicamente a la derecha, se trata únicamente del reaccionario”), y por temor a ser excluidos de la clase intelectual, de ser considerados “enemigos del pueblo” y no “hombres modernos” (hoy diríamos “políticamente correctos”), se habían situado del lado de los rojos [en español, en el original]. Los cuales, según Marañón, se habían propuesto desde el primer momento tener la “cobertura” de dichos liberales, sin la cual nunca hubiesen tenido la posibilidad de ser los protagonistas de la lucha política en España. Él acusó al liberalismo, y no sólo al español, de una ceguera que le llevaba a “vender su alma al diablo comunista”, al igual que en el pasado había favorecido al terror jacobino. Concluía su artículo con estas palabras, “[…] en política la única dinámica psicológica del cambio es la conversión, nunca la convicción. Y se debe siempre sospechar de quien cambia porque dice haber sido convencido”. Y él se había “convertido” al bando nacional, tanto que en 1942 volvió a la patria y allí se quedó, con libertad para publicar sus escritos y siendo respetado hasta su muerte en 1960.

Es útil transcribir también el modo en que se presenta a Marañón por parte de la redacción de la revista, antes de leer su testimonio en ella.

“El autor del notable estudio que presentamos a nuestros lectores es d. G. Marañón, de la Academia de España. Médico, ensayista, […] fue fundador de una gran asociación republicana, cuya actividad comenzó a difundirse en España un año antes de la caída de la monarquía. La prueba del republicanismo del dr. Marañón, por tanto, no es necesaria, lo que permite considerar este artículo como particularmente significativo”.

Y llego así a la parte que más importa, a mi juicio.

“[…] los partidos y la prensa de derecha anunciaban una serie de catástrofes si el movimiento republicano triunfase […]. Sería ahora arbitrario discutir sobre lo que hubiese sucedido si no hubiera sido proclamada la república – hecho a mi juicio inevitable dadas las circunstancias. En la narración de la historia queda absolutamente prohibido intentar saber lo que habría podido ocurrir si no sucediera lo que en realidad sucedió. Sin embargo, está fuera de duda que las profecías de las derechas extremas y de los monárquicos, que se oponían a la república, se cumplieron por completo: desórdenes continuos, huelgas sin motivo, incendios de iglesias y conventos, persecución religiosa, exclusión del poder de los liberales que habían apoyado el movimiento aunque se opusieran a la lucha de clases, rechazo a tratar con tolerancia tampoco a aquellas gentes de derecha que de buena fe aceptaban el régimen republicano aún sin aclamarlo, como es natural, en su versión extremista. Los liberales escucharon estas profecías con desprecio suicida. […] Sin embargo, sea cual sea el porvenir político de España, no cabe ninguna duda de que en esta fase de la historia es el reaccionario y no el liberal el que ha tenido razón” (G. Marañón Posadillo, Al margen de la guerra civil española. Liberalismo y comunismo, en Revue de Paris, anno 44, n. 24, 15 de diciembre de 1937, pp. 799-817).

Hay otro testimonio que puede bien añadirse al esfuerzo de restituir la verdad a la memoria de Franco y de su obra, en el día aniversario de la insurrección nacional que ve a España presa de nuevo de los enemigos de Dios, de la Iglesia, y de la misma naturaleza humana, comenzando por la identidad sexuada de la persona.

Procede de Churchill (1874-1965), que aunque no fue adversario directo del Alzamiento, ciertamente no puede ser llamado “franquista”,

«[…] el asesinathos jefes militares, todos los cuales habían servido fielmente a la república», habrían querido evitar, y por ello habían puesto en guardia al «Gobierno contra los peligros hacia los que se dirigía» (cfr. Winston Leonard Spencer Churchill, España nos ofrece una lección práctica [2 de octubre de 1936], en Idem, Passo a passo, trad. it. Mondadori, Milán 1947, p. 61).

Las fuerzas de Franco «no pueden ser acusadas de descender al grado de bestialidad y de atrocidad […] de la acción diaria efectuada por los comunistas, los anarquistas y la […] nueva organización trotskista, extremista al máximo. Sería un error, desde el punto de vista de la verdad, […] poner en el mismo plano a ambas partes en lucha » (W. Churchill, ibidem, p. 63).

Giovanni Formicola

El desmentido que no desmiente (Carlos Esteban)



Los medios católicos, incluida InfoVaticana, han informado del desmentido de la Santa Sede a las declaraciones de Pedro Sánchez en el sentido de que el Papa le apoyó en el asunto de la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. Pero, ¿es realmente un desmentido?

Empecemos al revés, por el desmentido vaticano. La Oficina de Prensa del Vaticano emite el siguiente comunicado: “Con respecto a las declaraciones hechas por el Sr. Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, en su entrevista publicada el 8 de julio pasado en el periódico Corriere della Sera, se precisa que la Santa Sede, sobre el asunto de la exhumación de Francisco Franco, ha reiterado en varias ocasiones su respeto a la legalidad y a las decisiones de las autoridades gubernativas y judiciales competentes, ha instado al diálogo entre la familia y el Gobierno y no se ha pronunciado nunca sobre la oportunidad de la exhumación ni sobre el lugar de la sepultura, porque no es de su competencia”.

¿Y qué había dicho nuestro presidente al diario italiano? Esto: “[E]l Papa Francisco me ayudó. En el Valle de los Caídos había una comunidad de benedictinos que estaba muy en contra de la exhumación. Pedí la intervención del Vaticano. Y todo salió bien”.

No hay diplomacia como la diplomacia vaticana, aunque solo sea porque es la más antigua de cuantas existen y porque sus declaraciones tienen potencial influencia en más de mil millones de católicos y representa una fe con vocación de eternidad. Esa es la razón por la que siempre se ha mostrado especialmente cautelosa y parca a la hora de comentar lo que puedan hacer o decir los líderes políticos de cualquier país.

Eso, unido a la celeridad de la respuesta, hace que este desmentido resulte especialmente llamativo y, casi diríamos, humillante. Pero, ¿es realmente un desmentido?

Los medios son completamente diferentes. Uno es una entrevista, en la que las palabras se eligen, sino al descuido, al menos sí de modo más espontáneo y sujeto a cierta vaguedad léxica. Por el contrario, una nota diplomática exige y suele desplegar una exquisita precisión en cada palabra elegida. Y lo que dice el Vaticano en este caso no desmiente literalmente en absoluto lo dicho por Sánchez.

La nota dice que la Santa Sede (como institución, oficialmente) ha respetado la legalidad de un país extranjero. Naturalmente, ni se discute. Y que ha instado al diálogo, lo que tampoco significa mucho, o casi nada. Y que no se ha pronunciado sobre la exhumación porque no es de su competencia. Claro. Pero es que el presidente no ha dicho nada de eso.

Sánchez dice que el Papa le ayudó. No lo sabemos, y el historial de mentiras reiteradas y comprobables del sujeto nos lleva a cuestionar seriamente este aserto. Pero no contradice lo hecho público por la Santa Sede. Pedro habla del Papa, no de la institución. Ya sabemos que la institución no intervino porque su intervención oficial hubiera sido pública. Pero también sabemos que hay modos de hacer las cosas que eluden los cauces oficiales, intervenciones personales o confidenciales. Si hubiera sido el caso -y no lo creemos-, no contradiría la afirmación de la nota vaticana.

Por último, Sánchez acaba diciendo “y todo salió bien”. No dice en absoluto cómo, mucho menos que la Santa Sede tuviera que actuar.

En conclusión, estamos ante un ‘desmentido’ que la Santa Sede ha considerado necesario hacer, por lo que pudiera pensarse de la acción vaticana en la polémica exhumación, pero que en realidad no desmiente absolutamente nada.

Carlos Esteban

Mons. Aguer - Trasbordo Ideológico Inadvertido




Duración 4:44 minutos


martes, 21 de julio de 2020

El retorno de los gnósticos



Comencemos desambigüando el término. Me ha ocurrido muchas veces encontrarme con gente formada que considera que gnóstico es un concepto unívoco cuando, en realidad, es equívoco, y la confusión trae problemas serios, como enemistades y prejuicios.

Como sabemos, gnóstico significa “el que se conoce”, o “conocedor”, y en una primera acepción tiene un sentido profundamente cristiano. El catecismo nos manda “conocer, amar y servir a Dios”; es decir, nos manda ser “conocedores” o gnósticos. Y el Nuevo Testamento está poblado de mandatos sobre la necesidad de “conocer” a Dios: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero” (Jn. 17,3); reciban “el Espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle…” (Ef. 1,17-18); “gracia y paz en abundancia para vosotros, mediante el conocimiento de Dios,…” (2 Pe. 1,2), y así podríamos seguir con muchas citas más. Por supuesto, el conocimiento al que se alude no es una colección de saberes teóricos. Conocer a Dios y a Cristo significa vivir bajo la convicción de su presencia, una presencia que es invisible a los ojos del cuerpo pero que transforma el alma haciéndonos semejantes a Él. En pocas palabras, el conocedor o el gnóstico es la persona avanzada en la vida espiritual. Los Padres del Desierto llamaban gnóstico al maestro espiritual, el que podía enseñar a los demás los caminos de la santidad. Y en ese sentido, y con toda propiedad, podríamos llamar gnósticos o conocedores de Dios a los grandes maestros como Santa Teresa, San Juan de la Cruz o Santa Teresita, por nombrar sólo a algunos.

Es verdad, sin embargo, que con mayor frecuencia la palabra se emplea en un sentido completamente distinto y gnóstico designa al miembro de una gran y difusa religión de la antigüedad tardía, extremadamente peligrosa y cuyas aguas residuales, camufladas de diversos modos, llegan todavía hasta nosotros: el gnosticismo. Parasitaria del cristianismo, mereció la confutación y rechazo de grandes Padres y Doctores, como San Ireneo con sus Adversus haereses. Unas de las ideas que subyace en esa herejía es la de un conocimiento que es propiedad de unos pocos y en razón de lo cual se colocan en un estadio superior con respecto a los otros hombres que permanecen en una ignorancia relativa, incapaces de alcanzar las cumbres de esos secretos transmitidos solamente al grupo de iniciados y elegidos. Mucho se podría hablar de la doctrina del gnosticismo, intrincada y llena de mitos insostenibles. Y, aunque desaparecida como iglesia indentificable, su presencia permanece de diversos modos, por ejemplo, en la masonería, que consiste en un grupo de hombres iniciados, conocedores de ciertos rituales y secretos, con la misión de gobernar a quienes no pueden acceder ese conocimiento.

En nuestros días, la presencia de gnósticos renovados puede encontrarse en todos los ámbitos. El modernismo fue, en muchos aspectos, una herejía gnóstica: quienes lo sostenían era un grupo de académicos iluminados que había descubierto, por ejemplo, la verdad histórica de los Evangelios, quedando la verdad “mítica” de la fe para los no iniciados. El modernismo no se dio entre los fieles —tomando el término en el sentido newmaniano, es decir, englobando en él a los laicos y al bajo clero—, sino entre una elite de sabios. Y esa característica, con diversos matices, se ha seguido dando en el progresismo posterior. Todos recordamos como, en 2014, el cardenal Kasper dio a entender que la Iglesia no debería escuchar a los fieles africanos puesto que ellos aún tienen tabúes, entre los cuales está el de la homosexualidad. El conocimiento maduro y válido se encuentra en un grupo de escogidos católicos ilustrados, generalmente de raza germánica. O bien, aunque descendamos abruptamente en la calidad del personaje, hace dos días el vocero del obispado de San Rafael, P. José Antonio Álvarez, afirmó a la prensa que “No hay diferencia entre darla [a la comunión] en la boca o en la mano. Sólo hay motivaciones simbólicas”. Todo termina siendo un símbolo que es interpretado correctamente por él y por un grupo de esclarecidos; los que no consideran que se trate de un símbolo indiferente sino de una cuestión con una entidad e importancia mayor, son reducidos a la categoría de primitivos ignorantes, que no han alcanzado el conocimiento de los sabios y merecen, incluso, ser entregados a las autoridades civiles (literaliter).

La pandemia ha ocasionado, por otro lado, que el mundo entero esté gobernado por un grupo de gnósticos que asesoran, con el nombre de epidemiólogos, a todos los gobiernos. Ya hablamos en este blog de los esclarecidos científicos de Imperial College y del geniecillo de Silicon Valley que pronosticaban, para esta época, diez millones de muertos. Como nuevos alquimistas, manejan fórmulas matemáticas y misteriosas ecuaciones de las que brotan esos números intimidantes y mentirosos, que deciden la vida y la libertad de millones de personas. Como se ha dicho en otro sitio, la crisis del coronavirus ha demostrado cuán fácil resulta caer en manos de élites científicas hegemónicas.

En su columna de esta semana en La Nación, Mario Vargas Llosa nos enseña por qué Trump debe ser derrotado en las próximas elecciones. “Por su ignorancia y por su arbitrariedad, Trump ha conseguido que su país se distancie de sus aliados tradicionales y se acerque, más bien, a sus enemigos, sin siquiera darse cuenta cabal de que así procedía”. Trump, por lo visto, no es del grupo de los gnósticos, y tampoco lo es Putin, ni Duda ni Orban. Son ignorantes; no saben y, por tanto deben ser alejados del gobierno, el que pertenece exclusivamente al grupo de los iluminados que llevará al mundo a buen destino.

Finalmente, el martes pasado renunció a su puesto Bari Weiss, editora del New York Times, y publicó una larga carta dando sus razones. Este diario probablemente sea el más influyente del mundo y notable por su progresismo. Weiss, por su parte, no es una carmelita descalza. Sin embargo, como ella misma explica, le terminó resultando imposible aceptar el clima de censura y, sobre todo, autocensura que se vive en la redacción de ese medio frente a cualquier opinión que pueda contradecir en lo más mismo los diktate del progresismo. Y afirma: “Ha surgido un nuevo consenso en la prensa, pero quizás especialmente en este periódico: que la verdad no es un proceso de descubrimiento colectivo, sino una ortodoxia ya conocida por unos pocos iluminados cuyo trabajo es informar a todos los demás”. Lo que explica esta inobjetable fuente es que la información y la formación de la opinión a nivel mundial —con exclusión, por ahora, de las redes sociales—, surge de las decisiones de un pequeño grupo de clarividentes —los gnósticos—, que son los que establecen qué es la verdad y qué es la realidad. 

El problema es que no tenemos un nuevo San Ireneo para combatir a este neognosticismo y, mucho me temo que, aunque lo tuviéramos, no sería suficiente con escribir un tratado teológico. Creo que está llegando la hora en que será preciso recurrir a armas más contundentes. Y no me refiero, claro, ni a lanzas o municiones. Me refiero simplemente a tratar de ponernos fuera del alcance del radar gnóstico. Creo que es lo único que a estas alturas podemos hacer.

The Wanderer

En torno al Vaticano II: las tres vías (Padre Santiago Martín)




Duración 8:40 minutos

NOTICIAS VARIAS 21 de julio de 2020




RELIGIÓN LA VOZ LIBRE


QUE NO TE LA CUENTEN


INFOVATICANA



INFOCATÓLICA




Selección por José Martí

lunes, 20 de julio de 2020

Consenso internacional en el debate sobre el Vaticano II abierto por los Obispos Carlo Maria Viganò y Athanasius Schneider



La revisión crítica del Concilio Vaticano II es un hecho ahora ineludible. Un nuevo impulso al debate fue dado en estas ultimas semanas por algunas intervenciones articuladas del Arzobispo Carlo Maria Viganò, ya Nuncio pontificio en los Estados Unidos y por Monseñor Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de Astana en Kasakistán.

Además, cincuenta estudiosos, periodistas y líderes de opinión de todo el mundo anunciaron un documento de apoyo a los dos Obispos, renovando el pedido de “un debate abierto y honesto sobre cuanto ha sucedido verdaderamente en el interior del Vaticano II y sobre la posibilidad de que el Concilio y su actuación contengan errores o aspectos que favorecen errores o perjudican la Fe”. Transcribimos el texto completo publicado en seis lenguas.


Carta abierta al Arzobispo Carlo Maria Viganò y al Obispo Athanasius Schneider

Excelencias,

Nosotros, los abajo firmantes, deseamos expresarles nuestra sincera gratitud por Vuestra firmeza y Vuestro celo por las almas de los fieles durante la actual crisis de Fe en el interior de la Iglesia Católica. Vuestras declaraciones públicas, que exhortan a abrir un debate honesto y abierto sobre el Concilio Vaticano II y los cambios dramáticos por él provocados en la fe y en las prácticas católicas representan un motivo de esperanza y de consolación para muchos fieles católicos. Hoy, es decir, más de cincuenta años después de su clausura, los acontecimientos del Concilio Vaticano II aparecen como algo único en la historia de la Iglesia. Nunca antes, un Concilio Ecuménico había sido seguido por un período tan prolongado de confusión, corrupción, pérdida de la fe y humillación para la Iglesia de Cristo.

El catolicismo siempre se ha distinguido de las falsas religiones por su insistencia en el hecho de que el Hombre debe ser considerado una criatura racional y que la creencia religiosa, muy lejos de suprimirla, alienta la reflexión crítica de los católicos. Muchos, incluido el actual Santo Padre, parecen colocar al Concilio Vaticano II, sus textos, sus actos y sus aplicaciones prácticas, en una fortaleza fuera del alcance del análisis crítico y del debate. En sentido opuesto a las preocupaciones y objeciones planteadas por los católicos de buena voluntad, el Concilio ha sido elevado al status de «superconcilio» [1] cuya mención pone punto final a los debates en vez de alentarlos. Vuestra exhortación a desentrañar las raíces de la actual crisis en la Iglesia y Vuestro llamamiento a actuar para corregir todos los desvíos del Vaticano II -que hoy parece haber sido un error- constituyen un egregio ejemplo de cumplimiento del ministerio episcopal en orden a transmitir la Fe tal como la Iglesia la ha recibido.

Les estamos reconocidos por Vuestra exhortación a comenzar un debate abierto y honesto sobre cuanto verdaderamente ha sucedido en el interior del Vaticano II y sobre la posibilidad de que el Concilio y su desarrollo contengan errores o aspectos que favorezcan errores o perjudiquen la Fe. Un debate así concebido no puede partir de la conclusión según la cual el Concilio Vaticano II está de suyo, tanto en su totalidad como en sus partes, en continuidad con la Tradición. Someter el debate a una condición preliminar como esa significa cortar de raíz el análisis crítico y toda discusión, permitiendo exclusivamente la presentación de pruebas que sustenten la conclusión recién mencionada. La cuestión de si el Vaticano II puede conciliarse o no con la Tradición es el tema que debe ser debatido, no la premisa obligatoria que deba ser aceptada, aunque se demuestre que es contraria a la razón. La continuidad del Vaticano II con la Tradición es una hipótesis que es necesario probar y debe ser discutida: no un hecho incontrovertible. Durante demasiadas décadas, la Iglesia ha visto a muy pocos pastores permitir, y mucho menos alentar, un debate de ese estilo.

Hace once años, Monseñor Brunero Gherardini ya había dirigido una petición filial al Papa Benedicto XVI: «Desde hace mucho tiempo está en mi mente esta idea (que me permito ahora exponer a Vuestra Santidad): me refiero a la posibilidad de ofrecer un esclarecimiento grandioso y definitivo sobre todos los aspectos y contenidos del último Concilio. En realidad, parecería algo lógico – y a mí me parece urgente- que dichos aspectos y contenidos sean estudiados tanto en sí mismos como en su contexto junto con todos los demás, mediante un examen riguroso de todas las fuentes y desde el punto de vista específico de la continuidad con el anterior Magisterio de la Iglesia, tanto el solemne como el ordinario. Sobre la base de un trabajo científico y crítico —el más amplio e irreprochable posible— en confrontación con el Magisterio tradicional de la Iglesia, será entonces posible enfrentar este tema para llegar a una evaluación segura y objetiva del Vaticano II.» [2]

Les estamos también agradecidos por haber querido identificar algunos de los temas doctrinales más importantes que deben abordarse en semejante examen crítico y por haber aportado un modelo para un debate franco pero equilibrado que tolera el desacuerdo. De Vuestras recientes intervenciones hemos recopilado algunos ejemplos de los temas que -como han indicado bien- deben ser abordados y, que si se demuestra que son erróneos, corregidos. Nuestra esperanza es que esta recopilación pueda servir de base para una discusión y un debate más detallados. No afirmamos que esta lista sea exclusiva, perfecta o completa. No estamos todos estamos necesariamente de acuerdo sobre la naturaleza exacta de cada una de las críticas que se citan a continuación ni sobre las cuestiones que han planteado, pero estamos todos de acuerdo en que vuestras preguntas merecen respuestas honestas y no ser simplemente dejadas de lado con argumentos ad hominem conteniendo acusaciones de desobediencia o de ruptura de la comunión. Aunque todo lo que ustedes afirmen sea falso, que los interlocutores lo demuestren; caso contrario, la Jerarquía debe escuchar vuestros requerimientos.

La libertad religiosa para todas las religiones como un derecho natural querido por Dios

Obispo Schneider: “Los ejemplos incluyen algunas expresiones del Concilio sobre el tema de la libertad religiosa (entendida como un derecho natural -por tanto en cierto sentido querido por Dios)- de practicar y difundir una falsa religión, y cosas peores.” [3]

Obispo Schneider: “Desgraciadamente, apenas unas pocas frases más abajo, el Concilio [en Dignitatis Humanae] socava esta verdad proponiendo una teoría jamás enseñada antes por el Magisterio constante de la Iglesia, es decir que el hombre tendría el derecho, basado en su propia naturaleza por el que no se debe obligar «a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos » ut in re religiosa neque impediatur, quominus iuxta suam conscientiam agat privatim et publice, vel solus vel aliis consociatus, intra debitos limites, n. 2). Según esta declaración, el hombre tendría el derecho, fundado en su misma naturaleza (y por tanto ciertamente deseado por Dios) de no ser obstaculizado en el elegir, practicar y difundir, incluso colectivamente, la adoracion de un ídolo o incluso la veneración de Satanás, por ejemplo en la conocida como ´Iglesia de Satanás´, a la cual, en algunos países se le concede el mismo reconocimiento legal que a todas las otras religiones.”

La identificación de la Iglesia de Cristo con la Iglesia Católica y el Nuevo Ecumenismo

Obispo Schneider: «[su] [del Concilio] distinción entre la Iglesia de Cristo y la Iglesia Católica (el problema del “subsistit in” da la impresión de que existen dos realidades separadas: por una parte la Iglesia de Cristo y por otra la Iglesia Católica), y su postura frente a las religiones no cristianas y el mundo contemporáneo.» [5]

Obispo Schneider: «Afirmar que los musulmanes adoran junto con nosotros al único Dios («nobiscum Deum adorant»), como lo hizo el Concilio Vaticano II en Lumen Gentium 16, es teológicamente una afirmación altamente ambigua. No es verdad que los católicos adoramos junto con los musulmanes al único Dios. No lo adoramos junto con ellos. En el acto de adoración, siempre adoramos a la Santísima Trinidad, no adoramos simplemente al «único Dios» sino también, conscientemente, a la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Islam rechaza la Santísima Trinidad. Cuando los musulmanes adoran, hacen sin alcanzar el nivel sobrenatural de la fe. También nuestro acto de adoración es radicalmente diferente. Es esencialmente diferente. Precisamente porque nos volvemos a Dios y Lo adoramos como hijos que están constituidos dentro de la inefable dignidad de la adopción filial divina y porque lo hacemos con fe sobrenatural. Los musulmanes, en cambio, no tienen la fe sobrenatural.» [6]

Arzobispo Viganò: «Sabemos bien que, citando el trecho de la Escritura Littera enim occidit, spiritus autem vivifica” [“La letra mata, mas el Espíritu da vida” (2 Cor 3, 6)], los progresistas y los modernistas astutamente encontraron cómo esconder expresiones equívocas en los textos conciliares, que en la época parecían inofensivos a la mayoría pero que hoy revelan su carácter subversivo. Es el método usado en la frase subsistit in: decir una medio-verdad en orden a no ofender al interlocutor (suponiendo que sea lícito silenciar la verdad de Dios por respeto a Sus criaturas), pero con la intención de poder usar un medio-error que sería instantáneamente refutado si se proclamara la verdad entera.

Por lo tanto, “Ecclesia Christi subsistit in Ecclesia Catholica” no especifica la identidad de ambas, sino la subsistencia de una en la otra y, coherentemente, también en otras iglesias: de aquí nace la apertura a celebraciones interconfesionales, a oraciones ecuménicas, y a la negación inevitable de la necesidad de la Iglesia para la salvación, en su unicidad y en su naturaleza misionera.» [7]

La Primacía papal y la nueva colegialidad

Obispo Schneider: «El hecho en sí de la necesidad, por ejemplo, de la “Nota explicativa previa” al documento Lumen Gentium demuestra que el mismo texto de la Lumen Gentium en el nº 22 es ambiguo respecto al tema de las relaciones entre el primado y la colegialidad episcopal. Los documentos esclarecedores del Magisterio en la época post-conciliar, como por ejemplo las encíclicas Mysterium Fidei, Humanae Vitae, El Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI, fueron de gran valor y ayuda, pero los mismos no aclararon las afirmaciones ambiguas del Concilio Vaticano II antes mencionadas.» [8]

El Concilio y sus textos son la causa de muchos escándalos y errores actuales

Arzobispo Viganò: «Si es legítimo venerar a la pachamama en una iglesia se lo debemos a Dignitatis Humanae. Si tenemos una liturgia protestantizada y al mismo tiempo incluso paganizada, se lo debemos a la acción revolucionaria de Monseñor Annibale Bugnini y a las reformas postconciliares. Si se ha podido firmar la Declaración de Abu Dabhi, se lo debemos a Nostra Aetate. Si hemos llegado al punto de delegar las decisiones en las Conferencias Episcopales -incluso con grave violación del Concordato, como sucedió en Italia-, se lo debemos a la colegialidad y a su versión aggiornata, la sinodalidad. [ver] Por culpa de la sinodalidad nos encontramos con Amoris Laetitia y teniendo que ver el modo de impedir que aparezca lo que era obvio para todos: este documento, preparado por una impresionante máquina organizacional, pretendió legitimar la comunión a los divorciados y convivientes, tal como Querida Amazonia va a ser usada para legitimar a la mujeres sacerdotes (como en el caso reciente de una “vicaria episcopal” en Friburgo de Brisgovia) y la abolición del Sagrado Celibato.» [9]

Arzobispo Viganò: «Pero si en esa época era difícil imaginar que la libertad religiosa condenada por Pío XI (Mortalium Animos) podría ser aceptada en el documento Dignitatis Humanae; o que el Romano Pontífice pudiera ver su autoridad usurpada por un colegio episcopal fantasma, actualmente entendemos que lo que se ocultó inteligentemente en el Vaticano II, se promueve abiertamente hoy en documentos papales precisamente en nombre de una aplicación coherente del Concilio». [10]

Arzobispo Viganò: «Podemos, por tanto, afirmar que el espíritu del Concilio no es sino el mismo Concilio, que los errores del período post-ya estaban contenidos en germen en las Actas del Concilio, del mismo modo como se afirma también correctamente que el Novus Ordo es la Misa del Concilio, aunque en presencia de los Padres Conciliares se celebraba aquella Misa que los progresistas definían significativamente como preconciliar.” [11]

Obispo Schneider: «Para cualquier persona intelectualmente honesta que no intente hacer la cuadratura del círculo resulta claro que la afirmación hecha en Dignitatis humanae, según la cual todo hombre tendría el derecho -fundamentado en su propia naturaleza (y por lo tanto querido por Dios) de practicar y difundir una religión según su conciencia, no difiere substancialmente de la afirmación contenida en la Declaración de Abu Dhabi, según la cual: El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta Sabiduría Divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente».» [12]

Hemos tomado nota de las diferencias que Usted destaca entre las soluciones que cada uno de Vosotros ha propuesto para reaccionar frente a la crisis que estalló con el Concilio Vaticano II. Por ejemplo, el Arzobispo Viganò sostuvo que sería mejor «olvidar» totalmente el Concilio, mientras que el Obispo Schneider, en desacuerdo con él sobre este punto específico, propone oficialmente corregir solo aquellas partes de los documentos del Concilio que contengan errores o que sean ambiguos. Vuestro cambio cortés y respetuoso de opiniones debería servir de modelo para un debate aún más sólido que tanto Usted como nosotros deseamos. Con demasiada frecuencias, en los últimos cincuenta años, se , ha respondido con meros ataques ad hominem en lugar de hacerlo con argumentos civilizados. Exhortamos a todos aquellos que desean unirse a este debate a seguir Vuestro ejemplo.

Rezamos a Nuestra Santísima Madre, a San Pedro, Príncipe de los Apóstoles; a San Atanasio y a Santo Tomás de Aquino pidiéndoles que protejan y preserven a Vuestras Excelencias. Que les recompensen por su fidelidad a la Iglesia y les confirmen en Vuestra defensa de la Fe de la Iglesia.

In Christo Rege,

Donna F. Bethell, J.D.
Prof. Dr. Brian McCall
Paul A. Byrne, M.D.
Edgardo J. Cruz-Ramos, Presidente Una Voce Puerto Rico
Dr. Massimo de Leonardis, Profesor (ret.) de Historia de las Relaciones Internacionales
Prof. Roberto de Mattei, Presidente de la Fundación Lepanto
Fr. Jerome W. Fasano
Mauro Faverzani, periodista
Timothy S. Flanders, escritor y fundador de un apostolado laico
Matt Gaspers, director de Catholic Family News
Corrado Gnerre, director del movimiento Il Cammino dei Tre Sentieri
Dr. Maria Guarini STB, director del blog Chiesa e postconcilio
Kennedy Hall, escritor
Prof. Dr. em. Robert D. Hickson
Prof. Dr.rer.nat., Dr.rer.pol. Rudolf Hilfer
Rev. John Hunwicke, Senior Research Fellow Emeritus, Pusey House, Oxford
Prof. Dr. Peter Kwasniewski
Leila M. Lawler, escritor
Pedro L. Llera Vázquez, director de escuela y colaborador de InfoCatólica
James P. Lucier PhD
Massimo Magliaro, periodista, director de " Nova Historica"
Antonio Marcantonio, MA
Dr. Taylor Marshall, escritor
Reverendo Diácono, Eugene G. McGuirk
Fr. Michael McMahon, Prior de St. Dennis Calgary
Fr. Cor Mennen
Fr. Michael Menner
Dr. Stéphane Mercier, Ph.D., S.T.B.
Hon. Andrew P. Napolitano, analista de Fox News; Visiting Professor en Jurisprudencia
Fr. Dave Nix, ermitaño diocesano
Prof. Paolo Pasqualucci
Fr. Dean Perri
Dr. Carlo Regazzoni, Filósofo
Fr. Luis Eduardo Rodríguez Rodríguez
Don Tullio Rotondo
John F. Salza, Esq., Abogado católico y apologeta
Wolfram Schrems, Wien, Mag. teól., Mag. Phil., catequista
Henry Sire, historiador y escritor
Robert Siscoe, escritor
Jeanne Smits, periodista
Dr. sc. Zlatko Šram, Croatian Center for Applied Social Research
Fr. Glen Tattersall, Párroco, parroquia St John Henry Newman (Melbourne, Australia)
Marco Tosatti, periodista
Giovanni Turco, Asociado de Filosofía del Derecho Público en la Universidad de Udine
José Antonio Ureta
Aldo Maria Valli, periodista
Dr. Thomas Ward, Presidente de la National Association of Catholic Families
John-Henry Westen, co-fundador y director de LifeSiteNews
Willy Wimmer, Secretario de Estado, Ministerio de Defensa (ret.)

Sacerdotes o intelectuales que deseen firmar la Carta Abierta pueden escribir a: Openlettercouncil@gmail.com

NOTAS

[1] Cardenal Joseph Ratzinger, Santiago de Chile, 13 de julio de 1988 [aquí].
[2] Concilio Vaticano II: Un discorso da fare (Frigento, Casa Mariana Editrice, 2009) [aquí], publicado también en inglés con el título The Ecumenical Vatican Council II: A Much Needed Discussion. Esta cita fue extraída de https://fsspx.news/en/vatican-ii- council-much-needed-discussion