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viernes, 20 de marzo de 2020

Coronavirus. Dos pastores de Iglesia, dos estilos. Comparando sus palabras


 
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El mismo día del miércoles 18 de marzo, el papa Francisco y el cardenal Camillo Ruini han dado a conocer dos entrevistas sobre la aparición del coronavirus.

El Papa con Paolo Rodari para “la Repubblica”, el diario fundado por Eugenio Scalfari.

El cardenal Ruini en “TG2 Post”, la conversación en profundidad conducida por Manuela Moreno, que sigue las noticias diarias vespertinas de la RAI 2.

A continuación publicamos las transcripciones de las dos entrevistas. Para que los lectores las comparen.



EL PAPA: “NO DESPERDICIES ESTOS DÍAS DIFÍCILES”


CIUDAD DEL VATICANO – “En estos días difíciles podemos volver a descubrir aquellos pequeños gestos concretos de proximidad hacia las personas más cercanas a nosotros, una caricia a nuestros abuelos, un beso a nuestros hijos, a las personas que amamos. Son gestos importantes, decisivos. Si sabemos vivir así estos días no se desperdiciarán".

El Papa Francisco vive estos días en el Vaticano siguiendo de cerca las noticias sobre la emergencia del coronavirus. Hace dos días fue a rezar a Santa María Maggiore y a la iglesia de San Marcello al Corso. Hoy le cuenta a Repubblica lo que le están enseñando estos días.

P. – Santo Padre, ¿qué pidió cuando fue a rezar a las dos iglesias romanas?

R. – Le pedí al Señor que detuviera la epidemia: Señor, detenla con tu mano. Recé por esto.

P. – ¿Cómo podemos vivir estos días para que no se desperdicien?

"Debemos redescubrir lo concreto de las pequeñas cosas, de los pequeños cuidados que hay que tener hacia nuestros allegados, la familia, los amigos. Comprender que en las pequeñas cosas está nuestro tesoro. Hay gestos mínimos, que a veces se pierden en el anonimato de la vida cotidiana, gestos de ternura, de afecto, de compasión que, sin embargo, son decisivos, importantes. Por ejemplo, un plato caliente, una caricia, un abrazo, una llamada telefónica... Son gestos familiares de atención a los detalles de cada día que hacen que la vida tenga sentido y que haya comunión y comunicación entre nosotros.

P. – ¿No solemos vivir así?

R. – A veces sólo vivimos una comunicación virtual entre nosotros. En cambio, deberíamos descubrir una nueva cercanía. Una relación concreta hecha de cuidados y paciencia. Muy a menudo las familias, en casa, comen juntas en un gran silencio, pero no es para escucharse mejor unos a otros, sino más bien porque los padres ven la televisión mientras comen, y sus hijos están concentrados en sus teléfonos móviles. Parecen unos monjes aislados unos de otros. Así no hay comunicación; en cambio, escucharnos es importante porque entendemos los problemas de cada uno, sus necesidades, esfuerzos, deseos. Hay un lenguaje hecho de gestos concretos que debe ser salvaguardado. En mi opinión, el dolor de estos días debe abrirnos a lo concreto.

P. – Hay mucha gente que ha perdido a sus seres queridos, mientras muchos otros están luchando al frente para salvar otras vidas. ¿Qué quiere decirles?

R. – Agradezco a los que se dedican de esta manera a los demás. Son un ejemplo de esta sensibilidad hacia lo concreto. Y pido que todos estén cerca de aquellos que han perdido a sus seres queridos y traten de estar cerca de ellos de todas las maneras posibles. El consuelo debe ser ahora el compromiso de todos. En este sentido me impresionó mucho el artículo escrito en Repubblica por Fabio Fazio sobre las cosas que está aprendiendo estos días.

P. – ¿Qué le ha impresionado en particular?

R. – Muchos pasajes, pero en general el hecho de que nuestro comportamiento siempre afecta a la vida de los demás. Tiene razón, por ejemplo, cuando dice: "Se ha hecho evidente que los que no pagan impuestos no sólo cometen un delito, sino un crimen: si faltan camas y aparatos de respiración, también es culpa suya". Esto me impresionó mucho.

P. – ¿Cómo puede vivir con esperanza frente a estos días alguien que no cree?

R. – Todos somos hijos de Dios y estamos bajo su mirada. Incluso aquellos que aún no han encontrado a Dios, aquellos que no tienen el don de la fe, pueden encontrar ahí su camino, en las cosas buenas en las que creen: pueden encontrar la fuerza en el amor a sus hijos, a su familia, a sus hermanos y hermanas. Uno puede decir: "No puedo rezar porque no soy creyente”. Pero al mismo tiempo, sin embargo, puede creer en el amor de la gente que le rodea y encontrar allí la esperanza.

(Traducción de Luis E. Moriones)

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RUINI: “CRISTO RESUCITADO ES NUESTRA GRAN ESPERANZA”

P. – Cardenal, en esta emergencia Italia quizás ha redescubierto también los pequeños tesoros que están escondidos dentro de nuestras casas. ¿Es así?

R. – Sí, creo que este momento verdaderamente trágico nos lleva a redescubrir la importancia de la relación con Dios y, en consecuencia, de la oración. Yo al menos lo vivo así: un momento en el cual me confío con todo el corazón al Señor y a su misericordia.

P. – ¿Pero cómo podemos hacer para qué este momento dramático se transforme en un recurso, en un redescubrimiento también de nuestra humanidad, de nuestros sentimientos y de la ayuda mutua?

R. – Creo que este momento nos impulsa a la solidaridad. Todos comprendemos que estamos en la misma barca, que debemos buscar ayudarnos el uno al otro, porque ésta es una cuestión de vida o muerte. Y aquí de nuevo la fe puede sernos de gran ayuda, porque la fe nos dice precisamente esto, que todos somos hermanos, hijos de un único Padre que vela por nosotros. Debemos creer en esto, creer que no estamos solos, no solamente porque hay otras personas con nosotros, sino también porque frente a la muerte el cristiano sabe que la muerte no tiene la última palabra. Es necesario también decir esto, porque cuando se habla de centenares de muertos, y naturalmente de tantas personas que pierden a sus seres queridos, este interrogante se plantea inevitablemente: ¿con la muerte se termina todo? ¿O la muerte es un tránsito, doloroso y dramático, pero hacia la vida? Es por esto que Cristo resucitado es nuestra gran esperanza, es el punto de referencia. ¡Aferrémonos a él! ¡Creamos en él!

P. – Muchos fieles en este momento están también un poco desorientados, porque para evitar el contagio no pueden ni siquiera encontrarse con Dios en una iglesia. ¿Cuál es el consuelo que podemos dar a quién en concreto no logra vivir su religiosidad y su fe en una iglesia?

R. – Creo que podemos encontrar a Dios en nuestra conciencia. Jesús ha dicho: cuando reces, enciérrate en tu habitación y reza. Las circunstancias externas son importantes, es cierto, es importante ir a la iglesia, pero sobre todo es importante la relación interior con Dios.

Quiero resaltar la importancia de la confianza. No debemos perder la confianza. Es verdad que de algún modo este coronavirus nos ha derrotado, por ahora. Pero es verdad también que el hombre sabrá vencer. Sabrá vencer a través de la solidaridad recíproca, ciertamente, pero también a través de su ingenio, el ingenio humano que viene de Dios y que nos hará encontrar también los remedios para el coronavirus. Sea una terapia, una vacuna o lo que sea, no sé cuándo acontecerá esto, pero estoy convencido que superaremos también al coronavirus, y por esto debemos tener confianza y pedir al Señor que nos haga emplear al máximo las capacidades que nos ha dado.

P. – Hemos visto el domingo pasado las imágenes del papa Francisco caminando por las calles desiertas de Roma, lo hemos visto rezar frente al Crucifijo de San Marcelo, en Santa María Mayor. Y hoy se ha publicado una entrevista en “la Repubblica”, en la que ha hablado del carácter concreto de las cosas pequeñas, de transformar este aislamiento para descubrir un tesoro. La exhortación estaba en el título: “No desperdicien estos días difíciles”. ¿Cómo se hace, cardenal?

R. – Estos días nos ofrecen espacios nuevos. Mientras estamos encerrados en casa, mientras debemos renunciar a nuestras actividades habituales, tenemos más tiempo para dedicarnos a otras cosas. Y una de éstas es ciertamente redescubrir las relaciones recíprocas, redescubrir nuestros afectos, nuestras amistades, los valores que nos mantienen unidos. Y como decía antes, en la misma línea se plantea el redescubrimiento de nuestra relación con el Señor. En consecuencia, de este modo podemos ciertamente poner en positivo, poner en valor también esas cosas que debemos sufrir para respetar las reglas y para combatir el coronavirus. Quiero decir también que es muy importante que, como dijo el Papa, cada uno de nosotros busque hacer todo lo que le es posible, que cada uno de nosotros sepa que es también responsabilidad suya. Cada hombre es libre, cada hombre es responsable. Debemos ser conscientes de esto y no dejarlo ir jamás. Lamentablemente hay aquí ejemplos muy negativos – debemos decirlo en esta circunstancia – de personas que se aprovechan del desastre para lucrar con cualquier ventaja económica personal irrisoria. Pero frente a esto hay muchos testimonios positivos: pensemos en los médicos, en los enfermeros, pero no sólo en ellos. Ahora bien, esto provoca también a nuestra libertad. Somos personas libres, podemos decidir conscientemente utilizar bien todas los recursos que tenemos, también en el sentido de la solidaridad y de la ayuda a quien tiene más necesidades que nosotros.

P. – Cardenal, muchas personas nos dejan a causa de este maldito virus y lo más triste es que se van en soledad. Con frecuencia no tienen ni siquiera la posibilidad de tener un funeral.

R. – Esto es verdaderamente muy triste: no poder estar cerca de los propios seres queridos que nos dejan. Esperamos que las personas que se encuentran allí – los médicos, los enfermeros – les digan una palabra buena, que a través de ellos sientan que no están abandonados. Y sobre todo quiero rezar al Señor que les haga sentir que Él está cerca y les espera, de la misma manera que el Padre espera a su propio hijo que vuelve a casa, como el padre de la parábola esperaba al hijo pródigo o como Abraham esperaba al pobre Lázaro que moría.

Sandro Magister

15 millones para Misoprostol, 0$ para respiradores


Duración 7:50 minutos

jueves, 19 de marzo de 2020

Lo que hace el Gobierno mientras pide ‘unidad política’ para acallar toda crítica a su ineptitud (Elentir)



Además de que este gobierno social-comunista es anti-católico y pone todas las pegas posibles, habidas y por haber, a los cristianos; además de que, ideológicamente hablando y haciendo uso de términos como "democracia", "solidaridad",  "xenofobia", "machismo", etc ... no va a dejar títere con cabeza, si se lo permitimos,  como vemos que ya está sucediendo y a un ritmo vertiginoso: imposición de la ideología de género en los colegios, arrogándose la educación de los niños (en contra de la voluntad de sus padres); derecho al aborto y a la eutanasia, legalización de "matrimonios" entre personas del mismo sexo (pseudomatrimonios); control absoluto de los medios de comunicación, al objeto de que no exista en la sociedad más que un único "pensamiento" válido, el de la ideología marxista, sistema liberticida y anti-Dios y no sólo ateo... 

... Además de esto, si descendemos al terreno "práctico", el relativo al bien común de tipo material, la gestión de este "gobierno" es ineficaz y está corrompida desde su misma base, hasta el punto de que, por su ineptitud, está poniendo en peligro de muerte a miles de españoles,  con las correspondientes repercusiones económicas negativas, sobre todo en los más necesitados. 

Elentir hace aquí un estudio de la irresponsabilidad con la que se está gestionando este asunto del coronavirus, que tanto preocupa a los españoles. A continuación, su artículo, que no tiene desperdicio, pues dice verdades como templos.

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El Gobierno socialista-comunista de Pedro Sánchez ha hecho una exhibición de incompetencia, imprevisión y negligencia con esta crisis sanitaria. Y ahora pretende que nadie le critique.


Una mala gestión política que ha agravado esta crisis sanitaria

Lo que ha pasado en España es algo bastante grave, y que no tiene punto de comparación con lo ocurrido en otros países. Por ejemplo, mientras en Polonia su Gobierno se dedicaba a tomar medidas contra el coronavirus antes de que se registrase ningún contagio, aquí el ejecutivo de Sánchez posponía toda media hasta después del 8 de marzo, a fin de no desmovilizar la manifestación feminista que el PSOE, Podemos e Izquierda Unida pretendían capitalizar. Incluso después de esa fecha las medidas del Gobierno han llegado con cuentagotas, declarando el estado de alarma cuando nuestro país ya llevaba 5.603 contagiados y 193 muertos.

Sigue poniendo sus intereses políticos por encima de los españoles

Las medidas para paliar los efectos económicos de esta crisis sanitaria también han sido decepcionantes. Por un lado, el Gobierno ha dejando en la cuneta a los autónomos, desoyendo sus peticiones de una rebaja fiscal y una suspensión de cuotas mientras dure esta situación, y por otra parte ha anunciado medidas que son una pura farsa, como atribuirse una moratoria de hipotecas que en realidad se debe al cierre de los juzgados que son necesarios para ejecutar los desahucios. En medio de todo este despropósito, el Gobierno ha usado el decreto de medidas económicas para colar a Pablo Iglesias en el consejo que fiscaliza el CNI, saltándose abiertamente la legalidad y demostrando que, en unos momentos tan difíciles como éstos, sigue poniendo sus intereses políticos por encima de los españoles, igual que hizo antes del 8M.

No pide perdón y reclama ‘unidad política’ para acallar las críticas

El Gobierno está recibiendo un críticas a su mala gestión desde dentro y fuera de nuestras fronteras. Este lunes, ABC publicaba una encuesta de GAD3 que señala que ocho de cada diez españoles ven “irresponsable” que el Gobierno promoviera la manifestación del 8-M. Los graves efectos que ya está teniendo esta crisis sanitaria en nuestra economía y la insuficiente reacción del Gobierno podrían poner en un serio aprieto a los partidos que lo forman: el PSOE, Podemos e Izquierda Unida. A eso hay que añadir que en 2014, con un solo contagio de ébola en España, esos mismos partidos montaron una sonada bronca política. Tal vez por miedo al creciente descontento, ayer en el Congreso Pedro Sánchez pidió “unidad política, y eso en medio de una nueva sesión de autobombo en la que no hubo ni la más mínima autocrítica hacia su mala gestión de esta crisis. El objetivo de Sánchez con ese llamamiento es evidente: pretende acallar toda crítica de la oposición política y de los ciudadanos a su ineptitud, con la excusa de combatir el coronavirus.

Las maniobras del Gobierno para culpar a otros de los resultados de su mala gestión

El caso es que el propio Gobierno no predica con el ejemplo. Y es que mientras evita toda autocrítica y no asume ninguna responsabilidad política por la situación que ha contribuido a crear –es realmente pasmoso que con más de 13.700 contagiados y casi 600 muertos aún no haya dimitido ninguno de los responsables políticos de este desastre-, los medios afines al Gobierno (entre ellos el canal público de Televisión Española) se han dedicado a propagar bulos para intentar presentar a la Comunidad de Madrid (en manos del PP y Cs) como la culpable. En vista del fracaso de esos bulos, que TVE tuvo que rectificar, ayer la sección más extremista del Gobierno se lanzó a atacar a una de las instituciones del Estado para usarla como chivo expiatorio y culparla de esta crisis. Una estrategia burda y sólo apta para los seguidores más fanáticos de la izquierda, que ciertamente no son pocos y que están dispuestos a tragarse cualquier cosa.

Rastrera campaña de Podemos e IU para usar a la monarquía como chivo expiatorio

Ayer, antes del discurso del Rey Felipe VI sobre esta crisis sanitaria, los comunistas de Izquierda Unida, organización a la que pertenecen los ministros Alberto Garzón y Yolanda Díaz, lanzaron una campaña contra la monarquía titulada “Ni virus ni corona”, convocando una cacerolada a la hora a la que se emitía el discurso del Jefe del Estado:

💸 No queremos #NiVirusNiCorona 🦠👑

🥁 Esta noche a las 21:00h, únete a la cacerolada popular desde tu balcón durante el discurso del ciudadano Felipe pic.twitter.com/HT5nfYvNwg

— Izquierda Unida🔻 (@iunida) March 18, 2020

Ya pasadas las nueve de la noche, la formación de extrema izquierda tachaba a la monarquía de “intrínsecamente corrupta” y reclamaba la “abdicación” del Rey, un llamamiento cargado de cinismo, si tenemos en cuenta que IU viene apoyando a dictaduras como Cuba y Venezuela, que son las campeonas de la corrupción política y de las violaciones de derechos humanos en todo el continente americano:

No es cosa de una manzana podrida, sino que la monarquía es una institución intrínsecamente corrupta. La única solución, abdicación y referéndum #NiVirusNiCorona #QuerellaBorbón pic.twitter.com/RjWTZbEN9B

— Izquierda Unida🔻 (@iunida) March 18, 2020

En otro de sus mensajes publicados anoche, IU presentaba a la monarquía como “una infección”, y eso mientras esa formación de extrema izquierda defiende una ideología comunista que ha matado a más de 100 millones de seres humanos, sembrando el mundo de sangrientas dictaduras:

Con jabón prevenimos el coronavirus, con la República superaremos el virus de la corona. #NiVirusNiCorona pic.twitter.com/vkEwZ6Pk7G

— Izquierda Unida🔻 (@iunida) March 18, 2020

Podemos, otro de los partidos del Gobierno, también acabó sumándose a este ataque contra el Rey, señalando que le “emociona” la cacerolada republicana (un verbo desafortunado, si tenemos en cuenta que hace unos años Pablo Iglesias también dijo que le “emociona” ver como encapuchados patean a un policía):

En tiempos de crisis y combate se toma conciencia del valor de lo común, de lo público, de la res publica. Emociona escuchar las cacerolas que dicen #CoronaCiao

— PODEMOS (@PODEMOS) March 18, 2020

Sánchez sabía bien con qué gente se juntaba cuando pactó con Podemos e IU

El PSOE no puede lavarse las manos alegando que esos mensajes han sido firmados por sus socios y no por los socialistas. Pedro Sánchez sabía perfectamente qué clase de extremistas eran los de Podemos e IU cuando decidió formar un gobierno de coalición con ellos. Es tan responsable como ellos de estos ataques contra el Rey, al que el propio Sánchez no ha ahorrado toda clase de desplantes. Obvia decir que lo que pretende el Gobierno con estos ataques a la monarquía es distraer la atención de la incompetencia del ejecutivo, ofreciendo a sus seguidores más fanáticos un falso culpable de una forma tan indecente y miserable como cuando los nazis culpaban a los judíos de cualquier fatalidad, a fin de dirigir contra ellos la ira de sus seguidores.

No hay ninguna tregua política que dar a este Gobierno ruin y desleal

En vista de esto, queda claro que a este Gobierno ruin y desleal no se le puede conceder ninguna tregua política: hay que exigirle responsabilidades políticas ya, y hay que reclamárselas también por la vía judicial en cuando los tribunales vuelvan a estar operativos. Es imperdonable que unos incompetentes y desaprensivos hayan desencadenado esta situación, ya con cientos de muertos, porque el Gobierno se negó a poner la salud de los españoles por encima de sus intereses partidistas. Con este ejecutivo de cínicos y extremistas no hay “unidad política” que valga. La meta de la oposición debería ser, desde ahora, no dar respiro a este gabinete de miserables hasta conseguir su renuncia y la convocatoria de una nuevas elecciones. Los españoles nos merecemos un Gobierno que no nos mienta y que no ponga en peligro nuestras vidas con sus mentiras.
Elentir

Feliz San José (P. Jared Hood)



¡Feliz día de San José! No hay duda que desde el cielo nos cuida y protege como padre solícito que es, protector y proveedor.

Tantos rasgos tan admirables y tantas virtudes tan necesitadas de ser imitadas por nosotros encontramos en este gran hombre. Es un santo que también se nos hace muy asequible, y nos deja sin la excusa de pensar que es inalcanzable por ser el mismo Hijo de Dios o la Llena de Gracia.

Era un hombre silencioso. Así hemos de colegir, al menos, por la ausencia absoluta de palabras suyas en las Escrituras. El papel que desempeñó en la vida de Jesucristo fue enorme, pero queda San José silenciosamente en el trasfondo. Pero gracias a su silencio, fue un hombre que era capaz de escuchar a Dios. Esta es la parte de la oración que tenemos una gran tendencia a olvidar: escuchar. Pero para escuchar, hay que callar tanto la boca como la mente. El ruido de nuestras preocupaciones, el estruendo de los quehaceres, el estrépito de nuestros miedos, iras, e incluso nuestros sueños, todos han de quedar silenciados. Para esto hace falta práctica, mucha práctica. Tal dominio sobre el silencio tenía San José que era capaz de reconocer la voz del ángel en sus sueños. Fue capaz de entender con claridad lo que Dios le quiso decir. Sabía que no era él que buscaba su propio interés, poniéndolo en boca de Dios. En el silencio le venía tal claridad.

Ese silencio característico le hizo un hombre no dado a precipitarse. Tenía la serenidad suficiente para enterarse de que María estaba encinta y no reaccionar pronto y mal. Otro hombre, menos sereno, al encontrarse con tal contrariedad (o algo menor, como una mancha en la camisa o un conductor imprudente que nos complica la vida) se hubiera lanzado al grito al aire libre, lleno de ira e indignación. La serenidad y templanza de San José le dio la capacidad de evaluar la situación, y así tuvo el Ángel tiempo de explicarle la situación y calmar su miedo. San José era un hombre que tenía dominio de sí, y así él dominaba la situación. Hacía falta un hombre así para llevar adelante tal Familia en momentos tan difíciles. Menos mal que San José no se precipitó a poner el grito en el cielo, bajo el pretexto de la justicia, ya que la consecuencia hubiera sido que la Virgen hubiera terminado lapidada.

Y gracias a esta serenidad, San José era un hombre prudente. Sabía evaluar las situaciones y actuar en consecuencia bajo la iluminación del Espíritu Santo. El miedo, como tal, es una reacción que tenemos ante una situación peligrosa. No es un mal en sí. Gracias al miedo podemos dar la importancia debida a las situaciones peligrosas para ponerles el remedio adecuado. ¡Menuda herramienta que nos dio Dios con el miedo! Pero ese miedo nunca nos ha de dominar, ni debemos deshacernos de él sin prestarle la atención debida. San José, con una dosis adecuada de miedo, en su silencio acostumbrado, escuchó, de nuevo la voz del Señor que le dijo que huyera para salvar la vida del Niño. Bastante valentía hace falta para cumplir con lo que uno tiene que hacer en el momento adecuado. Si San José despreciara el peligro, hubiera muerto el Niño, degollado con los Santos Inocentes. Si San José fuera un cobarde, no le hubiera hecho falta la notificación celestial de que lo correcto era largarse a Egipto para preservar la vida del Pequeño. Ya hubiera puesto pies en polvorosa antes del mensaje venido de Arriba.

Mucho podemos aprender de este grandísimo santo: silencio verdadero (por dentro y por fuera), serenidad para no dejarse dominar por las pasiones, templanza, prudencia, valentía verdadera, y un largo etcétera.

Os deseo a todos un día de San José muy feliz y a todos los papás, un feliz día del padre.

P. Jared Hood

miércoles, 18 de marzo de 2020

NOTICIAS VARIAS 18 de marzo de 2020




THE WANDERER

El gran rebaño (Eduardo Allegri)

ADELANTE LA FE

Las reacciones virósicas (Antonio Caponnetto)

DESDE MI CAMPANARIO 


Autónomos de trinchera (Moisés Rodríguez Núñez)

EL ORIENTE EN LLAMAS

El radical clericalismo 


Selección por José Martí

El cardenal Hollerich no ‘comparte’ la creencia en los milagros (Carlos Esteban)




Preguntado por la suspensión de las misas en casi toda Europa y la reacción de los fieles a ‘solución’ tran draconiana, Hollerich responde: 
 
“La mayoría de la gente lo entiende, porque se trata de salvar vidas. Salvar las vidas de ancianos y de los más vulnerables, de no ponerlos en riesgo. Y la mayoría de la gente lo toma muy bien. Pero también hay algunos que se quejan y que alientan una creencia en los milagros, que no comparto”.

Es, sin duda, una respuesta equívoca en un príncipe de la Iglesia. ¿No comparte Su Eminencia la creencia en los milagros -ocupando tan alto puesto en una religión basada en un milagro-, o sólo se refiere a que no cree posible que en este caso Dios haga un milagro en respuesta a las oraciones de los fieles? ¿O quizá simplemente que no le parece probable (ningún milagro lo es, por definición)?

En cualquier caso, tratándose de un cardenal, coordinador de todos los obispos de la Unión Europea, resulta algo inquietante su respuesta.

Sobre todo, combinada con la siguiente. El periodista le hace notar que en algunos lugares se han organizado rogativas y procesiones para pedir la protección del Altísimo contra la pandemia, algo que se ha hecho tradicionalmente en la Cristiandad frente a todo tipo de pestes. Pero al cardenal no le parece bien en absoluto: 
 
“Yo llamo a los fieles a la oración, pero nunca a las procesiones. Los únicos que disfrutan las procesiones son los virus”.

Con permiso, Eminencia: hay muchos que ‘disfrutan’ -no es el verbo adecuado, pero me entienden- las procesiones, que no son virus. Hay gente con fe sencilla, esa gente que todavía cree en milagros y que espera de sus pastores algo más que unas llamadas a la tranquilidad y a obedecer robóticamente las instrucciones de las autoridades seculares.

“Proteger la vida debe ser una prioridad absoluta”, señala. 
 
Se refiere, naturalmente, a esa vida de aquí abajo, no a la que nunca acaba, la eterna.

Carlos Esteban

Un torrente de solidaridad



En esta semana hemos estado repartiendo comida a los necesitados de nuestro barrio pues aunque en estado de alarma y confinamiento, el Papa nos ha pedido que no nos olvidemos de los pobres. Con todo tipo de precaución, siguiendo las normas de las autoridades sanitarias, les hemos abierto las puertas de nuestra solidaridad, como hace siempre la Iglesia. Pero ahora con mayor razon, pues los supermercados están abiertos para el que necesite comprar, pero muchas familias no pueden acudir a ellos por falta de recursos y solamente en Caritas encuentran ayuda; si la Iglesia les diera la espalda, ¿Quién les ayudaría?

Normalmente los repartos de alimentos me coinciden con otras actividades parroquiales y no puedo acompañar a los voluntarios que los realizan, pero estos días he tenido la fortuna de participar en el reparto y conocer de primera mano cómo están viviendo la cuarentena los más necesitados: Una madre muy preocupada por un hijo con una enfermedad contagiosa, que nada tiene que ver con el coronavirus, y que sufre porque el encierro le viene muy mal para su enfermendad; una señora que vive sola, lejos de su país y de su gente, y con mucho miedo a lo que pueda pasar; una anciana cuya esperanza era un nieto suyo conductor de Uber y al que le acaban de anunciar que le despiden por la crisis que ha provocado la epidemia; otra inmigrante con siete hijos en un piso mínimo y con el marido en el extranjero, que me cuenta cómo le cuesta tenerlos encerrados sin salir, etc. Historias con rostros concretos de personas que miran a la parroquia como ayuda fundamental en estos momentos en que las oficinas de otras instituciones están cerradas.

Pero esta mañana he visto un caso que me ha llamado especialmente la atención: Un hombre joven esperaba a que llenásemos sus bolsas y hablando con él he venido a saber que esa comida no era para él, la recogía en nombre de una vecina, persona de riesgo por su salud, que le había pedido el favor de venir a recoger los alimentos en su nombre; lo que más me ha llamado la atención es que dicho joven había hecho el propósito de ayudar a cuanta más gente pudiese durante este tiempo de confinamiento obligatorio: un sinfín de vecinos, amigos, conocidos, gente sola o enfermo o con miedo, que él se había propuesto ayudar. No presumía, me lo contó porque se lo pregunté, y me lo dijo con toda sencillez: tenía tiempo y se había propuesto a ayudar a los demás todo lo que pudiese, dentro de los límites impuestos por la prudencia, dadas las circunstancias. No le conocía, no es asiduo de la parroquia, pero su ejemplo me ha dejado impresionado.

Y , sin embargo, ejemplos así hay muchos, más de los que parece. La crisis del coronavirus, como todas las crisis de la historia, grandes y pequeñas, nos está poniendo a prueba y en algunos está sacando lo peor (miedos, enfados, desánimo) pero en otros está sacando lo mejor, señal que el estado de alarma, con todas sus limitaciones lógicas, no deja de ser una llamada a la solidaridad para el que la quiere escuchar. Pero para el cristiano, la solidaridad no deja de ser una manifestación de una realidad más grande que la engloba y que a nosotros nos empuja, nos urge, la virtud de la caridad, la que nos puede abrir las puertas del cielo.
 
Alberto Royo Mejía

Carta del Superior de la FSSPX a todos los fieles confinados en sus casas por el Coronavirus


 
Queridos fieles

En estos momentos de prueba ciertamente difìciles para todos, quisiera ofrecerles algunas reflexiones.

No sabemos cuánto durará la situación actual ni, sobre todo, cómo pueden evolucionar las cosas en las próximas semanas. Ante esta incertidumbre, la tentación más natural es buscar desesperadamente garantías y explicaciones en los comentarios e hipótesis de los más sabios “expertos”. Sin embargo, a menudo, esas hipótesis que en este momento abundan por todas partes se contradicen entre sí y aumentan la confusión en lugar de aportar un poco de serenidad. Es un hecho definitivo que la incertidumbre es parte integrante de esta prueba. Depende de nosotros el provecho que saquemos de esto.

Si la Providencia permite una calamidad o algún mal, siempre lo hace para obtener un bien mayor que, directa o indirectamente, está relacionado con el bien de nuestras almas. Sin esta premisa esencial, corremos el riesgo de desesperarnos, ya que una epidemia, calamidad o cualquier otro tipo de prueba siempre nos encontrarán poco preparados.

¿Qué quiere el Señor que entendamos en este momento? ¿Qué quiere de nosotros en esta Cuaresma tan particular en la que parece haber decidido qué sacrificios debemos hacer?

Un simple microbio todavía es capaz de poner de rodillas a la humanidad. En la era de los grandes logros tecnológicos y científicos es, por sobre todas las cosas, el orgullo humano el que se ve humillado. El hombre contemporáneo tan orgulloso de sus logros, que instala cables de fibra óptica en el fondo de los océanos, construye portaaviones, plantas de energía nuclear, rascacielos y ordenadores, y que después de haber puesto el pie sobre la luna siguió conquistando hasta llegar a Marte, se encuentra ahora indefenso frente a un microbio invisible. No debemos permitir que el ruido mediático de estos días y el miedo que podamos tener nos hagan perder esta lección profunda y fácil de entender para los corazones sencillos y puros que escudriñan con fe los tiempos presentes. La Providencia todavía nos enseña hoy a través de acontecimientos. La humanidad, y cada uno de nosotros también, tiene una oportunidad histórica para volver a la realidad, a lo real, y no a lo virtual hecho de sueños, mitos e ilusiones.

Traducido en términos del Evangelio, este mensaje corresponde a las palabras de Jesús, quien nos pide que permanezcamos unidos a Él lo más estrechamente posible, porque sin Él nada podemos hacer y somos incapaces de resolver cualquier problema (Jn. 15:5). Estos tiempos de incertidumbre, la espera de una solución y el sentimiento de impotencia y de nuestra fragilidad deben incitarnos a buscar a Nuestro Señor, para implorarle, para pedirle perdón, para rezarle con más fervor y, sobre todo, para abandonarnos a Su Providencia.

A esto hay que sumar la dificultad, e incluso la imposibilidad, de asistir libremente a la Santa Misa, y esto aumenta la dureza de esta prueba. Pero seguimos teniendo al alcance de nuestra mano un medio privilegiado y un arma más potente que la ansiedad, la incertidumbre o el pánico que puede suscitar la crisis del coronavirus: el Santo Rosario, que nos une a la Santísima Virgen y al Cielo.

Ha llegado el momento de rezar el Rosario en nuestras casas de forma más sistemática y con más fervor que de costumbre. No perdamos nuestro tiempo ante las pantallas y no nos dejemos vencer por la fiebre mediática. Si debemos obedecer el mandato de confinamiento, aprovechemos para transformar nuestro “arresto domiciliario” en una especie de alegre retiro en familia, durante el cual la oración recupere el tiempo y la importancia que merece. Leamos el Evangelio de la A a la Z, meditémoslo con calma, escuchémoslo en paz: las palabras del Maestro son mucho más efectivas y alcanzan más fácilmente la inteligencia y el corazón.

¡Ahora que las circunstancias, e incluso las disposiciones gubernamentales, nos separan del mundo es cuando menos debemos permitir que el mundo entre en nuestros hogares! Aprovechemos esta situación. Démosle prioridad a los bienes espirituales que ningún microbio puede atacar: acumulemos nuestros tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido los consumen. Porque donde esté nuestro tesoro, allí también estará nuestro corazón (Mt. 6, 20:21).

Aprovechemos esta oportunidad para cambiar de vida, sabiéndonos abandonar a la Divina Providencia, y no nos olvidemos de rezar por aquellos que sufren en estos momentos. Debemos encomendar al Señor a todos aquellos para quien el día del juicio se aproxima, y pedirle que tenga piedad de tantos contemporáneos nuestros que siguen siendo incapaces de extraer de estos eventos actuales las lecciones apropiadas para sus almas. Recemos para que, una vez que la prueba haya sido superada, no regresen a su vida anterior, sin que nada haya cambiado. Las epidemias siempre han servido para conducir a los tibios a la práctica religiosa, a pensar en Dios, a detestar el pecado. Tenemos la obligación de pedir esta gracia para cada uno de nuestros compatriotas, sin excepción, incluyendo – y sobre todo – a los pastores que carecen de espíritu de fe y ya no saben discernir la voluntad de Dios.

No nos desanimemos: Dios no nos abandona jamás. Sepamos meditar en las palabras llenas de confianza que nuestra Santa Madre Iglesia pone en los labios del sacerdote en tiempos de epidemia: “Oh, Dios, que no deseas la muerte del pecador, sino que se arrepienta: recibe con tu perdón a tu pueblo, que se vuelve hacia Ti: y mientras se mantenga fiel a tu servicio, por tu clemencia retírale el flagelo de tu ira. Por Nuestro Señor Jesucristo”.

Los encomiendo a todos ante el altar y a la paternal protección de San José. ¡Que Dios les bendiga!

Don Davide Pagliarani, 
Superior General de la Fraternidad San Pío X

martes, 17 de marzo de 2020

Para Leonardo Boff, la epidemia es una ‘represalia’ de Gaia, la Madre Tierra



¿Dios castiga? Un obispo norteamericano y varios sacerdotes y teólogos han salido a la palestra para negarlo, aunque las Escrituras parecen muy claras en sentido contrario, y el profesor Roberto de Mattei se ha pronunciado recientemente en sentido afirmativo con respecto a la plaga que vivimos. Pero hay un teólogo para quien el coronavirus es, sí, una represalia contra la mala conducta del hombre, pero no de Dios, sino de Gaia, la Madre Tierra: Leonardo Boff, viejo amigo del Papa e inspirador de su encíclica Laudato Sì.

En el portal de opinión brasileño A Terra É Redonda, Boff, teólogo y ex fraile franciscano disciplinado por Benedicto y rehabilitado por Francisco, ha escrito recientemente una colaboración, ‘Los orígenes del coronavirus’, en la que sostiene esta tesis peregrina: la pandemia que vivimos es una ‘represalia’ del planeta, que entiende en línea con la tesis de James Lovelock, como un ser vivo al que pertenecemos. Una Tierra que, en palabras de Boff, “siente, piensa, ama, venera y se preocupa”. Eso es paganismo en estado puro, se mire como se mire.

La columna está llena de citas pero, curiosamente en un teólogo, la única fuente no secular cuya opinión recoge es la del Papa Francisco, y ésta solo expresada en su encíclica ‘ecológica’, Laudato Sì. Dios, Cristo, María o cualquier realidad sobrenatural brilla absolutamente por su ausencia.

La tesis de Boff, que sólo mantienen ecologistas radicales con cierta inclinación mística es, en parte, no meramente ajena al cristianismo, que supone no solo su fe sino también su ‘especialidad profesional’, sino incompatible con su concepción del hombre.
Dice Boff: “Los astronautas tenían la misma percepción de sus naves espaciales y de la Luna: la Tierra y la humanidad constituyen una misma entidad”.
No, evidentemente. Dios, hecho hombre, muere para salvar a los seres humanos caídos por el pecado, no para salvar el planeta que, de hecho, está llamado a la destrucción, hagamos lo que hagamos.
“Después de darnos cuenta de esto, ya nunca abandonaremos nuestra conciencia de que el destino de la Tierra y la humanidad es inextricablemente común”.
Tampoco. La tierra tiene los días contados, aunque se midan por trillones de trillones. El destino de los seres humanos es la eternidad, la vida que no tiene fin. Nada de destino común.
Y termina: “Como somos seres de inteligencia y amantes de la vida, podemos cambiar el rumbo de nuestro destino. Que el Espíritu Creador nos fortalezca para ese propósito”.
Ya puestos, podía terminar diciendo: “Que la Fuerza os acompañe”. No sonaría menos cristiano.
 
Carlos Esteban

lunes, 16 de marzo de 2020

NOTICIAS VARIAS 16 de marzo de 2010




WANDERER

Cabalgando el coronavirus

IL SETTIMO CIELO

El papa Benedicto está en el medio en la guerra entre los cardenales Re y Zen. Pero quien está venciendo es China  (Sandro Magister)

INFOVATICANA

El debate sobre la renuncia de Benedicto XVI y su papel como papa emérito se intensifica

SPECOLA

El Papa Francisco solitario por las calles de Roma, la Salus y el Crucifijo Milagroso, la Providencia de Dios.

Selección por José Martí

¿Es el coronavirus un castigo divino? Obviamente, lo es




End of Globalism

After the failed Amazon Synod, Francis put his hope in a Global Compact conference in the Vatican. But the conference was delayed due to the coronavirus. For Roberto de Mattei, the virus symbolizes the end of globalism and a world without borders.

God’s Three Scourges

De Mattei recalls the terrible pestilences, famines and wars of the 14th century, that killed a third of the European population. People were aware that these were divine punishments. Saint Bernardin of Siena said: “These are the scourges with which God chastises the people’s infidelity and apostasy: war, pestilence and hunger.” Saint Thomas Aquinas said, “When people sin, God’s vengeance will come upon the whole people.”

Collective Punishment

The Catechism of Saint Pius X knows that God rewards the good and punishes the wicked, because he is Infinite Justice. The Church has always known that God punishes not only individuals but also social groups, families, nations and the whole of humanity. Therefore, earthquakes, famines, epidemics, wars, revolutions are divine chastisements for the sins of men, De Mattei explains.

Loss of Faith Produces Hatred Against God

The loss of faith among the bishops and priests is the great sin of our times, De Mattei stresses. Loss of faith produces blindness, a hardend heart, and indifference toward sin. As a consequence, hatred against God rises in the Church’s ministers. De Mattei explains that they are “too cowardly” in order to challenge God openly. Instead, they show their hatred against those who acknowledge the divine punishment of the sinner.

We Deserve God’s Punishment

De Mattei recounts the example of Saint Bishop Lupus of Troyes, France. When Attila, the king of the Hunns arrived in Troyes, Saint Lupus dressed in his pontifical vestments and confronted Attila at the helm of a procession asking him: “Who are you, who threatens this city?” Attila answered: “Don’t you know who I am? I am, called the scourge of God.” Lupus replied: “Well, then, welcome scourge of God because we deserve God’s punishment for our sins, but if is possible, hit me and spare the rest.” Attila left both unharmed, Troyes and Lupus.

Symbolic Results

The fact that Saint Peter’s in Rome is closed and will be closed for Holy Week, shows for De Mattei, that God has taken away the most important of all churches from the Supreme Pastor, while the Catholic people is straying in the darkness, devoid of that light of truth which should illuminate the world from St. Peter's. Quote, “How can we fail to see that the results of the coronavirus are a symbolic consequence of the Church's self-demolition?"

Reflexión al hilo del coronavirus. ¿Puede alguien pararlo



Intentando comprender la situación actual a la luz de la Palabra de Dios, me han venido a la mente varias cosas y he pensado que quizás fuese útil compartirlo.

En II Sm 24 y I Cro 21 se relata como el rey David después de pecar por haber hecho un censo, desconfiando así de Dios, el profeta Gad le dice de parte de Dios que elija un castigo entre: tres años de hambre, tres meses de derrotas ante los enemigos o tres días de peste. David elige tres días de peste porque es preferible caer en manos de Dios que caer en manos de los hombres. Antes de acabar los tres días, habiendo muerto ya 70.000 hombres, Dios inspiró  a David mayor arrepentimiento y pidió el castigo para sí y compasión para el pueblo; hizo un sacrificio y la peste cesó.
La oración, la penitencia, la conversión pueden cambiar el curso de los acontecimientos. Así lo atestiguan muchas veces las Escrituras además del caso del Rey David. Señalo a continuación dos ejemplos más:
  • la oración de intercesión de Moisés libró al pueblo de ser exterminado (Ex32, 7-14),
  •  y los habitantes de Nínive con su penitencia libraron a la ciudad de ser destruida (Libro de Jonás).
No sé si el coronavirus tendrá categoría para ser calificado de plaga bíblica, pero me recuerda el texto del Apocalipsis de las siete copas de la ira divina que en alguna de ellas se concluye diciendo “y blasfemaban el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas; pero no se arrepintieron para darle gloria” (Ap. 16,9).

Aquí en España, vi una transmisión en TVE  de los carnavales de Canarias o Tenerife en la que se hizo una representación blasfema del pecado original de Adán y Eva. Los gobernantes actuales promueven una “ley de eutanasia” e insisten en corromper a los niños en los colegios y quieren dificultar la enseñanza de la religión  y de los centros religiosos.  Y por supuesto ni una pizca de arrepentimiento por las muchas leyes inicuas vigentes, divorcio, permisión de la pornografía, “matrimonio” de personas del mismo sexo, aborto…, recuérdese que sodomía y asesinato (aborto, eutanasia) son pecados que claman venganza al Cielo (Catecismo de la Iglesia Católica nºs 1867 y 2268).

En nuestra mano está orar, pedir perdón, ayunar, llamar a los demás a la conversión; también  a los poderosos, para que en vez de enorgullecerse de habernos traído el crimen y la degeneración, imiten por ejemplo al emperador Teodosio que se vistió de sayal en penitencia por la matanza de Tesalónica; o Enrique II de Inglaterra que incitó a matar al arzobispo Thomas Becket, hizo penitencia pública en Canterbury y después de una noche de vigilia junto a la tumba del mártir pidió perdón y fue flagelado por toda la comunidad de monje; suceso que fue conmemorado en vidrieras y manuscritos miniados  por la generación siguiente.

También las autoridades eclesiásticas podrían imitar al papa Pascual II que en un concilio en Letrán en marzo de 1116, refiriéndose a un privilegio que no debía haber concedido al emperador Enrique V, dijo públicamente: ”Obré como hombre, porque soy  polvo  y ceniza. Confieso que hice mal, pero os ruego a todos que oréis a Dios para que me perdone”.
Pedir perdón públicamente por permitir el adulterio al que llaman unión que no realiza plenamente el ideal, enseñar la ética de situación, que nos deja sin ley; pedir perdón por enseñar que el ateo sin fe puede salvarse, cuando la fe es el inicio de toda humana salvación y para acercarse a Dios es necesario creer que existe y es  remunerador, pues sin fe es imposible complacer a Dios (Heb 11,6); pedir perdón por permitir la idolatría (la pachamama) en el mismo Vaticano; pedir perdón por poner en duda la Omnipotencia de Dios y negar la multiplicación de los panes y peces por parte de Jesús; pedir perdón o aclarar lo que se ha pactado con China; pedir perdón por insultar como tontos a los que piden la definición dogmática de la Virgen María como Corredentora, pues los papas anteriores aunque no lo han definido, se lo plantearon y sí lo enseñaron con su Magisterio (el último, Juan Pablo II,  en las catequesis del 2-IV-1997 y 9 –IV-1997).
Dios permite el mal porque del mal saca bienes. Así, debido al coronavirus por ejemplo, muchas personas piensan en la fragilidad de la vida y esto facilita la conversión; la supresión de las clases en colegios, impide charlas LGTBI; puede favorecer la humildad y la liberación del sentimiento de autosuficiencia y omnipotencia, al ver como se trastoca en todo el mundo la economía, la vida social y cotidiana, debido a unos seres microscópicos. En Valencia se han aplazado las fiestas de fallas, de San José,  confiando poder celebrarlas más adelante. Lo que no consiguió D. Marcelino Olaechea, antiguo Obispo de Valencia,  que quería las fallas fuera del tiempo de Cuaresma, parece que este año puede conseguirlo el coronavirus; y con el cierre de cafeterías, cines, discotecas… esto se parece a  las cuaresmas antiguas donde cesaban los teatros, fiestas, bailes… y el “recuerda que eres polvo y al polvo volverás” lo hace presente el coronavirus.

En China, (que se nos pone como ejemplo,  tiene bandera roja – antes era un dragón que sigue siendo un símbolo nacional y muchos pueblos de China servían al Rey Dragón- y el padre Gobi ponía en boca de la Virgen que China es el  Dragón rojo del Ap. 12, 3) dicen que se ha logrado contener el virus y quizás esto suceda luego en el resto del mundo, pero quedaría como recordatorio y advertencia de lo que en cualquier momento puede volver a ocurrir.

Pidamos a Dios a quien sin su consentimiento no cae un pajarillo, ni un pelo, ni un virus (cf. Mt 10, 29-30) poder arrepentirnos, orar y hacer penitencia. Y si quienes tienen que hacerlo para parar las plagas no lo  hacen (pues sin fe consideran superadas la mentalidad bíblica y medieval y desterrada la palabra flagelo para hablar de éstas calamidades); éstas, al menos por la misericordia de Dios quizás a nosotros y a los nuestros no nos afecten o afecten menos.  
   
 Fco. Suárez pbr. Valencia

domingo, 15 de marzo de 2020

REFLEXIONES EN UN MOMENTO DE PRUEBA





El superior general de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, a todos los fieles bloqueados en sus hogares en Italia y que no pueden acceder a la Sagrada Eucaristía

Menzingen, 13 de marzo de 2020


Queridos fieles

Les envío algunas reflexiones simples en un momento de prueba y ciertamente difícil para todos ustedes.

Estoy particularmente cerca de ustedes en oración y en este momento me encantaría poder estar en Italia y visitarlos personalmente.

No sabemos cuánto durará la situación actual ni, sobre todo, cómo pueden evolucionar las cosas en las próximas semanas. Ante esta incertidumbre, la tentación más natural es buscar desesperadamente garantías y explicaciones en los comentarios e hipótesis de los más expertos y de los «expertos»: a menudo, sin embargo, estas hipótesis -que en este momento abundan por todos lados- se contradicen entre sí y aumentan la confusión en lugar de trae algo de serenidad. No podemos olvidar que esta incertidumbre es una parte integral de la prueba y debemos poder aprovecharla de la manera correcta.

Si la Providencia permite alguna calamidad o maldad, siempre lo hace para obtener un bien mayor que directa o indirectamente tiene que ver con el bien de nuestras almas. Sin esta premisa esencial, corremos el riesgo de volvernos locos, porque sin esta premisa una epidemia u otra calamidad o un inconveniente menor siempre nos encontrará sin preparación y permanecerán sin explicación.

¿Qué quiere el Señor que entendamos en este momento? ¿Qué quiere de nosotros en esta Cuaresma bastante especial en la que parece haber decidido qué sacrificios debemos hacer?

En primer lugar, ¡está claro que un microbio todavía es capaz de poner de rodillas a la humanidad en 2020, en la era de los grandes logros tecnológicos y científicos! Sobre todo, este microbio pone de rodillas el orgullo, ya que el hombre contemporáneo que puso su pie en la luna, los cables de fibra óptica en el fondo de los océanos, construyó los portaaviones, plantas de energía nuclear, rascacielos y computadoras, está indefenso frente a un microbio invisible. El ruido mediático de estos días y el miedo que podamos tener no deben hacernos perder esta lección profunda y fácil de entender para los corazones simples y puros que examinan los signos de los tiempos. La Providencia todavía enseña hoy a través de eventos. La humanidad vive, y cada uno de nosotros también es una oportunidad histórica para volver a la realidad, a la realidad real y no a la virtual.

Traducido a términos del Evangelio, este mensaje corresponde a las palabras de Jesús, quien nos pide que permanezcamos unidos a Él lo más estrechamente posible porque sin Él no podemos hacer nada y no podemos resolver ningún problema. Para eso están la incertidumbre, la espera y el sentimiento de impotencia. Sirven para buscarlo, para implorarlo, para pedirle perdón, para rezarle con más fervor y, sobre todo, para abandonarnos a Su Providencia. Es por eso que la dificultad actual tenía que coincidir con la Cuaresma: aprovechémosla al máximo.

La Providencia -con una pizca de ironía- también nos muestra los medios privilegiados de hacer esto: la ansiedad, la incertidumbre, el pánico del coronavirus luchan con otra corona, mucho más poderosa, la que nos une a la Santísima Virgen y al cielo. Especialmente en este momento cuando se hace extremadamente difícil acceder a los sacramentos, recitamos el Rosario en nuestros hogares con más frecuencia, con más fervor. No llenamos el tiempo con entretenimiento televisivo, sino que aprovechamos la oportunidad para transformar el arresto domiciliario en una especie de retiro alegre en la familia, durante el cual la oración adquiere el lugar, el tiempo y la centralidad que merece. Leamos el Evangelio de la A a la Z, meditemos con calma, escuchemos en paz.

¡No permitamos que el mundo entre en nuestros hogares ahora que las circunstancias e incluso las disposiciones gubernamentales nos separan del mundo! Se aprovechan. Démosle prioridad a los bienes espirituales que ningún microbio puede atacar: acumulamos nuestros tesoros en el cielo, donde ni la lombriz ni el óxido consumen. Porque, donde está nuestro tesoro, nuestro corazón también estará allí.

Finalmente, si por un lado vivimos la oportunidad ideal para meditar de una manera nueva y realizar un nuevo acto de confianza en la Divina Providencia, no debemos olvidar rezar por quienes sufren en este momento. Debemos recomendar al Señor a todos aquellos para quienes se acerca el día del juicio; igualmente debemos pedirle que se apiade de tantos contemporáneos que no pueden sacar las conclusiones correctas para su alma de los acontecimientos actuales. En una palabra para todos aquellos que desean salir de la casa para volver a la «normalidad», para comenzar la vida de nuevo, sin cambiar nada. No tiene por qué ser así. Las epidemias siempre han servido para acercar a las personas tibias a la práctica religiosa, al pensamiento de Dios, a la detestación del pecado. Tenemos el deber de pedir esta gracia para cada uno de nuestros conciudadanos,

No nos desanimemos: Dios no nos abandona. Termino dejándote meditar en las palabras llenas de confianza que la Santa Madre Iglesia pone en los labios del sacerdote en tiempos de epidemia:

«Oh Dios, que no quieres la muerte sino la conversión de los pecadores, vuelve tu mirada benigna a tu gente que regresa a ti y a ti es devota; con clemencia, líbralos de los azotes de tu ira «.

Los encomiendo a todos en al altar. Dios les bendiga.

Don Davide Pagliarani

Trump declara el próximo domingo como Día Nacional de Oración



El presidente de EEUU pide un acto de Fe a sus compatriotas para acabar con el coronavirus.

“Es un gran honor declarar el domingo 15 de marzo como Día Nacional de Oración. Somos un país que, a lo largo de nuestra historia, ha buscado en Dios protección y fortaleza en momentos como estos”, dijo Donald Trump a través de Twitter.

Hemos visto medidas de lo más variado a lo largo del globo para frenar el coronavirus, pero Trump, presidente de los EEUU desde 2016, ha recurrido a la más importante para los creyentes, la oración.

Ayer por la noche animaba a todos los americanos a realizar un acto de fe, rezando el próximo domingo para buscar protección y fortaleza en Dios.

“No importa dónde estés, te animo a que recurras a la oración en un acto de fe. ¡Juntos, vamos a prevalecer fácilmente!”, Dijo el mandatario estadounidense en un segundo tuit.


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¡Bravo por Trump!