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lunes, 10 de diciembre de 2018

Noticias varias 9 de diciembre de 2018



THE JOSÍAS

Vatican II and Crisis in the Theology of Baptism: Part I (Thomas Pink)



El Vaticano apoya un pacto global que prevé libre acceso al aborto (Carlos Esteban)

El Papa Francisco de visita a la Inmaculada y el Messaggero, los hechos son los hechos, global compact Vaticano, el biblista Ravasi. (Specola)

IPSI GLORIA

Al menos hoy nadie degüella obispos

EL ORIENTE EN LLAMAS

Los tontos útiles del catolicismo liberal.

SECRETUM MEUM MIHI

Vaticano enfrentado con pequeñas órdenes de monjas francesas

Vivíamos engañados: El diario que Francisco lee sí es Il Messaggero y no la Repubblica

INFOCATÓLICA

 Edición del genoma: indignación mundial sobre los bebés modificados genéticamente

La cámara baja irlandesa aprueba el proyecto de ley de legalización del aborto extremo

Mujer ataca con ácido sulfúrico a sacerdote mientras confesaba

[por aquello de que los malos son los hombres por el hecho de ser hombres; y las mujeres buenas, por el hecho de ser mujeres: algo no cuadra cuando leemos esta noticia, como infinidad de noticias más que nunca salen en los medios del Estado totalitario que tenemos y que sólo hablan de violencia machista, cuando esta violencia tiene lugar también de las mujeres hacia los hombres. Es el intento de engañar y de manipular a la gente lo que único que cuenta, por desgracia ... y no la verdad de los hechos]

Selección por José Martí

El Vaticano apoya un pacto global que prevé libre acceso al aborto


El Vaticano ha declarado su apoyo entusiasta al Global Compact elaborado por la ONU, que convierte la libre migración en un ‘derecho fundamental’, como no podía ser menos visto el entusiasmo inmigracionista de la moderna jerarquía. El problema es que el pacto internacional prevé garantizar ‘derechos reproductivos’ y acceso libre al aborto y recoge numerosos puntos de la agenda LGBT.

La Santa Sede participará con otros gobiernos de todo el mundo en la Conferencia Intergubernamental para Adoptar el Pacto Global para la Migración Segura, Ordenada y Regular que se celebrará en Marrakech entre el 10 y el 11 de diciembre. El Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral ya ha expresado, en nombre del Estado Vaticano, el apoyo de Roma a este primer acuerdo coordinado por las Nacionales Unidas sobre inmigración, aprobado por su Asamblea General el mes pasado.

Parece lógico que, dada la machacona insistencia de Su Santidad en defender la inmigración masiva de África hacia Europa, sin distinción entre legales e ilegales, refugiados e inmigrantes económicos, ni restricción de número, la Santa Sede abrazara con entusiasmo el Pacto Global que ha presentado la ONU y que representa la mayor ofensiva explícita contra el derecho de los Estados a controlar sus fronteras. De hecho, el texto repite la palabra ‘derechos’ en 112 ocasiones, la mayoría para expresar un supuesto derecho humano a migrar desde cualquier país a cualquier otro.

Hay muchos aspectos por los que este entusiasta apoyo resulta preocupante, y no solo porque representa un alejamiento de la postura tradicional de la Iglesia a los derechos de los Estados. De hecho, el gobierno del país que rodea al Estado vaticano, ya ha expresado su decisión de no adherirse al Pacto, representando al hacerlo a una mayoría de católicos italianos. De hecho, no son pocos ni de poco peso los países que ya se han pronunciado contra el Pacto, como Estados Unidos y, en la propia UE, Hungría y Polonia.

Pero nada de esto, ni siquiera el hecho de que el cumplimiento del Pacto prevé que se vulnere la libertad de expresión con respecto a la inmigración, haciendo punible toda crítica, es lo más preocupante. Lo es, en cambio, el hecho de que el abigarrado texto contenga referencias a los ‘derechos reproductivos’ de los inmigrantes, incluyendo el fácil acceso al aborto, y a otras disposiciones al dictado del ‘lobby LGBT’.

El Vaticano, como no podía ser menos, ha presentado “reservas y comentarios” sobre las secciones del pacto que incluyen la distribución de condones y los “servicios de salud reproductiva y sexual”, que incluirían el aborto. La Santa Sede ha señalado que estas provisiones “ni representan un lenguaje consensuado en la comunidad internacional ni están en línea con los principios católicos”. Aun así, el Vaticano urge entusiasta a la adopción por parte de todos los Estados del texto elaborado por la ONU.

¿Estamos otra vez a punto de caer en la trampa de la ‘túnica inconsútil’? ¿Se nos animará de nuevo a los católicos a “no obsesionarnos” por las políticas de vida y familia? Cuando, a principios de su pontificado, Francisco sorprendió a los fieles con esta recomendación, encontramos el medio de justificarla. Es obvio que la Iglesia comparte con los seguidores de la Ley Natural la defensa de la familia y la vida, y que ni la defensa de la vida desde la concepción a la muerte natural ni la oposición al llamado ‘matrimonio homosexual’ eran cuestiones específicamente católicas. La misión primordial de la Iglesia es predicar la salvación y el mensaje de Cristo. Las consecuencias morales de este mensaje se deducen del mismo.
Pero lo que hemos visto en años posteriores es que sí hay asuntos ajenos al núcleo de la fe con los que hay que obsesionarse, como el cambio climático o la inmigración masiva; asuntos, por lo demás, que solo dudosamente pueden deducirse en la actual concreción de los principios cristianos y que, en algún caso, suponen un alejamiento de la postura tradicional.


Carlos Esteban

sábado, 8 de diciembre de 2018

Noticias varias 8 de diciembre de 2018 (Belenes en colegios, María inmaculada, VOX, ...)



INFOCATÓLICA




INFOVATICANA


‘Insieme’: ¿prepara el Vaticano una Democracia Cristiana 2.0?  ¿Es católico votar a VOX? (Carlos Esteban)

Selección por José Martí

Actualidad comentada: "Los riesgos del momento presente" - Padre SANTIAGO MARTIN F.M


Duración 10:54 minutos

Francisco insiste en su último vídeo en que ‘adaptemos’ el lenguaje de la fe al del mundo (Carlos Esteban)


Duración 1:01 minutos

El Papa, en el vídeo recién publicado sobre su intención mensual, vuelve a insistir en la necesidad de ‘adaptar’ el lenguaje del Evangelio a la audiencia moderna, una receta que lleva medio siglo revelando su ineficacia.

Ha salido el vídeo con la intención del Papa de este mes, ‘Al servicio de la transmisión de la fe’, con este mensaje:
“Si uno quiere compartir su fe con la palabra, tiene que escuchar mucho. Imitemos el estilo de Jesús que se adaptaba a las personas que tenía ante Él para acercarles el amor de Dios. Recemos para que las personas dedicadas al servicio de la transmisión de la fe encuentren un lenguaje adaptado al presente, en diálogo con la cultura, en diálogo con el corazón de las personas y sobre todo escuchando mucho”.
Las palabras del Papa, recitadas por él mismo, entrelazan su imagen con un corto de unos jóvenes preparando una función de Navidad o belén viviente bastante multicultural. Visualmente no es en absoluto distinto a miles de ‘spots’ comerciales, que combinan una improbable diversidad racial con una ausencia absoluta de diversidad estética: todos son guapos y están bien hechos, como mandan los canónes publicitarios.

En el brevísimo mensaje están, sin embargo, algunas de las preocupaciones obsesivas de Su Santidad, como el ‘diálogo con la cultura’ y la ‘actualización’ del modo de transmitir el mensaje para ‘adaptarlo’ al tiempo presente. También es significativa la expresión, en su primera frase, de ‘compartir su fe’, preferida a ‘predicar el Evangelio’, que suena demasiado cercana, imaginamos, al aborrecido ‘proselitismo’.

La idea de que el modo más eficaz de transmitir un mensaje es adaptarlo al receptor, utilizar los medios que lo hagan más comprensible a la audiencia imitando los mismos códigos que esta, parece una perogrullada. Es, por lo demás, la ‘idea fuerza’ de todo el Concilio Vaticano II, del que su iniciador, Juan XXIII, esperaba que inaugurara una ‘primavera eclesial’ con el sencillo procedimiento de actualizar los modos de transmisión de la fe, como insiste ahora Francisco.

Hay sólo una pequeña pega, quizá pasada por alto, una minucia: este método tan obvio, tan elemental, tan de perogrullo, no está funcionando. Lo que ahora, este mes, en este vídeo, recomienda el Papa no es exactamente nuevo; es el estado normal, el sistema por defecto de transmitir la fe en todo el mundo desde el final del concilio. Suena hasta raro, como si estuviera recomendando a los conductores circular por la derecha a modo de insólita novedad. Y, como decía, en lugar de haber provocado un multitudinario acercamiento del mundo a la fe, el consejo desencadenó la más apabullante apostasía masiva sin persecución de la Historia de la Iglesia.

Repetir idénticas causas en la esperanza de que produzcan resultados diferentes es la definición de locura, según una frase que se le atribuye a Albert Einstein, probablemente sin culpa alguna. Así que quizá podamos explorar algunos motivos por los que esta adaptación del lenguaje, este ‘diálogo con la cultura’, está dando un resultado tan espantoso y opuesto al pretendido y aparentemente lógico. Se me ocurren algunos.

Un mensaje tiene, en efecto, que ser comprensible para el receptor, y por tanto debe emplear al menos algunos significantes que el oyente comparta. Pero la forma también dice mucho del fondo, especialmente cuando se están transmitiendo realidades sobrenaturales y misterios de la fe. En ese sentido, una vulgarización del lenguaje puede transmitir en sí misma la idea adicional de que lo que se está contando es vulgar, una narración más, un mensaje más de los muchos con que nos bombardean los medios a diario. Si usas el mismo lenguaje que un anuncio de colonia, lo normal es que se te escuche como a un fabricante de colonia, como a alguien que vende algo.

Pero el mensaje del Evangelio va a la raíz de la existencia humana, aspira a ser la asombrosa respuesta definitiva a los más profundos anhelos del corazón humano, y quizá un lenguaje más solemne del habitual, incluso más extraño y misterioso, tenga mayor capacidad de reflejar ese carácter transcedente.

Dicho de otro modo, la manera en que se transmite una verdad debe reflejar algo de esa misma verdad, de la posición que ocupa en el rango de las verdades. Y esto no se aplica solo a la fe, en absoluto: todos adaptamos nuestro lenguaje, no solo a los códigos de los oyentes, sino también a la naturaleza misma de lo que se transmite. Las leyes tienen sus formalidades, como las tiene la ciencia; ni siquiera pide uno en matrimonio en el mismo tono casual en que se pide a alguien que te pase la sal en la mesa.

Dice Su Santidad en el mensaje del vídeo que Jesús “se adaptaba a las personas que tenía ante Él “. Es difícil saberlo, sobre todo porque ese “adaptarse” puede entenderse de muchas maneras. Aparentemente, al menos, de la lectura del Evangelio obtenemos una notoria regularidad en su lenguaje, hablara con quien hablara; no es fácil advertir esa ‘adaptación’ de la que habla el Santo Padre, salvo que se refiera al hecho obvio de que tenía en cuenta las circunstancias de las personas que tenía delante. Pero fuera de lo más evidente, no advertimos adaptación alguna ni en el mensaje ni en el modo de expresarlo, más bien todo lo contrario, aunque no es imposible que eso se deba a que prácticamente todo el mundo con el que trataba se movía en el mismo marco de referencia. Y, después de todo, como hacía notar el superior de los jesuitas -y ahora superior de los superiores de todas las órdenes religiosas-, el padre Arturo Sosa, en tiempos de Jesús no había grabadoras.

Otra razón que se me ocurre para que este consejo no haya dado el fruto esperado es que en la jerarquía eclesiástica suele haber cierto ‘décalage’ cultural perfectamente comprensible. Intentaré explicarme. Si un padre emplea con su hijo adolescente el lenguaje que este ha oído siempre de él, el que el padre ha usado siempre y al que el propio hijo está acostumbrado, no habrá mucho problema de comunicación. Pero si el padre, para resultar más ‘relevante’ ante su hijo, trata de emplear una ‘jerga juvenil’, el resultado es a menudo catastrófico. El padre tenderá a usar una jerigonza mixta, con palabras novísimas usadas quizá de modo impropio y otras que remiten más a su juventud que a la de su hijo. Al hijo probablemente le parecerá cómico y, desde luego, la comunicación entre ambos no habrá mejorado en absoluto.

El Papa, los cardenales, incluso los obispos tienden a ser personas mayores, porque para llegar adonde están han tenido que recorrer un prolongado ‘cursus honorum’: seminarista, sacerdote, coadjutor, párroco, monseñor, vicario, obispo auxiliar… Eso hace que el lenguaje cotidiano de la juventud les resulte extraño, y que al intentar usarlo estén en realidad empleando una jerga ya inexistente, perdida en algún punto entre los años setenta y el presente.

La analogía que he empleado me sirve también para ilustrar lo que, en mi opinión, podría ser una tercera causa por la que este método de adaptación del mensaje parece haber fracasado estrepitosamente. ¿Qué otra reacción es esperable en el adolescente de mi ejemplo anterior? La irritación, el recelo y cierto desprecio. Le parecerá que su padre está usando ‘un truco’, que al emplear un lenguaje que no es el suyo propio, el natural, aquel al que el adolescente está acostumbrado desde la primera infancia, su padre le está engañando de algún modo, está apelando a una añagaza evidente para manipularle.

Esto es crucial. En la pastoral, a menudo la Iglesia parece condescendiente en las formas, y una de las cosas que un joven normal siente como más ofensivas es la condescendencia. Acomodar una fe de siglos para no ‘asustar’ a los oyentes tiene el efecto contrario, porque la idea que transmite es más la de una secta que la de la Iglesia. En una conmovedora parábola evangélica, Jesús nos habla de cómo las ovejas no obedecen al asalariado, sino al verdadero pastor, porque “conocen su voz”. Quizá haya sido este intento de imitar (mal) una voz ajena, la del mundo, lo que ha alejado a tantos de la práctica religiosa.
Carlos Esteban

viernes, 7 de diciembre de 2018

El cambio de paradigma del papa Francisco. ¿Continuidad o ruptura en la misión de la Iglesia? (Roberto de Mattei)




Presentación del libro de José Antonio Ureta

Hablamos de un tema de enorme importancia, y me gustaría recalcarlo.

En general, nos gusta hablar de aquello que constituye nuestra máxima preocupación. Por naturaleza, una madre tiende a hablar de sus hijos, ya que son el bien más querido para ella, y aunque no hable de ellos no deja de tenerlos siempre presentes en sus pensamientos.

Hablan quienes sólo hablan de la propia salud y no piensan en otra cosa. Me refiero a la salud física, porque hoy en día nos hemos olvidado de que tenemos alma.

Hay quienes sólo hablan de comida, porque a fin de cuentas, de lo que se come se cría y la comida se convierte en el horizonte de los propios intereses.

Son éstos los temas de conversación más habituales, aparte del fútbol, que es el medio por el que ordinariamente los italianos (y no sólo ellos) se evaden de la realidad.

De política ya no se habla con tanta pasión como en otros tiempos, porque se ha perdido el sentido del bien común.

Y poco o nada es lo que se habla de la Iglesia y de sus problemas. En Italia, al hombre de la calle no le gustan estos temas; lo aburren y a veces lo sacan de quicio, porque vive inmerso en el ateísmo práctico.

Ya pasó la época del ateísmo radical, del anticlericalismo rabioso. El ateísmo ha penetrado en nuestro organismo y circula por nuestras venas de resultas de una labor de secularización sistemática de la sociedad, propuesta y llevada a cabo por la nueva izquierda gramsciana.

Por ese motivo, felicito a los organizadores de esta conferencia, que confirma que queda un resto de personas inmunes al secularismo que sigue muy activo. Con nuestra presencia, manifestamos que espiritual y culturalmente estamos vivos, que no nos ha sofocado el miasma tóxico de la secularización, y ello es motivo de optimismo cara a nuestro futuro.

Un futuro que el libro de José Antonio Ureta, El cambio de paradigma del papa Francisco ¿Continuidad o ruptura en la misión de la Iglesia?, contribuye a iluminar. Obra que aprecio por dos razones fundamentales.

- La primera es que nos presenta un balance sintético, pero claro y preciso, de lo que ha hecho el papa Francisco en los cinco años que lleva de pontificado.

Es un cuadro inquietante que constituye, como plantea el autor, un cambio de paradigma, es decir, una solución de continuidad en los usos, las costumbres, las instituciones y el Magisterio de siempre de la Iglesia. Un cambio de paradigma que tal vez no se haga patente en cada gesto y discurso de Francisco, pero que se muestra irrefutable si se tienen en cuenta esos gestos y actos en su conjunto, en el contexto de cinco años de pontificado.

Puede que a algunos les haya bastado con un «buenas tardes» o un «¿quién soy para juzgar?» para intuir que algo no marcha, pero la mayoría de los católicos ha aceptado al papa Francisco sin hacerse mucho problema y rehúye todo debate sobre las consecuencias de su pontificado. Este libro es importante ante todo para hacer ver la realidad a quien no quiere ver, a quienes prefieren olvidar, a quienes desean autoconvencerse de que todo sigue tan normal y en orden como siempre.

- La segunda razón que hace tan importante a este libro es que, si en los nueve primeros capítulos nos presenta un exhaustivo balance del cambio de paradigma, las últimas veinte páginas –el capítulo diez y la conclusión–, nos proponen cómo debemos actuar en esta dramática situación. Ureta nos ofrece una solución equilibrada.

Cuando estamos sometidos a graves tensiones es difícil mantener el equilibrio. Y una de las virtudes más necesarias en la crisis que vive actualmente la Iglesia es el equilibrio. El equilibrio es necesario para mantenerse en pie. El que pierde el equilibrio cae; quien está en pie, resiste. Y hoy en día es imposible resistir sin mantenerse en equilibrio.

Se podría decir que el equilibrio es, junto con la virtud de la paciencia, la virtud de los fuertes. El equilibrio es una fortaleza prudente, o una prudencia fuerte. Quién actúa de modo impaciente, desequilibrado o desordenado se aleja de la verdad y de la paz interior, que es la tranquilidad en el orden.
Manifiesta desequilibrio quien dice: «Prefiero equivocarme con el Papa a tener razón sin él». Y también es señal de desequilibrio afirmar: «Pues si el Papa está engañado y me engaña, eso quiere decir que no es papa».
La postura de José Antonio Ureta, que compartimos, es equilibrada porque se basa en la fundamental distinción entre la Iglesia, que es santa e inmune a todo error, y los hombres de la Iglesia, que pueden pecar y errar. La infalibilidad sólo está reservada al Papa cuando enseña en unas condiciones determinadas, o al Magisterio ordinario, cuando reitera con continuidad y coherencia las verdades inmutables de la Iglesia.

En la última entrevista que concedió a LifeSiteNews, el cardenal Müller dijo:
«El magisterio de los obispos y del Papa se subordina a la Palabras de Dios tal como ésta se encuentra en las Escrituras y en la Tradición, y debe estar al servicio de Dios. No es católico creer que el Papa es alguien que puede recibir la Revelación directamente del Espíritu Santo y puede interpretarla a su gusto mientras los fieles lo siguen sin decir palabra».
Si las autoridades eclesiásticas enseñan el error, es lícito resistirlas, y el derecho a la resistencia se convierte en un deber cuando está en juego el bien común. Ése es el ejemplo que nos dio San Pablo (Gál.2,11)

No siempre basta con resistir. Hay situaciones en que debemos manifestar nuestra resistencia suspendiendo toda convivencia habitual con los malos pastores. También en este caso es necesario el equilibrio. No hablamos de apartarse jurídicamente de los malos pastores. Hablamos de una separación espiritual y moral que pone en duda en el plano jurídico la legitimidad de quien gobierna la Iglesia. José Antonio Ureta establece una comparación precisa con la separación, reconocida por el Código de Derecho Canónico, en la que un hombre y una mujer dejan de vivir juntos sin divorciarse ni declarar inválido su matrimonio.
Si luego las autoridades eclesiásticas aplicaran sanciones canónicas a quienes siguen fieles a la Tradición, provocarían una división formal en la Iglesia. La responsabilidad de la ruptura recaería en ese caso sobre las autoridades que hacen uso ilegítimo de su potestad, y no sobre quienes, respetando el derecho canónico, se limitan a seguir fieles al bautismo que recibieron.
La reacción a esas eventuales sanciones no debería ser afirmar: «Como me condenas, eso quiere decir que no eres el Papa», sino: «Aunque estas sanciones son injustas e ilegítimas, hasta que se demuestre lo contrario sigues siendo el Papa legítimo». Hasta que se demuestre lo contrario, significa que aunque un pontífice puede perder su cargo por diversas razones, incluida la herejía, esas razones deben ser irrefutables. La herejía, y también la invalidez de una elección, debe ser manifiesta y notoria a toda la Iglesia, porque la Iglesia es una sociedad visible y no una congregación invisible como las sectas protestantes. Para que se pueda hablar de herejía notoria y manifiesta, no basta con que el Papa profese o favorezca públicamente la herejía. Es necesario que ésta sea percibida como tal por la opinión pública católica. Que los obispos, y sobre todo los cardenales, que son los electores y consejeros del Papa, constaten esa realidad y obren en consecuencia. Mientras no lo hagan, debe considerarse que el Papa es legítimo.

Esto es equilibrio. Pero es sólo una parte de un problema mucho más amplio que no puede eludir esta pregunta de fondo: ¿cómo hemos llegado a esta situación? ¿Cómo hemos llegado a la necesidad de tener que imaginar la posibilidad de separarnos incluso del Pastor Supremo que, hoy por hoy, es Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, primero con este nombre?

Permítanme que, en este aspecto, vaya más allá del libro de José Antonio Ureta, pero estoy convencido de ello, animado por el mismo espíritu.

No podemos pensar que el fin del pontificado de Francisco significará el fin de la autodemolición de la Iglesia.

En 2012, un año antes de su renuncia al pontificado, Benedicto XVI quiso hacer coincidir el Año de la Fe con el cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II, con la esperanza de que los textos que nos legaron los padres conciliares fueran «conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia». Esta tesis –la llamada hermenéutica de la continuidad– es el hilo conductor de su pontificado desde su célebre discurso a la Curia Romana del 22 de diciembre de 2005 hasta su último discurso, menos conocido, pero no por ello menos importante: el del 14 de febrero de 2013 al clero de Roma.

En estos discursos, Benedicto XVI reconoce la vinculación entre la crisis actual de la fe y el Concilio Vaticano II, pero sostiene que esa crisis no es culpa del Concilio en sí, sino de una hermenéutica defectuosa, de una incorrecta interpretación de los textos.

La hermenéutica de la continuidad fue la brújula que guió los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI durante nada menos que 35 años, entre 1978 y 2013.

Pero en esos 35 años, a pesar de los esfuerzos de ambos papas y de los obispos que se movían en la misma linea, la hermenéutica de la continuidad no logró detener el proceso de autodemolición de la Iglesia denunciado desde 1968, cincuenta años antes, por Pablo VI. Y no consiguió detenerlo porque es imposible detener un proceso histórico con un debate hermenéutico. Si en los últimos cincuenta años no se han impuesto los partidarios de la hermenéutica de la continuidad sino los de la discontinuidad, es porque los primeros se han hecho la ilusión de que pueden limitar el debate al plano hermenéutico, a la interpretación de los documentos, mientras que los segundos no han prestado atención a los textos y han avanzado en el terreno de la praxis, en coherencia con el espíritu del Concilio, que declaró la primacía de la pastoral, esto es, de la praxis, sobre la doctrina.
En esencia, el Concilio Vaticano II ha supuesto el triunfo de la pastoral sobre la doctrina, la transformación de la pastoral en teología de la praxis y la aplicación de la filosofía de la praxis marxista en la vida de la Iglesia.
La renuncia al pontificado de Benedicto XVI el 11 de febrero de 2013 supone, en mi opinión, el fracaso de su tentativa de separar la praxis postconciliar del Concilio Vaticano II aislando los textos de éste de la historia: es el fracaso de la hermenéutica de la continuidad.

El papa Francisco personifica la tesis contraria a la de Ratzinger. A él no le interesan el debate teológico ni el hermenéutico. Francisco representa el Concilio en acción, el triunfo en su persona de la pastoral sobre la teología. Entre el Concilio y el papa Francisco no habido por tanto ninguna ruptura, sino continuidad histórica. Francisco es el fruto maduro del Concilio Vaticano II.

Sin duda alguna, el pontificado de Francisco ha supuesto un cambio de paradigma, como afirma acertadamente Ureta, pero en mi opinión el punto de inflexión de estos cincuenta años no es el pontificado de Francisco sino la reacción que ha suscitado este pontificado entre los católicos de todo el mundo.

El pontificado francisquista, precisamente por ser desastroso, ha puesto en evidencia que en la Iglesia reina una crisis que, de otro modo, habría pasado desapercibida, y ha provocado una reacción.

Esa reacción se ha manifestado por medio de varias iniciativas:

- En 2015, una coalición de asociaciones de laicos recogió, bajo el título de Súplica filial, 900.000 firmas de fieles que pedían una aclaración sobre los problemas planteados por el Sínodo Extraordinario de la Familia. Esta súplica recibió la callada por respuesta.

- En 2016, cuatro cardenales presentaron al papa Francisco cinco dubia relativos al capítulo 8 de la exhortación Amoris laetitia. Nuevamente, el silencio por toda respuesta.

- En 2017, 40 intelectuales, número que más tarde ascendió a 250, dirigieron a Francisco una corrección filial acusándolo de propagar errores y herejías en la Iglesia. Y una vez más, la corrección cayó en oídos sordos.

- Y en 2018, el arzobispo Carlo Maria Viganò ha dado a conocer la existencia de una red de corrupción entre la jerarquía eclesiástica, poniendo en tela de juicio a todos los responsables, empezando por el papa Francisco, cuya dimisión ha pedidoEste documento también se ha estrellado contra el silencio.

Todas estas iniciativas han tenido unas repercusiones tremendas. Y todas han recibido el silencio por respuesta.

Un silencio que confirma dramáticamente la verdad de las acusaciones.

La Iglesia que escucha del papa Francisco los escucha a todos menos a quienes son fieles a la integridad del Evangelio y al Magisterio perenne de la Iglesia. Para hablar de sus opositores, Francisco emplea el mismo lenguaje que Lenin al hablar de los suyos.

El pasado 3 de septiembre en Santa Marta comparó a sus críticos con una jauría de perros salvajes. El escritor Marcello Veneziani lo comentó con estas palabras en el diario Il tempo el 5 del mismo mes:
«No, Santidad. Un papa no puede llamar perros salvajes al prójimo, y menos aún si se trata de católicos, de cristianos, de creyentes. De perros califican peyorativamente los islamistas a los infieles y los cristianos. Hasta los más despiadados terroristas fueron llamados por los pontífices predecesores de Francisco hombres de las Brigadas Rojas u hombres del ISIS. Nunca perros. No es digno de un Santo Padre rebajarse a utilizar términos tan rencorosos».
No nos inquieta la calificación de perros. La Sagrada Escritura llama perros mudos a los pastores que dejan de ladrar y se duermen (Is. 56,11). Nos gloriamos de ser Domini canes, perros del Señor, que ladran en la noche para romper el silencio. San Gregorio Magno escribe en su Regla pastoral que los malos pastores «por miedo a perder el favor de los hombres no se atreven a decir libremente la verdad, y huyen en cuanto aparece el lobo y se refugian en el silencio. El Señor los reprende por medio del profeta diciendo: “Todos son perros mudos que no pueden ladrar”» (Is. 56, 10).

Hoy en día los pastores mudos amenazan a los perros diciéndoles: «Al acusar a Francisco acusáis a los papas que lo precedieron, porque las imputaciones que alegáis contra él vienen de ellos».

En su último libro, El día del juicio, el vaticanista Andrea Tornielli no niega las revelaciones de monseñor Viganò sobre la corrupción del cardenal Theodore McCarrick y sobre la amplia difusión de la inmoralidad al interior de la Iglesia, pero como su objetivo no es tanto refutar a Viganò como salvar a Francisco, hace lo que el jugador de cartas que sube la apuesta ante una dificultad: si el culpable es Francisco –afirma–, más responsables son sus predecesores Benedicto XVI y Juan Pablo II, bajo cuyos pontificados se difundió la corrupción.

No nos molesta la acusación, y si llegara a probarse la responsabilidad de Juan Pablo II y de Benedicto XVI en la decadencia moral y la difusión de errores en las últimas décadas, no temeremos reconocerla, porque ante todo buscamos la verdad.

La Iglesia no tiene miedo de la verdad, porque la Iglesia es la verdad. La Iglesia es la verdad porque es divina y porque anuncia al mundo la verdad de su Cabeza y Fundador, Jesucristo. Él mismo dijo: «Ego sum via, veritas et vita» (Jn. 14,6). Por eso no nos asusta decir la verdad sobre la honda crisis doctrinal y moral que atraviesa la Iglesia.

El amor a la verdad nos impulsa a afirmar que: 

- Es hipócrita limitar los escándalos a la pedofilia, como harán los presidentes de las conferencias episcopales que se reunirán en Roma con Francisco el próximo 21 de febrero, sin prestar atención a la plaga de homosexualidad, que no sólo es un vicio contra natura, sino incluso una estructura de poder dentro de la Iglesia.

- Y también es hipócrita limitarse a denunciar los escándalos morales sin remontarse a sus raíces doctrinales, que están en los años del Concilio y el postconcilio.

Si cinco años de pontificado de Francisco pueden calificarse de calamitosos, ¿cómo vamos a negarnos el derecho a calificar de catástrofe el proceso de autodemolición de la Iglesia que está llegando a sus últimas consecuencias?

Ha llegado el momento de la verdad. Y la verdad que se hace patente a nuestros ojos es el fracaso de un proyecto pastoral que no sólo es del papa Francisco sino del Concilio Vaticano II. Aquel concilio anunció una gran reforma pastoral para purificar la Iglesia, pero todo lo contrario: ha resultado en una corrupción de la fe y la moral sin precedentes en la historia, porque ha llegado hasta el punto de no sólo entronizar la homosexualidad entre las más altas jerarquías eclesiásticas, sino de permitir que se defienda y teorice públicamente.

El balance de cinco años de pontificado de Francisco es también el fracaso de un cambio de paradigma que es a su vez el fracaso de un proyecto pastoral.

Las muletillas preferidas del papa Francisco son las palabras sinodalidad y periferias.

- La sinodalidad supone el trasvase de la autoridad desde la cúpula a la base: una revolución que desverticaliza la Iglesia.

- Por su parte, las periferias representan una revolución horizontal que descentraliza y desterritorializa la Iglesia.

Ahora bien:

- En las últimas semanas la Santa Sede ha negado la primacía de la sinodalidad y de las periferias al intervenir enérgicamente para impedir a los obispos estadounidenses que publiquen orientaciones transparentes sobre el tema de los abusos sexuales.

Esta intervención supone igualmente una traición a la limpieza de la Iglesia, en nombre de la cual Francisco había pedido a los cardenales estadounidenses que lo votasen. Es más que nada en Estados Unidos donde se alza más fuerte en la actualidad la voz de la fidelidad a la ley del Evangelio.

El pontificado de Francisco está en discontinuidad con la Tradición de la Iglesia, que aunque acusada de fariseísmo, de inmovilidad y de legalismo no ha sofocado la llama de la Tradición en la Iglesia.
Al contrario, nunca como en los últimos cinco años se ha visto revivir a la Tradición entre los jóvenes y los no tan jóvenes, en los laicos y en el clero, que en el centro y en las periferias, en seminarios y en blogs, redescubren cada día la verdad perenne de la Fe y de los ritos tradicionales de la Iglesia y están dispuestos a defenderlos con la ayuda de Dios.
Hoy comienza la novena a la Inmaculada Concepción, que nos introduce en una de las fiestas más hermosas de la liturgia católica. A los pies de la Virgen, nosotros, hijos de Eva heridos por el pecado original, proclamamos con inmensa confianza en María: Tota pulchra es Maria et non est in te macula.

Del mismo modo nosotros, miembros de una Iglesia enferma en su parte humana, desfigurada por errores y pecados de los hombres que la gobiernan, pero inmaculada en su esencia, proclamamos: Tota pulchra es Ecclesia et non est in te macula. La Iglesia es hermosísima y no hay en ella mancha, pecado ni error alguno.

La Santa Iglesia Romana, una, santa, católica y apostólica, es nuesta Madre y sigue nutriéndonos con sus sacramentos y protegiéndonos con el escudo de su doctrina mientras, con la ayuda de Dios, nos esforzamos por defenderla de todos los enemigos externos e internos que la acechan. El Corazón Inmaculado de María triunfará.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe)
Roberto de Mattei

Noticias varias 7 de diciembre de 2018 (Cumbre de febrero, iglesia alemana, China, silencios del papa, ...)




IPSI GLORIA

De Mattei: la “cumbre” de febrero estará viciada de hipocresía

INFOVATICANA

La iglesia alemana, en rebelión contra la doctrina católica sobre la homosexualidad (Carlos Esteban)

GLORIA TV

China: el papa Francisco está conociendo el camino duro

SECRETUM MEUM MIHI

LA LEY DE MEMORIA HISTÓRICA (Caridad Perlas)


Duración 5:21 minutos

jueves, 6 de diciembre de 2018

Noticias varias 5 y 6 de diciembre de 2018 (Burke, sinodalidad, educación, tradición, Argentina, ideología de género, James Martin, Hermenéutica, Cisma, padre nuestro, etc.)




LIFE SITE NEWS

Cdl. Burke: 'Sinodalidad' sugiere algún tipo de 'nueva iglesia' donde se destruye la autoridad del Papa

ADELANTE LA FE

Cuatro consejos para las jóvenes de hoy (Christopher Fleming)

ONE PETER FIVE

Tradition and Sanity Go Hand in Hand

INFOCATÓLICA

Argentina: Asociaciones Educativas Religiosas rechazan «campaña de desacreditación» por no seguir ideología de género

Duterte ataca nuevamente a los obispos filipinos: «Mátenlos, son inútiles»

P. Hermann del Colegio Calasanz de Buenos Aires «Si la ley es injusta, solo queda por amor a la Verdad, la desobediencia civil»

INFOVATICANA

La conciencia y la verdad en el pensamiento del beato cardenal John Henry Newman

‘Insieme’: ¿prepara el Vaticano una Democracia Cristiana 2.0?

Dolido, James Martin corrige al Papa sobre los sacerdotes homosexuales

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Cardenal Burke: la Iglesia se está convirtiendo en un “Parlamento protestante”

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Francis Mercy Hits the Familia Christi Hard

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Ha hecho adúltera la villa leal

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Véase también:

Tu es Petrus: verdadera devoción a la Cátedra de San Pedro (discurso del doctor Mattei el 7 de abril de 2018, en Illinois)

IOTA UNUM

EL FRACASO DE LA HERMENEUTICA (IV) (Capitán Ryder). Sobre la abrogación o no de la misa tridentinamente

CHIESA E POST CONCILIO

Provocando un cisma - Patrick Archbold

IL SETTIMO CIELO

Francisco monarca absoluto. Los tejemanejes del nuevo “Padre nuestro” italiano

Selección por José Martí

miércoles, 5 de diciembre de 2018

SHAMELESS But the truth will make you free (Michael Voris)

Duración 7:27 minutos

One of the pleas coming from some good bishops in Baltimore to the faithful were to make sure it didn't appear as though the laity were attacking the bishops, making the bishops out to be the enemies.
As events have been unfolding for the past few months, perhaps it would be better for the bishops to speak to their brother bishops and tell them to stop demonizing the faithful. The depth and increasing frequency of attacks against the faithful from various clerics is shameful, but very telling.
The latest example is Cdl. Wilfrid Napier of Durban, South Africa actually tweeting out an attack against EWTN host Raymond Arroyo, comparing him to a vicious anti-Catholic Northern Irish Protestant minister from the 1960–70s.
“The World Over” hosted by Raymond Aroyo is like a throwback to the 1960’s & 70’s, when Ian Paisley & his ilk were fulminating against the Catholic Faith in general, & Pope Francis in particular! I’ve still to hear a programme that does report negatively on or attack the Pope!
— Cardinal Napier (@CardinalNapier) December 3, 2018
Yeah, you heard that right. Raymond: a devout Catholic deeply concerned about the Faith and the direction of the Church under the current tyranny of the homoheresy and all that it has spawned routinely covers the current chaos. Napier, trying to earn goodie points with the Vatican cabal, doesn't think twice about slamming Arroyo for his truthful comments. All we can say is welcome to the club, Raymond — come on in.
Last summer, the Vatican lashed out against us here at Church Militant by name.
Little Rock Bp. Anthony Taylor called me demonic.
Cardinal Dolan has me forcibly ejected from the St. Patrick's Day parade for asking him for an answer as to why he pushed for active homosexuals to be allowed into the annual parade.
Buffalo Bp. Richard Malone twice threatened to call the police on the crew and me for just asking him about protecting sexually abusive priests and lying to law enforcement.
Cardinal Daniel DiNardo accused reporter George Neumayr of not loving the Church for his reporting on the scandal.
Father Thomas Rosica made sure Church Militant was refused press credentials at the Vatican for reporting the same.
And Fr. James Martin routinely launches attacks against us and various other faithful Catholics for calling him out on his homoheresy.
Lots of things happen to lots of faithful Catholics in their pursuit of the truth and exposing it, but since we have such firsthand knowledge of it in our own case, we've been liberal with the number of examples involving us because we know them — again, firsthand — to be perfectly true.
Heck, even the very popular much-adored Detroit-area priest Fr. John Riccardo told a close friend of mine that I was like Martin Luther and would end up leaving the Church — that was years ago.
So I'm Martin Luther and Raymond Arroyo is a fire-breathing anti-Catholic, along with many other faithful Catholics, for calling you-know-what on this lack of faith among the senior leadership of the Church.
Too much of the clergy lose any sense of reality when they get in the power structure. They think they can do and say whatever they want. They behave as though they are completely unaccountable.
They have created and continue to foster an environment of secrecy, lack of transparency and superiority where the faithful should just shut up, pay whatever money is asked for and never ask any questions — and certainly never question anything.
That attitude, rampant throughout the clerical ranks and enormously helpful to the wicked among them, has brought about the homoheresy and left sick men in positions of absolute power.
None of this has been able to be fixed from within the Church, which is why police keep battering down the doors of chanceries around the country. They'll fix it, one way or another.
What has Raymond's crime been that prompted a public slamming from such a well-known cardinal? That he wants the Pope to step it up and address the evil in the Church? Why is that so bad? Isn't that what St. Catherine of Siena did? St. Peter Damian?
In fact, it is only the cowards among the bishops who aren't doing that themselves. In one way, Napier is right. Neither Arroyo, nor us for that fact, nor any other layman should be saying what we are saying.
The bishops themselves should be saying it out loud and demanding a purging of the homosexuals and modernists in their own ranks. And if they end up being retaliated against by the homo current in Rome, then so be it, they'll lose their diocese, but they'll gain Heaven.
Saint Peter, 2,000 years ago, instructed leaders to not lord their power over the sheep. But lots of these men — loads of them, in fact — don't care what St. Peter said, what any part of Scripture says unless they can twist it to support some policy about illegal immigration.
They don't care what the Church teaches. They don't care what Our Blessed Lord said.
Heck, as an aside, Martin doesn't even seem to believe Jesus is divine. It's clear that many bishops no longer have supernatural faith.
When lesser-known bishops are standing up in their conference meeting and asking if their brother bishops actually believe the Church's teaching, they are much closer to the truth than they may want to believe.
The answer is no, they don't believe — they haven't for a long time, if they ever did. What they believe is a matter for conjecture, but whatever it is, it absolutely is not the Catholic faith.
As this scandal continues to grow, more and more faithful Catholics, especially those who know the full truth, are going to have to make a choice.
They will have to choose between saying out loud what they know and facing the wrath of cardinals or remaining silent, rationalizing to save their own skin, and then dying and facing the wrath of God for not loving souls more than themselves.
That was after the final call of Abp. Viganò in his last testimony, a call to brother bishops to step forward and say what they know before they die and face the Judge.
So Church Militant would like to extend a great big welcome to Raymond. Come on in, brother. It's foul, it's fetid and it's fantastic fighting for the Faith. What you lose in earthly whatever, you will be richly rewarded for in other ways.
You may not have been interested in war, but war was interested in you, as it is interested in everyone.
For all the "influential" Catholics who know about this, a word of warning: you're next. No one will escape this judgment of conscience. So will you prove yourself a man and embrace the truth at great personal cost or will you run away? Choose — say the truth.
Michael Voris

Llegan las rebajas al Vaticano (literalmente) [Carlos Esteban]



“¡Un día no basta para las promociones reales!”, es el título de la nota. “Del 4 de diciembre de 2018 al 28 de febrero de 2019, junto al Magazzino Abbligliamento, rebajas con descuentos desde el 20% al 40%. Se ruega informar a todo el personal”.

Aunque lo parezca, este anuncio promocional no lo firma el Jefe de Marketing de alguna firma de grandes almacenes, sino Sabatino Napolitano, responsable de la Dirección de Servicios Económicos de la Gobernación del Vaticano, que preside Su Eminencia el cardenal Giuseppe Bertello.


El Vaticano, ya saben, es un Estado, aunque sea solo un barrio de la capital italiana, Roma, y esto le da grandes ventajas económicas. Por ejemplo, la ausencia de determinadas tasas, que abarata enormemente algunos artículos, especialmente los de lujo y grandes marcas. Cualquiera que haya visitado la Santa Sede es probable que haya entrado en una de estas tiendas donde artículos de Gucci o Massimo Dutti se venden por precios sustancialmente rebajados y con todas las garantías.

No todo el mundo tiene acceso a estas compras, naturalmente: se exigen unas tarjetas especiales de que disponen los empleados en el diminuto Estado pero que, con los contactos convenientes, se pueden conseguir sin el engorro de trabajar allí.

Más popular aún es la gasolinera del Vaticano, una instalación que, justo enfrente de donde vive el Papa, Casa Santa Marta, desentona absolutamente entre las gloriosas piedras y las monumentales edificaciones, pero que reporta pingües beneficios, porque es difícil encontrarla desocupada. Muchos son los romanos dispuestos a dar un rodeo para repostar con la ‘santa gasolina’, como la llaman con retranca los del lugar, porque su ubicación en la Santa Sede obra el milagro de hacerla un 20% más barata. No, no todos los combustibles fósiles son condenables.

Carlos Esteban

El SILENCIO del VATICANO ante el testimonio Viganò, según SPECOLA (16) A cien días del primer testimonio: silencios y herencias



Hoy hace cien días que se hizo público el primer testimonio de Viganò, el nuncio. Siempre sostenemos que parece que no pasa nada pero que todo está pasando. 
La situación provocada por el testimonio del que fue varios años nuncio en Estados Unidos es tema de conversación en todos los encuentros sacerdotales americanos. El silencio de los que tienen los datos y los documentos no hace sino confirmar con gran fuerza su contenido

Hoy tenemos el ejemplo de cómo actuar sin prisa pero con la verdad de los argumentos. Son muchos los que, sin poder atacar el contenido del testimonio, se dedicaron a desacreditar al firmante. Es una táctica tan vulgar que da sonrojo el contarlo, pero es lo que ha sucedido. 

El litigio de la herencia entre los hermanos Viganò fue el arma que parecía que hundía al ex nuncio en la más absoluta ignominia. Hoy tenemos el comunicado, como corresponde a tema tan serio, de los abogados del ex nuncio que explican, con pelos y señales, lo sucedido

Desde esta Specola nos tentamos la ropa antes de comentar las noticias que consideramos falsas o medias verdades, que es peor. Defendimos en su momento, y después de las oportunas verificaciones con quien conocía de primera mano los hechos, que era un problema de valoración de bienes en el que los hermanos no habían llegado a un acuerdo. Viganò había ofrecido una solución en bien de la paz en la que ofrecía al que se consideraba perjudicado una cantidad mayor de la contemplada en la condena judicial. El ex nuncio se ha apresurado a pagar y ni ha querido apelar por estar más que de acuerdo con la resolución, que incluso le beneficiaba. 

Gracias a esta aclaración muy documentada hemos conocido, algo que el ex nuncio ha mantenido siempre en el ámbito privado, que con la sustanciosa herencia ha construido entre otras cosas un monasterio de clausura en África con el que ha querido rendir homenaje a sus padres

Es evidente que todo esto lo sabían -o podían saberlo- los medios que le han acusado de todo y que ahora se pueden enfrentar a una denuncia formal por las acusaciones publicadas

Se cierra así el capitulo que podía ensombrecer la calidad humana del firmante. 

Cien días de silencio no hacen sino incrementar la fuerza de los hechos. Cien días, en los que estamos viendo cómo se hace de todo para eludir las prometidas ‘oportunas aclaraciones’ que no llegan

Febrero está muy lejano y quedan muchos más capítulos de esta truculenta historia que esta descomponiendo la poderosa iglesia católica en los Estados Unidos.

Specola

Noticias varias 4 diciembre 2018 (Familia Christi misericordia, Viganò no ha robado, Vox, Guareschi, Sandro Magister, Hermenéutica BXVI, Morlino, COP24, Nicola Bux, etc.)



ADELANTE LA FE

Única Inmaculada (Germán Mazuelo-Leytón)

GLORIA TV

Vaticano pone un comisario en la italiana Familia Christi

Obispo italiano se pone por encima del Evangelio, anuncia la reparación del adulterio sin conversió…

Publicación oficial del Vaticano acusa a Donald Trump de difundir "Noticias Falsas"

INFOVATICANA

Viganò se defiende: no ha ‘robado’ un solo euro de la herencia a su hermano

“Con mi hermano sucedió así. Y financio misiones en África”

Las contradicciones del Papa Francisco, democracia cristiana 2, la gerontocracia vaticana, los jesuitas cierran. (Specola)

Cien días del testimonio Viganó: silencios y herencias, censura blasfema, los dineros de la inmigración, el cisma sumergido.(Specola)

INFOCATÓLICA

Peligro de guerra religiosa en la India tras el asesinato de un inspector a manos de «protectores de las vacas»

Los consejos del P. Fortea para las homilías (Luis Fernando)

Vox llega al parlamento andaluz con un programa contrario a la ingeniería social impuesta por la izquierda y la derecha del PP

“Fascista”, o cuando las palabras terminan por no significar casi nada

CORRESPONDENCIA ROMANA

La Inmaculada Concepción

Brasil: derrota de izquierdas procastristas, esperanzas sin bajar la guardia

Recordemos a “Giovannino” Guareschi

IL SETTIMO CIELO

En Italia se derrumban los nacimientos y los matrimonios religiosos. Después de los dos sínodos sobre la familia (Sandro Magister)

IOTA UNUM


NATIONAL CATHOLIC REGISTER

Bishop Morlino Was Truly a Churchman of His Time