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jueves, 23 de agosto de 2018

También el ambiguo Wuerl abandona, Dublín es una farsa



MARCO TOSATTI, 19-08-2018, in lanuovabq.it/it/anche-lambiguo-…

También el cardenal arzobispo de Washington, Donald Wuerl, no participará en el Encuentro Mundial de las Familias en Dublín. La renuncia está ligada a la tempestad que se está desencadenando sobre el purpurado, después de la publicación del Informe del Gran Jurado de Pennsylvania. Maradiaga, Farrel y el homoerético Martin, por el contrario, están todavía en cartelera para un Encuentro que en este punto ya no tiene sentido que se lleve a cabo.

El cardenal arzobispo de Washington, Donald Wuerl, tampoco participará en el Encuentro Mundial de las Familias en Dublín. Wuerl iba a pronunciar un discurso de gran importancia el próximo miércoles: "El bienestar de la familia es decisivo para el futuro del mundo". No se proporcionó ninguna explicación para esta decisión tan dramática y repentina. Pero la renuncia está relacionada con la tempestad que se está desencadenando sobre el purpurado después de la publicación del Informe del Gran Jurado de Pennsylvania. Wuerl fue durante muchos años arzobispo de Pittsburgh por muchos años y administró muy mal, por decir lo menos, algunos casos de sacerdotes acusados de abusos sexuales. La Bussola se ocupó del tema hace unos días, y Wuerl fue señalado como uno de los invitados (y protagonistas) problemáticos del evento, junto con el cardenal Kevin Farrell y el cardenal Oscar Maradiaga. Así como el jesuita pro-LGBT James Martin, sobre quien pesa también un pedido.

Un pedido que superó las 10.000 firmas en Irlanda reclama, en efecto, que el jesuita estadounidense James Martin no sea invitado a participar como expositor en el Encuentro de las Familias que se llevará a cabo durante [esta] semana en Dublín. Martin celebrará una conferencia sobre este tema: "Showing welcome and respect in our Parishes for ‘LGBT’ People and their Families" (Brindando la bienvenida y el respeto en nuestras parroquias a las personas 'LGBT' y sus familias). Y ya seguramente habría que discutir sobre el título de la conferencia: porque calificar a las personas en base a su experiencia o a su orientación sexual es algo que la Iglesia no ha hecho y no quiere hacer.

El pedido fue planteado antes del tsunami que ha abrumado a McCarrick, y que abatió a sus discípulos y protegidos en los Estados Unidos, sobre todo al cardenal Kevin Farrell, prefecto de la Congregación para los Laicos, la Familia y la Vida. Y antes del segundo tsunami, el del Informe del Gran Jurado de Pennsylvania, que barrió a otro cardenal del área liberal: Donald Wuerl.

Los motivos de la recriminación contra Martin se indicaron así: “Apoya el transgénero para los niños"; "está a favor del intercambio de besos entre homosexuales durante la Misa"; dijo recientemente "los católicos LGBT aportan dones únicos a la Iglesia, tanto como individuos como comunidad. Estos dones construyen la Iglesia en modos especiales, como escribió san Pablo cuando él parangonó al pueblo de Dios a un cuerpo humano”. Al pasar digamos que citar a san Pablo, con lo que escribió sobre los comportamientos homosexuales, parece al menos arriesgado...

Y también: "el padre Martin apoya al Ministerio de Nuevos Caminos, una organización religiosa pro-homosexuales y lesbianas que ha sido declarada seriamente inaceptable por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. El padre Martin aceptó un premio de esta organización por uno de sus libros. Además, "el padre Martin no acepta la definición del Catecismo de la Iglesia Católica de las inclinaciones homosexuales como ‘gravemente desordenadas’. De este modo impide a los que tienen inclinaciones homosexuales llegar a una verdadera comprensión de su condición, a la luz de la enseñanza de la Iglesia y de la misericordia de Dios. Esto está haciendo un flaco favor a los que se propone ayudar".

El pedido concluye diciendo: "Creemos que sembrar error y confusión no debería encontrar un lugar en el Encuentro Mundial de las Familias. Por esta razón, pedimos encarecidamente que se revoque la invitación al padre James Martin para hablar en un evento tan importante".

Esto, como hemos dicho, antes del tsunami al que hemos aludido. El portavoz del Encuentro, en una conferencia de prensa, dijo que la cartelera de los oradores no va a cambiar. Pero desde entonces el jesuita estadounidense, de quien por otro lado la Nuova Bussola Quotidiana ya se ha ocupado, hizo su posición aún más cuestionable.

Tomemos algún ejemplo. Entrevistado por la televisora PBS sobre el escándalo McCarrick dijo: "Creo que el caso del cardenal McCarrick es realmente extraordinario. La idea de tener una casa en Jersey Shore y… llevar gente allí. Creo que es inusual. Creo que su caso es una ‘anomalía’. Lo que no es; y Martin no puede no saberlo, al ser director editorial de "America", la revista de los jesuitas de Estados Unidos. Entre otros, el erudito polaco, profesor universitario y sacerdote Dariusz Oko, autor en el 2013 de un estudio "con el Papa contra la homo-herejía en la Iglesia" denunció la existencia de una red de sacerdotes y obispos homosexuales que abusaron de seminaristas y adolescentes. En una declaración reciente, Oko dijo que "sobre la base de fuentes confiables, se puede decir que del 30 al 40 por ciento de los sacerdotes y el 50 por ciento de los obispos en Estados Unidos tienen inclinaciones homosexuales”. "El caso McCarrick es la punta de un iceberg”.

Y los casos recientes –Honduras, Chile, Pennsylvania y ahora Boston– desmienten al jesuita. Desafortunado: porque precisamente mientras daba a conocer esas declaraciones precipitadas, el cardenal O'Malley renunciaba a viajar a Dublín para ocuparse de los abusos de los seminaristas en el seminario de Boston... Y después del caso McCarrick y del Informe del Gran Jurado de Pennsylvania está desencadenando una especie de “yo también” eclesiástico, con denuncias casi cotidianas.

Martin tiene un objetivo: ingresar la homosexualidad en la Iglesia, y ayudar a modificar la enseñanza de la Iglesia sobre el tema. Tal vez con las mejores razones del mundo. 

Pero en cuanto a los medios hay objeciones para hacer. Un ejemplo. Daniel Mattson, un homosexual estadounidense, escribió para "First Things" un artículo que recomendamos leer sin temor alguno, titulado "Por qué los hombres como yo no deben ser sacerdotes". Él explica que los impulsos al sexo, incluso con desconocidos, son mucho más fuertes en los varones homosexuales que en otros, y también explica que el fenómeno de los abusos, en Estados Unidos es, en gran medida, un problema homosexual

Se sabía, pero era políticamente correcto no decirlo, y de hecho durante años se prefirió hablar de pedofilia. Martin mismo, en un largo artículo publicado hace años en America", hablando de los abusos, usó una sola vez la palabra "homosexualidad", para decir que a los obispos no les gustaba hablar de esto u otras cosas vinculadas al sexo. 

En un tweet en respuesta a Mattson, Martin cita ahora la frase de una investigadora de la Universidad John Jay, para decir que los abusadores pueden ser homosexuales o heterosexuales. Pero no cita las cifras del informe: del cual se evidencia – y esto ya hace varios años – que el 80% de los sacerdotes condenados por abusos en Estados Unidos eran homosexuales. Que es lo que está emergiendo de los recientes escándalos. Y eso es cierto para la Iglesia en general. El profesor y sacerdote Davide Cito, de la Santa Cruz, me dijo que el 90 por ciento de los casos que llegan a Roma se refieren a los varones adolescentes.

No es casualidad que la Iglesia, continuamente y sin vacilar, hasta que llegara el papa Francisco, dijo, decretó y dispuso que es mejor que los homosexuales no sean sacerdotes. Pero Martin habla ahora de "una cacería de brujas" contra los sacerdotes homosexuales, y también habla de comentarios “mal informados y homofóbicos sobre los sacerdotes homosexuales", y sostiene que "hay muchos sanos sacerdotes homosexuales y célibes”. 

Lo cual es cierto, por supuesto; así como especialmente en estos tiempos está claro que hay muchos sacerdotes, obispos y cardenales con tendencias homosexuales. La impresión es que el padre James Martin tiene el objetivo de modificar la situación. Aunque en la web los católicos simples se preguntan: "¿Cómo James Martin, dada la naturaleza del pecado, puede “tener el permiso" de superiores y de obispos para hablar de los sacerdotes 'homosexuales', sabiendo que el concepto mismo es ilícito. Todo su ministerio entero se basa en oscuros puntos morales e intelectuales. En un tejido de mentiras”.

Tal vez es un juicio demasiado duro. Pero ciertamente el padre Martin no parece la persona adecuada para hablar en el Encuentro Mundial de las Familias. No si la Iglesia quiere ser creíble en el tratamiento de la crisis que la está carcomiendo a nivel mundial. Un paso atrás sería necesario y apropiado.

Publicado originalmente en italiano el 18 de agosto de 2018, en lanuovabq.it/it/anche-lambiguo-…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino
Marco Tosatti

"El Espíritu Santo siempre está actuando y nos necesita" Padre SANTIAGO MARTIN FM


Duración 20:16 minutos

Enseñanzas que podemos extraer de la Historia de la Iglesia: breve repaso a los yerros de los papas (Peter Kwasniewski)


(ONE PETER FIVE 6 de agosto. Publicado por primera vez en Octubre de 2015. 
Autor Peter Kwasniewski. Al ser un artículo muy largo, sólo indico aquí las conclusiones).




La Fe católica ha sido revelada por Dios, y ningún hombre la puede alterar: «Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y por los siglos» (Heb. 13,8). El Papa y los obispos son los honrables servidores de dicha Revelación, y tienen el deber de transmitirla fielmente, sin alteración ni modificación, a lo largo de las generaciones. 

San Vicente de Lerins lo explicó maravillosamente: puede haber desarrollo en el modo de entenderla y exponerla, pero nunca contradicción ni evolución

Las verdades de la Fe, contenidas en las Escrituras y la Tradición, han sido definidas, interpretadas y defendidas con autoridad en las actas estrechamente definidas de los pontífices y los concilios a lo largo de los siglos. En este sentido, sería bastante apropiado decir: «Búscalo en el Denzinger; ahí está la doctrina de la Fe».

El catolicismo es, siempre ha sido y siempre será estable, perenne, objetivamente cognoscible, un firme peñón de certidumbre en un mar de caos, a pesar de los esfuerzos de Satanás y sus secuaces para trastornarlo. 

La crisis que atravesamos es en gran medida fruto de la amnesia colectiva de haber olvidado quiénes somos y qué creemos, junto con una nerviosa tendencia al culto a la personalidad, a querer buscar por todas partes al gran héroe que nos salvará. 

Pero nuestro Jefe supremo, nuestro Rey de reyes y Señor de señores, es Jesucristo. 

Seguimos y obedecemos al Papa y a los obispos en la medida en que nos transmiten la doctrina pura y saludable de Nuestro Señor y nos guían para seguir la vía de santidad que Él nos ha señalado, no cuando nos ofrecen agua contaminada o nos arrastran al fango

Así como Nuestro Señor fue en todo un hombre como nosotros menos en el pecado, los seguimos a ellos en todo menos en el pecado; sea pecado de herejía, cisma, inmoralidad sexual o sacrilegio. Los fieles tenemos el deber de formarnos la mente y la conciencia para que sepamos a quién seguir y cuándo. No somos autómatas ni marionetas.

Los papas tampoco; son hombres de carne y hueso, dotados de intelecto, libre albedrío, memoria, imaginación, opiniones, aspiraciones y ambiciones. Pueden cooperar mejor o peor con la gracia y desempeñar mejor o peor las obligaciones de su supremo cargo.

Es incuestionable que el Sumo Pontífice tiene una autoridad singular y exclusiva en la Tierra como Vicario de Cristo. De ahí se desprende que tenga el deber moral de hacer uso virtuoso de ella por el bien común de la Iglesia. Y que puede desde luego pecar abusando de su autoridad o no ejerciéndola cuando debe o como debe. 

La infalibilidad bien entendida es el don que recibe del Espíritu Santo. El ejercicio correcto y responsable de su cargo no está garantizado ni mucho menos por el Espíritu Santo. En este sentido el Papa tiene que rezar y trabajar, trabajar y rezar, como todos nosotros. Los pontífices pueden lo mismo hacerse merecedores de canonización que de abominación. Al final de su peregrinación en la Tierra todo sucesor de San Pedro se ha ganado la salvación o la condenación eternas. 

Y del mismo modo, todos los cristianos se santificarán siguiendo las enseñanzas auténticas de la Iglesia y repudiando todo error y vicio, o se harán acreedores a la condenación por haber seguido doctrinas falsas y abrazado el error y el mal.

Ya veo a algunos de mis lectores objetando: «Si el Papa puede descarriarse y dejar de enseñar la fe ortodoxa, ¿de qué sirve tener un papa? ¿Acaso la razón de ser del Vicario de Cristo no es que podamos tener la certeza de la verdad de la Fe?»

La respuesta a esta pregunta es que la Fe católica es anterior a los papas, aunque éstos ocupen un lugar importante en lo que se refiere a la defensa y formulación de ella. Los fieles pueden conocer la Fe con certeza por innumerables medios, entre los cuales podríamos incluir también cinco siglos de catecismos tradicionales de todo el mundo cuyas enseñanzas concuerdan. El Papa no puede decir, parafraseando a Luis XIV, «la Fe soy yo».

Fijémonos por un momento en las cifras. El presente artículo enumera once pontífices inmorales y diez que, en mayor o menor medida, incurrieron en herejía. En total ha habido 266 papas. Si hacemos cuentas, tenemos un 4,14% de sucesores de San Pedro que se hicieron dignos de oprobio por su conducta moral y 3,76% que se lo merecen por haber jugueteado con el error. Por otro lado, unos 90 pontífices preconciliares son venerados como santos o beatos, lo cual supone el 33,83%. Podríamos debatir sobre cifras (¿me habré pasado de tolerante o de severo en las listas?), pero habría que estar ciego para no ver en estos números la mano palpable de la Divina Providencia. 

Una monarquía constituida por 266 reyes que ha durado 2000 años y puede jactarse de semejantes proporciones de logros y fracasos no es una obra humana que se mantenga por su propio esfuerzo.

De estas cifras se desprenden dos enseñanzas

En primer lugar, nos maravillamos del evidente milagro que constituye el Papado y sentimos gratitud. Aprendemos que debemos confiar en la Divina Providencia, que guía a la Santa Iglesia de Dios en las tempestades de los siglos haciendo que dure más que los relativamente pocos papas malos que hemos tenido que soportar, bien a modo de prueba, bien en castigo por nuestros pecados.

En segundo lugar, aprendemos a discernir y ser realistas. Por una parte, el Señor ha conducido a la gran mayoría de sus vicarios por el camino de la verdad para que podamos conocer que nuestra confianza está segura en la nave de San Pedro, con él al timón. Pero el Señor también ha permitido que una pequeña cantidad de sus vicarios vacile o falle para que comprendamos que no son justos de un modo automático, ni gobiernan con una sabiduría innata y sin esfuerzo ni son portavoces directos de Dios a la hora de enseñar. 

Los pontífices deben decidir por voluntad propia cooperar con la gracia que reciben para ejercer el cargo, y también se pueden descarrilar. Pueden pastorear bien o mal la grey, y de vez en cuando hasta pueden convertirse en lobos. Es raro que suceda, pero sucede porque Dios lo permite en su voluntad, precisamente para que no abdiquemos de la razón, dejando la fe en manos de otros y avancemos sonámbulos hacia el desastre. 

La historia de los papas es un testimonio notable de que un poder espiritual casi milagroso mantiene a raya las fuerzas de las tinieblas para que no prevalezcan las puertas del Infierno. Pero en esa historia hay los borrones precisos para que seamos cautos y estemos alerta. El consejo de ser sobrios y velar no sólo se aplica a la relación con el mundo que nos rodea, sino también a nuestra vida en la Iglesia, porque «nuestro adversario el Diablo ronda como león rugiente buscando a quién devorar» (1 Pe. 5,8), desde el último de los feligreses al primero de la jerarquía.

Nuestro maestro, nuestro modelo, nuestra doctrina, nuestra forma de vida… todo esto se nos da gloriosamente manifestado en el Verbo Encarnado, escrito en las tablas de piedra de nuestro corazón. No nos lo esperamos del Papa, como si no existieran ya en su forma acabada. La misión del Papa es ayudarnos a creer y a hacer lo que el Señor nos llama a cada uno a creer y hacer. 

Y si algún ser humano en la Tierra se interpone –así sea el propio Pontífice– debemos resistirle y hacer lo que sabemos que se debe.
Dice san Roberto Belarmino: «Del mismo modo que es lícito hacer frente al pontífice que agrede el cuerpo, también lo es resistir al que agrede las almas o altera el orden civil y, sobre todo, al que intenta destruir a la Iglesia. Sostengo que es lícito resistirle desobedeciendo sus órdenes y evitando que se haga su voluntad; ahora bien, no es lícito juzgarlo, castigarlo ni deponerlo, ya que estas acciones corresponden a un superior» (De Romano Pontifice, II.29, citado en Christopher Ferrara y Thomas Woods, The Great Façade, 2ª ed. [Kettering, Ohio: Angelico Press, 2015], 187).
El gran Prosper Guéranguer escribió:
Cuando el pastor se muda en lobo, toca desde luego al rebaño el defenderse. Por regla, la doctrina desciende de los obispos al pueblo fiel y los súbditos no deben juzgar a sus jefes en la fe.
Mas hay en el tesoro de la revelación ciertos puntos esenciales de los que todo cristiano, por el hecho mismo de llevar tal título, tiene el conocimiento necesario y la obligación de guardarlos. 
El principio no cambia, ya se trate de ciencia o de conducta, de moral o de dogma (…) Los verdaderos fieles son aquellos hombres que, en tales ocasiones, sacan de su solo bautismo la inspiración de una línea de conducta; no los pusilánimes que bajo pretexto engañoso de sumisión a los poderes establecidos esperan para correr contra el enemigo u oponerse a sus proyectos un programa que no es necesario y no se les debe dar].
Peter Kwasniewski

Se necesitan 5 millones más para cubrir los 32 que cuesta la visita papal a Irlanda (Carlos Esteban)




El Vaticano se ha quedado corto y le faltan 5 millones de euros por cubrir de los 32 que cuestan las 32 horas que estará el Papa en Dublín durante el Encuentro Mundial de las Familias, iniciado el pasado miércoles 22, cuenta The Irish Times.

Faltan cinco millones de euros. El esfuerzo recaudatorio entre los fieles irlandeses se inició el año pasado, con el objetivo de alcanzar veinte de los 32 millones que costará la visita papal. El resto lo aportará el Estado irlandés.

Pero a pocos días de la llegada del pontífice, los organizadores admiten que no han conseguido siquiera llegar a los quince millones en sus esfuerzos petitorios.

Mientras, por lo demás, los organizadores derrochan entusiasmo por el éxito de los demás aspectos de la visita en su primer día. Una portavoz del Encuentro Mundial de las Familias, que culminará el próximo fin de semana con una serie de actos presididos por Su Santidad, ha descrito como “fantástica” la respuesta del pueblo irlandés que, ha añadido “supera las expectativas de todo el mundo”.

Bueno, quizá las expectactivas de asistencia popular no es eran excesivamente altas, vistas las cancelaciones de última hora de dos cardenales que tenían previsto intervenir -Wuerl y O’Malley- y, en general, el clima de indignación que ha generado entre los fieles de todo el mundo el informe del gran jurado de Pensilvania. 

Pero, a juzgar por las fotos que hemos podido ver de la primera jornada del evento, es difícil pretender que sea un éxito de masas como acostumbran a ser estas celebraciones.

El caso es que en diciembre pasado, el Arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, cuando la colecta iba por los cinco millones, anunció que no descartaba que el Vaticano contribuyera con algo. 

Desde entonces se han organizado varias campañas de recogida de aportaciones, pero ni aun así se ha logrado llegar ni de cerca al monto previsto y necesario.

Carlos Esteban

Indio bautizado – quien continuó practicando rituales nativos – en camino a la beatificación



Un postulador vaticano viajó recientemente a Dakota del Sur (Estados Unidos) para recoger información para la beatificación de Nicholas Black Elk (+1950), un curandero indio de la tribu sioux lakota que llegó a ser catequista católico.

Esta iniciativa es sorprendente, dado que Black Elk mantuvo siempre sus tradiciones paganas junto con su catolicismo. Él solía participar en forma regular en la Santa Misa y en ceremonias lakotas.

Su nieta Charlotte Black Elk, abogada, expresó el 21 de agosto a ReligionNews.com sus dudas respecto a que su abuelo “haya sostenido realmente alguna vez creencias católicas”.

Según ella, él llegó a ser catequista católico a causa de los beneficios que obtenía, incluyendo un automóvil.

Inmatriculaciones: Vuelve la burra al trigo y ahora con mofa, befa y mucho cachondeo (Padre Jorge)



Insistencia, cachondeo, tocada de narices, befa, mofa, burla y añadan más adjetivos. Nos vamos a quedar cortos.
Es inútil tratar de explicar lo que todos conocen perfectamente, es decir, que la inmatriculación de un bien no es otra cosa que la inscripción por primera vez del mismo en el correspondiente registro de la propiedad y que lleva a cabo o desde la escritura que garantiza el dominio, o en caso de su inexistencia, a través de un expediente de dominio, que, entre otras cosas, exige información pública, apertura de posibles comparecencias y la no oposición de cualquiera que pudiera estar interesado.
Un expediente de dominio lo puede iniciar cualquier persona física o jurídica que entienda tiene derecho sobre una determinada propiedad. Por tanto, lo pueden iniciar Pepito López, María Gómez, la diócesis de A., la asociación B., el ayuntamiento de X o el banco de Y. Cosa sea del registrador de la propiedad correspondiente comprobar que se han hecho correctamente, de acuerdo a la ley, todos los trámites y en consecuencia apruebe o no la inscripción del bien en el registro de su cuidado.
Periódicamente surgen voces empeñadas en deslegitimar a la Iglesia en lo que sea. Aquí todo bicho viviente (con absoluto respeto a los mismos) tiene derecho a inmatricular sus bienes por expediente de dominio en los casos que así lo requieran, menos la Iglesia católica, sospechosa per se de infamia, latrocinio y malas artes.
Han intentado por todos los medios levantar las inmatriculaciones poniendo en duda cosas tan chuscas como que la Iglesia católica, en la persona de la diócesis de Córdoba, sea la legítima propietaria de la catedral. No hay manera. Se han dedicado, agitados por algunos clérigos, a proclamar eso tan mono y a la vez tan gilipollesco de que ermitas, templos y casas parroquiales son de un tal “pueblo” que ni sabemos quién es, ni tiene CIF ni paga impuestos, y que acaba siendo el ayuntamiento del lugar.
La última maldad, no es ninguna chorrada, es que el gobierno de España ha decidido publicar la lista de los bienes inmatriculados por la Iglesia desde el año 1998. Y aquí es donde me reservo el derecho de patalear, quejarme, ponerme en jarras y decir que estoy hasta las narices de que contra la Iglesia todo valga. Me explico.
Para empezar, tengo mis dudas de que la cosa sea legal. Es verdad que el registro de la propiedad es público, pero no es menos cierto que el acceso a sus datos se haga a través de unos trámites. Que así, de repente, se hagan públicas listas con lo inmatriculado por la Iglesia me parecería, al menos, un cierto abuso.
Supongamos que sea legal, o que lo hagan legal a golpe de decreto ley, a lo que parece se van aficionando. Yo lo que pido es una lista de todos los bienes inmatriculados a través de expedientes de dominio EN TODA ESPAÑA desde esa misma fecha. Seamos transparentes. TODOS. Los haya inmatriculado la Iglesia, un ayuntamiento, un partido político, un sindicato, un político del PP, del PSOE, de Ciudadanos, de Podemos, de Falange española o del partido maoísta. TODOS. ¿Por qué solo de la Iglesia? ¿Es que la Iglesia es sospechosa y los demás gente de probada bonhomía? Publiquen TODOS.
Más aún, o ítem mas que dirían los latinos. Se nos prometió en aras de la transparencia que todos tendríamos conocimiento de los nombres de todos los beneficiados en las amnistías fiscales. El propio presidente del gobierno, el señor Sánchez, así lo repitió en diversas ocasiones. Pues donde dije digo, digo Diego, que ahora resulta que no por la cosa de la privacidad.
Es decir, que los mismos, usease el gobierno, que velan por la privacidad de los beneficiados por las amnistías fiscales, pasan de cualquier privacidad si se trata de ver la forma de sacudir a la Iglesia en todo el bonete.
Lo tenemos crudo como Iglesia. Muy crudo. Pero no es momento de achantarse. Nos toca ser fieles ¡ay lo que llevamos pasado en las últimas semanas!, y nos toca defender los derechos de la Iglesia, también legalmente. Antes nadie dudaba de que una ermita era de la iglesia. Ahora no te reconocen ni la propiedad de la catedral primada. Así que no queda otra que arreglar papeles y poner las cosas en orden.
Por cierto, pionero fui en estas cosas. Hace veinte años ya arreglé la situación legal de las fincas propiedad de la parroquia en la que entonces servía. Y lo hice, entre otras cosas, por la experiencia en otros lugares de que lo que era de la parroquia de siempre, misteriosamente iba pasando a engrosar el inventario de propiedades municipales.
Padre Jorge González

miércoles, 22 de agosto de 2018

Noticias varias 22 de agosto de 2018



INFOVATICANA

Un cura tuitero explica la causa de los abusos desde la formación en el seminario

Destapan red de tráfico de seminaristas homosexuales de Colombia a EEUU para “disfrute” de sacerdotes

CNN

El papa Francisco no hizo mención al escándalo de abusos sexuales antes de su viaje a Irlanda

CRUX

Lo más destacado de la mañana en la apertura Encuentro Mundial de las Familias

SECRETUM MEUM MIHI

Cardenal Hummes: El Sínodo de la Amazonía no fue convocado para repetir lo que la Iglesia ya dice sino para avanzar

LIFE SITE NEWS


Selección por José Martí

Francisco sigue haciendo afirmaciones falsas sobre Amoris Laetitia



El papa Francisco difundió la falsedad que Amoris Laetitia, que acepta el divorcio y el volver a casarse, está “en continuidad (sin rupturas)” con el magisterio católico

Esta falsa afirmación está contenida en una carta que él escribió el 1 de agosto de 2017 al teólogo británico Stephen Walford, quien la publicó como prólogo a su nuevo libro sobre Amoris Laetitia. 

Francisco pretende que “toda la Iglesia” estuvo involucrada en Amoris Laetitia. Lo contrario es cierto. 

Las partes heréticas del documento no recibieron una mayoría calificada en el Sínodo sobre la Familia, ni en la sesión de 2014 ni en la de 2015. También encontraron fuerte oposición por parte del clero y de los laicos católicos

Al afirmar que Amoris Laetitia “sigue la doctrina clásica de Santo Tomás de Aquino”, Francisco repite una declaración errónea que ya hizo en setiembre de 2017

Importantes académicos han probado que Amoris Laetitia cita mal y abusa de Tomás de Aquino. 

Un ejemplo de ello es el parágrafo 301, en el que Francisco insinúa que [Santo] Tomás [de Aquino] apoya la idea que las personas podrían ser santas, aunque actúen en forma contraria a algunas virtudes. 

Pero Tomás habla de las personas que se arrepienten de pecados pasados y siguen cumpliendo la ley moral, aunque con algunas dificultades.

Noticias varias 21 de agosto de 2018



CNN

El papa Francisco se reunirá con las víctimas de abuso sexual en Irlanda

Papa Francisco, para arreglar el problema de abusos sexuales en la Iglesia se necesita más que una carta


INFOCATÓLICA



GLORIA TV

Tiempo de renunciar: el doble estándar del cardenal O’Malley

Fornicación homosexual removida del altar después de las protestas

ADELANTE LA FE

La postema del «Catecismo Holandés»

[NOTA: Postema es una acumulación de pus que supura y es sinónimo de absceso, supuración, grano, bubón, forúnculo, pústula]


LA NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA

Pío X, el Papa, que identificó a los enemigos dentro de la Iglesia

Selección por José Martí

Desde el ¿Quien soy yo para juzgar? hasta el “Nos hemos equivocado”: ni una mala palabra ni una buena acción, la silenciada homoherejía (Specola)



Nos movemos en arenas movedizas y en un mar de contradicciones. El tema que nos ocupa es de una gravedad increíble. No podemos caer en un buenísimo estéril que nada soluciona y todo lo complica. Leemos en San Lucas 17,1-6 : “Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños
 Por lo tanto, ¡tengan cuidado!.

El Papa Francisco se ha visto obligado a publicar una carta el Pueblo de Dios en la que habla de nuevo de atrocidades, de vergüenza, de pedir perdón y nos dice que ahora si, que ya no habrá más omisiones. El problema es que esto ya no se lo cree nadie. Es posible que en Argentina no se enseñe a los niños la fábula del mentiroso que anuncia que viene el lobo y a la tercera nadie le cree y viene de verdad. Ya hemos olvidados cuántas veces se ha anunciado la tolerancia cero, la creación de comisiones, las durísimas condenas, las solemnes peticiones de perdón.

Las noticias de ayer nos traen dos intervenciones del Pontífice. Por un lado, “exige y reclama” al gobierno de la India que ayude a los damnificados por los monzones y por otro nos dice que “nos hemos equivocado”, parece que todos, en el tratamiento de la pedofilia. Es curioso el cambio de la primera persona del singular a la primera persona del plural -suponemos mayestático- tan utilizado en otros tiempos. 

Santidad: con todo el cariño ¡¡ déjese de palabras !! : lo que el pueblo de Dios le está pidiendo a gritos, que es imposible que no oiga, es que se deje de tonterías, de los amores de la leticia, de las defensas del planeta, de los abrazos y besos universales, de hacerse el simpático y el campechano y de una vez le “exige y reclama” que actúe.

Hablamos de horrendos delitos y de crímenes que incluso en el mundo de los encarcelados es mal visto. No se puede hacer responsable al “pueblo de Dios” de lo sucedido y hacerlo pasar por criminal y delincuente. Los culpables son los que son y no todos. La culpa es personal del que ha cometido el delito, del que lo ha encubierto y protegido y del que teniendo la obligación de actuar no lo ha hecho. No haga que las sufridas ovejas se cabreen más de lo que están.

Es muy injusta situación por la que están pasando sus sacerdotes y obispos honestos por culpa de esta cortina de humo con la que se intenta ocultar tanta porquería. 

Aquí no sirve el plural mayestático, la obligación del que gobierna es proteger al pueblo de Dios, descubrir a los culpables y respaldar a los inocentes. Hoy parece que estamos ante una absoluta incapacidad de gobierno y ante la protección de los culpables y el castigo de los inocentes. Esta convicción sólo se cambiará con hechos y no con palabras. El nuncio en Estados Unidos, que seguro no sabía nada, ni él ni sus antecesores, entra en escena con más buenas palabras.

Además de repartir culpabilidades urbi et orbi la solemne carta al pueblo de Dios no cita, ni de lejos,  que el verdadero problema es lo que ya muchos llaman la “homoherejía”. El camino desde el famoso “¿quien soy yo para juzgar? al “nos hemos equivocado” es largo y lleno de despropósitos

El problema es claro y lo ve un ciego: es la hora de los hechos.
Specola

martes, 21 de agosto de 2018

Adiós a la Tregua del 68 (Carlos Esteban)



Con la publicación de la Humanae Vitae, el rechazo tácito de muchísimos obispos y sacerdotes occidentales a la encíclica y la negativa de Roma a disciplinar a los rebeldes se inició una hipócrita ‘tregua’ doctrinal que ha desembocado en la presente crisis.

Ha dicho Joseph Cardenal Tobin, Arzobispo de Newark, que no es consciente de que exista una ‘subcultura gay’ en el clero de su diócesis, al tiempo que ha enviado a todos sus sacerdotes una carta imponiendo la ‘omertà’, la ley del silencio.

Y el cardenal, miembro de honor del círculo de McCarrick hasta que el ex cardenal se volvió ‘radioactivo’, que estaría llamándose o llamándonos imbéciles si entendemos por sus palabras que desconoce que en su diócesis las relaciones homosexuales del clero son cosa común, dice, sin embargo, la verdad: no hay nada de ‘sub’ en una cultura que prácticamente se ha convertido en la cultura principal en buena parte de las diócesis americanas… Y no americanas.

Basta leer por encima el siempre aleccionador blog de Joseph Sciambra para advertir que la promoción de la homosexualidad es moneda corriente en el clero a lo largo y ancho de la geografía estadounidense, ya en forma de ceremonias de ‘acogida’ y ‘encuentro’, ya en las homilías y en el confesionario, negando que lo que la doctrina considera un gravísimo pecado lo sea en absoluto.

Algún lector podría achacar a una empecinada homofobia la insistencia de esta publicación en la existencia de poderosas redes homosexuales dentro del clero católico y su importancia clave en la cadena de abusos que solo ahora empieza a revelarse, una vez más, después del gran escándalo de 2002. Hemos llamado la atención, últimamente, sobre la clamorosa ausencia de toda referencia a la homosexualidad -a la castidad, incluso- en la reciente carta de Su Santidad al Pueblo de Dios.

Pero no, créanme, no es obsesión extemporánea ni conspiracionismo homófobo: es absolutamente real. Detrás de aquellos abusos que son directamente delito, por tratarse de menores de edad, hay muchos otros que son simples abusos de autoridad, y muchísimos más que se consienten sin problemas porque se trata de ‘parejas’ de adultos en los que ambos consienten.

¿Cómo es posible que se haya llegado a esto? Porque Roma no ha cambiado -ni podría hacerlo- un ápice su doctrina sobre la grave ilicitud de las relaciones homosexuales -denominadas con el más antiguo término de sodomía-, ni los obispos que la toleran, la disculpan y la amparan tampoco se han declarado en abierta rebeldía contra Roma.

Pero lo que sucede con la homosexualidad se reproduce en otros ámbitos, muy especialmente en lo que se refiere a la moral sexual que, a todos los efectos, ha dejado de predicarse, enseñarse o exhortarse en amplísimas zonas de la Iglesia occidental.

Es lo que se conoce como ‘la Tregua del 68’, el año en que Pablo VI promulgó su encíclica Humanae Vitae, en la que condenaba como ‘intrínsicamente inmorales’ los métodos anticonceptivos artificiales.

Con la Humanae Vitae -de la que se cumple ahora medio siglo y que se disponen a ‘revisar’-, Pablo VI no hizo otra cosa que confirmar y aplicar al tiempo presente la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio y la sexualidad. Pero, y esto es lo que nos atañe, se negó a disciplinar a los obispos y sacerdotes que rechazaron la doctrina expresada en la encíclica, que no eran precisamente pocos.

A menudo, cuando en el Imperio Español no se ponía el sol, el rey enviaba un decreto a alguno de sus remotos virreinatos que, en su recepción, no podían o no convenía aplicarse porque las circunstancias habían cambiado o porque resultaba imposible. En esos casos, el virrey recibía la orden señalando: “se acata pero no se cumple”. Algo parecido es lo que tenemos en buena parte de la Iglesia desde el 68: la Humanae Vitae, como casi toda la moral sexual de la Iglesia, se ‘acata’ -es decir, no hay una rebelión explícita contra ella-, pero se la ignora y contradice sistemáticamente.

Una reedición de esa tregua, más pertinente a la situación que ahora vivimos, se produjo en 2005, cuando Benedicto XVI dio a los obispos de todo el mundo instrucciones para que no se ordenase a varones “con tendencias homosexuales profundas”. Aunque ningún obispo tuvo los redaños de oponerse abierta y públicamente a la decisión del Santo Padre -reiterada recientemente por Francisco-, muchísimos de ellos se limitaron a ignorarla. Ni siquiera es desusado que permitan romances homosexuales a sus sacerdotes, mientras todo esté dentro de la ley y sean discretos. Y, sobre todo, que no desafíen abierta e inequivicamente la doctrina de la Iglesia.

Las consecuencias de esta incómoda tregua han sido desastrosas. Quien no cree en una doctrina no va a vivirla, ni enseñarla, ni predicarla. Por otra parte, quien no hace pública su oposición, no permite la necesaria clarificación. Es como vivir con un secreto de familia, algo que todo el mundo sabe pero todo el mundo niega. Nadie está contento, porque los fieles no ven predicada la verdad católica íntegra, ni los revolucionarios tienen la doctrina que querrían ver hecha pública y asentada.

Por eso resulta especialmente doloroso que, ni siquiera en medio de una crisis que amenaza gravísimamente con destruir la credibilidad de la Iglesia, sea capaz el Santo Padre de pronunciar la palabra, de reconocer el hecho, de clarificar un malentendido que se vuelve ya insostenible y que está en la base misma de todo este escándalo.

Carlos Esteban

Cardenal Tobin: nuevamente no sabía “nada”




Los sacerdotes de Newark hablaron el 17 de agosto en catholicnewsagency.com sobre los abusos homosexuales en el seminario y la arquidiócesis de Newark, lo cual incluye alcoholismo, fiestas y acoso homosexual.

Ese mismo día, Joseph Tobin, el cardenal pro-homosexual de Newark, publicó una carta a su clerecía afirmando que “nadie… me habló alguna vez sobre una ‘subcultura homosexual’ en la arquidiócesis de Newark”.

Desde 1986 al 2000, la arquidiócesis de Newark fue dirigida por el depredador homosexual y más tarde cardenal Theodore McCarrick, de 88 años. La atmósfera homosexual siguió bajo el sucesor de McCarrick, el arzobispo John Myers, de 77años, quien dirigió la arquidiócesis de Newark desde el 2001 a 2016.

En 2016, McCarrick promovió a su camarada, el arzobispo pro-homosexual de Indianápolis, Joseph Tobin, a presidir Newark.

Tobin apoya las llamadas Misas homosexuales y elogió el libro de propaganda homosexual “Building a Bridge” [Construyendo un puente], del [sacerdote jesuita] James Martin.

En mayo de 2017 Tobin dio una calurosa bienvenida a una “peregrinación” homosexual que se llegó hasta la catedral de Newark, organizada por un militante homosexual.

Un delito de profanación no se legaliza con un Decreto-Ley. Sánchez cometería prevaricación (Elentir)



Usar un decreto-ley para autorizar una exhumación es un fraude de ley
El anuncio lo ha hecho el ministro de Cultura y Deporte, José Guirao. Me pregunto si el Gobierno ha consultado a algún jurista antes de hacer semejante anuncio, porque lo que se plantea es abiertamente un fraude de ley. Para empezar, el Artículo 86 de la Constitución establece que el decreto-ley sirve para un “caso de extraordinaria y urgente necesidad”, y no parece que se corresponda con esa premisa un enterramiento existente desde hace 42 años. Se da la circunstancia de que en 2014 el PSOE recurrió un decreto-ley del Gobierno de Rajoy con medidas contra la crisis económica y lo hizo denunciando “una abusiva utilización del mismo en la legislatura actual”. Entre otras cosas, el recurso del PSOE advertía “el deseo de inmediatez de las modificaciones normativas no constituye por sí solo una justificación de la urgencia”. Y eso que se trataba de hacer frente a una crisis económica, no de exhumar un cadáver que lleva sepultado 42 años. Recurrir a un mecanismo abiertamente excepcional para satisfacer las prisas de un Gobierno a la hora de exhumar un cadáver es un fraude de ley en toda regla.
Un decreto-ley no puede modificar ni vulnerar un tratado internacional
Por otra parte, el Artículo 86 de la Constitución especifica que los decretos-leyes “no podrán afectar al ordenamiento de las instituciones básicas del Estado”. Hay que recordar que en enero de 1979, unas semanas después de ser aprobada la Constitución Española, España y la Santa Sede firmaron unos acuerdos. Y como señaló el Tribunal Constitucional en su sentencia 66/1982este Acuerdo del Estado español y la Santa Sede tiene rango de tratado internacional. Y esto es lo que dice el Artículo 96 de la Constitución Española sobre los tratados internacionales: Los tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán parte del ordenamiento interno. Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho internacional”. Y esto es lo que especificaba el Artículo I del Acuerdo sobre asuntos jurídicos“Los lugares de culto tienen garantizada su inviolabilidad con arreglo a las Leyes”.
Hay que recordar que la tumba de Francisco Franco está situada ante el altar de una basílica católica. Esa basílica es inviolable tal como dictan los Acuerdos entre España y la Santa Sede. Esta inviolabilidad no es exclusiva, por cierto, de la Iglesia Católica: los respectivos acuerdos con otras confesiones otorgan el mismo status a los lugares de culto de protestantes, judíos y musulmanes. Para exhumar los restos de Franco, el Gobierno tendría primero que violar ese lugar de culto, algo abiertamente ilegal. Como sabe cualquier estudiante de primero de Derecho, en España existe una jerarquía normativa: una norma de rango inferior como es un decreto-ley no puede modificar ni vulnerar una norma de rango superior como es un tratado internacional. Ni siquiera una ley orgánica aprobada por las Cortes podría modificarla ni vulnerarla, como señala el Artículo 96.1 de la Constitución: Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho internacional”. Para que lo entienda hasta Pedro Sánchez, lo resumiré en pocas palabras: un tratado internacional no puede modificarse ni ser vulnerado mediante un decreto-ley, eso sería inconstitucional. Y el que lo hiciese estaría cometiendo un delito de prevaricación.
Un decreto-ley no puede legalizar un delito de profanación de un sepulcro
Además de lo señalado, hay que añadir que el Artículo 526 del Código Penal castiga los delitos de profanación, no sólo de los cadáveres, sino también de las sepulturas: “El que, faltando al respeto debido a la memoria de los muertos, violare los sepulcros o sepulturas, profanare un cadáver o sus cenizas o, con ánimo de ultraje, destruyere, alterare o dañare las urnas funerarias, panteones, lápidas o nichos será castigado con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses“. Hay que decir que el Código Penal es una ley orgánica, pues regula derechos fundamentales, y precisamente el Artículo 86 de la Constitución prohíbe el uso de un decreto-ley para regular esos derechos. De hecho, para modificar el citado Artículo 526 del Código Penal hizo falta en 2003 otra ley orgánica, la 15/2003. Es una colosal burla a la legalidad que ahora el Gobierno pretenda blanquear un delito de profanación recurriendo a un decreto-ley. De hecho, los descendientes de Franco ya advirtieron que denunciarán a Sánchez si profana la tumba de su antepasado, ya que no han otorgado autorización al Gobierno para llevar a cabo esa exhumación.
La Iglesia, el PP y Cs miran hacia otro lado: Vox se opone a la profanación
Hecho el análisis legal, añado un comentario más. Algunos parece que entienden que posicionarse en defensa de la legalidad en casos como éste implica una adhesión al franquismo. Nada más lejos. Yo no soy franquista. Nací después de la muerte de Franco y no siento ninguna nostalgia por un régimen que no viví. Lo que pasa es que llevo décadas oyendo hablar a los políticos sobre el Estado de Derecho y la igualdad ante la ley, y ahora resulta que mentían, que les parece bien saltarse la legalidad para desenterrar a un hombre que lleva 42 años muerto. Una vez más estamos ante la vieja y perversa idea de que el fin justifica los medios. Lo más triste es que en España apenas hay oposición a que el Gobierno se salte la legalidad con un propósito tan rastrero como es profanar una tumba y una basílica. La Conferencia Episcopal y el Arzobispo de Madrid se han lavado las manos(me pregunto qué habrían dicho sus antecesores si Franco y otros se hubiesen lavado las manos cuando la izquierda incendiaba iglesias y perseguía a obispos, sacerdotes y religiosos católicos en España), el PP ha dicho que no se opondrá y Ciudadanos incluso está dispuesto a colaborar con el PSOE. Es decir, que la violación de la ley por parte de un Gobierno no le importa ni a la oposición, ni a la Iglesia ni a casi nadie. Y digo “casi” porque Vox sí que se ha pronunciado “en contra de la profanación de cadáveres” y también “a favor de enterrar la totalitaria Ley de Memoria Histórica”.
ELENTIR

Por qué no he leído la carta de Francisco sobre los abusos (Carlos Esteban)




Voy a hacer una confesión indigna de un periodista; una declaración que justificaría que me quitaran el carné de prensa si alguna vez, en mis treinta años de ejercicio, lo hubiera tenido: no he leído el mensaje del Papa en respuesta al escándalo revelado por el gran jurado de Pensilvania.

Lo sé, es lo peor: un periodista debe ir siempre a las fuentes, y en información religiosa no puede haber fuente más importante que las palabras mismas del Santo Padre, no digamos ya cuando se trata de un asunto de tan candente actualidad como el que nos ocupa.

Pero no, no la he leído. No puedo ya. La he abierto, la he tenido ante mí, he comprobado -bendiciones de los tratamientos de texto- las palabras que no incluía, y me he sentido incapaz de enfrentarme a un texto tan obligado y previsible.

Dicho deprisa: cuando tras el escándalo puntual más grave que quizá haya sufrido la Iglesia en siglos la reacción de la Santa Sede son solo palabras, confieso que no me interesan demasiado esas palabras. Cualquier gabinete de relaciones públicas que valga su sal puede hacer maravillas en este sentido, hasta hacernos llorar a todos.

Toda reacción que no incluya el anuncio de ceses, de un cambio radical que arranque de raíz la cultura homosexualista instalada en tantos seminarios y curias diocesanas, es solo un intento de contención de daños, algo que hace cualquier empresa que recibe mala publicidad.

” Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”, dice el Papa. Pero cuando esos ‘pequeños’, en la figura de las víctimas del sacerdote pedófilo chileno Fernando Karadima, le imploraron que aceptara la renuncia del obispo Barros, un protegido de Karadima que presenció sin protestas los abusos, el Papa les llamó ‘calumniadores’.

Pidió perdón por ello, pero cuando, otra vez, esos pequeños, encarnados en 48 seminaristas del seminario mayor de Tegucigalpa, escribieron una carta pública denunciando el régimen de intimidación homosexual que reinaba en él, la mano derecha del Papa, el coordinador de su muy exclusivo consejo privado C9, el poderoso Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga les llamó mentirosos y les acusó de alinearse contra la ‘anti-Iglesia’.

Esos pequeños son aquellos cuyos abusos han propiciado que el ministerio fiscal chileno haya llamado a declarar a la cúpula de la iglesia nacional, incluido un emérito, Errazuriz, que sigue siendo miembro del C9.

Acaba de nombrar ‘sostituto’ de la Secretaria de Estado para asuntos generales a un hombre, el venezolano Edgar Peña Parra, que presionó para que el entonces sacerdote Juan José Pineda, apartado ahora tras las acusaciones verosímiles de abusos homosexuales, fuera nombrado obispo auxiliar de Maradiaga. Otro nombramiento reciente ha sido el del ahora obispo portugués José Tolentino Mendonça, que asegura que Jesús “nunca estableció normas”.

No es solo que el Vaticano no ha dicho nada sobre esta crisis hasta que le ha resultado imposible, incluso peligroso, no hacerlo; es que, como no nos cansamos de ver, hay una desconexión desesperante entre muchos de los mensajes más esperanzadores del Papa y sus acciones concretas, sus medidas reales.

La ‘tolerancia cero’ resultó no serlo tanto, como vemos, al igual que la ‘Iglesia pobre para los pobres’ no ha significado que Francisco se deshaga del APSA (el enorme patrimonio inmobiliario del Vaticano), a pesar de las constantes llamadas a acoger a los refugiados. ¿Demagogia? No: tomarse en serio el deseo de una Iglesia pobre.

La misericordia que tiene siempre en los labios y por la que todo el mundo le alaba también ha resultado extraordinariamente selectiva. De ella se benefician quienes, de pecar, pecan del lado ‘bueno’, quienes exageran, en todo caso, las líneas ideológicas que Su Santidad no disimula, como el ex presidente brasileño encarcelado por corrupción Lula da Silva. Otros, los ‘rígidos’, los que encuentran a Cristo de un modo más cercano a la manera tradicional, como la Hermandad de los Santos Apóstoles o los Franciscanos de la Inmaculada, han podido probar la otra cara de Francisco, implacable y sin apelación ni explicación.

El próximo miércoles se inicia en Dublin un Encuentro Mundial de las Familias bajo la égida de Su Santidad organizado por Kevin Farrell, quien fuera amigo personal, colaborador y protegido del ex cardenal McCarrick; que contará con la presencia estelar del jesuita homosexualista James Martin y de la que se han excusado ya, a pocos días del comienzo, dos cardenales que debían encabezar importantes intervenciones, O’Malley y Wuerl. Mientras se hace evidente que la infiltración homosexual en el clero está en el núcleo mismo de esa situación que ha causado “heridas que no prescriben” en los más pequeños, el evento se presenta como una forma de ‘suavizar’ la postura de la Iglesia sobre la homosexualidad.

Libertad Digital titula la noticia con unas palabras del jefe de prensa del Vaticano, Greg Burke, el mismo que no interrumpió inmediatamente sus vacaciones cuando se conoció el informe: Greg Burke: “Es significativo que el Papa se refiera a los abusos como un crimen, no solo un pecado”. Pero no, no es significativo cuando ya lo ha hecho una institución oficial como es el gran jurado del Estado de Pensilvania.

En Vatican News, que va camino de merecer el nombre de Pravda francisquista, también abren con comentarios de Greg Burke: “El Papa lo subraya, las heridas nunca prescriben”. ¿Qué quiere decir eso, exactamente? ¿En qué se traduce? Después de que Benedicto XVI secularizara al sacerdote pederasta Mauro Inzoli, Francisco lo rehabilitó, para volver a secularizarlo cuando reincidió. Las heridas no prescriben, pero los delitos, sí.


Carlos Esteban