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viernes, 4 de noviembre de 2022

Famoso youtuber protestante se convierte al catolicismo



Por gracia de Dios, Santiago Alarcón, famoso youtuber y predicador protestante, director del canal “Rincón apologético” (https://www.youtube.com/channel/UCcMb...) se ha convertido al catolicismo. 

Dejamos aquí la conversación casual que, justamente ayer, pudimos tener, café de por medio y pedimos oraciones por su perseverancia

DURACIÓN 37:06 MINUTOS

Aborto y democracia | Actualidad Comentada | 04-11-2022 | Pbro. Santiago Martín FM



Duración 12:07 minutos

¿Qué está pasando en Brasil? Protestas en las calles a favor de Bolsonaro


El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha difundido este miércoles por la noche un vídeo en el que, por un lado, pide a sus seguidores que levanten los cientos de cortes de carreteras que impiden el tráfico aunque defiende las protestas pacíficas. Algo que hace que muchos se pregunten si hubo fraude electoral el pasado fin de semana.


Duración 1:33 minutos

Corvera: ‘La ciencia existe para explicar la realidad. Con la Ley Trans han expulsado a la ciencia’



Duración 1:51 minutos

El via crucis de un párroco católico



De forma clara, concreta y concisa: quisiera que los obispos supieran bien el vía crucis que un párroco católico padece en su destino pastoral en el tiempo actual, y no por la acción de los enemigos de la Iglesia sino por efectos de las contradicciones internas de la misma que desde hace medios siglo sufre la comunidad cristiana. Y resalto párroco CATÓLICO; el modernista no sufre calvario alguno sino que toma el ministerio como una función civil sin adhesión ontológica alguna. Hablo del sacerdote ordenado que con toda ilusión acude a su primer destino parroquial y se encuentra con:

1: Solicitudes de bautizo de una gran mayoría de padres no casados por la Iglesia (o por civil o en concubinato) los cuales desconocen por completo que viven en situación objetiva de pecado mortal. Idem de los mismo en los padrinos que, en no pocas ocasiones, o no están confirmados o si lo van a estar es por acudir a catequesis “express” para confirmarse de cualquier manera (o sea sin fe alguna). Ahora cura párroco: celebra los bautizos en un ambiente de increencia, indiferencia y hasta en celo amargo de los que no quieren pagar una mínima tasa y hacen el dispendio en la fiesta familiar.

  • Si nos quejamos nos dirán que tenemos que ser más “sinodales”

2: “Primeras” comuniones. Ya no es la primera sino “LA” comunión (es la única). Madres que acuden a la parroquia con el único deseo de montar una fiesta a sus hijos en ocasión de esa “comunión”; los “sueltan” literalmente en Misa dominical para que los catequistas los cuiden en Misa y luego pretenden mangonear al sacerdote en asuntos de los que no tienen ni idea como la liturgia celebrativa.

  • Si nos quejamos nos dirán que seamos más “cercanos”

3: Confesiones. Cuántas veces hay que negar, o aplazar, la absolución, a fieles que vienen a confesar sin idea alguna del sentido de pecado y, lo que es peor, envenenados de la “teología” posconciliar que durante décadas ha vaciado las conciencias de la moralidad cristiana sobre todo en los mandamientos tercero y sexto de la ley de Dios.

  • Si nos quejamos nos dirán que no seamos “curas torturadores” en la confesión

4: Bodas. Cuando son de fieles no practicantes (hoy son mayoría en España) hay que sufrir verdadera “invasión” de nuestras parroquias de manadas de horteras, catetos y similares que convierten la casa de Dios en pseudoferias de la peor estofa, y no exagero. Y hay que tragarse esa falta de respeto como efecto de décadas de “catequesis” insulsa, buenista y meramente sentimental.

  • Si nos quejamos nos dirán que somos muy “rígidos”

5: Funerales o exequias. Dado que desde hace décadas parece que el infierno dejó de existir, que el purgatorio es una fábula, y que TODOS vamos al cielo hagamos lo que hagamos…., pues de nuevo soportar la presión ambiental para que los funerales se parezcan más a epílogos de películas yanquis que a lo que debiera ser una Santa Misa para implorar el descanso eterno

  • Si nos quejamos…….es que carecemos de “misericordia”

6: Acusaciones falsas. Esto es lo más doloroso humanamente hablando. Cuantos curas son falsamente acusados y sometidos a presunción de culpabilidad por sus mismos superiores para quedar bien con las autoridades civiles (o por miedo a ellas y a los medios informativos)

Son solo seis ejemplos del vía crucis que HOY sufre cualquier cura párroco salvo excepciones muy extraordinarias. Pero ejemplos que nos hacen la idea real de uno de los mayores problemas que padece la Iglesia actual.

Padre Ildefonso De Asís

jueves, 3 de noviembre de 2022

Noticias 3 de noviembre de 2022




CONTANDO ESTRELAS

- Yolanda Díaz, Vox y Putin: lo que busca tapar una descomunal mentira de la vicepresidenta

https://www.outono.net/elentir/2022/11/03/yolanda-diaz-vox-y-putin-lo-que-busca-tapar-una-descomunal-mentira-de-la-vicepresidenta/

SECRETUM MEUM MIHI

- La Iglesia católica cubana se queda sin hostias por falta de harina

https://secretummeummihi.blogspot.com/2022/11/la-iglesia-catolica-cubana-se-queda-sin.html

ADELANTE LA FE

- Giorgia Meloni: «Somos los herederos de San Benito»

https://adelantelafe.com/giorgia-meloni-somos-los-herederos-de-san-benito/

INFOCATÓLICA

- Mons. Munilla: «¡Si el aborto es progresismo, entonces la ley de la selva es la cumbre de la democracia!»

https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=44805&utm_medium=RSS&utm_source=atom&utm_campaign=home


INFOVATICANA

- Prohíben decir Misa a un sacerdote irlandés por recordar la doctrina sobre el aborto y la homosexualidad (Carlos Esteban)

https://infovaticana.com/2022/11/03/prohiben-decir-misa-a-un-sacerdote-irlandes-por-recordar-la-doctrina-sobre-el-aborto-y-la-homosexualidad/

Selección por José Martí

Buxadé responde a las acusaciones de Irene Montero contra VOX



Duración 2:04 minutos

lunes, 31 de octubre de 2022

¡VOX CRECE EN VALENCIA Y MURCIA, ¿PACTO PP-VOX? ABASCAL ARRASA AL PSOE Y BRASIL PIERDE SIN BOLSONARO



DURACIÓN 19:11 MINUTOS


Bienvenidos a RoberSR!!! 

Nuevo vídeo en el canal comentando los últimos sondeos publicados a nivel autonómico para Murcia, Comunidad Valenciana y Castilla La Mancha, que reflejan un crecimiento de VOX respecto a 2019. 

Territorios en donde podrían gobernar en coalición con el Partido Popular. Además, veremos los enésimos retratados de Abascal al PSOE y cómo Brasil, cae en las garras del comunismo con la victoria de Lula y la derrota de Bolsonaro.

Todo esto y mucho más en el vídeo de hoy!!!

La Agenda 2030, culpable de la situación de los ganaderos españoles



Duración 1:23 minutos

NOTICIAS 31 DE OCTUBRE DE 2022



INFOCATÓLICA

- Totalitarismo e Ideología de Género

https://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=44782&utm_medium=RSS&utm_source=atom&utm_campaign=home


CHIESA E POST CONCILIO

- EE.UU. "terriblemente decepcionado" por el acuerdo Vaticano-China



http://chiesaepostconcilio.blogspot.com/2022/10/usa-tremendamente-delusi-dallaccordo.html


INFOVATICANA


- Fernando Prado Ayuso, nuevo obispo de San Sebastián


- José María Yanguas, obispo de Cuenca, presenta su renuncia

Equipo de Francisco al mando de la Iglesia: todos jesuitas



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Increíble pero cierto. Justo ahora, cuando en unas pocas décadas ha perdido la mitad de sus fuerzas, la Compañía de Jesús se ha elevado a las alturas de mando de la Iglesia Católica como nunca antes.

La historia de Francisco es bien conocida. Es el primer Papa jesuita de la historia: el que, sin embargo, tuvo más adversarios que amigos en la Compañía y se cuidó de no pisar su curia general cada vez que venía a Roma como cardenal.

Pero la novedad es que en esta última fase de su pontificado -decreciente en edad pero no en ambiciones- Francisco se ha dotado de un veterano equipo de ataque, todo suyo y compuesto íntegramente por jesuitas.

El líder de este equipo es sin duda el cardenal Jean-Claude Hollerich (en la foto), arzobispo de Luxemburgo. Top man, en los planes de Jorge Mario Bergoglio, tanto para hoy como para mañana.

Para hoy, la tarea que le asignó Francisco es conducir, como relator general, el sínodo mundial que comenzó en 2021 y durará al menos hasta 2024, pero en la mente del Papa incluso más allá, con la tarea de remodelar la Iglesia bajo la bandera de nada menos que una "sinodalidad" permanente.

Mientras que para mañana no es ningún misterio que Hollerich es también el candidato de Francisco "in pectore" para su sucesión , en el que el sínodo actual tendrá una influencia decisiva, obligando efectivamente al futuro Papa, quienquiera que sea, a asumir y continuar el " proceso”, un poco como le sucedió a Pablo VI con el Concilio Vaticano II heredado de Juan XXIII.

El ensayo general de este sínodo mundial es el que está en marcha en Alemania, que ya está contagiando a otras Iglesias nacionales sin que Francisco se oponga a ninguna contención efectiva, con la letanía inevitable de reformas de moda, que van desde sacerdotes casados ​​a mujeres sacerdotes, desde una nueva moral sexual y homosexual a la democratización del gobierno de la Iglesia.

Es imposible no recordar que algunas de ellas eran las reformas que otro gran jesuita, el cardenal Carlo Maria Martini (1927-2012), había incluido en la agenda de la futura Iglesia en un memorable discurso de 1999. Se sabe que Martini tenía una opinión negativa de Bergoglio, pero los partidarios del pontificado actual están teniendo un día de campo al convertirlo en el "profeta" de las reformas para las que Francisco supuestamente está allanando el camino por fin y de las que Hollerich ya ha dicho repetidamente. dijo que está a favor.

“L'Osservatore Romano” publicó el pasado 24 de octubre una amplia entrevista de agenda a este culto cardenal jesuita con veintisiete años de misión en Japón a sus espaldas. Y en él volvió a expresar la esperanza de “un cambio de paradigma” en la pastoral y doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad, porque también los homosexuales “son fruto de la creación” y por tanto no son “manzanas podridas” sino “algo bueno”. " Por supuesto, no hay lugar -añadió el cardenal- para un matrimonio sacramental entre personas del mismo sexo, porque falta la finalidad procreadora que caracteriza al matrimonio, "pero esto no quiere decir que su unión afectiva no tenga valor".

Y al editor de “L'Osservatore Romano” que trajo a colación el hecho de que los obispos de Bélgica se han pronunciado a favor de la bendición de las uniones homosexuales, Hollerich respondió: “Francamente, la cuestión no me parece decisiva. Si nos atenemos a la etimología de 'bene-dire' [bendecir, literalmente 'hablar bien', Tr.], ¿Crees que Dios podría alguna vez 'dire-male' ['hablar mal', Tr.] de dos personas ¿Quiénes se preocupan el uno por el otro?

Estas palabras de Hollerich plantean espontáneamente la pregunta: ¿pero no fue otro jesuita de alto rango en el Vaticano, el cardenal Luis F. Ladaria, en su calidad de prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, quien prohibió la bendición de uniones homosexuales en un “ Responsum ” hecho público el 15 de marzo de 2021?

¿Y no fue el mismo Francisco quien “dio su consentimiento” a la publicación de este “Responsum”, después de haber sido “informado” de él, como está escrito al pie del documento?

Tan. Excepto, sin embargo, para tomar nota de que el domingo siguiente, en el Ángelus, el Papa había dejado claro que no le gustaban en absoluto las "condenas teóricas" o las "pretensiones de legalismo o moralismo clerical" donde lo que se necesita en cambio son " gestos de amor". Y "fuentes autorizadas del Vaticano" habían hecho saber de forma anónima que con esto criticaba nada menos que el "Responsum" que prohibía la bendición de las uniones homosexuales, que él había aprobado de palabra.

En resumen, humillado por su hermano el Papa, el desventurado cardenal Ladaria es la excepción que confirma la regla. Es el jesuita de la vieja escuela que Bergoglio mantiene en el banquillo a la espera de enviarlo al retiro, fuera de su equipo. Exigiéndole mientras tanto que responda "no" a esos cardenales -y ha habido algunos- que le han pedido que llame a Hollerich de vuelta al respeto por la doctrina correcta.

Pero además de Hollerich, hay otros dos jesuitas a quienes Francisco recientemente nombró cardenales y los puso en el equipo en roles importantes.

El primero es el canadiense Michael Czerny, durante muchos años más competidor que colaborador del cardenal ghanés Peter KA Turkson, primero en el pontificio consejo para la justicia y la paz y luego en el dicasterio para la promoción del desarrollo humano integral, del que ahora es convertirse en prefecto. Czerny también fue secretario especial del sínodo para la Amazonía. Desde la defensa de la naturaleza hasta los migrantes, pasando por los “movimientos populares”, es el hombre del que Bergoglio se vale en estos campos que favorece.

El segundo es el italiano Gianfranco Ghirlanda, ex rector de la Pontificia Universidad Gregoriana y aguerrido experto en derecho canónico. Entre sus tareas está la de traducir en disposiciones jurídicas los actos imperiosos que realiza Francisco con aires de monarca absoluto. De Ghirlanda, por ejemplo, llegó la conclusión superficial de la larga disputa teológica entre las facultades de orden, las derivadas de la ordenación episcopal, y las facultades de jurisdicción, las conferidas por una autoridad superior, optando por estas últimas para colocar a algunos laicos como bien, hombres o mujeres, al frente de la curia vaticana, con el simple mandato del Papa. De nuevo de Ghirlanda, en su papel de "factotum" jurídico al servicio de Francisco, vino el desmantelamiento y la refundación impuestas por el Papa a la Orden de Malta .

Pero eso no es todo. También entre los jesuitas que no son cardenales hay algunos a los que el Papa ha puesto en puestos clave, a su servicio.

En la secretaría general del sínodo de los obispos hay un consultor que es, de hecho, el asociado más cercano al cardenal Hollerich. Se trata de Fr. Giacomo Costa, ex editor de la revista “Social Updates” de los jesuitas de Milán y vicepresidente de la Fundación Carlo Maria Martini.

Sin mencionar a Fr. Antonio Spadaro, editor de "La Civiltà Cattolica" y muy cercano a Francisco desde su elección como Papa, él también muy activo y urgente en la promoción del sínodo mundial sobre la sinodalidad y en particular en involucrarse en la aventura - con importantes ayuda de su predecesor en “La Civiltà Cattolica”, Bartolomeo Sorge (1929-2020) - la conferencia episcopal italiana, inicialmente muy desconfiada.

Y luego está el capítulo de las finanzas del Vaticano, donde Francisco ha nombrado al jesuita español Juan Antonio Guerrero Alves como prefecto de la secretaría de economía, la oficina que supervisa todo el sector.

Además, desde hace un par de años también hay un jesuita en la basílica de San Pedro, junto al cardenal arcipreste Mauro Gambetti, vicario general del Papa para la Ciudad del Vaticano. Se trata de Francesco Occhetta, secretario general de la fundación "Fratelli tutti" y hasta 2020 columnista político de "La Civiltà Cattolica".

Y también hay un jesuita entre los obispos auxiliares de la diócesis de Roma de la que el Papa es obispo: Daniele Libanori, a quien se le confía la atención pastoral del centro de la ciudad.

Con el Papa, los nombres enumerados hacen nueve. Y con Sorge y el “profeta” Martini once, naturalmente sin contar al cardenal Ladaria. Nunca se había visto un equipo así, enteramente de jesuitas, al mando de la Iglesia.

Sandro Magister

domingo, 30 de octubre de 2022

La gravedad de la infiltración de la democracia en la Iglesia (P. Alfonso Gálvez)



Homilía del 31/10/2010. Cristo Rey

Duración 41:08 minutos

El colorido sínodo de los sínodos



El Sínodo sobre la sinodalidad, ahora oficialmente prorrogado hasta 2024, ha pedido una «actualización permanente» a la luz del Concilio Vaticano II. 

Ya tenemos el documento que guiará la próxima fase del Sínodo sobre la Sinodalidad, será por papeles, y como era de esperar, pide una mayor inclusión de los divorciados vueltos a casar, los polígamos, padres solteros, los grupos arcoiris y propone un «diaconado femenino»

Son 45 páginas compiladas por un grupo de «expertos», teólogos, laicos y obispos en septiembre. Entre los expertos tenemos algo, ya habitual en el Vaticano, opuestos a la misa tradicional y defensores de la anticoncepción. 
Nos dicen que el documento no es «un documento conclusivo, porque el proceso está lejos de estar concluido», ni forma parte del «Magisterio de la Iglesia, ni es el informe de una investigación sociológica»; sólo faltaba eso, pero «sigue siendo un documento teológico en el sentido de que está orientado al servicio de la misión de la Iglesia: anunciar a Cristo muerto y resucitado por la salvación del mundo». El documento señala que «muchos lamentan las restricciones en el uso del Misal de 1962».
Lo preocupante no son los temas concretos que aparecen o no en el documento, pueden ser una distracción, el problema es la mentalidad, ¿ideología?, que está detrás
«Una reforma continua de la Iglesia, de sus estructuras y de su estilo, en la estela del deseo por una ‘actualización’ permanente, precioso legado del Concilio Vaticano II al que estamos llamados a volcarnos en su 60 aniversario”. 
Hay un abandono de la adhesión a la doctrina o los principios católicos: 
«El mensaje del camino sinodal es simple: aprendemos a caminar juntos ya sentarnos juntos a partir el mismo pan, para que todos encuentren su lugar. Todos están llamados a participar en este camino, nadie está excluido.«Una espiritualidad sinodal solo puede ser una espiritualidad que acoge las diferencias y fomenta la armonía, y que saca la energía para salir adelante de las tensiones”.
Hollerich, S.I nunca ha ocultado su forma de pensar, es más, seguro que es cardenal por eso: 
«La Iglesia debe cambiar radicalmente». 
«Pereceremos si no nos posicionamos de manera diferente». 
«¿Es la homosexualidad un pecado? Cambiemos la doctrina».
 “Las posiciones de la Iglesia sobre las relaciones homosexuales como pecaminosas están equivocadas. Creo que el fundamento sociológico y científico de esta doctrina ya no es correcto. Es hora de una revisión fundamental de la enseñanza de la Iglesia y la forma en que el Papa Francisco ha hablado de la homosexualidad puede conducir a un cambio de doctrina. Mientras tanto, en nuestra archidiócesis, en Luxemburgo, nadie es despedido por ser homosexual, o por estar divorciado y vuelto a casar. No los puedo echar, se quedarían sin trabajo, y ¿cómo puede ser cristiano tal cosa? En cuanto a los sacerdotes homosexuales, hay muchos, y sería bueno que pudieran hablar de ellos con su obispo sin que él los condene”.
Con lo fácil que es abolir el pecado y decir que ya no existe, que todo el mundo va al Cielo y que el Infierno permanece vacío. 

Dios acoge con los brazos abiertos al ladrón, al asesino, a la prostituta, al homosexual, al adúltero, pero no acoge con los brazos abiertos el robo, el asesinato, la prostitución, la homosexualidad y el adulterio

Dios nos pide que abandonemos el pecado, que nos convirtamos. Si no queremos abandonar el pecado, es imposible que Dios nos abrace. Es imposible que Dios perdone a una persona si ésta no quiere ser perdonada, porque recibir el amor misericordioso de Dios sólo puede ser una libre elección.

Dios descarga sobre nosotros la lluvia de su amor, de su gracia, pero si abrimos el paraguas del pecado, ni una gota de ese amor podrá tocarnos. Dios no obliga a nadie a amarlo y recibir su amor.

NOTICIAS 27 Y 28 DE OCTUBRE (SOBRE EL CARDENAL MÜLLER Y FRASES SUYAS SACADAS DE CONTEXTO )



INFOVATICANA

- Cardenal Müller: «Los obispos no pueden reinterpretar la fe revelada a su gusto»

https://infovaticana.com/2022/10/28/cardenal-muller-los-obispos-no-pueden-reinterpretar-la-fe-revelada-a-su-gusto/

- Müller carga contra los obispos alemanes: «Son cobardes ante la opinión pública y la mayoría de sus tesis son falsas»

https://infovaticana.com/2022/10/27/muller-carga-contra-los-obispos-alemanes-son-cobardes-ante-la-opinion-publica-y-la-mayoria-de-sus-tesis-son-falsas/

ACIPRENSA

- Cardenal Müller llama “cobardes” a obispos alemanes que promueven falsas ideologías

Selección por José Martí

sábado, 29 de octubre de 2022

Viganò: La Iglesia conciliar se aparta de la Iglesia de Cristo



De cómo la Iglesia conciliar, con su autorreferencialidad, se aparta de la tradición de la Iglesia de Cristo

Con la prosopopeya que caracteriza la propaganda ideológica, el reciente panegírico bergogliano (ver aquí) con motivo del sexagésimo aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II no ha dejado de confirmar, más allá de huecas retóricas, la total autorreferencialidad de la iglesia conciliar. Es decir, de esa organización subversiva que nació de modo casi imperceptible del Concilio y que en los últimos sesenta años ha eclipsado casi por completo la Iglesia de Cristo ocupando sus puestos más altos y usurpando su autoridad.

La iglesia conciliar se considera heredera del Concilio y prescinde de los veinte concilios ecuménicos que lo precedieron a lo largo de los siglos: ése es el factor principal de su autorreferencialidad. Hace caso omiso de ellos en cuanto a la fe y propone una doctrina contraria a la que enseñó Nuestro Señor, predicaron los Apóstoles y transmitió la Santa Iglesia. Prescinde de ellos en cuanto a la moral, derogando sus principios en nombre de la moral situacionista. Y prescinde de ellos, por último, en cuanto a la liturgia, que por ser expresión de la lex credendi se ha querido adaptar al nuevo magisterio, y al mismo tiempo se ha prestado a ser poderosísimo instrumento de adoctrinamiento de los fieles. La fe del pueblo ha sido corrompida científicamente mediante la adulteración de la Santa Misa efectuada por el Novus Ordo, gracias a la cual los errores contenidos in nuce en los textos conciliares se han encarnado en la liturgia y se han propagado como una enfermedad contagiosa.

Pero si por un lado a la iglesia conciliar le gusta recalcar que no tiene nada que ver con la iglesia de antes, y menos aún con la Misa de antes, y declara tanto a la una como la otra anticuadas e inaceptables por ser incompatibles con el fantasmal espíritu del Concilio, por otro confiesa impunemente que ha perdido el vínculo de continuidad con la Tradición, que es condición indispensable -por voluntad del propio Cristo- para el ejercicio de la autoridad y el poder por parte de la Jerarquía, cuyos miembros, desde el Romano Pontífice hasta el más desconocido obispo in partibus son sucesores de los Apóstoles y deben pensar, hablar y actuar como tales.

Esta ruptura radical con el pasado, evocado en términos sombríos en el discurso original de quien habla de involucionismo y fulmina anatemas contra los encajes de la abuela, no se limita claramente a las formas externas, por mucho que sean precisamente la forma de una sustancia bien precisa, no casualmente manipulada, sino que se extiende a los cimientos mismos de la Fe y la Ley Natural, para culminar en una auténtica subversión de la institución eclesiástica, al contravenir la voluntad de su divino Fundador.

A la pregunta de ¿me amas?, la iglesia bergogliana -pero primero fue la iglesia conciliar, con menos descaro, aunque siempre jugando con mil distinciones- se interroga sobre sí misma, porque «el estilo de Jesús no es tanto el de dar respuestas como el de hacer preguntas». Si nos tomamos estas inquietantes palabras en serio, habría que preguntarse en qué consisten la Divina Revelación, el ministerio terrenal de Nuestro Señor, el mensaje del Evangelio, la predicación de los Apóstoles y el Magisterio de la Iglesia sino en responder a los interrogantes del hombre pecador, que es quien se hace las preguntas y tiene sed de la Palabra de Dios y necesidad de conocer la Verdad eterna y saber cómo conformarse a la Voluntad del Señor para alcanzar la bienaventuranza celestial.

El Señor no hace preguntas, sino que enseña, amonesta, ordena, manda. Porque Él es Dios, Rey y Sumo y Eterno Sacerdote. No nos pregunta quién el Camino, la Verdad y la Vida. Nos indica que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida, la Puerta por la que entran las ovejas al redil, la Piedra Angular. Y pone además de relieve su obediencia al Padre en la economía de la Redención y nos muestra su santa sumisión como ejemplo a imitar.

La mentalidad de Bergoglio invierte y subvierte las relaciones: el Señor le hace a San Pedro una pregunta con la que éste al responder se da perfecta cuenta de lo que significa en la práctica amar a Nuestro Señor. La respuesta no es opcional, no puede ser negativa ni evasiva como las de la iglesia conciliar, que por no desagradar al mundo ni parecer anticuada concede más importancia a la seducción de ideologías caducas y engañosas, y se niega a transmitir íntegramente lo que su Jefe le mandó enseñar fielmente. «¿Me amas?», pregunta el Señor a los cardenales inclusivos , a los obispos sinodales, a los prelados ecuménicos. Y estos responden como los invitados a las bodas: «He comprado un campo, y es preciso que vaya a verlo; te ruego me des por excusado» (Lc 14, 18). Hay compromisos mucho más urgentes y satisfactorios para obtener prestigio y aprobación social. No hay tiempo para seguir a Cristo ni menos aún para apacentar a sus ovejas, y menos aún a las empecinadas en el involucionismo, sea lo que sea que signifique esa palabra.

Por eso, ya no hay más concilios que el Vaticano II. El cual, por el mero hecho de ser el único al que se refieren, se muestra al mismo tiempo extraño, por no decir totalmente contrario en forma y contenido, a lo que es todo concilio ecuménico: la voz única del único Maestro, del único Pastor. Si la voz del concilio de ellos no es compatible con la del Magisterio anterior; si el culto público no se puede expresar en la forma tradicional porque lo consideran contrario a la nueva eclesiología de la nueva iglesia, es innegable la ruptura, que hay un antes y después. Y ciertamente están orgullosos de ello, y se presentan como innovadores de algo que non est innovandum. Y para que no se sepa que hay otra opción creíble y segura, hay que denigrar, ridiculizar, banalizar y acabar por eliminar, siendo los primeros en aplicar el borrado de identidad cultural en curso. Se entiende, pues, la aversión a la liturgia de siempre, a la sana doctrina y al heroísmo de la santidad testimoniada por obras y no proclamada por fatuas declaraciones desprovista de alma.

Bergoglio habla de una «iglesia que escucha», pero precisamente porque «por primera vez en la historia dedicó un concilio a interrogarse sobre sí misma, a reflexionar sobre su propia naturaleza y su propia misión», demuestra que quiere actuar por su cuenta, que puede renunciar al legado de la Tradición y renegar de su propia identidad, ni más ni menos que «por primera vez en la historia». Esta autorreferencialidad parte de la premisa de que hay algo mejor que implementar en lugar de otra cosa peor que es preciso corregir, que no tiene que ver con la debilidad e infidelidad de sus miembros individuales, sino de «su propia naturaleza y su propia misión», que Nuestro Señor dejó establecida de una vez para siempre, y no es competencia de sus ministros ponerla en tela de juicio. Y sin embargo Bergoglio afirma: «Volvamos al Concilio para salir de nosotros mismos y superar la tentación de la autorreferencialidad, que es un modo de ser mundano», cuando precisamente volver al Concilio es la prueba más descarada de autorreferencialidad y ruptura con el pasado.

De ese modo, los siglos de mayor expansión de la Iglesia, en los que se enfrentó a los herejes y definió con más claridad la doctrina que estos impugnaban, son considerados un embarazoso paréntesis de clericalismo que es necesario olvidar, porque todos esos errores los encontramos en las desviaciones del Concilio. El pasado remoto, el de la presunta antigüedad cristiana, de los siglos primitivos, de los ágapes fraternos, son sustancialmente para la narrativa conciliar una falsedad histórica que oculta deliberadamente el testimonio varonil de los primeros cristianos y sus pastores, perseguidos y martirizados por su fe, por negarse a quemar incienso ante la estatua del César y por su conducta moral, que contrastaba con las corrompidas costumbres de los paganos. Aquella coherencia, incluso por parte de mujeres y niños, debería avergonzar a los que profanan la Casa de Dios rindiendo culto a la Pachamama para participar en los delirios amazónicos del Pacto Verde, escandalizando a los sencillos y ofendiendo a la Majestad Divina con actos idolátricos. ¿No es cierto que esta autorreferencialidad ha llegado a infringir el Primer Mandamiento en pro de sus desvaríos ecuménicos?

No nos dejemos seducir por esas palabras engañosas, que no las han puesto ahí por casualidad. La Iglesia de Cristo no ha sido jamás autorreferencial sino cristocéntrica, porque es ni más ni menos que el Cuerpo Místico del que Cristo es cabeza, y que sin cabeza no puede vivir. Al contrario, es inevitablemente autorreferencial su versión miserablemente mundana y desprovista de horizontes sobrenaturales que se califica de iglesia conciliar y ejerce autoridad apoyada en el engaño de presentarse como promotora de una vuelta a la pureza original al cabo de siglos, siglos en los que la Iglesia habría estado encerrada «en los recintos de nuestras comodidades y convicciones», mientras pretende adulterar las enseñanzas que Cristo mandó transmitir con fidelidad.

¿Qué supuesta comodidad habría caracterizado la bimilenaria historia de la Esposa del Cordero, si tenemos en cuenta las ininterrumpidas persecuciones de que ha sido objeto, la sangre derramada por los mártires, las batallas provocadas por herejes y cismáticos y el empeño de los ministros de Dios en difundir el Evangelio y la moral cristiana? En cambio, ¿qué problemas va a tener una iglesia que se interroga a sí misma y no tiene convicciones, que se arrodilla ante las exigencias del mundo, se ajusta a la ideología verde y el transhumanismo, bendice el matrimonio entre homosexuales, se dice dispuesta a acoger a los pecadores sin la menor intención de convertirlos, se pone de acuerdo con los poderosos de este mundo en la propaganda de la vacunación y espera sobrevivir por sí misma?

Hay algo terriblemente egocéntrico, típico del orgullo luciferino, en pretender ser mejor que los antecesores y reprocharles un autoritarismo del que es culpable el propio acusador, con intenciones contrarias a la salvación de las almas.

Otro síntoma de autorreferencialidad es querer imponer a la Iglesia una estructura democrática que trastoca el carácter esencialmente monárquico (yo diría incluso imperial) deseado por Cristo. Ciertamente existe una Iglesia docente constituida por los pastores bajo la guía del Romano Pontífice, y una Iglesia discente constituida por el pueblo de Dios, por los fieles. La eliminación de la estructura jerárquica, que Bergoglio califica de «el feo pecado del clericalismo que mata a las ovejas, no las guía, no las hace crecer», apunta a otro engaño mucho más grave, e incluso una auténtica alteración en el cuerpo de la Iglesia: fingir que se puede compartir la potestad de quien tiene el deber de transmitir el verdadero Magisterio con quienes no están ordenados y por tanto no les asiste la gracia de estado. Al contrario, éstos últimos tienen derecho a ser conducidos a pastos seguros. La palabra magister lleva implícita la superioridad ontológica –magis- del enseñante sobre el discípulo que aprende lo que aún no sabe. Y desde luego el pastor no puede decidir junto con las ovejas adónde llevarlas, porque el rebaño no sabe adónde ir y está expuesto a los ataques de los lobos. Hacer creer que interrogarse por «la propia naturaleza y la propia misión» sea una vuelta a los orígenes es una mentira colosal: «Vosotros sois mis amigos, si hacéis esto que os mando» (Jn. 15, 14), dijo Cristo. Así deben dirigir sus ministros, que por serlo, en tanto se mantengan sujetos a él, ejercen vicariamente la autoridad de la Cabeza del Cuerpo Místico. Ministro (de minus, que indica inferioridad jerárquica) en el sentido etimológico de servidores, sujetos a la autoridad de su Maestro; por eso la Jerarquía católica es maestra (magistra) al enseñar lo que como ministra ha recibido de Cristo y custodia celosamente.

El carácter democrático y antijerárquico de la iglesia conciliar queda confirmado ante todo en la liturgia, en la que la labor ministerial del celebrante es poco menos que negada en beneficio del pueblo sacerdotal teorizado por Lumen Gentium y expresado en la herética formulación del artículo 7 de la Institutio generalis del misal montiniano de 1969: «En la Misa, o Cena del Señor, el pueblo de Dios es convocado y reunido, bajo la presidencia del sacerdote, quien obra en la persona de Cristo (in persona Christi) para celebrar el memorial del Señor o sacrificio eucarístico. De manera que para esta reunión local de la santa Iglesia vale eminentemente la promesa de Cristo: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”» (Mt. 18, 20).¿Qué es eso sino autorreferencialidad, hasta el punto de modificar la propia definición de la Misa según el espíritu del Concilio y contradiciendo los cánones dogmáticos de Trento y de todo el Magisterio anterior al Concilio Vaticano II?

La Iglesia no es ni puede ser democrática ni sinodal, como les gusta llamarla eufemísticamente hoy. El pueblo santo de Dios no existe para apacentarse los unos a los otros, a todos los demás, sino para que exista una Jerarquía que les garantice medios sobrenaturales para alcanzar la vida eterna, y para que todos los demás –muchos, no todos– sean conducidos al único redil guiados por el único Pastor de la Providencia divina. «tengo otras ovejas que no son de este aprisco. A ésas también tengo que traer» (Jn. 10, 16).

La enérgica denuncia del cardenal Müller sobre el peligro que supone la herética impostación de la sinodalidad -cuyos funestos frutos ya están a la vista- está justificada en este sentido y da fe del grave malestar de numerosos pastores indecisos entre observar fidelidad a la ortodoxia católica y la evidencia de la traición por parte de sus indignísimos custodios actuales. Aunque no se opusieran a la iglesia conciliar y al «concilio» (así, entre comillas) mientras no era evidente el alcance de la devastación en la vida de los fieles, todo el cuerpo eclesial y el mundo, hoy, que salta a la vista el fracaso total del Concilio y el lamentable error que supuso abandonar la Sagrada Tradición, también los fieles prudentes y moderados se están viendo obligados a reconocer la estrechísima relación entre los objetivos que se fijaron, los medios que se adoptaron y el fruto obtenido. Es más, precisamente si tenemos en cuenta cuál era el objetivo a alcanzar, deberemos preguntarnos si lo que con tanto entusiasmo se anunciaba como primavera conciliar no fue otra cosa que un pretexto que ocultaba un plan inconfesable contra la Iglesia de Cristo. Los fieles no sólo no participan de los Santos Misterios entendiéndolos mejor, como se les había prometido, sino que han llegado a considerarlos superfluos, y la Misa ha caído en consecuencia a unos niveles ínfimos. Tampoco se puede decir que los jóvenes encuentren nada de entusiasmante o heroico en abrazar el sacerdocio o la vida religiosa, dado que tanto el uno como la otra han sido trivializados y privados de su especificidad y del sentido de entrega y sacrificio que imita el ejemplo de Nuestro Señor y debe llevar en sí toda acción verdaderamente católica. La vida civil se ha barbarizado a un extremo inusitado, y junto con ella la moral pública, la santidad del matrimonio y el respeto a la propia vida y el orden de la creación. Esos propagandistas del Concilio responden con los desafíos de la bioingeniería y el transhumanismo, soñando con seres producidos en serie y conectados a la red mundial, como si manosear la naturaleza humana no fuera una aberración satánica que no merece ni ser teorizada. Les oímos pontificar que «excluir a los inmigrantes es repugnante, pecaminoso y criminal» (aquí) mientras las ONG, Cáritas y diversas entidades benéficas hacen negocio con el tráfico de inmigrantes clandestinos a costa del Estado y se niegan a acoger a los propios italianos, abandonados por las instituciones y víctima de las crisis producidas por el Sistema. Exhortan al desarme a naciones e inducen a los ciudadanos a avergonzarse de su identidad nacional mientras teorizan la licitud del envío de armas a Ucrania, a un gobierno títere del Nuevo Orden Mundial financiado por organizaciones mundialistas y por las principales organizaciones de la élite.

Otro gravísimo error teológico que adultera la verdadera naturaleza de la Iglesia está en los cimientos esencialmente laicistas de la eclesiología conciliar, no sólo en lo que se refiere a la institución y su misión en el mundo, sino también en que ha destruido el vínculo de complementariedad jerárquica entre la autoridad espiritual de la Iglesia y la civil del Estado, cuando las dos tienen su origen en la Señoría de Cristo. Ese tema en apariencia tan complejo en el tratamiento casi esotérico que hacen de él los sectarios del Concilio, ha sido objeto de una reciente intervención de Joseph Ratzinger (aquí) de la que tengo pensado hablar en otro artículo.

«Tú que nos amas –dice Bergoglio en la homilía Memoria de San Juan XXIII-, líbranos de la presunción de la autosuficiencia y del espíritu de la crítica mundana. Líbranos de la autoexclusión de la unidad. Tú, que nos apacientas con ternura, condúcenos fuera de los recintos de la autorreferencialidad. Tú, que nos quieres una grey unida, líbranos del engaño diabólico de las polarizaciones, de los “ismos”». Estas palabras denotan una desfachatez inaudita, parecen una burla. Pues bien, ha llegado el momento de que el clero y los fieles de la iglesia conciliar se pregunten si ésta no será la primera en presumir de autosuficiente, de contribuir a la crítica mundana burlándose de los buenos católicos y tildándolos de rígidos e intolerantes, apartándose deliberadamente de la unidad de la Tradición y pecando orgullosamente de autorreferencialidad.

†Carlo Maria Viganò, arzobispo

22 de octubre de 2022

S. Evaristi Papæ et Martyris

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

viernes, 28 de octubre de 2022

Homilía de Hoy │Santos Simón y Judas, apóstoles│28-10-2022 │Pbro. Santiago Martín, FM



Duración 7:37 minutos

El Sínodo de la Sexualidad | Actualidad Comentada | 28-10-2022 | Pbro. Santiago Martín FM



Duración 12:04 minutos

La pseudociencia del Evolucionismo (Carlos Baliña)




Duración: 75 minutos



Pbro. Dr. Carlos Baliña - https://formacioncatolicahoy.org/257-... 

El Padre Carlos Baliña cursó sus estudios de filosofía y teología en el Seminario Diocesano "Santa María Madre de Dios" de San Rafael Mendoza. Ordenado Sacerdote en dicha diócesis el 4 de diciembre de 1993. 

Sacerdote perteneciente a la Eparquía Ucraniana en la Argentina. Es Licenciado en física por la universidad de Buenos Aires; Diplomado en estudios avanzados en filosofía por la Universidad de Barcelona; Doctorado en filosofía por la Universidad de Barcelona; Profesor de filosofía de las ciencias 1 y 2 en el Instituto Superior del profesorado "Antonio Sáenz" de Lomas de Zamora. 

Profesor de Antropología y Ética en la Escuela Superior de Gendarmería.

NOTICIAS 28 DE OCTUBRE 2022



INFOVATICANA

- Munilla: «La exposición mediática para los obispos puede ser su martirio»
INFOCATÓLICA

- El gobierno de Marruecos no recibe a las feministas que piden despenalizar el aborto


QUE NO TE LA CUENTEN

- Poligamia, madre tierra y más yerbas. Leyendo los sínodos de los tiempos

https://www.quenotelacuenten.org/2022/10/28/poligamia-madre-tierra-y-mas-yerbas-leyendo-los-sinodos-de-los-tiempos/

Selección por José Martí

Entrevista al padre Javier Olivera Ravasi acerca del mundo contemporáneo



Duración 46:05 minutos



Conversando con Hyper Halcón

01:50: ¿Por qué pareciera, en los últimos años, la Iglesia estuviese “vencida”?

06:20: ¿Está el demonio detrás de la agenda globalista?

10:00: Educación sexual integral y un mundo inhumano 

14:10: ¿Qué hace al humano, “humano”?

17:20: El fin del ser humano

21:15: Aborto, suicidio y eutanasia: ¿Por qué se fomenta la cultura de la muerte?

27:00: Transhumanismo y desarrollo del hombre

30:00: El evolucionismo como ideología dominante y animalizante

35:00: La masonería y la Iglesia

39:45: Apostasía y apocalipsis

42:00: El tema de los exorcismos

Ayuso podría declarar el Valle de los Caídos Bien de Interés Cultural en 24 horas (si quisiera)



Duración 3:43 minuroa

miércoles, 26 de octubre de 2022

El relator sinodal despeja dudas (Bruno Moreno)



En artículos anteriores sobre el Sínodo de la Sinodalidad, hablábamos de algunos aspectos sinodales, como el tema o las aportaciones solicitadas, que hacen sospechar que sus reuniones estarán dañadas de raíz. En consecuencia, es de temer que, en el mejor de los casos, esas reuniones serán una forma de perder el tiempo pareciendo que estamos muy ocupados y, en el peor, podrían ser la puerta para intentar cambiar la enseñanza de la Iglesia como desean, por ejemplo, tantos obispos alemanes y belgas.

Nos queda por analizar, sin embargo, a los encargados del Sínodo. A fin de cuentas, aunque fuera con los materiales más pobres e inadecuados, unos responsables con fe y valentía podrían tomar firmemente las riendas de la reunión sinodal y conseguir algo bueno en ella. ¿Será eso lo que ocurra con el Sínodo? A falta de un milagro, habría que decir que parece que no. Al menos a juzgar por las declaraciones que hizo ayer el cardenal Jean-Claude Hollerich en una entrevista publicada por L’Osservatore Romano, el periódico del Vaticano.

Este cardenal jesuita, además de ser arzobispo de Luxemburgo y Presidente de la Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea, ha sido nombrado relator general del Sínodo por el Papa Francisco. Es, pues, a la vez un peso pesado de la Iglesia y la voz más autorizada en cuestiones sinodales, después del propio Papa. Haríamos bien, por lo tanto, en prestarle atención.

¿Qué tiene que decirnos el relator general del Sínodo? Por lo visto, que el sexto mandamiento y toda la doctrina de la Iglesia sobre las relaciones sexuales fuera del matrimonio y las relaciones entre personas del mismo sexo siempre han estado equivocados.
“¿Parejas gay? Dios no las maldice. ¿Cree que Dios pueda alguna vez ‘decir-mal’ sobre dos personas que se aman? En el Reino de Dios ninguno está excluido: ni siquiera los divorciados vueltos a casar, ni siquiera los homosexuales, todos. El Reino de Dios no es un club exclusivo. Abre sus puertas a todos, sin discriminaciones. Muchos de nuestros hermanos y hermanas nos dicen que, sea cual sea el origen y la causa de su orientación sexual, ciertamente no la han elegido. No son manzanas podridas”.
Y a continuación añadió:
“No creo que haya lugar para un matrimonio sacramental entre personas del mismo sexo, porque no hay un objetivo procreativo que lo caracterice, pero esto no quiere decir que su relación afectiva no tenga ningún valor”.
Antes de que alguien lo pregunte, conviene señalar que no se trata de una expresión imprecisa o puntual. En febrero declaró algo similar en otra entrevista en Alemania, en la que afirmó, con respecto a la doctrina sobre las relaciones entre personas del mismo sexo que creía que “el fundamento sociológico-científico de esta doctrina ya no es correcto”, indicando que debía revisarse la doctrina de la Iglesia y sugiriendo que la forma de hablar del Papa Francisco sobre la homosexualidad podría llevar a un cambio de la doctrina.

El cardenal dijo otras muchas cosas, sin que faltaran la patética y ya casi obligatoria adulación al Papa, pero creo que las frases citadas son suficientes para que nos hagamos una idea de cómo piensa este purpurado. No sé qué es más llamativo, que un cardenal arzobispo niegue frontalmente la doctrina de la Iglesia en público, que ese cardenal precisamente haya sido elegido relator del nuevo sínodo o que las “razones” que da para sus heterodoxias sean de un nivel intelectual ínfimo, que cualquier seminarista de primero de Teología o incluso cualquier catequista parroquial con dos dedos de frente podría rebatir sin ninguna dificultad.

Veamos sus argumentos uno por uno. Primero, sugiere que Dios bendice las parejas del mismo sexo (ya que, si no dice mal de ellas, es evidente que tendrá que decir bien). Por supuesto, Su Eminencia es muy libre de afirmar lo que quiera, aunque no tenga nada que ver con la fe católica, pero quizá habría sido una buena idea tener la cortesía de preguntar primero al propio Dios, que dejó muy clara esta cuestión: hombre y mujer los creó, los bendijo (Gn 5,1). El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne (Gn 2, 24). Y, por si había dudas, Cristo repitió exactamente esas frases. Es decir, lo que bendijo fue la pareja de hombre y mujer, no la pareja del mismo sexo. ¡Qué olvido tan extraño! Menos mal que el cardenal Hollerich ha venido a recordarle al mismo Dios su omisión y a corregir el Génesis, porque sabe mejor que Dios mismo lo que Dios quiere y bendice.

También podría haber acudido al Magisterio y a la Tradición de la Iglesia, que afirman unánimemente que las relaciones entre personas del mismo sexo no solo son un pecado, sino algo aún más grave: uno de los pecados que claman al cielo (Catecismo 1867), por vulnerar la naturaleza y el orden creado de forma radical. Las afirmaciones de papas, concilios, santos y doctores de la Iglesia sobre el particular son clarísimas y, a menudo, terribles (véanse, entre innumerables otros ejemplos, el Concilio de Elvira del año 306, el Concilio de Nablús de 1120, el tercer Concilio de Letrán de 1179, San Pío V, San Agustín, San Buenaventura, Santo Tomás de Aquino, San Bernardino de Siena, Santa Catalina de Siena, San Pedro Damián, San Alfonso María de Ligorio, etc.).

No hace falta decir, aunque por si acaso lo recordaremos, que esto no supone decir que las personas que se sienten atraídas por personas del mismo sexo sean en ningún sentido malas en sí mismas, inferiores en dignidad a las demás ni nada por el estilo. Son hijas de Dios o están llamadas a serlo (y no existe dignidad más alta que esa) y, como señala el Catecismo, son dignas de respeto y están llamadas a “realizar la voluntad de Dios en su vida” y a unir sus dificultades al “sacrificio de la cruz del Señor” (Catecismo 2358). En una palabra, están llamadas a ser santas, como los demás.

La afirmación del purpurado, en cambio, produce vergüenza ajena desde el punto de vista teológico. Pregunta el cardenal: “¿Cree que Dios pueda alguna vez ‘decir-mal’ sobre dos personas que se aman?”. La más básica Teología moral, que nuestro cardenal tuvo que estudiar alguna vez, enseña que por supuesto que Dios puede decir mal de dos personas que se aman. Por la sencilla razón de que absolutamente todos los pecados se producen “por amor”, ya que el ser humano está creado por Dios y solo puede moverse por amor. El problema en el caso de los pecados es que ese amor es un amor desordenado.

Por ejemplo, cuando un chico y una chica que no están casados se acuestan juntos, están cometiendo un pecado grave por mucho que digan que se quieren, porque se trata de un amor desordenado, un amor que no es conforme al plan de Dios para el hombre en la entrega total del matrimonio, un amor que no respeta al otro como debe y un amor que encubre, en realidad, un enorme egoísmo y utilización del otro. Como recuerda el Catecismo, “la sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer” (Catecismo 2360). Luego cualquier uso de la sexualidad al margen del matrimonio es, por su propia naturaleza, desordenado, contrario al plan de Dios y un pecado grave, ya se trate de la masturbación, la fornicación, el adulterio o las relaciones entre personas del mismo sexo.

Veamos la siguiente afirmación del cardenal, también de una osadía sorprendente:
“En el Reino de Dios ninguno está excluido: ni siquiera los divorciados vueltos a casar, ni siquiera los homosexuales, todos. El Reino de Dios no es un club exclusivo. Abre sus puertas a todos, sin discriminaciones”. 
Uno está tentado de pensar que el purpurado lleva toda su vida padeciendo un problema de ceguera y sordera completas, porque de otro modo habría escuchado o leído los cientos de pasajes de la Escritura que muestran que eso no es cierto.

Bastará dar como ejemplo el más pertinente, en el que la Palabra de Dios dice expresamente que los pecados graves, incluido el de las relaciones sexuales con personas del mismo sexo, excluyen del Reino de los Cielos: “No os engañéis: Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, poseerán el reino de Dios” (1 Co 6, 9-10; cf. 1Tim 1,10). ¿Será que Dios no sabía que nadie está excluido del Reino de Dios? ¿O será que el cardenal desconoce o rechaza la doctrina básica de la Iglesia sobre el pecado mortal? Lejos de ser una discriminación injusta, esta realidad es la base misma de la justicia. El que peca, por su propio pecado, se excluye del Reino de Dios. Si Dios tratase igual a buenos y malos, entonces sí que sería injusto y nos estaría enseñando que es lo mismo la bondad que la maldad.

Consideremos otra afirmación del cardenal: “no creo que haya lugar para un matrimonio sacramental entre personas del mismo sexo, porque no hay un objetivo procreativo que lo caracterice, pero esto no quiere decir que su relación afectiva no tenga ningún valor”. Con esta afirmación, Mons. Hollerich niega directamente el sexto mandamiento, porque reconoce que no hay matrimonio entre personas del mismo sexo, pero afirma que sus relaciones sexuales tienen “valor”, en lugar de ser un pecado mortal, como todas las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Es difícil no ver aquí una continuación del razonamiento de Amoris Laetitia, porque, si el adulterio a veces es lo que Dios quiere para nosotros, ¿por qué no decir lo mismo sobre las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, como pretende el cardenal? El pecado mortal se convierte en más o menos bueno y el sexto mandamiento, aparentemente, queda obsoleto.

Además de ser directamente contrario a lo que enseña la Palabra de Dios, lo que dice el cardenal también es contrario a la doctrina expresa de la Iglesia, que enseña que este tipo de relaciones “no pueden recibir aprobación en ningún caso”, porque “cierran el acto sexual al don de la vida” y “no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual” (Catecismo 2357). Al contrario de lo que nos dice el relator del Sínodo, la Iglesia enseña que las personas homosexuales, tan amadas por Dios, “están llamadas a la castidad” (Catecismo 2359), como lo estamos todas las personas, cada una según sus circunstancias y precisamente por el amor que Dios nos tiene.

Observemos también que el cardenal Hollerich, en lugar de aclarar la cuestión, intenta ofuscarla y reducirla al sentimentalismo, diciendo que “muchos de nuestros hermanos y hermanas nos dicen que, sea cual sea el origen y la causa de su orientación sexual, ciertamente no la han elegido. No son manzanas podridas”. ¿Qué tiene eso que ver con nada? Por supuesto que las personas que sienten atracción por otras del mismo sexo no son, en sí mismas, “manzanas podridas”. Como un casado que siente atracción por su secretaria no es, por ese hecho, una “manzana podrida” y tampoco ha “elegido” esa atracción, pero, si engaña a su mujer con la secretaria, está actuando mal consciente y libremente en una materia grave y se excluye de la comunión con Dios y de la vida eterna. Exactamente igual que cualquier otra persona, incluidas las que sienten atracciones homosexuales. Los seres humanos somos seres racionales y, a diferencia de los animales, estamos llamados a controlar nuestras pasiones de conformidad con la ley natural, que es la ley que Dios ha puesto en nuestra conciencia. Recordar esto no es un ataque contra los casados ni contra los solteros ni contra las personas homosexuales, sino lo contrario: reconocer su dignidad humana y su capacidad de hacer libremente el bien o de elegir el mal, con las consecuencias que tiene cada una de esas elecciones.

Por último, es fácil ver que la explicación que dio el cardenal de su rechazo de la enseñanza de la Iglesia en una entrevista anterior no era más que una excusa: “creo que el fundamento sociológico-científico de esta doctrina ya no es correcto”. Digo que se trataba de una excusa porque, a poco que lo haya pensado, Mons. Hollerich tiene que ser consciente de que eso no significa nada, ya que la doctrina sobre las relaciones entre personas del mismo sexo no tiene ningún “fundamento sociológico-científico”. La ciencia y la sociología no tienen nada que ver con el tema. El fundamento de la doctrina es teológico: la Revelación del mismo Dios, transmitida por la Escritura y la Tradición y preservada por el Magisterio. Eso es lo que niega el purpurado, pero, como decirlo queda feo en todo un cardenal, intenta desviar la cuestión hacia la sociología y la ciencia, que, por su propia naturaleza, no tienen nada que ver con este tema moral y teológico.

En fin, después de ver que Su Eminencia afirma repetidas veces con toda claridad y literalmente lo contrario que la Palabra de Dios, el Magisterio y la Tradición, no hace falta decir mucho más. Nadie que piensa así puede ser firme en otros aspectos de la fe, porque, como enseñaba Santo Tomás, quien rechaza una parte de la fe en realidad rechaza la fe entera. En efecto y a modo de ejemplo, el cardenal también ha afirmado en el pasado, contra la doctrina irreformable de la Iglesia, que las mujeres podrían recibir la ordenación sacerdotal en el futuro. Mons. Hollerich parece haber reducido la revelación divina a una simple enseñanza de carácter sociológico y en permanente transformación, según vayan cambiando los deseos del mundo.

¿Qué sentido tiene que un prelado que rechaza públicamente la fe católica sobre multitud de cuestiones sea el relator general del Sínodo? Son afirmaciones hechas, además, en el periódico oficial del propio Vaticano, L’Osservatore Romano, luego es imposible que la Santa Sede las desconozca. Este hecho, junto con otros como la tolerancia para los errores públicos de obispos alemanes y belgas o la aceptación de aportaciones contrarias a la fe de la Iglesia en las primeras etapas sinodales, lleva a pensar que el Sínodo podría estar destinado a abandonar discretamente las doctrinas de la Iglesia que son molestas para el mundo.

Recemos, recemos, recemos.

Bruno Moreno