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domingo, 26 de agosto de 2018

World Over - 2018-08-23 – Bishop Robert Morlino's Letter on the Abuse Crisis with Raymond Arroyo


Duración 31:58 minutos

MOST REV. ROBERT MORLINO, bishop of the Diocese of Madison, Wisconsin discusses the Church’s ongoing abuse crisis and his response to the scandal in a recent letter to the priests and people of his Diocese.

Obispo contra Francisco: la "conciencia" no puede disculpar el pecado



Monseñor Robert Morlino, el obispo de Madison, ha criticado la idea [defendida por el papa Francisco] que la "conciencia" puede dispensar de seguir las enseñanzas de la Iglesia.

Al hablar el 23 de agosto con Raymond Arroyo, en su programa de EWTN, dijo: “Con demasiada frecuencia las personas se han excusado de los comportamientos pecaminosos diciendo ‘estoy siguiendo mi conciencia, pues ella es la ley suprema”.

Para Morlino, la contraposición entre la ley objetiva y la comprensión subjetiva de ésta última es “el eje de numerosos problemas surgidos desde el Concilio Vaticano [Segundo]”.

Además, Morlino acusa al “deseo de mantener los abusos lejos de la homosexualidad y llevarlo hacia la pedofilia”.

Él señala que más del 80% de las víctimas de abuso clerical han sido varones que ya habían atravesado la etapa de la pubertad.

sábado, 25 de agosto de 2018

Actualidad comentada׃ "La Iglesia en la encrucijada" Padre SANTIAGO MARTIN FM


Duración 6:47 minutos

Noticias varias 25 de agosto de 2018



CORRESPONDENCIA ROMANA

Iúdica Me (Steve Skojec)

Selección por José Martí

Sacerdotes y obispos homosexuales. Ni "sanos" ni "fieles" (Sandro Magister)



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"Homosexuales" y "obispos": éstas son las dos palabras claves del escándalo que hoy está sacudiendo a la Iglesia. Pero a pesar de esto el papa Francisco no ha introducido ni siquiera una sola vez ni el primer término ni el segundo en su "Carta al Pueblo de Dios" dada a conocer hace pocos días, en vísperas de su viaje a Irlanda para el Encuentro Mundial de las Familias.
Jorge Mario Bergoglio ha puesto bajo acusación más bien al "clericalismo". Que, en efecto, es una causa concurrente de los abusos sexuales llevados a cabo por quienes se sienten investidos de un poder más elevado y hace fuerza para doblegar la voluntad de los sometidos, sean ellos niños o – con muchas más frecuencia – jóvenes o muy jóvenes por debajo de la mayoría de edad.
En su carta a los católicos irlandeses, fechada en el 2010, Benedicto XVI, motivado por escándalos parecidos, había ido más allá en la búsqueda de los motivos de esta enfermedad de la Iglesia.
En esa carta señaló dos motivos:
- la "tendencia, incluso por parte de sacerdotes y religiosos, a adoptar formas de pensamiento y de juicio de las realidades seculares sin suficiente referencia al Evangelio":
- y la "tendencia, motivada por buenas intenciones, pero equivocada, a evitar los enfoques penales de las situaciones canónicamente irregulares".
Hoy ambas tendencias son todavía más visibles en el origen de esta nueva oleada de escándalos. Que sigue siendo habitualmente descrita – como por inercia – bajo la etiqueta de abusos sexuales contra menores, pero que en realidad remite sobre todo a la difundida presencia de homosexuales entre el clero y entre los obispos, quienes no sólo violan el compromiso público de castidad que han asumido con la ordenación, sino que auto-justifican sus comportamientos y forman un cuerpo compacto con sus semejantes, ayudándose y promoviéndose mutuamente.
Desde este punto de vista, el caso del ya no cardenal Theodore McCarrickes paradigmático. La violencia sobre menores ha sido solamente una parte marginal de su desenfrenada actividad sexual con jóvenes de su mismo sexo, que muchas veces eran seminaristas de las diócesis que él gobernaba.
No sólo eso. Entre los cardenales estadounidenses, McCarrick fue el más visible en promover y llevar a cabo la "carta de Dallas" del 2002, la cual contiene los lineamientos de la reacción a la primera gran oleada de abusos sexuales contra menores por parte de sacerdotes, con su epicentro en la arquidiócesis de Boston. Pero esto no modificó en nada su comportamiento personal con jóvenes del mismo sexo, que era conocido por muchos y del que también habían sido informadas las autoridades vaticanas, sin que su carrera [eclesiástica] fuese perturbada en lo más mínimo.
McCarrick continuó hasta el final, muy escuchado por el papa Francisco, influyendo en los nombramientos de sus protegidos, que hoy ocupan cargos importantes en Estados Unidos y en el Vaticano: desde los cardenales Blaise Cupich y Joseph Tobin, arzobispos de Chicago y Newark respectivamente, hasta el cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y hoy promotor del Encuentro Mundial de las Familias, llevado a cabo en Dublín.
Cupich, Tobin y Farrell constituyen la punta de lanza del derribo de posiciones que el papa Francisco quiso imponer en la jerarquía de Estados Unidos. Los tres son fervorosos partidarios del jesuita James Martin, promotor de una revisión sustancial de la doctrina de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad, y llamado por Farrell como expositor en el Encuentro de Dublín.
Entre los cardenales de la vieja generación más apreciados por Bergoglio está también Donald Wuerl, sucesor de McCarrick en Washington y anteriormente obispo de Pittsburgh, pero donde el Gran Jurado de Pennsylvania lo ha acusado – en un informe hecho público el pasado 14 de agosto – de haber encubierto a sus sacerdotes culpables de abusos.
El resultado es que Wuerl tuvo que renunciar a ir a Dublín, donde también se lo esperaba a él como expositor. Y lo mismo tuvo que hacer el arzobispo de Boston, el cardenal Sean Patrick O'Malley, por el descubrimiento imprevisto de prácticas homosexuales desordenadas en su seminario – que evidentemente pasaron indemnes de la drástica limpieza llevada a cabo por el mismo O'Malley después del 2002 en la diócesis que era el símbolo de los abusos sexuales perpetrados contra menores –, así como también por no haber tomado en consideración en el 2015 una carta de denuncia de las fechorías del entonces cardenal McCarrick, enviada inútilmente a él por el mismo sacerdote de Nueva York, Boniface Ramsey, quien ya en el 2000 había informado en vano a las autoridades vaticanas.
La fuerte presencia de homosexuales en numerosos seminarios de todo el mundo en un fenómeno más que conocido. En noviembre del 2005, con Joseph Ratzinger como Papa desde algunos meses antes, las autoridades vaticanas establecieron que "la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay".
Pero esta ordenanza se mantuvo en gran medida sin ser aplicada. El pasado mes de mayo, reuniéndose a puertas cerradas con los obispos italianos, el papa Francisco les pidió que la pusieran en práctica, porque – dijo –"tenemos demasiados homosexuales".
Pero es notorio que también en Roma el fenómeno está presente con sus degeneraciones, e involucra a los superiores de estos seminarios. El Almo Collegio Capranica, el prestigioso internado al que las diócesis envían a sus discípulos para completar sus estudios en Roma, está lejos de ser inmune a ese fenómeno. Al igual que el Pontificio Ateneo San Anselmo, la facultad teológica romana de la Orden Benedictina.
Entre las diócesis vecinas a Roma, la de Albano celebra todos los años un foro de los “cristianos LGBT italianos". En el próximo, del 5 al 7 de octubre, intervendrá el jesuita Martin antes citado. El obispo de Albano es Marcello Semeraro, muy cercano a Francisco y secretario del "C9", en concejo de los nueve cardenales convocados por el Papa para ayudarle en el gobierno de la Iglesia universal.
Coordinador del "C9" es el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, también él expositor en Dublín, pero cuyo obispo auxiliar y discípulo Juan José Pineda Fasquelle ha sido desplazado el pasado 20 de julio a causa de prácticas homosexuales habituales con seminaristas de la diócesis, comprobadas por una visita apostólica.
Pero inexplicablemente Maradiaga permanece en su cargo. Y el pasado 15 de agosto el papa Francisco nombró en el rol clave de sustituto de la Secretaría de Estado al venezolano Edgar Peña Parra, ex consejero de la nunciatura den Hondruas entre el 2002 y el 2005, y muy ligado a Pineda, de quien propició en el 2005 el nombramiento como obispo auxiliar de Tegucigalpa.
Desde los seminarios al clero, a los obispos y a los cardenales, los homosexuales están presentes en todos los niveles y por miles. Una voz no sospechosa como el jesuita declaró hace pocos días en "Crux", el primer portal de información católica de Estados Unidos y quizás del mundo:
"La idea de una depuración de los sacerdotes homosexuales es ridícula y a la vez peligrosa. Toda depuración vaciaría parroquias y Órdenes religiosas de miles de sacerdotes y obispos que llevan vidas sanas de servicio y vidas fieles de celibato".
Esto es muy cierto. Pero también hay sacerdotes y obispos homosexuales que no son “sanos” ni fieles. Son muchos. Demasiados.
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En la foto que está abajo del título, la tapa del Espresso del 19 de julio con el artículo sobre el caso de monseñor Battista Ricca:
Sandro Magister

Teología humanista


PRINCIPIOS SISTEMÁTICOS DE LA TEOLOGÍA HUMANISTA
El armazón sistemático de la teología humanista puede reducirse a tres principios. Tal vez su exposición resulte, a primera vista, demasiado abstracta. Veremos, sin embargo, en seguida la dilatada gama de sus consecuencias vitales.
1. El punto de partida se formula diciendo que «Dios no es objeto». Naturalmente, la frase sería aceptable si lo que se intentara decir con ella es que Dios no es una cosa, sino un Ser personal. Pero «Dios no es objeto» significa en los ambientes de la teología humanista que Dios no puede ser objeto directo de nuestros actos, porque Dios es «el completamente otro». Es interesante que la traducción alemana de la obra de Robinson Honest to God («Sincero para con Dios», en la versión española) tenga como título Gott ist anders («Dios es de otra manera»). Ello implica que, cuando concebimos a Dios y pensamos en El, construyamos en realidad, un ídolo. El intento de dirigirnos directamente a Dios, al presuponer la previa estructuración de este «ídolo», completamente distinto de Dios nos llevaría a una especie de idolatría. El tema dela idolatría, en este sentido, ha sido muy cultivado por los teólogos humanistas. Se olvida así, sin embargo, que de este modo se confunden conocimiento imperfecto y conocimiento falso. San Pablo ha insistido en la posibilidad de conocer a Dios a partir de las creaturas (Rom 1, 20). Sin duda, ese conocimiento es imperfecto, pero no falso. No olvidemos la doctrina de la analogía: porque mi conocimiento de Dios es análogo, Dios es siempre mayor que mi representación de El; pero esa representación afirma algo que es verdadero. Cuando llegue la visión cara a cara, superaré mi conocimiento actual, pero no como algo radicalmente discontinuo, sino como un escalón previo que fue necesario en mi ascensión. «Deus semper maior» es el título de una conocida obra de Przywara; sí, Dios es siempre mayor que lo que mi conocimiento me dice de Él. Pero no hablemos de Dios como del totalmente otro, pues, si esta afirmación se tomara en serio, nos llevaría a relegar a Dios al campo de lo desconocido.
2. Pero, volviendo a los principios de la teología humanista, es claro que, si el horizonte de la capacidad humana está limitado por lo humano y Dios queda fuera de ese horizonte, sólo la encarnación nos da la posibilidad de amar a Dios. El intento directo de amarle nos llevaba a amar un ídolo. Pero en la encarnación se nos da la primera posibilidad de que amando a un hombre, al hombre Jesús, con un amor humano -el único de que el hombre es capaz-, comencemos a amar a Dios, que se ha identificado en unión personal con él.
3. Desde entonces esta actitud humana frente a Cristo -amor humano en el fondo- se convierte en el acto cristiano fundamental. El amor humanista, el amor humano del prójimo, sería la actitud central del cristianismo.
LAS CONSECUENCIAS DE LOS PRINCIPIOS
En estos tres principios fundamentales se puede sintetizar la esencia de la teología humanista. Las consecuencias del sistema son graves. Nos limitamos a enumerarlas brevemente.
1ª. Lógicamente, el acto específicamente religioso, en cuanto dirigido a Dios mismo, pierde la primacía. En realidad, su misma posibilidad se desdibuja con respecto a un Dios que siempre queda más allá de nuestras categorías y nuestros esfuerzos. Quizás esta desaparición de la valoración del acto específicamente religioso tenga relación con la tendencia actual a sustituir la oración formal por la virtual: dejar la oración que se dirige a Dios para sustituirla por el servicio al prójimo. 
2ª. Dado este primer paso, la desacralización se convierte en programa. ¿Por qué seguir cultivando un mundo de lo sacro, cuando nuestros intentos se convertirían en una especie de idolatría, es decir, en culto al ídolo que nuestras categorías construyen? Dios sería totalmente otro y totalmente distinto de ese ídolo. Uno puede preguntarse si no habrá relación entre esta mentalidad y un cierto antisacramentalismo que ha comenzado a invadimos. El postulado de desacralización se ha hecho programáticamente tan radical, que alcanza a la liturgia misma, en la que el hombre comienza a interesar más que el culto a Dios […].
3ª. Al desaparecer Dios de nuestro horizonte, se hace una traducción temporalista del cristianismo. Es claro que el cristiano que toma en serio su fe, es consciente de una serie de obligaciones en el campo social y político. Pero esto es una cosa, y otra presentar esas actividades socio-políticas como si tuvieran en el cristianismo el primer plano o fueran específicas de él. Sin embargo, es evidente que una vez puesto entre paréntesis el plano que se refiere a Dios, y sustituido por un amor humanista al hombre y por un procurar su bien humano, lo socio-político es primario, porque lo es entre las preocupaciones meramente humanas. Se puede entender en esta perspectiva que un teólogo de la secularización como Harvey Cox pueda llegar a opinar que «la teología es, ante todo, política». Sin llegar a Cox, entre los teóricos católicos de la teología humanista, atribuir al trabajo de la construcción de la ciudad terrestre un valor de influjo directo en la preparación del reino de Dios es una convicción inquebrantable, a pesar de la insistencia del Nuevo Testamento en la idea de ruptura entre el mundo presente y el futuro, y la descripción de Apoc 21, 1 ss. de la nueva Jerusalén como don de Dios que viene de lo alto, y no como realidad directamente preparada por las realizaciones terrenas de un mundo más humanizado.
4ª. Naturalmente, al hacerse primaria en el cristianismo la preocupación por la construcción de la ciudad terrena, entra en crisis la idea de sacerdocio. ¿Para qué recibir las órdenes sagradas, si la misión fundamental del cristianismo puede ser igualmente realizada ordenándose o sin ordenarse? Yo diría que se puede realizar mejor sin ordenarse. El clérigo que se empeña en trabajar en el campo socio-político fácilmente entra en conflicto con las estructuras jerárquicas; sin duda, mucho más fácilmente que el seglar […].
5ª. Por otra parte, el «Dios completamente otro» nunca sería expresado por nuestras categorías. Nuestras fórmulas dogmáticas comenzarían así a ser terriblemente relativas. Supuesta esta relatividad de las fórmulas dogmáticas y siendo, además el amor humano la esencia del cristianismo según la teología humanista, el problema ecuménico se plantea para ella en términos totalmente nuevos. ¿Qué sentido tendrían ya las diferencias interconfesionales en la doctrina? Su solución sería sencilla: unámonos en el amor y prescindamos de lo doctrinal […].
6ª. Pero la lógica del sistema lleva más lejos. Si la esencia del cristianismo es el auténtico amor humano, dondequiera que se dé tal amor, allí está el verdadero cristianismo. Surge la teoría de los cristianos anónimos. No se trata en ella solamente de lo que es doctrina común en la Iglesiacatólica. En efecto, ningún teólogo católico duda de que Dios puede salvar, por caminos a nosotros desconocidos, a los infieles de buena voluntad, llevándolos a aquel mínimo de fe que es necesaria para salvarse. El planteamiento de la teología humanista es otro: es suponer que todo pagano que ama humanísticamente a los otros es ya un cristiano anónimo. Los paganos, masivamente considerados, es decir, en su inmensa generalidad, serían ya cristianos sin saberlo. No se puede «convertirlos», si no es de cristianos anónimos en cristianos reflejos. Uno puede preguntarse si, concibiendo así las misiones, vale la pena hacer el esfuerzo misional con todos los sacrificios de abandonar familia y patria que lleva consigo. O ¿se trata de ir a las misiones para no llevar algo específicamente cristiano, sino para trabajar en el desarrollo de los pueblos? ¿Habría entonces esperanza de que nuestra misión interesara en cuanto tal y no tan sólo por lo que tiene de común con todos los movimientos humanitarios? Una cosa es que los paganos de buena voluntad puedan salvarse y otra que la plenitud de los medíos salvíficos sólo se encuentra en la Iglesia católica; ambas proposiciones deben ser mantenidas para una recta comprensión del concepto de misión […].
7ª. Si el acto bueno no toca a Dios, tampoco lo tocará el acto malo. La teología humanista tiene que revisar así el concepto de pecado, que ella no podrá seguir concibiendo como ofensa de Dios.
8ª. Pero la revisión del concepto de pecado induce una reducción del campo de la moral. Sólo se podría considerar verdaderamente pecado lo que hace daño a otro. La amputación de grandes sectores del campo de la moral, que este postulado implica, es fácilmente perceptible. Es interesante recordar en este contexto que la predicación profética en el Antiguo Testamento se dirige muy primariamente contra un pecado que no hace daño al prójimo: la idolatría, incluso en el caso en que se hace sin escándalo de otro.
Creo que es difícilmente negable que la mayor parte de estos criterios están en el ambiente, y, por cierto, ampliamente difundidos. Frecuentemente se encuentran en personas que desconocen totalmente los principios teóricos y sistemáticos de que se derivan. Pero este hecho no debe sorprendernos. El fenómeno es normal. ¿Cuántos alemanes, incluso entre los que vibraban con los ideales nazis, habían leído a Nietzsche, cuyas obras, sin embargo, eran el soporte filosófico del nacionalsocialismo? ¿Cuántos comunistas han leído una obra tan voluminosa como El capital, de Carlos Marx? En todos estos casos, lo que en las obras teóricas son principios abstractos se difunde por medio de «slogans». También ahora muchos de los criterios enumerados, que son consecuencias de los principios de la teología humanista, tienen estructura y forma de «slogans». Y los «slogans» tienen eficacia por sí mismos mucho más allá de los principios de los que pueden proceder y en los que pueden fundarse; incluso al separarse de tales principios los criterios pierden matización y se hacen mas rígidos y radicales.
Tomado de:
Pozo, C. Teología humanista y crisis actual en la Iglesia. En: Daniélou-Pozo, Iglesia y secularización, 2ª ed., BAC, Madrid, 1973, pp. 61 y ss.

"Si lo dice el Papa ... ¡será verdad!": GRAVE ERROR (José Martí) (8 de 9) RUPTURA CON LA TRADICIÓN





Es "curioso": donde hay una clara ruptura se habla de continuidad, como ocurre en el caso de Amoris Laetitia, citando, para más INRI, a san Vicente de Lerins y a santo Tomás de Aquino ( haciéndoles decir lo que no dijeron). 

En breve, va a salir un libro en el que Amoris Laetitia es interpretada por Amoris Laetitia. El libro está prologado por el mismo papa Francisco. Por lo visto, la palabra evolución de los dogmas, que significa cambio en los dogmas, es demasiado clara. Y no conviene utilizarla ya. Ahora se hablará de madurez (como le gusta decir al jesuita pro-homosexual James Martin)  ¡Y puesto que lo ha dicho el Papa ... y el Papa no se equivoca, ... pues será verdad lo que dice: a obedecer toca! ( Pero ... ¿realmente eso es así?¡)

Porque no deja de ser también igualmente "curioso" que se acepte lo que dice el Papa siempre que lo que diga coincida con los criterios mundanos. La experiencia histórica lo demuestra claramente. Nadie haría caso a Francisco (el mismo Francisco que tenemos ahora como Papa),  si hablase conforme a la Tradición transmitida de una vez para siempre. Nadie diría, entonces, "como lo ha dicho el Papa".


Es decir: si Francisco hablase de la necesidad y de la importancia de la cruz como muestra del verdadero amor, si hablase de la importancia esencial de la Eucaristía como Presencia real de Jesucristo, si hablase del amor a Jesús antes que de la solidaridad con los pobres, si hablase de que la vida cristiana no tiene ningún sentido si todo cuanto se hace no es como consecuencia del amor: el amor que Dios nos tiene y el amor con el que queremos corresponderle, que es el que nos lleva a poner todos los dones que hemos recibido al servicio de los demás: de TODOS, porque todos somos pobres y necesitados ... Si hablase así, el mundo entero se pondría en su contra. No sólo el mundo sino también muchos miembros de la alta Jerarquía ... Ya no se diría: ¡Es que como lo ha dicho el Papa! No. Se diría que es un Papa que no ha evolucionado con los tiempos y otras sandeces por el estilo ... ¡Y sin embargo, es justamente entonces cuando podríamos decir, con total seguridad: EL PAPA NO SE EQUIVOCA, pues predica a Cristo y a Cristo crucificado!

Desgraciadamente, no es así. Hoy la cruz se ha desvirtuado. Y su sola presencia molesta. El mundo ha optado, en su totalidad, por el rechazo a Dios ... no a cualquier "dios", sino al único Dios verdadero, el que se manifestó en la Persona de su Hijo, haciéndose hombre; o sea, ha optado por el odio a Jesucristo y a todo lo que lo recuerda. 

Además, este "mundo" se ha introducido en la Iglesia, como caballo de Troya, en un proceso que comienza ya a manifestarse poco antes del Concilio Vaticano II, que continúa con la celebración de dicho Concilio sólo "pastoral" (en apariencia) y que está alcanzando su cenit en la actualidad con el papa Francisco (estamos recogiendo los frutos de ese Concilio) ... y es que la mala semilla ya estaba sembrada, el terreno ha ido preparándose poco a poco; y se ha llegado a una situación en la que la mayoría de los pastores, cuya  obligación era velar por la pureza de la fe, han claudicado ante el mundo ... "se han hecho del mundo: por eso hablan cosas mundanas, y el mundo los oye" (1 Jn 4, 5) , pero han abandonado a sus ovejas, porque no les importan las ovejas: son lobos disfrazados con piel de oveja ... ¡pero lobos!

Se ha querido (en apariencia) dar mucha importancia a las personas, a los pobres (en el sentido marxista, que no en el sentido cristiano de esa palabra) ... pero a costa de olvidarse de Dios. La palabra de Dios ha sido adulterada y se emplea para engañar a la gente, como hizo el Diablo con Jesús ... no dándose cuenta de que sólo si Dios significa el todo para nuestra vida, entonces ... ¡y sólo entonces! ... las personas adquieren su auténtica dignidad y son "realmente" importantes, como así es, puesto que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. 

Pero esto se olvida. No queremos que Dios nos quiera. Rechazamos su Amor, como hicieron los judíos, en su mayoría y en su momento, cuando crucificaron a Jesucristo. Claro que ese rechazo trae consigo unas consecuencias. Dostoievsky decía que "si Dios no existe todo está permitido". Cuando todo se reduce a este mundo, como si no existiera otro, como si no tuviéramos que dar cuenta a nadie de nuestra vida, pues ésta desaparece con la muerte .... en definitiva, cuando se rechaza todo tipo de trascendencia y, en concreto, a Jesucristo, tal y como está ocurriendo hoy, es inevitable que, como decía Plauto (254-184 a.C) el hombres se convierta en un lobo para el hombre, expresión popularizada por el filósofo inglés del siglo XVII, Thomas Hobbes.

Si se elimina a Jesucristo, se elimina el Amor y sólo queda el odio entre las personas y la ley del más fuerte, la ley de la selva, acompañada de rencores, rencillas, enemistades,  etc. La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza (es decir, los siete pecados capitales) campan por sus anchas. El pecado se convierte en lo habitual, en lo "normal"; y todo el Progreso que se ha dado en la Humanidad gracias a la venida de Jesucristo, se queda en agua de borrajas. Y la esclavitud, ya superada en aquellos lugares de la Tierra adonde ha llegado el Mensaje de Jesucristo, vuelve a aparecer ... pero ahora con más fuerza que nunca. No es nada nuevo: "El que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8, 34); y "la paga del pecado es la muerte" (Rom 6, 23).

Porque, además, y esto es lo más grave. Los hombres primitivos no conocían a Jesucristo. Nosotros sí, lo cual agrava mucho más nuestros pecados. Jesús lo dijo muy claramente: "Si no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado" (Jn 15, 22)


José Martí (continuará)

Monseñor Morlino habla de la subcultura homosexual en la Iglesia, y pide desagravio al Sagrado Corazón de Jesús



A lo largo de los años, Robert Morlino, obispo de Madison, ha confirmado a varios hijos míos según el rito tradicional, y su diócesis ha sido un refugio para muchas familias católicas desplazadas y desilusionadas. 

Lógicamente, no estamos de acuerdo en todo, pero su fe y su celo pastoral han sido para nosotros una luz en las tinieblas y prueba de que Dios no nos ha dejado huérfanos

Y ahora, por fin, tenemos a un obispo con valor para agarrar al toro por los cuernos y decir, sin pelos en la lengua, quién es el enemigo

Y lo ha hecho en un momento en que es objeto de feroces ataques y acusado de odio por defender la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio. Ataques que, por cierto, nos motivaron a los que hacemos The Remnant a defender al obispo Morlino el año pasado.

¡Esto es un obispo valiente! En nuestra opinión, en medio del mayor escándalo sexual en la historia del clero, todo obispo del país debería hacer lo mismo que ha hecho Morlino: publicar una declaración de fidelidad a la teología moral de la Iglesia, en concreto a su doctrina relativa al pecado mortal que constituyen los actos homosexuales. 

Es innegable que al hacerlo los prelados se harán blanco de las iras de los enemigos de la Iglesia. Es innegable que los crucificarán en los medios. Pero también cumplirán su sagrado deber para con Dios al tranquilizar a su escandalizada y horrorizada grey demostrándoles que están entregados en cuerpo y alma a defender y hacer valer la doctrina moral de la Iglesia cuándo ésta es objeto de graves ofensivas desde dentro. 

Es lo menos que pueden hacer. Morlino ya lo ha hecho, y exigimos respetuosamente al resto de los obispos de EE.UU. que imiten su ejemplo para no ser cómplices de los pastores degenerados e incluso delictivos, cuya perfidia y viciosa conducta ocupa en estos momentos tanto espacio en los noticieros. 

Que Dios bendiga y guarde a monseñor Roberto Morlino. 

Michael Matt

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Para leer la Carta de monseñor Robert Morlino a los fieles sobre la actual crisis de abusos sexuales en la Iglesia pinchar aquí. 

José Martí

Ex-miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores demanda responsabilidad del Vaticano por los abusos


PÍO MOA HABLA DE FRANCO EN ESTA CARTA ABIERTA AL GOBIERNO


Duración 12:31 minutos

viernes, 24 de agosto de 2018

"El escándalo que sacude a la Iglesia es la actividad homosexual" – Cardenal Napier


“Son precisamente las relaciones [entre personas del] mismo sexo lo que constituye el escándalo que sacude a la Iglesia Católica hasta sus raíces”, escribió el 21 de agosto en Twitter el cardenal Wilfrid Napier, de Durban (Sudáfrica).

Napier respondió así al encabezado de un artículo publicado en la página web iol.co.za, en el que se informa que un tribunal superior puede obligar a todas las iglesias de Sudáfrica a permitir las uniones [de personas] del mismo sexo.

Napier advierte: “Desviarse de la ley de Dios siempre produce dolor”.

Desmentido: No habrá documento normativo o procedimiento sobre abuso sexual clerical


Francisco da por cerrada la crisis con la carta al pueblo de Dios (Carlos Esteban)



No habrá nuevos comunicados del Papa sobre la crisis de la pedofilia clerical ni tomará Su Santidad medidas al respecto, asegura en La Stampa el veterano vaticanista Andrea Tornielli.

Quienes dan por hecho que la crisis abierta por las revelaciones sobre el ex cardenal McCarrick, arzobispo emérito de Washington, y por el devastador informe del gran jurado de Pensilvania se traducirá en grandes cambios en la estructura de la jeraquía americana se equivocan por completo. 

Ni siquiera hay que esperar cambios menores o nuevas instrucciones papales, al menos si es cierto lo que asegura el prestigioso vaticanista Andrea Tornielli en el diario italiano La Stampa, en un artículo titulado: ‘Abusos: ningún nuevo documento papal, hay que aplicar la carta’.

Según cuenta Tornielli en su sección Vatican Insider citando fuentes cercanas al pontífice, “no se prevén nuevas directivas papales sobre el tema de los abusos ni prepara Francisco documento alguno dirigido a los obispos para la lucha contra la pedofilia clerical”, contrariamente a los que adelantaban algunos medios.

Mientras en Estados Unidos son ya varios los estados cuyos fiscales generales se disponen a iniciar investigaciones similares a la de Pensilvania y se reúnen miles de firmas exigiendo la renuncia de los prelados más ‘tocados’ por el escándalo -como el sucesor de McCarrick, el cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Washington-, Tornielli asegura que el Papa considera que su carta ‘agota’ el asunto, no exigiendo del Vaticano ninguna iniciativa ulterior, a la espera de que los prelados norteamericanos la apliquen.

La carta de Su Santidad en reacción a la preocupación de los fieles por el encubrimiento masivo de casos de pederastia en Estados Unidos ha sido insólitamente criticada desde medios poco sospechosos de ‘tradicionalismo’, alegando no solo que evita términos cruciales sobre la realidad de esta crisis, como ‘homosexualidad’ u ‘obispos’, sino también por eludir medidas concretas para atajar el mal.

En ella, Francisco identifica la raíz de estas escandalosas conductas en el evasivo término ‘clericalismo’ que, en puridad, puede emplearse para tachar una iniciativa o su contraria.

La iniciativa que adelantábamos aquí hace unos días, por ejemplo, de incluir a laicos en los comités de elaboración de ternas de obispos, que es cualquier cosa menos ‘clerical’, es poco probable, por ser optimistas, que se tome en cuenta.

Carlos Esteban

Noticias varias 24 de agosto de 2018


EL ORIENTE EN LLAMAS

Trasmitir la fe de siempre, contra viento y marea.

LA CIGUEÑA DE LA TORRE

Los restos de Franco y el Valle


RORATE CAELI

"The authority of canonisations": Do all canonisations need to be accepted as infallible? -- a special guest article
Selección por José Martí

Pro-Gay Jesuit: “Make Homosexuals Eucharistic Ministers” (Jesuita pro-homosexual: “Ordenar como ministros de la Eucaristía a homosexuales”)



INGLÉS

The homosexual propagandist Father James Martin called at the pro-gay World Meeting of Families (August 23) for inviting active homosexuals into "parish ministries” so that they could become “Eucharistic ministers, music ministers, lectors” and get “every ministry”.
Martin's propaganda talk was published on AmericaMagazine.org. [Clic below]

Father James Martin: How parishes can welcome L.G.B.T. Catholics

He further claimed that the Church made homosexuals “feel like lepers”. In reality it is the New Testament that radically condemns homosexual fornication.
Adding insult to mockery Martin added: “Most L.G.B.T. Catholics have been deeply wounded by the Church.”

The Vatican will have to answer the questions what such ludicrous tirades have to do with a [Catholic?] "Meeting of Families".


 ESPAÑOL

El propagandista homosexual, el padre James Martin, llamó el 23 de agosto en el Encuentro Mundial de las Familias a invitar a los homosexuales activos para ser “ministros parroquiales”, de modo que podrían ser “ministros de la Eucaristía, ministros músicos, lectores” y ocupar “cualquier ministerio”.

La conferencia-propaganda de Martin fue publicada en AmericaMagazine.org. [Clic debajo]
¿Cómo pueden acoger las parroquias a los católicos LGTB?

Afirmó, además, que la Iglesia ha dado lugar a que los homosexuales “se sientan como leprosos”. En realidad, es el Nuevo Testamento el que condena en forma radical la fornicación homosexual.

Añadiendo 
a la burla un insulto, Martin agregó: “La mayoría de los católicos L.G.B.T. han sido profundamente heridos por la Iglesia”.

El Vaticano tendrá que responder qué tendrán que ver esas diatribas absurdas con un “Encuentro [¿Católico?] de las Familias”.

(Traducido por José Martí)

Este consejero del Vaticano [James Martin] está llevando a los católicos hacia la inclusión LGTB (6 de Junio de 2017)




(RNS) In 1992, the Vatican under Pope John Paul II published the Catechism of the Catholic Church, which stated, among many other things, that “homosexual tendencies” are “objectively disordered.” One of the principal theologians who shaped the document was Cardinal Joseph Ratzinger, who would succeed John Paul II as Pope Benedict XVI. He too would take a hard-line stance against homosexuality.

Two decades later, Pope Francis has signaled what many believe to be a softening on the matter.

In 2013, when asked about gay priests, he famously replied, “Who am I to judge?” He has continued to call for the Catholic Church to treat LGBT people with dignity and respect, and to fight discrimination against sexual minorities.

But the church may be on the cusp of another baby step in this ongoing discussion with the publication of a new book by a popular Jesuit priest, James Martin: Building a Bridge: How the Catholic Church and the LGBT Community Can Enter Into a Relationship of Respect, Compassion, and Sensitivity.

Martin argues the church must move from a position of tolerance to inclusion when it comes to LGBT people. He criticizes the language of disorder from the catechism, calls on Catholics to stop firing LGBT people from church positions and frequently uses terms like “gay” and “lesbian” that many Catholic officials avoid.

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The book carries with it a sense of authority. It was approved by Martin’s Jesuit superiors and is endorsed by two Catholic cardinals and a bishop. And Martin was recently appointed by Francis as consultant to the Vatican’s Secretariat for Communication, which manages Vatican TV and radio as well as the pope’s social media presence.

I sat down with Martin to discuss his message, and he told me he isn’t the only person connected to the Vatican who wishes to see the church move toward LGBT inclusion. Here we discuss what that looks like, how likely it is to happen and why he is putting his reputation on the line to fight for it.

- You’re arguing for inclusion of LGBT in Catholic churches. How is it possible to include someone that your church believes is actively living in sin?


Simply being LGBT is not sinful, according to Catholic teaching. That’s a common misconception. Even the catechism talks about welcoming them with “respect, compassion and sensitivity,” which is the genesis of the book’s subtitle. More basically, LGBT Catholics are baptized, and so they’re as much a part of the church as the pope. Sometimes when LGBT people tell me they feel like they’re being pushed out of the church, I’ll say, “Don’t let anyone push you out. It’s your church too.”

- Let’s assume you’re successful and churches open their arms to the LGBT community. Is it even possible for LGBT people to feel welcome in the Catholic Church?

​Yes, and many parishes show what this means in practice. Of course, some parishes are more forward-thinking and have LGBT support groups, like the successful “Out at St. Paul” group at the Church of St. Paul the Apostle in New York. But there are quieter ways of welcoming LGBT people — mentioning them in homilies; encouraging them to participate as lectors, ministers of hospitality and in other parish ministries, and getting to know them personally.​ And, above all, listening to them.

- A lot of Catholic leaders avoid using labels like “gay” and “lesbian,” opting instead for terms like “same-sex attracted.” Why did you decide to use the more common labels?

Because those are the terms that LGBT people use. People have a right to name themselves. It’s similar to the reason we no longer use terms like “Negro.” Why not? Because the African-American community opted for terms like “African-American” and “black” over time. Catholics are supposed to treat LGBT people with “respect,” and it’s disrespectful in the extreme to continue to use names that they not only don’t use, but reject. ​

The Catechism of the Catholic Church teaches that “homosexual acts are intrinsically disordered.” Do you affirm and agree with this teaching and language?

I’m no theologian, but I would say that some of the language used in the catechism on that topic needs to be updated, given what we know now about homosexuality. Earlier, for example, the catechism says that the homosexual orientation is itself “objectively disordered.” But, as I say in the book, saying that one of the deepest parts of a person — the part that gives and receives love — is disordered is needlessly hurtful. A few weeks ago, I met an Italian theologian who suggested the phrase “differently ordered” might convey that idea more pastorally.

Can you understand the pain that LGBT Catholics have felt?

Absolutely. Over the past 20 years, I’ve done what you might call an “informal ministry” with LGBT Catholics. They’ve come to me for spiritual counseling, confession and conversation. And they’ve told me the most appalling stories of being ignored, excluded and insulted — by priests and lay workers in their parishes. There is simply no group as marginalized in the Catholic Church as LGBT people. Sometimes they’re treated like lepers. So yes, I understand their pain.

Recognizing that this is just conjecture, how do you predict the Catholic Church’s teaching on homosexuality will be different in 100 years?

​I hope that the church would more fully embrace Jesus’ call to reach out to those on the margins, those who feel excluded. In the past, when it came to the LGBT community, we led with condemnations. Which is not what Jesus does. For Jesus it is, more often than not, a welcome first. Think of the story of Zacchaeus, the chief tax collector in Jericho, who would have been considered the chief sinner in the city. As he’s passing through Jericho, Jesus sees him and says, “Tonight, I must dine at your house!” It’s a public sign of welcome. That came first for Jesus, and that’s what should come first for the church. ​

What kind of pushback do you expect to receive?

Most likely, some church leaders will think I’ve gone too far, and some LGBT people will think I haven’t gone far enough. A few church leaders ​might find the call to stop firing LGBT people in same-sex marriages a challenge, and some LGBT Catholics might find my call to treat the hierarchy with respect a challenge. On the other hand, the book has been endorsed by two cardinals, one of them an official in the Vatican. So I think there’s an opening here. And the LGBT people who have read it have thanked me for writing it. So something is changing in the church. Something new is happening. I think it’s the right time for a book like this.


(RNS Senior Columnist Jonathan Merritt writes the “On Faith and Culture” column)

[De gran interés -actual- la lectura del artículo de RNS de título FR. MARTIN’S FALSE COMFORT]

La trata de vocaciones, pedofilia y efectos devastadores en la Iglesia, encuentro con víctimas, nuevos olores vaticanos (Specola)



Otro de los problemas de fondo que nadie quiere afrontar es la importación de vocaciones del America, Africa y Asia hacía Europa y America del Norte para “mejorar números” y cubrir el descalabro. La esterilidad que han traído los tiempos de primavera se ha querido tapar con jóvenes provenientes del “sur” que han servido para que la ausencia de sacerdotes fuera menos evidente. Hoy tenemos otro escándalo, uno mas y van…, con la importación de seminaristas colombianos a Estados Unidos.

Colombia es un maravilloso país lleno de buenos sacerdotes y con seminarios con abundancia de vocaciones. Esta noticia no puede, ni de lejos, salpicar a la iglesia colombiana que es posible que no ha tenido nada que ver en todo esto. No podemos pensar que todos los sacerdotes colombianos que están fuera de su país lo son por motivos oscuros. Como sucede siempre en estas cosas mejor la claridad y con rapidez para que no nos veamos todos dentro del problema. 

Parece ser que en Estados Unidos, ante el gran problema de la escasez de vocaciones, han optado en algunas diócesis por importar lo que otros habían rechazado sin hacer muchas preguntas. Al final, como es lógico, el problema ha estallado y no sólo no se ha solucionado el problema de la escasez sino que se ha sumado una situación de descrédito que no termina. En otros tiempos cuando se acudía en ayuda de una diócesis o monasterio necesitado se hacía con personas con años de servicio en sus distintos ministerios. Este problema está más extendido de lo que parece y los números de sacerdotes indios en Alemania, de sudamericanos en España, de Africanos en Italia son muy llamativos y hacen pensar que el problema que hoy salta a primer plano no es algo aislado.

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Cada vez son más los obispos que hablan con claridad de la “subcultura homosexual” como raíz de muchos de los problemas que nos afectan. El mismo Parolín reconoce los efectos devastantes que el escándalo de los abusos ha producido en la Iglesia.

Es muy sorprendente que en medio de esta catástrofe sin precedentes se esté haciendo la guerra a la forma como se recibe la comunión y tenemos obispos que sufren una especie de posesión diabólica cuando ven a un fiel arrodillarse

En Irlanda parece que preocupa la reconciliación entre católicos y protestantes que el Papa Francisco ha dicho que pedirá. Los católicos irlandeses han sufrido con la pedofilia que ha destrozado la en otros tiempos pujante Iglesia Católica. 

Tenemos otro encuentro, uno más, con víctimas de abusos. La conocida irlandesa Marie Collins, que abandono sonoramente la comisión Vaticana de abusos, se hará presente pero haciendo ver que no se ha hecho nada por solucionar el problema. Estamos en la misma, más abrazos, más lloros pero hechos concretos nada de nada. Marie Collins abandonó la comisión y hasta el mismo Papa Francisco reconoció que no le faltaban razones. No estaría mal ver al Papa Francisco junto a Marie Collins y no con Farrell y James Martin pero nos tememos que la Collins ya no se deja.

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La posible exhumación de Franco en España salta a las noticias italianas. El sentido es  extrañeza por la capacidad hispana de meterse en líos sin sentido. Tocar los muertos no suele ser un buen presagio.

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Ahora se prefiere hablar de maduración del dogma y no de evolución. Las cosas son como son y las dudas de los amores de Leticia siguen siendo dudas; y por mucho que maduren no se ve la tan ansiada continuidad.

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Se dice que Putin defiende el Evangelio y persigue a los gays. Creemos que ni una cosa ni la otra. En muchas ocasiones ha defendido que el cristianismo es la base de la cultura Rusa y eso no es una opinión sino una evidencia. Rusia no es ni China ni Arabia y eso es por el cristianismo y no por el vodka o la caza del oso. Los homosexuales en Rusia nunca han estado mejor tratados pero las falsas teorías de “género” no tienen carta de naturaleza en el ámbito público, y en esto aplaudimos a Putin por su sentido común.

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Curación de una niña con cáncer en Filadelfia atribuida al Papa Francisco. Opiniones a favor y en contra de presunto milagro. Los padres de la niña están felices.

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El Vaticano es un mundo cerrado y que tiene su vida propia. En otros tiempos la Farmacia Vaticana era conocida por sus maravillosos medicamentos. Hoy es mucho más conocida por su sección de droguería y perfumería, libre de impuestos, que está sin duda mucho más lejos del evangelio que Putin. 

La noticia de hoy es la creación de cuatro nuevos perfumes pontificios. Los ingeniosos hermanos de San Juan de Dios, a los que se atribuye el invento, han llamado a los perfumes (no es broma): “Oro”, “Incienso”, “Mirra” y “Rosa Mística”. 

Intentaremos verificar si ya están a la venta. Todo huele muy arco iris, también en la farmacia,  y se aleja del olor a oveja.

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“Así dice el Señor: Me voy a enfrentar con los pastores; les reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas, para que dejen de apacentarse a si mismos; libraré a mis ovejas de sus fauces, para que no sean su manjar. Así dice el Señor Dios: Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro.” (Ez 34, 10-11)

Buena lectura.

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