Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
The excellent political commentator known as The Saker, a Russian, born in Switzerland and living in the United States, commenting on the British “Skripal nerve-gas assassination” hoax, has made some sharp observations which regard not only the Western Regimes but also the Francis Church.
The Saker points out that there is a relationship between the denial of moral reality and the denial of physical reality. Modern western civilization began by taking liberties with the truth, which it would bend and adapt to serve the ideological agenda of the day. Quote, “The western civilization got cozy with the idea that there was no objective truth, only the subjective perception or even representation each person might have thereof.” That sounds like Francis’ “individual case trick”.
According to The Saker this produced the modern Gayropa – as Europe is now often referred to in Russia. Quote, “Not only has God been declared ‘dead’ and all notions of right and wrong dismissed as ‘cultural’, but even objective reality has now been rendered contingent upon political expediency.” Which means for Catholic bishops: you adapt your Faith to whomever happens to hold power in the Vatican.
The Saker refers to what George Orwell defines in his book 1984 as “doublethink” and which sounds like the defenders of Amoris Laetitia. For Orwell “doublethink” is -quote - “to hold simultaneously two opinions which canceled out, knowing them to be contradictory and believing in both of them, to use logic against logic, to repudiate morality while laying claim to it”.
El concilio Vaticano II fue clausurado en el año 1966 y fue un gran evento seguido de enorme expectación por parte del Pueblo Cristiano. Algunos incluso, llevados de su entusiasmo, pusieron tanta ilusión en el Concilio que llegaron a dividir la Historia de la Iglesia en tres grandes partes: Muerte de Jesucristo en la Cruz, Concilio Vaticano II y Parusía o Segundo Advenimiento. Aunque es lo cierto que pronto pasaron a un segundo plano la primera y la tercera partes, las cuales fueron definitivamente olvidadas hasta quedar solamente el Concilio como único elemento importante.
Como era de esperar, del Concilio surgieron multitud de instituciones a cual de ellas más prometedora. Según los expertos, componían en conjunto una brillante constelación de luceros que iban a alumbrar el cielo de la que iba a ser, sin duda alguna, la Primavera de la Iglesia.
Una de esas instituciones fueron las Conferencias Episcopales, propias de cada Nación. La gran masa del Pueblo Cristiano no llegó nunca a comprender muy bien el papel y la utilidad de dichas Conferencias, aunque todo el mundo suponía, a falta de otra cosa, que al menos servirían para reforzar el papel y la influencia de los Obispos, siquiera por aquello de que la unión hace la fuerza.
Por lo que hace a España (lugar sobre el que vamos a centrar esta disertación), fue pasando el tiempo y los fieles no veían actividad alguna ni consecuencias prácticas, derivadas de la Conferencia Episcopal que fueran de provecho para la Iglesia ni para nadie. Se fueron implantando paulatinamente en España las leyes descristianizadoras ante la pasividad de la Conferencia Episcopal, con respecto a las cuales no dijo nipío. Llegó, por ejemplo, el año 1981 y fue legitimado definitivamente el divorcio en España. La Conferencia Episcopal Española (en adelante CEE), no solamente nada tuvo que decir, sino que corrieron rumores de que incluso había impulsado la imposición de tal ley. Personalmente no tengo constancia de tal cosa, pero el caso es que el asunto fue denunciado por el Obispo Guerra Campos en un libro documentado que pronto fue retirado y que desapareció por completo (yo logré conservar un ejemplar). La aventura le costó a Guerra Campos quedar definitivamente desterrado en Cuenca, donde permaneció hasta su muerte.
Ante la ley del silencio, que parecía haber sido adoptada como norma por la CEE, se fue generalizando entre la gente la idea de que ya se conocía, por fin, el objetivo que perseguía y para qué servía la CEE, a saber, absolutamente para nada. Es decir, como la RAE y como el Senado en España. Después veremos que la Voz Común, como siempre, estaba enteramente equivocada en sus apreciaciones (pero no en lo de la RAE ni en lo del Senado, en lo cual había acertado plenamente).
El Laicado culto (relativamente abundante) y el Clero culto (relativamente escaso) pronto se dieron cuenta de que las Conferencias Episcopales eran fruto del Concilio al fin y al cabo. Y era imposible que un Proyecto como el Concilio Vaticano II (el Designio más inteligente y más minuciosamente preparado en toda la Historia de la Iglesia) hubiera sido configurado sin más objeto que el de dar lugar a instituciones inanes y fútiles. Y así es como se supo que todas las obras surgidas de un Proyecto tal inteligente y sutil como el Concilio obedecían a un propósito bien determinado. O mejor dicho a dos propósitos, uno más aparente y otro más ambiguo o difícil de descubrir pero que en el fondo era el más importante.
Con el paso de los años ha quedado claro que, gracias a las Conferencias Episcopales, la autoridad de los Obispos ha quedado enteramente menoscabada. Durante siglos, cada Obispo era Padre y Maestro en su Diócesis, con una autoridad respetada que nadie discutía, solamente sometida por lo demás a la del Santo Padre.
Sin embargo, actualmente un Obispo nada puede disponer en su Diócesis sin el consenso de la correspondiente Conferencia. La institución divina del Gobierno Monárquico en la Iglesia (el Papa en la Iglesia Universal y cada Obispo en su Diócesis), es un Monarquismo ciertamente sui generis, pero que ha sido el único establecido por Jesucristo y que ha sido por fin destruido y hecho desaparecer. Instituciones como las del Papa Emérito son una estafa al Pueblo cristiano.
Lo cual no es aún lo más grave. Pues las Conferencias Episcopales por lo general, por no decir siempre, están gobernadas por Camarillas, Grupos de Poder que siempre ostentan ideologías contrarias a la Fe cristiana. Cuya política actual con respecto a las Conferencias es la de reducir al silencio a los Obispos. Ante la actitud de Apostasía General que ha adoptado el pueblo, los Pastores dejan que siga su camino al precipicio.
De ahí que la CEE, en cumplimiento de las nuevas normas, tampoco se limita a obedecer la ley del silencio. Más bien ha adoptado el lema de conformarse a lo políticamente correcto. Por eso desde la Transición viene adaptándose en todo a las normas de los Gobiernos de turno y más especialmente a las emanadas del Partido del PP. Pasará a ser un misterio de la Historia el porqué del acatamiento silencioso de la CEE a los engaños del PP a los españoles, llevados a cabo durante tantos años en cuestiones demasiado graves que atañen incluso a la moral. E igual política con respecto a las disposiciones que vienen del Gobierno del Vaticano, aunque ya sé que algunos hablarán en este caso de obediencia debida a la Iglesia. Lo que no deja de ser una hipocresía, pues todo el mundo sabe que no todo lo que procede de las Altas esferas vaticanistas es conforme a la Fe de la Iglesia, lo cual se confirma sobre todo después de conocer la clase de gente que se encuentra al frente de tales Organismos. Para más información sobre este tema puede consultarse al Cardenal Zen.
Incluso el Portavoz de la CEE, en una declaración hecha pública hace pocos días, ha establecido como norma legal y moral de referencia a la que ajustarse, la Constitución Española. Lo que se traduce en que ya no se trata del Evangelio, ni del Magisterio de la Iglesia ni de cosa semejante. Ahora ya saben los católicos españoles donde se encuentra la norma por la que regir su vida moral: la Constitución Española, un Documento en el que nadie cree ni al que nadie obedece.
Otro ejemplo claro lo tenemos en España bien recientemente. Hace tiempo que la Izquierda española (único Gobierno que hoy manda en España) está altamente deseosa de acabar con el Valle de los Caídos y con todo lo que suponga memoria de Franco. Se trata, según se dice, de dar cumplimiento a la Ley de la Memoria Histórica, una inmensa falsificación y tergiversación de la verdad histórica con la que la Izquierda pretende dar cauce a su rencor y su deseo de venganza. Cualquiera que posea una honrada conciencia y amor de la verdad, sabe que quienes firmaron esa Ley, junto a todos sus seguidores, cometieron una grave infamia contra Dios, contra la Verdad, contra España y contra los miles de mártires conducidos a las fosas por el Frente Popular comunista.
La CEE, como era de esperar, se ha sumado una vez más a lo políticamente correcto, y ha dado por fin su consentimiento al comienzo del desmantelamiento del Valle de los Caídos. La CEE no tiene autoridad alguna sobre la Comunidad de monjes del Valle de los Caídos (son de Derecho Pontificio y Exentos). Pero sí la tiene el Vaticano, y es de creer que ahí se encuentre la raíz, vía CEE, de que el Prior de la Comunidad haya cedido al fin para que se proceda a la operación de no dejar a los muertos en paz.
Claro que de ser esto cierto, el asunto supondría otra grave injerencia del Vaticano en la Política Española. Lo cual llevaría consigo, por principios y exigencias de la justicia, una respuesta contundente del Gobierno español. El problema radica en que para responder por principios hace falta poseer principios, y ahí está la dificultad.
Y como cualquiera puede suponer, el seguimiento de lo políticamente correcto lleva consigo la necesidad de dar de lado a la memoria. Por eso la CEE ha olvidado fácilmente que fue Franco quien salvó a la Iglesia Española. Un montón de Obispos, miles de sacerdotes, religiosos y monjas además de millares de seglares fueron asesinados. Iglesias y monasterios devastados, obras de arte sinnúmero destruidas o vendidas al extranjero. Y todo ello obra de quienes, incapaces ahora de reconocer su derrota, tratan mediante la mentira y la infamia de vengarse de sus vencedores y de quienes restablecieron la Justicia.
Yo tenía solamente cuatro años de edad. Pero aún tengo grabada firmemente en mi mente una terrible imagen, cual es la de unos milicianos apuntando con sus fusiles a mí familia y a mí con ánimo de dispararnos. Recuerdo perfectamente la voz de desprecio de uno de ellos:
—¡No sé cómo no os pego un tiro a todos ahora mismo!
Solamente en mi pueblo (quince mil habitantes entonces) fueron asesinados tres sacerdotes, además de un montón de seglares. A estos últimos se les dio el paseo por el único pecado de que asistían a Misa los domingos.
Igualmente parece que la CEE ha olvidado que fueron el Nuncio Dadaglio y el Cardenal Tarancón quienes, siguiendo instrucciones del Vaticano y todavía en vida de Franco, acabaron con la entonces floreciente Iglesia Esspañola mediante el truco de los Obispos Auxiliares. Todos ellos progresistas y marxistoides y especialmente elegidos.
El problema de todo esto es que siempre estará ahí lo que dicen las palabras de la Biblia: De Dios no se ríe nadie, decía el Apóstol San Pablo (Ga 6:7). Y aún resuenan, a través de los siglos, las palabras que Dios pronunció, a través del Profeta Isaías sobre los malos Pastores:
Mis guardianes son ciegos todos, no entienden nada. Todos son perros mudos que no pueden ladrar. Soñolientos se acuestan, pues son amigos de dormir (Is 56:10)
As LifeSiteNews gets demonetized by Google and Lauren Southern is barred from entering the UK, Michael Matt points out that the SPLC is now working with YouTube to determine whose videos are hateful and whose aren't. Is Remnant TV next?
Then, the Vatican is cold busted by the Associated Press for creating FAKE NEWS to make Francis look good. PROBLEM: what's Pope Benedict's role in all this, and was the late John Vennari right to hold his ground against “Papa Ratzinger the Modernist”?
Plus, Michael makes an urgent call to Cardinal Burke and Bishop Fellay to lead resistance against the Regime of Pope Francis before it’s too late.
¿Recuerdan aquella genial escena de la película “Una noche en la ópera” de los hermanos Marx? Sí, aquella en la que en un minúsculo camarote de un barco cabían absolutamente todos, abarrotados. Pues en algo así se ha terminado convirtiendo la famosa carta manipulada de Benedicto XVI. Sí,sí, manipulada, pero no sólo por el Vaticano, también por benedictólatras, progres y conservadores de todo tipo, se podría decir que todos caben en dicha carta. Si se fijan desapasionadamente, y esto es sólo una descripción objetiva de ver los medios de comunicación y reacciones, la misma carta sirve:
Para atacar y defender a Benedicto
Para atacar y defender a Francisco
Para defender y no defender el libro.
Para concluir y no concluir.
Para afirmar y para negar.
Para haber leído y no leído el libro.
Aquí todos caben y todos manipulan para llevarla a su ascua. Sin duda lo vivido esta semana, que aún perdura, no puede sino recordarnos el humor absurdo y genial de dicha escena del camarote, que es digna de recordar para ilustrar mejor que cualquier palabra lo aquí descrito.
Duración 2: 33 minutos
Pero dejemos el humor y volvamos a la seriedad que requiere el hecho. Muy a mi pesar, y siendo consciente de que hay mucha gente que no quiere oír la verdad y se molestan con ella, la amplia manipulación ocurrida por todos lados, sin duda, requiere un análisis más concienzudo de dicha carta para evitar que seamos manipulados por cualquier inquilino del camarote, de un lado o del otro. La carta
Empecemos por reproducir la carta íntegra para que no se nos acuse de manipuladores a nosotros también
“Benedictus XVI Papa Emeritus
Reverendísimo Mons. Dario Edoardo Viganò Prefecto de la Secretaría para la Comunicación
Ciudad del Vaticano 7 de febrero de 2018
Reverendísimo Monseñor,
Le agradezco su cortés carta del 12 de enero y por regalo adjunto de los once opúsculos editados por Roberto Repole.
Aplaudo esta iniciativa que quiere oponerse y reaccionar contra el tonto prejuicio, según el cual el papa Francisco sería solamente un hombre práctico privado de particular formación teológica o filosófica, mientras que yo habría sido únicamente un teórico de la teología que habría comprendido poco de la vida concreta de un cristiano actual.
Los opúsculos muestran, con razón, que el papa Francisco es un hombre de una profunda formación filosófica y teológica, y por eso ayudan a ver la continuidad interior entre los dos pontificados, aunque con todas las diferencias de estilo y de temperamento.
Sin embargo no puedo escribir sobre ellos una breve y densa página teológica, porque en toda mi vida ha sido siempre claro que he escrito y me he expresado solamente sobre libros que había leído verdaderamente. Lamentablemente, aunque sólo por razones físicas, no estoy en condiciones de leer los once opúsculos en un futuro próximo, por cuanto me esperan otros compromisos que ya he asumido.
Estoy seguro de que me comprenderá y lo saludo cordialmente.
Suyo
Benedicto XVI”
Benedicto sí leyó los libros, pero no detalladamente
Analicemos ahora fría y desapasionadamente lo que dice la carta, simplemente leámosla, olvidémonos de todo lo que nos han dicho.
La carta es una respuesta al envío de la colección de libritos editados sobre el pensamiento teológico del papa Francisco. Benedicto dice en ella explícitamente que sí los ha leído, pues afirma que “los opúsculos muestran con razón” y “ayudan a ver…”. Para hacer esos juicios de valor conclusivos no cabe pensar otra cosa que de alguna forma los ha leído al punto de poder hacerse un criterio formado y decir que lo que dice los libros lo hacen “con razón”.
¿De qué forma los leyó?
Aquí está la madre del cordero y foco de las manipulaciones. Si nos fijamos la carta no dice que “no ha leído los libros verdaderamente“, eso y sólo eso. Sino que dice que no los ha leído verdaderamente al grado de poder “escribir sobre ellos una breve y densa página teológica”. En este contexto “verdaderamente” es un sinónimo de “detalladamente”, no una negación absoluta como pretenden, puesto que esta frase no se puede descontextualizar de todos los párrafos anteriores, que refuerzan esta conclusión, ya que él mismo reconoce por otro lado haberlos cuando menos leído por encima al punto de atreverse a hacer un juicio de valor sobre los mismos indicándonos lo que “muestran con razón” y “ayudan a ver”.
Querer interpretar que la frase de que no los “había leído verdaderamente” es una negación absoluta que volatiliza todo lo anterior es una exégesis deshonesta de la carta, pues si el Vaticano ha querido eliminar ese último párrafo -como veremos-, otros han hecho lo contrario que es eliminar el resto de la carta agarrándose a ese párrafo. Esta interpretación, muy difundida, de hecho, a mi humilde modo de ver, le hace un flaco favor al propio Benedicto, pues se le estaría tachando de incoherencia máxima, de que en una carta de tres párrafos nos dice lo que “muestra con razón.. y ayuda a ver” una serie de libros que ni siquiera ha leído de ninguna forma, lo cual sería por su parte una deshonestidad intelectual. Esta interpretación mayoritaria no es sostenible a mi humilde modo de ver, y me da igual la apoye cualquier vaticanólogo o el sursum corda. Las cosas son como son y no como queremos que sean.
Por tanto, pienso, que un análisis frío de lo que dice la carta, permite concluir, solamente siguiendo sus propias palabras, que ha leído la obra superficialmente, por encima, ojeándola, no con detalle, por lo que dice que no la ha leído “verdaderamente” al grado de poder escribir una “una breve y densa página teológica”, que, lógicamente, requeriría un estudio más detallado de la misma, pero dicha lectura superficial sí ha llegado al punto de que le ha servido para atreverse a manifestar lo que el contenido “muestra” y “ayuda a ver”, concluyendo incluso que sirve para “oponerse y reaccionar contra el tonto prejuicio, según el cual el papa Francisco sería solamente un hombre práctico privado de particular formación teológica o filosófica, mientras que yo habría sido únicamente un teórico de la teología que habría comprendido poco de la vida concreta de un cristiano actual.” Y que “Los opúsculos muestran, con razón, que el papa Francisco es un hombre de una profunda formación filosófica y teológica, y por eso ayudan a ver la continuidad interior entre los dos pontificados, aunque con todas las diferencias de estilo y de temperamento”.
¿Por qué no leyó los libros con detalle?
Esto creo que tiene poca discusión, pues él mismo lo aclara con contundencia: “sólo por razones físicas..no estoy en condiciones física”. Hablamos de un hombre con 90 años, que él mismo insinuó hace poco que estaba cercano a ir a la casa del Padre, y que imagino tendrá múltiples achaques de todo tipo, de la vista también puede ser claro, y que le supone un gran esfuerzo ahora mismo este tipo de lecturas al grado de poder escribir una “densa página teológica”. De aquí concluir, como hacen muchos, que hay un desprecio a la obra y que ahí se afirma que, en resumen, no lee los libros porque no le da la gana, me parece de nuevo una exégesis verdaderamente atrevida e interesada
¿La escribió él?
En todo este camarote del humor donde todos caben, también han entrado quienes ante las evidencias que aquí expongo, y su difícil contestación, arguyen que la carta es por entera falsa, incluso prestigiosos vaticanistas parecen insinuarlo. Estamos de nuevo ante las manidas y sempiternas teorías del líder aislado, secuestrado, incomunicado, que no se entera de nada al punto de que medio mundo puede estar hablando algo sobre él, sin que ni siquiera se entere.
Personalmente, me cuesta creer que alguien de credibilidad a este tipo de teorías. ¿Puede alguien sensato pensar que, en esta época de comunicaciones extremas, donde con móviles e internet accedemos en segundos a información del mundo entero, donde nos comunicamos en fracciones de segundo con personas que andan por la calle, van en un avión o están en semáforo, se puede aislar a alguien de esa forma?
Como decía hace poco aquí mismo Hilary White, Benedicto recibe visitas con frecuencia, todos reportan que está comunicado y muy informado de todo lo que ocurre. Está rodeado por personas de su confianza e, imagino, tiene acceso a internet y la comunicación para comunicarse con familiares íntimos y amigos. ¿Alguien seriamente puede creerse que se podría hacer esto sin que se entere?
Y si se entera ¿por qué no dice nada? ¿por qué si sabe que le han falsificado su firma no emite una señal de denuncia, de socorro, aunque sea a un familiar, a su secretaria, un simple papel escondido en una postal, un sms, un email… nada?
La respuesta creo que es evidente. No desmiente la carta porque es auténtica.
La alabanza a Francisco
Guste a muchos o no, lo cierto es que Benedicto -con libros o sin libros-se ha atrevido a decir que Francisco:
“es un hombre de una profunda formación filosófica y teológica”
Existe “un tonto prejuicio, según el cual el papa Francisco sería solamente un hombre práctico privado de particular formación teológica o filosófica, mientras que yo habría sido únicamente un teórico de la teología que habría comprendido poco de la vida concreta de un cristiano actual”.
Existe una “continuidad interior entre los dos pontificados, aunque con todas las diferencias de estilo y de temperamento”
Como hemos visto, nada de lo que hay antes o después en la carta permiten sembrar alguna duda sobre que esto lo escribe con plena conciencia y conocimiento. Y esto, de otra parte, no hace sino reforzar lo que el propio Benedicto ha venido haciendo en los últimos cinco años, pues en toda y cada una de las ocasiones que ha tenido de encuentro con Francisco, o ha podido hablar, jamás ha expresado el menor disgusto, al contrario, se ha prodigado en alabanzas a su figura. Tiren de hemeroteca. En esta ocasión llega incluso a decir que“su bondad (de Francisco) es el lugar donde vivo y donde me siento protegido”.
Duración 2:55 minutos
Veamos ahora someramente las diversas manipulaciones sufridas por la carta, algunas ya esbozadas.
Manipulación vaticana
El Vaticano en la información pública decide recortar el último párrafo, manipulando incluso la imagen de la carta, lo cual contraviene las normas más elementales de la ética periodística.
A mi modo de ver el motivo de fondo de dicha manipulación es sencillamente que la lectura rápida y superficial de dicho párrafo, podría ser fácilmente manipulable (como de hecho ha pasado) para sembrar dudas sobre lo expuesto en la propia carta -cosa que no es así como hemos visto-, y con idea de reforzar las conclusiones alabatorias a Francisco era mejor quitarlo a efectos comunicativos.
Fuera la intención que fuera, e independientemente del valor que pueda tener o no dicho párrafo -ya aclarado anteriormente-, muestra el estilo de comunicación que se ejerce hoy desde Roma que no duda en “recortar” textos y manipular.
Manipulación probenedicto
A mi modo de ver, peor aún es la manipulación que se ha ejercido sobre la misma por un amplio rango de sectores probenedicto, en el que encontramos desde benedictólatras acérrimos, neocones, pseudotradicionalistas, conservadores e incluso algunos sectores tradicionalistas muy ligados en Benedicto, pero que todos comparten una pasión exacerbada por su figura, cada uno a su modo y estilo, y que se han lanzado a la loca a querer negar los hechos.
En todos estos casos vemos como por un lado se quiere dogmatizar una palabra, pero incoherentemente se trivializan todas las demás, queriéndose descontextualizar el último párrafo y afirmar que descalifica por completo el resto de la carta. Como si no existiera. El Vaticano eliminó el último párrafo y ellos los anteriores. Cada uno queriendo desvirtuar al propio Benedicto a su favor y, en definitiva, mostrándole muy poco respeto, porque en esencia, como decía Hilary, no le creen, no lo respetan, y quieren que sea el Benedicto que ellos quieren que sea, no el que es.
Conclusiones
Creo que por todo lo visto se puede concluir sin “forzar” los textos, ni interpretaciones subjetivas, que la carta ha sido escrita por Benedicto, el cual ha leído los libros, pero no en detalle por motivos de salud, y que -con libro o sin libro-, la carta emite una clara alabanza a Francisco y su pontificado que sólo hace reafirmar lo que ha venido haciendo durante estos cinco años.
Dicha carta ha sido manipulada por todo tipo de sectores, el Vaticano para evitar dudas y manipulaciones del “otro lado”, y el “otro lado” para sembrar dudas sobre la autenticidad de unas palabras a todas luces auténticas. Todo ello ha convertido este episodio en un auténtico sainete, un festival del humor digno de los hermanos Marx. Esta es la realidad, y así la he contado.
“Que vuestro modo de hablar sea sí sí no no, porque todo lo demás viene del maligno” Mateo 5,37.
ACTUALIZACIÓN 20:09 PM
Para añadir más confusión a todo este affaire el Vaticano ha hecho pública esta tarde un nuevo fragmento “desaparecido” de la carta, en el cual Benedicto muestra su sorpresa porque uno de los volúmenes esté escrito por un autor, el profesor Hünermann, quien durante su pontificado se dedicó a realizar serias descalificaciones contra el papado y diversos ataques a él y a Juan Pablo II desde la óptica más radical. De lo cual volvemos a repetir todo lo comentado, lo dicho en los párrafos anteriores, dicho está por él y toda la carta hay que leerla en el contexto de la valoración positiva que hace de la obra, a pesar de manifestar sorpresa negativa con que dicho autor esté incluido en la colección. A mi modo de ver, resulta cuando menos sorprendente viendo el pelaje de los autores que se haga a pesar de eso una valoración positiva de la obra en conjunto como la que se hace en la carta. Esta nueva manipulación, otra más, sin duda aumenta considerablemente la gravedad de la responsabilidad por parte de la oficina de prensa de Bergoglio. Lo dicho, un auténtico sainete digno del mejor de los autores.
Andan los católicos neocon un tanto revueltos con la carta laudatoria de Benedicto XVI sobre el Papa Francisco.
Les ha pasado un poco como a los judíos, esperaban un caudillo que les liberase de Francisco y se han encontrado con un aliado de este.
Toca rehacer las teorías por las que Benedicto sigue siendo Papa, maniatado y secuestrado por unos poderes oscuros. Algunos ya están pidiendo un análisis grafológico, firma original a estudiar etc
Lo siento pero Benedicto sería el último hombre en embarcarse en un proyecto de esos, ni por carácter, ni por historia.
Creo que el catolicismo debería hacer más hincapié en las verdades de la Fe, si siguen estando claras, y menos en seguir los dichos y hechos de este o aquel Papa. Más en los tiempos actuales y cercanos en el pasado, en que los propios Papas han promocionado teorías, cuando menos chocantes, en relación a la Tradición de la Iglesia.
Sirva como muestra todo lo dicho y hecho en el tema ecuménico y de lo que hemos dado buena cuenta en el blog. Continuaremos, pues aún no hemos terminado con el tema.
El párrafo que más ha escocido de la carta es aquel en el que dice
«Los pequeños volúmenes muestran con razón que el Papa Francisco es un hombre de profunda formación filosófica y ayudan, por lo tanto, a ver la continuidad interior entre los dos pontificados, si bien con todas las diferencias de estilo y temperamento».
Más allá de la puya, no sé si involuntaria, de llamar “pequeños volúmenes” a lo que el Vaticano está intentando vender como la obra de un Santo Tomás reencarnado, lo cierto es que legitima las ideas y el Papado de Francisco.
Como digo, no es sorprendente, pues el año pasado ya despachaba con gran indiferencia la semilla que trajo a Francisco, su actuación (la de Ratzinger) y la de los suyos en el Vaticano II.
Para los que los desconozcan diremos que el Vaticano II estuvo dominado de cabo a rabo por lo que se dio en llamar la alianza del Rhin, de la que formaban parte la mayoría de los obispos alemanes, austríacos, holandeses, belgas, suizos, junto con otro tipo de alianzas.
¿Y quiénes marcaban el paso en esa alianza?Los teólogos Ratzinger, Rahner, Küng o Schillebeeckx. Ya sabemos cómo acabaron: Küng fuera de la Iglesia, El Santo Oficio intervino 4 veces la obra de Schillebeeckx, que tanto daño causó a la Iglesia católica con el Catecismo holandés, etc
Bien, con estos antecedentes, en el libro-entrevista a Benedicto de Peter Seewald del año 2017, y con una oportunidad de oro para impugnar todos los errores que llevaron a la Iglesia a este laberinto y que él conoce bien, el Papa manifiesta lo siguiente:
«En aquella época, ser progresista no significaba todavía romper con la fe, sino aprender a comprenderla mejor y vivirla de manera más adecuada, volviendo a los orígenes. Entonces creía todavía que todos nosotros queríamos esto. También progresistas famosos como De Lubac, Daniélou y otros tenían una idea similar. El cambio de tono se percibió ya el segundo año del Concilio y se perfiló con claridad en el curso de los años sucesivos»(1).
«La voluntad de los obispos era renovar la fe, hacerla más profunda. Sin embargo, hicieron sentir cada vez más su influencia también otras fuerzas, especialmente la prensa (2), que dio una interpretación totalmente nueva a muchas cuestiones. En un cierto momento, la gente se preguntó: ¿si los obispos lo pueden cambiar todo, por qué no podemos hacerlo nosotros?(3). La liturgia comenzó a resquebrajarse deslizándose hacia la discrecionalidad y muy pronto quedó claro que aquí, las intenciones positivas eran empujadas en otra dirección. Desde 1965, por tanto, sentí que era tarea mía poner en claro lo que verdaderamente queríamos y lo que no queríamos» (p. 135).
«Es cierto, nos preguntábamos si habíamos actuado correctamente. Era una pregunta que nos hacíamos, especialmente cuando todo se desordenó. El cardenal Frings tuvo más tarde fuertes remordimientos de conciencia. Yo, en cambio, he mantenido siempre la conciencia de que lo que habíamos dicho y hecho aprobar era correcto y no podía ser de otro modo. Actuamos de modo correcto, aunque no valoramos correctamente las consecuencias políticas y los efectos concretos de nuestras acciones. Pensamos demasiado como teólogos y no reflexionamos sobre las repercusiones que nuestras ideas habrían tenido en el exterior»(4) (pp. 135-136).
«Entonces, hasta este momento, ¿usted está satisfecho con el ministerio del papa Francisco?», «Sí. Hay un nuevo frescor en el seno de la Iglesia, una nueva alegría, un nuevo carisma que se dirige a los hombres, es ya una buena cosa» (p. 47).
Lo dicho, más allá del cariño que cada uno le tengamos, de que valoremos el intento de restauración de la liturgia, poco enérgico por otro parte, lo cierto es que no ha impugnado, ni entonces ni ahora, muchas de las ideas que nos trajeron hasta aquí. Es más, parece no darle mayor importancia a lo que pasó. Viene a ser una especie de “sí, se fue todo a paseo, pero la intención era buena…”.Hablando, como lo estamos haciendo, de la salvación de las almas, no deja de ser, al menos para mí, bastante desasosegante.
Aunque parece que el segundo año del Concilio ya había un cambio de tonoeso no impidió que la Alianza del Rhin siguiese machaconamente con su programa de demolición. Los remordimientos de Frings, y otros, parece que vinieron bastante más tarde.
¿Seguro que sólo la prensa?
Una pregunta que se podían hacer muy legítimamente los fieles a tenor de lo que oían en el aula conciliar.
Lo dicho, todo se hizo de maravilla, con la mejor intención, buscando lo mejor para la Iglesia y todo se ha ido a paseo.
A Very Interesting Analysis of Pope Francis’ Personality
Sandro Magister published interesting remarks of an unnamed Italian reader which went largely unobserved. The reader points out that in his recent autobiographical remarks when talking in February to Roman diocesan priests, Francis described the period in which he was a superior as an “age of omnipotence”. The reader comments, “This reveals an affective approach to power that turns out to be problematic, to say the least.” On the contrary, the periods of his life that Francis calls “dark” are in practice those in which he had no position of power.
“Surface Charisma Proper to Unstable Personalities”
Another unnamed reader wrote to Magister that Bergoglio must be deciphered from a psychological rather than a theological point of view. Quote, “I am convinced that part of his secret lies in his family of origin, of which, on balance, we know very little and about which he himself says little and in an evasive manner.” The reader believes that Bergoglio has a strong, charismatic personality with that surface charisma proper to unstable personalities.
Bergoglio and Maciel
The reader compares Bergoglio with Marcial Maciel, the disgraced founder of the Legionaries of Christ. Quote, “Both are, were allergic to going deeper, to intellectual work. Both are, were masters of the art of dissimulation and with a special intuition in grasping the vulnerable points of interlocutors and bending them to themselves. Both with a mental energy out of the ordinary. Both implacable and vindictive towards the enemies, when these are weaker than they.”
Cardinal Sarah Attracts the Crowds
On Monday, Cardinal Robert Sarah spoke in Toronto, Canada, about silence. The talk was supposed to take place in Saint Basil’s church but had to be relocated to the Cathedral because of the large number of participants. Sarah encouraged the 1200 attendees to a limited use of communication technology and to seek the silence in order to find God. He called the liturgy the place where Christians are silent together. It seemed like he was relating to us like a pope should. The English lecture can be found on Gloria.tv.
La carta del Papa emérito en apoyo de Francisco se ha revelado en realidad como una operación mediática gestionada por el Prefecto de la Secretaría para las Comunicaciones, monseñor Viganò, inmediatamente desenmascarada.
Si éste es el “dominus” de la comunicación en el Vaticano, entonces es bueno que el papa Francisco comience a preocuparse seriamente. Obviamente, estamos hablando de monseñor Dario Edoardo Viganò, poderoso Prefecto de la Secretaría para la Comunicación, quien está manejando como un calcetín a todos los medios de comunicación de la Santa Sede para hacer una eficientísima maquinaria de guerra con más armas de fuego enfocadas sobre el mismo objetivo.
Ahora bien, para el quinto aniversario del pontificado de Francisco, monseñor Viganò había preparado un gran golpe de escena: una carta de Benedicto XVI que exalta la profundidad teológica de Francisco y subraya la continuidad con su pontificado. De hecho, el golpe llegó: ayer todos los diarios informaron con gran énfasis la noticia de Benedicto XVI que fustigaba a los detractores del papa Bergoglio.
La carta fue presentada por Vatican News (el nuevo portal vaticano creado por monseñor Viganò) como una «contribución» que Benedicto XVI «ha querido dar» para testimoniar «la unidad interior espiritual de los dos pontificados». Se trata de una carta, dice siempre Vatican News, recibida por monseñor Viganò en ocasión de la presentación de la colección ‘La Teologia di Papa Francesco’, 11 opúsculos editados por la Libreria Editrice Vaticana (LEV), en los que diferentes teólogos de todas partes del mundo interpretan las líneas teológicas de este pontificado.
En el transcurso de la conferencia de prensa Viganò leyó los pasajes centrales de esta carta, que indudablemente han impactado: «Aplaudo esta iniciativa – escribe Benedicto XVI – que quiere oponerse y reaccionar contra el tonto prejuicio, según el cual el papa Francisco sería solamente un hombre práctico privado de particular formación teológica o filosófica, mientras que yo habría sido únicamente un teórico de la teología que habría comprendido poco de la vida concreta de un cristiano actual». Y después dice también: «Los opúsculos muestran, con razón, que el papa Francisco es un hombre de una profunda formación filosófica y teológica, y por eso ayudan a ver la continuidad interior entre los dos pontificados, con todas las diferencias de estilo y de temperamento».
Todo esto fue suficiente para desencadenar el entusiasmo de los diarios laicos y de los habituales ”guardianes de la revolución”, con consejos de triunfalismo como así también por los tweets del padre Antonio Spadaro, director de Civiltà Cattolica, que obviamente no perdió la oportunidad para burlarse una vez más de los cardenales de las Dubia.
De hecho, muchos han notado la singularidad del mensaje tanto por el estilo – muy diferente de otras intervenciones del Papa emérito – como por los contenidos, aunque su importancia es mucho menos perturbadora de cuanto se ha hecho creer.
Pero he aquí que ayer, el blog de Sandro Magisterpublica la carta íntegra de Benedicto XVI(nunca aparecida en Vatican News) y entonces se supo que monseñor Viganò había escondidos dos detalles decisivos para invertir el significado de la carta.
El primero, respecto a las circunstancias del mensaje: la carta está fechada el 7 de febrero (hace más de un mes) y el papa Benedicto está respondiendo a monseñor Viganò, quien el anterior 12 de enero le había enviado los 11 opúsculos pidiéndole una contribución teológica. Se trata, entonces, de una carta de cortesía que no tiene nada que ver con la voluntad de decir lo suyo en apoyo de Francisco en el quinto aniversario de su pontificado.
Pero el segundo detalle es todavía más sorprendente: Viganò en realidad citó dos párrafos de la carta, omitiendo el tercero que sigue inmediatamente después y que, refiriéndose precisamente a los 11 opúsculos recibidos, dice así:
«Pero no me siento a escribir sobre ellos una breve y densa página teológica, porque en toda mi vida ha sido siempre claro que he escrito y me he expresado solamente sobre libros que había leído verdaderamente. Lamentablemente, aunque sólo por razones físicas, no estoy en condiciones de leer los once opúsculos en un futuro próximo, por cuanto me esperan otros compromisos que ya he asumido».
En síntesis: Viganò escribe a Benedicto XVI para arrancarle una «densa página teológica» e insertarla como trofeo en la presentación de la colección. Y el Papa emérito, con su estilo humilde y vagamente irónico, le manda a decir “no, gracias. Muy amable, pero tengo cosas más importantes que hacer que leer estas contribuciones (que ya desde el índice no deben haberle parecido particularmente atrayentes) y escribir a mi vez un ensayo». Una puerta cerrada en la cara que, de todos modos, Viganò buscó utilizarla según la finalidad originaria.
De hecho, las frases citadas por él en la conferencia de prensa dan aparentemente una impresión de fuerte apoyo al pontificado de Francisco por parte de Ratzinger, pero casi seguramente, si pudiéramos leer la carta que monseñor Viganò envió a Benedicto XVI el 12 de enero, comprenderíamos mejor el sentido. En estos casos, en realidad, es bastante usual que el interpelado responda cortésmente, retomando frases y conceptos de su interlocutor.
En todo caso, cualesquiera sean las declaraciones oficiales, que la discontinuidad del pontificado de Francisco respecto al de su predecesor va más allá del estilo y temperamento solamente un ciego no puede no notarlo, como diría el llorado cardenal Carlo Caffarra. De todos modos, no es éste el lugar para desarrollar este juicio.
Aquí se quiere notar la torpeza y la idiotez de ciertas operaciones mediáticas: seguramente los grandes medios de comunicación no se corregirán y dejarán en sus lectores y oyentes la sensación de un papa Benedicto testimonial del papa Francisco. A ellos hoy les va bien así.
Pero queda el hecho de que ahora los periodistas que se ocupan de la Iglesia saben que tienen que vérselas con un responsable de la comunicación vaticana que no tiene escrúpulos en manipular las informaciones para obtener el efecto mediático querido. Y esto podrá crear muchas situaciones embarazosas, al Papa y a la Iglesia.
Publicado originalmente en italiano el 14 de marzo de 2018, en:
El problema preferido por el Feminismo para esgrimirlo como arma en cuanto a la identidad de la mujer en relación al varón, gira en torno a la pretendida sumisión al esposo. Para el Feminismo la obediencia de la mujer supone una flagrante discriminación por su parte con respecto al varón.
La Doctrina Católica al respecto es la derivada de las exigencias de la propia Naturaleza, las cuales a su vez no son sino el reflejo del Plan de Dios para el hombre. Así lo ha creído siempre la Humanidad durante milenios, y así se ha admitido durante siglos y siglos..., hasta la llegada de las nuevas ideologías progresistas (masónicas y comunistas). La Doctrina Católica sobre el tema tiene como fundamento la creencia universal de la Humanidad y, en último término, las normas establecidas por Dios acerca del funcionamiento de la Naturaleza que Él mismo ha creado. Las nuevas teorías progresistas tienen como fundamento la autoridad de las modernas ideologías correspondientes, a cuya cabeza figuran pensadores de la talla de quienes militan a la cabeza de el PSOE y de Podemos, universalmente conocidos en los círculos intelectuales internacionales.
La Doctrina Católica sobre el tema está contenida en la Biblia y la expone claramente el Apóstol San Pablo: El marido es la cabeza de la mujer, así como Cristo es Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo.[1] Es evidente que sobre alguien tenía que recaer la autoridad en la institución familiar. Y continúa el Apóstol: Pues como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.[2]
Sin embargo, para el Apóstol San Pablo esta sumisión de la mujer al esposo nada tiene que ver con una actitud humillante: Maridos: amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por ella... Así deben los maridos amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, pues nadie aborrece nunca su propia carne, sino que la alimenta y la cuida, como Cristo a la Iglesia.[3]
Según lo cual y en reciprocidad, la actitud del marido con respecto a su esposa es la de amarla y entregarse a sí mismo por ella. Ni más ni menos que como Cristo lo hizo con su Iglesia: entrega e inmolación por amor.
Por eso dice también en otro lugar que la gloria del varón es la mujer,[4] y añade: Ni la mujer sin el varón ni el varón sin la mujer, en el Señor.[5]
Lo que hubo en la mente del Creador desde el principio no fue una idea de dominio por parte del esposo y una actitud de sumisión por parte de la esposa sino todo lo contrario: paridad, igualdad en dignidad, y una unión de dos en el amor tan íntima (tan distanciada de una diferenciación) como que habrían de ser ambos una sola carne. Dijo Dios:
Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre. Y se adherirá a su mujer. Y vendrán a ser los dos una sola carne.[6] Así que en la unidad de una sola carne.
Lo que subyace en realidad en el fondo de la creencia del Feminismo, según la cual la actitud de sumisión de la mujer con respecto al marido es humillante y lleva consigo una discriminación, supone en realidad un desprecio a las virtudes cristianas, y más concretamente a la de la obediencia. Incluso una mayor atención al fondo del problema nos conduciría hasta el pecado cometido al principio de los tiempos, el cual no es otro que el de la soberbia.
Vamos a refutar la falsedad y el profundo fondo de maldad de la creencia feminista. No sin antes consignar una importante nota introductoria:
Siendo la Virgen María Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, de ahí que haya de ser considerada también Madre de todos los cristianos. Teniendo en cuenta que el sentido sobrenatural supone aquí una vinculación mucho mayor que la que sería propia de lo puramente natural o carnal. Por lo que su persona y sus virtudes han de ser reconocidas como ejemplo y norma para todos los cristianos, tanto varones como mujeres.
Sin embargo, su condición de mujer es un elemento determinante y decisivo para el sexo femenino, por más que esa circunstancia acostumbre a pasar desapercibida.
Ella es el modelo perfecto al que una mujer puede y debe mirar, lo cual significa la posibilidad de aprender el mejor modo de vivir las virtudes de la existencia cristiana. Realizándolo al modo de mujer o, dicho de otra manera, tal como debe hacerlo una mujer. Conclusión basada en el hecho de que el carácter y la psicología femeninos son distintos del carácter y la psicología masculinos, aparte de las diferentes tareas, menesteres y oficios que son propios de cada uno de los sexos.
La obediencia ha sido alguna vez considerada como una de las virtudes pasivas (obediencia, docilidad, humildad, sencillez, ingenuidad, pureza, simplicidad, entereza o capacidad de sufrimiento, etc.), sin caer en la cuenta que en realidad no existen virtudes pasivas. El verdadero significado del vocablovirtus, es el de fuerza. Y no es poca la que se necesita, junto a una gran capacidad de heroísmo y abundante generosidad de corazón, para practicar las virtudes cristianas. Y ya puestos a decirlo todo, para la de la obediencia.
Pero aun admitiendo, por hipótesis, la particularidad específica de esta especie de virtudes en cuanto a su pretendido carácter de pasividad, tal cosa no haría sino conducirnos al descubrimiento de un encanto peculiar propio de estas virtudes y que es tan seductor como desconocido. Encanto caracterizado, a su vez, por su capacidad para provocar y atraer sobre sí una extraordinaria energía: La fuerza se perfecciona en la flaqueza, decía el Apóstol San Pablo (2 Cor 12:9), además de una lluvia de bendiciones. Así resulta que la pretendida debilidad es capaz de contener maravillosas virtualidades, las cuales a su vez pueden ser actualizadas en un caudal de gracias y de inmensas posibilidades, cuya comprensión y alcance escapa a las posibilidades del conocimiento y de los sentimientos humanos (Mt 11:25; Lc 10:21).
Quienes atribuyen a la obediencia un carácter de pasividad, o de humillante sumisión, desconocen la grandeza de ánimo y el heroísmo necesarios para practicarla. Pronto veremos que tal atribución anda lejos de tener sentido. Aparte del hecho reconocido, según el cual la caridad es la reina y el aval de las demás virtudes, hasta podría decirse que la obediencia destaca sobre todas ellas.
Atribuirle en cambio, como hace el Feminismo, un carácter discriminatorio cuando se trata de ser la mujer quien la practica, o lo que es peor, de humillación y bajeza, supone una ignorancia absoluta sobre una serie de cosas fundamentales: acerca de Dios, de la naturaleza humana, de la vida, de la verdad, de la rectitud, de la naturaleza de las cosas, del mundo en el que vivimos y hasta del ejercicio del sentido común. Pero si tal actitud, como generalmente suele suceder, rebasa el estado de ignorancia y proviene de un sentimiento más profundo, es obligado entonces suponer que responde a un voluntario retorcimiento de la realidad provocado, en último término, por un corazón dominado por la maldad.
Para comprender lo que significa la obediencia, junto a la alta dignidad que otorga a quien la practica, es necesario contemplar a Jesucristo. Una vez realizada la Encarnación, viviendo ya como verdadero Hombre entre nosotros y como uno de nosotros, conviene recordar que la Escritura dice de Él que aun siendo Hijo, aprendió por los padecimientos la obediencia.[7] De manera que, según la Escritura, como Hombre verdadero al fin y al cabo, tuvo necesidad de aprender la obediencia. Tal como los hombres llegan también a aprenderla y a hacerla parte de su vida, a saber: a costa de los propios padecimientos. De esta forma quedan claramente establecidos el carácter de virtud fuerte propio de la obediencia, de una parte. Y la necesidad de un corazón generoso y grande, bien repleto de entereza de ánimo, en aquéllos que se atreven a emprender la aventura de practicarla, de otra. Bien difícil sería reconocer en esta virtud el aire de bajeza que el Feminismo pretende asignarle cuando es la mujer quien la practica.
Teniendo en cuenta que la voluntad divina de Jesucristo es idéntica y una con la del Padre, el texto de los Hebreos viene a subrayar indirectamente el carácter humano de su voluntad como Hombre. De hecho existen dos voluntades en Jesucristo, divina y humana, frente a las teorías propugnadas por el monotelismo. Pero al mismo tiempo también queda abierto el camino para llegar a conocer las posibilidades de grandeza a las que la voluntad humana, animada por la gracia, es capaz de llegar. Aun en el estado actual de naturaleza caída, una vez que la voluntad del hombre ha sido restaurada, ayudada y elevada por la gracia, se convierte en la fuente segunda del estado más sublime al que el hombre podría aspirar, que no es otro que el de la santidad. La voluntad humana, a su vez, es la facultad del alma a la que ha sido concedido el don de responder con un Sí consentido al ofrecimiento de amor que Dios libremente le hace.
Según lo contenido en este texto de la Carta a los Hebreos, la virtud de la obediencia, a fin de ser practicada debidamente, necesita de una cierta ascesis y ejercicio de entrenamiento. Es la única virtud de la cual se dice que ha de ser aprendida.[8] En lo que respecta a la inmolación, fundamento de la virtud de la obediencia, parece más difícil para la creatura humana el acatamiento de la voluntad que el de la inteligencia. En todo caso, si bien se examina, todo sucede como si el voluntario sometimiento de la inteligencia necesitara previamente la sumisión de la voluntad.
El punto clímax de la heroicidad de Jesucristo en cuanto a su obediencia, aparece claramente en el momento de la Agonía del Huerto: Padre mío, si es posible, aleja de mí este cáliz; pero que no se haga tal como yo quiero, sino como lo quieres tú.[9] Jamás podrá darse un acto de obediencia de tamaña perfección y de tan elevado heroísmo. Supuesta la profundidad del conocimiento de la malicia del pecado por parte de Jesucristo, la negación de su propia voluntad para someterse a la del Padre (Jn 4:34) en la insondable generosidad de su Corazón humano, supone un nivel de inmolación imposible de ser entendido por el hombre. Decididamente, para un Corazón enteramente ajeno a otros latidos que no sean los animados por la Pura Inocencia y el Perfecto Amor —aunque conocedor al mismo tiempo de la infinita malicia del pecado—, el hecho de cargar con la culpa de toda la miseria humana acumulada a través de milenios, es algo cuya comprensión jamás llegará a ser agotada en profundidad por la creatura.
Según la Carta a los Hebreos, el Verbo se hizo Hombre y vino al mundo a través de un acto de obediencia (Heb 10:9) y dispuesto a ejercerla hasta el fin. Aunque el texto que expresa mejor la voluntad de Jesucristo de llegar al ápice de la inmolación, a través de la suma obediencia, está contenido en la Carta dirigida por el Apóstol San Pablo a los fieles de Filipos: Mostrándose igual que los demás hombres, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.[10] Donde cabe destacar separadamente los elementos contenidos en la declaración:
a) Aceptó para Sí mismo la obediencia.
b) En grado de inmolación total, hasta la muerte.
c) Y muerte de patíbulo.
La obediencia de Jesucristo no es una virtud más, vivida hasta la perfección. Supone un punto fundamental en su existencia, del cual dependía además nuestra salvación. Por otra parte, es la epiphania o mostración (de–mostración) más contundente de un acto de amor perfecto. Si tal amor supone, como así es, la entrega en totalidad a la persona amada, la condición indispensable para llevar a cabo tal donación, y lo primero a entregar y rendir, es la propia voluntad.
Aún antes que la inteligencia. No es presumible que la Virgen al pie de la Cruz, testigo principal y la persona más ligada a la muerte de su propio Hijo Jesús, comprendiera en totalidad los designios del Padre. Pero indudablemente, y en momentos en los que una espada de dolor atravesaba su alma, aceptó plenamente los caminos de Dios que condujeron hasta la muerte del Hijo que Ella misma había dado a luz y que reconocía como a su Dios. Otro caso patente en el que la voluntad ha obligado a arrodillarse a la inteligencia.
Otro importante texto de la Carta a los Hebreos es fundamental en este punto: Por eso, al entrar en el mundo, dice: "Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo; los holocaustos y sacrificios por el pecado no te han agradado. Entonces dije: Aquí vengo, como está escrito de mí al comienzo del libro, para hacer, oh Dios, tu voluntad".[11] Donde, según el texto, los sacrificios y ofrendas quedan desplazados para ser sustituidos por otro sacrificio más perfecto: el de la voluntad, mediante la rendición de la obediencia. Con lo que nos encontramos, una vez más, con el fundamento al cual vuelve una y otra vez la Revelación. El acto más perfecto a realizar por un ser racional es el del amor. El cual no es otra cosa que la oblación de la propia voluntad (que lleva consigo todo el ser de la persona que ama) a la persona amada. Así pues, lo más sublime y digno de destacar en la obediencia radica en el hecho de que, en último término, es un acto de amor.
En cuanto a la Mujer, no debe olvidarse que el punto de partida y fundamental de la Historia de la Salvación, cual es la Encarnación del Verbo, dependió de un perfecto acto de obediencia llevado a cabo por una mujer. Ante el anuncio y el requerimiento del Ángel, recabando de parte de Dios su consentimiento, la joven virgen de Nazaret respondió con las palabras que dieron paso a la realidad del Dios hecho Hombre y su presencia entre nosotros: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.[12]
Fue el momento que cambió la Historia para siempre. Cuando aquella humilde y desconocida muchacha de Nazaret, no solamente otorga su absoluta conformidad a lo que se le propone, sino que no se considera disminuida al calificarse a sí misma como esclava del Señor.[13]
Tal acto de obediencia iba a suponer una íntima participación en el destino de inmolación de su Hijo. El cual culminaría para Ella, a través del cumplimiento de la voluntad de Dios no siempre comprendida pero en todo momento aceptada, en la espada de dolor que le atravesaría el alma al pie de la Cruz, tal como años antes le había sido anunciado por el anciano Simeón (Lc 2:35). No es de suponer que la Virgen entendiera en el momento de la Anunciación el plan de Dios en todas sus derivaciones. Aunque sí que podemos considerar, como algo absolutamente cierto, que Ella personalmente no trató de descartar ni una sola de las eventualidades, quizá no siempre agradables pero que seguramente iban a ocurrir. La expresiónhágase en mí según lo que me has dicho significa una rendición total, completa e incondicional, a lo que pudiera disponer Aquél cuyos caminos son absolutamente incomprensibles e impredecibles (Ro 11:33).
Ante todo lo dicho, podemos considerar establecida una doble conclusión: En primer lugar está el hecho de que la virtud de la obediencia significa un hito importante y absolutamente decisivo en la Historia de la Salvación. En segundo término, es de notar la particularidad de que fue precisamente a una mujer a quien se le otorgó el papel de practicar tal virtud en perfección y de modo determinante, mediante la aceptación también de las consecuencias que tal comportamiento pudiera acarrear. Sin olvidar tampoco el peso de la terrible e inimaginable responsabilidad que recayó sobre aquella mujer. En definitiva, fue una representante del sexo femenino la que, mediante su obediencia, contribuyó especialmente a la Redención de la Humanidad, aplastando de esa manera, enteramente y para siempre, la cabeza de la Serpiente (Ge 3:15).
Así las cosas, una vez establecido, como ya hemos visto, que estamos ante una virtud propia de almas fuertes y con entereza de corazón, resulta incomprensible, además de absurdo, que el Feminismopretenda desterrar la obediencia y la sumisión del horizonte existencial de la mujer, como si de algo denigrante y humillante se tratara. Cuando lo que consigue en realidad esa ideología es privar a la mujer de algo que habría de servir de corona a su condición de sexo femenino, dado que es una de las perlas más preciadas que Dios ha querido otorgarle.
Así se explica que Dios haya concedido a la Mujer una condición especial en lo que se refiere a la virtud de la Fortaleza. La condición de sexo débil, que suele atribuirse a la Mujer, no es sino otro de losinventos del varón referidos a ella. Es seguro, por supuesto, hablando de un modo general, que la mujer esfísicamente más débil que el varón. Pero sólo físicamente, habida cuenta de que, en último término, no es la fuerza lo mejor ni lo más importante a valorar, puesto que la fortaleza física no es precisamente el don que distingue al animal racional como superior a los animales irracionales. Sin embargo, es cosa bien conocida, por lo que hace a una consideración psíquica o entereza de alma, que la mujer es muy superior al varón. Lo prueba el hecho innegable de su gran capacidad de resistencia ante el sufrimiento y la multitud de contratiempos que la vida presenta, a saber: enfermedades, dolores, fracasos, resistencia y paciencia ante las vejaciones e injusticias, etc. Sería inútil negar lo que cualquier hombre ha experimentado alguna vez, en sí mismo o en otros; cual es la mayor capacidad de resistencia y fortaleza de la mujer ante las enfermedades en comparación con la mayor debilidad del varón. Por no hablar de la multitud de sufrimientos y sinsabores, afrontados normalmente con enorme paciencia y reciedumbre, que lleva consigo la maternidad y la educación de los hijos.
Ya dijimos al principio de este Estudio que solamente íbamos a tratar por ahora, con respecto al problema del Feminismo, el aspecto de la sumisión de la mujer al varón en el matrimonio. Quedarían muchos aspectos por estudiar en relación con la excelsa dignidad de la Mujer: como madre, como educadora de sus hijos, como confortadora, compañera y ayuda para su esposo, como ejemplo de fortaleza y de inmolación para el varón, etc.
Claro que hablarle de estas cosas a la Sociedad moderna sería hablarle en chino. Cuando en una Sociedad como la española actual, se contempla a los Obispos que la dirigen espiritualmente defendiendo el Feminismo, o al Presidente del Gobierno luciendo orgullosamente signos de adscripción a esta misma ideología, es la señal clara de que esta Sociedad ha llegado al colmo de su degradación. Habría que buscarla en el fondo de una hedionda letrina, por dura que parezca esta apreciación.
[8] También las virtudes infusas han de ser practicadas para madurar al ritmo de la vida de quien las recibe. Pero la obediencia parece requerir un cierto nivel de profundidad en cuanto a la propia negación o inmolación de quien la ejerce. De ahí la necesidad de un elevado grado de madurez y fortaleza en el sujeto obediente. En suma, tal como venimos diciendo, una virtud para almas fuertes.