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martes, 5 de enero de 2021

“Annus horribilis” para la Secretaría de Estado del Vaticano. Pero no ha terminado



Sobre lo que queda de la mítica y omnipotente Secretaría de Estado cayó el golpe de gracia entre Navidad y Año Nuevo, con el “motu proprio” del papa Francisco que le ha quitado la caja fuerte con todo lo que contenía, es decir, buena parte de esos 1.400 millones de euros que el cardenal George Pell – en los pocos meses en los que, al comienzo del pontificado, pudo actuar con el pleno mandato del Papa para hacer limpieza – había rastreado más allá de los balances vaticanos oficiales.

De ahora en adelante, entonces, lo que era el centro máximo de poder de la curia vaticana no dispondrá más ni de dinero ni de inmuebles, que pasan todos a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), y bajo el control de la Secretaría para la Economía. De la oficina administrativa de la Secretaría de Estado sobreviven solamente la enseña y un par de escritorios, los cuales llevan las pocas cuentas de la caja con dinero para pedir cada vez a quién está a cargo. También el fondo discrecional que está a disposición del Papa no estará más custodiado por la Secretaría de Estado, sino por la APSA.

Respecto a la que ha estado en el apogeo de su historia, entonces, la Secretaría de Estado toca hoy el punto más bajo de la parábola. Pero no ha terminado, porque en los próximos meses su reputación y su poder podrían caer todavía más

*

Fue Pablo VI, en los años ’60 del siglo pasado, quien le confirió el máximo de los poderes a la Secretaría de Estado, de la que él mismo provino y a la que continuó gobernando de hecho.

Y fue Juan Pablo II, en 1979, quien nombró como secretario de Estado a un cardenal de primera magnitud: Agostino Casaroli, el artífice de la Ostpolitik más allá de la Cortina de Hierro, pero también el hombre que en 1984 logró salvar a la Santa Sede y al Instituto para las Obras de Religión (IOR) de la caída del Banco Ambrosiano, con un desembolso “voluntario” de 250 millones de dólares a los bancos acreedores.

A Casaroli lo sucedió en 1991 el cardenal Angelo Sodano y en el 2006 el cardenal Tarcisio Bertone. Con los cuales la autoridad de la Secretaría de Estado se embarcó en una parábola descendente tan marcada que en el cónclave de 2013 Jorge Mario Bergoglio fue elegido con el pedido de su drástica reducción, en el marco de una reforma integral de la Curia.

De hecho, el nuevo Papa comenzó llamando a sí, como sus consejeros en la reforma de la Curia y en el gobierno de la Iglesia universal, a ocho cardenales de los cinco continentes, de los cuales excluyó deliberadamente al secretario de Estado. Y creó una nueva Secretaría para la Economía, dotada de plenos poderes y como prefecto al cardenal Pell, que ya desde el nombre hacía presagiar la sustracción de las actividades financieras a la Secretaría de Estado.

Pero este “incipit” fue rápidamente contrarrestado por los hechos. A los ocho cardenales consejeros el papa Francisco volvió rápidamente a agregar al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado desde el 31 de agosto del 2013. Y contra la labor de depuración del cardenal Pell y del auditor Libero Milone la contraofensiva fue muy violenta, sobre todo por obra del entonces número dos de la secretaría de Estado, el sustituto Giovanni Angelo Becciu, y por el cardenal presidente de la APSA, Domenico Calcagno, ambos – en esa etapa – en gracia con el Papa, quien inesperadamente se puso de su lado.

El resultado fue que en el 2006 Francisco le quitó a Pell los poderes que le había dado inicialmente y desde allí en adelante dejó de recibir en audiencia a Milone. Al año siguiente el cardenal tuvo que dejar cada uno de sus cargos, para volver a Australia presionado por acusaciones de abuso sexual que al final se reconoció que eran infundadas – pero después de 404 días de prisión –, mientras que Milone fue obligado a renunciar, basándose en la acusación – en realidad ni siquiera sometida a investigación judicial – de haber querido violar, con su análisis de las cuentas, “la vida privada de exponentes de la Santa Sede”.

Rechazado el ataque y protegida de cualquier control, la Secretaría de Estado pudo así continuar con sus negocios y malos negocios, en algunos casos – como en la compra del Instituto Dermopático de la Inmaculada Concepción, un hospital en Roma propiedad de una Orden religiosa y que terminó en la quiebra – con el apoyo financiero de la APSA y de la estadounidense American Papal Foundation, todavía patrocinada en esa época por el cardenal Theodore McCarrick.

Funcionaba la oficina administrativa dirigida por monseñor Alberto Perlasca. Pero siempre bajo la supervisión del cardenal Parolin y bajo el mando del sustituto Becciu, quien a su vez se reunía a diario con el papa Francisco y lo mantenía informado de todo.

Francesco lo sabía y lo aprobaba. Pero en el verano de 2019 el Papa se puso imprevistamente del lado de quienes se oponían a las importantes transacciones financieras en curso en la Secretaría de Estado – donde mientras tanto el venezolano Edgar Peña Parra había sucedido a Becciu, promovido a cardenal, en el rol de sustituto -: la compra de un gran edificio en un prestigioso distrito de Londres, en el no. 60 de Sloane Avenue.

La operación, mal realizada por medio de operadores externos poco confiables, tuvo una pérdida desastrosa, y para remediar la situación la Secretaría de Estado había pedido ayuda al IOR. Donde el papa Francisco tuvo y tiene en roles cruciales a dos hombres nombrados por él y de estricta obediencia: el director general Gian Franco Mammì, en el pasado curador de los clientes del Banco del Vaticano en América Latina y desde entonces cercano a Bergoglio, y el «prelado” Battista Ricca, ex diplomático de carrera llamado a Roma por sus intemperancias homosexuales, pero absuelto públicamente por el papa Francisco, al comienzo de su pontificado, con la famosa frase: “¿Quién soy yo para juzgar?”.

El hecho es que el IOR no solo se negó a socorrer a la Secretaría de Estado con un préstamo, sino que consideró que toda la operación de Londres era incorrecta y presentó una denuncia ante el tribunal del Vaticano, involucrando también a la Autoridad de Inteligencia Financiera, AIF, entonces presidida por el financista suizo René Brüelhart y dirigida por Tommaso Di Ruzza, yerno del ex gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio.

Hoy, a más de un año de distancia, las investigaciones judiciales vaticanas parecen todavía en alta mar y el proceso está lejos de llegar a una conclusión. Mientras tanto Francisco ha emitido una avalancha de condenas, totalmente arbitrarias.

El 1 de octubre de 2019 hizo allanr las oficinas por parte de la gendarmería pontifica y suspendió del servicio al director de la AIF, Di Ruzza, y a cuatro funcionarios de la Secretaría de Estado, entre ellos el ex secretario de Becciu, monseñor Mauro Carlino.

Pocos días después despidió al comandante de la gendarmería, Domenico Giani, para confesar posteriormente, el 26 de noviembre, en el vuelo de regreso de su viaje a Tailandia y Japón, haber ordenado él, el Papa, el allanamiento.

El 18 de noviembre puso en la puerta a Brüelhart y recibió las dimisiones de la AIF de otros dos miembros del consejo directivo, el suizo Marc Odendall y el estadounidense Juan Carlos Zárate, indiferente, el Papa, al hecho que a posteriori de los allanamientos del 1 de octubre el Grupo Egmont – la red de las “inteligencias” de 164 Estados y del que la Santa Sede forma parte – había excluido a la AIF de este circuito por la acontecida violación de informaciones reservadas.

El 20 de enero despidió definitivamente, después de haberlo suspendido, a Di Ruzza, ex director de la AIF.

En febrero del 2020 removió como director de la oficina administrativa de la Secretaría de Estado a monseñor Perlasca, trasladándolo provisoriamente a promotor de justicia adjunto del tribunal supremo de la Signatura Apostólica.

El 30 de abril sacó a Perlasca también de allí, enviándolo a su diócesis de origen, Como, y despidió definitivamente también a otros tres de los suspendidos el 2 de octubre: monseñor Carlino y a los dos laicos, Vincenzo Mauriello y Fabrizio Tirabassi, éste último ex brazo derecho de Perlasca.

El 24 de setiembre, por último, removió a Becciu como prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos y lo despojó nada menos que todos sus “derechos” de cardenal, incluida la participación en un cónclave.

Inútil agregar que esta explosión de condenas emitidas por el papa Francisco, no sólo antes de cualquier proceso, sino también sin ni siquiera formular alguna acusación específica ni asegurar el mínimo derecho a la defensa, estuvo acompañada – en la Secretaría de Estado y entre los mismos golpeados por estas medidas – una guerra de todos contra todos, en particular de Perlasca contra Becciu.

¿Y el cardenal Parolin? cos, visto el desastre en las oficinas del Vaticano bajo su mando.

Que Francisco ya haya tomado nota de esta pérdida de autoridad de Parolin lo prueba al menos un indicio reciente: la destitución del secretario de Estado, por primera vez, de la comisión de cardenales que supervisa el IOR, renovada por el Papa el 21 de septiembre pasado. .

Pero además de esta llamativa expulsión, también cuentan en la mencionada comisión los “nuevos ingresos”, en particular las de tres cardenales privados de cualquier competencia en materia financiera: el polaco Konrad Krajewski, limosnero apostólico, el italiano Giuseppe Petrocchi, arzobispo de Aquila, y el filipino Luis Antonio Gokim Tagle, prefecto de “Propaganda Fide”.

Su llamada a formar parte de la comisión está ligada simplemente al hecho de ser estimados por el papa Francisco.

Así como para Ricca en el IOR, también él para nada familiarizado con las finanzas.

Así como para el arzobispo Nunzio Galantino en la presidencia de la APSA. Seguramente no han sido sus estudios juveniles sobre los teólogos Dietrich Bonhoeffer y Romano Guardini, sino solamene su cercanía al Papa para habilitarlo a ser ante todo el secretario de la Conferencia Episcopal Italiana – que ciertamente no lo lamenta –, ni mucho menos, desde el 2018, para presidir lo que es el Banco central y la caja fuerte de la Santa Sede.

Así como para el cardenal Kevin Farrell a la cabeza del neonato organismo vaticano para las “materias reservadas”, es decir, las operaciones financieras que hay que mantener en secreto. Su promoción no ha derivado ciertamente por haber cohabitado desde el 2002 al 2006 con el entonces arzobispo de Washington, Theodore McCarrick, sin haber tenido jamás “algún motivo para sospechar” algunos de los desórdenes sexuales de su superior, sino por ser un discípulo de Francisco.

Y así como para el obispo argentino Gustavo Óscar Zanchetta, muy amigo de Bergoglio e increíblemente llamado a Roma por el Papa en su rol inédito de “asesor” de la APSA, a pesar de que en su patria haya dado de sí un pésimo ejemplo de administrador de su diócesis y ahora tenga en curso también un proceso por abusos sexuales con seminaristas.

La paradoja es que con tales personajes el papa Francisco ha estado poniendo en movimiento desde hace algunos meses ese proceso de limpieza y reorganización de las finanzas del Vaticano que inicialmente y durante un tiempo había confiado al cardenal Pell, contradiciendo luego sus directrices durante mucho tiempo.

Afortunadamente, hay que destacar que junto a Ricca y Zanchetta también hay personalidades de probada competencia financiera en anteriores puestos de alto nivel, como el secretario de la APSA, Fabio Gasperini, el nuevo presidente de la ASIF (Autoridad de Supervisión e Información Financiera), Carmelo Barbagallo, el presidente del IOR, Jean-Baptiste Douville de Franssu, y el auditor general Alessandro Cassinis Righini.

Pero de Francisco se puede esperar todo y todo lo contrario. Si pasamos de la gestión financiera a una visión más general de la economía, la contradicción también triunfa en él. Se ha visto esto con motivo de la reciente iniciativa pontificia titulada «Economía de Francisco«, en la que el Papa, vistiendo el hábito de su santo homónimo de Asís, propuso al mundo «un pacto para cambiar la economía actual», de hecho, para derrocarla radicalmente sobre la ola de los “movimientos populares”, excepto para inmediatamente después elegir al “Concejo para el Capitalismo Inclusivo” como su socio en la empresa, es decir, a los magnates de la Fundación Ford, Bank of America, British Petroleum, Fundación Rockefeller y similares.

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Volviendo a la Secretaría de Estado, de ahora en adelante so queda un terreno sobre el que operar: el de la diplomacia.

Donde en estos últimos años ciertamente no ha cosechado ningún éxito, visto el resultado hasta aquí decepcionante del acuerdo secreto firmado en 2018 con Beijing sobre el nombramiento de obispos en China.

Pero sus tribulaciones tampoco han terminado en el ámbito financiero. Le han robado la caja fuerte, pero aún tendrá que responder por las operaciones realizadas hasta el momento.

Y hay una que es particularmente caliente. Se trata de esa enorme masa de dinero que desde la Secretaría de Estado habría partido hacia Australia, antes y durante la dolorosa repatriación del cardenal Pell.

En un principio había salido a la luz el monto transferido por un total de 800 mil euros, luego se cuantificó en casi 2 millones, pero en los últimos días el Australian Transaction Reports and Analisys Center, la agencia que se ocupa de delitos financieros, lo certificó en 2.300 millones de dólares australianos, equivalentes a mil 400 millones de euros, transferidos desde el Vaticano a Australia en los últimos seis años, con más de 47.000 transacciones.

El presidente de la Conferencia Episcopal Australiana, el arzobispo de Brisbane, monseñor Mark Coleridge, al expresar su asombro por “la asombrosa dimensión de las transferencias”, afirmó que los obispos australianos nunca supieron nada de todo esto y mucho menos saben a quién se habria devuelto ese dinero y por qué.

Incluso en el Vaticano, fuentes anónimas manifiestan incredulidad. Pero la Secretaría de Estado no podrá eludir el deber de aclararlo. 2021 será otro año de cardos y espinas.

Sandro Magister

MARÍA JOSÉ MARTÍNEZ ALBARRACÍN, LICENCIADA EN MEDICINA Y CIRUGÍA POR LA UNIVERSIDAD DE MURCIA Y CATEDRÁTICA DE PROCESOS DIAGNÓSTICOS CLÍNICOS VISITABA RADIO COMPAÑÍA PARA ACLARARNOS CUAL ES LA SITUACIÓN REAL DEL PAÍS FRENTE A LA PANDEMIA

 RADIO COMPAÑÍA








Duración: 49:55

La Dra. María José Martínez Albarracín ha visitado Las Mañanas de Radio Compañía para contestar todas nuestras dudas sobre la Covid-19. En esta entrevista ha hecho un repaso cronológico de la Pandemia y ha desmentido mucha de la información que se está suministrando a través de los medios de comunicación. Ha cuestionado el número de fallecidos, la manera de contagiarse inicial, tratamientos que se están aplicando en la actualidad, PCRs, etc…

lunes, 4 de enero de 2021

NOTICIAS VARIAS 4 de enero de 2021



INFOVATICANA

Cardenal Müller: “El poder episcopal no puede usarse para aplicar doctrinas heréticas” (Carlos Esteban)

GLORIA TV


ADELANTE TV

2021 a la luz del mensaje de Fátima y de la recta razón
 (Roberto de Mattei)

SPECOLA

El oscuro 2020 del Papa Francisco, las cortinas de humo en el Vaticano, ‘renuncias’ bielorrusas, la Parietti y padre Georg, los 18 de Greta.ç

Selección por José Martí

Entrevista a Mons. Schneider - Cuestiones doctrinales, morales y litúrgicas de la Iglesia

 QUE NO TE LA CUENTEN

Duración 1:42:57

https://www.youtube.com/watch?v=6F5ie4etBHA&feature=youtu.be


Transcripción de una entrevista

Entrevista realizada por el P. Nilton Bustamante Vásquez, mCR, a Mons. Athanasius Schneider sobre Cuestiones doctrinales, morales y litúrgicas de la Iglesia, el 27 de diciembre de 2020. La misma es un excelente resumen del libro Christus vincit, de reciente aparición (puede adquirirse aquí).

Temas conforme a las preguntas: 

1) Vocación; 2) Diferencia entre magisterio ordinario y extraordinario; 3 y 4)) Adhesión al magisterio; 5) Liturgia tradicional; 6) La «oración de alabanza»; 7) Aborto e infanticidio; 8) La educación de los hijos; 9) Vacunas; 10) Pastores y esperanza cristiana; 11) Nueva evangelización y globalización.


1. ¿Cómo nace su vocación sacerdotal? ¿Su familia fue un factor importante para su vocación? ¿El ejemplo de algún sacerdote?

En mi vocación sacerdotal, dos sacerdotes fueron fundamentales para influir en mi vida. En primer lugar, el beato Aleksyi Zaritski, un sacerdote mártir ucraniano de la época de la iglesia clandestina en la Unión Soviética, que murió como mártir en 1963 en una prisión cerca de Karaganda en Kazajstán. En mi libro «Dominus est» y «Christus vincit» conté la historia de cómo mi madre escondió al padre Aleksyi de la policía en 1958 en las montañas de los Urales. Este sacerdote era el confesor de mis padres. Mis padres siempre nos hablaban del padre Aleksyi y nos decían que no habían encontrado en su vida un sacerdote tan santo como él. Mi padre recordaba a menudo, cuando ya era sacerdote, el ejemplo verdaderamente sacerdotal y apostólico del padre Aleksyi. Pasó noches enteras confesando a los fieles, predicando las verdades de la fe de pie en una pequeña silla para ser mejor visto y oído por los fieles. Cuando predicaba, su rostro estaba pálido y sudaba, ya que estaba exhausto después de tantas horas de escuchar confesiones en una pequeña habitación en las chabolas del gueto alemán en los Urales. Fue un sacerdote completamente dedicado a la salvación de las almas. Fue un verdadero apóstol y misionero. El Beato Aleksyi Zarytsky estuvo presente en mi vida cuando tenía un año. En ese momento vino en secreto desde Karaganda (en Kazajstán) a Tokmok en Kirguistán, donde vivíamos, y celebró una Santa Misa en nuestra casa. Mi madre me metió en el cochecito colocándolo a un lado de la mesa, donde el Beato Aleksyi celebró la Misa. De esta manera, a la edad de un año, me convirtió, por así decirlo, en un monaguillo. El otro sacerdote era el padre Janis Pavlovskis, un sacerdote capuchino de nacionalidad letona, que era el párroco de la iglesia en la ciudad de Tartu en Estonia, donde íbamos regularmente a misa, a unos 100 km cuando vivíamos en Estonia. Con él hice mi primera confesión y él me dio mi primera comunión. Este sacerdote murió en el año 2000 en Riga, Letonia, con la fama de santidad.

2. ¿Nos puede explicar la distinción entre Magisterio Ordinario y Extraordinario? En relación al Magisterio Ordinario, que no son actos definitivos de la enseñanza de la Iglesia, ¿nuestra adhesión debe ser siempre incondicional y absoluta?

La adhesión incondicional y absoluta solo se puede dar a una verdad revelada por Dios. Por tanto, cuando el Magisterio de la Iglesia propone al fiel una verdad revelada por Dios, el fiel está obligado a aceptarla incondicionalmente. En este caso, sin embargo, el Magisterio debe decir de manera muy inequívoca que ésta es una verdad revelada por Dios. Y eso es lo que hace el magisterio, es decir el Papa solo o un concilio ecuménico general cuando finalmente proclama una verdad como dogma, o «ex cathedra». En estos casos, la enseñanza del Magisterio es infalible, no por su propia fuerza, sino por la asistencia del Espíritu Santo, que en tales casos guarda la Iglesia del error. Esto solo ocurre en casos especiales y es por eso que tal declaración se llama declaración del Magisterio extraordinario de enseñanza.

Contradice la vasta tradición de la Iglesia Católica de considerar y designar todas las declaraciones del Magisterio de la Iglesia como infalibles. Desde el principio siempre se ha hecho una necesaria distinción entre cuando el magisterio habla de manera definitiva y extraordinaria y cuando el Magisterio hace declaraciones y decisiones pastorales, disciplinarias. Una infalibilización total del Magisterio contradice la tradición católica. En el caso de las declaraciones y decisiones pastorales, disciplinarias y no definitivas Dios no le ha dado al Magisterio una garantía de infalibilidad, como ha demostrado la historia en algunos casos. Una de las esenciales tareas del Magisterio consiste en eso: rodear la verdad con suficiente seguridad para que estén cerrados las puertas a cualquier interpretación errónea herética.

3. ¿Debemos adherirnos a ciegas a todas las enseñanzas de un documento firmado por el Papa o a documentos de los Concilios Ecuménicos? ¿Ha habido algún caso en la historia de la Iglesia en la que algún Papa o Concilio hayan tenido afirmaciones heréticas, ambiguas?

Por ejemplo, el primer Papa San Pedro erró en su magisterio práctico cuando se comportó públicamente de manera hipócrita en Antioquía, y así socavó las claras decisiones del Concilio de los Apóstoles de Jerusalén en la práctica con respecto a la invalidez de las prescripciones meramente rituales de la Antigua Ley. El Papa Liberio erró cuando él, en el siglo IV, durante la época de la herejía arriana, firmó un Credo muy ambiguo y así favoreció la herejía; y este Papa también excomulgó a San Atanasio, el gran defensor de la fe. El Papa Honorio I en el siglo VII promovió la herejía del monotelismo en dos documentos papales oficiales porque no la condenó y realizó declaraciones muy vagas. El Papa Juan XXII en el siglo XIV ha difundido y defendido el error en varios sermones de que los santos tendrán la visión beatífica de Dios solo después del Juicio Final.

El actual Papa Francisco ha realizado varias declaraciones, incluso en algunos documentos oficiales, como Amoris Laetitia, Fratelli Tutti, en el documento interreligioso de Abu Dhabi, donde algunas verdades de fe se socavan y facilitan la interpretación herética. Algunas declaraciones del Concilio Vaticano II contienen ambigüedades y, por lo tanto, están abiertas a una interpretación herética. A lo largo de la historia se han dado casos de afirmaciones no definitivas de concilios ecuménicos que más tarde, gracias a un sereno debate teológico, fueron matizadas o tácitamente corregidas (por ejemplo, las afirmaciones del Concilio de Florencia con relación al sacramento del Orden, según el cual, la materia la constituía la entrega de instrumentos, cuando la más cierta y constante tradición afirmaba que bastaba con la imposición de manos por parte del obispo; esto fue confirmado por Pío XII en 1947). Si después del Concilio de Florencia los teólogos hubieran aplicado ciegamente el principio de la “hermenéutica de la continuidad”, a dicha declaración del Concilio de Florencia (que es objetivamente errónea), defendiendo la tesis de que la entrega de instrumentos como materia del sacramento del Orden se ajustaba al Magisterio constante, probablemente no se habría llegado a un consenso general de los teólogos con respecto a la verdad que afirma que sólo la imposición de manos por el obispo constituye la verdadera materia del sacramento del Orden.

Hubo otras afirmaciones y decretos de los Concilios Ecuménicos, que no tenían un carácter doctrinal, sino pastoral o disciplinario, pero que, sin embargo, eran erróneos y que luego quedaron obsoletos o fueron en la práctica corregidos por los Papas. El III Concilio Ecuménico de Letrán (1179) estipuló en el Canon 26 que ni los judíos ni los musulmanes podían emplear cristianos como trabajadores en sus hogares. También dijo que los cristianos que se atrevieron a vivir en casas de judíos y musulmanes deberían ser excomulgados. ¿Puede la Iglesia Católica hoy todavía mantener tal afirmación hecha por un Concilio Ecuménico? El IV Concilio Ecuménico de Letrán tituló otra Constitución (Constitución 26) «Los judíos deben distinguirse de los cristianos por su vestimenta». Y la Constitución 27 establece que los judíos no deben ocupar cargos públicos.

4. El estar en desacuerdo con algunas enseñanzas de los Concilios (concretamente del Vaticano II) y con algunas enseñanzas de los Papas (que no son Magisterio Extraordinario) ¿es un acto de desobediencia a la Iglesia, de rebeldía, de racionalismo? y que, por lo tanto, ¿no se está en comunión con la Iglesia?

En este caso ciertamente no se trata de un acto de rebelión, desobediencia o racionalismo. Si fuera así, San Pablo también sería rebelde y desobediente cuando al primer Papa Pedro lo reprendió públicamente por su comportamiento erróneo. La obediencia al Magisterio no es ciega ni incondicional, tiene límites. Donde hay pecado, mortal o de otro tipo, no solo tenemos el derecho, sino el deber de desobedecer. Esto también se aplica en circunstancias en las que se le ordena a uno hacer algo dañino para la integridad de la fe católica o el carácter sagrado de la liturgia.

La historia ha demostrado que un Obispo, una Conferencia Episcopal, un Concilio, o incluso un Papa pronunciaron errores en su Magisterio ordinario y no infalible. ¿Qué deben hacer los fieles en tales circunstancias? En sus diversas obras, Santo Tomás de Aquino enseña que, donde la fe está en peligro, es lícito, incluso adecuado, resistir públicamente a una decisión papal, como lo hizo San Pablo a San Pedro, el primer Papa. En efecto, “San Pablo, que estaba sujeto a San Pedro, lo reprendió públicamente por un riesgo inminente de escándalo en una cuestión de fe. Y San Agustín comentó, “incluso San Pedro mismo dio ejemplo a los mayores en no desdeñarse en ser corregidos aun por los inferiores de haber abandonado el camino recto” (Ad Gálatas 2, 14)” (Summa theologiae, II-II, q. 33, a. 4, ad 2).

Santo Tomás dedica toda una pregunta a la corrección fraterna en la Summa. La corrección fraterna también puede ser dirigida por los súbditos a sus superiores y por los laicos contra los prelados. “Dado que, sin embargo, un acto virtuoso debe ser moderado por las circunstancias debidas, se sigue que cuando un sujeto corrige a su superior, debe hacerlo de manera adecuada, no con descaro y dureza, sino con dulzura y respeto” (Summa theologiae, II-II, q.33, a.4, respondeo). Si existe un peligro para la fe, los súbditos están obligados a reprender públicamente a sus prelados, incluido el Papa: “Por tanto, debido al riesgo de escándalo en la fe, Pablo, que de hecho estaba sujeto a Pedro, lo reprendió públicamente” (ibidem).

La persona y el oficio del Papa tiene su significado en ser sólo el Vicario de Cristo, un instrumento y no un fin, y como tal, este significado debe ser utilizado, si no queremos cambiar la relación entre los medios y el fin al revés. Es importante subrayar esto en un momento en el que, especialmente entre los católicos más devotos, existe mucha confusión al respecto. Y además, la obediencia al Papa o al Obispo es un instrumento, no un fin. El Romano Pontífice tiene autoridad plena e inmediata sobre todos los fieles, y no hay autoridad en la tierra superior a él, pero no puede, ni por declaraciones erróneas ni ambiguas, cambiar y debilitar la integridad de la fe católica, la constitución divina de la Iglesia o la tradición constante del carácter sagrado y sacrificial de la liturgia de la Santa Misa. Si esto sucede, existe la posibilidad y el deber legítimo de los Obispos e incluso de los fieles laicos, no solo de presentar llamamientos privados y públicos y propuestas de corrección doctrinal, sino también actuar en “desobediencia” de una orden papal que cambia o debilita la integridad de la Fe, la Constitución Divina de la Iglesia y la Liturgia. Esta es una circunstancia muy rara, pero posible, que no viola, pero confirma la regla de devoción y obediencia al Papa, llamado a confirmar la fe de sus hermanos. Tales oraciones, apelaciones, propuestas de rectificación doctrinal y una supuesta «desobediencia» son, por el contrario, una expresión de amor al Sumo Pontífice para ayudarlo a convertirse de su peligrosa conducta de descuidar su deber primordial de confirmar a toda la Iglesia de manera inequívoca y vigorosa en la Fe. Debido al amor por el ministerio papal, el honor de la Sede Apostólica y la persona del Romano Pontífice, algunos santos como por ejemplo Santa Brígida de Suecia y Santa Catalina de Siena, no dudaron en amonestar a los Papas, a veces incluso en términos algo fuertes.

5. He oído decir que “no debemos confrontar la liturgia tradicional, concretamente la Misa según el Rito Extraordinario, con ninguna de las recientes ordenaciones litúrgicas aprobadas y promovidas por la Iglesia Jerárquica, ya que es Madre y Maestra, que, guiada por el Espíritu Santo y nunca abandonada por la Providencia Divina, propone lo que en cada momento de la historia juzga más adecuado para el progreso espiritual de sus hijos”. ¿Que nos puede decir al respecto? Según el argumento antes citado, ¿avanzaremos más en el progreso espiritual con la reforma litúrgica que con la tradicional, ya que es lo que conviene a este momento de la historia?

Detrás de esta afirmación hay en última instancia una especie de infalibilización total de todos los actos del Magisterio, incluso aquellos que están inherentemente sujetos a equivocaciones y que son capaces de una modificación, como es el caso de la ordenación de ciertas normas litúrgicas. El propio Concilio Vaticano II dice que ha habido momentos en el curso de la historia de la Iglesia en los que ciertas costumbres litúrgicas, incluso prescritas por la propia Iglesia, han demostrado objetivamente ser desfavorables. El Concilio habla en el documento “Sacrosanctum Concilium” (cf. n. 50) de los elementos litúrgicos que han sufrido daños por circunstancias desfavorables de una época concreta y que han de recuperar ahora el vigor que tenían en los días de los santos Padres, según parezca útil o necesario.

La guía del Espíritu Santo no puede extenderse ciegamente a todas las épocas de la historia de la iglesia. Porque evidentemente hubo épocas en la historia de la Iglesia en las que, durante mucho tiempo, generalmente alrededor de setenta años, los representantes oficiales del Magisterio y el liderazgo de la Iglesia causaron daño espiritual a través de sus acciones. Fue, por ejemplo, ¿el cautiverio babilónico del papado en a Aviñón, que duró setenta años, algo que la Providencia Divina propone lo que en cada momento de la historia juzga más adecuado para el progreso espiritual de sus hijos? La situación del papado en Aviñón no fue un progreso espiritual. ¿Fue el hecho de que en toda la Iglesia de Roma, durante siglos, a los niños inocentes que creían en la presencia de Cristo en la Eucaristía, y deseaban recibir la Sagrada Comunión, se les prohibió recibir la Sagrada Comunión por siglos, fue eso algo que la Providencia Divina propone para el progreso espiritual? Es simplemente imposible que sea algo que la Providencia Divina propone como más adecuado para el progreso espiritual de los fieles, en un rito litúrgico como el Novus Ordo, donde los signos de santidad, de sublimidad, de la reverencia se reducen drásticamente, y sobre todo se debilita claramente el carácter sacrificial de la Misa. Por eso hombres espirituales, que eran grandes hombres de oración y al mismo tiempo también competentes en la liturgia, llamaron con argumentos objetivos a que el Novus Ordo debía reformarse. Se habló de la reforma de la reforma. Y hicieron esa llamada nada menos que el cardenal Ratzinger, que más tarde se convirtió en Papa Benedicto XVI, y en nuestros días el cardenal Robert Sarah, el actual prefecto de la Congregación del Culto Divino.

Con respecto a los defectos objetivos y evidentes del Novus Ordo, no podemos comportarnos como en el cuento del traje nuevo del emperador y alabarlo, aunque nosotros mismos percibamos los defectos de ese rito litúrgico. Con tal comportamiento no estamos haciendo ningún servicio para la Iglesia y tal comportamiento, en última instancia, no es una expresión de verdadero amor por la Iglesia. El movimiento de la reforma de la reforma y el gran amor por el rito de todos los tiempos de la Santa Misa ha llegado ahora a todos los grupos de categorías de los fieles, y especialmente a los jóvenes e incluso a los niños, que se sienten instintivamente tocados en su alma por la gran belleza y santidad que irradia este rito tradicional. Es un rito de todas las edades, de todas las profesiones, de todos los pueblos y naciones, realmente un rito católico en el verdadero sentido de la palabra. Este movimiento de reforma de la reforma y de a difusión cada vez mayor del rito tradicional es en realidad lo que la Providencia Divina propone en nuestro tiempo para el progreso espiritual de los hijos de la Iglesia.

6. Hace poco me expresaba una madre de familia su preocupación por los sacerdotes, las familias, los laicos de su diócesis. Su preocupación nacía al ver cómo un tipo de oración se iba extendiendo por diversas parroquias; la oración a que hacía referencia era la oración de alabanza. Leo el relato de esa madre: “He podido ver un vídeo de dichas oraciones y se observa a los jóvenes moverse hacia los lados con los brazos alzados y algunos de ellos saltaban al son de la música, mientras el sacerdote, alzando la voz, les iba dirigiendo la oración con el Santísimo expuesto. Conozco a estos presbíteros y a alguno de los matrimonios que lo hacen. Hablé con un matrimonio muy piadoso y le comenté que ese tipo de oración provenía del protestantismo y que era terrible ver a los jóvenes rezar de ese modo frente al santísimo, pero ellos me dijeron que les había cambiado la vida como familia y que no por hacer ese tipo de oración habían abandonado la adoración a solas con Dios. Que ambas eran compatibles y beneficiosas…”. ¿Qué nos puede decir al respecto? ¿Encierra algún peligro esa manera de oración o de adoración? ¿Es recomendable? ¿Se puede justificar por los “frutos”, o “dones” que dicen haber como la glosolalia, las lágrimas, etc.?

Aquí estoy siguiendo las muy sólidas y competentes observaciones del muy conocido devoto y gran liturgista Sr. Peter Kwasniewski, de los Estados Unidos.

La primera cualidad de la liturgia es la santidad, la idoneidad para la celebración de los sagrados misterios de Cristo, y la libertad de la mundanalidad, o incluso de lo que sugiere el dominio secular. Por eso es especialmente importante que la música litúrgica esté y parezca estar exclusivamente conectada y consagrada a la liturgia de la Iglesia. Si el estilo musical se toma prestado del mundo exterior y se lleva al templo, profana la liturgia y daña el progreso espiritual de la gente. La música sacra no debe tener reminiscencias de la música secular, ni en sí misma ni en la forma en que se interpreta. Además, el enfoque instrumental, con el uso de guitarras, el tocar la batería, transmite fuertemente la atmósfera de la música secular, ya que estos instrumentos están asociados a estilos que tienen en común su naturaleza extra-eclesiástica: el repertorio de sala de conciertos, jazz, rock antiguo y folklore contemporáneo. El estilo del canto cristiano popular constituye uno de los mayores problemas. La voz se desliza de un tono a otro, con la pala y el gorjeo que se derivan de los estilos de jazz y pop. Tal estilo se opone al tono puro y la armonía lúcida que se persigue en los conjuntos polifónicos y a la unanimidad tranquila que se busca en el canto Gregoriano al unísono, que simbolizan la unidad y la catolicidad de la Iglesia. El ritmo métrico regular y las melodías sugieren un confinamiento a lo terrenal y el consuelo de la familiaridad, porque carecen de grandeza, carecen de majestad, carecen de dignidad, de sublimidad y de trascendencia, en oposición a las melodías del canto tradicional, que tan bien evocan la eternidad, el infinito y la «transcendencia» del divino. Una prueba de si un estilo de música propuesto para la Iglesia es verdaderamente universal, es preguntarse, si imponerlo, por ejemplo, folklore, jazz, pop, rock, a un país o pueblo extranjero sería una especie de imperialismo. Con el canto gregoriano, la respuesta es obviamente no, porque, como el latín, el canto gregoriano no pertenece a ninguna nación, a ningún pueblo, período o movimiento: se desarrolló lentamente desde la antigüedad de los tiempos de los Apóstoles hasta los siglos más recientes; los compositores del canto gregoriano son predominantemente anónimos; fue asumido por la Iglesia de rito latino como el vestido musical definitivo de su liturgia. En resumen, dondequiera que viajó la liturgia latina por el mundo, allí también viajó el canto gregoriano, y nunca se ha percibido como otra cosa que “la voz de la Iglesia en oración”. En contraste, el estilo de las canciones carismáticas de Alabanza y Adoración es obviamente contemporáneo, estadounidense y secular. Si los misioneros impusieran estas canciones a alguna tribu indígena en otras partes del mundo, sería comparable a pedirles que se vistan, coman y hablen como estadounidenses. En ese sentido, es comparable a los jeans, Coca-Cola y iPhones.

San Agustín en las Confesiones se pregunta sobre si la música debería tener algún papel en la liturgia, debido al peligro de que pueda llamar demasiado la atención sobre sí misma o sobre su ejecutante. Finalmente, San Agustín concluye que la música puede y debe tener un papel, pero solo si es extremadamente reservado y moderado. Un hermoso canto de un salmo puede provocar lágrimas, pero son las lágrimas de los espiritualmente sensibles. El «afecto del corazón» del que habla san Agustín es un suave movimiento del corazón hacia lo divino y alejándose de la dependencia de los sentidos y los apetitos de la carne. Una cultura predispuesta a pensar que todo el mundo debería estar «en la exaltación y euforia» a través del atletismo, las drogas, los conciertos de rock, también incitará a los fieles a pensar que la oración y la adoración deberían ser de la misma manera. ¡Uno debería sentirse «en la exaltación y euforia»! La música sacra nunca ha tenido como objetivo un subidón tan emocional. De hecho, lo ha evitado concienzudamente, para protegerse del peligro de que el hombre caído se sumerja en (y se limite) a sus sentimientos. “La Divina Providencia ha dispuesto que la música litúrgica sea austera e inflexible a los caprichos personales; los sentimientos de profunda reverencia mezclados con temor de Dios y amor de Dios rompen las trampas que Satanás ha tendido para el cantante de la Iglesia” (Dom Gregory Hügle, O.S.B: The Caecilia, vol. 61, n. 1 (January 1934), 36). La música sacra mueve suavemente las emociones del hombre para apoyar y promover las actividades intelectuales de meditación y contemplación. Este enfoque corresponde al consejo de los maestros espirituales de todas las edades, quienes, aunque reconocen que la emoción (o sentimiento o pasión) tiene un valor y un lugar legítimos en la vida humana, son cautelosos a la hora de fomentarla o aprovecharla para el ascenso de la mente a Dios. Es más probable que la emoción tenga un efecto de enturbiamiento o distracción que uno que aclare o concentre; puede conducir a una ilusión de auto-trascendencia que es evanescente y decepcionante. El pentecostalismo es un nuevo fenómeno, en un sentido, casi una nueva religión. El pentecostalista, carismático, sentimentalista, y la experiencia irracional religiosa ha penetrado en muchas confesiones cristianas e incluso religiones no cristianas y presenta un peligro espiritual real.

Tenemos dos ramas principales en el cristianismo: la cristiandad católico- ortodoxa que es sacramental y tiene sus sacerdotes y una jerarquía episcopal y la protestante que no lo tiene. Y ahora, tenemos una nueva rama cristiana, la pentecostalista, que iguala la esencia de la religión con el sentimiento y el irracionalismo, aunque ya estos principios fueron anticipados de alguna forma por Martín Lutero. La nueva religión evangélica cristiana es peligrosa y lleva a la destrucción de la virtud de la religión, la auténtica relación con Dios. El pentecostalismo termina en subjetivismo y en arbitrariedad. La experiencia y el sentimiento se convierten en la medida de todas las cosas. Hay una falta de razón, de verdad, del temor de Dios necesario. Sin embargo, la Revelación divina está intrínsecamente unida a la razón y a la verdad, Jesucristo, el Hijo Encarnado de Dios, es la palabra, el Logos, la verdad, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. En el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre la Virgen María y los Apóstoles y los discípulos de Cristo, no hablaban palabras ininteligibles sino idiomas bien articulados, que todo el mundo podía entender. En Pentecostés, Nuestra Señora y los Apóstoles no cayeron al suelo y “descansaron en el espíritu”, como ocurre en muchos eventos de la Renovación Carismática en nuestros días. El día de Pentecostés, la Virgen María y los Apóstoles no practicaron la glosolalia hablando de forma incoherente o ininteligible, no lloraron, no daban palmas, saltaban o bailaban como ocurre de forma característica en muchos eventos y liturgias carismáticas católicas. La sagrada liturgia usa la expresión “sobria ebrietas Spiritus”, que significa una “ebriedad sobria” con El Espíritu Santo. Esto significa tener un corazón ardiente y sin embargo permanecer sobrio, ordenado, guiado por la razón, maravillado por lo sobrenatural y por la fe.

7. La doctrina de la Iglesia es, lógicamente, muy clara en relación con la sacralidad de la vida humana, aunque echo en falta una actualización de los pastores en esa batalla que entiendo debe ser «a tiempo y a destiempo», y sin embargo observo un cierto abandono de ese frente. ¿Ha habido algún pronunciamiento en relación con el infanticidio legalizado en Nueva York y otros lugares?

El Concilio Vaticano II hizo esta famosa declaración sobre el aborto, que era un crimen atroz e indescriptible (cf. Gaudium et Spes, 51). El Papa Juan Pablo II ha dedicado una encíclica a la protección de la vida humana con el título «Evangelium vitae», en la que condenó todas las formas de matar la vida por nacer en términos muy enérgicos. El infanticidio es, en última instancia, la consecuencia lógica del cruel asesinato de un niño en el útero. Con respecto a la ley de infanticidio en los EE. UU. (en el Estado de New York), el Vaticano y los obispos responsables en los EE. UU. no reaccionaron con la suficiente claridad ni energía. Los políticos que se dicen a sí mismos católicos y que han apoyado y defendido públicamente tales leyes deberían haber sido excomulgados. Dejar a tales católicos impunes significa en última instancia una profanación del nombre «católico» y una vergüenza para la Iglesia católica. Es una omisión flagrante de los responsables en la Iglesia.

8. En el caso de España se prepara una ley que viola gravemente los derechos de la familia, arrebatándola la educación de sus hijos. Ante ese atropello ¿no debería pronunciarse la Santa Sede? ¿Cuál es la enseñanza de la Iglesia respecto a la educación de los hijos?

Papa León XIII enseña: “En la medida en que el hogar doméstico es antecedente, tanto en la idea como en la realidad, de la reunión de los hombres en una sociedad, la familia debe tener necesariamente derechos y deberes anteriores a los de la sociedad, ellos son fundamentados de manera más inmediata en la naturaleza … La afirmación, entonces, de que el gobierno civil debería, a su opción, entrometerse y ejercer un control íntimo sobre la familia y el hogar es un gran y pernicioso error. La autoridad paterna no puede ser abolida ni absorbida por el Estado; porque tiene la misma fuente que la vida humana misma” (Rerum Novarum). Existe un documento muy importante y fundamental de la Santa Sede sobre este tema, la Carta de los Derechos de la Familia del Pontificio Consejo para la Familia del 22 de octubre de 1983, donde se dice: “Dado que han conferido la vida a sus hijos, los padres tienen el derecho original, primario e inalienable de educarlos; por tanto, deben ser reconocidos como los primeros y principales educadores de sus hijos. a) Los padres tienen derecho a educar a sus hijos conforme a sus convicciones morales y religiosas, teniendo en cuenta las tradiciones culturales de la familia que favorecen el bien y la dignidad del niño. b) Los padres tienen derecho a elegir libremente las escuelas u otros medios necesarios para educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones. c) Los padres tienen derecho a garantizar que sus hijos no sean obligados a asistir a clases que no estén de acuerdo con sus propias convicciones morales y religiosas. En particular, la educación sexual es un derecho básico de los padres y siempre debe llevarse a cabo bajo su estrecha supervisión, ya sea en el hogar o en los centros educativos elegidos y controlados por ellos. d) Se violan los derechos de los padres cuando el Estado impone un sistema educativo obligatorio del que se excluye toda formación religiosa. e) El derecho primordial de los padres a educar a sus hijos debe respetarse en todas las formas de colaboración entre padres, maestros y autoridades escolares, y en particular en las formas de participación diseñadas para dar voz a los ciudadanos en el funcionamiento de las escuelas y en la formulación e implementación de las políticas educativas».

9. En toda Europa ya no hay vacuna contra el sarampión que no haya sido fabricada con células de fetos humanos abortados. En Alemania por ejemplo se obliga a los padres por ley a vacunar a sus hijos contra el sarampión. Parece que habrá pronto diferentes vacunas contra el nuevo Coronavirus; entre estas vacunas, algunas producidas con células de fetos abortados y otras que fueron producidas sin células de fetos abortados. Especialistas no excluyen que el ARN mensajero pueda producir una mutación en el ser humano. ¿Qué debemos hacer frente a este panorama problemático éticamente?

En el caso de las vacunas elaboradas a partir de líneas celulares de fetos humanos abortados vemos una clara contradicción: es decir, de un lado, entre la doctrina católica que rechaza categóricamente, y más allá de la sombra de una ambigüedad, el aborto en todos los casos como un grave mal moral que clama al cielo por venganza (ver Catecismo de la Iglesia Católica 2268, 2270 y sigs.), y la práctica de considerar las vacunas derivadas de líneas celulares fetales abortadas como moralmente aceptables en casos excepcionales de “necesidad urgente”, sobre la base de una cooperación material remota pasiva. El principio teológico de la cooperación material es ciertamente válido y puede aplicarse a una gran cantidad de casos (pago de impuestos, uso de productos del trabajo de esclavitud, etc.). Sin embargo, este principio difícilmente se puede aplicar al caso de las vacunas elaboradas a partir de líneas celulares fetales, porque quienes las reciben consciente y voluntariamente, entran en una especie de concatenación, aunque muy remota, con el proceso de la industria del aborto. El crimen del aborto es tan monstruoso que cualquier tipo de concatenación con este crimen, incluso uno muy remoto, es inmoral y no puede ser aceptado en ninguna circunstancia por un católico una vez que ha tomado plena conciencia de él. Quien usa estas vacunas debe darse cuenta de que su cuerpo se está beneficiando de los «frutos» de uno de los mayores crímenes de la humanidad (aunque con pasos remotos mediante una serie de procesos químicos).

Una comparación puede ilustrar esto. Los primeros cristianos pagaban impuestos al estado pagano, aunque sabían que parte de estos impuestos era utilizado por el estado para financiar la idolatría. Pero cuando cada cristiano se enfrentó a la idolatría y tuvo que poner un grano de incienso frente a una estatua del ídolo, los cristianos se negaron y prefirieron morir como mártires. Cualquier vínculo con el proceso de aborto, incluso el más remoto e implícito, ensombrecerá el deber de la Iglesia de dar testimonio inquebrantable de la verdad de que el aborto debe ser rechazado por completo.

Los fines no pueden justificar los medios. Estamos viviendo uno de los peores genocidios conocidos por el hombre. Millones y millones de bebés en todo el mundo han sido sacrificados en el útero de su madre, y día tras día este genocidio oculto continúa a través de la industria del aborto y las tecnologías fetales y el impulso de gobiernos y organismos internacionales para promover tales vacunas como uno de sus objetivos. Los católicos no pueden ceder ahora; hacerlo sería tremendamente irresponsable. La aceptación de estas vacunas por parte de los católicos, sobre la base de que sólo implican una “cooperación remota, pasiva y material” con el mal, haría el juego a sus enemigos y debilitaría el último baluarte contra el aborto. La investigación biomédica que explota a los inocentes no nacidos y utiliza sus cuerpos como «materia prima» para el propósito de las vacunas parece más similar al canibalismo. También debemos considerar que, en el análisis final, para algunos en la industria biomédica, las líneas celulares de los niños no nacidos son un «producto», el abortista y el fabricante de la vacuna son el «proveedor» y los receptores de la vacuna son consumidores. La tecnología basada en el asesinato tiene sus raíces en la desesperanza y termina en la desesperación.

Debemos resistir el mito de que «no hay alternativa». Al contrario, debemos proceder con la esperanza y la convicción de que existen alternativas y que el ingenio humano, con la ayuda de Dios, puede descubrirlas. Este es el único camino de la oscuridad a la luz y de la muerte a la vida. Más que nunca necesitamos el espíritu de los confesores y mártires que evitaron la menor sospecha de colaboración con el mal de su época. La Palabra de Dios dice: “Sed simples como hijos de Dios sin reproche en medio de una generación depravada y perversa, en la cual debéis brillar como luces en el mundo” (Fil. 2, 15).

10. ¿Cómo y dónde encontrar esperanza dada la situación de la Iglesia, especialmente de sus pastores que son los que guían al Pueblo de Dios?

Dios nunca deja su Iglesia. En tiempos de gran necesidad e incluso de fracaso de la mayoría de los obispos, Dios usa medios efectivos para renovar su Iglesia. En una época cuando la persecución de la Iglesia era interna, como fue el caso del arrianismo en el siglo cuarto, san Hilario —el Atanasio del Oeste— hizo la siguiente declaración alentadora: “En esto consiste la particular naturaleza de la Iglesia, que triunfa cuando es derrotada, que se entiende mejor cuando es atacada, que se levanta cuando sus infieles miembros desertan” (De Trin. 7,4). Son muchas las almas que sufren en nuestros días, sobre todo durante los últimos cincuenta años, debido a la tremenda crisis de la Iglesia. Lo más preciado es el sufrimiento escondido de los pequeños, de las personas que han sido expulsadas a la periferia de la Iglesia por el liberal, mundano e incrédulo establishment eclesial. Sus sufrimientos son preciosos, ya que consuelan y fortalecen a Cristo, que sufre de manera mística en nuestra actual crisis de la Iglesia. Creo que en el futuro la Iglesia disminuirá en número y en influencia social directa. Será aún más despreciada y discriminada por el mundo. No excluyo que la Iglesia en el futuro llevará en parte o en ciertas regiones una vida eclesiástica semiclandestina. En tal situación, Dios derramará gracias especiales de la fuerza de la fe, de la pureza de la vida y de la belleza de la liturgia. Sobre todo, creo, que en tal situación Dios le dará a su Iglesia nuevamente valientes Papas, confesores de fe y quizás incluso mártires.

Podemos creer que el triunfo del Inmaculado Corazón, anunciado por Nuestra Señora en Fátima, se preparará primero para un período de purificación de la Iglesia a través de la persecución. Pero el triunfo de Cristo a través del Inmaculado Corazón de María ciertamente lo verá. Es por eso que, incluso en medio de la tribulación actual, debemos vivir con gran esperanza y confianza. Tenemos a Dios, tenemos a Jesús en la Eucaristía, y así tenemos todo. Sin embargo, incluso en medio de tantos Judas clericales dentro de la Iglesia hoy, nosotros tenemos que mantener siempre una visión sobrenatural en la victoria de Cristo, que triunfará a través del sufrimiento de su Esposa, que triunfará por el sufrimiento de los puros y pequeños de todas las clases de los miembros de la Iglesia: niños, jóvenes, familias, religiosos, sacerdotes, obispos y cardenales. Cuando ellos tratan de permanecer fieles a Cristo, cuando se mantienen firmes en la fe católica, cuando viven en castidad y humildad, son los puros y pequeños de la Iglesia. Las siguientes palabras de san Pablo, que se pueden decir de cada alma individual, también se aplican casi en el mismo sentido de la Iglesia, y particularmente de Iglesia de nuestros tiempos: «Si sufrimos con Él, entonces seremos glorificados con Él» (Rm 8,17).

11. ¿Cómo debemos poner en práctica los seglares la nueva evangelización de Europa en un escenario tan hostil como el creado artificialmente por la gobernanza globalista?

Un santo obispo del inicio del cuarto siglo, aun durante la persecución de la Iglesia, nos dejó la siguiente preciada declaración sobre la singularidad de la Iglesia: «La única Iglesia, Católica y Apostólica, permanecerá siempre indestructible, incluso cuando el mundo entero le pague con la guerra en su contra. Porque su Señor la fortaleció diciendo: «¡Ánimo!: Yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). Así habló San Alejandro de Alejandría, predecesor inmediato de San Atanasio. En el obelisco de la plaza de San Pedro están inscritas las palabras Christus vincit, y la punta del obelisco contiene una reliquia de la verdadera Cruz. La iglesia romana, la sede apostólica de San Pedro, es coronada, por así decirlo, con estas luminosas palabras Christus vincit y con el poder de la santa Cruz de Cristo. En medio de la oscuridad de la actual crisis de nuestro tiempo, nos pueden iluminar y alentar las palabras del Papa León I el Magno (†461), que solía describir la invencible fe de los pequeños de la Iglesia. Afirmaba: «La fe establecida como regalo del Espíritu Santo no temía a cadenas, encarcelamientos, destierros, hambre, fuego, ataques de las bestias salvajes, tormentos refinados de los crueles perseguidores. Por esta fe en todo el mundo, no solo hombres, sino también mujeres, no solo adolescentes imberbes, sino también jovencitas lucharon hasta el derramamiento de su sangre» (Sermón 74,3). Cito una observación muy actual del Arzobispo Fulton J. Sheen quien dice: «¿Quién va a salvar nuestra Iglesia? No lo harán ni nuestros obispos, ni nuestros sacerdotes, ni nuestros religiosos. Es una tarea para vosotros, para el pueblo. Poseéis la inteligencia, los ojos, los oídos para salvar a la Iglesia. Vuestra misión es constatar que vuestros sacerdotes actúan como sacerdotes, vuestros obispos como obispos, y vuestros religiosos como religiosos». Hoy en día, también los laicos permanecen fieles —los pequeños—. Y con su fe pura y simple llevan el peso de la Iglesia sobre sus hombros.

Transcripción del P. Nilton Bustamante Vásquez, mCR,

Al Papa le “entristece” la gente que no se somete a las restricciones contra la pandemia

 INFOVATICANA


Tras el rezo del Ángelus este domingo, Su Santidad criticó a las personas que se han ido de vacaciones sin respetar las restricciones impuestas por los gobiernos para contener la pandemia de COVID-19.

El papa Francisco criticó este domingo (03.01.2021) a las personas que se van de vacaciones sin respetar las restricciones impuestas por los gobiernos para contener la pandemia del coronavirus y señaló que deben ser más conscientes del sufrimiento de los demás. Francisco dijo que le “entristeció mucho” leer en los medios que en un país que no mencionó la gente estaba burlando las medidas.

“No piensan en las personas que se quedan en casa, en los problemas económicos que está sufriendo la gente como consecuencia de la pandemia, en los enfermos. Solo han pensado en sus vacaciones y en su propio placer”, consideró el pontífice momentos después de rezar el Ángelus en la biblioteca del palacio apostólico del Vaticano.
El Santo Padre no se plantea en ningún momento -ni en este ni en anteriores mensajes sobre el mismo asunto- la posibilidad de que quienes ignoran determinadas restricciones puedan no hacerlo meramente por “egoísmo” sino por desconfianza hacia unos poderes públicos que han cambiado caprichosamente de medidas, que se han mostrado notablemente ineficaces con ellas y que, en fin, en su propia patria acaban de aprobar la legalización del aborto, que se ha convertido en la primera causa de muerte del mundo, muy por delante de la pandemia.

Carlos Esteban

El Santísimo Nombre de Jesús: El nombre, la persona y el amor

PADRE ALFONSO GÁLVEZ

 Duración 34:55 minutos

https://www.alfonsogalvez.com/podcast/episode/29056c30/santisimo-nombre-de-jesus

Homilía predicada el 4 de enero de 2009. Texto evangélico: Lc. 2, 21.

Los niños abortados: ¿van al Cielo? Sermón del P. Javier Olivera Ravasi, SE

 QUE NO TE LA CUENTEN


Duración: 15 minutos


Texto guía

El aborto y el destino de los niños abortados

Sermón 3/1/2021

1) Contexto del presente sermón

1. Fiesta de los Santos Inocentes: 28 de diciembre. «Murieron por Cristo». Son bienaventurados en el cielo e interceden por nosotros

2. Aborto en Argentina, año 2020.

3. No todo nos fue revelado: Juan 16,12: “Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello”.

–¿Cuál es el destino eterno que da Dios a los niños que mueren sin bautismo, y concretamente a aquellos que han sido abortados?

Dos Textos que parecen encontrados:

Mc 16,15-16: “Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará”.

Juan 3,5: “el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”.

Y…:

1 Timoteo 2,4: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad”.

Pues bien: Dios quiere que todos los hombres se salven, pero no todos se salvan…

2) El documento de 2007

En el año 2007, siendo Papa aún Benedicto XVI, La Comisión Teológica Internacional (CTI), dependiente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó un documento titulado así: “La esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo”.

¿Qué se dice allí? Que hay una “ausencia de una enseñanza explícita en el Nuevo Testamento sobre el destino de los niños no bautizados”.

a. Los Padres griegos

San Gregorio de Nisa (siglo IV) es el único que le dedica una obra, en la que dice que «la muerte prematura de los niños recién nacidos no es motivo para presuponer que sufrirán tormentos» en la otra vida.

b. Los Padres latinos

En la Iglesia latina los Padres, siguiendo a San Agustín, mantienen una posición dura, planteando que Dios condena a aquellos que mueren con pecado, incluso a los niños que han muerto sin el bautismo.

c. La Escolástica medieval y hasta nuestros días: el limbo de los niños

Con Santo Tomás a la cabeza, se planteaba que «puesto que los niños que no han alcanzado el uso de la razón no han cometido pecados actuales… van a un lugar donde gozan de una plena felicidad natural y sin dolor alguno, pero no al Cielo (Santo Tomás de Aquino, beato Duns Scoto)».

d. El actual Catecismo

Nro. 1261. «En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que “quiere que todos los hombres se salven” (cf. 1 Tm 2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: “dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis” (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo».

Conclusión del estudio:

En la Iglesia Católica griega hay sólo un rito fúnebre para los niños, bautizados o no, en la que se pide que los niños difuntos para que puedan ser acogidos en el seno de Abraham. El nuevo Misal Romano de 1970, tomando una tradición que venía de lejos, introdujo una misa funeral por los niños no bautizados cuyos padres deseaban presentarlos para el Bautismo.

Y las oraciones litúrgicas reflejan y dan forma al sensus fidei de la Iglesia, por aquello de que lex orandi, lex credendi…

Por eso termina el documento diciendo que “hay razones teológicas y litúrgicas para motivar la esperanza de que los niños muertos sin Bautismo puedan ser salvados e introducidos en la felicidad eterna, aunque no haya una enseñanza explícita de la Revelación sobre este problema”.

3) La Virgen de Fátima y una opinión teológica

a- La Virgen de Fátima nos pide rezar por esas almas no bautizadas y muertas no abortadas:

El 13 de Julio de 1917, la Virgen María dijo a los niños de Fátima: Cuando recéis el Rosario, diréis después de cada misterio: “Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas, principalmente las más necesitadas de tu misericordia”. Esta es la opinión del P. José M. Iraburu.

Los niños abortados y los que, sin llegar al uso de razón, mueren sin bautismo, son seres almas necesitadas de la misericordia.

b. Opinión teológica: los niños que mueren abortados van al Cielo

Cuando Tomás, el incrédulo, le dice a Jesús: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”, Cristo le responde: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Porque Nuestro Señor no es sólo la Vida, sino el autor de la Vida.

Hoy, que se mata la vida por odio a la Vida misma. Por ese querer ser como Dios, por eso, de algún modo, esos niños abortados están siendo matados, aun inconscientemente, por odio al creador y Señor nuestro, Jesucristo, convirtiéndose también ellos en otros santos inocentes, como los que masacró Herodes, de allí que uno pueda tener esperanza fundada en que ya gocen, desde el seno de sus madres, de un bautismo de sangre que los haga llegar al Cielo.

Conclusión:

Que nuestra Santa Madre María, interceda por nosotros, especialmente, por nuestra Patria, que con esto ha tocado fondo. Y que esos niños abortados, si es que ya están en el Cielo, pidan al Señor de la Vida para que resucitemos de nuestro letargo. Amén

sábado, 2 de enero de 2021

Ex-Jefe de investigación de Pfizer: La vacuna Covid implica la esterilización femenina



La vacuna contiene una proteína de punta llamada sincitina-1, vital para la formación de la placenta humana en las mujeres. Si la vacuna funciona de manera que formamos una respuesta inmune CONTRA la proteína espiga, también estamos entrenando al cuerpo femenino para atacar a la sincitina-1, lo que podría llevar a la infertilidad en mujeres con una duración no especificada.

El Dr. Wodarg y el Dr. Yeadon piden que se detengan los estudios de la vacuna contra el corona

El 1º de diciembre de 2020, el ex jefe de investigación respiratoria de Pfizer, Dr. Michael Yeadon, y el especialista en pulmones y ex jefe del departamento de salud pública de Alemania, Dr. Wolfgang Wodarg, presentaron una solicitud a la Agencia Europea del Medicamento (EMA) responsable de la aprobación de medicamentos en toda la Unión Europea, para la suspensión inmediata de todos los estudios de la vacuna contra el SARS-CoV-2, en particular el estudio de BioNtech/PFIZER sobre el BNT162b (número EudraCT 2020-002641-42).

El Dr. Wodarg y el Dr. Yeadon exigen que los estudios —para la protección de la vida y la salud de los voluntarios— no continúen hasta que se disponga de un diseño de estudio adecuado para abordar las importantes preocupaciones de seguridad expresadas por un número cada vez mayor de científicos de renombre contra la vacuna y el diseño del estudio.

Por un lado, los peticionarios exigen que, debido a la conocida falta de exactitud de la prueba de PCR en un estudio serio, se utilice la llamada secuenciación Sanger. Esta es la única manera de hacer declaraciones fiables sobre la eficacia de una vacuna contra el Covid-19. Sobre la base de las numerosas pruebas de PCR de calidad muy variable, no se puede determinar con la certeza necesaria ni el riesgo de enfermedad ni un posible beneficio de la vacuna, por lo que probar la vacuna en seres humanos no es ético per se.

Además, exigen que se excluya la posibilidad de incurrir en riesgos ya conocidos por estudios anteriores (por ejemplo mediante experimentos en animales), que se originan en parte en la naturaleza de los coronavirus. Las preocupaciones se dirigen en particular a los siguientes puntos:

1. La formación de los llamados “anticuerpos no neutralizantes” puede conducir a una reacción inmunológica exagerada, especialmente cuando la persona que realiza la prueba se enfrenta al verdadero virus “salvaje” después de la vacunación. Esta así llamada amplificación dependiente de anticuerpos, ADE, se conoce desde hace mucho tiempo por los experimentos con vacunas corona en gatos, por ejemplo. En el curso de estos estudios, todos los gatos que inicialmente toleraron bien la vacunación murieron después de contraer el virus salvaje.

2. Se espera que las vacunas produzcan anticuerpos contra las proteínas de punta del SARS-CoV-2. Sin embargo, las proteínas punzantes también contienen proteínas sincitínicas-homólogas, que son esenciales para la formación de la placenta en mamíferos como los seres humanos. Debe descartarse absolutamente que una vacuna contra el SARS-CoV-2 pueda desencadenar una reacción inmunológica contra la sincitina-1, ya que de lo contrario la infertilidad de duración indefinida podría dar lugar a mujeres vacunadas.

3. Las vacunas de ARNm de BioNTech/PFIZER contienen polietilenglicol (PEG). El 70% de las personas desarrollan anticuerpos contra esta sustancia, lo que significa que muchas personas pueden desarrollar reacciones alérgicas, potencialmente mortales, a la vacuna.

4. La duración demasiado corta del estudio no permite una estimación realista de los efectos tardíos. Como en los casos de narcolepsia después de la vacunación contra la gripe porcina, millones de personas sanas se verían expuestas a un riesgo inaceptable si se concediera una aprobación de emergencia y se siguiera la posibilidad de observar los efectos tardíos de la vacunación. Sin embargo, BioNTech/PFIZER aparentemente presentó una solicitud de aprobación de emergencia el 1 de diciembre de 2020.

Otros enlaces relacionados

Vacunas Covid son parte de un experimento de transgénesis para modificar la especie humana a medio/largo plazo (24 diciembre 2020)





Actualidad Comentada | Vacunas | 01.01.2021 | P. Santiago Martín FM

 Magnificat TV - Franciscanos de María


Duración 12:36 minutos



viernes, 1 de enero de 2021

El gran reinicio (Carlos Esteban)



Hoy, primero de año de 2021, dejando atrás el convulso 2020, es el día en que celebramos el Gran Reinicio, el único verdadero que se ha vivido en la historia de la humanidad, resumido en esta expresión: María, Madre de Dios.


No sé si ha sido la expresión más repetida del año que acaba, pero sí una de las más frecuentes y ominosas de sus últimos meses, marcados por la pandemia de coronavirus (mejor: por la reacción de las autoridades a la pandemia): el Gran Reinicio.

El proyecto se explica en un reportaje de portada de la revista TIME, en un libro de Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial y en un breve vídeo hecho público por este mismo organismo. Se trata de rehacer la civilización humana sobre mejores bases, cambiando por completo la forma en que vivimos, algo que ha acelerado y posibilitado, nos dicen, la peste del covid.

La jerarquía eclesiástica, y especialmente el Vaticano, no ha sido ajena a este Gran Reinicio, a la idea de que la Humanidad se encuentra ante una encrucijada inapelable y debe dar un giro radical para construir un mundo más justo y sostenible y ecológico que no fuerce a la Tierra a escenificar otra de sus “pataletas”, por usar la palabra elegida por el Santo Padre.

Todo esto sonará a quien sea mínimamente aficionado a la historia. La llegada del Milenio de la mano de los hombres, de un Gran Plan, es lo que animó la Revolución Francesa, y luego el marxismo internacional y todas las revoluciones que en el mundo han sido. También sabemos cómo han acabado todos estos planes grandiosos: como la Torre de Babel, la que iba a alcanzar el cielo.

Porque el Gran Reinicio ya se ha producido, y todos vivimos de él. Solo que en vez de ser un ambicioso esquema de sabios llevado a cabo por los poderosos con gran publicidad y fanfarria, sucedió de espaldas al mundo, en la oscuridad y el silencio, en una aldea olvidada en los confines del Imperio Romano, cuando una jovencita del pueblo, desconocida, pronunció estas palabras: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

Y ahí empezó la absoluta locura de un Dios que se rebaja hasta la condición de criatura, y de criatura material, para salvarnos y elevar a esa “esclava del Señor” al inconcebible título de Madre de Dios.

Ese es el único Gran Reinicio verdadero, del que seguimos viviendo, y ese es el único que necesitamos a este lado de la Gloria.

Carlos Esteban

Homilía de hoy | Santa María, Madre de Dios P. Santiago Martín FM

 Magnificat TV - Franciscanos de María


Duración 11:47 minutos



POESÍA DE NAVIDAD (Amado Nervo)

 NOCHEBUENA


Pastores y pastoras,

abierto está el Edén.

¿No oís voces sonoras?

Jesús nación en Belén.


La luz del cielo baja,

el Cristo nació ya,

y en un nido de paja

cual pajarillo está.


El Niño está friolento.

¡Oh noble buey,

arropa con tu aliento

al Niño Rey!


Los cantos y los vuelos

invaden la extensión,

y están de fiesta cielos

y tierra ... y corazón.


Resuenan voces puras

que cantan en tropel:

"¡Hosanna en las alturas

al Justo de Israel!"


¡Pastores, en bandada

venid, venid

a ver a la anunciada

Flor de David! ...


Amado Nervo (1870 - 1919)

AÑO NUEVO 2021

IL TROVATORE

El comienzo de un nuevo año nos recuerda el paso del tiempo. Y somos conscientes de que no vamos a tener otra oportunidad para salvarnos que no sea esta vida. Conforme a nuestras decisiones libres, tomadas en el tiempo, nos jugamos lo que queremos para nosotros en la eternidad. El tiempo es breve. Y no somos ciudadanos de este mundo, sino peregrinos: "Somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos también como Salvador al Señor Jesucristo" (Fil 3, 20). Estamos aquí de paso. Ésta no es nuestra verdadera patria, sino un tiempo de prueba y "cada uno recibirá la recompensa según su trabajo" (1 Cor 3, 8). Por eso, según nos dice san Pablo "ya es hora de que despertemos del sueño, pues ahora está más cerca de nosotros la salvación que cuando creímos" (Rom 13, 11). 

Cada día es una nueva oportunidad que Dios nos concede para que nos decidamos a ser santos, de una vez por todas, "aprovechando el tiempo, porque los días son malos" (Ef 5, 16). Es preciso que los cristianos seamos conscientes de que nos han tocado tiempos difíciles, lo que no significa que nos asustemos: "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed, sobre todo, al que puede arrojar el alma y el cuerpo en el infierno" (Mt 10, 28). Ahora, más que nunca, se impone vivir el Evangelio al pie de la letra y hacerlo vida de nuestra vida, no olvidando que "el que quiera salvar su vida la perderá" (Mt 16, 25a). Nuestra vida, nuestra verdadera vida, aquella que nos hace ser más nosotros mismos, esa vida "está escondida con Cristo en Dios" (Col 3, 3); de manera que, según decía Jesús: "El que pierda su vida por Mí, la encontrará" (Mt 16, 25b).

No basta con estar bautizados o llamarse católicos para salvarse: hay que cumplir con las exigencias emanadas del Evangelio, aprovechando cada minuto y cada instante de nuestra vida; no tendremos otra oportunidad. Y el único modo de aprovecharlos con fruto, aquello que quedará al final de nuestra vida, es solamente lo que hayamos hecho por amor a Jesucristo y con Jesucristo"el buen combate" (2 Tim 4, 7) del que hablaba san Pablo a Timoteo, cuando veía cerca el momento de su partida de este mundo, se refería a "la guarda de la fe".  

En el comienzo de un nuevo año, nada hay mejor para aprovechar bien nuestra vida, que renovar nuestro propósito de fidelidad al Señor y ponernos en las manos de Dios: rezar con confianza y tomarnos en serio a Jesucristo, pues de ello depende no sólo nuestra propia salvación sino la de mucha gente que, viendo en nosotros reflejada la vida de Jesús, salgan de su apatía espiritual y se conviertan al Señor. Nada mejor podría sucederles en sus vidas.

Pongamos de nuestra parte todo lo que podamos y dependa de nosotros. El resto dejárselo al Señor: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura" (Mt 6, 33), con nuestra esperanza puesta completamente en Él, sabiendo -con toda certeza- que no nos abandonará: "No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros" (Jn 14, 18). Al ver la confusión reinante en tantos cristianos que andan "como ovejas sin pastor" (Mc 6, 34) y viendo la "barca" de la Iglesia tan agitada, que parece hundirse, no tengamos miedo. Puede que Jesús duerma, pero está a nuestro lado. Está poniendo a prueba nuestra fe, nuestra fe en Él, que es la única tabla de salvación. Y de las pruebas siempre se sale fortalecido.

Tenemos su Palabra de que "las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella" (Mt 16, 18), es decir, sobre la Iglesia que Él fundó. Ésta no desaparecerá, aunque puede que quede reducida a un núcleo muy pequeño, diseminado por toda la faz de la tierra. Y la victoria está asegurada, si no decaemos en nuestra fe: "Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5, 4).

Es también momento de recordar que estamos sometidos a una Jerarquía; y aunque ésta no obrase correctamente, sigue siendo la Jerarquía, supuesta su legitimidad. No podemos independizarnos por nuestra cuenta: somos hijos de la Iglesia. Las flaquezas, debilidades y pecados de algunos de sus miembros, no le quitan nada a la Iglesia que fundó Jesucristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica, "sin mancha ni arruga o cosa semejante, sino santa e inmaculada" (Ef 6, 27), pues "somos miembros de su cuerpo" (1 Cor 12, 27), del cual "Él es la Cabeza" (Col 1, 18), "en quien habita toda la plenitud" (Col 1, 19). Como Cristo es Santo -la santidad misma- su Cuerpo, que es la Iglesia, es santo (aunque sólo en aquellos miembros que viven en comunión con Él, animados de su Espíritu). Quien no vive según el Espíritu de Cristo y está en pecado mortal no forma parte de este Cuerpo, no pertenece a la Iglesia, hasta que se arrepienta de sus pecados y se convierta, haciendo recto uso del sacramento de la Confesión, momento en el cual, al estar bautizado, pasaría a formar de nuevo parte del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia.

Dicho esto, hay que tener en cuenta que un cristiano católico no puede dejar o deponer los principios de la doctrina secular de la Iglesia, la doctrina de siempre, una doctrina que nunca puede ser cambiada: Las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia son las fuentes de las que hay que beber para no ser engañados y mantenernos fieles a la verdadera Iglesia de Jesucristo, la que Él fundó; pues aunque, ciertamente, el Papa es el Vicario de Cristo en la Tierra, su misión es la de "guardar el depósito recibido" y darlo a conocer a todos, íntegramente, sin falsear ni cambiar su contenido. El modo de hacerlo pertenece a la pastoral, pero ésta nunca puede contradecir la doctrina. 

Esta idea es fundamental. En cualquier caso, tenemos la seguridad de que Dios no permitirá que sea engañado aquel que no quiera ser engañado, aquellas personas de buena voluntad que busquen sinceramente la verdad. Sólo serán engañados aquellos que han hecho su opción por la mentira y no quieren comprometerse a vivir según las exigencias propias de la vida cristiana; aquellos que, por comodidad, no quieren complicarse la vida ... y aunque se llamen católicos no lo son, en realidad, pues no piensan como Cristo sino según los criterios del mundo. Un católico así es una contradicción y un imposible metafísico. Alguien que diga: yo creo lo que quiero y practico lo que me da la gana, aunque vaya en contra de las enseñanzas de la Iglesia, de la moral, de la ley natural, de la ley divina, ... y, además, soy católico ... Pues va a ser que no. El que así proceda es un farsante, pero de católico no tiene nada, aunque piense que lo es.

Por lo tanto, sabiendo que "todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios" (Rom 8, 28) lo único que nos queda -y no es poco- es rezar y confiar plenamente en Dios, vivir la esperanza cristiana, que es un vivir con alegría. Un cristiano tiene que ser feliz. Decía Santa Teresa que "un santo triste es un triste santo". Se puede sufrir. Es más, según dice san Pablo, y está atestiguado por la experiencia, "todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecución" (2 Tim 3, 12). Por eso dice Jesús a sus discípulos en el sermón de despedida de la última cena: "Vosotros tenéis ahora tristeza, pero os volveré a ver y se alegrará vuestro corazón, y nadie podrá quitaros vuestra alegría" (Jn 16, 22). Esta alegría -la auténtica- es patrimonio tan solo de los cristianos que viven como tales. 

Los cristianos tenemos muchos motivos para ser felices y vivir con ilusión y con esperanza. Para ello no tenemos más que leer las siguientes palabras que dirige Jesús a su Padre con relación a sus discípulos: "Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo, donde Yo estoy" (Jn 17, 24). Ese deseo que tiene el Señor de estar con nosotros, el escuchar su voz y oírle decir que somos "sus amigos" (Jn 15, 14) ¿acaso no es motivo, más que suficiente, para ser inmensamente felices? Y, además, con una felicidad tal que tiene lugar ya en este mundo, como un adelanto de lo que nos espera en la otra vida, si tal es la voluntad de Dios con respecto a nosotros, como así lo esperamos.

Es tu amor lo que anhelo
la causa de mi dicha adelantada.
Descubre, amado, el velo:
que vea tu mirada
suspirando por mí, y enamorada.

José Martí