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martes, 15 de enero de 2019

La tesis de Socci no tiene fundamento: reseña de Il segreto de Benedetto XVI (Roberto De Mattei)



«La Santa Madre Iglesia afronta una crisis sin precedentes en la historia». Esta expresión del teólogo Serafino M. Lanzetta, que abre el último libro de Antonio Socci, Il segreto di Benedetto XVI. Perché è ancora papa (Milán 2018) (el secreto de Benedicto XVI; por qué sigue siendo papa), invita a la lectura a todo el que esté deseoso de entender la naturaleza de la crisis y las posibles vías para salir de ella.
Socci es un magnífico periodista que ha dedicado tres libros a la crisis de la Iglesia desde que es papa Francisco: Non è Francesco. La Chiesa nella grande tempesta (Milán 2014), La profezia finale (Milán 2016) y ahora Il segreto di Benedetto XVI.
El mejor de los tres es el segundo, sobre todo la parte, minuciosamente documentada, en que la somete a un riguroso escrutinio los actos y palabras más controvertidos del primer trienio de reinado del papa Francisco. En cambio, en su última obra, Socci desarrolla la tesis previamente propuesta en Non è Francesco, según la cual la elección de Jorge Mario Bergoglio es dudosa y tal vez inválida, y Benedicto XVI seguiría siendo papa por no haber renunciado del todo a su ministerio petrino. Su renuncia al pontificado habría sido  «relativa» según Socci, y habría tenido la intención de «seguir siendo papa aunque sea de un modo enigmático e inédito que no se nos ha explicado (al menos hasta una fecha futura determinada)» (pág. 82).
Aceptación universal y sin disputa del papa Francisco
Por lo que respecta a las dudas sobre la elección del cardenal Bergoglio, los numerosos indicios que expone Socci no son suficientemente probatorios de su tesis. Más allá de las sutilezas jurídicas, ninguno de los purpurados que participaron en el cónclave de 2014 ha puesto en duda la validez de las elecciones. toda la Iglesia ha acogido al papa Francisco y lo reconoce como legítimo pontífice, y según el derecho canónico, la universalis ecclesiae adhaesio sin disputa es señal y efecto infalible de una elección válida y un pontificado legítimo. La profesora Geraldina Boni, en un profundo estudio titulado Sopra una rinuncia. La decisione di papa Benedetto XVI e il diritto (Bolonia 2015), recuerda que las constituciones canónicas en vigor no consideran inválida una elección que sea fruto de negociaciones, acuerdos promesas u otros compromisos de cualquier índole, como puede ser la posible planificación de la elección del cardenal Bergoglio.
Todo lo que dice la profesora concuerda con lo señalado por John Salza y Robert Siscoe basándose en los teólogos y canonistas más autorizados: «Es doctrina común de la Iglesia que la aceptación universal y sin polémica de un pontífice es clara garantía de su legitimidad».
En cuanto al derecho de un papa a dimitir, no hay dudas que se sostengan. El nuevo Código de Derecho Canónico trata de la posibilidad de la renuncia de un papa en el Canon 332, nº 2, con estas palabras: «Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie». La abdicación de Benedicto XVI fue libre y se manifestó formalmente. Si él hubiese sido objeto de presiones, habría debido decirlo, o al menos habría debido darlo a entender. En sus Últimas conversaciones con Peter Seewald declara todo lo contrario, y reitera que su decisión fue plenamente libre y exenta de toda coacción.
Moralidad de la abdicación de Benedicto
El acto de Benedicto XVI, legítimo desde el punto de vista teológico y canónico, supone no obstante una solución de continuidad con la tradición y la costumbre de la Iglesia, y es por ello moralmente censurable. Es más, la renuncia de un pontífice es posible canónicamente propter necessitatem vel utilitatem Ecclesiae universalis, pero para que sea moralmente lícita es preciso que haya una causa justa. De lo contrario, aunque el acto es válido, sería deplorable moralmente y constituiría una culpa grave a los ojos de Dios. La razón alegada por el propio Benedicto XVI el 11 de febrero de 2013 de febrero de 2013 parece totalmente desproporcionada para la gravedad del gesto:
«En el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado».
Socci conoce la doctrina canónica, y comenta: «Teniendo en cuenta que Benedicto XVI no expresa motivos excepcionales, y no pudiendo pensar que haya querido “incurrir en culpa grave”, hay dos casos posibles,excluida la coacción: o bien la suya no fue una verdadera renuncia al pontificado, o no explicó las causas excepcionales» (pp.101-102).
No se comprende cómo Socci pueda excluir a priori la posibilidad de una culpa grave de Benedicto XVI. Pues de eso mismo se trata, desgraciadamente. A los ojos del mundo se trató de una desacralización del ministerio petrino, que viene a considerarlo como si fuera el presidente de una empresa que puede dimitir por razones de edad y de debilidad física. El profesor Gian Enrico Rusconi ha señalado que Benedicto XVI «con su misma decisión de renunciar dice que no hay una protección especial del Espíritu Santo que pueda garantizar la  salud  mental y psicológica del Vicario de Cristo en la Tierra cuando sufre los achaques de la vejez o la enfermedad» (La Stampa, 12 de febrero de 2013). A lo largo de la historia, los papas fueron elegidos a una edad avanzada y sufrían con frecuencia padecimientos físicos antes los que la medicina de la época se veía impotente, muy al contrario de sus posibilidades actuales. Y sin embargo no renunciaban a cumplir su misión. El bienestar físico jamás ha sido un criterio para gobernar la Iglesia.
Contraste con otros ejemplos históricos
El anciano arzobispo de Goa, en la India, enfermo y afectado por numerosos achaques, había suplicado al Papa que lo librara de su carga. Pero Pío V le respondió que como buen soldado debía morir con las botas puestas, y para infundirle ánimo le recordó sus propios padecimientos con estas palabras:
«Nos compadecemos fraternalmente de que por ser anciano os sintáis achacado por tantas fatigas y en medio de múltiples peligros; mas recordad que las tribulaciones son el camino que habitualmente conduce al Cielo, y que no debemos abandonar el puesto que nos ha encomendado la Providencia. ¿Creéis por ventura que también Nos, en medio de tantas preocupaciones que conllevan gran responsabilidad, no nos cansamos a veces de la vida? Aun así, estamos determinados a no desembarazarnos del yugo y llevarlo valerosamente hasta que Dios nos llame. Abandonad toda esperanza de retiraros a una vida más sosegada…»
El 10 de septiembre de 1571, escasos días antes de la batalla de Lepanto, el propio papa San Pío V envió una conmovedora carta al Gran Maestre de los Caballeros de la Orden de Malta, Pietro de Monte, en la que para levantar el ánimo del anciano capitán, le dice: «No tengáis la menor duda de que mi cruz es más pesada que la vuestra, que me faltan ya las fuerzas y que son muchos los que tratan de hacerme caer. Ciertamente habría desfallecido y renunciado a mi dignidad (lo cual ya he pensado en más de una ocasión), de no haber preferido ponerme enteramente en manos del Maestro, que dijo: quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo».
La abdicación de Benedicto XVI no revela la renuncia a sí mismo expresada en las palabras de San Pío V, sino que manifiesta por el contrario el espíritu claudicante de los clérigos de nuestro tiempo. Es renunciar a desempeñar la más alta misión que pueda ejercer un hombre en este mundo: gobernar la Iglesia de Cristo. La abdicación de Benedicto XVI no manifiesta la renuncia a sí mismo expresada en las palabras de San Pío V; manifiesta en su lugar la actitud claudicante de los clérigos de nuestro tiempo. Es renunciar a cumplir la más alta misión que pueda cumplir un hombre en este mundo: gobernar la Iglesia de Cristo. Es la huida ante los lobos de quien en su primera homilía el 24 de 2005 había dicho: «Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos».
El discurso de despedida de Benedicto, cuestión polémica
Antonio Socci cita el último discurso oficial y público del pontificado de Benedicto XVI, el del 27 de febrero de 2013, en el cual afirma a propósito de su ministerio: «La seriedad de la decisión reside precisamente también en el hecho de que a partir de aquel momento me comprometía siempre y para siempre con el Señor. (..) El “siempre” es también un “para siempre”; ya no existe una vuelta a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto».
«Es una afirmación chocante –comenta Socci– porque si con ese acto Benedicto sólo renunció al ejercicio activo del ministerio, eso quiere decir que no tenía intención de renunciar al ministerio en sí (…) A la luz de su último discurso se entiende por qué Josef Ratzinger se ha quedado en el recinto de la sede petrina, sigue firmando como Benedicto XVI, se declara Papa emérito, conserva las insignias heráldicas pontificas y sigue vistiendo como papa» (pág.83).
Tomada al pie de la letra, tal como la entiende Socci, esta afirmación es teológicamente errónea. Cuando un papa es elegido recibe el cargo de la suprema jurisdicción y no un sacramento que imprima carácter. El pontificado no es un estado espiritual ni sacramental, sino un cargo, o sea, una institución. Por el contrario, según la eclesiología conciliar, la Iglesia es ante todo un sacramento y debe ser despojada de su dimensón institucional. Se olvida con ello que el Papa es igual a todos los obispos por su consagración episcopal, que es superior a todos los obispos en razón de su cargo oficio, que le garantiza plena jurisdicción sobre todos los obispos del mundo, tanto individualmente como en su conjunto. [Nota de CFN: En la conferencia del profesor De Mattei Tu es Petrus: la verdadera devoción a la cátedra de San Pedro encontrarán una explicación más detallada del tema.]
El profesor Violi y el arzobispo Gänswein agravan la confusión
Socci llega a invocar el discutible estudio del profesor Stefano Violi La rinuncia di Benedetto XVI: Tra storia, diritto e coscienza (Rivista Teologica di Lugano i n. 2/2013, pp. 203-214), que introduce la distinción entre el cargo al que habría renunciado Benedicto, y el munus petrino, que seguiría conservando. Las peregrinas tesis de Violi parecen haber inspirado al arzobispo Georg Gänswein, secretario de Benedicto XVI, que en el discurso pronunciado el 21 de mayo de 2016 en la Universidad Gregoriana afirmó:
«Desde febrero de 2013 el ministerio pontificio ya no es lo que era. Es y sigue siendo el cimiento de la Iglesia Católica; y sin embargo Benedicto XVI transformó de un modo radical e irrevocable durante su excepcional pontificado. (…) Desde la elección de su sucesor Francisco el 13 de marzo de 2013 no hay, por tanto, dos papas, sino un ministerio ampliado de facto, con un miembro activo y otro contemplativo. Por eso Benedicto XVI no ha renunciado tampoco a su nombre ni a la sotana blanca. Por eso el tratamiento correcto que todavía se le debe dar es Vuestra Santidad, y por eso tampoco se ha retirado a un monasterio y sigue residiendo en el Vaticano. Es como se hubiera hecho a un lado para hacer sitio a su sucesor e iniciar una nueva etapa en la historia del Papado (…).»
Benedicto, subraya Socci, habría renunciado al cargo jurídico, pero seguiría ejerciendo «la esencia eminentemente espiritual del munus petrino». Su renuncia transforma el ministerio pontificio en un pontificado de excepción, como lo ha denominado el propio monseñor Gänswein. «Benedicto no tenía intención de abandonar el pontificado ni ha revocado la aceptación del mismo que hizo en abril de 2005 (aun considerándola irrevocable). Luego, en toda lógica, sigue siendo papa» (pág. 121). «Objetivamente,hay un estado de excepción, o mejor dicho, como dijo monseñor Gänswein, un pontificado de excepción, que presupone una situación del todo excepcional en la historia de la Iglesia y del mundo» (149-159).
Entre las obras que refutan con más eficacia esta tentativa de redefinir el primado pontificio hay un minucioso trabajo del cardenal Walter Brandmüller titulado Renuntiatio Papae. Alcune riflessioni storico-canonistiche (Archivio Giuridico, 3-4 (2016), pp. 655- 674) La tradición y la costumbre de la Iglesia afirman claramente –declara el purpurado– que el Papa es uno y nada más que uno, inseparable en unidad y autoridad. «La sustancia del Papado está definida con tanta claridad en las Sagradas Escrituras y la auténtica Tradición que ningún pontífice puede redefinir su oficio (p.660). Si Benedicto XVI sostiene ser verdaderamente papa al mismo tiempo que Francisco, negaría con ello la Fe, según la cual hay un solo vicario de Cristo, y debería por tanto ser considerado hereje o sospechoso de herejía.
Por otra parte, si el verdadero papa fuera Benedicto y no Francisco, alguien debería señalarlo, y ningún obispo ni cardenal lo hecho en ningún momento. Las consecuencias serían devastadoras. ¿Qué pasaría a la muerte de Benedicto? ¿Habría que convocar un cónclave mientras Francisco sigue ocupando el solio pontificio? Y si Francisco es un antipapa, ¿quién elegiría al verdadero cuando se muriera, en vista de que los cardenales nombrados por él en tan gran cantidad deberían considerarse inválidos?
¿Es la abdicación de Benedicto una misión mística?
Para Socci, la decisión de Benedicto XVI es una decisión mística: «Asistimos a una verdadera llamada de Dios. La llamada a cumplir una misión» (pág. 144). ¿De qué misión se trata? «Benedicto no abandona a la grey en peligro. Está recluido rezando por la Iglesia y por el mundo, y su consuelo y enseñanzas iluminadoras llegan a través de mil arroyos» (pág. 163). La figura silenciosa de Benedicto constituiría una presencia en el recinto de la sede petrina que impediría cismas y divisiones, conteniendo el avance de la Revolución y garantizando la paz en el mundo. La misión mística de Benedicto XVI es, pues, una misión política que Socci describe con estas palabras enl a conclusión de su libro:
«En esto podemos ver la grandeza del plan de Benedicto: en un momento histórico de locura en que Occidente, cada vez más descristianizado, ha rechazado y agredido absurdamente a Rusia (esta Rusia por fin libre y reconvertida al cristianismo) y tratado de marginarla llevándola al aislamiento en Asia y a abrazar la China comunista, el diálogo que había emprendido el Papa con la Iglesia Ortodoxa rusa tenía por objetivo cumplir el sueño de Juan Pablo II: una Europa de pueblos unidos por sus raíces cristianas desde el Atlántico a los Urales (p. 199).
El misticismo que atribuye Socci a Benedicto parece una ocurrencia literaria de su fantasía, en cuyo libro no menciona el vivo debate teológico entre modernismo y antimodernismo, del mismo modo que pasa por alto el Concilio y sus dramáticas consecuencias. El Papado ha sido despojado de su dimensión institucional y personalizado. Juan Pablo II y Benedicto XVI encarnan el bien y Francisco es la expresión del mal. En realidad, el vínculo entre Francisco y sus predecesores es mucho más estrecho de lo que pueda imaginar Socci, aunque no sea más que por la imprudente abdicación de Benedictoque allanó el camino al cardenal Bergoglio. Las últimas fotografías de Benedicto XVI muestran a un hombre agotado, obligado por la Divina Providencia a presenciar la ruina que ha provocado. Jorge Mario Bergoglio, derrotado en el cónclave de 2005, venció en el de 2013, y Benedicto, vencedor del cónclave anterior, pasa a la historia como el gran derrotado.
Estimo a Antonio Socci por su sincera fe católica y su independencia de pensamiento. Comparto su severa evaluación del Papa Francisco. Pero la abdicación de Benedicto XVI, que para él significó optar por una misión, es para mí símbolo de una rendición de la Iglesia ante el mundo.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)
Roberto De Mattei

El colapso vergonzozo de Venezuela



Las noticias que llegan de Venezuela no podrían ser más espantosas. Esta rica nación latinoamericana se deshace ante los ojos impávidos del mundo, humillada y esclavizada por una pandilla asesina de marxistas que se apoderó de su gobierno hace dos décadas y que la conduce hacia los más escalofriantes extremos de miseria y de opresión.
En medio de su tragedia, los venezolanos acaban de recibir con perplejidad un mensaje del Papa Francisco, en el cual les pide“concordia y fraternidad”. «Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del País, ayudando a los sectores más débiles de la población», dijo el Papa en su Mensaje de Navidad, el pasado 25 de diciembre, desde el altar mayor de la Basílica de San Pedro, en Roma. (Cfr. ABC, Madrid, Enero 5 /2019).  
El caso de Venezuela es uno de los más dramáticos que haya conocido la historia de la humanidad, pues nunca antes una organización criminal había perpetrado un desfalco de las  dimensiones colosales que tiene el que se ha cometido contra esta nación. Dueña de las más grandes reservas de petróleo del mundo, cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999, Venezuela producía casi cuatro millones de barriles de petróleo por día, que en promedio se vendían a poco más de us $ 100 dólares el barril. Estos ingresos  suman la prodigiosa cantidad de us $150.000 millones de dólares por año, que alimentaron las arcas del Estado durante 20 años seguidos, generando al País una riqueza incalculable y unas posibilidades de bienestar imposibles de comparar con las de cualquier otra nación latinoamericana.
Cualquiera que sea el cálculo que se haga, la realidad es que esa suma fabulosa de dinero fue robada, despilfarrada y malgastada por la camarilla marxista corrupta que gobierna el País desde hace 20 años, transformando a esta riquísima nación en una de las más pobres del mundo en la actualidad. Tan descomunal cantidad de dinero hubiera hecho de Venezuela una nación más rica que Arabia Saudita, y sin embargo, gracias al latrocinio de sus gobernantes, hoy es más pobre que Haití.  
¿Cómo se pudo llegar a semejante catástrofe? Por la imposición del llamado socialismo del siglo XXI, que no es otra cosa que la implantación del marxismo, que extermina la propiedad privada, niega las libertades más elementales, y convierte a una nación entera en una cárcel opresora donde se mata, se tortura, se niegan todos los derechos humanos, y se conduce a la población hacia la miseria más abyecta. Pero, al mismo tiempo, sus gobernantes se han convertido en magnates millonarios, gracias al saqueo sistemático de los recursos del Estado.
Es necesario salvar a Venezuela
Mientras esto sucede, la mayor parte de los gobiernos del mundo han mirado hacia otro lado, con una complicidad inexplicable. Solo en estos primeros días del 2019, cuando el dictador Maduro se prepara para asumir un nuevo e ilegítimo mandato presidencial que debe comenzar el próximo 10 de enero, los presidentes de Colombia y de Brasil, Iván Duque y Javier Bolsonaro, y algunos cancilleres latinoamericanos reunidos en torno al llamado Grupo de Lima, han invocado la solidaridad mundial para impedir semejante despropósito.
A Venezuela hay que reconquistarla con la mayor urgencia, con la ayuda de todas las naciones del mundo libre. Desde hace mucho tiempo debió acabarse la actitud de tolerancia y complicidad con estos sátrapas modernos, que se han apoderado de una nación que no merece los abusos e injusticias que padece.
El mundo actual tiene múltiples sistemas de presión, de intimidación, e inclusive de fuerza, si es necesario, para derrocar a Maduro y a todos sus secuaces, y llevarlos ante un tribunal de justicia internacional para que sean juzgados por todos sus crímenes, sus robos, sus injusticias, y sus  escandalosas violaciones de los derechos humanos.  ¡Y esta respuesta de la comunidad internacional no permite ninguna espera! Debería ser aplicada en forma inmediata, sin dilaciones, para evitar en Venezuela una tragedia humanitaria aún más espantosa de la que ya existe.
Casi tres millones de personas han huido del opresor régimen chavista. Más de un millón de ellos  han sido acogidos en Colombia y el resto está disperso por las naciones vecinas. Si no se toman medidas inmediatas, esa diáspora se podrá duplicar o triplicar durante este año 2019, lo cual será de gran alivio para Maduro. Pues, en su absoluta incapacidad para resolver los problemas del País, los millones de venezolanos que emigran dejarán de ser una carga para el Estado socialista, que teóricamente les proporciona todo. Entonces, la obligación de atender a esta población enorme se traslada a las naciones vecinas, que han acogido a los migrantes con espíritu de caridad cristiana, al verlos llegar en condiciones de absoluta miseria.
En medio de esta inmensa tragedia, nos preguntamos si el Papa Francisco nos pide orar a la Providencia por la continuidad de Nicolás Maduro en el poder, o por el contrario, esas oraciones deben estar orientadas a la solución verdadera del problema, que consiste en sacarlo de allí a como dé lugar y cuanto antes.
Al conocer su saludo de Navidad, pareciera que el Papa prefiere ignorar la gigantesca miseria que generó el chavismo, con todos sus abusos de poder, y que ha llevado a Venezuela al abismo donde hoy se encuentra. Pues, solicitar “concordia y reconciliación” hacia Venezuela en estos momentos, parece más un gesto de amistad con los sátrapas, que un acto de caridad con los millones de víctimas de Maduro.
Los miles de millones de dólares saqueados por los ladrones chavistas, deberían ser recuperados en forma sumaria e implacable, y devueltos a su legítimo dueño que es el Estado venezolano. Y con ese dinero, que está depositado en las arcas de los más importantes bancos del mundo, perfectamente se puede comenzar la reconstrucción de esa nación, pues analistas serios consideran que su monto es mayor a us $400.000 millones de dólares. Son el fruto de la insaciable cleptomanía marxista, que no reconoce valor moral alguno, y para la cual las oraciones de la gente buena siempre serán inútiles. 

ACTUALIDAD GLORIA TV 12 al 15 de ENERO 2018

GLORIA TV

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13 de enero




14 de enero





15 de enero

Selección por José Martí

lunes, 14 de enero de 2019

Francisco y los abusos sexuales. El Papa que sabía demasiado



> Todos los artículos de Settimo Cielo en español

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Desde hace tiempo el Papa Francisco ha dado ya a entender claramente cómo juzga y pretende afrontar la cuestión de los abusos sexuales entre los ministros sagrados. Como un problema no primariamente de sexo sino de poder, no de individuos, sino de casta, la casta clerical.

Lo ha dado a entender en la carta que sobre esta cuestión ha dirigido al “pueblo de Dios” el 20 de agosto de 2018, en la que no habla nunca de “abusos sexuales” y basta, sino, al mismo tiempo, de “abusos sexuales, de poder y de conciencia”.

Lo ha ratificado en la carta del 1 de enero de este año a los obispos de los Estados Unidos, en la que vuelve a usar sistemáticamente la fórmula tripartita, pero cambiando el orden: “abusos de poder, de conciencia y sexuales”.

Lo ha vuelto a decir aún más explícitamente en el encuentro a puertas cerradas que tuvo en Dublín el 25 de agosto con los jesuitas irlandeses (ver foto), puntualmente transcrito y publicado por el padre Antonio Spadaro en “La Civiltà Cattolica” del 15 de septiembre. “El elitismo, el clericalismo favorecen toda forma de abuso. Y el abuso sexual no es el primero. El primero es el abuso de poder y de conciencia”.

También el documento final del sínodo del pasado mes de octubre, en los párrafos que se refieren a los abusos sexuales, ha hecho suyo este teorema de Francisco, atribuyendo la causa de todo al “clericalismo”, es decir, a “una visión elitista y excluyente de la vocación, que interpreta el ministerio recibido como un poder que hay que ejercer, más que como un servicio gratuito y generoso”.

En este cuadro de fondo, la convocación a Roma de los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, programado del 21 al 24 de febrero, debería ser, en las intenciones del Papa, la puesta en juicio de una representación orgánica de la casta clerical, frente a la cual él se presentaría como autoridad alternativa e inmaculada, sólo al servicio de los sin poder y de las víctimas del poder.

Debería ser así, en el propósito de Francisco. Pero entretanto, los hechos evolucionan en la dirección contraria.

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El último hecho, del que Settimo Cielo ha informado hace pocos, días es el caso del obispo argentino Gustavo Óscar Zanchetta y de su asombrosa carrera hasta un alto cargo en la curia vaticana, a pesar de sus manifiestas pruebas de incompetencia y de poco fiar, y las denuncias presentadas contra él de abusos sexuales de una docena de seminaristas.

> Francisco de inocente a culpable. Malas noticias desde su Argentina

El caso Zanchetta es un ejemplo patente de aquellos “abusos de poder, de conciencia y sexuales” que Francisco tanto estigmatiza. Una pena que toda la carrera de este personaje sea fruto de la amistad y de la protección del Papa.

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Un segundo caso es el del ex cardenal Theodore McCarrick. La congregación para la Doctrina de la Fe –como ha revelado la Catholic News Agency el 7 de enero– casi ha terminado un proceso penal “administrativo”, más rápido y esencial que el canónico regular, sobre sus inmoralidades, recogiendo los testimonios de otras dos víctimas de las que abusó, incluso durante el sacramento de la confesión, cuando tenían 11 y 13 años, y de otros doce seminaristas, a los que obligó a prácticas homosexuales cuando era obispo en Metuchen y en Newark.

Es probable, pues, que antes del encuentro del 21-24 de febrero el Papa Francisco adopte en relación a McCarrick una ulterior y extrema sanción: la reducción al estado laical.

Pero también aquí continúa pesando sobre Francisco la responsabilidad de haber dado durante años protección y honores a McCarrick, incluso conociendo –como otros altos exponentes de la jerarquía, en este y en los dos pontificados precedentes– su reprobable conducta homosexual, decidiéndose a sancionarle sólo después de que salieran a la luz, hace pocos meses, sus abusos a menores.

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Un tercer caso se refiere al cardenal Donald Wuerl, hasta octubre pasado arzobispo de Washington y todavía administrador apostólico de la diócesis en espera del nombramiento del sucesor, al que Francisco ha dado las graciascon palabras conmovedoras de orgullo y aprecio por la “nobleza” de ánimo que ha mostrado –según el Papa– al hacer frente a las acusaciones de haber encubierto los abusos sexuales de los que tenía noticia; entre otros, los cometidos por McCarrick.

Efectivamente, el pasado junio Wuerl declaró que nunca había tenido conocimiento de los abusos de los que McCarrick estaba acusado, antes de que uno de ellos, cometido contra un menor, saltara a las noticias en la primavera de 2018.

Pero el 10 de enero de 2019, tanto la diócesis de Pittsburgh como la archidiócesis de Washington confirmaron que ya en 2004 Wuerl, entonces obispo de Pittsburgh, sabía de la mala conducta de McCarrick a través de un ex sacerdote de la diócesis, también él víctima de actos homosexuales por parte del mismo McCarrick y que había presentado una denuncia ante el entonces nuncio apostólico en los Estados Unidos, Gabriel Montalvo.

En el verano de 2018, el informe del gran jurado de Pennsylvania sobre los abusos sexuales del clero acusaba a Wuerl de haber dejado sin castigo varios casos de abusos cuando era obispo de Pittsburgh.

Después intervino, también contra él, el prestigioso ex vaticanista de “Newsweek” Kenneth Woodward que, en un informe publicado en la revista católica progresista “Commonweal”, escribió que la diócesis de Pittsburgh era conocida desde hacía tiempo como una de las más invadidas por sacerdotes homosexuales, a partir del que fue su obispo entre 1959 y 1969, John J. Wright, después cardenal y prefecto de la Congregación vaticana para el clero, que tenía un gran número de amantes jóvenes y del que Wuerl fue su secretario personal y, después, su sucesor.

Y, sin embargo, increíblemente, la palabra “homosexualidad” no aparece nunca ni en la carta de Francisco al “pueblo de Dios” del 20 de agosto de 2018, ni en su carta a los obispos de los Estados Unidos del 1 de enero de 2019, ni en su conversación con los jesuitas irlandeses. Como si este problema no existiera.

Cuando, al contrario, es precisamente la práctica homosexual el factor estadísticamente dominante entre el clero que abusa, en las últimas décadas. Que es exactamente lo que caracteriza el comportamiento de McCarrick, su práctica homosexual con jóvenes y muy jóvenes; de él se conocen sólo pocos casos de abusos contra menores, en cualquier caso, también ellos varones.

Esta deliberada eliminación del factor homosexualidad es el talón de Aquiles de la estrategia anti abusos de Francisco, como dos cardenales han denunciado hace pocos días.

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Los dos cardenales son los alemanes Walter Brandmüller, de 90 años, historiador de la Iglesia, anteriormente presidente del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, y Gerhard L. Müller, de 71 años, teólogo, anterior prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Brandmüller, en una entrevista del 1 de enero a KathNet y en otra del 4 de enero a DPA, ha insistido en que el problema de los abusos entre el clero es preeminentemente un problema de práctica homosexual. Y que hay que afrontarlo empezando con excluir a jóvenes homosexuales de la admisión al sacerdocio. Sobre todo teniendo en cuenta que la erosión en curso de la doctrina católica facilita una creciente justificación moral de la homosexualidad.

Estas declaraciones –repetidas en una sucesiva entrevista del 9 de enero a la edición alemana de Catholic News Agency– le han valido a Brandmüller una tempestad de reacciones indignadas, desde fuera y, sobre todo, desde dentro de la Iglesia.

Y esto ha inducido al cardenal Müller a intervenir de manera incisiva a través del portal LifeSite News el 7 de enero, con una declaraciones que suenan como una crítica directa precisamente al teorema del Papa Francisco, según el cual los abusos sexuales entre el clero son primariamente un producto del clericalismo, es decir, del abuso de poder de la casta clerical.

Escribe Müller:

“Cuando un clérigo comete el crimen de abuso sexual de un adolescente, los ideólogos no dudan en acusar a los sacerdotes en general o a ‘la’ Iglesia –como ellos dicen– de una manera teológicamente inconsistente. Este es el único caso en el que todavía se permite generalizar sin correr peligro, e incluso de presentar alegremente las propias fantasías de una culpa colectiva. Porque cuando un islamista comete un acto de terror, son exactamente estas mismas personas –con sus obtusos prejuicios contra el celibato y contra la despreciada enseñanza moral de la Iglesia– la que absuelven al islam de cualquier complicidad y que –justamente– defienden a la mayoría de los musulmanes pacíficos”.

Y continúa, alzando el tiro:

“Cuando un adulto o un superior abusa sexualmente de quien ha sido confiado a sus cuidados, su ‘poder’ es sólo el medio y no la causa de su acto malvado. Se trata efectivamente de un doble abuso, pero no se debe confundir la causa del crimen con los medios y las ocasiones para llevarlo a cabo, con la finalidad de descargar la culpa absolutamente personal de quien abusa, sobre las circunstancias o sobre ‘la’ sociedad o sobre ‘la’ Iglesia… La causa de la violación de la intimidad física y espiritual de la persona que le ha sido confiada es la voluntad de quien abusa para la propia satisfacción sexual. Hablar sin ton ni son del clericalismo o de las estructuras de la Iglesia como causa del abuso sexual es también un insulto a las muchas víctimas de abuso sexual fuera de la Iglesia católica, por parte de personas que no tienen nada que ver con la Iglesia y los clérigos”.

Sandro Magister

Cardenal Raymond Burke: Francisco está convirtiendo a la lglesia en una denominación protestante



El papa Francisco está dando autoridad a obispos individuales y a las Conferencias Episcopales, advirtió el cardenal Burke: “pero ésta no es la Iglesia Católica”.

Al hablar el 10 de enero en la página web TheWandererPress.com, Burke señala que el concepto fluido de sinodalidad está relativizando el oficio papal y, en consecuencia, constituye “un principio de ruptura, más que un desarrollo de la doctrina”.

Según el cardenal, Francisco utiliza la sinodalidad para promover una “revolución”, al convertir a la Iglesia en una denominación con múltiples divisiones y principios parecidos a los puestos en vigor por los reformadores protestantes que entran en juego.

Como ejemplo de ello, Burke señala que la Iglesia no puede tener las mismas enseñanzas y disciplinas con respecto a la Eucaristía o el matrimonio, de una nación a otra.

Al acuerdo de Francisco con el régimen chino Burke lo llama “un repudio de generaciones de mártires y confesores de la fe”.

Además, él llamó “desordenada” a la fornicación homosexual, declarando que una parte de los obispos de Estados Unidos está presionando para que se acepte la homosexualidad, lo cual “no es coherente con la Iglesia sobre estas cuestiones” [y, en consecuencia, es hereje]

Carta del arzobispo Carlo Maria Viganò al cardinal Theodore McCarrick




Publicamos hoy un cuarto documento de S.E. Mons. Carlo Maria Viganò con fecha de Domingo 13 de Enero, fiesta del Bautismo del Señor y de san Hilario de Poitiers, intrépido obispo francés que, junto con san Atanasio, mantuvo viva la fe durante la herejía ariana del IV siglo. El documento es una carta abierta al card. McCarrick para instarlo al arrepentimiento.
***
Estimado Arzobispo McCarrick,
Como fue informado por las noticias de la Congregación para la Doctrina de la Fe, las acusaciones contra usted por delitos contra menores y por abusos contra seminaristas serán examinados y juzgados en breve mediante procedimiento administrativo. 
Sea cual fuere la decisión adoptada por la suprema autoridad de la Iglesia,  aquello que realmente importa, y que ha dolido a aquellos que lo estiman y rezan por usted, es el hecho de que durante estos meses usted no haya dado ninguna señal de arrepentimiento. Yo me encuentro entre aquellos que rezan por su conversión, para que usted se arrepienta y pida perdón a las víctimas y a la Iglesia. 
El tiempo se acaba, pero usted puede aún confesarse y arrepentirse de sus pecados, crímenes y sacrilegios, y hacerlo públicamente, dado que los mismos se han hecho públicos. Su salvación eterna está en riesgo. 
Pero otra cosa de extrema importancia está también en juego. Paradójicamente, usted tiene a su disposición un inmenso don de gran esperanza por parte de Nuestro Señor Jesucristo; se encuentra en una condición en la cual puede hacer un gran bien a la Iglesia. De hecho, usted está en una condición en la cual puede hacer por la Iglesia algo más importante que todas las buenas obras que usted  haya hecho a lo largo de toda su vida. Un arrepentimiento público de su parte obtendría una medida extraordinaria de curación a una Iglesia gravemente herida y sufriente. ¿Está dispuesto a ofrecerle a la Iglesia este don? Jesucristo murió por todos nosotros cuando todavía éramos pecadores (Rom. 5,8). Él solamente nos pide responder con el arrepentimiento y haciendo el bien que nos es dado hacer. El bien que usted es capaz de hacer ahora es el de ofrecer a la Iglesia su sincero y público arrepentimiento. ¿Hará este obsequio a la Iglesia?
Le imploro se arrepienta públicamente de sus pecados, para que así la Iglesia se regocije y usted pueda comparecer ante el tribunal de Nuestro Señor purificado por Su sangre. Le ruego, no haga que sea en vano para usted Su sacrificio en la Cruz. Cristo, Nuestro Buen Señor, continúa amándolo. Ponga toda su confianza en su Sagrado Corazón. Y ruegue a María, como yo y muchos otros lo estamos haciendo, pidiéndole que interceda por la salvación de su alma. 
“Maria Mater Gratiae, Mater Misericordiae, Tu nos ab hoste protege et mortis hora suscipeʺ 
María Madre de la Gracia, Madre de Misericordia, protégenos de los enemigos y acógenos en la hora de la muerte.
Su hermano en Cristo, 
+ Carlo Maria Viganò
Domingo, 13 de Enero de 2019Fiesta del Bautismo del SeñorSan Hilario de Poitiers

domingo, 13 de enero de 2019

Venezuela, otra vez (Padre SANTIAGO MARTIN FM)


Duración 4:49 minutos

Discurso del Papa Francisco a la Curia romana en las Navidades de 2018 (10) [LA IGLESIA Y EL AMOR A LA VERDAD ] (José Martí)



FRANCISCO - Las alegrías han sido numerosas este año, por ejemplo la feliz culminación del Sínodo dedicado a los jóvenes.  

¿A qué jóvenes se refiere aquí Francisco? Más que nada, porque brillaban por su ausencia. Y de los pocos que fueron, una gran mayoría habían habían sido previamente seleccionados, no permitiendo que asistieran jóvenes con pensamiento "pre-conciliar". 

Por otra parte, en este sínodo se trató, sobre todo, del tema de la colegialidad, sin haberlo comunicarlo previamente a la mayoría de los que iban a intervenir en él, que se enteraron muy poco antes de que saliera a relucir este asunto, no teniendo tiempo, por lo tanto, de reflexionar.  Para una información mayor sobre dicho Sínodo pueden leerse:
FRANCISCO - Los pasos que se han dado hasta ahora en la reforma de la Curia, ¿cuándo terminará? No terminará nunca, pero los pasos son buenos. 

No quiero pecar de falta de respeto, pero, la verdad ... ¡no sé si romper en carcajadas o bien, echarme a llorar! ... Es cierto que la Curia se está reformando ... pero en un sentido equivocado: cada vez es mayor el número de cardenales "progresistas" nombrados por el Papa. No sé quien decía aquello de "corren ... y corren bien ... pero fuera del camino". Sea quien fuese el que lo dijese, queda suficientemente claro que tal dicho se puede aplicar perfectamente a lo que está ocurriendo en la renovación de la Curia que Francisco está llevando a cabo ... Claro que la Curia debe de ser reformada, pero en el sentido de un acercamiento mayor a Jesucristo y a la Tradición Perenne de la Iglesia, lo cual no se consigue nombrando como cardenales a personas que son claramente pro-homosexuales, pro-divorcio ... y todo lo que suponga un "acercamiento" al pensamiento mundano. 

FRANCISCO - Los ejemplos son: los trabajos de clarificación y transparencia en la economía; 
los encomiables esfuerzos realizados por la Oficina del Auditor General y del AIF;  los buenos resultados logrados por el IORla nueva Ley del Estado de la Ciudad del Vaticano; el Decreto sobre el trabajo en el Vaticano, y tantos otros logros menos visibles. 

Habría que estudiar bien cada uno de esos "logros" y analizarlos con detalle para comprobar hasta qué punto han sido "buenos" y en qué sentido. Yo no soy la persona adecuada para ello. Pero, por lo poco que he leído de gente experta y sabia, me permito ponerlo en duda. De hecho, cuando el Cardenal Pell y su secretario Bertone, estaban investigando con relación al IOR, y parecía que la verdad ignominiosa iba a salir a relucir, fueron ambos "misericordiados" rápidamente. Podemos recordar algo en estos links:






FRANCISCO - Un gran motivo de alegría es también el gran número de personas consagradas, de obispos y sacerdotes, que viven diariamente su vocación en fidelidad, silencio, santidad y abnegación (...) Pienso especialmente en los numerosos párrocos que diariamente ofrecen un buen ejemplo al pueblo de Dios, sacerdotes cercanos a las familias, que conocen los nombres de todos y viven su vida con sencillez, fe, celo, santidad y caridad. Personas olvidadas por los medios de comunicación pero sin las cuales reinaría la oscuridad.

Gracias a Dios esas personas existen. Y esa es una de las razones más importantes por las que la Iglesia se mantiene todavía en pie. Sería bueno (o mejor dicho, sería necesario) no relegar al olvido a aquellas personas, consagradas a Dios, que se dedican -en cuerpo y alma- a la oración, p.e. en los monasterios de clausura: ellos son el alma de la Iglesia. En teoría, Francisco defiende este estilo de vida: sus palabras son impecables. Verdaderamente es motivo de inmensa alegría que existan esas personas que lo han dejado todo para servir sólo a Dios, bien sea en el mundo (sacerdotes) o bien alejados del mundo (monjes y monjas). Por el misterio del Cuerpo Místico de Cristo conocemos lo importante que es para la vida de la Iglesia que haya fieles cristianos que, con total generosidad, le hayan ofrendado su vida a Dios, por completo. No están aislados, sino intercediendo ante Dios por todos aquellos que lo necesitan y que sufren, bien en su cuerpo, bien en su alma, o bien en ambos. El poder de la oración es el poder mismo de Dios, que actúa -porque así lo ha dispuesto- a través de nosotros para extender su Reino por el mundo entero. No es preciso "hacer lío" ni "ser revolucionario" para agradar a Dios. De hecho, Santa Teresa del Niño Jesús es, junto a San Francisco Javier, patrona de las misiones ... y todo ello sin salir del convento, en clausura completa y absoluta.

Y por eso digo que, "en teoría", está muy bien todo cuanto dice el papa Francisco, pero a la hora de la verdad, a la hora de poner por obra lo que ha dicho, hay un cambio radical, porque ocurre justamente lo contrario de lo que ha proclamado. Conocemos muy bien el caso de los Franciscanos y Franciscanas de la Inmaculada, que fueron a pique ... ¡por rezar demasiado! (es un modo de hablar pero sí hay bastante de verdad en ello). Pero es que, por si quedara todavía alguna duda, ahí tenemos la famosa constitución apostólica Vultus Dei quaerere así como su aplicación a la vida contemplativa Cor OransSobre este tema pueden leerse también algunos posts:


El papa Francisco se entromete en la vida de las monjas de clausura 28-05-2018


Vírgenes y mártires en modo #Francisco (The Wanderer) 24-06-2018


El papa Francisco acaba su discurso con frases completamente ortodoxas y en total conformidad con la Iglesia de siempre. Aunque luego esto no se refleje siempre en los hechos, da gusto oírlas porque reflejan bastante bien el devenir de la Iglesia, que es santa y pecadora a un tiempo: santa en su Cabeza, que es Cristo; pecadora en muchos de sus miembros ... pero eso no quita nada a su santidad esencial. Y si no comprendemos esto, tengamos presente que tal falta de comprensión es normal. ¿Por qué? Porque la Iglesia es un misterio. El misterio de la Iglesia es una verdad de fe. Y así lo proclamamos cuando rezamos el Credo y decimos: "Creo en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica". 

FRANCISCO - La Navidad nos da cada año la certeza de que la luz de Dios seguirá brillando a pesar de nuestra miseria humana; la certeza de que la Iglesia saldrá de estas tribulaciones aún más bella, purificada y espléndida. Porque todos los pecados, las caídas y el mal cometidos por algunos hijos de la Iglesia nunca pueden oscurecer la belleza de su rostro; es más, nos ofrecen la prueba cierta de que su fuerza no está en nosotros, sino que está sobre todo en Cristo Jesús, Salvador del mundo y Luz del universo, que la ama y dio su vida por ella. 
La Navidad es una manifestación de que los graves males cometidos por algunos nunca ocultarán todo el bien que la Iglesia realiza gratuitamente en el mundo. La Navidad nos da la certeza de que la verdadera fuerza de la Iglesia y de nuestro trabajo diario, a menudo oculto, reside en el Espíritu Santo, que la guía y protege a través de los siglos, transformando incluso los pecados en ocasiones de perdón, las caídas en ocasiones de renovación, el mal en ocasión de purificación y victoria.
Muchas gracias y Feliz Navidad a todos.

Gracias, Santidad. Y amén a todo lo bueno que ha dicho, en particular los últimos párrafos. Ojalá que, con la ayuda de Dios, supiéramos ponerlo en práctica.

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Y dicho esto, insisto en este post, en aquello a lo que el papa Francisco se suele referir con mucha frecuencia: el discernimiento ... teniendo muy presente que dicho concepto de discernir está intrínsecamente relacionado con la verdad. No discierne bien aquel que al hacerlo actúa en contra de la voluntad de Dios; una voluntad que podemos conocer si tenemos en nuestra mente y en nuestro corazón las palabras de Jesús, nuestro Maestro y Señor, Aquel que nos ama y que dio su vida por nosotros, por todos y por cada uno. Y éstas fueron las palabras de Jesús: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 16; 20). Ésta es la clave para diferenciar el error de la verdad cuando escuchemos a alguien. Y  vale para todos. Aplicable también, por lo tanto, al papa Francisco quien, por otra parte, nos lo ha dicho  muy claro, y es de agradecer: No es pecado criticarle. Evidentemente, estamos hablando de una crítica constructiva y bien entendida ... aquella que todos los católicos tenemos la obligación de ejercer si está en juego el bien de la Iglesia, que es lo que está ocurriendo en la actualidad.

Duración: 37 segundos

Por eso no debemos desconcertarnos. Con relación a Francisco, más que en lo que dice (aunque también en ello, cuando yerra), debemos fijarnos en sus hechos, en aquello que hace u omite porque ahí es donde se refleja su verdadero "pensamiento" sobre la Iglesia, su "idea" de Iglesia.

Y así, podemos constatar (pues lo estamos padeciendo en nuestra propia carne, a lo largo de casi seis años, desde el 13 de marzo de 2013)  que el "paradigma" de Francisco sobre la Iglesia se aleja, con bastante frecuencia, de la realidad de la única y auténtica Iglesia, aquella que es conforme al pensamiento de Nuestro Señor Jesucristo. 

De manera, pues, que cuando eso ocurra, por nuestro propio bien y, aún más, por el bien de la Iglesia (¡de la verdadera!) es necesario que no nos dejemos engañar por sus palabras ( a veces bellas y hermosas, otras no tanto) o por sus silencios [¡no hablo, en ningún momento de intenciones! ... eso sólo le corresponde a Dios] cuando lo que diga, haga u omita esté en disconformidad con aquello que viene diciendo y haciendo la Iglesia durante dos mil años. Necesitamos de una catequesis urgente, que nos libre de toda la cantidad de disparates y herejías, más o menos encubiertas, con las que nos encontramos cuando hablamos con quienes son, "supuestamente", católicos. Hay una gran ignorancia y desconocimiento, entre los católicos, de su propia religión. Por eso tenemos que pedir al Señor "que envíe obreros a su mies" (Mt 9,38)

Es el amor a la verdad lo único que nos puede salvar: "Todo el que ama la verdad viene a la Luz", que es Jesucristo. Y sólo en Él está la salvación.  Cada uno tendrá que dar cuenta a Dios de sus acciones u omisiones ...  sólo a Él y a ningún otro. Tenemos necesidad de fortaleza y eso le pedimos al Señor: que nos conceda valentía para serle fiel en todo momento, sean cuales fueren las dificultades con las que nos encontremos y que no nos avergoncemos nunca de Él. Así lo entendieron los Apóstoles: "Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29) y así debemos de entenderlo igual nosotros. 

Acabo esta última entrada, referente al discurso del Papa a la Curia en las Navidades de 2018,  con una cita de la segunda carta del apóstol San Pablo a los tesalonicenses: "La venida del impío, por la acción de Satanás, vendrá con toda clase de poderes, señales y prodigios falsos, y con todo género de seducciones propias de la maldad para aquellos que se pierden por no haberse abierto al amor de la verdad, que los salvaría" (2 Tes 2, 9-10) ... "de modo que sean condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que pusieron su complacencia en la injusticia" (2 Tes 2, 12)

José Martí