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domingo, 5 de agosto de 2018

Los delirios de López Vidal (Carlos Esteban)




Exulta José Manuel Vidal, de Religión Digital, en un artículo en el que celebra jubiloso la decisión de Su Santidad de cambiar de un plumazo dos mil años de doctrina católica sobre la pena de muerte (‘Francisco, el Papa abolicionista’), y aprovechando que hace referencia a esta publicación con el cariñoso apelativo de ‘infovaticarcas’, nos ha parecido oportuno dedicar algún comentario a su confuso escrito. Por alusiones.

Empezaré por lo menor, para que no distraiga de lo importante; me refiero a esa lectura de las mentes y las intenciones en que con inefable candor suelen caer quienes siempre nos amonestan con la prohibición evangélica de juzgar. Así, Vidal SABE por qué nos preocupa la súbita iniciativa papal cuando escribe: “Les duele la decisión del Papa sobre la abolición de la pena de muerte, porque tantos ello como los políticos de su cuerda se quedan sin coartada eclesial. A partir de ahora, quien esté a favor de la pena de muerte está en contra de la doctrina oficial de la Iglesia”.

Personalmente, no he dedicado mucho tiempo de mi vida a pensar en la pena de muerte. Vivo en un país que la ha abolido hace décadas, no es exactamente un debate abierto y, lo que es especialmente importante, su licitud o ilicitud tiene una nula influencia en mi quehacer diario. No recuerdo ya cuándo fue la última vez que tuve que confesarme de ejecutar a un criminal.

No, el quid de todo el asunto está en ese párrafo, pero no en su lectura de nuestros negros corazones, sino en la expresión con que abre su última frase: “A partir de ahora”.

Uno es católico no porque crea que la Iglesia ha acertado con la verdad, a modo de una escuela filosófica especialmente clarividente y afortunada en sus argumentos, sino porque cree que está animada por Cristo, cuyas palabras “no pasarán” cuando hayan pasado tierra y cielo (probablemente, por culpa del cambio climático), porque sólo Él tiene “palabras de vida eterna”, es decir, que su mensaje es el mismo ayer, hoy y mañana, atemporal.

El texto de Vidal, en cambio, está cuajado de referencias temporales como la señalada, y ni siquiera de una forma coherente, sino que lo que es argumento a favor de algo se convierte milagrosamente en argumento en contra en el siguiente párrafo.
Imagino que no advierte, por ejemplo, la enorme ironía de su segunda frase, cuando dice: Durante siglos, la Iglesia contemporizó con la mentalidad del mundo y no sólo bendijo sino que aplicó la pena de muerte en los propios Estados Pontificios”. Es decir, la Iglesia se hizo culpable de defender una doctrina errónea porque “contemporizó con la mentalidad del mundo”, pero ahora hay que alegrarse del cambio francisquista porque “en una Iglesia ‘semper reformanda’, la doctrina no es sólo un museo para visitar, admirar e imponer, como creen ellos, sino una realidad viva, que se transforma y se regenera en consonancia con los signos de los tiempos, como ya dijera el Vaticano II”.
No hay que apurarse: Vidal sabe cuándo seguir al mundo está bien y cuándo está mal. Porque, naturalmente, si la Iglesia contemporizó con la mentalidad del mundo declarando lícita la pena de muerte, parece bastante obvio que prohibirla ahora vuelve a caer en el mismo ‘defecto’, que es virtud cuando la época de que se trata es la que, felizmente, le ha tocado en suerte al comentarista, más cuando este conoce bien ‘la dirección correcta de la historia’.

Es una paradoja que siempre me ha llamado poderosamente la atención, que quienes más acerbamente critican episodios como el juicio a Galileo o las Cruzadas sean siempre los mismos que nos urgen a adaptar la doctrina de la Iglesia a los tiempos que corren. Porque si la jerarquía eclesiástica pecó al condenar al físico italiano fue, precisamente, por imitar lo que entonces se hacía y por defender el ‘consenso científico’ de la época, y otro tanto puede decirse de el intento de recuperación por las armas de Tierra Santa.

Vidal parece creer, como el más burdo profeta apocalíptico, que viven en el Final de los Tiempos, al menos en el sentido de que las ideas hoy de moda son definitivas y que no habrá en cien, mil o diez mil años una generación que se sorprenda de que pudiéramos creer semejantes estupideces, como ha pasado siempre.

Decía Chesterton que solo la Iglesia Católica nos libera de la humillante esclavitud de ser hijos de nuestro tiempo, pero Vidal prefiere apuntarse a la tesis del finado Cardenal Carlo María Martini, inspirador del ‘grupo de San Galo’, que cita en este artículo, según la cual la Iglesia lleva “doscientos años de retraso”. ¿Respecto a qué? Al mundo, a la ‘intelligentsia’ de izquierda que conoce infalible el sentido de la historia.

De ahí que en seguida aproveche la ocasión para expresar la esperanza que es nuestro temor (por si le interesa, don José Manuel): 
“Francisco ha abierto una grieta en el bloque doctrinal que los infovaticarcas creen monolítico, eterno e inalterable. Y una vez abierta la rendija… ¿Por qué no se podría aplicar esta misma dinámica evolutiva doctrinal a otros temas como la moral sexual (léase anticonceptivos) o el acceso de la mujer al altar?”
Vidal parece no conocerse a sí mismo, al menos por lo que expresa en este artículo. Vidal cree en un “bloque doctrinal” tan “monolítico, eterno e inalterable” como nosotros, y por eso sabe que la Iglesia se equivocaba antes y acierta ahora. ¿Cómo saber si se avanza o se retrocede si no se tiene una idea de la ‘inalterable’ meta? Es, simplemente, que cree que todavía no hemos llegado allí, y que el Mundo -la opinión publicada dominante en Occidente, la progresista- nos lleva a los fieles “doscientos años” de adelanto.

Y esa es mi gran duda en todo esto. Si es siempre el mundo el que acierta -¡y con tantos años de diferencia!- y la Iglesia la que renquea detrás, desesperantemente lenta, ¿por qué no prescindir de la rémora? ¿Qué más claro ‘signo de los tiempos’ puede marcar como falsa a una institución que acertar solo con un retraso tan desesperante?

Si lo que quiere Vidal es retener el nombre de Cristo y esa vaga espiritualización comunal del ideario progresista ahí tiene a la Iglesia Anglicana, que consagra todas las ilusiones del periodista, desde obispas hasta sacerdotes casados y la mayor relajación de la moral sexual que pueda desear.

Carlos Esteban

El tsunami del modernismo ha entrado de lleno en la Iglesia, ¿quién protegerá la buena doctrina?



Debo decir que cuando hace un par de días leí el cambio del punto del catecismo sobre la pena de muerte, tuve la misma sensación de impotencia ante los acontecimientos, que cuando leí hace un par de años el capítulo VIII de AL, que dicho sea de paso supuso para mí el despertar a otra realidad.

Lees que el papa va a cambiar un punto del catecismo, en el momento que más escándalos sexuales entre sacerdotes y seminaristas han salido a la luz y no deja de producirte cierta sensación de tristeza ante el panorama desolador.

Lo primero que pensé fue; debo proteger a mis hijos del papa Francisco. Pero luego ves que el problema no es solo el papa, sino todos sus súbditos que aplauden sus fechorías y los otros súbditos que intentan justificar de la forma más abyecta cualquier dicho y hecho perpetrado por su persona, hasta el cambio de la doctrina de siempre, apoyada en la tradición y en las escrituras.

Como muy bien explica el Padre Aberasturi en su última entrada:
“Bueno: pues ya se ha abierto el melón; y se ha tocado la Doctrina de siempre: de hecho, se ha cambiado algún punto del Catecismo de la Iglesia Católica. El primero. Claro que siempre se empieza por uno: se quita el “tapón” y ya se puede beber y/o verter su contenido. Podrá argumentarse que es un punto de segundo orden, y que además “la sensibilidad” de la cultura actual “lo exigía”, etc., etc. Ya…
Pero esto es como el rascar, que “todo es empezar”. Y ya se ha empezado. Por cierto: a esto se le coge gusto enseguidita; especialmente desde el poder, o desde los contubernios.
Como en las series que están tan de moda hoy, estamos en el cap. 1, de la T1. Habrá más capítulos y más temporadas. Necesariamente. Porque la “pastoral”, especialmente la desnortada, “necesita” credibilidad y honorabilidad para salvar la cara. ¡Por eso precisamente necesita cambiar muchas cosas de la Doctrina y de la Teología! ¡Y las va a cambiar para poder seguir llamando “pastoral” a lo que ya no lo es! Lo otro, cambiar la pastoral sin cambiar la Doctrina ha sido, y es, un tranpantojo y un engañabobos: la gran mentira.”
Nota 1:

Uno de los temas que más escalofríos me produce y en el que prefiero no pensar demasiado es que si la Iglesia ha considerado durante dos mil años que, en ciertos casos, es lícita la pena de muerte y para apoyarlo se ha basado en las Escrituras inspiradas por el mismo Dios,  una de dos: o Dios estaba equivocado o la Iglesia lleva dos mil años equivocada,  interpretando las Escrituras.Y esto nos lleva a la siguiente reflexión:  si ha errado en un punto,¿quién nos dice que no ha podido errar en más puntos?

Claramente se ha cometido una tropelía. Como en tiempos del arrianismo surgirán los arrianos y los semiarrianos y quedarán unos pocos fieles que seguirán defendiendo la auténtica doctrina, aun a costa de su vida y de su honra.

Nota 2:

Hoy, en una entrada de blog en el Ministerio New Ways – un grupo de defensa de la “justicia e igualdad para católicos lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT)” – vemos claramente que la compuerta se ha abierto:
Es importante que los defensores católicos de la igualdad LGBT tomen nota de este cambio, porque durante décadas los opositores católicos a la igualdad LGBT argumentaron que es imposible cambiar la enseñanza de la iglesia. A menudo señalaban el hecho de que las condenas de las relaciones entre personas del mismo sexo estaban inscritas en el Catecismo y, por lo tanto, no estaban abiertas a discusión o cambio. Sin embargo, la enseñanza sobre la pena de muerte también está en el Catecismo, y, de hecho, para hacer este cambio en la enseñanza, fue el texto del Catecismo el que Francisco cambió.(https://translate.google.es/translate?hl=es&sl=en&u=https://onepeterfive.com/&prev=search)
El tsunami del modernismo ha entrado de lleno en la Iglesia, ¿quien protegerá la buena doctrina?

El Oriente en llamas

Francisco se equivoca de nuevo: la Iglesia enseña que la pena de muerte es lícita



El padre Raymond Blake critica el 3 de agosto en Twitter el nuevo parágrafo del papa Francisco, insertado en el Catecismo de la Iglesia Católica que declara erróneamente que “la Iglesia enseña” que la pena de muerte es inadmisible.

Blake señala que esto “no es cierto, ni histórica ni fácticamente”.

El sentido común, la Biblia, toda la teología católica – incluyendo a Santo Tomás [de Aquino] – enseñan que la pena de muerte es justa y lícita como tal.

El padre Blake no propone una legislación que incluya la pena de muerte.


sábado, 4 de agosto de 2018

A propósito de la abolición de la pena de muerte, según Francisco (José Martí)



Esta noticia sobre la abolición de la pena de muerte en todos los casos, habidos y por haber, que niega una verdad definida dogmáticamente, es una herejía explícita. Además, en caso de aceptarla, se da pie a aceptar cualquier otra idea peregrina que se le ocurra al Papa de turno, en este caso Francisco, quien se arroga a sí mismo una autoridad que no tiene. No es su misión la de cambiar la Doctrina Católica, traicionando así el Mensaje que le ha sido confiado. 


Duración 1:47 minutos


- Con esta decisión unilateral, abroga nada menos que la prerrogativa de la infalibilidad papal,  la cual es un dogma de fe, según mis cortos conocimientos y si he entendido bien lo que se dice en un artículo de Adelante la Fe:
Una doctrina tan cierta de la Iglesia (la posibilidad de la pena de muerte, al menos en algunos casos), declarada por el propio Cristo en las Escrituras cuando al responder a la interpelación de Pilatos, el cual afirmaba tener derecho a aplicar la pena capitalJesús le dijo: «No tendrías ninguna autoridad sobre Mí si no se te hubiera dado desde lo Alto». Con ello afirmó que es una autoridad concedida al Estado aunque, como toda autoridad gubernamental, pueda ser ejercida de forma ilegítima e injusta. Si tal doctrina puede cambiar, cualquier cosa puede cambiar entonces
Un "desarrollo" [inversión] de la doctrina (...) puede tener consecuencias inesperadas: desde que la homosexualidad ya no sea intrínseca desordenada por naturaleza, según está definido, hasta la ordenación sacerdotal de mujeres, pasando por que en algunos casos se acepte el concepto luterano de la Presencia Real en la Eucaristía como una posible interpretación de lo que siempre ha creído la Iglesia, y así sucesivamente [p.e. sacerdotes casados]
El pontífice actual se ha excedido hasta lo indecible en su autoridad: su autoridad tiene por objeto salvaguardar la doctrina recibida de Cristo y de los Apóstoles, no alterarla con arreglo a sus ideas personales (...) Francisco ha vulnerado radicalmente las condiciones para que se cumpla el dogma de la infalibilidad pontificia definida por el Concilio Vaticano I. Ha cometido un abuso de autoridad haciendo como si tuviera unos poderes de los que carece.
- El catecismo Mayor de san Pío X es muy claro a este respecto, en el punto 415:
- ¿Hay casos en que es lícito quitar la vida al prójimo?  
-  Es lícito quitar la vida al prójimo cuando se combate en guerra justa, cuando se ejecuta por orden de la autoridad suprema la condenación a muerte, en pena de un delito y, finamente, en caso de necesaria y legítima defensa de la vida contra un injusto agresor.
- Y ya, puestos a ser lógicos, dado que Francisco habla de que la dignidad humana exige esta abolición universal de la pena de muerte, yo me pregunto: ¿Acaso no es el embrión una criatura humana con esa dignidad que le proviene, por cierto, de ser imagen de Dios? ¿Por qué, cuando se refiere al aborto, se limita a decir que eso es algo que todo el mundo sabe. Y que se encuentra en el catecismo. Sin embargo, en este caso, no es tan tajante, como  debería ser y como sabe ser, cuando le interesa "por las razones que sean", que sólo Dios conoce (aunque se están vislumbrando a todos, cada vez más, cada día que pasa). 

- La condena del asesinato a los niños que están en el seno de su madre, que son personas como nosotros, con su ADN bien definido y distintas a la persona de su madre, en eso sí que debería ser contundente: NO MATARÁS ... máxime cuando no se trata ahora de matar a asesinos, violadores, etc... sino de un crimen, consentido "legalmente" en muchos países, a personas inocentes que no pueden pueden defenderse y que no han hecho daño a nadie ... En cambio, calla ... o bien, cuando habla condenándolo, lo hace tarde (cuando ya se ha votado a favor del aborto, como en Irlanda) y lo hace tímidamente, lo cual no es propio en él, conociendo, como conocemos, su temperamento. Y el tema del aborto no es, precisamente, banal.

- En una próxima entrada me gustaría ahondar un poco más sobre la persona de Francisco.
José Martí

NOTA

Relación de algunos artículos relacionados con el cambio del punto 2267 en el Catecismo


INFOCATÓLICA

LIFE SITE NEWS



CNN

La Iglesia católica cambia sus enseñanzas: el papa declara la pena de muerte inadmisible

CRUX

Francisco cambia la enseñanza de la pena de muerte, diciendo que es 'inadmisible'


SECRETUM MEUM MIHI


ADELANTE LA FE

Lo que era negro ahora es blanco: el Papa altera el Catecismo para declarar que la pena de muerte es «inadmisible»


Por qué se equivoca el Papa con lo de la pena de muerte (Steve Skojec)

La pena de muerte. El anunciado fariseísmo de Bergoglio (Antonio Caponnetto)


ONE PETER FIVE
CATHOLIC FAMILY NEWS
Cambio del Papa a Catecismo no es sólo un juicio prudente, pero un rechazo del dog

El cambio del catecismo por el papa Francisco no es sólo un juicio imprudente sino un rechazo del dogma.

Selección por José Martí

viernes, 3 de agosto de 2018

LOS SANTOS QUE VIENEN (I) (Capitán Ryder)


A cuenta del caso Angelelli es preciso realizar algunos apuntes más sobre el tema de las beatificaciones-canonizaciones, especialmente las que veremos a partir de ahora.
Todas las organizaciones formada por hombres (la Iglesia lo es, aunque haya sido fundada por Cristo y esté asistida por el Espíritu Santo) están sometidas a la posibilidad de sufrir crisis de distintos tipos. Es suficiente con echar un vistazo a la historia de la Iglesia.
Las crisis se manifiestan de diversas maneras y tienen alcances distintos. No es atrevido afirmar que la crisis en la Iglesia es una auténtica metástasis y que viene de lejos. No se desaparece del mapa en dos generaciones si la crisis no es muy profunda.
Este hecho también se manifiesta, y se manifestará aún más, en los modelos que la Iglesia propone.
Hasta ahora, y por algunas de las personas propuestas, el tema no era tan evidente, pero también aquí Francisco ha tenido a bien dinamitar los diques.
¿Por qué no era tan evidente? Porque algunos de los modelos propuestos no “cantaban”. Me refiero, por supuesto, a Juan XXIII y Pablo VI, por ejemplo. También incluiría, por ejemplo, a Monseñor Romero.
Afirma el Padre Iraburu en uno de sus artículos:
Cuando la Iglesia canoniza un Papa, canoniza su personano canoniza su Pontificado, es decir, todos y cada uno de los actos de su ministerio en la Sede de Pedro. Sin embargo, la fe nos asegura que Cristo conforta muy especialmente al Obispo de Roma, personalmente y en cuanto Pastor de toda la Iglesia; y que esta asistencia es muy eficaz cuando, como en el caso de Juan XXIII y de Juan Pablo II, las personas son santas, es decir, plenamente dóciles al Espíritu Santo.
Algunos afirman hoy públicamente que las canonizaciones de Juan XXIII y de Juan Pablo II son falsas, alegando que la infalibilidad pontificia no asiste necesariamente a los Papas cuando declaran ante la Iglesia universal la santidad de un cristiano. Entre los que así piensan podemos citar a Mons. Fellay y a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X que él preside. Y a esta posición de lefebvrianos y filolefebvrianos se añade, entre otros, el señor Roberto de Mattei. 
En todo caso, y volviendo a los primero citados, no deja de ser curioso que los tradicionalistas extremos impugnen una doctrina que, aunque no haya sido objeto de una declaración pontificia «ex cathedra», es tan predominante en la tradición de la Iglesia. En efecto, el pueblo cristiano y fiel (sensus fidelium) cree con fe firme en la santidad de los santos declarados y definidos como tales por la máxima Autoridad apostólica de la Iglesia. Ella los eleva a los altares para que les demos culto litúrgico, solicitemos su intercesión y los tomemos como modelos perfectos y seguros de la santidad cristiana.
En este tema, como en tantos otros, algunos católicos simplemente manifestamos nuestra perplejidad y expresamos en voz alta nuestras dudas. Dudas nunca respondidas
Es otra de las manifestaciones de la crisis: abrazos, guiños, arrumacos con cualquier perseguidor de la Iglesia, desprecios para quien, amando a la Iglesia, simplemente plantea preguntas legítimas que afectan a la Fe.
Vienen bien los muñecos de paja, lefebvrianos y filolefebvrianos, para arrinconar ciertos debates, pero eso no hará desaparecer las dudas. 
Entre otras muchas, podríamos plantear las siguientes:
  • Entre el Beato Urbano V (1362-1370) y el Concilio Vaticano II, sólo hay 3 beatos (el citado, Inocencio XI, 1676-1689, Pío IX, 1846-1878) y 2 santos (San Pío V, 1566-1572, San Pío X, 1903-1914). Eso en casi 600 añosPosteriormente al Concilio Vaticano II, y coincidiendo con la mayor crisis en la historia de la Iglesia, hemos disfrutado de una batería de santos en el Papado sólo comparable a los primeros siglos. Son Santos, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, y ya está en proceso Juan Pablo I. No falta nadie, ya estamos todos.
  • ¿Se puede ser santo por una cosa y su contraria? Por ejemplo, ¿se puede ser santo luchando contra el comunismo, un rasgo distintivo de Juan Pablo II, y santo siendo filo-comunista, como Angelelli?. ¿Se puede ser santo, luchando contra el modernismo, San Pío X, o rehabilitando el pensamiento más o menos modernista, como Pablo VI? Ahí está el papel fundamental jugado por teólogos como Rahner, Kung o Schillebeeckx, en el Concilio y Post-Concilio.
  • ¿Se puede afirmar que eres mártir por odio a la fe y, por lo tanto, santo, en casos en los que sabemos que no es así, por ejemplo, Monseñor Romero?. En efecto, a Monseñor Romero, como Ellacuría y el resto de jesuitas, no los mataron por odio a la fe, los mataron por ser asociados, acertada o desacertadamente, con uno de los bandos de la guerra civil de El Salvador, el comunista. A este caso, habría que añadir ahora el de Angelelli.
Se puede arrinconar también este debate, pero la termita sigue horadando también este pilar de la Fe. 
Si quien hace suyas ideologías, cuyo objetivo manifestado es la destrucción de la Iglesia, es elevado a los altares, y no se pone en duda, todo el edificio de la Fe queda tocado.
Capitán Ryder
P.D: Hay más termitas en camino, mañana hablamos de ellas.

Pena de muerte: "La Santa Sede está aparentemente equivocada"



La parroquia de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, situada en Westwood (Kansas), ha colocado el siguiente anuncio en el boletín de este fin de semana

Estimados parroquianos,

Quizás hayan leído que la Congregación para la Doctrina de la Fe anunció recientemente que el Catecismo de la Iglesia Católica será corregido, para enseñar que la pena de muerte, es decir, la condena judicial para ajusticiar a un delincuente mediante la resolución de una autoridad competente, ahora ha de ser considerada siempre inadmisible.

Dejando de lado toda consideración de los detalles, y haciendo referencia solamente al principio general, esa posición es contraria a la ley natural y a la enseñanza perenne de la Iglesia.

La Santa Sede está aparentemente equivocada, y según mi punto de vista, ningún católico debería sentirse obligado por el Catecismo en este tema.

Por favor, recen por el Papa y por los obispos.

Nuestra Señora de Fátima, ruega por nosotros.

Padre John Fongemie

Ranjith, el Papa y la pena de muerte (Carlos Esteban)



Hablando de coincidencias desafortunadas: menos de un mes antes de que el Papa decidiera cambiar el Catecismo para condenar la pena de muerte, el Cardenal Malcolm Ranjith, arzobispo de Colombo apoya públicamente la decisión del presidente de Sri Lanka, Maithripala Sirisena, de aplicar la pena de muerte a los traficantes de drogas.

Sri Lanka no aplica la pena de muerte desde 1974, pero el pasado 11 de julio, el portavoz del presidente Maithripala Sirisena anunció que se había firmado la orden para empezar a aplicarla en casos extremos de asesinato, tráfico de drogas y violación.

Y la mayor autoridad eclesiástica de la isla, el Cardenal Malcolm Ranjith, declaró al día siguiente en una nota de prensa que la iglesia nacional apoyará la decisión sobre la pena capital para los traficantes de drogas que organizan sus delitos mientras permanecen en prisión.

El Cardenal, suponemos, basaba su decisión en la doctrina que la Iglesia ha mantenido durante siglos sobre la licitud de la pena de muerte aplicada por la autoridad legítima en casos extremos, tal como rezaba hasta ahora el punto 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica promulgado por San Juan Pablo II en 1992: “Asumiendo que la identidad y la responsabilidad de la parte culpable se ha determinado por completo, la enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye el recurso a la pena de muerte, si ésta es el único medio defender las vidas humanas contra el agresor injusto”.

Poco podía saber Su Eminencia que menos de un mes después de su declaración, el mismo punto se leería así: 

“Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común”.
“Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente”.
“Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona»[1], y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”.
El súbito cambio ha causado un gran revuelo por una serie de razones fácilmente comprensibles.

En primer lugar, ha sorprendido la oportunidad -o inoportunidad- del cambio, en un momento en que la Iglesia vive inmersa en una profunda crisis de nuevos escándalos de pederastia clerical a los que, a lo que parece, no se está dando otra respuesta que las vagas excusas, los ceses forzados e inevitables y las buenas intenciones que dejaron sin resolver el problema de fondo hace quince años.

Hay una gravísima alarma por la presencia abrumadora de depredadores homosexuales en los niveles más altos del estamento clerical, mientras que no existe debate reciente sobre la pena de muerte, un expediente cada vez más desprestigiado y raro en las democracias avanzadas, lo que ha llegado a algunos observadores a hablar de intento de distracción.

Por otro parte, aunque Monseñor Luis Ladaria, Prefecto para la Doctrina de la Fe, ha glosado el cambio como un mero ‘desarrollo de doctrina’ que completa pero no contradice la enseñanza anterior, es difícil ver cómo. En cuestión de horas, las redes sociales se llenaron de declaraciones de Papas, concilios, reputados teólogos y santos sosteniendo unánimes la doctrina recogida hasta ahora en el Catecismo, a saber: que la autoridad civil legítima puede lícitamente aplicar la pena de muerte en casos que lo requieran.

Es, por lo demás, lo bastante sólida -sin discrepancias doctrinales- como para que quepa pensar que se trata de dar la vuelta a una doctrina previa de la Iglesia. El desarrollo de doctrina puede aclarar enseñanzas disputadas o completar y ampliar otras ciertas, pero no contradecir una enseñanza anterior.

También se ha criticado la redacción de la enmienda, que tiene por única cita de autoridad las palabras del propio Francisco. Así, hablar de “sistemas de detención más eficaces”, es decir, se hace referencia a una circunstancia coyuntural que no afecta a todas las sociedades no puede garantizarse en el futuro para dictar una “inadmisibilidad” que se presume atemporal.

En el caso de Sri Lanka, por ejemplo, lo que se aduce es, precisamente, que la cárcel no solo disuade a los narcotraficantes, sino que incluso les sirve de base y sede para gestionar su actividad criminal. ¿Queda exento el caso por no constituir la prisión un “sistema de detención eficaz”? Suponemos que no, porque ya la anterior redacción de este mismo punto limita la licitud de la pena de muerte a los casos en que no exista otra medida de prevención eficaz, con lo que si se interpreta en este sentido, el cambio sería superfluo.

Ha sorprendido asimismo la extraña inclusión de esa afirmación de que la pena de muerte quita al reo “la posibilidad de redimirse definitivamente”. Evidentemente, solo puede estar refiriéndose a la reinserción social porque, desde luego, la pena capital no impide en absoluto la “redención definitiva” del reo, a menudo lo contrario: le da un urgente incentivo para poner su alma a bien con Dios.

Pero es, cuando menos, extraño que un Pontífice use una palabra tan central en nuestra fe como es la de “redención”, el fin último de nuestra existencia, para referirse meramente a reformar su conducta en años venideros, que parece más propia de una filosofía materialista que de la fe cristiana, para la que lo importante es asegurar la salvación eterna.

Por último, no pocos han señalado el inquietante precedente de “porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”. Es lo bastante amplio y difuso como para aplicarse a cambios de peso en muchos otros casos de la doctrina de la Iglesia.

Carlos Esteban

Francisco cambia el Catecismo: cree que la Iglesia estuvo equivocada hasta que él llegó



El papa Francisco intentó “cambiar” el Catecismo para oponerse definitivamente a la pena de muerte.

Vatican.va publicó el 2 de Agosto un nuevo texto, declarando que “la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio”, que la pena de muerte es “inadmisible” en todos los casos. No hay evidencia que el Evangelio considera a la pena de muerte inadmisible como tal.

Rom 13,1-7 reconoce definitivamente el poder de un gobierno para instituir el castigo capital donde sea apropiado.

Francisco contradice la enseñanza de la Biblia y de la Iglesia que la pena de muerte es en sí misma moralmente legítima, independientemente de la cuestión si, en una situación concreta, es prácticamente una oportunidad para llevarla a cabo.

En una carta explicatoria, el cardenal Luis Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, llama a la enseñanza errónea un “desarrollo auténtico” de doctrina que supuestamente “no está en contradicción con las enseñanzas anteriores del Magisterio”.

Éste es otro ejemplo de por qué no se puede tomar en serio el pontificado de Francisco.

LOS SANTOS QUE VIENEN (Y 2) (Capitán Ryder)



Hablábamos hace unos días que la beatificación de Angelelli abría una brecha, una más, en la muralla de la Fe.
La Iglesia se ha convertido en un campo minado donde es muy fácil perder la Fe. Ese campo de minas ha sido preparado durante demasiados años por laicos, monjas, sacerdotes, obispos, cardenales y Papas.
No sólo han hecho de la Fe algo extremadamente confuso sino que la cambian al gusto, según el momento histórico, la inspiración de cualquiera de ellos, o el pie con el que se levanten. Para colmo, las verdades que se mantienen a duras penas no son defendidas cuando cualquier pastor las ataca con ahínco.
Es necesario hacer frente a cada una de las falsedades que se intentan programar como verdades evangélicas. No hay caridad más grande.
A Angelelli le van a seguir otros muchos, que con la excusa de la defensa de los pobres, se adhirieron a ideologías que propugnaban, nada menos, que la muerte de Dios.
Ya se ha postulado la causa de beatificación de los sacerdotes palotinos Pedro Dufau, Alfredo Leaden y Alfredo Kelly, y los seminaristas Emilio Barletti y Salvador Barbeito.
En una misa celebrada hace unos días, homenaje posterior incluido, el arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Lozano dijo “hermanos nuestros asesinados por odio a la fe”.
Añado un texto de otro blog que nos da una idea de “estos mártires de la fe”:
1) El primer dato que el cable de AICA debió registrar es que el 2 de julio de 1976 una célula de Montoneros colocó una poderosa bomba en el comedor de la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal. Hubo 23 muertos y 66 heridos. El atentado fue planeado por Rodolfo Walsh, oficial de Inteligencia de la banda terrorista.2) Dos días después, el 4 de julio, un grupo paramilitar ejecutó una brutal represalia en la iglesia de San Patricio, ultimando a los cinco palotinos, cuyas actividades estaban en la mira, porque el templo era punto de reunión de los Montoneros. Las represalias son habituales en el marco de las guerras revolucionarias como la que vivimos, donde se  aplica el tremendo “ojo por ojo, diente por diente”. Es decir  la barbarie de San Patricio no se explica sin la barbarie de la bomba en la Policía, y no se puede considerar a la “Masacre” como un hecho aislado. Se impone entonces la correlación entre los dos hechos.3) Ahora bien ¿quiénes eran dos de los seminaristas y qué hacían?, otra pregunta que se impone: 
Emilio Barletti era un querido compañero de la Juventud Peronista y Montoneros que prestaba el recinto de la parroquia para reuniones de jóvenes que se oponían a la dictadura militar y además facilitaba el mimeógrafo existente para confeccionar proclamas de resistencia a los genocidas. Emilio trabajaba pastoralmente en las villas de emergencia de la zona Sur del Gran Buenos Aires y era integrante de un importante grupo que se estaba gestando en el seno de la Iglesia de Cristo perseguida y que se denominaba “Cristianos para la Liberación”Su primera participación política (antes de 1972) fue en el Movimiento de Renovación y Cambio liderado por Raúl Alfonsín. Luego cansado del guitarreo y la sanata, emigró al peronismo revolucionario. Militó en el partido de Lomas de Zamora, barrio las Heras, donde era responsable político y hasta el día de hoy, sus compañeros se acuerdan de la pureza de su alma, sus valores, su ética y su compromiso social como militante y como ser humano 
http://www.robertobaschetti.com/biografia/b/35.html
4) Sobre Salvador Barbeito escribe Horacio Verbitsky, en uno de sus libros:La guerrilla creó un organización de superficie que se llamó Cristianos para la Liberación en la que había sacerdotes como Jorge Adur,Vicente Adamo, Emilio Neira y Pablo Gazzari; y seminaristas como el palotino Salvador Barbeito”… (Verbitsky (a) “Capitán Salazar” conoce mucho del tema: fue uno de los responsables del atentado a la Policía Federal)
Si los méritos de estos sacerdotes y seminaristas eran éstos no es aventurado pensar que les sigan Ellacuría y el resto de jesuitas asesinados en El Salvador o cualquiera de los que militaron en la Teología de la Liberación.
Para que se vea lo que pasaba por las cabezas de muchos de estos sacerdotes podemos ver unos minutos (a partir del 5:40) de un debate en TVE donde Ellacuría defendía al sandinismo. Cobran actualidad estas palabras, precisamente ahora que Ortega está asesinado nicaragüenses incluso dentro de las iglesias. Ellecuría consideraba repugnante a quien calificaba a ese régimen de esa misma manera.
Los sacerdotes que se quieren elevar a los altares son calcomanías de Ellacuría.
Si esto no son los últimos tiempos…
Capitán Ryder
NOTAS
P.D1: Blog del que he tomado el contenido mencionado. http://catapulta.com.ar/?p=5827
P.D2: Un amigo me comenta como forma de preservar la Fe “No leo nada que sea posterior al siglo XVI”. Habrá que aplicar esta misma prevención a los anteriores a 1950.
P.D3: Estas beatificaciones son sal en la herida de cualquier católico decente pues en Argentina sí murieron católicos por el hecho de serlo. Para muestra un botón: Carlos Alberto Sacheri, del que dice la noticia que adjunto “Estudioso de Santo Tomás, ferviente católico, conocedor y crítico de nuevas tendencias sociales, en 1969 publicó el libro “La Iglesia clandestina”, en el cual denunciaba una infiltración marxista en la Iglesia Católica y cuestionaba a algunos dirigentes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo”. Dicen que ese libro le costó la vida. Asesinado al salir de Misa delante de sus 7 hijos.

jueves, 2 de agosto de 2018

Al Papa lo elige Dios (José Luis Aberasturi)


Es un aserto al que se agarra mucha gente, la verdad. Y se agarra a eso, bien por poca formación doctrinal y/o espiritual; bien por un afán -lícito, aunque equivocado- de seguridad. De seguridad en Dios y en la Iglesia, para uno mismo y para los demás; bien porque, sin más, así lo creen ya que, quizás, así se lo han enseñado. Pero hay que decir que las buenas intenciones no hacen verdadera una idea, o un deseo, o una historia.
Otra cosa es que se pueda decir tal cual…, porque no se puede. Simplemente, no es verdad.
Que se sepa, pues está incluso revelado, es que Jesús -verdadero Hombre y verdadero Dios- escogió al primer Papa, a Pedro: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y fuera de este -que se sepa, insisto- a ninguno más.
También escogió a los primeros Obispos, los demás Apóstoles. E instituyó el Sacerdocio Católico el dia del Jueves Santo: el mismo día en que instituyó el Sacramento de la Eucaristía y les dio a los hombres la capacidad -sobrenatural- de hacerlo en “su” Nombre: nunca en nombre propio.
Por tanto, lo que Cristo ha dado a “su” Iglesia -la Iglesia Católica y a ninguna otra, aunque esté de moda no decirlo así- como señas de identidad fundacionales y para siempre, es el Papado -con el Papa que lo encarna en cada momento-, son los Obispos -sucesores de los Apóstoles- y los Sacerdotes: su Presbiterio. Que se suceden históricamente a lo largo de los siglos: sin ellos no habría Misa, ni Eucaristía; ni siquiera habría Iglesia, porque no estaría Él presente y actuante: Salvador. 
Por contra, ¡nadie ha dicho jamás que haya visto votar al Espíritu Santo en ninguno de los múltiples cónclaves que ha habido en la historia de la Iglesia! Y no lo han dicho porque no lo han visto: de hecho, nunca ha pasado. Y no ha habido nigún Padre de la Iglesia, ni teólogo digno de ese nombre, ni escuela eclesial ni familia religiosa que haya afirmado tal cosa: que Dios elege al Papa. Nunca.
Porque al Papa lo votan exclusivamente los Cardenales Electores; es decir, los que tienen derecho a voto. Y nadie más. Y sale elegido el que sale elegido, con perdón por la perogullada.
Lo que también se sabe -porque lo han dicho los interesados en hacerlo así y en decirlo-, es que ha habido elecciones en las que el resultado estaba más que amañado de antemano. ¡Cosas de la poca integridad de las personas, aunque sean Cardenales! ¡Así es la vida!
Podría citar casos y dar nombres pero, ¿para qué? No aportan mucho a lo que estamos considerando. Nada, de hecho: ¡si hasta ha habido algún momento con más de uno o más de dos papas! Lo que demuestra, negro sobre blanco, quién elige al Papa. Y a los Obispos los nombra el Papa. Y a los Sacerdotes, su obispo,
Otra cosa es -yendo de abajo a arriba- que la vocacion sacerdotal es divina: ahí sí es Dios quien elige, quien da la vocación. Y uno, la acepta o la rechaza. Y la acepta con todas sus consecuencias, incluido el celibato, renunciando a otras posibilidades -icluso realidades presentes- para ser consecuente con esa llamada divina. Llamada que nadie puede darse a sí mismo. Llamada de la que deben asegurarse -les va en ello su felicidad terrena y eterna- los superiores, empezando por el Obispo. O el Papa y sus asesores, de cara a los mismos Ordinarios que va a llamar personalmente..
Otra cosa es ya la “carrera": la “plenitud del sacerdocio” -los obispos-, reservado a unos pocos que son llamados por sus superiores; y las dignidades -los Cardenales-, que crea el Santo Padre y de donde sale elegido el Papa.
Y así, unas veces sale elegido un Papa a la altura del Corazón de Cristo -los hemos conocido-, y otras veces sale elegido un Papa a la altura del corazón de los hombres, que ya sabemos cómo va la cosa. También los hemos conocido.
En el primer caso, la Iglesia va como la seda, por decirlo de alguna manera; aunque siempre hay “problemas” porque, ni el demonio ni los pastores mercenarios dejan por eso de existir. En el segundo caso y para todos en la Iglesia Católica, son tiempos de más Fe, de más Oración, de más exigencia personal -mayor Santidad, en definitiva-, porque son tiempos de prueba: no para Dios, sino para nosotros por parte de Dios. Porque ahí nos espera.
Y esto no desmiente que, se dé el caso que se dé, Dios siempre escribe derecho: hasta con renglones torcidos. Y “saque de los males bienes, y de los grandes males, grandes bienes".
Amén.
José Luis Aberasturi

Cardenal Coccopalmerio se excluyó de la Iglesia Católica



El cardenal pro-homosexual Francesco Coccopalmerio, de 80 años, cuyo secretario fue atrapado en el 2017 en una fiesta homosexual y de drogas, apoya la intercomunión.

Al hablar en Vatican Insider el 1 de agosto con el periodista cortesano de Francisco, Andrea Tornielli, Coccopalmerio llamó “importante”, “muy interesante” y “escrito con gran cuidado” a un documento herético de los obispos alemanes que “permite” la Comunión a los protestantes.

Según Cocopalmerio, los protestantes casados con católicos deberían recibir la Comunión “cada vez” que asisten a la Santa Misa, para no “dividir” a la pareja [aunque a la pareja no le importa no compartir la misma fe].

Para él “no es una condición necesaria” creer en la doctrina católica de la transustanciación para recibir la Santa Comunión, sino que es “suficiente” “creer” que el pan y el vino consagrados en la Santa Misa son el cuerpo y la sangre de Jesucristo.

Esta herejía fue condenada por el Concilio de Trento: “Si alguien dice que la sola fe es preparación suficiente para recibir el Sacramento de la Santísima Eucaristía, sea anatema” (Sesión XIII, Canon XI).

Papa contra Papas. Mortalium animus vs Unitatis Redintegratio



Me hace gracia como muchos intentan buscar una explicación a la crisis de la Iglesia y se quedan en el papa Francisco. Ven el lenguaje confuso, ambiguo, claramente carente de esa fuerza que tiene el auténtico lenguaje católico en el capítulo VIII de AL y sin embargo no son capaces de ver el juego de palabras, los giros y ambigüedades de gran cantidad de documentos postconciliares, sobre todo aquellos más problemáticos que han dado pie a la ruptura con muchas de las doctrinas que la iglesia ha defendido durante 2000 años. Una de estas doctrinas ha sido la unión de los cristianos. Dios juzgará a todos aquellos que han sido cómplices de estas ambigüedades . Ambigüedades que ningún papa postconciliar fue capaz de corregir , ni de aclarar. Es más todos y cada uno fueron dando un pasito hacia adelante hasta llegar a Francisco para quien el mayor enemigo del ecumenismo es el “proselitimo”.  
                                       MORTALIUM ANIMUS
  1. Otro error – La unión de todos los cristianos. – Argumentos falaces
    Pero donde con falaz apariencia de bien se engañan más fácilmente algunos, es cuando se trata de fomentar la unión de todos los cristianos. ¿Acaso no es justo -suele repetirse- y no es hasta conforme con el deber, que cuantos invocan el nombre de Cristo se abstengan de mutuas recriminaciones y se unan por fin un día con vínculos de mutua caridad? ¿Y quién se atreverá a decir que ama a Jesucristo, sino procura con todas sus fuerzas realizar los deseos que El manifestó al rogar a su Padre que sus discípulos fuesen una sola cosa?(1). y el mismo Jesucristo ¿por ventura no quiso que sus discípulos se distinguiesen y diferenciasen de los demás por este rasgo y señal de amor mutuo: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en que os améis unos a otros?(2). ¡Ojalá -añaden- fuesen una sola cosa todos los cristianos! Mucho más podrían hacer para rechazar la peste de la impiedad, que, deslizándose y extendiéndose cada más, amenaza debilitar el Evangelio.
    5. Debajo de esos argumentos se oculta un error gravísimo 
    Estos y otros argumentos parecidos divulgan y difunden los llamados “pancristianos”; los cuales, lejos de ser pocos en número, han llegado a formar legiones y a agruparse en asociaciones ampliamente extendidas, bajo la dirección, las más de ellas, de hombres católicos, aunque discordes entre sí en materia de fe.
UNITATIS REDINTEGRATIO
Es más: de entre el conjunto de elementos o bienes con que la Iglesia se edifica y vive, algunos, o mejor, muchísimos y muy importantes pueden encontrarse fuera del recinto visible de la Iglesia católica: la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad, y algunos dones interiores del Espíritu Santo y elementos visibles; todo esto, que proviene de Cristo y a El conduce, pertenece por derecho a la única Iglesia de Cristo.
Los hermanos separados practican no pocos actos de culto de la religión cristiana, los cuales, de varias formas, según la diversa condición de cada Iglesia o comunidad, pueden, sin duda alguna, producir la vida de la gracia, y hay que confesar que son aptos para dejar abierto el acceso a la comunión de la salvación.
Por consiguiente, aunque creamos que las Iglesias y comunidades separadas tienen sus defectos, no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió a la Iglesia.
Nota 1: La aplicación de este ecumenismo lleva a la caída de las conversiones. Si con la conversión al catolicismo nada varía sustancialmente y como dice este ambiguo documento “Cristo no ha rehusado servirse de estas iglesias como medios de salvación”, el mensaje que manda es que da lo mismo estar en una iglesia que en otra. En los EEUU, antes del Concilio se contaban anualmente cerca de ciento setenta mil conversiones: después del concilio cae dramáticamente la cifra a pocos centenares (1). El paralelismo entre este lenguaje y el utilizado por Francisco es indiscutible. Francisco es hijo del concilio y de sus concesiones y caprichos. Quejarse ahora de que el hijo les ha salido respondón creo que es totalmente incoherente teniendo en cuenta su contribución a la causa.
Nota 2: Hay que decir que es totalmente deshonesto enseñar en una universidad católica el documento Unitatis redintegratio sin explicar Mortalium animus. Yo he oído a profesores de religión de colegios católicos decir que la salvación está en otras iglesias también y que tampoco hay que ponerse dramáticos con lo de la Iglesia católica. Estos profesores han estudiado teología en universidades católicas.
Nota 3: La hermenéutica de la continuidad se cae a pedazos, el papa Benedicto XVI quiso arreglar un juguete roto. Si en el documento postconciliar pone A, no entiendo porque tenemos que leer B. Como siempre todos aquellos que tienen en su mano solucionar el problema y retractarse prefieren que la nieve vaya cubriendo el paisaje y las almas se vayan enfriando.
Nota 4: La crisis de fe y doctrina que ya existía y que el CVII en lugar de corregirla la agravó hasta extremos insospechados, oculta una crisis moral, la de los abusos a menores y la de la homosexualidad. El silencio cómplice de tantos obispos, cardenales y los mismos papas refleja que no les importa que los inocentes sean abusados, ni que las almas sean llevadas al desfiladero, no les importa que a los jóvenes se les arranque la inocencia y tampoco que las almas sean privadas de la salvación.
Todos y cada uno responderán ante Dios.
Nota 5: Una de las causas de estos silencios es síntoma de una grave enfermedad, el clericalismo.
(1) Iota Unum. Romano Amerio