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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Un teólogo escribe al Papa: "Hay caos en la Iglesia y usted es una causa" (Sandro Magister)


UN ARTÍCULO DE OBLIGADA LECTURA

Thomas G. Weinandy, sacerdote desde 1972


(El formato o los énfasis añadidos, si los hay, son míos)

> Todos los artículos de Settimo Cielo en español
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Thomas G. Weinandy es uno de los teólogos más conocidos. Vive en Washington, en el Seminario de los Capuchinos, la orden franciscana a la que pertenece. Es miembro de la Comisión teológica internacional, la comisión que Pablo VI puso al lado de la Congregación para la Doctrina de la Fe para que pudiera valerse de los mejores teólogos de todo el mundo. Es miembro de esta comisión desde 2014, lo que significa que fue nombrado por el Papa Francisco.

El pasado mes de mayo de 2017, mientras estaba en Roma para una sesión de la comisión, surgió en él la idea de escribir a Francisco una carta abierta para confiarle la inquietud, no sólo suya, sino de muchos creyentes, por el creciente caos que hay en la Iglesia, que considera causado en buena parte por el propio Papa.

Rezó mucho, también en la tumba de Pedro. Le pidió a Jesús que le ayudara a decidir si escribir o no la carta y que le diera una señal… Y ésta llegó el día después, idéntica a la que él había invocado en la oración, y que ahora relata así:

> "There was no longer any doubt that Jesus wanted me to write…

Al haber sido confortado por el Cielo, el padre Weinandy decidió escribir la carta. A mediados del verano pasado se la envió al Papa Francisco. Y hoy, fiesta de Todos los Santos, la hace pública en el portal estadounidense de información religiosa Crux e inmediatamente después en Roma, en cuatro idiomas, en Settimo Cielo.

El padre Weinandy, de 71 años, ha enseñado en los Estados Unidos en numerosas universidades, en Oxford durante doce años y en Roma en la Pontificia Universidad Gregoriana.

Ha sido durante nueve años director ejecutivo del secretariado para la doctrina de la conferencia episcopal estadounidense.

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Santidad:

Escribo esta carta con amor por la Iglesia y sincero respeto hacia su ministerio. Usted es el Vicario de Cristo en la tierra, el pastor de su grey, el sucesor de San Pedro y, por lo tanto, la roca sobre la que Cristo construirá su Iglesia. Todos los católicos, clero y laicos por igual, deben dirigirse a usted con lealtad filial y obediencia fundamentadas en la verdad. La Iglesia se dirige a usted con espíritu de fe, con la esperanza que usted la guíe con amor.

Sin embargo, Santidad, su pontificado parece estar marcado por una confusión crónica. La luz de la fe, la esperanza y el amor no está ausente, pero demasiado a menudo está oscurecida por la ambigüedad de sus palabras y acciones. Esto hace que entre los fieles haya una  inquietud 
cada vez mayor, comprometiendo su capacidad de amor, alegría y paz. Permítame poner unos ejemplos.

El primero atañe a la disputa en relación al Capítulo ocho de "Amoris Laetitia". No necesito compartir mis propias preocupaciones acerca de su contenido. Otros, no sólo teólogos, sino también cardenales y obispos, ya lo han hecho. La preocupación principal es su manera de enseñar. En "Amoris Laetitia", su guía parece ser,  a veces,  intencionadamente ambigua, invitando tanto a una interpretación tradicional de la enseñanza católica sobre el matrimonio y el divorcio, como a una interpretación que parece conllevar un cambio en la enseñanza. Como usted mismo, con gran sabiduría, observa, los pastores deben acompañar y animar a las personas que se encuentran en matrimonios irregulares; pero la ambigüedad persiste con respecto al significado real de ese "acompañamiento"

Enseñar con una tal falta de claridad puede, inevitablemente, llevar a pecar contra el Espíritu Santo, el Espíritu de la Verdad. El Espíritu Santo es entregado a la Iglesia y, sobre todo, a usted, para disipar el error, no para fomentarlo. Además, sólo donde hay verdad puede haber verdadero amor, porque la verdad es la luz que libera a las mujeres y a los hombres de la ceguera del pecado, una oscuridad que mata la vida del alma. 

Sin embargo, usted parece censurar e incluso mofarse de quienes interpretan el Capítulo ocho de "Amoris Laetitia" según la Tradición de la Iglesia, tachándolos de fariseos apedreadores representantes de un rigorismo inmisericorde. Esta clase de calumnia es ajena a la naturaleza del ministerio petrino. Parece que algunos de sus consejeros se dedican, lamentablemente, a este tipo de acciones. Dicho comportamiento da la impresión que sus puntos de vista no pueden sobrevivir a un escrutinio teológico, por lo que deben ser sostenidos mediante argumentos "ad hominem".

Segundo. Demasiado a menudo sus formas parecen menospreciar la importancia de la Doctrina de la Iglesia. Una y otra vez usted retrata la Doctrina como algo muerto, algo útil sólo para ratones de biblioteca, que está lejos de las preocupaciones pastorales de la vida diaria. Quienes le critican han sido acusados – y son palabras suyas – de hacer de la doctrina una ideología. Pero es precisamente la doctrina cristiana – incluyendo las sutiles distinciones relacionadas con creencias fundamentales como la naturaleza Trinitaria de Dios, la naturaleza y finalidad de la Iglesia; la Encarnación; la Redención; los sacramentos – la que libera al hombre de las ideologías mundanas y le garantiza que está predicando y enseñando el Evangelio verdadero, dador de vida. Quienes infravaloran la Doctrina de la Iglesia se separan de Jesús, autor de la Verdad. Y lo único que les queda, entonces, es una ideología; una ideología que se conforma al mundo del pecado y la muerte.

Tercero. Los fieles católicos están desconcertados por su elección de algunos obispos, hombres que no sólo están abiertos a quienes tienen puntos de vista contrarios a la fe cristiana, sino que también los apoyan e incluso los defienden. Lo que escandaliza a los creyentes, e incluso a algunos hermanos obispos, no es sólo el hecho que usted nombre a estos hombres como pastores de la Iglesia, sino que permanezca callado ante su enseñanza y práctica pastoral, debilitando, así, el celo de muchos hombres y mujeres que han defendido la auténtica enseñanza católica durante mucho tiempo, a veces arriesgando su propia reputación y bienestar. El resultado: muchos fieles, ejemplo del "sensus fidelium", están perdiendo la confianza en su Pastor supremo.

Cuarto. La Iglesia es un cuerpo, el Cuerpo Místico de Cristo, y el Señor le ha encargado a usted promover y fortalecer su unidad. Pero sus acciones y palabras parecen dedicarse, demasiado a menudo, a hacer lo opuesto. Alentar una forma de "sinodalidad" que permite y fomenta varias opciones doctrinales y morales dentro de la Iglesia sólo puede llevar a una mayor confusión teológica y pastoral. Dicha sinodalidad es insensata y, en la práctica, contraria a la unidad colegial de los obispos.

Santo Padre, todo esto me lleva a la última preocupación. Usted a menudo ha hablado acerca de la necesidad de que haya transparencia dentro de la Iglesia, exhortando frecuentemente, sobre todo en los dos últimos sínodos, a que todos, especialmente los obispos, hablen francamente y sin miedo a lo que pudiera pensar el Papa. Pero, ¿se ha dado usted cuenta que la mayoría de los obispos del mundo están sorprendentemente silenciosos? ¿Por qué? Los obispos aprenden rápido. Y lo que muchos han aprendido de su pontificado es que usted no está abierto a las críticas, sino que le molesta ser objeto de ellas. Muchos obispos están silenciosos porque desean serle leales y, por consiguiente, no expresan – por lo menos públicamente; otra cuestión es si lo hacen privadamente – la preocupación que les causa su pontificado. Muchos temen que si hablan francamente, serán marginados. O algo peor.

A menudo me he preguntado: "¿Por qué Jesús deja que todo esto ocurra?". La única respuesta que consigo darme es que Jesús quiere manifestar cuán débil es la fe de muchas personas que están dentro de la Iglesia, incluso de muchos, demasiados, obispos

Irónicamente, su pontificado le ha dado a quienes tienen un punto de vista pastoral y teológico perjudicial la licencia y la confianza para salir a la luz y exponer su maldad, que antes estaba oculta. Reconociendo esta maldad, la Iglesia humildemente necesitará renovarse de nuevo y, así, seguir creciendo en santidad.

Santo Padre, rezo constantemente por usted. Y lo seguiré haciendo. Que el Espíritu Santo le guíe hacia la luz de la verdad y de la vida de amor, para que pueda dispersar la maldad que, en estos momentos, está ocultando la belleza de la Iglesia de Jesús.

Sinceramente en Cristo,

Thomas G. Weinandy, O.F.M., Cap.

31 de julio de 2017
Festividad de San Ignacio de Loyola

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Desde que fue escrita esta carta, como se adivina por su fecha de redacción, han transcurrido tres meses. Por fin ha salido a la luz, gracias a Dios, porque dice verdades como puños ... Por cierto, la reacción de los partidarios a muerte de Francisco no se ha hecho esperar: La USCCB (Conferencia de los obispos católicos de los Estados Unidos) le ha pedido que renuncie como su asesor, debido al contenido de esta carta. De este modo, al hacer tal pedido, la USCCB refuerza aquello que dice el padre Weinandy sobre el miedo y la falta de transparencia.

A alguien en el Vaticano se le debería caer la cara de vergüenza: Declaración conjunta de la Santa Sede y la federación luterana sobre la celebración común de la herejía protestante


Los heresiarcas Lutero y Melanchthon en un sello emitido por el Vaticano para celebrar la herejía protestante

[Mis notas en rojo] Declaración conjunta de la Federación Luterana Mundial y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos al finalizar el 31 de octubre de 2017, el año de conmemoración común de la Reforma [en román paladino: celebración de la herejía protestante], 31.10.2017

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El 31 de octubre de 2017, último día del año de conmemoración ecuménica común de la Reforma [segunda vez que denomina "reforma" a la herejía protestante], estamos muy agradecidos por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma [tercera vez que denomina "reforma" a la herejía protestante y primera mentira pública: la herejía no puede ser un don espiritual o teológico], conmemoración que compartimos juntos y con nuestros asociados ecuménicos [será eso: con sus asociados ecumaníacos, no en mi nombre: yo no conmemoro herejías] del mundo entero. Asimismo, pedimos perdón por nuestros fracasos, las formas en que los cristianos han herido el Cuerpo del Señor y se han ofendido unos a otros durante los 500 años transcurridos desde el inicio de la Reforma hasta hoy [yo no ofendo a un hereje por intentar corregir su error; quienes les animan a continuar en él sí les ofenden, además de a nuestra inteligencia y, peor: a Dios. Cuarta vez que llaman "reforma" a la herejía protestante].

Nosotros, luteranos y católicos, estamos profundamente agradecidos por el camino ecuménico que hemos recorrido juntos en los últimos 50 años [¿Agradecidos? ¿Por qué motivo? ¿Han vuelto los herejes a la Iglesia Católica? Más bien al contrario: ni ellos vienen, y a los católicos se les espanta] Esa peregrinación, sostenida por nuestra oración común, el culto y el diálogo ecuménico, [la communicatio in sacris está condenada por la Iglesia. Diálogo, el que se quiera, que es gratis -aunque sin proselitismo difícilmente volverán a la Iglesia; pero el culto junto a herejes no le está permitido a un católico] redundó en la eliminación de prejuicios, una mayor comprensión mutua y la identificación de decisivos acuerdos teológicos. [¿Cuáles? ¿Ya creen en el Purgatorio, en los siete sacramentos, en el Santo Sacrificio del Calvario renovado de forma incruenta cada vez que se oficia la Santa Misa, en la Transubstanciación, en el culto de hiperdulía debido a la Santísima Virgen María, en la intercesión y Comunión de los Santos, etc... Me parece a mí que no] Frente a tantas bendiciones a lo largo del camino, elevamos nuestros corazones en alabanza al Dios Trino por la misericordia recibida.

En este día damos una mirada retrospectiva a un año de notables eventos ecuménicos que comenzó el 31 de octubre de 2016 con la oración común luterano-católico romana en Lund, Suecia, en presencia de nuestros asociados ecuménicos [vergüenza les debería dar, en lugar de congratularse]. Durante la presidencia de ese servicio, el papa Francisco y el obispo Munib A. Younan, entonces presidente de la Federación Luterana Mundial, firmaron una declaración conjunta que recoge el compromiso de seguir recorriendo juntos el camino ecuménico hacia la unidad por la que oraba Cristo (cf. Juan 17.21) [Cristo no oró jamás para que los católicos engañasen a quienes están en el error, diciéndoles que da igual la Verdad que la mentira. La Iglesia ya es Una; siempre lo ha sido. Sólo falta que quienes están fuera o se fueron de Ella vuelvan]. Ese mismo día, nuestro servicio conjunto a quienes necesitan nuestra ayuda y solidaridad también se vio fortalecido por una declaración de intención entre Caritas Internationalis y la Federación Luterana Mundial – Servicio Mundial.

El papa Francisco y el presidente Younan declararon juntos: “Muchos miembros de nuestras comunidades anhelan recibir la Eucaristía en una mesa como expresión concreta de la unidad plena. Sentimos el dolor de quienes comparten su vida entera, pero no pueden compartir la presencia redentora de Dios en la mesa de la Eucaristía. [El Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo están presentes de forma real, no simbólica, tras las palabras de la consagración pronunciadas por el sacerdote -es lo que se conoce como Transubstanciación-, que oficia en un altar, no en una mesa de comer, la Santa Misa, que es el mismo Santo Sacrificio del Calvario renovado de forma incruenta, y no sólo una "eucaristía" o alabanza] Reconocemos nuestra conjunta responsabilidad pastoral para responder al hambre y la sed espirituales de nuestro pueblo de ser uno en Cristo. Anhelamos que sea sanada esta herida en el Cuerpo de Cristo. [Pues ya saben: díganles la Verdad y recen para que se conviertan y regresen a la Iglesia, en lugar de engañarles] Este es el propósito de nuestros esfuerzos ecuménicos, que deseamos que también progresen mediante la renovación de nuestro compromiso con el diálogo teológico.”

Las bendiciones de este año de conmemoración incluyen el hecho de que por primera vez, luteranos y católicos hayan considerado la Reforma desde una perspectiva ecuménica, [No en mi nombre; yo no considero tal cosa, condenada en numerosas encíclicas papales. Quinta vez que llaman "reforma" a la herejía protestante] lo que dio lugar a un nuevo enfoque de los acontecimientos del siglo XVI que llevaron a nuestra separación. [Se mire como se mire, la herejía es la herejía; no hubo "reforma" alguna en la herejía de Lutero. La verdadera Reforma fue la católica, que se conoce como Contrarreforma y que tantos Santos dio a la Iglesia] Reconocemos que si bien el pasado no se puede cambiar, su influencia sobre nosotros hoy en día se puede transformar para que sea un estímulo al crecimiento de la comunión [¿Cómo puede crecer algo que no existe? Sorprendente] y un signo de esperanza a fin de que el mundo supere la división [¿Qué división? La Iglesia jamás se ha dividido, porque no puede; siempre ha sido Una. Lo que hay son personas que se alejan de Ella. A éso se le llama alejamiento o rechazo, no división] y la fragmentación [Ídem]. Una vez más, resultó claro que lo que tenemos en común es mucho más que aquello que nos divide. [Tal afirmación es, simple y llanamente, mentira -por desgracia-]

Nos alegra que la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación, [A mí no me alegra nada de nada. ¿Siguen creyendo los herejes que la sola fe justifica al hombre pecador y que éste no precisa del arrepentimiento, cambio de vida y las buenas obras, así como hacer penitencia para el perdón de sus pecados y para poder salvarse? Me da a mí que no] firmada en un acto solemne por la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica Romana en 1999, también fuera firmada en 2006 por el Consejo Metodista Mundial y por la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas en este año de conmemoración. [Es un evento para lamentar, no para conmemorar] Además, hoy mismo será acogida y recibida por la Comunión Anglicana en una ceremonia solemne en la abadía de Westminster. Sobre esta base nuestras comuniones cristianas [No existe comunión entre la Iglesia y los herejes y cismáticos; decir lo contrario es mentir] pueden construir un vínculo más estrecho de consenso espiritual [la Verdad no se consensúa, ni se presta a acuerdo o votación: la predica la Iglesia y los demás la aceptan o la rechazan] y testimonio común en el servicio del evangelio.

Reconocemos con gratitud, los numerosos eventos de oración y culto comunes que luteranos y católicos celebraron junto con sus asociados ecuménicos en distintas partes del mundo, [Lamentable: la communicatio in sacris está condenada por la Iglesia, como nos recuerdan numerosas encíclicas papales] los encuentros teológicos y las publicaciones significativas que dieron sustancia a este año de conmemoración.

De cara al futuro, nos comprometemos a seguir nuestro camino común, guiados por el Espíritu de Dios, [A tenor de la deriva que han tomado no pocos miembros de la jerarquía de la Iglesia, así como por esta declaración, llena de falsedades, el camino ecuménico más bien parece guiado por otro espíritu muy diferente] hacia la mayor unidad [La unidad no puede ser mayor, ni menor: o hay unidad, o no la hay. En la Iglesia siempre la ha habido: sólo hay Una Iglesia, que es la Católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo] de acuerdo a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo. Con ayuda de Dios, pretendemos discernir [Malo, malo: esta palabra, inofensiva en sí misma, se ha utilizado en el último año para fomentar las Confesiones y Comuniones sacrílegas por parte de los adúlteros y otros pecadores no arrepentidos ni con propósito de la enmienda] a través de la oración nuestra comprensión de la Iglesia, la Eucaristía y el Ministerio, buscando un consenso sustancial que permita superar las restantes diferencias que existen entre nosotros. [Lo dicho: la Verdad ya ha sido revelada por Cristo de una vez y para siempre, y de esa Revelación es depositaria y transmisora la Iglesia. No hay consenso posible: o los herejes aceptan la Verdad, íntegramente, o permanecerán en el error fuera de la Iglesia] Con profunda alegría y gratitud, confiamos en “que el que comenzó en [nosotros] la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1.6).

CATHOLICVS

Commémoration des 500 ans du protestantisme. Des catholiques protestent et perturbent la cérémonie

La policía arresta a jóvenes católicos rezando el rosario en la Catedral para protestar por el evento de Reforma. Véase este vídeo:

Duración 3:43 minutos

Resumen de lo sucedido (Fuentes usadas Life Site News y One Peter Five)

En efecto, 11 jóvenes católicos fueron sacados de una catedral católica por rezar el rosario en protesta por un servicio ecuménico que trajo protestantes a la iglesia para celebrar el aniversario de la Reforma, y ​​específicamente, el aniversario de la publicación de Martin Lutero de su "95 Tesis". 

Recordemos lo que el Papa León X dijo acerca de la teología de Lutero en su condena, Exsurge Domine , escrita en 1520:
Debido a que los errores anteriores y muchos otros están contenidos en los libros o escritos de Martín Lutero, también condenamos, reprobamos y rechazamos completamente los libros y todas las escrituras y sermones de dicho Martin, ya sea en latín o en cualquier otro idioma , que contiene dichos errores o cualquiera de ellos; y deseamos que sean considerados como totalmente condenados, reprobados y rechazados. Prohibimos a todos y cada uno de los fieles de ambos sexos, en virtud de la santa obediencia y bajo las penas antes mencionadas, incurrir automáticamente, leerlos, afirmarlos, predicarlos, alabarlos, imprimirlos, publicarlos o defenderlos.
Y es con este espíritu que vinieron estos jóvenes manifestantes y entregaron un folleto explicando el motivo de su protesta:
"Nuestra Catedral de San Miguel y Santa Gúdula es un edificio católico construido por nuestros padres para ser una Casa de Dios, para la celebración de la Santa Misa, para la alabanza de Dios y los santos. 
"La ocupación de nuestra catedral por los protestantes para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma es, por lo tanto, una profanación.
"De hecho, la llamada Reforma fue realmente una revuelta: bajo el pretexto de combatir los abusos, Lutero se rebeló contra la autoridad divina de la Iglesia Católica, negó numerosas Verdades de la Fe, abolió el Sacrificio de la Misa y los Sacramentos, rechazó la necesidad de buenas obras y la práctica de las virtudes cristianas. Finalmente, atacó la veneración de la Virgen María y los santos, la vida religiosa y los votos monásticos.
"Esta terrible revolución fue una gran tragedia para la sociedad cristiana y para la salvación de las almas. Y los errores luteranos todavía son herejías porque la Verdad es eterna ".
Continuaron orando mientras el organista y la congregación intentaban ahogarlos. Su protesta terminó en la expulsión violenta de la iglesia a manos de la policía ... pero fue su historia y su mensaje ( y no la de los celebrantes de la Reforma)  lo que ha llamado la atención internacional ... y es que "el Espíritu sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va" (Jn 3, 8) . En este caso, lo ha hecho sirviéndose de estos jóvenes valientes y generosos, a los que no les ha importado que los detuviera la policía, porque sabían muy bien que "es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29)

Selección y comentarios: José Martí

El corazón del problema: Lutero, 500 años después (Michael Voris)

Duración 4:11 minutos

martes, 31 de octubre de 2017

San Pío X: «El protestantismo es el compendio de todas las herejías para ruina de las almas»




La tesis oficial es que el 31 de octubre de 1517 un joven monje agustino llamado Martín Lutero clavó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg «Noventa y cinco tesis sobre las indulgencias». Sin embargo, hay dudas razonables de que no ocurrió así. En todo caso, ese es el evento que se señala como inicio de la reforma protestante.

Sobre la misma, escribe el papa San Pío X en el artículo 129 de su Catecismo mayor:
El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas.
En el artículo anterior, había escrito:
... y finalmente la gran herejía del Protestantismo (siglo XVI), forjada y propagada principalmente por Lutero y Calvino. Estos novadores, con rechazar la Tradición divina, reduciendo toda la revelación a la Sagrada Escritura, y con sustraer la misma Sagrada Escritura al legítimo Magisterio de la Iglesia para entregarla insensatamente á la libre interpretación del espíritu privado, demolieron todos los fundamentos de la fe, expusieron los Libros Santos a las profanaciones de la presunción y de la ignorancia y abrieron la puerta a todos los errores.
Entre los grandes principios de la reforma protestante figuran:
  1. - El Sola Fide (justificación sólo por la fe) 
  2. - El Sola Scriptura (solo la Biblia es parte de la Revelación) 
  3. - El «Libre examen» (interpretación privada y libre de las Escrituras).
1. El Sola Fide es negado expresamente por la Escritura en el único versículo donde aparecen precisamente las palabras sola y fe juntas:

"Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no sólo por la fe" (St 2,24)

2. El Sola Scriptura es una doctrina que no aparece en la Escritura. Sin embargo, sí aparece el concepto de Tradición apostólica transmitida no solo por escrito sino oralmente:

"Os alabo porque os acordáis en todo de mí y mantenéis las tradiciones tal como os las transmití " (1 Cor 11,2)

"Así, pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta"  (2 Tes 2,15)

3. El Libre examen, como la historia se ha encargado de demostrar, sólo conduce a la propagación de la división dentro del propio protestantismo, que no es capaz de mantener una postura común sobre temas tan importantes como el Bautismo, la Eucaristía (Santa Cena) y otros.

Infocatólica

lunes, 30 de octubre de 2017

Prohibido hablar mal de Lutero. Y el Papa se censura a sí mismo (Sandro Magister)



> Todos los artículos de Settimo Cielo en español

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El 31 de octubre se disparan los festejos por los quinientos años exactos de la fecha-símbolo de la Reforma protestante. Y por parte de las altas jerarquías de la Iglesia Católica las celebraciones han sido hasta aquí prácticamente en un único sentido: un coro de elogios a Martín Lutero. "Una medicina para la Iglesia", ha dicho de él el papa Francisco, al extraer la síntesis de su viaje ecuménico a Suecia, exactamente un año atrás.

Pero "L'Osservatore Romano" o "La Civiltà Cattolica" se han cuidado muy bien de republicar lo que Jorge Mario Bergoglio escribió sobre Lutero y Calvino antes de ser elevado al papado.

Sobre la Reforma protestante se conserva de él un solo escrito, de hace treinta años. Pero fue reeditado en el 2014 con un prólogo del jesuita Antonio Spadaro, director de "La Civiltà Cattolica" y confidente entre los más cercanos al papa Francisco, sin la mínima toma de distancia de las pesadísimas invectivas antiprotestantes contenidas en ese escrito.

En efecto, cuando este escrito volvió a ver la luz, el eminente teólogo protestante Paolo Ricca, valdense, expresó de este modo su desánimo, en un editorial en la revista "Riforma":
"Me pregunto cómo es posible tener hoy todavía, o hace treinta años, una visión tan deformada, distorsionada, tergiversada y sustancialmente falsa de la Reforma protestante. Es una visión con la cual no sólo no se puede iniciar un diálogo, sino ni siquiera una polémica, tan lejana y tan deforme es respecto a la realidad".
Él inclusive llega a dudar que se pueda celebrar junto al actual Papa el festejo de la reforma.
"Una cosa es cierta: a partir de una visión de este tipo, querer llevar a cabo en el 2017 una celebración ecuménica del quinto centenario de la Reforma parece literalmente imposible".
Pero, como se sabe, el papa Francisco ha logrado reanudar los hilos del diálogo y a acreditar en la opinión pública la imagen de una Iglesia católica más que nunca amiga de Lutero y agradecida por todo lo que él hizo.

Naturalmente que hizo esto quitando totalmente ese escrito suyo, el cual puede ser releído útilmente aquí:

> Lutero a la hoguera. No, a los altares. La doble visión del Papa jesuita

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Pero esta censura sobre el Bergoglio antiluterano no es la única censura de esta estación ecuménica. A ella se puede agregar otra, de un autor que está entre las firmas valiosas de "L'Osservatore Romano", Marco Vannini, renombrado experto de teología y de mística, especialmente alemana, y estudioso de Lutero.

Vannini publicó este año un libro que desde el título permite entender de qué lado está: "Contra Lutero y el falso Evangelio".

Vannini se define "quizás hereje pero católico romano", aunque en un artículo del 2004, en tiempos del papa Karol Wojtyla, "La Civiltà Cattolica" lo juzgó diciendo que él "excluye la trascendencia, suprime las verdades esenciales del cristianismo y por vía neoplatónica desemboca inexorablemente en una gnosis moderna".

Es un hecho que con el papa Francisco él se ha convertido en una firma reiterada de "L'Osservatore Romano".

Pero no esta vez. Ni siquiera una línea sobre su docto libro contra Lutero. Curiosamente, quien lo ha dado a conocer y divulgado ha sido en Italia sólo la revista "Il Regno", voz acreditada del catolicismo progresista, con una entrevista al autor.

Una entrevista en la que Vannini comienza de este modo:
"Mi frecuentación de los textos de Lutero tiene su origen en mi juventud. Después pasé a mi interés predominante, la mística alemana anterior y posterior al protestantismo. La polémica contra Lutero es hoy ciertamente 'inactual' porque, me parece, el mundo católico o ex católico ha hecho suyas tesis, tendencias y modos de ser del mundo protestante luterano. El luteranismo y la Reforma en general son responsables de uno de los males más graves de nuestro mundo: el individualismo, el primado del sujeto que pone en el centro el amor de sí mismo, lo cual es 'radix omnis mali et peccati', raíz de todo mal y de todo pecado, tal como recita san Agustín, retomado muchas veces por Meister Eckhart. Ésta es la razón de mi hostilidad respecto al luteranismo. No es una casualidad que Lutero sea tan amado por presuntos laicos que no tienen ningún afecto ni por Cristo ni por el cristianismo".
Más adelante, en la entrevista, dispara más de su "vis" polémica. Por un lado, contra el uso que hace Lutero de las Sagradas Escrituras:
"Justamente no perdono el uso que hace Lutero, a su gusto, de las Escrituras, por ejemplo, cuando define totalmente un texto como palabra de Dios separándolo de todo el resto o cuando toma de las Escrituras lo que le sirve y desecha lo que no va. Cuando hace años estuve a cargo de los prólogos a la Biblia de Lutero, sus manipulaciones contra el Papa me parecieron insoportables".
Por otro lado, contra su rechazo de las filosofías de Platón y Aristóteles:
"El Evangelio auténtico consiste en el hecho que la luz de Dios, la luz eterna, es siempre y absolutamente para cada hombre. En Lutero encuentro, por el contrario, algo diabólico: hay un espíritu de la mentira que contrasta con la nobleza del espíritu, con la verdad y con la honestidad profunda que se respira al leer a los grandes filósofos. Cuando Lutero se enfrenta con la gran filosofía, definiéndola como 'prostituta del diablo', advierto una hostilidad radical: aquí su falso Evangelio late con fuerza. Es falso, porque nace no de lo universal de la razón que es lo más hermoso que poseemos, sino que es fruto de sus elecciones individuales".
Vannini llega a involucrar, junto a Lutero, también al apóstol san Pablo:
"La fe cristiana sin la lección de la filosofía antigua estaría difunta. Hoy, quizás, podría ser una gnosis o una secta entre tantas, si no hubiese encontrado en su camino a estos grandísimos y honestos filósofos que también han sido cristianos y a los que Lutero ofende y desprecia. El cristianismo no habría sobrevivido sólo con san Pablo, a quien Lutero tanto ama. Sobre esto habría que leer a Nietzsche, poderoso psicólogo que desenmascara la profunda actitud de auto-afirmación de san Pablo, quien comienza la Epístola a los Romanos ofendiendo descaradamente al mundo clásico, lo cual es una deshonestidad absoluta".
Es una tesis que merece ser discutida, como se ve, tanto más en tiempos como los actuales. Pero una tesis que los órganos de comunicación oficiales se han cuidado muy bien de comentar, como si la única palabra ordenadora vigente sea decir que la Reforma protestante fue "un acontecimiento del Espíritu Santo".

Al pobre cardenal Gerhard L. Müller, el defenestrado ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no le ha quedado de hecho más que la tribuna de un blog "extranjero" para repetir las elementales y perdurables diferencias que dividen a la Iglesia Católica del protestantismo:

> Quella di Lutero? Non fu riforma, ma rivoluzione

Sandro Magister

domingo, 29 de octubre de 2017

Contra el naturalismo y el liberalismo: Viva Cristo Rey

Duración 13:47 minutos

Sólo son meritorias aquellas obras que se hacen estando en gracia de Dios.

Una Iglesia que no reza es una Iglesia débil (Padre Santiago Martín)

Duración 16:05 minutos

Italian Liturgist Alleged to be Working on Ecumenical Mass: “Transubstantiation is Not a Dogma” (Steve Skojec)




In his Monday column at First Things, Italian journalist and veteran Vatican-watcher Marco Tosatti gave voice to what had previously been little more than a whispered rumor: that a group was at work, with Vatican knowledge and support, on a kind of interfaith liturgy:
[T]here is the matter of the “Ecumenical Mass,” a liturgy designed to unite Catholics and Protestants around the Holy Table. Though never officially announced, a committee reporting directly to Pope Francis has been working on this liturgy for some time. Certainly this topic is within the jurisdiction of the Congregation for Divine Worship, but Cardinal Sarah has not officially been informed of the committee’s existence. According to good sources, Sarah’s secretary, Arthur Roche—who holds positions opposite to those of Benedict XVI and Sarah—is involved, as is Piero Marini, the right-hand man of Monsignor Bugnini, author of such noted works as La Chiesa in Iran and Novus Ordo Missae.
Today, at his blog, Stilum Curae, Marco provides a bit more information on this story:
I cannot help recalling a comment sent to me by a friend, even though it was made several months ago. It was made by a highly regarded unrestrained lay liturgist, Andrea Grillo, who is, according to what they tell me, involved in the work to create an ecumenical Mass.
The comment is:
“Transubstantiation is not a dogma, and as an explanation [of the Eucharist] it has its limits. For example, it contradicts metaphysics.” [emphasis added]
I would like to understand then: have all those people who during the last two millennia have thought that in the host and in the wine [sic] there was truly the substance of the Body and Blood of Jesus – and those who still believe this now – have they been taken for a ride [by the Church]? Or, in a more benign hypothesis, were they victims of a false belief (to say nothing of Eucharistic miracles)? We are waiting with impatience to see where the work on the new ecumenical Mass will go, in order to go and put ourselves in line [for communion] at the closest Orthodox Church.

Grillo’s comments about Transubstantiation appeared on his Facebook page:


The Council of Trent, Session 13, Chapter VIII, says:
“If any one saith, that, in the sacred and holy sacrament of the Eucharist, the substance of the bread and wine remains conjointly with the body and blood of our Lord Jesus Christ, and denieth that wonderful and singular conversion of the whole substance of the bread into the Body, and of the whole substance of the wine into the Blood-the species Only of the bread and wine remaining-which conversion indeed the Catholic Church most aptly calls Transubstantiation; let him be anathema.”
I reached out to Marco Tosatti this morning, and he told me that Andrea Grillo is a layman who teaches sacramental and liturgical theology at the Pontifical Athenaeum San Anselmo in Rome. Tosatti told me that Grillo has recently attacked both Cardinals Caffarra and Sarah, “more or less asking Sarah to be dismissed from his position.” Tosatti’s sources have indicated that Grillo is a member of the secret commission to prepare this alleged “ecumenical liturgy,” which would allow Catholics and Protestants to “share the table.” Grillo is said to be influential in Rome, and to have the ear of the pope.

Grillo is also noteworthy for his opposition to Summorum Pontificum, and has written a book entitled, Beyond Pius V: Conflicting Interpretations of the Liturgical Reform, which was reviewed by the eminent liturgical theologian and author Dom Alcuin Reid, who he called it “a theological and political ‘shot across the bow’”. Reid also describes
Grillo’s fundamental stance that one must accept “the” liturgical reform absolutely and to the exclusion of all that came before (and of course, to the exclusion of any possible “reform of the reform”—which is dismissed out of hand)…
If he is indeed involved in the preparation of a new liturgy, one is left to wonder if this same attitude of liturgical evolution with no looking back will be pervasive in its implementation, too.

The Handwriting on the Wall

With no substantial confirmation of this secret liturgical commission’s existence, some will no doubt be skeptical of its plausibility. And yet there is not a little evidence that the Vatican under its current leadership might support such an effort. The pope and his associates had already been making overtures in this direction beginning in 2015, which I outlined at some length in my December, 2016 article, "Up Next on the Vatican Agenda: Intercommunion". At the time, it had appeared that the goal was to allow Protestants to receive communion in Catholic churches. But an interfaith liturgy would take things quite a bit further, and would, it seems, be not entirely unthinkable in light of the Vatican’s own joint celebrations with the Lutheran churches marking the 500th anniversary of the Reformation, which will reach their culmination this month on October 31st — the day Martin Luther published his 95 theses in a letter to the Archbishop of Mainz in 1517. In those very celebrations, there have been hints of what might come. As I reported last December:
On October 31, 2016, following the commemoration, Cardinal Kurt Koch, president of the Pontifical Council for Promoting Christian Unity, told reporters that “it was a ‘very beautiful’ day, one that’s ‘very late’ in coming, but ‘very important.’ It’s a ‘new beginning of a way to leave conflict in the past and go toward communion in the future’”. A joint statement issued by the Vatican and Lutheran World Federation that same day said that “many members of our communities yearn to receive the Eucharist at one table, as the concrete expression of full unity. … This is the goal of our ecumenical endeavours, which we wish to advance, also by renewing our commitment to theological dialogue.” [emphasis added]
Koch has also said that “in the Second Vatican Council, Martin Luther would have ‘found his own council'”, and that “the commemoration of the Reformation in 2017 can only be made in ecumenical communion.”

For Catholics, of course, intercommunion isn’t theologically possible. Yet in Germany, we have seen evidence that this is already taking place in a very public fashion. And with the advent of Magnum Principium, it will be far easier for regional implementations of liturgical change to take root without the “imposition” of corrections from the Congregation for Divine Worship.

The question therefore of what, if any, additional liturgical surprises Rome may have in store remains an open question.

This post has been updated to include the citation from the Council of Trent.
Steve Skojec


sábado, 28 de octubre de 2017

Festejando los 500 años (Michael Voris)

Duración 6:55 minutos

Cardenal Müller: "Es inaceptable decir que la Reforma Luterana fue un evento del Espíritu Santo"


Revolution: The Reformation was not a reform but a revolution, according to Cardinal Gerhard Ludwig Müller, the former Prefect of the Congregation for the Doctrine of the Faith, ousted by Pope Francis in July. Writing for La Nuova Bussola Quotidiana Müller explains that the Reformation totally altered the foundations of the Catholic Faith.

Not Corresponding to Reality: Müller states that the claim that the Reformation was only fighting against abuses or grievances in the Renaissance Church, does not correspond to reality. Quote: “Abuses and bad deeds have always existed in the Church, not only in the Renaissance, we have them also today”.

Luther Abandoned the Faith: Cardinal Müller mentions Luther’s famous writing “On the Babylonian Captivity of the Church”. From this book is clear that Luther – quote Müller – “left behind him all principles of the Catholic faith, of the Holy Scripture, of the Apostolic Tradition, of the magisterium of the Pope and the Councils, and of the bishops”.

Subjective Faith: With great clarity Cardinal Müller points out that Luther abolished five sacraments, altered the remaining two and replaced the objective effectiveness of the sacraments with a subjective faith.

No Event of the Holy Spirit: For Cardinal Müller, it is unacceptable to call the Lutheran Reformation an “event of the Holy Spirit” as did the Modernist secretary general of the Italian Bishops’ Conference Nunzio Galantino. Müller adds: “The Spirit does not contradict himself”. According to him, too many speak enthusiastically about Luther because they do not know what he said and did.


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El texto completo (en español) de lo que dijo el cardenal Müller en la Nuova Bussola Quotidiana puede leerse en una entrada anterior de este blog de título "Müller pone a Lutero en su sitio"

viernes, 27 de octubre de 2017

El Vaticano califica a Lutero de “testigo del Evangelio” y emitirá sellos con el rostro del heresiarca





Un polémico documento del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos equipara a San Ignacio de Loyola o San Francisco de Borja con Lutero, Calvino o Zwinglio.

“Los grandes reformadores como Martín Lutero, Ulrico Zuinglio y Juan Calvino, como también muchos que permanecieron católicos, como Ignacio de Loyola, Francisco de Sales y Carlos Borromeo, intentaron conseguir que la Iglesia occidental se renovara. Sin embargo, lo que debería haber sido una historia de la gracia de Dios, estuvo también marcada por el pecado de los hombres y se volvió una historia del desgarramiento de la unidad del pueblo de Dios. De la mano del pecado y de las guerras, la hostilidad mutua y la sospecha fueron creciendo a lo largo de los siglos.”

(Gabriel Ariza)

El Vaticano emite cada año unos sellos para celebrar la Navidad, la Pascua u otros hechos significativos de la Iglesia Católica.

Según ha informado la Oficina Filatélica y Numismática del Vaticano, este año se emitirá un sello con la imagen de Lutero para conmemorar los 500 años de la Reforma Protestante.


Los viajes del Papa Francisco por el mundo, el 90 aniversario del Papa emérito Benedicto XVI, o el Centenario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima son ejemplo de los sellos que emite el Vaticano cada año.

Cabe recordar que el pasado octubre (de 2016), el Papa Francisco colocó una estatua de Lutero en el Vaticano (aunque de forma temporal) con motivo del encuentro entre católicos y luteranos en el aula Pablo VI del Vaticano.

A continuación, mostramos algunas de las palabras que el Papa dijo durante el encuentro:
“No es lícito convencerlo de tu fe. El proselitismo es el veneno más potente contra el camino ecuménico”. 
En virtud de nuestro bautismo, [¿?] formamos un solo cuerpo”.
“Al final de este mes, me acercaré a Lund (Suecia). Haremos memoria, tras cinco siglos, del inicio de la reforma de Lutero y daremos gracias a Dios por los 50 años del diálogo entre luteranos y católicos”.

Sólo el cristianismo respeta a la mujer (Eulogio López)

Duración 1: 44 minutos

Cuando se acusa a los fieles a la doctrina católica de ser los ‘enemigos del Papa’ (Carlos Esteban)




Cardenales como Sarah y Burke, obispos como Luigi Negri o laicos como Gotti Tedeschi sufren permanentes ataques personales por parte de, casi siempre, los mismos, por defender la doctrina católica. Entre los agresores suelen estar los mismos: Spadaro, Tornielli, James Martin

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La Iglesia militante, la que pena y se arrastra en penumbras aquí abajo, sin ser del mundo, vive inmersa en él y sus fieles no son invulnerables a las modas y tendencias del mundo. Quizá por eso no sorprenda ver en el entorno eclesial el reflejo de un singular fenómeno que experimentamos cada día en el panorama político de Occidente.

Me refiero a cómo esa facción que se autodenomina progresista y que durante décadas ha clamado por la apertura y la flexibilidad, que ha demandado libertad de expresión y misericordia, que ha predicado la necesidad de cuestionar toda autoridad, al alcanzar el poder -y, no se engañen, son el poder, no importan las siglas-, cierran filas y buscan ahogar la más tímida disidencia, acallan toda voz crítica lanzándose sin piedad como una jauría contra el osado y hacen de la autoridad formal, que ahora es la suya, el criterio definitivo de verdad.

En el caso de la Iglesia, que es el que nos interesa aquí, los ejemplos abundan y arrecian en los últimos meses, demasiado numerosos para consignarlos todos, aun los de mayor peso. Hemos visto cómo, especialmente desde la publicación de la exhortación papal Amoris Laetitia, ha bastado que cuatro cardenales planteen a Su Santidad dudas razonables sobre el sentido de algunas partes del texto para que los teólogos de cámara salten a la palestra como movidos por un resorte para imponer silencio.

Más triste, quizá, ha sido la respuesta de los perros de presa de la nueva ortodoxia contra los firmantes de la ‘correctio filialis’, porque aquí no se ha cuidado ni ese ‘modicum’ de caridad o respeto reservado para los príncipes de la Iglesia. Curiosamente -o no-, la abrumadora mayoría de las críticas ha pasado por alto la sustancia de lo que allí se dice para centrarse en la supuesta insignificancia de quién lo dice y de su escaso número, como si alguno de los dos modos de combate fueran argumentos teológicos.

Son pocos, son de segunda fila, no cuentan, en suma.

¿Nombres de los atacantes? No faltan, pero no tenemos inconveniente en citar a algunos de los más denodados, desde el teólogo e historiador, vaticanista de la revista católica Commonweal Magazine, Massimo Faggioli, al redactor jefe de America, el órgano de los jesuitas en Estados Unidos, e incansable defensor de los derechos del colectivo LGTBI, padre James Martin, pasando por el director del jesuita Civiltà Cattolica, Antonio Spadaro, o el biógrafo de Francisco, Austen Ivereigh, sin olvidar al director de Vatican Insider Andrea Tornielli.

La paradoja en todos estos ataques y otros similares es que atacantes y atacados, críticos y defensores del status quo, parecen haberse intercambiado los papeles en una desconcertante comedia de las equivocaciones.

Quiero decir que quienes dan la voz de alarma ante innovaciones doctrinales que parecen aguar el mensaje lo hacen, no como disidentes o rebeldes, sino apoyados en la autoridad de una Tradición milenaria, mientras que quienes apelan a la autoridad del momento lo hacen en nombre de una ‘apertura’, de una ‘relativización’ del Depósito de la Fe en el que se basa, precisamente, la autoridad que esgrimen.

Pero los ataques no se circunscriben en absoluto a los firmantes de las Dubia o de la ‘correctio’, ni es la materia de la que se ocupa Amoris Laetitia el único campo de batalla en la aparente guerra sorda y no declarada para cambiar las prácticas eclesiales.

De hecho, uno de los personajes objeto de un gran número de críticas -el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ni es firmante de alguno de los textos en discordia ni puede decirse que sea, por temperamento o hábito, amigo de polémicas.

Y, sin embargo, se ha visto envuelto en una, a cuenta del motu proprio papal Magnum Principium, que deja en manos de los obispos locales la autoridad sobre las traducciones del canon de la misa. El texto es sorprendente, con independencia de su contenido, por el hecho de referirse a una cuestión litúrgica y prescindir en su redacción o supervisión del que podríamos llamar ‘ministro’ del ramo, el Cardenal Sarah.

Pero Sarah se ha sentido obligado, por razón de su cargo, a responder a las dudas que ha suscitado la enésima innovación papal, y ha escrito un comentario al motu proprio, interpretándolo en el sentido más acorde posible con la tradición, que ha sido rápida y tajantemente desautorizado por Su Santidad.

De hecho, el Pontífice ha ordenado a Sarah que escriba una rectificación y la envíe a las publicaciones que, como InfoVaticana, se habían hecho previamente eco de su comentario.

Otro de esos críticos que hoy es blanco de las críticas de los guardianes del nuevo poder -si se me excusa la vaga etiqueta- tiene el mérito de ser uno de los firmantes de la ‘correctio filialis’ sin ser clérigo, religioso o aun teólogo, Ettore Gotti-Tedeschi.

Gotti-Tedeschi, que fuera presidente del IOR, el banco vaticano, explicó en su momento a Infovaticana sus razones para firmar la ‘correctio filialis’, en la que una cuarentena de teólogos y pensadores exponían los graves errores que podían inferirse, sin una redacción más precisa, del texto de la exhortación papal.

Para Gotti-Tedeschi, la necesidad de aclaración era ineludible porque “preocuparse de las almas no es prerrogativa solamente de los curas, también de los laicos”. La necesidad era ahora especialmente acuciante porque “las verdades de la fe y los sacramentos son como un “dominó”: si cae uno, todo cae”, recordando que “en Amoris Laetitia tres sacramentos pueden vacilar”.

El banquero no quiere ver “enemigos” suyos en quienes atacan a los firmantes de la ‘correctio’, sino “enemigos del Papa”, que es exactamente de lo que ha sido acusado. En cualquier caso, añade, “temería más bien ser tomado por enemigo de la Iglesia de Cristo”.

Y si antes hablábamos de la paradoja de que sean tomados por disidentes y rebeldes quienes sólo quieren mantenerse fieles a la tradición, y por ortodoxos quienes se han complacido en jugar durante toda su carrera en la cuerda floja de la disidencia teológica, aún nos queda una nueva contradicción.

Así, estos mismos teólogos y clérigos progresistas que han hecho de cierto tercermundismo izquierdista una de sus banderas favoritas y que huyen como de la peste de la etiqueta de ‘eurocéntricos’, apenas logran disimular su desprecio intelectual por Sarah y otros prelados africanos… por ser africanos.

Es difícil interpretar de otro modo las palabras del cardenal alemán Walter Kasper, uno de los hombres de confianza de Francisco, en una entrevista concedida a la agencia católica de noticias Zenit.

Kasper empieza por decir que los católicos africanos “no deberían decirnos demasiado lo que tenemos que hacer”, y admite que no se les hizo el menor caso en el Sínodo sobre la Familia en materias como la homosexualidad, el divorcio y la vida de familia.

"África es totalmente diferente de Occidente", apunta Kasper. “También los países asiáticos y musulmanes, son muy distintos, especialmente sobre los gays. No se puede hablar de esto con los africanos o con la gente de países musulmanes. No es posible. Es un tabú”.

Repitiendo una pregunta que me hacía en un artículo anterior: 

¿Es ‘conspiranoico’ ver en todas estas señales un intento deliberado por ‘relativizar’ la doctrina católica, apoyado por fuerzas muy poderosas en su seno?  Y si fuera así, ¿con qué legitimidad se pueden aceptar cambios que, al relativizarlo todo, también hacen relativa la obligación de obedecer a los pastores?

“¡Nadie te escucha, Atanasio! El mundo entero está contra ti!”, dicen que le gritaban por las calles. Y el respondía: “Entonces, yo estoy contra el mundo”.

Carlos Esteban

Las brigadas bergoglianas reaccionan a la Correctio (Christopher A. Ferrara)



Por supuesto, era inevitable. Un grupo de clérigos, teólogos, académicos y políticos progresistas, muchos de los cuales han mostrado desacuerdos radicales con el Magisterio, crearon un sitio web llamado Pro Papa Francisco cuyo objetivo es defender al gigante Bergoglio contra sus opositores católicos, sobre todo los firmantes de la Correctio Filialis.

La Correctio, de la que soy uno de sus primeros firmantes, identifica “7 posiciones heréticas sobre el matrimonio, la vida moral, y la recepción de los sacramentos” que se han diseminado a lo largo de la Iglesia solo sobre la base de las novedades morales de Amoris Laetitia (AL). Entre estas propuestas inauditas, la principal es que las personas divorciadas vueltas a casar pueden recibir la absolución y la sagrada comunión sin abandonar sus relaciones sexuales adúlteras mientras “disciernen” su obligación moral dentro de “la complejidad concreta de los límites” (AL 303). En resumen, la ética casuística aplicada al sexto mandamiento, el cual no admite excepciones, para justificar las relaciones sexuales fuera del matrimonio, que son intrínsecamente malas y nunca permisibles, no importan las circunstancias. 

Citando a Juan Pablo II en Veritatis Splendor, cuya enseñanza, en línea con toda la tradición, hoy está siendo derrocada en la práctica, una diócesis tras otra:
Los preceptos negativos de la ley natural son universalmente válidos: obligan a todos y cada uno, siempre y en toda circunstancia. En efecto, se trata de prohibiciones que vedan una determinada acción «semper et pro semper», sin excepciones, porque la elección de ese comportamiento en ningún caso es compatible con la bondad de la voluntad de la persona que actúa, con su vocación a la vida con Dios y a la comunión con el prójimo. Está prohibido a cada uno y siempre infringir preceptos que vinculan a todos y cueste lo que cueste, y dañar en otros y, ante todo, en sí mismos, la dignidad personal y común a todos.
La Correctio demuestra además que, sin dejar lugar a dudas, Francisco ha fomentado que estas opiniones se diseminen en la Iglesia Católica gracias a sus declaraciones escritas y orales en favor de las mismas, y con su negativa a responder preguntas y solicitudes de cuatro cardenales y casi un millón de fieles relacionadas con AL.

El sitio Pro Francisco presenta una carta abierta a Francisco que deja en claro que los firmantes no están interesados en defender la fe, la Iglesia o incluso el papado, sino simplemente y tan solo a Francisco y sus novedades, precisamente porque rompen radicalmente con el auténtico Magisterio:
Querido y estimadísimo Papa Francisco,
Sus iniciativas pastorales y la justificación teológica de las mismas están actualmente bajo el ataque vehemente de un grupo de la Iglesia. Con esta carta abierta, deseamos expresar nuestra gratitud por su valiente y teológicamente sólido liderazgo papal.
En poco tiempo ha conseguido remodelar la cultura pastoral de la Iglesia Católica Romana de acuerdo con su origen en Jesús. Las personas heridas y la naturaleza herida le llegan directo al corazón. Percibe la Iglesia como un hospital de campaña en los márgenes de la vida. Le preocupa cada persona amada por Dios. En el encuentro con un otro, la compasión y no la ley, tendrá la última palabra. Dios y su misericordia caracterizan la cultura pastoral que usted espera de la Iglesia. Sueña con una “Iglesia madre y pastora”. Compartimos su sueño. 
Le pedimos que no se desvíe del camino que ha emprendido, y le aseguramos nuestro pleno apoyo y oración constante.
  • Sólo Francisco, entre todos los Papas de la historia de la Iglesia, se preocupa por los “heridos”. 
  • Sólo Francisco ve a la Iglesia “como un hospital de campaña en los márgenes de la vida” (lo que sea que esto signifique). 
  • Sólo Francisco se preocupa “por cada persona amada por Dios”. 
  • Sólo Francisco hará que “la compasión y no la ley” tenga la última palabra. 
  • Sólo con Francisco “Dios y su misericordia caracterizan la cultura pastoral”. 
  • Sólo Francisco, entre todos los Papas, sueña con “una Iglesia madre y pastora”, algo que seguramente no era antes de él.
Es decir, sólo Francisco parece listo para conseguir la grandiosa obra de transformar la Iglesia Católica en una secta liberal protestante que ni siquiera Lutero soñó con crear y que ciertamente podría considerar una horripilante perversión libertina de la religión cristiana.

Es obvio que estos progresistas radicales pro Papa—solo por este Papa—son unos hipócritas totales que rechazan el propio concepto de Romano Pontífice, cuyos pronunciamientos autorizados sobre la fe y la moral deben ser aceptados. Es menos obvio que al demandar obediencia al “valiente y teológicamente sólido liderazgo papal” de este Papa únicamente, promueven el mismo error teológico de otros dos sectores dentro de la Iglesia: los sedevacantistas y los neocatólicos.

Los tres grupos insisten en que un Papa no puede cometer un error sobre la fe y la moral en ningún documento papal que elija promulgar

Esa opinión deja de lado los límites estrictos de la infalibilidad papal y la vital distinción entre el Magisterio auténtico de dos mil años de vida, por un lado, y por otro lado las enseñanzas de un Papa en particular que ciertamente es capaz de equivocarse y por tanto de separarse del auténtico magisterio cuando no está hablando ex cathedra. La historia lo ha demostrado más de una vez, y Francisco es, a estas alturas, el mejor ejemplo histórico de la capacidad papal de equivocarse fuera del ámbito de las definiciones dogmáticas formales.

Cada uno de estos tres grupos utiliza esa teoría indefendible, pero por motivos diferentes:
Los progresistas demandan obediencia a Francisco porque es el Papa que estaban esperando, mientras que toman o dejan según su antojo las enseñanzas de los demás Papas. 
Los sedevacantistas necesitan un Papa inerrante e irresistible para afirmar que los Papas conciliares, habiendo errado en algún pronunciamiento o decisión, no pueden ser Papas. A los sedevacantistas les encanta sostener que los tradicionalistas deben obedecer indudablemente a los Papas conciliares en todo lo que declaren o rechazarlos totalmente como impostores, no habiendo via media por la que uno puede “reconocer pero resistir” a un Romano Pontífice descarriado en un caso particular. Ellos defienden una caricatura absurda y atemporal del papado, que lo convierte en una absoluta dictadura.
Los neocatólicos no pueden admitir que fallaron en reconocer la crisis eclesial tal como es—un quiebre catastrófico con la Tradición, aprobada o tolerada por los Papas conciliares—y por lo tanto elaboran una tortuosa “lectura ortodoxa” de las innumerables y dudosas afirmaciones o acciones papales, incluyendo las desastrosas novedades de Amoris Laetitia, para poder negar que tal crisis existe.
Podemos estar seguros de que los tres grupos actuarán como uno solo, denunciando toda crítica a las siempre crecientes novedades bergoglianas, sin importar de qué traten (incluyendo diaconisas, sacerdotes casados, inter-comunión con protestantes, y la “revisión” de Humanae Vitae, que según se dice, ya se encuentran en etapa de planificación). 

Es probable que el resultado sea—ciertamente ya ha comenzado—una persecución interna brutal de los defensores de la Tradición, no muy diferente a la que vivieron los seguidores de San Atanasio durante la crisis Arriana.

Prepárense para lo peor. Pero esperen lo mejor: si la Iglesia no es rescatada de las garras de Francisco y sus colaboradores, entonces después de él, cuando todo parezca perdido, toda esta crisis eclesial tendrá un final muy dramático. La restauración eclesial es inevitable porque el Espíritu Santo así lo quiere, aunque no vivamos para verlo.

Christopher A. Ferrara
(Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original)

La izquierda luciferina (Michael Voris)

Duración 10:26 minutos

La bofetada de Francisco al cardenal Sarah. Lo que ha sucedido entre bastidores (Sandro Magister)



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La carta con la que en los días pasados Francisco ha rebatido y humillado al cardenal Robert Sarah, prefecto de la congregación para el culto divino, es la enésima prueba de cómo este Papa ejerce su magisterio.

Cuando Francisco quiere introducir novedades, no lo hace nunca con palabras claras e inteligibles. Prefiere crear discusiones, poner en marcha «procesos» en los que se afirman poco a poco las novedades.

El ejemplo más lampante es "Amoris laetitia", de la que se dan interpretaciones y aplicaciones contrastantes, con enteros episcopados alineados en uno u otro frente.

Y cuando se le pide que aclare, se niega. Como en el caso de los cinco "dubia" que le presentaron cuatro cardenales, a los que no se dignó dar respuesta.

Pero cuando un cardenal como Sarah, autorizado por cargo y competencia, interviene acerca de un motu proprio papal que concierne a  la liturgia para dar la única interpretación que considera correcta y que, por lo tanto, es la única que debe llevar a cabo la congregación de la que es Prefecto, Francisco no calla, sino que reacciona con dureza, en defensa de esos pasajes del motu proprio –efectivamente, nada claros– que contienen las liberalizaciones que él tanto ama.

Es precisamente lo que ha sucedido en los días pasados.

Recapitulemos. El 9 de septiembre Francisco publica el motu proprio "Magnum principium" que concierne a las adaptaciones y las traducciones en lengua vernácula de los textos litúrgicos de la Iglesia latina.

Al definir el papel de la congregación para el culto divino en lo que atañe a las adaptaciones y las traducciones de los textos litúrgicos predispuestos por las conferencias episcopales nacionales y sometidos a la aprobación de la Santa Sede, el motu proprio distingue entre "recognitio" y "confirmatio", entre revisión y confirmación.

Pero dicha distinción no está explicada con claridad. Y, de hecho, rápidamente se han delineado dos frentes entre los expertos.

Hay quien considera que la "recognitio", es decir, la revisión previa por parte de Roma, concierne sólo a las adaptaciones, mientras que respecto a las traducciones la Santa Sede debe meramente dar una "confirmatio", es decir, su beneplácito.

Y hay quien considera que también en lo que atañe a las traducciones Roma debe realizar una cuidadosa revisión antes de aprobarlas.

Efectivamente, es lo que sucedía anteriormente y es por este motivo por lo que varias traducciones nuevas de los misales han tenido una vida laboriosa –como las de los Estados Unidos, Gran Bretaña e Irlanda– o están todavía pendientes de ser aprobadas por Roma, como son las de Francia, Italia y Alemania.

En particular, la nueva traducción del misal en alemán había sido criticada por el propio Benedicto XVI quien, en 2012, escribió una carta a los obispos, connacionales suyos, para convencerles que tradujeran con más fidelidad las palabras de Jesús en la última cena, en el momento de la consagración:


> Diario Vaticano / ¿"Por muchos" o "por todos"? La respuesta justa es la primera


Volviendo al motu proprio "Magnum principium", es importante advertir que ha sido redactado sin que el cardenal Sarah, prefecto de un dicasterio cuyos mandos intermedios hace tiempo que le son hostiles, tuviera conocimiento de ello.

El 30 de septiembre Sarah escribió al Papa Francisco una carta de agradecimiento acompañada por un detallado "Commentaire" cuyo fin era una correcta interpretación y aplicación del motu proprio, más bien restrictivo respecto a sus polivalentes formulaciones.

Según Sarah, "recognitio" y "confirmatio" son, de hecho, "sinónimos" o, de todas formas, "intercambiables a nivel de responsabilidad de la Santa Sede", cuya obligación de revisar las traducciones antes de aprobarlas sigue vigente.

Unos doce días más tarde, el "Commentaire" del cardenal apareció publicado en varios sitios web, lo que hizo pensar –dado el cargo del autor del "Commentaire"– que en Roma la congregación para el culto divino había actuado según sus indicaciones.

Esto irritó mucho al Papa Francisco que, el 15 de octubre, firmó una dura carta con la que desmentía al cardenal Sarah.
Una carta en la que el Papa asigna a las conferencias episcopales la libertad y la autoridad de decidir las traducciones, a la espera de recibir sólo la "confirmatio" final de la congregación vaticana.Y en cualquier caso –escribe el Papa– sin ningún "espíritu de 'imposición' a las conferencias episcopales de una determinada traducción realizada por el dicasterio" romano, también para los textos litúrgicos "relevantes" como las "fórmulas sacramentales, el Credo, el Pater noster".
La conclusión de la carta del Papa al cardenal es desabrida:
"Constatando que la nota 'Commentaire' ha sido publicada en algunos sitios web y erróneamente atribuida a su persona, Le pido amablemente que divulgue esta respuesta mía en los mismos sitios web, y que también la envíe a todas las Conferencias Episcopales, como a los miembros y consultores de este dicasterio".
Hay un abismo entre esta carta de Francisco y las cálidas palabras de estima expresadas por escrito al cardenal Sarah, hace unos meses, por el "Papa emérito" Benedicto XVI, que declaraba que estaba seguro que con Sarah "la liturgia está en buenas manos" y, por lo tanto, "debemos estar agradecidos al Papa Francisco por haber puesto a dicho maestro del espíritu como cabeza de la congregación responsable de la celebración de la liturgia en la Iglesia".
Es inútil decir que el motivo del choque entre Francisco y el cardenal Sarah no es marginal, sino que toca los fundamentos de la vida de la Iglesia según el antiguo lema: "Lex orandi, lex credendi".

Porque el "proceso" que Francisco quiere poner en marcha es, efectivamente, también el de cambiar – a través de la descentralización para que las Iglesias nacionales se ocupen de las traducciones y adaptaciones litúrgicas –, el orden total de la Iglesia católica, trasformándola en una federación de Iglesias nacionales dotadas de amplia autonomía, "incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal".

Palabras, éstas, de "Evangelii gaudium", el texto programático del pontificado de Francisco.

Palabras que sonaron enigmáticas cuando se publicaron en 2013. Hoy ya lo son menos.

Sandro Magister