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jueves, 10 de agosto de 2017

Doble vara de medir del papa Francisco: una con Trump y otra con Maduro (William McGurn)


Información encontrada en Secretum Meum Mihi y basada en The Wall Street Journal (la noticia es del 8 de agosto de 2017)

El periódico financiero comparó las duras expresiones públicas del Sumo Pontífice en contra del presidente Donald Trump y los Estados Unidos con la actitud con el déspota venezolano: "Han decidido evitar señalar por su nombre a Nicolás Maduro"




En medio del llamado de la Mesa de Unidad Democrática a un "trancazo" en todo Venezuela para hoy, martes, en rechazo a la Constituyente de la dictadura de Nicolás Maduro y de los preparativos de nuevas sanciones contra funcionarios del régimen chavista por parte del gobierno de los EEUU, el país petrolero continúa con una población civil ahogada por una grave crisis económica, política y social.

Las protestas diarias de los ciudadanos acumulan, en cuatro meses de manifestaciones, más de 140 personas muertas por la brutal represión de las fuerzas chavistas. La ONU denunció recientemente "tortura" y el "uso generalizado y sistemático de la fuerza excesiva" en Venezuela.

Mientras tanto, los principales periódicos de los EEUU han intensificado su reclamo por acciones concretas en lo que respecta a la crisis humanitaria en Venezuela. Independientemente de su línea editorial y de su postura pública frente a las distintas medidas implementadas por la administración Trump, tanto The New York Times como el Washington Post y The Wall Street Journal dedican de manera recurrente espacios en portada para abordar la problemática vinculada con el país sudamericano.

Fue justamente el periódico con foco en el mundo financiero, propiedad del conglomerado noticioso News Corp y fundado por Rupert Murdoch, que engloba, entre otros, al New York Post y a Fox Broadcasting Company, con su influyente cadena noticiosa Fox News, el último en denunciar las atrocidades del régimen de Maduro; pero, en esta ocasión, con el foco puesto en la tibia posición que han demostrado al respecto referentes mundiales de la talla del papa Francisco.

"Hable por Venezuela, papa Francisco" se titula la columna de opinión firmada por William McGurn, que no solo destaca la, hasta hace pocos días, falta de una postura pública y definida del Sumo Pontífice sobre la situación en Venezuela sino que, también, critica la dura posición del máximo representante de la Iglesia católica en la Tierra con respecto al presidente Trump.

"Cuando el papa Francisco quiere que aquellos a quienes desaprueba les llegue su mensaje, nunca le faltan las palabras; sobre todo cuando se trata de los EEUU" asegura McGurn. 


"Pero cuando se trata de la brutalidad del gobierno venezolano contra su propio pueblo, tanto el papa Francisco como el Vaticano han decidido, en gran parte, evitar señalar por su nombre a Nicolás Maduro".

La columna de opinión destaca que fue sólo cuando el reclamo popular masivo -marcado por las manifestaciones callejeras de los pasados cuatro meses que comenzaron a ganar notoriedad a nivel mundial- comenzó a hacerse imposible de callar, cuando el Vaticano finalmente se pronunció en contra de la Asamblea Constituyente de Maduro y los superpoderes de sus 545 miembros para reescribir la constitución y de esta manera poder perpetuarse indefinidamente en el poder.

El periódico marca la diferencia entre la postura expresada por obispos venezolanos, quienes han tuiteado recientemente una plegaria reclamando la liberación de su patria de las garras del comunismo y del socialismo, y la políticamente correcta expresión de "profunda preocupación" compartida por el Vaticano.

El autor recuerda cómo, tanto el papa Francisco e indirectamente el Vaticano, no se mostraron tan parcos a la hora de expresar su preocupación por el ascenso del presidente Trump como uno de los nuevos referentes de Occidente. "Ya sea mediante la sugerencia de que el señor Trump no es cristiano, el haber advertido el día de la asunción del republicano que el populismo puede llevar a Hitler o inferir públicamente que la economía de los EEUU mata, el papa Francisco nunca dudó en mostrar su argot de desagrado".

La columna también habla sobre un supuesto "malentendido histórico" que habría llevado a países pobres y católicos de Latinoamérica a culpar a "su vecino acaudalado y protestante del Norte" por todos sus males. Para justificar dicha teoría, el Wall Street Journal hace referencia a las declaraciones del mes pasado del papa Francisco, quien acusó a los EEUU de tener "una visión distorsionada del mundo".

El autor destaca que antes de ser elegido papa, Jorge Mario Bergoglio fue objeto de duras criticas y cuestionamientos por mostrarse apático y no "criticar adecuadamente" al régimen militar que ejercía control absoluto sobre su Argentina natal durante su ejercicio como referente de la comunidad jesuita.

"Hoy día los curas y obispos católicos desafían con coraje al régimen venezolano, que ha secuestrado la que era la nación más rica de todo Latinoamérica y ha llevado a su gente a la pobreza y el despotismo" afirma McGurn. 

"En estos tiempos tan oscuros ¿acaso no merece el castigado pueblo de Venezuela algo de inspiración pública del primer papa latinoamericano?".

William McGurn

miércoles, 9 de agosto de 2017

Del "Arte callejero" a la "Teología callejera". Las dos caras del Papa superhéroe (Sandro Magister)



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Desde hace algunas semanas en los negocios de recuerdos de la plaza San Pedro y alrededores están en venta camisetas con la figura de Francisco vestido de “Superpapa”.

La efigie no es nueva. Apareció en el 2014 en un muro de via Plauto, a dos pasos del Vaticano, y pocas horas después fue retirada. Pero hizo célebre a su autor, Mauro Pallotta, de 45 años de edad, romano, que utiliza el nombre artístico de Maupal. Y desde entonces tiene mucho éxito en la página web:


El pasado mes de octubre Maupal ha representado de nuevo al Papa en un nuevo mural, en un callejón del Campanile, esta vez jugando al ta-te-ti, dibujando el símbolo de la paz, con un guardia suizo actuando como custodia. También este nuevo diseño fue retirado a las pocas horas, pero entonces ya había entrado en la historia:


Así, cuando una empresa de moda llegó a reproducir en una camiseta el primero de los dos diseños, nadie en el Vaticano opuso resistencia. Más aún, monseñor Dario Viganò, prefecto de la neonata Secretaría de las Comunicaciones y muy cercano al Papa, expresó plenamente su elogio. El que, por cierto, coincidió con el del artista, según el cual el papa Francisco es "un hombre que con su simplicidad y gran apertura a las necesidades reales de la gente infunde confianza y esperanza, de la misma manera que lo hace un superhéroe".

Asegurados a Maupal los derechos de autor, la empresa recorrió con éxito el proceso para las necesarias autorizaciones vaticanas, con un contrato regular y con el beneplácito de la Secretaría de Estado.

A cambio del permiso para comercializar la imagen de Francisco como "Superpapa", la Santa Sede logró que el 9% del precio de venta de cada camiseta sea depositado en el Óbolo de San Pedro, es decir, en la alcancía de las ofrendas hechas directamente al Papa desde todas partes del mundo.

Hasta aquí no hay ninguna sorpresa, con un papa como Jorge Mario Bergoglio en simbiosis perfecta con los mecanismos mediáticos y publicitarios.

Pero hay un libro, editado hace un año, que desde la portada, también ella inspirada polémicamente en el arte callejero, plantea serios interrogantes sobre la bondad de esta festiva adhesión del Papa reinante a los cánones comunicativos habituales:


El autor, Enrico Maria Radaelli, discípulo del filósofo suizo Romano Amerio, es una de las voces más cultas de la crítica teológica a las derivaciones de la Iglesia Católica, desde el Concilio Vaticano II hasta hoy. Lleva a cabo un buen juego, al mostrar cómo con el papa Francisco esa derivación no es solamente de imagen, sino sobre todo de doctrina.

Para él la "teología callejera" personificada por Bergoglio y por su magisterio ésta en la teología clásica, así como el "Arte callejero" de un Kendridge o de un Basquiat – o por qué no, de un Maupal – está en el arte inmortal de un Giotto o de un Miguel Ángel.

Sandro Magister

lunes, 7 de agosto de 2017

La transfiguración del Señor: Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre

Duración: 46:39 minutos

El padre Alfonso explica con claridad meridiana cómo ha de ser la relación de un cristiano con Jesucristo, una relación con una sola Persona que es divina (el Verbo de Dios, que es Dios mismo) pero que, habiendo asumido sobre sí la naturaleza humana, desde ese mismo momento es también verdaderamente hombre, uno de nosotros. Y, porque así Él lo ha querido, podemos hablar de Jesús como nuestro Dios y Señor, que lo es, pero sabiendo que es también nuestro amigo. Esto es misterioso, pero es real; y es posible porque tenemos su Espíritu, que es quien nos permite acudir a Jesús, al único Jesús, como nuestro Señor y como nuestro amigo

Nos encontramos, en esta charla, ante una lección de profunda teología que no podemos dejar de escuchar, tanto por lo que dice como por la autenticidad y la verdad que se percibe en estas palabras

domingo, 6 de agosto de 2017

Se ha desplazado del cristianismo a la Persona de Jesús (Padre Alfonso Gálvez)

Duración 6:56 minutos


En la siguiente entrada se puede escuchar una charla completa sobre la Transfiguración del Señor en el monte Tabor.

Radicalidad en el amor a Jesucristo, esencial al cristiano, aun cuando ello le lleve a la muerte (Padre Santiago Martín)

Duración 16:57 minutos

El futuro de Venezuela (P Santiago Martín)

Duración 7:47 minutos

La izquierda en la Iglesia (Michael Voris)

Duración 6:42 minutos

El papelón diplomático de Francisco



El documento original se encuentra en el periódico Clarín



sábado, 5 de agosto de 2017

La Secretaría de Estado del Vaticano emite un comunicado sobre Venezuela


Aunque se ha pronunciado bastante tarde, después de haberlo hecho muchas otras organizaciones y países del mundo, al final aparece la noticia del Vaticano sobre Venezuela, en la página web correspondiente


viernes, 4 de agosto de 2017

El Concilio Vaticano II y el mensaje de Fátima (por Roberto de Mattei)



Rorate Caeli, Corrispondenza Romana y otras webs católicas han difundido una excelente conferencia de monseñor Athanasius Schneider titulada «Interpretación del Concilio Vaticano II y su relación con la crisis actual de la Iglesia». Según el obispo auxiliar de Astaná, el Vaticano II fue un concilio pastoral y sus textos deben leerse y juzgarse a la luz de la enseñanza perenne de la Iglesia.

De hecho, «desde un punto de vista objetivo, las afirmaciones magisteriales (del Papa y de los concilios) con carácter definitivo tienen más valor y más peso comparados con las de naturaleza pastoral, que son de por sí mudables y temporales en función de las circunstancias históricas o de situaciones pastorales circunscritas a un momento determinado, como sucede con la mayoría de las declaraciones del Concilio Vaticano II».

Al artículo de monseñor Schneider ha seguido la publicación, el pasado 31 de julio, de un equilibrado comentario del padre Angelo Citati FSPX, según el cual la postura del obispo alemán recuerda mucho a la que constantemente reiteró monseñor Marcel Lefebvre: «Decir que evaluamos los documentos del Concilio a la luz de la Tradición quiere decir, evidentemente, tres cosas inseparables: que aceptamos los que se ajustan a la Tradición, interpretamos según la Tradición los que son ambiguos y rechazamos los que son contrarios a la Tradición» (Monseñor M. Lefebvre, Vi trasmetto quello che ho ricevuto. Tradizione perenne e futuro della Chiesa, edición de Alessandro Gnocchi y Mario Palmaro, Sugarco Edizioni, Milán 2010, p. 91).

Al haberse publicado en el sitio oficial del distrito italiano, el artículo del P. Citati nos ayuda también a entender cuál podría ser la base para un acuerdo que regularizase la situación canónica de la Fraternidad San Pío X. Hay que añadir que, a nivel teológico, se pueden y deben hacer todas las distinciones para interpretar los textos del Concilio Vaticano II, que fue un concilio legítimo: el vigésimo primero de la Iglesia Católica. Sus documentos podrán calificarse a veces de pastorales o dogmáticos, de provisionales o definitivos, de conformes a la Tradición o discordantes con ella.

En sus últimas obras, monseñor Brunero Gherardini nos brinda un ejemplo de lo claro que puede ser un juicio teológico cuando se quiere ser preciso (Il Concilio Vaticano II un discorso da fare,Casa Mariana, Frigento 2009 e ID., Un Concilio mancato, Lindau, Turín 2011). Para el teólogo, cada texto tiene un carácter particular y un grado distinto de autoridad y fuerza persuasoria. Por tanto, el debate sigue abierto.

Ahora bien, a nivel histórico, el Concilio Vaticano II constituye un bloque macizo: posee unidad, una misma esencia y naturaleza. Teniendo en cuenta sus raíces, su desarrollo y sus consecuencias, puede calificarse como una revolución de la mentalidad y el lenguaje que ha alterado profundamente la vida de la Iglesia, desencadenando una crisis religiosa y moral sin precedentes. Si el juicio teológico puede ser vago y general, el histórico es implacable y sin apelación. El Concilio Vaticano II fue algo más que un concilio frustrado o fallido: fue una catástrofe para la Iglesia.

Ya que este año se cumplen cien de las apariciones de Fatima, centrémonos en ello. Cuando se inauguró el Concilio en octubre de 1962, los católicos de todo el mundo esperaban la revelación del Tercer Secreto y la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. El Ejército Azul de John Haffert (1915-2001) había emprendido hacía años una activa campaña con este fin.

¿Qué mejor ocasión para Juan XXIII (fallecido el 3 de junio de 1963), Pablo VI y los aproximadamente 3000 obispos reunidos con ellos en el corazón de la Cristiandad de cumplir de manera unánime y solemne los deseos de la Virgen? El 3 de febrero de 1964, monseñor Geraldo de Proença Sigaud entregó personalmente a Pablo VI una petición firmada por 510 prelados de 78 países que imploraba que el Sumo Pontífice, en unión con todos los obispos, consagrase el mundo, y de modo explícito a Rusia, al Inmaculado Corazón de María. El Papa y la mayoría de los padres hicieron caso omiso de la petición. De haberse llevado a cabo ésta, habrían llovido gracias sobre la humanidad. Se habría emprendido un movimiento de regreso a la ley natural y cristiana.

El comunismo habría caído con muchos años de antelación, y no de modo ficticio sino auténtico. Rusia se habría convertido y el mundo habría conocido una época de paz y de orden. La Virgen lo había prometido. La frustrada consagración ha permitido que Rusia siga difundiendo sus errores por el mundo y que dichos errores alcancen la cúpula de la Iglesia, atrayendo con ello un terrible castigo para toda la humanidad. Pablo VI y la mayoría de los padres del Concilio tomaron sobre sí una responsabilidad histórica cuyas consecuencias podemos evaluar actualmente.

Roberto de Mattei

(Traducido por J.E.F)

jueves, 3 de agosto de 2017

El Papa Francisco condena a los católicos “fanatizados” con la claridad doctrinal (comentado por José Martí)


Duración 1:46 minutos

Debajo presentamos fragmentos de la homilía del papa Francisco en Casa Santa Marta el viernes 19 de mayo de 2017 ... el mismo día de los discursos de los firmantes de la dubia, el cardenal Burke y el cardenal Caffarra, en el Foro Romano por la Vida.

¿Es ésta la respuesta del papa Francisco a las ‘Dubia’ de los cuatro cardenales?:

“Entonces nos enfrentamos con dos grupos de personas. El grupo de los apóstoles que quieren discutir el problema y los otros [¿éstos son también apóstoles?] que van y crean problemas, dividen, dividen a la Iglesia. Dicen que lo que predican los apóstoles no es lo que dijo Jesús, y que no es la verdad.”

“Han habido muchos [concilios], hasta el Vaticano II, que clarificaron la doctrina: por ejemplo, cuando recitamos el Credo, es el resultado de concilios que definieron la doctrina … Es un deber de la Iglesia clarificar la doctrina para que se comprenda mejor lo que Jesús dijo en los Evangelios, o cuál es el espíritu de los Evangelios ... “ 


[Esto es completamente cierto]

“Pero siempre existió aquella gente que sin ningún cargo va a turbar a la comunidad cristiana con razonamientos que trastornan a las almas 


[Si un razonamiento busca la verdad, sinceramente, no puede trastornar a las almas sino conducirlas a Jesús. La razón es para usarla, para eso nos la ha dado Dios. Y no se contrapone a la fe] 

‘Eh, no. Éste que ha dicho eso es herético, aquello no se puede decir, aquello no, la doctrina de la Iglesia es ésta …”. 

[El problema no es que digan eso o que dejen de decirlo sino la vedad de las cosas; si al decir que algo es herético, realmente lo es ... si al decir que la doctrina de la Iglesia es ésta, están diciendo la verdad, ¿de qué se les puede acusar?]  

Son fanáticos de cosas que no son claras [¿?] , como estos fanáticos que iban allí sembrando cizaña para dividir a la comunidad cristiana [no sé a qué fanáticos se refiere aquí el papa Francisco]. Y éste es el problema: cuando la Doctrina de la Iglesia, la que viene del Evangelio, la que se inspira en el Espíritu Santo – porque Jesús dijo: ‘Él les enseñará y les hará recordar lo que yo he enseñado’ – aquella Doctrina se vuelve ideología. Y ésta es la gran equivocación de esta gente.” 

[Eso es cierto; la Doctrina no puede convertirse en ideología, pues en éstas la verdad no cuenta; sólo el poder. Los ideólogos buscan imponerse, imponer sus ideas, sus prejuicios, olvidándose del bien común. Y lo hacen con violencia (física o moral) descalificando a quien no se somete a su pensamiento. Piensan que la verdad no existe sino que se construye o se inventa. Las ideologías surgen cuando se niega la posibilidad de la Metafísica y la existencia de la verdad. A ello se debe, en buena parte, la crisis por la que atraviesa tanto el mundo como la Iglesia, desde la Ilustración, con la filosofía moderna de Kant y el abandono de la filosofía perennis de Santo Tomás de Aquino]

“No debemos temer cuando escuchamos las opiniones de los ideólogos de la doctrina. La Iglesia tiene su propio Magisterio, el Magisterio del Papa, 


[ Esto no está bien expresado, a menos que se refiera al papado y a la Tradición constante de la Iglesia y no a lo que se le pueda ocurrir a cualquier papa]

de los obispos, de los concilios, y debemos ir por el camino que viene de la predicación de Jesús, y de la enseñanza y asistencia del Espíritu Santo, que está siempre abierto, siempre libre … ésta es la libertad del Espíritu, pero en la Doctrina … la Doctrina une, los Concilios siempre unieron a la comunidad cristiana … la ideología divide … para ellos la ideología es más importante que la Doctrina: ellos dejan de lado al Espíritu Santo.” 

[Hay que tener en cuenta que, precisamente porque el Espíritu es libre y sopla donde quiere, nadie puede pretender poseer y apropiarse de ese Espíritu, nadie puede hablar de las sorpresas del Espíritu si tales sorpresas son, en realidad, los propios pensamientos; y éstos, para colmo, se alejan de la Doctrina. Ésa es la señal evidente de que tales "sorpresas" no son las del Espíritu no, al menos, las del Espíritu de Jesucristo, las del Espíritu Santo.

¡Qué bueno sería que Francisco indicara con claridad a quiénes se refiere cuando dice "ellos"! ¿Quiénes son ellos? ... ¿Nos estamos refiriendo, tal vez, al cardenal Kasper, al cardenal Marx, al cardenal Schönborn?. No, no tendría mucho sentido que así fuera, puesto que éstos son los encargados de interpretar las palabras del papa; si fuesen ellos, entonces sería él mismo; y es absurdo que tire piedras sobre su propio tejado: ¡se estaría acusando, entonces, a sí mismo, de ideólogo, siendo así que, en su homilía, ataca a los que, según él, son ideólogos! 

Pero si no hablamos de Schonborn, ni de Kasper ni de ninguno de los cardenales que está nombrando, con claras ideas modernistas, ¿qué otra posibilidad hay? ¿En quienes piensa Francisco? Debería de ser más claro, para saber a qué atenernos. 

Y no sé por qué se me vienen a la mente los cuatro cardenales (hoy sólo tres, por el fallecimiento de uno de ellos) que le plantearon las Dubia con respecto a la correcta interpretación de la Amoris Laetitia; y todos aquellos que defienden a estos cardenales... no sé por qué, la verdad. 

Claro está que si eso es así, dado que ellos sólo han pedido, con sumo respeto y cariño, una aclaración con relación al significado exacto de algunos términos ambiguos de la exhortación apostólica Amoris Laetitia; y todo para que resplandezca la verdad y para que los fieles cristianos sepan a qué atenerse ...; digo, que si está pensando en ellos, nada tiene sentido, pues su fidelidad a la Iglesia de Siempre es bien clara y manifiesta y de todos conocida: no son ideólogos en absoluto, sino que se mantienen fieles a la Doctrina, al Magisterio Perenne de la Iglesia (el Papado) y a la Tradición. 

No hay más que fijarse en lo que dijo Jesús: "TODO el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y quien se casa con la repudiada por su marido, comete adulterio" (Lc 16, 18). Y esto es lo que ellos afirman que debe de seguir siendo, pues nadie puede cambiar las palabras de la Biblia. De ideólogos nada. ¿A quiénes se refiere entonces Francisco? Pues váyase usted a saber: tal vez , casi con toda seguridad, se refiera a ellos, pero utiliza un léxico que no es apropiado y que no tiene que ver nada con la realidad, a menos que se trata de un "nuevo insulto" a los que ya nos tiene acostumbrados, cada vez que "se supone" que se refiere a "los cristianos rígidos". Pero sigamos.

En Amoris Laetitia se habla de situaciones irregulares (que no pecados) y de que, con el debido discernimiento, "es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado (...) se pueda vivir en gracia de Dios" (núm 305 de AL) ... "y en ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos", destacando que "la Eucaristía no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles" (nota 351 de AL).

Pero tal afirmación va en contra del Fundador de la Iglesia, esa Iglesia a la que ellos guardan fidelidad y obediencia, la Iglesia de dos mil años; el adulterio fue condenado por Jesucristo EN TODOS LOS CASOS. Y así lo ha sido siempre ... hasta que llegó la Amoris Laetitia ... Ergo, algo falla. La Amoris Laetitia es contraria a la Fe.

Los cuatro cardenales han actuado bien planteando sus Dubia, pues les preocupa la salvación de las almas de los fieles cristianos; saben muy bien que Dios les va a pedir cuentas en el día del Juicio Final acerca de lo que hicieron y, sobre todo, de lo que no hicieron. Si hubiesen callado y se hubieran avergonzado de su Maestro por el miedo al qué dirán o porque los puedan destituir o por cualquier otra razón, ello habría supuesto un grave mal para la Iglesia, para todos los fieles cristianos. Y, puesto que son conscientes de su grave responsabilidad ante Dios, por eso han hablado ... (aquí y aquí) ¡Y ojalá que lo hubieran hecho antes! Aunque hay que decir, en su favor, que este conocimiento público lo tenemos porque Francisco no les ha contestado a ninguna de sus dos cartas. Esto es algo que no dicen quienes los acusan de que tendrían que habérselo comunicado al Papa en privado: ¡Lo hicieron, pero obtuvieron la callada por respuesta! 

UNO CON UNA Y PARA SIEMPRE, HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE. Esto es el matrimonio cristiano, elevado a la categoría de sacramento por el mismo Jesús. Ésta es la Doctrina de la Iglesia. Estos cardenales y aquellos que los apoyan no son ideólogos, sino que aman la verdad, aman a Jesucristo; y se juegan todo por Él. Son dignos de admirar y de imitar. No es el caso de otros cardenales, como Kasper y Schönborn, por ejemplo, que consideran la AL como un acto de Magisterio, cuando no lo es. Éstos son los ideólogos ... 

Y con todo el respeto que me merece su Santidad, por el puesto que ocupa, considero que está cometiendo un grave error ideológico, condenando como ideólogos a los que son fieles y obedientes a la Doctrina y, en cambio, alabando a los que son fieles a Su Santidad (que no a Jesucristo), como si todo lo que dice su Santidad tuviese el carácter de infalible, lo cual es falso, como cualquiera sabe (o debería de saber). 

Hay aquí algo que falla ... y que saldrá a relucir, tarde o temprano, más bien temprano que tarde ... pues de Dios nadie se burla; y digo esto con el mayor respeto del que soy capaz. La Palabra de Dios no puede ser alterada por NADIE, ni siquiera por un Papa]

Hoy es mi deber pedir la gracia de una obediencia madura al Magisterio de la Iglesia, la obediencia a lo que la Iglesia ha enseñado siempre, y continúa enseñándonos 


[¿Es verdad lo que leen mis ojos? ¿De veras se está enseñando hoy lo que la Iglesia siempre ha enseñado? Umm...]. 

Se desarrolla en los Evangelios, se explica cada vez mejor, en fidelidad a Pedro, los obispos y, en última instancia, al Espíritu Santo que guía y apoya este proceso … recemos por aquéllos que transforman la doctrina en ideología, para que el Señor les de la gracia de la conversión a la unidad de la Iglesia, del Espíritu Santo y de la verdadera doctrina.” 

[ No sé por qué, pero esto me anima a rezar por el Papa, porque -a mi modo de ver y de entender- quien está transformando la doctrina en Ideología es el propio Francisco ... Insisto ... ¡a mi modo de ver, constatando el alto grado de confusión que existe hoy en la Iglesia! ]

L’Osservatore Romano, ed. quotidiana, Anno CLVII, n.116, 20/05/2017,

(Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original)



José Martí

¿Por que no se habla del Juicio Final? (Bruno Moreno)



El domingo pasado fui a Misa a una de esas parroquias que tienen libritos en los bancos con las lecturas de cada domingo. Los libritos resultan útiles, ciertamente, sobre todo cuando los lectores tienen lo que yo llamo el carisma antipentecostal, es decir, la asombrosa cualidad de resultar incomprensibles para los habitantes de todas las naciones de la tierra, incluida la propia.

El caso es que, merced al libro, además de poder enterarme de lo que se estaba leyendo, me di cuenta de algo muy curioso sobre la lectura del Evangelio de ese día.

Como sabrán los lectores, hay veces en que el Evangelio del día es muy largo y el leccionario litúrgico da al sacerdote la opción de abreviarlo un poco, poniendo una parte entre paréntesis que puede leerse o no, a juicio del celebrante. Por ejemplo, el quinto domingo de cuaresma (en el ciclo A) se lee la resurrección de Lázaro. La lectura completa abarca casi todo el capítulo 11 del Evangelio de San Juan, los versículos 1 a 45. Para que no se haga muy larga, el leccionario ofrece la posibilidad de suprimir todo lo “accesorio” y menos importante, como la conversación anterior con los discípulos y su miedo a ir a Judea, y dejar la lectura en los versículos 3 a 7, 17, 20 a 27 y 33 a 45. Es decir, se pasa de 45 versículos a 27, algo más de la mitad del original.

Esto de acortar las lecturas siempre me ha parecido una posibilidad algo absurda, porque la diferencia puede ser de un par de minutos, pero haciendo un esfuerzo se puede comprender. Lo que resulta mucho más difícil de comprender es lo del domingo pasado.

El domingo, que era el decimoséptimo del tiempo ordinario, el leccionario ofrecía también la opción de acortar el Evangelio (en varios países, no sé si en todos). ¿Por qué se daba esa opción en este caso? No era por la longitud, porque la versión “larga” era de solo 8 versículos, es decir, una lectura muy breve (la versión “corta” no tiene más que tres versículos). La gran mayoría de los Evangelios que se leen en las Misas dominicales son más largos que la versión “larga” del pasado domingo y no se acortan. ¿Por qué entonces esta lectura tan breve sí que se acortaba?

La única explicación imaginable es que a los que compusieron el leccionario les pareció que quizá no conviniese leer la parte que habla del juicio final y el infierno. Los redactores decidieron que siempre había que hablar de que el reino de los cielos era como un tesoro escondido o una perla preciosa y de la alegría de encontrarlos. Sin embargo, creyeron que no era necesario recordar que el reino de los cielos es como una red que recoge toda clase de peces y que, cuando está llena, la arrastran a la orilla para guardar los peces buenos en cestos y tirar los malos. Consideraron que no hacía falta repetir que lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

Es decir, dos de las verdades más olvidadas y rechazadas de nuestra fe y alguien decide que es mejor que no se lean mucho. Precisamente una de las partes del Evangelio que más necesitan escucharse se puede omitir, quizá porque no es tan “positiva” y feliz como el resto. Justamente lo que el mundo ridiculiza, nosotros lo callamos hasta en las iglesias, de modo que los cristianos nunca puedan estar preparados para defenderlo. El mundo camina hacia el abismo y nosotros preferimos no hablar de ese abismo, no sea que alguien se libre de caer en él.

No hay nada de raro en que, por ejemplo, José Antonio Pagola no mencione nunca en sus comentarios las verdades difíciles de nuestra fe, porque con ello no hace más que seguir el ejemplo que ha recibido. Basta leer su comentario al Evangelio de ese domingo para ver que Pagola da por sentado que no se va a leer más que lo de la perla y el tesoro escondido. ¿Cómo no va a concluir, de forma netamente pelagiana, que el “gran proyecto” de Dios es “hacer un mundo más humano”?

¿Cómo nos va a extrañar que una serie de predicadores no hablen nunca del Juicio Final, si el mismo leccionario se lo facilita? ¿Cómo no va a haber multitud de fieles que no crean en el infierno si puede que ni siquiera hayan oído nunca las partes de la Escritura que hablan de ello?

A muchos en la Iglesia les avergüenza una buena parte de la fe y hacen como si no existiera. El problema está en que, no pocas veces, se trata de los encargados de enseñar esa fe a los fieles. El enemigo está dentro y el resultado está a la vista: descristianización, apostasías por millones y aún más millones que permanecen teóricamente en la Iglesia aunque su mente y su corazón hace tiempo que ya están lejos de ella. ¿Qué más necesitamos para despertar de este sueño? Así no podemos seguir.

Bruno Moreno

martes, 1 de agosto de 2017

¿Cuándo va a hablar el Papa de Venezuela?



Secretum Meum Mihi recoge la noticia del diario Clarín, la cual copio a continuación:



OBJETIVO "1984": Respuesta cristiana y triunfo definitivo de Jesucristo (por José Martí) [6 de 6]

Nosotros, cristianos por la gracia de Dios, sí tenemos una respuesta que Winston no supo (¡no podía!) darle a O'brien: 

Frente a un mundo de mentiras, nosotros tenemos las armas necesarias para combatirlo, para su propio bien. Jesucristo ha conseguido ya la victoria para nosotros"En el mundo tendréis tribulación. Pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33). Pero esta victoria, para hacerla efectivamente nuestra, debe de ser por medio de Él, viviendo su Vida en nosotros y estando junto a Él. Tenemos, pues, que poner de nuestra parte. Dios salva a aquellos que desean ser salvados y ponen los medios para ello. Un medio esencial es la fe. Sin ella estamos perdidos, pues "ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5, 4). Según las palabras del mismo Jesús, sabemos que "¡todo es posible para el que cree!" (Mc 9, 23). Razón de más para que le pidamos a Jesús esa fe que tanto necesitamos: "Creo, Señor, pero aumenta mi fe" (Mc 9, 24).

El amor a la verdad es lo único que nos puede salvar; esa verdad que es el propio Cristo: "Yo soy la Verdad" (Jn 14, 6). La union con Él es esencial"Si permanecéis en mi Palabra, seréis en verdad discípulos míos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres"(Jn 8,32). En cambio, "todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8, 34).

¡Jesucristo es el Señor! Y la victoria final será suya, aun cuando ahora es el momento de la oscuridad y de la fe

Pero eso mismo es motivo de alegría porque una fe probada se fortalece y nos hace crecer en el amor de Dios, ese Dios único manifestado en la Persona de su Hijo el cual, haciéndose hombre, uno de nosotros, sin dejar de ser Dios, nos ha dado la posibilidad de ser uno con Él, con una unión real, que es pura gracia, y que nos hace partícipes de la naturaleza divina: unidos al Hijo, por el Espíritu Santo que se nos ha dado, y en el seno de la Iglesia (Cuerpo Místico de Cristo) podemos dirigirnos a Dios y llamarle realmente Padre, una prerrogativa que lo es sólo de los católicos ... y no por nuestros méritos, sino por su gran amor hacia nosotros, amor incomprensible pero real. De ahí que para un católico su verdadera Patria es el cielo. Aquí estamos de paso. Somos peregrinos. Pero desde ahora somos ya dichosos de poder padecer por el Nombre de Jesús, como hicieron los apóstoles. Es un modo de manifestar nuestro amor a Aquél que tanto nos ha amado, cual es el de compartir su propia Vida: "Si me persiguieron a Mí también os perseguirán a vosotros" (Jn 15, 20).

De modo que, puesto que sólo mediante la fe podemos vencer al mundo y escapar de
esta ingeniería social que padecemos y que cada vez se parece más a la novela 1984 de Orwell, es preciso que, con carácter de urgencia, volvamos nuestra mirada a Jesús, el Único que nos puede dar las fuerzas que vamos a necesitar para afrontar la situación actual que está atravesando la Iglesia y, en general, el mundo entero.

Mientras nos mantengamos unidos a Jesús nada podemos temer ni nada malo nos puede ocurrir, pues "TODAS LAS COSAS contribuyen al bien de los que aman a Dios" (Rom 8, 28). Claro está: necesitamos tener su Espíritu en nosotros, sin el cual estaríamos perdidos del todo, pues "nuestra lucha no es contra la sangre y la carne, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos que están por las regiones aéreas" (Ef 6, 12). Y aunque esto no es algo que podamos conseguir por nosotros mismos, Jesucristo nos da, sin embargo, la solución para lograrlo. Una solución que, en realidad, es bastante sencilla: no tenemos que hacer sino pedirlo. Así dice: "Si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo piden?" (Lc 11, 13). Eso sí: tenemos que pedir con confianza y con un corazón sencillo: "Pedís y no recibís porque pedís mal, para malgastarlo en vuestras pasiones" (Sant 4, 3). Debemos pedir aquello que realmente nos conviene, que coincide con lo que Dios quiere para nosotros. Y no es necesario hablar mucho, sino orar en silencio, porque -así nos lo dice Jesús- "vuestro Padre sabe de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis" (Mt 6, 8). 


¿Es posible vencer el mal? Lo es, pero no sin sufrimiento. ¿Por qué el sufrimiento? ... ¡A causa del pecado! El misterio del pecado es también el misterio del mal en el mundo. Jesucristo nos lo recuerda en múltiples ocasiones: "Es preciso que el Hijo del Hombre sufra mucho ..." (Lc 9, 22). Y nos dice, además, que "el discípulo no está por encima de su Maestro ... ; al discípulo le basta llegar a ser como su Maestro" (Mt 10, 24.25). Y todo ello con vistas a prepararnos para lo que nos espera si es que, de verdad, queremos ser sus discípulos: "Si me persiguieron a Mí también os perseguirán a vosotros" (Jn 15, 20).

Y, sin embargo, esta victoria del mundo es sólo aparente y es permitida por Dios como una prueba que debe servir para aquilatar nuestra fe y nuestra confianza en Él, a pesar de todas las contrariedades y de todos los obstáculos -del tipo que sean- que nos encontremos: ¡que los habrá! Debemos de tener muy claro y no perder nunca de vista (tanto en nuestra mente como en nuestro corazón) que "nada hemos traído a este mundo, y nada tampoco podremos llevarnos de él" (1 Tim 6, 7). Y, lo más importante, que nos recuerda san Pablo, de nuevo: "Ya no sois extraños y advenedizos, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y de los Profetas, siendo la piedra angular el mismo Cristo Jesús, sobre quien toda edificación bien trabada se alza para ser templo santo en el Señor, en quien también vosotros sois juntamente edificados para ser morada de Dios por el Espíritu" (Ef 2, 19 - 22). 

Por una parte, "sabemos que somos hijos de Dios" (1 Jn 5, 19a) y, por otra, sabemos también que "el mundo entero está bajo el poder del Maligno" (1 Jn 5, 19b). Conociendo que todo esto es así, porque así ha sido revelado, ¿qué podemos hacer? 

Desde luego, rezar y convertirnos de nuestros pecados, volviéndonos a Dios, manifestado en Jesucristo, el Único que es el Camino, la Verdad y la Vida (cfr Jn 14, 6). En este mundo de maldad y de mentira, sólo una cultura cristiana es capaz de regenerar la sociedad. [Véase el libro "Restauración de la cultura cristiana", de John Senior. Ed. Vórtice] 

Y luego, por supuesto, la Palabra de Dios, dentro de la máxima fidelidad a la Iglesia Católica de toda la vida. Me vienen ahora a la mente algunos versículos del Nuevo Testamento que pienso que pueden sernos de utilidad (¡todos lo son!). Uno de ellos es del apóstol san Pedro, cuando dice: "Sed sobrios y vigilad, pues vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar" (1 Pet 5, 8). 

De momento tenemos ya identificado quién es nuestro verdadero enemigo, quién está REALMENTE detrás de todo lo que está ocurriendo: el Diablo, el padre de la mentira y de todos los mentirosos. Y es por eso que contemplamos hoy, con asombro, cómo lo más extraño y pernicioso es considerado como lo más normal y saludable. Increíble pero los hechos cantan. Así, por ejemplo, el pecador es ensalzado (por su pecado) mientras que los virtuosos (por su virtud) son condenados y despreciados como hipócritas ...¡y esto lo hacen incluso las mismas autoridades eclesiásticas! Muy pronto se han olvidado las palabras del profeta Isaías: "¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal!" (Is 5, 20).  La locura se ha institucionalizado como lo más normal del mundo; y el sentido común se ha perdido por completo.

Esto es muy grave y no podemos permanecer inactivos ante esta defensa de lo malo, que se ha generalizado a nivel mundial. Pero ¿qué armas podemos utilizar para combatir este mal?

La respuesta, como se espera, está en el Nuevo Testamento. Tenemos esa suerte, pues junto al problema, siempre se encuentra la solución; señal inequívoca de que Jesucristo no nos ha dejado solos. Y no sólo eso sino que, además (¡y esto es sagrado!) se ha quedado Él mismo con nosotros, con su Presencia Real (oculta bajo las especies del pan y del vino). El mismo que estuvo presente históricamente hace dos mil años está realmente a nuestro lado (con su cuerpo, sangre, alma y divinidad) y podemos acudir a Él, con toda confianza, sabiendo que seremos escuchados: "Venid a Mí todos los que estáis fatigados y agobiados, que Yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis descanso para vuestras almas. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 28-30)

Veamos qué nos dice san Pablo: "Tomad la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo y, tras vencer en todo, permanecer firmes. Tened, pues, ceñida la cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia y calzados los pies, prontos para anunciar el evangelio de la paz, tomando, en todo momento, el escudo de la fe, con el cual podáis apagar los dardos encendidos del maligno. Tomad también el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, orando en todo tiempo en el Espíritu, con toda clase de oraciones y súplicas; vigilando, además, con toda constancia y súplica por todos los santos" (Ef 6, 13-18)




Si actuamos así la victoria será nuestra siempre. Pongamos nuestra esperanza completamente en Dios, pues Él no defrauda nunca: "Ésta es la razón por la que padezco esas cosas; pero no me avergüenzo, pues sé muy bien de quién me he fiado y estoy seguro de que tiene poder para conservar mi depósito hasta aquel día" (2 Tim 1, 12)

La victoria de Jesucristo se cuenta muy bien en el Apocalipsis (Ap 19, 11-21). Podemos escribir algún párrafo: 

"Y vi el cielo abierto: en él un caballo blanco; y el que lo monta se llama Fiel y Veraz, y con justicia juzga y combate. Sus ojos son como una llama de fuego y en la cabeza tiene muchas diademas; lleva escrito un Nombre que nadie conoce sino él mismo; está vestido con un manto teñido de sangre y su Nombre es: 'el Verbo de Dios'. Los ejércitos celestes, vestidos de lino blando y puro, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones; Él las apacentará con cetro de hierro (...) En el manto y en el muslo lleva escrito un nombre: 'Rey de reyes y Señor de señores' (...) Y vi a la bestia, a los reyes y a sus ejércitos congregados para hacer la guerra contra el que iba a caballo y contra su ejército. Pero apresaron a la bestia y con ella al falso profeta que, en su presencia, hacía prodigios, con los que seducía a los que habían recibido la marca de la bestia y a los que habían adorado su imagen. Los dos fueron arrojados vivos al estanque de fuego que arde con azufre. Los otros fueron exterminados con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo. Y las aves todas se saciaron de sus carnes" (Ap 19, 11-16; 19-21)

Y más adelante continúa:

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron y el mar ya no existe. Vi también la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, que bajaba del cielo de parte de Dios, ataviada como una novia que se engalana para su esposo. Y oí una fuerte voz procedente del trono, que decía: 'Ésta es la morada de Dios con los hombres: Habitará con ellos y ellos serán su pueblo; y Dios, habitando realmente en medio de ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos; y no habrá ya muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo anterior ya pasó. Y dijo el que estaba sentado en el trono: 'Mira, hago nuevas todas las cosas'. Y añadió: 'Escribe: estas palabras son dignas de crédito y verdaderas' (Ap 21, 1-5)

Y luego:

"Mira, vendré enseguida. Bienaventurado el que guarde las palabras de la profecía de este libro (Ap 22, 7) (...) Mira, he aquí que vengo pronto y conmigo mi recompensa para dar a cada uno según sus obras. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. Bienaventurados los que lavan sus vestidos; así dispondrán del árbol de la vida y entrarán por las puertas de la ciudad. ¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los homicidas, los idólatras y todo el que ame y practique la mentira!" (Ap 22, 12-15) (...) 

Y acaba así el libro del Apocalipsis [Revelación]:

El que da testimonio de estas cosas dice: 'Sí, voy enseguida'. Amén. ¡Ven, Señor Jesús! La gracia del Señor Jesús esté con todos. (Ap 22, 20-21)

Recordar finalmente que es fundamental tener en cuenta, y muy en cuenta -y no olvidarlo nunca- que la Virgen María, que es Madre de Jesucristo y también es Madre nuestra, no nos va a dejar solos. Acudirá en nuestra ayuda con total seguridad, pues si una madre, normalmente, no abandona a sus hijos, en este caso podemos tener la absoluta certeza de que ella estará esperando, con ansias de madre, encontrarse con nosotros (uno a uno) para darnos un abrazo. Así lo esperamos. Y si acudimos a ella, de seguro que nos lo concederá.

De ahí la importancia que tiene el rezo del Santo Rosario, a ser posible diariamente; como también la tiene el que hagamos penitencia por nuestros pecados y por los de todos los hombres [ese fue uno de los mensajes de Fátima] en especial por los que formamos parte, por pura gracia, del Cuerpo Místico de Cristo que es la iglesia. 


José Martí