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miércoles, 18 de enero de 2017

Llamada a la oración: para que el Papa Francisco confirme la práctica invariable de la Iglesia sobre la verdad de la indisolubilidad del Matrimonio

 Los obispos Schneider, Lenga y Peta lanzan una solicitud urgente al Papa Francisco para que confirme la Fe católica en el matrimonio y cese la confusión

Después de la publicación de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, en algunas Iglesias particulares se han publicado normas para su aplicación e interpretaciones, según las cuales los divorciados que han contraído matrimonio civil con una nueva pareja, a pesar del vínculo sacramental con el que están unidos a sus cónyuges legítimos, podrían ser admitidos a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, sin cumplir con el deber previo, establecido por Dios, de cesar la violación del vínculo sacramental del Matrimonio.
La convivencia more uxorio con una persona que no sea el cónyuge legítimo es un insulto a la Alianza de Salvación, de la cual el Matrimonio sacramental es un signo (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 2384), e implica también una ofensa al carácter nupcial del mismo misterio eucarístico. El Papa Benedicto XVI ha explicado tal correlación: “La Eucaristía corrobora de manera inagotable la unidad y el amor indisolubles de cada Matrimonio cristiano. En él, por medio del sacramento, el vínculo conyugal se encuentra intrínsecamente ligado a la unidad eucarística entre Cristo esposo y la Iglesia esposa (cf. Ef 5,31-32)” (Exhortación apostólica Sacramentum caritatis, 27).
Los pastores de la Iglesia que toleran o incluso autorizan -aunque en casos individuales o excepcionales– administrar el sacramento de la Eucaristía a los así llamados “divorciados recasados”, sin que éstos tengan la “vestidura nupcial”, a pesar de haber sido Dios mismo en la Sagrada Escritura (cf. Mt 22,11 y 1Corintios 11:28-29) quien lo ha ordenado para la digna participación en la cena nupcial eucarística, colaboran de esta manera con la ofensa continua contra el vínculo del sacramento del Matrimonio, contra el vínculo nupcial entre Cristo y la Iglesia, y contra el vínculo nupcial entre Cristo y la persona que recibe su Cuerpo eucarístico.
Diversas Iglesias particulares han emanado o recomendado las siguientes orientaciones pastorales con tal o semejante formulación: “Si esta opción [de vivir en continencia] es difícil de practicar para la estabilidad de la pareja, Amoris Laetitia no excluye la posibilidad de acceder a la Penitencia y a la Eucaristía. Esto implica una cierta apertura, como en el caso en el que exista una certeza moral que el primer matrimonio es nulo, aunque no hayan pruebas para demostrarlo en los tribunales. Por lo tanto, será el confesor, en algún momento, en su conciencia, después de mucha reflexión y oración, que tendrá que asumir la responsabilidad ante Dios y ante el penitente, autorizando el acceso a los sacramentos en modo confidencial”.
Las mencionadas orientaciones pastorales contradicen la tradición universal de la Iglesia Católica que, a través del ininterrumpido ministerio petrino de los Sumos Pontífices, ha sido siempre fielmente preservada, sin sombra de duda o de ambigüedad, tanto en la doctrina como en la práctica, en lo que concierne a la verdad de la indisolubilidad del Matrimonio.
Las mencionadas normas y directrices pastorales también contradicen, en la práctica, las siguientes verdades y doctrinas que la Iglesia Católica ha enseñado ininterrumpidamente y de forma segura:
  • La observancia de los diez Mandamientos de Dios, en particular del sexto Mandamiento, obliga a todos los seres humanos sin excepción, siempre y en cualquier situación. En este asunto no es aceptable admitir casos o situaciones excepcionales, o hablar de un ideal más completo. Santo Tomás de Aquino dice: “Los preceptos del decálogo contienen la misma intención del legislador, esto es, de Dios. (…) De donde se sigue que absolutamente excluyen la dispensa”. (S.Th., 1-2, q. 100, a. 8c).
  • Los requisitos morales y prácticos derivados de la observancia de los diez Mandamientos de Dios y, en particular, de la indisolubilidad del Matrimonio, no son simples reglas o leyes positivas de la Iglesia, sino la expresión de la santa voluntad de Dios. Por lo tanto no se puede hablar, a este respecto, de la primacía de la persona sobre la regla o sobre la ley. Antes bien se debe hablar de la primacía de la voluntad de Dios sobre la voluntad pecaminosa de la persona humana para que ésta sea salvada, cumpliendo con la ayuda de la gracia la voluntad de Dios.
  • Creer en la indisolubilidad del Matrimonio y contradecirla con sus actos, incluso considerándose libre de pecado grave, apaciguando la conciencia con la fe solamente en la misericordia de Dios, es un auto-engaño contra el que ya advirtió Tertuliano, un testigo de la fe y de la práctica de la Iglesia en los primeros siglos: “Algunos dicen que basta aceptar la voluntad de Dios con el corazón y con el alma, aunque los hechos después no correspondan a ello. Piensan así que pueden pecar, manteniendo intacto el principio de la fe y del temor de Dios. Esto es como si una persona afirmase que mantiene el principio de la castidad, y al mismo tiempo corrompe y viola la santidad y la integridad del vínculo matrimonial” (Tertuliano, De Paenitentia 5, 10).
  • La observancia de los Mandamientos de Dios, y en particular en lo tocante a la indisolubilidad del Matrimonio, no puede ser presentada como una especie de ideal más completo al cual se debe tender según el criterio de lo posible o de lo factible. Se trata, al contrario, de un deber ordenado por Dios mismo de manera inequívoca, cuya inobservancia implica, según Su propia palabra, la condenación eterna. Decir a los fieles lo contrario sería engañarles y empujarles a desobedecer la voluntad de Dios, poniendo de esta manera en peligro su salvación eterna.
  • Dios da a cada uno la ayuda necesaria para guardar Sus Mandamientos, si se pide con rectitud, como la Iglesia ha siempre enseñado infaliblemente: “Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas, y te ayuda para que puedas” (Concilio de Trento, Ses. 6, cap. 11). Enseña también: “Si alguien dijere que, incluso para el hombre ya justificado y constituido en gracia, los Mandamientos de Dios son imposibles de observar, sea ​​anatema” (Concilio de Trento, Ses. 6, cap. 18). Siguiendo esta doctrina infalible, San Juan Pablo II enseña: “La observancia de la ley de Dios, en determinadas situaciones, puede ser difícil, muy difícil: sin embargo jamás es imposible. Ésta es una enseñanza constante de la tradición de la Iglesia” (Veritatis Splendor, 102). Enseña también: “Todos los esposos, según el plan de Dios, están llamados a la santidad en el matrimonio, y esta excelsa vocación se realiza en la medida en que la persona humana se encuentra en condiciones de responder al mandamiento divino con ánimo sereno, confiando en la gracia divina y en la propia voluntad” (Exhortación apostólica Familiaris Consortio, 34).
  • El acto sexual fuera de un Matrimonio válido, y el adulterio en particular, es siempre objetivamente un pecado grave. Ninguna circunstancia ni ningún fin pueden hacer que sea permisible y aceptable a los ojos de Dios. Santo Tomás de Aquino dice que el sexto Mandamiento es obligatorio incluso en el caso en que un acto de adulterio pudiera salvar un país de la tiranía (De Malo, q. 15, a. 1 ad 5). San Juan Paulo II enseñó esta verdad perenne de la Iglesia: “Los preceptos morales negativos, es decir, los que prohíben algunos actos o comportamientos concretos como intrínsecamente malos, no admiten ninguna excepción legítima; no dejan ningún espacio moralmente aceptable para la creatividad de alguna determinación contraria. Una vez reconocida concretamente la especie moral de una acción prohibida por una norma universal, el acto moralmente bueno es sólo aquel que obedece a la ley moral y se abstiene de la acción que dicha ley prohíbe” (Encíclica Veritatis Splendor, 67).
  • Una unión adúltera entre divorciados y “recasados” en lo civil, “consolidada” en el tiempo, como dicen, y caracterizada por una “probada lealtad” en tal pecado de adulterio, no puede cambiar la calidad moral del acto de violación del vínculo sacramental del Matrimonio, es decir de su adulterio, que será siempre un acto intrínsecamente malo. Una persona que tenga verdaderamente fe y filial temor de Dios nunca podrá mostrar comprensión hacia los actos intrínsecamente malos, como lo son los actos sexuales fuera de un Matrimonio válido, ya que estos actos ofenden a Dios.
  • Una admisión de los divorciados “recasados” a la Santa Comunión constituiría, en la práctica, una dispensa tácita del cumplimiento del sexto Mandamiento. Ninguna autoridad eclesiástica tiene el poder de conceder una tal dispensa tácita, incluso en un caso aislado, o en una situación excepcional y compleja, o con el propósito de alcanzar un buen fin (por ejemplo, la educación de los hijos comunes nacidos en una unión adúltera), invocando para la concesión de tal dispensa el principio de la misericordia, la “via caritatis”, la solicitud maternal de la Iglesia, afirmando que, en este caso, no se quiere poner tantas trabas a la misericordia. Santo Tomás de Aquino enseña: “Por ningún fin útil una persona puede cometer adulterio (pro nulla enim utilitate debet aliquis adulterium committere)” (De Malo, q. 15, a. 1 ad 5).
  • Una normativa que permita la violación del sexto Mandamiento de Dios y del vínculo sacramental del Matrimonio en un sólo caso, o en casos excepcionales, para evitar, presuntamente, un cambio general de las normas canónicas, constituye siempre una contradicción con la verdad y con la voluntad de Dios. En consecuencia, es psicológicamente engañoso y teológicamente errado hablar aquí de una norma restrictiva o de un mal menor en contraste con una legislación de carácter general.
  • Siendo el Matrimonio válido entre bautizados un sacramento de la Iglesia, y por su naturaleza una realidad de carácter público, un juicio subjetivo de la conciencia sobre la nulidad de un Matrimonio en contraste con la respectiva sentencia definitiva del Tribunal eclesiástico, no puede tener consecuencias para la disciplina sacramental, que siempre tiene un carácter público.
  • La Iglesia y, concretamente, el ministro del sacramento de la Penitencia no tienen poder para juzgar el estado de la conciencia del fiel, o la rectitud de su intención, porque “Ecclesia de occultis non iudicat” (Concilio de Trento, ses. 24, cap. 1). El ministro del sacramento de la Penitencia no es el vicario, o el representante del Espíritu Santo para poder penetrar con Su luz divina en los meandros de la conciencia, pues Dios ha reservado este acceso únicamente para Sí mismo: “Sacrarium in quo homo solus est cum Deo” (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 16). El confesor no puede arrogarse la responsabilidad ante Dios y ante el penintente de dispensar tácitamente a éste de la observancia del sexto Mandamiento y de la indisolubilidad del vínculo matrimonial, por medio de la admisión a la Santa Comunión. La Iglesia no tiene el poder de deducir sobre la base de una presumible convicción de la conciencia sobre la invalidez del propio Matrimonio en el fuero interno, consecuencias para la disciplina sacramental en el fuero externo.
  • Una práctica que permita a las personas divorciadas y “recasadas” civilmente recibir los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, a pesar de su intención de continuar a violar en el futuro el sexto Mandamiento y el vínculo del propio Matrimonio sacramental, sería contraria a la Divina verdad, ajena al sentido perenne de la Iglesia Católica y a la probada costumbre recibida y fielmente custodiada desde los tiempos de los Apóstoles, y recientemente confirmada de forma segura por San Juan Pablo II (cfr. Exhortación Apostólica Familiaris consortio, 84), y por Benedicto XVI (cfr. Exhortación apostólica Sacramentum caritatis, 29).
  • Para todo hombre pensante, la referida práctica sería una clara ruptura y no un desarrollo en continuidad con la praxis apostólica y perenne de la Iglesia, porque frente a un hecho tan obvio no vale ningún argumento: contra factum no valet argumentum. Y además sería un anti-testimonio de la indisolubilidad del Matrimonio, una especie de colaboración de la Iglesia en la difusión de la “plaga del divorcio” contra la cual había advertido el Concilio Vaticano II (cfr. Gaudium et spes, 47).
  • La Iglesia enseña a través de lo que hace, y debe hacer lo que enseña. Sobre la acción pastoral con las personas unidas en forma irregular San Juan Pablo II enseña: “La acción pastoral tratará de hacer comprender la necesidad de coherencia entre la elección de vida y la fe que se profesa, e intentará hacer lo posible para convencer a estas personas a regular su propia situación a la luz de los principios cristianos. Aun tratándoles con gran caridad e interesándoles en la vida de las respectivas comunidades, los pastores de la Iglesia no podrán admitirles al uso de los sacramentos” (Exhortación apostólica Familiaris consortio, 82).
  • Un acompañamiento auténtico de las personas que se encuentran en estado objetivo de pecado grave, con el correspondiente camino de discernimiento pastoral, no puede escapar del deber de anunciar a estas personas, con amor, toda la verdad de la voluntad de Dios, para que se arrepientan de todo corazón de sus actos pecaminosos al convivir more uxorio con una persona que no es su cónyuge legítimo. Al mismo tiempo, un auténtico acompañamiento y discernimiento pastoral deberían animarles para que, con la ayuda de la gracia de Dios, cesen de cometer tales actos en el futuro. Los Apóstoles y toda la Iglesia a lo largo de dos mil años siempre han anunciado a los hombres toda la verdad de Dios en lo que se refiere al sexto Mandamiento y a la indisolubilidad del Matrimonio, siguiendo las enseñanzas de San Pablo Apóstol: “No he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” (Hechos 20: 27).
  • La práctica pastoral de la Iglesia sobre el Matrimonio y el sacramento de la Eucaristía tiene tanta importancia y consecuencias tan decisivas para la fe y para la vida de los fieles, que la Iglesia, para permanecer fiel a la Palabra revelada de Dios, debe evitar en esta materia toda sombra de duda o de confusión. San Juan Pablo II ha repetido esta verdad perenne de la Iglesia: “Con este llamamiento a la doctrina y a la ley de la Iglesia deseo inculcar en todos el vivo sentido de responsabilidad, que debe guiarnos al tratar las cosas sagradas, que no son propriedad nuestra, como es el caso de los Sacramentos, o que tienen derecho a no ser dejadas en la incertidumbre y en la confusión, como es el caso de las conciencias. Cosas sagradas —repito— son unas y otras —los Sacramentos y las conciencias—, y exigen por parte nuestra ser servidas en la verdad. Esta es la razón de la ley de la Iglesia” (Exhortación Apostólica Reconciliatio et paenitentia, 33).
A pesar de las reiteradas declaraciones sobre la inmutabilidad de las enseñanzas de la Iglesia acerca del divorcio, muchas Iglesias particulares ahora lo aceptan en su praxis sacramental, y este fenómeno es cada vez mayor. Sólo la voz del Pastor Supremo de la Iglesia puede evitar que en el futuro se describa la situación en la Iglesia de nuestros días con esta expresión: “El mundo entero gimió y se dio cuenta, con asombro, que había aceptado el divorcio en la práctica” (ingemuit totus orbis, et divortium in praxi se accepisse miratus est), evocando un análogo dicho con el que San Jerónimo caracterizó la crisis arriana.
Visto un tal peligro real y la amplia propagación de la plaga del divorcio en la vida de la Iglesia, implícitamente legitimado por las mencionadas interpretaciones y directrices de aplicación de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitiae, visto que tales interpretaciones y directrices de las Iglesias particulares se han convertido de dominio público en nuestro mundo globalizado, vista también la ineficacia de las muchas súplicas hechas en modo privado y confidencial al Papa Francisco tanto por los fieles como por los pastores de la Iglesia nos vemos obligados a hacer esta llamada a la oración. Como sucesores de los Apóstoles, nos mueve también la obligación de levantar la voz cuando está en peligro las realidades más sagradas de la Iglesia y la salvación eterna de las almas.
Que las siguientes palabras con las que San Juan Pablo II ha descrito los ataques injustos contra la fidelidad del Magisterio de la Iglesia, sean para todos los pastores de la Iglesia en estos tiempos difíciles una luz y un impulso hacia una acción cada vez más unida: “Se reprocha frecuentemente al Magisterio de la Iglesia que está ya superado y cerrado a las instancias del espíritu de los tiempos modernos; que desarrolla una acción nociva para la humanidad, más aún, para la Iglesia misma. Por mantenerse obstinadamente en sus propias posiciones —se dice—, la Iglesia acabará por perder popularidad y los creyentes se alejarán cada vez más de ella” (Carta a las familias Gratissimam Sane, 12).
Teniendo en cuenta que la admisión de los divorciados “recasados” a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, sin pedirles que cumplan la obligación de vivir en continencia, constituye un peligro para la fe y para la salvación de las almas, y también una ofensa a la santa voluntad de Dios, teniendo también en cuenta que, en consecuencia, tal práctica pastoral nunca podrá ser expresión de la misericordia, de la “via caritatis” o de la solicitud maternal de la Iglesia hacia las almas pecadoras, hacemos con profunda solicitud pastoral esta urgente llamada a la oración para que el Papa Francisco revoque de forma inequívoca las orientaciones pastorales antes mencionadas ya introducidas en algunas Iglesias particulares. Un tal acto de la Cabeza visible de la Iglesia, confortaría a los pastores y a los fieles según el mandato que Cristo, Supremo Pastor de las almas, dió al apóstol Pedro y, por su intermedio, a todos sus sucesores: “Confirma a tus hermanos” (Lc. 22, 32).
Las siguientes palabras de un Papa santo y de Santa Catalina de Siena, doctora de la Iglesia, pueden servir para todos en la Iglesia de nuestros días como guías de luz, consuelo y fortalecimiento: “El error que no se enfrenta, se aprueba. La verdad que no se defiende, es oprimida” (Papa San Félix III, +492). “Santo Padre, Dios Os ha escogido como columna de la Iglesia, para que seáis el instrumento para extirpar la herejía, confundir las mentiras, exaltar la verdad, disipar la oscuridad y manifestar la luz” (Santa Catalina de Siena, +1380).
Cuando el Papa Honorio I (625 – 638) adoptó una actitud ambigua frente a la difusión de la nueva herejía del monotelismo, San Sofronio, Patriarca de Jerusalén, envió un obispo de Palestina a Roma pronunciando estas palabras: „Id a la Sede Apostólica, donde están los fundamentos de la santa doctrina, y no ceséis de rezar hasta que la Sede Apostólica no condene la nueva herejía“. La condenación fue efectuada después, en el 649, por el santo Papa y mártir Martín I.
Hacemos esta llamada a la oración con la conciencia de cometer un acto de omisión si así no lo hiciéramos. Cristo, Verdad y Supremo Pastor, nos juzgará cuando regrese. A Él pedimos, con humildad y confianza, que retribuya a todos los pastores y a todas las ovejas con la corona incorruptible de la gloria eterna (cfr. 1 Pt. 5, 4).
En espíritu de fe elevamos nuestra oración por Su Santidad con afecto filial y devoto: “Oremus pro Pontifice nostro Francisco: Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum eius. Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo Ecclesiam Meam, et portae inferi non praevalebunt adversus eam”.
Como medio concreto recomendamos rezar todos los días esta antigua plegaria de la Iglesia o una parte del santo rosario con la intención de que el Papa Francisco revoque de modo inequívoco las orientaciones pastorales que permiten a los divorciados denominados “re-casados” de recibir los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristia, sin que ellos cumplan la obligación de vivir en continencia.
18 de enero 2017, antigua fiesta de la Cátedra de San Pedro en Roma
+ Tomash Peta, Arzobispo Metropolitano de la archidiócesis de Santa Maria en Astana
+ Jan Pawel Lenga, Arzobispo emérito de Karaganda
+ Athanasius Schneider, Obispo auxiliar de la archidiócesis de Santa Maria en Astana

"Silencio". La película impía de Scorsese que justifica y promociona la apostasía, jaleada y promocionada por la Compañía de Jesús


FUENTE: CATHOLICVS

Una crítica, muy bien fundamentada, de la película "Silencio", de Martín Scorsese. Transcribo aquí sólo algunos párrafos, al ser la entrada algo extensa. Merece la pena leerla al completo, para quien esté interesado en el cine. A veces los "mensajes" que nos vienen por este medio hacen más daño (raramente, más bien) que las encíclicas "extrañas" que nadie lee, a nivel popular.


La película "Silencio", estrenada en Estados Unidos el pasado 23 de diciembre y en España el pasado día de Reyes (6 de enero), ha sido dirigida por Martin Scorsese, de 74 años, y está basada en la novela del escritor japonés Shūsaku Endō, publicada en 1966
Tanto la novela como la película, narran la persecución y el martirio que sufrieron los católicos en el Japón del siglo XVII: Sebastião Rodrigues (Andrew Garfield) y Francisco Garrpe (Adam Driver) son dos sacerdotes jesuitas portugueses que son enviados a Japón tras tenerse conocimiento en Roma de la apostasía, en 1633, del misionero jesuita portugués Cristóvão Ferreira, interpretado por Liam Neeson. Según se rumorea, Ferreira ha renunciado a su fe de forma pública, tras haber sido perseguido y torturado. La película ha costado 46 millones de dólares y el equipo ha contado con 750 personas durante el rodaje, que se realizó en Taiwán.

[...] El portugués P. Sebastião Rodrigues, enviado a Japón para consolar a los perseguidos y juzgar al jesuita apóstata, llegará, también él, a dudar de Jesucristo y a preguntarse por el silencio de Dios ante el sufrimiento de sus fieles.

- El "silencio" que da título a la película es el supuesto silencio de Dios ante el martirio de los primeros católicos japoneses. Sin embargo, el P. Rodrigues "oye" la voz de Jesucristo que le pide apostatar pisando una representación de su rostro. Es significativo que, cuando lo hace, un gallo canta en la distancia, en clara referencia a la traición de Pedro; pero, en este caso, al contrario de lo narrado en los Evangelios, justificando la traición y la apostasía: los jesuitas que abjuran lo hacen por misericordia hacia los simples fieles quienes, por el contrario, están dispuestos a sacrificar su vida por fidelidad a Jesucristo

- Tras la apostasía, el Estado proporcionaba a los sacerdotes apóstatas un nombre nuevo, una esposa japonesa y una vida cómoda. Así, el P. Ferreira y el P. Rodrigues se someten a la sociedad japonesa de la época, en la que se les da un puesto de prestigio como recompensa por haber abjurado de Cristo.

- El título llama a engaño, pues aunque se nos intente convencer del silencio de Dios ante el sufrimiento y el martirio de los pobres católicos japoneses y el dilema de los jesuitas entre apostatar o permitir ese sufrimiento, Jesús acaba hablando... ¡para pedir la apostasía! Dios calla ante el sufrimiento ajeno, pero habla al P. Rodrigues para pedirle que renuncie a su fe. Lo que se pedía a los jesuitas para probar su apostasía era pisar una imagen de Jesucristo, el cual le dice al jesuita: "Písame". O sea, que para animar a renegar de la fe sí habla. Sólo calla cuando sufres, pero habla para que caigas. 

- Conclusión: es Dios quien incita a pecar y, por tanto, el responsable del mal.

Pero, ¿cuál fue la realidad histórica? 

El catolicismo llegó a Japón de la mano de San Francisco Javier, jesuita, en 1549. En apenas sesenta años se logró la conversión de unos trescientos mil japoneses sin recurrir a la fuerza. Ochenta y seis señores feudales se bautizaron oficialmente, y muchos más simpatizaban con el cristianismo. Las primeras generaciones de conversos japoneses tuvieron que enfrentarse a diferentes persecuciones locales instigadas por ingleses y holandeses -protestantes-, por los monjes budistas o por la nobleza local, pese a lo cual hubo muchas conversiones en los primeros años. 

Pero el 25 de julio de 1587 el gobernador Hideyoshi decretó el exilio de los jesuitas y a partir de 1600 pasó a ser una Iglesia clandestina, perseguida y que dio muchos mártires, aunque consiguió sobrevivir oculta durante los siguientes 250 años, hasta que las persecuciones, que tuvieron un alcance imperial, finalizaran en 1873

[...] El sacerdote portugués Cristóvão Ferreira, que había quedado como superior de los jesuitas en Japón tras el martirio de sus predecesores, apostató tras cinco horas de tortura en la fosa de Nagasaki. Su apostasía la detalla el historiador jesuita Hubert Cieslik, experto en Japón, en un estudio realizado en 1974. El P. Ferreira tenía 53 años, era jesuita desde hacía 37 y había sido un misionero clandestino durante 19 años. Había vivido dos décadas de persecución y peligros. Era él quien enviaba a Europa la crónica de los martirios de sus feligreses y compañeros. Pero él cedió en tan sólo cinco horas. Por eso los historiadores hablan del "enigma Ferreira".

Cuando un sacerdote apostataba era liberado y asignado a un templo pagano japonés -sintoísta, budista o confucionista-, y se le obligaba a casarse con una mujer de la clase social más baja: la viuda de algún criminal ejecutado. Por supuesto, permanecía bajo vigilancia. A Ferreira le casaron con la viuda de un criminal extranjero ajusticiado y durante varios años vivió en la pobreza. Usaba nombre y ropas japonesas y se le asignó un templo budista. [...]

[...] Tras su muerte en 1650, el apóstata Ferreira fue sepultado en el templo budista de Zuirinji, en Tokio, en una tumba en cuya lápida aún puede leerse su nombre budista: Chuan Joko Sensei.

[...] S. E. Mons. Robert Barron, obispo auxiliar de la Archidiócesis de Los Ángeles, ha hecho una crítica de la película. Según él, lo que ésta difunde está al servicio de la élite cultural de hoy, bastante similar a la élite cultural japonesa que aparece en la película, que prefiere a los cristianos vacilantes, inseguros, divididos y ansiosos por privatizar su religión, y están dispuestos a desechar a las personas apasionadamente religiosas tildándolas de peligrosas, violentas y, seamos realistas, no tan brillantes. Es justamente la clase de cristianismo que le gusta a la cultura dominante: totalmente privatizado, escondido, inofensivo.

- Martín Scorsese ha tardado veinte años en materializar este proyecto. Pero es justo ahora, en pleno papado de un jesuita, cuando por fin ha logrado hacerlo realidad

- Y no es casualidad que los jesuitas se haya implicado en esta película. La Compañía de Jesús está detrás del asesoramiento al director, a los actores y de la promoción de la película. "Silencio" se proyectó hace casi dos meses en el Pontificio Instituto Oriental de Roma ante 400 jesuitas, que calificaron la película como "obra maestra, excelente, cargada de espiritualidad y profundidad".

A continuación el escritor de este artículo hace una serie de razonamientos:

- El jesuita estadounidense James Martin fue asesor del director durante todo el rodaje. Para él, la película es una obra maestra.

- La supervisión de las escenas religiosas y la preparación de los actores corrió a cargo del jesuita español Alberto Núñez.

- Durante el rodaje estuvieron presentes otros dos jesuitas: el estadounidense Jerry Martinson y el italiano Emilio Zanetti.

- El departamento de prensa de la Compañía de Jesús en España ha elaborado el extenso dosier de prensa -elogioso, naturalmente-.

- El nefando jesuita Antonio Spadaro, director de "La Civiltà Cattolica", no ha escatimado medios para promocionar la película, incluyendo una larga entrevista a Martin Scorsese -de 22 páginas- en su último número.

- Hay varias páginas web jesuitas -que obviamente no pienso enlazar- que publican artículos elogiosos de la película y su "espiritualidad".

- Asimismo, los jesuitas están difundiendo vídeos sobre la película, como el del P. Adolfo Nicolás, ex Superior General de la Compañía de Jesús hasta el año pasado, o la entrevista al jesuita James Martín, mencionado más arriba.

- Hasta el Papa Francisco recibió en audiencia privada a Scorsese el pasado 30 de noviembre de 2016, a las 8.45 (antes de la Audiencia general), en el Palacio Apostólico -no hay que olvidar que Martin Scorsese fue el director de la escandalosa y blasfema película "La última tentación de Cristo" (1988)

- Según un periodista de Variety que asistió al pase privado de la película en el Vaticano, "la audiencia papal privada reunida en el Palacio Apostólico dio el martes, a través de la prensa oficial vaticana, una clara muestra de apoyo a "Silencio", proyecto pasión de Scorsese". La verdad, llama la atención que la apostasía sea celebrada en el Vaticano.

- Dos jesuitas españoles misioneros en Japón han sido Padres Generales de la Compañía de Jesús: el P. Arrupe (1965-1985) y el P. Adolfo Nicolás (2008-2016). 

- Como también tiene en aquel país su base de operaciones el infame jesuita apóstata Juan Masiá, que el mes pasado -diciembre de 2016- negó la virginidad de la Santísima Virgen María en un libelo publicado en Herejía Digital -que tampoco pienso enlazar-[...]

- [...] En el último número de la revista "La Civiltà Cattolica" hay un artículo sobre lo que debería ser hoy "la misión en el Japón secularizado",  en el que el autor, el jesuita japonés Shun'ichi Takayanagi considera que es obligatorio realizar "un cambio de paradigma respecto al concepto de misión y a los modos de ejercerla". ¿Será porque el proselitismo es "pecado", como asegura el Papa Francisco, también jesuita? 

- Según Takayanagi, intentar como objetivo el lograr que la gente se bautice hoy "ya no es posible" y debe ser cambiado por completo. ¿El motivo? Porque "nuestro tiempo está caracterizado por un rápido progreso de la cultura material y por un elevado nivel de vida. El diálogo debe profundizar nuestra concepción de las otras religiones".

Según "La Civiltà Cattolica", el "anticuado" concepto de misión, es decir, "hacer proselitismo y proporcionar conversos a la Iglesia", debe ser sustituido por el "diálogo". 

[...] Takayanagi continúa: [...] En concreto, algunos intelectuales japoneses, aunque de manera vaga y casi inconsciente e inspirándose a la cultura politeísta japonesa, empiezan a preguntarse si las religiones monoteístas pueden mostrarse, en última instancia, verdaderamente tolerantes hacia los miembros de otras religiones 

- [...] El pasado 4 de enero se publicaron amplios pasajes de este artículo de "La Civiltà Cattolica" [...] dirigida por Antonio Spadaro.

- En resumen, y como señala Sandro Magister, es tiempo de "silencio" también para las misiones católicas. A pesar del decreto "Ad gentes" del Concilio Vaticano II, de la exhortación apostólica "Evangelii nuntiandi" del beato Pablo VI y de la encíclica "Redemptoris missio" de San Juan Pablo II.

- [...] Para "L'Osservatore Romano", donde se publicó la reseña de Ecclesia el 3 de diciembre de 2016, esta película es, en definitiva, una "reflexión sobre la dificultad del discernimiento y de las elecciones que hay que tomar en la propia vida, 'también cuando no está tan claro qué hacer', según explica Martin: 'Por eso veo en la película un mensaje hacia la Iglesia de hoy, con una espiritualidad fuerte, que inspira la fe en Dios'".[¿?]

Pero, ¿en qué consiste la impiedad de esta película? 

- Por un lado, en la justificación y disculpa de la apostasía, que se presenta no sólo como aceptable, sino incluso como compatible con la fe. 
- Por otro, en que quienes apostatan son sacerdotes, lo cual es más grave, si cabe. 

Es malvado presentar como "misericordiosos" a quienes niegan a Cristo y como virtud la debilidad de los apóstatas, en lugar de presentar como modelo a quienes resisten el martirio por amor a Él y como virtud su fortaleza en la fe

- De esta forma, predisponen al espectador a justificar su propia apostasía llegado el caso, pues lo importante para la sociedad actual es evitar el sufrimiento en esta vida a cualquier precio. Es, llanamente, un rechazo de la cruz, escándalo para los judíos y necedad para los gentiles, como dice la primera Carta a los Corintios (I Cor 1,23-24). 

- Además, pone en duda verdades de fe, intenta enmendar la plana al mismo Jesucristo y contradice la Verdad revelada contenida en los Santos Evangelios. El martirio es presentado como algo malo, a evitar, contradiciendo así el punto 2473 del Catecismo de la Iglesia Católica -para los católicos, salvar la efímera vida terrena apostatando supone perder la Vida eterna, que quien muere mártir tiene asegurada-.

- También subyace el mensaje de que el budismo y el cristianismo en el fondo son lo mismo, y que todos los credos son iguales. Naturalmente, esto contradice el mandato de Cristo: "Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado" (Mt 28,19-20). Si todas las religiones son igualmente válidas ¿para qué la evangelización, las misiones y el proselitismo de la Iglesia? Antonio Spadaro lo tiene claro: para él no tienen sentido

- Además, en la película queda claro que el cristianismo no puede cuajar en Japón, aunque eso contradiga las palabras del Señor mencionadas antes. Los malos de la película son quienes se obstinan en su fe, que podrían haberse evitado el sufrimiento siendo razonables y renunciando a la misma. Los ganadores, en cambio, son los perseguidores, tanto por la apostasía de los jesuitas, como por la eliminación casi completa del catolicismo en Japón. Los católicos son, claramente, los perdedores de la película, tanto los apóstatas como los mártires.

-[...]Paul Elie, en su artículo del New York Times, cree que Scorsese está intentando decir lo mismo que cuando estalló la polémica con "La última tentación de Cristo": Scorsese se creía con derecho a hacer algo "blasfemo" -una escena de sexo de Cristo y María Magdalena- porque tenía una buena intención: mostrar el lado humano de Cristo, mostrar fe y amor por esta dimensión de Cristo. [¿?]

- Piden a los cristianos apostatar pisando el "fumie", una imagen de metal de Cristo y de la Virgen. Al final, en la novela, el jesuita pisará el "fumie", y lo hará por salvar a sus feligreses, por el amor a los fieles: sentirá que él se pierde, pero salva a otros. Eso se presenta como algo sacrificial, cristiano. 

-[...] Visto lo visto, no sorprende que uno de los protagonistas de la película sea el actor anticatólico y pro-abortista Liam Neeson, cuyos ataques a la Iglesia Católica y la promoción del aborto en su país natal, Irlanda, fueron públicos y notorios hace poco más de un año (ver aquí). 

- Además, el director de la película ha declarado que el personaje más interesante es, en su opinión, Kichijiro, el traidor o Judas -figura ésta, la del apóstol que traicionó a Cristo, sorprendentemente reivindicada por el propio Papa Francisco como una "pobrecita" víctima arrepentida-.

- Esta película, además de ser más larga que un día sin pan [159 min], es, en definitiva, [...] anticatólica y una auténtica ofensa a los católicos, a la Iglesia y a Cristo mismo [...] así como una plataforma para promocionar sibilinamente y justificar lo injustificable: la apostasía y la sumisión al poder terrenal de turno para evitar el sufrimiento. Con estas virtudes, no sería raro que le cayera algún Óscar (o más de uno). 

Nada recomendable, pues, esta película -pese a lo que digan ciertos escritores cursis y redichos que son -eso se creen ellos- más listos y cultos que nadie -y muchísimo más católicos, naturalmente-.


CATHOLICVS

martes, 17 de enero de 2017

Las dudas del Papa y las certezas del cardenal Caffarra (Sandro Magister)

FUENTE:  SETTIMO CIELO

Cardenal Caffarra y papa Francisco: imagen de archivo

Entre los cuatro cardenales que han pedido al papa Francisco que clarifique las cinco "dubia" generadas por "Amoris laetitia", Carlo Caffarra es a quien el mismo Jorge Mario Bergoglio ha manifestado muchas veces su estima, entre otras cosas al llamarlo a participar en los dos sínodos sobre la familia.

Con mayor razón entonces impresiona la franqueza, la "parresìa" con la que se expresa en contra del Papa – aunque con pleno respeto hacia él – en la primera gran entrevista concedida por Caffarra luego de la publicación de las "dubia".

La entrevista, llevada a cabo por Matteo Matzuzzi, fue publicada el sábado 14 de enero en el diario "Il Foglio":

> Caffarra: "Solo un cieco può negare che nella Chiesa ci sia grande confusione"

El cardenal Caffarra, de 78 años de edad, es arzobispo emérito de Bolonia y es un teólogo de reconocido valor, especializado precisamente en las cuestiones suscitadas por las "dubia". Desde 1981 a 1995 fue presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios sobre el matrimonio y la familia.

La entrevista debe ser leída en su totalidad. También porque podría lograr un avance en la controversia en curso en la Iglesia, entre las interpretaciones diferentes y opuestas de "Amoris laetitia", quizás hasta inducir al papa Francisco a romper el silencio que ha mantenido hasta aquí.

Lo que sigue es una antología de lo que dijo el cardenal en la entrevista, que es cinco veces más larga.

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CAFFARRA: "POR QUÉ HEMOS ESCRITO AL PAPA"

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Para nosotros los cardenales existe el grave deber de aconsejar al Papa en el gobierno de la Iglesia. Es un deber, y los deberes obligan.

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Sólo un ciego puede negar que en la Iglesia existe una gran confusión, incertidumbre e inseguridad causadas por algunos parágrafos de "Amoris laetitia". En estos meses está sucediendo que sobre las mismas cuestiones fundamentales respecto a la economía sacramental – matrimonio, confesión y eucaristía – y la vida cristiana, algunos obispos han dicho A, mientras que otros han dicho lo contrario de A, con la intención de interpretar bien los mismos textos.

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Sólo había un modo de afrontar esas cuestiones: pedir al autor del texto interpretado en dos maneras contradictorias cuál es la interpretación justa. No hay otro camino. Se planteó, inmediatamente, el problema del modo en el cual dirigirse al Pontífice. Elegimos un camino muy tradicional en la Iglesia, las llamadas "dubia". […] Por eso se hizo en forma privada, y sólo cuando tuvimos la certeza que el Santo Padre no respondería, decidimos hacerlas públicas.

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El problema es exactamente éste: que hay puntos fundamentales en los que no se entiende bien qué enseña el Papa, tal como demuestra el conflicto de interpretación entre los obispos. Queremos ser dóciles al magisterio del Papa, pero el magisterio del Papa debe ser claro.

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La división ya existente en la Iglesia es la causa de la carta [de los cuatro cardenales al Papa], no es su efecto.

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Pensar una praxis pastoral no fundamentada y no arraigada en la doctrina significa fundamentar y arraigar la praxis pastoral sobre la base del arbitrio. Una Iglesia que presta poca atención a la doctrina no es una Iglesia más pastoral, sino una Iglesia más ignorante.
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La evolución de la doctrina acompañó siempre al pensamiento cristiano. [Pero] si hay un punto claro, es que no hay evolución allí donde hay contradicción. Si digo que S es P y luego digo que S no es P, la segunda proposición no desarrolla la primera sino que la contradice. Ya Aristóteles había enseñado justamente que enunciar una proposición universal afirmativa (por ejemplo: todos los adulterios son injustos) y al mismo tiempo una proposición particular negativa que tuviera el mismo sujeto y predicado (por ejemplo: algún adulterio no es injusto), no constituye una excepción a la primera, la contradice.

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¿El ministro de la Eucaristía (habitualmente el sacerdote) puede dar la comunión a una persona que vive "more uxorio" con una mujer o con un hombre que no es su esposa o su marido, y no intenta vivir en la continencia? […] ¿"Amoris laetitia" ha enseñado que, dadas ciertas circunstancias precisas y llevado a cabo un cierto recorrido, el fiel podría acercarse a la Eucaristía sin comprometerse a la continencia? Hay obispos que han enseñado que se puede. Por una simple cuestión de lógica, se debe entonces enseñar que el adulterio no es en sí y por sí malo.

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La conciencia es el lugar donde nos encontramos y tropezamos con la columna vertebral de la modernidad. […] El que ha visto esto en forma muy lúcida fue el beato John Henry Newman. En su famosa Carta al duque de Norfolk dice: […] "En nuestra época bulle una guerra feroz, diría casi una especie de conspiración contra los derechos de la conciencia". Más adelante agrega que "en nombre de la conciencia se destruye la verdadera conciencia".

Ese es el motivo por el cual entre las cinco "dubia" la duda número cinco [la que se refiere a la conciencia] es la más importante. Hay un pasaje de "Amoris laetitia", en el parágrafo n. 303, que no es claro; parece – repito: parece – admitir la posibilidad que haya un juicio verdadero de la conciencia (no invenciblemente erróneo; esto ha sido admitido siempre por la Iglesia) en contradicción con lo que la Iglesia enseña como atinente al depósito de la Revelación divina. Parece. Por eso hemos planteado la duda al Papa.

Newman dice que "si el Papa hablara contra la conciencia, entendida en el verdadero significado de la palabra, cometería un verdadero suicidio, cavaría una fosa bajo sus pies".

Son cuestiones de una gravedad perturbadora. El juicio privado sería elevado a criterio último de la verdad moral. No decir jamás a una persona “sigue siempre tu conciencia”, sin agregar siempre y rápidamente “ama y busca la verdad acerca del bien”. Se le pondría en las manos el arma más destructiva de su humanidad.

(Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina)

Sandro Magister

lunes, 16 de enero de 2017

Un grillo en Santa Marta (The wanderer)

FUENTE: THE WANDERER


Hasta el momento, la afirmación de que al Papa Francisco no le importa la liturgia y, por tanto, nunca se meterá con la liturgia tradicional ni molestará a los motupropistas, ha funcionado. Pero los vientos de cambio han comenzado a soplar, o al menos, eso se rumorea desde la semana pasada.

El primer paso fue, como dimos cuenta aquí, la renovación total de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Solamente quedó en pie su prefecto, el cardenal Sarah, que poco y nada puede hacer ahora rodeado como está de progresistas y declarados enemigos suyos. 

Pero en los últimos días sucedió algo nuevo. El Papa acaba de crear una comisión -su típica estrategia de destrucción-, liderada por el arzobispo Arthur Roche, encargada de revisar la instrucción Liturgiam authenticam, documento que constituye un verdadero freno para los desmanes que los liturgistas modernos pretenden imponer, sobre todo en materia de traducciones a las lenguas vernáculas. Allí se establece que la lengua del rito latino es el latín y que, en caso de que sea conveniente, se puede traducir a las lenguas vulgares respetando una serie de principios que vedan cualquier veleidad de los obispos y cleriquillos modernistas de turno. 

La modificación de esta instrucción, no tengamos duda, se ordenará justamente a permitir que la creatividad litúrgica pueda florecer en cada una de las culturas donde se celebra la Santa Misa. Y así, dentro de poco, tendremos la misa amazónica, la misa polinesia y la misa tucumana, entre otras. 

Quien está detrás de todo estos cambios, según afirma Sandro Magister, es un amigo del Papa Francisco. Los argentinos sabemos muy bien cuál es la calidad de sus amigos: Gustavo Vera, Juan Grabois, el rabino Skorka, Clelia Luro, etc., por lo que suenan las alarmas cuando se habla de "amigos del Papa". 

En este caso, su amigo liturgista amante de los cambios, es un italiano: Andrea Grillo, un laico casado y con dos hijos, y profesor en el ateneo San Anselmo de Roma. Como podemos apreciar en su curriculum vitae, se trata de un personaje sumamente creativo. Pero lo que causa más temor son sus publicaciones

Aquí pueden leer un artículo suyo defendiendo la ordenación sacerdotal de mujeres, y destaco otra titulada Oltre Pio V: La riforma liturgica nel conflitto di interpretazioni, Quiriniana, 2007 (Más allá de Pío V. La reforma litúrgica en el conflicto de interpretaciones). El pasquín es presentado con las siguientes palabras:

La reforma litúrgica del concilio Vaticano II está en riesgo de no ser comprendida. Diversas señales levantan dudas y perplejidades en el cuerpo eclesial. Extensiones de la validez del “indulto” para el uso del Misal de Pío V, pedidos de un uso más amplio de las lenguas muertas, entrevistas desenvueltas o superficiales realizadas a importantes oficiales de la Curia romana, rigideces poco justificadas -o, peor aún, justificadas- en cuanto a las traducciones, inversiones de la prioridad entre misterio y disciplina. 

El objetivo que tiene este ensayo es el de redescubrir las razones profundas que nos permitan leer la reforma litúrgica como un pasaje necesario en la consciencia eclesial contemporánea, ni contra ni sin Pío V, pero sin duda más allá de Pío V. 

No hemos hemos decidido -desesperadamente- ser los últimos cristianos todavía fieles a una gran tradición (solamente) antigua, reducida a la figura de un pasado precioso para encerrar en un museo, con aire acondicionado y sistemas de seguridad, pero sin vida y sin hijos
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ANDREA GRILLO, AMIGO DEL PAPA
¡Tomá mate! Este es el asesor litúrgico del Papa Francisco

Preparémonos, porque si ésta es la opinión que el Grillo tiene de la liturgia tradicional, podemos prever cuáles serán sus próximos pasos. Magister afirma que será la “corrección” del motu propio Summorum Pontificum ... Es decir, se acabó la posibilidad de tener con toda legitimidad y legalidad la misa tradicional, tal como lo quiso el Papa Benedicto XVI.

Algunos sostienen que no será así; que definitivamente, al Papa Francisco no le interesa la liturgia y que no está en sus planes abrir una nuevo frente de batalla. Es la idea de Joseph Shaw, presidente de la Latin Mass Society del Reino Unido, que suele estar convenientemente asesorado. 

Yo estaría de acuerdo con Shaw y con quien lo asesora, pero hay dos factores recientes que deben ser tenidos en cuenta

- En primer término, Bergoglio está furioso con la oposición que encuentra, sobre todo con los cuatro cardenales, cuyo mascarón de proa es Burke, que le acaba de mandar a decir que teme más perder su alma que perder su título de cardenal. No me cabe duda que los ataques a la Orden de Malta, en buena medida, han sido lanzados como un ataque personal a Burke, y el cardenal representa para el Papa a los tradicionalistas

Los curas porteños que le estuvieron sometidos durante años saben muy bien quién es Bergoglio: de una memoria prodigiosa, es cruel y vengativo. Se ha ensañado con Burke y se le están soltando todas las compuertas que lo frenaban, y nadie sabe hasta dónde puede llegar si pierde todas sus inhibiciones. 

Es cuestión de leer los ataques apenas velados que lanza en sus últimas homilías o alocuciones, o de ver lo que hizo con los oficiales de la Congregación para la Doctrina de la Fe a los que expulsó o con la Orden de Malta: crueldades y maldades, y le importa un comino. "Yo soy el Papa -le dijo al cardenal Müller- y no tengo que dar explicaciones a nadie de lo que hago".

- En segundo lugar, no habría que descuidarse del Grillo, que es un insecto molesto y capaz de contagiar vaya uno a saber qué pestes

Si es verdad lo que afirma Magister, y si su amistad con Bergoglio es la del tipo que ya conocemos nosotros, no sería imposible que al Papa le comenzara a interesar la liturgia ... para destruirla. Las características de la publicación a la que hicimos referencia -y se trata solamente de la descripción que proporciona la contratapa del libro- denotan que el ortóptero pontificio profesa odio a la liturgia tradicional y que, si por él fuera, debería estar prohibida bajo pena de excomunión. Si los afectos franciscanos por Grillo se profundizan, no tendrá ningún empacho en cumplirle sus caprichos.

No sé si hay razones para alarmarse, pero sí las hay para estar preparados.

The Wanderer

domingo, 15 de enero de 2017

Malta se une a la flota del Papa (Sandro Magister)



> Todos los artículos de Settimo Cielo en español
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«Si como resultado del proceso de discernimiento, llevado a cabo con "humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y con el deseo de alcanzar una respuesta a ella más perfecta" (Amoris laetitia, 300), una persona separada o divorciada que vive una nueva unión llega – con una conciencia formada e iluminada – a reconocer y a creer estando en paz con Dios, no se le podrá impedir acercarse a los sacramentos de la reconciliación y de la eucaristía (cfr. Amoris laetitia, notas 336 y 351)».

En síntesis: sí a la comunión para los divorciados que se han vuelto a casar y viven more uxorio.

Éste es el punto clave de las instrucciones que los obispos de Malta y de Gozo, Charles Jude Scicluna y Mario Grech, han dado el 13 de enero a sus sacerdotes, para la aplicación del controvertido capítulo VIII de "Amoris laetitia":

> Criteria for the Application of Chapter Eight of "Amoris Lætitia"

Hasta ahora, no son muchos los obispos que por sí mismos o en grupo han dado a sus sacerdotes instrucciones similares sobre la exhortación sinodal. Con orientaciones discordantes entre ellos.

Por ejemplo, por el no a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar y que viven more uxorio se han pronunciado en Estados Unidos el arzobispo de Filadelfia, Charles J. Chaput, y en Italia el cardenal Ennio Antonelli, llamado por el arzobispo de Florencia, Giuseppe Betori, para instruir a los sacerdotes de su diócesis.

Mientras que por el sí se han pronunciado el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, y los obispos de la región de Buenos Aires, en ambos casos con la aprobación personal del papa Francisco, en Estados Unidos el obispo de San Diego, Robert W. McElroy, y ahora en la isla de Malta los obispos Scicluna y Grech.

Tanto unos como otros han sostenido sus respectivas posiciones basados en lo que han encontrado escrito en "Amoris laetitia": prueba evidente que las "dubia" expuestas públicamente por cuatro cardenales con el pedido al Papa que "clarifique" no son en absoluto infundadas.

Si entonces el Papa no responde a las "dubia" es porque él, ante todo, quiere esta pluralidad de interpretaciones y de aplicaciones, todas ellas apelando a una redacción de "Amoris laetitia" voluntariamente ambigua, por eso mismo abierta a más de una lectura.

Cuál es, entonces, la lectura que el Papa prefiere es indudablemente cierta: es la que admite la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar y que viven more uxorio. Lo cual es exactamente lo que se deriva de una lectura "ingenua" de la exhortación post-sinodal, en la que esta admisión no está escrita en ninguna parte "apertis verbis", pero que se intuye abundantemente en forma alusiva.

No es casualidad que los obispos de Malta, cuando llegan a escribir que a los divorciados que se han vuelto a casar y que viven more uxorio "no se les podrá impedir que se acerquen a los sacramentos de la reconciliación y de la eucaristía" no encuentran otra cita tomada de "Amoris laetitia" si no en dos sibilinas notas a pie de página, de las que incluso Francisco dijo alguna vez que no recordaba.

Pero justamente son tantas las citas de "Amoris laetitia" incluidas en la instrucción de los obispos malteses, que hay que pensar que la suya es efectivamente una fiel interpretación "sine glossa" de la exhortación.

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Entre tanto, respecto al último conteo de Settimo Cielo, se han agregado dos tomas de posición sobre las "dubia", por parte de cardenales y obispos.

En apoyo de las "dubia" se ha pronunciado el cardenal sudafricano Wilfrid Fox Napier, arzobispo de Durban.

Mientras que en contra de las "dubia" se ha pronunciado el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo de los obispos, en una entrevista publicada el 12 de enero en "L'Osservatore Romano":

"Ya se proporcionaron diferentes respuestas. También se han expresado personas competentes por su rol y por su autoridad. […] No pienso que haya necesidad de agregar otra, excepto reiterar que todas las respuestas que se piden ya están contenidas en el texto de la misma exhortación apostólica".

Sandro Magister

(Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina)



NOTA: En Secretum Mihi Meum aparece la misma noticia:





Y la misma noticia en Gloria TV (la misma que vimos en Catholicvs)

Duración: 28 segundos

En Inglés

Apostasy: The two bishops of Malta have collectively apostatized from Catholic faith by publishing guidelines allowing adulterers to receive Holy Communion. The Vatican joined this apostasy as the L'Osservatore Romano published the guidelines Friday morning in its print and online versions which is widely considered an approval of the apostasy.

En Español

Apostasía: Los dos obispos de Malta han apostatado colectivamente de la fe católica publicando pautas que permiten a los adúlteros recibir la Santa Comunión. El Vaticano se unió a esta apostasía dado que L'Osservatore Romano publicó estas directrices el viernes por la mañana en sus versiones impresa y en línea , lo cual se considera, en sentido amplio, como una aprobación de la apostasía.

José Martí

Enseñar la ideología de género dificulta a los niños forjar su personalidad (Nacho Calderón, neuropsicólogo infantil, director de INPA)

FUENTE: RELIGIÓN EN LIBERTAD

Duración 15:22 minutos

sábado, 14 de enero de 2017

Los obispos de Malta, excomulgados

 FUENTE: CATHOLICVS


Los dos únicos obispos con los que contaba Malta, Charles Jude Scicluna, Arzobispo de Malta, y Mario Grech, obispo de Gozo -que aparecen en la foto que abre esta entrada-, han incurrido en excomunión latae sententiae -automática- por sostener públicamente, en un documento oficial publicado por ellos, una herejía condenada solemnemente por el Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento; a saber: que las personas no pueden evitar pecar y que dejar de hacerlo da lugar a un "daño" mayor. ¿No pecar es un "daño" o algo malo y, por tanto, pecar es un "bien"? Estos dos obispos ya no sólo enseñan la inmoralidad y el error, como también lo están haciendo últimamente otros obispos, sino que dan un paso más allá y sostienen públicamente la herejía. ¡El episcopado está enloqueciendo!

Punto nº 9 de los Criterios para la aplicación del capítulo VIII de Amoris laetitia de los obispos de Malta:

"On the other hand, there are complex situations where the choice of living 'as brothers and sisters' becomes humanly impossible and give rise to greater harm (see AL, note 329)".

["Por otro lado, hay situaciones complejas donde la elección de vivir 'como hermanos y hermanas' se convierte en humanamente imposible y da lugar a un daño mayor (ver AL, nota 329)"].
Es decir: no dicen que a las parejas que viven en adulterio les sea difícil guardar la abstinencia debida, pero que con ayuda de Dios sí les es posible -como afirma el Magisterio de la Iglesia-, sino que afirman, literalmente, que es humanamente imposible cumplir los Mandamientos del Decálogo -en este caso concreto, el sexto-.

Además de incurrir en los anatemas que establecen los cánones del Concilio dogmático de Trento (ver más abajo), contradicen las Sagradas Escrituras 1, el punto 1650 del Catecismo de la Iglesia Católica, el punto 84 de "Familiaris Consortio" de San Juan Pablo II 2, y la Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la recepción de la comunión eucarística por parte de los fieles divorciados que se han vuelto a casar, publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe -a cuyo frente estaba de Prefecto el entonces Cardenal Joseph Ratzinger-, por mandato de San Juan Pablo II.

Cánones sobre la justificación 3

1568 Dz 828 Can. 18. Si alguno dijere que los mandamientos de Dios son imposibles de guardar, aun para el hombre justificado y constituído bajo la gracia, sea anatema [cf. 804].

1570 Dz 830 Can. 20. Si alguno dijere que el hombre justificado y cuan perfecto se quiera, no está obligado a la guarda de los mandamientos de Dios y de la Iglesia, sino solamente a creer, como si verdaderamente el Evangelio fuera simple y absoluta promesa de la vida eterna, sin la condición de observar los mandamientos, sea anatema [cf. 804].

1572 Dz 832 Can 22. Si alguno dijere que el justificado puede perseverar sin especial auxilio de Dios en la justicia recibida o que con este auxilio no puede, sea anatema [cf. 804 y 806].
Ni que decir tiene que todos los fieles católicos tienen la grave obligación moral, so pena de cometer pecado mortal, de resistir y no obedecer a estos pastores inicuos que han incurrido en herejía e inducen al pecado.



1 "...fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, antes dispondrá con la tentación el éxito, dándoos el poder de resistirla" (I Cor 10,13). Es la consoladora doctrina que expone Santiago (St. 1, 13 y nota), añadiendo aún que de la tentación saldremos mejor que antes (St. 1, 12). "El que de la tentación hace que saquemos provecho, de manera que podamos sostenernos, Él mismo nos asiste a todos y nos da su mano para que alcancemos las eternas coronas por gracia y benignidad de Nuestro Señor Jesucristo, con espléndida aclamación" (S. Crisóstomo).

2 Establece que para poder acercarse a los sacramentos, aquellas parejas que viven en adulterio y no pueden cumplir con la obligación de la separación, "asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos".

3 CTr v 797 ss; Rcht 30 ss; Msi XXXIII 40 A ss; Hrd X 40 B ss; Bar(Th) ad 1547, 14 ss (33, 195 b ss).