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domingo, 24 de agosto de 2025

Comparación entre el concilio de Nicea y el concilio Vaticano II (De Mattei)





Roberto de Mattei compara Nicea con el Vaticano II. 

«Sin duda, el Vaticano II fue un Concilio válido y, en este sentido, de gran autoridad, pero su trascendencia histórica no se debe a los beneficios que aportó a la Iglesia, como en el caso del Concilio de Nicea, sino a los gravísimos daños que causó. Si el Vaticano II está destinado a dejar una huella más profunda en la historia que el de Nicea, es porque la crisis religiosa de nuestro tiempo es más grave y profunda que la arriana. El daño, que previó Monseñor Lefebvre y que Pablo VI negó, es hoy un hecho objetivo y evidente. La teología pastoral del Vaticano II se ha refutado a sí misma a lo largo de los sesenta años transcurridos desde su conclusión, y el historiador no puede evitar tomar nota de ello».

En una carta escrita el 29 de junio de 1975 al arzobispo Marcel Lefebvre, quien criticó el Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI declaró que “el Concilio Vaticano II no es menos autorizado, de hecho en algunos aspectos es incluso más importante que el Concilio de Nicea” (Cf. La Doc. Catholique, 58 (1976), p. 34). Esta declaración dejó a muchos asombrados. El Concilio de Nicea nos transmitió las verdades fundamentales de la fe católica, expresadas más tarde en el llamado Credo Niceno-Constantinopolitano, que se recita cada domingo en la Santa Misa. El Concilio Vaticano II no definió ninguna verdad ni condenó ningún error, presentándose como un concilio pastoral y no dogmático.

Desde una perspectiva histórica, más que teológica, la declaración de Pablo VI no carece de verdad, aunque difiera de la concepción del papa Montini.
«El Concilio Vaticano II, a diferencia de Nicea, Trento y el Vaticano I, se presentó como un concilio pastoral, pero no puede haber ningún concilio pastoral que no sea también dogmático. El Vaticano II renunció a definir nuevos dogmas, pero dogmatizó la pastoral, adoptando la filosofía contemporánea, según la cual la verdad del pensamiento se verifica en la acción. La teología dogmática tradicional fue dejada de lado y sustituida por una «filosofía de la acción», que necesariamente conlleva subjetivismo y relativismo».

«La teología pastoral del Vaticano II representa una ruptura con la teología dogmática del Concilio de Nicea, precisamente por su pretensión de adaptarse al inmanentismo de la filosofía moderna. Para estar en armonía con el mundo, la Iglesia debe dejar de lado su doctrina y confiar a la historia el criterio para verificar su verdad. Pero los resultados de la nueva teología pastoral han demostrado su fracaso. Basta con preguntarse cuántas personas asisten a la iglesia los domingos y cuáles son sus creencias para comprenderlo». Si el Vaticano II está destinado a dejar una huella más profunda en la historia que el de Nicea, es porque la crisis religiosa de nuestro tiempo es más grave y profunda que la arriana.


Roberto De Mattei