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jueves, 29 de octubre de 2020

Catolicismo y Política. El Reinado Social de Jesucristo y el mundo actual. Un artículo de Leonardo Olivieri

 MARCHANDO RELIGIÓN


Como ya muchos conocen, fue el Papa Pio XI quien en su Encíclica Quas Primas estableció la fiesta litúrgica de Cristo Rey. Los elementos centrales de este documento resultan fundamentales para la doctrina católica, no sólo desde el punto de vista de la liturgia y de la doctrina, sino que son de vital importancia en los aspectos del orden social y político de las sociedades.

Lamentablemente, en la sociedad actual se consolidó un fuerte proceso progresivo de secularización y laicismo de las instituciones políticas. Incluso se considera a la doctrina católica como un obstáculo a tal proceso. Asistimos a una sociedad cada vez más des-cristianizada y a una re-significación de la doctrina tradicional y de la misma figura de Jesucristo. Prolifera un humanismo sin el Dios verdadero, conjuntamente con un renacer de supersticiones paganas bajo el prisma ideológico del ecologismo, como ser el culto a la pachamama, al naturalismo y los principios del panteísmo religioso. Asimismo y como parte de todo esto, se registra una cultura del antropocentrismo en donde es el mismo hombre (ya no como creatura e hijo adoptivo de Dios) el centro y el principio ultimo de todo. No existe nada que este fuera de la creación humana.

Desde esta visión podemos decir que hay dos movimientos. El primero, que destaca al individualismo y al atomismo y en donde la sociedad civil es una sumatoria de particulares. Se deja librado todo a la iniciativa personal, el egoísmo; la búsqueda de la felicidad y del bienestar individual produce efectos positivos sobre el resto de los individuos. La base ética y moral de la sociedad es la libertad negativa y el individualismo posesivo. Un orden social justo es el que garantiza la plenitud de tal libertad y sostiene los derechos individuales y de propiedad.

Pero existe un segundo movimiento que en lugar de centrarse en lo individual, hace principal hincapié en lo colectivo. El sujeto aquí ya no es el individuo sino la clase social, siendo ésta la condicionante de toda subjetividad. La sociedad se articula en clases sociales con diferentes lógicas, necesidades e intereses, originándose una potencial y latente conflictividad. Las relaciones sociales ya no son cálculos racionales de bienestar individual, sino relaciones fundadas en opresores-oprimidos. Aquí un orden social justo es aquel que garantiza la liberación de las clases oprimidas y asegura la igualdad y los intereses colectivos-de clase.

Ante estos dos movimientos se encuentra la Doctrina de la Realeza Social de Jesucristo. Una doctrina que plantea la superación de estas dos visiones de base inmanente y materialista, por la presencia de un orden trascendente que supera tanto a la voluntad y convencionalismo humano, como así también al materialismo histórico. La Realeza de Jesucristo implica aceptar que existen principios y fundamentos morales objetivos, que fueron creados por Dios y revelados a los hombres. Es Dios el fundamento moral de un orden socio-político justo.

Sin embargo hay que recalcar, que la Realeza Social de Jesucristo no plante que los hombres pueden desplegar un sistema que establezca un “paraíso terrenal”. Ya sabemos que será en el mismo Jesús quien juzgará a los hombres y establecerás su reinado sin fin. Pero ello no implica que el hombre busque perfeccionarse estableciendo un orden social y político que se fundamente y tenga como fin el Reinado de Jesucristo. Hablamos de un orden social imperfecto, “no paradisíaco” , pero que oriente a los individuos hacia la búsqueda del Bien, y fundamentalmente que ayude en el camino hacia la salvación eterna.

Bajo la Realeza Social de Jesucristo la dicotomía y la división entre orden temporal con lo espiritual queda prácticamente superada. El orden social guarda una estrecha relación con los principios y mandatos trascendentes, que objetivamente Dios estableció para que se cumpla. No hay superposición, tampoco hay una relación de domino de lo espiritual por sobre lo temporal. No se trata de instaurar el despotismo del mundo de las ideas en el sentido platónico del término, se trata de complementar los dos órdenes bajo la supremacía de Cristo Rey.

Pensar en una relación estrecha entre lo trascendente y lo material nos lleva a escaparnos de la lógica liberal-materialista que está vigente en estos días. Implica hacer un ejercicio intelectual en búsqueda de la Verdad objetiva, pero también indagar en nuestros corazones y en lo más hondo de nuestro ser.

Pero ahora pasemos a buscar una definición sobre en qué consiste el Reinado Social de Jesucristo. El Padre Henri Ramiere lo define de la siguiente manera : Por la soberanía social de Jesucristo, entendemos el derecho que posee el Hombre-Dios, y que posee con El la Iglesia, que le representa acá en la tierra, de ejercer su divina autoridad en el orden moral sobre las sociedades, así como sobre los individuos y la obligación que semejante derecho impone a las sociedades de reconocer la autoridad de Jesucristoy de la Iglesia en su existencia y en su acción colectiva, de la misma manera que debe ser reconocida por los individuos en su fuero interno y en su conducta privada.(La Soberanía Social de Jesucristo).

Por lo tanto y siguiendo a lo planteado en la definición que acabamos de citar, es un dogma de fe que Jesucristo posee una autoridad soberana tanto sobre los individuos y todo lo creado, como así también sobre las sociedades civiles con sus ordenamientos políticos. Cristo es Rey en los aspectos individuales como en los sociales, en las conductas privadas como en las acciones colectivas. Así es que naciones, gobiernos, sociedades e individuos están obligados a reconocer la Realeza de Jesucristo y someterse con la observancia y cumplimento de sus disposiciones y sus leyes.

Un ordenamiento social orientado y dirigido bajo los aspectos doctrinales de la Realeza Social de Jesucristo, consiste principalmente en direccionar todo el marco institucional, jurídico, político y económico a la aceptación del cristianismo como su fundamento único y verdadero. Lejos de una concepción pluralista con respecto al fundamento de lo socio-político, se propone una perspectiva fundada en la objetividad de la existencia de un principio básico, único y ordenador, bajo el cual toda actividad humana está comprendida: la Divinidad de Jesucristo y su señorío sobre la creación.

Sin este principio que mencionamos, no será posible una vida social en donde se concreticen la paz, la armonía y la justicia. El es, en efecto, la fuente del bien público y privado. Fuera de El no hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos. El es sólo quien da la prosperidad y la felicidad verdadera, así a los individuos como a las naciones: porque la felicidad de la nación no procede de distinta fuente que la felicidad de los ciudadanos, pues la nación no es otra cosa que el conjunto concorde de ciudadanos. No se nieguen, pues, los gobernantes de las naciones a dar por sí mismos y por el pueblo públicas muestras de veneración y de obediencia al imperio de Cristo si quieren conservar incólume su autoridad y hacer la felicidad y la fortuna de su patria. (Encíclica Quas Primas)

Ya hemos mencionado a la situación que nos toca vivir en la actualidad. Podemos agregar que estamos ante un mundo en donde la des-unión y la conflictividad van en ascenso y que las ideologías que buscan superar tal situación están lejos de ser la solución sino son parte o síntomas del mismo problema.

En esta búsqueda de reducir lo conflictivo y potenciar la unidad, el Papa actual elaboró una encíclica sobre la hermandad universal. Lamentablemente, en esta encíclica no se menciona nada sobre el Reinado Social de Jesucristo, es más al mismo Jesús se lo nombra muy poco o casi nada. Vemos entonces una nueva teología que sostiene al humanismo y los valores derivados de éste, con independencia de la creencia o no en Dios. La Verdad sale del dialogo humano, dejando de lado los dogmas, que pasa esta perspectiva, son fuentes de disputas. Se busca la apertura, los sentimientos del corazón, apelando a la sensibilidad como base de un orden social justo. No se hace hincapié en principios y leyes morales trascendentes que se derivan de Dios mismo, sino en lo puramente humano, en los sentimientos compasivos como fuente de bondad. Buscar las normas dictadas por Dios es sinónimo de clericalismo, fanatismo y falta de misericordia.

Desde esta idea, Dios es una figura abstracta, o como se diría, un significante vacío; una figura que sirve para unificar valores pero no se sabe concretamente quien es, sólo es posible conocerlo en medida de lo temporal, de lo cultural.

Vemos que todo esto es muy diferencia a una doctrina del Reinado Social de Jesucristo. En realidad esto sirve para continuar destronando a nuestro único y verdadero Señor. Pero ,¿qué podemos hacer ante esta situación?; la respuesta la encontramos en las palabras de Monseñor Marcel Lefebvre :

“Debemos luchar más que nunca por el Reino Social de Nuestro Señor Jesucristo. En este combate, no estamos solos, tenemos con nosotros a todos los Papas, hasta Pío XII inclusive. Todos ellos combatieron el liberalismo para resguardar la Iglesia. Dios no ha permitido que lo lograran, ¡pero eso no es una razón para rendir las armas! Es necesario resistir. Es necesario construir mientras otros destruyen. Es necesario reedificar las ciudadelas derrumbadas, reconstruir los bastiones de la fe. Primero el santo Sacrificio de la Misa de siempre, forjador de santos. Luego nuestras capillas, que son verdaderamente nuestras parroquias, los monasterios, las familias numerosas, las escuelas católicas, las empresas fieles a la doctrina social de la Iglesia, los hombres políticos decididos a hacer la política de Jesucristo. Debemos restaurar un conjunto de costumbres, vida social y reflejos cristianos, con la amplitud de duración que Dios disponga. ¡Lo único que sé, la fe nos lo enseña, es que Nuestro Señor debe reinar en este mundo, ahora, y no solamente al fin del mundo, tal como quisieron los liberales!.Mientras ellos destruyen, nosotros tenemos la felicidad de construir”. (Monseñor Marcel Lefebvre ,Le Destronaron)

Leonardo Olivieri