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jueves, 6 de agosto de 2015

"Los divorciados vueltos a casar no están excomulgados" (Alejandro Villarreal)


Las palabras que dan título a este Blog, es decir: "Los divorciados vueltos a casar no están excomulgados" son del papa Francisco. El artículo que viene a continuación está escrito por Alejandro Villarreal. Puede leerse el original haciendo clic aquí. Me ha parecido interesante y por eso lo publico en este blog (añadiendo algunos enlaces que pueden completarlo).

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El papa Francisco ha vuelto a hablar sobre los “divorciados que se han casado de nuevo” (...). En esta ocasión ha repetido una frase que ya se le había escuchado antes:


Las personas divorciadas vueltas a casar “no están excomulgadas”, y no deben ser tratadas como tales, pues “ellas forman parte siempre de la Iglesia”

“En efecto, estas personas no son en efecto excomulgadas, no están excomulgados, y no van absolutamente tratadas como tales: ellas forman parte siempre de la Iglesia”
( Fuente: Aciprensa)

[Nota: En la audiencia general de los miércoles de ayer, 5 de agosto de 2015, se pueden leer cuáles  fueron, exactamente, sus
palabras. Hacer clic aquí]

Cualquier católico medianamente instruido sabe que los mal llamados divorciados (el divorcio no existe o no está reconocido entre los católicos) no necesariamente caen en excomunión. En general, quien incurre en excomunión es aquel que niega alguna verdad de Fe, pero no es necesario que alguien se “divorcie” negando, por ejemplo, que el matrimonio no sea un sacramento o que éste sea indisoluble. Quizás lo haga sabiendo que comete un pecado mortal y, temerariamente, se entrampe en esa situación. 

Lo que es innegable es que quien habiendo contraído matrimonio lícito en la Iglesia católica abandona a su cónyuge, ya sea de común acuerdo o no, y se junta con otra persona, comete un pecado mortal.

De esta manera, no es posible aconsejar que se le otorgue la comunión a alguien que viva en dichas circunstancias, no porque esté excomulgado sino porque está en pecado mortal, un pecado que no podrá borrarse sino cuando se recurra a la confesión y se haga firme propósito de enmienda. 

Sobre la segunda afirmación, que alude a ser miembro de la Iglesia, habría que distinguir entre los miembros vivos y los miembros muertos de la Iglesia. El Catecismo Mayor del gran pontífice católico San Pío X dice lo siguiente:

167.- ¿Basta para salvarse ser, como quiera, miembro de la Iglesia Católica? 

– No, señor; no basta para salvarse ser, como quiera, miembro de la Iglesia Católica, sino que es necesario ser miembro vivo.

168.- ¿Cuáles son los miembros vivos de la Iglesia? 

– Los miembros vivos de la Iglesia son todos y solamente los justos; a saber, los que están actualmente en gracia de Dios.

169.- ¿Y cuales son los miembros muertos? 

– Miembros muertos de la Iglesia son los fieles que se hallan en pecado mortal.

Entonces, podríamos decir que las afirmaciones de Francisco no son incorrectas, aunque con muchísimas salvedades y puntualizaciones, que brillan por su ausencia y, por lo tanto, es muy probable que puedan malinterpretarse, dando falsas esperanzas a quienes se encuentren en la situación de ser “divorciados vueltos a casar”.

Pues bien: podrían ser miembros de la Iglesia, pero serán siempre miembros muertos, que han perdido la gracia y que no podrán aspirar a salvar su alma si no rectifican su situación. Es de hacer notar que las salvedades y puntualizaciones es ya habitual que nunca se hagan y, por lo tanto, ese escenario de la malinterpretación siempre sea probable.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué significan las palabras del papa Francisco? o ¿cómo podrían intepretarse? Estas afirmaciones nos llevan, al menos, a dos situaciones probables:
  1. Quienes las escuchan saben que su situación no es producto de haber negado ninguna verdad de Fe católica y, por lo tanto, no caen en excomunión, pero saben que viven en pecado mortal, y saben que, aunque son miembros de la Iglesia, son miembros muertos y, por lo tanto, no podrán comulgar hasta que confiesen sus pecados y hagan firme propósito de enmienda (comulgar en esas condiciones sólo atraerá su propia condenación como nos advierten las graves palabras de San Pablo: “Quien come el Cuerpo de Cristo indignamente, come su propia condenación” -1Cor. XI,27-) ... lo que incluirá el vivir en castidad, si es que no se tiene voluntad para volver con su esposa legítima a los ojos de Dios y rehacer la vida conyugal y, por supuesto, encargarse íntegramente de los hijos que haya procreado, legítimos e ilegítimos (e incluso de su o sus concubinas como podrían exigir las leyes civiles al respecto). En todo caso, el rectificar esta situación anómala será siempre conveniente hacerlo con el consejo de un buen director espiritual, un sacerdote que tenga bien clara la doctrina de la Iglesia y que no le dé falsas esperanzas.
  2. Quienes escuchan estas palabras malinterpretan que como el papa ha dicho que no están excomulgados, entonces pueden comulgar, ya que también ha dicho que son “miembros de la Iglesia”, y quizás malinterpreten que no sea necesario ningún trámite intermedio como sería la confesión y que tampoco exigiría ningún cambio en su vida. Quizás algunos lleguen al extremo de malinterpretar que puedan abandonar a su primera, segunda, tercera, etc., concubina (o concubino, con sus respectivos hijos) sin que esto les represente ningún cargo de conciencia, ya que ahora deben ser acogidos amorosamente dentro de la Iglesia.
Al menos éstos son los dos escenarios que yo puedo imaginar; y en el caso del primer escenario es casi improbable que se llegue a la conciencia de estar en pecado mortal sin la ayuda de un buen sacerdote o de tener a alguien cercano que, con verdadera caridad, le abra los ojos a los mal llamados “divorciados” vueltos a casar. El decirles a estas personas sobre la gravedad de su situación es el verdadero acto de amor al prójimo y no los simples actos exteriores que los hagan sentir bien en su pecado.

Entender estas palabras de otra manera sería entender el Sacramento del Matrimonio de forma diferente a como la Iglesia lo ha hecho en todo tiempo y lugar; y eso sí sería negar una verdad de Fe. Sería contribuir a la protestantización de la Iglesia que ha estado tan de moda entre los modernistas desde hace al menos 50 años; pues los grupos que han abandonado la seguridad doctrinal de la Iglesia no reconocen al matrimonio como un sacramento y, por lo tanto, es objeto de veleidades humanas, como el divorcio.

Finalmente, éstos son algunos cánones del Concilio de Trento, respecto al Sacramento del Matrimonio, que conviene recordar y cuya negación sí amerita la excomunión:

CAN. I. Si alguno dijere que el Matrimonio no es verdadera y propiamente uno de los siete Sacramentos de la ley Evangélica, instituido por Cristo nuestro Señor, sino inventado por los hombres en la Iglesia; y que no confiere gracia; sea excomulgado.

CAN. II. Si alguno dijere que es lícito a los cristianos tener a un mismo tiempo muchas mujeres, y que esto no está prohibido por ninguna ley divina; sea excomulgado.

CAN. VII. Si alguno dijere que la Iglesia yerra cuando ha enseñado y enseña, según la doctrina del Evangelio y de los Apóstoles, que no se puede disolver el vínculo del matrimonio por el adulterio de uno de los dos consortes; y cuando enseña que ninguno de los dos, ni aun el inocente que no dio motivo al adulterio, puede contraer otro matrimonio viviendo el otro consorte; y que cae en fornicación el que se casare con otra, dejada la primera por adúltera, o la que, dejando al adúltero, se casare con otro; sea excomulgado.

fuente: http://www.mercaba.org/CONCILIOS/Trento11.htm