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miércoles, 10 de agosto de 2022

Una crítica doctrinal de Desiderio desideravi: La primacía de la adoración



Introducción del editor: Damos inicio a la publicación, en cinco artículos sucesivos, de un importante estudio de José Antonio Ureta sobre los fundamentos teológicos sobre los que se apoya la reciente exhortación apostólica Desiderio Desideravi. 

El autor argumenta que estos fundamentos difieren manifiestamente de los de la encíclica Mediator Dei de Pío XII en la medida en que ponen todos los acentos precisamente en las peligrosas inclinaciones del Movimiento Litúrgico tardío contra las cuales el último Papa preconciliar quiso advertir a los fieles.

La primacía de la adoración

José Antonio Ureta

Necesidad de un examen meticuloso

En los medios tradicionalistas, los comentarios a la exhortación apostólica Desiderio desideravi se han limitado hasta el presente a lamentar la reiteración de la tesis de que la misa de Pablo VI es la única forma de Rito Romano y a negar que el nuevo Ordinario de la Misa sea una traducción fiel de los deseos de reforma expresados por los Padres conciliares en la constitución Sacrosantum Concilium.

No me ha llegado a las manos (o, más bien, a la pantalla del computador) ninguna crítica teológica de los principios desarrollados por el papa Francisco en su meditación sobre la liturgia. Veo inclusive con preocupación que algunos artículos, al mismo tiempo que condenan los dos defectos de Desiderio desideravi arriba mencionados, dan a entender que si sus principios y algunos comentarios del Papa fuesen puestos en práctica en las parroquias, el resultado sería positivo.

«De hecho, buena parte de los consejos del papa Francisco para la liturgia se podría entender como una convocatoria general a la tradición en la liturgia», escribe un destacado líder tradicionalista, que tras citar algunos fragmentos de la exhortación sobre la riqueza del lenguaje simbólico, agrega: «Si los ceremonieros de las diócesis se tomasen a pecho estas afirmaciones, observaríamos por todo el mundo una transformación de la liturgia de vuelta a la tradición»[1]. 

Los sacerdotes birritualistas de la diócesis de Versalles que animan el portal Padreblog afirman, por su parte, que «bastantes elementos de la carta tienen en común que ni son propios ni figuran en el Misal de 1962 ni en el de 1970», para concluir que «lo mejor del Misal de San Pío V encontrará de modo natural su lugar en la profundización litúrgica que pide el Santo Padre»[2]. El capellán de la misa tradicional a la que asisto regularmente (perteneciente a una comunidad Ecclesia Dei) parece ser de la misma opinión, pues sugirió al fin de un sermón reciente superar el desagrado que produce el párrafo 31 de Desiderio desideravi y aprovechar las vacaciones del verano europeo para nutrirse espiritualmente con la lectura del documento papal.

Temiendo que esa actitud benevolente se difunda en los medios tradicionalistas, pretendo mostrar en los párrafos que siguen los desvíos doctrinales que, en mi modesta opinión, salpican las meditaciones del Papa Francisco sobre la liturgia, desvíos que resultan de la nueva orientación teológica asumida por la constitución Sacrosantum Concilium del Concilio Vaticano II. 

Lo haré comparando la visión de la liturgia que enseña el último documento preconciliar sobre el tema, o sea, la encíclica Mediator Dei de Pio XII con aquella que emerge de Desiderio desideravi. La conclusión será que esta última merece, por lo menos, la crítica que hacía el cardenal Giovanni Colombo a la Gaudium et Spes, a saber, que «todas las palabras son apropiadas; lo que falla son los acentos»[3]. Infelizmente, tras leer el texto reciente del Papa los lectores se quedan más con los acentos errados que con las palabras apropiadas…
La comparación entre la visión de Pio XII y la de Francisco versará sobre cuatro puntos específicos: la finalidad del culto litúrgico, el misterio pascual como centro de la celebración, el carácter memorial de la Santa Misa y, por último, la presidencia de la asamblea litúrgica.
Finalidad del culto litúrgico

Mediator Dei[4] deja sentado con una claridad meridiana que el culto católico tiene dos finalidades principales que se entrecruzan y se apoyan mutuamente: la gloria de Dios y la santificación de las almas. Pero, evidentemente, la primacía le corresponde al homenaje rendido al Creador.

Después de explicar que «el deber fundamental del hombre es, sin duda ninguna, el de orientar hacia Dios su persona y su propia vida» (n° 18), reconociendo su majestad suprema y dándole «mediante la virtud de la religión, el debido culto» (n° 19), Pío XII recuerda que la Iglesia lo hace continuando la función sacerdotal de Jesucristo (n° 5) y concluye con la siguiente definición: «La sagrada liturgia es, por consiguiente, el culto público que nuestro Redentor tributa al Padre como Cabeza de la Iglesia, y el que la sociedad de los fieles tributa a su Fundador y, por medio de Él, al Eterno Padre: es, diciéndolo brevemente, el completo culto público del Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, de la Cabeza y de sus miembros» (n° 29).

Inclusive el fin subsidiario (y, de hecho, primario desde otro punto de vista) de santificar las almas tiene como fin último la gloria de Dios: «Tal es la esencia y la razón de ser de la sagrada liturgia; ella se refiere al sacrificio, a los sacramentos y a las alabanzas de Dios, e igualmente a la unión de nuestras almas con Cristo y a su santificación por medio del divino Redentor, para que sea honrado Cristo, y en Él y por Él toda la Santísima Trinidad: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo» (n° 215).

Por influencia de los teólogos del llamado Movimiento Litúrgico, cuyas ideas fueron recogidas en Sacrosanctum Concilium, esa relación entre glorificación de Dios y santificación de las almas en la liturgia quedó invertida. Lo explica de modo muy pedagógico el teólogo jesuita P. Juan Manuel Martín Moreno en sus Apuntes de Liturgia[5] para el curso que impartió en la Pontificia Universidad de Comillas (de la Compañía de Jesús) en los años 2003-2004:

«Siempre se ha reconocido una doble dimensión al acto litúrgico. Por una parte tiene como objetivo la glorificación de Dios (dimensión ascensional o anabática) y por otra la salvación y santificación de los hombres (dimensión descensional o catabática). (…)

»La teología litúrgica anterior al Vaticano II partía del concepto de culto concebido anabáticamente. La liturgia era primariamente la glorificación de Dios, el cumplimiento de la obligación que la Iglesia tiene como sociedad perfecta de rendir culto público a Dios, para atraerse de ese modo sus bendiciones.

»En cambio para el Vaticano II prima la dimensión descendente. La Trinidad divina se manifiesta en la Encarnación y en la Pascua de Cristo. El Padre entregando a su Hijo al mundo en la Encarnación, y su Espíritu en la plenitud de la Pascua, nos comunica su comunión trinitaria como un don. Este doble don de la Palabra y el Espíritu se nos da en el servicio litúrgico para nuestra liberación y santificación. (…)

»La concepción anabática de la liturgia se centraba en el servicio del hombre a Dios, mientras que la concepción catabática se fija en el servicio ofrecido por Dios al hombre. La crítica del culto, entendida como servicio del hombre a Dios, se basa en el hecho de que efectivamente Dios no necesita esos servicios del hombre. (…)

»Si la liturgia fuese básicamente culto, sería superflua. Pero si la liturgia es el modo como el hombre puede entrar en posesión de la salvación de Dios, el modo como la acción salvífica se hace realmente presente aquí y ahora para el hombre, es claro que el hombre sigue necesitando la liturgia»[6].

De hecho, la dimensión catabática tiene también la finalidad anabática de conducir los hombres a Dios y hacer que lo glorifiquen. Pero, en Desiderio desideravi[7], el papa Francisco enfatiza casi exclusivamente esta concepción primordialmente catabática de la liturgia y deja en la sombra la glorificación de Dios, que para Pío XII es su elemento primordial.

Su meditación comienza con las palabras iniciales del relato de la Última Cena – «ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros»– subrayando que ellas nos dan «la asombrosa posibilidad de vislumbrar la profundidad del amor de las Personas de la Santísima Trinidad hacia nosotros» (n° 2). «El mundo no lo sabe, pero todos están invitados al banquete de bodas del Cordero (Ap 19, 9)» (n° 5), agrega el pontífice. Sin embargo, «antes de nuestra respuesta a su invitación –mucho antes– está su deseo de nosotros: puede que ni siquiera seamos conscientes de ello, pero cada vez que vamos a Misa, el motivo principal es porque nos atrae el deseo que Él tiene de nosotros» (n° 6). La liturgia, entonces, es ante todo el lugar del encuentro con Cristo, porque ella «nos garantiza la posibilidad de tal encuentro» (n° 11).

El sentido catabático y descendiente de la liturgia –entrar en posesión de la salvación– está muy bien resaltado. Pero fue enteramente omitido el hecho, destacado por Pío XII en el texto ya citado, de que la primera función sacerdotal de Cristo es rendir culto al Padre Eterno en unión con su Cuerpo Místico.

Esa unilateralidad se refuerza en otro párrafo que trata específicamente del aspecto anabático ascendiente, o sea, de la glorificación de la divinidad por los fieles reunidos. Dicho texto insinúa que la gloria de Dios es secundaria, en cuanto no agrega nada a la que Él ya posee en el Cielo, mientras lo que realmente vale es su presencia en la tierra y la transformación espiritual que ella produce: «La Liturgia da gloria a Dios no porque podamos añadir algo a la belleza de la luz inaccesible en la que Él habita (cfr. 1 Tim 6,16) o a la perfección del canto angélico, que resuena eternamente en las moradas celestiales. La Liturgia da gloria a Dios porque nos permite, aquí en la tierra, ver a Dios en la celebración de los misterios y, al verlo, revivir por su Pascua: nosotros, que estábamos muertos por los pecados, hemos revivido por la gracia con Cristo (cfr. Ef 2,5), somos la gloria de Dios» (n° 43).

Las palabras son apropiadas, porque es verdad que el hombre agrega a Dios una gloria apenas “accidental”, pero fue Dios mismo el que quiso recibirla de él al crearlo. Pero los acentos, por su unilateralidad, conducen los fieles a una posición errónea, que fácilmente degenera en el culto del becerro de oro, o sea, «en una fiesta que la comunidad se ofrece a sí misma, y en la que se confirma a sí misma», actitud denunciada en su tiempo por el entonces cardenal Joseph Ratzinger [8].

NOTAS:




[4] Las citas de la encíclica y su numeración corresponden a la versión publicada en el sitio internet de la Santa Sede: https://www.vatican.va/content/pius-xii/es/encyclicals/documents/hf_p-xii_enc_20111947_mediator-dei.html.


[6] Op. cit., p. 47-48.

[7] Las citas de la exhortación apostólica y la numeración corresponden a la versión publicada en el sitio internet de la Santa Sede:


[8] Joseph Ratzinger, El Espíritu de la liturgia: una introducción, Eds. Cristiandad, Madrid, 2001, p. 43.

La nueva inquisición y la Iglesia de la Climatología



Al calor de las nuevas religiones de la New Age

ANTONIO GIL-TERRÓN PUCHADES
09 Ago 2022


Me gusta, y mucho, que en la Civilización Occidental, la nuestra, construida sobre los valores de la tradición judeocristiana, haya podido librarse del fanatismo religioso de antaño, pero sin renunciar a sus valores fundacionales.

Sin embargo, al calor de las nuevas religiones de la New Age, entre las que destaca la Iglesia de la Climatología, los fanáticos siguen fermentando entre nosotros, emponzoñando la convivencia diaria con su odio e intolerancia hacia todos aquellos que no piensan igual que ellos. Y no es que critique los valores de esas nuevas religiones ´políticamente correctas´; no.
Lo que critico es la histeria, el fanatismo y la intolerancia inquisitorial, de todos aquellos que por un lado están pidiendo respeto por sus creencias e ideales, mientras que por otro se dedican a odiar, perseguir y atacar con saña, a todos aquellos que piensan diferente o, simplemente, no comparten su enardecida pasión por la ideología de género, o sus credos y dogmas de fe sobre el cambio climático, o las vacunas milagrosas. A los díscolos con la doctrina oficial, antes les llamaban ´herejes´, ahora, ´negacionistas´.
Los inquisidores de antaño ya no se encuentran dentro de las diferentes iglesias cristianas; afortunadamente. Los inquisidores se hallan dentro de esas nuevas religiones ´políticamente correctas´, que encuentran en la Agenda 2030, sus dogmas de fe; su credo y su catecismo.

Al final, los mismos perros con diferentes collares.

martes, 9 de agosto de 2022

Una poesía de Amado Nervo




HAY QUE 


Hay que andar por el camino
posando apenas los pies;
hay que ir por este mundo
como quien no va por él.

La alforja ha de ser ligera,
firme el báculo ha de ser,
y más firme la esperanza
y más firme aún la fe.

A veces la noche es lóbrega;
mas para el que mira bien
siempre desgarra una estrella
la ceñuda lobreguez.

Por último, hay que morir
al deseo y al placer,
para que al llegar la muerte
a buscarnos, halle que

ya estamos muertos del todo, 
no tenga nada que hacer
y se limite a llevarnos
de la mano por aquel

sendero maravilloso
que habremos de recorrer,
libertados para siempre
de tiempo y espacio. ¡Amén!

Amado Nervo

El ‘indietrismo’ es cuestión de fechas (Carlos Esteban)



Acusado por el zar de Rusia de ser un traidor, Charles Maurice de Tayllerand, que había servido bajo todos los regímenes que se sucedieron en la Francia revolucionaria y en la restauración posterior, respondió: “La traición es una cuestión de fechas”. Y es que la historia solo reconoce como traidor al que se equivoca de bando.

Y se me ocurre que el “indietrismo”, la involución, que últimamente tanto denuncia el Santo Padre, tiene la misma característica: es cuestión de fechas. Es decir, todo el mundo es ‘indietrista’ porque todo el mundo tiene una fecha pasada que considera el inicio correcto.

El Papa es indietrista del Vaticano II tanto como los odiados y rígidos tradicionalistas lo son de un tiempo anterior a lo que, numéricamente, al menos, fue una catástrofe sin precedentes para la práctica católica.

La diferencia más notable, aunque solo sea desde el punto de vista secular, histórico, es que a los tradicionalistas no se les puede ya motejar de nostálgicos, porque nadie puede sentir nostalgia de lo no vivido. No quieren volver a un rito y a una práctica de culto que les recuerde a su juventud, porque ha pasado ya más de medio siglo, y los jóvenes abundan entre los seguidores del rito tridentino. Más bien, aspiran a reconectar con la Iglesia de siempre, con una forma de adoración ininterrumpida, reflejo de una doctrina perenne.

El indietrismo vaticano, en cambio, quiere volver a los tiempos del ‘Espíritu del Concilio’, que sí vivieron, que sí fue para muchos añosos clérigos el espíritu de su juventud. El resultado tiene algo de patético, como volver a los pantalones de campana, si se me perdona la frivolidad de la analogía. Y es que el Concilio, por voluntad expresa, pretendía un ‘aggiornamento’, una puesta al día, una adaptación al mundo de los años sesenta y setenta.

Y lo que hace parecer especialmente envejecida esta estrategia es un doble problema. El primero es que los retos que planteaba ese tiempo no son los que vivimos ahora; sus circunstancias son muy otras, y se nota.

El segundo es aún más llamativo: ante la crisis de la Iglesia en esa época convulsa, para detener una sangría ya en marcha, se ensayaron soluciones que habría de darle la vuelta y propiciar una ‘primavera de la Iglesia’. Y en ese momento aún podía sostenerse que las innovaciones serían eficaces. Hoy, no. Este medio siglo es testimonio demasiado expresivo del fracaso, y volver a él, dar dos tazas de arroz a quien no quiere una, resulta desconcertante, cuando menos.

Carlos Esteban

domingo, 7 de agosto de 2022

Reflexión sobre algunos puntos relacionados con el Concilio Vaticano II, según Adelante la Fe




- Francisco contra el Concilio (de César Félix Sánchez)



- El Concilio incuestionable (de John A. Monaco)



- El Concilio y el eclipse de Dios (Don Pietro Leone: hay cuatro artículos)

https://adelantelafe.com/don-pietro-leone-el-concilio-y-el-eclipse-de-dios-i/

- De aquellos barros estos lodos: sobre la profanación eucarística en Alemania


- Algunas reflexiones sobre el Concilio Vaticano II y la crisis actual de la Iglesia


- Libro imprescindible sobre el Concilio Vaticano II y más


- La Historia nunca escrita del Concilio Vaticano II (libro de Roberto De Mattei)


- Puntos de ruptura entre el Concilio Vaticano II y la Tradición. Sinopsis (Paolo Pasqualucci, filósofo católico)


- Los puntos de ruptura del Concilio Vaticano II permanecen.


- Vaticano II: una explicación pendiente (Libro de Monseñor Brunero Gherardini)



Nota: Hay muchísimo más artículos, muy interesantes, que tratan sobre el Concilio Vaticano II. Yo sólo he apuntado diez, entre los últimos. 

Hay dos libros que ilustran muy bien sobre este Concilio, de lectura imprescindible:

Vaticano II: una explicación pendiente (de Brunero Gherardini)

Concilio Vaticano II: una historia nunca escrita (de Roberto de Mattei)


Selección de artículos por José Martí

sábado, 6 de agosto de 2022

Sánchez con las luces cortas: siete razones para la desobediencia civil



1 - No pueden invocar la solidaridad con Europa, como argumento.

Pedro Sánchez y sus ministros han tachado a Ayuso de “insolidaria”, “egoísta” y hasta “aliada de Putin” (¿qué tendrá que ver?) por rebelarse frente a la cacicada energética. Pero los españoles no tenemos la culpa de la dependencia alemana del gas ruso, fruto a su vez de su errónea política verde y del cierre de las centrales nucleares. Y apagar los escaparates de Madrid o Barcelona, no va a paliar los problemas de abastecimiento de gas en Berlín o Dusseldorf.

La UE nos ha metido en un pulso con el dictador Putin, en una guerra que ni nos va ni nos viene. Bruselas se ha creído el centinela de Occidente y el guardián de las esencias democráticas, cuando no es más que un acólito de Washington en esa “guerra por poderes” -como la llama Carlos Esteban- con Rusia. Está claro que Putin es un criminal de guerra, pero eso no significa que Zelenski sea Mahatma Gandhi y que la causa ucraniana no sea, entre otras cosas, un negociete de Estados Unidos.

Ahora estamos pagando, con la asfixia energética, el ir de escuderos de Washington, que -¿será casualidad?- es nuestro principal proveedor de gas natural, que nos sale 40% más caro que el ruso.

2. Porque las medidas no sirven para nada y resultan contraproducentes. Subir el aire, bajar la calefacción o apagar escaparates son parches con escaso recorrido. Un ejemplo, todo el alumbrado de Madrid capital, incluyendo túneles, semáforos, etc, representa menos de 0,15 TWh de consumo eléctrico. Y ¿qué se va a conseguir a cambio? desincentivar el consumo; perjudicar al turismo, el ocio y la hostelería; poner en jaque al comercio; asfixiar aún más a la pequeña y mediana empresa.

Más eficaz sería extender la vida de las cinco centrales nucleares que hay en España; y parar el desmantelamiento de las centrales térmicas, como han pedido PP y Vox; éste último reclama además un Plan Nacional de Soberanía Energética. Pero la apuesta por la energía nuclear, la más limpia y eficiente, es tabú para la izquierda (…en España, porque en Alemania ya está dando marcha atrás).

Es fácil prever que el decretazo acabará en los tribunales (Ayuso estudia llevarlo al Constitucional); y que las multas serán posiblemente anuladas por el juez

3. Porque es una medida despótica. La ha impuesto Sánchez a golpe de decreto-ley, a espaldas del Parlamento, a espaldas de la ciudadanía, sin consultar previamente con las autoridades autonómicas, ni consensuar con los afectados, los empresarios. Una medida precipitada, de brocha gorda, sin tener en cuenta, por ejemplo, las peculiaridades climatológicas de las distintas ciudades -no es lo mismo Oviedo que Córdoba, pero el Gobierno no está para sutilezas-.

Es fácil prever que el decretazo acabará en los tribunales (Ayuso estudia llevarlo al Constitucional); y que las multas serán posiblemente anuladas por el juez, por vulnerar la normativa sobre las condiciones mínimas de seguridad en el trabajo.

4. Porque Sánchez carece de legitimidad moral. Ignoro si el Gobierno tiene legitimidad política para imponernos el “sangre, sudor y lágrimas” … eso se lo deja a los constitucionalistas. Lo que sí sé es que carece de legitimidad moral.

No puede exigirnos ahorro energético un presidente que viaja en Falcon y Super Puma -para recorrer 25 kilómetros-; ni pedirnos austeridad, el Gobierno con mayor número de ministerios de los últimos cuarenta años -alguno de ellos, perfectamente prescindibles como el que dirige una tal Irene Montero-; con un ejército de asesores que pagamos de nuestros bolsillos; y con una superestructura monclovita a la que acaba de sumar un nuevo organismo —Secretaría General de Planificación Política—. El Gobierno más caro e ineficiente en décadas, no sólo no predica con el ejemplo sino que tiene la osadía de echarnos en cara nuestro egoísmo e insolidaridad.Entonces, si las medidas son ineficaces frente al colapso energético y contraproducentes económicamente, ¿por qué se empeña Sánchez en imponerlas?

5. Porque (Sánchez) no busca ahorrar gas, sino quizá labrarse el futuro. No es descartable la hipótesis de que Sánchez quiera congraciarse con la Unión Europea, y asegurarse despacho y moqueta para cuando deje la Moncloa vacía (y España empobrecida). Quiere quedar bien con Ursula Von der Leyen, tal vez para que le busque un enchufito, como apunta Emilio Campmany.

6. Porque no buscan ahorrar gas, sino hacer ingeniería social.

¿De verdad creen que al Gobierno le importa el ahorro de gas? Lo que pretende, con el decretazo, es medir el grado de inclinación del espinazo de la plebe. Comprobar que tragamos carros y carretas sin rechistar, y que es posible seguir atropellando derechos y libertades sin que se produzca un motín de Esquilache.

O ¿alguien cree que a Zapatero le importaba la salud pública cuando sacó la “ley seca” antitabaco? Si le hubiera importado hubiera cerrado los estancos, pero eso no, porque el Estado se quedaría sin la ganancias, vía impuestos.

También la salud ciudadana resultó ser un pretexto cuando el Gobierno de Sánchez impuso el confinamiento por la pandemia. Un estado de alarma que vulneró derechos y libertades fundamentales, como ha sentenciado el Constitucional. La prueba de que la salud pública no fue más que un pretexto, es que el Gobierno esperó a la manifestación feminista del 8-M del 2020 para tomar medidas, cuando el coronavirus llevaba más de un mes propagándose.

7. Porque lo de las luces es una cortina de humo para desplazar de la agenda mediática otros temas. Por ejemplo, la sentencia del Supremo sobre los ERE del PSOE andaluz, el mayor escándalo de corrupción de la democracia española, o la destrucción de empleo que ha aflorado en julio. O que España ya es el segundo país de la (OCDE) en el que más cayó el ingreso real per cápita de los hogares en el primer trimestre del año respecto al anterior, como consecuencia de la inflación. De eso no quiere Sánchez que nos acordemos. Por eso, algunos dejamos memoria de ello. Memoria democrática.

Alfonso Basallo

Asombro, Humildad, Gratitud, etc (según Chesterton, comentado por el padre Santiago Martín)



Duración 11:02 minutos

Quién fue Franco ¡Definitivo! (Pío Moa)




De Francisco Franco se puede afirmar con certeza lo siquiente: Se educó, civil y militarmente, en el régimen liberal de la Restauración (1875-1923), e hizo una brillante carrera militar en Marruecos.

En 1930 se declaró partidario de una democracia ordenada en contraposición con su hermano Ramón, golpista republicano.

Preocupado por las violentas derivas de una caótica democracia republicana, defendió no obstante al régimen contra el alzamiento armado del PSOE y la Esquerra, en octubre de 1934, a cuya derrota contribuyó. Y no intentó ningún contragolpe.

Aunque de preferencias monárquicas, aceptó y respetó la legalidad republicana más que cualquier político, en especial los de izquierda y separatistas, que conspiraron contra ella y realizaron golpes de estado. Y no participó en ningún golpe o proyecto de golpe de la derecha.

En 1936 no se alzó contra la república, sino contra un frente popular que precisamente acababa de destruir el régimen tras unas elecciones fraudulentas. Después de haber fracasado en su insurrección de 1934.

Mantuvo durante la guerra civil plena independencia política y militar ante Hitler y Mussolini, pese a disponer de muy escasos recursos financieros y comprar su ayuda a crédito.

No perdió ninguna batalla, aunque fracasara inicialmente ante Madrid; y ganó la guerra. partiendo de una inferioridad de recursos que a casi cualquier otro le habría inducido a abandonar ya al principio. Y derrotó después a una peligrosa guerrilla comunista (el maquis) Esto puede decirse de muy pocos generales del siglo XX en cualquier país.

No solo no se supeditó a Hitler y Mussolini durante la guerra civil, sino que evitó a España la mundial, y nadie más que él podría haberlo hecho, pese a las presiones de Hitler, sorteando también las amenazas y chantajes de los Aliados cuando estos iban ganando.

Para entonces había llegado a dos conclusiones generales. a) que la democracia era inviable en un país como la España republicana, empobrecida, de grandes desigualdades sociales, repleta de odios políticos y con partidos exclusivistas y sin visión del interés general. Y b) que después de la durísima prueba de la república, el frente popular y la guerra, el país necesitaba un largo período para reponerse, superar la miseria y los odios que hacían imposible una convivencia en paz y en libertad. Y que ese período debía corresponder a una dictadura en la que no existieran partidos.

No obstante, el franquismo no correspondió del todo a esa concepción. De hecho era un régimen de cuatro partidos, llamados “familias”: carlistas, falangistas, monárquicos y los más decisivos católicos políticos ligados al episcopado. Franco arbitraba entre ellos para impedir que sus fuertes diferencias se hicieran antagónicas.

El franquismo nunca tuvo verdadera oposición democrática, sino totalitaria, es decir, comunista y/o terrorista. Los presos políticos fueron muy pocos a partir de los años 50.

Franco y su régimen resistieron un aislamiento delictivo decretado contra el país, pese a no haber participado en la guerra mundial, por las potencias vencedoras (soviéticos y anglosajones principalmente). Y en las más difíciles circunstancias reconstruyeron el país con éxito notable. Sin la deuda política del resto de Europa occidental con los ejércitos useño y soviético, ni con el Plan Marshall.

Dejó al morir un país más próspero que nunca antes, libre de los odios que habían destrozado a la república, lo que permitió el paso a una democracia en principio no convulsa y con una monarquía reinstaurada por él.

En resumen, cabe afirmar que durante cuarenta años venció a todos sus enemigos, interiores y exteriores, a menudo muy poderosos y de gran peligrosidad. Todo esto es la evidencia misma y sin embargo, por ello mismo resulta inadmisible para quienes se empeñan en derrotarlo “por ley” varias décadas después de fallecido. 

Así, nos enteran de que fue militarmente inepto o mediocre, un dictador políticamente tan incapaz como brutal, sin verdadera inteligencia suplida por una astucia aldeana o “gallega”…, con la que al parecer superaba todos los obstáculos y derrotaba a todos sus adversarios. ¡Cuántos historiadores o pseudohistoriadores trazan semejante retrato! Ahora, ¿pintan con él a Franco o a sí mismos?

Un problema particular, al margen del anterior, es el del carácter de su régimen. ¿Fue una dictadura? Se lo puede conceptuar así, por carecer de elecciones generales de partidos, por la restricción de las libertades para los partidos que habían perdido la guerra después de haberla organizado y provocado, y por los poderes excepcionales asumidos por Franco. 

Sin embargo hay dictaduras y dictaduras, como hay democracias y democracias. Las democracias no funcionan bien, y puede llegar a autodestruirse, en sociedades muy desiguales, pobres y plagadas de partidismos irreconciliables, como fue precisamente la II República. 

Y en el mundo actual abundan las democracias formales, pero caóticas y corruptas, hacia las que viene derivando la española actual. 

La dictadura de Franco no fue tiránica, sino progresivamente liberalizadora, reconstituyó literalmente a la sociedad española y la dejó preparada para una convivencia en paz y libertad, que es a lo que aspiran en general las democracias reales. Fue un régimen legitimado por las circunstancias históricas y también democráticamente por el referéndum de diciembre de 1976, cuyo olvido sistemático ha llevado a la democracia actual a bambolearse perdiendo sus raíces históricas a merced de cualquier usurpación. Plantear la cuestión de otro modo nos lleva a absurdos como una democracia con leyes tiránicas como las de memoria, al gusto de etarras, comunistas separatistas o socialistas…

Pío Moa

martes, 2 de agosto de 2022

¿Qué ha ido a hacer el Papa a Canadá? (Carlos Esteban)



A pedir perdón por crímenes que nadie ha cometido y a participar en ceremonias paganas, escandalizando a los unos y dejando insatisfechos a los otros, que exigen que la Iglesia pida un perdón global, por todo.

Para ser un Papa que despotrica con tanta asiduidad contra la mundanización de la Iglesia, Francisco tiene una extraña forma de demostrarlo. Sus causas favoritas, las que más repite y predica, coinciden casi al milímetro con las que más se llevan entre la élite mundial, las que se nos imponen desde los poderes públicos y los medios de comunicación, y que nunca han ocupado a otro pontífice antes que a él, al menos con tan machacona insistencia.

El reciente viaje a Canadá ha sido un caso extremo de esta tendencia, casi paródico. El mismo autoodio que observamos en los líderes intelectuales de la Civilización Occidental, el mismo ‘enamoramiento’ con las culturas indígenas y su glorificación, ligeramente paternalista, lo observamos en el pensamiento único secular tanto como lo ha representado el Santo Padre.

Ni siquiera se puede calificar de búsqueda de la oveja perdida, dejando a su suerte al rebaño restante, porque se niega enfáticamente que la oveja en cuestión esté perdida en modo alguno. Así, el Papa participó como uno más en una invocación a la Abuela del Oeste y a los espíritus, una ceremonia pagana como aquellas cuyo rechazo llevó a cruel muerte a cientos de mártires que la Iglesia reverencia.

Naturalmente, esta estrategia es infructuosa siempre. Mientras llena de confusión a los católicos, no atrae a los de afuera, que por mucho que se alegren de ver al Santo Padre respetuosamente inclinado ante sus ídolos -ya sean los de los indígenas, ya los del Foro Económico Mundial- no van a aceptar por ello a Cristo, sobre todo viendo lo poco que insiste en Él su propio vicario.

De hecho, el mundo (en sentido teológico), que ensalzó a este Papa cuando inició su ‘revolución’, se ha aburrido ya de él, oyéndole repetir lo mismo que oyen en la tele a todas horas. ¿Qué novedad aporta? La respuesta la han dado, en este viaje, el espantoso, insólito vacío de los lugares reservados para que el público asistiera a sus alocuciones. Las fotos son deprimentes, pero lógicas.

Por lo demás, su apertura a las más extrañas ceremonias, a las más alejadas de nuestra fe, contrasta poderosamente con su actitud enemiga contra los ritos propios cuando son, como el de los indios, tradicionales

Cuesta entender que sea de algún modo válido un ritual pagano donde se invoca espíritus y que esté desterrando de más y más diócesis la Misa que ha alimentando a miles de santos durante siglos.

Carlos Esteban

Francisco contra el Concilio (César Félix Santos)



Introducción

El Concilio Vaticano II es el mayor acontecimiento en la historia de la Iglesia quizás en los últimos siglos, por lo menos en lo que respecta a la influencia de la Iglesia sobre la cultura universal. Todos los papas posteriores han sido pródigos en citarlo en abundancia, sea, según se dice, para implementarlo, sea para buscar en él inspiración para reformas ulteriores.

Lo cierto es que, tan temprano como en 1972, Pablo VI afirmaba lo siguiente: «Se creía que, tras el Concilio, vendrían días soleados para la historia de la Iglesia. Vinieron, sin embargo, días de nubes, de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre…». No parece haber mejorado en nada la situación cincuenta años después. Es más, las amenazas de cisma por parte del llamado Sínodo Alemán y la previsible caotización del Camino Sinodal que el Papa Francisco ha ordenado a la Iglesia entera emprender hacen prever una crisis aún más grave. La unidad de fe o, incluso, una mera consistencia doctrinal aun en el error, parecen cada vez más lejanas. Y, presidiendo ideas contrarias, medidas contrapuestas y bandos que, al margen de las apariencias superficiales, entablan entre sí una batalla sin cuartel, se encuentra el mismo estandarte: el del Concilio.

¿Qué es, entonces, el Concilio? Por lo menos sabemos que no es un «superdogma». Lo dijo ya el cardenal Ratzinger:
«Este Concilio en particular no definió ningún dogma, y ​​eligió deliberadamente permanecer en un nivel modesto, como un concilio puramente pastoral (…) sin embargo, muchos lo consideran casi un super-dogma, lo que hace que todos los demás concilios carezcan de sentido» (Alocución a los obispos chilenos, 13 de julio de 1988).
A diferencia de muchos otros que, aunque proclaman a los cuatro vientos la vocación del Concilio por el diálogo con los que piensan diferente pero en verdad los hostilizan y persiguen, el papa Benedicto XVI sí procuró, en verdad y caridad, esclarecer este acontecimiento tan importante y restañar las heridas y confusiones generadas. Es así que, tanto en la fundación del Instituto del Buen Pastor, a cuyos miembros la Santa Sede comprometió, en su decreto fundacional en 2006, a una «crítica seria y constructiva» del Concilio Vaticano II, como en las conversaciones doctrinales entre la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Fraternidad de San Pío X (2009-2012), se procedió, en ánimo católico e intelectualmente honesto, a analizar y desarrollar las polémicas tanto sobre el texto conciliar como sobre sus interpretaciones e implementación.

Luego de la elección al solio pontificio de Francisco (2013), las menciones al Concilio Vaticano II se hicieron aún mayores, quizás en un grado mucho más grande que en sus antecesores.

El Pontífice invoca en innumerables ocasiones al Concilio pero nunca procede a explicarlo o definirlo. Cabe señalar que, como dijo el mismo papa Francisco en una entrevista a Antonio Spadaro para La Civiltà Cattolica en septiembre del 2013, él no ofrece nada para quienes busquen definiciones o rechacen ambigüedades: 
«Un cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la “seguridad” doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva».
Sin embargo, ese rechazo a las «soluciones disciplinares» y a las definiciones tajantes no impide que fulmine con gran «seguridad» y rigidez a los que según él, rechazan o malinterpretan el Concilio: 
«El Concilio es el Magisterio de la Iglesia. O estás con la Iglesia y por lo tanto sigues el Concilio, y si no sigues el Concilio o lo interpretas a tu manera, a tu voluntad, no estás con la Iglesia. Debemos ser exigentes y estrictos en este punto. No, el Concilio no debería ser negociado…»
No está de más, por tanto, contrastar los textos mismos del Concilio con las declaraciones del papa Francisco para ver si lo sigue o no. Porque, más allá de interpretaciones subjetivas ¿no son los textos conciliares los que constituyen el Concilio?

El Concilio versus Francisco

Son innumerables las manifestaciones del papa Francisco sobre el uso del latín. 
Por ejemplo, en que una homilía del 7 de febrero de 2015, en conmemoración de los «debemos gracias a Dios por lo que ha hecho en su Iglesia en estos 50 años de reforma litúrgica. Ha sido, verdaderamente, un gesto de valentía de la Iglesia que se acercara al pueblo de Dios, para que pudieran entender bien lo que están haciendo» (Homilía del 7 de febrero de 2015 en conmemoración de los 50 años de la primera misa en vernáculo celebrada por Paulo VI). Es decir, el abandono del latín habría sido un acto de «valentía» para «acercarse al pueblo de Dios». ¿Será entonces que la Iglesia romana antes de 1965 habría sido «cobarde» y que, por los últimos 1500 años, al menos, de uso de una lengua que ya no era vernácula, como el latín, estuvo más lejos del pueblo de Dios?

Pero, conforme pasaba el tiempo, estos ataques se fueron haciendo más duros. Recuérdese, por ejemplo, el libro Querido Papa Francisco, orientado a un público infantil, donde, supuestamente, el Pontífice respondía a las cartas que le enviaban niños de todo el mundo. Allí, a la pregunta de un niño sobre si alguna vez fue acólito, responde así: «Querido Alessio, sí, fui monaguillo. ¿Y tú? ¿Qué tarea cumples entre los monaguillos? Es más fácil ahora, ¿sabes? Debes saber que, cuando yo era niño, la Misa se celebraba de forma diferente a ahora. Entonces, el sacerdote miraba hacia el altar, que se encontraba junto a la pared, y no a la gente. El libro con el que decía la Misa, el misal, se colocaba al lado derecho del altar. Pero antes de la lectura del Evangelio, siempre tenía que llevarse hacia el lado izquierdo. Ese era mi trabajo: Llevar el libro de derecha a izquierda y después de izquierda a derecha. ¡Era agotador! ¡El libro era pesado! Lo llevaba con toda mi energía, pero yo no era tan fuerte: en una ocasión lo recogí y me caí, así que el sacerdote tuvo que ayudarme. ¡Qué tal trabajo que hice! La Misa no era en italiano en aquel entonces. El sacerdote hablaba pero yo no entendía nada, y mis amigos tampoco. Así que para divertirnos hacíamos imitaciones del sacerdote, mezclando un poco las palabras para inventar frases extrañas en español. Nos divertíamos, y realmente disfrutamos mucho sirviendo en Misa».

Aquí vemos como el Papa no duda en contarle a un niño la nada edificante historia de cómo se «divertía» y «disfrutaba» burlándose de las oraciones de la Santa Misa como acólito con sus amigos. Así que, salvo el hecho, no infrecuente en algunas de sus anécdotas autobiográficas, de estar ante una historia que no corresponde exactamente a la realidad; la cosa no deja para nada bien, no tanto al pequeño acólito blasfemo como al Pontífice que celebra esa «diversión». No parece estar esta circunstancia lejos de la noción evangélica de escándalo.

Sin embargo, destaca en esta anécdota escandalosa una manifestación del rechazo por parte de Francisco al latín: no solo remeda al sacerdote mientras celebra el Santo Sacrificio de la Misa, sino inventa «frases extrañas» en español parodiando las oraciones que el celebrante reza. Estamos, entonces, ante una parodia del latín, el llamado latín macarrónico, pero no de cualquier latín, sino del latín sagrado de las oraciones más sagradas de la ceremonia más sagrada de la Iglesia.

En este punto, merece la pena recordar que en 1996, la autora infantil norteamericana Sandra Boynton editó un disco parodiando el canto gregoriano titulado Grunt. Pigorian Chants, la Catholic League de Estados Unidos, organización destinada a luchar contra la difamación anticatólica en Estados Unidos, alzó su voz al respecto. Ahora, en cambio, el que se burla del latín sagrado es el Sumo Pontífice. O tempora, o mores, como diría Cicerón.

Finalmente, en septiembre de 2021, en un encuentro con los jesuitas eslovacos, narró otra anécdota, esta vez de una conversación suya con un cardenal:
«Un cardenal me contó que dos sacerdotes recién ordenados acudieron a él pidiendo estudiar latín para poder celebrar bien. Él, que tiene sentido del humor, respondió: “¡Pero si hay tantos hispanos en la diócesis! Estudia español para poder predicar. Luego, cuando hayas estudiado español, vuelve a verme y te diré cuántos vietnamitas hay en la diócesis, y te pediré que estudies vietnamita. Entonces, cuando hayas aprendido vietnamita, te daré permiso para estudiar también latín”. Así que los hizo “aterrizar”, los hizo volver a la tierra. Voy a seguir adelante, no porque quiera hacer una revolución. Hago lo que siento que debo hacer».
- Veamos ahora lo que dice el Concilio Vaticano II en la constitución sobre la sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium: 

«Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular» (36. § 1). 

 - Más aún, el decreto Optatam Totius sobre la formación sacerdotal sostiene lo siguiente: 

«Antes de que los seminaristas emprendan los estudios propiamente eclesiásticos, deben poseer una formación humanística y científica semejante a la que necesitan los jóvenes de su nación para iniciar los estudios superiores, y deben, además adquirir tal conocimiento de la lengua latina que puedan entender y usar las fuentes de muchas ciencias y los documentos de la Iglesia. Téngase como obligatorio en cada rito el estudio de la lengua litúrgica y foméntese, cuanto más mejor, el conocimiento oportuno de las lenguas de la Sagrada Escritura y de la Tradición» (n. 13).

Así que postergar el estudio de la lengua latina por el español o el vietnamita no solo es una tomadura de pelo insultante a los supuestos sacerdotes jóvenes por parte del supuesto cardenal, celebrada por el Papa, sino que va directamente contra dos documentos conciliares.

Pero eso no es todo. Hace algunos días se anunció la intención del Papa Francisco de renovar el muy cuestionado acuerdo secreto con China: «El Papa Francisco dijo que si bien el acuerdo secreto y cuestionado del Vaticano con China sobre el nombramiento de obispos católicos romanos no es ideal, espera que pueda renovarse en octubre porque la Iglesia tiene una visión a largo plazo».

Dentro de lo poco que se conoce de ese acuerdo está que:

En septiembre de 2018, el Vaticano y Pekín llegaron a un acuerdo secreto por el que se concedía al Papa el derecho a votar sobre la nominación de obispos en la iglesia oficial. A cambio, la Santa Sede reconoció a obispos previamente designados por las autoridades comunistas, aceptando incluso a algunos obispos previamente excomulgados. «Las autoridades chinas seleccionan varios candidatos a obispo, de los cuales el Vaticano acepta uno»; es decir, un sistema semejante al derecho de presentación que ejercían los antiguos príncipes católicos, presentando una terna de clérigos para su nombramiento como obispos por la Santa Sede.

- Sin embargo, si se revisa el decreto sobre el ministerio pastoral de los obispos emitido por el Concilio Vaticano II Christus Dominus, se encuentra lo siguiente: 

«Por lo cual, para defender como conviene la libertad de la Iglesia y para promover mejor y más expeditamente el bien de los fieles, desea el sagrado Concilio que en lo sucesivo no se conceda más a las autoridades civiles ni derechos, ni privilegios de elección, nombramiento, presentación o designación para el ministerio episcopal; y a las autoridades civiles cuya dócil voluntad para con la Iglesia reconoce agradecido y aprecia este Concilio, se les ruega con toda delicadeza que se dignen renunciar por su propia voluntad, efectuados los convenientes tratados con la Sede Apostólica, a los derechos o privilegios referidos, de que disfrutan actualmente por convenio o por costumbre» (n. 20).

Parece que lo que se negó a los gobernantes católicos de entonces y a los futuros se otorga con toda generosidad al ateo Xi Jinping.

Tenemos, entonces, al papa Francisco yendo de manera directa contra la misma letra de una Constitución y dos Decretos conciliares, sobre temas tan importantes como la liturgia, el ministerio pastoral de los obispos y la formación sacerdotal.

Parece ser, entonces que, «al no seguir el Concilio» o al «interpretarlo a su manera», contradiciendo la letra misma de sus textos, el papa Francisco «no estaría con la Iglesia» según el mismo papa Francisco. 

Salvo meliori iudicio.


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Recordemos de nuevo

https://infovaticana.com/2021/02/01/francisco-quien-no-sigue-el-concilio-no-esta-con-la-iglesia/
El Concilio es el Magisterio de la Iglesia”, dijo Su Santidad. “O estás con la Iglesia y por lo tanto sigues el Concilio, y si no sigues el Concilio o lo interpretas a tu manera, a tu voluntad, no estás con la Iglesia. Debemos ser exigentes y estrictos en este punto”.
Si nos atenemos a estas palabras dichas por el Papa, entonces, según sus propias palabras, habría que concluir que el Papa no está con la Iglesia.

lunes, 1 de agosto de 2022

Hacia una cultura superior. Cursos de latín QNTLC (nivel I y II) según el método natural




- “¡Pero padre!¿qué hace la gente con el latín?”.

- Pues a mí no me interesa qué hace la gente con el latín, sino qué hace el latín con la gente…


La cultura, ese conjunto de hábitos humanos que expresan su racionalidad, puede encontrar momentos de decadencia o de esplendor, de mesetas o de llanos, de más y de menos.

Así, en la historia podemos apreciar la majestuosidad de la arquitectura gótica o la elementalidad de la choza guaranítica, la sutileza de la escultura griega o la estupidez del arte abstracto, la majestuosidad del gregoriano o el ruido animalesco del reguetón. Es que la cultura es una muestra, una muestra heredada del pasado que persiste y perdura en la sociedad que recibimos sin saberlo.

Y de entre los modos de expresar esos hábitos que le dan el rostro a una sociedad, uno de ellos, fundamental, es la lengua, pues una sociedad habla según piensa, según cree, según es.

La lengua latina, esa lengua que se encuentra al origen de las romances (español, francés, italiano, portugués y rumano, por citar sólo algunas), ha forjado nuestra civilización logrando una unidad de pensamiento, de expresión y hasta de Fe. Pues el latín -mal que les pese a algunos- sigue siendo la lengua oficial de la Iglesia, que, por ser universal y por vivir el semper in eodem (siempre en lo mismo), ha petrificado ciertas ideas en términos inmutables por medio de un idioma que no cambia con los siglos.

Éstas son algunas de las razones por las cuales, aun en ciertos ambientes progresistas (pero no completamente irracionales) se sabe que, para poder acceder a una cultura superior, pensar con más fineza y hasta comprender mejor la propia lengua, es necesario conocer el latín.

Y a eso vamos…, presentando ahora, luego de meses de preparación y gracias al trabajo de un grupo de latinistas excelentes (ex-alumnos de quien les escribe), el nivel I (para principiantes) y el nivel II (para quienes ya han visto algo) de “Latín QNTLC”, dictado según el método natural, que ha resultado ser el más simple, fructuoso y duradero al enseñar esta lengua como aprendimos la propia, es decir: hablando.

Para reserva de cupo e inscripción a ambos niveles, toda la información, aquí:



Consultas: cursos@quenotelacuenten.org

Benedicamus Domino

Deo gratias

San Vicente de Lerins, el papa Francisco y la Iglesia Católica (COMENTARIOS PERSONALES)


JOSÉ MARTÍ


En Secretum Meum Mihi aparece una entrada del 30 de julio de 2022, titulada:

- La extraña respuesta de Francisco sobre repensar la doctrina sobre los anticonceptivos, y vuelve otra vez a cargar contra los “tradicionalistas”




Está tomada de la página web de Vatican News, en el link siguiente:


Reproduzco a continuación la entrada de  Secretum Meum Mihi

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San Vicente de Lerins, el progresista, poco más o menos así lo ha pintado Francisco en una respuesta sobre repensar la doctrina sobre los anticonceptivos durante la rueda de prensa en el vuelo que lo llevó de Canadá de regreso a Roma, de paso cargando otra vez contra los “tradicionalistas”. En esta ocasión ha pronto aparecido la transcripción de dicha rueda de prensa en Vatican News, medio de comunicación del Vaticano, cosa que no suele ocurrir porque son los medios de comunicación seculares los que suelen llevar la delantera al hacer esas transcripciones.

Esta es la respuesta de Francisco (repetimos, según Vatican News) en español.


[Claire Giangrave (RELIGION NEWS SERVICE):] Muchos católicos, pero también muchos teólogos, creen que es necesaria una evolución de la doctrina de la Iglesia respecto a los anticonceptivos. Al parecer, incluso su predecesor, Juan Pablo I, pensó que la prohibición total quizás debía ser reconsiderada. ¿Qué opina al respecto, es decir, está abierto a una reevaluación en este sentido? ¿O existe la posibilidad de que una pareja considere los anticonceptivos?

[Francisco:] Se trata de algo muy puntual. Pero sabed que el dogma, la moral, está siempre en vías de desarrollo, pero en un desarrollo en el mismo sentido. Para utilizar algo que está claro, creo que lo he dicho aquí antes: para el desarrollo teológico de una cuestión moral o dogmática, hay una regla que es muy clara y esclarecedora. Esto es lo que hizo Vicente de Lerins en el siglo X más o menos (*). Dice que la verdadera doctrina para avanzar, para desarrollarse, no debe ser tranquila, se desarrolla ut annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate. Es decir, se consolida con el tiempo, se expande y se consolida y se hace más firme pero siempre progresando. Por eso el deber de los teólogos es la investigación, la reflexión teológica, no se puede hacer teología con un "no" por delante (**). Luego será el Magisterio el que diga que no, que fuisteis más allá, que volváis, pero el desarrollo teológico debe ser abierto, los teólogos (ahí) están para eso. Y el Magisterio debe ayudar a comprender los límites. 

Sobre el tema de la anticoncepción, sé que ha salido una publicación sobre éste y otros temas matrimoniales. Estos son las actas de un congreso (***) y en un congreso hay ponencias, luego discuten entre ellos y hacen propuestas. Hay que ser claros: los que han hecho este congreso han cumplido con su deber, porque han tratado de avanzar en la doctrina, pero en sentido eclesial, no fuera, como dije con aquella regla de San Vicente de Lerins. Entonces el Magisterio dirá si es bueno o no es bueno. Pero muchas cosas se llaman. Pensemos, por ejemplo, en las armas atómicas: hoy he declarado oficialmente que el uso y la posesión de armas atómicas es inmoral. Piensa en la pena de muerte: hoy puedo decir que ahí estamos cerca de la inmoralidad, porque la conciencia moral se ha desarrollado bien. Para ser claros: cuando se desarrolla el dogma o la moral, está bien, pero en esa dirección, con las tres reglas de Vicente de Lerins. 

Creo que esto es muy claro: una Iglesia que no desarrolla su pensamiento en sentido eclesial (1) es una Iglesia que va hacia atrás, y este es el problema hoy, de tantos que se llaman tradicionales. No, no, no son tradicionales, son 'indietristas' (2), van hacia atrás, sin raíces: siempre se ha hecho así, en el siglo pasado se hizo así. Y el 'indietrismo' es un pecado porque no va con la Iglesia. En cambio, la tradición la dijo alguien -creo que lo dije en una de las intervenciones- la tradición es la fe viva de los muertos, en cambio estos "indietristas" que se llaman tradicionalistas, es la fe muerta de los vivos. La tradición es precisamente la raíz, la inspiración para avanzar en la Iglesia, y siempre ésta es vertical. Y el 'indietrismo' va hacia atrás, siempre está cerrado. Es importante entender bien el papel de la tradición, que siempre está abierta, como las raíces del árbol, y el árbol crece... Un músico tenía una frase muy bonita: Gustav Mahler, dijo que la tradición en este sentido es la garantía del futuro, no es una pieza de museo. Si concibes la tradición cerrada, esa no es la tradición cristiana (3) ... siempre es el jugo de las raíces el que te lleva hacia adelante, hacia adelante, hacia adelante. Por eso, por lo que dices, pensar y llevar la fe y la moral hacia adelante, pero mientras vaya en la dirección de las raíces, del jugo, está bien. Con estas tres reglas de Vicente de Lerins que he mencionado.

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(*) Lapsus: Fue en el siglo V (año 434)
(**) Cierto, pero no se puede hacer buena Teología si no es desde la fe. Un teólogo no creyente no puede hacer una verdadera Teología (será otra cosa).
(***) No indica a qué congreso se refiere, aunque eso, de momento, sea irrelevante.

(1) ¿Qué significa para Francisco "sentido eclesial"? No está claro. Como sabemos, no puede haber ruptura, sino continuidad entre el Magisterio anterior de la Iglesia, de casi dos mil años de duración y el "Magisterio" actual de poco más de 50 años, a contar desde el concilio número 21, el concilio vaticano II (un concilio, de dudoso origen, como se sabe, y que ha inducido a confusión en muchos puntos fundamentales de la Doctrina Católica, cuales son los relativos al Ecumenismo, al "diálogo" entre religiones y a la libertad religiosa. Todo esto está en estudio. Tenemos, entre otros, dos libros muy importantes, que lo explican: "Concilio Vaticano II, una explicación pendiente", de Brunero Gherardini; y "Concilio Vaticano II: una historia nunca escrita" de Roberto De Mattei. La Iglesia Católica no ha comenzado en 1962, con el Concilio Vaticano II. Este Concilio es uno más que no puede contradecir a los anteriores concilios y apareció como meramente pastoral, sin pretender ningún cambio en el Dogma; aunque los hechos posteriores a este Concilio no son halagüelos, precisamente.

(2) Indietrista es una palabra inventada, que no se encuentra en el diccionario. Lo más parecido es indiestro: "el que no es diestro o hábil para algo", pero nada tiene que ver esta acepción con lo que Francisco pretende decir. Él habla de una Iglesia que va hacia atrás. Éste es el sentido que quiere dar a esa palabra, porque no le gusta que a los tradicionales les llamen tradicionales, sino indietristas. Y añade que "el indietrismo es un pecado porque no va con la Iglesia" (¿?). 

En primer lugar, los llamados tradicionalistas, aquellos que aman la Tradición viva de la Iglesia no son los que dicen "siempre se ha hecho así". Sencillamente se muestran fieles a la Tradición Perenne de la Iglesia, que quiere lo mejor para sus hijos. Se muestran, por lo tanto, como hijos obedientes de la Iglesia de siempre, de 2000 años, obedientes pues al mandato de Jesús: El que a vosotros oye, a Mí me oye. Jesucristo es, para ellos, el fundamento de todo. Y la voluntad de su Maestro le llega a través de la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica. No se trata del "siempre se ha hecho así" sino de ser fieles a sus raíces: la Iglesia católica no ha nacido con el Concilio Vaticano II, al cual se le quiere canonizar. Eso es un grave error. 

(3) La Tradición no es una tradición cerrada, en absoluto. Es una tradición viva, en la que Jesucristo está siempre presente. Y existe un progreso, ciertamente, pero, como decía san Vicente de Lerins, al que Francisco nombra 4 veces, sobre el progreso: se trata de decir con palabras nuevas la doctrina de siempre, pero no de cambiar la doctrina. Este matiz es muy importante, pero no se lo señala, lo cual lleva a error o confusión al cristiano de a pie. Aunque el Papa dijera que 2 + 2 = 5, no por ello sería verdad esa igualdad, claramente falsa puesto que 2 + 2 = 4. Y esto es así aunque lo dijera un analfabeto. El valor absoluto de la verdad es lo que está aquí en juego. Se pueden decir las cosas con más sencillez, haciendo el Mensaje más accesible a todos ... ¡pero sin cambiar el Mensaje! 

Entradas personales sobre san Vicente de Lerins 

Recordando el Conmonitorio: ¿Cómo  puede Francisco hablar de san Vicente de Lerins, citándolo como maestro en materia de tradición y progreso en la Iglesia, cuando dice todo lo contrario de lo que este santo afirmó?




Entradas personales sobre el rumbo que está tomando la Iglesia




José Martí