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domingo, 14 de octubre de 2018

La destrucción de los Monasterios femeninos



La destrucción de los Monasterios femeninos está en marcha. Desde que fue publicada la Constitución Apostólica Vultum Dei quaerere  del 29 de junio de 2016, Correspondencia Romana ha denunciado el programa de “sovietización” de los Monasterios.

Ahora fue dado un nuevo paso con la instrucción Cor Orans sobre la vida contemplativa femenina del 1 de abril de 2018, que constituye una aplicación del documento anteriormente citado. Pocos, con excepción del vaticanista Aldo Maria Valli que dedicó un artículo al tema en su blog, han advertido la gravedad del peligro.

Conviene recordar que la Iglesia siempre alentó la vida contemplativa de religiosos y religiosas. La separación del mundo de la vida religiosa constituye un estado de vida perfecto y es necesaria al Cuerpo Místico de Cristo como manifestación de la propia santidad y como fuente permanente de gracia.

Una de las principales características de la comunidad monástica fue su estructura jurídica. Conforme la Tradición de la Iglesia los monasterios femeninos son, sui juris, casas autónomas e independientes con relación a su propio régimen interno.
La única forma de dependencia que tienen es la del Obispo o, en algunos casos, del superior de la rama masculina de la misma orden. Dicha configuración refleja el proprium de cada monasterio, que es la separación de la sociedad profana. Monje quiere decir “solo”: soledad y oración son los pilares sobre los cuales vive cada monasterio.

El régimen de clausura significa, sin embargo, una separación del mundo, no de la sociedad, que las monjas sustentan con su oración y penitencia. Por ello Pío XII explica, en la Encíclica Sacra Virginitas del 25 de marzo de 1954, que la renuncia al mundo de las monjas, protegida por la clausura, no equivale a una deserción social, sino que permite así prestar un servicio más amplio a la Iglesia y a la sociedad.

El mismo Pío XII, en la Constitución Apostólica Sponsa Christi del 21 de noviembre de 1950, previó el nacimiento de Federaciones de monasterios, como un instrumento para ayudar a la vida de algunas comunidades monásticas que, a raíz de la guerra, se encontraban aisladas y en dificultades materiales. La experiencia no se reveló feliz y sugirió el abandono de estas estructuras que, sin embargo, bajo el Pontificado del Papa Francisco, se han multiplicado y asestaron un golpe mortal a los monasterios femeninos.

La nueva disciplina prevista por la instrucción Cor Orans quiere suprimir toda forma de autonomía jurídica, para crear macro-comunidades presentadas como “estructuras de comunión“. Nacieron una serie de organismos burocráticos y engorrosos que la Instrucción pontificia enumera puntillosamente.

Está la Federación de monasterios para que «al compartir el mismo carisma los monasterios federados superen el aislamiento y promuevan la observancia regular y la vida contemplativa» (n. 7); la «Asociación de monasterios»  para que,  «compartiendo el mismo carisma, los monasterios asociados colaboren entre ellos»  (n. 8); la Cumbre de monasterios «con el fin de promover la vida contemplativa y favorecer la colaboración entre los monasterios en contextos geográficos o lingüísticos particulares»  ( n. 9): la «Confederación» , como “una estructura de conexión entre Federaciones de monasterios para el estudio de temas relacionados con la vida contemplativa según el mismo carisma, para dar una orientación unitaria y una cierta coordinación a la actividad de cada Federación” (n. 10); la «Comisión Internacional» , como “órgano centralizado de servicio y de estudio en beneficio de las monjas de un mismo Instituto (…) para el estudio de temas relacionados con la vida contemplativa según el mismo carisma” (n. 11). Tenemos finalmente la «Congregación monástica»  [que es] “una estructura de gobierno (…) de varios monasterios autónomos del mismo Instituto, bajo la autoridad de una Presidenta, que es Superiora (…) y de un capítulo general, que en la Congregación monástica es la suprema autoridad” (n. 12). Respecto a la Asamblea Federal, así dice el n. 133: 
«La comunión que existe entre los monasterios se hace visible en la Asamblea federal, signo de unidad en la caridad, que tiene principalmente la tarea de tutelar entre los monasterios federados el patrimonio carismático del Instituto y promover una adecuada renovación que esté en armonía con el mismo, excepto que ninguna Federación de monasterios de monjas o Confederación de Federaciones represente a todo el Instituto».
La pertenencia a este organismo burocrático es obligatoria. En las disposiciones finales de Cor Orans se precisa que 
«las disposiciones de la Constitución Apostólica Vultum Dei quaerere para todos los monasterios sobre la obligación de entrar en una Federación de monasterios se aplica también a otra estructura de comunión como la Asociación de monasterios o la Conferencia de monasterios.“
Con la obligación de pertenecer a esta estructura los monasterios pierden, de facto si bien no de iure, su propia autonomía y confluyen en una masa anónima de macro-comunidad en cuyo interior se organizan cursos de formación, debates, reuniones de aggiornamento, momentos de confrontación, que verán a las monjas entrar y salir de los monasterios para vivir en una situación de perenne inestabilidad psicológica y material.

Toda comunidad está llamada a elaborar un programa de formación permanente sistemática e integral, que abarca toda la existencia de la persona. Las hermanas tienen necesidad de «formación permanente» para cultivar «la capacidad espiritual, doctrinal y profesional, la actualización y la maduración de la contemplativa, de tal modo que pueda realizar de forma cada vez más adecuada su servicio al monasterio, a la Iglesia y al mundo» (n. 236).

Toda monja «se verá animada a asumir la responsabilidad del propio crecimiento humano, cristiano y carismático a través del proyecto de vida personal, del diálogo con las hermanas de la comunidad monástica, y en particular con la Superiora mayor» (n. 237).

La responsabilidad por la formación le corresponde a la Superiora Mayor que, 
«promueve la formación permanente de la comunidad mediante el Capítulo conventual, los días de retiro, ejercicios espirituales anuales, encuentros para compartir la Palabra de Dios, revisiones de vida periódicas, recreaciones en común, jornadas de estudio, diálogo personal con las hermanas y encuentros fraternos.» (n. 238).
Para asegurar esta formación, de hecho es abolida la misma clausura papal, porque es concedido el permiso de entrar en el monasterio a quienes por sus competencias son necesarios para la formación de las monjas (n. 203), es decir, para crear el caos en el interior de la comunidad.

Las palabras clave son «superen el aislamiento» (n. 7), la «transmisión del carisma (…) en una fidelidad dinámica» (n. 70), «el valor irrenunciable de la comunión» (n. 86). Donde estos elementos faltaren, los monasterios pueden ser suprimidos. En aquellos que sobrevivan debe ser destruida la atmósfera de paz, recogimiento y orden que hasta ahora ha reinado. Quien vive en los monasterios y quien aspira a entrar es advertido.

Hubo un tiempo en que las monjas anhelaban el reconocimiento canónico diocesano y después el pontificio, como suprema garantía de la estabilidad de su propia vida en común. 

Hoy, quien aspira a la vida contemplativa y no quiere perder la propia vocación, será mejor que se oriente hacia la constitución de asociaciones religiosas de hecho, independientes de la autoridad eclesiástica, evitando solicitar el reconocimiento canónico que representaría el fin de la propia vida espiritual.

Verónica Rasponi

sábado, 13 de octubre de 2018

Los sacerdotes que se esfuerzan en ser fieles



(Germinans Germinabit)- A lo largo de este pasado verano hemos sido constantemente acribillados por informaciones y declaraciones sobre los escándalos sexuales del clero en muchos lugares del mundo y el correspondiente encubrimiento por parte de sus responsables jerárquicos. Y todo esto hasta la náusea.

No recuerdo haber escuchado a ningún obispo defender a sus sacerdotes fieles, ni rendirles ningún tipo de homenaje. No se subraya su valentía en medio de un mundo invadido por el erotismo; tantas veces solos frente a feligreses indiferentes y muchas veces críticos, poco animados y a menudo nada ayudados por sus obispos. 

Yo mismo me he sentido decepcionado y triste por la Carta al Pueblo de Dios del Papa Francisco del 20 de agosto, donde no se hace ninguna mención a los sacerdotes fieles: ni saludarlos ni animarlos; y sin recomendar a los obispos el apoyarles y rodearles de afecto. Ni una sola palabra. Sin excusar ningún acto de esta naturaleza, a mi entender hubiera sido oportuno situarlos en el contexto de inmoralidad de las sociedades materialistas y consumistas de Europa y Norteamérica. Y por supuesto, estigmatizar lo que hoy en día ocurre con la pornografía accesible desde la más temprana edad por internet; porque el veneno que está matando a la Iglesia es el mismo que bebe el mundo, pero en dosis mucho más crecidas. Y hubiera sido bien fácil referirse al contexto.

En el interior de la Iglesia hubiera sido útil hacer examen de conciencia y reconocer la culpa de lo que durante decenios ha sucedido con las absoluciones colectivas, donde no se confiesan los propios pecados y no se recibe la absolución personal; una praxis que está vigente y al orden del día en muchas diócesis. Muchos sacerdotes y catequistas no creen en la posibilidad de cometer con plena conciencia y voluntad un pecado mortal (al que no llaman ya así, sino únicamente pecado grave; sin detallar de qué tipo de gravedad se trata y a qué conduce esa gravedad). De hecho, la mayoría de éstos no creen que un solo pecado mortal pueda conducirnos al infierno, que el infierno sea eterno, o que aparte de los demonios haya nadie más ahí dentro.

Se ha abolido de facto el temor de Dios, se han abolido las penas debidas al pecado, y nos hemos engolfado en la exaltación obsesiva de la misericordia de Dios que cubre todos los pecados (rozando la justificación por la Fe de Lutero y de los méritos de Cristo que nos cubren…) Estamos sufriendo la falta de predicación sobre los novísimos, cosa que ya lamentaba san Juan Pablo II.

Una inmensa mayoría de seminaristas y sacerdotes han crecido en ese clima y han fondeado en esa ciénaga moral. Los pastores no han reaccionado, más bien han dejado que cada cual hiciera lo que quisiese: laissez faire, laissez passer. Eso sí, siendo celosos únicamente en hacer una sola cosa: la revolución en la Iglesia, y sobre todo tábula rasa con el pasado. Es que en el mundo son los amigos de la Revolución los que tienen el monopolio de los medios, los que presumen de superioridad moral, los que tienen el monopolio cultural, los que tienen condicionado el poder y las leyes. Y eso se les ha pegado a muchísimos cardenales, obispos, religiosos y religiosas y sacerdotes rasos. Revolución de la Fe y de su expresión popular: la liturgia. Revolución de las costumbres y la moral. ¡Y ahora vemos los frutos!

No me duelen prendas en afirmar que la reforma litúrgica, tal y como se ha desarrollado, ha debilitado la identidad sacerdotal de los curas. El Novus Ordo ha desdibujado la noción de sacrificio. La traducción en lenguas vernáculas de los libros litúrgicos en algunas lenguas ha acentuado aún más esa debilidad. Fue para rectificar esas traducciones tendenciosas y malsanas, ¡tan creativas!, que Juan Pablo II pidió en 2001 que fuesen revisadas y conformes al texto latino original. Dieciséis años se ha tardado en hacer la del Misal en lengua española. El plazo concedido a las Conferencias Episcopales y Superiores Generales fue solo de cinco. Es que los señores obispos no lo consideraron importante. Se dedicaron a otras cosas que, pareciendo en su momento muy importantes, acabaron resultando totalmente estériles.

Tampoco ha ayudado la proliferación de las concelebraciones, sin más justificación que la comodidad y la facilidad. Fuera de la Misa Crismal y algunos grandes encuentros y peregrinaciones, a mi entender es innecesaria y perjudicial para la vida de piedad sacerdotal: diluyen la acción del sacerdote en su identificación con Cristo-Sacerdote que perpetúa su sacrificio ofrecido a Dios Padre por la expiación de los pecados.

El altar cara al pueblo donde el sacerdote tiene como horizonte los bancos, tantas veces vacíos, o el portal de entrada con sus idas y venidas, no es la perspectiva ideal para la misa. La cruz del altar, las imágenes, los hermosos retablos y vidrieras sí que lo son. Todo le habla de Dios, de la Fe sin distracción ni dispersión. Especialmente después de la liturgia de la Palabra, a partir del ofertorio: como estaba previsto por la reforma conciliar antes de que fuese pervertida. Como nos lo recuerdan diversos textos del cardenal Ratzinger incluso antes de convertirse en Papa, pero también como tal. La identidad sacerdotal está diluida en la clericalización de los laicos que invaden el presbiterio, banalizando las funciones sacras, de lo que ya advertía en 2004 la instrucción Redemptionis Sacramentum.

A todo eso yo añado el abandono de la vestimenta eclesiástica (sotana, hábito o clergyman): abandono condenado por la Congregación del Clero en 1994 y vuelto de nuevo a recordar en el 2013. Aunque hay que reconocer que con los vientos que soplan, es verdaderamente heroico ir por la calle identificado como sacerdote. La dirección espiritual para sacerdotes es no solo inusual, sino una rara excepción. Con el ocaso de muchas congregaciones religiosas especializadas en ello, es muy difícil encontrar buenos directores de conciencia con adecuada preparación y experiencia.

El Oficio Divino ha sido reducido a la mínima expresión y únicamente han quedado como obligatorias las Laudes y las Vísperas. Los himnos litúrgicos en castellano son insípidos y no son conformes en su traducción a los latinos. Ha desaparecido la vida detrás de la rejilla del confesionario para sustituirla por el trato detrás de una mesa o cara a cara sentados en butacones, perdiéndose sacerdote y fiel en los meandros de la psicología.

La tan celebrada revolución ha traído también un trato inapropiado con las personas: con una familiaridad inapropiada entre sacerdotes y laicos. ¿Y la salud? ¿Quién se preocupa de la salud de los sacerdotes? ¡Cuántas negligencias en su adecuada alimentación!

Todo esto se junta a la tensión permanente a la que los sacerdotes están sometidos: mucha responsabilidad pastoral, críticas incesantes, rarísimos agradecimientos, aislamiento de sus colegas y de las autoridades, aún más avaras en sus muestras de amistad y de respaldo anímico.

Hace unos días un sacerdote de 38 años se suicidó en Rouen (Francia) en su parroquia. Conozco otro que ha muerto este verano con 48 años de edad, víctima de una crisis cardíaca, agotado por las pruebas de la vida y el casi abandono de sus superiores. Parece que los sacerdotes resultan molestos para muchos … por más que los reclamemos a menudo porque escasean cada vez más.

Es cierto que hay sacerdotes indignos (dejando aparte los malignos) que han traicionado sus promesas: que no rezan, que no se confiesan, que no recitan el oficio, que no celebran la misa diaria, que no rezan el rosario, que no se dedican a las almas, a instruirlas y procurar su salvación. Razón de más para ayudar, apoyar y amar a aquellos que vemos en peligro y a los que se esfuerzan en ser fieles.

La vorágine informativa nos ha arrastrado a pensar únicamente en los sacerdotes malvados; porque la intención de los medios, dominados por eso que tan ampulosamente llaman “progreso”, era que a fuerza de machacar con los mismos escándalos, se fijase en las masas (los medios son para manejar a las masas) la ecuación sacerdote = escándalo = indignidad; usurpando de este modo la realidad mucho más poderosa de los buenos sacerdotes. El concepto de bondad es inherente al concepto de sacerdote. La maldad en él es una rarísima excepción. Ésa es la realidad. Pero la situación nos ha empujado a pensar que al sacerdote no le quedan más que las dos opciones extremas: o criminal o heroico mártir. En efecto, hoy se ha puesto muy difícil ser sencillamente un buen sacerdote, sin heroísmos.

Buen martirio están sufriendo en efecto los buenos sacerdotes, que siguen dando testimonio de su fe y de su ministerio (ésa es la sustancia del martýrion), aunque los señalen por causa de los sacerdotes criminales. Pero gracias sean dadas a Dios porque son muchísimos más los sacerdotes mártires que los sacerdotes criminales.

Y es bueno que empiece a circular este discurso en la Iglesia, en lugar de la falsa moneda que sobre los sacerdotes nos han endosado nuestros enemigos.

Mn. Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet

Francisco y las malas compañías (Carlos Esteban)


Decía Chesterton que al católico, al entrar en la Iglesia, se le pide que se quite el sombrero, no la cabeza. Pero cada vez son más mis hermanos católicos que nos conminan a que nos deshagamos, no ya de la cabeza, sino de los mismos ojos, y que siguiendo la extraña aritmética del jesuita padre Spadaro, sumemos dos más dos y nos salga cinco.

Quizá sea algo jesuita, teniendo, como tenemos, el primer Papa surgido de la compañía. Decretaba su fundador, San Ignacio, que la obediencia al superior debe ser como la de un cuerpo muerto y afirmar que lo blanco era negro si así lo disponía quien tiene autoridadQuizá por eso no soy jesuita, o tal vez la instrucción resulta tan contraria a la naturaleza humana que la propia compañía ha destacado en los pasados pontificados más por su rebeldía que por su obediencia

También, después de todo, se suponía que los jesuitas no debían aspirar a ningún cargo eclesiástico, ni siquiera a la dignidad de Monseñor, y ahí los tenemos, cubriendo la dignidad más alta de la Iglesia.

Viene todo esto a cuento de que, contra lo que puedan creer quienes no nos conocen, nada nos gustaría más a quienes hacemos Infovaticana que no ver lo que vemos ni sacar la conclusiones inevitables.

A cuenta de McCarrick y Viganò estamos viendo un cambio de estrategia en el Vaticano bastante triste: distraer la atención hacia Juan Pablo II. ¿Quién, después de todo, le nombró arzobispo de Washington y cardenal de la Iglesia? Karol Wojtyla fue proclamado santo por Francisco, pero es evidente que resultó muy desafortunado en muchos de sus nombramientos, aunque es un poco desconcertante desviar culpas hacia alguien que Francisco ha canonizado para diluir la hipotética culpa del propio Francisco.
En cualquier caso es un cargo válido, y no voy a prescindir ni de los ojos ni de la cabeza para constatarlo. Pero lo peor que puede decir de Juan Pablo II, en ese sentido, es que sus nombramientos fueron buenos y malos, y que se rodeó de hombres buenos y menos buenos.

En Francisco, en cambio, hay que hacer una pirueta mental imposible para no advertir que sus nombramientos son casi invariablemente desastrosos, y apuntan en una preocupante dirección. La constancia en rodearse de clérigos implicados en casos turbios o famosos por sus opiniones heterodoxas hace difícil achacarla a un caso de mala suerte.

Lo de McCarrick es casi una anécdota, una gota en el mar, y si algo ha hecho difícil no creer en el testimonio de Viganò es que el historial pontificio de Francisco hace ver extraordinariamente plausible su veracidad. De hecho, ha sido más confirmada que desmentida por las fuentes vaticanas, desde el silencio empecinado del Santo Padre a la desconcertante carta de Ouellet, en la que admite el cargo principal.

Uno de los ‘mandatos’ implícitos de Francisco al ser elegido Papa era la reforma en profundidad de la Curia romana y, a tal efecto, al principio de su pontificado, eligió un equipo de nueve cardenales para que le asistieran en ese empeño. Cinco años después, la reforma no ha avanzado un milímetro, pero el C9 se ha convertido en una especie de ‘junta’ que gobierna por encima y al margen de las congregaciones.

Y entre estos ‘HOMBRES DEL PAPA’  está el coordinador del equipo, apodado ‘el vicepapa’, el cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga, del que existe un voluminoso dossier con sus enjuagues financieros en los que desaparecieron millones de dólares, que nombró mano derecha a un obispo auxiliar acusado de abusos a seminaristas -de forma lo bastante creíble como para haber sido destituido- y que llama ‘mentirosos’ a seminaristas que se han atrevido a denunciar el clima de ‘tiranía gay’ que reina en el seminario mayor de Tegucigalpa.

También tenemos -¿o teníamos? es difícil saber- en el consejo a Pell, que lleva ya años en su Australia natal ‘con licencia’ para responder en juicio penal de un caso de abusos a menores. A Pell se le puso al frente de las finanzas vaticanas, y en su ausencia, en lugar de elegir formalmente a otro, Francisco ha dejado que haga y deshaga en el IOR Monseñor Ricca, conocido por sus indiscreciones homoeróticas repetidas. Este fue el monseñor cuyo caso llevó al Papa a su celebérrima pregunta-afirmación: “¿quién soy yo para juzgar?”, tan celebrada en el mundillo LGBT.

Está el chileno Errazuriz. Cardenal chileno. Chile, donde toda la cúpula está llamada a declarar por el ministerio fiscal del país a cuenta del encubrimiento masivo de curas pedófilos. En Chile, por cierto, Francisco también dio muestras de sus curioso criterios de elección de prelados cuando se empeñó, contra el criterio del propio episcopado, en nombrar obispo de Osorno a Juan Barros, acusado de complicidad pasiva con Karadima. Fue la ocasión en la que Francisco llamó a las víctimas que protestaban contra el nombramiento “calumniadores”, aunque al final la presión pública le forzó a aceptar la tercera renuncia presentada por Barros.

Otro hombre fuerte del C9 es el cardenal Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana que, por su cuenta y riesgo, hizo votar en asamblea que los cónyuges protestantes de fieles católicos podían recibir la comunión en determinadas circunstancias, a lo que el Papa dijo primero que sí, luego que no y luego que depende.

Lo del Papa con los alemanes es cosa curiosa por demás. A poco de ser nombrado aconsejó la lectura de otro de sus teólogos de cabecera, el cardenal Walter Kasper, para quien “los dogmas nunca han dejado asentada definitivamente cuestión alguna”, entre otras opiniones de ortodoxia más que cuestionable.

Digo que es curioso no porque sea la alemana una de las jerarquías eclesiales más ‘avanzadas’ y críticas con la tradición eclesiástica, sino porque Francisco ha hecho famosas dos peticiones, dos deseos -una Iglesia pobre para los pobres y la atención a las periferias- y no hay Iglesia nacional a la que parezca más cercano que la alemana, entre las más ricas -como sociedad y como culto- y, desde luego, no especialmente tercermundista.

De los obispos americanos ‘apadrinados’ por McCarrick y elegidos por Francisco -Farrell, Tobin, Wuerl, Cupic- podríamos considerar al Papa meramente ingenuo o confiado. Si no fuera porque a Farrell -auxiliar de McCarrick en Washington, con quien vivió durante seis años en la misma casa- le ha nombrado, ni más ni menos que, prefecto para el megadicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, lo que suena casi a perfecto ejemplo de humor negro. A Tobin y a Cupich -ya saben, el hombre que cada vez que abre la boca sube el pan- les ha convocado para el presente sínodo, aunque el primero -“Nighty night, baby. I love you”- se ha excusado de asistir, queremos creer que por vergüenza torera.

Y llegamos al asunto que mantenemos en portada, de la pluma del gran vaticanista del National Catholic Register, Edward Pentin: LOS HOMBRES SELECCIONADOS PARA ELABORAR EL DOCUMENTO FINAL DEL SÍNODO AHORA EN MARCHA. Tampoco es que importe mucho: Baldisseri -otra ‘creación’ cardenalicia de Francisco- ya ha venido a reconocer indirectamente que el texto está redactado, y que los obispos y toda su cháchara aportarán, como mucho, puntualizaciones.

Podríamos seguir y seguir, desde el homosexualista jesuita Padre James Martin, estrella del pasado Encuentro Mundial de las Familias, partidario de cambiar en el Catecismo de la Iglesia Católica la expresión “intrínsicamente desordenado” -en referencia a la homosexualidad- por “diferentemente ordenado”; hasta el padre Thomas Rosica, asesor de la Oficina de Prensa vaticana en lengua inglesa, que recientemente aseguró que con Francisco la Iglesia entraba en “una nueva fase” -otra-, y que este Papa podía permitirse contradecir la Tradición porque estaba por encima de ella y de la Escritura.

Seguir pretendiendo que “todo está bien”, que el único problema de la Iglesia está en quienes la ‘atacan’ y que todo lo que nos choque de las actitudes de Francisco es porque “no lo hemos entendido bien” empieza a ser, muy seriamente, dejarse la cabeza en la puerta de la Iglesia para entrar en ella.

Carlos Esteban

viernes, 12 de octubre de 2018

Noticias varias 11 de octubre de 2018



ONE PETER FIVE

On Deposing Popes: A Historical Review

An Open Letter to Traditionalist Sympathizers

Phil Lawler’s Scorching Response to Cardinal Oullet (Steve Skojec)

LIFE SITE NEWS

Source: Vatican cardinal was at drug-fueled homosexual party, and Pope knows it

Planned Parenthood looking to hire director to destroy future pro-life judges

Sínodo sobre la Juventud: Declaraciones locas y de las otras

Estas personas “redactarán” el Documento final [ya redactado] del Sínodo

Cardenal Becciu: Benedicto XVI “no está tan ágil como hace unos pocos meses”

INFOVATICANA

La comisión que redactará el documento final del Sínodo no augura nada bueno

Osoro y Blázquez le montan el lío al Gobierno con el cadáver de Franco

El SILENCIO del VATICANO ante el Testimonio Viganò, según SPECOLA (10) Efectos de la carta de Ouellet; Cocopalmerio estaba



- Importante y largo artículo del Nacional Catholic Register con firma del Padre Raymond J. de Souza que resume y analiza de modo magistral el efecto de la respuesta del cardenal Ouellet al testimonio de Viganò. Lo citamos, a pesar de no ser italiano, por su importancia como fuente de otros artículos y por su repercusión en el mundo americano. 

El punto fundamental es que confirma el testimonio de Viganò

Las restricciones a McCarrick eran conocidas. 
La información sobre las graves acusaciones ha sufrido obstrucciones. 
Las recomendaciones de las diversas congregaciones romanas han sido ignoradas.
Se trasluce una gran recriminación y rencor hacía Viganò. 
La carta de Ouellet es un ejemplo de clericalismo. 

Un repaso verdaderamente aplastante o lo que por ahora sabemos y de una finura intelectual difícil de encontrar en estos tiempos de confusión general.

- La presencia de homosexuales activísimos, en todos los sentidos, se confirma una vez más con la acusación de que el cardenal Cocopalmeiro estaba presente en la famosa orgía, con sexo homosexual y drogas en el palacio del Santo Oficio, interrumpida por la gendarmería vaticana, presencia que -evidentemente- fue ocultada y protegida, en este caso, por lo civil, ya que sucede en territorio Vaticano, y por lo canónico

Era un secreto a voces, y no es el único secreto a voces que, por primera vez, vemos publicado. Si se aplica la tan predicada transparencia encontrarán explicación evidente tantas cosas sucedidas en los últimos decenios y que muestran una red de corrupción, con tintes sórdidos y barriobajeros, en el estado pontificio

Estamos ante otro cardenal que puede dejar de serlo y es el primero de la curia. Hemos defendido que la cloaca máxima sigue estando en Roma y mientras ésta no se limpie a fondo seguirá produciendo los frutos que son propios a su naturaleza.

Specola

Gran escándalo: un jesuita, anteriormente «piadoso", se convierte en homosexual.


Duración 3:28 minutos

Gran escándalo: un jesuita, anteriormente «piadoso», se hace homosexual.

En la actualidad, un gran escándalo está sacudiendo a la antigua Iglesia Católica en Alemania. El Vaticano no confirmó al padre jesuita Ansgar Wucherpfennig como rector del Colegio de Teología Jesuita Sankt Georgen en Frankfurt, el lugar donde el Papa Francisco intentó en 1986 escribir una tesis doctoral. Wucherpfennig fue rechazado porque bendice a las parejas homosexuales y duda de la enseñanza bíblica sobre la homosexualidadEl obispo local de Limburgo, Georg Bätzing, está de su lado, al igual que los medios oligarcas. Bätzing dijo a los medios que él espera que el Vaticano capitule. Y de hecho, un funcionario de prensa del Vaticano ahora ha declarado que el proceso de escrutinio para Wucherpfennig está "todavía en curso".

Wucherpfennig invoca a Francisco

Al hablar con la televisión estatal alemana, Wucherpfennig justificó su mala conducta homosexual con las conocidas declaraciones del Papa Francisco sobre los 
homosexuales.En el mismo programa, su Provincial, el padre Johannes Siebner, acusó al Vaticano de una relación tensa con la homosexualidadLlamó a la Iglesia a aceptar concubinatos gay que, según la Iglesia, son un pecado mortal.

Wucherpfennig era "diferente"

Hace solo ocho años, en 2010, Wucherpfenning escribió un largo artículo en el muy piadoso boletín "Triunfo del corazón" publicado por el neoconservador "Family of Mary" y dio testimonio de su - cita - "conversión". Habló sobre su familia católica y su tío sacerdote. Cuando era niño, quería ser sacerdote, pero en su juventud, se sentía más atraído por la música y el teatro. Pero durante su tiempo en el ejército alemán, frente a los compinches bebedores y la falta de valores, volvió a interesarse por la teología.

No tiene un buen recuerdo de Saint Georgen

Según su relato, cuando estudiaba teología en St. Georgen, Wucherpfennig estuvo más expuesto a lo que él llamó la «crisis de los 80» y los «experimentos litúrgicos modernos»  que -cita -«a las fuentes de la fe, entre las que mencionó, en 2010, el Santo Sacrificio de la Misa, la adoración, la alabanza y la veneración a Nuestra Señora» . Admitió que, en ese momento, rezaba sólo un poco. Se volvió «cansado y triste» y estuvo a punto de dejar el sacerdocioWucherpfennig superó esta crisis al consagrarse a Nuestra Señora, según San Luis María Grignion de Montford. A través de la adoración, el rosario y la Biblia, encontró la fuerza "para vivir sobre todo en la castidad"Ocho años más tarde, está dedicando su vida sacerdotal a conducir a los homosexuales al infierno.

INGLÉS

Huge Scandal: Formerly “Pious” Jesuit Turns Homosexualist

Presently, a huge scandal is shaking the former Catholic Church in Germany. The Vatican did not confirm Jesuit Father Ansgar Wucherpfennig as the rector of the Jesuit Theological College Sankt Georgen in Frankfurt, the place where Pope Francis attempted in 1986 to write a doctoral thesis. Wucherpfennig was refused because he blesses gay couples and doubts the biblical teaching on homosexuality. Local Limburg bishop Georg Bätzing is on his side, and so are the oligarch media. Bätzing told the media that he expects the Vatican to capitulate. And indeed, a Vatican press officer has now declared that the scrutiny process for Wucherpfennig is “still ongoing”.

Wucherpfennig invokes Francis

Talking to the German state TV, Wucherpfennig justified his homosexualist misconduct with Pope Francis’ known homosexualist statements. In the same program, his Provincial, Father Johannes Siebner, accused the Vatican of an uptight relationship with homosexuality. He called for the Church to accept gay concubinages which, according to the Church, are a mortal sin.

Wucherpfennig Used to Be “Different”

Only eight years ago, back in 2010, Wucherpfenning wrote a long article in the very pious newsletter "Triumph of the Heart" published by the neo-conservative "Family of Mary" and gave witness about his - quote - "conversion". He spoke about his Catholic family and his priest uncle. As a child, he wanted to become a priest, but in his youth, he was more attracted to music and theatre. But during his time in the German army, in the face of drinking cronies and a lack of values, he became again interested in theology.

No good memory of Saint Georgen

According to his account, when studying theology in St. Georgen, Wucherpfennig was more exposed to what he then called the "crisis of the 80s" and “modern liturgical experiments” than to the – quote – “sources of faith” among which he listed in 2010 the "Sacred Sacrifice of Mass", adoration, praise and the veneration of Our Lady. He admitted that, at the time, he prayed only a little. He became "tired and sad" and was about to leave the priesthood. Wucherpfennig overcame this crisis by consecrating himself to Our Lady according to Saint Louis Maria Grignion of Montford. Through adoration, the rosary and the Bible, he found the power - quote – “to live above all in chastity". Eight years later, he is dedicating his priestly life to leading homosexuals to hell.

Francisco llega a nueva bajeza: designa a un zorro para cuidar a las gallinas



El papa Francisco sabía que el cardenal pro-homosexual Francesco Coccopalmerio estuvo presente en el 2017 en la fiesta de homosexuales y drogas que había organizado su secretario, monseñor Luigi Capozzi.

Pero él le consultó sobre la posibilidad de aplicar sanciones canónicas al arzobispo Viganò, porque éste reveló la existencia de un lobby pro-homosexual en el Vaticano, el cual encubre los abusos homosexuales de prelados liberales y del cual Francisco es una parte.

En noviembre de 2014 Coccopalmerio afirmó que el papa Francisco “podría estar en peligro, porque algunos tienen la intención de eliminarlo”. Posteriormente fue un opositor a las reformas de Pell respecto a las finanzas vaticanas. En septiembre de 2015, sirvió de instrumento para la introducción de la aceleración de las declaraciones de nulidad matrimoniales, las cuales son un divorcio de hecho. En agosto de 2018 expresó su apoyo a dar la Santa Comunión a los no-católicos.



INGLÉS


Pope Francis knew that pro-gay Cardinal Francesco Coccopalmerio was present at the 2017 gay and drug party of his secretary, Monsignore Luigi Capozzi.

Nevertheless he consulted him about inflicting canonical sanctions on Archbishop Viganò because Viganò revealed the existence of a pro-gay lobby in the Vatican that covers up homosexual abuses of liberal prelates and of which Francis is a part.

In November 2014 Coccopalmerio claimed that Pope Francis “could be in danger because some may have the intention to eliminate him.” Later was an opponent of Cardinal Pells reform of the Vatican finances. In September 2015 Coccopalmerio was instrumental in introducing a speed-up of the declaration of nullity of marriage that is a de-fact-divorce. In August 2018 he expressed support for giving Holy Communion to Non-Catholics.



miércoles, 10 de octubre de 2018

La carta del cardenal Ouellet confirma los mismos problemas que ha identificado Viganò (Peter Kwasniewski)



La respuesta del cardenal Ouellet al arzobispo Viganò es claramente un documento muy serio que intenta responder a las revelaciones y alegaciones de éste. Tanto el eminente cargo que ocupa el autor como la gravedad de su contenido obligan a quienes investigan la verdad sobre el asunto a tomárselo muy en serio, como parte de los numerosos documentos generados por la causa relativa a McCarrick.

Pero si el prefecto de la Congregación para los Obispos (que es, por tanto, la persona de quien han dependido el nombramiento en los últimos años de algunos de los prelados liberales más polémicos) cree que con su carta va a conseguir dar carpetazo a lo que ha expuesto Viganò, se equivoca. En la carta dice tres cosas que dan que pensar.

- Para empezar, aunque Ouellet acusa, en esencia, a Viganò de pasarse de negativo, en ningún momento invoca ninguna autoridad superior en que apoyar lo que afirma. Quiero decir que, al contrario que Viganò, no dice que la conciencia le obligue ante Dios ni jura ante Dios que lo que afirma sea cierto. Se diría que para Ouellet la norma rectora es: «Fíense de mí, que soy un personaje importante. Tengo acceso al Papa. Cuanto digo yo es verdad, y todo lo que dice Viganò es mentira».

Pues lo siento, pero con tantas pruebas de mentiras y encubrimientos por parte de la jerarquía eclesiástica, nadie le va a creer si pide que acepten su palabra. Si alguien, aunque fuera la más alta autoridad de la Iglesia, dijera: «El Sínodo de la Familia se llevó a cabo con total transparencia, legitimidad y colaboración», ¿sería creíble? Desde luego que no. La Verdad plantea exigencias aen nuestro razonamiento humano.

Más concretamente, existiendo ya motivos más que sobrados para desconfiar de la manera en que se ocupa el Papa Francisco de éste y otros asuntos disciplinarios y de doctrina, decir cosas como «el Santo Padre me ha garantizado», o «me ha autorizado para decir esto» y «se encargará de se investiguen a fondo todos los documentos» es tan poco convincente como decir que los cardenales Wuerl y Tobin digan que no sabían que hubiera graves problemas con su antecesor McCarrick. ¿De verdad esperan que las personas inteligentes se van a tragar algo así? Observar que tantos católicos teman y hasta cuenten (repito, no sin fundamento) con que las pruebas documentales incriminatorias sean o hayan sido destruida manifiesta la lamentable crisis de confianza generada por el presente pontificado. ¡Lo cual vendrá muy bien para que las investigaciones no saquen nada a la luz!

- Segundo, si hay quienes han criticado la carta de Viganò por expresar una desmesurada desconfianza y falta de respeto al papa Francisco, desgraciadamente la carta de Ouellet también se pasa de servil y hasta incurre en papolatría. Socava su credibilidad cuando dice que el Santo Padre es un auténtico Mesías que se ha esforzado desinteresadamente y con pureza angelical por servir al Reino de Dios: «Un pastor insigne, un padre compasivo y firme, un carisma profético para la Iglesia y el mundo».

Por supuesto que queremos seguir en comunión con el sucesor de San Pedro. Y en la carta de Viganò no hay nada que indique que repudie a dicho sucesor ni que desee cortar la comunión con él. Pero, ¿es que quieren que nos postremos de rodillas y lamamos las botas del pescador? Ouellet tira piedras a su propio tejado haciendo ver que, para él, el Papa no puede hacer nada malo (al menos nada grave) sino que, al contrario, es el profeta que nos ha dado Dios para nuestros tiempos. Ojalá fuera así, pero no se puede dar por sentado como si fuera una especie de axioma geométrico.

En este sentido, nos deja estupefactos que Ouellet afirme que  «su interpretación de Amoris laetitia» –o sea, una interpretación que facilita la administración de la comunión a quienes viven objetivamente en adulterio, contraviniendo la ley de Dios– «se inscribe en esta fidelidad a la tradición viva, de la que Francisco nos ha dado ejemplo con la reciente modificación del Catecismo de la Iglesia sobre la cuestión de la pena de muerte».

Una vez más, Eminencia, y con el debido respeto, nadie puede dispensar a los católicos de la grave obligación que tienen ante Dios de atenerse a la Tradición establecida y fijada de la Iglesia, no digamos ya las Sagradas Escrituras y el Magisterio ordinario universal, todos los cuales miden, acotan y regulan la llamada tradición viva; ya se trate del divorciarse y volverse a casar, la legitimidad de la pena de muerte o cualquier otra cuestión. La expresión «reforma misionera», cargada de implicaciones, en la última frase de Ouellet es otra señal de que su pensamiento va por el lado de la hermenéutica de la ruptura y la discontinuidad. A los católicos alarmados por las novedades de este pontificado, afirmaciones tan generalizadoras no nos van a motivar a desechar mansamente nuestras objeciones.

- Y tercero, en la carta de Ouellet falta curiosamente, y se podría decir que de un modo siniestro, una admisión verdaderamente creíble de los atroces daños perpetrados en la Iglesia por McCarrick y otros de su calaña. Afirma:
¿Cómo es posible que este hombre de Iglesia, cuya incoherencia se conoce hoy, haya sido promovido varias veces hasta ocupar las muy altas funciones de arzobispo de Washington y de cardenal? Yo mismo estoy muy sorprendido de esto, y reconozco fallos en el proceso de selección que se ha llevado a cabo en su caso.
«Incoherencia» es una palabra tan taimada como inadmisible. ¿Y por qué no llamarlo «conducta maliciosa»? Dice estar «muy sorprendido». Lo desafío a mirar a la cara a una víctima de abusos y decirle: «Estoy muy sorprendo de que le haya pasado algo así. Algo habrá fallado en el proceso de selección». Un discurso algo más sincero habría contribuido mucho a proporcionarle a Ouellet una base en que apoyarse, pero está tan resuelto a aplastar a Viganò que se olvida de la gravedad de los asuntos por los que, para empezar, está indignado Viganò.

Hablando en plata: nadie que lea la carta de Ouellet puede creer que a ese hombre le preocupa el alcance de la corrupción moral homosexual en la jerarquía, que la reconozca y vea sus consecuencias en la crisis, ni que él o sus asociados en el Vaticano tengan intención de erradicarla. Por el contrario, si se lee entre líneas, se tiene la impresión de que el único que ha hecho algo muy grave es el propio Viganò.

Como señaló Edward Pentin, en ningún momento se refiere Ouellet en su carta a Viganò como obispo. El Prefecto llega a instarlo a «volver a encontrar la comunión» con el Papa. Con eso da a entender que a Viganò ya lo han despojado de su dignidad episcopal y excomulgado, o están a punto de hacerlo. Teniendo en cuenta que rara vez se administran sanciones tan severas, ni siquiera a prelados que han incurrido en una monstruosa corrupción moral, el mensaje que se transmite es que no puede haber delito más grave que el de enfrentarse al Papa Dictador.

En total, el cardenal Ouellet ha conseguido dos cosas con su carta
En primer lugar, ha proporcionado a los católicos progresistas y conservadores la excusa ideal para desacreditar y desestimar el testimonio de Viganò. Por consiguiente, todo lo que éste diga de cierto encontrará más dificultades para ser aceptado e impulsar unas reformas que ya se hacen esperar. En segundo lugar, y paradójicamente, habrá reforzado la convicción de muchos de que, precisamente, ha sido una adulación ciega de los jerarcas de la Iglesia lo que nos ha metido en la boca del lobo de la actual crisis de los abusos.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)

Peter Kwasniewski

Cupich: “No es nuestra política negar la comunión a los ‘matrimonios’ gays” (Carlos Esteban)



En una entrevista concedida a una televisión local, el cardenal Blase Cupich, Arzobispo de Chicago, ha declarado que no es “política” de su diócesis negar la comunión a los miembros de una pareja homosexual casada según la ley civil.

Si algo bueno puede decirse del cardenal Blase Cupich, elevado a la archidiócesis de Chicago por Francisco, gracias a los buenos oficios del arzobispo emérito de Washington, Theodore McCarrick, es que no es un hombre taimado. En una entrevista concedida este miércoles al programa Chicago Tonight de la cadena WTTW, el purpurado reconoció llanamente que en su diócesis no era práctica negar la comunión a los integrantes de ‘matrimonios’ homosexuales.

Hace falta una enorme ingenuidad -o una arrogancia ilimitada- para suponer que una diócesis católica puede imponer ‘políticas’ de este tipo a gusto del obispo de turno. Ha habido dos sínodos de la familia y una exhortación papal -Amoris Laetitia-, que a su vez ha provocado los Dubia de cuatro cardenales, una Correctio filialis de más de medio centenar de pensadores e incontables comentarios y polémicas, todo, precisamente, para dilucidar en qué condiciones podría darse la comunión a los divorciados vueltos a casar, precisamente porque quien se divorcia de su mujer o su marido y se casa con otra u otro, comete adulterio.

Y el adulterio es un pecado mortal, y comulgar en pecado mortal es sacrílego, y el sacerdote que conoce a ciencia cierta que quien se acerca a comulgar está en una situación pública y notoria de pecado mortal tiene la obligación de negarle la absolución.

Las disquisiciones para salvar la doctrina en este caso son alambicadas y abstrusas, acaloradamente discutidas, y han provocado una implícita división en el seno de la Iglesia. Pero para Cupich no hay problema: no es ‘política’ en su diócesis negar la comunión a una persona que vive no solo en una institución que la Iglesia condena tajantemente, sino en una situación de pecado de sodomía, uno de los cuatro tipos de pecado que, según la Escritura, “invocan la ira de Dios”.

De hecho, las desconcertantes palabras de Cupich venían como respuesta a un comentario del entrevistador sobre la actitud del obispo de Springfield, Illinois, Thomas Paprocki, que el pasado junio había decretado que se negara no solo la comunión, sino también los ritos funerarios a quienes entraran en uno de esos llamados “matrimonios” de personas del mismo sexo.

Paprocki no hacía sino ajustarse a la doctrina, citando en su decreto las Escrituras y el Código de Derecho Canónico, al tiempo que recordaba que la institución civil de un “matrimonio” homosexual, impuesto como derecho constitucional por el Tribunal Supremo durante la Administración Obama, suponía una ruptura con milenios de reconocimiento jurídico de la unión marital como una, sólo posible entre un hombre y una mujer.

En cuanto a la oportunidad de su decreto, Paprocki reconocía tener “una responsabilidad como obispo de guiar al pueblo de Dios confiado a mi cargo con caridad pero sin comprometer la verdad”.

Ya con motivo del reconocimiento del ‘matrimonio paritario’, Cupich declaró en su día en el Chicago Tribune que es “mucho más fácil juzgar lo que hace la gente en blanco o negro. Lo importante en todo esto a medida que avanzamos es reconocer que las vidas de la gente son muy complicadas. Hay circunstancias atenuantes, psicológicas, su propia historia personal, quizá incluso biológica. No es una cuestión de hacer olvidar cuál es el ideal”.

Ya tenemos esa manzana de la discordia: la presentación de la indisolubilidad matrimonial entre hombre y mujer, ordenada por Dios desde el principio y aclarada de forma inequívoca por Cristo, no como una realidad que todos los casados deben cumplir y que millones han cumplido y cumplen, sino como un “ideal”, con respecto al cual lo otro es ‘peor’, pero no necesariamente malo.

Creo que tampoco debe extrañar a nadie que un prelado, seleccionado a dedo por un depredador sexual que abusó del primer niño que había bautizado, cuando éste tenía solo 11 años, no resulte un prodigio de ortodoxia, pero tampoco hace falta ser teólogo, basta con ser un católico del montón, para advertir que la declaración de Cupich es una desgracia escandalosa que rompe radicalmente con lo que ha sido siempre doctrina inmutable de la Iglesia.

Quizá por eso, cuando CNSNews se dirigió al sucesor de los apóstoles al frente de la diócesis de Chicago para preguntarle si estaba de acuerdo con la definición que hace el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad como “intrínsicamente desordenada”, el prelado optase por el ‘no comment’.


Carlos Esteban

El SILENCIO del VATICANO ante el Testimonio Viganò, según SPECOLA (9): Sobre la carta de Marc Ouellet y otros



La aparición fantasmal del Papa Francisco con la ya famosa ‘férula bicorna’ ha desatado todos los demonios y el invisible Viganó se hace más presente que nunca. 

Del Sínodo nada. El Papa alienta a rezar el rosario en este su mes. En el sínodo no lo vemos entre las actividades propuestas. Pero lo que hoy desata todos los comentarios es el comunicado de prensa sobre los ‘recientes sucesos’ y la carta del prefecto de la congregación de obispos Marc Oullet dirigida al desaparecido Viganò

Estamos entrado en una espiral de confusión que no hace sino empeorar las cosas y no aclarar nada. Si quitamos la hojarasca y la literatura sin contenido llegamos a la conclusión que el Papa ha ordenado investigar, no tanto a McCarrick, sino a los investigadores de McCarrick. Se intenta saber qué ha sucedido en la maraña curial y quién sabía o no sobre el caso. 

Lo de Oullet , uno de los principales conocedores al tener acceso directo al archivo de su congregación, suena a disculpa no pedida. El defiende su actuación y, quizás sin pretenderlo, confirma muchos de los puntos de testimonio Viganó.

Se habla de golpe del Vaticano pero con disparos de fogueo. De como se negocia en oriente pero se es incapaz de poner orden es casa que cada día está más revuelta. Se dice que se investigará sobre McCarrick, veremos

Se vuelve a los buenos deseos y se nos dice que la pedofilia ya no será tolerada. El tiempo de las palabras ha pasado y, por fuertes y bellas que sean, han perdido todo su valor al faltar la necesaria compañía de los hechos.

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OULLET: FUERTE EN LA FORMA FLOJO EN EL CONTENIDO (9 de octubre)

Estamos viviendo las consecuencias lógicas del testimonio Viganò. Las viejas tácticas de control informativo ya no sirven y lo que está sucediendo lo demuestra. Los medios están interesados en el tema de los abusos y no sobre el Sínodo

La óptica está cambiando en un sentido que consideramos muy positivo. Es un verdadero escándalo que suceda uno solo de los horribles crímenes con menores. Es espantoso el descubrir la hipocresía y doble vida de tantos jerarcas que, por decenios, nos han querido imponer verdaderas aberraciones. Es inquietante descubrir cómo se ha extendido en el seno de la Iglesia una verdadera mafia lavanda que nos invade hasta los tuétanos. 

Hasta ahora nos hemos visto sumergidos en acusaciones genéricas en donde la inmensa mayoría de sacerdotes se ven salpicados por cosas que seguro no han ni imaginado. Sufrimos una perplejidad universal, por silencio de miles de obispos que parece que se han olvidado de su función de pastores.

Pero algo está cambiando. Los casos de abusos siguen su proceso en la justicia civil que, con todas las limitaciones que queramos poner, es la que está haciendo algo. Los procesos canónicos están desaparecidos y ya nadie confía. Se aplican castigos ‘ejemplares’ cuando, ante las evidencias públicas y publicadas, no queda otro remedio. Los abusadores están rindiendo cuentas ante la justicia terrena y confiemos en un cambio de vida antes de llegar a la divina.

Lo que está cambiando es que somos mucho más conscientes de que el verdadero problema ha sido y es la cadena de encubrimiento que, de no ser corregida con urgencia, está convirtiendo a la Iglesia Católica en un secta en la que se pide fidelidad personal y sometimiento a la autoridad superior. Esto ya no es tolerable y la ‘omerta’ ha estallado por los aires

La fidelidad es a la Sagrada Escritura y a la Tradición y todo lo demás no es católico. En la milenaria historia de la iglesia son puestos como ejemplos los mártires y los santos. Los papas, los obispos, los sacerdotes , los laicos son ejemplos en la iglesia si son santos y no al contrario. El sacerdocio, el episcopado, no da la santidad aunque la exige y reclama por su naturaleza. 

En otros tiempos era más fácil cubrir las vergüenzas o que estas quedaran en un ámbito mucho más reducido.  Hoy esto ya no es posible. El buscar culpables abstractos es una vieja táctica que no funciona. 
Podemos repartir culpas al ‘gran acusador’, ‘al clericalismo’, al ‘abuso de poder’, al ‘demonio’; y todo esto queda en un modo de eludir las responsabilidades personales que existen y muy claras.
Las noticias de hoy denotan este caos en el que vivimos y que nadie parece querer aclarar. La carta de Oullet parece contradecir la regla de conducta del cuarto general de la Compañía de Jesús, Claudio Acquaviva: “fortiter in re, suaviter in modo”. Estamos en los tiempos de dureza en las formas y contenido más que flojo.


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VIGANÒ SIGUE PRESENTE (10 de octubre)

Del testimonio Viganò no tenemos muchas novedades, pero sí muchas referencias que sobrevuelan sobre el Sínodo y sobre todas la intervenciones oficiales y oficiosas del Vaticano y de los padres sinodales. 

Los desmentidos generales están dando paso a la confirmación de los hechos porque, al fin, de hechos hablamos. Esto parece un historia infinita que no puede terminar con el silencio que todo parece confirmar.

Specola

NOTICIAS VARIAS, del 6 al 10 de Octubre de 2018



INFOVATICANA

Los médicos del hospital infantil trazan planes para la eutanasia infantil

El Sínodo se acerca a la juventud festivalera con una gala en el Aula Pablo VI

San Francisco y su tiempo, el informe O’Connor, el sínodo de los abusos e inmigrantes, la China catocomunista, Vaticano ofensivo en Escocia.

Viganò el fantasma del sínodo, disco Pablo VI, los cuernos de Papa Francisco, muertos inquietos, Tosatti seis millones. (Specola)

La enfermedad de la Iglesia se llama postmodernismo. El diagnóstico de un teólogo




Viganò: el Vaticano lanza un golpe. Pero para llenar espacios en blanco



¿Por qué Paglia no fue nombrado consejero del Dicasterio para el Laicado, la Familia y la Vida?

Farsa de los abusos: Michigan se ocupa solamente de los “abusos católicos”

INFOCATÓLICA

Indignación en La Coruña por la retirada de la alfombra floral en honor a la Virgen del Rosario

Estrenando collar nuevo: VOX (Bruno Moreno). 

Admiro la paciencia de Bruno en contestar a todos cuantos le preguntan, sobre todo a aquellos que lo insultan y le dicen que es un mentiroso, sin ningún tipo de pruebas. Es un hecho que VOX no ha propuesto en su Programa la no legalización del aborto así como tampoco ha propuesto la no legalización del «matrimonio» entre personas del mismo sexo. Al no proponer algo de una manera explícita, para que no haya lugar a dudas o equívocos, aunque se haga uso de frases grandilocuentes que parecen como que está en contra del aborto o del matrimonio gay, en realidad no realiza propuestas concretas en ese sentido, de manera que todo queda en palabras.

IL SETTIMO CIELO

Nuevo equipo o, mejor dos, en el Vaticano, sobre vida y familia

ONE PETER FIVE

RIP, Vatican II Catholicism (1962-2018) (Peter Kwasniewski)


Selección por José Martí