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Sólo son meritorias aquellas obras que se hacen estando en gracia de Dios.
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
[T]here is the matter of the “Ecumenical Mass,” a liturgy designed to unite Catholics and Protestants around the Holy Table. Though never officially announced, a committee reporting directly to Pope Francis has been working on this liturgy for some time. Certainly this topic is within the jurisdiction of the Congregation for Divine Worship, but Cardinal Sarah has not officially been informed of the committee’s existence. According to good sources, Sarah’s secretary, Arthur Roche—who holds positions opposite to those of Benedict XVI and Sarah—is involved, as is Piero Marini, the right-hand man of Monsignor Bugnini, author of such noted works as La Chiesa in Iran and Novus Ordo Missae.Today, at his blog, Stilum Curae, Marco provides a bit more information on this story:
I cannot help recalling a comment sent to me by a friend, even though it was made several months ago. It was made by a highly regarded unrestrained lay liturgist, Andrea Grillo, who is, according to what they tell me, involved in the work to create an ecumenical Mass.The comment is:
“Transubstantiation is not a dogma, and as an explanation [of the Eucharist] it has its limits. For example, it contradicts metaphysics.” [emphasis added]I would like to understand then: have all those people who during the last two millennia have thought that in the host and in the wine [sic] there was truly the substance of the Body and Blood of Jesus – and those who still believe this now – have they been taken for a ride [by the Church]? Or, in a more benign hypothesis, were they victims of a false belief (to say nothing of Eucharistic miracles)? We are waiting with impatience to see where the work on the new ecumenical Mass will go, in order to go and put ourselves in line [for communion] at the closest Orthodox Church.
“If any one saith, that, in the sacred and holy sacrament of the Eucharist, the substance of the bread and wine remains conjointly with the body and blood of our Lord Jesus Christ, and denieth that wonderful and singular conversion of the whole substance of the bread into the Body, and of the whole substance of the wine into the Blood-the species Only of the bread and wine remaining-which conversion indeed the Catholic Church most aptly calls Transubstantiation; let him be anathema.”I reached out to Marco Tosatti this morning, and he told me that Andrea Grillo is a layman who teaches sacramental and liturgical theology at the Pontifical Athenaeum San Anselmo in Rome. Tosatti told me that Grillo has recently attacked both Cardinals Caffarra and Sarah, “more or less asking Sarah to be dismissed from his position.” Tosatti’s sources have indicated that Grillo is a member of the secret commission to prepare this alleged “ecumenical liturgy,” which would allow Catholics and Protestants to “share the table.” Grillo is said to be influential in Rome, and to have the ear of the pope.
Grillo’s fundamental stance that one must accept “the” liturgical reform absolutely and to the exclusion of all that came before (and of course, to the exclusion of any possible “reform of the reform”—which is dismissed out of hand)…If he is indeed involved in the preparation of a new liturgy, one is left to wonder if this same attitude of liturgical evolution with no looking back will be pervasive in its implementation, too.
On October 31, 2016, following the commemoration, Cardinal Kurt Koch, president of the Pontifical Council for Promoting Christian Unity, told reporters that “it was a ‘very beautiful’ day, one that’s ‘very late’ in coming, but ‘very important.’ It’s a ‘new beginning of a way to leave conflict in the past and go toward communion in the future’”. A joint statement issued by the Vatican and Lutheran World Federation that same day said that “many members of our communities yearn to receive the Eucharist at one table, as the concrete expression of full unity. … This is the goal of our ecumenical endeavours, which we wish to advance, also by renewing our commitment to theological dialogue.” [emphasis added]Koch has also said that “in the Second Vatican Council, Martin Luther would have ‘found his own council'”, and that “the commemoration of the Reformation in 2017 can only be made in ecumenical communion.”
“Los grandes reformadores como Martín Lutero, Ulrico Zuinglio y Juan Calvino, como también muchos que permanecieron católicos, como Ignacio de Loyola, Francisco de Sales y Carlos Borromeo, intentaron conseguir que la Iglesia occidental se renovara. Sin embargo, lo que debería haber sido una historia de la gracia de Dios, estuvo también marcada por el pecado de los hombres y se volvió una historia del desgarramiento de la unidad del pueblo de Dios. De la mano del pecado y de las guerras, la hostilidad mutua y la sospecha fueron creciendo a lo largo de los siglos.”
A continuación, mostramos algunas de las palabras que el Papa dijo durante el encuentro:
“No es lícito convencerlo de tu fe. El proselitismo es el veneno más potente contra el camino ecuménico”.
“En virtud de nuestro bautismo, [¿?] formamos un solo cuerpo”.
“Al final de este mes, me acercaré a Lund (Suecia). Haremos memoria, tras cinco siglos, del inicio de la reforma de Lutero y daremos gracias a Dios por los 50 años del diálogo entre luteranos y católicos”.
Los preceptos negativos de la ley natural son universalmente válidos: obligan a todos y cada uno, siempre y en toda circunstancia. En efecto, se trata de prohibiciones que vedan una determinada acción «semper et pro semper», sin excepciones, porque la elección de ese comportamiento en ningún caso es compatible con la bondad de la voluntad de la persona que actúa, con su vocación a la vida con Dios y a la comunión con el prójimo. Está prohibido a cada uno y siempre infringir preceptos que vinculan a todos y cueste lo que cueste, y dañar en otros y, ante todo, en sí mismos, la dignidad personal y común a todos.La Correctio demuestra además que, sin dejar lugar a dudas, Francisco ha fomentado que estas opiniones se diseminen en la Iglesia Católica gracias a sus declaraciones escritas y orales en favor de las mismas, y con su negativa a responder preguntas y solicitudes de cuatro cardenales y casi un millón de fieles relacionadas con AL.
Querido y estimadísimo Papa Francisco,
Sus iniciativas pastorales y la justificación teológica de las mismas están actualmente bajo el ataque vehemente de un grupo de la Iglesia. Con esta carta abierta, deseamos expresar nuestra gratitud por su valiente y teológicamente sólido liderazgo papal.
En poco tiempo ha conseguido remodelar la cultura pastoral de la Iglesia Católica Romana de acuerdo con su origen en Jesús. Las personas heridas y la naturaleza herida le llegan directo al corazón. Percibe la Iglesia como un hospital de campaña en los márgenes de la vida. Le preocupa cada persona amada por Dios. En el encuentro con un otro, la compasión y no la ley, tendrá la última palabra. Dios y su misericordia caracterizan la cultura pastoral que usted espera de la Iglesia. Sueña con una “Iglesia madre y pastora”. Compartimos su sueño.
Le pedimos que no se desvíe del camino que ha emprendido, y le aseguramos nuestro pleno apoyo y oración constante.
Los progresistas demandan obediencia a Francisco porque es el Papa que estaban esperando, mientras que toman o dejan según su antojo las enseñanzas de los demás Papas.
Los sedevacantistas necesitan un Papa inerrante e irresistible para afirmar que los Papas conciliares, habiendo errado en algún pronunciamiento o decisión, no pueden ser Papas. A los sedevacantistas les encanta sostener que los tradicionalistas deben obedecer indudablemente a los Papas conciliares en todo lo que declaren o rechazarlos totalmente como impostores, no habiendo via media por la que uno puede “reconocer pero resistir” a un Romano Pontífice descarriado en un caso particular. Ellos defienden una caricatura absurda y atemporal del papado, que lo convierte en una absoluta dictadura.
Los neocatólicos no pueden admitir que fallaron en reconocer la crisis eclesial tal como es—un quiebre catastrófico con la Tradición, aprobada o tolerada por los Papas conciliares—y por lo tanto elaboran una tortuosa “lectura ortodoxa” de las innumerables y dudosas afirmaciones o acciones papales, incluyendo las desastrosas novedades de Amoris Laetitia, para poder negar que tal crisis existe.Podemos estar seguros de que los tres grupos actuarán como uno solo, denunciando toda crítica a las siempre crecientes novedades bergoglianas, sin importar de qué traten (incluyendo diaconisas, sacerdotes casados, inter-comunión con protestantes, y la “revisión” de Humanae Vitae, que según se dice, ya se encuentran en etapa de planificación).
Una carta en la que el Papa asigna a las conferencias episcopales la libertad y la autoridad de decidir las traducciones, a la espera de recibir sólo la "confirmatio" final de la congregación vaticana.Y en cualquier caso –escribe el Papa– sin ningún "espíritu de 'imposición' a las conferencias episcopales de una determinada traducción realizada por el dicasterio" romano, también para los textos litúrgicos "relevantes" como las "fórmulas sacramentales, el Credo, el Pater noster".La conclusión de la carta del Papa al cardenal es desabrida:
"Constatando que la nota 'Commentaire' ha sido publicada en algunos sitios web y erróneamente atribuida a su persona, Le pido amablemente que divulgue esta respuesta mía en los mismos sitios web, y que también la envíe a todas las Conferencias Episcopales, como a los miembros y consultores de este dicasterio".Hay un abismo entre esta carta de Francisco y las cálidas palabras de estima expresadas por escrito al cardenal Sarah, hace unos meses, por el "Papa emérito" Benedicto XVI, que declaraba que estaba seguro que con Sarah "la liturgia está en buenas manos" y, por lo tanto, "debemos estar agradecidos al Papa Francisco por haber puesto a dicho maestro del espíritu como cabeza de la congregación responsable de la celebración de la liturgia en la Iglesia".
“Hoy existe una gran confusión al hablar de Lutero y es necesario decir claramente que, desde el punto de vista de la dogmática y de la doctrina de la Iglesia, no se trató de una reforma, sino de una revolución, es decir, de un cambio total de los fundamentos de la fe católica. No es realista argumentar que su intención era luchar contra algunos abusos en relación con las indulgencias o los pecados de la Iglesia del Renacimiento. Los abusos y las malas acciones siempre han existido en la Iglesia, no solo en el Renacimiento, y hoy siguen existiendo. La Iglesia es santa por la gracia de Dios y los sacramentos, pero todos los hombres de la Iglesia somos pecadores y todos necesitamos el perdón, el arrepentimiento y la penitencia.
Esta distinción es muy importante. En el libro escrito por Lutero en 1520, De captivitate babylonica Ecclesiae (La cautividad babilónica de la Iglesia), queda absolutamente claro que Lutero había dejado atrás todos los principios de la fe católica, la Sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio del Papa, de los Concilios y de los obispos. En este sentido, malinterpretaba el concepto de desarrollo homogéneo de la doctrina cristiana, que ya se había explicado en la Edad Media, y llegó a negar el sacramento como un signo eficaz de la gracia que contiene y sustituyó esta eficacia objetiva de los sacramentos por una fe subjetiva. Lutero abolió cinco sacramentos y también negó la Eucaristía: el carácter sacrificial del sacramento de la Eucaristía y la conversión real de la sustancia del pan y el vino en la sustancia del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Asimismo, definió el sacramento del orden como una invención del Papa —a quien denominaba el Anticristo— en lugar de como una parte de la Iglesia de Jesucristo.
En cambio, nosotros defendemos que la jerarquía sacramental, en comunión con el sucesor de Pedro, es un elemento esencial de la Iglesia Católica y no solo un elemento de una organización humana. Por esta razón, no podemos aceptar que la reforma de Lutero se defina como una reforma de la Iglesia en el sentido católico. Es católica una reforma que consiste en una renovación de la fe vivida en la gracia, la renovación de las costumbres y la ética, la renovación espiritual y moral de los cristianos; no una nueva fundación, una nueva Iglesia.
Por lo tanto, es inaceptable que se afirme que la reforma de Lutero “fue un acontecimiento del Espíritu Santo". Es lo contrario, se produjo contra el Espíritu Santo. Porque el Espíritu Santo ayuda a la Iglesia a preservar su continuidad a través del Magisterio de la Iglesia, sobre todo en el servicio del ministerio petrino: solo sobre Pedro estableció Jesús su Iglesia (Mt 16,18), que es “la Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad" (1 Tim 3,15). El Espíritu Santo no se contradice a sí mismo. Se oyen muchas voces que hablan con demasiado entusiasmo sobre Lutero, sin conocer bien su teología, su polémica y los efectos desastrosos de este movimiento que causó la destrucción de la unidad de millones de cristianos con la Iglesia Católica. Podemos evaluar positivamente su buena voluntad, la lúcida explicación de los misterios de la fe común, pero no sus declaraciones en contra de la fe católica, especialmente con respecto a los sacramentos y la estructura jerárquica apostólica de la Iglesia.
No es correcto afirmar que Lutero inicialmente tenía buenas intenciones, queriendo decir que fue la rígida actitud de la Iglesia la que lo empujó por el camino equivocado. No es cierto: Lutero luchaba contra la venta de indulgencias, pero el objetivo no era la indulgencia como tal, sino como un elemento del sacramento de la penitencia. Tampoco es cierto que la Iglesia rechazara el diálogo: Lutero tuvo primero un debate con Juan Eck y, a continuación, el Papa envió como legado al cardenal Cayetano para hablar con él. Se puede discutir sobre las formas de actuar, pero cuando se trata de la sustancia de la doctrina, hay que afirmar que la autoridad de la Iglesia no cometió ningún error. De lo contrario tendríamos que aceptar que la Iglesia ha enseñado errores en la fe durante mil años, cuando sabemos —y esto es un elemento esencial de la doctrina— que la Iglesia no puede errar en la transmisión de la salvación en los sacramentos.
No se deben confundir los errores personales, los pecados de las personas que forman parte de la Iglesia con los errores en la doctrina y los sacramentos. Quien confunde estas dos cosas en realidad cree que la Iglesia no es más que una organización creada por hombres y niega el principio de que fue el mismo Jesús quien fundó su Iglesia y la protege para que transmita la fe y la gracia en los sacramentos a través del Espíritu Santo. La Iglesia de Cristo no es una organización meramente humana: es el Cuerpo de Cristo, donde reside la infalibilidad de los Concilios y del Papa, en formas precisamente delimitadas. Todos los Concilios hablan de la infalibilidad del Magisterio, al proponer la fe católica.
En la confusión de hoy, muchos han terminado por dar la vuelta a la realidad: creen que el Papa es infalible cuando habla en privado, pero en cambio, en temas en los que todos los Papas de la historia han enseñado la fe católica, dicen que es falible. Por supuesto, han pasado 500 años y ya no es el momento de la controversia, sino de la búsqueda de la reconciliación: pero no a costa de la verdad. No se debe crear confusión. Si bien debemos ser capaces de descubrir la acción del Espíritu Santo en los cristianos no católicos de buena voluntad que no hayan cometido personalmente este pecado de separarse de la Iglesia, no podemos cambiar la historia y lo que pasó 500 hace años.
Una cosa es el deseo de mantener buenas relaciones con los cristianos no católicos hoy en día, con el fin de caminar hacia la plena comunión con la jerarquía católica y la aceptación de la tradición apostólica, según la doctrina católica; otra cosa diferente es comprender mal o falsificar lo que sucedió hace 500 años y las consecuencias desastrosas que tuvo. Unas consecuencias contrarias a la voluntad de Dios: “Que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado”(Jn 17, 21).
Madrid, 19 de Julio de 2016
Queridos hermanos,
Os doy una gran noticia: hoy, a las 16,45, nuestra hermana Carmen ha partido para el cielo. Es seguro que Nuestro Señor Jesús ha venido para tomar su alma y llevarsela con Él.
Mientras que sufrimos por su falta, sobretodo yo, estamos contentos de saber que Nuestro Señor Jesús se la ha llevado consigo.
Carmen, ¡qué enorme ayuda para el Camino! Nunca me aduló, siempre pensando en el bien de la Iglesia. ¡Qué mujer fuerte! Nunca he conocido a nadie parecido. En los anuncios, con los jovenes, y con el Papa, como ahora en Cracovia, siempre les decía: «La mujer es lo más importante de la Iglesia, porque lleva en su seno la fábrica de la vida. Por eso en la primera página del Génesis hasta el final del Apocalipis siempre el demonio persigue a la mujer». Y teminaba diciendo: «Al Kiko os lo regalo».
Espero morir pronto y reunirme con ella. Carmen ha sido para mí un acontecimiento maravilloso; la mujer, su genio grande, su carisma, su amor al Papa y sobretodo su amor a la Iglesia.
Bien hermanos, tengo el alma dolorida, porque ya no está con nosotros. Mas la fe me ayuda y me afirma que está con Cristo. Rezad por ella. Podéis celebrar una misa todos juntos en conmemoración de Carmen.
El Arzobispo de Madrid ha aceptado que se haga el funeral de Carmen, con el cuerpo presente, en la Catedral, quizá lo pueda presidir el Card. Rouco. Al funeral estáis invitados los itinerantes de Europa, si podeis venir. Os diremos el día exacto.
¡Ánimo, que Cristo ha resucitado y ha vencido a la muerte por nosotros!
Para mi ha sido conmovedor que haya esperado a que yo llegara, la besara y le dijera: «Animo». Y después de darle un besito ha fallecido.
Given Pope Francis's usual disinclination to answer his critics, it may seem a little puzzling as to why he quickly and publicly responded to Cardinal Robert Sarah about the implications of the pontiff's recent decisions on liturgical translation (....)
For those accustomed to watching Pope Francis in action, what happened on Sunday, when the pope issued a public reply to Cardinal Robert Sarah of Guinea over Sarah’s interpretation of the pontiff’s recent document Magnum Principium and whether it means a loss of control by the Vatican over liturgical translation (Francis insists it does), may have come as a surprise.
RELATED: Pope tells Sarah power is indeed shifting from Rome to the bishops
Sarah is the head of the Vatican’s Congregation for Divine Worship and the Discipline of the Sacraments. In a commentary on Magnum Principium earlier this month, he downplayed its implications for the Vatican’s role in translation, claiming his office could still “impose” certain decisions.
Not so, Francis told Sarah: “The process of translating the relevant liturgical texts … should not lead to a spirit of ‘imposition’ on the bishops’ conferences of a translation carried out by the congregation, because that would offend the rights of bishops sanctioned in Church law,” he wrote.
Such a swift and direct reply by the pontiff may seem out of character.
This is a pope, after all, who said in a 2016 interview that he “doesn’t lose any sleep” over critics of his decisions, and has made not engaging those criticisms almost a principle of governance. Most famously, he’s never directly replied to the five critical questions, or dubia, submitted by four cardinals, including American Cardinal Raymond Burke, about his much-discussed document on the family Amoris Laetitia.
Why, then, one might wonder, was Francis so quick to answer in his own name, almost point-by-point, Sarah’s take on Magnum Principium?
Dada la habitual falta de inclinación del Papa Francisco a responder a sus críticas, puede parecer un poco desconcertante por qué respondió rápida y públicamente al Cardenal Robert Sarah sobre las implicaciones de las recientes decisiones del Pontífice sobre la traducción litúrgica. (...)
Para quienes están acostumbrados a ver al Papa Francisco en acción, lo que sucedió el domingo, cuando el Papa emitió una respuesta pública al Cardenal Robert Sarah de Guinea sobre la interpretación de Sarah del documento Magnum Principium del pontífice y si esto significa una pérdida de control por parte del Vaticano sobre las traducciones litúrgicas (Francis insiste que es así), puede haber sido una sorpresa.
Sarah es el director de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano. En un comentario sobre Magnum Principium a principios de este mes, restó importancia a sus implicaciones al papel del Vaticano en la traducción, alegando que su oficina aún podría "imponer" ciertas decisiones.
No es así, le dijo Francisco a Sarah: "El proceso de traducción de los textos litúrgicos relevantes ... no debe llevar a un espíritu de 'imposición' en las conferencias de los obispos de una traducción realizada por la congregación, porque eso ofendería los derechos de los obispos sancionados en la ley de la Iglesia ", escribió.
Una respuesta tan rápida y directa del pontífice puede parecer fuera de lugar.
Después de todo, este es un Papa que dijo en una entrevista en 2016 que "no pierde el sueño" por los críticos de sus decisiones, y ha hecho el no tener en cuenta esas críticas casi un principio de gobierno. Lo más sabido es que nunca ha respondido directamente a las cinco preguntas críticas, o dubia, presentadas por cuatro cardenales, incluido el cardenal estadounidense Raymond Burke, sobre su documento tan discutido sobre la familia Amoris Laetitia.
¿Por qué, entonces, uno podría preguntarse, fue Francisco tan rápido para responder, en su propio nombre, casi punto por punto, el enfoque de Sarah en Magnum Principium?