Duración 26:43 minutos
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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jueves, 25 de mayo de 2017
Reflexiones en torno a la salvación universal (por José Martí) [2 de 2]
Reflexiones en torno a la salvación universal [1 de 2]
Reflexiones en torno a la salvación universal [2 de 2]
SEGUNDO. Recordemos, de nuevo, las palabras que pronunciamos cada vez que rezamos el Credo: "Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre"
Hemos analizado anteriormente cómo la razón principal por la que Dios se hizo hombre, en la Persona del Hijo, fue nuestra salvación: "Cristo vino a este mundo para salvar a los pecadores" (1 Tim 1, 15). Así viene escrito en la Sagrada Escritura. Y por eso sabemos que es así.
"Y como todos los pasajes de la Sagrada Escritura señalan como razón de la Encarnación el pecado del primer hombre, resulta más acertado decir [...] que la Encarnación no hubiera tenido lugar de no haber existido el pecado." (Summa Theol, III- q.1; a.3).
Esto es Verdad revelada; por lo tanto, no admite discusión. Sin embargo, sabemos que lo sobrenatural nunca anula lo natural, sino que lo asume y lo perfecciona. Y así, por ejemplo, Dios nos hizo racionales -entre otras cosas- para que, haciendo uso de nuestra razón, llegásemos a Él. O sea: no sólo no nos prohíbe pensar, según el recto pensar, aquel que busca la verdad, sino que el uso de la razón es, precisamente, una de nuestras principales tareas como personas humanas que somos ... aunque es cierto que podemos hacer un mal uso de la razón, dado que hemos sido creados con libre albedrío, en cuyo caso el ejercicio incorrecto de la razón, no puede conducirnos a la verdad sino a la mentira.
Un ejemplo, al que ya hemos aludimos también anteriormente, con relación al tema que nos ocupa:
Podría ocurrir que ... puesto que Dios ha cargado con todos nuestros pecados, asumiéndolos y haciéndolos suyos, con vistas a nuestra salvación ... "algunos" llegaran a "pensar" que eso significa que todos estamos ya salvados sin más, por los méritos de Jesucristo.
Pero de hacerlo así, incurrirían en una falsedad manifiesta (se trataría de un ejercicio erróneo de la razón, más o menos culpable -Dios lo sabe- pero erróneo).
Curiosamente, esta teoría de la salvación universal está hoy muy extendida siendo, como es, una herejía ... porque no considera la respuesta amorosa del hombre, la cual es necesario que se dé ante los requerimientos amorosos de Dios hacia cada uno de nosotros.
"Y como todos los pasajes de la Sagrada Escritura señalan como razón de la Encarnación el pecado del primer hombre, resulta más acertado decir [...] que la Encarnación no hubiera tenido lugar de no haber existido el pecado." (Summa Theol, III- q.1; a.3).
Esto es Verdad revelada; por lo tanto, no admite discusión. Sin embargo, sabemos que lo sobrenatural nunca anula lo natural, sino que lo asume y lo perfecciona. Y así, por ejemplo, Dios nos hizo racionales -entre otras cosas- para que, haciendo uso de nuestra razón, llegásemos a Él. O sea: no sólo no nos prohíbe pensar, según el recto pensar, aquel que busca la verdad, sino que el uso de la razón es, precisamente, una de nuestras principales tareas como personas humanas que somos ... aunque es cierto que podemos hacer un mal uso de la razón, dado que hemos sido creados con libre albedrío, en cuyo caso el ejercicio incorrecto de la razón, no puede conducirnos a la verdad sino a la mentira.
Un ejemplo, al que ya hemos aludimos también anteriormente, con relación al tema que nos ocupa:
Podría ocurrir que ... puesto que Dios ha cargado con todos nuestros pecados, asumiéndolos y haciéndolos suyos, con vistas a nuestra salvación ... "algunos" llegaran a "pensar" que eso significa que todos estamos ya salvados sin más, por los méritos de Jesucristo.
Pero de hacerlo así, incurrirían en una falsedad manifiesta (se trataría de un ejercicio erróneo de la razón, más o menos culpable -Dios lo sabe- pero erróneo).
Curiosamente, esta teoría de la salvación universal está hoy muy extendida siendo, como es, una herejía ... porque no considera la respuesta amorosa del hombre, la cual es necesario que se dé ante los requerimientos amorosos de Dios hacia cada uno de nosotros.
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Si ahondamos tan solo un poco en la expresión de san Juan cuando dice que "Dios es Amor" (1 Jn 4, 8), comenzamos entonces a entender "un poco" el gran Misterio de la Santísima Trinidad. Cierto que no podemos entenderlo. Ya no sería tal misterio. Pero sí podemos vislumbrar algo de lo que Dios nos ha querido decir, si usamos adecuadamente la razón, tomando como base la Palabra de Dios. Ésta es la premisa, que siempre es cierta, de todo buen razonamiento teológico.
Pensemos por un momento. Se nos dice que Dios es Amor. Pero si Dios, en sí mismo, es Amor ... ¿cómo sería posible tal Amor en el caso de que Dios fuese un Ser solitario? ... El amor verdadero siempre se da entre personas diferentes ... y fue Jesús quien nos hizo saber que en Dios hay, al menos, dos Personas, cuales son el Padre y el Hijo [luego nos hablará también de una tercera Persona, que es el Espíritu Santo]. Hay toda una infinidad de pasajes evangélicos que nos hablan de esto. Señalamos aquí unos cuantos. Por ejemplo, cuando Jesús dice:
"Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo sino el Padre; y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelárselo" (Mt 11, 27).
"Por eso el Padre me ama, porque Yo doy mi Vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que Yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para volver a tomarla. Este es el mandato que he recibido de mi Padre" (Jn 10, 17-18)
El Padre y el Hijo aparecen aquí como Personas diferentes. El Padre no es el Hijo ni el Hijo es el Padre. Y eso es lo que hace posible el Amor que los une. El Padre ama al Hijo (Jn 10, 17) y el Hijo ama igualmente al Padre: "Es preciso que el mundo sepa que Yo amo al Padre y que hago lo que el Padre me ha mandado" (Jn 14, 31).
De hecho, el Padre así lo hace saber al mundo: en el bautismo de Jesús (Mt 3, 17) y en el momento de la transfiguración, cuando dice con voz alta desde la nube: "Éste es mi Hijo amado, en quien me he complacido, escuchadle" (Mt 17, 5).
La unidad entre Padre e Hijo es tal que son "realmente" Uno. El Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre. Son diferentes e inconfundibles como Personas. Y es por eso que pueden amarse mutua, recíproca y totalmente. Y tal es la Unión real y amorosa que existe entre Ellos, que les lleva a ser Uno (una sola naturaleza), puesto que hay un solo Dios: el Padre es Dios y el Hijo es Dios. Y es el mismo y único Dios.
Pero hay más: el Amor que los une es también Único. El Amor con que el Padre ama al Hijo es el mismo Amor con que el Padre es amado por el Hijo. Y este Amor es una "realidad" tan fuerte, es tan real, que es igualmente una Persona, como lo son el Padre y el Hijo, una Persona "distinta" a la Persona del Padre y a la Persona del Hijo: es el Espíritu Santo, Espíritu que es del Padre y Espíritu que es del Hijo. Es espirado por ambos. Y es igualmente Dios, como lo son el Padre y el Hijo. Un solo Dios, una sola naturaleza divina en tres Personas distintas: He aquí el Misterio central del Cristianismo, el Misterio de la Santísima Trinidad.
Si ahondamos en ese Misterio nos encontramos con que Aquel que dijo: "Yo soy el que soy", Aquél que es Uno: "No tendrás otro Dios más que a Mí" (Ex 20, 3), ahora, gracias a Jesucristo, se nos ha revelado como Trino en Personas, sin perder en nada su Unidad.
En Dios, su Unidad viene dada por el Amor mutuo, recíproco, completo, absoluto, entre Padre e Hijo; un Amor que lo define como Dios y que es el Espíritu Santo. Donde está el Espíritu Santo están el Padre y el Hijo; es ese Espíritu al que se refería Jesús cuando les dijo a sus discípulos: "Tengo todavía muchas cosas que deciros, pero ahora no podéis comprenderlas. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad, [que Él les enviará] os guiará hacia la Verdad completa, pues no hablará de Sí mismo, sino que hablará de lo que oiga y os anunciará lo que ha de venir. Él me glorificará porque recibirá de lo Mío y os lo anunciará. Todas las cosas que el Padre tiene son mías. Por esto dije que recibe de lo mío y os lo anunciará" (Jn 16, 12-15). Y en otro lugar: "El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi Nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que Yo os he dicho" (Jn 14, 26).
Cierto que Dios nos sorprende siempre. Y que sus pensamientos no son los nuestros (Is 55, 8). Pero hay algo seguro. Y esa seguridad no es rigidez, [¡lo diga quien lo diga!] sino una seguridad absoluta, que proviene de que nos fiamos de Jesús, como Dios verdadero que es, tal y como hacía san Pablo, cuando dijo: "Yo sé muy bien de quién me he fiado" (2 Tim 1, 12). Y Dios no nos engaña. Así decía san Juan:
"Todo espíritu que no confiese a Jesús no es de Dios" (1 Jn 4, 3a). Es más, nos sigue diciendo: "ése es el Anticristo, el cual oísteis que viene; y ahora ya está en el mundo" (1 Jn 4, 3b).
¿Por qué nos dice esto san Juan? Pues para que no haya en nosotros sombra alguna de duda ni nos dejemos llevar de cualquier viento. Y es muy rotundo en sus afirmaciones, como corresponde a quien es un buen pastor de sus ovejas y, llevado de su amor por ellas, les aconseja y les exhorta de modo tal que todas ellas sean preservadas del error. Y no se dejen engañar por el mundo o por otras voces que no son las de Dios.
"Carísimos, no creáis a cualquier espíritu, antes bien examinad [discernid, podríamos decir, haciendo uso del lenguaje actual] si los espíritus son de Dios, porque se han presentado en el mundo muchos falsos profetas [¡y atención, porque esto ocurría ya en el siglo I después de Cristo, en los orígenes del Cristianismo!] (1 Jn 4, 1).
Y, para que no haya lugar a equívocos, tan frecuentes en la actualidad, el apóstol san Juan nos indica con toda claridad cómo podemos saber si un espíritu es de Dios o no lo es:
"En esto conoceréis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiese que Jesucristo vino en carne es de Dios" (1 Jn 4, 2). Y un poco más adelante dice: "Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha; quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad [es decir, el Espíritu Santo] y el espíritu del error [o sea, el espíritu del mundo, de aquellos que tienen por padre al diablo]" (1 Jn 4, 6)
En Dios, su Unidad viene dada por el Amor mutuo, recíproco, completo, absoluto, entre Padre e Hijo; un Amor que lo define como Dios y que es el Espíritu Santo. Donde está el Espíritu Santo están el Padre y el Hijo; es ese Espíritu al que se refería Jesús cuando les dijo a sus discípulos: "Tengo todavía muchas cosas que deciros, pero ahora no podéis comprenderlas. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad, [que Él les enviará] os guiará hacia la Verdad completa, pues no hablará de Sí mismo, sino que hablará de lo que oiga y os anunciará lo que ha de venir. Él me glorificará porque recibirá de lo Mío y os lo anunciará. Todas las cosas que el Padre tiene son mías. Por esto dije que recibe de lo mío y os lo anunciará" (Jn 16, 12-15). Y en otro lugar: "El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi Nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que Yo os he dicho" (Jn 14, 26).
Teniendo en cuenta todas estas cosas no podemos extrañarnos de las expresiones que usa Jesús con frecuencia, a lo largo y ancho de todos los Evangelios:
"Yo y el Padre somos Uno" (Jn 10, 30)
"El que me ve a Mí ve al Padre" (Jn 14, 9)
"Quien me odia a Mí, odia también a mi Padre" (Jn 15, 23), etc.
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Es muy importante no hablar del Espíritu como el Espíritu de las sorpresas (¡al menos es peligroso hacerlo!) sobre todo si ello comporta que la inseguridad y la duda deben de ser las actitudes normales y propias de un cristiano. Falsedad de falsedades, si tal expresión se entiende así. Y son muchos los que así piensan. Pero no es lo que dijo Jesús: "Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5, 4). Esto es palabra de Dios. Y no ha lugar a interpretaciones.Cierto que Dios nos sorprende siempre. Y que sus pensamientos no son los nuestros (Is 55, 8). Pero hay algo seguro. Y esa seguridad no es rigidez, [¡lo diga quien lo diga!] sino una seguridad absoluta, que proviene de que nos fiamos de Jesús, como Dios verdadero que es, tal y como hacía san Pablo, cuando dijo: "Yo sé muy bien de quién me he fiado" (2 Tim 1, 12). Y Dios no nos engaña. Así decía san Juan:
"Todo espíritu que no confiese a Jesús no es de Dios" (1 Jn 4, 3a). Es más, nos sigue diciendo: "ése es el Anticristo, el cual oísteis que viene; y ahora ya está en el mundo" (1 Jn 4, 3b).
¿Por qué nos dice esto san Juan? Pues para que no haya en nosotros sombra alguna de duda ni nos dejemos llevar de cualquier viento. Y es muy rotundo en sus afirmaciones, como corresponde a quien es un buen pastor de sus ovejas y, llevado de su amor por ellas, les aconseja y les exhorta de modo tal que todas ellas sean preservadas del error. Y no se dejen engañar por el mundo o por otras voces que no son las de Dios.
"Carísimos, no creáis a cualquier espíritu, antes bien examinad [discernid, podríamos decir, haciendo uso del lenguaje actual] si los espíritus son de Dios, porque se han presentado en el mundo muchos falsos profetas [¡y atención, porque esto ocurría ya en el siglo I después de Cristo, en los orígenes del Cristianismo!] (1 Jn 4, 1).
Y, para que no haya lugar a equívocos, tan frecuentes en la actualidad, el apóstol san Juan nos indica con toda claridad cómo podemos saber si un espíritu es de Dios o no lo es:
"En esto conoceréis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiese que Jesucristo vino en carne es de Dios" (1 Jn 4, 2). Y un poco más adelante dice: "Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha; quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad [es decir, el Espíritu Santo] y el espíritu del error [o sea, el espíritu del mundo, de aquellos que tienen por padre al diablo]" (1 Jn 4, 6)
Por eso, el ecumenismo, tal y como hoy se entiende, que pretende abarcar a toda la humanidad, falseando el Mensaje de Jesucristo, es un grave peligro que acecha a los católicos. No es ecumenismo la palabra correcta a utilizar, sino que es catolicidad. Se trata de hacer regresar al redil a aquellos que se han alejado de él. Lo que no se puede hacer (y, sin embargo, se está haciendo) es considerar que todas las religiones son iguales. Y que en todas ellas se puede encontrar la salvación. Eso se contrapone con el Mensaje Evangélico. [Sobre este tema hablé ya en mi otro blog, hace más de seis años.]
Se puede ampliar muchísimo más este tema de la salvación. Coloco a continuación dos enlaces a este mismo blog, que me parece que puede ser de interés el volverlos a leer, o simplemente, leerlos, si no se han leído ya antes. Se refieren a los vídeos del papa Francisco comentados por mí. Enero 2016 y enero 2017: pinchar aquí y aquí.
Se puede ampliar muchísimo más este tema de la salvación. Coloco a continuación dos enlaces a este mismo blog, que me parece que puede ser de interés el volverlos a leer, o simplemente, leerlos, si no se han leído ya antes. Se refieren a los vídeos del papa Francisco comentados por mí. Enero 2016 y enero 2017: pinchar aquí y aquí.
José Marti
miércoles, 24 de mayo de 2017
Gabriel García Moreno, mártir por manos de la masonería (por D. Gil de la Pisa Antolín, doctor en Filosofía)
Duración 44:07 minutos
Merece la pena escuchar con atención y tranquilidad esta lección de historia auténtica sobre Gabriel García Moreno (24 de diciembre de1821-6 de agosto de 1875) que fue presidente de Ecuador desde el 30 de julio de 1869 hasta el 6 de agosto de 1875, día en que fue asesinado por agentes de la masonería, mediante machetes y tiros, cuando tenía sólo 53 años. [El vídeo está tomado de Agnus Dei Prod y Adelante la Fe]
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Gabriel García Moreno (1821-1875) |
Un hombre íntegro, inteligente, cultivado en diversas ramas del saber y, sobre todo, católico. Para gobernar a un pueblo, según él, la Constitución debe de ser católica. Tal fue su proyecto y fue elegido por unanimidad. Bajo su mandato Ecuador floreció como nunca en todas las ramas del saber, así como en su espiritualidad, situándose en la cúspide de toda sudamérica por el progreso que experimentó la nación durante el tiempo que estuvo de Presidente. Ecuador fue la primera nación que consagró la patria al SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS gracias a su presidente D. Gabriel García Moreno
Su mandato duró tan solo de seis años, pues lo asesinaron vil y cobardemente. Este hombre murió mártir por la fe. Y debería de estar canonizado. Su proceso de beatificación comenzó bajo el Pontificado de Pío IX pero, por lo visto, cayó en el olvido, con las nuevas corrientes modernistas por las que está invadida hoy la Iglesia.
Ciertamente es un modelo para los políticos de hoy en día, aunque no es de esperar que ninguno de ellos tome ejemplo de su labor. Hay mucha cobardía, maldad e ignorancia.
El profesor Gil de la Pisa explica todo esto de una manera muy amena, haciendo que el tiempo de escucha pase muy rápido.
José Martí
lunes, 22 de mayo de 2017
Asesinos de almas del nuevo orden mundial (Michael Matt)
Duración 2:16 minutos
Algunas veces, las noticias del día son demasiado desgarradoras como para ser consideradas. Tengo niños pequeños y, francamente, esta historia me rompe el corazón. No miren al travesti [del video de arriba]. Todos hemos visto antes a estos pobres, confundidos gritos de auxilio (y desesperada búsqueda de atención). Miren a los niños ... miren sus rostros …imaginen que son sus hijos, sus nietos:
Solo pensar que los niños están siendo sometidos a lo que sucede en esa biblioteca pública me llena de una tristeza sobrecogedora. Sus pequeñas mentes—tan inocentes, tan curiosas, tan confiadas—atacadas de pronto por una descarga de artillería ideológica entregada por los adultos en sus vidas, incluso de madres y padres en quienes confían implícitamente.
Solo pensar que los niños están siendo sometidos a lo que sucede en esa biblioteca pública me llena de una tristeza sobrecogedora. Sus pequeñas mentes—tan inocentes, tan curiosas, tan confiadas—atacadas de pronto por una descarga de artillería ideológica entregada por los adultos en sus vidas, incluso de madres y padres en quienes confían implícitamente.
Sin importar qué opinión tengamos sobre el tema de la homosexualidad, tiene que haber una parte interior que reconozca algo muy malo en lavar el cerebro de niños pequeños con una cuestión que la mayoría de los adultos no comprende por completo. ¿Puede una civilización de la historia ser acusada de conducir semejante experimentación psicológica en sus propios niños?
No hace mucho, hacer esto a los niños hubiera sido contra la ley, la de Dios y la de los hombres. Solíamos comprender el valor y la fragilidad de la inocencia, la tragedia de la inocencia perdida y el precioso balance de la niñez. Los niños eran protegidos, escudados de lo que eran demasiado jóvenes para comprender y de lo que, de ser expuestos de jóvenes, hubiera destruido su inocencia y causado un daño psicológico permanente.
Solíamos comprender esto, como lo hizo toda civilización de la historia. Y luego, un día, decidimos comenzar a sacrificar a nuestros niños en el altar de lo políticamente correcto. Incluso comenzamos a matar a nuestros bebés en los vientres de sus madres. A muchos de ellos, millones, de hecho. Y evidentemente, esto no puede realizarse sin masivas consecuencias psicológicas y morales. Así, hoy hemos desarrollado una necesidad casi insaciable de corromper a los pequeños que zafaron [se escaparon] del aborto.“Pero,” dirán nuestros críticos, “nosotros, como sociedad, hemos evolucionado por encima de tales preocupaciones morales arcaicas”
No hace mucho, hacer esto a los niños hubiera sido contra la ley, la de Dios y la de los hombres. Solíamos comprender el valor y la fragilidad de la inocencia, la tragedia de la inocencia perdida y el precioso balance de la niñez. Los niños eran protegidos, escudados de lo que eran demasiado jóvenes para comprender y de lo que, de ser expuestos de jóvenes, hubiera destruido su inocencia y causado un daño psicológico permanente.
Solíamos comprender esto, como lo hizo toda civilización de la historia. Y luego, un día, decidimos comenzar a sacrificar a nuestros niños en el altar de lo políticamente correcto. Incluso comenzamos a matar a nuestros bebés en los vientres de sus madres. A muchos de ellos, millones, de hecho. Y evidentemente, esto no puede realizarse sin masivas consecuencias psicológicas y morales. Así, hoy hemos desarrollado una necesidad casi insaciable de corromper a los pequeños que zafaron [se escaparon] del aborto.“Pero,” dirán nuestros críticos, “nosotros, como sociedad, hemos evolucionado por encima de tales preocupaciones morales arcaicas”
¿De veras? ¿Están seguros de eso?
- ¿La civilización que desarrolló las maquinarias de asesinato más eficientes de la historia—capaces de arrasar naciones enteras con solo apretar un botón— simultáneamente ha desarrollado un mejor compás moral?
- Nosotros, que abusamos de los niños, cosificamos a las mujeres, drogamos a millones niños ¿desarrollamos de alguna manera un sentido más agudo de la moralidad que el que poseían nuestras abuelas—una conciencia social evolucionada que nos informa que está bien exponer a los niños inocentes (cuyos cuerpos no se han desarrollado plenamente aún) a exhibicionistas sexuales travestis?
Bien, ¿y si nos han informado mal? ¿Y si nos equivocamos al respecto? ¿Y si hemos perdido la habilidad de conocer la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto? ¿Y si en realidad estamos dañando a nuestros hijos—permanentemente?
¿A nadie interesa la ciencia y la psicología que hay detrás de lo que hacemos con nuestros niños en nombre de lo políticamente correcto?
¿A nadie interesa la ciencia y la psicología que hay detrás de lo que hacemos con nuestros niños en nombre de lo políticamente correcto?
Porque, si no nos interesa siquiera buscar los posibles efectos a largo plazo, entonces ¿no podría decirse de nosotros—no que somos moralmente evolucionados—sino que no nos interesa lo que sucede con nuestros hijos? Arriesgar su salud psicológica vale la pena para nosotros, si eso quiere decir que podemos justificar lo que sea que estemos haciendo aquí y ahora.
Semejantes sesiones de control mental Orwelliano en bibliotecas públicas sugieren como mínimo que nos hemos vuelto tan retorcidos—en mente, corazón, y alma—que simplemente no soportamos la visión de lo que es bueno, ni siquiera en los niños.
Semejantes sesiones de control mental Orwelliano en bibliotecas públicas sugieren como mínimo que nos hemos vuelto tan retorcidos—en mente, corazón, y alma—que simplemente no soportamos la visión de lo que es bueno, ni siquiera en los niños.
Le tenemos fobia a la inocencia y a los inocentes, y la manera de sentirnos mejor con los monstruos en los que nos hemos convertido es pidiendo a los niños su absolución, aprobación y visto bueno. Nuevamente, si hay algún precedente de esto en la historia humana, me gustaría conocerlo.
Como vampiros alimentándose de la sangre de vírgenes, extraemos la inocencia de los más pequeños y puros de entre nosotros, para que en poco tiempo no quede nada bueno en el mundo—solo adicción, muerte y oscuridad. Todos a nuestro alrededor estarán muriendo o estarán ya muertos, y no será difícil para nosotros mirar al espejo y ver a los zombis espirituales en que nos hemos convertido. Cuando todos se parezcan y huelan como nosotros, no habrá más culpa y el proceso de deshumanización se habrá completado.
Que Dios nos ayude. Que Dios nos perdone.
Como vampiros alimentándose de la sangre de vírgenes, extraemos la inocencia de los más pequeños y puros de entre nosotros, para que en poco tiempo no quede nada bueno en el mundo—solo adicción, muerte y oscuridad. Todos a nuestro alrededor estarán muriendo o estarán ya muertos, y no será difícil para nosotros mirar al espejo y ver a los zombis espirituales en que nos hemos convertido. Cuando todos se parezcan y huelan como nosotros, no habrá más culpa y el proceso de deshumanización se habrá completado.
Que Dios nos ayude. Que Dios nos perdone.
Somos peores que Sodoma, peores que la Roma pagana—somos asesinos cristofóbicos de almas en el Nuevo Orden Mundial.
Michael Matt
[Traducido por Marilina Mantiga. Artículo original.]
La única solución verdadera sólo puede venir de la Cristiandad (Entrevista con Roberto de Mattei)
Roberto de Mattei: Sólo he estado una vez allí, y no pude quedarme más de unos días. Como historiador, aprecio a todos los países que vivieron bajo la opresión soviética. Hungría destaca porque los magiares siempre tuvieron el valor para enfrentarse a la dictadura. Siento una particular apego por el cardenal Mindszenty, héroe de la resistencia católica en el siglo XX.
F y H: En la conferencia que pronunció a finales de marzo en el Cosmos Club de Washington, con motivo del centésimo aniversario de las apariciones de Fátima, puso de relieve los otros aniversarios que definen nuestro presente: 1517, 1717 y 1917. ¿Qué relación guardan entre sí estas fechas?
R de M: Por lo que se refiere a la historia de las ideas, en mi opinión estas tres fechas guardan relación y ponen de manifiesto la honda crisis política, cultural y religiosa que atravesamos. Es importantísimo entender las raíces de esta crisis, porque el presente que vivimos es consecuencia de un largo proceso. Todo empezó en Italia con el humanismo. Prosiguió con la revolución protestante en los territorios alemanes hasta Lutero. Luego llegó la Revolución Francesa, y por último la Revolución Bolchevique en Rusia. 1717 puede resultar una fecha llamativa, porque no se trata de la Revolución Francesa, sino de la fundación de la primera logia masónica. Hay una estrecha relación entre la difusión de la Masonería y los sucesos revolucionarios. Un común denominador de los movimientos relacionados con las fechas en cuestión es que tienen por objeto destruir la unidad del mundo cristiano.
F y H: Es evidente que esos “intentos” resultaron fallidos. ¿Cómo llegamos a la situación actual?
R de M: En el siglo XXI soplan nuevos vientos: en vez de construir se destruye. En lugar de (re)construir se demuele. Ése es el objetivo inmediato de los revolucionarios. Lo que digo se entiende fácilmente en el contexto del comunismo. La ideología comunista presenta dos facetas: por un lado está la noción, no buena pero positiva, de una sociedad igualitaria sin clases. Por otro lado, está el aspecto destructivo que quiere acabar con la Cristiandad y con sus cimientos: la familia, la propiedad, el estado y la propia religión, a fin de lograr la primera idea. Este nihilismo es la esencia de la nueva izquierda. Los fracasos del siglo XX, es decir, las utopías, no trajeron sino muerte y guerras, y eliminaron totalmente el enfoque constructivo. Quedan el caos y las ruinas, y esperan que a partir de eso renazca algo nuevo.
F y H: Hablemos un poco más de esas fechas. 1517. Muchos conmemoran este año la Reforma iniciada hace 500. La Iglesia Católica se transformó mucho en el siglo XX, y ha entablado y trata de mantener desde entonces un diálogo con las otras iglesias. ¿Le parece que el proceso está resultando exitoso? ¿Qué futuro puede tener el ecumenismo?
R de M: No creo que tenga futuro. La raíz del problema está en que no hay un sistema de creencias común entre los protestantes, mientras que el de la Iglesia Católica no ha cambiado en 2000 años. Uno de los rasgos esenciales de la fe católica es su carácter permanente. La Reforma protestante es todo lo contrario. Después de Lutero vino Zwinglio, luego Calvino, después los anabaptistas, a los que han seguido millares de grupos desde entonces. La historia del protestantismo es una historia de cambios. El obispo francés Bossuet, excelente teólogo, escribió en el siglo XVII un libro titulado Historia de las variaciones de las iglesias protestantes. En este sentido, el protestantismo se parece al islam. Tampoco hay unidad en el islam. No hay una doctrina coherente, sólo grupos y tendencias. El único diálogo correcto con los protestantes, al igual que con los ortodoxos y los musulmanes, debe conducirse por la vía de promover la unidad, en torno al Papado. Y así llegamos a otro tema crucial: que la crisis actual de la Iglesia afecta al centro de la unidad, que es el papado.
F y H: ¿Qué entiende por la crisis del papado y de la Iglesia? El papa Francisco se muestra como un dirigente eclesiástico popular y abierto que se atreve a aprovechar los medios de comunicación social, y puede así comunicar eficazmente su mensaje.
R de M: En la Iglesia hay una crisis de fe y de moral. Un obispo que participó en el Sínodo sobre la Familia me dijo que durante las reuniones hubo graves problemas internos. Lo normal es que situaciones así las resuelva siempre el Papa. Él es la cabeza, el representante de Cristo en la Tierra, y su deber es tener siempre la última palabra en las disputas y situaciones críticas. Desgraciadamente, parece que ahora el papado está aquejado por los síntomas de crisis de que hablamos, que por supuesto tiene muchas otras motivaciones históricas.
F y H: Ha mencionado el Sínodo de la Familia. En el siglo XXI muchos, y desde numerosos lugares, hablan de crisis en la institución de la familia. Por esa razón, el papa Francisco convocó un sínodo con miras a encontrar la solución a los interrogantes que se están planteando. ¿Qué tiene ello de malo? ¿No es una reacción rápida que debe ser bien recibida?
R de M: Como es natural, no tiene nada de malo que el Papa convoque un sínodo para solucionar un problema. Ahora bien, con sínodo o sin él, como jefe de la Iglesia Católica, podía haber expresado unas ideas claras que indicaran el camino a las familias en crisis. ¿Y qué ha pasado desde 2014? Se ha desatado el caos. La exhortación apostólica del Papa Amoris Laetitia, que se publicó después de los sínodos, es un documento ambiguo en extremo que genera una tremenda confusión en la Iglesia. Basándose en ese documento, el obispo alemán Müller afirmó que las enseñanzas de la Iglesia no han cambiado lo más mínimo, que la institución del matrimonio sigue siendo inseparable.
F y H: Si los obispos interpretan arbitrariamente una enseñanza, ¿por qué la culpa es del Papa?
R de M: No nos referimos a la oposición de unos pocos prelados. El cardenal Marx no es el único que piensa así. Y lo que es peor, mientras tanto, los cristianos de a pie no entienden lo que pasa. Un católico polaco puede oír decir a su obispos que los divorciados vueltos a casar no pueden recibir la Sagrada Comunión, pero luego va a Alemania y le dicen lo contrario. La doctrina católica no se debe cambiar, deber ser la misma en todas partes. El Papa, como Vicario de Cristo, es el único que puede decidir públicamente en este debate. Hablamos de temas fundamentales que nos parecen delicados. Francisco no ha dado ninguna orientación clara en los últimos dos años. Entre otras cosas, su labor consiste en consolidar a los creyentes en la fe y gobernar la Iglesia. Por el contrario, vemos que dice algo en una entrevista, luego saca media frase de una homilía suya, o en casos concretos escribe una carta privada a los obispos de un país determinado. Todo ello suscita confusión y controversia. El papa Francisco tiene el deber de manifestarse públicamente y sin ambigüedades en cuanto a los asuntos polémicos.
F y H: Si no he entendido mal, la mayoría de las controversias tienen que ver con una nota a pie de página de Amoris Laetitia que algunos interpretan como un resquicio que permitiría administrar la comunión a los divorciados vueltos a casar.
R de M: Cuarenta y cinco teólogos dirigieron al Santo Padre una carta relativa a dicho documento, y no se limitaron a criticar una nota aislada a pie de página. Y en el texto hay más problemas todavía. Si cuatro cardenales escriben al Papa expresándoles su preocupación por unas afirmaciones dudosas que se hacen en el documento, hablamos de algo más que una simple nota a pie de página. Aparte de que los cuatro cardenales que han tomado públicamente esa iniciativa no son sino el rostro visible de todos los demás que comparten su preocupación.
F y H: Hasta ahora el papa Francisco ha dado la callada por respuesta. ¿Ve usted alguna posibilidad de que diga algo?
R de M: Estas cuestiones deben aclararse sin más dilación. Quién sabe si el Sumo Pontífice dirá algo pronto. Lo que sí sé es que en los próximos meses quedará claro.
F y H: ¿Sabe de algún grupo de cardenales que estén pensando intervenir en un futuro previsible para resolver este caso?
R de M: Conozco a muchos cardenales que respaldan las dubia, aunque su firma no figure en el documento. También he hablado con ellos. Es posible que pronto emprendan alguna iniciativa.
F y H: El último de los tres años que mencionó en su conferencia es 1917, en que no sólo se conmemora el centenario de la Revolución Bolchevique, sino también el del comienzo de las apariciones de Fátima. A este respecto, señaló que los mensajes que se recibieron entonces son importantes para la humanidad aunque se trate de revelaciones privadas. ¿Cuál es el mensaje de Fátima, considerado un siglo después?
R de M: Aunque nuestra Madre del Cielo se apareció a comienzos del siglo XX, tal vez resulte más claro hoy lo que les dijo a aquellos tres sencillos pastorcitos. La esencia del mensaje era que si no se consagraba Rusia a su Inmaculado Corazón, dicho país propagaría sus falsas doctrinas por el mundo, siguiéndose guerras y la persecución de la Iglesia. A pesar del colapso de la Unión Soviética, esas falsas doctrinas están más extendidas que nunca por el mundo, dado que dado que el núcleo del marxismo lo constituyen el materialismo dialéctico y el relativismo. En esa ideología no hay estabilidad ni constancia, sino pura evolución. Hoy en día la dictadura del proletariado ha sido sustituida por la dictadura del relativismo. Tal es la situación actual de la sociedad occidental. Nos corresponde, por tanto, aportar el antídoto cristiano a esta situación.
F y H: A primera vista parece que esta batalla ha terminado en el mundo occidental. En lo político y lo social, la tendencia o corriente relativista se ha impuesto sin que se le oponga particular resistencia.
R de M: Puede ser. Desgraciadamente, esos errores han afectado a la propia Iglesia Católica. Por otro lado, aquí en Europa existe la errónea impresión de que todo lo malo proviene de Estados Unidos. Las raíces de todas las ideologías falsas hay que buscarlas en el Viejo Continente. Cuando en 1968 estallaron las revueltas estudiantiles en Berkeley, que fue uno de los centros donde se inició la insurgencia en California, ¡en realidad su trasfondo ideológico estaba en la Escuela de Frankfurt! Algunos integrantes de ésta, como Adorno, se basaron en Marx y en el ejemplo de Rusia. También es interesante saber que el proyecto LGBT y la teoría de género surgen en Alemania. Desde luego, Estados Unidos es el más destacado propagador de todo ello, pero la fuente siempre está en Europa y en Rusia. El aborto se legalizó primero en Rusia, cincuenta años antes que en EE.UU. Por eso no estoy de acuerdo con los que ven en EE.UU. el origen de todos los males. Gramsci era desgraciadamente italiano, Marx, alemán y Lenin ruso.
F y H: La solución, si la hay, ¿podría venir sólo de Europa?
R de M: La solución sólo podría venir de Roma, de la Iglesia católica. Lo que no sé a ciencia cierta es si vendrá durante el reinado del papa Francisco. Antes, cuando yo leía que, según los mensajes de Fátima, Rusia propagaría su falsa doctrina por el mundo, lo entendía en un sentido geográfico. Ahora veo claramente que no podemos hablar sólo de propagación política y cultural. El proceso revolucionario se ha infiltrado en su mayor antagonista, que es la Iglesia Católica. A mi juicio, esto hace mucho más visible la realidad de los mensajes de Fátima. El papa Francisco se sirve de un estilo o una retórica marxista en sus discursos. Hace unos días, y refiriéndose a los ataques perpetrados contra los cristianos coptos de Egipto [en una entrevista del 14 de abril, N. del E.] el Santo Padre puso de relieve que el principal motivo y origen de dichos ataques está en el tráfico de armas. Hablaba de intereses materiales o económicos, pero estaba claro que se trató de un ataque terrorista con un móvil religioso. El papa no es marxista, pero su retórica y sus conclusiones sí. La única solución verdadera sólo puede venir de la Cristiandad.
F y H: Usted ha mencionado numerosas veces el Islam, que de diversas maneras pero cada vez con más intensidad está presente en Europa. Siendo como es padre de seis hijos, ¿qué futuro prevé para ellos?
R de M: Teniendo en cuenta solamente los aspectos humanos, el futuro de Europa no es muy halagüeño. La crisis demográfica, de la que tanto hablamos, es consecuencia de una crisis moral. Hemos olvidado o desechado nuestros propios valores. Siempre se está a favor del hedonismo y el relativismo, cuyos frutos ya son visibles. Inversamente, la inmigración está trayendo a Europa ingentes masas de musulmanes. Esa forma silenciosa y pacífica del Islam es mucho más peligrosa que la versión violenta, porque esta última, con ataques terroristas suicidas, puede suscitar reacciones psicológicas en la sociedad y despertar a la gente.
F y H: En los últimos años ha habido muchos ataques terroristas espeluznantes por toda Europa.
R de M: Y más que vendrán. Hay dos clases de Islam. El primero es la versión violenta, leninista podríamos decir, que intenta hacerse con el poder y retenerlo por medios violentos. Y hay otra versión que utiliza como arma la sustitución demográfica. Desde la perspectiva europea, son dos problemas cuya solución todavía desconocemos. El Islam es una religión que odia el cristianismo. Europa se definió a sí misma como cristiana durante más de quince siglos, y también se ha enfrentado al Islam calificándose como tal. Ahora falta eso, y asistimos por tanto a la superioridad que va adquiriendo el Islam.
F y H: Muchos políticos y obispos europeos insisten en que se debe reaccionar cristianamente ante la inmigración.
R de M: Exactamente. Ahí está el quid de la cuestión. Esa actitud de los políticos y los obispos es errónea y no tiene en cuenta la mentalidad belicosa de la que hablaba, la cual al fin y al cabo contribuye a la ruptura. No me cabe duda de que la Iglesia es lo bastante fuerte para iniciar la resistencia y combatir la mentalidad progre y a los enemigos de la fe y la propia Iglesia. Si hacemos nuestra parte, podremos transformar la mentalidad de los europeos y organizar la ofensiva contra los enemigos externos. Con todo, sabemos que vivimos tiempos excepcionalmente inciertos. La situación en Oriente Próximo y sus implicaciones internacionales suponen un verdadero peligro que podría desembocar en una guerra. Guerra que, en ese caso, podría alterar totalmente la situación.
F y H: En estos momentos conversamos en Roma un Viernes Santo. Si le he entendido bien, el mundo occidental también está viviendo su viernes santo. ¿Qué me puede decir de su resurrección?
R de M: La falsedad sólo puede imponerse cuando la verdad se esconde en las sombras. Para que triunfe la verdad no hacen falta recursos económicos ni superioridad numérica; sólo es necesaria una cosa: integridad. Fidelidad. El Señor nunca guarda silencio ni adopta una actitud pasiva con relación a nosotros. La raíz del problema está en la infidelidad de Occidente. Debemos confiar en la gracia de Dios, porque Nuestra Señora de Fátima prometió que su Corazón Inmaculado triunfaría. Es una promesa clara y firme. No sabemos exactamente cuándo se cumplirá; si en un año, o si de aquí a diez… No podemos hacer predicciones en este sentido. Lo que sí creo es que el centenario reviste una gran importancia.
(Traducido por J.E.F. Fuente)
F y H: A primera vista parece que esta batalla ha terminado en el mundo occidental. En lo político y lo social, la tendencia o corriente relativista se ha impuesto sin que se le oponga particular resistencia.
R de M: Puede ser. Desgraciadamente, esos errores han afectado a la propia Iglesia Católica. Por otro lado, aquí en Europa existe la errónea impresión de que todo lo malo proviene de Estados Unidos. Las raíces de todas las ideologías falsas hay que buscarlas en el Viejo Continente. Cuando en 1968 estallaron las revueltas estudiantiles en Berkeley, que fue uno de los centros donde se inició la insurgencia en California, ¡en realidad su trasfondo ideológico estaba en la Escuela de Frankfurt! Algunos integrantes de ésta, como Adorno, se basaron en Marx y en el ejemplo de Rusia. También es interesante saber que el proyecto LGBT y la teoría de género surgen en Alemania. Desde luego, Estados Unidos es el más destacado propagador de todo ello, pero la fuente siempre está en Europa y en Rusia. El aborto se legalizó primero en Rusia, cincuenta años antes que en EE.UU. Por eso no estoy de acuerdo con los que ven en EE.UU. el origen de todos los males. Gramsci era desgraciadamente italiano, Marx, alemán y Lenin ruso.
F y H: La solución, si la hay, ¿podría venir sólo de Europa?
R de M: La solución sólo podría venir de Roma, de la Iglesia católica. Lo que no sé a ciencia cierta es si vendrá durante el reinado del papa Francisco. Antes, cuando yo leía que, según los mensajes de Fátima, Rusia propagaría su falsa doctrina por el mundo, lo entendía en un sentido geográfico. Ahora veo claramente que no podemos hablar sólo de propagación política y cultural. El proceso revolucionario se ha infiltrado en su mayor antagonista, que es la Iglesia Católica. A mi juicio, esto hace mucho más visible la realidad de los mensajes de Fátima. El papa Francisco se sirve de un estilo o una retórica marxista en sus discursos. Hace unos días, y refiriéndose a los ataques perpetrados contra los cristianos coptos de Egipto [en una entrevista del 14 de abril, N. del E.] el Santo Padre puso de relieve que el principal motivo y origen de dichos ataques está en el tráfico de armas. Hablaba de intereses materiales o económicos, pero estaba claro que se trató de un ataque terrorista con un móvil religioso. El papa no es marxista, pero su retórica y sus conclusiones sí. La única solución verdadera sólo puede venir de la Cristiandad.
F y H: Usted ha mencionado numerosas veces el Islam, que de diversas maneras pero cada vez con más intensidad está presente en Europa. Siendo como es padre de seis hijos, ¿qué futuro prevé para ellos?
R de M: Teniendo en cuenta solamente los aspectos humanos, el futuro de Europa no es muy halagüeño. La crisis demográfica, de la que tanto hablamos, es consecuencia de una crisis moral. Hemos olvidado o desechado nuestros propios valores. Siempre se está a favor del hedonismo y el relativismo, cuyos frutos ya son visibles. Inversamente, la inmigración está trayendo a Europa ingentes masas de musulmanes. Esa forma silenciosa y pacífica del Islam es mucho más peligrosa que la versión violenta, porque esta última, con ataques terroristas suicidas, puede suscitar reacciones psicológicas en la sociedad y despertar a la gente.
F y H: En los últimos años ha habido muchos ataques terroristas espeluznantes por toda Europa.
R de M: Y más que vendrán. Hay dos clases de Islam. El primero es la versión violenta, leninista podríamos decir, que intenta hacerse con el poder y retenerlo por medios violentos. Y hay otra versión que utiliza como arma la sustitución demográfica. Desde la perspectiva europea, son dos problemas cuya solución todavía desconocemos. El Islam es una religión que odia el cristianismo. Europa se definió a sí misma como cristiana durante más de quince siglos, y también se ha enfrentado al Islam calificándose como tal. Ahora falta eso, y asistimos por tanto a la superioridad que va adquiriendo el Islam.
F y H: Muchos políticos y obispos europeos insisten en que se debe reaccionar cristianamente ante la inmigración.
R de M: Exactamente. Ahí está el quid de la cuestión. Esa actitud de los políticos y los obispos es errónea y no tiene en cuenta la mentalidad belicosa de la que hablaba, la cual al fin y al cabo contribuye a la ruptura. No me cabe duda de que la Iglesia es lo bastante fuerte para iniciar la resistencia y combatir la mentalidad progre y a los enemigos de la fe y la propia Iglesia. Si hacemos nuestra parte, podremos transformar la mentalidad de los europeos y organizar la ofensiva contra los enemigos externos. Con todo, sabemos que vivimos tiempos excepcionalmente inciertos. La situación en Oriente Próximo y sus implicaciones internacionales suponen un verdadero peligro que podría desembocar en una guerra. Guerra que, en ese caso, podría alterar totalmente la situación.
F y H: En estos momentos conversamos en Roma un Viernes Santo. Si le he entendido bien, el mundo occidental también está viviendo su viernes santo. ¿Qué me puede decir de su resurrección?
R de M: La falsedad sólo puede imponerse cuando la verdad se esconde en las sombras. Para que triunfe la verdad no hacen falta recursos económicos ni superioridad numérica; sólo es necesaria una cosa: integridad. Fidelidad. El Señor nunca guarda silencio ni adopta una actitud pasiva con relación a nosotros. La raíz del problema está en la infidelidad de Occidente. Debemos confiar en la gracia de Dios, porque Nuestra Señora de Fátima prometió que su Corazón Inmaculado triunfaría. Es una promesa clara y firme. No sabemos exactamente cuándo se cumplirá; si en un año, o si de aquí a diez… No podemos hacer predicciones en este sentido. Lo que sí creo es que el centenario reviste una gran importancia.
(Traducido por J.E.F. Fuente)
Roberto de Mattei
domingo, 21 de mayo de 2017
NO ES MADURO quien interpreta correctamente al papa Francisco sino la Conferencia Episcopal Venezolana (Padre Santiago Martín)
Duración 6:54 minutos
Yo estoy básicamente de acuerdo con lo que dice el padre Santiago Martín, aunque pienso que no vendrían mal unas palabras del Papa definiéndose claramente a favor de la postura de los obispos venezolanos, pues está ocurriendo que son muchos los que piensan ya, con relación a Francisco (no sabemos si con razón o no; no podemos entrar en las intenciones) aquello de que "el que calla otorga". Unas simples palabras de Francisco serían suficientes ... Sería así de sencillo. Pero eso no se ha producido y, en mi opinión, sería de desear que se produjera, para evitar malos entendidos que hacen más daño que bien a la Iglesia.
sábado, 20 de mayo de 2017
A veces, es mejor no tener razón (Bruno Moreno)
Como dice mi mujer cuando discutimos por alguna cosa: “tú no te preocupes por tener o no razón que ya te lo diré yo si algún día la tienes”. Sabias palabras, ciertamente, y seguro que todas las lectoras del blog están de acuerdo con ella.
En cualquier caso, la verdad es que a veces es mejor no tener razón. Así ha sido en las últimas semanas. Escribí tres posts sobre temas diversos, advirtiendo sobre varios peligros graves, y, tristemente, los acontecimientos no tardaron en darme la razón.
(1) Por ejemplo, escribí un post titulado Budismo y cristianismo, como la noche y el día, diciendo que el budismo y el cristianismo no eran lo mismo, sino más bien lo contrario, y que era necesario recordarlo. Enseguida protestaron algunos, diciendo que “deberíamos vivir más las palabras del Señor y filosofar menos", cantando las alabanzas del budismo y de lo mucho que podíamos aprender del mismo, resaltando la importancia de todas las religiones “basadas en la paz y el amor” o incluso afirmando que reencarnación y purgatorio “vienen a ser sinónimos".
He aquí que, un par de días después, un sacerdote español, Pablo D’Ors, nombrado miembro del Pontificio Consejo de Cultura, presentó con grandes elogios un libro titulado “Sin Buda no podría ser cristiano”
El autor del libro Paul F. Knitter, sacerdote secularizado, dice en su libro cosas como que “soy un cristiano budista, pero también un budista cristiano […] Tener a uno [Jesús] sin el otro [Buda] es no tener a ninguno de los dos”. Quizá no sorprenda a nadie que Knitter fuera uno de los firmantes en 1987 de una declaración de “teólogos” a favor de cambiar la postura de la Iglesia sobre el aborto. O que haya dado clase durante años en una universidad jesuita. O que en el libro dé las gracias a “Richard Bollman S. J. (mi antiguo sacerdote de la parroquia Belarmino, que predica sermones budistas de forma anónima)". O que su esposa abandonara el catolicismo para hacerse budista.
En el libro, según el copresentador José Tamayo, se considera a Cristo hijo de Dios… en el sentido de “el Despierto, el Iluminado” y, por supuesto, se reduce su resurrección a la “convicción de los discípulos” de que “Cristo estaba realmente vivo en ellos". El propio Pablo D’Ors aprovechó para decir que “no sólo no veo ninguna contradicción esencial entre el cristianismo y el budismo, sino una profunda afinidad” y que el hecho de “que el cristianismo tenga cosas que aprender del budismo, como el budismo del cristianismo, me parece muy bonito y necesario".
A mi juicio no solo el budismo y el cristianismo son cosas completamente distintas, sino que todo esto demuestra que, cuando se defiende lo contrario, se termina inevitablemente por convertir el cristianismo en budismo. O, con más frecuencia, en una especie de budismo light.
(2) También escribí sobre el principio del mal menor y las elecciones. El artículo estaba escrito en general, pero con aplicación obvia al caso español y a la sorprendente ceguera que hay que tener para no ver que, con la excusa del mal menor, llevamos medio siglo contribuyendo a males mayores gravísimos. Enseguida surgieron algunos lectores defendiendo esa forma de actuar (cosa poco sorprendente, por otra parte, porque la televisión y la radio de los obispos lo hacen constantemente).
He aquí que, gentilmente, el Partido Popular se digna confirmar públicamente (una vez más) lo que decía el artículo, apoyando unánimemente en el Senado una propuesta de Podemos de considerar el aborto como un derecho y, de paso, promover (todavía más) los anticonceptivos.
Algunos lectores dicen ahora que el PP les ha engañado, pero lo cierto es que no hace más que seguir haciendo lo que siempre ha hecho:
Así mantuvo la ley del aborto (que en la práctica permitía el aborto libre) durante la mayoría absoluta del Presidente Aznar,
así aprobó la píldora abortiva,
así introdujo la experimentación con embriones (es difícil pensar en algo más horrible que hacer experimentos con niños pequeños, descuartizándolos y usándolos como material de laboratorio),
así mantuvo el matrimonio de personas del mismo sexo,
así ha estado financiando abortos y marchas del orgullo gay durante años en sus comunidades autónomas,
así persigue con saña a los que se atreven a defender el matrimonio tradicional
y así defiende hoy el aborto como un derecho.
Y si quieren remontarse aún más atrás:
así Fraga Iribarne (Dios le haya perdonado por ello) prometió hace 30 años que no cambiarían la ley del aborto si ganaban, pero, eso sí, que traerían bien de “liberalismo económico".
Supera a la imaginación que, después de décadas y décadas de todo esto, haya gente que siga defendiendo la idea de votar a un supuesto “mal menor” que defiende, aprueba e introduce orgullosamente en nuestro país males gravísimos y repugnantes. En fin, supongo que eso solo indica que mi imaginación es muy limitada.
(3) Hace dos meses, escribí un artículo titulado Alfa y Omega, quién te ha visto y quién te ve, señalando la tristísima decadencia del semanario, que se ha ido convirtiendo cada vez más en un panfleto obsesionado por todas las causas políticamente correctas y progresistas.
Resulta que, con gran oportunidad, Alfa y Omega publica esta semana un editorial en el que aseguran que la peregrinación del Papa a Fátima ha servido para “depurar la devoción mariana de elementos impropios o esotéricos”. El mismo título se refiere a eso: “El Papa actualiza y depura Fátima". Aparentemente, para Alfa y Omega, el Papa no va ante todo a Fátima para rezar, para escuchar a la Virgen y postrarse ante ella, sino para mostrar que los modernos sabemos mucho más que nadie y que la religiosidad tradicional hay que depurarla, actualizarla y cambiarla. Todo el artículo, en general, despide ese desagradable olorcillo a secularización y conversión del cristianismo en una ética políticamente correcta que se ha hecho característico del semanario en los tiempos más recientes.
En fin, en los tres casos me habría encantado estar equivocado.
Bruno Moreno
NOTA PERSONAL (para Bruno): El problema es que, por desgracia, en tu tercera apreciación con relación a lo que publica Alfa y Omega, me temo que, en este caso concreto de Fátima, todo parece indicar que algo de razón sí que tienen al decir eso de que el Papa depura Fátima. El mejor modo de explicarlo -yo no sabría hacerlo- es leyendo el artículo de Fray Gerundio, titulado "Fátima, recalificada" que he incluido en este Blog.
Fátima, recalificada (Fray Gerundio de Torres)
Recalificar un terreno, se convirtió hace años en una ocasión estupenda para enriquecimiento de políticos de todo pelaje. Una zona que estaba teniendo un uso rural, se recalificaba convenientemente para tener uso turístico, subía el precio de la tierra y en ese trayecto, nada por aquí, nada por allá… salían algunos milloncejos a distribuir entre los pillastres de turno, comisionistas, alcaldes o mediadores varios. Eso pasó en España durante todo el tiempo del boom turístico, aunque hay que reconocer que hoy en día este tipo de acciones se hacen con más descaro, más estilo y resultados de más volumen. En todo caso, la recalificación permitía dar un uso distinto al que se estaba dando hasta el momento, para lucrarse todo quisque.
Hoy día, en la Iglesia de Francisco (parece que él es el propietario) se está recalificando todo, sin prisa pero sin pausa. Siguiendo el calendario bergogliano y los estatutos de la mafia de Saint Gall que es la que parece ser que montó el negocio, probablemente con capital judío y otras aquiescencias multicolores.
El caso es que la desmitologización propuesta por Bultmann fue un juego de niños, comparado con esto. El protestante Bultmann encandiló a todos los teólogos y jerarcas católicos de la época, al proponer desmitologizar los milagros y todo el contenido del Evangelio que se presumiera mito, o sea, no exactamente histórico. Con este método, se cargó los evangelios en su totalidad, pues se comprobó científicamente que todo era mito. Gracias a Bultmann y sus católicos monaguillos, babosos y corifeos varios, pudimos interpretar existencialmente lo que no era mas que una pura creencia mitológica, exagerada por el panolismo intelectual de la época y mantenida por los centro de poder interesados.
Ahora estamos en otros tiempos. Pasado el viejo Bultmann, hay que desmitificar de otra manera. Hay que recalificar, redefinir, redirigir, reordenar… eso que un post-moderno llamaría cambiar de paradigma. Sólo de esta forma se puede despertar al pueblo fiel de su sueño dogmático y hacerle ver que las cosas no son como se las habían contado antes del Concilio. Y como todavía quedan ciertos resquicios, atavismos y creencias en el tintero, pues se recalifican, se reinterpretan y se destruyen.
Hay que tener en cuenta que las apariciones de Fátima tuvieron lugar hace cien años, nada menos. En aquella época, la Iglesia era más bien madrastra. Todavía no se había determinado la Iglesia a poner la venda de la misericordia antes que el castigo de la intolerancia, y por eso no es de extrañar que estos niños hablaran de visiones del infierno, de almas que iban cayendo al abismo de fuego, o de castigos a este mundo ateo y descreído. Eran unos niños buenos, sin duda. Y por eso los canonizamos aprovechando el viaje.
Ahora estamos en otros tiempos. Pasado el viejo Bultmann, hay que desmitificar de otra manera. Hay que recalificar, redefinir, redirigir, reordenar… eso que un post-moderno llamaría cambiar de paradigma. Sólo de esta forma se puede despertar al pueblo fiel de su sueño dogmático y hacerle ver que las cosas no son como se las habían contado antes del Concilio. Y como todavía quedan ciertos resquicios, atavismos y creencias en el tintero, pues se recalifican, se reinterpretan y se destruyen.
Hay que tener en cuenta que las apariciones de Fátima tuvieron lugar hace cien años, nada menos. En aquella época, la Iglesia era más bien madrastra. Todavía no se había determinado la Iglesia a poner la venda de la misericordia antes que el castigo de la intolerancia, y por eso no es de extrañar que estos niños hablaran de visiones del infierno, de almas que iban cayendo al abismo de fuego, o de castigos a este mundo ateo y descreído. Eran unos niños buenos, sin duda. Y por eso los canonizamos aprovechando el viaje.
Pero habían estudiado el catecismo en el Astete seguramente y no habían conocido los Catecismos de las Conferencias Episcopales de ahora. Seguro que la catequesis de la Primera Comunión la hicieron con algún cura reaccionario que sólo pensaba en el castigo por el pecado y no en la misericordia. Y además, seguro que les enseñaron a ser rígidos a estos pobres niños. De hecho, parece que sí que lo eran, a juzgar por sus obsesiones por el infierno, por salvarse y por rezar por la conversión de los pecadores. Vamos a canonizarlos, pero nada de pensar que la Virgen vino a traer mensajes de castiguitos y llamaradas de fuego del infierno o de guerras para este mundo. Y mucho menos de que en la cúspide de la Iglesia se perdiera la fe.
El mensaje de Fátima ha sido sistemáticamente olvidado y despreciado por los Papas, de una u otra forma.
El mensaje de Fátima ha sido sistemáticamente olvidado y despreciado por los Papas, de una u otra forma.
Así, Juan XXIII no hizo caso de la Virgen y se negó a publicar el tercer secreto en la fecha que Ella había mandado a los niños videntes. Roncalli comprendió que la Virgen no estaba el tanto de los problemas de nuestro Mundo y que no se había percatado de que era altamente conveniente no publicarlo. La pobrecita de la Virgen exageraba un poco y era conveniente esperar.
Lo mismo hicieron sus sucesores. Aunque se dio un paso más al hacer público el tercer mensaje que, como han demostrado suficientes expertos en el tema, ha sido una especie de timo de la estampita. Un mensaje amañado, recortado, sesgado y censurado. Porque una vez más, había que reinterpretar a la Virgen, que no podía comprender que resultaba inadecuado, inconveniente y altamente desaconsejable publicarlo tal cual. Así, Juan Pablo II, con la ayuda de Bertone, Ratzinger y otros, elaboraron esta peculiar desdramatización, haciendo creer que todo se centraba en la persona de Juan Pablo II y su atentado. Mucho habría que hablar de todo esto, pero internet está poblado de informaciones sobre el tema.
Lo mismo hicieron sus sucesores. Aunque se dio un paso más al hacer público el tercer mensaje que, como han demostrado suficientes expertos en el tema, ha sido una especie de timo de la estampita. Un mensaje amañado, recortado, sesgado y censurado. Porque una vez más, había que reinterpretar a la Virgen, que no podía comprender que resultaba inadecuado, inconveniente y altamente desaconsejable publicarlo tal cual. Así, Juan Pablo II, con la ayuda de Bertone, Ratzinger y otros, elaboraron esta peculiar desdramatización, haciendo creer que todo se centraba en la persona de Juan Pablo II y su atentado. Mucho habría que hablar de todo esto, pero internet está poblado de informaciones sobre el tema.
Francisco, dando un paso más y en su más puro estilo destructor, ha recalificado y cambiado el paradigma de todo lo que Fátima representa.
No sólo se mantiene en la línea de sus predecesores -¿a quién le interesa el tercer secreto, o si la segunda sor Lucía era auténtica o falsa?-, sino que, además, ha reinterpretado y recalificado el resto de mensajes de Fátima. Incluso los que no son secreto. La Virgen María, -dice Francisco-, no puede venir a darnos mensajes de avisos de castigos o de peligros, porque Ella es una Madre que nos ama.
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"Peregrinos con María… ¿Qué María? ¿Una maestra de vida espiritual, la primera que siguió a Cristo por el «camino estrecho» de la cruz dándonos ejemplo, o más bien una Señora «inalcanzable» y por tanto inimitable? ¿La «Bienaventurada porque ha creído» siempre y en todo momento en la palabra divina, o más bien una «santita», a la que se acude para conseguir gracias baratas? ¿La Virgen María del Evangelio, venerada por la Iglesia orante, o más bien una María retratada por sensibilidades subjetivas, como deteniendo el brazo justiciero de Dios listo para castigar: una María mejor que Cristo, considerado como juez implacable; más misericordiosa que el Cordero que se ha inmolado por nosotros?"
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Yo creía que una verdadera Madre, también da avisos de peligros a sus hijos. Incluso a veces los castiga en directo y sin intermediarios. Cuanto mayor es el peligro, mayor es el aviso. Cuanto más insistente es el aviso, debe ser porque es mayor el peligro. No me imagino a una madre dándole palmaditas en la mejilla a su hijito mientras ve que se está hundiendo en una ciénaga. Pero bueno, ya se sabe que las comparaciones de Bergoglio no son exactamente las de un intelectual de altura. Pero sí que llevan su carga destructora.
Se trata en este caso de que las visiones del infierno de los niños videntes estarían provocadas por un catolicismo que hoy día está superado. Nada de infiernos, nada de castigos.
Si acaso, el infierno estaría poblado de los hipócritas rígidos, de los que se niegan a la inmigración, de los que venden armas, de los que no creen en el cambio climático, de los que desean el poder a cualquier precio, de los que promueven la cultura del descarte. Y un largo etcétera.
Por cierto, ahora que lo pienso, la Virgen de Fátima también practicó la cultura del descarte. Mientras que permitió que Lucía y Jacinta escucharan sus mensajes, descartó a Francisco, a quien solamente le permitió verla, pero no escucharla. Como eso fue en 1917, se puede perdonar. Hoy día no haría eso la Virgen. Se habría aparecido a un niño blanco portugués de Lisboa, una niña negra portuguesa de Mozambique y un@ inmigrant@ musulmán@. Al fin y al cabo, Fátima es un nombre muy mahometano.
La imagen de Francisco recalificando Fátima, y la imagen del altar masónico (dentro de un templo masónico) con una custodia que más bien parece sacada de algún Gugenhein masónico, ha sido suficiente para celebrar con un nuevo paradigma este centenario. Por eso mismo quiso estar allí Francisco.
Si acaso, el infierno estaría poblado de los hipócritas rígidos, de los que se niegan a la inmigración, de los que venden armas, de los que no creen en el cambio climático, de los que desean el poder a cualquier precio, de los que promueven la cultura del descarte. Y un largo etcétera.
Por cierto, ahora que lo pienso, la Virgen de Fátima también practicó la cultura del descarte. Mientras que permitió que Lucía y Jacinta escucharan sus mensajes, descartó a Francisco, a quien solamente le permitió verla, pero no escucharla. Como eso fue en 1917, se puede perdonar. Hoy día no haría eso la Virgen. Se habría aparecido a un niño blanco portugués de Lisboa, una niña negra portuguesa de Mozambique y un@ inmigrant@ musulmán@. Al fin y al cabo, Fátima es un nombre muy mahometano.
La imagen de Francisco recalificando Fátima, y la imagen del altar masónico (dentro de un templo masónico) con una custodia que más bien parece sacada de algún Gugenhein masónico, ha sido suficiente para celebrar con un nuevo paradigma este centenario. Por eso mismo quiso estar allí Francisco.
Fray Gerundio
viernes, 19 de mayo de 2017
Reflexiones en torno a la salvación universal (por José Martí) [1 de 2]
Reflexiones en torno a la salvación universal [1 de 2]
Esta entrada está formada por un conjunto de reflexiones sobre la situación actual de la Iglesia y del mundo, tomando como base lo escuchado en la anterior homilía del padre Alfonso Gálvez y, por supuesto, los textos del Nuevo Testamento.
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Decía Jesús: "Sin Mí nada podéis hacer" (Jn 15, 5). Y también: "Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14, 6b), hasta el punto de que, según le dijo a Felipe: "El que me ve a Mí ve al Padre" (Jn 14, 9) pues "Yo y el Padre somos uno" (Jn 10, 30). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6a). "Si permanecéis en mi Palabra, seréis en verdad discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Jn 8, 31-32) pues "todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8,34).
¿Existe alguna persona humana que pueda hablar de este modo? Absolutamente, no. Sólo Jesús, por una razón muy sencilla: Jesús es Dios. Su Persona es divina: "Por Él fue hecho todo y sin Él nada se hizo de cuanto ha sido hecho" (Jn 1, 3-4).
De igual modo nos habla san Pablo: "En Él fueron creadas todas las cosas" [...] "Todo ha sido creado por Él y para Él" (Col 1, 16). "Él es antes que todas las cosas y todas subsisten en Él"(Col 1, 17)
Cierto que Jesús es igualmente hombre: se hizo uno de nosotros por Amor, para que también nosotros pudiéramos amarle. "Nacido de mujer, nacido bajo la Ley" (Gal 4, 4). Dios tomó sobre sí nuestra naturaleza humana, haciéndola realmente suya, sin dejar de poseer también su naturaleza divina: verdadero Dios y verdadero hombre. Ése es Jesucristo: Dos naturalezas, la humana y la divina, en una sola Persona divina.
Su "Yo" es divino y se dirige a nuestro "yo" reclamando nuestro amor, lo que sería imposible si no hubiéramos podido percibirlo con nuestros sentidos. Y ésa es la razón profunda -a mi entender- por la que se hizo hombre. De otro modo nuestra relación con Él hubiera podido ser de adoración, pero nunca de amistad ni de amor libre y recíproco, condiciones éstas que son esenciales al verdadero amor; y sin las cuales no puede hablarse realmente de amor.
Este Amor es - en mi opinión - la razón principal por la cual Dios se hizo hombre. Se hizo un niño en el vientre de la Virgen María y nació como lo hacen todos los niños, sin dañar la virginidad de su Madre, lo cual podía hacer perfectamente, pues tenía poder para ello: era Dios.
A la pregunta de por qué el Verbo se hizo hombre, en el Credo Niceno-Constantinopolitano tenemos la respuesta, pues cada vez que rezamos el Credo decimos: "Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre". (CEC núm 456). Con relación a esto me vienen a la mente dos ideas que considero importantes:
PRIMERO: Es cierto que el Verbo se encarnó para salvarnos ("por nuestra salvación", hemos podido leer). Así se encuentra en diversos lugares de la Biblia, cuyas citas podrían multiplicarse. Por ejemplo, cuando leemos que "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10). O que "el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo" (1 Jn 4, 14). O bien: "Él se manifestó para borrar los pecados" (1 Jn 3, 5) [CEC núm 457].
Pero nos engañaríamos si pensásemos que tales textos pueden ser interpretados como un argumento en favor de los que piensan que, por el mero hecho de que el Verbo se haya hecho hombre, desde ese mismo momento todo hombre ya está salvado. Tal interpretación por la que abogan todos los que apoyan la idea de la salvación universal es una falsedad.
Debemos de tener en cuenta todas las expresiones y todos los textos del Nuevo Testamento para llegar a un conclusión lo más cercana posible a la realidad ... puesto que hay igualmente otra serie de textos bíblicos que, sin negar los anteriores, los matizan haciéndoles decir lo que realmente quieren decir. En todos los casos, una cosa es cierta: sin nuestra cooperación, [o sea, sin nuestro amor correspondiendo al suyo] Dios no nos salvará.
Así pues: por una parte no se puede escamotear la Palabra de Dios. No se puede añadir ni quitar nada al Mensaje recibido. A quien así actúe "Dios le quitará su parte del árbol de la Vida y de la Ciudad Santa" (Ap 22, 19). El Mensaje ha de ser transmitido íntegro. San Judas dice que debemos "luchar por la fe transmitida a los santos de una vez para siempre" (Jd, 3).
Tal es nuestra obligación, en particular la de los pastores (sacerdotes, obispos, cardenales; y de un modo especial la del Papa), a saber, la de "guardar el depósito de la fe" (1 Tim 6,20). Y no puede ser de otro modo, puesto que "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8).
¿Significa esto que la Iglesia se opone al progreso? Todo lo contrario. Eso sí: se hace preciso hacer una distinción entre "progresar" y "perder la propia identidad". No son términos sinónimos.
La Iglesia, como Cuerpo Místico de Cristo que es y, por lo tanto, un cuerpo vivo, no está estancada ni anquilosada en el pasado, sino que va creciendo, renovándose constante y continuamente. Esto es así. Y así se ha procedido siempre a lo largo del tiempo ... con la salvedad (¡muy importante!) de que quienes han contribuido a ese progreso que, de hecho, se ha ido produciendo desde que Jesucristo fundó su Iglesia, y que se ha puesto de manifiesto durante casi dos mil años, a lo largo de veinte Concilios previos al Concilio Vaticano II, los Papas (dejando ahora aparte si han sido más o menos santos o pecadores), en todo momento, siempre han sabido y lo han tenido muy en cuenta, que dicho progreso -si quiere ser auténtico- consiste en PROFUNDIZAR en las palabras de Cristo, contenidas en el Nuevo Testamento, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia.
Pero profundizar para entender y conocer mejor a Jesucristo, "en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Col 2, 3) no significa cambiar el Mensaje, sino acercarse al misterio de Dios, ayudados por su gracia, al objeto de ir haciendo nuestra su Vida. En dicho proceso, la Iglesia debe de mantenerse siempre "idéntica a si misma", como así se ha hecho ... ¡hasta ahora!
En los 20 Concilios previos al Concilio Vaticano II, durante casi dos mil años, se ha ido definiendo con claridad cada vez mayor el Mensaje recibido, rebatiendo todas las herejías que iban surgiendo, gracias a a los Padres de la Iglesia y a los grandes santos. Pensemos, por poner algunos ejemplos, en san Atanasio, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, San Pío V y luego los últimos Papas de los dos últimos siglos como Gregorio XVI, Pío IX, León XIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII; todos ellos grandes y santos Papas, cuyos Pontificados han sido clarividentes, denunciando todos y cada uno de los errores que podrían hacer peligrar la integridad de la Iglesia.
De un modo muy especial cabría citar a san Pío X quien en su encíclica Pascendi denunció el modernismo, lo condenó expresamente y lo definió como la "suma de todas las herejías".
En cambio, lo que no se puede hacer [¡y se está haciendo!] so pretexto de abrirse al mundo y a los tiempos modernos, es cambiar el Mensaje recibido. Esto es muy grave. Estamos llegando a un punto en el que la verdadera Iglesia es cada vez más difícil de reconocer.
Debemos de tener en cuenta todas las expresiones y todos los textos del Nuevo Testamento para llegar a un conclusión lo más cercana posible a la realidad ... puesto que hay igualmente otra serie de textos bíblicos que, sin negar los anteriores, los matizan haciéndoles decir lo que realmente quieren decir. En todos los casos, una cosa es cierta: sin nuestra cooperación, [o sea, sin nuestro amor correspondiendo al suyo] Dios no nos salvará.
Así pues: por una parte no se puede escamotear la Palabra de Dios. No se puede añadir ni quitar nada al Mensaje recibido. A quien así actúe "Dios le quitará su parte del árbol de la Vida y de la Ciudad Santa" (Ap 22, 19). El Mensaje ha de ser transmitido íntegro. San Judas dice que debemos "luchar por la fe transmitida a los santos de una vez para siempre" (Jd, 3).
Tal es nuestra obligación, en particular la de los pastores (sacerdotes, obispos, cardenales; y de un modo especial la del Papa), a saber, la de "guardar el depósito de la fe" (1 Tim 6,20). Y no puede ser de otro modo, puesto que "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8).
¿Significa esto que la Iglesia se opone al progreso? Todo lo contrario. Eso sí: se hace preciso hacer una distinción entre "progresar" y "perder la propia identidad". No son términos sinónimos.
La Iglesia, como Cuerpo Místico de Cristo que es y, por lo tanto, un cuerpo vivo, no está estancada ni anquilosada en el pasado, sino que va creciendo, renovándose constante y continuamente. Esto es así. Y así se ha procedido siempre a lo largo del tiempo ... con la salvedad (¡muy importante!) de que quienes han contribuido a ese progreso que, de hecho, se ha ido produciendo desde que Jesucristo fundó su Iglesia, y que se ha puesto de manifiesto durante casi dos mil años, a lo largo de veinte Concilios previos al Concilio Vaticano II, los Papas (dejando ahora aparte si han sido más o menos santos o pecadores), en todo momento, siempre han sabido y lo han tenido muy en cuenta, que dicho progreso -si quiere ser auténtico- consiste en PROFUNDIZAR en las palabras de Cristo, contenidas en el Nuevo Testamento, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia.
Pero profundizar para entender y conocer mejor a Jesucristo, "en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Col 2, 3) no significa cambiar el Mensaje, sino acercarse al misterio de Dios, ayudados por su gracia, al objeto de ir haciendo nuestra su Vida. En dicho proceso, la Iglesia debe de mantenerse siempre "idéntica a si misma", como así se ha hecho ... ¡hasta ahora!
En los 20 Concilios previos al Concilio Vaticano II, durante casi dos mil años, se ha ido definiendo con claridad cada vez mayor el Mensaje recibido, rebatiendo todas las herejías que iban surgiendo, gracias a a los Padres de la Iglesia y a los grandes santos. Pensemos, por poner algunos ejemplos, en san Atanasio, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, San Pío V y luego los últimos Papas de los dos últimos siglos como Gregorio XVI, Pío IX, León XIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII; todos ellos grandes y santos Papas, cuyos Pontificados han sido clarividentes, denunciando todos y cada uno de los errores que podrían hacer peligrar la integridad de la Iglesia.
De un modo muy especial cabría citar a san Pío X quien en su encíclica Pascendi denunció el modernismo, lo condenó expresamente y lo definió como la "suma de todas las herejías".
En cambio, lo que no se puede hacer [¡y se está haciendo!] so pretexto de abrirse al mundo y a los tiempos modernos, es cambiar el Mensaje recibido. Esto es muy grave. Estamos llegando a un punto en el que la verdadera Iglesia es cada vez más difícil de reconocer.
Nunca, como hoy, se cumplen con tanta exactitud, aquellas tremendas palabras del apóstol san Juan cuando decía que "el mundo entero está bajo el poder del Maligno" (1 Jn 5, 19), con la particularidad de que ahora es la propia Iglesia, [¡la Iglesia actual!], la que se ha "abierto" al mundo de manera tal que se está confundiendo con él. Y esto está ocurriendo a un ritmo trepidante, cada vez más intenso y con mayor envergadura.
Podemos esconder la cabeza ante la realidad, como el avestruz, y pensar que no pasa nada. Pero lo cierto es que sí pasa. Y muy grave.
Tal apertura al mundo que comenzó básicamente con el discurso del papa Juan XXIII, en la inauguración del Concilio Vaticano II, el 11 de octubre de 1962, ha llegado a unos extremos tales que podría decirse que la Iglesia de siempre está desapareciendo, de un modo casi imperceptible por algunos, pero muy real y diabólico. Algo de ello vislumbraba ya el papa Pablo VI cuando en 1978 dijo aquellas famosas palabras: "El humo de Satanás se ha infiltrado en la Iglesia". Hoy, casi cuarenta años después, esa frase es mucho más cierta que cuando fue pronunciada.
La gran verdad y el gran problema - al mismo tiempo- es que el hombre se ha erigido a sí mismo como Dios y lucha contra Jesucristo ... ¡y esto se da también en muchos de los "pastores" y jerarcas que se encuentran infiltrados, como caballos de Troya, en el seno de la misma Iglesia, "pastores" que, en realidad, han perdido la fe en todo lo que es sobrenatural, dejándolo reducido a lo meramente mundano.
Podemos esconder la cabeza ante la realidad, como el avestruz, y pensar que no pasa nada. Pero lo cierto es que sí pasa. Y muy grave.
Tal apertura al mundo que comenzó básicamente con el discurso del papa Juan XXIII, en la inauguración del Concilio Vaticano II, el 11 de octubre de 1962, ha llegado a unos extremos tales que podría decirse que la Iglesia de siempre está desapareciendo, de un modo casi imperceptible por algunos, pero muy real y diabólico. Algo de ello vislumbraba ya el papa Pablo VI cuando en 1978 dijo aquellas famosas palabras: "El humo de Satanás se ha infiltrado en la Iglesia". Hoy, casi cuarenta años después, esa frase es mucho más cierta que cuando fue pronunciada.
La gran verdad y el gran problema - al mismo tiempo- es que el hombre se ha erigido a sí mismo como Dios y lucha contra Jesucristo ... ¡y esto se da también en muchos de los "pastores" y jerarcas que se encuentran infiltrados, como caballos de Troya, en el seno de la misma Iglesia, "pastores" que, en realidad, han perdido la fe en todo lo que es sobrenatural, dejándolo reducido a lo meramente mundano.
¿Es que hay otra Iglesia? Porque si la hubiera, tal Iglesia, que ya no se parecería prácticamente en nada a la Iglesia bimilenaria, sería una falsa Iglesia. No sería la verdadera Iglesia, no sería la Iglesia Católica que Jesucristo fundó. Aun cuando "legalmente" siguiera siéndolo, al menos momentáneamente, habría ciertos puntos en los que no podría ser obedecida por quienes fuesen realmente católicos, porque -de hacerlo- ofenderían a Dios. Y ya sabemos que "es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29).
[Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la exhortación apostólica "Amoris Laetitia", según la cual habría casos en los que en situaciones de pecado mortal objetivo se podría comulgar: la Palabra de Dios está por encima de las palabras de los hombres ... incluso aun cuando estos hombres fuesen nada menos que representantes suyos en la Tierra ... dado que no estarían actuando como buenos pastores, al manifestarse en contra del Buen Pastor, del Único Pastor, que es Jesucristo. Y, en realidad, esto de la AL no es sino el primer paso de un proceso en el que se quiere implantar el Nuevo Orden Mundial en el seno mismo de la Iglesia Católica, si Dios no lo remedia. Yo, al menos, así lo pienso]
Si nos apartamos de Jesucristo no tenemos nada que hacer, puesto que Él es el Camino (¡el único camino!), la Verdad (¡no hay otra verdad!) y la Vida (¡fuera de Cristo no hay vida!). Sabemos que "ningún otro Nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos salvarnos" (Hech 4, 12b) y que "en ningún otro hay salvación" (Hech 4, 12a).
Y es a este Jesucristo al que se nos quiere robar. Y quien (o quienes) así quieren hacerlo se encuentran también (y en un número cada vez mayor) en el seno de la Iglesia. Falsos pastores de los que hay que huir, porque pretenden no ya matar nuestro cuerpo sino -lo que es peor- nuestra alma. Y eso un cristiano, que lo sea de verdad, no puede consentirlo. Si quien nos habla (sea quien sea) nos dice algo que contradiga todo cuanto la Iglesia nos enseña (¡me refiero a lo que siempre ha enseñado, manteniéndose fiel a las palabras de Jesús!) entonces ese tal no quiere nuestro bien. Y nos está engañando. No debemos de hacerle caso.
Se podrían poner muchos ejemplos. Se me ocurren dos ahora mismo:
- Si alguien (¡da lo mismo quién sea!) nos dice que todas las religiones son iguales, que en cualquier religión es posible la salvación, que lo mismo da Buda que Mahoma o Jesucristo, ese tal nos está engañando. Lo que dice es una falsedad. Y si le hacemos caso seremos culpables ante Dios de nuestra conducta y no podremos escudarnos diciendo que fuimos engañados. Sólo es engañado quien quiere ser engañado. Ya sabemos muy bien que quien así habla es un estafador de la Palabra de Dios y que, por lo tanto, no debemos de hacerle caso en lo que dice.
[Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la exhortación apostólica "Amoris Laetitia", según la cual habría casos en los que en situaciones de pecado mortal objetivo se podría comulgar: la Palabra de Dios está por encima de las palabras de los hombres ... incluso aun cuando estos hombres fuesen nada menos que representantes suyos en la Tierra ... dado que no estarían actuando como buenos pastores, al manifestarse en contra del Buen Pastor, del Único Pastor, que es Jesucristo. Y, en realidad, esto de la AL no es sino el primer paso de un proceso en el que se quiere implantar el Nuevo Orden Mundial en el seno mismo de la Iglesia Católica, si Dios no lo remedia. Yo, al menos, así lo pienso]
Si nos apartamos de Jesucristo no tenemos nada que hacer, puesto que Él es el Camino (¡el único camino!), la Verdad (¡no hay otra verdad!) y la Vida (¡fuera de Cristo no hay vida!). Sabemos que "ningún otro Nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos salvarnos" (Hech 4, 12b) y que "en ningún otro hay salvación" (Hech 4, 12a).
Y es a este Jesucristo al que se nos quiere robar. Y quien (o quienes) así quieren hacerlo se encuentran también (y en un número cada vez mayor) en el seno de la Iglesia. Falsos pastores de los que hay que huir, porque pretenden no ya matar nuestro cuerpo sino -lo que es peor- nuestra alma. Y eso un cristiano, que lo sea de verdad, no puede consentirlo. Si quien nos habla (sea quien sea) nos dice algo que contradiga todo cuanto la Iglesia nos enseña (¡me refiero a lo que siempre ha enseñado, manteniéndose fiel a las palabras de Jesús!) entonces ese tal no quiere nuestro bien. Y nos está engañando. No debemos de hacerle caso.
Se podrían poner muchos ejemplos. Se me ocurren dos ahora mismo:
- Si alguien (¡da lo mismo quién sea!) nos dice que todas las religiones son iguales, que en cualquier religión es posible la salvación, que lo mismo da Buda que Mahoma o Jesucristo, ese tal nos está engañando. Lo que dice es una falsedad. Y si le hacemos caso seremos culpables ante Dios de nuestra conducta y no podremos escudarnos diciendo que fuimos engañados. Sólo es engañado quien quiere ser engañado. Ya sabemos muy bien que quien así habla es un estafador de la Palabra de Dios y que, por lo tanto, no debemos de hacerle caso en lo que dice.
- Si alguien dice que los dogmas pertenecen a los teólogos, pero no al simple pueblo cristiano. Si nos dice que eso son teorías y que hay que ser prácticos. Si nos dice que Jesús está en los demás, olvidándose de su Presencia Real en el Sagrario, de la cual no nos habla ... ¡estemos alerta! Esos tales nos están engañando. Lo que dicen es una falsedad. "Son falsos apóstoles, operarios engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no ha de extrañar, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Por tanto, no es mucho si también sus ministros se disfrazan de ministros de justicia; pero su fin será según sus obras" (2 Cor 11, 13-15).
No olvidemos que los dogmas son esenciales en la Religión Católica y que no se pueden saltar a la torera. Es más: son verdades absolutas que deben de ser creídas, aun cuando no se comprendan del todo, puesto que nos adentramos en el misterio de Dios. No son algo meramente teórico, apartado de la realidad de la gente.
Los Dogmas, que nos sirven para conocer a Jesucristo y a su Iglesia, son también la base -fundamental- sobre la que se sustenta la Moral y la Pastoral católicas. Si esta base se elimina -o simplemente se silencia, como si no existiera- todo el edificio se viene abajo ... o corre ese riesgo si no se actúa a tiempo ... aunque "el tiempo es breve" (1 Cor 7, 29). Se hace preciso actuar y pronto.
Se diga lo que se diga, la salvación no es universal ... De lo contrario, no aparecerían estas hermosas palabras del Apocalipsis escritas como fuego en nuestros corazones: "He aquí que vengo pronto y conmigo mi recompensa para dar a cada uno según sus obras" (Ap 22, 12).
No olvidemos que los dogmas son esenciales en la Religión Católica y que no se pueden saltar a la torera. Es más: son verdades absolutas que deben de ser creídas, aun cuando no se comprendan del todo, puesto que nos adentramos en el misterio de Dios. No son algo meramente teórico, apartado de la realidad de la gente.
Los Dogmas, que nos sirven para conocer a Jesucristo y a su Iglesia, son también la base -fundamental- sobre la que se sustenta la Moral y la Pastoral católicas. Si esta base se elimina -o simplemente se silencia, como si no existiera- todo el edificio se viene abajo ... o corre ese riesgo si no se actúa a tiempo ... aunque "el tiempo es breve" (1 Cor 7, 29). Se hace preciso actuar y pronto.
Se diga lo que se diga, la salvación no es universal ... De lo contrario, no aparecerían estas hermosas palabras del Apocalipsis escritas como fuego en nuestros corazones: "He aquí que vengo pronto y conmigo mi recompensa para dar a cada uno según sus obras" (Ap 22, 12).
Continuará
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