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martes, 6 de octubre de 2015

La muerte "digna" de Andrea (por Luis F. Pérez Bustamante)

El debate sobre la muerte "digna" se ha reabierto a raíz del caso de la niña de 12 años, Andrea. Podemos verlo, por ejemplo, aquí. Reproduzco en este blog un artículo de Luis F. Pérez Bustamante, el director de Infocatólica, cuyo modo de razonar, a raíz de este caso, pienso que nos puede ser bastante útil. En el fondo viene a ser, de nuevo, aquello que decía Fédor Dostoiesvsky: "Si Dios no existe, todo está permitido".


Hospital clínico de Santiago de Compostela

Andrea va a morir en breve. Tras padecer una terrible enfermendad neurológica degenerativa, sus padres, sin duda desesperados ante sus sufrimientos, han pedido que se le retire la alimentación para acelerar su muerte. Los médicos del hospital donde está ingresada, se opusieron en un primer momento a tal medida. Es lógico. Alimentar a un enfermo no tiene nada de encarnizamiento terapéutico. Es, simplemente, hacer lo que cualquier ser humano haría con otro.

Sin embargo, la presión mediática y judicial sobre los galenos les ha hecho cambiar de opinión. Andrea ha empezado ya a morir de desnutrición. No pasará hambre porque la van a sedar para que no sienta nada. Pero lo cierto es que su muerte se va a producir no tanto por la enfermedad que padece -aunque la misma habría provocado su fallecimiento- como por el hecho de que su cuerpo va a dejar de recibir el pan nuestro de cada día.

La Iglesia ya se ha pronunciado sobre este tipo de medidas. Mons. Reig Pla, el único obispo español que, aunque se enfrente a críticas y desprecios del mundo y de parte de sus colegas de episcopado, siempre habla claro sobre estas cosas, recordó hace unos días el dictamen de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Muchos dirán que la Iglesia puede opinar lo que le venga en gana pero sin imponer sus tesis a la sociedad. La realidad es que la Iglesia no puede imponer sus tesis, fruto de su conocimiento de la ley natural y su análisis de la Revelación, ni siquiera entre sus fieles. Primero, porque no tiene capacidad real de hacerlo. No verán ustedes a un guardia suizo poniendo grilletes a los fieles que vayan por libre. Segundo, porque siempre habrá algún obispo, sacerdote, teólogo, etc, que se dedique a contradecir públicamente lo que el Magisterio diga, sin que se mueva una simple briza de aire para impedir tal cosa. Es decir, en la Iglesia la defensa de la vida llega solo a la literalidad de ciertos textos y declaraciones. Cuando se trata de defenderla de verdad, expulsando de la comunión eclesial a quienes hacen la obra sucia de la cultura de la muerte dentro de la propia Iglesia, ésta mira para otro lado. Y no hace falta que dé ejemplos de eso, porque todos los conocemos.

Apelar a la humanidad y a la caridad para justificar que se deje de alimentar a un enfermo es un ejemplo más de la depravación de la conciencia del hombre caído en este momento de la historia. Hay mucha diferencia entre medicar a un enfermo para que no sufra dolor físico y provocar su muerte retirándole la alimentación.

En todo caso, lo que está en juego es si en este país se da vía libre a la eutanasia. Doy por hecho que así será. No hay apenas barrera alguna que impida que la cultura de la muerte imponga también el suicidio asistido. En una sociedad donde Dios no juega ningún papel, es normal que la gente que no quiere vivir, por las razones que sean, encuentren facilidad para poner fin a sus vidas. Y donde Cristo no reina, reina la muerte.

Volviendo al caso de Andrea, no hay muerte digna que consista en dejar de recibir alimento. Eso no se le hace ni a los perros ciegos. Ni a los caballos cojos. Ya que se han empeñado en que muera antes de lo que el transcurrir natural de su enfermedad determine, sería mejor que la mataran directamente por medio de una inyección letal, como si fuera un gatito en una clínica veterinaria. Sí, moralmente sería un crimen. Pero se dejaría al menos la hipocresía a un lado.

Vayamos preparándonos. Los siervos del mal siempre buscan casos extremos para justificar leyes indignas. Y en este país sabemos de casos en que han aplicado sedaciones para acabar con la vida de pacientes, tanto si lo pedían como si no. No daré nombres para que no me caiga una demanda. Pero tengan ustedes muy claro que una vez que se introduce la eutanasia, no habrá nada que impida que se aplique a quien ni siquiera la ha pedido. Otros decidirán por nosotros lo que es una vida digna y cómo alcanzar la “muerte digna”. Veremos si, pasado un tiempo, a los cristianos nos permiten al menos dejar por escrito que no queremos recibir la muerte que ellos proponen. Lo dudo.

Solo una cosa más. Los padres de Andrea son fruto de la sociedad española que ha apostatado del cristianismo. Aunque lo que piden es inaceptable para un católico fiel a la Iglesia, no tiene demasiado sentido cargar contra ellos. Son el síntoma, no la raíz del problema.

Luis Fernando Pérez Bustamante

sábado, 3 de octubre de 2015

Monseñor Sarasa

Artículo sacado del blog de Fray Gerundio


Aunque ya nada me sorprende, resulta muy llamativo el montaje organizado en muy pocas horas sobre la salida del armario de un curita monseñorini, agredido por esta sociedad eclesial tan madrastra, tan incomprensiva y tan tirana. Parece ser que al principio de su carrera abandonó todo por amor del Señor, y ahora abandona al Señor y a su fulgurante carrera diplomática-pedagógica vaticana por amor a otro señor con el que ya parece que convive algún tiempecito.

Es otro pasito más. Mi olfato de vetusto fraile me dice que esto estaba cuidadosamente programado. Por quien fuera. Pero encaja perfectamente en el guión del programa al que venimos asistiendo desde hace poco menos de tres años, cuando tanto escandalizó la famosa retórica del quién soy yo para juzgar, que abrió definitivamente la puerta a la aceptación por parte de la Iglesia Felizmente Actual (no la verdadera Iglesia de Jesucristo, sino la que nos quieren imponer estos traidores) al mundo de la homosexualidad. Nadie podrá decir a estas alturas que esto son interpretaciones mías, porque tenemos hechos y hechos, actitudes y actitudes, claramente comprensivas, misericordiosas y complacientes con todo este mundillo perverso de pecado y de ciscarse en la Ley Divina pasito a pasito.

Esta misma semana, antes de que se abriera la puerta del armario del jovenzuelo polaco, veíamos a Francisco locuaz, feliz y alegre conversando con su antiguo alumno amancebado con el jovencito indonesio. Y al mismo tiempo, el inefable Lombardi (el caradura Lombardi), aclarando que la recepción de la jueza americana no implica apoyar su actitud. ¡Dios mío! qué cantidad de aclaraciones para lo que está claro. El titular es bien sencillo: Al Papa le encanta el mundo homosexual y rechaza a todo el que lo ataca. Simpatías con ellos, antipatías con los otros. ¿Qué tal? Al fin y al cabo es una postura de misericordia, que nunca ha sabido ejercitar la Iglesia hasta Mi Llegada.

Nadie podrá decir que esto es falso, puesto que podríamos tener confecccionada en unos pocos minutos la lista de actitudes semejantes desde hace dos años y medio. Viajes de transexuales, cartas personal animando a la tela, guiños y apoyos a los de esta calaña, quejas de lo poco misericordiosa que ha sido la Iglesia hasta ahora, y el famoso quién soy yo que precedió a todo ello.

La puesta en escena de monseñor Sarasa (es que me lío con los apellidos polacos) ha sido genial. Por supuesto, vestido de clergyman para que se vea que ya se abre la puerta para el sacerdocio, con el hombro apoyadito en el concubino, con cara de éxtasis, placidez y luna de miel por haber hallado la felicidad al salir del armario. Y el día antes de que comience el Sínodo, para que se vea que estas situaciones de sufrimiento son reales y exigen que la Iglesia cambie la doctrina. Y encima con rueda de prensa añadida para explicar a la Cristiandad cuánto tiene que sufrir un hombre por querer vivir con otro hombre. No hay derecho a que la Iglesia imponga su tiranía. Así que entramos en la fase decisiva: quiero seguir siendo monseñorini, pero quiero seguir siendo… lo otro. ¿Por qué debe ser incompatible la sinceridad del armario abierto con el sacerdocio?

Pero no hay problema. Es que hemos entrado en otra fase más del complot desatado hace tiempo. Saldrán más del armario poco a poco. Y no pasará nada. Como éste tiene influencia en la Comisión Teológica Internacional, plagada de teólogos modernistas, lo mismo sacan un nuevo documento sobre el tema (apoyado en textos bíblicos, no faltaba más). Y lo mismo le hace secretario personal el Monseñor del Ascensor (que por cierto sigue en su mismo puesto todavía y sigue encerrado en el armario oficialmente). No sé, el caso es que ya comenzamos -con esta puesta en escena-, un nuevo capítulo. Por aquí comenzó la Iglesia Anglicana hace años y ahora tiene obispos con mitra gay o gays con mitra de obispos. Veremos lo que tardamos en imitarles.

Dice el Obispo del chico enamorado que recemos por él. Y efectivamente eso es lo que tenemos que hacer. Pero debemos también rezar por todos los que han hecho posible que se llegue a esta situación, por todos los que apoyan esta situación, por todos los que justifican esta situación y por todos los que están encantados con esta situación. El estanque de fuego está en modo de espera. Estaremos al tanto de las nuevas aclaraciones de Lombardi, en las que siempre resplandece la Verdad.

Fray Gerundio

viernes, 2 de octubre de 2015

La nueva Evangelización (2) : ¿Olor a oveja?


Como veníamos diciendo, en la Iglesia Católica, que es la Única verdadera y fundada por Jesucristo, no pueden coexistir dos Magisterios diferentes. Eso no tiene ningún sentido, es absurdo ... ¡en teoría! ... pero de hecho nos encontramos con discrepancias notorias entre algunos puntos de doctrina magisteriales postconciliares que son contrarios a otros, también magisteriales, pero preconciliares.


No se puede negar lo que es evidente: algo está fallando en la labor de Evangelización de la Iglesia ... y algo muy importante. Como siempre las palabras de Jesús, nuestro Maestro, están ahí para avisarnos e indicarnos el camino a seguir, de modo que sepamos discernir la verdad del error, el sentido común del disparate: "Todo reino dividido contra sí mismo queda desolado; y cae casa sobre casa" (Lc 11, 17).


Esta advertencia de nuestro Señor es muy importante. Y no podemos pasarla por alto, como nada de lo que Él dijo. No cabe duda de que existe división en el seno de la Iglesia (en el Reino de Cristo en la tierra). Da una pena inmensa de que así sea, pero la verdad debe primar siempre sobre nuestros deseos y sobre nuestros sentimientos: lo que un cristiano no debe (¡no debería!) de hacer nunca es adoptar la postura del avestruz y proceder como si nada ocurriera ... ¡porque no estaría en la verdad! ... Sí ocurre. Y lo que ocurre es, además, muy grave.


Fue providencial que el Concilio Vaticano II se proclamara a sí mismo como meramente pastoral, insistiendo en que la doctrina católica de siempre, definida dogmáticamente en los concilios anteriores, no se iba a tocar (¡no se podía tocar!). El sentido que se le dio a este Concilio fue solamente de tipo pastoral, con vistas a que el Mensaje del Evangelio llegara al mayor número de personas de una manera más inteligible: al menos eso fue lo que se dijo en su momento. Otra cosa muy diferente son los frutos que se recogieron -y se siguen recogiendo- a consecuencia de la puesta en práctica de las recomendaciones que surgen en la aplicación de algunos documentos de este Concilio; habiendo algunos puntos concretos del mismo que podrían afectar, incluso, a la misma Doctrina. Todo ello está en estudio.


Pero, en fin: si se tiene en cuenta esta consideración, el cristiano de a pie no tiene por qué preocuparse ni, mucho menos, angustiarse. Todo aquello que se vea que contradice el Magisterio anterior (de alguna manera) es descartado: con ello no se desobedece al Magisterio actual por la sencilla razón de que éste ha declinado la prerrogativa de infalible. El Magisterio anterior, en cambio, sí hizo uso, explícitamente, de esta prerrogativa de infalibilidad. De manera que, en caso de duda, el cristiano que lo sea de veras no tiene más que acudir a las verdades de siempre, a aquellas que han sido definidas de modo infalible por el Magisterio de la Iglesia.


Debemos de tener presente que el Magisterio actual en ningún momento ha declarado nada nuevo con ese distintivo de infalibilidad. Los fieles quedan así libres para prestar su asentimiento obligatorio sólo a aquellas enseñanzas del Magisterio que coincidan con las del Magisterio anterior. De este modo (siempre que se mire todo con los ojos de la fe) resulta que no cabe ninguna oposición entre Magisterios, como no podía ser de otra manera: Existe un único Magisterio, que es el de la Iglesia de siempre, al que debemos fidelidad todos los católicos: una fidelidad que, debemos recordar, es a los principios de la sana doctrina, contenida en las Sagradas Escrituras, enseñados por la Tradición y confirmados por el legítimo Magisterio de la Iglesia.


Siendo esto así, es fundamental el conocimiento de ese Magisterio, pues se corre el peligro -real- de que dicho Magisterio se difumine, debido -sobre todo- a la influencia de las corrientes modernistas, que se han infiltrado en la Iglesia y que amenazan con destruirla, si ello fuera posible.


El modernismo ataca sistemáticamente -o pone en duda, que viene a ser lo mismo- todo lo que en la Iglesia católica "huela" a sobrenatural. Son puestas en tela de juicio verdades intocables, que pertenecen al depósito de la Fe. Tales son, por poner algún ejemplo, la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía e incluso la realidad histórica de la Persona de Jesucristo.  Se niegan los milagros, a los que se considera como leyendas propias de gente del pasado e incultas (sin aportar ningún documento en contra de esos milagros, puesto que nada pueden aportar). Se niegan todas las verdades de fe: la existencia del pecado original, el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María así como su Asunción, en cuerpo y alma, a los cielos. Se niega que María fuese virgen y madre. Se niega la divinidad de Jesús y, por supuesto, su Resurrección y Ascensión, en cuerpo y alma, a los cielos, etc...


El objetivo del modernismo, condenado por el papa san Pío X, en su encíclica Pascendi, como la suma de todas las herejías, es la destrucción de la Iglesia. Y, lo peor de todo, es que el pensamiento modernista está muy infiltrado en la Iglesia (a niveles de las más altas Jerarquías eclesiásticas).


De ahí la enorme y acuciante necesidad de pastores santos que tiene la Iglesia para sobrevivir. Como cristianos de a pie nuestra misión es la de "rogar al dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (Mt 9, 38), pues "la mies es mucha, pero los obreros son pocos" (Mt 9, 37). Es importante señalar que estas expresiones anteriores, salidas de la boca del Señor, vienen inmediatamente después de este comentario de San Mateo, refiriéndose a Jesús: "Al ver a las multitudes se llenó de compasión por ellas, porque estaban maltratadas y abatidas, como ovejas que no tienen pastor" (Mt 9, 36)




Éste es el gran problema y, en realidad, el único problema: la falta de pastores verdaderos, aquellos de los que dice Jesús que van delante de las ovejas y las ovejas los siguen porque conocen su voz (Jn 10, 4). Pastores que entran por la Puerta de las ovejas, que es Jesús (Jn 10, 7.9). Jesús es también el buen Pastor, el Pastor por excelencia, aquél que da su vida por sus ovejas (Jn 10, 11.15) "y llama a sus propias ovejas por su nombre ... y las ovejas le siguen, porque conocen su voz" (Jn 10, 3-4).

El mundo de hoy necesita de estos pastores: pastores que hagan suya la vida de Jesucristo, que sean el mismo Cristo para las ovejas; y que esto lo hagan porque se han enamorado de Él hasta tal punto que han renunciado a vivir su propia vida.


Aunque el propio papa Francisco haya pedido a los sacerdotes que sean pastores con olor a oveja  y, dando por supuesto, que en las intenciones del santo Padre debe darse por sentado que el sentido de esa expresión es el de que los sacerdotes deben de estar en contacto con las ovejas para conocerlas mejor ... sin embargo existe el peligro -que es, además, una realidad contrastada por la experiencia- de que el pastor (el sacerdote) se confunda con el resto de las ovejas y aparezca ante ellas como una oveja más, no diferenciándose de ellas en nada.


¿Qué mensaje les van a dar, entonces? En su afán de aproximarse al mundo y de agradar al mundo, suelen acabar -casi siempre, y por desgracia- diciéndole al mundo lo que el mundo quiere oír ... ¡pero eso ya no sería el mensaje de Jesucristo, sino otra cosa! ... Se cumplirían en ellos aquellas palabras de la Biblia: "Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha" (1 Jn 4, 5).  Y esto es muy grave, pues así dice el apóstol Santiago: "¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, el que desee hacerse amigo de este mundo, se hace enemigo de Dios" (Sant 4, 4)


La consecuencia de esta "aproximación", de este "oler a ovejas", es que las ovejas van a seguir su camino, el mismo que seguían antes; y el sacerdote en cuestión, mezclado con ellas, va a ser considerado como una oveja más. Nada les ha dicho que ellas no supieran ya. Su presencia -eso sí- puede haberles servido, no para cambiar su estado de vida, sino para "tranquilizar" sus conciencias ..., falsa tranquilidad pues no se corresponde con la verdad. En realidad esas ovejas concretas que lo escuchan, no pretenden cambiar su modus vivendi. Son ovejas que están fuera del redil y desean permanecer así. No ocurre lo mismo con las ovejas del redil, aquellas que han escuchado alguna vez al buen Pastor. Éstas lo considerarán como un extraño: "Y ... huirán de él porque no conocen la voz de los extraños" (Jn 10, 5).


¿Cómo debe actuar, entonces, un sacerdote? ¿Cómo puede llevar a las almas a Dios? San Pablo nos da una respuesta en la que se deja ver, con toda claridad, que un sacerdote, para anunciar al Dios verdadero, al Único, no tiene más remedio -si no quiere adulterar la palabra de Dios- que hablar en Cristo, viviendo en sí mismo la vida de Jesús; y esto debe de hacerlo siempre, caiga quien caiga, pues la doctrina que predica no es suya. Por eso dice: "Somos para Dios el buen olor de Cristo, entre los que se salvan y entre los que se pierden; para unos olor de muerte para la muerte, para otros olor de vida para la vida" (2 Cor 2, 15-16)



[El texto es más completo si se lee 2 Cor 2, 14-17]

El sacerdote no debe mezclarse con las ovejas como una oveja más ... sencillamente porque no lo es. Su oficio es el de pastor; y lo que las ovejas necesitan de sus pastores es que éstos les hablen de Jesucristo, que sean para ellas el mismo Cristo y que perciban, de alguna manera, que son importantes para ellos y que estarían dispuestos, incluso,  a "dar su vida por ellas" (Jn 10, 15), si fuese preciso. Si tal cosa ocurre, entonces "las ovejas les seguirán, porque ahora conocen su voz" (Jn 10, 4) que no es otra que la voz del mismo Jesucristo, a quien representan, el cual "ha venido para que éstas tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10, 10).

Para apacentar bien a las ovejas hay que quererlas del modo y manera en que Jesucristo las quiere, es decir, hasta dar la vida por ellas, si se presentase la ocasión (Jn 13, 1). Esta condición es necesaria para que el pastor sea un buen pastor (cfr Jn 21, 15-17). De lo contrario no será sino un extraño para las ovejas; y éstas no oirán su voz sino que huirán de él (Jn 10, 5).

(Continuará)

jueves, 1 de octubre de 2015

Viaje del papa Francisco a Cuba y Estados Unidos o Doctrina Cero en la Zona Zero (por Fray Gerundio)


El siguiente artículo de Fray Gerundio está tomado de la página web de Adelante la Fe. Su lectura meditada debería de hacernos conscientes de la crisis tan grande por la que está atravesando hoy la Iglesia y, por lo tanto, de la necesidad urgente de la oración, que es el único medio querido por Jesucristo para situaciones análogas que se han dado a lo largo de la historia de la Iglesia. Sin la oración, que es la fuerza del hombre y la debilidad del hombres, estamos simplemente perdidos.

ZONA ZERO

Me han pedido mis jóvenes novicios mi particular balance de la reciente visita apostólica de Francisco a Cuba y a los Estados Unidos. Ellos han visto todas y cada una de las actuaciones del Papa en cada momento. Han estado pegados al televisor durante toda la semana y han leído y requeteleído los discursos y soflamas pontificias. Han disfrutado de todo y han celebrado el éxito. Piensan que ha sido un viaje descomunal, magnífico y de incalculables consecuencias.

La verdad es que solamente estoy de acuerdo con ellos en esto último: las incalculables consecuencias. Porque sólo Dios sabrá el daño que una vez más se ha infligido al Pontificado en este periplo franciscano. No habría tiempo ni espacio para hacer un análisis pormenorizado de todas y cada una de las acciones de Francisco en estos días. Sería para escribir un Ensayo de muchas páginas. Otros lo han intentado hacer, pero yo no tengo fuerzas para ello. Ni humor. Ni capacidad cardíaca capaz de resistir el análisis detallado de todas las frases ingeniosas vertidas por él. Y mucho menos tengo fuerzas para escuchar otra vez las frases que -según gustan decir los periodistas alfombrados-, se salían del discurso programado. Estas eran mucho peores de digerir. Ni Demóstenes en sus mejores momentos ...

Bueno, el caso es que algo de esto he comentado con mis novicios. Para mí ha sido un viaje Cero, siendo bastante generoso en la calificación. Porque seguro que ha sido bien negativo. Desde luego en cuanto a la Doctrina, cero bien redondo y gordito. Ahora, en cuanto al oportunismo y la demagogia, sí que podemos calificarlo de sobresaliente.

No me imagino a San Pedro o a San Pablo haciendo viajes apostólicos de esta guisa. Los viajes de Francisco no tienen nada de apostólicos. Y tampoco tienen nada de audaces y valientes, a pesar de lo que digan los medios afines.

No me parece nada valiente dejar de hablar y condenar el comunismo ante las barbas de los Castro, porque ya se sabe que habría ido inmediatamente a parar al cubo de la basura y habría sido expulsado inmediatamente de la Isla Paradisíaca.

No es valiente eludir el tema de las libertades en la Isla (él que ama tanto las libertades). Hay que ver la de veces que ha predicado sobre ello…

Tampoco tiene nada de valiente no visitar ninguna cárcel, cuando le encanta visitar a los encarcelados de todos los meridianos por los que pasa. 


Y tampoco es valiente no mentar la cantidad de muertos producidos (como dicen ahora) por el comunismo reinante durante estos últimos lustros. 

No es valiente decir en el avión: no me consta que hubiera detenciones o no he concedido entrevistas. La misma visita al divino Fidel tampoco estaba programada (¿?), pero se hizo en medio de inciensos y botafumeiros.

Y no me parece nada valiente hablar en contra del capitalismo, ante un auditorio (el Congreso y Senado norteamericanos), que todavía conservan el uso de las formas y la educación diplomática por lo que no le han dicho absolutamente nada, y no le han expulsado de la reunión. Fueron correctos y corteses:  Aplaudían, lloraban, se emocionaban… mientras él no dijo ni una palabra sobre las prácticas asesino-abortivas de Planet Parenthood. Prácticas cuya financiación por las Cámaras fue refrendada justamente al día siguiente del discurso papal. Y con la ayuda del íntimo Obama, al que Dios guarde y a quien felicitó por el cuidado de la atmósfera. Mucho hablar del tráfico de armas, pero ni un vocablo sobre el tráfico de embriones despedazados todavía con vida. Mucho hablar de la pena de muerte, pero ni una palabra clara en contra del aborto, así con sus letras.

¡¡¡ Valiente valentía!!!

Ya me imagino a los senadores diciendo: Habla, habla, que mañana te vas a enterar de lo que puede hacer el capitalismo: Plas, plas, plas. Me hizo gracia ver a los Senadores levantándose por turnos para aplaudir las palabras del Papa Católico insistiendo en la necesidad de evitar el tráfico de armas, la polución atmosférica, la pena de muerte, el capitalismo perverso y no sé cuántas cosas más. Al día siguiente han ejecutado a la mujer por la que intercedió Francisco (con lo cual ha subido más puestos en su fama de gafe), hasta el punto de que ya nadie va a querer que interceda por él. Trae mala suerte.

Esto de plantear los viajes con la etiqueta de pontífice ambiental y global, como si se tratara del Dalai Lama o el Gran Mustafá del Oriente o el Rabino Mayor del Reino o todo junto, es hilarante. El pobre Dalai Lama (el auténtico) ya no aparece por ninguna parte, porque sus funciones las ha ocupado Francisco. Le ha fastidiado las giras frecuentes que antes hacía. 


Y es que los viajes del Papa, lamentablemente para los católicos, ya solamente sirven para afrontar los temas humanos, las doctrinas humanas, las soluciones humanas, los problemas humanos. Ellos hablan de doctrinas humanas ... decía el Nuevo Testamento de antaño.

Digo que no me imagino a San Pablo reuniéndose con el Rabino de Corinto o con la Gran Sacerdotisa del Templo de Apolo o con los Empresarios de Mercaderes de Esclavos para hablarles de que todas las religiones nos llevan al mismo Dios, o de que la esclavitud debiera ser eliminada, o de que acogieran a los cretenses inmigrantes. Que yo sepa, solamente habló de Jesucristo y por cierto, le pegó un buen palo a los pecados contra la carne, que tan de moda estaban en aquel Corinto a lo LGTB actual. ¡Ah! y no tuvo necesidad san Pablo de hacer un festival de cantos, con Aretha y sus bailarinas con celofán.

Mis novicios están escandalizados de lo que les he dicho esta tarde. Pero me parece que hay muchos católicos que piensan como yo, aunque no lo digan o lo quieran disimular. Porque tampoco convenció, ni se mojó demasiado en sus discursos sobre la Familia, en los que dejó al matrimonio en un discreto segundo plano, a espera de nuevas intervenciones sinodales.

De todos modos, hay una perla escondida en las intervenciones del Santo Padre, que estoy seguro que va a ser decisiva. En Estados Unidos dijo a los inmigrantes: No se arrepientan de sus tradiciones. Lo cual quiere decir que eso de la tradición es bueno para él. Yo desde luego no me arrepiento de mis tradiciones. Me da gusto que el Papa nos diga a los católicos que no dejemos las tradiciones. Quizá comiencen el Sínodo con una llamada a la Tradición de la Doctrina sobre el Matrimonio y con una Misa Tradicional de apertura.

Pero me da la nariz que no se refiere a las tradiciones católicas. Sólo a las culturales, psicológicas, ambientales y dietéticas. Digo yo. Y a las tradiciones judías, por supuesto. Y a las tradiciones célticas. Y a las vikingas.

Bueno, ya acabó la Fiesta. Ahora, a por el Sínodo.

¡¡¡Pobres novicios ingenuos!!!

Fray Gerundio

martes, 29 de septiembre de 2015

LAS GRANDES MENTIRAS DE LA HISTORIA (Vídeos) (Javier Paredes)


Es bueno y mentalmente sano llamar a las cosas por su nombre. Pero para eso es conveniente conocer la verdad, en este caso la verdad histórica acerca de lo que realmente ocurrió en infinidad de casos ... una verdad que desconocemos. Y en el programa Marcando el Norte, en unas entrevistas del doctor Javier Paredes al doctor Bárcenas, de tan solo 25 minutos cada una, se van aclarando ciertos temas, de una manera sencilla y rigurosa.

Merece la pena escucharlas (no todas el mismo día, pues no es conveniente atiborrarse de conocimientos). El enlace para ello se puede encontrar pinchando aquí.  De momento disponemos de tres de ellas que paso a reflejar en este blog:






Persecución actual de los cristianos en el mundo árabe (Videos)


PERSECUCIÓN CRISTIANA A NIVEL MUNDIAL
 3:42 minutos (Abril 2015)

 SILENCIO CULPABLE 
6:39  minutos (Junio 2015)


 TOCAN A REBATO 
5:18 minutos (Agosto 2015)

viernes, 25 de septiembre de 2015

La nueva Evangelización (1) : La "canonización" del Concilio Vaticano II



San Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII (antes del Concilio Vaticano II)
San Juan XXIII, Beato Pablo VI, Juan Pablo I, San Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco (después del Concilio Vaticano II)

Era yo todavía muy joven y ya llegaban a mis oídos esas expresiones que, a primera vista y no pensando demasiado, aparecen como agradables al oído, por esa idea de "lo nuevo" a la que solemos tender la mayoría de los hombres: Es preciso cambiar. Renovarse o morir. No podemos ser retrógrados y quedarnos en la antigüedad. Tenemos que vivir en el tiempo en el que nos ha tocado vivir, etc... En el caso del cristianismo todo ello se concretaba en una expresión un tanto especial: el "aggiornamento" (que surgió posteriormente a la celebración del Concilio Vaticano II). 

Traducido al lenguaje ordinario significaba -en teoría- que el cristiano debía de ser un hombre de su tiempo y hablarle a la gente con el lenguaje que la gente utilizaba para poder ser así entendido por ellos. Si no se actuaba de esa manera, entonces el atractivo del Evangelio quedaría difuminado, la mayoría no entendería nada del mensaje de Jesucristo y éste sería sólo para unos pocos cristianos de élite, pero no para la gran mayoría de las personas. Es preciso modernizarse y no quedarse anclado en el pasado -se decía. Sólo así se podría atraer a la gente al Señor, que de eso se trataba.

Y algo de verdad había en ello. Es más: en cierto modo, tenían toda la razón del mundo, pues ¿cómo va a seguir la gente a Jesucristo si no entiende tu lenguaje cuando les hablas de Él? ... Sin embargo, como suele ocurrir en casi todas las cosas, también aquí había gato encerrado. Este tipo de argumentación, al que acabamos de aludir, esconde un sofisma, que es incluso desconocido, a veces, por quien argumenta ... Y es que el lenguaje que la gente entiende (
¡de verdad!) no es tanto el del significado de las palabras que, por supuesto, es esencial, cuanto el de los hechos, pues éste no engaña nunca. Las palabras, por bellas que sean, si se quedan sólo en palabras, producen un gran desencanto en quien las escucha: no le llegan al corazón; y entonces no sirven absolutamente para nada; desencanto que es tanto mayor cuanto más bello es lo que se anuncia.

Dejando aparte las intenciones de quienes pusieron en marcha ese movimiento de "aggiornamento" o "modernización" de la Iglesia que, sin lugar a dudas, es de suponer que fueron buenas (¡nadie conoce el corazón de las personas, excepto Dios!) lo cierto y verdaderamente importante son los frutos producidos (o no producidos, como en el presente caso): los hechos son los que cantan, se suele decir. Y aunque esto es algo de sentido común, dado que la mente de las personas tiende a oscurecerse, a causa del pecado, nuestro Señor nos lo recuerda para que lo tengamos siempre en cuenta. Éste es el criterio definitivo para discernir entre lo bueno y lo malo: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 20) 

Pues bien: después del Concilio Vaticano II, los frutos que se produjeron al intentar llevar a la práctica esa idea de mayor acercamiento a la gente, ese "aggiornamento" no fueron precisamente los que se habían anunciado. El efecto producido fue exactamente el contrario al que, teóricamente, se esperaba. A modo de ejemplo, sin ánimo de ser exhaustivo, me viene rápidamente a la memoria, lo siguiente:

- Hubo una gran deserción en masa de sacerdotes que se secularizaron y se casaron

- Disminuyó el número de vocaciones, hasta el punto de que a día de hoy  los seminarios están casi vacíos ... Y esto parece que es sólo el comienzo

Las sotanas se abandonaron, por aquello de que el sacerdote era un hombre como los demás y tenía que vestir también igual que los demás; así podría acercarse más a ellos para hacerse entender ... olvidando lo que dice el autor de la carta a los hebreos: "Todo sumo sacerdote, elegido de entre los hombres, es constituido en favor de los hombres, para las cosas relativas a Dios" (Heb 5, 1). Cierto que el sacerdote es un hombre como los demás, pero ha sido elegido entre los hombres (elección que supone una cierta separación, con vistas a una misión cual es la de hacer bien a los hombres y conducirles hasta Dios), ..., a consecuencia de lo cual la gente dejó de acudir a los sacerdotes, quienes perdieron el respeto que siempre se había tenido hacia ellos; y disminuyó el número de confesiones, hasta el punto de que hoy en día es muy poca -y cada vez menos- la gente que se confiesa. Lo que tiene cierto sentido, puesto que hoy no se habla -o se habla muy poco- de la realidad tremenda del pecado y de la necesidad de conversión. Y si no hay pecado, ¿qué necesidad hay de confesarse? ¡Qué mal se entiende hoy el concepto de misericordia! La gente piensa que todo el mundo se salva, porque Dios es misericordioso -y es Padre- y no puede consentir que ninguno de sus hijos vaya al Infierno ... un Infierno en el que, por cierto, tampoco se cree.

-Se cambió la liturgia, suprimiendo la misa en latín: de este modo la gente se enteraría mejor del contenido de la misa. Pues bien: ahora que la gente entiende el idioma ... ¡apenas si van a misa! ... y, en particular los jóvenes.  El resultado fue justo el contrario del que se pretendía.

[En honor a la verdad, hay que decir que aquél que quería podía enterarse perfectamente de la misa pues había misales, con su correspondiente  traducción del latín a la lengua vernácula. El dar tantas facilidades a la gente suele ser pernicioso, a la larga ... y también a la corta. Además, no hay que olvidar que las homilías siempre han sido pronunciadas, tanto antes como ahora, en el idioma que la gente usa, según sea su país de origen. Hacerlo de otra manera sería absurdo] 


- El sacerdote comenzó a decir la misa de cara al pueblo cuando antes, tanto él como la gente que asistía a Misa, se dirigían todos a Dios, a Jesucristo, que está oculto, pero verdaderamente presente, en el sagrario. La centralidad ha pasado de Dios al pueblo, cuando es Dios -y no el pueblo- el centro de la vida cristiana y hacia Él tienen que converger todas las miradas. Esto ahora no ocurre.

-Se pasó a que todo el que quisiera pudiera comulgar en la mano, perdiéndose así, en gran medida, el sentido de lo sagrado y la esencialidad de la Presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, una Presencia en la que mucha gente ya no cree. Los sagrarios fueron relegados a capillas laterales, como todavía continúan en la mayoría de los templos católicos. 

Y habría que seguir añadiendo un largo etcétera, pero la muestra pienso que es significativa. Son muchos los que dijeron, al principio, que todas estas cosas que ocurrieron no fueron a causa del Concilio, aunque sucedieran después del Concilio, y que hubo una interpretación errónea del mismo. Esta idea, como digo, fue usada sólo en los primeros años posteriores al Concilio, pero hoy ya no se sostiene, a la vista de los hechos que son claros y contundentes.

Durante los últimos cincuenta años, curiosamente se ha estado hablando, de modo insistente, en lo que se conoció como la "Primavera de la Iglesia" (en tiempos de Juan Pablo II) así como del "Nuevo Pentecostés" (en la época de Benedicto XVI) ... ¡como si la Iglesia estuviese pasando ahora por sus mejores momentos y, además, como consecuencia de la aplicación de los documentos del Concilio Vaticano II ! ... cuando lo cierto y verdad es que estamos atravesando una de las mayores crisis, por no decir la mayor, en toda la historia de la Iglesia. Los hechos, de nuevo -y siempre- los hechos, demuestran que nunca la fe de los cristianos - sobre todo en Europa, aunque extensible al resto del planeta- ha sido tan pequeña como hoy en día: vivimos en una época de apostasía generalizada y de olvido y de rechazo de Dios: yo no le llamaría primavera a esta situación eclesial, porque no lo es, en absoluto.

[Siendo tan complicado el proceso de canonización, no deja de llamar la atención el hecho consumado de que prácticamente todos los Papas relacionados con el Concilio Vaticano II han sido canonizados por el papa Francisco. Lo fueron Juan XXIII y Juan Pablo II el 27 de abril de 2014 (el primero sin esperar a la confirmación de un segundo milagro). También fue beatificado el papa Pablo VI el 19 de octubre de 2014Francisco pasa así a ser el primer Papa en haber proclamado santos a tres Papas  (en realidad, sólo a dos, pues Pablo VI fue proclamado beato. No me extrañaría, sin embargo que, con motivo del año de la misericordia, que comienza el 8 de diciembre de 2015, fecha en la que concluyó el Concilio Vaticano II (hace 50 años, el 8 de diciembre de 1965, con una misa presidida por el papa Pablo VI), se procediera también, a la canonización del ya beato Pablo VI. Esto es sólo una intución personal. Si tal cosa ocurriese -y, en realidad, aunque no ocurriese- sería, a mi modo de ver, una manera de canonizar el propio Concilio Vaticano II, si es que tiene algún sentido hablar así ... un Concilio que nació siendo puramente pastoral y en el que aparecen algunos puntos muy discutibles, desde un punto de vista dogmático. En particular aquellos que se refieren al ecumenismo y al diálogo interreligioso, entre otros ... Y, sin embargo, se congelan las canonizaciones de Pío IX y Pío XII, que hoy serían tenidos por políticamente incorrectos en muchos aspectos de Doctrina. Hay que dar paso a los hombres del Concilio Vaticano II y su espíritu modernista. Así están las cosas].


Los hechos han demostrado -y siguen demostrando- con claridad meridiana, que esa idea de acercamiento al mundo, de "aggiornamento" y de modernización de la Iglesia, tal y como se llevó a la práctica dicho acercamiento (que es tal y como se entendió), ha producido y está produciendo efectos catastróficos en el seno de la Iglesia Católica.
Mi pregunta es: Si los frutos del Concilio Vaticano II son los que estamos viendo hoy en la Iglesia ... ¡y no son buenos frutos! ... ¿por qué se quiere "canonizar" este Concilio? ... Sencillamente, no logro entenderlo. O quizás sí. Pero la profundización en ese otro aspecto rebasa los límites de lo que nos hemos propuesto en este artículo.


(Continuará)

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Esto es el PP. Cifuentes multará las expresiones "vejatorias" contra los lobbies feministas y gay (Eulogio López)


En un nuevo artículo el director de Hispanidad, Eulogio López señala muy acertadamente cómo es el PP, en realidad ... porque es un hecho, avalado -y no desmentido- por la experiencia, que el PP no se diferencia, prácticamente en nada, ideológicamente hablando, del PSOE o de cualquier otro partido radical de izquierdas, como Podemos. Esto es bueno tenerlo en cuenta a la hora de votar; llegado el momento, se nos olvida.

Resulta que la tan cacareada democracia y la tan defendida libertad lo es sólo para algunos, hasta el punto de que llegará un momento (¡ya ha llegado!) en el que no se podrá opinar sobre determinados temas, so pena de ser multado y perseguido. 

Aquello de que la justicia es la misma para todos, como así debe de ser, se aplicará ahora de un modo muy sui generis. En realidad, se trata de más de lo mismo: la aplicación de la famosa ley del embudo, que parece ser intemporal, aunque cambie de nombre; ahora relativa a la libertad de las personas.

Si el que discrimina lo hace contra el colectivo gay será multado y penalizado porque estaría atentando contra el derecho de esas personas a manifestarse libremente en función de su identidad sexual. Tal discriminación será considerada como una incitación al odio y a la violencia, por razón de sexo, en aplicación del artículo 510 del Código Penal vigente desde Zapatero.

Si la discriminación tiene lugar contra la Religión católica (un ejemplo podría ser la blasfemia) entonces será considerada como un ejercicio propio de la libertad de expresión del blasfemo, que es lo que caracteriza a una democracia. Recuérdese el famoso caso de la revista Charlie Hebdo, del que ya se ha hablado en este blog (aquí y aquí) ... No lo acabo de entender muy bien, la verdad. Curioso enfoque éste de la lógica: según quien sea el que robe estará bien o estará muy mal ... ¿Bueno? Así nos va ... ¡en todo!

Cristina Cifuentes
La ‘choni’ del PP, a la sazón presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes (en la imagen) impondrá sanciones administrativas de hasta 45.000 euros (el doble del salario medio anual español) para “proteger al colectivo gay” y al lobby feminista.

Su celo es de tal furor que no tolerará el “uso de expresiones vejatorias” contra mujeres y homosexuales. ¿No es hermoso?

Considerando que los del orgullo gay y las de la ideología de género tienen la piel muy fina, lo que busca Cifuentes es, simplemente, impedir toda crítica, por muy respetuosa que sea, respecto al feminismo radical y respecto a la homosexualidad. Bajo amenaza de multa, naturalmente. Y por la fuerza. Claro está. Es decir, Cifuentes resucita la censura.

Aunque la presidenta de la Comunidad de Madrid tiene pocas ideas pero extraordinariamente confusas. De hecho, la censura de Cifuentes no supone ninguna originalidad: bebe de la fuente del artículo 510 del Código Penal vigente, obra de Zapatero, corregido y ampliado por Rajoy, que condena, con penas de cárcel de hasta cuatro años, cualquier crítica (incitación al odio y a la violencia, le llaman) por razón de sexo, raza o religión.

Pero no se apuren que Cifuentes no se plantea sancionar al blasfemo: a fin de cuentas la blasfemia sólo resulta vejatoria para los católicos. Y la choni del PP es cristófoba y abortera

[De hecho, toda la cúpula del PP festeja el "matrimonio" homosexual]

Por cierto, Madrid no hace más que seguir la estela de Andalucía y Extremadura y, sobre todo, el espíritu del 510: ella no puede encarcelar -ya le gustaría- pero sí puede vaciar el bolsillo de todo aquel que pretenda ser políticamente incorrecto.

Al final no podremos abrir la boca, gracias a la muy democrática Cifuentes.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com

martes, 22 de septiembre de 2015

La santa ira (Manuel de Prada)


veces recibo reconvenciones de hipócritas que reprochan mis palabras gruesas e injuriosas, mis intemperancias y raptos coléricos; aunque, más frecuentemente, los hipócritas, en lugar de decírmelo a la cara, se dirigen a quien puede hacerme más daño. Es cierto que a veces deslizo expresiones agrias en mis artículos; pero siempre van dirigidas contra iniquidades que claman al cielo, o contra los canallas que las conciben y ejecutan, por lo que mucho más escandaloso sería callar. Pero el hipócrita, bajo sus modales suavones y sus afectaciones pazguatas, es siempre un monstruo de iniquidad que desea que las iniquidades queden impunes. Mucho me repugnan los reproches de los hipócritas; pero mucho más todavía me repugna que, para reconvenirme, me digan melifluamente que es «muy poco cristiano» adoptar actitudes arriscadas, porque lo que Jesús deseaba es que fuésemos mansos y pusiésemos la otra mejilla.

Tal sonsonete se funda, naturalmente, en una imagen totalmente tergiversada de Cristo, que cuando exhortaba a la mansedumbre no nos estaba pidiendo que fuésemos unos eunucos con horchata en las venas, ni unos pánfilos miramelindos, ni unos moderaditos inofensivos, sino personas que acatan dócilmente la voluntad divina. Tampoco cuando emplea la imagen retórica de poner la otra mejilla nos está pidiendo Cristo que nos convirtamos en unos seres pasivos que se dejan vapulear por sus agresores, sino que nos recuerda que Dios está con quien recibe una agresión por su causa; y que debemos hacérselo ver al agresor, para que entienda que el daño de su bofetada es ínfimo, comparado con el beneficio de la caricia divina. Que Jesús fue misericordioso y compasivo ante las debilidades del prójimo es algo que está fuera de toda duda; pero que fuese ese ser almibarado y merengosín que pretenden ciertos hipócritas, una especie de paladín del pacifismo más bobalicón y soplagaitas, es falso de toda falsedad. Jesucristo fue el Cordero de Dios, pero también el León de Judá; y de sus rugidos y zarpazos están llenos los Evangelios, que basta leer para que este falso Jesucristo de pitiminí que los hipócritas han construido se derrumbe ante nuestros ojos. Cuando leemos los Evangelios descubrimos, por ejemplo, que Jesús empleaba palabras consoladoras para sanar a los afligidos; pero descubrimos que también empleaba silencios enigmáticos, respuestas irónicas, parábolas terribles, discursos airados y hasta arrebatos coléricos. Jesús, en fin, nada tiene que ver con un predicador capón y melifluo que sonríe condescendiente ante las travesuras de los hombres, a los que mira con plácida benignidad; por el contrario, se revuelve viril y enojado contra los hombres cuando los sorprende en falta, los maldice e increpa con palabras acres, los reprende sin paños calientes y, llegado el caso, se lía a zurriagazos con ellos.

Esta santa ira nos sobrecoge a veces por su ferocidad; pero nos sobrecoge todavía más porque estalla cuando menos lo esperamos. Así, por ejemplo, en el Cenáculo, cuando Pedro se pone suavón y pazguato y lo invita a rehuir la Pasión, Jesús le lanza un anatema brutal (sobre todo teniendo en cuenta que antes lo ha elegido su vicario en la Tierra): «Apártate de mí, Satanás». No tiene empacho Jesús en llorar amorosamente sobre la ciudad que está a punto de inmolarlo; pero tampoco tiene empacho en profetizar que Cafarnaum y Betsaida padecerán mayor condena que Sodoma. A la higuera estéril la maldice, aunque como el mismo evangelista reconoce «no era tiempo de higos». A los mercaderes que se habían instalado en el atrio del templo los expulsa sin miramientos, armado de un látigo. Y a los fariseos les lanza una portentosa filípica, sin recatarse de acribillarlos con las palabras más gruesas e injuriosas: «Raza de víboras, sepulcros blanqueados», etcétera.

Y, en fin, no encontramos en toda la predicación de Cristo ninguno de los tópicos habituales a favor de la paz que tanto gustan de atribuirle los hipócritas. No hallamos en sus palabras ninguna execración de la guerra; y hasta llegó a cultivar cierta amistad con algunos soldados romanos. La paz que repartía a manos llenas entre sus seguidores nada tiene que ver con la paz del mundo, sino con la paz del alma, que se llena de la fragancia de los nardos cuando Dios anida dentro de ella. Y, en fin, Jesús nos advierte sin ambages que no ha venido a traer la paz, sino la espada, y a revolver al hijo contra el padre y a la nuera contra la suegra. Nada más natural, pues, para afrontar tales batallas, que armarse de santa ira. El León de Judá nunca dejó de mostrarse airado ante quienes lo merecían; y reservó sus iras mayores para los bellacos hipócritas.


Juan Manuel de Prada

viernes, 18 de septiembre de 2015

MEDJUGORJE y el SÍNODO (Eulogio López)


En este artículo, Eulogio López, el director de Hispanidad, señala algunas razones por las que se está dilatando en el Vaticano la aceptación del carácter sobrenatural de las apariciones de la Virgen en Medjugorge

Comienza haciendo una serie de consideraciones; y luego se explaya comentándolas. Éstas son las consideraciones:

- Rumores entre los vaticanólogos sobre una decisión inminente… en contra de que minusvalorará las apariciones.

- Lo que denigraría a los millones de católicos que consideran las apariciones marianas en Bosnia como parte de sus vidas.

- ¿Es posible negar los prodigios de Medjugorje?

- ¿Y el hecho, mucho más relevante, de que se haya convertido en la capital mundial de la conversión y la confesión?

Y éste es el artículo:


Si lo que aparece en este blog es cierto es como para echarse a temblar. Como dice la canción, estaríamos “tocando fondo”, pero me temo que la información tiene lógica. Lo cual no significa que sea cierta (hay muchos argumentos tan lógicos como falsos) pero…

Hispanidad publicó en su día que la Iglesia había aprobado las apariciones de la Virgen María en Medjugorje. ¿Por qué lo hicimos? Pues porque teníamos información de la Comisión vaticana que analizaba el asunto y, como muchos otros periodistas, sabíamos que la Comisión presidida por el cardenal Camillo Ruini concluía en la línea de lo que piensan todos los que han visitado la aldea de Bosnia-Herzegovina así como otros muchos que no la han visitado: que por sus frutos los conoceréis y que Medjugorje se ha convertido en la capital mundial de la confesión y la conversión. Con dos excepciones: una de ellas la del Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.

Y otra cosa más: que los prodigios -no se me ocurre otro nombre- que ocurren y se ven en Medjugorje no son ni pueden ser un truco.

Por si fuera poco, varios de los miembros de la susodicha Comisión Ruini concedieron entrevistas en las que sólo les bastaba gritar ¡Viva Medjugorje! ... No es para menos. Como me decía un sacerdote veteranísimo, que se pasaba un mes de verano en Herzegovina:  Confieso diez horas diarias y lo que he visto allí no lo he visto en ningún sitio.

Vamos, con el relato de la cuestión “Medjugorje sí, Medjugorje no”, Benedicto XVI creó en 2010 la precitada Comisión para analizar el fraude o la sobrenaturalidad de las apariciones marianas de Medjugorje, que se iniciaron en 1981. La creación de esa Comisión vaticana sólo puede entenderse como una desautorización en toda regla de los obispos de Mostar, siempre en contra de Medjugorje, como los de Santander se empecinaron en contra de Garabandal. Recuerden que, cuando de hechos sobrenaturales hablamos, es el ordinario del lugar el que tiene la primera palabra. Ocurre que, como San Juan Pablo II y Benedicto XVI sí creían en la sobrenaturalidad de Medjugorje, y como los videntes fueron fieles, la pequeña localidad de Herzegovina se convirtió en la capital mundial del cambio, de la verdadera Reforma en la Iglesia. Y entonces Benedicto XVI decidió formar la Comisión, harto de la oposición del Obispado de Mostar.

Total: la Comisión termina sus trabajos -hace dos años- y se lo reenvía al Papa Francisco, previo paso por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la fe, dirigida por la casi única oposición, dentro de la Comisión, del cardenal Gerhard Ludwig Müller.

Es ahí cuando Hispanidad publica lo que publica. Pero tan sólo 24 horas después, sucede algo curioso. Atención, que el camino es largo: uno de los videntes, Iván Dragicevic, viaja, una vez más, a Estados Unidos, para dirigirse a los fieles. Pues bien: el nuncio de su Santidad en Estados Unidos prohíbe que se le acoja en parroquia alguna, le enmudece. ¿Y qué es un testigo sin un mensaje? Y, ojo, el nuncio evoca como autoridad para su tajante decisión, al prefecto Müller.

A partir de ahí, urbi et orbe, Medjugorje pasa a ser objeto de sospecha. El cardenal Madariaga, miembro del G-8 y muy próximo al Papa, no acude a la conmemoración anual centroamericana de Medjugorje, a pesar de ser un habitual, y algunas diócesis incluso prohíben viajar allá, contraviniendo así la ordenanza de Pablo VI tras Garabandal: no se necesita permiso alguno de la autoridad eclesiástica para peregrinar a un lugar de oración y apariciones, independientemente de lo que la Iglesia haya dictaminado sobre ello. En plata, que los católicos han hecho caso a Pablo VI y no a esos obispados (muy minoritarios ciertamente).

Y la guinda: el propio Papa Francisco dice, días después, lo siguiente: “Hijos míos, la Virgen es nuestra madre y nos quiere pero no es una estafeta de correos para estar emitiendo mensajes todo el día”.

Pero como resulta que negar la sobrenaturalidad de Medjugorje sería muy fuerte, habida cuenta de los millones de personas que rezan a la ‘Gospa’, y para los que Medjugorje significa mucho en sus vidas, la resolución final se está dilatando. Durante su reciente viaje a Sarajevo el Papa Francisco respondió a una pregunta sobre su decisión acerca de las apariciones con escaso entusiasmo y aludiendo a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, que en breve remitirá el informe.

Pues eso, cuidado, porque censurar a la Virgen nunca sale gratis. En estos momentos cruciales nos puede salir muy caro.

Dicho de otra forma, estamos en vísperas de la segunda parte del Foro (perdón, Sínodo) de la Familia y en vísperas de la decisión sobre la sobrenaturalidad o estafa de Medjugorje. Es decir en vísperas de los dos aspectos donde nos lo jugamos todo: la Eucaristía y Nuestra Señora .


Eulogio López
eulogio@hispanidad.com

jueves, 17 de septiembre de 2015

Buenos Aires desemboca en el Tíber, pasando por el Rhin (Fray Gerundio)


Ya está claro. La publicación de la lista de participantes en el inminente Sínodo, junto a las decisiones y posiciones (posicionamientos, se dice ahora) de las últimas semanas, deja bien clarito cuáles son las posturas y los intereses que se mueven bajo el subsuelo pontifical. Se me ocurre que esto es como una receta de cocina para hacer un emparedado: el matrimonio asado y carbonizado a fuego-express y previamente adobado para que todo salga bien. O sea, mal.


¿Que hay una línea de Obispos que ya el pasado año protestaron y votaron en contra de ciertos planteamientos? ..., pues el Papa, por voluntad propia, decide que aun así los dichos planteamientos irán al Sínodo Final.

¿Que hay un buen número de Obispos que se niegan a claudicar ante las proposiciones kasperitas? ..., pues
se elige cuidadosamente a los participantes.

¿Que entre los participantes obligados hay algunos que pueden salir por peteneras y negarse a firmar cualquier disparate? ..., pues
se llama a nuevos participantes, nepotes de nuevo cuño, para contrarestar a los carcas.

¿Que hay dificultad para conseguir ciertas conclusiones? ..., pues
se motuproprian unas semanas antes algunas conclusiones, que embarren el tema y que preparen la barbacoa final.

¿Que el Sínodo es una asamblea que demuestra que en la Iglesia hay colegialidad y todo eso? ..., pues
se aparenta colegialidad al tiempo que se implanta la dictadura del real decreto.

El caso es que
el Sínodo ya está en la calle, en los bares y en las revistas. Ya están decididas las conclusiones en el imaginario colectivo. Y ya se canta la victoria final antes de su celebración. Las televisiones que tanto aclaman al papa Francisco, ya entonan cánticos de alabanza: Saúl mató a mil y David a diez mil, decía el texto del libro de los Reyes. 

Si en los años anteriores se popularizaron las anulaciones, ahora se requetepopularizan, se repentinizan y se hacen gratuitas. Se expressan. Se hacen express.

Y además, el Obispo mismo discierne sobre ellas. Bastará irse a Buenos Aires, a Chicago, a Munich, a Tegucigalpa o a Madrid, para que los Prelados más conocidos por su misericordia pastoral, concedan de inmediato el portazo sentimental al sacramento que se recibió cuando los dos anulantes (antes contrayentes) se querían, y no habían tenido que empezar a soportarse. Hasta que cualquier cosilla nos separe.

Creo que este es el resultado de los nuevos sistemas de organización, comunicación, manipulación y presión. Por eso, si en el Conclio Vaticano II el Rhin desembocaba en el Tiber, según el título del conocido y sustancioso libro [este libro puede verse y guardarse, si se quiere, para leerlo con tranquilidad, haciendo clic aquí] ahora es Buenos Aires el que, pasando por el Rhin y recogiendo por allí a todo el kasperitado, desemboca en el Tíber. 

Y el que se mueva, no sale en la foto. A Burke ni mentarlo, para que ni se le ocurra aparecer por el Sínodo. No sé si le mandarán a bendecir un palomar en Calcuta. Y a Schneider le han puesto a vender palomitas de maiz en Tokio. Y a Caffarra (que sí asiste al bendito Sínodo) le han puesto un guardia suizo de vigilante, para darle con la pica si intenta abrir la boca. Lo mismo que en otros tiempos hicieron con el micrófono del cardenal Ottaviani, aunque ahora es mucho más fácil con los nuevos sistemasY es precisamente con los nuevos sistemas como se conseguirá el efecto deseado

Se mantendrá la “doctrina” oficial, mientras se dará carta de naturaleza a la misericordia pastoral (algo también muy del Rhin), mediante la cual, cualquier director espiritual bien formado, misericordioso, comprensivo y que nunca en su vida haya estudiado a Santo Tomás de Aquino (porque en caso contrario no estaría bien formado), pueda dirimir que se pueda acercar a la comunión un divorciado, un trans, un tal y un cual. Porque ya se dijo en su día en Santa Marta que la comunión no es un premio. Venid a Mí los que estais amancebados, que Yo os aliviaré, según reza la nueva lectura del evangelio.

Sólo les faltaría entonar el
No nos moverán o el No pasarán, ante las cámaras de televisión para que todo encaje perfectamente con un monólogo de izquierdas. Porque esto va a ser precisamente eso: un monólogo de izquierdas.