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domingo, 12 de octubre de 2014

Misericordia y salvación (1)

Conviene tener las ideas claras sobre algunos aspectos de la fe, que son muy importantes pero que, a veces, bien sea por desidia o bien por ignorancia, sin más, no se conocen. En el ambiente eclesiástico actual en el que nos encontramos, en donde tanto se habla de misericordia, necesitamos iluminar nuestra mente con la palabra de Dios para no ser engañados, pues si hace unos cuarenta años decía el papa Pablo VI: "el humo de Satanás se ha infiltrado en la Iglesia", yo me arriesgaría a decir que no es el humo, sino que es el propio Satanás el que se ha infiltrado, con el ánimo decidido a "ejercer la misericordia" como sea, dándole cartas de "legalidad" y comenzando un proceso que, de seguir adelante, podría suponer la destrucción de la Iglesia. 

Además, con la particularidad de que existe una inmensa cantidad de cristianos que estarían de acuerdo con los cambios que pretenden llevarse a cabo, sin darse cuenta (o tal vez dándose cuenta) de que la palabra de Dios está siendo tergiversada y ocultada. Y se está llegando a una situación tal que los auténticos cristianos, aquellos que quieren seguir siendo fieles a la Tradición de la Iglesia de veinte siglos, van a ser perseguidos por la misma Jerarquía eclesiástica como "desobedientes" y como "anclados en el pasado". La situación es muy preocupante. A nosotros sólo nos queda rezar y adquirir una buena formación cristiana para que sepamos discernir el error de la verdad, independientemente del personaje que esté en la palestra pronunciando su discurso. Bueno, en principio, creo que vendrían bien las siguientes reflexiones:

- Primero, que Dios no pide imposibles"Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación, os dará también el modo de poder soportarla con éxito" (1 Cor 10, 13). De modo que no vale el argumento de que "el matrimonio perfecto" es un ideal a conseguir, pero que está reservado sólo a unas élites. Eso sería una herejía, cual es la del jansenismo, que es lo que parece que se está produciendo en el actual Sínodo Extraordinario de las Familias. Se sabrá en breve, pero a raíz de las declaraciones que se están haciendo, ésa es la impresión que a mí me produce. ¡Ojalá que me equivoque!  [De este tema hablaré más adelante]. Fijémonos en lo que decía ya San Agustín para aquellos casos de gran dificultad, con los que todos, antes o después, nos vamos a encontrar siempre: "Haz lo que puedas. Pide lo que no puedas. Y Dios te dará las fuerzas necesarias para que puedas"


Jansenio

Si ponemos nuestra confianza completamente en el Señor, sabiendo que "Dios es rico en misericordia" (Ef 2, 4) y "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad" (1 Tim 2, 4), ante las dificultades de la vida (y, en particular, las que surgen en el seno de las familias) no nos acobardaremos porque, entre otras cosas, tenemos su propia fuerza: "Todo lo puedo en Aquel que me conforta" (Fil 4, 13); y sabemos que Él nunca nos va a dejar solos: "Yo estoy siempre con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 2). 

- Segundo: que es Dios el único que nos puede salvar: "Sin Mí nada podéis hacer" (Jn 15, 5). Nadie puede salvarse con sus solas fuerzas. Es ésta una verdad que conviene tener muy clara y no olvidarla. De lo contrario podríamos caer en otra herejía, el pelagianismo, según la cual nos salvamos por nuestros propios méritos y la gracia no es necesaria para la salvación. Como digo, ésta es la herejía pelagiana, que es contraria a la fe católica. Pues es lo cierto que, por más que nos esforcemos y por más que hagamos, todas esas acciones no nos sirven absolutamente para nada en orden a nuestra salvación eterna


[Como sabemos, antes de la venida de Jesucristo, las puertas del cielo estaban cerradas, debido al pecado original. Y ni siquiera los justos podían ir al cielo: bien es cierto que no se condenaban, sino que iban al seno de Abrahán, un lugar parecido a lo que hoy conocemos como el limbo de los niños, en donde disfrutaban de una felicidad natural, pero les estaba vedada, sin embargo, la visión beatífica]. 

Y esa fue, precisamente, la razón por la que Dios se hizo hombre en la Persona de su Hijo. Ese Dios-hombre, que es Jesucristo, vivió entre nosotros y por nosotros dio su vida para que, en Él, pudiéramos salvarnosSólo en Jesucristo es posible la salvación: "Ningún otro nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos salvarnos" (Hech 4, 12b). Dios no acepta otra ofrenda que no sea la de su propio Hijo: ésa es la única ofrenda agradable a Dios. Si alguno se salva siempre será en, por y a través de Jesucristo"En ningún otro hay salvación" (Hech 4,12a). 

[De esa salvación han participado ya, en cuanto a su alma se refiere, los justos del Antiguo Testamento: el seno de Abrahán ya no existe, pues los que lo habitaban se encuentran ahora en el cielo, debido a su participación en el Sacrificio de Jesucristo quien, al ser Dios, además de hombre verdadero, todas sus acciones sobrepasan el tiempo: pasado, presente y futuro se ven afectados por la acción de Dios, en quien no hay tiempo. La Redención de Jesucristo, que tuvo lugar en un momento concreto de la Historia, sin embargo, es aplicable a todos los hombres de todas las épocas y lugares, pues sus acciones y palabras son acciones y palabras de Dios. Poseen, por lo tanto, una perenne actualidad; y jamás se quedan obsoletas, sino que permanecen como verdades absolutas, para todas las generaciones

Alguien podría pensar que entonces no es necesario que movamos un dedo ni que hagamos nada por nuestra cuenta ya que, al fin y al cabo, puesto que es Dios quien nos salva y, además nos quiere, ¿qué sentido tiene el preocuparse por nuestra salvación, la cual -con estas premisas- estaría, en cierto modo, asegurada? Pues bien: aunque pudiera parecer esto a un mirada superficial, no es así, en absoluto. Dios cuenta con nosotros, porque así lo ha querido, para nuestra propia salvación. Es completamente cierto que Él es quien salva; pero es igualmente cierto que nos ha puesto una condición si queremos ser salvados. En este sentido, nuestra salvación depende de nosotros mismos. Ambas cosas se dan. Por parte de Dios está muy clara su voluntad de salvarnos y de hacernos partícipes de su Gloria; pero, ¿y por nuestra parte?
(Continuará)

jueves, 9 de octubre de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? 2ª parte (4) [Señor del mundo]



Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

Ya hace más de un año que un sacerdote argentino que, además, es escritor y periodista, publicó un libro titulado “Francisco, el Papa de todos” de la editorial Bonum, en Buenos Aires. El título es sugestivo y, al mismo tiempo, preocupante: ¿De todos? 

El Papa no representa a todos los hombres, ni todos los hombres tienen por qué sentirse representados por él.
El Papa es, sencillamente, [¡nada más y nada menos!] el representante de Cristo en la Tierra. Y tiene una misión muy clara con respecto al conjunto de los cristianos  [no al conjunto de todos los hombres; con respecto a éstos su misión es la de procurar su conversión] y es la de confirmarlos en la fe: "Simón, Simón -le dijo Jesús a Pedro- mira que Satanás os busca para cribaros como el trigo, pero Yo he rogado por tí, para que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando te hayas convertidoconfirma [en la fe] a tus hermanos" (Lc 22, 31-32). 



Ciertamente, se supone, en el Papa, la fe. De ahí que le diga Jesús a Pedro que "cuando se haya convertido" [condicional] ... que entonces -y sólo entonces- confirme en la fe a sus hermanos, o sea, a los cristianos, [en los que ya se presupone la fe, pero se trata de una fe que debe y necesita ser fortalecida], a las ovejas del rebaño de Cristo, que le han sido encomendadas para alimentarlas con buenos pastos, esto es, con la Palabra de Dios no adulterada.

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Poco antes de ascender a los cielos, Jesús encomendó una misión a todos los apóstoles"Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado" (Mt 28 , 18- 20a). Se trata de un mandato explícito, que coincide básicamente con las primeras palabras de la vida pública de Jesús: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca: Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15). La conversión es el paso previo a la misericordia y al perdón. ¿Qué sentido tiene el perdonar a aquel que no está arrepentido de su pecado o, lo que es peor, a aquel que piensa que no tiene pecados?

Esa misión, que deben cumplir también los sucesores de Pedro y de los demás apóstoles, está condicionada por una regla fundamental, cual es la de predicar íntegro el mensaje de Cristo, sin escamotear nada de ese mensaje. San Pablo exhorta a su discípulo Timoteo en repetidas ocasiones, en este sentido, para que la doctrina no se difumine con el paso del tiempo:  "Timoteo, guarda el depósito.[Se refiere al depósito de la fe]Evita las novedades profanas y las contradicciones de la falsa cienciapues algunos que la profesaban perdieron la fe" (1 Tim 6, 20-21).

[Observemos que habla de la falsa ciencia, pues la ciencia verdadera, la auténtica, aquella que se caracteriza por la búsqueda de la verdad, siempre lleva a Dios, como no puede ser de otra manera: Si alguno ama a Cristo, que es la Verdad, ama toda verdad  y ama, por lo tanto, la ciencia. Si algún "científico" es ateo, desde luego no lo será a causa de la ciencia que haya adquirido, pues ésta, en sí misma, supone un mayor conocimiento de la realidad; y este conocimiento, en tanto en cuanto le acerque a la verdad, le acerca a Dios. Otras son las causas de su ateísmo, cuando se da ese caso. Y éstas, como digo, no están relacionadas con la ciencia, sino con las disposiciones de su corazón y por su actitud vital, aunque ese es otro tema] 


Y es muy tajante en sus palabras: "Te ordenoen presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús (...) que conserves el mandamiento, sin tacha ni reproche 
[es decir, que conserves íntegramente la doctrina que has recibido, sin añadir ni quitar nada],  hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tim 6, 13-14). "Me sorprende -dice en otro lugar- que abandonéis tan deprisa a quien os llamó por la gracia de Cristo para ir a otro evangelio; no que haya otro, sino que hay quienes os perturban y quieren trastocar el Evangelio de Cristo(Gal 6, 6-7).


Nadie -absolutamente nadie- y, al decir nadie, quiero decir nadie, puede cambiar ni una tilde de lo que viene en las Sagradas Escrituras: se trata de un pecado gravísimo. No se puede añadir nada ni sustraer ninguna palabra de lo contenido en el Evangelio. Si alguien hiciese tal cosa "Dios enviará sobre él las plagas descritas en este libro" 
[el Apocalipsis] (Ap 22, 18) "... "le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa" (Ap 22, 19). 

San Pablo no se anda con medias tintas ni con lenguaje de dobles o triples interpretaciones, sino que es muy claro (al igual que lo era su Maestro):  "Aunque nosotros [¡nosotros, es decir, los mismos apóstoles!] o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea maldito!" (Gal 6, 8). Esta advertencia es de
extrema importancia. Por eso, inmediatamente después lo repite, con insistencia: "Como hemos dicho, y ahora vuelvo a decirlo: si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea maldito!" (Gal 6, 9).

Y así ha sido durante casi veinte siglos. Se podrá tener fe o no tenerla, pero lo que no se puede hacer [y, sin embargo, se está haciendo ya, desde hace más de cincuenta años, usando todos los medios, habidos y por haber y -lo que es peor- en el seno de la misma Jerarquía eclesiástica, por parte de algunos Jerarcas] es cambiar el mensaje de Jesucristo por otro mensaje diferente y, además, presentarlo como si fuera el verdadero mensaje de Jesús. 


De ese modo el pueblo cristiano 
[no todos los cristianos, gracias a Dios, pero cada vez hay más, por desgracia] está siendo engañado por aquellos que se supone que son sus pastores, pero que, en realidad, están anunciando otro Evangelio distinto al de Jesucristo. De ahí que haya muchos cristianos que piensen que si viven conforme a esos nuevos enfoques del Evangelio, serán buenos cristianos y buenos católicos. ¡Y nada más lejos de la realidad!. ¿Por qué? Pues porque, aunque se diga otra cosa, en estos enfoques "pastorales" "modernos", no se está adaptando el Evangelio a los nuevos tiempos, como dicen, mediante una mayor profundización. ¡Ojalá que así fuera! Lo que se está haciendo -aunque no son muchos los que lo ven- es, de hecho, cambiar la doctrina cristiana de veinte siglos ... como si el mismo Jesucristo, sus apóstoles, los santos Padres, los Doctores de la Iglesia y toda la Iglesia en su conjunto hubiesen estado equivocados durante casi dos mil años ... 

¡Afortunadamente estos nuevos teologuchos de tres al cuarto han venido, por fin, a abrirnos los ojos a los cristianos de hoy y a enseñarnos la verdadera religión!:  una "religión" que comporta, curiosamente, aunque se niegue, una ruptura total con lo que siempre ha sido la Iglesia, desde su nacimiento. ¿Cómo puede tratarse de la misma Iglesia y de la misma Religión si se relega al olvido la palabra de Dios y se niega o se omite todo lo que "huela" a sobrenaturalidad, atacando a todos aquellos cristianos que pretenden ser fieles a la Iglesia de siempre y, además, de modo "inmisericorde"? La lógica -la buena lógica aristotélica- nos dice que eso es imposible. Pero así están las cosas, ... , y todo parece indicar que el éxito de estos "cristianos" progres, [ por llamarlos de alguna manera, pues ni son cristianos ni están por el verdadero progreso], su éxito -digo- está asegurado ...


Pero, claro está:  "de Dios nadie se burla" (Gal 6, 7a), aunque pueda parecer otra cosa. A los que tales cosas hacen les son aplicables las palabras que dirigió Jesús a los escribas y fariseos: "¡Ay de vosotros que cerráis el Reino de los cielos a los hombres! ¡Porque ni vosotros entráis ni dejáis entrar a los que intentan pasar!" (Mt 23, 13). 


¡Ojalá que Dios les abriera los ojos a estos falsos pastores para que cambiasen su modo de pensar, conforme al sentir de Jesucristo y de su verdadera Iglesia, la que Él fundó, pues no hay otra. Y así, arrepentidos de corazón, no tuviesen que oir esas terribles palabras, salidas de la boca del mismo Jesús, cuando dijo a los fariseos: "¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo podréis escapar a la condenación del Infierno?" (Mt 23, 33). 


Así como suena ... hemos oído bien ... el infierno existe... dicho por el propio Jesucristo, y su existencia es un dogma de fe y no está vacío, contra lo que muchos piensan, y aun así -aunque no lo comprendamos- Dios es misericordioso, infinitamente más que pueda serlo cualquiera de los que presumen hoy en día de "misericordia" 


Y ¡ojo! ... ´"El que esté sin pecado que lance la primera piedra" (Jn 8,7) : nadie puede escudarse en la conducta de los demás, ni siquiera en la de sus pastores, cuando éstos no cumplen con sus obligaciones. Nadie puede estar seguro acerca de su salvación: no existe ningún seguro de vida para ello. Nadie puede presumir de ser mejor cristiano que los demás porque estaría en un grave error:  "El que esté de pie, que tenga cuidado, no vaya a caer" (1 Cor 10, 12). 



(Continuará)

jueves, 2 de octubre de 2014

Agujero sin tapar, inundación segura ( padre Alfonso Gálvez)

El artículo original puede leerse pinchando aquí

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Quien es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho; y quien es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo muchoEstas palabras son de Jesucristo, y están contenidas en el Evangelio de San Lucas, 16:10.

Los principios morales no pueden ser cambiados por el hombre ni en lo más mínimo. Cuando se empieza haciéndolo así --en lo pequeño--, se termina haciéndolo en lo esencial o en el conjunto de ellos. Y entonces llega la catástrofe.
La razón de que sea así es porque están fundados y fijados por Dios en la misma naturaleza humana (su Creador), la cual, a su vez, se fundamenta en la Ley Natural, que no es sino una derivación de la Ley Eterna (divina) puesta en el hombre.
Y el hombre no puede enmendar la plana a Dios, desplazándolo del primer plano para erigirse él mismo en su propio Creador y Legislador. Al menos así lo había creído la Humanidad desde su principio hasta ahora.
Hasta que llegó el Cardenal Kasper, con su grupo de secuaces (arriba, colaterales y servidores) y dispuso que las cosas no iban a ser así.
Ahora --Kasper dixit-- ya no existe la naturaleza humana ni, por lo tanto, la Ley Natural. La misma Cristiandad, a lo largo de más de veinte siglos, ha estado viviendo en Babia, que es lo mismo que decir absolutamente equivocada.
 Y la horrible oscuridad duró hasta finales del siglo XVIII, cuando aparecieron por fin los filósofos idealistas alemanes (Schelling, Hegel), en el día de hoy secundados por sus epígonos modernistas (que actualmente han sustituido al Espíritu Santo en el gobierno de la Iglesia), para decir a la Humanidad que tales conceptos son un invento puramente humano, hoy demostrado falso por la ciencia (freudismo, darwinismo, evolucionismo, etc.). Por fin ha sabido la humanidad que es el hombre quien se hace a sí mismo.
¿Qué clase de demostraciones existen que puedan asegurar como que son ciertas afirmaciones de tanta importancia, las cuales suponen un cambio en la concepción del hombre? En realidad ninguna que sea seria.
¿Entonces...? Lo que ustedes quieran, pero es que así lo dicen Schelling, Hegel y demás idealistas. Seguidos por toda la cohorte de discípulos que, pasando por toda la constelación de pensadores de la Ilustración, desembocaron en Engels, Marx, y ahora, por fin, en el Modernismo. Y punto. Y a ver quién se atreve a pasar por retrógrado y opositor al Progreso, a la Ciencia Moderna, y a los únicos Pensadores y Salvadores de la Humanidad que hasta ahora había tenido el mundo.
Claro que todo esto tiene sus antecedentes, aunque la brevedad nos exige limitarnos aquí a unos pocos ejemplos, los más próximos a nosotros en el tiempo.
Cuando se comienza cediendo un algo en los principios morales (porque así lo exigen las nuevas necesidades, por adaptarse al mundo y no parecer obsoletos, por la presión del ambiente..., y en realidad por cobardía), se desemboca en catástrofe. Se empieza jugando con fuego y se acaba incendiando el edificio.
El Papa Pablo VI, que cedió en tantas cosas (recuérdese lo sucedido con la reforma litúrgica de la Misa: se empezó facilitando una mayor participación del pueblo y se terminó en los shows circenses), consintió en considerar tema de estudio la licitud del uso de la píldora anticonceptiva. Cuando al cabo de unos cuantos años apareció la Encíclica Humanae Vitae, diciendo que era contraria a la Ley Natural, ya casi todos los matrimonios católicos --y los no matrimonios-- la estaban usando. Y ahora, que vaya alguien a ponerle puertas al campo. En la actualidad, la inmensa mayoría de los confesores católicos aconsejan o justifican su uso (olvidando sin duda que existe una Justicia Divina y una condenación eterna).
Dios dispuso que el fin principal del matrimonio era el de la procreación y la educación de los hijos. Y así fue creído en todo momento por toda la Humanidad, además de ser lo predicado y sostenido siempre por la Iglesia. El número de hijos era dejado a la libre determinación de la Providencia Divina (la que cuida de los lirios del campo, de los pajaritos del cielo, etc.), los matrimonios numerosos eran frecuentes y felices, los hijos se educaban en un ambiente cristiano en el que el sacrificio primaba como una virtud principal. Las dificultades y problemas, que siempre existían, eran sobrellevados por los esposos como una participación en la Cruz de Jesucristo, y todo al fin funcionaba.
Hasta que llegó Juan Pablo II y descubrió que aquello iba mal y que había que arreglarlo.
Dios fue desplazado como Providente y sustituido por el mismo hombre. Ahora serían los padres quienes decidirían el número de hijos que habrían de tener, según su criterio propio y responsable. El fin principal del matrimonio quedaba relegado a un segundo lugar o, por lo menos, a nivel de igualdad (en realidad, arrinconado y finalmente olvidado).
¿Con qué autoridad y bajo qué criterios se introducía un cambio tan radical? La respuesta es sencilla: el Papa Juan Pablo II dixit. El hombre llevaría a cabo el ejercicio de la paternidad de un modo responsable (hasta ahora se había creído que cualesquiera acciones realizadas por el hombre habían de ser hechas de un modo responsable).
La discutida (por decir lo menos) teología del cuerpode Juan Pablo II desembocó en la Planificación Familiar y en el uso de la unión conyugal solamente en los días no fértiles (había que guardar los preceptos de la Ley Divina).
Pero la naturaleza humana, pese a lo que digan Kasper and Cia., tiene sus leyes inmutables que jamás perdonan.
El fracaso ineludible de los métodos naturales dieron lugar a los métodos artificiales.
Y el lógico y consiguiente fracaso e insuficiencia de los métodos artificiales dieron lugar al aborto.
Una vez más, las leyes inflexibles de la Naturaleza (entre las que entra el comportamiento de la raza humana) dejaban por mentirosos a Kasper (con su cohorte de instigadores y seguidores).
Y para abreviar. Durante siglos, la Iglesia defendió rotundamente la inviolabilidad e indisolubilidad del vínculo matrimonial. Pese a toda clase de presiones exteriores, jamás admitió el divorcio. Y así fue hasta el Concilio Vaticano II. En Roma existía un Tribunal de la Rota para los casos excepcionales y que, si por algo se distinguía, era por sus extraordinarias seriedad y rigidez.
Desgraciadamente llegó el aggiornamento y la apertura al mundo. No se podía continuar así pero tampoco se podía admitir el divorcio. Pero el hombre siempre ha encontrado el recurso de los trucos y la manera de sacar un conejito de la chistera. Fue cuando llegó la nulidad del vínculo. Que no era divorcio, sino disolución del matrimonio (que no es lo mismo, aunque a alguien pueda parecerle lo contrario). Al principio concedida con cuentagotas, de manera difícil y exigiendo fuertes pagos (por lo general se reservaba a gente importante). Luego se fue abriendo la mano y al fin, para resumir: en la actualidad cualquier matrimonio puede ir a la parroquia de la esquina (ya no hace falta ni recurrir al Obispado) para conseguir un certificado de nulidad. Y ya pueden contraer segundas y legítimas nupcias. O terceras. O las que quieran.
Nadie hubiera creído hace sesenta años que la Iglesia pudiera llegar a tal grado de cobardía y de bajeza.
Y siguiendo las leyes de la Lógica, que son también las de la Naturaleza Humana (tal como hemos dicho), ¿quién podrá extrañarse que ahora se quieran legitimar las uniones adúlteras, las de homosexuales y hasta lo que venga después...? E incluso atreverse a profanar la Sagrada Eucaristía, bajo el pretexto blasfemo de misericordia, y administrarles el Cuerpo del Señor. San Pablo puede decir lo que quiera, acerca de que quien come o bebe el Cuerpo y la Sangre del Señor se come y se traga su propia condenación (1 Cor 11). Pero, ¿quién va a parar ahora mientes en San Pablo?
Ahora a esperar la poligamia. Según tribus africanas, y otras menos africanas y más civilizadas, si es que se pueden tener varias mujeres en tiempo sucesivo, ¿por qué no se van a poder tener a la vez?
¿Y acaso duda alguien de que esto también llegará y será legitimado? Cuando alguien deja correr en su casa una vía de agua y no la arregla, ya puede esperar con seguridad una inundación. Y que vaya pensando en llamar a todo un equipo de fontaneros.
Padre Alfonso Gálvez

lunes, 29 de septiembre de 2014

La intolerancia de los ateos (4 de 4)


La historia (no tergiversada ni falseada) muestra cómo la Iglesia ha sido siempre perseguida desde sus primeros comienzos: persecuciones, además, sangrientas, que han supuesto la muerte de infinidad de cristianos que han dado su vida por Jesucristo, antes que renegar de su fe (y siguen haciéndolo). Concretamente en España tenemos una de las persecuciones más cruentas contra los cristianos, que tuvieron lugar ya antes del comienzo oficial de la guerra civil española, como fue la quema de conventos en 1931 (a los pocos días de proclamarse la Segunda República)

[Los incendios cundieron por Andalucía y Levante, dejando un balance final de unos cien edificios destruidos, incluyendo iglesias, varias de gran valor histórico y artístico, centros de enseñanza como la escuela de Artes y Oficios de la calle Areneros, donde se habían formado profesionalmente miles de trabajadores, o el colegio de la Doctrina Cristiana de Cuatro Caminos, donde recibían enseñanza cientos de hijos de obreros; escuelas salesianas, laboratorios, etc. Ardieron bibliotecas como la de la calle de la Flor, una de las más importantes de España, con 80.000 volúmenes, entre ellos incunables, ediciones príncipe de Lope de Vega, Quevedo o Calderón, colecciones únicas de revistas, etcétera; o la del Instituto Católico de Artes e Industrias, con 20.000 volúmenes y obras únicas en España, más el irrecuperable archivo del paleógrafo García Villada, producto de una vida de investigación. Quedaron reducidas a cenizas cuadros y esculturas de Zurbarán, Valdés Leal, Pacheco, Van Dyck, Coello, Mena, Montañés, Alonso Cano, etcétera, así como artesonados, sillerías de coro, portadas y fachadas de gran antigüedad y belleza… Un desastre casi inconcebible]
(Pío Moa)

Hay mucha documentación al respecto. Yo he encontrado tres enlaces, que me parecen interesantes, relativos a esta cuestión: puedes pinchar aquí , aquí aquí.  Por supuesto que hay muchos más. En cada una de esas páginas web hay links adecuados para ampliar el conocimiento sobre el tema en cuestión. Reproduzco a continuación un vídeo corto (de minuto y medio) del historiador Pío Moa, hombre riguroso, inteligente y muy bien documentado que, por cierto, no es católico, sino agnóstico; de modo que sus afirmaciones cobran más importancia, en cuanto a veracidad e imparcialidad se refiere.



En fin, para terminar con este comentario, al que creo haberle dedicado demasiado tiempo, quiero hacer un breve comentario sobre el último párrafo del artículo de esta mujer, cuando hablando de Pedro Sánchez, secretario general del PSOE desde el 26 de julio de 2014, dice de él que "no demuestra la misma lucidez [como demostró cuando se declaró ateo] al declararse partidario de un pacto de Estado con el Partido Popular, que sabemos ultracatólico"

¡Vaya por Dios! Resulta ahora que el PP es ultracatólico. Ya me conformaría yo con que simplemente fuese católico. No voy a extenderme ahora sobre este tema, pero el PP se trata de un partido que, al igual que el PSOE, y todos los partidos de izquierdas, sigue manteniendo el genocidio que se está produciendo en España durante tantos años, al no derogar la ley del aborto [cuando estaba en su mano el hacerlo] y volver, no a la ley que se pensaba aprobar que, en esencia, era prácticamente igual a la que ya tenemos [en palabras del mismo Rajoy] y que va a seguir estando vigente, como sabemos, sino a la ley anterior a 1985, cuando el aborto estaba penalizado, como corresponde a lo que realmente es: un crimen. Claro que eso sería considerado como un "retroceso" en los "derechos" de las mujeres a "decidir sobre su propio cuerpo" ...¡Lo que tiene uno que oír cuando no se ama la verdad!

De modo que eso de que el PP es un partido católico vamos a dejarlo, porque no es verdad. Yo tengo claro que cuando vote [si es que lo hago] mi voto sería, en principio, para Impulso Social [digo en principio, puesto que no me caso con nadie: tendría que estudiar muy bien su programa antes de votarles]. 


Lo ideal sería que aparecieran otras alternativas, alternativas reales, de gente valiosa y honrada, [y joven, a ser posible] que consideren la Política como lo que debe ser: un servicio al bien común de todos y cada uno de los ciudadanos, sin distinciones partidistas ni de cualquier otro tipo. Y, sobre todo, que tengan un gran amor hacia la verdad. ¡Ahora es el momento! ¿Es que no existen esas personas a las que me refiero? No me lo puedo creer. De no ser así, yo opto por la abstención. El concepto de mal menor y el voto del miedo no conducen a ninguna parte; y sus resultados son siempre nefastos, porque -en definitiva- parafraseando el dicho popular: "De partido cambiarás, pero de ladrones y de sinvergüenzas no escaparás"

La intolerancia de los ateos (3 de 4)


Con relación a la idea de "cultura" que posee esta mujer, uno no sabe si reírse o llorar. A mí me ha dado por reírme. Es increíble hasta qué punto puede llegar la incultura humana y -a su vez- revestirse de cultura. Me viene a la mente el dicho: "Dime de qué presumes y te diré de lo que careces", porque en el caso de esta señora se cumple a la perfección:

Según el DRAE, se entiende por cultura el "conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico". Pero en el artículo de esta señora sólo encuentro crítica, pero no juicio, puesto que se las da de culta, pero es tan solo una sabionda, dándoselas de sabia cuando es una ignorante, pues se dedica a echar sapos y culebras por su boca, sin argumentar absolutamente nada de lo que dice.

Basa toda su sabiduría en el mero hecho de su ateísmo y de su increencia en Dios, tachando de zotes y supersticiosos a quienes no son ateos. Sin comentarios. La existencia de Dios ha sido demostrada: tenemos, por ejemplo, las cinco vías de santo Tomás. Nadie, sin embargo, ha demostrado nunca que Dios no exista. Es mucho más sensato y de sentido común pensar en la existencia de un Ser Inteligente, Autor de todo cuanto existe, incluidas las personas humanas, que considerar que todo ha venido a la existencia por azar. En fin, Dios ya sabía a lo que se exponía al crearnos con libre albedrío y, aun así, quiso correr ese riesgo: sus razones tendría para hacerlo.

Digo todo esto, entre otras cosas, porque me ha llamado la atención el concepto de ATEO que posee esta mujer. "Ateo, es decir, inteligente, lúcido, cultivado, leído, cientifista, racionalista, sabio, erudito, sensato, docto o simplemente poseer un buen sentido común". Así como suena. No me estoy inventando nada: lean el artículo y verán que no miento. Esta "señora" me ha colocado en una tesitura existencial y he tenido que acudir al DRAE para poder conciliar el sueño. Afortunadamente he leído ahí que ateo es el que niega la existencia de Dios ... y me he dicho: ¡claro, eso era lo que yo pensaba! ... Uf, creo que ahora voy a poder dormir a pierna suelta ... ¡En realidad, ya lo hacía! Desde luego, tiene uno que oir unas cosas ...

En fin, de los once adjetivos que les atribuye a los ateos sólo dos son ciertos:

Cientifista: completamente de acuerdo. Esta palabra hace referencia al cientificismo, teoría según la cual los únicos conocimientos válidos son los que se adquieren mediante las ciencias positivas. En otras palabras, el cientifista es aquel que piensa que sólo es cierto lo que se puede demostrar, y no ve más allá de sus narices

Racionalista: Aquí ha dado en el clavo, pues el racionalismo es una doctrina filosófica cuya base es la omnipotencia e independencia de la razón humana; o dicho con palabras más asequibles, el racionalista considera que sólo es real lo racional, aquello que cabe en su mente estrecha y que puede entender; todo lo demás es irreal y fantasía.

Del resto de los adjetivos algunos son discutibles (dependen de cada persona) y otros son claramente falsos. 


Leído: ... ¿de verdad? Vete a averiguar qué es lo que lee.

Inteligente: puede que sí, puede que no.
Lúcido: no demasiado, en general.
Cultivado: Bueno, es verdad que existen las malas hierbas; tal vez se refiera a eso; aunque el abono -en este caso- debe ser algún producto altamente venenoso.
Sabio: ... ¡en absoluto! ... Y esto no lo digo yo ... , se encuentra en la la Biblia: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios" (Sal 14, 1)
Erudito: ... ¡raro, raro, raro...!, aunque "haberlos, haylos"
Sensato: ... si por tal se entiende astuto, sagaz, listillo ... no lo niego; pero sensato, entendido tal como viene en la RAE, es decir, prudente, cuerdo y de buen juicio... ¡permítanme que me ría!
Docto: ... ¡Esto es lo que quedaba por oir!. ¿En qué está doctorado un ateo, por el mero hecho de ser ateo? ¿En el arte de decir mentiras, haciéndolas pasar por verdad? Si es así como se entiende esa palabra (¡que no es el caso!) sí que estaría de acuerdo.  
Sentido común: ... ¡Ja, ja, ... ¡Pero si llaman negro a lo blanco y a lo blanco negro! ¡Si niegan hasta lo evidente! ... Desde luego, es para mondarse, aunque es una lástima.

El colmo de las mentiras llega cuando dice que "Los ateos han sido perseguidos por la Iglesia per secula seculorum, torturados, quemados y desacreditados" Y, según una amiga suya, mujer inteligente y sabia 
[donde las haya] "los religiosos (...) han impuesto durante siglos creencias y supersticiones absurdas, demostradas como falsas, en base a las cuales se han pasado siglos matando, torturando, propiciando la ignorancia y aniquilando la libertad." Y se queda tan pancha después de lanzar tantas mentiras, con la esperanza, tal vez -no exenta de razón- de que siempre habrá incautos que caigan en la trampa y que se crean toda esa sarta de mentiras.


El desconocimiento de la historia de que adolecen ambas no sería tan grave si se dedicaran a aumentar sus conocimientos históricos, documentándose bien antes de hablar, lo que sería señal de honradez intelectual, por lo menos. Pero esta mujer, dándoselas, encima, de sabelotodo, cuando no tiene ninguna base para hablar de ese modo, se dedica a mentir con una desfachatez tal que raya en el cinismo


Si tuviese un mínimo de conocimiento de Historia sabría que el Cristianismo nació siendo perseguido ya desde sus primeros momentos por los propios judíos; y se desarrolló dentro del marco cultural y político del Imperio romano. El motivo inicial de la persecución es que Roma exigió de sus súbditos cristianos algo que ellos no podían dar: el homenaje religioso de la adoración, que sólo a Dios les era lícito rendir. Por eso el cristianismo fue considerado desde el siglo I como "superstición ilícita", hasta el punto de que el mero hecho de ser cristiano constituía un delito. Hubo grandes persecuciones contra los cristianos, desde la del emperador Nerón (64-68) hasta la gran persecución de Diocleciano (303-313), la más violenta de todas, quien estaba decidido a terminar de una vez para siempre con el Cristianismo y la Iglesia. 


A principios del año 313, los emperadores Constantino y Licinio promulgaron el llamado "Edicto de Milán" que fue como una nueva directriz política fundada en el pleno respeto a las opciones religiosas de todos los súbditos del Imperio, incluidos los cristianos. La libertad de la Iglesia hizo más fácil la propagación del Cristianismo por campos y aldeas, de modo que en el transcurso de un par de generaciones, en el mundo mediterráneo se operó la cristianización de la sociedad, dejando de ser una religión de minorías para convertirse en religión de muchedumbres


sábado, 27 de septiembre de 2014

La intolerancia de los ateos (2 de 4)

Dice, además, que "las creencias personales son un asunto privado que en nada tienen que afectar al espacio público común, que es el Estado".  Totalmente en desacuerdo ... pero bueno, admitamos que eso fuera así. Por la misma razón y en buena lógica, las increencias personales son también un asunto privado. ¿O no? 

¿Por qué se están introduciendo en los colegios ideologías ateas, contrarias a la fe católica, a la que se ataca impunemente, adoctrinando a los niños, además, en la ideología de género, que es claramente una aberración? ¿Esto sí puede hacerse? ¿No se están aplicando aquí las increencias personales, que son un asunto privado, y que en nada tienen que afectar al espacio público común, que es el Estado? ¿En qué quedamos?. ¿O es que es aquí donde debe aplicarse la ley del embudo que, como sabemos, es claramente discriminatoria? 


Se dice que el Estado no es, ni debe ser, confesional. Vale: aceptado como hipótesis: hay una separación Iglesia - Estado. Aceptemos, incluso, que la religión no debe impartirse en los colegios como una asignatura más. Perfecto ... ¡Pero seamos lógicos! [si es que la palabra lógica existe en el vocabulario ateo]
pues si se acepta dicha hipótesis debe haber también una separación Antiiglesia - Estado ... y no debe impartirse clase de  "antirreligión" en los colegios. 

Dicho de otro modo; a la aserción de los ateos: "El Estado no es confesional  y, por lo tanto, no debe enseñarse "religión" en los colegios" se le puede responder con otra aserción del mismo rango, que sería esta otra: "El Estado no es confesional y, por lo tanto, no debe enseñarse "antirreligión" en los colegios" Alguien podría pensar que se trata de un simple juego de palabras. Pero no es así, por desgracia. El ateísmo se ha convertido en la "nueva religión", una religión sin dios, cuyo programa consiste, básicamente, en atacar la religión católica: es una "antirreligión" que adoctrina a los alumnos.  


No nos engañemos: si se enseña "antirreligión" 
[como, de hecho, se está haciendo ya en muchos colegios y, además, de forma obligatoria, en la llamada "educación para la ciudadanía" u otra asignatura con cualquier otro nombre, pero con el mismo contenido]  el Estado es, entonces, confesional [y aunque doy por seguro de que muchos negarán esta afirmación, yo pienso seguir llamando a las cosas por su nombre: mentalmente, además, es lo más sano]. Existe un claro nexo, unión o acuerdo, entre el Estado y el ateísmo, la "nueva religión" (pues una "antirreligión" es también una "religión" ... aunque de otro signo). Y ahora sí que podemos hablar de un adoctrinamiento real que promueve directamente el odio; en concreto, el odio a la religión católica. Y esto se hace desde el propio Estado -independientemente del Partido que esté en el Poder-, lo que hace que la gravedad sea mucho mayor. 


En la letra escrita se dice que el Estado es aconfesional, pero lo cierto es que esa palabra de "aconfesional" ya no la utiliza nadie o casi nadie. De hecho, sin embargo, no existe tal aconfesionalidad y lo que se dice, sin ambages, es que el Estado es laico (y laico en el sentido de "antirreligioso", en el sentido de ir en contra de la religión, la católica por supuesto) y no aconfesional (pues no respeta las diferentes creencias)


Yo diría, aunque parezca un contrasentido expresarlo así, que tenemos un Estado laico "confesional". Se dirá que laico y confesional son incompatibles. No se puede ser ambas cosas, al mismo tiempo. Y ciertamente que sería así ... ¡si a las cosas se las llamara por su nombre! ... ¡pero no es el caso!. Vivimos en el mundo de las mentiras ... Y en este mundo se ha hecho patente (aunque muy pocos lo vean) la aparición de una nueva "religión", con sus 'exigencias' y con sus 'dogmas', como es lo propio de todas las religiones. 

Esta "nueva religión" (aunque no se presente usando esta terminología, como yo lo hago) tiene un nombre: ateísmo. Estado laico se ha transformado en sinónimo de Estado ateo ... pero se trata de un ateísmo, no sólo antirreligioso, sino también- y esto es lo más preocupante- beligerante e intolerante para con los cristianos, a quienes odia por el mero hecho de serlo. De modo que el Estado, en este sentido, sí que profesa una confesión "religiosa". La nueva "confesionalidad" del Estado "laico" es el ateísmo como antirreligión, convertido en la "nueva religión" universal (curiosamente una religión sin dios y forjada por el hombre, que sería el único dios).

Existe un plan premeditado para imponer el ateísmo  (la "nueva religión", como digo) al conjunto de la nación, un plan que comienza [ha comenzado ya] con la educación, atacando el punto más vulnerable y más importante de la sociedad, que son los niños, a los que se adoctrina en esta ideología perniciosa y perversa [mediante asignaturas "especiales" -llámense como se llamen- inventadas para ese fin, y falsificando la historia mediante la llamada Ley de Memoria Histórica, cuyo nombre correcto sería el de Ley de Mentira Histórica].  Y este plan tiene todos los visos de llevarse a cabo con éxito. 


Ojalá que me equivoque pero a la vista de todo lo que está ocurriendo, sin que prácticamente nadie mueva un dedo, mucho me temo que los enemigos de la fe acaben venciendo en esta batalla. Cierto que "las puertas del Infierno no prevalecerán contra la Iglesia" (Lc 16, 18), pero resuenan en mis oídos estas palabras del Señor: "Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?" (Lc 18, 8b) lo que significa, a mi entender, que serán muy pocos los que aún queden con fe cuando llegue ese momento, hasta el punto que -dice también Jesús- "de no acortarse esos días, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos esos días se acortarán" (Mt 24, 22).  

¿Acaso estamos ya en los últimos tiempos? Acerca de su segunda y definitiva venida, dijo Jesús que "nadie sabe de ese día y de esa hora: ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo [en cuanto a la misión recibida por el Padre con relación a los hombres] , sino sólo el Padre" (Mt 24, 36). Pero dio muchas señales acerca de ese momento, entre ellas la de que tendría lugar, entre otras cosas, la apostasía universal. De aquí puede deducirse, si observamos cómo la fe va disminuyendo a pasos agigantados [y esto ocurre a nivel planetario] que estos últimos tiempos no deben de quedar muy lejos. En todo caso el consejo de Jesús es muy claro: "Estad preparados porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre" (Mt 24, 44) [No es ocasión ni momento de ahondar aquí en este tema]


¿A quién creemos entonces? ¿A esta señora que alaba el ateísmo considerándolo señal de cultura y progreso? ¿O creemos en Jesucristo, que vino al mundo y dio su vida para salvarnos? (aunque sea a costa de pasar por "incultos" e "ignorantes"). La decisión que tomemos es cosa nuestra ... ¡pero nos jugamos mucho según sea la respuesta y el camino que elijamos!



(Continuará)

viernes, 26 de septiembre de 2014

La intolerancia de los ateos (1 de 4)

Me ha escrito un amigo mío pidiéndome que hiciera algún comentario sobre un artículo del periódico El Plural, titulado Creer o no creer, cuya autora es Coral Bravo.

Es tal la cantidad de disparates, de absurdos y de sinsentidos, adornados todos ellos de mentiras, que se superan unas a otras, a medida que habla, que se necesitaría escribir una enciclopedia entera para poder responder a esta señora como es debido ... aunque, por otra parte, como no tiene ni pies ni cabeza todo lo que dice, en realidad el mejor comentario sería ignorarla y no hacerle publicidad. No obstante, dado que siempre hay incautos que se lo creen todo, y aunque sea sólo por una vez, voy a hacer algún comentario, aunque no sea del artículo completo. Porque es que ... ¡dice unas cosas! ...


Para apoyar su "razonamiento" apela a la libertad de pensamiento (1)  y de creencias, que es un derecho fundamental contemplado en la Carta Magna de los Derechos Humanos. 


[Recordemos que la Carta Magna consta de treinta artículos, aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, con posterioridad a la segunda guerra mundial. La nota (1) se debe a que lo que se lee en la Carta Magna no es "pensamiento" sino expresión]


Dando por supuesto, a modo de hipótesis, que estoy de acuerdo con ese derecho fundamental (pues habría que matizar lo que se entiende por libertad de creencias), no sé por qué me da la impresión de que esa "libertad" en la que se basa es, para ella, sólo libertad para elegir la increencia, como única opción posible para poder hablar de libertad. Y punto. Y si alguien no la utiliza en ese sentido es un inepto y un inculto. Vamos, que la creencia es para los ignorantes. La cultura va ligada al ateísmo. Esto viene a ser una síntesis de todo el artículo. El único argumento que esgrime esta señora es su palabra; o lo que es igual, no tiene ningún tipo de argumento.


Se sobreentiende, usando la terminología actual, y apoyándonos en la Carta Magna cuando habla de libertad de creencias, que nos estamos refiriendo a la obligación de respetar a aquellas personas que no compartan nuestras creencias. Lo que no debe hacerse es recurrir a despotricar y a insultar a todos aquellos que no tengan las mismas "creencias" (o "increencias") que nosotros tenemos. Esto es evidente.


Sin embargo, y de entrada, lo primero que hace esta señora cuando habla de religión es referirse única y exclusivamente a la Religión católica (que ha sido la religión oficial en España durante la época de Franco), a la que califica, además, como "superstición" y como "herramienta ideológica tradicional del poder tirano para embaucar, someter y entontecer al pueblo ignorante y a muchos idiotas".  Hablar de este modo supone un gran desprecio hacia todos los cristianos con fe, a los que trata de supersticiosos, ignorantes e idiotas, por el simple hecho de creer en Jesucristo como Hijo de Dios, y Dios, Él mismo. No sé: me parece a mí que no es muy respetuoso, por parte de esta señora, proceder de esa manera. ¿Por qué no aplica el mismo tratamiento a los judíos y a los musulmanes? ¿Por qué no habla de Yavé o de Alá? ... ¿Por qué será? ... Respondan ustedes mismos a esta pregunta. Seguro que conocen la respuesta perfectamente.


Por otra parte, refiriéndose a los cristianos, por supuesto, continúa diciendo que "el amor que proclaman, en la teoría (...) se ha convertido frecuentemente, en la práctica, en el más feroz de los odios"(¿¿¿ ... ???) ... afirmación gratuita, radicalmente falsa y con un ánimo, claro y explícito, de hacer el mayor daño posible. Se trata de una mentira que no resiste al más elemental de los análisis, una calumnia de la que, además, tendrá que rendir cuentas ante ese Dios en el que no cree. 


Si hay algo que defina a la Religión Católica es, precisamente, el Amor: "Dios es Amor" (1 Jn 4,8). En un cristiano no cabe el odio: un cristiano que odiara a alguna persona estaría actuando en contra de su Religión y cometería un grave pecado 
[un pecado que puede ser perdonado si se arrepiente de corazón y cambia el odio por amor]. Que haya cristianos que no se comporten conforme a su fe no es ningún argumento en contra de esa fe; una fe que, además, ha sido y sigue siendo vivida intensamente por miles de cristianos, que están dispuestos a morir antes que renegar de ella [lo estamos viendo hoy en día; no necesitamos remontarnos al pasado]. ¿Dónde se encuentra, en estos cristianos [que son, precisamente los que tienen una fe auténtica] ese "odio feroz" del que habla esta mujer? No existe, sencillamente. Esta señora, por las razones que sean, se dedica a mentir y a calumniar para enardecer los ánimos contra los verdaderos cristianos ... ¡No es ese un buen camino!

[Curiosamente, el "ojo por ojo y diente por diente" (Ex 21, 24) de los judíos, así como el "pelead contra aquellos que no creen" (Sura 9:5,29) de los musulmanes, no es citado por esta señora, dándose el caso -aquí sí- de que, efectivamente, se admite la posibilidad de odiar en sus "libros sagrados"] 



(Continuará)

miércoles, 24 de septiembre de 2014

El Papa es uno y sólo uno (2 de 2) [ por Roberto de Mattei]




El Papa cesa ordinariamente de su cargo con la muerte, pero su poder de jurisdicción no es indeleble e irrenunciable. En el supremo gobierno de la Iglesia existen de hecho los denominados casos de excepción estudiados por los teólogos como la herejía, la enfermedad física y moral, la renuncia (…)

En la estela del Doctor Angélico (Summa Theologica, 2-2ae, q. 39, a. 3) se puede hacer la distinción entre "potestas ordinis" y "potestas iurisdictionis"


La primera, que deriva del sacramento del orden, tiene un carácter indeleble y no está sujeta a renuncia

La segunda tiene naturaleza jurídica y no llevando impreso el carácter indeleble propio del orden sacro, está sujeta a perderse en caso de herejía, renuncia o deposición.

[Egidio, discípulo de Santo Tomás] confirma la diferencia que subsiste entre "cessio" y "depositio", a la segunda de las cuales el Sumo Pontífice no puede ser sometido a no ser en caso de grave y persistente herejía. La prueba decisiva del hecho de que la "potestas papalis" no imprime un carácter indeleble está el hecho de que “si así fuera, no podría haber sucesión apostólica mientras permaneciera en vida un Papa herético”

Esta doctrina, que ha sido también praxis común de la Iglesia durante veinte siglos, puede ser considerada de derecho divino y, como tal, no modificable.

(…) Esta concepción sacramental y no jurídica de la Iglesia aflora hoy en la figura del Papa emérito. Si el Papa que renuncia al pontificado mantiene el título de emérito, quiere decir que de algún modo sigue siendo Papa. Está claro, de hecho, que en la definición el sustantivo prevalece sobre el adjetivo. Pero, ¿por qué es aún Papa tras la abdicación? La única explicación posible es que la elección pontificia le haya impreso un carácter indeleble, que no se pierde con la renuncia. La abdicación presupone en este caso la cesión del ejercicio del poder, pero no la desaparición del carácter pontifical. 


(…) Un papado espiritual diferente del papado jurídico no existe o lo hace sólo en la fantasía de algún teólogo.  Si el Papa es, por definición, quien gobierna la Iglesia, al renunciar al gobierno renuncia al papadoEl papado no es una condición espiritual, o sacramental, sino un “oficio”, es decir, una institución.

La tradición y la praxis de la Iglesia afirman claramente que uno y sólo uno es el Papa, e inseparable en su unidad es su poder. Poner en duda el principio monárquico que rige la Iglesia significaría someter el Cuerpo Místico a una intolerable laceración. Lo que distingue la Iglesia católica de toda otra iglesia o religión es precisamente la existencia de un principio unitario encarnado en una persona e instituido directamente por Dios.

(…) La Iglesia tiene un sólo jefe y fundador, JesucristoEl Papa es vicario de Jesucristo, Hombre-Dios, pero a diferencia del fundador de la Iglesia, perfecto en sus dos naturalezas humana y divina, el romano pontífice es persona solamente humana, privada de las características de la divinidad.

Hoy nosotros tendemos a divinizar, a absolutizar lo que en la Iglesia es humano, las personas eclesiásticasy en cambio a humanizar, a relativizar lo que en la Iglesia es divino: su fe, sus sacramentos, su tradición. De este error surgen graves consecuencias también a nivel psicológico y espiritual.

El Papa es una criatura humana, aunque esté revestida de una misión divina. La impecabilidad no le ha sido atribuida y la infalibilidad es un carisma que puede ejercer sólo en condiciones precisas. Él puede errar desde el punto de vista político, desde el punto de vista pastoral y también desde el punto de vista doctrinal, cuando no se expresa "ex cathedra" y cuando no vuelve a proponer el magisterio perenne e inmutable de la Iglesia. Esto no quita que al Papa se le deben rendir los máximos honores que pueden serle tributados a un hombre y que hacia su persona se debe nutrir una auténtica devoción, como hicieron siempre los santos.

Se puede discutir sobre las intenciones de Benedicto XVI y sobre su eclesiología, pero lo cierto es que se puede tener un único Papa cada vez y que este Papa, hasta prueba contraria, es Francisco, legítimamente elegido el 13 de marzo de 2013.

El Papa Francisco puede ser criticado, también severamente, con el debido respeto, pero debe ser considerado Sumo Pontífice hasta su muerte o una eventual pérdida de su pontificado.

Benedicto XVI ha renunciado no a una parte del papado, sino a todo el papado y Francisco no es un Papa a tiempo parcial, sino que es completamente Papa.

Cómo él ejerza su poder es, obviamente, otro discurso. Pero también en este caso la teología y el "sensus fidei" nos ofrecen los instrumentos para resolver todos los problemas teológicos y canónicos que en un futuro puedan surgir.


Roberto de Mattei