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martes, 19 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (18) [Concilio Vaticano II]

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No deja de ser curioso -y preocupante- que estos cristianos "tristes" a los que se refiere el papa Francisco son precisamente aquellos mismos cristianos de los que habla cuando dice en su entrevista que hay también grupos cristianos fundamentalistas. Estos "fundamentalistas" serían los que podríamos llamar "malos católicos" (mundanos, espiritualmente hablando, según el papa Francisco; y muy peligrosos). Como claro ejemplo de malos católicos-desde esta perspectiva- estarían los Franciscanos de la Inmaculada y todos aquellos que siguen manteniéndose fieles a la Tradición multisecular de la Iglesia, aquellos que hacen oración ante el Sagrario y participan en el santo sacrificio de la Misa y creen que Jesús está realmente presente en la hostia consagrada; en fin los "malos católicos" serían aquellos que, contra viento y marea, han permanecido fieles, durante toda su vida, a las verdades establecidas como dogmas en la Iglesia de siempre, porque han visto en ello la voluntad de su Fundador, Jesucristo, a quien aman sobre todas las cosas.

Y los "buenos católicos", siempre según esta "ideología", serían aquellos que dicen amén a todo lo que el Papa diga o le parece que ha querido decir, simplemente porque son palabras del Papa, como si el Papa fuese Dios. Esto es lo que podríamos llamar "papolatría". Se olvida así algo que es esencial y que todo cristiano debe de conocer, a saber: no pertenecemos a la Iglesia de un determinado Papa sino a la Iglesia fundada por Jesucristo. [El Papa, como persona humana que es, cuando no habla ex cathedra, puede equivocarse. Y hasta ahora nunca ha hablado ex cathedra]. Un cristiano tiene la obligación de conocer bien los fundamentos de su fe. Y no olvidar que, sea quien sea el que lo diga, si alguien (aunque fuera un ángel del cielo) predica un Evangelio distinto del que se nos ha transmitido en la Sagrada Escritura, debe ser considerado como anatema (o sea, maldito), según nos dice el apóstol Pablo en la epístola a los Gálatas, capítulo 1, versículos del 6 al 10

Así pues: se diga lo que se diga, la opción por la Verdad, o sea, la opción por Jesucristo, es lo único que tiene que preocupar verdaderamente a un católico que se precie de tal. ¡Eso sí, no por un Cristo a la carta, sino por Jesucristo fielmente interpretado por la Tradición de la Iglesia de veinte siglos! Nadie se puede permitir el lujo de interpretar a su gusto el Evangelio [como ocurre en el caso de los protestantes, para quienes cuenta la sola Escritura]. La institución del Papado es un dogma de fe y nos da una seguridad absoluta acerca de la correcta interpretación de las Sagradas Escrituras, en lo que tienen de esencial con vistas a nuestra salvación. Si perdemos esto de vista, entonces lo hemos perdido todo.

[¡No debemos confundir el Papado con lo que un determinado Papa diga en un determinado momento, por muy Papa que sea! Un Papa que negara, "de alguna manera", algo de lo establecido anteriormente como doctrina segura, tendría que ser cuestionado en su fe por el conjunto de obispos y cardenales que componen la Iglesia ... pues se trataría de un Papa "hereje",  lo que es una contradicción; en ese caso tendría que ser depuesto. No estoy diciendo que ése sea el caso del papa Francisco [tampoco estoy diciendo que no lo sea]. Es un tema muy delicado, porque habría que demostrar de un modo que no diera lugar a dudas de que eso es así. E incluso, supuesto el caso de que se demostrase, el Papa siempre podría decir que no se había interpretado bien lo que dijo; o podría perfectamente retractarse de ello. En ambos casos no perdería su cargo. En fin, este tema merecería un estudio aparte]


Curiosamente se sigue diciendo, usando la expresión hermenéutica de la continuidad, debida al anterior Papa Benedicto XVI que, con las reformas que se están haciendo hoy en la Iglesia - y con las que se pretenden hacer - no se quiere romper con el pasado, sino que hay continuidad. La Iglesia sigue siendo la misma pero adaptada a los tiempos modernos. Esto es la teoría. La realidad lo desmiente. Los hechos que hoy en día se están produciendo indican más bien ruptura que continuidad, con relación a la estructura de la Iglesia de veinte siglos ... ¡como si la Iglesia hubiera comenzado hace cincuenta años, a raíz del Concilio Vaticano II!. Siempre se habla del Concilio, como sinónimo del Concilio Vaticano II (y sólo de ese Concilio y no de los veinte Concilios anteriores), y del espíritu del Concilio (que nadie sabe en qué consiste), porque un espíritu puede ser bueno y puede ser malo [excepto, claro está, si estamos hablando del Espíritu Santo, pero éste "sopla donde quiere y oyes su voz pero no sabes de dónde viene ni adónde va" (Jn 3,8)]. Queda claro que ese Espíritu no se deja agarrar por nadie, sino que es libre y siempre va unido a Jesús: "El Señor es Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad" (2 Cor 3, 17). Recordemos también que Jesucristo dijo de sí mismo: "Yo soy la Verdad" (Jn 14, 6) y también: "La Verdad os hará libres" (Jn 8,32). En la unión con el Señor Jesús (que es la Verdad) unión posible por el Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo, encontramos nuestra auténtica libertad: una libertad que va unida siempre a la Verdad, que es Jesús, y una libertad que nos es dada porque estando con Jesús tenemos su mismo Espíritu en nosotros, por pura gracia. 


Y, sin embargo, p
arece como que si se contradice algo (¡no estoy diciendo que se contradiga todo, tan solo algunos puntos!) de lo que fue aprobado en el Concilio, se estuviese, por ello mismo, actuando en contra de la Iglesia, lo que es absolutamente falso. El Espíritu Santo va siempre de la mano de Jesús. Todo lo que nos oculta a Jesús, nos oculta también su Espíritu. Y nos hace esclavos (aun cuando sea el mismo Concilio Vaticano II)


Y de hecho ocurre que dicho Concilio, que pretende imponerse como si fuese Palabra de Dios, inspirada directamente por el Espíritu Santo, contiene -sin embargo- una serie de puntos de dudosa ortodoxia [entre ellos la colegialidad, la libertad religiosa, el ecumenismo y el diálogo interreligioso; aunque no son los únicos]. Por eso mismo no podía nacer con vistas a dar definiciones de tipo dogmático, lo que sí ocurrió con los veinte Concilios anteriores. En teoría nació como un concilio meramente pastoral, en sus intenciones. Y efectivamente no ha definido nada de modo dogmático. Lo extraño del caso es que siendo eso así, como lo es, ¿a cuento de qué esa obsesión en querer imponer a los cristianos una visión tan estrecha de lo que es la Iglesia, reduciéndola a lo que se dice en el Concilio Vaticano II? [máxime cuando dicho Concilio, como digo, tiene algunos puntos muy discutibles desde un punto de vista ortodoxo] La Iglesia es mucho más que eso. Y es el Espíritu Santo (el auténtico, el Espíritu de Jesús) el que la anima y no el "espíritu" del Concilio. 

Del Concilio Vaticano II hay que tomar como absolutamente cierto aquello que está en conformidad con lo que se dijo en los Concilios anteriores, que sí nacieron como dogmáticos. Y, ante la menor duda, un católico debe ir a lo seguro, o sea, a lo definido dogmáticamente por la Iglesia de siempre. De ese modo, aunque sea tachado de "fundamentalista" o de "cristiano triste", puede tener la conciencia tranquila de que está cumpliendo con lo que Dios quiere. Su único "fundamentalismo" (del que puede sentirse orgulloso) consiste en que intenta hacer realidad en su vida las palabras de la Escritura que dicen que: "en cuanto al FUNDAMENTO nadie puede poner otro distinto del que está puesto, que es JESUCRISTO" (1 Cor 3, 11). Bendito fundamentalismo éste, que no se caracteriza precisamente por ningún tipo de violencia 
contra los demás, ni ideológica ni física, (en contra de las afirmaciones del Papa Francisco, en este sentido)




Estamos llegando a una situación límite, en la cual serán muy pocos  los católicos que lo sean de verdad ... y desde luego, no lo serán aquellos que siguiendo doctrinas "oficiales" de la Iglesia, se dejen engañar 
[Digo con toda idea, "se dejen engañar" porque no debemos olvidar que sólo será engañado el que quiera serlo]- por los dichos y retóricas de una inmensidad de "falsos pastores" que surgirán apareciendo como portadores de la auténtica palabra de Dios, cuando serán, en verdad, "lobos disfrazados de ovejas", "ladrones y salteadores", a quienes no les importan en absoluto las ovejas: el "mensaje" que "prediquen" será meramente humano y la figura y la realidad de Jesús quedará relegada a su mínima expresión. 

En esa "nueva doctrina" ya no habrá lugar para nuestro gran Amigo y nuestro Único verdadero Amigo, que es Jesucristo. Las palabras que oiremos serán palabras de hombres, pensadas por hombres y para los hombres. Para dar impresión de continuidad nos encontraremos con el nombre de Jesucristo, pronunciado de vez en cuando, pero este Cristo no será ahora el Cristo real, aquél que formó parte de nuestra historia y que se manifestó como verdadero hombre, y también como verdadero Dios. Será simplemente un Cristo simbólico y lo esencial, en esta "nueva religión" (por llamarla de algún modo) será la solidaridad (¿?) entre los hombres. Cualquier viso de sobrenaturalidad será considerado como peligroso y tachado como sospechoso de "mundanidad espiritual".


Me viene a la mente la escena en la que María Magdalena fue al sepulcro, muy temprano, en la madrugada del domingo, y se encontró con que la piedra del sepulcro estaba quitada. Se quedó fuera, llorando junto al sepulcro. Y cuando dos ángeles, vestidos de blanco, le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?", ella contestó: "Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto" (Jn 20, 13). La situación actual por la que atravesamos es muy parecida: Nos han quitado al Señor y no sabemos dónde se encuentra. 


Pues bien: ante tantas pruebas como nos esperan, es fundamental tener las ideas muy claras, y pedirle a Dios que nos conceda una fe sincera y auténtica pues, como dijo el mismo Jesús: "llega la hora en que todo el que os dé muerte pensará que hace un servicio a Dios" (Jn 16,2). Los católicos auténticos serán considerados como "malos", "retrógrados", etc... y serán perseguidos por los que se considerarán a sí mismos "buenos católicos, "progres", "puestos al día", "en conformidad con los tiempos actuales", etc... y, además, como poseyendo la verdad, engañando así a miles y miles de católicos, que prestarán oído a sus fábulas, ... pues la  "verdad" que prediquen no será la Verdad (con mayúsculas), que es Cristo. El número de los que conozcan de veras a Jesús será muy limitado, reducido a unos pocos, muy pocos, aquellos que no se avergüencen del Nombre de Jesús, como Dios y hombre verdadero.


Cuando eso ocurra -y ya está ocurriendo en algunos lugares- hagámonos el propósito de grabar en nuestra mente y en nuestro corazón estas hermosas palabras de Jesús, que están dirigidas a cada uno de nosotros, para que no tengamos miedo. Decía Jesús [y sus palabras tienen siempre actualidad]: "Cuando comiencen a suceder estas cosas, erguíos y LEVANTAD LA CABEZA porque está cerca vuestra redención" (Lc 21, 28). Y estas otras: "Vosotros ahora tenéis tristeza, pero OS VOLVERÉ A VER Y SE OS ALEGRARÁ EL CORAZÓN Y NADIE PODRÁ QUITAROS VUESTRA ALEGRÍA" (Jn 16,22)

(Continuará)

¿Fundamentalismo cristiano? (17) [ Evangelización nueva" ]

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Da la impresión (y es más que una impresión) de que cuando se habla de la "nueva" evangelización se estuviera pensando en una evangelización "nueva" [en el sentido de diferente], pues cada vez son menos los pastores que transmiten fielmente el mensaje que Jesucristo nos dejó: callan y ocultan verdades fundamentales; y hacen una selección de pasajes evangélicos que, a su vez, interpretan eliminando siempre todo aquello que no pueden entender; o sea, eliminan lo sobrenatural ... de modo que lo que se nos transmite, lo que nos llega ya no es la auténtica palabra de Dios, sino una palabra "filtrada" según criterios puramente humanos. 

Se quiere sustituir la Religión de Dios por la religión del hombre: en esta "nueva religión" todo tiene una explicación racional, o mejor, "racionalista" ... ¡Hay, sin embargo, una pega, un "ligero"  inconveniente y es que esa "religión" no es la Religión Católica, sino un espécimen, cuajado de mentiras e inventado por una serie de teólogos que han perdido la fe en Jesucristo como verdadero Dios y ven en él tan solo un mero hombre! 

En esa "nueva religión" (por llamarla de alguna manera, pues no es la Religión Católica, aunque se diga otra cosa) habría que reescribir todo el Nuevo Testamento. Y quedarse sólo con lo que se entienda ... y si se mantuviese algo de lo que no se entiende, entonces se le daría una explicación de tipo simbólico. En ese "nuevo engendro" [¡que no evangelización!] las grandes verdades de nuestra fe son eliminadas: Jesucristo no resucitó realmente, ni ascendió a los cielos; sus milagros y los de sus apóstoles son mentiras piadosas; la virginidad de María y su Asunción en cuerpo y alma a los cielos es una falsa leyenda, etc... En definitiva, se quiere quitar todo valor histórico a los Evangelios y transformar su contenido en algo simbólico. Lo importante no serían los hechos que, según ellos, no ocurrieron, sino el sentimiento religioso. En fin, se pretende construir un edificio sin cimientos, una Iglesia sin base, sin fundamento, minimizando y disminuyendo la figura de Jesús. Esto no ocurrirá de modo global, pero serán muchos los que serán seducidos y pensarán -no sin culpa- que están obedeciendo a Dios, cuando en realidad, obedecen preceptos de hombres.

¿Qué está ocurriendo aquí? Simplemente una repetición más del primer pecado, causa de todos los males que afligen a la humanidad. Adán y Eva cayeron en la tentación del "seréis como Dios" (Gen 3, 5). Su gran pecado fue la soberbia, seguido de la mentira y de no reconocer su culpa. El hombre de hoy, como el de todos los tiempos, no es -tampoco en esto- muy original: pretende abarcar a Dios (que es inconmensurable) y hacer un dios a su medida, fabricándose su propia religión, una "religión" que sería cambiante con los tiempos, etc... O sea: ¡un auténtico disparate, basado en la mentira más atroz! ... cuyo origen se encuentra básicamente en el modernismo, teoría filosófica condenada expresamente por el papa San Pío X en su encíclica "Pascendi". El modernismo no es una herejía más, sino la suma de todas las herejías. Por desgracia para nosotros, este tipo de filosofía ha influido mucho en bastantes sectores "progres" de la Iglesia Católica (sectores de gran influencia) así como en la génesis, desarrollo y aplicación del CVII, del que se ha dicho algo en otras entradas, con las consecuencias perniciosas que todo esto ha tenido para la Iglesia, y que ya conocemos.

¡Pero la mentira no es buena!. Ya conocemos la opinión que le merecen a Jesús los mentirosos (una opinión que coincide con la realidad de las cosas). Recordemos lo que dijo, en cierta ocasión, a los judíos: "Vosotros tenéis por padre al diablo y queréis cumplir las apetencias de vuestro padre; el era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla la mentira de lo suyo habla, porque es mentiroso y el padre de la mentira" (Jn 8, 44). Son palabras muy fuertes, pero así es. Y continúa diciendoles Jesús: "Sin embargo, a Mí, que digo la verdad, no me creéis" (Jn 8,45) 

¿A quien hacemos caso, entonces? ¿A aquellos hombres [¡y no importa que algunos de esos hombres sean pastores de la Iglesia, porque serían falsos pastores!] que nos quieren apartar de Dios, del único y auténtico Dios que es el que se ha manifestado en Jesucristo, como verdadero Dios y como verdadero hombre ...  o a Jesús, tal como aparece en los Evangelios y en la Tradición de la Iglesia Católica de casi dos mil años, a quien hemos conocido como a nuestro Amigo y como a nuestro Maestro? ¿A quién vamos a creer?

Es importante tomar una decisión en este sentido porque nos va en ello la salvación eterna. No podemos esquivar la decisión. Tampoco podemos excusarnos ni culpar a nadie de la decisión que tomemos, una decisión libre de la que seremos los únicos responsables. Decía Jesús: "Si no hubiera venido y les hubiera hablado, no tendrían pecado. Pero ahora no tienen excusa de su pecado" (Jn 15,22). 

Debemos, pues, mantenernos vigilantes: "Ya es hora de que despertéis del sueño" (Rom 13, 11), nos decía el apóstol san Pablo, "porque vuestro adversario, el diablo, como un león rugiente, ronda buscando a quien devorar" (1 Pet 5,8) [palabras del apóstol Pedro]. Para vencer en esta batalla contra el diablo tenemos que ponernos la armadura de Dios (Ef 6,13) ... "tomando en todo momento el escudo de la fe" (Ef 6,16a).  "Resistidle firmes en la fe" (1 Pet 5, 9), decía el apóstol Pedro. Y San Juan:  "Esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5,4). El Señor insiste mucho en la necesidad de la fe si queremos salvarnos, una fe que debemos pedirle machaconamente y con confianza, pues sin ella estamos perdidos y derrotados. Sigue diciendo san Juan: "¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el hijo de Dios?". (1 Jn 5,5)

Una "religión" en la que la figura de Jesucristo [del Jesucristo real histórico, no del inventado por algunos teólogos de pacotilla que han perdido la fe] hubiera desaparecido, nos la hubieran robado, sería cualquier cosa menos la verdadera religión. Por supuesto que tal "religión" no sería la Religión Católica [si acaso esto llegara a producirse] y, además, y sin ningún problema de conciencia, no sólo no habría obligación de ser obedecida. Nuestra obligación [ante Dios que es ante quien hemos de rendir cuentas] no podría ser otra que la desobediencia, pues "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29). 


Lo más sorprendente de todo es que este "nuevo" mensaje "evangélico" [que poco o nada se parece al auténtico, al que hemos recibido los católicos -por pura gracia y sin ningún mérito- a través de los buenos pastores que la Iglesia Católica siempre ha tenido] pretende, sin embargo, aparecer como católico; y no sólo eso, sino que se está llegando hasta el punto - así se está haciendo ya en algunos lugares- de 'imponer' esa visión meramente humanista de la religión católica a todos los católicos. Esto es muy grave (y nos sitúa en lo que diré después acerca de quiénes son, en verdad, los "fundamentalistas" cristianos, los llamados violentos por el papa Francisco)

Los que no comulgan con ese enfoque de la vida cristiana son considerados como rémoras que están retrasando el progreso de la Iglesia, hasta el punto de que los que no piensan conforme a esta "nueva" idea de Iglesia son tachados por el propio Papa de cristianos tristes,   anestesiados, formalistas, hipócritas, etc, ... Incomprensible, pero ahí están los hechos, que hemos señalado tantas veces en estas entradas, para demostrarlo. 

(Continuará)

sábado, 16 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (16) [Formación y oración]

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Lo señalado anteriormente es muy importante, porque la fidelidad y la obediencia de un católico es debida sólo a Cristo y al Papado como Institución que Él fundó, constituyendo como primer Papa al apóstol Pedro: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré MI IGLESIA" (Mt 16, 18). La misión del Papa es la de guardar el depósito recibido (1 Tim 6,20). Las Sagradas Escrituras y la Tradición de la Iglesia multisecular (fiel intérprete de la Palabra Revelada) son la base sobre la que debemos edificar nuestra vida como católicos que, si lo somos es por pura gracia de Dios y no por nuestros méritos personales. 

Nadie puede cambiar la doctrina que ha recibido por otra diferente: "Aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado ¡sea anatema!" (Gal 6,8). Y continúa, acto seguido: "Como hemos dicho, y ahora vuelvo a decirlo, si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema!" (Gal 6,9).  La palabra anatema significa maldito de Dios (excomulgado). 


San Pablo insiste en este punto que es central para la supervivencia de la Iglesia como la auténtica Iglesia, aquella de la que dijo Jesús que "las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18b). Y así será, por mucho que sea combatida: "El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" (Mt 24,35). 


De modo que nadie -absolutamente nadie- (¡y el Papa menos que nadie!) puede cambiar un ápice acerca de la doctrina que ha recibido (¡que no es suya!). Los dogmas definidos, de una vez para siempre, por la verdadera y única Iglesia, que es la Católica, son intocables. No debemos olvidar que "Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y por los siglos" (Heb 13,8) 


La influencia de los errores modernistas tanto en la gestación como en el desarrollo y en las aplicaciones concretas del Concilio Vaticano II ha sido el factor clave para que hayamos llegado a la situación en la que nos encontramos hoy en la Iglesia, una Iglesia que - justo es decirlo, porque es la verdad-, se parece cada vez menos -y en algunos lugares, no se parece absolutamente nada- a la Iglesia que algunos hemos conocido, aunque haya sido sólo por poco tiempo. 

Esa labor "pastoral" (de apertura al mundo y de "aggiornamiento") que comenzó hace ya más de cincuenta años con el Concilio Vaticano II (y que-sin duda- habrá sido realizada con la mejor de las intenciones), sin embargo, ha producido frutos nefastos. Esto son hechos indiscutibles, el más importante de los cuales, a mi entender, es que el número de católicos que conocen su fe ha disminuido de modo alarmante ... porque ya no se les habla de Jesucristo ... y no se les habla de Jesucristo porque una gran mayoría de los que tienen la misión de hacerlo no creen ya en Jesucristo ... sino en "otra cosa", en algo que nada tiene que ver con la Palabra de Dios contenida en los Evangelios y Revelada en Cristo Jesús para nuestra salvación.


Son muchos los "católicos" que se han dejado llevar por los "malos pastores" y que están, por lo tanto, fuera del Camino y alejados del único verdadero Pastor que es Jesucristo, aquel que conoce a sus ovejas y que es conocido por ellas, según dice san Juan: "Yo soy el buen Pastor; conozco las mías y las mías me conocen a Mí" (Jn 10, 14). Se trata de ovejas que han pasado a pensar como el mundo y a actuar con los criterios del mundo, criterios que son incompatibles con la fe ... "¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios?. Por tanto, el que desee ser amigo de este mundo, se hace enemigo de Dios" (Sant 4,4). Hay muchos "católicos" que piensan que lo son cuando, en realidad, hace ya mucho tiempo que dejaron de serlo ... porque aquello en lo que creen no tiene nada que ver con lo que la Iglesia infalible siempre ha dicho, a lo largo de casi dos mil años.

Por eso el católico de hoy, y esto con más urgencia que nunca, tiene la obligación de conocer su fe, su verdadera fe, acudiendo a los buenos pastores, que siempre los hay, aquellos que, de verdad, se preocupan por sus ovejas y que, como su Maestro, están dispuestos a dar su vida por ellas. Y leyendo, y meditando, en la presencia de Dios (a ser posible delante del Sagrario) la Sagrada Biblia, en particular el Nuevo Testamento, a cuya luz puede comprenderse el Antiguo. De no hacerlo así, corre el riesgo -y más que riesgo-  de perderse entre el marasmo de falsas ideas que están en el ambiente y la confusión que reina en casi todos los ámbitos, también los religiosos.




Por desgracia, hay "pastores" que han claudicado y de los que se podría decir, sin miedo a equivocarnos, que han acabado perdiendo la fe; y así resulta que no predican a Jesucristo, como verdadero Dios y verdadero hombre, sino "doctrinas" humanas, que nada tienen que ver con la verdadera Palabra de Dios, contenida en los Evangelios.

Esa es una de las razones -y no la menos importante- por las que hay tan poca asistencia a misa entre los cristianos: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño" (Mt 26, 31). Al faltar la fe se enfría la caridad. Y Jesús no seduce a los jóvenes porque no se predica sobre Él ... ¡no lo conocen y están perdiendo lo más maravilloso de la vida! ¿Por qué, si no, surgen hoy tan pocas vocaciones entre los jóvenes? ¿Es que Dios ha enmudecido y no llama ya a nadie a embarcarse en la gran aventura que supone seguirlo?... 


¡Dios sigue llamando ... pero son muchas las distracciones que nos impiden oírlo! Necesitamos hacer silencio en nuestro corazón. Y leer el Evangelio junto al Sagrario, con total disponibilidad y sin ningún temor a lo que Él nos quiera pedir. Necesitamos oír su Voz, su auténtica voz, no aquellas "voces que aturden" y que, en realidad, nos alejan de Jesús, aunque no paren de hablar de Él, porque lo que nos presentan es un Jesús desfigurado, un Jesús que es pura invención humana. Nos ocultan al Jesús verdadero, el que aparece en los Evangelios, el único que puede conmover los corazones, sobre todo los de los jóvenes, que suelen ser los más generosos y los más dispuestos ... 


Lo que subyuga, lo que atrae, lo que seduce, lo que llena el alma, lo único capaz de hacernos felices, ya en este mundo, con la máxima felicidad de la que aquí somos capaces, es sólo, única y exclusivamente la figura y la Persona de Jesucristo. Lo que ocurre, para nuestro mal y nuestra desgracia, es que los jóvenes no conocen a Jesús ... no lo conocen porque no oyen hablar de Él pues lo que oyen, con demasiada frecuencia, no es su Palabra, la cual suele ser escamoteada, en el mejor de los casos. Y si no lo conocen, ¿cómo se van a enamorar de Él? En muchas "pastorales" se ha cambiado la fe en Jesucristo por la fe en el hombre, pensando que así van a atraer más gente: ¡craso y grave error, que está teniendo consecuencias muy graves!


Este mundo sólo pueden salvarlo los santos; y todos los cristianos estamos llamados a la santidad, es decir, a conformar nuestra vida con la vida de Jesús. Pero, ¿cómo será eso posible si no nos hemos encontrado con Él, si no lo conocemos, si nadie nos ha hablado de Él? De ahí la importancia de adquirir una mayor formación en el conocimiento de nuestra fe, la fe de la Iglesia de veinte siglos -que está siendo olvidada- la única fe que puede vencer al mundo (1 Jn 5,4).  Y luego -y sobre todo- la gran receta que Jesús mismo nos dio para estos casos, y en realidad, para todos: la oración: "La mies es mucha, pero los obreros pocos. ROGAD, por tanto, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies" (Lc 10, 2). La oración es la debilidad de Dios y la fuerza del hombre. Si le rogamos insistentemente, con confianza plena y sin ningún resquicio de duda, Él nos escuchará y hará que surjan esos santos que la Iglesia de hoy tanto necesita para sobrevivir.



(Continuará)

martes, 12 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (15) [Relativismo]

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Da la impresión- y posiblemente sea más que una mera impresión- de que lo que hoy se está pretendiendo en la Iglesia, y por eso tiene el aplauso del mundo, es una especie de "fraternidad universal", al estilo masónico. Se piensa que así habrá mayor paz en el mundo (entendiendo la paz como la entiende el mundo, esto es, como ausencia de guerra). 

En esta "nueva religión" que podríamos llamar LA RELIGIÓN DEL HOMBREtodos tendrían cabida.


- No habría roces entre las diferentes religiones, las cuales serían como un anexo histórico de esa única Religión Universal, inventada por el hombre para ser feliz (sólo para esta vida, claro está, puesto que no hay otra). 

- Cualquiera que actuase en conciencia pertenecería a ella (el concepto de bien y de mal desaparece. Bueno y malo es lo que a mí me parece que es bueno o malo).
- Ya no habría trabas de ningún tipo, pues todo estaría permitido y bien visto ... todo, excepto lo que podríamos llamar pecado social. Es decir, si yo no robo ni mato, puedo tener la conciencia tranquila ... De lo que se trata es de no molestar a nadie...
- Si alguno tiene algún tipo de creencias debe tenerlas  para sí mismo, de modo privado ... pero tales creencias no deben manifestarse nunca en la vida pública ... Así se evitarán confrontaciones y posibles conflictos. 

Algo parecido, por así decirlo, al "mundo feliz" de Aldous Huxley, aunque con otras connotaciones ... Sin embargo, como no podía ser de otra manera, la realidad demuestra que estos "objetivos" no pueden llevarse jamás a cabo. Se trata de una utopía irrealizable, porque parte de una idea falsa de lo que es la naturaleza humana. Si la premisa de la que se parte es errónea, los resultados a los que conduce  "teóricamente" tienen que ser necesariamente falsos  y engañosos e imposibles de llevar a cabo en la realidad real. Un intento de puesta en práctica de estas ideas, supondría un verdadero suicidio de la humanidad: cambiar el Dios real por el dios inventado por el hombre es un autoengaño, una mentira, que no puede sino tener consecuencias catastróficas.



La actuación del papa Francisco en lo que lleva de Pontificado está sembrando mucha confusión entre los cristianos ... bueno, entre aquellos cristianos que creen en el carácter sobrenatural de la Iglesia, y van a Misa y comulgan, y creen que Jesucristo está verdaderamente presente en el Sagrario y es verdadero Dios, etc.; es decir, entre los cristianos que no han perdido la fe en la Iglesia de siempre, aquélla que fue fundada por Jesucristo. 


Resulta difícil de entender -y, sin embargo, los hechos están ahí para demostrarlo- que el mismo papa Francisco está dando la impresión, tanto en sus declaraciones -de cualquier tipo- como en sus viajes, de que lo esencial del mensaje cristiano es el ecumenismo (mal entendido, por cierto), la libertad religiosa, el diálogo interreligioso, la colegialidad ... 


[Y que, para colmo, es el mismo Espíritu Santo el que así lo quiere y, gracias al cual -por la docilidad del papa Juan XXIII- pudo salir adelante el Concilio Vaticano II. Y de lo que ahora se trata es de poner en práctica todo lo que está contenido en dicho Concilio]. 


Podemos verlo en infinidad de manifestaciones del santo Padre. Valgan algunos ejemplos, a modo de pincelada, para demostrar lo que digo. En la famosa entrevista con Scalfari, el director de la Reppublica, le ratifica lo que ya le había dicho anteriormente por teléfono, a saber, que la conciencia es autónoma y que cada uno debe obedecer a la propia conciencia


[Esto es lo que decía el filósofo idealista Emmanuel Kant, uno de los que más han influido en la corriente modernista atea actual, que tanto se ha infiltrado en la Iglesia de hoy]


Y añade el Papa -y lo repite dos veces, para que no quepa la menor duda de que ha dicho lo que ha querido decir-:  "Cada uno tiene su propia idea del Bien y del Mal y debe elegir seguir el Bien y combatir el Mal como lo concibe. Bastaría eso para cambiar el mundo"


Es difícil de expresar mejor aquello en lo que consiste el relativismo moral, que es uno de los grandes males que acosan a la humanidad y a la Iglesia en particular. Lo grave es que esas palabras hayan sido pronunciadas por el Papa. Si admitimos esto que el Papa ha dicho (y aún así nuestra inteligencia sigue funcionando después de haberlo hecho), un sencillo razonamiento nos lleva inmediatamente a la conclusión de que no hay verdad: el concepto de verdad y la verdad misma desaparecen (¡cada uno tiene su verdad, que es lo que le dicta su conciencia!) 




La consecuencia más grave de todas es que la figura de Jesucristo se queda así en un mero recuerdo y reducida a la nada prácticamente: Jesús es ... lo que cada uno piense acerca de Jesús: ¡Enorme falsedad! Jesús es la Verdad, y Jesús no depende de lo que mi conciencia o mi pensamiento decidan acerca de lo que Él es o deja de ser. La realidad de Jesucristo es algo objetivo. Esta realidad histórica no depende de mi conciencia. No se puede minimizar ni banalizar la figura de Jesucristo de esa manera.


[La fe en Dios y, en particular, la fe en Jesucristo (en el Cristo real histórico que vino a este mundo) no es algo relativo ni cambiante con el tiempo. La cobardía ante el mundo moderno, por parte de muchos eclesiásticos, les ha llevado a hacer concesiones en temas en los que tales concesiones no pueden hacerse bajo ninguna circunstancia. De ese modo, se han ido relativizando temas cruciales (anticonceptivos, aborto, divorcio, etc...) y se han ido ocultando los dogmas fundamentales de la fe, aquellos que vienen contenidos en el Credo pero que pocos católicos conocen como se deben conocer para poder enfrentarse con valentía y entereza a un mundo que está cada día más separado de Dios]


La negación de la existencia de una verdad absoluta es, en realidad, la negación de la divinidad de Jesucristo quien dijo de sí mismo: "YO SOY el Camino, LA VERDAD y la Vida" (Jn 14,6); en cambio,  según el Papa actual si cada uno elige seguir el bien y combatir el mal COMO LO CONCIBEN, eso bastaría para cambiar el mundo


[¡Qué disparate, Dios mío! Bueno ... en realidad tiene razón en eso de que cambiaría el mundo, pero no sería precisamente para su bien sino para su destrucción: Es lamentable tener que oir estas cosas saliendo de la boca del mismísimo Papa. ¡Es muy triste!]


Claro está: teniendo esta idea acerca de lo que es el bien y de lo que es el mal, ya no pueden extrañarnos todas esas frases del Papa que están dando la vuelta al mundo:

 "El proselitismo es  una solemne necedad y no tiene sentido". 

 «Que los que son cristianos lo hagan con la Biblia y que los que son musulmanes lo hagan con el Corán . La fe que vuestros padres os han inculcado os ayudará siempre a avanzar -les dice a los musulmanes»
No estoy interesado en convertir a los Evangélicos al Catolicismo. 

Y así un día y otro día, por activa y por pasiva, con expresiones que van siempre en el mismo sentido, un sentido que no es, precisamente, conforme al sentir de la Iglesia de veinte siglos.  ¿Cómo es posible que se haya llegado a esta situación en el seno de la misma Iglesia? ¿Es que estamos acaso ante un Papa hereje? ¿Será éste el Papa que aparece en las profecías de San Malaquías como el último Papa ... y estaríamos entonces en los últimos tiempos, previos a la venida del Señor?  No podemos saberlo. Sí sabemos que el Papa que tenemos es legítimo ... De eso no nos debe caber la menor duda ... pero, tal como están las cosas, se impone tener las ideas muy claras: su legitimidad como Papa no puede hacer que una mentira se transforme en verdad porque él lo haya dicho

(Continuará)

domingo, 10 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (15) [Canonizar CVII]

Por eso, entre otras cosas, es imposible comprender, por ejemplo, el beso del papa Juan Pablo II al Corán.[En este enlace se habla sobre el Islam, el Corán y el beso de Juan Pablo II a dicho libro]. Ésta es una de las razones -no la única- por la que en la actualidad se están realizando estudios muy serios por personas de una gran fe y de una gran preparación teológica en relación a la "infalibilidad" de las canonizaciones"  posteriores al Concilio Vaticano II, un tema que, ciertamente, no planteaba ningún problema antes de la celebración de dicho Concilio.

A poco que se piense -y sin ser excesivamente sagaz- no deja de sorprender la prisa (¡inmensa!) que ha surgido para canonizar, como sea, a todos los Papas que han intervenido en el Concilio Vaticano II:  Juan XXIII (ya santo), Pablo VI (que será declarado Beato el 19 de octubre de 2014), Juan Pablo I (que aunque sólo estuvo 33 días en el Pontificado, en junio de 2009, el Vaticano comenzó la fase "romana" de su proceso de beatificación, basándose en Giuseppe di Altamura Denora, que afirmó haber sido curado de cáncer... de modo que ya está en marcha una investigación oficial sobre el presunto milagro) y Juan Pablo II (proclamado también santo con tan solo un milagro atribuido a su intercesión). El que fue papa Benedicto XVI -hoy cardenal Ratzinger- aún está vivo y lo mismo el actual papa Francisco I, por lo que parece demasiado pronto para canonizarlos; bueno, si se cambian las reglas, ..., ¿quién sabe lo que puede ocurrir? 










De modo que, sin ser ningún experto, me da la impresión de que lo que se esconde tras estas canonizaciones realizadas con tanta rapidez (y saltándose, incluso, algunas reglas oficialmente establecidas) es la pretensión (¡vana!) de "canonizar" el Concilio Vaticano II, si es que eso fuera posible, que no lo sé. Aunque si tal evento ocurriera sería como para estar seriamente preocupados, pues daría lugar, sin duda, a una confusión, aún mayor de la que ya existe, entre los pocos católicos que van quedando; y que cada vez son menos, en contra de las apariencias. 


Todo el mundo sabe que el papa Francisco -por lo que sea- no es partidario de nada que aparezca en la Iglesia como tradicional; y no sólo no es partidario de lo tradicional sino que, además, lo combate ... y de modo insistente y continuado ... ¡como si ese fuese el gran problema de la Iglesia de hoy, en la que se está perdiendo la fe a una velocidad de vértigo!


Y, sin embargo, no tendríamos por qué rasgarnos las vestiduras ante ciertos gestos o modos de actuar del papa Francisco porque no hace, en realidad, sino seguir las indicaciones del Concilio Vaticano II; o sea, lo mismo que también hicieron todos los papas anteriores a él desde Juan XXIII hasta Benedicto XVI. Evidentemente cada Papa tiene su propio estilo (y el estilo del papa Francisco es el de llamar mucho la atención ... pero ése es otro asunto). Este Concilio fue sin duda, uno de los más importantes que ha habido a lo largo de la Historia de la Iglesia, pero no debe olvidarse que, anteriores a él, hubieron 20 concilios más. Tampoco hay que olvidar que  ningún concilio puede contradecir lo que, dogmáticamente, se ha definido en un concilio anterior. Esto es muy importante tenerlo en cuenta.

Recordemos que el Concilio Vaticano II  es el primero que se presentó a sí mismo como de mero carácter pastoral, sin intención de imponer nada: todos los demás concilios habían sido dogmáticos. Pero me llama mucho la atención que, siendo esto así -como lo es- ¡ay del que discrepe del Concilio Vaticano II!, [al cual se le llama simplemente el Concilio, como si fuese el único que ha tenido la Iglesia en veinte siglos]. 


Se ha vertido abundante tinta sobre él y sigue aún necesitando de muchas explicaciones, porque aparecen en él algunos documentos de dudosa ortodoxia como son los relativos a la libertad religiosa, el ecumenismo, la colegialidad y el diálogo interreligioso ... precisamente los temas en los que se está haciendo hoy tanto hincapié, de un modo, además, excesivo y fuera de lo normal, como si ése fuese el mayor problema que tiene planteado hoy la Iglesia. Ya escribí tres entradas comentando el discurso de apertura de dicho Concilio. Puedes acceder a ellas pinchando aquí , aquí y aquí.   
(Continuará)

¿Fundamentalismo cristiano? (14) [Convicciones]

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Respecto a estar en posesión de la verdad ... hay que decir que un católico, que sea fiel a las enseñanzas de Jesucristo y a la Tradición recibida por los Apóstoles -fielmente transmitida durante casi dos mil años- y que haya recibido la gracia de la fe no puede tener la menor duda acerca de las palabras de su Maestro, quien dijo de Sí mismo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6) y que nos amó hasta el extremo de dar su vida por nosotros, dándonos así la posibilidad de ser salvos, según sea nuestra respuesta. Y resucitando, con su propio cuerpo llagado (pero ahora glorioso) mostró a todos que Él era Dios y que no hay salvación sino en Él. De ahí el mandato dado a los apóstoles para expandir su Reino por todo el mundo, a fin de que todos se salven. Y un cristiano que viviera conforme a la ley de Dios, contenida en las Sagradas Escrituras y en la Tradición, no es ningún fundamentalista en contra de lo que parece decir el papa Francisco


Si no estuviéramos seguros de que esto es así (seguridad que nos viene de Dios mismo y no de nosotros), ¿cómo nos íbamos a jugar la vida por Jesús? ¿cómo explicar la existencia de tantos mártires a lo largo de la Historia que derramaron su sangre antes que negar a Jesucristo? Y en esto -por desgracia- no hay que acudir muy lejos en el tiempo. Hoy, en pleno siglo XXI, se están produciendo verdaderos genocidios de cristianos en varias partes del mundo: en particular los cristianos de Mosul (Irak), quienes están dispuestos a morir antes que renegar de su fe, ante el silencio informativo de la mayoría de los medios de comunicación y el silencio, más culpable todavía, de las grandes super-potencias, de la comunidad internacional y del resto de los demás líderes árabes. Como muy bien dice el periodista Javier Martínez Lozanopese a los llamamientos desesperados [de los cristianos], la comunidad internacional mantiene un prolongado silencio ante lo que ocurre en Irak, país en el que en no demasiado tiempo puede que no haya cristianos porque así lo quisieron los islamistas y no lo evitó nadie.



Cuando el papa Francisco dice que "los cristianos tenemos nuestros grupos fundamentalistas también" incurre en una acusación injusta y falsa ... si se refiere, como ya se ha demostrado, a aquellos cristianos cuyo objetivo principal y el sentido de su vida es de conocer y amar a Jesucristo, y el de darlo a conocer y amar a los demás, cada uno en la medida de sus posibilidades de acción. Y, desde luego, contando siempre con la gracia de Dios y en perfecta fidelidad al Papado, a la Iglesia de dos mil años. Estos cristianos, que son los auténticos, son perseguidos dentro de la propia Iglesia. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo se ha podido llegar a esta situación de apostasía en el seno de la misma Iglesia? Porque se está llegando al punto en que las palabras de Jesús, referentes a los últimos tiempos, parece que tienen más actualidad que nunca: "Se acerca la hora en la que todo el que os dé muerte pensará que hace un servicio a Dios" (Jn 16,2). 


Seamos honestos: ¿Desde cuándo un cristiano católico impone por la fuerza su convicción a los demás, para que se conviertan? Un cristiano, que pretende vivir como tal y se toma en serio su vida cristiana, es aquel que, primeramente, ha respondido libremente a la invitación de Jesús a seguirle y a "pescar" hombres para Él ... pero siempre, siempre ... , ¡respetando la libertad del otro! 




[Todos estamos llamados a convertirnos. Cuando Jesús comenzó predicando el Evangelio de Dios, éstas fueron sus palabras: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15). Jesús nos interpela directamente para que cambiemos de vida dejándonos "pescar" por las redes que nos lanza. Sólo en la unión con Él, que es la Verdad, podremos llegar a ser verdaderamente libres. Su carga no es pesada: "Mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 12,30). Él quiere hacer de nosotros colaboradores suyos en esa labor de "pesca" de hombres: "Venid conmigo y os haré pescadores de hombres" (Mt 4,19)]


Es impropio de un católico, que se precie de serlo, "obligar" a los demás a ser católicos -y a convertirse- haciendo uso de la violencia. En ningún católico (¡insisto, que lo sea de verdad y no esté tarado mentalmente!) se da ningún tipo de coacción contra los que no lo son: ¡No hay ni estructura mental violenta ni -muchísimo menos- violencia física contra los demás para causar su muerte! [Ésto sí ocurre en el caso de los fundamentalistas árabes, como ya conocemos muy bien, si es que no queremos cerrar los ojos] 


Alguien podrá argüir que en la historia de la Iglesia ha habido errores en ese sentido. No lo niego, ni lo afirmo ... considero que, lo primero que habría que hacer es estar bien documentado -por una parte- y tener en cuenta las épocas históricas concretas en las que eso sucedió ... ¡posiblemente nos encontraríamos con sorpresas y con mucha manipulación de documentos! De entrada, es preferible - y más objetivo- intentar comprender y, en lugar de condenar, enterarse bien de lo que realmente ocurrió para tener un conocimiento lo más completo posible de la situación a la que se alude ... ¡porque hay muchos bulos y muchas mentiras, en ese sentido, por parte de aquéllos que odian a la Iglesia y no les importa mentir con tal de desprestigiarla, aunque sea "cambiando" la historia ... o sea, haciendo que a los estudiantes de historia les llegue como cierto algo que está falseado e incompleto.


Pero, en todo caso, hay algo que sigue siendo cierto y que no se puede cambiar jamás: y es que, en sí misma, la Religión Católica no se puede imponer nunca a las personas, cuya libertad se respeta de un modo absoluto. Si alguien hubiese obrado de modo diferente no lo habría hecho como católico, aunque surgiera esa palabra de su boca. 
Es completamente imposible que un buen católico coaccione a otras personas, haciendo uso de la violencia para conseguir que se conviertan. Eso es, sencillamente, absurdo. ¡No estaríamos hablando de católicos, sino de otros especímenes que se las dan de tales, cuando son unos farsantes!  

La base del catolicismo es el amor: "Dios es amor" (1 Jn 4,8); y no un amor cualquiera, sino el amor tal como Dios lo entiende; y Dios, manifestado en Jesucristo -verdadero Dios y verdadero hombre- se ha hecho un niño pequeño por amor a nosotros, para que nosotros, a su vez, podamos amarlo. Si Dios se hubiese manifestado en toda su grandeza no hubiésemos sido libres; no hubiéramos podido decirle que no; necesariamente tendríamos que haberle dicho que sí. Pero eso ya no sería amor, sino una imposición. Y lo que Dios desea de nosotros -de cada uno- es nuestro amor libre. Desea que optemos por Él sin ningún tipo de violencia o coacción, ni física ni psíquica ni de ninguna clase. Si ésto se diera no estaríamos hablando de catolicismo ... estaríamos hablando ... ¡de otra cosa!


En cambio -y esto no se puede negar, a menos que se tenga una ignorancia supina del tema o una comedura de coco total que lleve al fanatismo, o que la maldad anide en el corazón del que afirma otra cosa- la religión musulmana tiene, en su propia estructura ideológica
(esta expresión es del santo Padre) la violencia como regla. Me atrevo a decir que los "buenos" musulmanes, entendiendo por tales aquellos que obedecen el Corán, son los más peligrosos y los más violentos. [Ya hemos podido leer lo que dice el Corán acerca de los infieles (o sea, de todos los que no se convierten al Islam)] ¿Cómo es posible decir que Alá es el mismo dios que el Dios de los cristianos? 

(Continuará)

sábado, 9 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (13) [Soberbia y verdad]

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Parece ser (vamos, ¡me parece a mí!) que el solo hecho de estar seguro de algo es una actitud fundamentalista. Lo "progre", lo que está en consonancia con los tiempos modernos es la inseguridad. Si uno no se pronuncia nunca sobre ningún tema de un modo categórico,[ tomando como dogma la perniciosa idea de la tolerancia (mal entendida)], si sus expresiones son siempre del tipo: "Esta es mi opinión, yo pienso así; tú piensa lo que quieras. Haz con tu libertad lo que te venga en gana" ... ¡Qué bien suenan estas palabras a los oídos de todos! ... ¡Hasta da la impresión de que tienen razón! Y entonces decimos de esas personas que están abiertas al "diálogo". Esto, que parece una banalidad, es, sin embargo, algo tremendo, porque supone tomar como base del diálogo no la apertura a la verdad (en la que no se cree) sino la libertad para pensar como uno desee; y si lo hace según su conciencia siempre estará bien. ¡Un disparate colosal, al que estamos asistiendo todos los días!

Ciertamente, hay muchísimos temas en donde lo propio -y lo correcto- es precisamente que cada uno dé su opinión [¡con fundamento!] para tener así un conocimiento mayor y más profundo del tema del que se está tratando o investigando. En este caso sí habría un verdadero diálogo, porque el objetivo es que se produzca un mayor enriquecimiento de todos en el conocimiento de la verdad sobre el tema en cuestión. Digamos que se puede hablar de auténtico diálogo cuando se parte de un hecho cuya verdad y cuya realidad nadie pone en duda. 


[Se da por supuesto que existe algo que se llama verdad y que las personas se esfuerzan en conocer ese algo, poniendo cada una su granito de arena]. 


La reflexión serena sobre ese hecho da lugar a un mejor conocimiento del mismo.Y puesto que nunca se acaba por completo de conocer las cosas en toda su profundidad, aquí sí que tiene sentido hablar de diálogo, de verdadero diálogo. Todos los aportes para un mejor conocimiento de algo cuya realidad nadie discute son siempre enriquecedores para quienes dialogan: la mutua ayuda no sólo es de agradecer sino que es necesaria


Esto es lo que normalmente ocurre en el terreno del conocimiento científico [cuando no hay otros intereses de por medio]. Nadie niega -en principio- la realidad de un hecho que ha sido seriamente comprobado de modo experimental por uno o varios equipos de científicos. Y sobre esa base común que, insisto, es admitida por todos y nadie discute sobre ella ni la pone en tela de juicio, se van dando distintas teorías, admitiendo como la más buena -lo que se denomina teoría válida- aquella (o aquellas) que expliquen mejor el hecho científico en cuestión. 


Aunque dicho de un modo breve y esquemático, básicamente así es como se trabaja científicamente y es así como progresa la ciencia. Unas teorías sustituyen a otras conforme van surgiendo hechos experimentales nuevos, ya que la técnica progresa también con la ciencia y se van obteniendo aparatos de medida cada vez más precisos, entre otras cosas. Al usar instrumentos más perfeccionados es muy posible que se descubran hechos experimentales que, anteriormente, ni se sospechaba que existían; en cuyo caso se requiere de nuevas teorías científicas, que serán válidas en la medida en que expliquen los nuevos descubrimientos, además de los que ya se conocían antes. De ese modo las teorías anteriores, que eran válidas hasta ese momento, son cambiadas por otras nuevas -más válidas- que expliquen lo mismo que las anteriores y, además, los nuevos hechos experimentales que las antiguas teorías eran incapaces de explicar. 


Y así avanza la Ciencia: unas teorías van siendo sustituidas por otras, tal y como se ha explicado. Aquí es preciso avanzar que un científico serio y riguroso: (1) Admite la existencia de un mundo real, que es independiente de su conocimiento. (2) Se esfuerza al máximo para desentrañar toda la verdad posible acerca de esa realidad que se resiste a ser penetrada por su pensamiento. Dicho de otro modo: un auténtico científico es esencialmente humilde. Y no se aferra a sus teorías, pues lo que más le importa es el acercamiento a la verdad. Si existe una teoría que se acerque a la verdad y la explique mejor que él lo hacía con la suya, no tiene ningún reparo en admitir esa nueva teoría. Un buen científico es básicamente realista. ¿Qué sentido tendría todo una vida consagrada a la ciencia si resulta que no hay nada que investigar, porque nada existe? Si el científico pensara como idealista, entonces su esfuerzo no tendría ningún sentido y su vida habría sido un fracaso.




Pero hay temas que no admiten discusión. Y es preciso, por ello, tener las ideas muy claras, en un mundo en el que todo se considera opinable, hasta lo más bárbaro. Hoy el mundo camina por un sendero demasiado ancho que no le conduce a la verdad, ni a la verdad científica ni a ningún otro tipo de verdad. Se ha establecido como dogma (el dogma del modernismo ateo) un "nuevo" concepto de "libertad" en el que la verdad desaparece. En este nuevo sistema de valores sería "verdad" sólo aquello que uno decidiera que es verdad, haciendo uso de su libertad. Las cosas serían lo que cada uno decidiera que las cosas son; o sea, no serían. No habría cosas: lo que es, no tendría ser. ¡Esto es absurdo! : si cada uno tiene "su verdad" acerca de una cosa; y esas "verdades" son diferentes, entonces la misma cosa sería, al mismo tiempo, otra o varias cosas diferentes. Se cae así en la dictadura del relativismo. Y pretendiendo ser libre y un nuevo dios, el hombre acaba majara [los hechos lo demuestran] 

Aunque parezca increíble y producto de la imaginación lo que acabo de decir en el párrafo anterior, sin embargo es algo que estamos viviendo hoy en día y en lo que estamos sumergidos. Se ha perdido el sentido común más elemental, mediante la divinización de la libertad [una libertad sui generis y falsa, por supuesto]. En el nuevo lenguaje lo que uno libremente decida eso es la verdad. El hombre es el nuevo dios, es quien decide lo que es y lo que no es, lo que está bien y lo que está mal.


¿Y ocurre 
también esto  con la ciencia? En honor a la verdad, y por desgracia, hay que contestar afirmativamente. Infinidad de ejemplos nos dan la razón. Digamos algo acerca de uno de los más conocidos y de los más debatidos. Científicamente se sabe, y está demostrado, sin lugar a ninguna duda, que cuando espermatozoide y óvulo se unen para formar un cigoto, éste es ya un nuevo ser humano [en su primera fase de desarrollo], con un código genético propio, distinto del de su madre. Este código genético se mantiene a lo largo de toda su vida en sus diferentes fases: cigoto, embrión, feto, niño, adolescente, joven, adulto y anciano. No es una célula más del cuerpo de la madre, sino una persona distinta, aunque (¡eso sí!) indefensa y dependiente completamente de su madre. Destrozarla en cualquiera de sus fases es un asesinato, un crimen. ¡Esto dice la ciencia, y está sobradamente demostrado!

Pero parece ser que ... por encima de la ciencia está la "persona" - en este caso
 la madre, - que decide sobre el ser de este espécimen, "aconsejada" por las clínicas abortivas que quieren el bien de la madre [o sea, su dinero]. 

Pues no hay ningún problema ... [consejo clínico]. Se dice a la madre -engañándola descaradamente-
que la "célula" o "embrión" que lleva dentro es como un "pegote" que ha aparecido en su cuerpo, de modo que, si le molesta, se le puede extirpar ... y ya está. Eso es decisión suya. Me viene a la mente el famoso -y lamentable- dicho de las feministas:  "nosotras parimos, nosotras decidimos"

Para que la mujer no tenga problemas de conciencia (no vaya a pensar que está cometiendo un crimen y que está matando a su propio hijo) se le hace creer -desde la misma clínica- que no tiene por qué preocuparse, que lo que tiene dentro de sí aún no es persona hasta que ... [y aquí aparecen los políticos con sus "leyes"... hasta que tenga tres meses, cuatro, cinco, ..., o incluso después de haber nacido, como ocurre en algunos países]. 


De modo que, a partir de ahora, es el hombre -como nuevo dios- el que decide, con su libertad, si el feto es o no una persona o cuándo comienza a serlo -si es que se puede decir que lo es en algún momento- y aun admitiendo que lo fuese, en ese caso se atribuye el poder de decidir acerca de cuáles son sus derechos -si es que tiene alguno- o si debe ser considerado bajo la categoría de cosa, mientras permanezca en el vientre materno. [¡Una auténtica monstruosidad, que está a la orden del día!]


¿Qué ha ocurrido aquí? ¿No tiene nada que decir la ciencia?  Tendría mucho que decir, e
n realidad, pero ... hay otros intereses [económicos, políticos, morales,  etc.] de por medio. Y ... ¡en algo tan grave, calla! [Sería injusto meter en el mismo saco a todos los médicos, pues los hay con ideas muy claras y coherentes con esas ideas, aunque se jueguen el puesto de trabajo] 

Las consecuencias están a la vista. Por múltiples razones, y a pesar del sentido común, el número de abortos va en aumento. La razón última, aunque no se quiera admitir, es el olvido de Dios. Y, por lo tanto, el egoísmo como norma frente al amor; como consecuencia, tiene lugar un oscurecimiento de la inteligencia. El niño pasa a ser una carga y una amenaza que puede estropear la vida y la felicidad de la madre. Además, para que la gente se acostumbre y acabe viéndolo como algo completamente normal, los políticos legalizan el aborto. Esto está a la orden del día ... ¡Y aquí no pasa nada!


Es más: el que se oponga al aborto -que normalmente suelen ser los católicos que aún sigan siéndolo - será tachado de fundamentalista (aunque no use ningún tipo de violencia). En realidad de verdad, si aplicamos aquí la definición de fundamentalismo dada por el papa Francisco, entendido como violencia ideológica -y también física- los fundamentalistas no son los cristianos que se oponen al aborto (pacíficamente, además) sino que lo son todos los partidarios del aborto [con violencia ideológica y con violencia física, violencia que sufre principalmente el feto, al que matan, y también aquellos que aconsejan a las madres que no cometan ese disparate que las marcaría para toda la vida, y que-si no desean al hijo- que lo den en adopción. Pues bien: éstos son perseguidos, porque están fastidiando el negocio del aborto a las clínicas abortivas: éstas llaman a la policía que acude rápidamente para evitar que la clínica se arruine por culpa de esos "desalmados" que aconsejan a las mujeres que no aborten. ¡Esto es duro, es difícil de comprender ... pero es la verdad, es lo que está ocurriendo!


(Continuará)