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martes, 24 de julio de 2018

Opinión de Luis Fernando sobre la elección de Pablo Casado como presidente del PP [comentario personal ... con añadiduras]



Día importante para la vida política en España. Pablo Casado, de 37 años de edad, es el nuevo presidente del Partido Popular.

Luis Fernando: Mi opinión 

Hay un solo PP, hay un solo sistema, democracia liberal, en el que todos los partidos con representación parlamentaria tienen su papel muy asumido ... Un papel complementario.

Con Casado vuelve la operación ... "votadnos, católicos practicantes, que somos el mal menor"... Y la masa borreguil les votará. Llevan 40 años así -antes como AP- no tienen por qué cambiar. VOX se queda sin clientela.

Casado es solo un auto ajuste del sistema. La serpiente que se cambia la piel, pero sigue siendo serpiente.

Y, por supuesto, eso a lo que llaman "sociedad civil" (HO, Foro de la Familia, etc) está entusiasmada con el nuevo amo del liberalismo conservador.

Amo que, con casi total seguridad, va a desentenderse de ellos a las primeras de cambio.

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[Nota:
 He usado, en esta entrada, la 
respuesta que le he dado a Luis Fernando, en Facebook, como ocasión para hacer una comparación entre un antes y un después del Concilio Vaticano II, aun cuando me haya desviado del tema inicial que hacía referencia tan solo a Pablo Casado como nuevo Presidente del PP.  Al mismo tiempo he retocado un poco mi respuesta, sin variar el contenido de la contestación, para dar una mayor cohesión a este escrito].

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José Martí: Comentario personal, el que hice en Facebook


Por desgracia, Luis Fernando, me temo que los hechos que veremos, si vivimos, te van a dar la razón, algo que tú mismo no quisieras. 

En principio, pienso que la elección de Pablo Casado es preferible a la de Soraya, pero por otra parte, en la lista de Casado, si no estoy mal informado, irán muchas de las personas que ya estaban en el Gobierno del PP, incluidas las de Soraya y Cospedal, con lo que -de ser así- tendríamos el mismo perro con otro collar

Ojalá que me equivoque, pero es lo cierto que falta contundencia en las afirmaciones de Pablo Casado. ¿Será capaz de enfrentarse a los grandes temas ideológicos que están llevando a España a la ruina ... en todos los sentidos? ¿Quienes serán los consejeros que se busque? 

Porque ahí está la cuestión: Ideológicamente PP = PSOE ... o incluso peor, porque dicen una cosa y luego no cumplen lo que han prometido sino que usan y fomentan los mismos "antivalores" que los partidos de izquierdas y de ultraizquierdas ... Esto es un engaño a quienes los votan

¡Mucho tendrían que cambiar las cosas para que comenzara a surgir una España que recobrara las raíces católicas que hace mucho tiempo que ha perdido! 

Cierto que existen los milagros, pero esos milagros se dan muy raramente ...¡ y, prácticamente, nunca si no existe la libre cooperación de las personas! 

Pienso que no hay que perder la esperanza. Todo lo contrario: Ahora, más que nunca, hay que "esperar contra toda esperanza", pero no podemos ser ingenuos sino cautos y procurar vivir íntegramente. 

Dios lo ve todo y conoce todo. Y eso debe de ser suficiente para un católico. Se pueden perder batallas, y muchas, pero la victoria final es de Jesucristo y su verdadera Iglesia, aquella que es fiel a la Tradición de siempre, desde su fundación

Porque no podemos ni debemos olvidar que en el trasfondo de todo lo que está ocurriendo está la persecución desmadrada a todo lo que se dice y actúa o recuerda el auténtico catolicismoEn eso todos los partidos -o casi todos- están de acuerdo, tácita o expresamente

El "derecho" al aborto, el divorcioel "matrimonio" homosexual, la exclusión de la religión católica de la educación así como la obligación de la impartición de la ideología de género a los niños,  etc, ... Todas estas cosas, que se consideran "falsamente" como síntomas de "progreso" no son sino la consecuencia del alejamiento de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo (como verdadero Dios y verdadero hombre, en quien la humanidad llegó a su máxima plenitud y perfección) ... Se trata del retroceso más grande que jamás se haya visto, hacia niveles inferiores,  con mucho, a los de los animales irracionales ... con perdón de estos últimos. 

Es un hecho, comprobado por la historia no falseada, que el hombre se vuelve tanto más inhumano en cuanto que Dios deja de contar en su vidaLa restauración de la sociedad en general - y de España, en particular- sólo es posible a través de una visión cristiana de la vida, la cual, para nuestro infortunio, se ve cada día más lejana, pues la carencia de verdaderos pastores es la tónica dominante en esta nuestra Iglesia, tan influida por la herejía modernista en sus más altos Jerarcas

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[LOS SIGUIENTES OCHO PÁRRAFOS QUE SE ENCUENTRAN ENTRE LÍNEAS DISCONTINUAS  (-------) SERÍAN LA AÑADIDURA A LA QUE ME REFIERO AL PRINCIPIO]
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Por ejemplo:

-Nunca se había puesto en duda -en la Iglesia católica- que un divorciado no puede volver a casarse, puesto que así se encuentra en un estado de pecado grave ... ¡Nunca hasta ahora!

- Nunca se ha permitido recibir la sagrada comunión a quienes están en pecado mortal. Deben primero arrepentirse de corazón, con el propósito sincero de no recaer en el pecado  que han cometido y confesarse con un buen sacerdote. Mediante la absolución, Cristo, en la persona del sacerdote, libera al penitente de su pecado, que deja de existir. ...¡Eso era hasta ahora! ... Hay ya muchas Conferencias Episcopales (en todo el mundo) así como Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que lo permiten e, incluso, lo aconsejan

- "Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo". "Ningún otro Nombre se nos ha dado bajo el Cielo por el que podamos salvarnos". Esta salvación sólo, única y exclusivamente tiene lugar con Jesucristo, en Jesucristo y a través de Jesucristo ... ¡hasta ahora! Es la teoría de la salvación universal: todo el mundo se salva en la religión que profese. Eso es indiferente. Lo importante es que ese Dios (¿qué Dios, porque, según Francisco, "Dios no es católico"? ) es misericordioso. ¿Tenemos todos, acaso, el mismo Dios? Eso es lo que se nos quiere hacer creer, mediante mentiras, que provienen directamente del Santo Padre -dicho sea con el mayor respeto- aunque, en realidad, tienen su raíz en el Concilio Vaticano II. Lo que hace Francisco no es sino acelerar el proceso de demolición de la Iglesia, mediante ambigüedades y, aún peor, incurriendo en claras contradicciones que atentan contra la misma razón, puesto que es imposible que una cosa y su contraria, refiriéndose a lo mismo y en el mismo instante, sean ambas igualmente verdaderas. Este es el llamado principio de no contradicción, el cual es necesario para poder pensar con lógica y clarividencia

- Es por eso, entre otras cosas, que el llamado "ecumenismo" así como el llamado "diálogo interreligioso" son ambos una farsa y una gran mentira. Y frente a lo que se diga, no conducen a una mayor unión sino a una mayor desunión y a una protestantización de la Iglesia Católica que dejaría, entonces, de serlo ... dado que tendría que alterar su Doctrina, la cual no puede ser cambiada, pues es un Depósito dado en herencia por Jesucristo a sus Apóstoles y a los sucesores de ellos. 

- Nunca se había planteado, siquiera, la posibilidad de sacerdotisas en la Iglesia Católica o de sacerdotes casados ... ¡hasta ahora! No tenemos más que pensar en el famoso Sínodo de la Amazonía previsto para octubre del 2019

- Jamás, en la Iglesia católica,  se había condenado a los homosexuales: Siempre se les ha ayudado a llevar esa cruz, una cruz en la cual pueden, perfectamente, santificarse ... si la llevan en unión con Jesucristo sacrificado y muerto en la cruz por su amor ... pues su yugo es suave y su carga ligera.  Fue Jesús quien dijo a la mujer adúltera estas bellas palabras:  "Yo tampoco te condeno. Vete ... ¡y no peques más!". ... ¡pero eso era antes! Ahora Jesús le diría (en conformidad con el pensamiento modernista infiltrado en la Iglesia) : No te preocupes. ¿Quién soy yo para juzgarte? Sigue haciendo lo que quieras. Haz lo que te dicte tu "conciencia".

- La misericordia siempre ha sido una constante en la vida de la Iglesia. Ahí están las obras de misericordia, que siempre se han puesto en práctica por el fiel pueblo cristiano, tanto las materiales como las espirituales. Hoy que tanto se habla de misericordia es, sin embargo, la época en la que menos se practica. De hecho, no se conoce en qué consiste la misericordia. Por ejemplo, enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que yerra, etc ... todas éstas son obras de misericordia (de las espirituales). ¡Pero no se conocen! Sí ... había que corregir a quien iba por mal camino, a quien iba camino de la perdición eterna. ¡Pero eso era entonces! ¡Ahora las cosas son diferentes!: "Hay que dialogar, comprender, no pretender que se tiene la verdad, hay que ser flexibles y comprensivos, etc ..."

- ¡Qué mal se entiende la misericordia! El pecado esclaviza, hace daño y aniquila a las personas. Y es obligación de los  pastores acompañar a sus ovejas y sufrir con ellas, colocándose en su lugar ... pero nunca, nunca, nunca deben justificar su pecado, tal y como hizo Jesús con la mujer adúltera y tal y como decía san Agustín: Es preciso amar siempre al pecador, pero odiando fuertemente el pecado que tanto daño le hace.

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Y no acabaríamos. No obstante -y dicho esto- la actitud de un católico que, por la gracia de Dios, tenga fe, nunca puede ser de derrotismo, porque sabemos que en esta vida estamos sólo de paso, somos peregrinos y nuestra verdadera Patria, nuestra morada definitiva es el Cielo

Hagamos, pues, lo que esté en nuestras manos, siempre por amor a Jesucristo ... y  el resto vamos a dejárselo a Él. ¡Dios nunca ha fallado a los suyos ... y nunca les va a fallar!

😓😔😊

José Martí

lunes, 23 de julio de 2018

Cuando se hubo comprobado el espíritu intolerante de la fe cristiana, fue entonces cuando comenzó la persecución de los primeros cristianos. Cardenal Pie(IV)



Pero la palabra del profeta no tardaría en verificarse: la multitud de ídolos, que veían de ordinario sin celos a los dioses nuevos y foráneos venir a situarse a su lado, a la llegada del Dios de los cristianos repentinamente profirieron un grito de espanto y, sacudiendo su apacible polvo, se estremecieron sobre sus altares amenazados: “Ecce Dominus ascendit, et commovebuntur simulacra a facies ejus”.

Roma estuvo atenta a ese espectáculo y pronto, cuando se advirtió que ese Dios nuevo era el irreconciliable enemigo de los otros dioses; cuando se vio que los cristianos, cuyo culto se había admitido, no querían admitir el culto de la nación; en una palabra, cuando se hubo comprobado el espíritu intolerante de la fe cristiana, fue entonces cuando comenzó la persecución.

Escuchen cómo los historiadores de la época justificaban las torturas a los cristianos: ellos no dicen nada malo de su religión, de su Dios, de sus prácticas; no fue sino más tarde que se inventaron las calumnias. Ellos les reprochan solamente el no poder soportar ninguna otra religión que la suya. “Yo no dudaba — dice Plinio el Joven — sea lo que fuere su dogma, que no fuese necesario castigar su testarudez y su obstinación inflexible: Pervicaciam et inflexibilem óbstinationem”.

“No son en absoluto criminales — dice Tácito — pero son intolerantes, misántropos, enemigos del género humano. Tienen dentro de ellos una fe obstinada a sus principios, y una fe exclusiva que condena las creencias de todos los otros pueblos: Apud ipsos fides obstinata, sed adversus omnes alios hostiles odium“. 

Los paganos decían bastante frecuentemente de los cristianos lo que Celso ha dicho de los judíos, quienes fueron confundidos mucho tiempo con ellos porque la doctrina cristiana había tenido su nacimiento en Judea: “Que estos hombres se adhieran inalterablemente a sus leyes — decía este sofista — yo no se lo censuro; ¡yo no censuro más que a aquellos que abandonan la religión de sus padres para abrazar una diferente! Pero si los judíos o los cristianos quieren darse aires de una sabiduría más sublime que la del resto del mundo, diré que no debe creerse que ellos sean más agradables a Dios que los otros“.

De esta suerte, mis hermanos, la principal queja contra los cristianos era la rigidez demasiado rigurosa de su ley y, como se decía, el humor insociable de su teología. Si sólo se hubiera tratado de un dios más, no habría habido reclamos, pero era un Dios incompatible que excluía a todos los otros: he ahí el porqué de la persecución.

Así, el establecimiento de la Iglesia fue una obra de intolerancia dogmática y, de la misma manera, toda la historia de la Iglesia no es más que la historia de esa intolerancia. 

¿Qué son los mártires? Unos intolerantes en materia de fe, que desean más los suplicios que profesar el error.

¿Qué son los símbolos? Fórmulas de intolerancia, que reglamentan lo que se debe creer y que imponen a la razón misterios necesarios.

¿Qué es el Papado? Una institución de intolerancia doctrinal, que por la unidad jerárquica mantiene la unidad de la fe.

¿Para qué los concilios? Para detener los desvíos del pensamiento, condenar las falsas interpretaciones del dogma, anatematizar las proposiciones contrarias a la fe.

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Fragmento de un sermón predicado por el Cardenal Pie en la Catedral de Chartres, publicado en “Obras Sacerdotales del Cardenal Pie”, editorial religiosa H. Oudin, 1901, Tomo I pág. 356-377)

Acusan de malversación al arzobispo de Catania (Carlos Esteban)



El Arzobispo de Catania, famoso por su defensa a ultranza de la inmigración ilegal, ha sido acusado de malversación por la policía financiera. Un caso más del evangélico “que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha".

De los aires que corren en la Iglesia, de ese inasible giro cuya dirección advierte cualquiera pero que resulta tan difícil de concretar en declaraciones tajantes y claras, no es sólo alarmante que tome la forma específica de cesión a las cambiantes corrientes ideológicas del Mundo -permítanme las mayúsculas-, o que haya hecho de la confusión doctrinal nuestra realidad cotidiana. También se ha contagiado esta supuesta ‘renovación’ de otro rasgo imperante en el panorama secular: que lo que vale es lo que se declare, no lo que se haga.

Lo vemos tan a menudo que ya aburre hacer el recuento, desde la Iglesia que se quiere pobre pero no a los inmigrantes para los que se pide albergue a los particulares sin que quien lo pide enseñe con el ejemplo, hasta la descentralización eclesial combinada con fulminantes decretos en cuestiones locales o la misericordia irenista y pueril hacia los de un lado que se compatibiliza con una intransigencia rayana en la crueldad con los del otro.

Que tu mano izquierda, en fin, no sepa lo que hace tu mano derecha pero en el peor sentido posible.

Salvatore Gristina, Arzobispo de Catania, se ha distinguido desde hace algún tiempo por su defensa a ultranza de la entrada irrestricta en Italia de inmigrantes ilegales africanos, y no es fácil distinguirse en algo en lo que parece coincidir tanto la Curia de Francisco como la abrumadora mayoría de la Conferencia Episcopal Italiana. Su Opera Diocesana Assitenza (ODA) ha sido clave en la ayuda a decenas de recién llegados por mar a Sicilia.

Pero la policía financiera acaba de acusar al arzobispo de malversación en relación, precisamente, con la administración de la ODA, mediante simulación de contrato. Se habla de 260.000 euros.

Habrá, naturalmente, que esperar al desarrollo del caso. En cambio, en el caso del conocido sacerdote Giorgio De Capitani, no hay que esperar para preguntarse dónde está su obispo cuando el amable párroco pide públicamente que maten a Donald Trump. De Capitani se hizo célebre durante el mandato de Silvio Berlusconi, a quien llamó en su momento de todo menos bonito.

Naturalmente, estar en desacuerdo con el Gobierno es perfectamente legítimo, incluso obligatorio en ocasiones, como lo es emplear un lenguaje duro. Pero animar al asesinato quizá no sea lo más caritativo del mundo, como llamar ‘idiotas’ a Beppe Grillo y Matteo Salvini, entre otras lindezas más difíciles de traducir en su colorido italiano.

Carlos Esteban

50 YEARS LATER And counting (Michael Voris)


Duración 6:18 minutos


This week, Wednesday specifically, July 25 marks the 50th anniversary of the release of Blessed Pope Paul VI's earthquake encyclical, Humanae Vitae — "On Human Life." There are a number of very important dynamics to this encyclical that now, 50 years later, need to be spoken of freely and discussed with what few remaining Catholics there are, relatively speaking.
Here is a quick rundown of the eight various dynamics that need to be studied, understood and talked about so the same mistakes are not repeated.
First, Humanae Vitae has been an utter failure in convincing Catholics to follow Church teaching regarding the ends of marriage and the marital act. Before Humanae Vitae, Catholics in the West had substantially higher birth rates than Protestants. Since Humanae Vitae, the Catholic birth rate is actually lower than that of Protestants.
Second, the reasoning — not the conclusion — of Pope Paul was flawed in its approach. He abandoned Natural Law in presenting Church teaching. He abandoned the practice of quoting Scripture in encyclicals. He abandoned the practice of heavily quoting former popes. He quoted from no council documents, other than Vatican II. In short: right answer, wrong math.
Third, following the release of Humanae Vitae, Pope Paul specifically stated that he had turned to the prevailing philosophy of the day — personalism — instead of the traditional approach of Natural Law to defend the Church's perennial teaching forbidding contraception.  
FourthHumanae Vitae revealed a massive century-old rebellion by many clergy against the Church's teaching authority that had been hidden from the laity.
Fifth, Pope Paul and Vatican researchers merely accepted at face value the propaganda of the day regarding an alleged population explosion — which has never materialized, because it's not true.
Sixth, the consequences that Pope Paul accurately predicted which would hit society as a result of widespread acceptance of contraception have all come true — and then some.
Seventh, when the Church of England approved of contraception at their infamous 1930 Lambeth Conference — the first time in history any Christian body had approved of it — Pope Pius XI immediately answered the evil by speaking about the marital act in the context of marriage and the family in his encyclical Casti Connubii. Pope Paul almost completely disregarded the context.
Eighth, the time delay of three years between the end of the commission studying the question and the release of the encyclical was devastating to its reception.
Humanae Vitae was an earthquake, revealing massive fault lines of rebellion, as well as the fallout of a near-complete rejection of Church's teaching authority following its release. There was massive deception on the part of theologians and bishops in the run-up to the encyclical, plotting and lobbying strongly to change Church teaching. This involved some of the most notable luminaries in the Church at the time, from some of the most powerful clergy to some of the most famous, like Notre Dame's Fr. Ted Hesburgh, all who threw the Church under the bus to accommodate the world.
This coming Wednesday, on the 50th anniversary to the day, Church Militant is going to be hosting a day-long live conference going over all of this in great detail. We want to invite you to watch as much of it as you can, even all of it. In the last hour, we will be taking your questions live.
This is the most notable anniversary — a devastating anniversary — in the Church in the last 500 years. Things had been falling apart prior to 1968. Humanae Vitae pushed it over the cliff.
Please make a note to tune in two days from now, starting in the morning and going throughout the entire day.
We are covering this in depth because this has been the epicenter of nearly everything that has gone wrong in the Church since, and the fallout is looking more and more damaging as every generation goes by. Catholics need to understand, completely, all these various dynamics and begin to address them.
Please tune in this Wednesday, July 25, for our day-long coverage of Humanae Vitae.
Michael Voris

domingo, 22 de julio de 2018

El cardenal Brandmüller critica la comunión en la mano: ideología de la misericordia ... y otras noticias de Gloria TV


«Jesucristo no se ha andado con ambigüedades acerca del dogma». Cardenal Pie (III)


Un pastor inglés ha tenido la osadía de escribir un libro sobre la tolerancia de Jesucristo, y el filósofo de Ginebra ha dicho, hablando del Salvador de los hombres: “Yo no veo para nada que mi divino Maestro se haya andado con ambigüedades acerca del dogma”


Nada más cierto, mis hermanos: Jesucristo no se ha andado para nada con ambigüedades acerca del dogma. Él ha traído a los hombres la verdad, y ha dicho: “Si alguno no fuera bautizado en el agua y en el Espíritu; si alguien rehusase comer de mi carne y beber de mi sangre, no tendrá ninguna parte en mi reino

Lo reconozco, allí no hay ninguna ambigüedad: es la intolerancia, la exclusión más indudable, la más franca. Y además, Jesucristo ha enviado a sus Apóstoles a predicar a todas las naciones, es decir, a violentar todas las religiones existentes para establecer la única religión cristiana por toda la tierra y sustituir, por la unidad del dogma católico, todas las creencias adoptadas por los diferentes pueblos

Y previendo las revueltas y las divisiones que esta doctrina va a provocar sobre la tierra, Él no se detiene y declara que no ha venido a traer la paz sino la espada, a encender la guerra no solamente entre los pueblos sino aun en el seno de una misma familia, y separar — al menos en cuanto a las convicciones — a la esposa creyente del esposo incrédulo, al yerno cristiano del suegro idólatra. Esto es así, y el filósofo tiene razón: “Jesucristo no se ha andado con ambigüedades acerca del dogma”.
El mismo sofista dice en otro lugar : “Yo hago como San Pablo y coloco la caridad por encima de la fe. Pienso que lo esencial de la religión consiste en que, en la práctica, no solamente es preciso ser hombre de bien, humano y caritativo, sino que a todo el que es verdaderamente tal le basta con creer para ser salvado, no importa cuál religión profese”.

Tenemos ciertamente, mis hermanos, un hermoso comentario de San Pablo que dice, por ejemplo, que sin la fe es imposible complacer a Dios; de San Pablo que declara que Jesucristo no está de manera alguna dividido, que en Él no existe el sí y el no: solamente el sí; de San Pablo que afirma que, si por un imposible, un ángel viniera a evangelizar con otra doctrina que la doctrina apostólica, será necesario declararlo anatema. ¡San Pablo, apóstol de la tolerancia! ¡San Pablo, que marcha derribando toda ciencia orgullosa que se levanta contra Jesucristo, reduciendo todas las inteligencias a la servidumbre de Jesucristo!

Se nos habla de la tolerancia de los primeros siglos, de la tolerancia de los Apóstoles. Mis hermanos, ¡ni lo penséis! Muy por el contrario, el establecimiento de la religión cristiana ha sido por excelencia una obra de intolerancia religiosa. En tiempos de la predicación de los Apóstoles el universo entero poseía, poco más o menos, esa tolerancia dogmática tan elogiada: como todas las religiones eran igualmente falsas e igualmente erróneas, tanto las unas como las otras, ellas no se hacían la guerra; como todos los dioses se ayudaban entre ellos — en tanto que demonios — no eran para nada exclusivistas, se toleraban; Satanás no está divido contra sí mismo. Roma, al multiplicar sus conquistas multiplicaba sus divinidades, y el estudio de su mitología se complicaba en la misma proporción que el de su geografía.

El triunfador que subía al Capitolio hacía marchar delante suyo a los dioses conquistados, con mayor orgullo aún con el que arrastrara a su zaga a los reyes vencidos. Muy a menudo, en virtud de un senado-consultor, los ídolos de los bárbaros se confundían en lo sucesivo con el territorio de la patria, y el Olimpo nacional se agrandaba como el imperio.

El cristianismo, al momento de aparecer (anoten esto, mis hermanos, pues son esquemas históricos de indudable valor relacionados con la cuestión presente); el cristianismo, en su primera aparición, no fue rechazado de plano.

El paganismo se preguntaba si, en lugar de combatir a esta religión nueva, no debía darle cabida en su seno: la Judea se había convertido en provincia romana; Roma, acostumbrada a recibir y conciliar todas las religiones, acogía inicialmente sin mucho esfuerzo al culto venido de la Judea. Un emperador colocaba a Jesucristo, tanto como a Abraham entre las divinidades de su oratorio, como se vio más tarde a otro Cesar proponer rendirle homenajes solemnes.

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Fragmento de sermón predicado por el Cardenal Pie en la Catedral de Chartres, publicado en “Obras Sacerdotales del Cardenal Pie”, editorial religiosa H. Oudin, 1901, Tomo I pág. 356-377)

"Es de la esencia de toda verdad no tolerar el principio de contradicción". Cardenal Pie(II)



Es de la esencia de toda verdad no tolerar el principio de contradicción. La afirmación de una cosa excluye la negación de esa misma cosa, como la luz excluye las tinieblas. Allí donde nada es cierto, donde nada es definido, los sentimientos pueden estar divididos, las opiniones pueden variar.

Yo comprendo y pido la libertad en las cosas discutibles: In dubiis libertas. Pero cuando la verdad se presenta con los distintivos de certeza que la distinguen, por lo mismo que es verdad ella es afirmativa, es necesaria y, por consecuencia, es una e intolerante: In necessariis unitas


Condenar la verdad a la tolerancia es forzarla al suicidio.

La afirmación se aniquila si ella duda de sí misma, y duda de sí misma si permanece indiferente a que la negación se coloque a su lado. Para la verdad, la intolerancia es el anhelo de la conservación, el ejercicio legítimo del derecho de propiedad. Cuando se posee, es preciso defenderse, bajo pena de ser en breve totalmente despojado.

Por eso, mis hermanos, por la necesidad misma de las cosas, la intolerancia es necesaria en todo, porque en todo hay bien y mal, verdad y falsedad, orden y desorden; en todas partes lo verdadero no soporta lo falso, el bien excluye el mal, el orden combate el desorden. 

¿Qué más intolerante, por ejemplo, que esta proposición: “dos y dos son cuatro”? Si usted viene a decirme que dos y dos son tres, o que dos y dos son cinco, le responderé que dos y dos son cuatro. Y si usted me dijera que no impugna mi manera de contar, pero que mantiene la suya, y que me pide ser tan indulgente con usted como usted lo es conmigo, permaneciendo yo totalmente convencido de que tengo razón y que usted está equivocado, posiblemente yo me callaré, en rigor, porque después de todo me importa muy poco que haya sobre la tierra un hombre para el que dos más dos sean tres o cinco.

Sobre un cierto número de asuntos, donde la verdad fuera menos absoluta o las consecuencias fueran menos graves, yo podría hasta cierto punto transigir con usted. Seré conciliador si usted me habla de literatura, de política, de arte, de ciencias amenas, porque en todas estas cosas no hay un modelo único y determinado. Ahí lo bello y lo cierto son, más o menos, convenciones; y, por lo demás la herejía, en esta materia, no incurre en otros anatemas que los del sentido común y del buen gusto.

Pero si se trata de la verdad religiosa, enseñada o revelada por Dios mismo; si va en ello vuestro destino eterno y el de la salvación de mi alma, por consiguiente ninguna transacción es posible. Me encontrareis inflexible, y debo serlo

Es condición de toda verdad el ser intolerante, pero siendo la verdad religiosa la más absoluta y la más importante de todas las verdades, es por lo tanto también la más intolerante y la más exclusivista.

Mis hermanos: nada es tan exclusivo como la unidad; por lo tanto, escuchad la palabra de San Pablo: “Unus Dominus, una fides, unum baptisma”. No hay en el cielo más que un solo Señor: Unus Dominus. Ese Dios, cuyo gran atributo es la unidad, no ha dado a la tierra más que un solo símbolo, una sola doctrina, una sola fe: Una fides. Y esta fe, este símbolo, El no los ha confiado más que a una sola sociedad visible, a una sola Iglesia, todos cuyos niños son señalados con el mismo sello y regenerados por la misma gracia: Unum baptisma

De este modo la unidad divina, que reside desde toda la eternidad en los esplendores de la Gloria, se manifiesta sobre la tierra por la unidad del dogma evangélico, cuyo depósito ha sido dado en custodia por Jesucristo a la unidad jerárquica del sacerdocio: Un Dios, una fe, una Iglesia (“Unus Dominus, una fides, unum baptisma”).
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Fragmento de sermón predicado por el Cardenal Pie en la Catedral de Chartres, publicado en “Obras Sacerdotales del Cardenal Pie”, editorial religiosa H. Oudin, 1901, Tomo I pág. 356-377)

Condenar la verdad a la tolerancia es forzarla al suicidio. Cardenal Pie (I)



Los fieles asistimos a una fragmentación de la fe
Sirva como antídoto este sermón del cardenal Pie, ejemplo para sacerdotes y pastores de almas.

“Unus Dominus, una fides, unum baptisma”
“No hay más que un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo”
(San Pablo a los Efesios, IV, 5)
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Un sabio ha dicho que las acciones del hombre son las hijas de su pensamiento, y nosotros mismos hemos comprobado que tanto los bienes como los males de una sociedad son fruto de los principios buenos o malos que ella profesa.

La verdad en el espíritu y la virtud en el corazón son dos cosas que se corresponden casi puntualmente: cuando el espíritu se ha entregado al demonio de la mentira, el corazón — no obstante que el desorden no haya comenzado por él — está muy cerca de abandonarse al demonio del vicio. La inteligencia y la voluntad son dos hermanas, entre las cuales la seducción es contagiosa: si ven que la primera se ha abandonado al error, corren un velo sobre la honra de la segunda.

Y porque esto es así, mis hermanos, porque no existe ningún daño, ninguna lesión en el orden intelectual que no tenga consecuencias funestas en el orden moral y aun en el orden material, es que concedemos importancia a combatir el mal en su origen, a secarlo en su fuente, esto es, en sus ideas.

Mil prejuicios se han popularizado entre nosotros: el sofisma, asombrado de sentirse atacar, invoca la prescripción; la paradoja se vanagloria de haber adquirido carta de nacionalidad y derechos de ciudadanía. Los mismos cristianos, viviendo en medio de esta atmósfera impura, no han evitado totalmente su contagio: aceptan demasiado fácilmente muchos de los errores. Fatigados de resistir en los puntos esenciales, a menudo cansados de luchar, ceden en otros puntos que les parecen menos importantes, y no advierten nunca — a veces porque no quieren percatarse — hasta dónde podrán ser llevados por su imprudente debilidad.

Entre esta confusión de ideas y de falsas opiniones nos toca a nosotros, sacerdotes de la incorruptible verdad, salir al paso y censurar con la acción y la palabra, satisfechos si la rígida inflexibilidad de nuestra enseñanza puede detener el desborde de la mentira, destronar principios erróneos que reinan orgullosamente en las inteligencias, corregir axiomas funestos admitidos ya por la convalidación del tiempo, esclarecer finalmente y purificar una sociedad que amenaza hundirse, que envejece en un caos de tinieblas y de desórdenes, donde no será ya posible distinguir la índole y, menos aún, el remedio de sus males.

Nuestra época grita: “¡Tolerancia! ¡Tolerancia!” Se admite que un sacerdote debe ser tolerante, que la religión debe ser tolerante

Mis hermanos: en primer lugar, nada iguala a la franqueza, y yo vengo a decirles sin rodeos que no existe en el mundo más que una sola sociedad que posee la verdad, y que esta sociedad debe ser necesariamente intolerante.

Pero antes de entrar en materia, y para entendernos bien, distingamos las cosas, determinemos el sentido de las palabras y no confundamos nada.


La tolerancia puede ser o civil o teológica

- La primera no es de nuestra incumbencia, y yo me permito sólo una palabra al respecto: si la ley pretende decir que ella autoriza todas las religiones porque ante sus ojos todas ellas son igualmente buenas, o aun hasta porque el poder público es incompetente para tomar partido sobre este tema, la ley es impía y atea; ella profesa, no ya la tolerancia civil tal como vamos a definirla, sino la tolerancia dogmática, y — por una neutralidad criminal — ella justifica en los individuos la indiferencia religiosa más absoluta.

- Por el contrario, si, aun reconociendo que una sola religión es buena, ella tolera y permite el libre ejercicio de las otras, la ley en cuestión — como otros lo han observado antes que yo — puede ser sabia y necesaria, según las circunstancias. Si hay tiempos en que es necesario decir, con el famoso condestable: ” Una fe, una ley” habrá otros donde es preciso decir, como Fenelón a los hijos de Jacobo II: “Conceded a todos la tolerancia civil, aunque no aprobando todo como indiferente, sino sufriendo con paciencia lo que Dios sufre”

Pero dejo de lado este campo erizado de dificultades y, ateniéndome a la cuestión propiamente religiosa y teológica, expondré estos dos principios:

1. La religión que viene del cielo es verdad, y ella es intolerante con las otras doctrinas.

2. La religión que viene del cielo es caridad, y ella está llena de tolerancia hacia las personas.

Roguemos a María que venga en nuestra ayuda e implore para nosotros el Espíritu de verdad y caridad: Spiritum veritatis et pacis. Ave María.

Condenar la verdad a la tolerancia es forzarla al suicidio.

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Primer fragmento de un sermón predicado por el Cardenal Pie en la Catedral de Chartres, publicado en “Obras Sacerdotales del Cardenal Pie”, editorial religiosa H. Oudin, 1901, Tomo I pág. 356-377)

Vaticano radical a punto de vengarse del padre Stefano Manelli



Son inminentes sanciones contra el padre Stefano Manelli, de 85 años, el fundador de los Frailes Franciscanos de la Inmaculada, escribe Marco Tosatti el 21 de julio. La Orden de Manelli languidece bajo la mirada de un comisionario vaticano desde julio de 2013.

Los motivos para esta medida enérgica, nunca explicada por el Vaticano, son evidentes: para la actual nomenclatura vaticana, los Frailes son “demasiado católicos”.

Según Tosatti, un documento que contiene sanciones contra Manelli, elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, actualmente está en la mesa de Francisco.

Después que se impongan las sanciones, el Vaticano presionará para que se realice un Capítulo General. El plan es cambiar las Constituciones de los Frailes y abolir el voto de consagración a la Inmaculada y el voto de pobreza. Éste último ha creado una situación en la que todos los bienes materiales de los frailes pertenecen a personas laicas. El Vaticano ha tratado en vano de apoderarse de este patrimonio, pero perdió todas las batallas jurídicas en las cortes italianas.

En consecuencia, el Vaticano trató de utilizar al padre Manelli con la finalidad de ejercer presión en los propietarios de los activos. Después que esto fracasara, parece que Francisco quiere castigar a Manelli, lo cual revela el extraño sentido de justicia de Francisco.

Uno de los importantes burócratas vaticanos que combate a los Frailes es el arzobispo José Rodríguez Carballo OFM, el secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica e íntimo de Francisco, quien fue uno de los principales protagonistas del tremendo escándalo financiero que golpeó a los Franciscanos (OFM) en diciembre de 2014. El escándalo fue silenciado rápidamente.

Dado que Carballo es un radical-liberal, nadie lo tocó, por el contrario, Francisco lo promovió para ser arzobispo.

sábado, 21 de julio de 2018

Famoso filósofo impactado por la deslealtad del cardenal de Viena, Christoph Schönborn ... y otras noticias de Gloria TV


Rebelión alemana sobre la comunión para los protestantes: la tierra se abre



Apenas acabó de decir todas estas palabras, cuando el suelo debajo de ellos se hendió, y la tierra abrió su boca tragándolos a ellos, sus casas y todos los partidarios de Coré, con todos sus bienes. Descendieron vivos al scheol con todo lo que tenían, y los cubrió la tierra. Así perecieron de en medio del pueblo. Y todo Israel que estaba en derredor de ellos, huyó al oír sus alaridos; porque decían: “No sea que nos trague la tierra.” También contra los doscientos cincuenta hombres que habían ofrecido el incienso, salió un fuego de Yahvé y los devoró(Números 16:31-35)

Otra vez más, en este pontificado, el tesoro más sagrado de la Iglesia, el Santísimo Sacramento del Altar, se convierte en un objeto de rebelión y división. Primero fue, por supuesto, la falsa controversia sobre la comunión para los adúlteros (los católicos “vueltos a casar”).

Ahora, después de varias negaciones de Roma pero una clara autorización concedida informalmente por Francisco en otra entrevista al regresar de Ginebra a Roma la semana pasada, el primer obispo alemán ha dado finalmente una autorización expresa para que la comunión se ofrezca con regularidad a los protestantes casados con católicos.

En la página de la agencia de noticias EWTN en alemán, está la noticia de que el arzobispo de Paderborn, Hans-Joseph Becker, ha dado plena autorización para la distribución de la sagrada comunión a esposos protestantes: La excusa brindada es que esto se hará “en casos individuales” y no como “norma general”. 

¡No se dejen engañar! Esta es una simple pantalla retórica, una treta para desinformar, son noticias falsas generadas por el arzobispo: lo que importa es que, incluso en estos “casos individuales”, la comunión se ofrecerá con regularidad.

Pero esto no es lo que dice el canon 844 del Código de Derecho Canónico, el cual SÓLO prevé esto ante el “peligro de muerte” u otra “necesidad grave” y sólo cuando profesen la fe católica y estén bien dispuestos – básicamente, en una situación muy urgente en la que los pasos formales para la conversión no son posibles ante un rápido desenlace de la situación personal del no católico. 

Sin duda no es el caso del cónyuge luterano de una persona católica que quiere recibir la comunión regularmente: la respuesta para este cónyuge es que, si está dispuesto, renuncie a su fe anterior y entre en la Iglesia Católica.

Este es un tiempo de sacrilegio, apostasía, cisma, es el tiempo de la rebelión de Coré conducida por miembros de la propia jerarquía en Alemania: Apartaos de las tiendas de estos hombres impíos, y no toquéis cosa alguna de ellos, para que no seáis envueltos en todos sus pecados.” (Números 16:26) 

Esta rebelión ha sido provocada por la confusión y las declaraciones ambiguas de un Sumo Pontífice que sólo debiera brindar claridad y certeza.

¡Parce, Domine, parce populo tuo!

jueves, 19 de julio de 2018

"Humanae vitae". Así ha nacido y ¡ay de quien la toque! (Sandro Magister)


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El ajetreo en curso para demoler la "Humanae vitae" –la encíclica de Pablo VI, de 1968, que ha dicho no a los anticonceptivos artificiales–, ha encontrado en estos días un inesperado contratiempo en un libro que reconstruye la génesis de aquél texto, gracias al acceso, por primera vez, a los documentos secretos que le conciernen; acceso autorizado en persona por el Papa Francisco:
El contratiempo es tanto más serio en cuanto que los promotores de un "cambio de paradigma", es decir, de una liberalización de los anticonceptivos –desde el cardenal Walter Kasper al teólogo Maurizio Chiodi, autor de la ya célebre conferencia en la Pontificia Universidad Gregoriana que ha desencadenado la campaña, con la aparente aprobación del Papa Francisco–, se esperaban precisamente de este libro no un obstáculo, sino un posterior apoyo a sus tesis.
De hecho, el autor del libro ha sido coordinador de un grupo de estudio constituido hace más de un año en el Vaticano, precisamente en el clima de una revisión de la "Humanae vitae". Además de Marengo, el grupo lo componían el teólogo Pierangelo Sequeri, nombrado por el Papa presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las ciencias del matrimonio y de la familia, Angelo Maffeis del Instituto Paolo VI de Brescia y el histórico Philippe Chenaux, de la Pontificia Universidad Lateranense.
La institución del grupo de estudio había sido saludada con mucho fervor por los promotores de la "superación" de la enseñanza de la "Humanae vitae", dado que había sido lanzada precisamente por uno de ellos, monseñor Vincenzo Paglia, muy cercano al Papa Francisco, presidente de la Pontificia Academia para la Vida y Gran Canciller del Instituto Juan Pablo II. El pasado 8 de marzo, el periódico de la Conferencia Episcopal Italiana "Avvenire" –también plenamente alineado con los innovadores– había llegado a pronosticar "resultados sorprendentes por los estudios autorizados por la Pontificia Academia para la Vida", respecto a la génesis y, consiguientemente, también a la interpretación en términos más liberales de la "Humanae vitae".
Pero mientras tanto, el 9 de mayo, a los innovadores les ha llegado una primera desilusión del miembro más acreditado del grupo de estudio, Sequeri, que en una docta conferencia sobre la "Humanae vitae" en la Universidad Católica de Milán, ha vuelto a confirmar como "injustificable la práctica que procura e impone una esterilización artificial del acto conyugal":
Pero ahora, después de la salida del libro de Marengo, de la desilusión se ha pasado a la consternación. Porque el libro contradice con la fuerza de los hechos justo las tesis más queridas por los promotores del cambio.
De hecho, basta leer sólo la síntesis que Andrea Tornielli ha dado del libro en Vatican Insider –fuente no sospechosa dada su proximidad al Papa Francisco–, para entender cómo ha fracasado sustancialmente el cálculo de exhibir, de entre los papeles secretos de la preparación de la encíclica de Pablo VI, algún asidero que permita redimensionar su enseñanza.
Por ejemplo, es verdad que Pablo VI hizo reescribir a los futuros cardenales Jacques-Paul Martin e Paul Poupard, en la época funcionarios de la secretaría de Estado, el primer borrador de la encíclica, escrita por el entonces teólogo de la Casa Pontificia y también él futuro cardenal Mario Luigi Ciappi. Pero en ambos borradores los contenidos doctrinales eran los mismos, aunque formulados diversamente. Y tampoco el segundo borrador satisfizo a Pablo VI, hasta el punto que lo adaptó de nuevo para remover lo que le parecían ambigüedades, con correcciones de su propia mano o de su teólogo de confianza, el milanés Carlo Colombo.
Los hechos también desmienten que Pablo VI haya descuidado, en la preparación de la encíclica, las exigencias de sinodalidad y de colegialidad, hoy tan ensalzadas –paradójicamente– durante uno de los pontificados más monocráticos de la historia.
En 1967, el año precedente a su publicación, Pablo VI pidió a los casi doscientos padres sinodales reunidos en Roma para la primera asamblea ordinaria del Sínodo de los obispos, que le entregaran su opinión de manera reservada. Le respondieron 26, cuyas opiniones se encuentran en el libro; entre los que se decantaron por el no a los anticonceptivos artificiales había un futuro Papa y santo, Karol Wojtyla, y el entonces popularísimo obispo americano Fulton Sheen, un predicador de gran temple, también él en camino hacia los altares. Wojtyla, arzobispo de Cracovia en esa época, en sus apuntes entregados a Pablo VI anticipó las profundizaciones de la enseñanza de la "Humanae vitae" a las que después, como Papa, habría dado curso.
Entre los favorables a admitir los anticonceptivos había algunos cardenales y obispos destacados en el campo progresista, desde Suenens a Döpfner y a Léger. También en la importante comisión de estudio constituida por Juan XXIII, y después potenciada por su sucesor, los favorables eran más que los contrarios. Pero según el libro de Marengo, resulta también confirmado que Pablo VI "examinó con muchísima atención" sus posturas y las rechazó –como escribió después en el prólogo de la encíclica– sólo porque había reconocido en ellas "algunos criterios de soluciones que se separaban de la doctrina moral sobre el matrimonio propuesta por el Magisterio de la Iglesia con constante firmeza".
Con otras palabras, del libro se deduce que Pablo VI, lejos de vacilar y dudar hasta lo último, ejerció "en virtud del mandato que Cristo nos confió" precisamente ese "discernimiento" que hoy se exalta tanto y que, en ese mismo año 1968, le llevó a volver a confirmar solemnemente las verdades fundamentales de la fe católica contra las dudas difusas, con la proclamación pública de lo que definió el "Credo del Pueblo de Dios".
Como es sabido, la "Humanae vitae" fue inmediatamente sometida a una onda masiva de contestaciones, incluso por parte de importantes sectores de la jerarquía. Pero Pablo VI nunca retrocedió ni un solo paso. Al contrario, la consideró siempre uno de los puntos más altos de su misión de sucesor de Pedro. En su última homilía pública, en la fiesta de los santos Pedro y Pablo de 1978, al resumir su pontificado indicó sus actos más significativos precisamente en la "Humanae vitae" y en el "Credo del Pueblo de Dios".
A los partidarios de una revisión de la "Humanae vitae" no les queda más que insistir –como están haciendo– diciendo que su enseñanza no es "ni infalible ni irreformable", como efectivamente declaró, en la época de su publicación, un teólogo de primer plano de la Pontificia Universidad Laterananse, Ferdinando Lambruschini, que según la opinión corriente, se expresó de tal forma por petición directa del Papa.
El hecho es que, inmediatamente después de aquellas declaraciones, Lambruschini fue apartado de la enseñanza, nombrado arzobispo de Perugia y sustituido, en la Lateranense, por un teólogo moralista de extremo rigor, Ermenegildo Lio.
Por no decir que, planteada así, la cuestión parece más bien impropia, ya que la "Humanae vitae" no contiene proclamación alguna de un dogma de fe, por lo que la encíclica no configura un "magisterio definitorio", sino más bien un "magisterio definitivo", es decir, la reafirmación de una enseñanza constante en la historia de la Iglesia, como confirmó solemnemente Juan Pablo II, sucesor de Pablo VI, en un memorable discurso en el vigésimo aniversario de la encíclica:
Sandro Magister

Tres cosas que me gustaría decir al Sínodo de la Juventud – por el maestro Aurelio Porfiri



No son muchos los que pueden saber esto, pero en el pasado he participado en muchos sínodos vaticanos.

No, nunca fui un padre sinodal, pero fui el organista que acompañó a los Padres sinodales durante la Hora de Tercia. Nunca tuve la oportunidad de intervenir en estos encuentros, y dado lo que he estado escribiendo desde hace algunos años hasta ahora, supongo que no estaré invitado a hacerlo en el futuro.

Ahora que estoy entrando en la etapa de la madurez, tengo algo que decir respecto al próximo Sínodo de la Juventud, al menos 
en tres cosas. Y puesto que no puedo expresarme durante el sínodo, lo haré aquí.

(1) Jóvenes, no absoluticen su juventud. Es algo pasajero, un tiempo de maduración hacia la edad adulta. Los que elogian a la juventud por sí misma o bien son cínicos o son viejos. Por eso no puedo soportar las “misas juveniles”. Las Misas son para todos, no sólo para un segmento del Pueblo de Dios.

(2) Jóvenes, recuerden que el Papa les dice que sean protagonistas de su historia. No acepten pasivamente lo que los discursos dominantes les hacen creer, incluyendo algunos discursos presentes en nuestra Santa Madre Iglesia. Pidan a la Iglesia que desafíe al mundo, que le haga preguntas, si es necesario, que no se disuelva en el abrazo mortal del mundo.

(3) Jóvenes, experimenten la Tradición. No digo el “tradicionalismo”, sino la Tradición, los tesoros del arte, de la belleza, de la espiritualidad, de la oración y de la cultura que nuestros padres nos han transmitido. Recuerden que los que abrazan la Tradición ven más lejos. Veo cómo mi vida terrenal se vuelve más breve cada día. Ustedes son mi esperanza, ustedes son las piernas que continuarán lo que ustedes y yo hemos recibido.