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martes, 29 de agosto de 2017

Liturgia. La contrarrelación del cardenal Sarah (Sandro Magister)



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Claramente no es obra suya. Nos referimos al discurso que el Papa Francisco ha leído el 25 de agosto a los participantes a la semana anual del Centro de Acción Litúrgica italiano. Un discurso lleno de referencias históricas, de citaciones doctas con sus correspondientes notas, sobre una materia que él nunca ha dominado. Sin embargo, es posible captar silencios y palabras que reflejan muy bien su pensamiento

Lo que ha dado más que hablar ha sido esta declaración solemne que ha hecho a propósito de la reforma litúrgica puesta en marcha por el Concilio Vaticano II:
"Podemos afirmar con seguridad y autoridad magisterial que la reforma litúrgica es irreversible"
Dicha declaración ha sido interpretada por la mayoría como una orden del Papa Francisco a detener la presunta marcha atrás iniciada por Benedicto XVI con el motu proprio "Summorum pontificum" de 2007, que restituía plena ciudadanía a la forma pre-conciliar de la misa en rito romano, permitiendo su libre celebración como segunda forma "extraordinaria" del mismo rito.

Efectivamente: en el largo discurso leído por el Papa Francisco se citan en abundancia a Pío X, Pío XII y Pablo VI. Pero, en cambio, ni una sola referencia a Benedicto XVI, grandísimo estudioso de la liturgia, o a su motu proprio, a pesar de que este verano se cumplía, precisamente, el décimo aniversario de su publicación.

Muy marginal es también la referencia a las enormes degeneraciones en la que ha caído, por desgracia, la reforma litúrgica post-conciliar, superficialmente denunciadas como "recepciones parciales y praxis que la desfiguran".

Silencio total también sobre el cardenal Robert Sarah, prefecto de la congregación para el culto divino, y sobre todo respecto a sus boicoteadas batallas en favor de una "reforma de la reforma" que restituya a la liturgia latina su auténtica naturaleza.

La que publicamos a continuación es, de hecho, la contrarrelación acerca del estado de la liturgia en la Iglesia que el cardenal Sarah ha publicado este mismo verano, unos días antes del discurso del Papa Francisco. Una contrarrelación centrada precisamente en Benedicto XVI y el motu proprio "Summorum pontificum".

Su texto íntegro puede leerse, en francés, en el número de julio-agosto de la publicación mensual católica "La Nef":

> Pour une réconciliation liturgique

A continuación reproducimos la traducción de algunos pasajes.

- En ella, el cardenal enuncia un objetivo futuro de gran importancia: un rito romano unificado que una lo mejor de los dos ritos pre-conciliar y post-conciliar.

- Naturalmente, no faltan referencias a temas particularmente sensibles para el cardenal Sarah: el silencio y la oración dirigida "ad orientem".

- Pero también aborda el tema del abandono de la fórmula "reforma de la reforma", rechazada por el mismo Papa Francisco y que se ha convertido en inservible. En su lugar, el cardenal Sarah prefiere hablar de "reconciliación litúrgica" en el sentido de una liturgia reconciliada «consigo misma, con su ser profundo". Una liturgia que sepa, efectivamente, atesorar las "dos formas del mismo rito" autorizadas por el Papa Benedicto, "en un enriquecimiento recíproco".

*

POR UNA RECONCILIACIÓN LITÚRGICA

"La liturgia de la Iglesia ha sido, para mí, la actividad central de mi vida, se ha convertido en el centro de mi trabajo teológico", afirma Benedicto XVI. Sus homilías seguirán siendo documentos insuperables durante generaciones. 

Pero es necesario también subrayar la gran importancia del motu proprio "Summorum pontificum". Lejos de concernir sólo a la cuestión jurídica del estatus del antiguo misal romano, el motu proprio plantea la cuestión de la esencia misma de la liturgia y su lugar en la Iglesia.

Lo que está en discusión es el lugar de Dios, el primado de Dios. Como resalta el Papa de la liturgia: "La verdadera renovación de la liturgia es la condición fundamental para la renovación de la Iglesia"

El motu proprio es un documento magisterial capital acerca del significado profundo de la liturgia y, en consecuencia, de toda la vida de la Iglesia. Diez años después de su publicación, es necesario hacer un balance: ¿hemos llevado a cabo estas enseñanzas? ¿Las hemos comprendido en profundidad?

Estoy íntimamente convencido que aún no se han descubierto todas las implicaciones prácticas de esta enseñanza … Quiero plantear aquí algunas de sus consecuencias.

HACIA UN NUEVO RITO COMÚN

Puesto que hay una continuidad y unidad profundas entre las dos formas del rito romano, entonces necesariamente las dos formas deben iluminarse y enriquecerse recíprocamente. Es prioritario que, con la ayuda del Espíritu Santo, examinemos, en la oración y en el estudio, cómo volver a un rito común reformado, siempre con la finalidad de una reconciliación dentro de la Iglesia.

Sería hermoso que quienes utilizan el misal antiguo observen los criterios esenciales de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio. 

- Es indispensable que estas celebraciones integren una justa concepción de la "participatio actuosa" de los fieles presentes (SC 30). - - La proclamación de la lecturas debe poder ser comprendida por el pueblo (SC 36). 
- Del mismo modo, los fieles deben poder responder al celebrante y no limitarse a ser espectadores ajenos y mudos (SC 48). 
- Por último, el Concilio hace un llamamiento a una noble sencillez del ceremonial, sin repeticiones inútiles (SC 50).

Le concernirá a la Comisión Pontificia "Ecclesia Dei" proceder en dicha cuestión con prudencia y de manera orgánica. Se puede desear, allí dónde sea posible, y si las comunidades lo requieren, una armonización de los calendarios litúrgicos. Se deben estudiar los caminos hacia una convergencia de los leccionarios.

EL PRIMADO DE DIOS

Las dos formas litúrgicas forman parte de la misma "lex orandi"

¿Qué es esta ley fundamental de la liturgia? Permítanme citar de nuevo al Papa Benedicto: "La mala interpretación de la Reforma Litúrgica que ha sido difundida durante mucho tiempo en el seno de la Iglesia católica ha llevado, cada vez más, a poner en primer lugar el aspecto de la instrucción, y el de nuestra actividad y creatividad. El 'hacer' del hombre ha provocado casi el olvido de la presencia de Dios. La existencia de la Iglesia toma vida de la celebración correcta de la liturgia. La Iglesia está en peligro cuando el primado de Dios ya no aparece en la Liturgia y, en consecuencia, en la vida. La causa más profunda de la crisis que ha trastornado a la Iglesia la hallamos en el oscurecimiento de la prioridad de Dios en la liturgia".

He aquí, por tanto, lo que la forma ordinaria debe volver a aprender en primer lugar: el primado de Dios.

Permítanme expresar humildemente mi temor: la Liturgia de la forma ordinaria puede hacernos correr el riesgo de alejarnos de Dios a causa de la presencia masiva y central del sacerdote. Éste está constantemente delante de su micrófono y tiene, sin interrupción, la mirada y la atención dirigidas hacia el pueblo. Es como una pantalla opaca entre Dios y el hombre. Cuando celebremos la misa pongamos sobre el altar una gran cruz, una cruz bien a la vista, como punto de referencia para todos: para el sacerdote y para los fieles. Así tendremos nuestro Oriente, porque en definitiva el Oriente cristiano, dice Benedicto XVI, es el Crucifijo.

"AD ORIENTEM"

Estoy convencido que la Liturgia puede enriquecerse de las actitudes sagradas que caracterizan la forma extraordinaria, todos esos gestos que manifiestan nuestra adoración de la santa eucaristía: 

- juntar las manos después de la consagración, 
- hacer la genuflexión antes de la elevación y después del "Per ipsum", 
- comulgar de rodillas, 
- recibir la comunión en los labios dejándose nutrir como un niño, como Dios mismo nos dice: "Yo soy el Señor, Dios tuyo. Abre tu boca que te la llene" (Salmo 81, 11).

"Cuando la mirada sobre Dios no es determinante, todo el resto pierde su orientación", nos dice Benedicto XVI. También lo opuesto es verdad: cuando se pierde la orientación del corazón y del cuerpo hacia Dios, se cesa de determinarse en relación a Él, se pierde el sentido de la Liturgia. Orientarse hacia Dios es, ante todo, un hecho interior, una conversación de nuestra alma hacia el Dios Único. La Liturgia debe obrar en nosotros esta conversión hacia el Señor, que es el Camino, la Verdad y la Vida. Por esto utiliza signos, medios simples. La celebración "ad orientem" es uno de ellos. Es un tesoro del pueblo cristiano que nos permite mantener vivo el espíritu de la Liturgia. La celebración orientada no debe convertirse en la expresión de una actitud facciosa y polémica. Al contrario, debe seguir siendo la expresión del movimiento más íntimo y esencial de toda Liturgia: dirigirnos hacia el Señor que viene.

EL SILENCIO LITÚRGICO

He tenido ocasión de resaltar la importancia del silencio litúrgico. En su libro "El espíritu de la liturgia", el cardenal Ratzinger escribía: "Todo el que haga experiencia de una comunidad unida en la oración silenciosa del Canon sabe que esto representa un silencio auténtico. Aquí el silencio es, al mismo tiempo, un grito poderoso, penetrante, lanzado hacia Dios, y una comunión de oración colmada por el Espíritu". En su momento ya había afirmado con firmeza que recitar en voz alta toda la oración eucarística no era el único medio para obtener la participación de todos. Tenemos que trabajar para alcanzar una solución equilibrada y abrir espacios de silencio en este ámbito.

LA VERDADERA "REFORMA DE LA REFORMA"

¡Hago un llamamiento con todo mi corazón para que se ponga en marcha la reconciliación litúrgica enseñada por el Papa Benedicto, en el espíritu pastoral del Papa Francisco! La Liturgia no debe convertirse nunca en el estandarte de un partido. Para algunos, la expresión "reforma de la reforma" se ha convertido en sinónimo de dominio de un partido sobre el otro; por lo tanto, esta expresión corre el riesgo de convertirse en una expresión inoportuna. Prefiero, por consiguiente, hablar de "reconciliación litúrgica". En la Iglesia, ¡el cristiano no tiene adversarios!

Como escribía el cardenal Ratzinger: "Tenemos que volver a encontrar el sentido de lo sagrado, el valor de distinguir lo que es cristiano de lo que no lo es; no para alzar barricadas, sino para transformar, para ser verdaderamente dinámicos". Más que de "reforma de la reforma", se trata de ¡una reforma de los corazones! Se trata de una reconciliación de las dos formas del mismo rito en un enriquecimiento recíproco. ¡La liturgia debe siempre reconciliarse consigo misma, con su ser profundo!

Iluminados por la enseñanza del motu proprio de Benedicto XVI, confortados por la audacia del Papa Francisco, es el momento de llegar al fondo de este proceso de reconciliación de la liturgia consigo misma.

Sería un signo magnífico si pudiéramos, en una próxima edición del misal romano reformado, incluir en el apéndice las oraciones al pie del altar de la forma extraordinaria, tal vez en una versión simplificada y adaptada, y las oraciones del ofertorio que contienen una epíclesis tan bella que completa el Canon romano. De este modo se pondría de manifiesto que las dos formas litúrgicas se iluminan recíprocamente, ¡en continuidad y sin oposición!

Cardenal Robert Sarah

lunes, 28 de agosto de 2017

Imposible amar al prójimo sin amar a Jesucristo (Padre Gálvez)

Duración 6:35 minutos

La charla completa de 73:13 minutos puede escucharse pinchando aquí

¿Amenazada con la destrucción toda la doctrina moral de la Iglesia Católica? (Josef Seifert)




Josef Seifert – 27/08/17 3:57 PM

Nota del editor: en junio de 2016 Josef Seifert, un famoso filósofo austriaco y amigo del Papa Juan Pablo II escribió un artículo, en un periódico alemán, llamado «Las lágrimas de Jesús a causa de la Amoris Laetitia». En este artículo, él (Seifert) compara las palabras de Nuestro Señor en el Evangelio con aquéllas halladas en la exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco.

Seifert llega a esta inevitable conclusión: «¿Cómo pueden Jesús y su Santísima Madre leer y comparar estas palabras del Papa con las de Jesús y su Iglesia sin llorar? Por lo tanto, ¡lloremos con Jesús, con profundo respeto y afecto por el Papa, y con una profunda pena que surge de la obligación de sacar a la luz sus errores!».

Ahora en un nuevo documento publicado bajo licencia abierta para que pueda ser a su vez publicado por cualquiera y en cualquier lugar, Seifert aborda una pregunta más amplia y es si una conclusión lógica clave, derivada de Amoris Laetitia, podría derribar toda la doctrina moral de la Iglesia.


Resumen

«La pregunta del título de este artículo se dirige al Papa Francisco y a todos los cardenales, obispos, filósofos y teólogos católicos. Trata de una duda (dubium) sobre una consecuencia puramente lógica derivada de una afirmación en Amoris Laetitia y termina con una súplica al Papa Francisco para que retire al menos una afirmación de la AL, si la pregunta del título de este pequeño ensayo se contesta afirmativamente, y si en realidad de esta afirmación en AL, sólo la pura lógica, usando premisas evidentes, puede deducir la destrucción de toda la enseñanza moral católica. En un estilo socrático el artículo deja en manos del Papa Francisco y otros lectores contestar a la pregunta y proponer sus propias respuestas».

Contenido

Amoris Laetitia ha creado, sin lugar a dudas, mucha incertidumbre y evocado interpretaciones opuestas en todo el mundo católico. No deseo presentar aquí toda la controversia ni repetir – o desarrollar aún más – la postura que he defendido sobre esta materia en artículos previos (ver Josef Seifert, “Amoris Laetitia. Alegría, tristeza, esperanzas”) aunque podría hacerlo como una respuesta a algunos comentarios críticos que he recibido de mi amigo personal Buttiglione, con el cual estoy de acuerdo en la mayoría de otras materias filosóficas y en otros temas.

Hay una sola afirmación en AL, sin embargo, que no tiene nada que ver con un reconocimiento de los derechos de una conciencia moral subjetiva, respecto a la que Rocco Buttiglione intenta demostrar la total armonía entre el magisterio moral de San Juan Pablo II y el Papa Francisco, en contra de Robert Spaemann y otras afirmaciones que hablan de una clara ruptura entre ellos. Buttiglione argumenta que teniendo en cuenta sus enseñanzas dispares sobre disciplina sacramental, el Papa Juan Pablo II tiene razón si uno considera solamente el contenido objetivo de los actos humanos, mientras que el Papa Francisco la tiene cuando cada uno concede, después del debido discernimiento, su papel y reconocimiento adecuados a los factores subjetivos y a las condiciones excluyentes del pecado moral (conocimiento imperfecto y una debilidad en el libre albedrío).

La afirmación de AL sobre la que quiero profundizar aquí, sin embargo, no apela a la conciencia subjetiva en absoluto, sino que sostiene que una voluntad divina totalmente objetiva nos permite realizar, en ciertas situaciones, actos que son intrínsecamente malos, y que han sido siempre considerados como tales por la Iglesia


Ya que Dios ciertamente no puede carecer de conocimiento ético, ni tener una «conciencia errónea» ni una debilidad en el libre albedrío, este texto no «defiende los derechos de la subjetividad humana» como Buttiglione declara, sino que parece afirmar claramente que estos actos intrínsecamente desordenados y objetiva y gravemente pecaminosos, como Buttiglione admite, pueden ser permitidos, o incluso, pueden ser objetivamente ordenados por Dios. 

Si esto es lo que realmente AL dice, todas las alarmas sobre las afirmaciones directas en AL, concernientes a los asuntos sobre cambios de la disciplina sacramental (permitir, después del debido discernimiento, a adúlteros, homosexuales activos, y otras parejas en situación parecidas, acceder a los sacramentos de la confesión y eucaristía, y lógicamente, también al bautismo, confirmación y matrimonio sin voluntad ninguna de cambiar sus vidas ni de convivir en una total abstinencia sexual, tal como pedía el Papa Juan Pablo II en Familiaris Consortio a las parejas en tales «situaciones irregulares») solo son la punta del iceberg, el débil principio de una avalancha o uno de los primeros edificios destruidos por una bomba atómica teológica moral que amenaza con demoler completamente el edificio moral de los Diez Mandamientos y la enseñanza moral católica.

En este artículo, sin embargo, no diré que éste es el caso. Por el contrario, dejaré enteramente en las manos del Papa o cualquier otro lector la respuesta a la pregunta de si hay o no al menos una afirmación en Amoris Laetitia que tenga como consecuencia lógica la destrucción de toda la enseñanza moral católica. 


Y debo admitir que lo que he leído sobre una comisión convocada para «reexaminar» la Humanae Vitae, una encíclica que pone fin, como más tarde la Veritatis Splendor, a décadas de debates éticos y teológicos morales, ha hecho de la pregunta del título de mi ensayo una cuestión que me preocupa extremadamente.

Leamos el texto decisivo (AL 303) que el Papa Francisco está aplicando a los casos de los adúlteros u otras «parejas irregulares» que deciden no seguir la exigencia que para ellos hizo el Papa Juan Pablo II en la encíclica Familiaris Consortio. 

El Papa Juan Pablo II le dice a estas parejas que o bien se separen totalmente o, si esto es imposible, se abstengan completamente de las relaciones sexuales. 

El Papa Francisco dice, sin embargo:
«…Pero esa conciencia puede reconocer no solo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo…» (AL 303)
De lo anteriormente dicho, tanto como del texto posterior, queda claro que esta «voluntad de Dios» aquí se refiere a continuar viviendo en lo que constituye objetivamente un pecado mortal. Cfr. por ejemplo, AL 298, nota a pie de página 329:
«…En estas situaciones, muchos, conociendo y aceptando la posibilidad de convivir “como hermanos” que la Iglesia les ofrece, destacan que si faltan algunas expresiones de intimidad «puede poner en peligro no raras veces el bien de la fidelidad y el bien de la prole…»
En Gaudium et Spes n. 51, de la cual se ha tomado la última cita, la idea se utiliza como una objeción no válida contra el mandato moral de no cometer nunca adulterio o un acto anticonceptivo. En AL se entiende, en el sentido explicado anteriormente, como una justificación para seguir cometiendo, objetivamente hablando, pecados mortales incluso como si esa fuera la voluntad objetiva de Dios.

En otras palabras, además de llamar a un estado objetivo de pecado mortal, eufemísticamente, «todavía no plenamente el ideal objetivo», AL dice que podemos saber con «una cierta seguridad moral» que Dios mismo nos pide que continuemos cometiendo actos intrínsecamente malos tales como el adulterio o la homosexualidad activa

Yo pregunto si puede la pura lógica fallar cuando nos preguntamos bajo estas premisas:

- Si solo un caso de un acto intrínsecamente inmoral puede ser permitido e incluso querido por Dios, ¿no debe esto aplicarse a todos los actos considerados intrínsecamente malos? Si es cierto que Dios puede querer que una pareja de adúlteros viva en adulterio, ¿no debería entonces también el mandamiento «¡no cometerás adulterio!» ser reformulado: «si en tu situación el adulterio no es el mal menor, ¡no lo cometas! Si lo es, ¡continúa viviendo así!»?

- ¿No deben eliminarse también los otros nueve mandamientos, la Humanae Vitae, la Evangelium Vitae, y todos los documentos, dogmas o consejos pasados, presentes o futuros de la Iglesia que enseñan la existencia de actos intrínsecamente malos? ¿No es ya intrínsecamente malo usar anticonceptivos y está equivocada la Humanae Vitae que dice sin duda alguna que nunca puede haber ninguna situación moralmente justificable para la anticoncepción, ni mucho menos ordenada por Dios?

- Para empezar, ¿no debe entonces, la nueva comisión instituida por el Papa Francisco para la Humanae Vitae, concluir que el uso de anticonceptivos puede ser en algunas ocasiones bueno o, incluso, obligatorio y deseado por Dios? 

- ¿Puede el aborto estar justificado en algunos casos y que sea Dios mismo el que lo está pidiendo, dentro de la complejidad concreta de los límites de cada persona, aunque sin ser el ideal objetivo, como decía Monseñor Fisichella, el entonces presidente de la Academia Pontificia para la Vida?

- ¿No deben, entonces, desde la pura lógica, considerarse buenas y dignas de alabanza la eutanasia, la asistencia al suicidio o el suicidio mismo, las mentiras, los robos, perjurios, la negación o la traición a Cristo, como la de San Pedro, el asesinato, bajo determinadas circunstancias y después de un debido discernimiento a causa de la complejidad de cada situación concreta (o debido a la falta bien de conocimiento ético o bien de fuerza de voluntad)? 

- ¿No puede, entonces, pedir Dios que un siciliano, que se siente obligado a matar a los miembros inocentes de una familia, cuyo jefe ha asesinado previamente a su vez a un miembro de la suya propia y cuyo hermano asesinaría a cuatro familias si él no mata a uno, seguir adelante con el asesinato, porque su acto es, bajo sus condiciones, «lo que Dios mismo le está pidiendo a él dentro de la complejidad concreta de sus propios límites, aunque no sea el ideal objetivo»? 

- ¿No demanda la lógica pura que nosotros saquemos esta conclusión de esta proposición del Papa Francisco?

Sin embargo, si la pregunta del título debe ser contestada afirmativamente, y creo personalmente que es así, la consecuencia puramente lógica de esa afirmación en Amoris Laetitia parece destruir toda la enseñanza moral de la Iglesia. ¿No debería, por tanto, ser retirada y condenada por el mismo Papa Francisco, quien, sin ninguna duda, aborrece tal consecuencia, la cual, si la pregunta del título debe ser respondida afirmativamente, la lógica pura deduce inevitablemente de la citada afirmación del Papa Francisco?

Por lo tanto, rogaría a nuestro Padre Supremo espiritual en la tierra, «el dulce Cristo en la tierra», como Santa Catalina de Siena llamó a uno de los Papas, bajo cuyo reinado ella vivió, aunque lo criticara duramente (si el Papa Francisco está de acuerdo con esta conclusión lógica, y contesta a la pregunta del título de este ensayo afirmativamente) que por favor retire dicha afirmación.

- Si sus consecuencias lógicas conducen inevitablemente a nada menos que a la total destrucción de las enseñanzas morales de la Iglesia Católica, ¿no debería «el dulce Cristo en la tierra» retirar esta afirmación? 

- Si dicha tesis lleva como consecuencia lógica convincente al rechazo del hecho de que haya actos que deban ser considerados intrínseca y moralmente malos bajo cualquier circunstancia y en cualquier situación, y si esta aseveración llegara a desvirtuarse, siguiendo la Familiaris Consortio y la Veritatis Splendor, así como la Humanae Vitae y muchas otras enseñanzas solemnes de la Iglesia, ¿no debería ser revocada? 

- ¿No existen, evidentemente, tales actos que son siempre intrínsecamente malos como hay otros actos, que son siempre intrínsecamente buenos, justificados o deseados por Dios? (Ver Juan Pablo II, Veritatis Splendor. Ver también Josef Seifert, «El esplendor de la verdad y los actos intrínsecamente inmorales: una defensa filosófica del rechazo del proporcionalismo y consecuencialismo en Veritatis Splendor”. En: Studia Philosophiae Christianae UKSW 51 (2015) 3,7-37) 

- Y ¿no deberían todos los cardenales, obispos, sacerdotes, monjes o vírgenes consagradas, y cualquier laico en la Iglesia interesarse intensamente por este problema y unirse a esta súplica apasionada de un humilde laico, un simple profesor de filosofía, y entre otras materias, de lógica?

Josef Seifert

Original inglés publicado en 1P5

Traducido por Ana María Rodríguez, del equipo de traductores de Infocatólica.



Josef Seifert: Does Pure Logic Threaten to Destroy the Entire Moral Doctrine of the Catholic Church?

Editor’s note: In June 2016, Josef Seifert, a famous Austrian philosopher and friend of Pope John Paul II wrote an article in a German journal called, “The Tears of Jesus over Amoris Laetitia”. From our report:

In it, he [Seifert] compares the words of Our Lord in the Gospel to those found Pope Francis’ post-synodal apostolic exhortation.

Seifert reaches the inescapable conclusion, “How can Jesus and His Most Holy Mother read and compare these words of the Pope with those of Jesus and his Church without crying? Let us therefore cry with Jesus, with deep respect and affection for the Pope, and with profound grief that arises from the obligation to criticize his mistakes!”

Now, in a new paper released under an open license so that it might be published by anyone, anywhere in the world, Seifert tackles a larger question: whether a key logical conclusion drawn from Amoris Laetitia will bring the whole moral doctrine of the Church crashing down.

Does pure logic threaten to destroy the entire moral doctrine of the Catholic Church?

Josef Seifert
August 5, 2017
Aemaet Bd. 6, Nr. 2 (2017) 2-9

Abstract

The question in the title of this paper is addressed to Pope Francis and to all Catholic cardinals, bishops, philosophers and theologians. It deals with a dubium about a purely logical consequence of an affirmation in Amoris Laetitia, and ends with a plea to Pope Francis to retract at least one affirmation of AL, if the title question of this little essay has to be answered in the affirmative, and if indeed from this one affirmation in AL alone pure logic, using evident premises, can deduce the destruction of the entire Catholic moral teaching. In a Socratic style, the paper leaves it up to Pope Francis and other readers to answer the title question and to act upon their own answer.

Content

Amoris Laetitia has no doubt created much uncertainty and evoked conflicting interpretations throughout the Catholic World. I do not wish to present this entire controversy here nor to repeat – or develop further – the position I have defended on this matter in previous articles (See Josef Seifert, “Amoris Laetitia. Joy, Sadness and Hopes”) I might still do this in a reply to some critical comments I have received from my personal friend Buttiglione, with whom I agree on almost all other philosophical matters, and others.

There is a single affirmation in AL, however, that has nothing to do with a recognition of the rights of subjective conscience, by reference to which Rocco Buttiglione seeks to demonstrate the full harmony between the moral magisterium of Saint John Paul II and Pope Francis, against Robert Spaemann’s and other assertions of a clear break between them. Buttiglione argues that, regarding their contrary teaching on sacramental discipline, Pope John Paul II is correct if one considers only the objective content of human acts, while Pope Francis is right when one accords, after due discernment, to subjective factors and missing conditions of mortal sin (deficient knowledge and weakness of free will) their proper role and recognition.

The assertion of AL I wish to investigate here, however, does not invoke subjective conscience at all, but claims a totally objective divine will for us to commit, in certain situations, acts that are intrinsically wrong, and have always been considered such by the Church. Since God can certainly not have a lack of ethical knowledge, an “erring conscience,” or a weakness of free will, this text does not “defend the rights of human subjectivity,” as Buttiglione claims, but appears to affirm clearly that these intrinsically disordered and objectively gravely sinful acts, as Buttiglione admits, can be permitted, or can even objectively be commanded, by God. 

If this is truly what AL affirms, all alarm over AL’s direct affirmations, regarding matters of changes of sacramental discipline (admitting, after due discernment, adulterers, active homosexuals, and other couples in similar situations to the sacraments of confession and eucharist, and, logically, also of baptism, confirmation, and matrimony, without their willingness to change their lives and to live in total sexual abstinence, which Pope John Paul II demanded in Familiaris Consortio from couples in such “irregular situations”), refer only to the peak of an iceberg, to the weak beginning of an avalanche, or to the first few buildings destroyed by a moral theological atomic bomb that threatens to tear down the whole moral edifice of the 10 commandments and of Catholic Moral Teaching.

In the present paper, however, I will not claim that this is the case. On the contrary, I will leave it entirely to the Pope or to any reader to answer the question whether or not there is at least one affirmation in Amoris Laetitia that has the logical consequence of destroying the entire Catholic moral teaching. And I must admit that what I read about a commission convened in order to “re-examine” Humanae Vitae, an Encyclical that put, like later Veritatis Splendor, a definitive end to decades of ethical and moral theological debates, has made this title question of my essay a matter of extreme concern to me.

Let us read the decisive text (AL 303), which is being applied by Pope Francis to the case of adulterous or otherwise “irregular couples” who decide not to follow the demand addressed in the Encyclical Familiaris Consortio of Saint Pope John Paul II to such “irregular couples”. Pope John Paul II tells these couples to either separate entirely or, if this is impossible, to abstain entirely from sexual relations. Pope Francis states, however:

Yet conscience can do more than recognize that a given situation does not correspond objectively to the overall demands of the Gospel. It can also recognize with sincerity and honesty what for now is the most generous response which can be given to God (Relatio Finalis 2015, 85) and come to see with a certain moral security that it is what God himself is asking amid the concrete complexity of one’s limits, while yet not fully the objective ideal (AL 303).
From the previous as well as from the later context it is clear that this “will of God” here refers to continuing to live in what constitutes objectively a grave sin. Cf., for example, AL 298, Footnote 329:
“In such situations, many people, knowing and accepting the possibility of living ‘as brothers and sisters’ which the Church offers them, point out that if certain expressions of intimacy are lacking, ‘it often happens that faithfulness is endangered and the good of the children suffers’.”
In Gaudium et Spes, 51, from which the last quote is taken, the thought is taken as an invalid objection against the moral demand never to commit adultery or an act of contraception. 

In AL it is understood in the sense explained above, as a justification, even known to correspond to the objective will of God, to continue to commit objectively speaking grave sins.

In other words, besides calling an objective state of grave sin, euphemistically, “not yet fully the objective ideal,” AL says that we can know with “a certain moral security” that God himself asks us to continue to commit intrinsically wrong acts, such as adultery or active homosexuality

I ask: Can pure Logic fail to ask us under this assumption:

- If only one case of an intrinsically immoral act can be permitted and even willed by God, must this not apply to all acts considered ‘intrinsically wrong’? If it is true that God can want an adulterous couple to live in adultery, should then not also the commandment ‘Do not commit adultery!’ be reformulated: ‘If in your situation adultery is not the lesser evil, do not commit it! If it is, continue living it!’?

- Must then not also the other 9 commandments, Humanae Vitae, Evangelium Vitae, and all past and present or future Church documents, dogmas, or councils that teach the existence of intrinsically wrong acts, fall? Is it then not any more intrinsically wrong to use contraceptives and is not Humanae Vitae in error that states unambiguously that it can never happen that contraception in any situation is morally justified, let alone commanded by God?

- Must then not, to begin with, the new commission on Humanae Vitae Pope Francis instituted, conclude that using contraception can in some situations be good or even obligatory and willed by God? 

- Can then not also abortions, as Mons. Fisichella, then President of the Pontifical Academy for Life, claimed, be justified in some cases and ‘be what God himself is asking amid the concrete complexity of one’s limits, while yet not fully the objective ideal’?

- Must then not from pure logic euthanasia, suicide, or assistance to it, lies, thefts, perjuries, negations or betrayals of Christ, like that of St. Peter, or murder, under some circumstances and after proper “discernment,” be good and praiseworthy because of the complexity of a concrete situation (or because of a lack of ethical knowledge or strength of will)? 

- Can then not God also demand that a Sicilian, who feels obligated to extinguish the innocent family members of a family, whose head has murdered a member of his own family and whose brother would murder four families if he does not kill one, go ahead with his murder, because his act is, under his conditions “what God himself is asking amid the concrete complexity of one’s limits, while yet not fully the objective ideal”? 

Does not pure logic demand that we draw this consequence from this proposition of Pope Francis?

However, if the title question of this paper must be answered in the affirmative, as I personally believe to be the case, the purely logical consequence of that one assertion of Amoris Laetitia seems to destroy the entire moral teaching of the Church. Should it not, therefore, be withdrawn and condemned by Pope Francis himself, who no doubt abhors such a consequence, which, if the title question needs to be answered affirmatively, iron and cool logic cannot fail to draw from the cited assertion of Pope Francis?

Thus I wish to plead with our supreme spiritual Father on Earth, the “sweet Christ on earth,” as Saint Catherine of Siena called one of the Popes, under whose reign she lived, while she criticized him fiercely (if Pope Francis agrees with this logical conclusion, and answers the title question of this essay in the affirmative) to please retract the mentioned affirmation

If its logical consequences lead with iron stringency to nothing less than to a total destruction of the moral teachings of the Catholic Church, should the “sweet Christ on Earth” not retract an affirmation of his own? 

If the mentioned thesis leads with cogent logical consequence to the rejection of there being any acts that must be considered intrinsically morally wrong, under any circumstances and in all situations, and if this assertion will tear down, after Familiaris Consortio and Veritatis Splendor, likewise Humanae Vitae and many other solemn Church teachings, should it not be revoked? 

Are there not evidently such acts that are always intrinsically wrong, as there are other acts, which are always intrinsically good, justified, or willed by God? (See John Paul II, Veritatis Splendor. See also Josef Seifert, “The Splendor of Truth and Intrinsically Immoral Acts: A Philosophical Defense of the Rejection of Proportionalism and Consequentialism in ‘Veritatis Splendor’.” In: Studia Philosophiae Christianae UKSW 51 (2015) 2, 27-67. “The Splendor of Truth and Intrinsically Immoral Acts II: A Philosophical Defense of the Rejection of Proportionalism and Consequentialism in ‘Veritatis Splendor’.” In: Studia Philosophiae Christianae UKSW 51 (2015) 3, 7-37.) 

And should not every Cardinal and Bishop, every priest, monk or consecrated Virgin, and every layperson in the Church, take a most vivid interest in this and subscribe this passionate plea of a a humble layperson, a simple Professor of Philosophy and, among other subjects, of logic?



Josef Seifert is the founding Rector of the The International Academy of Philosophy in the Principality of Liechtenstein, holder of the Dietrich von Hildebrand Chair for Realist Phenomenology at the IAP-IFES, Granada, Spain, and elected by Saint Pope John Paul II as ordinary (life-long) member of the Pontifical Academy for Life (a charge that ended with the dismissal of all PAV members by Pope Francis in 2016, and the failure to be re-elected as member of, a profoundly changed, PAV in 2017).

Dictadura del relativismo: caso de Amoris Laetitia (Padre Javier Martin FM)

Duración 12:30 minutos

domingo, 27 de agosto de 2017

NOVUS ORDO MISSAE: Carta de los cardenales Ottaviani y Bacci al papa Pablo VI (comentado por José Martí)


¿Por qué el Novus Ordo Missae presenta tantos problemas? ¿Se sabe, en realidad, cuál fue su origen? ¿Se conoce que la Comisión encargada de su redacción estaba formada por nueve"expertos", de los cuales seis eran protestantes y de los tres católicos, uno de ellos, el Presidente de esa Comisión, el cardenal Bugnini, era masón? De seguro que son pocos quienes poseen esta información que es absolutamente verídica. 


En Adelante la Fe es posible descargarse un artículo muy interesante, de 12 páginas, titulado "Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae".

En esta entrada me limito a copiar el prefacio del Cardenal Ottaviani, que era entonces el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmado también por el Cardenal Bacci; el cual consiste en una carta dirigida a su Santidad Pablo VI, antes de que llegase a su final el Concilio Vaticano II.

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Santidad:

Después de haber examinado y hecho examinar el nuevo Ordo Missae preparado por los expertos de la Comisión para la aplicación de la Constitución Conciliar sobre la Sagrada Liturgia, y después de haber reflexionado y rezado durante largo tiempo, sentimos la obligación ante Dios y ante Vuestra Santidad de expresar las siguientes consideraciones: 

1. Como suficientemente prueba el examen crítico anexo, por muy breve que sea, obra de un grupo selecto de teólogos, liturgistas y pastores de almas, el nuevo Ordo Missae –si se consideran los elementos nuevos, susceptibles de apreciaciones muy diversas, que aparecen en él, sobreentendidas o implícitas– se aleja de modo impresionante, tanto en conjunto como en detalle, de la teología católica de la Santa Misa tal como fue formulada por la 20ª sesión del Concilio de Trento que, al fijar definitivamente los «cánones» del rito, levantó una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera atentar a la integridad del Misterio. 

2. Las razones pastorales atribuidas para justificar una ruptura tan grave, aunque pudieran tener valor ante las razones doctrinales, no parecen suficientes. En el nuevo Ordo Missae aparecen tantas novedades y, a su vez, tantas cosas eternas se ven relegadas a un lugar inferior o distinto –si es que siguen ocupando alguno– que podría reforzarse o cambiarse en certeza la duda que, por desgracia, se insinúa en muchos ámbitos según la cual las verdades que siempre ha creído el pueblo cristiano podrían cambiar o silenciarse sin que esto suponga infidelidad al depósito sagrado de la doctrina, al cual está vinculado para siempre la fe católica

Las recientes reformas han demostrado suficientemente que los nuevos cambios en la liturgia no podrán realizarse sin desembocar en un completo desconcierto de los fieles, que ya manifiestan que les resultan insoportables y que disminuyen incontestablemente su fe. En la mejor parte del clero esto se manifiesta por una crisis de conciencia torturante, de la que tenemos testimonios innumerables y diarios. 

3. Estamos seguros de que estas consideraciones, directamente inspiradas en lo que escuchamos por la voz vibrante de los pastores y del rebaño, deberán encontrar un eco en el corazón paterno de Vuestra Santidad, siempre tan profundamente preocupado por las necesidades espirituales de los hijos de la Iglesia

Los súbditos, para cuyo bien se hace la ley, siempre tienen derecho y, más que derecho, deber –en el caso en que la ley se revele nociva– de pedir, con filial confianza, su abrogación al legislador

Por ese motivo suplicamos insistentemente a Vuestra Santidad que no permita, –en un momento en que la pureza de la fe y la unidad de la Iglesia sufren tan crueles laceraciones y peligros cada vez mayores, que encuentran cada día un eco afligido en las palabras del Padre común–, que no se nos suprima la posibilidad de seguir recurriendo al íntegro y fecundo Misal romano de San Pío V, tan alabado por Vuestra Santidad y tan profundamente venerado y amado por el mundo católico entero. 

Cardenal Ottaviani
Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. 
Cardenal Bacci.

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Nota: No conocemos la respuesta que les dio el papa Pablo VI. Sí sabemos que el Novus Ordo Missae se llevó a la práctica, de acuerdo con la Constitución Missale Romanum, firmada el 3 de abril de 1969 y puesta en práctica a partir del 30 de noviembre de 1969, coincidiendo con el primer domingo de adviento. En España esto se llevó a efecto, con carácter obligatorio, si mal no recuerdo, a partir de 1971, por orden del cardenal Tarancón.

De manera que todos llegaron a creer que la Misa Tradicional, la misa de dos mil años de historia, había sido abolida y sustituida por esta nueva forma que todos los sacerdotes tenían la obligación de celebrar, como así hicieron, puesto que deben obediencia filial al Santo Padre.

Y, sin embargo, cuando todos pensaban que la respuesta del papa Pablo VI a la carta de los cardenales Ottaviani y Bacci había sido negativa ... ¡oh, sorpresa! ... nos encontramos con las declaraciones del anterior Papa Benedicto XVI según las cuales la Misa Tradicional nunca ha sido abolida: ¡Esto sí que fue una verdadera "sorpresa del Espíritu Santo" y una prueba fehaciente de que Dios no abandona a los suyos, no abandona a su Iglesia ... y escribe derecho con renglones torcidos! 

Así lo afirmaba explícitamente en su carta apostólica, en forma de Motu Proprio "Summorum Pontificum", fechada el 7 de julio de 2007
"Es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano, promulgado por el beato Juan XXIII en 1962, que nunca se ha abrogado, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia"
En realidad, a fuer de ser sinceros y usando un poquito el sentido común habría que decir que la actualmente llamada forma ordinaria de la Misa, que se viene aplicando sólo durante casi 50 años tendría que ser llamada, en realidad, forma extraordinaria ... y no al revés, pues la forma verdaderamente ordinaria de la misa, que coincide con lo que siempre ha sido la misa (y esto era ya anterior a san Pío V, aunque éste le dio conexión), "curiosamente" es la que hoy se llama forma extraordinaria. 

La razón de ello habría que atribuirla, tal vez, en principio, a que son muy pocos los sacerdotes que hoy en día saben latín, lo cual es cierto, puesto que se enseña en muy pocos seminarios ... siendo el latín, como lo es, la lengua oficial de la Iglesia. Esto sería una razón, sin lugar a dudas, pero hay otra razón que es mucho más grave y que nos hace sufrir ... y es que, por desgracia, son muchos los sacerdotes, incluyendo a obispos, cardenales y aun al propio Papa Francisco, que están imbuidos del espíritu modernista del que está impregnado todo el Concilio Vaticano II (lo que es fácil de demostrar)... el espíritu del mundo, en definitiva ... y no quieren saber nada de la Misa Tradicional, como si ésta fuese un resquicio del pasado o un capítulo de la historia de la Iglesia, que debe ser dado de lado y olvidarse ya de él.

Ya no es que la Iglesia ha capitulado ante el "mundo", sino que el propio "mundo" está infiltrado en la Iglesia, a niveles jamás imaginados; la apostasía se ha instalado también en la Iglesia católica y los fieles andan confundidos. Son muchos, millones, los que están perdiendo la fe. No hay más que mirar a la gente que acude a Misa. Esta asistencia está bajo mínimos; y además, quienes van a Misa son, en su mayoría, personas mayores, pues los jóvenes están ya bien adoctrinados por la televisión, por el ambiente social, por la propia familia y por los falsos pastores que pretenden convertir la religión católica en una ONG más.

Y no deja de ser llamativo que todas estas circunstancias -y muchísimas más- se han producido justo a raíz del Concilio Vaticano II. ¿Por qué? Pues porque se ha perdido la fe en Jesucristo, a quien sólo se considera un hombre más. De lo que se dice en los Evangelios y en el Nuevo Testamento se toma sólo aquello que se puede comprender, eliminando los milagros, la virginidad de María, la resurrección de Jesús, así como todos los dogmas. La Religión católica sería una más entre otras. Dios, manifestado en Jesucristo, como verdadero Dios y verdadero hombre, queda relegado al último lugar y sólo se consideran las relaciones humanas como lo más importante. 

En definitiva, lo que se persigue, y ahora con más claridad que nunca, es la destrucción completa de la Iglesia y sustituirla por una nueva Iglesia, una Iglesia "inventada" por el hombre, una Iglesia que, en definitiva no sería la Iglesia Católica, la única Iglesia verdadera, fuera de la cual no hay salvación posible. 

Las últimas declaraciones del Papa Francisco son realmente irrisorias, aunque, en realidad, lo que dan es ganas de llorar. Dice así: Después de este magisterio, después de este largo viaje, podemos afirmar con confianza y autoridad magisterial que la reforma litúrgica es irreversible". (Véase también aquí

¿Irreversible? ¿Y esto lo ha dicho el papa Francisco quien nunca se ha pronunciado magisterialmente ni jamás ha pretendido hacerlo? 

¿Irreversible una reforma de la santa Misa, en cuyo origen intervino una Comisión formada por nueve "expertos", de los cuales seis eran protestantes y el presidente de la misma, el cardenal Bugnini, era masón, como se demostró posteriormente? Aun siendo todo esto así, y conociendo que era así, no obstante el nuevo Misal romano fue aprobado el 3 de abril de 1969 por el papa Pablo VI en la Constitución apostólica Missale Romanum. ¿Irreversible una reforma que tiene tan solo cincuenta años? ¿Cómo es posible hablar de este modo? Entonces todo lo que han dicho los papas anteriores no es cierto. ¿Tenemos dos Magisterios? ¿Puede un Papa anular lo que un papa anterior ha dicho de modo infalible? ¿Es que puede hacer el Papa lo que quiera? ¿No es Jesucristo el fundador de la Iglesia? Sería bueno recordar aquí las palabras de Jesús: "Todo reino dividido contra sí mismo será desolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no subsistirá" (Mt 12, 25). Puede leerse también en Mc 3, 24-25 y Lc 11, 17

Por cierto, Francisco no ha respondido aún a las Dubia, sobre la exhortación apostólica Amoris Laetitia, que cuatro cardenales le plantearon el pasado año de 2016. Por no responder, ni siquiera los ha recibido en audiencia. ¡Y este tema de la indisolubilidad del matrimonio sí que es serio! De ninguna de las maneras el matrimonio sacramental se puede disolver, si es verdadero matrimonio

Siendo esto irreversible e intocable, justamente se pretende cambiarlo y para ello se convocan dos Sínodos, se falsean datos y se pronuncia la AL, una exhortación que, por cierto, ya había sido redactada, en su mayoría, hace más de diez años, por el amigo de Francisco Tucho Fernández; se añadieron, además, puntos que no habían sido aprobados en el Sínodo. ¿Para qué entonces los Sínodos, si el resultado ya estaba previsto? Todo una farsa. Y luego Francisco va y deja la interpretación de la AL al cardenal Schönborn. (¡Nada tendría que deber ser interpretado si hubiese sido escrito con claridad, sin términos que pueden inducir a dobles lecturas!).  Finalmente dice que no hay otra interpretación posible que la de los obispos de Buenos Aires, en respuesta rápida a una carta que éstos le dirigieron. Y por si fuera poco, y para que no quepa ya ninguna duda acerca de su posición con respecto a la AL esa contestación de Francisco, que dio en 2016, aparece ahora en L'Osservatore Romano (pinchar aquí). 



El Papa no tiene autoridad para rebatir a Jesucristo. ¿A quién le vamos a hacer caso? Nos jugamos mucho en la respuesta que demos porque, además, la Amoris Laetitia es contraria a la fe, como señala muy acertadamente el padre Gálvez.

No deja de ser curioso que el Concilio Vaticano II, que se presentó como puramente pastoral y no dogmático, sin intención de tocar la Doctrina para nada es siempre el único referente (como si la Iglesia hubiese comenzado hace 50 años) y se le da, de hecho, un carácter dogmático, cuando resulta que contiene algunos apartados que no pueden ser admitidos ni firmados por ningún cristiano, mucho menos por un sacerdote. Y precisamente es en esos apartados en los que se está haciendo especial hincapié, lo que es muy grave. Es el caso del ecumenismo (mal entendido), del diálogo interreligioso, de la libertad de religión y de la colegialidad ... fundamentalmente ...  aunque no únicamente. 

José Martí

sábado, 26 de agosto de 2017

La fecundación "in vitro" es un pecado (Presidente de los obispos húngaros)



Apostasía apostólica (Michael Voris)

Duración 2:36 minutos

El Papa Francisco invoca la "autoridad magisterial" para llamar a la misa del Vaticano II "irreversible" (comentado por José Martí)




ROMA, 25 de agosto de 2017 ( LifeSiteNews ) - El Papa Francisco invocó esta semana la "autoridad magisterial" para declarar que las reformas litúrgicas del Vaticano II son "irreversibles" (aquí y aquí)



Duración 1:51 minutos



Francisco dijo que después del "largo viaje" de las reformas litúrgicas del Vaticano II iniciadas hace cinco décadas, "podemos afirmar con confianza y autoridad magistral que la reforma litúrgica es irreversible", dijo a los participantes en la 68ª Semana Nacional Litúrgica Italiana en Roma.

Entre los liturgistas, hay una discusión sobre qué es exactamente lo que el Papa quiere decir con sus comentarios. Las observaciones, sin embargo, son muy similares a las que él hizo en 2015 mientras que celebraba una misa conmemorativa del 50º aniversario de la primera misa no latina. Su sentimiento contra la Misa latina tradicional, además, se ha sabido bien desde su burla acerca de los jóvenes que prefieren la misa tradicional.

Hablando de tener la misa en lengua vernácula, dijo en 2015: "Fue, de hecho, un gesto valiente de la Iglesia acercarse al Pueblo de Dios, para que pudieran entender bien lo que hace y -esto es importante para nosotros- para seguir la Misa de esta manera. Y no podemos regresar; Siempre debemos seguir adelante, siempre adelante y quienquiera que regrese está equivocado" [Eso no es así]

Del mismo modo, en una entrevista de 2014, el Papa dijo que los cambios litúrgicos del Concilio Vaticano II "deberían continuar como están". "Hablar de la 'reforma de la reforma' es un error", dijo.

No está claro a qué reforma litúrgica precisa "irreversible" 
alude el Papa Francisco. Antes de que el Cardenal Bergoglio se convirtiera en Papa, se capturaron imágenes de video en Argentina para celebrar liturgias que contienen innovaciones como títeres gigantes en uno, y un baile de tango en el santuario después de la conclusión de la liturgia en otro. A pesar de estas misas que celebró antes de su pontificado, no está claro hasta qué punto el Papa Francisco aprueba tales innovaciones.


Duración 2:45 minutos


"Y hoy todavía hay trabajo por hacer en esta dirección, en particular redescubriendo las razones de las decisiones tomadas con la reforma litúrgica, superando las interpretaciones infundadas y superficiales, las recepciones parciales y las prácticas que la desfiguran", dijo.

El Papa dijo que el camino hacia el "redescubrimiento" de la Sagrada Liturgia según la intención de los Padres conciliares no es "repensar la reforma revisando / revisando sus elecciones, sino de conocer mejor las razones detrás de ella" - y de interiorizar sus principios rectores y observar la disciplina que la gobierna ".

"Después de este magisterio, después de este largo viaje, podemos afirmar con confianza y autoridad magistral que la reforma litúrgica es irreversible", dijo. [¿¿¿¿ ........ ????]

El pronunciamiento del Papa Francisco esta semana viene en los talones de los rumores del Vaticano el mes pasado que pretende terminar con el permiso universal del Papa Benedicto XVI para que los sacerdotes digan la Misa Tradicional en Latín, también conocida como la Forma Extraordinaria de la Misa


[¡Dios no lo quiera! Si tal cosa mandara no habría que obedecerle, pues -como bien dijo el papa Benedicto XVI- la forma tradicional de la santa Misa nunca había sido abrogada]

El Papa tiene una historia de negatividad hacia la Misa latina tradicional: ha criticado la "rigidez" de los jóvenes que están vinculados a la Misa tradicional latina. "Siempre trato de entender qué hay detrás de la gente que es demasiado joven para haber experimentado la liturgia preconciliar y aun así la quieren", el pontífice dijo en noviembre de 2016.

[Con todo el respeto que me merece el santo Padre por ocupar el puesto que ocupa, me atrevo a insinuarle, para que lo entienda, que ésas son las verdaderas sorpresas del Espíritu a las que él tanto alude; así tendría que comprenderlo, pero al contrario, quiere que desaparezca la misa tradicional. Eso es lo que a mí me parece ininteligible ... a menos que ... y dejo que el lector piense en una posible respuesta a esa falta de entendimiento de Francisco con relación a la Misa Tradicional, la de toda la vida de la Iglesia]

"A veces, me encontré confrontado con una persona muy estricta, con una actitud de rigidez y me pregunto: ¿Por qué tanta rigidez? Cavar, cavar, esta rigidez siempre esconde algo, la inseguridad o incluso otra cosa. La rigidez es defensiva. El amor verdadero no es rígido".

[No sé por qué tengo la impresión de que lo que entiende Francisco por "rigidez" es la fidelidad al depósito recibido de la Fe. Pero tal fidelidad no es rigidez, sino amor verdadero, que está dispuesto incluso a dar la vida. Sería bueno, aunque inútil, a mi entender, aclararle este concepto al Sumo Pontífice, porque está cometiendo un grave error ... Sólo que "sus" ideas son las únicas que priman. Ése es el problema: confunde "sus" ideas con "las sorpresas" del Espíritu cuando no son sino las "sorpresas" de Francisco]

El pronunciamiento del Papa sobre el carácter irreversible de la reforma del Concilio Vaticano II parece estar en desacuerdo con las declaraciones del cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, quien dijo a principios de este año que el Papa Emérito Benedicto permitió la celebración de la Misa latina tradicional y mostró así un camino hacia adelante redescubriendo la liturgia auténtica.
"Ahora basta con volver a tomar la Constitución del Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia y leerla honestamente, sin traicionar su significado, para ver que el verdadero propósito del Concilio Vaticano II no era iniciar una reforma que pudiera convertirse en la ocasión para una ruptura con la Tradición, sino todo lo contrario, con vistas a redescubrir y confirmar la Tradición en su significado más profundo", dijo Sarah en marzo"Hay que reafirmar que el Concilio Vaticano II nunca pidió hacer tabla rasa del pasado ni abandonar el Misal de San Pío V", añadió. 
Sarah dijo en ese momento que la liturgia solicitada por el Vaticano II aún no se ha realizado en muchos lugares en el mundo.

Siguiendo el ejemplo del Papa Benedicto XVI en su Summorum Pontificum de 2007, Sarah dijo que le gustaría ver el relanzamiento de un "movimiento litúrgico". No se basa en lo que él llamó "desvaríos de algunos teólogos que anhelan novedades" sino en la disposición a descubrir a Dios en el silencio, la adoración y una adecuada formación litúrgica basada en las enseñanzas de la Iglesia.

Inmediatamente después de sugerir que los sacerdotes ofrezcan la Misa ad orientem (mirando al tabernáculo junto con el pueblo), y la comunión sea recibida de rodillas y en la lenguael cardenal Sarah fue públicamente censurado por el Vaticano bajo la dirección del Papa Francisco.




Pope Francis invokes ‘magisterial authority’ to call Vatican II Mass ‘irreversible’

ROME, August 25, 2017 (LifeSiteNews) -- Pope Francis invoked “magisterial authority” this week to declare that Vatican II liturgical reforms are “irreversible.”

Speaking to participants at the 68th Italian National Liturgical Week in Rome, Francis said that after the “long journey” of Vatican II’s liturgical reforms beginning five decades ago, “we can state with confidence and magisterial authority that the liturgical reform is irreversible.”

Among liturgists, there is a discussion as to what exactly the Pope is meaning by his comments. The remarks, however, are very similar to those he made in 2015 while celebrating a Mass commemorating the 50th anniversary of the first non-Latin Mass. His sentiment against the Traditional Latin Mass, moreover, has become well known since his derision of youth who prefer the old Mass.

Speaking of having the mass in the vernacular (local language) he said in 2015, “It was, in fact, a courageous gesture of the Church to draw close to the People of God, so that they could understand well what she does, and this is important for us, to follow the Mass in this way. And we cannot go back; we must always go forward, always forward and whoever goes back is mistaken.”

Similarly, in a 2014 interview, the Pope said Vatican II's major liturgical changes "should carry on as they are." "To speak of the 'reform of the reform' is a mistake," he said.

It remains unclear what precise “irreversible” liturgical reform Pope Francis is alluding to.

Prior to Cardinal Bergoglio becoming Pope, video footage was captured of him in Argentina celebrating liturgies that contain innovations such as giant puppets in one, and a tango dance in the sanctuary after the liturgy’s conclusion in another. Despite these Masses which he celebrated prior to his pontificate, it is unclear to what extent Pope Francis approves of such innovations.

Duración 2:44 minutos

The Pope said in his statement to liturgists Thursday how the reform called for by the Council Fathers in the 1963 Vatican II document on the Liturgy titled Sacrosanctum Concilium has yet to be fully realized.

“And today there is still work to be done in this direction, in particular by rediscovering the reasons for the decisions made with the liturgical reform, overcoming unfounded and superficial interpretations, partial receptions and practices that disfigure it,” he said.

The Pope said that the way forward to “rediscovering” of the Sacred Liturgy according to the intention of the Council Fathers is not by “rethinking the reform by reviewing/revising its choices, but of knowing better the reasons behind it — also through historical documentation — and of internalizing its guiding principles and observing the discipline that governs it.”

“After this magisterium, after this long journey, we can state with confidence and magisterial authority that the liturgical reform is irreversible.” he said.

Pope Francis’ pronouncement this week comes on the heels of Vatican rumors last month that he intends to end Pope Benedict XVI’s universal permission for priests to say the Traditional Latin Mass, also known as the Extraordinary Form of the Mass.

The Pope has a history of negativity towards the Traditional Latin Mass. He has criticized the "rigidity" of young people who are attached to the Traditional Latin Mass.

"I always try to understand what's behind people who are too young to have experienced the pre-conciliar liturgy and yet still they want it," the pontiff said in November 2016. "Sometimes I found myself confronted with a very strict person, with an attitude of rigidity. And I ask myself: Why so much rigidity? Dig, dig, this rigidity always hides something, insecurity or even something else.”

The Pope’s pronouncement of the reform being irreversible appears to be at odds with statements by Cardinal Robert Sarah, prefect of the Congregation for Divine Worship, who said earlier this year that Pope Emeritus Benedict’s allowing the celebration of the Traditional Latin Mass showed a path forward to rediscovering authentic liturgy.

“Now, it is enough to pick up [Vatican II's] Constitution on the Sacred Liturgy again and to read it honestly, without betraying its meaning, to see that the true purpose of the Second Vatican Council was not to start a reform that could become the occasion for a break with Tradition, but quite the contrary, to rediscover and to confirm Tradition in its deepest meaning,” Sarah said in March.

“It must be reaffirmed that Vatican Council II never asked to make tabula rasa (blank slate) of the past and therefore to abandon the Missal said to be of Saint Pius V,” he added.

Sarah said at that time that the liturgy called for by Vatican II has yet to be realized and many places in the world.

Following the lead provided by Pope Benedict in his 2007 Summorum Pontificum, Sarah said he would like to see the relaunch of a “liturgical movement.” Not one that is based on what he called the “ravings of some theologians who long for ‘novelties,’ but one based on a disposition towards discovering God in silence, adoration, and through a proper liturgical formation based on the teachings of the Church.

Immediately after suggesting that priests offer Mass ad orientem (facing the tabernacle with the people), and communion be received kneeling and on the tongue, Cardinal Sarah was publicly censured by the Vatican at the direction of Pope Francis.