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domingo, 8 de enero de 2017

Octogésimo noveno aniversario de la encíclica "Mortalium Animos" del Papa Pío XI, en la que condena el ecumenismo y prohíbe a los católicos los encuentros ecuménicos (CATHOLICVS)


FUENTE: CATHOLICVS


En la entrada publicada anteayer di cuenta de la publicación, por parte de la Santa Sede, de un documento en el que denomina al heresiarca Martín Lutero"testigo del evangelio", a la vez que compara a San Ignacio de Loyola, San Carlos Borromeo y San Francisco de Sales (Doctor de la Iglesia), con los apóstatas Martín Lutero, Ulrico Zuinglio y Juan Calvino -a los que llama "grandes reformadores"-, y establece oficialmente la conmemoración ecuménica de la herejía y cisma protestante. Puede leerse en el siguiente enlace:

Se veía venir: la página oficial de la Santa Sede denomina al heresiarca Martín Lutero "testigo del evangelio" y establece oficialmente la conmemoración ecuménica de la herejía y cisma protestante (que copié en este blog)

En dicha entrada, también mencioné que ayer, 6 de enero, solemnidad de la Epifanía del Señor, se cumplirían 89 años de la promulgación de la encíclicaMortalium animos del Papa Pío XI, fechada el 6 de enero de 1928. Dicha encíclica fue escrita para defender la Revelación y reiterar la verdadera naturaleza de la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo, condenando al mismo tiempo el ecumenismo en el sentido que el Diccionario de la Real Academia Española da a este término (1. m. Rel. Tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad entre todas las iglesias cristianas) y prohibiendo a los católicos participar en los encuentros ecuménicos.

Cabe señalar que el texto oficial de esta encíclica, así como el de todas las encíclicas escritas con anterioridad al presente pontificado, en que se ha abandonado el idioma oficial de la Iglesia en la redacción de los documentos papales, está escrito en latín.

Esta encíclica no se encuentra traducida al español en la página web oficial de la Santa Sede, donde sí aparece traducida al portugués (PT), al inglés (UK), al francés (FR) y al italiano (IT), difiriendo las traducciones hasta en el propio título:

DE VERA RELIGIONIS VNITATE FOVENDA (Latín)
Sobre la promoción de la verdadera unidad de religión (PT)
Sobre la unidad religiosa (UK)
Sobre la unidad de la Iglesia verdadera (FR)
Sobre la defensa de la verdad revelada por Jesús (IT)


Como puede verse, los matices en las traducciones van modificando sensiblemente el sentido del texto original, hasta llegar a la traducción en italiano, donde directamente han traducido lo que les ha dado la gana, aunque no sea lo que de verdad dice el original en latín. No he cotejado cada una de las traducciones oficiales en las diferentes lenguas, pero como el resto del texto de la encíclica responda al mismo criterio empleado para traducir el título de la misma, da miedo pensar en lo que se estará transmitiendo en las diferentes lenguas, habida cuenta de lo políticamente incorrecto de su contenido hoy en día.

Para no hacer excesivamente larga esta entrada, dejaré que hable la misma encíclica, el mismo Papa, la misma Iglesia, a través de su traducción íntegra al español -que puede encontrarse, afortunadamente, con relativa facilidad en Internet-. Recomiendo vívamente su lectura, ya que es un hecho que, aparte de sus títulos, pocos católicos conocen el contenido de las encíclicas papales; y no digamos si éstas son "pre-conciliares". En el caso que nos ocupa, su contenido es de rabiosa actualidad. Tómense su tiempo, medítenla y saquen sus propias conclusiones:


CARTA ENCÍCLICA MORTALIUM ANIMOS DEL SUMO PONTÍFICE PAPA PÍO XI A LOS REVMOS. SEÑORES PADRES PATRIARCAS, PRIMADOS, ARZOBISPOS, OBISPOS Y OTROS ORDINARIOS DE LUGARES EN PAZ Y UNIÓN CON LA SEDE APOSTÓLICA

ACERCA DE CÓMO SE HA DE FOMENTAR LA VERDADERA UNIDAD RELIGIOSA

Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica

1. Ansia universal de paz y fraternidad

Nunca quizás como en los actuales tiempos se ha apoderado del corazón de todos los hombres un tan vehemente deseo de fortalecer y aplicar al bien común de la sociedad humana los vínculos de fraternidad que, en virtud de nuestro común origen y naturaleza, nos unen y enlazan a unos con otros.

Porque no gozando todavía las naciones plenamente de los dones de la paz, antes al contrario, estallando en varias partes discordias nuevas y antiguas, en forma de sediciones y luchas civiles y no pudiéndose además dirimir las controversias, harto numerosas, acerca de la tranquilidad y prosperidad de los pueblos sin que intervengan en el esfuerzo y la acción concordes de aquellos que gobiernan los Estados, y dirigen y fomentan sus intereses, fácilmente se echa de ver --mucho más conviniendo todos en la unidad del género humano-, porque son tantos los que anhelan ver a las naciones cada vez más unidas entre sí por esta fraternidad universal.

2. La fraternidad en religión. Congresos ecuménicos

Cosa muy parecida se esfuerzan algunos por conseguir en lo que toca a la ordenación de la nueva ley promulgada por Jesucristo Nuestro Señor. Convencidos de que son rarísimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber visto en ello esperanza de que no será difícil que los pueblos, aunque disientan unos de otros en materia de religión, convengan fraternalmente en la profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento común de la vida espiritual. Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos, reuniones y conferencias, con no escaso número de oyentes e invitar a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género, de cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misión.

3. Los católicos no pueden aprobarlo

Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio.

Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios.

4. Otro error - La unión de todos los cristianos. - Argumentos falaces

Pero donde con falaz apariencia de bien se engañan más fácilmente algunos, es cuando se trata de fomentar la unión de todos los cristianos. ¿Acaso no es justo -suele repetirse- y no es hasta conforme con el deber, que cuantos invocan el nombre de Cristo se abstengan de mutuas recriminaciones y se unan por fin un día con vínculos de mutua caridad? ¿Y quién se atreverá a decir que ama a Jesucristo, si no procura con todas sus fuerzas realizar los deseos que El manifestó al rogar a su Padre que sus discípulos fuesen una sola cosa? (1); y el mismo Jesucristo ¿por ventura no quiso que sus discípulos se distinguiesen y diferenciasen de los demás por este rasgo y señal de amor mutuo: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en que os améis unos a otros? (2). ¡Ojalá -añaden- fuesen una sola cosa todos los cristianos! Mucho más podrían hacer para rechazar la peste de la impiedad que, deslizándose y extendiéndose cada más, amenaza debilitar el Evangelio.

5. Debajo de esos argumentos se oculta un error gravísimo

Estos y otros argumentos parecidos divulgan y difunden los llamados "pancristianos"; los cuales, lejos de ser pocos en número, han llegado a formar legiones y a agruparse en asociaciones ampliamente extendidas, bajo la dirección, las más de ellas, de hombres católicos, aunque discordes entre sí en materia de fe.

6. La verdadera norma de esta materia

Exhortándonos, pues, la conciencia de Nuestro deber a no permitir que la grey del Señor sea sorprendida por perniciosas falacias, invocamos vuestro celo, Venerables Hermanos, para evitar mal tan grave; pues confiamos que cada uno de vosotros, por escrito y de palabra, podrá más fácilmente comunicarse con el pueblo y hacerle entender mejor los principios y argumentos que vamos a exponer, y en los cuales hallarán los católicos la norma de lo que deben pensar y practicar en cuanto se refiere al intento de unir de cualquier manera en un solo cuerpo a todos los hombres que se llaman católicos.

7. Sólo una Religión puede ser verdadera: la revelada por Dios

Dios, Creador de todas las cosas, nos ha creado a los hombres con el fin de que le conozcamos y le sirvamos. Tiene, pues, nuestro Creador perfectísimo derecho a ser servido por nosotros. Pudo ciertamente Dios imponer para el gobierno de los hombres una sola ley, la de la naturaleza, ley esculpida por Dios en el corazón del hombre al crearle: y pudo después regular los progresos de esa misma ley con sólo su providencia ordinaria. Pero en vez de ella prefirió dar El mismo los preceptos que habíamos de obedecer; y en el decurso de los tiempos, esto es, desde los orígenes del género humano hasta la venida y predicación de Jesucristo, enseñó por Sí mismo a los hombres los deberes que su naturaleza racional les impone para con su Creador. "Dios, que en otro tiempo habló a nuestros padres en diferentes ocasiones y de muchas maneras, por medio de los Profetas, nos ha hablado últimamente por su Hijo Jesucristo"(3). Por donde claramente se ve que ninguna religión puede ser verdadera fuera de aquella que se funda en la palabra revelada por Dios, revelación que comenzada desde el principio, y continuada durante la Ley Antigua, fue perfeccionada por el mismo Jesucristo con la Ley Nueva. Ahora bien: si Dios ha hablado -y que haya hablado lo comprueba la historia- es evidente que el hombre está obligado a creer absolutamente la revelación de Dios, y a obedecer totalmente sus preceptos. Y con el fin de que cumpliésemos bien lo uno y lo otro, para gloria de Dios y salvación nuestra, el Hijo Unigénito de Dios fundó en la tierra su Iglesia.

8. La única Religión revelada es la de la Iglesia Católica

Así pues, los que se proclaman cristianos es imposible no crean que Cristo fundó una Iglesia, y precisamente una sola. Mas, si se pregunta cuál es esa Iglesia conforme a la voluntad de su Fundador, en esto ya no convienen todos. Muchos de ellos, por ejemplo, niegan que la Iglesia de Cristo haya de ser visible, a lo menos en el sentido de que deba mostrarse como un solo cuerpo de fieles, concordes en una misma doctrina y bajo un solo magisterio y gobierno. Estos tales entienden que la Iglesia visible no es más que la alianza de varias comunidades cristianas, aunque las doctrinas de cada una de ellas sean distintas.

Sociedad perfecta, externa, visible

Pero es lo cierto que Cristo Nuestro Señor instituyó su Iglesia como sociedad perfecta, externa y visible por su propia naturaleza, a fin de que prosiguiese realizando, de allí en adelante, la obra de la salvación del género humano, bajo la guía de una sola cabeza (4), con magisterio de viva voz (5) y por medio de la administración de los sacramentos (6), fuente de la gracia divina; por eso en sus parábolas afirmó que era semejante a un reino (7), a una casa (8), a un aprisco (9), y a una grey (10). Esta Iglesia, tan maravillosamente fundada, no podía ciertamente cesar ni extinguirse, muertos su Fundador y los Apóstoles que en un principio la propagaron, puesto que a ella se le había confiado el mandato de conducir a la eterna salvación a todos los hombres, sin excepción de lugar ni de tiempo: "Id, pues, e instruid a todas las naciones" (11). y en el cumplimiento continuo de este oficio, ¿acaso faltará a la Iglesia el valor ni la eficacia, hallándose perpetuamente asistida con la presencia del mismo Cristo, que solemnemente le prometió: "He aquí que yo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos"? (12) Por tanto, la Iglesia de Cristo no sólo ha de existir necesariamente hoy, mañana y siempre, sino también ha de ser exactamente la misma que fue en los tiempos apostólicos, si no queremos decir -y de ello estamos muy lejos- que Cristo Nuestro Señor no ha cumplido su propósito, o se engañó cuando dijo que las puertas del infierno no habían de prevalecer contra ella (13).

9. Un error capital del movimiento ecuménico en la pretendida unión de iglesias cristianas

Y aquí se Nos ofrece ocasión de exponer y refutar una falsa opinión de la cual parece depender toda esta cuestión, y en la cual tiene su origen la múltiple acción y confabulación:  el de los católicos que trabajan, como hemos dicho, por la unión de las iglesias cristianas. Los autores de este proyecto no dejan de repetir casi infinitas veces las palabras de Cristo: "Sean todos una misma cosa. Habrá un solo rebaño y un solo pastor" (14), mas de tal manera las entienden, que, según ellos, sólo significan un deseo y una aspiración de Jesucristo, deseo que todavía no se ha realizado. Opinan, pues, que la unidad de fe y de gobierno, nota distintiva de la verdadera y única Iglesia de Cristo, no ha existido casi nunca hasta ahora, y ni siquiera hoy existe: podrá, ciertamente, desearse, y tal vez algún día se consiga, mediante la concordante impulsión de las voluntades; pero en entre tanto, habrá que considerarla sólo como un ideal.

La pretendida "división" de la Iglesia

Añaden que la Iglesia, de suyo o por su propia naturaleza, está dividida en partes, esto es, se halla compuesta de varias comunidades distintas, separadas todavía unas de otras, y coincidentes en algunos puntos de doctrina, aunque discrepantes en lo demás, y cada una con los mismos derechos exactamente que las otras; y que la Iglesia sólo fue única y una, a lo sumo desde la edad apostólica hasta tiempos de los primeros Concilios Ecuménicos. Sería necesario pues -dicen- que, suprimiendo y dejando a un lado las controversias y variaciones rancias de opiniones, que han dividido hasta hoy a la familia cristiana, se formule y se proponga con las doctrinas restantes una norma común de fe, con cuya profesión puedan todos no ya reconocerse, sino sentirse hermanos. y cuando las múltiples iglesias o comunidades estén unidas por un pacto universal, entonces será cuando puedan resistir sólida y fructuosamente los avances de la impiedad...

Esto es así tomando las cosas en general, Venerables Hermanos; mas hay quienes afirman y conceden que el llamado Protestantismo ha desechado demasiado desconsideradamente ciertas doctrinas fundamentales de la fe y algunos ritos del culto externo, ciertamente agradables y útiles, los que la Iglesia Romana por el contrario aún conserva; añaden sin embargo, en el acto, que ella ha obrado mal porque corrompió la religión primitiva por cuanto agregó y propuso como cosa de fe algunas doctrinas no sólo ajenas sino más bien opuestas al Evangelio, entre las cuales se enumera especialmente el Primado de jurisdicción que ella adjudica a Pedro y a sus sucesores en la sede Romana.

En el número de aquellos, aunque no sean muchos, figuran también los que conceden al Romano Pontífice cierto Primado de honor o alguna jurisdicción o potestad de la cual creen, sin embargo, que desciende no del derecho divino sino de cierto consenso de los fieles. Otros en cambio aún avanzan a desear que el mismo Pontífice presida sus asambleas, las que pueden llamarse "multicolores". Por lo demás, aun cuando podrán encontrarse a muchos no católicos que predican a pulmón lleno la unión fraterna en Cristo, sin embargo, hallarás pocos a quienes se ocurre que han de sujetarse y obedecer al Vicario de Jesucristo cuando enseña o manda y gobierna. Entre tanto asevera que están dispuestos a actuar gustosos en unión con la Iglesia Romana, naturalmente en igualdad de condiciones jurídicas, o sea de iguales a igual: mas si pudieran actuar no parece dudoso de que lo harían con la intención de que por un pacto o convenio por establecerse tal vez, no fueran obligados a abandonar sus opiniones que constituyen aun la causa por qué continúan errando y vagando fuera del único redil de Cristo.

10. La Iglesia Católica no puede participar en semejantes uniones

Siendo todo esto así, claramente se ve que ni la Sede Apostólica puede en manera alguna tener parte en dichos Congresos, ni de ningún modo pueden los católicos favorecer ni cooperar a semejantes intentos; y si lo hiciesen, darían autoridad a una falsa religión cristiana, totalmente ajena a la única y verdadera Iglesia de Cristo.

11. La verdad revelada no admite transacciones

¿Y habremos Nos de sufrir -cosa que sería por todo extremo injusta- que la verdad revelada por Dios, se rindiese y entrase en transacciones? Porque de lo que ahora se trata es de defender la verdad revelada. Para instruir en la fe evangélica a todas las naciones envió Cristo por el mundo todo a los Apóstoles; y para que éstos no errasen en nada, quiso que el Espíritu Santo les enseñase previamente toda la verdad (15); ¿y acaso esta doctrina de los Apóstoles ha descaecido del todo, o siquiera se ha debilitado alguna vez en la Iglesia, a quien Dios mismo asiste dirigiéndola y custodiándola? Y si nuestro Redentor manifestó expresamente que su Evangelio no sólo era para los tiempos apostólicos, sino también para las edades futuras, ¿habrá podido hacerse tan obscura e incierta la doctrina de la Fe, que sea hoy conveniente tolerar en ella hasta las opiniones contrarias entre sí? Si esto fuese verdad, habría que decir también que el Espíritu Santo infundido en los apóstoles, y la perpetua permanencia del mismo Espíritu en la Iglesia, y hasta la misma predicación de Jesucristo, habría perdido hace muchos siglos toda utilidad y eficacia; afirmación que sería ciertamente blasfema.

12. La Iglesia Católica depositaria infalible de la verdad

Ahora bien: cuando el Hijo Unigénito de Dios mandó a sus legados que enseñasen a todas las naciones, impuso a todos los hombres la obligación de dar fe a cuanto les fuese enseñado por los testigos predestinados por Dios (16); obligación que sancionó de este modo: el que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere será condenado (17). Pero ambos preceptos de Cristo, uno de enseñar y otro de creer, que no pueden dejar de cumplirse para alcanzar la salvación eterna, no pueden siquiera entenderse si la Iglesia no propone, íntegra y clara la doctrina evangélica y si al proponerla no está ella exenta de todo peligro de equivocarse. Acerca de lo cual van extraviados también los que creen que, sin duda, existe en la tierra el depósito de la verdad, pero que para buscarlo hay que emplear tan fatigosos trabajos, tan continuos estudios y discusiones, que apenas basta la vida de un hombre para hallarlo y disfrutarlo: como si el benignísimo Dios hubiese hablado por medio de los Profetas y de su Hijo Unigénito para que lo revelado por éstos sólo pudiesen conocerlo unos pocos, y ésos ya ancianos; y como si esa revelación no tuviese por fin enseñar la doctrina moral y dogmática, por la cual se ha de regir el hombre durante el curso de su vida moral,

13. Sin fe, no hay verdadera caridad

Podrá parecer que dichos "pancristianos", tan atentos a unir las iglesias, persiguen el fin nobilísimo de fomentar la caridad entre todos los cristianos. Pero, ¿cómo es posible que la caridad redunde en daño de la fe? Nadie, ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la caridad, el cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del Corazón Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos el nuevo precepto Amaos unos a los otros, prohibió absolutamente todo trato y comunicación con aquellos que no profesasen, íntegra y pura, la doctrina de Jesucristo: Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, y ni siquiera le saludéis (18) Siendo, pues, la fe íntegra y sincera, como fundamento y raíz de la caridad, necesario es que los discípulos de Cristo estén unidos principalmente con el vínculo de la unidad de fe.

14. Unión irrazonable


Por tanto, ¿cómo es posible imaginar una confederación cristiana, cada uno de cuyos miembros pueda, hasta en materias de fe, conservar su sentir y juicio propios aunque contradigan al juicio y sentir de los demás? ¿y de qué manera, si se nos quiere decir, podrían formar una sola y misma Asociación de fieles los hombres que defienden doctrinas contrarias, como, por ejemplo, los que afirman y los que niegan que la sagrada Tradición es fuente genuina de la divina Revelación; los que consideran de institución divina la jerarquía eclesiástica, formada de Obispos, presbíteros y servidores del altar, y los que afirman que esa Jerarquía se ha introducido poco a poco por las circunstancias de tiempos y de cosas; los que adoran a Cristo realmente presente en la Sagrada Eucaristía por la maravillosa conversión del pan y del vino, llamada "transubstanciación", y los que afirman que el Cuerpo de Cristo está allí presente sólo por la fe, o por el signo y virtud del Sacramento; los que en la misma Eucaristía reconocen su doble naturaleza de sacramento y sacrificio, y los que sostienen que sólo es un recuerdo o conmemoración de la Cena del Señor; los que estiman buena y útil la suplicante invocación de los Santos que reinan con Cristo, sobre todo de la Virgen María Madre de Dios, y la veneración de sus imágenes, y los que pretenden que tal culto es ilícito por ser contrario al honor del único Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo? (19).

15. Resbaladero hacia el indiferentismo y el modernismo

Entre tan grande diversidad de opiniones, no sabemos cómo se podrá abrir camino para conseguir la unidad de la Iglesia, unidad que no puede nacer más que de un solo magisterio, de una sola ley de creer y de una sola fe de los cristianos. En cambio, sabemos, ciertamente que de esa diversidad de opiniones es fácil el paso al menosprecio de toda religión, o"indiferentismo", y al llamado "modernismo", con el cual los que están desdichadamente inficionados, sostienen que la verdad dogmática no es absoluta sino relativa, o sea, proporcionada a las diversas necesidades de lugares y tiempos, y a las varias tendencias de los espíritus, no hallándose contenida en una revelación inmutable, sino siendo de suyo acomodable al a vida de los hombres.

Además, en lo que concierne a las cosas que han de creerse, de ningún modo es lícito establecer aquélla diferencia entre las verdades de la fe que llaman fundamentales y no fundamentales, como gustan decir ahora, de las cuales las primeras deberían ser aceptadas por todos, las segundas, por el contrario, podrían dejarse al libre arbitrio de los fieles; pues la virtud de la fe tiene su causa formal en la autoridad de Dios revelador que no admite ninguna distinción de esta suerte. Por eso, todos los que verdaderamente son de Cristo prestarán la misma fe al dogma de la Madre de Dios concebida sin pecado original como, por ejemplo, al misterio de la augusta Trinidad; creerán con la misma firmeza en el Magisterio infalible del Romano Pontífice, en el mismo sentido con que lo definiera el Concilio Ecuménico del Vaticano, como en la Encarnación del Señor.

No porque la Iglesia sancionó con solemne decreto y definió las mismas verdades de un modo distinto en diferentes edades o en edades poco anteriores han de tenerse por no igualmente ciertas ni creerse del mismo modo. ¿No las reveló todas Dios?

Pues, el Magisterio de la Iglesia el cual por designio divino fue constituido en la tierra a fin de que las doctrinas reveladas perdurasen incólumes para siempre y llegasen con mayor facilidad y seguridad al conocimiento de los hombres aun cuando el Romano Pontífice y los Obispos que viven en unión con él, lo ejerzan diariamente, se extiende, sin embargo, al oficio de proceder oportunamente con solemnes ritos y decretos a la definición de alguna verdad, especialmente entonces cuando a los errores e impugnaciones de los herejes deben más eficazmente oponerse o inculcarse en los espíritus de los fieles, más clara y sutilmente explicados, puntos de la sagrada doctrina.

Mas por ese ejercicio extraordinario del Magisterio no se introduce, naturalmente ninguna invención, ni se añade ninguna novedad al acervo de aquellas verdades que en el depósito de la revelación, confiado por Dios a la Iglesia, no estén contenidas, por lo menos implícitamente, sino que se explican aquellos puntos que tal vez para muchos aun parecen permanecer oscuros o se establecen como cosas de fe los que algunos han puesto en tela de juicio.

16. La única manera de unir a todos los cristianos

Bien claro se muestra, pues, Venerables Hermanos, por qué esta Sede Apostólica no ha permitido nunca a los suyos que asistan a los citados congresos de acatólicos; porque la unión de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo, de la cual un día desdichadamente se alejaron; a aquella única y verdadera Iglesia que todos ciertamente conocen y que por la voluntad de su Fundador debe permanecer siempre tal cual El mismo la fundó para la salvación de todos. Nunca, en el transcurso de los siglos, se contaminó esta mística Esposa de Cristo, ni podrá contaminarse jamás, como dijo bien San Cipriano: No puede adulterar la Esposa de Cristo; es incorruptible y fiel. Conoce una sola casa y custodia con casto pudor la santidad de una sola estancia (20). Por eso se maravillaba con razón el santo Mártir de que alguien pudiese creer que esta unidad, fundada en la divina estabilidad y robustecida por medio de celestiales sacramentos, pudiese desgarrarse en la Iglesia, y dividirse por el disentimiento de las voluntades discordes (21). Porque siendo Porque siendo el cuerpo místico de Cristo, esto es, la Iglesia, uno (22), compacto y conexo (23), lo mismo que su cuerpo físico, necedad es decir que el cuerpo místico puede constar de miembros divididos y separados; quien, pues, no está unido con él no es miembro suyo, ni está unido con su cabeza, que es Cristo (24).

17. La obediencia al Romano Pontífice

Ahora bien, en esta única Iglesia de Cristo nadie vive y nadie persevera, que no reconozca y acepte con obediencia la suprema autoridad de Pedro y de sus legítimos sucesores. ¿No fue acaso al Obispo de Roma a quien obedecieron, como a sumo Pastor de las almas, los ascendientes de aquellos que hoy yacen anegados en los errores de Focio, y de otros novadores?

Alejáronse ¡ay! los hijos de la casa paterna, que no por eso se arruinó ni pereció, sostenida como está perpetuamente por el auxilio de Dios. Vuelvan, pues, al Padre común, que olvidando las injurias inferidas ya a la Sede Apostólica, los recibirá amantísimamente. Porque si, como ellos repiten, desean asociarse a Nos y a los Nuestros, ¿Por qué no se apresuran a venir a la Iglesia, madre y maestra de todos los fieles de Cristo (25). Oigan como clamaba en otro tiempo Lactancio: Sólo la Iglesia Católica es la que conserva el culto verdadero, Ella es la fuente de la verdad, la morada de la Fe, el templo de Dios, quienquiera que en él no entre o de él salga, perdido ha la esperanza de vida y de salvación. Menester es que nadie se engañe a sí mismo con pertinaces discusiones, Lo que aquí se ventila es la vida y la salvación, la cual si no se atiende con diligente cautela, se perderá y se extinguirá (26).

18. Llamamiento a las sectas disidentes

Vuelvan, pues, a la Sede Apostólica, asentada en esta ciudad de Roma, que consagraron con su sangre los Príncipes de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, a la Sede raíz y matriz de la Iglesia Católica (27); vuelvan los hijos disidentes, no ya con el deseo y la esperanza de que la Iglesia de Dios vivo, la columna y el sostén de la verdad (28) abdique de la integridad de su fe, y consienta los errores de ellos, sino para someterse al magisterio y al gobierno de ella. Pluguiese al Cielo alcanzásemos felizmente Nos, lo que no alcanzaron tantos predecesores Nuestros; el poder abrazar con paternales entrañas a los hijos que tanto nos duele ver separados de Nos por una funesta división.

Plegaria a Cristo y a Maria

Y ojalá Nuestro Divino Salvador, el cual quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad (29), oiga Nuestras ardientes oraciones para que se digne llamar ala unidad de la Iglesia a cuantos están separados de ella.

Con este fin, sin duda importantísimo, invocamos y queremos que se invoque la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Divina Gracia, debeladora de todas las herejías y Auxilio de los cristianos, para que cuanto antes nos alcance la gracia de ver alborear el deseadísimo día en que todos los hombres oigan la voz de su divino Hijo, y conserven la unidad del Espíritu Santo con el vínculo de la paz (30).

19. Conclusión y Bendición Apostólica


Bien comprendéis, Venerables Hermanos, cuánto deseamos Nos este retorno, y cuánto anhelamos que así lo sepan todos Nuestros hijos, no solamente los católicos, sino también los disidentes de Nos; los cuales, si imploran humildemente las luces del cielo, reconocerán, sin duda, a la verdadera Iglesia de Cristo, y entrarán, por fin, en su seno, unidos con Nos en perfecta caridad. En espera de tal suceso, y como prenda y auspicio de los divinos favores, y testimonio de Nuestra paternal benevolencia, a vosotros, Venerables Hermanos, y a vuestro Clero y pueblo, os concedemos de todo corazón la Apostólica Bendición.

Dado en San Pedro de Roma, el día 6 de enero, fiesta de la Epifanía de Nuestro Señor Jesucristo, el año 1928, sexto de Nuestro Pontificado.

PÍO PP. XI

NOTAS


[1] Juan 17, 21.
[2] Juan 13, 35.
[3] Hebr. 1, 1-2.
[4] Mat. 16, 18; Luc. 22, 32; Juan 21, 15-17.
[5] Marc. 16, 15.
[6] Juan 3, 5; 6, 59; 18, 18; 20, 22.
[7] Mat. 13, 24, 31, 33, 34, 31, 47.
[8] Mat. 16, 18.
[9] Juan 10, 16.
[10] Juan 21, 15-17.
[11] Mat. 28, 19.
[12] Mat. 28, 20.
[13] Mat. 16, 18.
[14] Juan 17, 21; 10, 16.
[15] Juan 16, 13.
[16] Hech. 10, 41
[17] Marc. 16, 16.
[18] II Juan vers. 10.
[19] I Tim. 2, 5.
[20] S. Cipr. de la unidad de la Iglesia (Migne Pl. 4, col. 518-519).
[21] S. Cipr. de la unidad de la Iglesia (Migne Pl. 4, col. 519-B y 520-A).
[22] I Cor. 12, 12.
[23] Efes. 4, 15.
[24] Efes. 5, 30; 1, 22.
[25] Conc. Lateran. IV, c. 5 (Denz.-Umb 436)
[26] Lactancio Div. Inst. 4, 30 (Corp. Ser. E. Lat., vol. 19, pág. 397, 11-12; Migne Pl. 6, col 542-B a 543-A)
[27] S. Cipr. carta 38 a Cornelio 3. (Entre las cartas de S. Cornelio Papa III; Migne Pl. 3. col. 733-B).
[28] I Tim. 3, 15.
[29] I Tim. 2, 4.
[30] Efes. 4, 3.


viernes, 6 de enero de 2017

Solemnidad de la Epifanía del Señor (6 de enero) [CATHOLICVS]


FUENTE: CATHOLICVS


ET INTRANTES DOMVM INVENERVNT PUERVM CVM MARIA MATRE EIVS ET PROCIDENTES ADORAVERVNT EVM ET APERTIS THESAVRIS SVIS OBTVLERVNT EI MVNERA AVRVM THVS ET MYRRHA

"Y entrados en la casa, vieron al Niño con María, su Madre, y de hinojos le adoraron, y abriendo sus tesoros le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra" (Mt 2,11)


¿Los Reyes Magos son los padres?



¿Cómo responder a la pregunta “quiénes son los Reyes Magos”?
Las navidades son unas fechas de gran alegría… sobre todo para los pequeños de la casa. Con gran ilusión se esmeran en colocar las figuras del Belén, en tocar la pandereta y cantar villancicos en la función del colegio y, como no, en escribir la carta a Reyes Magos…
Después de la emoción de ver la cabalgata de Reyes, sus carrozas, recoger caramelos… en casa, entran las prisas por poner unos dulces para los Reyes Magos, comida para los camellos y colocar los zapatos para que dejen allí los regalos.
Aunque es una época de gran disfrute también para los padres, al ver y compartir la emoción de sus pequeños, siempre llega un día en que todo cambia. «Papá, mamá, ¿quiénes son los Reyes Magos?, ¿de verdad que vienen de Oriente?, ¿cómo pueden llevar en una sola noche juguetes a todos los niños del mundo?, y los camellos, ¿cómo entran en el salón?» ¿Qué hacemos ante las preguntas curiosas de los niños?
No es aconsejable desvelar a los niños este secreto mientras se encuentran en una etapa evolutiva temprana y no pueden entender todo lo que rodea a «este misterio». Más allá de los regalos, los Reyes Magos representan una tradición cultural y religiosa llena de emociones, magia e ilusiones. Sin embargo, cuando la información sea demandada muy insistentemente, se recomienda contar lo que sabemos con mucho tacto, y de manera que el niño entienda las explicaciones.
El mejor momento para hablar depende de cada caso. «A veces suelen preguntarlo como consecuencia de comentarios que han escuchado a sus compañeros del colegio o quizá porque se plantean escenas que no tienen cabida en la realidad… “¿cómo van a pasar los camellos por la ventana?”. Sobre los seis, siete u ocho años empiezan a estar preparados para comprender que los Reyes Magos son “reales”; pero debemos ser flexibles, en esta etapa comienza a desarrollarse el pensamiento abstracto y dependerá de cada niño en particular. Entre los 8 y los 11 años es la franja más habitual para descubrirlo».
El aterrizaje real debe ser suave, respetuoso con la tradición y estar acompañado de complicidad entre los padres y los hijos en todo momento. Se considera que una buena opción decirles: «¿Quieres que te cuente una historia que explica este secreto?, mis padres me la contaron a mí y ahora quiero contártela yo a ti…».
Otra sugerencia como ejemplo puede ser: Cuando el Niño Jesús nació, los Reyes Magos de Oriente se acercaron con sus pajes guiados por una estrella y le llevaron regalos. El niño Jesús se puso muy contento, entonces los Reyes Magos pensaron que todos los niños serían muy felices así. De esta manera los papás y los familiares de los niños se convierten en pajes de los Reyes Magos y se encargan de dar regalos en su nombre a todos los niños del mundo.
Lee esta sencilla historia que te ayudará a explicarle a tus hijos quiénes son los Reyes Magos.
Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
– ¿Papa?
– Sí, hija, cuéntame.
– Oye, quiero… que me digas la verdad.
– Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido.
– Es que… -titubeó Cristina.
– Dime, hija, dime.
– Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
– Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
– ¿Y tú qué crees, hija?
– Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
– Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos … pero…
– ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
– No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen – respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Cristina .
– Entonces no lo entiendo. papá.
– Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Cristina se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
-Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
– ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
– ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
– Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
– Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
– ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
– No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
– ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración.
– Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
– Sí, claro, eso es fundamental – asistieron los tres Reyes.
– Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
– Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
– Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
– Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
– Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.

jueves, 5 de enero de 2017

Si Lutero fuera testigo del Evangelio, los católicos seríamos testigos del Anticristo (por Bruno Moreno)

FUENTE: INFOCATÓLICA

(Véase también el artículo de Luis Fernando: 





Veo que el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos se reafirma en llamar a Lutero “testigo del evangelio”. Es ley de vida: cuando uno cree que ya ha visto todos los disparates del mundo, siempre hay alguien que le sorprende.
No hace falta pensar mucho para darse cuenta de que decir que Lutero fue un testigo del Evangelio es lo mismo que decir que lo que proclamaba era cierto, al menos en esencia. Si no se quiere decir eso, es que las palabras utilizadas no significan nada y, en vez de hablar, lo que se está haciendo es emitir ruidos sin sentido, gruñidos animales propios de quien ha abandonado la razón, sustituyéndola por lo políticamente correcto.
Si Lutero fue un testigo del Evangelio, las doctrinas católicas que negaba o bien eran en efecto falsas o se trataba de cosas sin importancia, no esenciales. Es decir, si Lutero fue un testigo del Evangelio, el catolicismo está formado por “doctrinas impías”, la Misa es una “abominación diabólica”, la razón es una “prostituta”, el purgatorio no existe y orar por los muertos es condenable, el Papa es un “loco furioso, falsificador de la historia, mentiroso, blasfemo”, la libertad humana es una ilusión, la Tradición es innecesaria, los pecados más graves no tienen ninguna importancia, siete libros de la Escritura en realidad son invenciones humanas, la castidad perfecta es una perversión, la adoración al Santísimo no es más que idolatría, los dogmas infalibles de Trento son un cúmulo de errores y blasfemias…
O, en el mejor de los casos, la Misa, el Papado, la libertad humana, el purgatorio, la caridad, la Tradición, el Magisterio el Santísimo, la vida religiosa, el pecado y tantas otras cosas son meras especulaciones humanas, irrelevantes, sin ninguna importancia. En ese caso, la Iglesia Católica, que nos ha engañado para que pensáramos que eran fundamentales, es culpable de sustituir la verdadera fe por sus propias invenciones y, de nuevo, se cumple la afirmación de Lutero de que las enseñanzas católicas son “doctrinas impías” y el Papa es un “loco furioso, falsificador de la historia, mentiroso, blasfemo”, que cambia la fe por sus delirios.
No es extraño que una parte esencial de la doctrina de Lutero fuera que la Iglesia Católica, con el Papa y los obispos a la cabeza, era el Anticristo, la Ramera de Babilonia y la Bestia del Apocalipsis. Sus enseñanzas no podían sostenerse de otro modo, ya que si lo que él enseñaba era la Verdad con mayúscula, cualquiera que se opusiese estaba actuando como enemigo de Dios: “Soy yo quien lo afirmo, yo, el doctor Martín Lutero, hablando en nombre del Espíritu Santo”. “No admito que mi doctrina pueda juzgarla nadie, ni aun los ángeles. Quien no escuche mi doctrina no puede salvarse”. Es decir, si Lutero fue, en efecto, un testigo del Evangelio, nosotros los católicos somos testigos del Anticristo. No hay otra opción posible, tertium non datur.
Tampoco hace falta pensar mucho para darse cuenta de que, si Lutero fue un testigo del Evangelio, lo mejor que puede hacer cualquier Pontificio Consejo es disolverse rápidamente, de modo que sus miembros puedan abjurar de sus blasfemos errores católicos y pedir humildemente la entrada en una comunidad luterana.
En cambio, si lo que Lutero anunciaba era erróneo, si su interpretación de la Escritura estaba viciada de raíz, si su rechazo de la Tradición era un rechazo de la Revelación de Dios, si su destrucción de tres cuartas partes de los sacramentos era una barbaridad impía, si la santa Misa no es una “abominación diabólica”, si la idea de que no existe el pecado mortal que separa de Dios es un autoengaño de gravísimas consecuencias, si su sustitución del Magisterio eclesial por el subjetivismo deja a los fieles como ovejas sin pastor, si la Iglesia Católica es la Iglesia fundada por el mismo Cristo y constituye su Cuerpo Místico, si los Pontificios Consejos tienen algún sentido… entonces Lutero era un testigo, sí, pero un testigo de un falso evangelio. Como siempre ha enseñado la Iglesia y como tiene necesariamente que enseñar, so pena de abandonar la fe católica y la misma razón.
Bruno Moreno

Se veía venir: la página oficial de la Santa Sede denomina al heresiarca Martín Lutero "testigo del evangelio" y establece oficialmente la conmemoración ecuménica de la herejía y cisma protestante CATHOLICVS)



Como reza el título de esta entrada, se veía venir: la página oficial de la Santa Sede ha publicado, a través del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, un documento en el que, entre otros despropósitos, denomina al heresiarca Martín Lutero como "testigo del evangelio", haciendo oficial, además, la participación de la jerarquía católica en la conmemoración ecuménica de la herejía y cisma protestante.

El documento en cuestión se llama "Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia" (puede leerse en español en este enlace), y en él se presentan los "materiales para la Semana de oración por la unidad de los cristianos y para el resto del año 2017". También cabe destacar que, según reconoce expresamente la Santa Sede en este mismo documento, estos "materiales" han sido preparados conjuntamente por el mencionado Consejo Pontificio y por una comisión del Consejo Mundial de Iglesias (agrupación de sectas heréticas condenada por el Beato Pío PP. IX, dicho sea de paso).

Asimismo, llama poderosamente la atención el "AVISO IMPORTANTE" (en mayúsculas en el original) con el que se da inicio al documento. Dice, literalmente, lo siguiente:

Esta es la versión internacional de la Semana de oración 2017. Traducción del original inglés realizada por el Secretariado de la Comisión Episcopal para la Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española [...] Los textos bíblicos en español reproducidos en este folleto están tomados de la Biblia Traducción Interconfesional (BTI), Biblioteca de Autores Cristianos, Editorial Verbo Divino, Sociedades Bíblicas Unidas, Madrid 2008. Las abreviaturas de los libros de la Biblia también son las que se utilizan en la BTI.
Llama la atención -o no tanto- que la Biblia de la que se han tomado las citas que aparecen en el documento sea la BTI, la cual, aunque haya sido publicada por la editorial B.A.C. y Verbo Divino -además de por las Sociedades Bíblicas Unidas, que también fueron condenadas por el Beato Pío PP. IX-, es una traducción manipulada de la Biblia para que sea "aceptada" por los protestantes. Además, esta Biblia no tiene notas ni comentarios, pese a que éste es uno de los requisitos exigidos por la Iglesia para todas las traducciones de la Biblia consideradas católicas. Algunos ejemplos de la manipulación del lenguaje que gasta esta traducción interconfesional:

Se excluye la referencia a la descendencia de la mujer -Jesús y la Santísima Virgen- en Gen 3,14; San José pasa de ser el Esposo de María a ser su "marido" en Mt 1,16; las Bienaventuranzas aparecen completamente manipuladas en Mt 5; las diez vírgenes son ahora las diez "muchachas" en Mt 25,1; la Santísima Virgen no es la "llena de gracia" sino "favorecida" de Dios en Lc 1,28; y así describe laconsagración del Cáliz durante la Última Cena:

Tomó luego en sus manos una copa, dio gracias a Dios y la pasó a sus discípulos, diciendo: —Bebed todos de ella, porque esto es mi sangre, con la que Dios confirma la alianza, y que va a ser derramada en favor de todos para perdón de los pecados.
Como cualquier católico puede comprobar en cualquier Biblia católica, los pasajes que relatan la institución de la Eucaristía no dicen tal cosa (ver Mt 26,26 y Mc 14,23), sino que dicen, literalmente, que Su Sangre será derramada "por muchos" para la remisión de los pecados. El texto que aparece en la BTI, es una falsedad: Cristo no dijo, ni quiso decir, que la remisión de los pecados fuera universal y que les iba a ser concedida a todos los seres humanos de forma automática por la simple efusión de la Sangre de Cristo una sola vez y para siempre, sino que la remisión de los pecados por la efusión de Su Sangre durante el Santo Sacrificio del Calvario aprovecharía a muchos, pero no todos -como siempre ha enseñado el Magisterio de la Iglesia y es dogma de fe definido Ex cathedra durante el Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento (dogmático), y, por tanto, irreformable, por ser parte de la Revelación-. Creer lo contrario es una herejía condenada solemnemente por la Iglesia con anatema.

Hecha esta aclaración sobre las citas de la Biblia -no católica- usadas en el documento, y centrándonos en el mismo, señalaré algunos de los mencionados despropósitos mencionados más arriba, que copio literalmente y, a continuación, comento:

Teniendo presente esta exigencia de flexibilidad, invitamos a utilizar estos materiales a lo largo de todo el año para expresar el grado de comunión que las Iglesias ya han alcanzado y para orar juntos para llegar a la plena unidad querida por Cristo.
Lo primero, no sé cómo a lo largo de este año, o de cualquier otro, podrá expresarse el grado de comunión alcanzado por no-sé-qué"iglesias": Iglesia sólo hay Una, que es la Iglesia Católica, Cuerpo Místico de Cristo, formada por todos sus fieles, vivos y difuntos(en la tierra, el Purgatorio y el Cielo), con Cristo como su CabezaYa existe, pues, plena Unidad en la Iglesia; siempre ha existido. Los protestantes no forman parte de la misma por voluntad propia. Y en cuanto a la "comunión" de las sectas protestantes con la Iglesia, es, simplemente, inexistente. O sea, el grado alcanzado es cero; ninguno. No existe ninguna comunión. En comunión se está o no se está. No se puede "medio-estar" en comunión, o estar en "medio-comunión". Y los protestantes no lo están. Están fuera de la Iglesia, para su desgracia.

Así define el Catecismo de San Pío X la "reforma" protestante:

129. El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas.
Sorprende, pues, el siguiente párrafo, que resume la intención de este lamentable documento:

...los católicos ahora son capaces de prestar sus oídos a los desafíos de Lutero para la Iglesia de hoy, reconociéndole como un «testigo del evangelio» (Del conflicto a la comunión, 29). Y así, después de siglos de mutuas condenas y vilipendios, los católicos y los luteranos en 2017 conmemorarán por primera vez juntos el comienzo de la Reforma.
Por más que se empeñen algunas personas, incluido el Papa Francisco -es su opinión personal, aunque equivocada-, los católicos no reconocemos a Lutero como «testigo del evangelio», sino como el heresiarca que fue y el culpable del cisma protestante y la condenación eterna de tantísimas almas.

Mientras se escribía este texto en 2015, muchas personas e Iglesias en Alemania practicaban la reconciliación ofreciendo hospitalidad a los numerosos refugiados que llegaban de Siria, Afganistán, Eritrea y de países de los Balcanes occidentales, buscando protección y una nueva vida. La ayuda concreta y las importantes acciones que se llevaron a cabo contra el odio al extranjero fueron un claro testimonio de reconciliación para la población alemana.
Además de que Iglesia sólo hay Una, como ya se ha indicado más arriba -y por tanto es falso hablar de diferentes iglesias en Alemania-, aunque no tenga absolutamente nada que ver con la religión, ni con los gravísimos problemas teológicos y doctrinales que aborda -o debería abordar- el documento, éste nos recuerda la intención actual de algunas personas -Papa Francisco incluido- enpresentar a la Iglesia como una ONG más y destacar la ayuda material -que no espiritual, que es la principal misión de la Iglesia- que presta a los refugiados -una de las machaconas fijaciones del Papa actual-. En ningún caso colaborar con las sectas protestantes en la ayuda meramente humana y material prestada a los refugiados es testimonio alguno de ninguna reconciliación entre protestantes y católicos, que no se ha producido en el último medio milenio.

En cuando al "contenido de la celebración" ecuménica de la que da cuenta el texto de este documento, éste dice que "celebra la irrevocable reconciliación que hemos recibido a través de la fe en Jesucristo". Nuevamente, cabe preguntarse: ¿Qué reconciliación, si no se ha producido ninguna? ¿Cómo va a ser irrevocable algo inexistente? No hay reconciliación porque los protestantes no tienen la fe católica; no creen lo que creemos los católicos, comenzando por la necesidad de las obras para salvarse, además de la fe, cosa que rechazaba Lutero y rechazan los protestantes actuales. Con razón Lutero despreció -así como algunos otros libros de la Biblia- la Epístola de Santiago que ponía en evidencia la base sobre la que desarrolló todas sus herejías: la Sola Fide (la sola fe) para salvarse:

¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: 'tengo fe', si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? [...] porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (St 2,26)
Otro ejemplo más de manipulación escriturística en este documento:

Este hecho contradice lo que Jesús pidió al Padre en Juan 17,23: «Como tú vives en mí, vivo yo en ellos para que alcancen la unión perfecta y así el mundo reconozca que tú me has enviado y que los amas a ellos como me amas a mí».
Ni que decir tiene que el pasaje evangélico no dice tal cosa, ni, sobre todo, da a entender lo que se sugiere, a saber, que la Iglesia pueda dividirse -o que ya lo esté-. En realidad, la Iglesia siempre ha permanecido, permanece y seguirá permaneciendo Una, aunque haya individuos o grupos que la abandonen, como es el caso de los protestantes. Aquí está el texto tomado de una Biblia católica -en este caso la de Mons. Straubinger, que tiene muy buenas notas-:

Yo en ellos y Tú en Mí, a fin de que sean perfectamente uno, y para que el mundo sepa que eres Tú quien me enviaste y los amaste a ellos como me amaste a Mí.
Mons. Straubinger explica en la correspondiente nota este pasaje:

Perfectamente uno: ¡consumarse en la unidad divina con el Padre y el Hijo! No hay panteísmo brahmánico que pueda compararse a esto. Creados a la imagen de Dios, y restaurados luego de nuestra regeneración por la inmolación de su Hijo, somos hechos hijos como Él (v. 22); partícipes de la naturaleza divina (v. 3 y nota); denominados “dioses” por el mismo Jesucristo (10, 34); vivimos de su vida misma, como Él vive del Padre (6, 58), y, como si todo esto no fuera suficiente, Jesús nos da todos sus méritos para que el Padre pueda considerarnos coherederos de su Hijo (Rm. 8, 17) y llevarnos a esta consumación en la Unidad, hechos semejantes a Jesús (1 Jn. 3, 2), aun en el cuerpo cuando Él venga (Fil. 3, 20 s.), y compartiendo eternamente la misma gloria que su Humanidad santísima tiene hoy a la diestra del Padre (Ef. 1, 20; 2, 6) y que es igual a la que tuvo siempre como Hijo Unigénito de Dios (v. 5).
Como se ve, nada tiene que ver este pasaje con la traducción que este documento presenta, ni con la interpretación que se le quiere dar.

Más despropósitos:

Los grandes reformadores como Martín Lutero, Ulrico Zuinglio y Juan Calvino, como también muchos que permanecieron católicos, como Ignacio de Loyola, Francisco de Sales y Carlos Borromeointentaron conseguir que la Iglesia occidental se renovara.
Comparar a esos tres heresiarcas con esos tres grandísimos Santos es un insulto a la inteligencia, a la Historia y a la Verdad. Los primeros no querían renovar nada -y, de hecho, no lo hicieron-; y los segundos, a los que el texto desposee de su título de Santos, mantuvieron y difundieron lo que siempre ha enseñado la Iglesia, sin cambiar ni una sola tilde. Lo que hicieron, e hicieron bien, fue condenar a Lutero y combatir la herejía protestante, contraponiendo a ésta la Verdad revelada de la que la Iglesia Católica es depositaria.

Los salmos, los cánticos y los himnos cantan el día cuando toda la creación llegada a su plenitud finalmente alcance su meta, el día en que Dios será «todo en todos». Hablan de la esperanza cristiana, del cumplimiento del reino de Dios en el que el sufrimiento se convertirá en alegría. En aquel día, la Iglesia será revelada en su hermosura y gracia como el único cuerpo de Cristo.
No hay que esperar al final de los tiempos para que la Iglesia se "revele" como el único cuerpo de Cristo: la Iglesia Católica ES el único cuerpo de Cristo; es el Cuerpo Místico de Cristo. Parece que la parte católica en estos encuentros ecuménicos desconociera el Magisterio de la Iglesia a este respecto (véase la Encíclica del Venerable Pío PP. XII "Mystici Corporis Christi, sobre el Cuerpo Místico de Cristo", promulgada el 29 de junio de 1943. En dicha encíclica se dice de forma cristalina.

Para concluir, me parece obligado citar este significativo fragmento de otra Encíclica, en este caso de S.S. Pío PP. XI "Mortalium Animos, acerca de cómo se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa", fechada el 6 de enero de 1928, y que a la Santa Sede aún no le ha dado la gana no ha tenido tiempo de traducir y publicar en español en su página web oficial, pese a haber transcurrido ya ochenta y nueve años (89) -se cumplen pasado mañana- desde su publicación:

16. La única manera de unir a todos los cristianos

...la unión de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo, de la cual un día desdichadamente se alejaron; a aquella única y verdadera Iglesia que todos ciertamente conocen y que por la voluntad de su Fundador debe permanecer siempre tal cual. El mismo la fundó para la salvación de todos. Nunca, en el transcurso de los siglos, se contaminó esta mística Esposa de Cristo, ni podrá contaminarse jamás.
Sinceramente, si ésto es todo lo que produce este Consejo Pontificio, el Papa Francisco debería cerrarlo, ya que tan empeñado está en reformar la Curia y los Dicasterios romanos. A la vista está que éste no sirve para nada, salvo, quizás, para engañar a los incautos. Yo no voy a celebrar en 2017 el pecado, la herejía y el cisma de Martín Lutero. Eso es digno de lamentar, no de celebrar.

miércoles, 4 de enero de 2017

En las circunstancias actuales, Monseñor Lefebre aceptaría, sin duda, la propuesta canónica de una prelatura personal (Monseñor Schnëider)



(Original en Adelante la Fe)

A continuación una transcripción de parte de la entrevista exclusiva publicada por Adelante la Fe relacionada con lo que piensa Monseñor Schnëider acerca de la posible Prelatura de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X (FSSPX). El escrito está pegado de la página web de Secretum Mihi Meum. Yo aporto el fragmento en video de esta entrevista.

Duración 6:27 minutos


[El vídeo completo puede escucharse clicando aquí]




El Papa obliga al cardenal Müller a despedir a tres de los mejores sacerdotes de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF: Varias fuentes)


Copio el artículo de Infovaticana, que viene ampliado en Secretum Mihi Meum

La información original parece ser que procede de One Peter Five de un artículo de Maike Hikson, con fecha 2 de enero de 2017
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Se extiende el clima de temor en el Vaticano. Según varios medios, el motivo sería haber disentido, en privado, de algunas de las actuaciones públicas del Papa Francisco.


Según varios medios, el Papa Francisco ha ordenado al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Müller, que despida a tres de sus mejores hombres en el Santo Oficio. Según OnePeterFive los tres sacerdotes implicados son de nacionalidad eslovaca-americana, francesa y mejicana.

Según el vaticanista Marco Tosatti, Müller recibió la orden de despedir a tres de sus mejores hombres, los cuales llevaban trabajando para él durante mucho tiempo sin haber recibido ninguna explicación. Tal y como recoge el especialista en asuntos del Vaticano, Müller recibió varias cartas oficiales en las que se le pedía “devolver a cada uno de ellos a su Diócesis de origen o a la Orden Religiosa a la que pertenecía”.

Ante dicha petición, Müller quedó bastante sorprendido, ya que los sacerdotes eran tres de los mejores hombres con los que contaba dentro de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Por ello, desde un primer momento intentó no despedir a los religiosos y en varias ocasiones pidió una audiencia con el Papa.

Tras varios intentos, logró reunirse con Francisco. Estas fueron sus palabras: “Su Santidad, he recibido las cartas, pero no he hecho nada porque estas personas son lo mejor que hay en mi Dicasterio…¿qué es lo que han hecho?”.

La respuesta del Papa -según narra Tosatti- fue la siguiente: “Yo soy el Papa, y no necesito dar ninguna explicación sobre mis decisiones. He decidido que tienen que irse, y tienen que irse”. One Peter Five cuenta que, a continuación, el Papa se levantó y extendió la mano al cardenal indicando que la audiencia había finalizado.

El 31 de diciembre, dos de los tres hombres abandonaron -sin saber la razón de su expulsión- el Dicasterio donde habían trabajado durante años. El tercer y último hombre señalado parece seguir todavía en el Dicasterio “por una breve prórroga”.

Según varios medios, unos de los dos sacerdotes había disentido, en privado, sobre ciertas decisiones y actuaciones públicas del Papa Francisco. Concretamente, un estrecho colaborador del Papa escuchó uno de los comentarios y, al poco tiempo, el miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe recibió una llamada del Papa y el despido no tardó en llegar.

Tosatti habla de una “fiebre autocrática que parece haber estallado en el Vaticano” y concluye preguntándose dónde está la “verdadera misericordia”. Por último, cuestiona la manera y el método en el que el Papa Francisco “despide o margina a prelados ortodoxos, sacerdotes o cualquiera que tenga una posición de influencia en el Vaticano”.

Así las cosas, los empleados del Vaticano tienen miedo de decir cualquier cosa por temor a ser descubiertos por cualquiera de los informadores, que se encuentran en todas partes. Sin ir más lejos, el pasado mes de noviembre relataba InfoVaticana la purga de académicos “críticos” que ha tenido la Academia Pontificia por la Vida.

“Hasta las paredes tienen oídos”, es la frase que se repite en los dicasterios.


Para una ampliación de esta noticia pinchar aquí.

lunes, 2 de enero de 2017

Un protestante argentino en la cabina de dirección de "L'Osservatore Romano" (Sandro Magister)



Con el nuevo año también "L'Osservatore Romano" innova. Al Papa Francisco no le basta la edición semanal en español que existe desde hace casi cincuenta años, dirigida actualmente por la argentina Silvina Pérez. Ha querido una nueva edición específica para Argentina, que ha iniciado su andadura en estos días mediante un quirógrafo inaugural, confiando su dirección a otro connacional suyo, Marcelo Figueroa.

Y es precisamente la elección de este director la novedad más importante, como Settimo Cielo anticipó el 25 de noviembre pasado.

La novedad sin precedentes es que Figueroa no es católico sino protestante, pastor de la Iglesia presbiteriana y director durante veinticinco años de la Sociedad bíblica argentina, además de ser amigo desde hace muchos años de Jorge Mario Bergoglio, que ha querido que lo acompañara a su reciente viaje a Lund en ocasión de la celebración de los ciento cincuenta años de la Reforma luterana, y que ahora lo ha introducido en la cabina de dirección del periódico oficial de la Santa Sede.

En Argentina fue precisamente Figueroa quien hizo sentar a la misma mesa, con él en medio, al entonces arzobispo de Buenos Aires y al rabino judío Abraham Skorka para una serie de coloquios transmitidos por el Canal 21, la televisión de la archidiócesis, y después transcritos en un libro publicado en italiano por la Librería Editora Vaticana con el título: "Conversazioni sulla Bibbia".

Ese ciclo de encuentros fue interrumpido en el episodio treinta y dos por la elección de Bergoglio como Papa. El episodio treinta y tres, que no se realizó, habría tenido como argumento la palabra "amistad", como relató posteriormente Figueroa en "L'Osservatore Romano".

Hoy en día Figueroa es como de la familia en Santa Marta. En la primavera de 2015, cuando fue sometido en Argentina a una delicada operación quirúrgica, Francisco se mantuvo en contacto continuo con él a través de llamadas telefónicas y cartas. Una vez restablecido, en septiembre del mismo año el Papa le concedió una larga entrevista para FM Milennium 106.7, emisora radiofónica de Buenos Aires. Y un año después lo ha promovido no sólo como director de la edición semanal argentina de "L'Osservatore Romano", sino también como columnista de la edición diaria principal.

Su investidura solemne en este último papel ha sido un curioso artículo a dos voces: la suya y la de la indiscutible número uno de los editorialistas de "L'Osservatore Romano", además de coordinadora de su suplemento femenino "Donne Chiesa Mondo", Lucetta Scaraffia:

> La sfida ecumenica latinoamericana

El artículo, que ocupaba una página entera de "L'Osservatore Romano" del 5 de noviembre, estaba estructurado en forma de coloquio y era una especie de balance del viaje del Papa a Lund y, por lo tanto, del estado actual de las relaciones entre católicos y protestantes.

Pero tenía un precedente que es útil recordar.

Unos días antes, el 1 de noviembre, Lucetta Scaraffia había publicado en el "Corriere della Sera" un artículo sobre el mismo argumento que había causado desconcierto en ámbito católico:

 Lutero, le 95 tesi e il Pontefice latino che oggi cancella secoli di conflitti

En él escribía:

"Hoy, muchos de los profundos disentimientos que causaron la escisión de la Iglesia ya no tienen razón de ser: el problema de la salvación -sólo por gracia divina como decía Lutero o a través de las obras o la mediación del clero como quería la Iglesia católica- ya no agobia a nadie. También las indulgencias han desaparecido de nuestro horizonte y el más allá parece haberse desvanecido desde hace decenios. Entonces, ¿por qué seguir peleando aún sobre todo esto? ¿Y por qué seguir peleando sobre el libre acceso a los libros sagrados, si hoy también los católicos están acostumbrados a leer la Biblia en las ediciones que prefieran, en grupos de lectura y de comentarios animados por una gran vivacidad? Ciertamente, sigue habiendo cuestiones teológicas abiertas, como los sacramentos -reducidos en número por los luteranos-, pero éstas son en su mayoría cuestiones que no afectan demasiado a los fieles". 

[¿De verdad que no afectan?¿Da lo mismo hablar de la presencia real y sacramental de Jesucristo en la Eucaristía que hablar de un recuerdo y de un símbolo? No, no da lo mismo. Son absolutamente incompatibles]

A los lectores católicos más atentos (como Costanza Miriano que, el 4 de noviembre, escribió sobre ello en el periódico "Il Foglio") estas palabras parecían expresar, no una comprensible preocupación por la erosión de los fundamentos de la fe cristiana por obra de la secularización, sino más bien una complacida aceptación del abandono de la disputa doctrinal con los protestantes, "gracias a lo cual -siempre según la opinión de Scaraffia- el diálogo entre católicos y luteranos está ya en condiciones de ir más allá de las divergencias teológicas". Por fin.

De hecho, al cabo de pocos días, Lucetta Scaraffia volvió a escribir estas mismas consideraciones no en el laico "Corriere", sino en el periódico oficial del Papa, en un duo con el colega protestante Figueroa, que las compartía plenamente.

Por parte protestante no resulta que haya habido reacciones a esta desenvuelta actualización del recorrido ecuménico realizado por las dos firmas principales de "L'Osservatore Romano".
Pero entre los valdenses italianos -pequeña y viva Iglesia protestante presente también en las dos orillas del Mar de la Plata-, dos renombrados teólogos como Giorgio Tourn y Paolo Ricca hace tiempo que son muy críticos ante la deriva secularizante de su Iglesia y de la Iglesia del Papa Francisco.

"La enfermedad -ha dicho Ricca en un reciente debate a dos sobre la 'Reforma'- es que todos nos dirigimos a lo social, cosa sacrosanta, pero en lo social agotamos el discurso cristiano y fuera de él permanecemos mudos".

Y Tourn: "La política del Papa Bergoglio es hacer la caridad. Pero está claro que el solo testimonio del amor fraterno no lleva automáticamente a conocer a Cristo. No hay hoy un silencio de Dios, sino nuestro silencio sobre Dios":


Aventuras y desventuras de nuestro recorrido ecuménico inaugurado por el Papa Francisco, también en versión argentina.

(Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España)