BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



domingo, 12 de julio de 2015

El Papa Francisco debe pedir perdón (1 /2) (A.Caponnetto)


Me llama mucho la atención el tener que leer noticias como ésta. Parece que la labor de la Iglesia se está reduciendo a estar pidiendo siempre perdón, a veces con razón y otras, como en este caso, si ninguna razón. De esta manera se está desvirtuando la misión fundamental que fue encargada a Pedro por Jesucristo, o sea, la de predicar el Evangelio a toda criatura.


En esta entrada hago un extracto de un artículo de Antonio Caponnetto, cuyo original completo puede leerse pinchando aquí




-----

Si los múltiples medios oficiales y oficiosos no se han puesto de acuerdo para fabricar un horrible montaje, todos hemos visto y escuchado a Francisco en Bolivia, este 9 de julio de 2015, diciendo que "la Iglesia tiene que pedir humildemente perdón por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada Conquista de América".

No fue el único extravío grave de palabras y de gestos que tuvo el Obispo de Roma en este viaje por América del Sur, pero sin dudas es uno de los más escandalosos y ultrajantes.

Ofende a la Verdad Histórica, a la Madre España y, sobre todo, a la Iglesia Católica, de la que se supone es su Pastor Universal. Son, en síntesis, las de Francisco, palabras inadmisibles, cargadas de injusticias, de calumnias, de vejámes y de oprobio. Palabras mendaces que alimentarán todo el inmenso aparato mundial del indigenismo marxista, y que se sumarán al proceso de deshispanización y de desarraigo espiritual lanzado contra América Hispana. El daño que ya están provocando es incalculable.

Son muchos los historiadores y pensadores de nota que pueden desmentir fácilmente la temeraria afirmación de Francisco, pues la misma no resiste la confrontación con las investigaciones solventes y eruditas.

(...) Por eso nos parece oportuno reflotar un viejo escrito, el cual -aunque publicado hace ya largo tiempo y sin las muchas actualizaciones que cabrían hacerle para mejorarlo- contiene una síntesis de criterios y de datos que contradicen el sofisma de Francisco.

El Papa debe pedir perdón. Sin duda. Pero no por los supuestos crímenes contra los supuestos pueblos originarios, sino por haber violado la Verdad para agradar al mundo


Debe pedir perdón a la Iglesia, a la Hispanidad, al Occidente y a la Cátedra de la Cruz, profanada por la hoz y el martillo, cuyo símbolo funestísimo le fue entregado por un patán roñoso, y no tuvo el coraje de quebrar a golpes de báculo.

Recemos por él, como lo pide. Pero recemos asimismo por las víctimas de su docencia errática, confusa, engañosa, sincretista y heretizante. Esas víctimas somos todos nosotros. Nosotros, los fieles de a pie, los bautizados, los simples feligreses y parroquianos. Los católicos, apostólicos, romanos.



Tres lugares comunes de las leyendas negras

Introducción

La conmemoración del Quinto Centenario ha vuelto a reavivar, como era previsible, el empecinado odio anticatólico y antihispanista de vieja y conocida data. Y tanto odio alimenta la injuria, ciega a la justicia y obnubila el orden de la razón, según bien lo explicara Santo Tomás en olvidada enseñanza.

De resultas, la verdad queda adulterada y oculta, y se expanden con fuerza el resentimiento y la mentira (...). Bastaría aceptar y comprender este oculto móvil para desechar, sin más, las falacias que se propagan nuevamente, aquí y allá. Pero un poder inmenso e interesado les ha dado difusión y cabida, y hoy se presentan como argumentos serios de corte académico. No hay nada de eso. Y a poco que se analizan los lugares comunes más repetidos contra la acción de España en América, quedan a la vista su inconsistencia y su debilidad. Veámoslo brevemente en las tres imputaciones infaltables enrostradas por las izquierdas.

1. El despojo de la tierra

Se dice en primer lugar, que España se apropió de las tierras indígenas en un acto típico de rapacidad imperialista.

Llama la atención que, contraviniendo las tesis leninistas, se haga surgir al Imperialismo a fines del siglo XV. Y sorprende asimismo el celo manifestado en la defensa de la propiedad privada individual. Pero el marxismo nos tiene acostumbrados a estas contradicciones y sobre todo, a su apelación a la conciencia cristiana para obtener solidaridades. Porque, en efecto, sin la apelación a la conciencia cristiana —que entiende la propiedad privada como un derecho inherente de las criaturas, y sólo ante el cual el presunto despojo sería reprobable— ¿a qué viene tanto afán privatista y posesionista? No hay respuesta.

La verdad es que antes de la llegada de los españoles, los indios concretos y singulares no eran dueños de ninguna tierra, sino empleados gratuitos y castigados de un Estado idolatrado y de unos caciques despóticos tenidos por divinidades supremas. Carentes de cualquier legislación que regulase sus derechos laborales, el abuso y la explotación eran la norma, y el saqueo y el despojo las prácticas habituales. Impuestos, cargas, retribuciones forzadas, exacciones virulentas y pesados tributos, fueron moneda corriente en las relaciones indígenas previas a la llegada de los españoles

El más fuerte sometía al más débil y lo atenazaba con escarmientos y represalias. Ni los más indigentes quedaban exceptuados, y solían llevar como estigmas de su triste condición, mutilaciones evidentes y distintivos oprobiosos. Una "justicia" claramente discriminatoria, distinguía entre pudientes y esclavos en desmedro de los últimos y no son éstos datos entresacados de las crónicas hispanas sino de las protestas del mismo Carlos Marx en sus estudios sobre "Formaciones Económicas Precapitalistas y Acumulación Originaria del Capital". Y de comentaristas insospechados de hispanofilia como Eric Hobsbawn, Roberto Oliveros Maqueo o Pierre Chaunu.

La verdad es también, que los principales dueños de la tierra que encontraron los españolesmayas, incas y aztecaslo eran a expensas de otros dueños a quienes habían invadido y desplazado. Y que fue ésta la razón por la que una parte considerable de tribus aborígenes —carios, tlaxaltecas, cempoaltecas, zapotecas, otomíes, cañarís, huancas, etcétera— se aliaron naturalmente con los conquistadores, procurando su protección y el consecuente resarcimiento. Y la verdad, al fin, es que sólo a partir de la Conquista, los indios conocieron el sentido personal de la propiedad privada y la defensa jurídica de sus obligaciones y derechos.

Es España la que se plantea la cuestión de los justos títulos, con autoexigencias tan sólidas que ponen en tela de juicio la misma autoridad del Monarca y del Pontífice. Es España -con ese maestro admirable del Derecho de Gentes que se llamó Francisco de Vitoria— la que funda la posesión territorial en las más altas razones de bien común y de concordia social, la que insiste una y otra vez en la protección que se le debe a los nativos en tanto súbditos, la que garantiza y promueve un reparto equitativo de precios, la que atiende sobre abusos y querellas, la que no dudó en sancionar duramente a sus mismos funcionarios descarriados, y la que distinguió entre posesión como hecho y propiedad como derecho, porque sabía que era cosa muy distinta fundar una ciudad en el desierto y hacerla propia, que entrar a saco a un granero particular.

Por eso, sólo hubo repartimientos en tierras despobladas y encomiendas "en las heredades de los indios". Porque pese a tantas fábulas indoctas, la encomienda fue la gran institución para la custodia de la propiedad y de los derechos de los nativos. Bien lo ha demostrado hace ya tiempo Silvio Zavala, en un estudio exhaustivo, que no encargó ninguna "internacional reaccionaria", sino la Fundación Judía Guggenheim, con sede en Nueva York. Y bien queda probado en infinidad de documentos que sólo son desconocidos para los artífices de las leyendas negras.

Por la encomienda, el indio poseía tierras particulares y colectivas sin que pudieran arrebatárselas impunemente. Por la encomienda organizaba su propio gobierno local y regional, bajo un régimen de tributos que distinguía ingresos y condiciones, y que no llegaban al Rey —que renunciaba a ellos— sino a los Conquistadores. A quienes no les significó ningún enriquecimiento descontrolado y sí, en cambio, bastantes dolores de cabeza, como surgen de los testimonios de Antonio de Mendoza o de Cristóbal Alvarez de Carvajal y de innumerables jueces de audiencias.

Como bien ha notado el mismo Ramón Carande en "Carlos V y sus banqueros", eran tan férrea la protección a los indios y tan grande la incertidumbre económica para los encomenderos, que América no fue una colonia de repoblación para que todos vinieran a enriquecerse fácilmente. Fue una empresa difícil y esforzada, con luces y sombras, con probos y pícaros, pero con un testimonio que hasta hoy no han podido tumbar las monsergas indigenistas: el de la gratitud de los naturales. Gratitud que quien tenga la honestidad de constatar y de seguir en sus expresiones artísticas, religiosas y culturales, no podrá dejar de reconocer objetivamente.

No es España la que despoja a los indios de sus tierras. Es España la que les inculca el derecho de propiedad, la que les restituye sus heredades asaltadas por los poderosos y sanguinarios estados tribales, la que los guarda bajo una justicia humana y divina, la que Ios pone en paridad de condiciones con sus propios hijos, e incluso en mejores condiciones que muchos campesinos y proletarios europeos. Y esto también ha sido reconocido por historiógrafos no hispanistas.

Es España, en definitiva, la que rehabilita la potestad India a sus dominios, y si se estudia el cómo y el cuándo esta potestad se debilita y vulnera, no se encontrará detrás a la Conquista ni a la Evangelización ni al Descubrimiento, sino a las administraciones liberales y masónicas que traicionaron el sentido misional de aquella gesta gloriosa. No se encontrará a los Reyes Católicos, ni a Carlos V, ni a Felipe II. Ni a los conquistadores, ni a los encomenderos, ni a los adelantados, ni a los frailes. Sino a los enmandilados borbones iluministas y a sus epígonos, que vienen desarraigando a América y reduciéndola a la colonia que no fue nunca en tiempos del Imperio Hispánico.



(Continuará)

sábado, 11 de julio de 2015

El Papa Francisco, otra víctima de la Leyenda Negra española (por Eduardo García Serrano)


Son muchos -por desgracia- los disparates, a los que ya nos tiene acostumbrados el Papa Francisco; aunque -la verdad sea dicha- siempre nos asombra con algo nuevo -no necesariamente bueno. En este caso, es su ignorancia de la Historia de América que le lleva a condenar injustamente a España, diciendo auténticas barbaridades y mentiras que no resisten el mínimo de rigor histórico ... De nuevo vuelve a hablar de cosas mundanas, en las que no está especializado, dada su condición de Sumo Pontífice y vicario de Cristo en la Tierra. Habla de lo que desconoce.


Hay infinidad de artículos que se han escrito ya a este propósito. Yo trasladaré algunos a este blog algunos de los que considero más significativos; en otros, introduciré sólo un link al original. En esta entrada concreta, copio un artículo de Eduardo García Serrano, que me ha parecido especialmente interesante. Parece que el Papa Francisco aún desconoce que la "leyenda" negra sobre España es un mito, sin consistencia histórica.

Guerras de Independencia Hispanoamericana
--------

El Papa Francisco, jesuita argentino, olvida -o ignora- en su homilía sobre la independencia americana que fue España la que liberó con el Evangelio a los nativos hispanoamericanos. Gracias a España hoy la Iglesia tiene un papa argentino.

El Papa Francisco, en la misa celebrada en el Parque del Bicentenario de Quito, en su visita oficial a Ecuador, ha evidenciado en sus palabras que, en su concepción de España y de la Conquista y Evangelización de América, él también es una víctima de la Leyenda Negra y que su visión de los sucesivos procesos históricos de independencia de las diferentes naciones hispanoamericanas está contaminada por la propaganda masónica, pues fueron precisamente los criollos masones los que lideraron aquellos procesos independentistas, contrarios a la voluntad de las poblaciones indígenas, a las que el Papa tan amorosamente defiende, que identificaban, con razón, en su permanencia en la Mater Hispania la garantía de sus libertades frente a las élites y la oligarquía criolla que el Papa Francisco denuncia.

Multisecular paradoja de la que finalmente surge la doctrina herética de la Teología de la Liberación, que ensalza el indigenismo como lo que nunca fue: el motor de la independencia hispanoamericana, poniéndole a Cristo el rostro del Che Guevara y vistiendo a los sacerdotes de coronel tapioca.

El Papa Francisco, apelando en su homilía a “ese susurro de Jesús en la Última Cena” [¿?] ensalza “el Bicentenario de aquel grito de independencia de Hispanoamérica. Ese fue un grito nacido de la conciencia de falta de libertades, de estar siendo exprimidos, saqueados, sometidos a conveniencias circunstanciales  de los poderosos de turno”.

En esa frase de Su Santidad reside todo el galimatías histórico cultural de un papa argentino que parece ignorar que lo es, además de por la inapelable decisión del Espíritu Santo, gracias a que España evangelizó el continente en el que el vino al mundo, en la misma medida que su antecesor en la Silla de Pedro, Benedicto XVI, llegó al papado gracias a que España se desangró en los Países Bajos y en Alemania para que el catolicismo no fuera expulsado del norte de Europa por la Reforma protestante.

Si alguna deuda tiene la Iglesia Católica con España es precisamente la de la Universalidad territorial y espiritual de la única Religión verdadera.

Los Reyes Católicos crearon ese corpus legal que son las Leyes de Indias en las que se reconoce la filiación divina de los habitantes de los territorios descubiertos más allá del Atlántico, se conmina a los españoles a tratarlos como hermanos en la Fe, a pagarles un salario justo por su trabajo y se  advierte de las duras penas que aguardan a aquellos españoles que maltraten o den muerte a los nativos.

La diferencia entre la conquista española y la anglosajona es que, cuando los españoles llegaban a un nuevo territorio, lo primero que construían era una iglesia, una escuela y una universidad para los nativos. Cuando eran los anglosajones los primeros en llegar a un nuevo territorio, sus primeras edificaciones eran un Banco y una lonja de esclavos.

En el siglo XIX, Santidad, los masones de las lonjas de esclavos y los bancos expulsaron de Hispanoamérica, en contra de la voluntad de los nativos, a quienes defendieron, con el Evangelio en la mano y en sus actos a los indígenas que veían a España como a la madre protectora de sus libertades y de su dignidad.

Santidad, de ese grito nacido de la conciencia de falta de libertad de los oprimidos, saqueados y exprimidos”, al que apela en su homilía, surgió precisamente la liberación que España y el Evangelio les llevaron para romper las cadenas que esclavizaban a los nativos americanos a los atroces ritos y dioses paganos a los que eran sacrificados.

Del mismo modo, Santidad, en el que Cristo expulsó a latigazos a los mercaderes del TemploHernán Cortés trepó a la cúspide de las pirámides aztecas para evitar que les arrancasen en vivo el corazón a las víctimas propiciatorias que ofrecían a sus dioses oscuros y sanguinarios. Lo hizo con la espada, sí, tal y como Cristo lo hizo con el látigo. Y donde antes solo había horror y barbarie, Hernán Cortés puso a la Virgen de Guadalupe.

Con todo respeto, Santidad, España no saqueó a los nativos americanos, los hizo libres con la Luz del Evangelio y dignificó sus vidas alfabetizándoles y haciéndoles hermanos y compatriotas de una misma nación, pues España jamás tuvo colonias, sino provincias del ultramar de tal manera que un indio andino, amazónico o de la Pampa, era tan español como un nativo de Soria. La esclavitud para todos ellos vino después, precisamente con los procesos de independencia liderados por los masones. Al ensalzarlos, Santidad, menosprecia la Verdad y la Libertad que España y la Iglesia Católica, de la que usted es la cabeza visible, llevaron al Nuevo Mundo.

 Eduardo García Serrano

viernes, 10 de julio de 2015

Maritain nos explica quién fue Lutero (Jorge Soley)



Se acerca la conmemoración, en 2017, de los 500 años del inicio de la Reforma protestante (el 31 de octubre de 1517 Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg), una efeméride que algunos consideran que la Iglesia católica debería de aprovechar para rehabilitar al antiguo fraile agustino (...). Según nos cuenta Jorge Soley, cayó en sus manos un librito de Jacques Maritain titulado Tres reformadores. Lutero, Descartes, Rousseau y lo que dice Maritain le parece un juicio completísimo, definitivo y de una claridad y penetración admirables (...). Lo escribimos a continuación:

¿Qué dice Maritain de Lutero?

Empezaremos citando dos pasajes de su libro: 

“La única preocupación de Lutero era el sentirse en estado de gracia, ¡como si la gracia en sí misma fuera objeto de sensación!”. 

“Se apoyaba en sus solas fuerzas para alcanzar las virtudes y la perfección cristiana; creía en sus propios esfuerzos, en sus penitencias, mucho más que en la gracia. Practicaba así ese pelagianismo que achacaba a los católicos y del que nunca podrá librarse. Al igual que los fariseos, sólo mirará sus obras, y de ahí su crispación de escrupuloso, pues ofrece todos los caracteres del escrupuloso.”

Siguiendo su itinerario espiritual llegamos a su “noche del alma”. Escribe Maritain, a propósito de ese momento: “¿Se arroja en Dios? Nada de eso. Deja la oración, se arroja de lleno en la acción. Se aturde en una labor insensata”. El mismo Lutero, en una carta escrita en 1516 a Lang, prior de Erfurt, pidiéndole dos secretarios que le ayuden en su quehacer diario, confiesa “rara vez me queda tiempo para recitar mis horas y decir la misa”. Otra confesión: “No soy más que un hombre sujeto a la atracción de la sociedad, a la embriaguez y a los impulsos de la carne. Me falta lo que se precisa para vivir en la continencia”.

Es entonces cuando, explica Maritain, "Lutero cumple este acto de perversa resignación, renuncia a luchar, declara que la lucha es imposible. Sumergido en el pecado, o lo que él cree el pecado, se deja arrastrar por la ola y llega a esta conclusión práctica: la concupiscencia es invencible".

En resumen, sintetiza el filósofo francés, “Nada tenemos que hacer para salvarnos. Por el contrario, pretender cooperar en la acción divina es no tener fe y condenarse. […] Cuanto más peques, más creerás, mejor te salvarás […] incapaz de vencerse a sí mismo, transforma sus anhelos en verdades teológicas y su propio estado de hecho en ley universal de la naturaleza humana. […] No es más que un fariseo al revés, un escrupuloso desbocado”.

Ya libremente desbocado por esta pendiente, escribe Maritain, “Lutero cede a las potencias del instinto, sucumbe bajo la ley de la carne” y predica desde lo alto del púlpito, son sus propias palabras: “Así como no está en mi poder el dejar de ser hombre, no depende tampoco de mí el vivir sin mujer”, y refiriéndose a la vida de oración, ayuno y mortificación de los religiosos, exclama “Ese género de santidad, los perros y los puercos también pueden, más o menos, practicarlo todos los días”. [¿?] Y expresa su deseo de “beber, jugar, reír más y más fuerte y cometer algún pecado para desafiar y despreciar al demonio”. Concluye esta parte Maritain con el siguiente juicio: “el inmenso desastre que fue la Reforma protestante para la humanidad no es más que el efecto de una prueba interior fracasada, de un religioso sin humildad”

[Esta conclusión a la que llega Maritain, basándose en todos los documentos históricos y en la vida y escritos de Lutero, es importantísima; porque así fue: la Reforma Protestante supuso un gran desastre para la Religión Cristiana]

Sigue a continuación el análisis detallado de otros aspectos de la figura de Lutero y de su obra. No voy a reproducirlos todos, pero sí voy a señalar brevemente algunos: 

Egocentrismo presuntuoso: escribe Lutero en junio de 1522: “No admito que mi doctrina pueda juzgarla nadie, ni aún los ángeles. Quien no escuche mi doctrina no puede salvarse.
Esclavitud del sentimiento y de los apetitos. Señala Maritain: “Lutero es un hombre entera y sistemáticamente dominado por sus facultades afectivas y apetitivas, […] apenas se trata aquí de la voluntad; se trata del apetito concupiscible y, sobre todo, del apetito irascible”.
Irracionalismo: sobre las cosas espirituales, la razón -afirma Lutero- “es ceguera y tinieblas”, “sólo puede blasfemar y deshonrar todo lo que Dios ha dicho y hecho”; “la razón se opone directamente a la fe y deberían dejarla que se vaya; en los creyentes hay que matarla y enterrarla”.

Y, sin embargo -curiosamente- el cardenal Kasper, que no pierde una oportunidad, incluía recientemente a Lutero en la “gran Tradición” que incluye, según el cardenal, también a San Agustín, San Francisco, Santo Domingo, Santo Tomás de Aquino o el Concilio Vaticano II.

(...) Entre Kasper y Maritain, me parece mucho más sólido, acertado y convincente el segundo. No estaría de más, pienso, que la próxima vez que un obispo o cardenal se anime a hacer alguna declaración conciliadora en relación a Lutero, leyera y reflexionara antes el librito de Maritain. Igual nos evitaríamos alguna que otra tontería con pretensión de ecumenismo pero que no es más que un irenismo de corto alcance.
Jorge Soley

---------

Nota: Hay un conjunto de audios sobre Lutero, de título "Lutero, el monje maldito", basados en el trabajo del mismo nombre del padre Alfredo Sáenz, un documento excepcional sobre la verdadera figura de Lutero, a la que se pretende rendir homenaje en breve por parte de la propia Iglesia católica.  La narración está realizada por Fabián Vázquez-Radio Cristiandad.

Combatir los errores es defender la Fe católica (Javier Navascués, video)

Este vídeo es de Javier Navascués, reportero y guionista de Agnus Dei Production. Puede verse el original pinchando aquí.

En este vídeo, un fiel católico expresa su visión sobre la actual confusión reinante en la Iglesia, tratando de reafirmar que lo único a lo que hay que aferrarse en estos tiempos convulsos es a la Tradición de la Iglesia Católica y a a su Magisterio perenne, rechazando cualquier teología modernista y herética.

La duración del vídeo es de 8:26 minutos



miércoles, 8 de julio de 2015

Herrera Dávila, un farmacéutico valiente: la PDD sí mata

Reciente artículo de Eulogio López, director de Hispanidad.

Un farmaceútico valiente: la PDD sí mata 

La Junta de Andalucía, que preside la sonrosada y delicada Susana Díaz, versión light del PSOE, obliga a las farmacéuticos a vender en sus farmacias (propiedad de los farmacéuticos, no de la Junta) la Píldora del Día Después (PDD), también llamada postcoital. Esto es, el regalo preferido de las madres majaderas a sus majaderas hijas adolescentes antes de que salgan ‘de noche loca’. Es decir, antes de que copulen y luego se tomen la PDD para no ser madres prematuras en maternidad no deseada. Claro, lo que ellas desean es el ‘ayuntamiento carnal’, no la maternidad.

Resulta que un farmacéutico sevillano coherente con sus principios provida se negó a dispensar la PDD. ¿Podía permitirse? Además, no utilizó trucos tales como responder a sus clientes peticionarios que no la tenía en ese momento. No, fue valiente y dijo: no me da la gana venderla porque atenta contra mis principios provida. La Junta de Andalucía faltaría más, se movilizó contra el rebelde, contra el ortodoxo-heterodoxo. No se pueden dejar estos peligrosos elementos libres, sin castigo, podría cundir el ejemplo. Como siempre que hay persecución y homicidio, hay mentira. La Junta alega que la PDD no es abortiva sino preventiva. De eso nada, Susanita. La píldora con la que se están forrando laboratorios como Bayer o Chiesi es una PDD que no es una píldora más, es decir, es potencialmente abortiva. Si evita la fecundación no hay aborto, si actúa después de la concepción -que sí que actúa- entonces sí que es abortiva, ergo, homicida.

Además, el efecto de las primeras PDD era por 48 horas, ahora alcanza los 5 y hasta los 7 días. En plata, que la PDP, como todos y cada uno de los anticonceptivos presentes hoy en el mercado, mata o puede matar. Al final, menos mal, el Tribunal Constitucional ha reconocido el derecho a la objeción de conciencia del farmacéutico y condena a la Junta por sancionar la no-venta del abortivo que más daño está haciendo a la vida y a la juventud ahora mismo, para enriquecimiento de los accionistas de la multinacional Bayer.

El Tribunal Constitucional le da la razón en ese punto: no está obligado a vender PDD porque la PDD alega contra el derecho a la vida reconocido en la Constitución.

Ahora bien, le obliga a seguir vendiendo preservativos. Es verdad que el único anticonceptivo no abortivo, en ningún caso, que existe en el mercado es el condón. Ocurre sin embargo, que un católico no puede utilizar ni lo uno ni lo otro. La PDD porque puede matar al niño, el condón porque se utiliza para evitar al niño. Es más grave lo primero que lo segundo, ciertamente, pero la doctrina cristiana no sólo habla de no matar sino de dar vida. Así que, con todo respeto, bien por el Tribunal Constitucional en respetar la objeción de conciencia para no vender un abortivo, pero mal por no reconocer la libertad religiosa de no vender preservativos.

A todo esto, pasemos al otro lado de la barrera: la Junta sabe que el 90% de los farmacéuticos andaluces se engañarán a sí mismos o mirarán para otro lado con tal de ganar dinero con la PDD y lo condones. Porque una farmacia alegue objeción de conciencia ante la barbarie el mercado no sufriría. Pues no: se trata de hundir a Herrero Dávila por atreverse a ser coherente con su conciencia.

Así que si yo viviera en Sevilla, sólo compraría fármacos a este valiente (su establecimiento está radicado en calle Tetuán 6). Hay que premiar el coraje. El resto de farmacéuticos, cuando se lo ganen con el martirio del siglo XXI: la coherencia.

Eulogio López
eulogio@hispanidad.com

lunes, 6 de julio de 2015

Pedir por Grecia (Fray Gerundio)

Copio aquí la última entrada de Fray Gerundio, de título "Pedir por Grecia" en alusión al papa Francisco. Al leerla me vino a la mente la famosa ley del embudo, "no sé por qué" ... léanla ustedes, piensen y opinen qué les parece.




Como Grecia no hace otra cosa que pedir, se le está olvidando aquello de DAR, según la consigna del Señor. Parece ser que están dispuestos a gastar lo que le vayan prestando, pero no a devolver lo que le hayan prestado. O sea, como en la Teología Actual, en la que no se reconoce el estado de deuda respecto de Dios, y por tanto no hay nada que devolver. No hay deudas porque no hay pecados, no hay pecados porque Dios no se siente ofendido por nada y traga lo que le echen, y no hay nada de qué arrepentirse porque todo el mundo es bueno, si conserva la Casa Común, que es lo que a Dios le interesa. De ahí la insistencia de nuestros teólogos en que no hay pecado original, sino sólo misericordia. Tendrían que nombrar al Primer Ministro griego Teólogo de la Casa Pontificia.

Por eso no es extraño que el Santo Padre Francisco I el de las Mercedes, solicite oraciones por Grecia, para que salga de la crisis y así se sostenga la dignidad de la persona humana:


En un mensaje enviado a través del portavoz del Vaticano, Francisco dijo que “desea mostrar su cercanía” al país, sobre todo a “las tantísimas familias afectadas por una crisis humana y social tan compleja como dura”.
Francisco pidió rezar por el pueblo griego y señaló que “la dignidad de la persona debe permanecer en el centro de cualquier debate político y técnico, así como a la hora de tomar decisiones responsables”.

Es, cuando menos, curioso, aunque más bien escandaloso, que estas oraciones (y esta cercanía), no las haya ni siquiera mentado para el pueblo irlandés, que ha caído en la más baja de las indignidades al aprobar la ley de matrimonio homosexual; o que no haya solicitado oraciones por las tantísimas familias afectadas por una crisis humana y social tan compleja y tan pecaminosa (digo yo), como la aceptación de la homosexualidad por la Corte de los Estados Unidos, como carta de naturaleza para una opción más de matrimonio.

O que no pida oraciones para los que estos días celebran la pecaminosa y escandalosa semana del Orgullo Gay, con tanta ostentación de pecado, con tanto escándalo en las grandes capitales y tanta capacidad de atracción ante todos aquellos que se sienten felices al uncirse al carro del Orgullo por Pecar. La verdad es que puestos a comparar ambas crisis (la de Grecia y la del Totalitarismo Gay), yo creo que más bien habría que pedir por esta última.

Claro que muchos de los Cardenales y Consejeros del Pontífice están felices con estas últimas cuestiones. Muchos de ellos están en el Orgullo Guay. No se sabe de muchos que hayan denunciado la situación, ni hayan solicitado oraciones ante la Injerencia Suprema de las Organizaciones Sodomíticas en contra de las minorías que no piensan como ellos. Ellos, que aman tanto las minorías. El caso es que protestamos por la matanza de focas y nos callamos ante la matanza de almas.

Esto me recuerda aquello que decía Jesús de tragarse un camello y colar un mosquito. Sólo que en este tema están en juego almas que se perderán al comprobar las complacencias -los silencios- de la Iglesia en el nuevo Orgullo Mortal que se abre paso institucional a base de bien. Espero que estos días en Madrid, el Arzobispo Monseñor Osoro predique alguna palabra “clarificadora” sobre los pecados de impureza, la sodomía y la soberbia de reírse de Dios.

Y espero también que el Papa, en su periplo por Hispanoamérica de esta semana, en el que tiene programadas diversas visitas para comer con jesuitas (síntoma de capillismo hacia la propia Orden), les advertirá que les cierra las Universidades Católicas si siguen organizando eventos Pro-Gays. Seguro que hablarán de eso en la comida, antes del café y de la coca.

Fray Gerundio

miércoles, 1 de julio de 2015

Una solución equivocada (Padre Santiago Martín)


En moral sexual todo está permitido, siempre que sea consentido. Esa es la idea mundana que se pretende imponer, pero la Iglesia no puede ceder (en este terreno ni en ningún otro) para ser así aceptada por el mundo. Es el mundo el que nos necesita, para recobrar su propia identidad, una identidad que la gente ha perdido (y sigue perdiendo) porque no se les habla de Jesucristo, como verdadero Dios y verdadero hombre.

Nos viene aquí muy bien recordar las palabras de San Pablo a los gálatas, palabras inspiradas por el Espíritu Santo, como lo son todas las de la Biblia (y con esa idea "real" in mente deben ser escuchadas): "Si alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema!. ¿Busco yo la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿O es que pretendo agradar a los hombres? Si todavía pretendiera agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gal 1, 9-10).

Si alguien pretende cambiar la doctrina de la Iglesia, el resultado de ese engendro ya no sería la Iglesia de Jesucristo. Sería "otra cosa". Pues si "inventan" su propia religión y "se fabrican" su propia iglesia, allá ellos con su conciencia, pero que a nosotros nos dejen tranquilos. Los primeros cristianos lo tenían muy claro, en medio de un ambiente de permisividad total en cuanto a moral sexual. Un ambiente hostil, pero ellos permanecieron fieles a la voluntad de Jesucristo y dieron su vida por Él. 

El padre Santiago Martín comienza hablando del referendum que hubo en Irlanda sobre el "matrimonio" gay (el 23 de mayo de este año) y hace, a continuación, un análisis muy claro y conciso sobre estos temas de candente actualidad. La solución que se pretende es equivocada. La única solución, la correcta, consiste en evangelizar bien y que la gente conozca a Jesucristo, porque sin Él no hay felicidad posible y estamos, sencillamente, perdidos. Como decía Pascal, en sus Pensamientos (729): "Fuera de Jesucristo no sabemos ni lo que es nuestra vida, ni nuestra muerte, ni Dios, ni nosotros mismos" 

11:09 minutos

Este vídeo puede verse también en Youtube

De este mismo autor puede verse otro video titulado: "Esto no puede seguir así", muy interesante, que trata sobre la situación actual de la Iglesia ante el próximo Sínodo.

En Argentina se legaliza el aborto (The Wanderer)

El huidizo cardenal Poli
Con la publicación del “Protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal de embarazo”, Argentina legalizó, de hecho, el aborto. Esto ocurrió hace pocos días, apenas unas semanas después de que la Presidenta Cristina Kirchner, que ordenó tal reglamentación, fuera recibida por quinta vez por el Papa Francisco.

La reacción natural de muchas asociaciones y fieles católicos fue organizar la Marcha por la Vida y la Familia que tendrá lugar mañana, jueves, 2 de julio, frente al Congreso Nacional. Yo no soy muy partidario de este tipo de demostraciones por motivos que he expuesto abundantemente en el blog, pero soy consciente de que se trata de una opinión -y por tanto puedo estar equivocado- y que, sobre todo, la mayor parte de la gente que allí se congrega tiene la mejor de las intenciones y entienden buenamente que, de ese modo, defienden la fe. Frente a ese testimonio, no tengo más que respeto y simpatía.

A quien parece que no le despiertan ninguna simpatía estas marchas es al cardenal arzobispo de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli, quizás la figura más apagada y desleída del episcopado nacional.

Fue una sorpresa que el Papa Francisco nombrara sucesor en su cargo porteño el 28 de marzo de 2013, apenas trece días después de su elevación al solio petrino, y mucho más sorpresivo aún fue que el elegido hubiese sido Monseñor Poli


En las corredores de las curias argentinas se imponían las candidaturas de otros personajes más abiertamente siniestros. Pero el elegido fue Mario Aurelio, o Mongo Aurelio, como lo conocían sus sacerdotes pampeanos. El motivo de la preferencia pontificia es muy simple y muy propio de la política bergogliana: eligió a quien, con certeza, se dejaría pastorear. Es decir, al más sumiso y apocado de los obispos argentinos a fin de que él, desde Roma y por teléfono, siguiera gobernando sin interferencias la iglesia argentina. 

Es sintómatica de la poquedad de Poli la anécdota que él mismo relató: cuando el Santo Padre le imponía la birreta cardenalicia, le dijo “Quién te ha visto, y quién te ve”. Y el pobre infeliz se reía al contarlo, sin darse cuenta quizás que el metamensaje era: “Sos una nada vestida de colorado que me debés todo”.

Y esto, que podría ser solamente especulaciones, se ha visto confirmado una vez más con ocasión de la Marcha por la Vida y la Familia a la que hicimos referencia. Los organizadores deseaban, como es natural, si no la presencia y liderazgo de sus obispos -lo cual sabían imposible, dada la conocida hombría de nuestros pastores-, al menos algún tipo de aliento y bendición a través, por ejemplo, de un simple comunicado de prensa. Dos de las jóvenes organizadoras solicitaron con insistencia una audiencia al cardenal Poli quien, durante una semana las destrató negándoles el encuentro (lo que se dice, un “obispo con olor a oveja”). 

Ellas no se conformaron y lo frenaron a la salida de la Catedral. La reacción de Su Eminencia fue de huída, literalmente. Estaba nervioso, asustadizo, como sintiéndose descubierto. Se limitó a decirles que el Santo Padre no era muy entusiasta de esas marchas pro vida. Y a continuación agregó: "La Iglesia acompaña el tiempo electoral; no puede tomar partido por un sector en contra de otros. Ya bastante mi oposición al gobierno al defender a Fayt".

Con lágrimas en los ojos sintiéndose defraudadas pero conservando su candor, las jóvenes le dijeron: "Bueno, al menos, bendíganos a nosotras". De pésima gana y en un gesto brusco y fugaz, trazó un simulacro de bendición en el aire y las dejó. Todo esto sucedió hace exactamente una semana.

El episodio muestra con claridad la estopa de la que está relleno no solamente Poli, sino la mayor parte de los obispos de nuestro país. Al Primado no le queda ni siquiera la dignidad de ocultar su abyección y servilismo y declara abiertamente ser un felpudo del Obispo de Roma como si él, como sucesor de los apóstoles, no tuviera la suficiente autoridad para apoyar una iniciativa de sus fieles.

Peor aún, entiende que ha hecho bastante con oponerse al gobierno por el caso Fayt. Como si la defensa de la fe tuviera un límite, y como si la defensa de un socialista romántico injustamente atacado por cuestiones de la más baja política tuviera algo que ver con la defensa de la fe. 


Vendría bien que el Eminentísimo Cardenal, que se viste de púrpura en memoria de la sangre de los mártires romanos, recordara a los cristianos sirios y coptos que diariamente son degollados por nuestra fe de rodillas, con dignidad y rezando el Padrenuestro. Este Poligriyo, como también le decían en La Pampa, en cambio, se espanta frente a la posibilidad de contrariar al Papa Francisco o a la Presidente Cristina Kirchner.

No se entiende tampoco la certeza del cardenal de que la Iglesia “no puede tomar partido”. Debe tomar partido por Cristo, en primer lugar y, como consecuencia lógica, por todas las enseñanzas del Evangelio. San Policarpo de Esmirna tomó partido y le costó la cabeza en el año 155 y también les costó la vida tomar partido a los doce obispos mártires españoles durante la última Guerra Civil en 1936.

Los argentinos hemos tenido que soportar a lo largo de nuestra historia muchas maldiciones: los liberales, el peronismo, Marcelo Tinelli y el episcopado, por ejemplo. Y pareciera que no hay modo de superarlas: las crías que producen sos peores que sus padres.

The wanderer

domingo, 28 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (9 de 9): 3ª CAMPANADA (4 de 4)



IMPORTANCIA ESENCIAL DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

[Lo que viene a continuación no es más que una cita del Motu Proprio Doctoris Angelici, de san Pío X que traducía, en normas disciplinares concretas, lo que había sido una constante recomendación de sus antecesores en la Sede de Pedro, desde el año 1325] 

Estos principios de Santo Tomás no encierran otra cosa más que lo que ya habían descubierto los más importantes filósofos y Doctores de la Iglesia, (...) Con un ingenio casi angélico, desarrolló y acrecentó toda esta cantidad de sabiduría recibida de los que le habían precedido, la empleó para presentar la doctrina sagrada a la mente humana, para ilustrarla y para darle firmeza. 


Los puntos más importantes de la filosofía de Santo Tomás no deben ser considerados como algo opinable, que se pueda discutir, sino que son como los fundamentos en los que se asienta toda la ciencia de lo natural y lo divino (...). Por eso quisimos advertir a quienes se dedican a enseñar la filosofía y la sagrada teología que, si se apartan de las huellas de Santo Tomás, principalmente en cuestiones de metafísica, será con gran detrimento.


Así, entre otras determinaciones, San Pío X exhortaba: pondrán en esto un particular empeño los profesores de filosofía cristiana y de sagrada teología, que deben de tener siempre presente que no se les ha dado la facultad de enseñar para que expongan a sus alumnos las opiniones que tengan acerca de su asignatura, sino para que expongan las doctrinas plenamente aprobadas por la Iglesia. Concretamente, en lo que se refiere a la sagrada teología es Nuestro Deseo que su estudio se lleve a cabo siempre a la luz de la filosofía que hemos citado [o sea, de la filosofía de Santo Tomás de Aquino]


¡Cuánto dolor se hubiese ahorrado a la Iglesia y cuánto daño se hubiese evitado a las almas con la fiel obediencia a esos mandatos de San Pío X! (...)  Que se sigan delicadamente esas indicaciones de la Iglesia en el estudio y en la enseñanza de la doctrina filosófica y teológica (...) Así contribuiremos a que, por la misericordia divina, las aguas vuelvan a su cauce.



LA VIRTUD DE LA PACIENCIA, CLAVE  PARA LA SOLUCIÓN

Indudablemente esta tarea requiere paciencia, virtud que ... además de custodiar lo bueno, rechaza lo que se opone al bien. Se muestra impaciente, en este sentido, el que deja de guardar la verdad y renuncia a la lucha contra el mal, porque no resulta cómodo ir contra la corriente. Muchos perjuicios han venido a la Iglesia por la impaciencia, es decir, por la negligencia en cuidar de la recta doctrina -el depósito de la fe- y en contrarrestar, con fortaleza, la herejía.

(...) Faltan ganas de luchar porque falta fe. Pensad, hijos, en los Santos Padres y en los grandes Santos Doctores. Todos han puesto su vida al servicio de la verdad del dogma y de la moral de Cristo: la han protegido, la han defendido de los ataques heréticos, la han difundido, la han practicado, aun a costa de sacrificios personales y persecuciones, sin miedo a llamar a los herejes por su nombre.   


[Más o menos igual que está ocurriendo hoy, en donde a los protestantes o a los ortodoxos se les llama "hermanos separados"; aunque eso sería lo de menos si lo que se pretendiera es que volvieran al redil del que no debían haber salido. En vez de eso, da la impresión -y parece que es más que una simple impresión- de que la Iglesia, en su empeño por el diálogo ecuménico, estaría dispuesta a sacrificar algunos dogmas esenciales del depósito de la fe ... ¡Ojalá que me equivoque, porque esto sería sumamente grave y provocaría un cisma en la Iglesia, en el mejor de los casos! Eso es lo que yo pienso]



LA MISIÓN DEL CRISTIANO NO ES AGRADAR A TODOS


Hay que apoyarse en la intercesión de estos celosos baluartes y conocer bien su enseñanza y sus ejemplos, para ayudar a desterrar de la Iglesia la visión que lleva a claudicar ante cualquier cosa, o a disolver el mensaje de Jesucristo en un humanitarismo adornado de preocupaciones sociales.

El cristiano debe superar cualquier temor a que su fe contraste con las ideologías o valores que, en un determinado momento, traten de imponerse. Querer agradar a todos, y siempre, equivale a prepararse para traicionar. El cristiano no ha de presentarse como un hombre que busca pelea con todos y por cualquier motivo. Pero tampoco ha de soslayar la obligación, gustosa obligación, de proclamar su ideal, sin ambigüedades.


(...) Causa pena el espectáculo de algunas altas deserciones, a la hora de decidir con iluminada convicción, a la hora de cortar un abuso. Bien triste resulta que, en estos tiempos, se haya utilizado la palabra caridad -no causar un dolor al hermano, dicen- como coartada de la cobardía


[Esto ocurre, por ejemplo, cuando se usa el término misericordia para justificar acciones prohibidas por la ley de Dios, como si el hecho de que Dios sea misericordioso supusiera que lo perdona todo; lo que sólo es verdad en el caso de que el pecador se arrepienta de su pecado. La gente está muy confundida con esta palabra, harto repetida, y que se aplica mal y de modo selectivo, para más INRI, como ya se ha explicado en otras entradas de este blog]



ORACIÓN FINAL

Ruego al Señor, con todas las fuerzas de mi alma, que conceda [a los miembros de su Iglesia] la gracia de ser fieles cristianos: fieles a la herencia sobrenatural recibida; que jamás ninguno traicione o ceda en cuestiones dogmáticas o morales. Hemos de aumentar nuestra lealtad con Dios, en estos momentos de deslealtad.

A rezar, pues. A estudiar la buena doctrina, para que haya en nuestro espíritu un sereno remanso de aguas limpias, donde beban las criaturas sedientas de certidumbre. (...)

Te encomendamos, Señor, que no prives a tu Iglesia de buenos ministros, de buenos pastores, de ejecutores puntuales de tus mandatos.

Dios nos ha bendecido mucho: agradecédselo muy de veras. Sintamos, junto con nuestra personal indignidad, una confianza inmensa en la misericordia de su Sacratísimo Corazón, urgido por el dulcísimo Corazón de Nuestra Madre Santa María

Con esta confiada piedad nunca dejaremos de comportarnos con completa adhesión al Señor, a su Iglesia y al Romano Pontífice. Y gozaremos de la alegría de los hijos recios de esta Iglesia Santa.

[No debemos olvidar que la adhesión al Romano Pontífice ha de ser tal siempre y cuando el Romano Pontífice sea fiel al depósito recibido y a la Tradición. Como he dicho en repetidas ocasiones, nuestra adhesión no es a tal o cual Papa, sino al Papado como Institución Jerárquica de origen divino. En la Iglesia no cabe la democracia ni los consensos, de tipo meramente humano]

LAS TRES CAMPANADAS (8 de 9): 3ª CAMPANADA (3 de 4)



PERSEVERANCIA ANTE LA DESERCIÓN DE LA MAYORÍA

Perseverad, pues, vigilantes. Hoy, especialmente entre los eclesiásticos y los clericales tocados por las corrientes modernistas, todo se juzga con una visión ajena al sentido sobrenatural. Me refiero a esas personas que, donde advierten una obediencia cristiana, hablan de verticalismo; si descubren certeza de fe en lo que todos hemos de creer, afirman que no hay pluralismo; si se observan unas normas litúrgicas con unción, serán capaces de sostener que falta espontaneidad en el culto (...) [En cambio] nos alabarían si atacáramos a la Iglesia, al Papa, a la fe católica o a la moral cristiana.

No queremos contribuir a empobrecer la espiritualidad de la Iglesia, arremetiendo contra lo que Jesucristo mismo instituyódisminuyendo el sacerdocio ministerial y su santidad, para que se confunda con el sacerdocio real de los fieles; quitando el culto y las prerrogativas de la Madre de Dios, empequeñeciendo sus fiestas y su veneración; ahogando la devoción a los santos y a sus imágenes; destruyendo el sacramento del matrimonio; y, sobre todo, dando disposiciones que conducen a arrancar de las almas el amor al Santo Sacrificio de la Misa y la certeza en la Real Presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar y reservado en el Sagrario.


(...) El mal se envuelve diabólicamente en paños de virtud y de autoridad:  y así resulta más fácil que se fortalezca y que produzca más daño. Porque aparecen gentes con una falsa religiosidad, saturada de fanatismo, que se oponen desde dentro a la Iglesia de Jesucriso (...) haciendo resaltar (...) lo político antes que lo religioso.


Todo coopera al desprestigio general de la autoridad eclesiástica y a que no se corrijan con oportunidad y energía los desórdenes: los desatinos heréticos, la inestabilidad, la confusión, la anarquía en asuntos de fe y de moral, de liturgia y de disciplina. A esta situación la llaman algunos -defendiéndola- aggiornamento, cuando es relajación y menoscabo del espíritu cristiano, que trae como consecuencia inmediata -entre otros efectos- la desaparición de la piedad, la carencia de vocaciones sacerdotales o religiosas, el apartar a los fieles, en general, de las prácticas espirituales (...) al paso que los eclesiásticos, al verse ineficaces, se muestran desgraciados y abandonan el proselitismo...


Fijaos en que, a la debilitación de la fe, acompaña una desorientación de la conciencia (...) Convenceos, hijos míos, de que en cuestiones de fe, de pureza y de camino no hay detalles de poca importancia (...) esta infidelidad se manifiesa muy pronto en una progresiva disminución de la alegría en el servicio de Dios.


(...) Renovemos nuestra oración, al reconocernos tan inseguros, y nos encontraremos esforzados y capaces de dar fuerzas a quienes vacilen. Pero atentos a la advertencia que recuerda san Pablo a los de Corinto (1 Cor 10, 12) ["Quien piense estar en pie, mire no caiga"] El que se juzga fuerte y seguro, no olvide que es capaz de caer. Insisto en que el humilde reconocimiento de nuestra debilidad, ante el Señor será la mejor base para nuestra firmeza.



VIBRACIÓN INTERIOR Y CONFIANZA EN DIOS

(...) Os exhorto (...) para que no decaigáis en la pelea, con licencias que os llevarían a perder la vibración interior. Hemos venido a esta tierra para ofrecer nuestra vida en un holocausto a Dios: no os canséis de entregaros; no os paréis en vuestro afán por alcanzar la santidad, echando mano -al cabo del tiempo- de compensaciones humanas que apagarían vuestro celo.

Hemos de comprender que no valemos nada -menos que nada- y apoyarnos en la fortaleza de Dios. Por eso, hijos míos, no seáis jamás engreídos. No os durmáis en las buenas obras realizadas, adoptando un aire de suficiencia, porque sólo el corazón humilde está preparado para no malearse.  (...) Necesitamos que nos gobierne la clemencia de Dios, porque no podemos agradarle, ni servirle con alegría, si Él no nos asiste.


Poned el corazon en serviros. Cuando el cariño pasa por el Corazón Sacratísimo de Jesús y por el Dulcísimo Corazón de María, la caridad fraterna se ejercita con toda su fuerza humana y divina. Anima a soportar la carga, quita pesos, asegura la alegría en la pelea (...) Hijos de mi vida, quereos, ayudaos y dejaos ayudar, haciéndoos las oportunas advertencias con comprensión y con caridad. Así, bien unidos, venceremos tantas batallas de paz, que aún hemos de combatir en nombre del Señor y de la Iglesia. Solos no podemos nada; con Dios y con el concurso de nuestros hermanos, todo lo podemos. 



CONFUSIÓN EN EL SENO DE LA IGLESIA

Hemos de vivir esta mutua vigilia de amor muy especialmente en estos tiempos en los que, desde dentro de la Iglesia, se siembra descaradamente la confusión:  agitadores de sacristías y conventos; gente que ha hundido seminarios y vaciado iglesias; (...) parecen destinar todo su interés en que haya hombres que, sin guardar el Evangelio de Cristo y su Ley, se llamen cristianos; y envueltos en oscuridad se creen que tienen luz (...) presentan la noche como día, la muerte como salud, la desesperación con apariencia de esperanza (...) el anticristo en el nombre de Cristo; así escamotean con sutileza la realidad, engañando con apariencias de verdad. Esto sucede, hermanos amadísimos, por no volver al origen de la verdad, por no buscar la fuente, por no guardar la Doctrina de Maestro celestial.


LA BUENA DOCTRINA

Acudamos, pues, a la buena doctrina, que enciende con lumbres la inteligencia y mueve a obrar rectamente, porque trae claridad a la conciencia para discernir el bien del mal. La gran catequesis, que es nuestra tarea, requiere un asiduo estudio; y requiere también, cualquiera que sea la ciencia que se estudie, aprender a situar rectamente y bajo la luz de la fe aquella parte del saber humano al que se dedica, por profesión, el propio esfuerzo

No se relee, sin gran dolor, lo que san Pío X describió en su encíclica Pascendi, cuando exponía las características del modernismo que, en ese documento, definía como compendio de todas las herejías. (...) [Esta] enfermedad mortal (...) ha alcanzado aspectos de epidemia generalizada. Su extensión ha facilitado su virulencia y la manifestación de efectos monstruosos, en cantidad y en calidad, que quizá ni siquiera hubiésemos podido imaginar ante los primeros brotes de modernismo. [Estas palabras fueron escritas tan solo nueve años después del Concilio Vaticano II, hace más de cuarenta años]


Lo que inicialmente se mostraba sólo, aunque ya fuese muy grave, como la reducción de las Verdades dogmáticas a la simple experiencia subjetiva (...) se ha degradado aún más: las hondas exigencias del alma (...) quedan disueltas en la horizontalidad sin relieve de lo mundano: identificando el amor de Dios con las aspiraciones o deseos más inmediatos del hombre-masa, sometido a los determinismos de la planificación materialista y atea y a la de los instintos animales.


(...) Si, para combatir eficazmente los males del modernismo, san Pío X -como de modo análogo había hecho antes León XIII- señalaba, entre los más importantes remedios que urgía poner, el fiel seguimiento de la filosofía y de la teología de santo Tomás, es patente que ahora se impone, como nunca, el estricto cumplimiento de esa disposición. [Lo veremos en la siguiente y última entrada de esta serie]



(Continuará)