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miércoles, 24 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (4 de 9) : 1ª CAMPANADA (2 de 2)



LUCHA INTERIOR

(...) La lucha interior no es una simple ascesis (...). Es la consecuencia lógica de la verdad que Dios nos ha revelado acerca de Él mismo, acerca de nuestra condición y acerca de nuestra misión en la tierra. Sin esa batalla interior, sin participación en la Pasión de Cristo, no se puede ir detrás del Maestro (...) Muchos pretenden componer una vida según las categorías mundanas, con el seguimiento de Jesucristo, sin Cruz y sin dolor. Y esto no es posible sin alterar sustancialmente el mensaje de Nuestro Redentor, porque "no es el discípulo más que su Maestro" (Mt 10, 24) y el discípulo de Cristo ha de estar dispuesto a negarse y a dar la propia vida por la salvación de los demás (Mt 16, 24-25)

[La última cita a la que se refiere san Jose María son estas palabras de Jesús a sus discípulos: "Si alguno quiere venir detrás de Mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por Mí, la encontrará"]

COMBATE CRISTIANO Y AMBIGÜEDAD EN LA IGLESIA

La lucha interior (...) nos prepara para esta otra vertiente del combate cristiano, que implica el cumplimiento en la tierra del mandato divino de ir y enseñar su verdad a todas las gentes y bautizarlas (cfr Mt 28, 19).

Mi dolor es que esta lucha, en estos años, se hace más dura (...) por la confusión y por el deslizamiento que se tolera dentro de la Iglesia, al haberse cedido ante planteamientos y actitudes incompatibles con la enseñanza que ha predicado Jesucristo y que la Iglesia ha custodiado durante siglos.

(...) Hay muy pocas voces que se alcen con valentía para frenar esta disgregación. Se habla de unidad y se deja que los lobos dispersen el rebaño; se habla de paz y se introducen en la Iglesia (...) las categorías marxistas de la lucha de clases (...); se habla de emancipar a la Iglesia de todo poder temporal y no se regatean los gestos de condescendencia con los poderosos que oprimen las conciencias; se habla de espiritualizar la vida cristiana y se permite desacralizar el culto y la administración de los sacramentos, sin que ninguna autoridad corte firmemente los abusos -a veces auténticos sacrilegios- en materia litúrgica (...)

VIOLENCIA CONTRA LOS FIELES CATÓLICOS

(...) No se puede imponer por la fuerza la verdad de Cristo, pero tampoco podemos permitir que, con la violencia de los hechos, nos dominen como ciertos y justos, criterios que son una patente deserción del mensaje de Jesucristo: esta violencia se comete, por algunos, impunemente, dentro de la Iglesia (...).

(...) Violencia se hace, también diabólica, cuando se manipulan los textos de la Sagrada Escritura y se llevan al altar, en ediciones equívocas que cuentan con aprobaciones oficiales. Y no podemos dejar de ver el brutal atropello que se impone a los fieles, y en los fieles al mismo Jesucristo, cuando se oculta el carácter de Sacrificio de la Santa Misa (...)

RESISTENCIA

Nos sentimos obligados a resistir a estos nuevos modernistas -progresistas se llaman ellos mismos, cuando de hecho son retrógrados, porque tratan de resucitar las herejías de los tiempos pasados-, que ponen todo en discusión, desde el punto de vista exegético, histórico, dogmático, defendiendo opiniones erróneas que tocan las verdades fundamentales de la fe, sin que nadie con autoridad pública pare y condene reciamente sus propagandas. Y si algún pastor habla decididamente, se encuentra con la sorpresa -amarga sorpresa- de no ser suficientemente apoyado por quienes deberían sostenerlo. Esto provoca la indecisión y la tendencia a no comprometerse con determinaciones claras e inequívocas.

(...) Se facilita la agitación con un silencio que clama al cielo, cuando no se coloca a los saboteadores de la fe en puntos neurálgicos, desde los que puedan sembrar la confusión "con aprobación eclesiástica". Ahí están tantos nuevos catecismos y programas de "enseñanza religiosa" testimoniando la verdad de lo que afirmo.

Para resistir a esta presión, para perseverar en la buena doctrina (...) hemos de ayudarnos unos a otros (...) con la oración, con la mortificación, con el trabajo, con la corrección fraterna, con el cariño de hermanos (...) Hagamos el propósito firme de defender la fe tradicional; de no tolerar (...) los gérmenes de ninguna herejía.

MODO DE ACTUAR

Una medida concreta de prudencia, para rechazar y oponerse a la disolución de la fe y de las costumbres, es sujetarse humilde y gustosamente al condicionamiento que supone evitar determinadas lecturas (...) No debemos leer libros de mala doctrina o literatura que disuelve las costumbres.

(...) En algunos ambientes eclesiásticos se percibe actualmente una especie de extraño complejo de inferioridad, ante todo lo que está emparentado con el marxismo. Este complejo, además de denunciar una notable pereza intelectual, evidencia de modo elocuente, la debilitación de la fe y la ignorancia o la superficialidad.

(...) Hay abundante material de orientación doctrinal (...) verdadera pedagogía de la vida cristiana (...) Asimilad bien y transmitid esos criterios y esos contenidos doctrinales, que aumentan la capacidad de discernimiento en estos momentos de confusión (...) Es ésta una labor colosal que nunca debemos descuidar: robustecer las creencias vacilantes de tantas almas, fortalecer la sana doctrina. La fe da lugar a un avance indefinido en la teología; pero los dogmas no varían. La fe es la de siempre, como son los mismos los medios con que contamos los cristianos para hacernos santos.

(...) No podemos dormirnos ni tomarnos vacaciones, porque el diablo no tiene vacaciones nunca y ahora se demuestra bien activo. Satanás sigue su triste labor, incansable, induciendo al mal e invadiendo el mundo de indiferencia: de manera que muchas gentes que hubieran reaccionado, ya no reaccionan, se encogen de hombros o ni siquiera perciben la gravedad de la situación; poco a poco, se han ido acostumbrando.

(...) Hijos míos, sintamos el deber de ser leales a cuanto hemos recibido de Dios, para transmitirlo con fidelidad. No podemos, no queremos capitular. No os dejéis arrastrar por el ambiente. Llevad vosotros el ambiente de Cristo a todos los lugares (...) La verdad de Dios es eternamente joven y nueva. Cristo no queda jamás anticuado: Iesus Christus, heri et hodie, ipse et in saecula (Heb 13, 8) 

[Jesucriso es el mismo ayer y hoy, y lo será siempre]

AGRADECIMIENTO Y CONFIANZA

Hijos míos: adelante, pues, con fe, con piedad, obedientes, seguros en el Señor. Vayamos detrás de Él, con la oración, como la hemorroísa, tratando de tocar la orla de su manto. Jesucristo nos escucha si le pedimos con la fe de aquel pobrecito: Si vis, potes ... (Mt 8, 2) 

[Señor, si quieres puede limpirame]

Vivamos en una continua acción de gracias a nuestro Dios. Acciones de gracias que son un acto de fe, que son un acto de esperanza, que son un acto de amor. Agradecimiento, que es conciencia de nuestra pequeñez, bien conocida y experimentada, de nuestra impotencia; y que es una confianza inquebrantable (...) en la misericordia divina, porque Dios, nuestro Señor, es todo Amor (...)

Roma, 28 de marzo de 1973

martes, 23 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (3 de 9) : 1ª CAMPANADA (1 de 2)

Como ya he comentado en la anterior entrada, en lo que sigue no me limito a copiar todo el contenido de las tres campanadas [en realidad, ese contenido completo sólo se conoce de la primera y la tercera campanada]. Comenzamos con la primera campanadaEl cambio de párrafos, del escrito original, viene indicado por puntos suspensivos y normalmente entre paréntesis. En letra mayúscula escribiré, por mi cuenta, un título cada cierto número de párrafos que traten sobre un determinado tema o análogos. Los posibles comentarios que haga irán en azul y entre corchetes. Lo más significativo (a mi entender) lo coloco en negrita.


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TIEMPOS DIFÍCILES Y SOLUCIÓN CRISTIANA 

Queridísimos: (...) Una vez más me siento urgido a escribiros (...) Tiempo de prueba son siempre los días que el cristiano ha de pasar en esta tierra (...) para acrisolar nuestra fe y preparar nuestra alma para la vida eterna. Tiempo de dura prueba es el que atravesamos nosotros ahora, cuando la Iglesia misma parece como si estuviera influida por las cosas malas del mundo (...) sofocando el sentido sobrenatural de la vida cristiana.

Deseo insistiros para que permanezcáis vigilantes y perseveréis en la oración (...) ¡alerta y rezando!, así ha de ser nuestra actitud, en medio de esta noche de sueños y de traiciones, si queremos seguir de cerca a Jesucristo (...) Que nadie se considere inmune del contagio, porque presentan la enfermedad como salud y a los focos de infección se les trata como profetas de una nueva vitalidad.

Los días aquí son pocos y urge trabajar en la tarea de la salvación, sin perder un momento, ahogando el mal en abundancia de bien. Quien se quedara paralizado (...) acabaría siendo arrastrado.

UNA PUERTA ABIERTA AL DIABLO, EN LA MISMA IGLESIA

Tened la firme persuasión de que no es la doctrina de Jesús la que se debe adaptar a los tiempos, sino que son los tiempos los que han de abrirse a la luz del Salvador 

[Han transcurrido más de cuarenta años desde que San José María pronunció estas palabras, y salta a la vista de todos ese afán de "diálogo" con todos, que lleva a rebajar nuestra Religión, en conformidad con las ideas mundanas, y a considerarla como una más;  como si Jesucristo fuese un "dios" añadido al pabellón de los dioses del Olimpo: otro "dios" más; o, si se prefiere, Dios ya no existe. El hombre es el que lleva las riendas y quien hace y deshace: ¡esta cobardía, por parte de los cristianos se volverá en contra nuestra y también del resto del mundo!] 

Hoy, en la Iglesia (...) desde dentro y desde arriba, se permite el acceso del diablo a la viña del Señor, por las puertas que le abren (...) quienes deberían de ser los custodios celosos. (...) Dificultades las ha habido y las habrá siempre, aunque las circunstancias actuales son verdaderamente duras, precisamente porque las asechanzas del diablo vienen alentadas desde dentro de la Iglesia.

PETICIÓN Y ORACIÓN

La única arma que poseemos es la oración, rezar de día y de noche. Y ahora os vuelvo a repetir lo mismo: ¡rezad! ¡rezad!, que hace mucha falta. Estoy persuadido de que esa corrupción creciente que se ve en el mundo, se debe a que muchos en la iglesia han dejado de rezar (...) 

[Si eso ocurría entonces, ¿qué diríamos ahora, cuando en una encuesta reciente que se hizo en Alemania, resulta que un porcentaje muy elevado de sacerdotes y obispos no rezan absolutamente nada? No recuerdo el enlace]


Es hora, pues, de rezar mucho y con amor (...) Se están causando voluntariamente heridas en su Cuerpo [el cuerpo de Cristo] que va a ser muy difícil restañar (...). Imploramos perdón al Señor. Le rogamos que tenga piedad de su Iglesia (...) en estos momentos que son como de locura colectiva.



ADORACIÓN Y SANTA MISA

Alabad continuamente a la Trinidad Beatísima, a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo, con vuestra vida entera, pero de modo particularmente intenso en la Santa Misa.

La Santa Misa es el centro y la raíz de nuestra vida interior, es el momento supremo para adorar, para romper en acción de gracias, para invocar, para desagraviar. Algunos se afanan todo lo posible por arrancar, del Dogma, la certeza de esa renovación incruenta del Sacrificio divino del Calvario [que es, precisamente, la Santa Misa]. ¡Razón de más para que cuidemos, con especial tesón, vivir la Misa, bien identificados con Cristo Señor Nuestro, que es el Sacerdote principal y la Víctima!

REPARACIÓN Y DESAGRAVIO

(...) En estos tiempos (...) cuando se pretende ahogar el trato personal entre Dios y la criatura, con la excusa de un superficial comunitarismo (...) hemos de acercarnos más aún al Señor para decirle: Dios mío, te quiero; Dios mío, te pido perdón.

(...) Hay mucho que reparar dentro del ambiente eclesiástico (..) Esto nos obliga a buscar cada día más la intimidad con Dios. (...) Resulta muy difícil defender la ortodoxia sin ser tachados, dentro de la misma Iglesia -esto es lo más triste- de extremistas o exagerados. Se desprecia (...) a los que quieren permanecer constantes en la fe; y se alaba a los apóstatas y a los herejes, escandalizando a las almas sencillas, que se sienten confundidas y turbadas.

[Estas palabras parece que están escritas para hoy mismo]

VIGILANCIA Y LUCHA INCESANTE

(...) La fidelidad a Jesucristo exige permanecer en continua vigilia (...); no cabe confiar en nuestras pobres fuerzas. Hemos de luchar siempre, hasta el último instante de nuestro paso por la tierra: éste es nuestro destino. (...) Sabemos que arrastramos defectos, pero esto no nos autoriza a desertar.

(...) Fijaos que se fomenta un  clima mundial para centrar todo en el hombre; un ambiente de materialismo, desconocedor de la vocación trascendente del hombre, que sofoca cruelmente la libertad de la persona humana (...) comercializando las pasiones. (...) Masas enteras de gente se dejan conducir por el dictado de unos pocos, que les imponen sus dogmas, sus mitos e incluso todo un ritual desacralizado.

(...) Resulta muy penoso observar que, cuando más urge al mundo una clara predicación, abunden eclesiásticos que ceden ante los ídolos que fabrica el paganismo (...) tratando de justificar la propia infidelidad con falsos y engañosos motivos. Lo malo es que se quedan dentro de la Iglesia, oficialmente.


[Habría tanto que decir sobre esto ... Es tan real; pero, en fin valga, como ejemplo, un botón de muestra. Se trata de un post del Padre Jorge, titulado "En la Iglesia nunca pasa nada"]

(Continuará)

lunes, 22 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (2 de 9) : Su importancia


El contenido completo de esta entrevista al vicario general del Opus Dei, monseñor Mariano Fazio, puede leerse mejor pinchando aquí. O bien, haciendo clic en el siguiente enlace que nos lleva directamente a la entrevista en el periódico el País, el 9 de mayo de 2015. Entre otras cosas dice lo siguiente:

En la Obra tratamos de estar siempre en perfecta sintonía con el Papa de cada momento porque vemos que es una manera de estar también unidos a Dios. (..) Conozco a mucha gente de la Obra que está fascinada con el estilo de Francisco y otros que no le gustan tanto. Y otros que no les gustaba el estilo de Benedicto y ahora están encantados. Son cuestiones totalmente opinables. Pero yo veo una gran unidad con el Papa. [La unidad, más que con el Papa, debe ser con Jesucristo. Eso es lo esencial, pero esta idea no la acabo de ver, por más que busco].


A eso me refería en el post anterior cuando hablaba del espíritu del Opus de ahora. San José María Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei, poco antes de morir, escribió tres cartas dirigidas a los fieles de la Prelatura del Opus. No estaban destinadas al público en general sino para uso restringido de los miembros de la Obra. Se las conoció como las tres campanadas, al ser como tres toques de atención relativos a los graves problemas de la Iglesia, en su propio seno, y a cuál debería de ser su actitud para enfrentarse a ellos. La primera fue escrita el 28 de marzo de 1973. La segunda el 17 de junio de 1973 (ambas en la primavera de 1973). Y la tercera la escribió el 14 de febrero de 1974. Como sabemos, San José María murió el 26 de junio de 1975. Estamos ya a punto de celebrar el cuarenta aniversario de su muerte. 

Estas campanadas vienen a ser profecías porque lo que se relata en ellas es hoy más real que cuando las escribió. Tal vez lo hizo con ese propósito. Solamente se conocen públicamente dos de ellas, la primera y la tercera. De la segunda se conoce un resumen (que yo sepa) dado por Andrés Vázquez de Prada, al referirse a las tres, en su biografía en tres tomos "El fundador del Opus Dei". Sobre estas campanadas habla también el director de Infocatólica en un artículo fechado el 14 de diciembre de 2014

En cualquier caso, todas ellas son conocidas por la Autoridad competente en la Iglesia, pues fueron incorporadas como documentos en el proceso de canonización de Escrivá de Balaguer. Existe aceptación plena por parte de la Autoridad Máxima de la Iglesia acerca de ellas que más que opiniones legítimas vienen a ser una denuncia de todos los abusos que se cometieron después del Concilio Vaticano II; y que van más allá del peligro anunciado en 1972 por el papa Pablo VI, cuando habló del "humo de Satanás" que se había infiltrado en la Iglesia. 

No hay que olvidar que estos documentos fueron escritos hace ya más de 40 años. La canonización de Escrivá de Balaguer convierte su pensamiento en un patrimonio de todos los católicos, no sólo de los miembros del Opus Dei. Su contenido, por lo tanto, puede ser válido para todos los católicos.

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Dicho lo cual paso ya a exponer mi resumen particular sobre dichas campanadas, seleccionando aquellos párrafos que más me han llamado la atención porque son un reflejo de lo que está ocurriendo en la actualidad. En el caso de que hiciera algún comentario concreto, éste vendría entre corchetes y con letra azul, para evitar cualquier tipo de confusión entre lo dicho por el santo y lo dicho por mí. Nota: Hay bastantes resúmenes sobre estas cartas. En particular, caben destacar los que vienen en  "Adelante la Fe" y en "Apocalipsis mariano" (éste último de Luis Eduardo López Padilla)


(Continuará)

El cambio climático es sólo una hipótesis de trabajo (Infocaótica)



Fuente: Infocaótica

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Se dice que existe un consenso científico muy consistente que indica que estamos en presencia de un preocupante calentamiento del sistema climático. ¿Existe tal consenso científico o estamos ante un tópico de la corrección política? (...)

A día de hoy, la teoría del Cambio Climático consiste en la conjunción de tres hipótesis que no siempre suelen distinguirse, pese a que cada una de ellas posee un grado distinto de corroboración. Éstos son los tres pilares del consenso:

A. Existe un calentamiento global de la Tierra.

B. La causa principal del calentamiento global es el efecto invernadero.

C. La causa principal del efecto invernadero son las emisiones de CO2 de origen antrópico.


El lector interesado en obtener una explicación de los tres puntos mencionados, puede leer este enlace. Y se encontrará con que, en estos temas, sólo hay conjeturas de baja probabilidad. Lo cierto es que hay científicos que directamente niegan la existencia de un cambio climático; los hay que aseguran que el cambio climático es real pero que es imposible demostrar que el culpable sea el hombre a través de su emisión de gases de efecto invernadero; o los que creen que efectivamente el clima está cambiando y el responsable es el ser humano, pero advierten que la acción política y científica se ha vuelto ciertamente histérica y se preocupan por el grado de sectarismo y gregarismo que envuelve al tema y que impide la correcta toma de decisiones. A todos estos científicos les une el escepticismo en torno al cambio climático y al calentamiento global terrestre y por eso son objeto de ataques, insultos, infamias, marginación, ostracismo.

Parece un momento oportuno [a la vista de la Encíclica Laudatus si] para recordar que la Iglesia tiene como campo de intervención en los problemas sociales sólo sus aspectos morales: la doctrina social se limita a las consecuencias sociales de la teología moral. El Magisterio no tiene competencia en los aspectos estrictamente científicos y técnicos. Ni la Iglesia, ni ciencia alguna, puede aportar la solución definitiva de un problema cuyos datos se renuevan constantemente. Con el cambio de las circunstancias, lo que ofrece permanencia, en estos campos del saber, son los principios de moral. Las aplicaciones concretas, por ser contingentes, variables y opinables, no pueden constituir un cuerpo doctrinal que se pueda denominar con propiedad Doctrina Social de la Iglesia (en adelante, DSI).

Antes de enseñar sobre lo que deben hacer u omitir los cristianos respecto del calentamiento global, es necesario establecer con certeza moral que: 



a) Tal hecho existe. 
b) Es efecto de causas humanas, dependientes del uso de la libertad. 

[Suponemos que Francisco, asesorado por el Doctor Eximio Tucho Fernández, ha consultado a las más altas autoridades científicas en la materia antes de emitir juicios morales…]

La finalidad de la DSI es promover el bien espiritual de los fieles. Pero si ésta [la DSI] pretendiera aplicar los grandes principios buscando agradar al mundo, promover intereses temporales o hacer triunfar determinados puntos de vista científico-técnicos, subvertiría su finalidad.

domingo, 21 de junio de 2015

¿Es importante lo que el Papa piensa? ¿Hasta qué punto? (2 de 2)


Hay que distinguir entre el Papa (cada Papa concreto, de los que ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia) y el Papado, como Institución fundada por Jesucristo. Ha habido Papas santos, otros no tan santos y algunos un auténtico desastre ... pese a lo cual la Iglesia continúa, aunque se desenvuelva en medio de un ambiente pagano y sea perseguida, pues "las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18), en palabras del mismo Jesucristo.

Es preciso no olvidar que la fidelidad que se le exige a un cristiano no es a tal o cual Papa sino a la Iglesia, como Institución, fundada por Jesucristo quien dijo a san Pedro: "Tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos en la fe" ( Lc 2, 32). A lo largo de veinte siglos la doctrina católica se ha ido consolidando y comprendiendo mejor, tomando como base la Palabra de Dios, contenida en las Escrituras, sobre todo en el Nuevo Testamento, y la Tradición, ambas entendidas a la luz del Magisterio Perenne de la Iglesia. La referencia, como no podía ser de otro modo, son las palabras de Jesús: "El Cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán"(Mt 24, 35). 




Tenemos, además, el resto del Nuevo Testamento. Por ejemplo, el autor de la carta a los hebreos, que afirma que "Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y lo será siempre" (Heb 13, 8). San Pablo, en su segunda carta a Timoteo le dice: "Ten por norma la sana doctrina que oíste de mí, con la fe y la caridad, que están en Jesucristo. Guarda el buen depósito, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros" (2 Tim 1, 13-14). Y, en otro lugar: "Timoteo, guarda el depósito. Evita las novedades profanas y las contradicciones de la falsa ciencia, pues algunos que la profesaban perdieron la fe" (1 Tim 20-21). Y así en infinidad de ocasiones, todas en el mismo sentido. A los gálatas, por ejemplo, les escribe: "Hay quienes os perturban y quieren trastocar el Evangelio de Cristo(Gal 1, 7). Pero, "si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema!" (Gal 1, 9). [La palabra anatema significa maldito]. 

El Evangelio que se ha recibido (no el que nosotros nos inventemos): ésa es la regla que nos sirve para conocer si lo que nos dicen en nombre de Cristo es o no es verdad: "Porque surgirán falsos "cristos" y falsos profetas, y harán grandes signos y prodigios para engañar, si fuera posible, incluso a los mismos elegidos. Mirad que os lo he avisado" (Mt 24, 24-25). [Esto son palabras de Jesús; no me las he inventado yo].


La Iglesia fundada por Jesucristo ha ido saliendo adelante porque Dios ha hecho surgir, en los momentos más críticos de la historia, grandes santos que se han enfrentado incluso a los Papas, cuando éstos no actuaban conforme al pensamiento de Cristo. Y es que los Papas, por muy Papas que sean, no se pueden inventar nada: son simplemente transmisores de la Palabra de Dios, manifestada en Jesucristo: una Palabra que sirve para todos los tiempos y lugares, en lo que a su aplicación se refiere

Nunca, bajo ningún concepto, y menos escudándose en lo que se ha dado en llamar "razones pastorales", los Papas pueden cambiar la Doctrina que han recibido; su misión es transmitirla con fidelidad, de generación en generación, sin añadir ni quitar nada del depósito recibido. (Cfr Ap 22, 18-19). 

Si, por las razones que fuesen, un determinado Papa no cumpliera esa misión, tendría que ser desobedecido, pues la Iglesia no es del Papa sino de Jesucristo. El Papa es el Vicario de Cristo en la tierra, pero no tiene potestad para cambiar el Mensaje evangélico. De hacerlo tendríamos que actuar conforme lo hicieron san Pedro y los Apóstoles, cuando respondieron, en el Sanedrín, al Sumo Sacerdote"Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29). 


Como digo, a lo largo de la historia de la Iglesia han surgido muchos problemas, pero Dios ha suscitado siempre los santos que su Iglesia necesitaba para que ésta no fuera destruida. De ahí que una buena regla, para salir de los escollos en los que podamos encontrarnos, es acudir a la lectura de los libros de los grandes santos, en particular de aquéllos que han sido reconocidos como doctores de la Iglesia. 


En este sentido, posee una especial relevancia Santo Tomás de Aquino, uno de los grandes doctores de la Iglesia que ha sido capaz, ayudado por la gracia, y dedicando a ello toda su vida y su potente inteligencia, de utilizar los vocablos adecuados para expresar por escrito el significado correcto del contenido de las Sagradas Escrituras, al meditar en ellas, sin que su lectura [la de las Escrituras] pudiera ser ya tergiversada.

No es casualidad lo que dice el Papa san Pío X, refiriéndose a Santo Tomás, en su encíclica "Pascendi" (tal es la importancia que le merece este gran santo):

Lo principal que es preciso notar es que, cuando prescribimos que se siga la filosofía escolástica, entendemos principalmente la que enseñó Santo Tomás de Aquino, acerca de la cual, cuanto decretó nuestro predecesor queremos que siga vigente y, en cuanto fuere menester, lo restablecemos y confirmamos, mandando que por todos sea exactamente observado. A los obispos pertenecerá estimular y exigir, si en alguna parte se hubiese descuidado en los seminarios, que se observe en adelante, y lo mismo mandamos a los superiores de las órdenes religiosas. Y a los maestros les exhortamos a que tengan fijamente presente que el apartarse del Doctor de Aquino, en especial en las cuestiones metafísicas, nunca dejará de ser de gran perjuicio.


San Pío X se está refiriendo aquí a la enseñanza en los Seminarios, de manera que los seminaristas -futuros sacerdotes- puedan adquirir la formación adecuada y necesaria para cumplir la misión que les será encomendada. 

Independientemente de esto, de lo que no cabe la menor duda es de que la lectura, por ejemplo, de los escritos de san Agustín, de santa Teresa de Jesús o de san Juan de la Cruz, por poner ejemplos de santos muy conocidos, nos puede hacer mucho bien. Los santos fueron personas de carne y hueso, como nosotros, pero se fiaron de Jesús ... y le entregaron su vida entera para intentar corresponder así al Amor con el que percibieron que eran amados por Él ... de manera que la lectura de sus escritos, desde la buena voluntad que se supone en quien los lee, puede ayudar-entre otras cosas- a entender mejor ciertos pasajes de las Sagradas Escrituras que no acabamos de comprender, por más que los leamos, 

Aunque lo esencial es llegar a la amistad íntima con el Señor ... y esto es personalísimo y no se aprende en ningún libro, sino junto al Sagrario. La palabra de Dios siempre dice cosas nuevas, aun siendo siempre la misma. Tal es su profundidad y su grandeza. De ahí la necesidad de conocerla lo mejor posible en sus fuentes, en particular el Nuevo Testamento, a la luz del Magisterio de la Iglesia. Dios se encargará del resto.

No obstante, dado que estas personas han sido declaradas santas por la Iglesia se supone que en sus escritos, [producto de una vida de estudio y de meditación cerca del Señor, junto al Sagrario] algo se les debe haber "pegado" de ese contacto con Jesús ... y, a través de ellos, es posible que algo se nos pueda pegar también a nosotros. En cualquier caso, lo importante, como digo, es la relación íntima con Jesús, de tú a tú, con cada uno de nosotros.

En fin, para no desviarnos demasiado del tema que nos ocupa, [o sea, sobre si es importante lo que el Papa piensa y dice; y hasta qué punto] aunque, en cierto modo, ya se ha respondido, conviene recordar que el Papa, como cualquier otra persona, dice algunas cosas buenas y otras que no son tan buenas, o bien por ser erróneas, o bien por ser ambiguas. En esos casos tenemos que practicar la virtud del discernimiento, a la luz de la verdad, la cual nos viene del sentido común y de las palabras de Jesús.

Conclusión (para un católico). Ante la pregunta: ¿hay que estar con el Papa? habría que responder con otra pregunta: ¿Qué es más importante, el Papa o la verdad? Para todo aquel que no esté obcecado (tal vez por padecer de una cierta papolatría, de la que, a veces, ni es consciente), la respuesta es clara e inmediata: hay que estar con la verdad ...  Pues así hablaba Jesús: "Todo el que es de la verdad escucha mi voz" (Jn 18, 37). En otras palabras: el que no ama la verdad ( lo que se nota en sus palabras ambiguas o en sus mentiras claras y manifiestas) ese tal no está escuchando la voz de Jesús y se está alejando de Él ... ya no lo sigue, aunque diga otra cosa; está dejando de ser una de sus ovejas, pues según dice Jesús: "Mis ovejas oyen mi voz; Yo las conozco y ellas me siguen" (Jn 10, 27).

Jesucristo era de una claridad meridiana en sus expresiones. A los judíos que decían que tenían por padre a Dios, les dijo: "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais; pues Yo salí y vengo de Dios; no vengo de mí mismo, sino que Él me ha enviado" (Jn 8, 42). Y seguía: "¿Por qué no entendéis mi lenguaje?" (Jn 8, 43a) y les daba una respuesta: "Porque no podéis oír mi Palabra" (Jn 8, 43b). Ya habían hecho su opción contra Jesús, de manera que su inteligencia se había embotado y eran incapaces de entender la verdad

Jesús no se amilana, y continúa hablando: "Vosotros tenéis por padre al Diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. El era homicida desde el principio, y no se mantenía en la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo, porque es mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8, 44). Más claro, agua: el Diablo [que existe y no es ninguna patraña] es el padre de todos los mentirosos. De modo que si alguno dice mentira, la palabra de Dios no está en él.  "Si decimos que no tenemos pecado ... la verdad no está en nosotros" (1 Jn 1, 8). ¿Cuántos creen hoy que son pecadores, si se supone que el pecado no existe y que el Diablo es una quimera? Muy pocos. Y esa es la gran desgracia de nuestro mundo y de la Iglesia actual ... Y, sin embargo, " si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonar nuestros pecados" (1 Jn 1, 9). 

Como decíamos al principio, y esto son palabras del Señor y valen para todos (también para el Papa y los Obispos):  "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mt 24, 35). Esto debe ser motivo de alegría porque, aun en medio de tantas dificultades por las que está atravesando hoy el mundo y la Iglesia, el Señor nos sigue interpelando: "Rema mar adentro",(Lc 5, 4) le dice a Pedro ... y fue tal la cantidad de peces que recogieron que las redes se rompían. Y aquí viene la actitud de Pedro, el cual "se arrojó a los pies de Jesús, llorando, y diciendo: 'Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador' " (Lc 5, 8).

Cuando todo parece perdido, cuando "hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada ..." (Lc 5, 5a), entonces es el momento de fiarnos completamente de las palabras de Jesús, porque está claro que sin Él nada podemos hacer. Así actuó Pedro: "... pero fiado de tu palabra echaré las redes" (Lc 5, 5b). Y la pesca realizada fue grandiosa, hasta el punto de que tuvieron que hacer señas a los compañeros de otra barca para que fueran a ayudarles y, aun así, se llenaron las dos barcas, de modo que casi se hundían (cfr Lc 5, 6-8). Éste es el momento oportuno para ponernos por entero en las manos de Jesús y esperarlo todo de Él. No todo está perdido. Hay nuevos horizontes y nuevas esperanzas. Hoy comenzamos a vivir, porque hoy nos hemos encontrado con Él y, a través de nosotros, muchos lo harán también: "No temas, le dijo a Simón, desde ahora serás pescador de hombres" (Lc 5, 10)

¿Es importante lo que el Papa piensa? ¿Hasta qué punto? (1 de 2)


Depende: si habla de matemáticas, física, química, medio ambiente, etc, ..., no tiene competencia para ello. Sus dichos serían meras opiniones. Puede citar, no obstante, a personas expertas en los distintos temas, como podría hacerlo yo o cualquiera. En ese caso, si se trata de algo comprobado experimentalmente, lo que dijera sería ya algo más que una mera opinión. 


Pero, de todos modos, no es ésa su misión específica como Papa, la cual consiste en hacer todo lo posible -y lo imposible- porque se hagan realidad, ya aquí en este mundo, aquellas palabras que pronunció Jesús, después de haber resucitado, poco antes de su Ascensión a los cielos: "Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar TODO lo que os he enseñado. Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 18-20).


A día de hoy, aún sigue habiendo gente que dice "amén" a todas las palabras que salen de la boca del Papa, como si fueran palabra de Dios, lo que no es verdad ... Sólo cuando el Papa habla "ex cathedra", sus palabras pueden ser reconocidas como infalibles. 


En todo lo demás se puede equivocar, como cualquiera; máxime si habla, como digo, sobre temas en los que no es ningún experto; lo que adquiere una especial gravedad si esas palabras aparecen en una encíclica, dando en ella como ciertos determinados puntos, como el caso del cambio climático que son, cuando menos, muy discutibles. No se pueden dar como ciertos, aduciendo que ... ¡como lo ha dicho el Papa! ¡Pues no: aunque lo haya dicho el Papa!. ¿Qué autoridad tiene el Papa en cuestiones de tipo científico? Porque, además, hay un gran número de expertos que lo cuestionan, con fundamentos reales (algún ejemplo puede leerse pinchando aquí y aquí). También aquí


El lector habrá adivinado ya que me estoy refiriendo a la encíclica "Laudato si" sobre la que ya he escrito, en este blog, un comentario de Fray Gerundio. Algo semejante ocurrió con el Papa Juan Pablo II cuando dijo que la evolución es algo más que una simple hipótesis, cuando no es así. Hay también abundantes escritos en ese sentido (ejemplo: pinchar aquí, aquí, aquí y aquí). 


Hay también acciones papales como los encuentros de Asís que provocan escándalo en una mayoría de fieles, pues equivalen a comparar a Dios con el resto de "dioses", equiparando la Religión Católica a una más entre otras, lo que atenta contra el primer mandamiento de la Ley de Dios. Y, aunque la intención no sea esa, es un hecho que se crea un clima de incertidumbre entre los católicos, debido a la ambigüedad. Esto da lugar a múltiples interpretaciones, lo que no debería de ocurrir. Las palabras de Jesucristo no dejan lugar a dudas, con respecto a lo que Él quería para sus discípulos: "Sea, pues, vuestra palabra, "sí, sí"; "no, no". Lo que pasa de esto, del Maligno viene" (Mt 5, 37)




Un católico ha de regirse por el amor a la verdad y a la sencillez. Todo se halla en Jesucristo: "Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón ... porque mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 29).

¿Obediencia a los Papas? Por supuesto ... siempre que aquello que digan esté en conformidad con la palabra divina y con lo que ha dicho la Iglesia-de-siempre. Por poner un ejemplo: la Iglesia Católica, pese a quien pese, no comenzó hace cincuenta años, a partir del Concilio Vaticano II: su antigüedad es de unos dos mil años. Además, no ha estado equivocada durante tanto tiempo, y lleva ya equivocada a lo largo de veinte concilios, hasta que llegó el concilio número XXI, el Concilio Vaticano II, y puso las cosas en su sitio: ¡Falsedad de falsedades!


No se pueden borrar de un plumazo dos mil años de historia del Cristianismo, como si éste nunca hubiera existido. Y, sin embargo, y aunque parezca mentira, eso es lo que se pretende: en lugar de transmitir a las nuevas generaciones la verdad de los hechos -lo que realmente ha ocurrido- se reniega de los hechos: ahí tenemos a Europa, que ha negado sus raíces cristianas, cuando éstas están más que demostradas. 


Hoy se pretende implantar -a la fuerza, lo quieras o no- el llamado Nuevo Orden Mundial, según la ONU y otras organizaciones similares, el cual es un "invento" humano y una obra de ingeniería social que atenta contra la dignidad de las personas. Y todo el mundo aplaude. O calla. Adulación y cobardía. Y si alguien disiente es ridiculizado, atacado y acallado (cuando menos).


También las "religiones", a excepción de la Católica, son todas "inventos" humanos e "ideologías". Se podría añadir también la religión Judía, pero sólo antes de haber venido Jesucristo, el Mesías prometido, en quien se cumplieron todas las profecías del Antiguo Testamento que hacían referencia a Él. Una vez que Jesucristo ha venido y se ha revelado como el Mesías, los judíos que no han creído en Él no se encuentran ya en la verdadera Religión. No han caído en la cuenta de las palabras de Jesús, cuando decía: "No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirla, sino a darle cumplimiento" (Mt 5, 17). No olvidemos que Jesús nació judío, como también san Pablo y el resto de los Apóstoles.


Acerca de este tema de la infalibilidad de las palabras del Papa tengo escritos algunos post en este mismo blog. Ejemplo: Se puede disentir del Papa y ser un buen católico (pinchar aquí, aquí y aquí); Lo ha dicho el Papa (pinchar aquí y aquí); El papa Francisco y la Verdad; Adhesión al papa Francisco, a pesar de todo


(Continuará)

viernes, 19 de junio de 2015

Enfriamiento Global (Fray Gerundio)


El comentario de Fray Gerundio, sobre  la nueva carta encíclica del papa Francisco "LAUDATO SI"  (Loado seas) es el mejor que he leido y que reproduzco en esta entrada. Muy interesantes también el de Juanjo Romero, de Infocatólica, de título "Dos claves de Laudato si" y el de Panorama Católico Internacional, titulado Ensalada Verde, sobre la nueva encíclica de Francisco


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Si no fuera porque ya me conozco el paño, me resultaría raro que el Papa ande preocupado por el calentamiento global del planeta,[lo que no está nada claro] mientras se está produciendo un enfriamiento global en el mundo católico. Y además, de proporciones siderales. Supongo que esto último debería ser lo que más le quitara el sueño, en vez de andar obsesionado con las ballenas o con los agujeros de ozono. 

Mucho me temo que si aplicamos lo que dijo el Señor de que por sus frutos los conoceréis, se ven aquí unos frutos bastante alejados de lo que debería ser su principal preocupación: la salvación de las almas y confirmar en la fe a los católicos, que es al fin y al cabo lo que Dios le ha encomendado.

Me parece que le pasa al Papa lo que le ocurre a esos que abandonan sus obligaciones más elementales para dedicarse a pequeñas o grandes aficiones. Como esos padres de familia que no hacen mucho caso de sus hijos, pero están trabajando de voluntarios para ayudar a los niños del Nepal, pongo por caso; y regresan a la casa a última hora de la noche, sin poder estar un rato con los niños, porque había mucho trabajo en la ONG de turno. O esas esposas que no cocinan nunca en la casa porque les da pereza, pero se apuntan al curso de cocina de la asociación de amas de casa del barrio. O esos párrocos que nunca visitan a sus enfermos porque tienen mucho trabajo o no dan catequesis porque están muy liados con las actividades culturales de la parroquia. Se podrían poner muchos ejemplos de estas actitudes que, en castellano, reciben el calificativo de irresponsabilidades, pero que requieren un apelativo mucho más fuerte cuanto mayor es el cargo. Si esto le sucede a un Sumo Pontífice, la gravedad es espantosa.

He de reconocer que no tengo fuerzas ni humor para leerme entera la Laudato, pero basta con acercarse a ella en alguno de los resúmenes que se nos ofrecen. Me ha gustado el de Sandro Magister por una doble razón: porque está bien hecho, y porque ahora mismo es el nuevo misericordieado de la Santa Sede, sobre el que se ha construido ya el cadalso para su ejecución, como en las viejas películas del Oeste. Otro caso más de Guillotinas Fulminantes.

Por otra parte, resulta muy divertido saber que tiene uno entre las manos una encíclica del Papa, en la que se habla del aire acondicionado, del huerto en la casa, de apagar la luz, de dar las gracias y de embellecer una fuente. Qué hermoso. No se pierdan lo que dice sobre el elogio del domingo, equiparado al sábado judío: día de la sanación de las relaciones del ser humano con Dios, consigo mismo, con los demás y con el mundo. He de reconocer que en mis años de monje no he escuchado nunca una interpretación tan masónica del Día del Señor. Si esto es así, creo que se puede dejar de ir a Misa (como de hecho ya hacen la mayoría de los cristianos). Bastaría con darle un abrazo al vecino, saludar al repartidor de periódicos, sonreir a la churrera y quemar una varita de incienso mirando al Sol Naciente con un taparrabos indigenista.

Creo que esta pseudo-encíclica es un vertido tóxico y hay que evitar el contagio que transmite. Este reciente y disparatado engendro, supone un nuevo derrumbamiento de algo tan tradicional y clásico como eran hasta ahora las encíclicas papales. A partir de ahora, como ha ocurrido con tantas otras cosas, las encíclicas podrán tratar sobre cualquier tema. El Papa podrá exhortar a los católicos (y a todos los hombres de buena voluntad, que no se me olvide), sobre el cultivo del melón caucásico, el cuidado de la foca bigotuda septentrional o la necesidad de la aplicación de la economía paleolítica al mundo actual. Total, da lo mismo. Otra institución pontificia destruída. Ya nunca se podrá citar una encíclica como algo perteneciente al Magisterio Pontificio, tras este Papa tan magistralmente anti-magisterial. Como las canonizaciones, desde ahora las encíclicas irán ya al cubo de la basura (reciclada, por supuesto).




Creo que la misión del Vicario de Cristo en la Tierra (perdón, en la Madre Tierra), es la de predicar y dar testimonio del Evangelio de Jesucristo. Nunca la de enredarse en cuestiones humanas por muy importantes que puedan parecer. Y menos todavía si son cuestiones que están en entredicho por parte de la comunidad científica. Pero es que además de eso, me parece muy grave que sus preocupaciones magisteriales y educadoras de sus ovejas vayan por estos caminos. Con la que está cayendo en este momento:

- Preocuparse de la extinción de ciertos animales, mientras están extinguiendo cristianos como animales en Oriente Medio, denunciadas con la boca pequeña y con muy poca energía, me parece como poco una hipocresía descomunal (de esa de sepulcros blanqueados).

- Andar preocupado por las especies marinas y oceánicas, mientras se manosea, se pisotea, se cometen sacrilegios sin número con las especies sacramentales (valga la analogía) es -como poco-, de una gravedad inconmensurable.

- Dar la alarma porque no se cuida todo lo que el Creador nos ha dado, mientras se permite la sistemática destrucción de la Revelación y la Tradición -que constituye el depósito que Jesucristo nos ha transmitido-, es una tomadura de pelo. Es muy curioso que se hable de la conservación de la Creación, mientras se olvida, se desprecia y se deja de lado la conservación de la Redención. Ustedes me entenderán, a poco que piensen.

Menos mal que ya quedó todo escrito para nuestra enseñanza. En el Evangelio está todo claramente explicado. Estas “doctrinas” pontificias son cosas humanas. Decía San Juan en su primera carta que ellos son del mundo y por eso hablan del mundo. Y se dirigen a todos (y todas), para cuidar la casa común, cuando hay un lío descomunal en la Iglesia común, fomentado desde allá arriba.

San Pedro, el primer Papa, se empeñó en zascandilear con los judíos para que le aprobaran su actitud y chalaneaba con ellos en ambigüedades notorias. Menos mal que estaba San Pablo por allí y le puso en su sitio [a san Pedro]: Tú eres como los demás. No te es lícito decir una cosa cuando estás con los judíos y otra cuando estás con los cristianos. Y el mismo Señor, nada más nombrarlo Vicario y Piedra, le tuvo que llamar al orden porque quería barrer de un plumazo la Pasión de Cristo: [a san PedroApártate de Mí, Satanás, porque tú piensas como los hombres y NO como Dios

Menos mal que San Pedro comprendió el disparate y aceptó la recriminación. Pudo hacerlo porque no estaba esperando que le concedieran el Premio Nobel de la Paz, o el Gran Delantal del Sumo Hacedor, o el Toisón de Oro de la ONU, o la Mención Honorífica de la Nueva Era.

A mí no me la pegan. Lo realmente importante no es el calentamiento global del planeta (suponiendo que lo hubiera), sino el enfriamiento global del catolicismo. Con razón dijo el Señor que en los últimos tiempos se enfriará la caridad de muchos. Y parece que no estaba muy seguro de encontrar fe sobre la tierra cuando viniera de nuevo en gloria y majestad. A este paso, va a ser que sí.
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NOTA: Sería conveniente leer un artículo de un miembro del IPCC en el que destapa la gran mentira del cambio climático. Puede leerse también otro artículo sobre el mismo tema pinchando aquí