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lunes, 2 de diciembre de 2013

La Iglesia no es una democracia...¡ni puede serlo! (y 2)

Sería, por ejemplo,  realmente preocupante que los enemigos de la Iglesia, aquellos que desean su destrucción, hablasen bien de algún sacerdote, de algún obispo o incluso del Papa. Sería mala señal. Sería una señal inequívoca de que el cristiano en cuestión está pensando al modo del mundo y no conforme a Dios: "Mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos" (Is 55,8). El mismo Pedro, el que sería el primer Papa, cuando Jesús les estaba diciendo a sus discípulos que debía subir a Jerusalén y padecer mucho, que moriría y luego resucitaría al tercer día, lo tomó aparte y se puso a reprenderle: ¡Eso no te sucederá!... Parece lógica la reacción de Pedro, muy humana. Pues bien, y aunque no lo acabemos de entender en toda su profundidad, lo cierto es que "Jesús, volviéndose, dijo a Pedro: 'Apártate de Mí, Satanás!, pues eres para Mí escándalo, porque no gustas las cosas de Dios sino las de los hombres" (Mt 16,23). 

La Iglesia debe ser luz para el mundo, precisamente porque el mundo está en tinieblas y no conoce a Jesús. Por lo tanto, la Iglesia debe anunciar a Jesús venido en carne, con el convencimiento pleno de que "ningún otro Nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos salvarnos" (Hch 4,12) "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí". (Jn 14,6). Cualquier otro camino conduce a la perdición, llámese como se llame. La Verdad es Una. Y tiene un nombre. Es una Persona. Es el Hijo de Dios, el Unigénito, que se encarnó y se hizo hombre. Su nombre es Jesús.



San Juan, como suele ocurrir casi siempre con todas las palabras de la Sagrada Escritura, se expresa con una claridad que no deja lugar a ninguna duda. Sus palabras son muy duras, pero son verdad. Y dice así, para prevenirnos del error, como buen pastor que es y que cuida bien de su rebaño: "Carísimos, no creáis a cualquier espíritu, antes bien examinad si los espíritus son de Dios, porque se han presentado en el mundo muchos falsos profetas. En esto conoceréis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo vino en carne, es de Dios; pero el Espíritu que no confiese a Jesús, no es de Dios; ése es el AntiCristo, el cual oísteis que viene, Y AHORA YA ESTÁ EN EL MUNDO" (1 Jn 4, 1-3). Si esto era verdad cuando fue pronunciado, mucho más lo es ahora, en el momento que vivimos.

Es urgente que los cristianos tengamos muy claro que sólo hay una Religión verdadera, que es la Religión Católica y que el diálogo con otras religiones es imposible, tengan el nombre que tengan, a menos que la idea sea la de tratar de acercarlos a la Verdad, una Verdad que está sólo en Jesucristo, el Único que puede salvarlos. ¿Cómo puede hacerse esto? La respuesta es que sólo será posible si tenemos en nosotros a Jesús (si vivimos Su misma Vida), pues sólo Jesús puede llegar al corazón de esta gente y convertirlos, si ellos ponen de su parte; a nosotros sólo nos toca el rezar por ellos y por su conversión al Catolicismo. Si entendemos por esto el diálogo, como apertura a la Verdad, o sea, a Jesucristo, bienvenido sea ese diálogo (aunque mucho me temo que el llamado ecumenismo y diálogo entre religiones se trate de otra cosa diferente). 


Tal vez alguno piense que tanta seguridad en que nosotros tenemos la Verdad y que no hay otra, no es más que soberbia. Pero se equivoca: no hay vanidad ni presunción ni soberbia de ninguna clase. Se trata de transmitir aquello que se ha recibido, sin mérito alguno por nuestra parte. Aunque la cita sea larga creo que merece la pena transcribirla por completo. Dice San Juan: "Lo que existía desde el  principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han palpado nuestras manos acerca de la Palabra de la Vida -pues la Vida se ha manifestado: nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba junto al Padre y que se nos ha manifestado-, lo que hemos visto y oído, OS LO ANUNCIAMOS para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestra alegría sea completa" (1 Jn 1, 1-4) . 


El cristiano se siente indigno del don recibido. Sabe que no lo merece. Y sólo le queda prorrumpir en acción de gracias a Aquél que "siendo rico se hizo pobre por nosotros, para que nos enriqueciéramos con su pobreza" (2 Cor 8,9). Esta seguridad en Jesús proviene del deseo de parecernos a Él, a quien queremos,  porque Él nos ha amado primero (1 Jn 4,19)... Él, que es nuestro único Maestro y el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas, (Jn 10,11), como efectivamente, así ocurrió. Por eso San Pablo podía decir con tranquilidad y seguridad: "Sufro, pero no me avergüenzo, pues sé muy bien a quien me he confiado" (2 Tim 1,12)


El anuncio de la Palabra de Dios siempre conlleva padecimientos y persecuciones, pero esto es lo normal en un cristiano, quien debería sentirse dichoso si tal cosa le ocurriese. Recordemos cómo los fariseos  "llamando a los apóstoles, los azotaron, les ordenaron que no hablaran en el nombre de Jesús, y los soltaron. Ellos se retiraron gozosos de la presencia del Sanedrín por haber sido dignos de sufrir ultrajes a causa de su Nombre" (Hech 5,41). Pues ésto es precisamente lo propio y específico en un cristiano que lo sea de verdad. Según San Pablo "todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecución" (2 Tim 3,12). Y Jesús decía: "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia" (Jn 15, 18-19). De ahí que diga San Juan: "No os extrañéis si el mundo os aborrece(1 Jn 3,13)

"Un cristiano no puede moverse por lo que le agrada al mundo: "¿Busco yo acaso el favor de los hombres o de Dios? ¿O es que deseo agradar a los hombres? Si aún tratara de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo (Gal 1,10). En realidad, de verdad, un cristiano debería sentirse verdaderamente preocupado si tuviese el favor del mundo, en conformidad con estas palabras que tienen por autor al Espíritu Santo: "No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el Amor del Padre no está en él" (1 Jn 2,15). El mundo de hoy se ha apartado de Dios; quiere alejar a Dios de su vida... Y parece que lo está consiguiendo. Odia con rabia todo lo que le recuerda a Jesucristo. Ya casi nadie cree... Se podría decir que nos encontramos en una situación de Apostasía universal (o bien, muy próximos a ella). Los cristianos son objeto de burla, se les persigue e incluso se les mata... sin que, prácticamente, nadie les acoja ni haga nada por ellos. Esto lo estamos viendo.

No sabemos si estamos ya en los últimos tiempos, porque esto no nos ha sido revelado pero, si no lo estamos, este fin no parece que pueda estar muy lejos por las señales que se perciben y que concuerdan bastante con lo que se encuentra en el Evangelio y en el Nuevo Testamento cuando se habla de la segunda venida del Hijo del Hombre. En todo caso, ése sería otro tema del que se hablará en otra ocasión.

domingo, 1 de diciembre de 2013

La Iglesia no es una democracia...¡ni puede serlo! (1)

El Papa es el representante de Cristo en la Tierra. Es la cabeza visible del Cuerpo Místico, que es la Iglesia. La cabeza invisible es Cristo. Nosotros somos miembros vivos de ese cuerpo Único. Y el Papa, sucesor legítimo de Pedro, tiene la misión  de conservar íntegro el depósito apostólico que ha recibido, tanto oral como escrito, ayudado en esta labor por los obispos, sucesores de los apóstoles. Así lo expresaba San Pablo en su carta a Timoteo"Ten por norma la sana doctrina que oíste de mí, con la fe y la caridad, que están en Cristo Jesús. GUARDA EL DEPÓSITO con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros" (2 Tim 1, 13-14). Y a los primeros cristianos les decía: "Hermanos, manteneos firmes y GUARDAD LAS TRADICIONES que habéis aprendido de nosotros, de palabra o por carta" (2 Tes 2,15).  San Pablo era claro y contundente: "Hay quienes os perturban y quieren trastocar el Evangelio de Cristo. Pero AUNQUE NOSOTROS O UN ÁNGEL DEL CIELO os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! " (Gal 1, 7-). (Anatema significa maldito). Y, dada la importancia de lo que acaba de decirles se lo vuelve a repetir, con insistencia: "Si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema!" (Gal 1, 9). 



De modo que nadie, absolutamente nadie, ni siquiera el Papa, puede arrogarse el cambiar el depósito de la Revelación, contenido en la Sagrada Escritura, sobre todo en el Nuevo Testamento. La Revelación acaba con la muerte del último de los apóstoles, que es San Juan. El mismo San Juan insiste en esta idea, sumamente importante, refiriéndose, en este caso al libro del Apocalipsis: "Si alguien añade algo a esto, Dios enviará sobre él las plagas descritas en este libro; y alguien sustrae alguna palabra a la profecía de este libro, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que se describen en este libro" (Ap 22, 18-19). 

Al fin y al cabo, la Sagrada Escritura es la Palabra de Dios: el Espíritu Santo es su autor. Los que la escribieron fueron instrumentos libres de los que Dios se valió para que lo conociéramos (cada uno con su estilo y su personalidad, pero diciendo siempre aquello que Dios quería que fuera dicho para nuestra salvación). La Palabra de Dios debe ser mantenida íntegra hasta el fin de los tiempos, sin quitarle ni añadirle nada, pues "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13,8). 

Por otra parte, Jesús instituyó su Iglesia, primero mediante una promesa: "TÚ ERES PEDRO y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos y cuanto ates en los tierra será atado en los cielos, y lo que desates en la tierra será desatado en los cielos" (Mt 16,18-19). Y luego, cuando resucitó, confirmó a Pedro en su cargo, preguntándole por tres veces: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" a lo que Pedro, entristecido de que se lo preguntara por tres veces, le contestó: "Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo" . Y  tras cada respuesta le contestaba: "APACIENTA MIS OVEJAS" (Jn 21, 15-17). Y mientras esperamos su segunda venida, tenemos sus palabras en nuestra mente y en nuestro corazón: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los tiempos"  (Mt 16,20). Y vivimos así de esperanza con la seguridad y la confianza que nos dan las palabras del Señor: "El Cielo y la Tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" (Mt 24,35)


El primado de Pedro es fundamental. La Iglesia tiene una estructura jerárquica, por voluntad expresa de Jesucristo, su fundador. LA DEMOCRACIA EN EL SENO DE LA PROPIA IGLESIA ES INCONCEBIBLE. Pedro tiene el poder y la autoridad que de Cristo ha recibido; sólo de Él la ha recibido. Esto es muy importante. Pedro no ha sido elegido por consenso entre los apóstoles, ni representa a la comunidad eclesial. Su misión fundamental es la de transmitir el depósito recibido a todas las generaciones que le van sucediendo y así hasta el final de los tiempos, en que tendrá lugar la segunda venida de Jesucristo, para el Juicio Final. 

El Papa, por lo tanto, sucesor legítimo de Pedro, tiene que cuidar de las ovejas que le han sido encomendadas (que somos todos los cristianos) dándoles el buen pasto que necesitan. Este pasto es la Palabra de Dios, íntegra, no adulterada, ni falsificada, ni ocultada. Las siguientes palabras que San Pablo dirige a los Corintios, deben hacerse vida en todos los cristianos pero, de una manera muy especial, en el Papa, que es quien va delante de las ovejas: "Somos-dice- para Dios el buen olor de Cristo, para los que se salvan y para los que se pierden: para éstos olor de muerte para la muerte; para aquellos, olor de vida para la vida" (2 Cor 2, 15-16). Y continúa: "Pues no somos como la mayoríatraficantes de la palabra de Dios, sino que con sinceridad y como viniendo de Dios, en presencia de Dios, hablamos en Cristo" (2 Cor 2,17).  

Sólo la Iglesia Católicaen cuanto Iglesia,  fundada por Jesucristo y fiel a su mensaje, es la que tiene la correcta interpretación de las palabras de Jesús: "Sabed, ante todo, que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia, porque nunca profecía alguna fue proferida por voluntad humana sino que, movidos por el Espíritu Santo, han hablado los hombres de parte de Dios" ( 2 Pet 20-21).  Al igual que Jesucristo, el Papa (y los obispos en comunión con el Papa y fieles a la tradición multisecular) debe ser también un buen pastor y cuidar del rebaño que le ha sido confiado, cuidando de que sus ovejas no descarríen y se pierdan, engañadas por sus enemigos. De ahí la necesidad y la obligación que tenemos los cristianos de rezar por el Papa para que el Espíritu Santo lo ilumine a fin de que tome las decisiones que debe, decisiones que, lógicamente, no deben ser las que el mundo aplauda"¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,24). 
(Continuará)

sábado, 30 de noviembre de 2013

Exhortación apostólica del Papa Francisco

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA
EVANGELII GAUDIUM
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
A LOS OBISPOS
A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS
Y A LOS FIELES LAICOS
SOBRE
EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 
EN EL MUNDO ACTUAL

Esta primera exhortación apostólica del Papa Francisco está dirigida a TODOS los católicos del mundo y se refiere al anuncio del Evangelio en el mundo actual. Es un texto largo de 224 páginas con 288 puntos, que tratan de diversos temas. A continuación se detalla el índice y la paginación. Si se quiere acceder a su contenido completa pulsar aquí. Puede descargarse en formato pdf. 


ÍNDICE


La alegría del Evangelio [1] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  3

I.

Alegría que se renueva y se comunica [2-8] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

II.

La dulce y confortadora alegría de evangelizar [9-13] . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Una eterna novedad [11-13] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

III.

La nueva evangelización para la transmisión de la fe [14-18] . . . . . . . . . . . 13
Propuesta y límites de esta Exhortación [16-18] . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . .  16



CAPÍTULO PRIMERO: LA TRANSFORMACIÓN MISIONERA DE LA IGLESIA

I.

Una Iglesia en salida [20-24] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . .  19
Primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar [24]  . . . . . . . . . . 21

II.

Pastoral en conversión [25-33] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  23
Una impostergable renovación eclesial [27-33] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25

III.

Desde el corazón del Evangelio [34-39]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30

IV.

La misión que se encarna en los límites humanos [40-45] . . . . . . . . . . . . . .  34

V.

Una madre de corazón abierto [46-49] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39



CAPÍTULO SEGUNDO: EN LA CRISIS DEL COMPROMISO COMUNITARIO

I.

Algunos desafíos del mundo actual [52-75] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  44
No a una economía de la exclusión [53-54]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
No a la nueva idolatría del dinero [55-56]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
No a un dinero que gobierna en lugar de servir [57-58] . . . .. . . . . . . . . . . . . 48
No a la inequidad que genera violencia [59-60]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Algunos desafíos culturales [61-67] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  51
Desafíos de la inculturación de la fe [68-70] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  57
Desafíos de las culturas urbanas [71-75] . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  59

II.

Tentaciones de los agentes pastorales [76-109]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Sí al desafío de una espiritualidad misionera [78-80]. .  . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
No a la acedia egoísta [81-83] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . 66
No al pesimismo estéril [84-86]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
Sí a las relaciones nuevas que genera Jesucristo [87-92] . . . . . . . . . . . . . . . .  71
No a la mundanidad espiritual [93-97] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  75
No a la guerra entre nosotros [98-101]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Otros desafíos eclesiales [102-109] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81



CAPÍTULO TERCERO: EL ANUNCIO DEL EVANGELIO

I.

Todo el Pueblo de Dios anuncia el Evangelio [111-134] . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Un pueblo para todos [112-114] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
Un pueblo con muchos rostros [115-118] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
Todos somos discípulos misioneros [119-121]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
La fuerza evangelizadora de la piedad popular [122-126] . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Persona a persona [127-129] . . . . . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Carismas al servicio de la comunión evangelizadora [130-131]  . . . . . . . . . . .105
Cultura, pensamiento y educación [132-134] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .106

II.

La homilía [135-144] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108
El contexto litúrgico [137-138] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  . . . . 109
La conversación de la madre [139-141] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
Palabras que hacen arder los corazones [142-144] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .112

III.

La preparación de la predicación [145-159] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
El culto a la verdad [146-148] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
La personalización de la Palabra [149-151] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118
La lectura espiritual [152-153] . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Un oído en el pueblo [154-155] . . . . . . .  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  122
Recursos pedagógicos [156-159] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  . . . . .  . 124

IV.

Una evangelización para la profundización del kerygma [160-175] . . . . . . .  127
Una catequesis kerygmática y mistagógica [163-168] . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
El acompañamiento personal de los procesos de crecimiento [169-173] . . . . 133
En torno a la Palabra de Dios [174-175] .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137



CAPÍTULO CUARTO LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA EVANGELIZACIÓN

I.

Las repercusiones comunitarias y sociales del kerygma [177-185] . . . . . . . .  139
Confesión de la fe y compromiso social [178-179]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
El Reino que nos reclama [180-181] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
La enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones sociales [182-185] . . . . . . . . . . . 144

II.

La inclusión social de los pobres [186-216] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
Unidos a Dios escuchamos un clamor [187-192] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
Fidelidad al Evangelio para no correr en vano [193-196]  . . .. . . . . . . . . . . . .152
El lugar privilegiado de los pobres en el Pueblo de Dios [197-201] . . . . . . . .  155
Economía y distribución del ingreso [202-208] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  160
Cuidar la fragilidad [209-216] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164

III.

El bien común y la paz social [217-237] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
El tiempo es superior al espacio [222-225] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
La unidad prevalece sobre el conflicto [226-230] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
La realidad es más importante que la idea [231-233]. . . . . . .  . . . . . . . . . . . . 176
El todo es superior a la parte [234-237] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177

IV.

El diálogo social como contribución a la paz [238-258] . . . . . . . . .  . . . . . . .  180
El diálogo entre la fe, la razón y las ciencias [242-243] . . . . . . . . . . .  . . . . . . 182
El diálogo ecuménico [244-246] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
Las relaciones con el Judaísmo [247-249] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .186
El diálogo interreligioso [250-254] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
El diálogo social en un contexto de libertad religiosa [255-258] . . . . . . . . . . . 191



CAPÍTULO QUINTO: EVANGELIZADORES CON ESPÍRITU

I.

Motivaciones para un renovado impulso misionero [262-283] . . . . . . . . . . . .  196
El encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva [264-267] . . . . . .  . 198
El gusto espiritual de ser pueblo [268-274] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202
La acción misteriosa del Resucitado y de su Espíritu [275-280] . . . . .. . . . . . . 207
La fuerza misionera de la intercesión [281-283]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212

II.

María, la Madre de la evangelización [284-288]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
El regalo de Jesús a su pueblo [285-286] . .  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  214
La Estrella de la nueva evangelización [287-288] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216


jueves, 14 de noviembre de 2013

Encuesta universal (y 4)




Se me viene a la mente aquella frase del Evangelio que hoy tiene una tremenda actualidad: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño" (Mt 26,31). Aquellas palabras que pronunció el papa Pablo VI en la homilía de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, en 1972: "el humo de Satanás se ha infiltrado en la Iglesia",  son ahora más ciertas que entonces... porque, a lo que parece, ese humo aún sigue dentro. Es cierto que dijo Jesús: "Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5, 4), pero también dijo: "¿Pensáis que cuando venga el Hijo del hombre encontrará fe en la Tierra?" (Lc 18, 8). Hoy hay una gran crisis de fe, una apostasía universal. El mundo, en su conjunto, ha dejado de ser católico, se diga lo que se quiera. Por ejemplo: ¿Quién cree hoy, de verdad, en Jesucristo, como Hijo de Dios y Dios verdadero? ¿Quién cree en su presencia real en la Eucaristía?  ¿Quién cree que existe el Cielo y el Infierno? ¿Quién cree en la resurrección real del Señor? ¿Quién en la virginidad de María, la Madre de Jesús y, por lo tanto, madre de Dios? ¿Quién cree en la Iglesia como Una, Santa, Católica y Apostólica?  Y así podríamos seguir haciendo todo tipo de preguntas relacionadas con la fe. De seguro que nos encontraríamos con respuestas sorprendentes provenientes de los mismos católicos, aquellos precisamente a quienes se les va a consultar sobre qué es lo que les parece que está bien y lo que no está bien en el ámbito de la familia. Esto es muy preocupante. 


"Nadie puede servir a dos señores" (Mt 6,24). No se puede estar con Dios y con el mundo. "Quien no está conmigo está contra Mí; y quien no recoge conmigo, desparrama" (Lc 11,23). Y las palabras de San Juan son muy fuertes: "todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; ése es el espíritu del Anticristo, de quien habéis oído que va a venir, y  ya está en el mundo" (1 Jn 4, 3), palabras que si tenían actualidad cuando fueron dichas, hoy la tienen aún más. 




Yo respeto profundamente a los Papas, porque son los representantes de Cristo en la Tierra y hacen sus veces. Pero eso no me impide pensar: si no hay amor a la verdad no hay tampoco amor a Jesús quien dijo de sí mismo que "Él era la Verdad" (Jn 14,6). Por eso me permito hacer las reflexiones que hago en este artículo, cuyo objeto no es la crítica, sin más, sino el ejercicio del discernimiento, del que, con toda la razón del mundo,  tanto habla nuestro querido Papa que debemos hacer uso, en conformidad con lo que hacía San Ignacio de Loyola. 


Yo no pretendo juzgar aquí al Papa ni a nadie, ni siquiera a mí mismo. Eso es cosa del Señor, que es quien conoce el fondo de todos los corazones y posee todos los datos que nosotros ignoramos. Además, podría hablar de infinidad de temas sobre los que se ha pronunciado el Santo Padre, con relación a Jesús y a la fe, que son muy hermosos.  Hay homilías muy bellas del Papa Francisco. Yo he comentado alguna. Pero ello no obsta para que me haga preguntas sobre aquello que no entiendo. Por ejemplo:  ¿A qué se debe que casi todo el mundo hable hoy bien del Papa Francisco, tanto cristianos como no cristianos e incluso ateos? De hecho hay un libro, escrito por un sacerdote, titulado "Francisco, el Papa de todos". A mí eso me llama la atención. No hay día que no aparezca un titular en los periódicos hablando del papa Francisco, ..., alabándolo, sobre todo en aquellos periódicos que son anticlericales. ¿Por qué? ¿Qué es lo que hace que los enemigos de la Iglesia celebren tanto las actuaciones de este nuestro Papa? Luego está el hecho de que hace ciertas declaraciones que, aunque no sean pronunciadas ex cathedra (y en ese sentido son opiniones) no cabe duda de que, siendo el Papa quien las hace, en el mejor de los casos, le dejan a uno bastante confuso. Surgen voces, con muy buena intención (no me cabe duda) que dan a la gente la interpretación de lo que ha querido decir el Papa, en realidad. Eso es así. Pero lo cierto  y verdad es que lo que ha dicho lo ha dicho. (Hay una serie de afirmaciones que ha hecho el Santo Padre que son bastante discutibles, por no decir otra cosa, y de las que hablaré en otros artículos). Y se ha creado un clima de confusión y desconcierto en el pueblo cristiano, lo que no tendría por qué ocurrir. La referencia es siempre nuestro Señor Jesucristo. Esto era lo que decía el Señor a sus discípulos: "Que vuestro modo de hablar sea: 'Sí, sí; 'no, no'. Lo que exceda de esto, viene del Maligno" (Mt 5,37).Y luego, el Señor aconseja prudencia y sencillez"Mirad que os envío como ovejas en medio de lobos. Por eso, sed sagaces como las serpientes y sencillos como las palomas" (Mt 10, 16).   




Y, sin embargo, a pesar de todo lo dicho, los cristianos no debemos inquietarnos. El Señor nos ha colocado en este mundo con una misión. La época en la que vivimos es la mejor época en la que podríamos haber vivido, puesto que en ella nos ha colocado el Señor. Y Él quiere lo mejor para nosotros. Es aquí y ahora donde tenemos que santificarnos. Sabemos, porque Jesús nos lo ha dicho, que Dios es un Padre bueno, que cuida de nosotros  y que nos quiere con locura; y no consentirá que se pierda ninguno que, actuando con sinceridad y buena voluntad, ponga los medios que Dios le ha dado para poder hacer frente a todos los avatares que vayan surgiendo a lo largo de su vida:"Fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación os dará la fuerza para que podáis superarla" (1 Cor 10,13). 


Pero eso sí: no podemos descuidarnos. Debemos estar siempre alerta, lo que, en realidad, no es tan difícil si de verdad lo queremos. Estas son sus palabras: "Velad porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor" (Mt 24,42). En el mundo vamos a tener dificultades. Eso ya lo sabemos. Pero tenemos la fortaleza del Espíritu de Jesús, que es el Espíritu Santo,  que nos impide atemorizarnos: "No hay temor en el amor, porque el amor perfecto rechaza el temor, pues el temor mira al castigo, y quien teme no ha alcanzado la plenitud en el amor" (1 Jn 4, 18). Es precisamente todo lo contrario: "Cuando comiencen a suceder estas cosas (catástrofes, persecuciones, etc...) tened ánimo y levantad vuestras cabezas, porque se aproxima vuestra redención".(Lc 21, 28) Debemos grabar estas palabras en nuestra mente y en nuestro corazón, porque nos va en ello la vida, en todos los sentidos (la felicidad en esta vida terrena y luego la vida eterna).


Como colofón a este artículo deseo volver a recordar estas consoladoras palabras, que ya cité en la primera parte, pero que nos conviene retener con fuerza, pues nos pueden y nos deben orientar, en este mundo tan confuso, acerca de lo que tenemos que hacer si no queremos perdernos: AUNQUE NOSOTROS MISMOS O UN ÁNGEL DEL CIELO OS ANUNCIÁSEMOS UN EVANGELIO DIFERENTE DEL QUE HABÉIS RECIBIDO, ¡SEA ANATEMA! (Gal 1, 8) 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Encuesta universal (3)

¿Por qué ese interés tan grande por parte de algunos miembros de la Iglesia Jerárquica en seguir las enseñanzas del mundo, en abrirse al mundo, en pensar con criterios mundanos ? ¿Por qué ese afán de ser aplaudidos por el mundo, siendo así que los criterios de la Iglesia son contrarios a los del mundo? ¿Es que no nos importa el perder la propia identidad con tal de que así hablen bien de nosotros? Pues éstas no son las enseñanzas contenidas en las Sagradas Escrituras. Dice San Pablo a los gálatas: "¿Busco yo acaso el favor de los hombres o de Dios? ¿O es que deseo agradar a los hombres? Si aún tratara de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gal 1,10). 

Porque,  si analizamos los hechos (y los hechos son innegables), parece que hay en la Iglesia un deseo de agradar a todos (¡ojalá me equivocase!) como si el Catolicismo no fuese la Única Religión verdadera, como si todas las religiones tuviesen el mismo valor; o, si se quiere, como si todas las religiones fuesen verdaderas (lo que equivale a decir que todas son falsas) Se pretende que la Religión haga referencia tan solo al sentimiento de cada uno y que no sea ni conocida ni estudiada; que la Religión no tiene por qué influir en la marcha del mundo, que eso es un retroceso, desconociendo así la enorme influencia positiva que ha tenido la Religión (y me refiero ahora a la Religión Católica) tanto en el progreso y desarrollo de la humanidad (en todos los ámbitos, incluido también el científico), como la realidad incontestable de que ha hecho felices a millones de personas. No hay razones de peso para ir contra la Religión... ...en verdad no hay ninguna razón razonable



Claro que el Demonio es el padre de la mentira y es muy hábil en su terreno, así como también lo son sus hijos, para hacerle creer a la gente que la Religión (sobre todo, la Católica) ha sido nefasta para el progreso. No importa que eso sea completamente falso, como demuestra la historia, pues "si los hechos están en contra de las ideas paganas, peor para los hechos" (sencillamente se falsea la historia para transmitir a la gente -tergiversándolo, además-  sólo aquello que ellos quieren que la gente conozca). La manipulación histórica es, en este sentido, tremenda. De modo que, tal como están las cosas,  se está consiguiendo (si es que no se ha conseguido ya) que el reinado de Dios sea sustituido por el de los hombres. Dios no existe; es un mito propio de personas sin cultura.  El hombre es dios para sí mismo. Y si cabe hablar de alguna religión ésta es la religión del hombre, que es el único que cuenta. Esto sería así, lógicamente, para los ateos y los agnósticos... en principio.


Y digo esto porque, además, se está extendiendo también, en el seno de la misma Iglesia, la idea (¡falsa!) de que todos los hombres se salvan, hagan lo que hagan, lo quieran o no, lo sepan o no lo sepan. Ya no se habla del pecado ni del infierno, ni de la divinidad de Jesucristo ni de su Resurrección y su Presencia real en la Eucaristía, etc... En otras palabras: se omiten las verdades sobrenaturales, que siempre ha enseñado la Iglesia, lo que es de una enorme gravedad, pues aquello de lo que no se habla, al final acaba olvidándose (si es que alguna vez llegó a aprenderse) y lo que es real queda reducido a mito.


¡Qué pocos son los pastores en la Iglesia de nuestro tiempo que hablen de estas cosas que son fundamentales para que la Iglesia pueda continuar existiendo como tal Iglesia, conservando las verdades que recibió de su Fundador; sin las cuales acabaría desapareciendo. Sabemos que la Iglesia no será destruida, pero sí puede quedar reducida a su mínima expresión. Jesús hablaba de "mi pequeño rebaño" (Lc 12,32), refiriéndose a sus discípulos. 

¿Significa esto que estamos cerca del final de los tiempos? Es difícil saberlo, aunque hay bastantes indicios de que así podría ser. Recordemos, por ejemplo, lo que dice san Pablo a los Tesalonicenses, acerca de la proximidad de los últimos tiempos y de la segunda venida del Señor: "Que nadie os engañe de ninguna manera, porque antes ha de venir la apostasía y se ha de manifestar el hombre de iniquidad, el hijo de la perdición, que se opone y se alza sobre todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta llegar a sentarse en el templo de Dios, manifestando que él es dios" (2 Tes 2, 3-4). No es arriesgado aventurar que nos encontramos actualmente en una situación de apostasía general a nivel mundial. De manera que si no estamos ya en la Apostasía general, de la que nos habla san Pablo,  sí es cierto que nos estamos acercando a ella a pasos agigantados. 


Sobre este asunto dice Jesús que "acerca de aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre" (Mt 24,36) [Se refiere, evidentemente, al Hijo, en cuanto hombre, y en cuanto que no es su misión revelar ese día]  Pero hay algo que sí es cierto y es que ese día vendrá, y vendrá sin anunciarse: "Aquel día vendrá de improviso y caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra" (Lc 21, 34b-35). "Habrá una tribulación tan grande como no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si no se acortasen tales días, nadie se salvaría; pero por los elegidos se abreviarán aquellos días" (Mt 23, 21-22)... "Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre (es decir, la Cruz) y en ese momento todas las tribus de la tierra gemirán y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo, con gran poder y gloria(Mt 23, 30).



Siendo esto verdad, el Señor, como siempre hace, nos da la solución junto al problema, una solución que es sencilla:  "Velad, pues, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor" (Mt 24,42). Tan importante es esto que insiste, repetidamente y en varias ocasiones, en que estemos siempre vigilantes : "Estad preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre" (Mt 24,44). Y san Pedro también es muy claro, cuando nos aconseja cómo proceder en nuestra vida, sabiendo lo que nos espera: "Si todas estas cosas van a destruirse de ese modo, ¡cuánto más debéis llevar vosotros una conducta santa y piadosa, mientras aguardáis y apresuráis la venida del día de Dios, cuando los cielos se disuelvan ardiendo y los elementos se derritan abrasados! Nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva, en los que habita la justicia" (2 Pet 3, 11-13). Y finalmente san Juan, en el Apocalipsis, refiriéndose a la situación en la que se encontrarán aquellos cuyos nombres estén escritos en el libro de la vida ( o sea, en el cielo) dice: "Vi  un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y ya no existe el mar... Ésta es la morada de Dios con los hombres: habitará con ellos y ellos serán su pueblo, y Dios, habitando realmente en medio de ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos; y no habrá ya muerte ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo anterior ya pasó. Y el que estaba sentado en el trono dijo: Mira, hago nuevas todas las cosas. Y añadió: 'Estas palabras son fidedignas y veraces' " (Ap 21, 1.3-5)
(Continuará)

martes, 12 de noviembre de 2013

Encuesta universal (2)

Lo dicho en el post anterior se refiere al contenido de la encuesta. Pero es que el mero hecho de la encuesta, en sí mismo, no me cabe en la cabeza. La Iglesia tiene una constitución Jerárquica y no democrática; y esto es de institución divina. Jesucristo es Rey del Universo "Yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz" (Jn 18,17) y dio el primado a Pedro"Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas" (Jn 21,17), primado que antes le había prometido:  "Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la Tierra quedará atado en los Cielos; y todo lo que desates sobre la Tierra quedará desatado en los Cielos" (Mt 16, 18-19).



Siendo esto así, como lo es, ¿qué sentido tiene para la Iglesia conocer lo que piensa el mundo? Esto se debe, en buena parte,  a la influencia de las filosofías modernas, según las cuales la Iglesia tiene que acomodarse al mundo para no quedarse obsoleta. Es algo que ya se veía venir cuando se hablaba, en el Concilio Vaticano II, del aggiornamiento o puesta al día de la Iglesia, para abrirse a las nuevas corrientes de pensamiento. Maritain hablaba, en su libro El campesino del Garona, de "arrodillamiento ante el mundo" por parte de la Iglesia. Esto es un grave error, pues no es la Iglesia la que se debe adaptar al mundo, sino al revés: son los hombres los que tienen que acomodarse al Evangelio. ¿O es que valen más las "verdades" de los hombres que las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo?  "Yo soy la luz del mundo-decía Jesús-. El que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12). Estas palabras de Jesucristo son palabras de Dios pues "Yo y el Padre somos uno" (Jn 10,30) y "todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre" pero "quien confiesa al Hijo también posee al Padre" (1 Jn 2, 23). "Todo el que se extralimita y no permanece en la doctrina de Cristo no tiene a Dios" (2 Jn, 9). Dios nos lo ha dicho todo en su Hijo, en Jesucristo. Y es su Palabra la que tenemos que escuchar y la única que nos puede dar la vida: "Mis palabras son Espíritu y Vida" (Jn 6,63). En cambio, "vino la luz al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas" (Jn 3,19).

  
Si esto es así, ¿a cuento de qué viene el preparar un cuestionario para todo el mundo mundial sobre temas que no le competen? Porque un católico que "piense" según el mundo, es del mundo y no es católico. En la Biblia viene claramente recogida esta idea, tanto en el Antiguo Testamento: "Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos- oráculo del Señor" (Is 55,8), como, sobre todo, en el Nuevo Testamento, y de una manera tajante: "¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemiga de Dios? Por tanto, quien desee hacerse amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios" (Sant 4,4). Son éstas palabras muy fuertes...¡y verdaderas! El Evangelio es incompatible con el mundo. Decía el Señor, en la oración sacerdotal dirigida a su Padre, hablándole de sus discípulos: "Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como Yo no soy del mundo(Jn 17, 14). Por eso les decía Jesús a sus discípulos: "Si el mundo os odia, sabe que me ha odiado a Mí antes que a vosotros. Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia" (Jn 15,18-19).



De modo que el cristiano tiene que contar con el odio del mundo como una condición esencial a su ser propio de cristiano, hasta el punto de que si no fuera así sería mala señal:"¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,26). Y advierte: "Ellos son del mundo: por eso hablan cosas mundanas, y el mundo los escucha" (1 Jn 4,5). El apóstol, los pastores tienen la obligación de predicar la Palabra con integridad y de no callar nada, aunque eso conlleve el odio y la persecución. De no hacerlo así, según dice Jesús, no estarían cumpliendo con la misión que de Él han recibido. Y de ello tendrán que dar cuenta ante Dios.


Debemos de tener las ideas bien claras y no llamarnos a engaño. Escuchemos lo que nos dice san Pablo: "todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecución" (2 Tim 2,12). Esto es una realidad que podemos ver hoy con toda claridad, si no nos tapamos los ojos: el mundo se ha vuelto de espaldas a Dios; no sólo eso sino que odia a Dios abiertamente y se atreve a blasfemar y a mofarse de Él, no consintiendo que nadie viva conforme a las enseñanzas del Señor. 

San Juan se expresa con palabras tan clarividentes a este respecto, que no dejan lugar a dudas, con respecto a la relación del cristiano con el mundo"No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él". Y, a continuación explica el porqué de esa afirmación: "Porque todo lo que hay el mundo, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, no proceden del Padre, sino del mundo" (1 Jn 2, 15-16). Por eso, "no os extrañe si el mundo os aborrece" (1 Jn 3,13). 

(continuará)

lunes, 11 de noviembre de 2013

Encuesta universal (1)

Desde las más altas instancias del Vaticano se va a realizar una encuesta universal dirigida a todos los católicos con relación a los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelizaciónPara leer su contenido puedes pinchar aquí 

Confieso sinceramente que cuando oí que se iba a realizar tal encuesta no acababa de creérmelo. Me parecía que era una broma, puesto que no tenía ningún sentido. Luego he comprobado que el asunto iba en serio y que no se trataba de ninguna patraña periodística, por desgracia. Y la verdad es que me deja completamente perplejo: La Iglesia tiene muy clara cuál es su misión en este campo concreto de la pastoral de la familia. ¿Qué necesidad tiene de realizar un cuestionario a este nivel? Produce confusión y desconcierto. Es difícil de entender que se tenga que preguntar a la gente que diga lo que le parece que está bien y lo que está mal, lo que debe ser mantenido y lo que debe ser corregido. Por otra parte,  las respuestas que se van a dar a esas preguntas se conocen ya de antemano, pues están enfocadas claramente en una determinada dirección. A mi entender el problema es muy grave.



Dada la mentalidad materialista y hedonista que reina en el mundo, incluso entre católicos, las respuestas que se van a dar van a ser, casi con toda seguridad, de este tipo: Ya va siendo hora de que la Iglesia se amolde a los nuevos tiempos: los preservativos y los anticonceptivos son avances de la ciencia y la Iglesia debería aceptarlos, como algo propio del progreso; las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo deberían admitirse para no crear en estas personas complejos de culpabilidad que les llevan a sufrir; a los divorciados y vueltos a casar se les debería permitir recibir la Eucaristía, pues el no hacerlo supone para ellos grandes sufrimientos, etc, etc, (Por cierto, los "católicos" que contestasen así no serían realmente católicos, pues esas respuestas van directamente contra la moral cristiana)


Aunque si esas son las respuestas que se van a dar, como es más que previsible, ¿qué va a hacer la Iglesia entonces? Porque si no hace nada, ¿para qué tanto sensacionalismo, tanto realce y tanto marear la perdiz, con lo que eso conlleva de pérdida de tiempo y de dinero? (entre otras cosas). Por supuesto que los "progres" lanzarían el grito al cielo (un cielo en el que no creen), bramando contra aquellos componentes de la Curia que le ponen trabas al pobre Papa (dando por supuesto que eso es lo que el Papa desea realmente para que la Iglesia se abra al mundo y así la noticia del Evangelio sea aceptada por la mayoría). 




Y si hace algo (en el sentido de ceder respecto a temas capitales del cristianismo), estaría actuando contra la voluntad de su Fundador, lo que es mucho más grave. No puede caber ninguna duda acerca de que la situación de divorciados y vueltos a casar es objetivamente pecaminosa y constituye un adulterio (esto no lo digo yo, lo dijo Jesucristo). De modo que si recibieran la comunión lo harían en estado de pecado mortal, sumando un nuevo pecado de sacrilegio al que ya tienen. Lo correcto (y lo bueno para ellos) es que reconozcan que están viviendo realmente en una situación de pecado, que se arrepientan de él,  que se confiesen y cambien de vida y vuelvan al redil y a la unión con Jesucristo, que tanto desea su salvación y su felicidad, mucho más que ellos mismos. Respecto a la homosexualidad y el reconocimiento de que se trata de algo normal, dados los tiempos en los que vivimos, decir eso es una falacia y una gran mentira, es un auténtico engaño: no supone ningún progreso, en absoluto, sino un enorme retroceso hacia épocas muy primitivas -y supuestamente superadas- de la historia de la humanidad. Además, está condenada explícitamente en las Sagradas Escrituras, o lo que es igual, está condenada por Dios mismo, puesto que la Escritura es Palabra de Dios: "No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los injuriosos, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios" (1Cor 6, 9-10). 


Todo da la impresión, aunque no nos vamos ahora a detener en este punto, de que nos encontramos ya muy cerca de los últimos tiempos. "Vendrá un tiempo-dice San Pablo- en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus pasiones para halagarse el oído. Cerrarán sus oídos a la verdad y se volverán a los mitos" (2 Tim 4, 3-4) 




En mi opinión, esta encuesta es una grave imprudencia por parte de la alta Jerarquía de la Iglesia. Pues, lógicamente,  (y esto se sabe) surgirán los archiconocidos temas del aborto, la contracepción, los medios artificiales de reproducción, el divorcio, etc, ..., temas que no pueden ser aprobados por la Iglesia de ninguna de las maneras: El Papa no tiene autoridad para permitir esos comportamientos anormales. Su misión es la de guardar y conservar íntegro el depósito de la fe que le ha sido confiado, según lo que decía San Pablo a Timoteo: "guarda el depósito. Evita las novedades profanas y las contradicciones de la falsa ciencia, pues algunos que la profesaban perdieron la fe" (1 Tim 6, 20-21). La Iglesia tiene la misión de mantener íntegro el mensaje de Jesús. Y no puede añadir ni quitar nada a las palabras contenidas en las Sagradas Escrituras. Así  viene recogido en el Apocalipsis, hablando de las palabras proféticas: "Si alguien añade algo a ellas, Dios enviará sobre él las plagas descritas en este libro. Y si alguien quita alguna de las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte en el árbol de la vida y en la ciudad santa que se han descrito en este libro" (Ap 22, 18-19). Hay un texto del Nuevo Testamento que es ciertamente consolador, para evitar en nosotros la confusión. Es aquél en el que dice San Pablo a los Gálatas: " Aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciásemos un evangelio diferente del que os hemos predicado, ¡sea anatema!" (Gal 1, 8). Anatema, o sea, maldito. 

Por eso debemos conocer el Evangelio que nos ha sido anunciado, que proviene directamente de Jesucristo, así como la tradición oral y escrita, para no dejarnos engañar de nadie: "Hermanos, manteneos firmes y observad las tradiciones que aprendisteis, tanto de palabra como por carta nuestra" (2 Tes 2,15)




¿Cuándo ha dicho la Iglesia que no haya que ser comprensivo y misericordioso? Si precisamente esto es esencial al cristiano y fue predicado insistentemente por Jesús:"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia  (Mt 5,7)."Amaos los unos a los otros, como Yo os he amado" (Jn 13, 34). Ahora bien: la misericordia hacia los demás no consiste en darles la razón, aunque no la tengan. El engaño no procede de Dios. Nuestra actitud ha de ser la de "amar al pecador, pero odiar el pecado", como decía San Agustín.  Y el mejor ejemplo de esto lo tenemos en el mismo Jesús. Recordemos el episodio de la mujer adúltera, aquella a la que los judíos querían apedrear. Y entonces "Jesús les dijo: El que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero...Al oírle, empezaron a marcharse uno tras otro, comenzado por los más viejos, y quedó Jesús solo, y la mujer, de pie, en medio. Jesús se incorporó y le dijo: -Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado? - Ninguno, Señor -respondió ella. Le dijo Jesús: Tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más" (Jn 8, 10-11). Ambas cosas tienen que ir siempre de la mano. No hay verdadera misericordia por los demás si no se les dice la verdad para que, reconociendo su pecado y arrepintiéndose, puedan encontrar el perdón que Jesús desea ardientemente para ellos.
(Continuará)

lunes, 4 de noviembre de 2013

Acerca de la Iglesia Católica y su historia (9)

El más grave error de la doctrina de Lutero es que negó el magisterio establecido y su tradición y erigió la conciencia del individuo en juez del contenido de la Biblia. La frase "peca con fuerza, pero cree con más fuerza" procede del propio Lutero (pecca fortiter, sed crede fortius).

Lutero tenía su propia interpretación de la Biblia. Lo curioso es que negó radicalmente a todos los demás la libertad de interpretar la Escritura tal como él la entendía. Lo que significa que la base del luteranismo es un dogmatismo subjetivista o un subjetivismo dogmático. Aquí radica el motivo de la constante fragmentación del protestantismo en múltiples movimientos. Contra su voluntad, pero siguiendo una evolución lógica, Lutero llegó a ser el padre de la conciencia autónoma. (Lortz).

Lutero se quejaba de que su doctrina muchas veces era interpretada "carnalmente", como si fuera una liberación de los vínculos morales, y de que ahora, bajo el evangelio, la moralidad marchaba aún peor que bajo el papado. Pero es que, en buena lógica, "si mi voluntad no es libre, y no puede hacer en absoluto nada provechoso para la salvación, y la concupiscencia es invencible", entonces ¿para qué esforzarse? ¿Por qué no dejarse llevar?. Esta doctrina del luteranismo encierra, en sí misma, el peligro objetivo del quietismo y del libertinaje.

Ciertamente Lutero tenía razón en muchas cosas. Su gran error fue apartarse de la única Iglesia fundada por Jesucristo, a la que su fundador prometió que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Las anomalías dentro de la Iglesia y el mismo oscurecimiento de su doctrina imponen el deber de la crítica y la exigencia de la reforma, pero siempre dentro de la unidad. Las anomalías no pueden justificar jamás un rechazo de la Iglesia misma (Lortz)

[En todo este estudio estoy tomando como libro básico de referencia, aunque no de modo exclusivo, la Historia de la Iglesia, de Joseph Lortz, con muchas frases textualmente sacadas de ese libro, que suelo escribir con letra cursiva]


La confusión teológica era muy grande. Después de infinitas vacilaciones y resistencias de todo tipo por parte de la curia y de la corte de Francia, el mismo rey de Francia y el emperador convinieron en convocar un Concilio, cuyo sesión de apertura tuvo lugar en Trento el 13 de diciembre de 1545, (dos meses antes de la muerte de Lutero) concluyendo el 4 de diciembre de 1563. En total, unos cinco años de actuación, esparcidos en un espacio de 18 años, de 1545 a 1563.

El concilio de Trento es el más largo y uno de los más importantes Concilios de la historia de la Iglesia. Como tuvo dos largas interrupciones, puede dividirse en tres períodos: Bajo el pontificado de Pablo III (del 13 de diciembre de 1545 al 11 de marzo de 1547 en Trento; y en Bolonia desde el 21 de abril de 1547 hasta el 3 de febrero de 1548); suspensión oficial el 14 de septiembre de 1549; bajo el de Julio III (desde el 1 de mayo de 1551 a 28 de abril de 1552); luego hubo una interrupción de diez años; y concluyó finalmente bajo el pontificado de Pío IV (18 de enero de 1562 a 4 de diciembre de 1563). Desde su comienzo hubo 25 sesiones, y fueron aprobándose una serie de decretos. La sesión de clausura (la vigésimo quinta) se celebró durante los días 3 y 4 de diciembre de 1563.

La importancia dogmática del Concilio de Trento consiste en haber eliminado con su luz aquella semioscuridad e incertidumbre reinante en el siglo XV, dando una respuesta clara a los errores protestantes. Así se estableció:

-La Sagrada Escritura y la Tradición como fuentes de la Verdad Revelada
-La Justificación por la gracia y los méritos de Cristo.
-El decreto sobre los sacramentos, que subrayaría aspectos tan relevantes como la transustanciación eucarística, y la sacramentalidad del Orden y de la Unción de enfermos.
- La doctrina sobre el purgatorio, el culto a los santos y las indulgencias.

La importancia reformatoria está en haber orientado las ansias de reforma dentro de la Iglesia, oponiendo a la mal llamada "reforma protestante" una verdadera reforma católica.

El aspecto pastoral fue también de gran trascendencia, pues imprimió carácter a la Iglesia en los siglos sucesivos: los 100 años que siguieron al concilio de Trento fueron para la Iglesia una edad de oro en el campo de la ascética, de la mística, de la santidad heroica, de la evangelización de los pueblos infieles, de la cultura y del arte. Lo que llegó a conseguir el concilio fue la reconstrucción de la unidad religiosa de Europa.

En el campo disciplinar el Concilio tuvo igualmente una gran envergadura. Entre las disposiciones más destacadas podemos citar el deber de residencia de los obispos y la creación de seminarios para la formación del clero, lo que supuso una mejora muy importante para el sacerdocio ministerial.

El 26 de enero de 1564 el Papa Pío IV, mediante la bula Benedictus Deus, aprobó todos los decretos conciliares, dándoles con ello fuerza de ley. Los Papas siguientes, especialmente san Pío V, Gregorio XIII y Sixto V, trabajaron por su aplicación, en lo cual fueron ayudados por una constelación de obispos tan insignes como no los había tenido la Iglesia desde los Santos Padres: san Carlos Borromeo (en Milán), san Juan de Ribera (en Valencia), Bartolomé de los Mártires (en Braga), san Toribio de Mogrovejo (en Lima del Perú), san Francisco de Sales (en Annecy de Saboya), etc.

La gloria mayor del siglo XVI dentro de la historia de la Iglesia católica, lo que constituyó la fuerza y el valor religioso del movimiento reformista católico (lo que a veces es llamado la Contrarreforma) fue el simultáneo florecimiento de la santidad por todas partes. Entre los santos con más influencia cabe destacar a san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, san Francisco de Borja, san Pedro Canisio, san Luis Gonzaga, san Estanislao de Kostka, san Pío V, san Felipe Neri, san Carlos Borromeo, santo Tomás Moro, santa Teresa de Ávila, san Juan de la Cruz, san Pedro de Alcántara y muchos otros: ¡cada santo era irrepetible y original, pero todos ellos estaban en radical unión con el Único Cristo y la Única Iglesia!

Es fundamental tener en cuenta que la salida de aquellas grandes crisis eclesiales fue debida a los santos. Y hoy en día eso es lo que hace falta, más que en ninguna otra época de la Iglesia.

(Continuará)