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jueves, 19 de mayo de 2016

La Amoris Laetitia interpretada por el propio Francisco (5 de 9)




El siguiente párrafo de Amoris laetitia recalca las líneas directrices de esa "conversión pastoral":

“Durante mucho tiempo creímos que con sólo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticasy morales, sin motivar la apertura a la gracia, ya sosteníamos suficientemente a las familias, consolidábamos el vínculo de los esposos y llenábamos de sentido sus vidas compartidas. Tenemos dificultad para presentar al matrimonio más como un camino dinámico de desarrollo y realización que como un peso a soportar toda la vida. También nos cuesta dejar espacio a la conciencia de los fieles, que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas. Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas. (AL 37).

[El propio discernimiento ha de ser un recto discernimientoNo se puede discernir bien sino en base a unos principios que se dan como ciertos e indiscutibles. Un cristiano toma como punto de apoyo la Palabra de Dios ... y es a la luz de esa Palabra como debe discernir su conducta, bien aconsejado por sus pastores quienes, lógicamente, no deben sustituir su conciencia, pero sí iluminarla para que su decisión esté en conformidad con la verdad. Si se le engaña, mediante un concepto falso de la misericordia de Dios, se le hace un grave daño al penitente. Y quien así actúe tendrá que dar cuenta de ello ante Dios, Supremo Juez, en quien la Verdad y la Misericordia se aúnan y se confunden con Él mismo, dada la simplicidad de su Ser]

El Papa Francisco habla de una profunda confianza en los corazones y en la nostalgia de los seres humanos. Se percibe aquí la gran tradición educacional de la Compañía de Jesús a la responsabilidad personal. Habla de dos peligros contrarios : El "laissez-faire" y la obsesión de querer controlar y dominar todo Por un lado es cierto que " la familia no puede renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento, de guía … Siempre hace falta una vigilancia. El abandono nunca es sano”(AL 260).

Pero la vigilancia puede volverse también exagerada: “Pero la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo (…) Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa, sobre todo, es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía”(AL 261). 

Encuentro muy iluminante poner en conexión este pensamiento sobre la educación con aquellos relacionados con la praxis pastoral de la Iglesia. De hecho, en este sentido, el Papa Francisco habla muy seguido de la confianza en la conciencia de los fieles: “Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (AL 37)

La gran cuestión obviamente es ésta: ¿cómo se forma la conciencia?, ¿cómo llegar a aquello que es el concepto clave de todo este gran documento, la clave para comprender correctamente la intención del Papa Francisco, que es “el discernimiento personal”, sobre todo en situaciones difíciles, complejas?

[La formación de la conciencia es un tema fundamental. Existe el peligro, que viene de la llamada moral autónoma de KANT, de que cada uno se forme su propia conciencia, según los criterios que él mismo considere que son los correctos. Y digo peligro porque la referencia que toma KANT en su filosofía idealista no es Dios, no es lo que Dios piensa, no es lo que a Dios le parece, sino que es el pensamiento de cada hombre, lo que a cada hombre le parece. La conciencia sería así relativa sólo a cada persona. Y toda acción ejecutada "según conciencia" se consideraría justa ... lo que, como la experiencia ha demostrado a lo largo de la historia, es un enorme dislate. Cada cual tiene "su verdad".

No existe una verdad absoluta. No existe "la verdad". Todas estas filosofías de tipo idealista (desde Kant hasta Hegel, prácticamente ... añadiendo las filosofías de tinte modernista que rigen hoy el mundo) son la causa (aunque no la causa última, que es el pecado) de la mayoría de los males que acosan hoy a la humanidad y que hace que la relaciones humanas se deterioren ... porque son filosofías que lo centran todo en el propio "yo egoísta" y en las que el verdadero amor está ausente, siendo así que es precisamente el amor la auténtica realidad de la vida, ese amor que se identifica con Dios mismo y que es el que nos proporciona el verdadero sentido y la verdad de la vida.

De ahí que sea necesaria la formación de la conciencia, pues ésta debe de estar regida por la verdad y no por las apetencias personales que, además, son cambiantes y, básicamente, egoístas. La verdad, como sabemos, proviene de Dios y se identifica con Dios, tal y como dijo Jesús, hablando de Sí mismo: "Yo soy la Verdad" (Jn 14, 6). Y Jesucristo es verdadero Dios: "Por Él fueron hechas todas las cosas y sin Él no se ha hecho nada de cuanto ha sido hecho" (Jn 1, 3). ¿Quien puede conocer mejor cómo son las cosas que Aquel que las ha creado, incluido el propio hombre? 

El hombre discierne bien en tanto en cuanto discierne conforme al pensamiento de Dios. El hombre es tanto más él mismo en la medida en la que conforma su mente y su vida al verdadero y único Dios, revelado en Jesucristo. En esa misma medida ve las cosas tal y como realmente son, es decir, tal como Dios las ve y se encuentra así en las óptimas condiciones para un recto discernimiento, que es aquel del que hablaba San Ignacio de Loyola].

El discernimiento es un concepto central de los ejercicios ignacianos. Estos, de hecho, deben ayudar a discernir la voluntad de Dios en las situaciones concretas de la vida. Es el discernimiento el que hace de la persona una personalidad madura, y el camino cristiano quiere ser de ayuda al logro de esta madurez personal, “no para formar autómatas condicionados del externo, telecomandados, sino personas maduras en la amistad con Cristo. Solo allí donde ha madurado este "discernimiento” personal" es también posible alcanzar un "discernimiento pastoral", el cual es importante sobre todo ante “situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone” (AL 6)De este “discernimiento pastoral” habla el octavo capítulo, un capítulo probablemente de gran interés para la opinión pública eclesial, pero también para los medios.

[En esas situaciones, que no responden a lo que el Señor nos propone, en las que se encuentran muchas personas, es ciertamente importante el discernimiento. Éste les debe de servir para diferenciar la verdad de la mentira, aunque el reconocimiento de la verdad conlleve determinado tipo de sufrimientos que preferirían evitar; sin embargo, esos sufrimientos, unidos al sufrimiento de Jesucristo, son purificadores ... y les conducirán, más bien pronto que tarde, a recuperar la paz que han perdido por haberse alejado de Dios. Nunca un correcto discernimiento puede llevar al alejamiento de Dios. Y si ese alejamiento ocurre es que la persona en cuestión ha optado por la mentira ... pero eso no le va a devolver la paz, por más consejeros y acompañantes que estén a su lado. Es preferible estar condicionado externamente por Dios que estar condicionado internamente por su "fuero interior" o su "conciencia", si éstos se oponen a la voluntad de Dios].

Continuará

miércoles, 18 de mayo de 2016

La Amoris Laetitia interpretada por el propio Francisco (4 de 9)


Cardenal Schönborn


Obviamente, este principio continuo de "inclusión" preocupa a algunos. ¿No se habla aquí a favor del relativismo? ¿No se convierte en permisivismo la tan evocada misericordia? ¿ Se ha acabado la claridad de los límites que no se deben superar, de las situaciones que objetivamente se definen como irregulares, pecaminosas? Esta exhortación ¿no favorece una cierta laxitud, un "anything goes"? ¿La misericordia propia de Jesús ¿no es, a menudo, en cambio, una misericordia severa, exigente? Para aclarar esto el Papa Francisco no deja duda alguna sobre sus intenciones y nuestra tarea:

"Los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual, para estar a la moda, o por sentimientos de inferioridad frente al descalabro moral y humano. Estaríamos privando al mundo de los valores que podemos y debemos aportar. Es verdad que no tiene sentido quedarnos en una denuncia retórica de los males actuales, como si con eso pudiéramos cambiar algo. Tampoco sirve pretender imponer normas por la fuerza de la autoridad. Nos cabe un esfuerzo más responsable y generoso, que consiste en presentar las razones y las motivaciones para optar por el matrimonio y la familia, de manera que las personas estén mejor dispuestas a responder a la gracia que Dios les ofrece” (AL 35)

El Papa Francisco está convencido de que la visión cristiana del matrimonio y de la familia tiene, también hoy en día, una fuerza de atracción inmutable. Pero exige "una saludable reacción autocrítica": "Tenemos que ser humildes y realistas para reconocer que, a veces, nuestro modo de presentar las convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo que hoy lamentamos (AL 36). " Hemos presentado un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales. Esta idealización excesiva, sobre todo cuando no hemos despertado la confianza en la gracia, no ha hecho que el matrimonio sea más deseable y atractivo, sino todo lo contrario” (AL 36)


[Que se hayan dado casos en que eso sea así es lógico. Aunque la Iglesia es Santa (así lo proclamamos en el Credo, como dogma de Fe) sin embargo está compuesta por personas humanas, cuya naturaleza está herida por el pecado de origen ... y, en ese sentido, se puede decir que es también pecadora en alguno de sus miembros. Lo que no se puede ni se debe hacer es generalizar. Si la Iglesia ha salido adelante a lo largo de dos mil años es porque ha contado con muy buenos y excelentes pastores, que han sabido querer y aconsejar bien a sus ovejas, las que les habían sido encomendadas por Dios; y no han adulterado ni escondido la Palabra divina, ni se han avergonzado de Jesucristo. No se trata de "idealizar", en el sentido peyorativo de esta palabra, como algo inalcanzable, la realidad de la indisolubilidad del matrimonio. Dios no pide imposibles. Y siempre concede su gracia si se tienen buenas disposiciones y se ponen los medios que Él ha dispuesto para que podamos vencer las tentaciones. 

Si los preceptos de Dios no pudieran ser cumplidos, Dios no sería, entonces, justo, ni tendría corazón. Esto no es así, puesto que "Dios es Amor" (1 Jn 4, 8). Eso sí: con nuestras solas fuerzas no podríamos cumplirlos. Pensar de esa manera nos convertiría en pelagianos (herejes). "Sin Mí nada podéis hacer" (Jn 15, 5), decía Jesús. Sin su gracia estamos perdidos, pero esta gracia Dios no se la niega a nadie que acuda a Él y se la pida, con un corazón contrito y humillado. Dios se enternece cuando reconocemos nuestros pecados e imploramos su perdón, pues no desea otra cosa que nuestro bien, nuestro verdadero bien, que no siempre coincide con la idea de bien que nosotros nos fabricamos con demasiada frecuencia. Por decirlo de alguna manera, "a Dios se le cae la baba por nosotros" (por cada uno) porque nos quiere infinitamente ... y desea nuestra salvación y nuestro bien mucho más que nosotros mismos, aunque no seamos del todo conscientes de esta realidad]

Permítanme relatarles una experiencia de Sínodo de octubre pasado: Que yo sepa, dos de los trece "circuli minores" comenzaron su trabajo haciendo que cada participante contase su propia situación familiar. Pronto se descubrió que casi todos los obispos o los otros participantes del “circulus minor" enfrentaban, en sus familias, los temas, las preocupaciones, las "irregularidades" de las cuales nosotros, en el Sínodo, habíamos hablado de forma algo abstracta. El Papa Francisco nos invita a hablar de nuestras familias "tal cual son".Y ahora, lo magnífico del camino sinodal y de su proseguimiento con el Papa Francisco: Este sobrio realismo sobre las familias "tal cual son" ¡no nos aleja para nada del ideal!. Por el contrario: el Papa Francisco consigue con el trabajo de ambos Sínodos situar a las familias en una perspectiva positiva, profundamente rica de esperanzas. Pero esta perspectiva alentadora sobre las familias exige esa "conversión pastoral" de la que hablaba Evangelii gaudium de una manera tan emocionante

[Sigo pensando en Schönborn, con todos mis respetos, como un "pelotas", un pelotillero de Francisco, para quien todo cuanto dice es positivo y motivo de emoción y de alegría y no sé cuantas cosas más. Por supuesto que hay que conocer y hablar de las familias "tal cual son", pero no para justificar su conducta, si ésta es errónea, pues entonces los hechos se convertirían en ley, aunque fuesen hechos reprobables: se sustituiría la ley de Dios por las ocurrencias de los hombres, lo cual no va a justificar ni a sanar a esas familias, a las que se les estaría conduciendo por un mal camino, aquel que lleva a la perdición. Hay que ser más cauto al hablar de temas tan serios, porque está en juego la felicidad presente y futura de estas personas]

Continuará

Entre grave y ridículo: Diaconisas permanentes (Denzinger- Bergoglio)



Parodia con moraleja

Nota del Denzinger—Bergoglio:

Recibimos de un lector la siguiente colaboración. Si bien no encaja en los estilos de nuestro trabajo, le damos acogida porque, en medio del tono cómico de esta composición, su autor deja traslucir, con inteligencia, una inquietud, llamémosla duda, que compartimos plenamente. Al confrontar diversos documentos, palabras y gestos de Francisco, incluso entre los cuales encontramos, a veces, flagrantes contradicciones, el observador imparcial se pregunta muchas veces ¿cuál es el factor que da cohesión a todo esto? Muchas veces lo encontraremos en la intención inconfesada, pero supuesta, con un cierto margen de seguridad, al aplicar la vieja máxima… Qui prodest? ¿A quién o a qué objetivos favorece todo esto? El lector responda … Dicho esto, lean las siguientes líneas sin acritud y apenas como una leve distracción en medio de los trágicos días que vivimos y saquen la moraleja. [Original aquí]


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0:30, Casa Santa Marta, Suite 202

[¡Toc, toc!]

— ¿Quién es?

— Santo Padre, soy yo, Fidelio.

— Estoy descansando ya … ¡Ya te he dicho mil veces que no me llames santo!

— Era apenas para avisarle que el trabajo que pidió sobre las diaconisas ya está listo. Se lo paso por debajo de la puerta.

[Francisco no aguanta la curiosidad. Enciende la luz, abre la puerta y hace señal a Fidelio de que entre]

— Mejor léeme eso. ¿Cómo lo hicieron tan rápido? ¡Qué veloces, las monjitas!

— Es que ya estaba listo desde 2001. Las monjas sólo juntaron algunas cosas de la Comisión Teológica Internacional y una entrevista del Cardenal Müller.

— Ché… ¡el pesado ése! ¿Qué dice en esas páginas?

— Bueno, esto creo que no le va a gustar. Comienza por decir que Juan Pablo II, en la «Ordinatio sacerdotalis» de 1994, dice clarito y declarado que «la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia»

— Síiiiii, flacooo, pero noooo, qué tonto sos, Fidelio. ¿Quién dice que estamos levantando ya el tema de la ordenación sacerdotal femenina?

— Sí, sí… pero es que aquí hay otro papel, de la Comisión Teológica Internacional: «Diaconado: Evolución y perspectivas», del año 2002. Dice así: «las diaconisas de las que se hace mención en la Tradición de la Iglesia antigua —según lo que sugieren el rito de institución y las funciones ejercidas— no son pura y simplemente asimilables a los diáconos». Y, además, que «la unidad del sacramento del Orden está fuertemente subrayada por la Tradición; corresponderá al ministerio de discernimiento que el Señor ha establecido en su Iglesia pronunciarse con autoridad sobre la cuestión»

— ¡Exacto Fidelio, exacto! ¿Sabés qué es eso del discernimiento? ¡Soy SHYYYYOOOO! Lo mismo con todos los que se oponían a abrir la comunión a los recasados ... Le preguntás a todos, dejás que todos hablen y después ¡ponés lo que yo digo y listo! Eso es el discernimiento.

— ¡Qué buena su infalibilidad, Santo Padre!

— ¡Fidelio, que me enfermás! No me repitas lo de santo padre. Y además, eso de la infalibilidad también tenemos que verlo. Ya le dije al Hans Kung, que es un graaaande, que lo revise, eso. Cuando lo tenga listo ya veremos cómo hacer con esa también. Además, vós no entendés nada, Fidelio. Primero se hace un discernimiento, después se habla de “espacios abiertos”, son esos espacios donde no cayó el martillazo de Juan Pablo, y ya está la brecha abierta. Por ahí entramos ... y verás cómo, después de un documento con un par de notitas de pie de página, las ordenamos a las diaconisas, todas. Cheee, va a ser re-fácil arreglar las cosas con nuestros hermanos separados. ¡Y listo! Camino abierto para hacer una sola religión. ¿Te imaginás la fiesta? ¡La mayor de todas las fiestas! Y ni te digo quién va a ser el Sumo Pontífice de esa religión … Vamos a ver si hasta el año que viene … corriendo un poquito ... porque con esta salud y estos achaques … no sé hasta dónde llego pero, por lo menos, hago lo que tenía que hacer.

— Pero Santo Padre, el problema es que el cardenal Müller dio una entrevista al periódico alemán «Die Tagespost» contando las conclusiones que le fueron entregadas al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que era Ratzinger. Eso ya está circulando por todos lados. Era 2001. En la asamblea anual de la Congregación trataron justamente del diaconado.

— ¿Y?

— Müller explica que el diaconado no es un sacramento aparte, sino que participa del único sacramento del orden y por eso al tratar específicamente del diaconado de las mujeres muestra que nunca se dieron casos de ordenación de mujeres. El periodista le pregunta directamente si no se puede separar entonces el diaconado de las mujeres del sacerdocio femenino y él le responde: «¡No! Por razón de la unidad del sacramento del Orden, que ha sido subrayada en las deliberaciones de la Comisión Teológica, no se puede medir con diferente rasero. Sería entonces una verdadera discriminación de la mujer si se la considerara apta para el diaconado, pero no para el presbiterado o el episcopado. Se rompería de raíz la unidad del sacramento si al diaconado, como ministerio del servicio, se opusiera el presbiterado, como ministerio del gobierno ... y de ello se dedujera que la mujer tiene, a diferencia del varón, una mayor afinidad para servir, y por ello sería apta para el diaconado pero no para el presbiterado».

— ¡Pará, pará! ¡Vós querés darme insomnio, Fidelio! ¿Sabés que horas son? Yo de esas teologías y distinciones no entiendo, y menos de noche. Pero eso se arregla. ¿Qué más?

— Ya termino, Santo Padre. Pero es que la cosa se pone peor. Le pregunta el periodista qué pasaría si un obispo válidamente ordenado, fuera de la comunión de la Iglesia, ordena a una mujer como diaconisa. Mire lo que le responde: «De modo invisible, es decir, ante Dios, no sucede nada, pues tal ordenación es inválida. Visiblemente, es decir, en la Iglesia, sí sucede algo, pues un obispo católico que lleva a cabo una ordenación irregular incurre en la pena de excomunión».

— Fidelioooo, ¡vós sós un anticuado! Eso de excomunión no existe más. ¿Hay alguna otra cosa importante?

— No piense que se acabó, todavía falta lo peor. El periodista le pregunta redondamente si un Papa en el futuro podría decidir que las mujeres recibieran el diaconado.

— ¿Qué le responde?

— Le leo: «El Papa, al contrario de lo que piensan muchos, no es el dueño de la Iglesia o el soberano absoluto de su doctrina. A él sólo le está confiada la tutela de la Revelación y de su interpretación auténtica. Teniendo en consideración la fe de la Iglesia, que se expresa en su práctica dogmática y litúrgica, es del todo imposible que el Papa intervenga en la sustancia de los sacramentos, a la que pertenece de modo esencial la cuestión del sujeto receptor legítimo del sacramento del Orden».

— ¡¡¡¿Pero adónde fueron estas monjas a buscar todo eso, flaco?!!!

— Bueno ... es que, en realidad, está circulando por todos lados.

— ¡Pará, pará! ... que cuando querés te ponés pesado que no te gana ni el San Lorenzo, Fidelio. Sós un anacrónico, vós.

— Anacrónico Ud., Santo Padre.

— ¡¿Cómo?!

— Es lo que dice el cardenal Müller: «El restablecimiento del antiguo ministerio de las diaconisas sería únicamente un anacronismo divertido».

— Si es que shyooo te digo que no entendés nada ... Aquí está el secreto. Mirá … yo hago una declaración, y hablo sobre el ministerio de las diaconisas, que era una cosa muy linda, que valoriza el papel de las mujeres en la Iglesia, que la Iglesia es mujer, que Dios es padre y madre … Digo así, una montaña de cosas ¿viste? Al día siguiente, jajjaja, yo ya sé lo que va a pasar, Fidelio. Los medios de comunicación del mundo entero dirán que estoy queriendo ordenar diaconisas. Pero yo … yo no soy boludo. Quien lea mis palabras, verá que no dije nada … ¡anacronismo divertido! Sí, sí … va a ser divertido. Pero el tema ya está lanzado, flaco. Esto hay que hacerlo despacito … Mirá, con la comunión a los divorciados fue igual: dijimos de todo en ese documento, tan grande, que no se lo lee nadie pero, en una notita de pie de página, abrimos la puerta. Yo no dije en ningún momento que estaba autorizada, jeje. Y ¿viste? ¡Al día siguiente los obispos ya estaban dándole la comunión a todos los pibes!

— Bueno, pero qué bien hace todo Ud., Santo Padre. Pero mire lo que añade Müller: «Por el contrario, el Concilio ha marcado las directrices del futuro de la colaboración de los laicos en el capítulo 4 de la Constitución Lumen Gentium, por desgracia poco estudiado».

— ¿Y qué querés,  Fidelio? ¿Que me ponga a estudiar teología a estas horas de la noche? Si ni de día conseguía yo estudiar esas cosas, cuando era joven. Ándate, le decís a las monjitas que están demasiado dogmáticas, yo ya sé lo que voy a hacer. ¡Nos vamos todos a dormir! ... Si consigo …

— Perdón, Santo Padre … que duerma bien

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martes, 17 de mayo de 2016

La Amoris Laetitia interpretada por el propio Francisco (3 de 9)


El cardenal Schönborn 

En Evangelii Gaudium el Papa Francisco decía que deberíamos quitarnos los zapatos ante la tierra sagrada del otro (EG 36). Esta actitud fundamental atraviesa la entera exhortación. Y es también la razón más profunda para las otras dos palabras clave: discernir y acompañar. Estas palabras no se aplican únicamente a las "situaciones llamadas irregulares" (Francisco hace hincapié en este ¡"las llamadas"!), sino que valen para todas las personas, para cada matrimonio, para cada familia. Todas, de hecho, están en camino, y todas necesitan "discernimiento" y "acompañamiento".

Mi gran alegría ante este documento reside en el hecho de que, coherentemente, supera la artificiosa, externa y neta división entre "regular" e "irregular" y pone a todos bajo la instancia común del Evangelio, siguiendo las palabras de San Pablo: "Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos misericordia”.(Rom 11, 32).

[Ya he hablado en mi comentario anterior acerca de la natural división entre "regular" e "irregular", aunque tal división sea considerada por Schönborn -o sea, por Francisco- como artificiosa. Y cita la Biblia para más INRI. Esto me recuerda el episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto, cómo el Diablo usaba las mismas palabras bíblicas para engañar a Jesús. Claro que Jesús le respondía con otras citas de la Biblia mucho más claras y explícitas: "No sólo de pan vive el hombre ..." (Mt 4, 4) "No tentarás al Señor tu Dios" (Mt 4, 7)... y a la última y definitiva cuando el Diablo le mostró todos los reinos del mundo y le ofreció todo el poder y la gloria de esos reinos, diciéndole que todo sería suyo si lo adoraba ... Jesús le respondió: "Apártate, Satanás, porque escrito está: 'Al Señor, tu Dios, adorarás; y a Él solo servirás' " (Mt 4,10). Para saber discernir el bien del mal es preciso estar muy unidos a Jesús. De no ser así seremos engañados culpablemente.

Transcribo, a continuación, un texto tomado del libro "La oración", del padre Alfonso Gálvez, pues considero que viene muy a cuento con estas reflexiones. Comienza citando uno de los textos más antiguos de la literatura cristiana, del Pastor de Hermas y luego lo comenta:

"Esos -me dijo- son creyentes; y el que está sentado en la silla es un falso profeta, que destruye la mente de los siervos de Dios; mas destruye la de los vacilantes, no la de los fieles verdaderos. Los vacilantes acuden a él como a un adivino, y le preguntan sobre lo que les va a suceder; y él, el falso profeta, como quien no tiene en sí pizca de fuerza de espíritu divino, les contesta conforme a las preguntas de ellos, según los deseos de su maldad, y llena sus almas a la medida de lo que ellos pretenden. Y es que, estando él vacío, vacuamente responde a gentes vacuas; porque, cualquier cosa que se le pregunta, responde conforme a la vacuidad de quien le pregunta. Sin embargo, no deja de decir algunas palabras verdaderas, pues el diablo le llena de su propio espíritu, a ver si logra así hacer pedazos a alguno de los justos".

El falso profeta, por lo tanto, aparece con aires doctrinales y de suficiencia, con doctrina propia, independiente y distinta de la del Magisterio de la Iglesia -está sentado en la silla-, y la destrucción que lleva a cabo de los siervos de Dios comienza siendo doctrinal.

Pero los fieles destruidos no son los fieles verdaderos sino los vacilantes; o aquellos que, en el fondo de su corazón, ya han hecho una opción contra Dios. Estos vacilantes, aunque ya han decidido a favor de su egoísmo, buscan, no obstante, una cierta seguridad, y por eso preguntan al falso profeta, como si fuera un oráculo. El cual les contesta según los deseos de su maldad y lo que ellos quieren oír, y no según la verdad.

Aunque no deje de decir también cosas verdaderas, en un entresijo de verdades a medias mezcladas con falsedades, con el fin de dar más apariencia de verdad a sus reclamos y engañar así mejor a unos y a otros.

Al verdadero creyente no le queda otra salida, ante todo esto, que la de la obediencia humilde a la verdadera Iglesia y la práctica de la oración].

Continuará

La Amoris Laetitia interpretada por el propio Francisco (2 de 9)



Cardenal Schönborn

El Papa Francisco ha puesto su exhortación bajo el LEMA"Se trata de integrar a todos" (AL 297), porque se trata de una comprensión fundamental del Evangelio: ¡Todos necesitamos misericordia! "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra" (Juan 8: 7). Todos nosotros, independientemente del matrimonio y la situación familiar en la que nos encontramosestamos en camino. Incluso un matrimonio en el que todo "va bien" está en camino. Debe crecer, aprender, superar nuevas etapas. Conoce el pecado y el fracaso, necesita reconciliación y nuevos comienzos, y esto hasta edad avanzada. (AL 297).

[Por supuesto que sí ... pero debe de tratarse de una integración que pase por el arrepentimiento de los pecados, el propósito de enmienda y la confesión auricular de esos pecados al confesor, quien actúa “in persona Christi” y tiene poder de perdonar los pecados: “Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Es Cristo mismo quien perdona, actuando en el sacerdote que confiesa. Ahí es donde se debe de integrar a todos… aunque tengo la impresión de que no es esa la integración a la que se refiere Francisco. Y, sin embargo, no hay otro camino, pues “ningún otro Nombre se nos ha dado por el que podamos salvarnos” (Hech 4, 12)]

El Papa Francisco ha conseguido hablar de todas las situaciones sin catalogar, sin categorizar, con esa mirada fundamental de benevolencia que tiene algo que ver con el corazón de Dios, con los ojos de Jesús, que no excluyen a nadie (AL 297), que acogen a todos y a todos conceden la "alegría del Evangelio". 

[No sé por qué me da la impresión de que el cardenal Schönborn está haciéndole la pelota a Francisco. Tal vez es que soy mal pensado … pero me da esa impresión: la mirada del Papa que mira con los ojos de Jesús, etc … Por supuesto que eso sería lo deseable, pues no otra cosa es la santidad. Y a eso estamos llamados todos los cristianos. En ser Cristo para quienes lo desconocen. Pero, en fin … yo no veo en la mirada de Francisco los ojos de Jesús, a fuer de ser sincero. Tal vez tenga un problema oftalmológico y deba de acudir pronto al oculista. ¡Ojalá que yo pudiera tener esa visión de Francisco a la que alude Schönborn ... pero hay tantas cosas que dice que contradicen las enseñanzas de Jesús, que tal visión me es imposible tenerla]

Por eso la lectura de Amoris laetitia es tan reconfortante. Nadie debe sentirse condenado, nadie despreciado. En este clima de acogida, la enseñanza de la visión cristiana del matrimonio y de la familia se convierte en invitación, estímulo, alegría del amor en la que podemos creer y que no excluye, verdadera y sinceramente, a nadie. Por eso, para mí Amoris laetitia es, sobre todo y en primer lugar, un "acontecimiento lingüístico", como lo fue Evangelii gaudiumAlgo ha cambiado en la enseñanza eclesial.

[Si se tratase de que algo ha cambiado en la enseñanza eclesial en cuanto a la didáctica y al modo de explicar el Evangelio a la gente, con el objetivo de que éste les fuera más asequible y ello les llevara a conocer mejor a Jesús y a amarlo cada día más, cumpliendo sus mandamientos … ¡bienvenidos sean tales cambios disciplinares!. Aunque me da a mí que no es a eso a lo que se refiere, por desgracia.

Por eso hay que estar con el ojo avizor para no dejarnos engañar, pues dice Jesús que los falsos profetas son como lobos que vienen disfrazados de ovejas para devorarlas. Y también dice que tenemos que ser sencillos como palomas y prudentes como serpientes. Ambas cosas. Y la regla para discernir un buen pastor de un mal pastor nos la dio el mismo Jesús: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 20). 

¿A qué frutos se está refiriendo el Señor, aquellos que el Padre busca? ¿Y qué tenemos que hacer para dar buenos frutos? No existe ningún problema vital cuya solución no se encuentre en el Evangelio. Y esto ocurre independientemente de la época o del lugar en el que se esté desarrollando nuestra vida. Aquí tenemos la respuesta que Jesús nos da: “Permaneced en Mí y Yo en vosotros” (Jn 15, 4). “El que permanece en Mí y Yo en él, ése da mucho fruto, porque sin Mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). “Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos permaneceréis en mi amor, como Yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su Amor” (Jn 15, 9-10). “Éste es mi mandamiento: Que os améis los unos a los otros como Yo os he amado” (Jn 15, 12). 

 Se trata, pues, de permanece en Él, de permanecer en su amor, para lo cual debemos de guardar los mandamientos, siendo el mandamiento principal el del Amor: éste los engloba a todos. Pero no debemos de amarnos con cualquier amor sino con el mismo Amor con el que Jesús nos ha amado ... un amor que se manifiesta en la guarda de sus mandamientos, al igual que Él guardó los mandamientos de su Padre. 

El amor a los demás es importante, pero ocupa el segundo lugar, viene después ... como consecuencia del amor a Jesucristo. Esto es algo esencial en el cristiano y lo que da sentido a su vida. Sin el amor de Jesús todo amor a los demás es pura mentira, en el sentido de que no es un verdadero amor, en el sentido de un amor crucificado, hasta dar la vida por el otro (Jn 15, 13), no es un amor crucificado. 

Así pues ... ¡atentos al nuevo lenguaje … no vaya a ser que nos quieran cambiar también la doctrina y entonces nos quiten a Jesús de nuestra vida! Esto no debe de ocurrir bajo ningún concepto. Y si tal ocurriese sería una señal inequívoca de que el camino que nos enseñan es un camino equivocado ... y de que no debemos de andar por él si no queremos extraviarnos y perdernos. Sólo Jesucristo es el Camino. Y la Luz. Siguiéndole a Él tenemos la absoluta seguridad de no errar y de no desviarnos: "El que me sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12)]

Este cambio de lenguaje se percibía ya durante el camino sinodal. Entre las dos sesiones sinodales de octubre de 2014 y octubre de 2015 se puede ver claramente cómo el tono se ha enriquecido en estima, cómo se han aceptado sencillamente las diversas situaciones de la vida, sin juzgarlas ni condenarlas inmediatamente. En Amoris laetitia ha pasado a ser el tono lingüístico constante. Detrás de esto no hay, por supuesto, solamente una opción lingüística, sino un profundo respeto ante cada persona que nunca es, en primer lugar, un "caso problemático", una "categoría", sino un ser humano inconfundible, con su historia y su camino con y hacia Dios. 

[Nunca en la historia se ha dado el caso de nadie que haya respetado más a las personas que los verdaderos cristianos: para un cristiano cada persona tiene un valor infinito porque Jesucristo ha dado su Vida por ella. Pero precisamente porque las personas nos importan es necesario, a veces, reprenderlas al objeto de que no se desvíen y se pierdan: “No es propio de uno que sirve al Señor pelearse sino ser amable con todos, hábil para enseñar, paciente, que corrija con mansedumbre a los que disienten por si Dios les da un arrepentimiento que les lleve a reconocer la verdad (2 Tim 2, 24-25). 

En lo que concierne al lenguaje oigamos lo que dice san Pablo a Timoteo: “Esto has de enseñar, advirtiendo encarecidamente, en la presencia de Dios, que no se discuta sobre palabras, que no vale para nada, más que para la perdición de quienes lo están escuchando (2 Tim 2, 14). De modo que cuidado con el lenguaje, no vaya a ser que, cambiando el lenguaje, estén cambiando, también, la Doctrina].


Continuará

lunes, 16 de mayo de 2016

La Amoris Laetitia interpretada por el propio Francisco (1 de 9)


Ya conocemos lo que dijo el Papa en la rueda de Prensa en su vuelta de Lesbos a Roma cuando fue preguntado acerca de si había cambiado algo en la Iglesia con la Amoris Laetitia. Francisco remitió al cardenal Schönborn que, según él, es un destacado teólogo. Aquí están la conversación y el vídeo correspondiente:

 Duración: 49 segundos

Durante su vuelo de Lesbos a Roma, Francisco responde a la pregunta sobre si Amoris Laetitia cambia algo para los adúlteros que no pueden recibir la comunión"Podría decir 'sí' y punto. Pero ésta sería una respuesta demasiado corta. Recomiendo a todos leer la presentación hecha por el cardenal Schönborn, que es un gran teólogo. Él es miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe y está familiarizado con la doctrina de la Iglesia. En su presentación su pregunta encontrará una respuesta". Schönborn es el pro-homosexual y pro-divorcio cardenal de Viena.

A continuación podemos leer el documento del cardenal Schonbörn al que elpapa Francisco dice que hay que remitirse para interpretar correctamente la Amoris Laetitia. Ese documento hay que leerlo, pues, como escrito por el propio Francisco quien, lógicamente, no va a desdecirse de sus propias palabras. Puesto que lo acompañaré  de algunos comentarios personales, este post constará de varias entradas hasta completar todos los comentarios pertinentes de dicho documento. Mis opiniones van entre corchetes y en color azulado.
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La tarde del 13 de marzo de 2013, las primeras palabras que el Papa recién elegido, Francisco, dirigió a las personas en la plaza de San Pedro y a todo el mundo fueron: “Buenas tardes". Tan sencillos como este saludo son el lenguaje y el estilo del nuevo texto del Papa Francisco. La Exhortación no es tan breve como este simple saludo, pero sí tan realista. En estas 200 páginas el Papa Francisco habla de "amor en la familia" y lo hace de una forma tan concreta y tan sencilla, con palabras que calientan el corazón como las de aquel buenas tardes del 13 de marzo de 2013. Este es su estilo, y él espera que se hable de las cosas de la vida de la manera más concreta posible, sobre todo si se trata de la familia, de una de las realidades más elementales de la vida.
Para decirlo ya de antemano: los documentos de la Iglesia, a menudo, no pertenecen a un género literario de los más asequibles. Este texto del Papa es legible. Y el que no se deje asustar por su longitud encontrará alegría en la concreción y el realismo de este documento. El Papa Francisco habla de las familias con una claridad que pocas veces se encuentra en los documentos del magisterio de la Iglesia.

 [Yo no diría que es tan legible, la verdad. En primer lugar, son 264 páginas; en segundo lugar no se aprecia un rigor lógico en su lectura, saltando de unos puntos a otros que vienen a decir lo mismo; tiene, además, inmensidad de citas (casi todas suyas), con la particularidad de que, por una parte, las citas de santo Tomás de Aquino están tergiversadas, lo que no es honesto; y, por otra, las citas de la Lumen Gentium y de la Gaudium et Spes están incompletas, de modo que lo que él dice no coincide con lo que dicen esas citas … si se lee todo el párrafo al que alude y no sólo una parte. 

Sinceramente, prefiero leer la Humani Generis y la Mystici Corporis Christi, ambas encíclicas de Pío XII, que son muy clarividentes y no son tochos … de manera que eso que dice Schönborn de los géneros literarios es bastante subjetivo, y máxime en este caso concreto. Por cierto, el proceso de beatificación de Pío XII parece que se ha archivado, no habiendo motivos para ello, pese a lo que diga Francisco. Léase aquí lo que opina Fray Gerundio al respecto)]


Antes de entrar en el texto, me gustaría decir, de una manera muy personal, el por qué lo he leído con alegría, con gratitud y, siempre, con gran emoción. En la enseñanza eclesial sobre el matrimonio y la familia a menudo hay una tendencia, tal vez inconsciente, a abordar, con dos enfoques, estas dos realidades de la vida. Por un lado están los matrimonios y las familias “normales", que obedecen a la regla, en los que todo está "bien” y está "en orden", y luego están las situaciones "irregulares" que plantean un problema. Ya el mismo término "irregular" sugiere que hay una clara distinción.

Por lo tanto, el que se encuentra en el lado de los "irregulares" tiene que dar por sentado que los "regulares" están en la otra parte. Sé personalmente, debido a mi propia familia, lo difícil que es esto para los que vienen de una familia “patchwork”. En estas situaciones las enseñanzas de la Iglesia pueden hacer daño, pueden dar la sensación de estar excluidos.

[Bueno, no pienso que sea tan grave el llamarle a las cosas por su nombre. Del que está casado se puede decir que su situación es la de estar casado; y esta situación es diferente de aquella de los que no están casados. Un hombre es un hombre y una mujer es una mujer.  Una cosa es ser un hombre y otra ser una mujer. El que exista esta diferencia no es para rasgarse las vestiduras;  es lo más normal del mundo; y no tiene por qué plantear ningún problema ... en principio … a menos que queramos fabricar nosotros la realidad la cual sería distinta para cada persona: no existen verdades objetivas. No se puede estar seguro de nada excepto de que no se puede estar seguro de nada (contradicción). Así se explica, por ejemplo, el tema, tan extraño, que se está dando hoy día acerca de la transexualidad. Según te sientas eso eres; lo que es una gran mentira, a todas luces. Se es lo que se es. ¿Por qué es tan problemático aceptar la realidad tal y como ésta es?
Pues bien: En el caso del matrimonio se llama “irregular” a aquella situación en la que uno de los cónyuges le es infiel al otro y vive en adulterio. Tanto la infidelidad como el adulterio son situaciones objetivas que expresan una realidad, algo que ocurre, algo que está ahí; y son de tal calibre que, según el Evangelio, quienes actúan de ese modo se encuentran en una situación de pecado mortal, a la que ahora se le llama “irregular”. Pero, se le llame como se le llame, es una situación diferente a la de aquellos cónyuges que se esfuerzan en ser fieles y en cultivar su unión, a lo que ahora se le llama situación “regular”. 

¿Cómo se puede pretender que sea lo mismo una cosa que otra? ¿Cómo se puede admitir, en buena lógica, que todos los colores son el mismo color y no se diferencian en nada? ¿Cómo admitir que es igual estar en gracia que no estarlo? El que está en pecado no puede estar, al mismo tiempo, en gracia. El pecado y la gracia son incompatibles. El pecado es el rechazo de Dios y de sus leyes y la gracia conlleva el amor de Dios y de su voluntad. Imposible amar a Dios y, simultáneamente, odiarlo. Son situaciones diferentes. En términos "actuales": las situaciones "irregulares" no se pueden considerar igual que las situaciones "regulares", por la sencilla razón de que no lo son. Es pura evidencia.

El vínculo que se crea entre un hombre y una mujer, unidos en  matrimonio, ciertamente es indisoluble, por voluntad divina: “Lo que Dios ha unido no puede separarlo el hombre” (Mt 19, 6). Esto es indiscutible ... y es así porque así lo ha hecho Dios. 

Ahora bien: Dios nunca pide imposibles, no pide nunca nada al hombre o a la mujer que éstos no puedan llevar a cabo. De hacerlo, sería un Dios injusto ... y no es el caso, precisamente: "Fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación os dará también el modo de poder soportarla con éxito" (1 Cor 10,13).

No existe ningún matrimonio que no pase por situaciones críticas; a veces, de una enorme dificultad … y es entonces, precisamente entonces, cuando más ayuda necesitan (ambos) para reforzar su fidelidad. Son situaciones en las que el verdadero amor, que siempre es un amor crucificado, sale reforzado. 

Como digo, todos –cada uno a su manera- pasan por esas situaciones difíciles … y no una sino muchas veces, a lo largo de su vida matrimonial.  El superar esas pruebas es un ideal, por supuesto, pero no es un ideal que sólo unos pocos privilegiados pueden llevar a cabo. Eso es falso de toda falsedad

En el matrimonio cristiano Dios concede la gracia de estado a los esposos para que sean capaces de superar todos los obstáculos que se encuentren en su camino, siempre que actúen en conformidad con la Ley de Dios ... y la ley de Dios es la Ley de la caridad. Vivir conforme a esa Ley no es ser un cristiano "rígido" y sin corazón, que se apega a las normas. Eso es un engaño ... y es que hay que especificar a qué Ley nos estamos refiriendo.

La Ley del Antiguo Testamento, interpretada por los fariseos como una serie de normas auténticamente rígidas, le llevó a Jesús a hablarles con dureza, porque "el sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado" (Mc 2, 27). 

En la Ley del Nuevo Testamento, aquella que Jesús nos trajo, la que llevaba a su plenitud la Ley antigua (cfr Mt 5, 17) las cosas son muy distintas. Y fue en ese contexto cuando Jesús les habló de SU LEY: "Habéis oído ... pero Yo os digo". Un ejemplo: "Habéis oído que se dijo: 'No cometerás adulterio'. Pero Yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón" (Mt 5, 27-28). Y con relación a la indisolubilidad del matrimonio se expresó muy claramente (cfr Mc 10, 1-12). Así: "Cualquiera que repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, adultera" (Mc 10, 12). "Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre" (Mc 10, 9). 

En lo que concierne a las "normas" tenemos que utilizar la palabra "mandamientos". Esto dice Jesús: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" (Jn 14, 15). O sea: si no guardamos los mandamientos de Dios, manifestado en Jesucristo, es señal de que ni le amamos ni le conocemos. Así lo dice también san Juan en su primera carta: "En esto sabemos que le conocemos: si guardamos sus mandamientos" (1 Jn 2, 3). Y añade: "Quien dice: 'Le conozco', pero no guarda sus mandamientos, es un embustero y la verdad no está en él" (1 Jn 2, 4)

La Ley que Jesús nos vino a traer es la Ley del amor: "Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros como Yo os he amado" (Jn 13, 34). Tendríamos que averiguar cómo nos ha amado Jesús, mediante la lectura asidua del Nuevo Testamento y la gracia del Espíritu Santo que siempre concede a todo el que se la pide. De hacerlo llegaríamos a la misma conclusión a la que llegó san Pablo, quien dice: "Me amó y se entregó a Si mismo por mí" (Gal 2, 20b). El amor de Jesús por nosotros, por cada uno, le llevó a dar su Vida y, además, en una cruz: "Se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil 2, 8).

Esa es la razón por la que la cruz está vinculada siempre al amor. "Con Cristo estoy crucificado -decía san Pablo- y vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gal 2, 20a); y en ello basaba toda su vida y su predicación: "Jamás me precié de saber entre vosotros otra cosa sino a Jesucristo, y éste crucificado" (1 Cor 2, 2).

Y, lógicamente, el verdadero amor, el amor hecho vida, no es posible sin la cruz ... Eso sí: una cruz unida a la cruz de Jesucristo, a quien queremos amar. Pero no debemos olvidarlo: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos"

Aunque ello nos haga sufrir es sólo en la guarda de sus mandamientos (que supondrá una cruz en nuestra vida) donde se hará patente el amor que decimos tenerle al Señor. Y sólo así seremos realmente felices: "Si estas cosas entendéis, seréis dichosos si las ponéis en práctica" (Jn 13, 17)

La conclusión se impone por sí misma. El sacerdote debe acompañar, comprender, ayudar, integrar, etc ... (todos los verbos que se quieran poner, con el mismo significado) a quien se encuentra en una situación "irregular", pero tal ayuda sólo se la podrá proporcionar si sus consejos y su acompañamiento le llevan a estar en paz con Jesucristo, mediante el arrepentimiento de sus pecados y la confesión sacramental. O sea: mediante la guarda de sus mandamientos. Cualquier otra receta, que no pase por la puerta, que es Cristo, es un veneno para quien la tome.]

Continuará

sábado, 14 de mayo de 2016

Diaconisas vueltas a casar (Fray Gerundio)


El original puede leerse aquí
Obispas luterana y anglicana

No sé por qué, pero me sospecho que las listas de futuras candidatas al Diaconado, van a ser mucho menos femeninas de lo que se piensa. No sé por qué, pero me malicio que las mujeres que aspiran a la verdadera santidad no estarán en los listados de promoción al femidiaconado. Y las mozas que sean verdaderamente femeninas, tampoco. 

Tiene uno ya muchos años y mucha experiencia como para poder dibujar el perfil de las candidatas a colocarse la estola cruzada, con la esperanza de ponerse muy pronto la mitra. No hay más que ver las fotografías de las obispas luteranas y anglicanas, y se hace uno la composición de lugar, para “situar” a las candidatas católicas a las que Francisco va a abrir el Sacramento. Aplicando la ley de paridad, una diaconisa (alternando) con un diácono. Una estola Channel o una estola Arcoiris con una estola del tiempo litúrgico. Iglesia abierta para todos (y todas).

Posibles candidatas

Se ha armado un escándalo en el claustro cuando he dicho a mis novicios modernistas que no me gusta este Papa. Pero es verdad. Se las da de muy abierto y progresista y en realidad es un conservador trasnochado. Porque eso de comentar de forma espontánea que se va a estudiar el diaconado de las mujeres, jaleado ante las Superioras Generalas –todas con gana de mitra también- y ante la prensa -codiciosa de novedades heréticas- es algo eminentemente reaccionario. Amén de oportunista, claro.

Porque este tema ha sido muy repetidamente tratado por los embobados del post-concilio. Hace más de treinta años que vengo oyendo hablar de esta posibilidad real. Que si hubo diaconisas, que si no las hubo. Que si eran jefazas, que si no. Que si se dedicaban a la caridad, que si no sólo a eso. Que si convienen, que si no….

Este tema ha estado en la mente y en la boca (y en los libros) de todos los teólogos progresistas de las últimas décadas. El mismo Kasper ya está enredando con este tema. Y hasta el diplomático Parolín habla ya de la posibilidad de que la mismísima Secretaría de Estado sea feminizada en breve. Si Merry del Val levantara la cabeza ...

Una Secretaria de Estado, un Defensor de la Fe. Una Prefecta de los Obispos, uno de la Evangelización de los pueblos: ¡qué bonito, qué masónico, qué misericordioso con el género!

????????????

Pues sí. Francisco es conservador. Lo que tiene que hacer es hablar, ya de una vez por todas, de las diaconisas vueltas a casar, diaconisas lesbianas y diaconisas/os trasversales (que diga transexuales), porque éste será el final. Total, para estar dos años como con el pasado Sínodo de la Familia, dando la matraca con las discusiones, la sinodalidad, la democracia eclesial y la apertura a que se diga lo que se piensa (con toda libertad para escuchar opiniones dispares) … pues nada: que el infalible Francisco, con bastón de mando y con rostro solemne, se salte a la torera toda la tradición (no hay problema, porque se la salta a diario) y declare, defina, y mande que a partir de ahora puede haber diaconisas con mando en plaza. Urbi et Orbe. Y si están en situación irregular, no pasa nada¿Para qué esperar más? El tiempo pasa rápido y la destrucción se debe hacer con premura. No nos andemos por las ramas:

¡¡Diaconisas Súbito!!

Lo malo es que una vez ordenadas, tras un largo estudio exegético-histórico, poco van a poder hacer las pobres. Dicen que podrían bautizar y casar. Pero bueno, en realidad, si ya no hace falta bautizar a nadie, van a estar en el paro bergogliano muy pronto.

Bautizar es proselitismo agudo. Y eso no debe permitirse en un mundo globalizado, mahomizado, budizado y luterizado. Sería ir contra las conciencias. Y en cuanto a casar a novios, pocos van a poder casarse, pues ya de entrada todos tienen la nulidad concedida, por el método-francisco-express, mucho antes de llegar al altar.

Total, que se van a sentir muy agraviadas cuando vean que no tienen trabajo y, por eso mismo, solicitarán la mitra de género en pocos años. Razón de más para concederles, ya mismo, esta última posibilidad. Es posible que estas obispas tengan más reaños que los obispos actuales, al menos así lo parecen algunas de ellas, más cercanas a Tarzán de los Monos que a don Floripondio del Albornoz. Ya me entienden.

Voy a escribir a la Santa Sede solicitando la creación de una Comisión que estudie si se puede mandar a un Obispo -de Roma supongamos-, a tomar los buenos aires a su pueblo ... si se diera el caso, meramente supuesto, de que estuviera sembrando herejías y disparates variados: este estudio no iría contra la Tradición, pues nunca hasta ahora se ha hecho eso ... y sí que sería verdaderamente moderno y progresista. Pero me apuesto la cogulla a que no se atreven a sinodalizar este tema.

Fray Gerundio