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miércoles, 27 de marzo de 2019

Francisco “permitió” que besaran su anillo en Loreto solamente sacerdotes y monjas”



Durante la recepción para besar el anillo después de la celebración de la Misa en Loreto (Italia) el 27 de marzo, el papa Francisco saludó a más de cien personas.

El video completo (13 minutos de duración, ver aquí) muestra que en los primeros diez minutos más de cuarenta clérigos y monjas pudieron besar exitosamente el anillo de Francisco.
La situación cambió cuando fue el turno de las personas laicas. En ese momento Francisco comenzó a alejar su anillo.

Instrucción vaticana: Prohibición besar el anillo de Francisco [excepto los varones semi desnudos]



Los fieles que son recibidos en audiencias privadas por el papa Francisco son “instruidos para no arrodillarse ante Francisco o besar su anillo”, escribe el sitio web katholisch.de, el cual es controlado por los obispos alemanes.

La página de noticias comenta el comportamiento bizarro de Francisco el 25 de marzo de 2019, cuando apartó violentamente su anillo de los que querían besarlo.

Sin embargo, permitió a un semi desnudo varón artista de circo besar profusamente su anillo el 7 de febrero de 2018.

Personalmente, a Francisco le gusta mucho besar manos y pies de travestis, víctimas de abusos y sobrevivientes del holocausto.

Venir al mundo (Carlo Caffarra)



La concepción de una persona es un acontecimiento grandioso. Es el resultado de un acto creador de Dios y del acto de la unión conyugal. Dios ha querido al hombre desde el principio. Y lo quiere en cada concepción. Ninguno de nosotros viene al mundo por azar o necesidad. Su ser es debido a un acto creador de Dios. Cada uno de nosotros puede decir: yo estoy porque Dios me ha querido. No porque tuviese necesidad, por su utilidad. Dios quiere a cada persona por sí misma. “Por sí misma” significa que cada uno de nosotros no existe con el fin de ser algo distinto a sí mismo. Los filósofos dirían: cada persona es un fin, nunca un medio. Ninguna persona puede ser sólo utilizada, instrumentalizada. 

Pero el origen de la persona está inscrito también en la biología de la generación. Si tenemos presente lo que he dicho antes, no será difícil comprender qué modo humano de crear las condiciones de la concepción corresponde dignamente al acto creador de Dios. Cuando un matrimonio toma conciencia de haber concebido una nueva persona humana, debería tener plena conciencia de que Dios ha deseado esa persona, y que la ha deseado por sí misma, no por los padres

Esta es la razón profunda por la cual el único acto digno de crear las condiciones de la concepción de una nueva persona humana es el acto de amor conyugal, mediante el cual los esposos se convierten en una sola carne. Al acto de amor creador de Dios le corresponde el acto de amor generador de los esposos. Dios celebra la liturgia de su amor creador en el templo santo del amor procreador de los esposos. Producir una persona humana en un laboratorio es una falta grave de respeto a su dignidad: los niños se conciben, no se producen.

Cardenal Carlo Caffarra 

[Fragmento tomado de su libro titulado "No anteponer nada a Cristo: Reflexiones y apuntes póstumos" (Spanish Edition). Homo Legens]

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Biografía

Carlo Caffarra nació el 1 de junio de 1938 en Samboseto di Busseto, diócesis de Fidenza, Italia. Fue ordenado sacerdote el 2 de julio de 1961.

Se dedicó sobre todo a profundizar la doctrina moral del matrimonio y a enfrentar la temática de la bioética en torno a la procreación humana. Enseñó por algunos años ética médica en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Católica del Sagrado Corazón en Roma.

Fue miembro de la Comisión Teológica Internacional y Consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Presidente del Instituto Pontificio Juan Pablo II para el estudio de Matrimonio y Familia.

Designado Arzobispo de Ferrara-Comacchio el 8 de septiembre de 1995, recibió la consagración episcopal el 21 de octubre de 1995 y fue transferido a la sede metropolitana de Bologna el 16 de diciembre de 2003.

El Papa Benedicto XVI lo nombró Cardenal en el Consistorio del 24 de marzo de 2006. En la Curia del Vaticano sirvió en la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el Pontificio Consejo para la Familia y el Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica.

Arzobispo Emérito de Bologna (Italia) y uno de los cuatro firmantes de las Dubia sobre Amoris Laetitia, el cardenal Carlo Caffarra falleció un miércoles, el 6 de septiembre de 2017, a la edad de 79 años de edad, después de una grave enfermedad.

Entre sus dichos, merecen ser destacados estos dos:
«Sólo un ciego puede negar que en la Iglesia existe gran confusión»
«Una iglesia con poca atención a la Doctrina no es una iglesia más pastoral, sino una iglesia más ignorante».
Selección por José Martí


martes, 26 de marzo de 2019

Video perturbador׃ El Papa Francisco no consiente que los fieles besen su anillo papal


Duración: 47 segundos

NOTICIAS 26 de Marzo de 2019




EL ORIENTE EN LLAMAS

Acerca del artículo de Mons. Schneider y la herejía en un Papa

GLORIA TV


ADELANTE LA FE 

Vídeo: Francisco, si no quieres ser el vicario de Cristo, ¡sal de ahí! (RORATE CAELI)

INFOVATICANA

Dimiten todas las mujeres del Vaticano, el último que apague la luz, las sedas chinas, el Papa Francisco hace la cobra, la conquista de México.


INFOCATÓLICA

Examen de conciencia para personas ancianas y/o enfermas

Cardenal inocente encarcelado junto a un asesino en masa



En estos momentos, el cardenal mártir George Pell está alojado en una celda en la Prisión de Evaluación de Melbourne, muy próximo a James Gargasoulas, quien está encarcelado de por vida por matar a seis personas y herir a otras 27, cuando en el 2017 irrumpió con un automóvil atravesando el centro de Melbourne.

Gargasoulas ha estado amenazando a los demás prisioneros y es un agitador constante. Los hermanos Eriklioglu, acusados de complotar un ataque islámico, también están cerca.

El cardenal está en “custodia protegida”, lo que significa que pasa 23 horas por día encerrado en una celda.

Su Eminencia espera ser transferido al Centro Correccional Hopkins, de mediana seguridad, situado en Ararat, a 200 km. al oeste de Melbourne, el cual es la cárcel estatal más conocida para delincuentes sexuales.

En una farsa presentada como juicio el cardenal Pell fue encontrado “culpable” de haber atacada a dos niños de coro en 1996, cuando era arzobispo de Melbourne.


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NI QUE DECIR TIENE QUE ES INDIGNANTE LO QUE ESTÁ OCURRIENDO CON EL CARDENAL PELL ... Y TODO ELLO CON LA ANUENCIA DEL PAPA FRANCISCO Y DE LAS MÁS ALTAS JERARQUÍAS "MISERICORDIOSAS".

EFECTO RETARDADO (Capitán Ryder)



He comentado varias veces que, a mi modesto entender, es bastante peor para el futuro de la Iglesia Evangelii Gaudium que Amoris Laetitia. 
En la primera, Francisco quita la espoleta a dos bombas que con el tiempo explotarían, ¡y de qué manera!, en la Iglesia.
La primera hizo aparición en Amoris Laetitia, la segunda se ha mostrado en toda su crudeza las últimas semanas de la mano, ¡quien si no!, del Cardenal Marx, cercanísimo colaborador del Papa Francisco.
Ambas ideas fueron adelantadas por el propio Francisco en su primera entrevista al jesuita Antonio Spadaro en septiembre de 2013, ya formaban parte del programa de este pontificado.
La primera idea es la plasmada en los números 222-225 de EG.
Dice que “el tiempo es superior al espacio” y que “Darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios. El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno.”
Estas ideas, inicialmente confusas, se han ido aclarando por la plasmación que de ellas ha hecho Francisco.
Por un lado, no importa la situación actual de cada uno de nosotros sino el camino emprendido. Por ejemplo, en Amoris Aletitia le lleva a dar por bueno el divorcio y posterior adulterio si el que lo practica ha emprendido un camino, no sabemos cuál, que se pueda considerar positivo.
Por otro lado, se plasma en un optimismo en el progreso constante del ser humano, tanto material como espiritual, por el que este aumenta, sin vuelta atrás, su conciencia de sí mismo haciéndola más profunda. Muy en la línea de Theilhard de Chardin y, porque no decirlo de Juan XXIII.
Estas consideraciones se han puesto de manifiesto en el cambio realizado en el Catecismo sobre la pena de muerte o en la interpretación que hace del Concilio Vaticano II.
En la entrevista mencionada ya adelantaba “Ciertamente la comprensión del hombre cambia con el tiempo y su conciencia de sí mismo se hace más profunda. Pensemos en cuando la esclavitud era cosa admitida y cuando la pena de muerte se aceptaba sin problemas. Por tanto, se crece en comprensión de la verdad”.
Es decir, este progreso pone de manifiesto, según Francisco, dos cosas que le interesan especialmente:
  1. No hay retorno posible pues cada vez tenemos un conocimiento más profundo de nosotros…
  2. …Y de Dios, por lo que lo que ayer era blanco, léase pena de muerte, hoy puede ser negro.
Ese progreso constante puede obrar este milagro y muchos otros que veremos en el futuro.
¿Cómo se salva esta contradicción? Con la frase mágica del “mayor conocimiento de sí mismo”.
¿Cómo se apuntala? Con sus constantes apelaciones a la inexistencia de certezas, pues ese mayor conocimiento puede hacer que el hoy sea lo contrario del ayer.
En la misma entrevista afirmaba “Sí, este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen a la incertidumbre. Debe dejarlo. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien”.
Esta combinación permitirá cualquier cambio en la doctrina o liturgia de la Iglesia.
La segunda bomba, también expresada en EG, 32, es la siguiente:
Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conver­sión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evange­lización. El Papa Juan Pablo II pidió que se le ayudara a encontrar « una forma del ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva ».35 Hemos avanzado poco en ese sentido. También el papado y las estructuras centrales de la Iglesia universal necesitan escuchar el llamado a una conversión pastoral. El Concilio Vaticano II expresó que, de modo análogo a las antiguas Iglesias patriarcales, las Conferencias episcopales pueden « desarrollar una obra múltiple y fecunda, a fin de que el afecto colegial tenga una aplica­ción concreta ».36 Pero este deseo no se realizó plenamente, por cuanto todavía no se ha expli­citado suficientemente un estatuto de las Confe­rencias episcopales que las conciba como sujetos de atribuciones concretas, incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal.37 Una exce­siva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera.
Este número de EG casi iguala a la Iglesia católica con la protestante, con una ligera matización. En vez del hombre protestante en la Iglesia operaría una especie de comunidad protestante delimitada por su Conferencia Episcopal que podría tener una doctrina distinta de la Conferencia vecina pues “una excesiva centralización, más que ayudar complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera”.
Hay que reconocer, al menos, la originalidad de Francisco. Desde el Vaticano II cualquier menoscabo de la liturgia o la doctrina se hacía atendiendo a “la pastoral”, ahora es debido a la “dinámica misionera”.
El caso es que, atendiendo a este número de EG, el Cardenal Marx ha decidido mover ficha. Ya lo hizo con la comunión a los cónyuges protestantes casados con católicos. Y ese ejemplo demostró cuál es la idea tanto de Francisco como de Marx, ratificando lo señalado sobre el número 32.
La propuesta fue llevada a la Conferencia Episcopal Alemana y fue refrendada por más de 50 de obispos. Sólo 7 se opusieron.
La respuesta de Francisco fue sorprendente: el tema no estaba maduro, si le traían una opinión unánime no habría problema. Nada que argumentar sobre sobre La Verdad, si se trata de una profanación o no, el sentido de ofrecer lo más valioso de la Iglesia a quien no cree en ello etc. Cualquier consideración sobre eso sobraba le bastaba con ¡todos a una!. Es decir, refrendaría lo escrito en EG, pues en cierto modo esa autorización afectaría a la doctrina aunque no sea doctrina en sentido estricto.
Adiós a la Universalidad de la Iglesia.
Estos días se ha dado un paso más, y ahora sí, se apunta ya directamente a la doctrina, en este caso moral, de la Iglesia.
La Conferencia Episcopal Alemana ha manifestado que revisará la doctrina moral de la Iglesia, refiriéndose a la contracepción, la cohabitación, la ideología de género y la homosexualidad. Decía el Cardenal Marx ·”las cosas no pueden seguir como hasta ahora”. Añadía un tema de disciplina, también a revisar, como el del celibato sacerdotal.
Ahí tenemos Evangelii Gaudium, las bombas a las que Francisco ha quitado la espoleta van haciendo explosión y transformando la Iglesia en una auténtica jaula de grillos.
Caos por todas partes.
Capitán Ryder
https://infovaticana.com/2019/03/16/el-cardenal-marx-anuncia-que-la-iglesia-alemana-revisara-la-moral-sexual/

The limits of papal authority and the fate of a heretical pope: an exclusive interview with Bishop Schneider (Diane Montagne)



ROME, March 25, 2019 (LifeSiteNews) — Bishop Athanasius Schneider recently published an essay in which he considers and rejects the possibility of the theological opinion that the Church could depose a heretical pope.
In his essay (which may be viewed here), the auxiliary of Astana considers that, far from reflecting an exaggerated ultramontanism, the acceptance of the possibility of a heretical pope but the denial that he could be deposed reflects a reasoned and proportionate understanding of papal authority.
In an exclusive interview with LifeSite, Bishop Schneider expands on certain questions which arose in response to his essay: the authority of those theologians with whom he disagrees, the scope for debate in regard to this question, and the abuses which have arisen since the beginning of the last century from an exaggerated view of papal authority. 
Here below is our interview with Bishop Athanasius Schneider.
LifeSite: Your Excellency, can you please summarize in a nutshell the position you lay out in your essay on the question of a heretical pope? 
Bishop Schneider: The main idea of the essay is the following: A pope cannot be deposed by anyone and he cannot lose his office ipso facto for whatever reason. The Church has observed this truth for two thousand years and it has never happened that a pope was deposed because of heresy or that his pontificate was declared invalid because of heresy. No reason whatsoever, even if proposed by a saint or famous theologian – which nevertheless remains only an opinion and not a doctrine of the Church — justifies a breach with this unshakable constant tradition. It would introduce the revolutionary novelty of declaring a pope deposed or the loss of his office because of heresy.
The other main idea is to propose a concrete canonical procedure that could be executed in the case of a heretical or a semi-heretical pope — a procedure that will not contradict the Divine constitution of the Church. This proposal is meant only as an impulse and contribution to further theological and canonical debate.
The other relevant intention of the essay is to raise awareness about the already centuries-old erroneous and unhealthy state of papal-centrism or papolatry, i.e. about the phenomenon of an inflated concept of papal authority in the life of the Church.This phenomenon represents to some extent a caricature of the papal ministry. It makes the pope the omnipresent focal point of the daily life of the Church on a worldwide scale and insinuates that a pope can never make a mistake. A new kind of a total papal infallibility is thereby established, and unconsciously turns the pope into a kind of demigod. Such a phenomenon is alien to the sane tradition of the Apostles and the Fathers of the Church. It is indeed time to sound a warning cry in this regard. 
Why have you decided to publish this essay now?
In recent times, there have been discussions about the theory or opinion on a heretical pope on the internet and in other media. I have received letters from many people, even from serious theologians, who want to discuss the matter and know my approach to it. 
I noticed that to some degree there was a lack of clarity of thought, a tendency to base reasoning on emotion, and solutions proposed that in their final consequences contain the dangerous principles of sedevacantism and conciliarism.
The opinion that a heretical pope can be deposed or lose his office ipso facto because of heresy ultimately contradicts the Divine constitution of the Church, which says that the power given to the pope comes directly from God and not from the Church, i.e. not from an ecclesiastical institution (college of cardinals or a council). In times of widespread doctrinal confusion and an unprecedented crisis regarding the papal magisterium, there is a danger of losing one’s emotional calm and intellectual clarity and sobriety — qualities that are indispensable for finding in a sure manner the way out of the crisis — amid the noise of a growing number of increasingly loud and discordant voices. 
What is the highest authority in the tradition which explicitly agrees with your position?
For me the highest authority is the constant Tradition of the Church, which has never officially taught that a pope can legitimately be deposed for any reason whatsoever, and which has never carried out such a deposition in practice. Regarding a so-called papolatry and exaggerated papal-centrism, it is again the sane and sure Tradition of the Fathers of the Church and of the popes of the first millennium that contradicts it.
Do you think a Catholic in good standing could hold that an ecumenical council or the cardinals could bring it about that a pope was deposed, even though you personally hold that this opinion is false? In other words, is it a question open to legitimate debate among Catholic theologians? 
Since the supreme authority of the Church, i.e. the Papal Magisterium or the Magisterium of an Ecumenical Council, has not yet up to now issued relevant teachings or binding norms on how the Church ought to treat a pope who is spreading heresies or semi-heresies, the possibility remains of a legitimate debate among Catholic theologians.
What would you say to someone who holds that the authority of Cajetan, Suarez, John of St. Thomas and Bellarmine is so great that it doesn’t make sense for someone to take your authority over theirs?
I did not intend by my essay to impose my opinion an anyone. My intention was to provide an impetus and to offer a contribution to a serious debate on this concrete issue. The authority even of renowned theologians is nonetheless an opinion. Their opinions do not represent the voice of the Magisterium — and surely not the voice of the constant and universal Magisterium of the Church. 
As I mentioned in my essay, there were well-known theologians who, for a considerable time, taught an objectively erroneous opinion about the matter of the sacrament of Orders, i.e. that the matter of this sacrament was the handing over of the instruments, an opinion which was absent during the entire first millennium. The handing over of the instruments was even not practiced during the first millennium in the entire Church in the East and West. 
The aforementioned theologians do not present the proof of the universality and antiquity of the entire Church, which is necessary in such an important question.
Do you think that Bellarmine’s advancement of the position that God will not allow a pope to be a formal heretic is just a pious opinion or an erroneous theologian opinion? 
We have to consider the fact that, in the time of St Robert Bellarmine, there was still a theological debate underway about the concrete limits and mode of exercising the charisma of the infallibility in the Papal Magisterium. I am inclined to assume that St Robert Bellarmine thought that the Pope could not pronounce a formal heresy when teaching definitively or, using the terminology of the First Vatican Council, when teaching “ex cathedra.”
The practical steps you propose emphasize the work of individuals who might correct a pope, but also included is the notion of a group of bishops collectively doing so. Is this the same as the classic Dominican idea of an ‘imperfect council’ of bishops that could investigate charges of papal heresy?
I categorically reject the idea of a so-called ‘imperfect council’ of bishops. The term in itself is theologically contradictory and essentially represents the heresy of “conciliarism” or “synodality” in the manner of the Orthodox churches.
The idea of a body in the Church that would exercise the role of an investigating judge and pronounce judgement over the Pope, who is the visible head of the Church, contradicts the Divine constitution of the Church. In the end, this is the method employed by the Orthodox Church. This approach was the deepest root of the Great Oriental Schism in 1054 between the Greek Church and the Holy See. At the time, the Patriarch of Constantinople, along with his synod, investigated in a type of “imperfect council” charges of alleged papal heresies. 
My proposal to issue a correction to the Pope corresponds to the example of St Paul in his correction of the first Pope, St Peter, and does not represent a judgement over the Pope. There is a subtle but crucial difference between a correction — a fraternal correction — even in a public form, and the act of an investigating judge and who pronounces a verdict. 
The correction I have in mind could also be expressed by a group of bishops, but not as a formally assembled group. It would rather be a matter of collecting their individual consensus on the fact of the heresy or the semi-heresy of a pope — of compiling then their signatures and commissioning one of them to transmit the correction to the pope. This is not a judicial investigation process of the pope, but a verification of an obvious fact. In substance, such a correction would have the same meaning as did St Paul’s correction of St Peter. Yet in this case, it would be done in a collective manner by a group of cardinals or bishops, or even faithful.  
Would you say that the question is at least doubtful enough that it would be rash and gravely imprudent to attempt to depose a heretical pope?
It would contradict the Divine constitution of the Church and would on a practical level inevitably create enormous confusion, as happened during the Great Schism at the end of the 14thand the beginning of the 15thcenturies. We have to learn from history.
How important is it that an ecumenical council posthumously condemn a heretical pope? 
We already have the example of three Ecumenical Councils, which posthumously condemned Pope Honorius I. This is surely important, and the Church must stop the spread of heresies or erroneous and ambiguous teachings which a heretical, a semi-heretical or a highly negligent pope has left behind him after his death. Indeed, the Church has never tolerated for a lengthy period of time the existence and spread of heresies or doctrinal ambiguities. Likewise, a good mother will not tolerate harmful food for her children, and a good physician will not tolerate the spread of infectious diseases. Heresies and ambiguous doctrines in the life of the Church are nothing less than harmful food and infectious disease.  
You raise the issue of how an inflated concept of papal authority encouraged novelties in the Roman Liturgy? Do you think that Pius X, Pius XII and Paul VI exceeded their authority as pope in making the liturgical changes which they did? And do you think that the canon of Trent forbidding the creation of new rites binds the Pope as well as other pastors of the Church?
The way in which the constant Tradition of the Church and all the popes until the beginning of the 20thcentury behaved should be a sure indication. In fact, the Church for nineteen centuries never made drastic, inorganic or revolutionary changes to the lex orandi, i.e. the Sacred Liturgy. 
The fact that the manner of liturgical celebrations is not strictly-speaking a dogmatic or, as people say today, a pastoral issue, does not mean that a pope can therefore execute a revolutionary liturgical reform. Here, the Oriental or the Orthodox churches are an outstanding example of an extremely diligent and somewhat scrupulous approach to liturgical reforms. In my opinion, the aforementioned popes abused their power by implementing radical and inorganic liturgical reforms. The radical nature of these reforms were alien to the entire Tradition of the Church in both East and West for nineteen centuries, i.e. until the beginning of the 20thcentury.
The canons of the Council of Trent, which forbade the creation of new rites in the celebration of the sacraments, referred to such revolutionary and inorganic liturgical reform. In this sense these canons should be observed by all popes, even though they are not strictly binding for a pope. Each pope should, however, consider these canons of the Council of Trent as an appeal of the proven wisdom of the constant and sure Tradition of the Church. It would be a sign of audacity and of papal absolutism and therefore of imprudence not to follow this advice. 
There is a well-known principle dating back to the time of the Apostles and first popes which says: “Nihil innovetur, nisi quod traditum est,” i.e., “Let there be no innovation beyond what has been handed down.” It was with these words that I deliberately concluded my essay.
Diane Montagne

lunes, 25 de marzo de 2019

La peor forma de abuso infantil: los obispos argentinos de Francisco guardan silencio ante el aborto


Duración 3:04 minutos

Child abuse is bad but killing children is obviously ok. Pope Francis’ Argentina follows instructions of the World Bank and the International Monetary Fund, both controlled by the United States, to introduce abortion, José Arturo Quarracino writes on Spanish Gloria.tv. Right wing president Mauricio Macri has endorsed procedures aimed at introducing abortion. He left the drafting of the project to a group connected with the infamous Planned Parenthood Federation. Quarracino calls this a “clear evidence of Argentina’s colonial prostration.”

The project experienced a setback when it was refused by the Argentinean senate last August. But this did not stop Macri from continuing. Macri’s Health Secretary, Adolfo Rubinstein, a member of the clan of George Soros’ Open Society Foundation, introduced by decree the abortion drug Misoprostol. In addition, Enrique Finocchiaro, Macri’s Education Minister, imposed sex indoctrination and gender ideology on the schools.

As an alternative, the evangelical Foundation “Más Vida” (More Life), created a hotline in order to help pregnant mothers signing an agreement with the Minster of Social Development. But four days later, it was pressured in addition to promote abortion through the hotline. The foundation hesitated to agree and therefore the agreement supporting the hotline was terminated. There is no law in Argentina obliging anyone to promote abortion.

It is important to know that responsible for the cancellation is Carolina Stanley, the pro-abortion Minister of Social Development. Stanley is a friend of Pope Francis. He has received her in the Vatican and publicly praised her more than once. The good thing: There is a strong opposition in Argentina to Macri’s anti-life policies, especially among evangelicals. 

The Bishops instead are conspicuous by their silence in the face of the promotion of this mass murder. Quarracino comments: “They are more concerned with the environmental agenda and with obsequious papadolatry than with leading the flock of Christ and defending human life.”


NOTICIAS VARIAS 24 y 25 de marzo de 2019





GLORIA TV

Se abrió en Australia un Carmelo del Viejo Rito

Francisco perdido en contradicciones: advertencias de “perderse para siempre” aunque “nadie puede …

La historia de Jesús reescrita por un gran historiador. No contra, sino “junto” al Jesús de la fe

“Honor a Mahoma” cantada en la catedral de Madrid (Video)

Obispo alemán conservador: Roma introducirá el sacerdocio de hombres casados – Desaparecen los …

Cardenal Hummes: “Sínodo sobre la Amazonia decidirá sobre el celibato”

En Argentina avanzan políticas abortistas, la jerarquía católica calla

INFOVATICANA

Xi desdeña a Francisco durante su visita a Italia (Carlos Esteban)

Pell y Barbarin, el sistema scorpio en Vaticano, Loreto la familia y Verona, Spadaro y los chinos, la exculturación del cristianismo. (SPECOLA)

INFOCATÓLICA

El consuelo de las riquezas (Bruno Moreno)

Una diputada ecologista de Holanda pide dejar de operar y tratar a mayores de 70 años

Miles de personas defienden el derecho a nacer en Madrid

La dictadura comunista china pretende reescribir la Biblia

SECRETUM MEUM MIHI

Francia: Templos católicos son sistemáticamente atacados y profanados, ¡pero las autoridades no saben por qué!

ONE PETER FIVE

Bishop Schneider’s Analysis on Heretical Popes May Be Just the Answer We’re Looking For (Steve Skojec)


Selección por José Martí

La Anunciación del Señor

Padre Santiago Martín

Duración 15:08 minutos

RESTAURAR TODAS LAS COSAS EN CRISTO


DURACIÓN 6:45 MINUTOS

Con Pell y Barbarin el Papa usa dos pesos y dos medidas (Sandro Magister)



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Las condenas, por obra de tribunales seculares, de los cardenales George Pell y Philippe Barbarin han provocado diferentes reacciones en la cima de la jerarquía eclesiástica. Que a su vez han desencadenado dentro y fuera de la Iglesia posteriores reacciones de aprobación o de condena. Signo que este terreno de enfrentamiento está muy lejos de estar pacificado.
Además, el sábado 23 de marzo Francisco aceptó la renuncia del cardenal Ricardo Ezzati Andrello, de 77 años, como arzobispo de Santiago de Chile. Renuncia determinada formalmente por haber excedido la edad canónica, pero efectivizada precisamente pocas horas después del llamado a juicio del cardenal frente al tribunal de Santiago, por haber encubierto abusos sexuales. También aquí habrá que ver qué decisiones tomará el Papa. Y con cuáles contragolpes.
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En el caso del cardenal Pell, condenado en Australia a seis años de prisión, la Santa Sede ha hecho saber que quiere tener a su cargo un proceso canónico en la Congregación para la Doctrina de la Fe.
No se conocen ni los tiempos ni las modalidades de ese proceso. En todo caso se ha comunicado que en Roma se esperará, antes de cualquier pronunciamiento, el resultado del proceso de apelación pedido por el cardenal.
Pero a pesar de esto, “como medida precautoria” y “para garantizar el curso de la justicia”, la Santa Sede ha confirmado las dos medidas tomadas contra Pell cuando regresó a Australia: la prohibición del “ejercicio público del ministerio” y “el contacto en cualquiera de sus modos y formas con menores de edad”.
Medidas ambas incomprensibles ahora, al encontrarse el cardenal en una celda de aislamiento e imposibilitado de celebrar la Misa. Pero bien aceptadas por los paladines de la “tolerancia cero”, para ejercerla siempre y en forma preventiva también contra quien – como se lee a propósito de Pell en el comunicado vaticano – “ha manifestado su inocencia y tiene el derecho de defenderse hasta el último grado”
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En el caso del cardenal Barbarin, condenado en Francia a seis meses de prisión condicional y también a la espera de un proceso de apelación, la Santa Sede no anunció, por el contrario, ningún proceso canónico.
Tampoco ha tomado contra él medidas análogas a las impuestas a Pell.
No solo eso. El papa Francisco ha rechazado la renuncia como arzobispo de Lyon presentada a él por el cardenal, recibido en audiencia el 19 de marzo.
¿Cómo justificó Francisco este comportamiento de su parte? Fue el mismo Barbarin quien se refirió a las palabras del Papa, en una entrevista realizada en la televisora católica francesa KTO:
“El Papa me dijo que cuando hay una sentencia que es apelada, existe la presunción de inocencia. En consecuencia, si acepto la renuncia, reconozco que usted es culpable. No puedo hacer esto”.
De regreso en Lyon, Barbarin confirmó que se retira de la diócesis, confiada en forma provisoria al vicario general. Pero ha resaltado que se trata de una decisión personal suya, sobre la cual el Papa habría expresado su “comprensión”, agregando que “no corresponde a Roma intervenir en este género de cosas”.
Como se puede advertir, entonces, al contrario que en el caso de Pell, en el caso de Barberin el papa Francisco no se atuvo a los criterios de la “tolerancia cero”, sino más bien a esos principios garantistas que él mismo había pedido que se prestara atención en la cumbre vaticana del 21-24 de febrero en los 21 “puntos de reflexión” entregados a los participantes, en primer lugar “el principio de derecho natural y canónico de la presunción de inocencia hasta la prueba de la culpabilidad del acusado”.
Ninguna sorpresa, entonces, al ver las indignadas reacciones de los partidarios de la “tolerancia cero” en este comportamiento del Papa. Como también las defensas de lo hecho por él, por parte de los garantistas.
Entre las muchas voces en un campo y en el otro, son ejemplares las dos que se han expresado en las columnas del diario católico francés “La Croix”. De dos eruditos no católicos.
El primero es Dominique Wolton, autor del libro-entrevista más exitoso entre los publicados hasta ahora sobre el papa Francisco y al que quiso que estuviera entre los miembros de su comitiva en el viaje a Panamá el pasado mes de enero.
Wolton defiende la línea garantista adoptada por el Papa en el caso de Barbarin, pero – como teórico de la comunicación que es – critica las ingenuidades comunicacionales, porque al callar y enviar al futuro cualquier decisión, Francisco se expone indefenso a la “locura” de los que quieren que los procesos se lleven a cabo inmediatamente y en las plazas, en vez de hacerlos en las salas y con los tiempos de la justicia.
Escribe Wolton:
“No creo que la lentitud del papa Francisco en reaccionar sea una prueba de mala fe. El hecho que él se niegue a decir algo a cualquier precio no significa que está ‘escondiendo’ algo. Simplemente, se niega a entrar en la lógica de la inmediatez que domina hoy la opinión pública. Esta presión de los medios de comunicación, basada en un uso falsamente democrático de lo social, se ha vuelto intolerable. ¡El hecho que millones de personas expresen su opinión que el cardenal Barbarin es un malhechor no significa que él lo sea realmente! Se quiere que la Iglesia pronuncie inmediatamente un juicio moral. Pero sometida a una sospecha general de actuar con mala fe, la Iglesia ya no es capaz de hacerse entender, y las justificaciones del Papa parecen una retirada de su decisión de poner fin al clericalismo”.
Pero decididamente más crítica es – siempre en las páginas de “La Croix” – la socióloga de las religiones Danièle Hervieux-Léger, de la ”École des hautes études en sciences sociales” y autora en el 2003 de un libro que hizo época: “Catholicisme, la fin d’un monde”, en el que sostenía la “exculturación”, es decir, la expulsión total del catolicismo de la cultura de hoy.
Para Barbarin – dice Hervieux-Léger – “era quizás legítimo recurrir en apelación como ciudadano, pero no como obispo”. Como obispo debía aceptar la condena y el Papa debería haber aceptado su dimisión. Pero Barbarin “engañó al Papa, quien aparece hoy ya no coherente con la ‘tolerancia cero’ que quiere promover. Este estado de confusión es terrible, porque deja en la opinión pública la imagen desastrosa de una institución que se protege, que no realiza sus promesas. La Iglesia no es otra cosa que un objeto de indignación, lo cual me parece irremediable. La Iglesia ha perdido definitivamente su capital de confianza y esto es particularmente terrible para los sacerdotes de más de 75 años que han apostado todo en esta institución cuyo mundo colapsa. Hoy lo único posible – pero el Papa no lo hará – sería redefinir completamente el ministerio sacerdotal, no sólo ordenando a varones casados – cosa que sucederá seguramente algún día – sino sobre todo repensando el puesto de las mujeres en la Iglesia. Porque la cuestión capital es ésta. El clericalismo al cual se imputan todas las derivaciones presentes arraiga en su exclusión”.
Es curioso que tanto Wolton como Hervieux-Léger concluyan sus arengas culpando de todo al “clericalismo”, objetivo fijo del papa Francisco.

Acerca del limbo, intentando contestar a unas preguntas realizadas por niños de 12 y 13 años (José Martí)



Del 7 al 16 de septiembre de 2013 traté en este blog sobre el tema del limbo, como puede comprobarse en los siguientes enlaces: 

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Anexo

A modo de resumen se podría decir que la existencia del Limbo no es un dogma de fe; y, sin embargo, negar su existencia podría poner en peligro la existencia del pecado original y, por tanto, la necesidad de la Redención.

Si algo quedó claro es que en estado de pecado, aunque se trate del pecado de naturaleza (pecado original) con el que todos nacemos y no de pecados personales, es imposible la entrada en el Cielo. Los niños no bautizados se encuentran en esa situación. Por lo que, al menos, en el presente eón, debe de existir algún lugar, de felicidad natural, al que irían estos niños, dado que, al no haber cometido pecados personales, no irían al infierno, obviamente: si tal ocurriera Dios sería injusto, pero Dios es infinitamente justo. Pues bien: a ese lugar le llamamos limbo. El limbo no es lo mismo que lo que se conoce con el nombre de Seno de Abraham; la nota esencial de este último lugar es que es ahí donde se encontraban los justos del Antiguo Testamento, en una situación de espera de la venida de Jesucristo. Cuando se dice que Jesús descendió a "los infiernos", con la palabra "infierno" se designa el Seno de Abraham. Con la muerte y resurrección de Jesucristo, las puertas del cielo quedaron abiertas para ellos, viendo así cumplidas las promesas que Dios les hizo; y que se pueden leer en el Antiguo Testamento. El Seno de Abraham era un lugar existente previo a la muerte de Jesús, pero Cristo, muriendo en la Cruz, por su inmenso Amor, rescató de ese lugar a los justos que, ahora, están con Él en el Cielo. El Seno de Abraham ya no existe.

Hablando de este tema con dos jovencitos, de 12 y 13 años, me encontré con la "sorpresa" de que ellos piensan que el limbo es algo temporal, y que sólo durará hasta que llegue el final de los tiempos: una vez que todo acabe, el limbo dejará de existir, quedando sólo el Cielo y el Infierno ... pues Dios, en su infinita misericordia, haría partícipes de su gracia a quienes estuviesen entonces en el Limbo, dándoles así la posibilidad de entrar en el Cielo: esto ocurriría cuando se acabara la historia.

Escribo a continuación la respuesta que les di a las preguntas que me iban haciendo:

- En principio, les decía, está claro que, en estado de pecado, aunque sea el pecado original [ pecado de naturaleza, pero pecado, al fin y al cabo], no es posible entrar en el Cielo. Dicho esto -y puesto que nos encontramos en el terreno del Misterio y de la Misericordia de Dios- hay que añadir que -estrictamente hablando- sólo Dios sabe quién se salva y quién se condena ... o bien quien es salvado del Limbo.

- Me preguntaron: ¿se puede decir, con total seguridad, que no hay nadie, absolutamente nadie que pueda estar en el Cielo si no ha sido bautizado? ¿Ni siquiera los niños que no hay llegado a nacer porque han muerto antes, en el seno de su madre? Tal vez, si hubiesen nacido, lo más propio es que la mayoría de ellos habrían sido bautizados. Sin embargo, sin culpa alguna de su parte, no han tenido esa posibilidad. Pensamos que eso no es justo.

Les expliqué que Dios no está obligado a dar a todos su gracia: ésta es un puro don gratuito y no es exigible por nuestra naturaleza. Además, aunque no vayan al cielo, no sufrirán, sino que se encontrarán en un estado de felicidad natural. Les expliqué que una vez que pasamos de esta vida a la otra, nuestra situación, por toda la eternidad, será aquella en la que nos encontremos en el momento de la muerte. Las oportunidades se tienen sólo en esta vida. Y no hay otra. Después ya no se puede merecer. 

No obstante, no descarto que Dios, que es Todopoderoso y Misericordioso, pueda actuar en el sentido de conceder su gracia a algunos de ellos; o tal vez a todos, si lo preferimos así, pero esto es algo que no se puede saber. Nadie puede saberlo. Lo que sí es cierto es que no se puede negar "alegremente" que el limbo no exista, amparándose en la idea -por otra parte cierta- de que la existencia del limbo no es ningún dogma de fe. La razón ya se la había dicho al principio: su negación conllevaría la no existencia del pecado y la no necesidad de la Redención, lo que daría al traste con toda la Doctrina Cristiana.

No quedaron muy convencidos. Lo curioso del caso es que me dejaron también a mí en duda: ellos no discuten que el Limbo no exista. Lo que discuten es que sea eterno. Piensan que, al final de los tiempos, el limbo dejará de existir. Y a los habitantes del limbo Dios los llevará, entonces, consigo, al Cielo. De ese modo, no se pone en duda la existencia del pecado y la necesidad de la Redención por Jesucristo. Y, por otra parte, parecería que así el Amor de Dios y su Poder se manifestarían en toda su Plenitud.

La verdad es que me pusieron en un verdadero aprieto: Les dije que lo estudiaría mejor y que escribiría en el blog la respuesta a su pregunta. Ciertamente, es preciso dejar muy claro que siempre se da la posibilidad de la misericordia divina, la cual es infinita. En ese sentido, la idea de estos niños, ya adolescentes, podría considerarse como una hipótesis plausible y bastante probable ... pero no es algo que pueda afirmarse de un modo apodíctico: ¡sería peligroso hacerlo, como puede verse en lo que digo a continuación!

Es preciso llevar mucho cuidado con los términos que se utilizan cuando se habla. Y, en cualquier caso, hay que estar en todo momento a lo que la Iglesia siempre ha dicho. Éste es el patrón de conducta de un católico que lo quiera ser de veras: no debe anteponer sus opiniones personales a lo que la Iglesia ha establecido. Y esto en todos los casos. En este caso concreto, si se admite que Dios salvaría a todos los que se encuentran en el Limbo, no se entiende por qué no salvaría también entonces a los que se encuentran en el infierno ... e incluso al mismo Satanás y a toda su cohorte: es lo que se conoce como teoría de la apocatástasis, debida a Orígenes (184-254), que reaparece posteriormente en Escoto Eriúgena y Schleiermacher; y que fue condenada por la Iglesia en los siguientes documentos: 

(1) En el Sínodo de Constantinopla (a. 543);
(2) En el Concilio Constantinopolitano II (a. 553);
(3) En el Concilio IV de Letrán (a. 1215);
(4) En la Constitución Dogmática Benedictus Deus, de Benedicto XII (29 enero de 1336)


De manera que, sea de ello lo que fuere, y aceptando siempre lo que la Iglesia mantiene, sin sombra alguna de duda, hay que estar abierto en toda situación a aquello que es lo esencial; a saber, hay que dejar siempre abierta la puerta a la gracia y a la misericordia de Dios, que son las únicas que nos pueden salvar. Insisto: manteniendo siempre, con fuerza, y en primer lugar, lo que la Iglesia ha enseñado a lo largo de veinte siglos de Historia. Rebelarse contra la Iglesia, la Iglesia perenne, es rebelarse contra Dios. Esto no debe olvidarse (nos referimos, claro está, a la Iglesia de siempre, puesto que la Iglesia no nació ayer ni hace cincuenta o sesenta años, como algunos, ingenua o maliciosamente, piensan).

Antes de dar fin a esta entrada, consciente, como soy, de que no he conseguido la aquiescencia completa de mis estimados "jovencitos", me gustaría añadir algo más, pensando en voz alta. Y me voy a referir al tema de los infiernos.

Lo primero de todo es decir, cuando se habla de los "infiernos", que -según santo Tomás- los infiernos eran cuatro (ahora tres): el de los condenados, el purgatorio, el limbo de los justos (o Seno de Abraham) y el limbo de los niños. El seno de Abraham desapareció con la muerte de Jesús: esos son los infiernos a los que nos referimos cuando rezamos el Credo y decimos de Jesús que "descendió a los infiernos".

Por otra parte, tengo entendido -no recuerdo dónde lo he leído, creo que en la Suma- que tanto en el cielo como en el infierno hay bastantes moradas. Referente al cielo está claro, pues lo dijo el mismo Señor: "En la casa de mi Padre hay muchas moradas" (Jn 14, 2). En el caso del infierno es de lógica que, por extensión, sea también algo parecido (Dante así lo pensaba, en su Divina Comedia). En otras palabras, que no todos ocupan el mismo nivel, por así decirlo.

Sé que la pena de daño supone la ausencia de la visión beatífica. Sé también que en el purgatorio hay pena de daño y de sentido, pero con esperanza y en el infierno igual, pero sin esperanza. En el limbo de los niños sólo se da la pena de daño y no la de sentido. De ahí su estado de felicidad natural (que no sobrenatural, pues no poseen la gracia santificante).

Mi pregunta concreta -la que yo me hago a mí mismo- es si los que están en el limbo han llegado a ver a Dios antes de ir allí. Yo creo que no, pues entonces ya no podrían ser felices ni siquiera con una felicidad natural. Simplemente no poseen la visión beatífica, ni pueden poseerla (pues no están en gracia), pero tampoco la echan de menos (pues no cometieron pecados personales). Tienen una felicidad natural de conocimiento, como si conocieran el Bien Supremo aristotélico, por decirlo de alguna manera.

Lo que sigue a continuación son disquisiciones personales que yo me hago a mí mismo, razonando el porqué la pena de daño de los niños del limbo es diferente a la pena de daño de los demás.

La pena de daño de los moradores del purgatorio o del infierno sí produce un inmenso sufrimiento, puesto que han visto a Dios, en el juicio particular, y ahora ya no lo ven (con la diferencia de que quienes están en el purgatorio tienen la esperanza de volver a verlo. No así los condenados en la gehenna). A esta pena de daño se le sumará luego la de sentido, después de la resurrección de los muertos, cuando las almas recobren sus cuerpos.
Conclusión: los niños del limbo sufren la pena de daño (no así la de sentido) y no gozan, por lo tanto, de la visión beatífica ... pero esta pena de daño es diferente de la que sufren quienes están en el infierno o en el purgatorio. Estos últimos vieron a Dios y ahora no lo ven [penas de daño "iguales" en principio -y consecuencia de sus pecados personales concretos- pero con la gran diferencia de que los que están en el purgatorio saben que el tiempo en este lugar es pasajero y tendrá un final, de manera que viven con esperanza, lo que no ocurre con aquellos que están en el infierno].
La situación de los niños del limbo es diferente. No poseen la gracia santificante al no haber sido bautizados y no pueden, por lo tanto, gozar de la visión beatífica. Pero no han cometido ningún pecado personal de rebelión contra Dios. De modo que es lógico pensar en una pena de daño diferente a la de los casos anteriores. Pienso, como digo, que no gozarán nunca de la visión de Dios, pero -por otra parte- nunca deben de haberlo visto previamente, porque -de ser así- su sufrimiento (de pena de daño) sería exactamente igual al que sufren los condenados en el infierno (aunque los del limbo no tuviesen la pena de sentido). Y, es más: ni siquiera podrían gozar de una simple felicidad natural, pues ésta estaría empañada por la desesperación de que habiendo visto a Dios no podrán volver a verle nunca más, por toda la eternidad, que es lo que les ocurre a los condenados en el infierno. Dios, que es Justo, con mayúsculas, no puede tratar igualmente a quienes, de un modo definitivo y por voluntad personal, no han querido saber nada de Él que a aquellos otros que -por las circunstancias que sean- no le han negado explícitamente con su voluntad, aun cuando esta negación se encuentre en su propia naturaleza caída ... ¡pero no es igual! Lo propio [siempre según mi opinión, pues yo no soy Dios] sería que se mantuviesen en esa situación de "infierno", en cuanto que no poseen la gracia pero que, por otra parte, no fuesen conscientes de esta situación, al no haberse encontrado nunca cara a cara con Dios. Yo así lo veo.

Tengo la esperanza de que este tipo de consideraciones personales en torno al Limbo ayudará a mis queridos "jovencitos" a clarificar sus ideas. A mí, al menos, me ha ayudado.

José Martí