Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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sábado, 7 de abril de 2018
Papa Francisco: prohibido el proselitismo y las campañas vocacionales. La monja argentina. Burke y la madre que lo parió (Specola)
Basta ver los datos de las llamadas universidades católicas en Roma que ni juntándolas todas hacen una facultad. Los colegios nacionales están a medio gas a pesar de contar con alumnos cercanos a la jubilación. A muchos seminarios diocesanos no los queda más que el nombre y no hablemos de los noviciados. Se incrementa, más si cabe, el problema por la crisis en la que han entrado los llamados nuevos movimientos, de la que nadie quiere hablar, y que hace pocos años se los miraba como única esperanza.
Pues en este panorama el responsable máximo de todo esto está muy contento y feliz y aconseja que nada de proselitismo y de campañas vocacionales. Con el cierre acelerado de conventos y monasterios por extinción y las tremendas dificultades para mantener las famosas puertas abiertas de las iglesias porque ya no hay quien las abra, parece que estamos escuchando a quien desea que esto todavía empeore mucho más.
En otros tiempos se hablaba del seminario como el corazón de la diócesis, la niña de los ojos del obispo, pues nada de esto. No pasa nada, todos felices y con buen humor y viviendo la gran primavera. Aquí no se entiende nada de nada y cada vez menos. No vemos muy claro donde queda el mandato, la orden, del evangelio de “Id por todo el mundo y predicar el evangelio”.
Con estos consejos mejor con la barca y en Cafarnaum y el que tenga que venir pues ya lo mandara Dios si quiere. San Pablo , el apóstol de la gentes, que se mató de viajes haciendo prosélitos por todo el mundo, pues un pobre confundido que perdió la vida con campañas de Marketing innecesarias por las plazas y calles de medio mundo acabando encarcelado y descabezado en Roma y hasta enfadado con el pobre San Pedro.
La monja argentina es famosa por su divulgación de las opiniones de Papa Francisco sobre todo tipo de bloqueos a la llegada de nuevos seres humanos. Mucho amor, si, pero muy estéril. Por ahora nadie ha desmentido nada de nada y la noticia ya está en todos los medios de gran divulgación. Parece que han propuesto acabar con la vocaciones de raíz impidiendo incluso con concepción. Los casos judiciales por malversación de fondos se complican y el obispo Massa, al lado de las famosas conteras de Carrara, tiene algunos problemas con uno de sus curas que parece que le salpican.
A la madre del cardenal Burke le habían aconsejado abortar y, con buen criterio, sintió que venía un cardenal; las madres estas cosas la saben, y le pareció importante el asunto. Permaneció más sorda que una tapia al canto de la sibilas, hoy en forma de monja argentina, que seguro le dieron mil argumentos más que sensatos para que eliminara al pequeño cardenal.
Hoy lo tenemos hecho todo un cardenal, parece que con buena salud, y dando un poco de guerra. La prensa recoge una importante entrevista que se entiende muy bien. En estos tiempos de confusión, se puede o no estar de acuerdo, pero la claridad se agradece.
A Burke se le entiende todo y muy bien, y nos dice que criticar al papa por el bien de la iglesia es justo, y en esta situación más que necesario, porque el Papa Francisco es una de las causas de esta confusión y parece que le gusta y la alimenta.
Aunque el Infierno no exista no dudamos que será creado de nuevo para encerrar en él al cardenal Burke, porque la desaparición es muy poca casa para tan tremendo pecado.
Specola
Buena lectura.
Calo di vocazioni, il Papa: “Non fare campagne, la chiamata di Dio non rientra nel marketing”
“Niente comunione ai protestanti sposati con i cattolici”
Il cardinale Burke: “Criticare il papa per il bene della Chiesa”
Piergiorgio Odifreddi “licenziato” da Repubblica per averla criticata
Papa Francesco, la suora scatena il caos in Vaticano: “Mi disse che il preservativo…”
Caso don Euro, rinviato a giudizio il vescovo di Massa
Specola
Burke: Corregir al Papa para obedecer a Cristo (POR RICCARDO CASCIOLI)
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Cardenal Raymond Burke |
Están quienes acusan de desobediencia a los que han expresado dudas preguntas y críticas a lo hecho por el Papa, pero «la corrección de la confusión o del error no es un acto de desobediencia, sino un acto de obediencia a Cristo y por eso a su vicario en la Tierra». Así dijo el cardenal Raymond Leo Burke en esta entrevista concedida a La Nuova BQ, en vísperas de un importante congreso que habrá en Roma el sábado 7 de abril sobre el tema “Adónde va la Iglesia”.
Están quienes acusan de desobediencia a los que han expresado dudas preguntas y críticas a lo hecho por el Papa, pero «la corrección de la confusión o del error no es un acto de desobediencia, sino un acto de obediencia a Cristo y por eso a su vicario en la Tierra». Así dijo el cardenal Raymond Leo Burke en esta entrevista concedida a La Nuova BQ, en vísperas de un importante congreso que habrá en Roma el sábado 7 de abril sobre el tema “Adónde va la Iglesia” (hacer click aquí), en el que el mismo cardenal Burke será uno de los expositores. El congreso de Roma se llevará a cabo en recuerdo del cardenal Carlo Caffarra, uno de los firmantes de los Dubia, fallecido el pasado mes de setiembre. Como se recordará, los Dubia son las 5 preguntas dirigidas al papa Francisco para obtener una declaración clara de continuidad con el Magisterio precedente, luego de la confusión creada con las distintas y a veces opuestas interpretaciones de la exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia. A esos Dubia, de los cuales también el cardenal Burke es un firmante, el papa Francisco jamás les dio respuesta alguna, así como tampoco jamás respondió al reiterado pedido de una audiencia por parte de los cardenales firmantes.
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Eminencia, usted será uno de los principales expositores en el congreso del 7 de abril, que en nombre del cardenal Caffarra reflexionará sobre la dirección que sigue la Iglesia. Ya desde el título se percibe la preocupación por la dirección tomada. ¿Cuáles son los motivos de tal preocupación?
La confusión y la división en la Iglesia, sobre las cuestiones fundamentales y más importantes –el matrimonio y la familia, los Sacramentos y la justa disposición para acceder a ellos, los actos intrínsecamente malos, la vida eterna y los Novísimos– están cada vez más difundidas. Y el Papa no sólo se niega a aclarar las cosas con el anuncio de la doctrina permanente y la sana disciplina de la Iglesia, una responsabilidad que es inherente a su ministerio como sucesor de san Pedro, sino que también aumenta la confusión.
¿Se refiere también a la multiplicación de declaraciones privadas que son informadas por quienes se reúnen con él?
Lo que ha sucedido con la última entrevista concedida a Eugenio Scalfari durante Semana Santa y dada a conocer el Jueves Santo va más allá de lo tolerable. Que un conocido ateo pretenda anunciar una revolución en la enseñanza de la Iglesia Católica, sosteniendo que habla en nombre del Papa, negando la inmortalidad del alma humana y la existencia del infierno, ha sido una fuente de profundo escándalo no sólo para muchos católicos, sino también para muchos laicos que respetan a la Iglesia Católica y sus enseñanzas, aunque no las compartan. Más aún, Jueves Santo es uno de los días más santos del año, el día en el cual el Señor ha instituido el Santísimo Sacramento de la Eucaristía y el Sacerdocio, para que Él pueda ofrecernos siempre el fruto de su pasión y muerte redentora para nuestra salvación eterna.
Además, la respuesta de la Santa Sede a las reacciones escandalizadas llegadas de todo el mundo ha sido fuertemente inadecuada. Por el contrario, al renunciar claramente a la verdad sobre la inmortalidad del alma humana y sobre el infierno, en la desmentida está escrito solamente que algunas palabras citadas no son del Papa. No dice que las ideas erróneas, incluso heréticas, expresadas por estas palabras no son compartidas por el Papa y que el Papa repudia esas ideas contrarias a la fe católica. Este jugar con la fe y la doctrina, en los niveles más altos de la Iglesia, justamente deja escandalizados a pastores y fieles.
Pero si estas cosas son muy graves, y fuente de vergüenza, también sorprende también el silencio de numerosos pastores.
Por cierto, la situación se agrava aún más por el silencio de muchos obispos y cardenales que comparten con el Romano Pontífice la atención de la Iglesia universal. Algunos simplemente se callan. Otros fingen que no hay nada grave en ello. Otros todavía difunden fantasías de una nueva Iglesia, de una Iglesia que toma una dirección totalmente diferente del pasado, fantaseando por ejemplo con un "nuevo paradigma" para la Iglesia o una conversión radical de la práctica pastoral de la Iglesia, haciéndola completamente nueva. Luego están los que son entusiastas promotores de la llamada revolución en la Iglesia Católica.
Pero si estas cosas son muy graves, y fuente de vergüenza, también sorprende también el silencio de numerosos pastores.
Por cierto, la situación se agrava aún más por el silencio de muchos obispos y cardenales que comparten con el Romano Pontífice la atención de la Iglesia universal. Algunos simplemente se callan. Otros fingen que no hay nada grave en ello. Otros todavía difunden fantasías de una nueva Iglesia, de una Iglesia que toma una dirección totalmente diferente del pasado, fantaseando por ejemplo con un "nuevo paradigma" para la Iglesia o una conversión radical de la práctica pastoral de la Iglesia, haciéndola completamente nueva. Luego están los que son entusiastas promotores de la llamada revolución en la Iglesia Católica.
Para los fieles que comprenden la gravedad de la situación, la falta de dirección doctrinal y disciplinaria por parte de sus pastores los deja perdidos. Para los fieles que no comprenden la gravedad de la situación, esta carencia los deja en confusión y eventualmente como víctimas de errores dañinos para sus almas. Muchos que han entrado en la plena comunión de la Iglesia Católica -aunque habían sido bautizados en una comunión eclesial protestante- porque sus comunidades eclesiales han abandonado la fe apostólica, sufren intensamente la situación, al percibir que la Iglesia Católica está recorriendo el mismo camino de abandono de la fe.
La que usted pinta es una situación apocalíptica…
Toda esta situación me lleva a reflexionar cada vez más sobre el mensaje de Nuestra Señora de Fátima que nos previene del mal -aún más grave que los gravísimos males sufridos a causa de la difusión del comunismo ateo- que es la apostasía de la fe dentro de la Iglesia.
La que usted pinta es una situación apocalíptica…
Toda esta situación me lleva a reflexionar cada vez más sobre el mensaje de Nuestra Señora de Fátima que nos previene del mal -aún más grave que los gravísimos males sufridos a causa de la difusión del comunismo ateo- que es la apostasía de la fe dentro de la Iglesia.
El canon 675 del Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que "antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes", y que “la persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra develará el «Misterio de iniquidad» bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad”.
En tal situación, los obispos y los cardenales tienen el deber de anunciar la verdadera doctrina. Al mismo tiempo, deben conducir a los fieles a hacer reparación por las ofensas a Cristo y por las heridas infligidas a su Cuerpo Místico, la Iglesia, cuando la fe y la disciplina no son justamente salvaguardadas y promovidas por los pastores. El gran canonista del siglo XIII, Enrique de Segusio o el Hostiense, al afrontar la difícil cuestión de cómo corregir a un Romano Pontífice que actuara de modo contrario a su cargo, afirma que el Colegio de Cardenales constituye un control de facto contra el error papal.
Sin duda, hoy está muy discutida la figura del papa Francisco. Se pasa fácilmente de la exaltación acrítica de cualquier cosa que él haga a la crítica despiadada por cada uno de sus gestos ambiguos. Pero de alguna manera el problema de cómo referirse al Papa se aplica a cada pontífice. Por eso algunas cosas necesitan ser aclaradas. Mientras tanto, ¿qué representa el Papa para la Iglesia?
De acuerdo con la enseñanza constante de la iglesia, el Papa, por la voluntad expresa de Cristo, es "el principio y fundamento perpetuo de unidad, así de los obispos como de la multitud de los fieles" (Constitución dogmática sobre la Iglesia, n. 23, del Concilio Vaticano II).
En tal situación, los obispos y los cardenales tienen el deber de anunciar la verdadera doctrina. Al mismo tiempo, deben conducir a los fieles a hacer reparación por las ofensas a Cristo y por las heridas infligidas a su Cuerpo Místico, la Iglesia, cuando la fe y la disciplina no son justamente salvaguardadas y promovidas por los pastores. El gran canonista del siglo XIII, Enrique de Segusio o el Hostiense, al afrontar la difícil cuestión de cómo corregir a un Romano Pontífice que actuara de modo contrario a su cargo, afirma que el Colegio de Cardenales constituye un control de facto contra el error papal.
Sin duda, hoy está muy discutida la figura del papa Francisco. Se pasa fácilmente de la exaltación acrítica de cualquier cosa que él haga a la crítica despiadada por cada uno de sus gestos ambiguos. Pero de alguna manera el problema de cómo referirse al Papa se aplica a cada pontífice. Por eso algunas cosas necesitan ser aclaradas. Mientras tanto, ¿qué representa el Papa para la Iglesia?
De acuerdo con la enseñanza constante de la iglesia, el Papa, por la voluntad expresa de Cristo, es "el principio y fundamento perpetuo de unidad, así de los obispos como de la multitud de los fieles" (Constitución dogmática sobre la Iglesia, n. 23, del Concilio Vaticano II).
El servicio esencial del Papa es salvaguardar y promover el depósito de la fe, la verdadera doctrina y la sana disciplina coherente con las verdades creídas.
En la entrevista ya mencionada con Eugenio Scalfari, hay una referencia complaciente al Papa como "revolucionario". Pero el oficio petrino no tiene nada, absolutamente nada que ver con la revolución. Por el contrario, existe exclusivamente para la conservación y propagación de la fe católica inmutable que lleva a las almas a la conversión del corazón y conduce a toda la humanidad a la unidad fundada en el orden inscrito por Dios en su creación y especialmente en el corazón del hombre, la única criatura terrenal hecha a imagen de Dios. Es el orden que Cristo ha restaurado por el Misterio Pascual que estamos celebrando en estos días. La gracia de la redención que emana de su glorioso Corazón traspasado en la Iglesia, en los corazones de sus miembros, da la fuerza para vivir de acuerdo a este orden, es decir, en comunión con Dios y con el prójimo.
Seguramente el Papa no es un gobernante absoluto, pero hoy en día se lo percibe mucho de este modo. "Si el Papa lo dice..." es la forma común de truncar cualquier pregunta o duda sobre algunas afirmaciones. Hay una especie de papolatria. ¿Cómo se responde a ello?
Seguramente el Papa no es un gobernante absoluto, pero hoy en día se lo percibe mucho de este modo. "Si el Papa lo dice..." es la forma común de truncar cualquier pregunta o duda sobre algunas afirmaciones. Hay una especie de papolatria. ¿Cómo se responde a ello?
La noción de la plenitud del poder del Romano Pontífice ha sido claramente enunciada ya por el papa San León Magno. Los canonistas de la Edad Media han contribuido en gran medida a la profundización del poder inherente del oficio petrino. Su contribución sigue siendo válida e importante. La noción es muy simple. El Papa, por la voluntad divina, goza de todo el poder necesario para poder salvaguardar y promover la fe verdadera, el verdadero culto divino y la requerida sana disciplina. Este poder no pertenece a su persona sino a su cargo de sucesor de San Pedro.
En el pasado, en su mayoría, los Papas no han hecho públicos sus actos u opiniones personales, precisamente para no arriesgarse a que los fieles se confundan sobre lo que hace y piensa el sucesor de San Pedro.
En la actualidad, hay una arriesgada e incluso perjudicial confusión de la persona del Papa con su cargo que resulta en el oscurecimiento del oficio petrino y en un concepto mundano y político del servicio del Romano Pontífice en la Iglesia.
La Iglesia existe para la salvación de las almas. Cualquier acto de un Papa que socava la misión salvífica de Cristo en la Iglesia, ya sea un acto herético o un acto pecaminoso en sí mismo, es simplemente vacío desde el punto de vista del oficio petrino. Por lo tanto, aunque claramente provoque un serio daño a las almas, no obliga a la obediencia de los pastores y los fieles. Siempre debemos distinguir el cuerpo del hombre que es el Romano Pontífice del cuerpo del Romano Pontífice, es decir, del hombre que ejerce el oficio de San Pedro en la Iglesia. No hacer la distinción significa papolatría y termina con la pérdida de fe en el oficio petrino divinamente fundado y sostenido.
¿En la relación con el Papa qué es lo que un católico debe sostener mayormente?
El católico debe respetar siempre, de manera absoluta, el oficio petrino como parte esencial de la institución de la Iglesia por parte de Cristo. El momento en que el católico no respeta más el oficio del Papa está dispuesto al cisma o a la apostasía de la fe.
¿En la relación con el Papa qué es lo que un católico debe sostener mayormente?
El católico debe respetar siempre, de manera absoluta, el oficio petrino como parte esencial de la institución de la Iglesia por parte de Cristo. El momento en que el católico no respeta más el oficio del Papa está dispuesto al cisma o a la apostasía de la fe.
Al mismo tiempo, el católico debe respetar al hombre a cargo del oficio que significa atención a su enseñanza y dirección pastoral. Este respeto incluye también el deber de expresar al Papa el juicio de una conciencia rectamente formada, cuando él se desvía o parece apartarse de la verdadera doctrina y sana disciplina o abandona las responsabilidades inherentes a su oficio.
Para el derecho natural, para los evangelios y para la constante tradición disciplinaria de la Iglesia, los fieles están obligados a expresar a sus pastores su preocupación por el estado de la Iglesia. Los fieles tienen este deber, al cual le corresponde el derecho de recibir una respuesta de sus pastores.
¿Entonces es posible criticar al Papa? ¿Y en qué condiciones?
Si el Papa no cumple su oficio por el bien de todas las almas, no sólo es posible sino también necesario criticar al Papa. Esta crítica debe seguir la enseñanza de Cristo sobre la corrección fraterna en el Evangelio (Mt 18, 15-18).
¿Entonces es posible criticar al Papa? ¿Y en qué condiciones?
Si el Papa no cumple su oficio por el bien de todas las almas, no sólo es posible sino también necesario criticar al Papa. Esta crítica debe seguir la enseñanza de Cristo sobre la corrección fraterna en el Evangelio (Mt 18, 15-18).
En primer lugar, el fiel o el pastor debe expresar su crítica de manera privada, lo que permitirá al Papa corregirse a sí mismo. Pero si el Papa se niega a corregir su modo de enseñar o de actuar gravemente en falta, la crítica debe hacerse pública, porque tiene que ver con el bien común en la Iglesia y en el mundo. Algunos criticaron a los que expresaron públicamente la crítica del Papa como una manifestación de rebelión o desobediencia, pero pedir –con el debido respeto a su cargo– la corrección de la confusión o del error no es un acto de desobediencia, sino un acto de obediencia a Cristo y por eso a su vicario en la Tierra.
Publicado originalmente en italiano el 5 de abril de 2018, en: www.la-nuovabq.it/it/burke-corregger…
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
Publicado originalmente en italiano el 5 de abril de 2018, en: www.la-nuovabq.it/it/burke-corregger…
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
viernes, 6 de abril de 2018
Noticias varias 4 al 6 de abril de 2018 (Preservativos, comunión a protestantes, Ecumenismo, Jim Caviezel católico, Infierno, Iglesia en China, Gaudete et exsultate, Opus Dei, cuidado con los sacerdotes, ...)
ACTUALL
¿ Cómo se pasa de “de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma” a “en tiempos de Jesús no había grabadoras” ?
¿ Cómo se pasa de la encíclica Mortalium animus al ecumenismo de estos últimos años?
IL SETTIMO CIELO
Francisco "asesor político" de sí mismo. Los últimos de sus negocios (Sandro Magister) (También en Gloria TV)
GLORIA TV
Hermana Pelloni: el Papa propone preservativo y diafragma
LIFE SITE NEWS
Cardenal Burke: El Papa Francisco está "aumentando la confusión" (ENTREVISTA COMPLETA)
El Papa y Scalfari: ¿En qué se supone que debemos creer? (Sandro Magister)
El infierno "no existe" ... las almas pecaminosas "desaparecen", supuestamente el Papa Francisco le dice al entrevistador favorito (Diane Montagna)
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Jim Caviezel: actúo en películas que pueden "devolver la mayor cantidad de almas" a Dios
CATHOLIC HERALD
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Cardenal Burke: lo de la entrevista de Scalfari «fue más allá de lo tolerable»
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Selección por José Martí
La Conferencia Episcopal Alemana, dividida entre la fidelidad a la doctrina y la ruptura (Carlos Esteban)
El pasado mes de febrero, como informó InfoVaticana, la Conferencia Episcopal Alemana dejó en libertad a sus sacerdotes para que, discerniendo caso por caso, permitieran la comunión del cónyuge luterano de un fiel católico.
La propuesta salió adelante por una abrumadora mayoría de los votos y en ella se especificaba que la comunión podría recibirse tras un “serio examen” de la conciencia del comulgante potencial por parte del sacerdote, cuando el cónyuge luterano “afirme la fe de la Iglesia Católica” (?) y “anhele satisfacer un hambre de Eucaristía”.
No se aclara cómo un luterano puede “afirmar la fe de la Iglesia Católica” y seguir siendo luterano en ningún sentido coherente.
Marx aseguró en su día que la medida no pretende introducir “cambio en la doctrina” alguno.
En la carta citada, enviada el pasado mes a la Congregación para la Doctrina de la Fe y al Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, los siete obispos firmantes aseguran que la propuesta se opone frontalmente a la doctrina católica, mina la unidad de la Iglesia y excede a las competencias atribuida a la conferencia episcopal.
Por su parte, el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, el Cardenal Reinhard Marx, Arzobispo de Munich, envió una carta a todos los obispos del país nada más conocerse el envío de la de los siete obispos ‘disidentes’ para defender la decisión de la conferencia, asegurando que era consistente con los textos teológicos y ecuménicos y con el derecho canónico. Más aún: que era consecuencia de las palabras del Papa Francisco “animándonos a avanzar en el ecumenismo”.
Es llamativo no solo que una medida tan evidentemente chocante obtuviera el asentimiento de la abrumadora mayoría de los obispos católicos del país, sino que la protesta, reducida solo a siete prelados, haya tardado tanto en producirse.
Desde el momento en que apareciera la noticia, ningún obispo se había opuesto abiertamente a la misma, ni siquiera al ser consultados por periodistas de la prensa católica, como el americano National Catholic Register, que preguntó por escrito a todos ellos y solo recibió cuatro respuestas, tres de obispos eméritos.
Carlos Esteban
Salida del túnel (Fray Gerundio)
Es difícil y costoso entrar en el túnel de la enfermedad (a mis años). Todos te miran dándote por acabado. Las recomendaciones médicas, los consejos amistosos y las prudentes prevenciones de uno mismo, se viven con la intensidad propia del que se despide de una etapa de la vida, para entrar en otra. Luego viene el túnel, sobre el cual tanto se ha escrito. Parece que uno entra en una espera interminable, a veces consciente y en ocasiones no tanto.
Pero la salida del túnel es mucho peor. Uno sale con la fuerza, la ilusión y el optimismo de encontrarse de nuevo con el mundo que se dejó antes de la enfermedad. Y no sólo se encuentra a los mismos personajes y sandeces, sino que lamentablemente se las tiene que ver con la mayor-profundidad de la anterior-superficialidad, más herejía en la ya bastante herética situación que se dejó, y más descaro en el ya antes descarado panorama eclesial.
Así las cosas, con las recomendaciones de los galenos de que no tome disgustos, me encuentro con más Rajoy, más Cataluña, más Pedro Sánchez más Iglesias y -¡ay!- más Bergoglio (o sea, menos Iglesia).
Lo que alguien llamó hace tiempo bergoglemas, son ahora una suerte de dardos envenenados que salen de la boca del Dragón para abundar en lo mismo, pero con lo peor de lo mismo e hiper de lo mismo, en una herejía cíclica que -a modo de eterno retorno-, se va renovando por vía de entrevistas, libros, audiencias y telefonazos (todo ello con carácter magisterial, no faltaba más). Casi todo ello llamado a formar parte de las Actas Apostolicae Sedis (otrora publicación de prestigio y autoridad, convertida ahora en Comic Magisterial, con la carta a los Obispos argentinos incluida). Al fin y al cabo las herejías -y las garrapatas que la circundan-, son chupasangres de la Cristiandad, que no cesan hasta acabar con el huésped enfermo.
Ya en la boca de salida del túnel y antes de ver la luz del sol, casi me da otro infarto al ver las declaraciones del nonagenario Scalfari comentando lo que comentó, -pero no comentó-, con su amiguete y compadre que dijo -pero no dijo, aunque dijo-, que el infierno no existe. A Scalfari ya le da igual porque le queda poco para comprobarlo. A lo mejor, al llegar al Hades con el sello de amiguete del Pontífice le hacen alguna rebaja y le aplican la aniquilación-express, sin el clásico llanto y rechinar de dientes, que siempre es más doloroso, molesto y cutre.
Observo que muchos se han escandalizado de que Bergoglio haya dicho o no haya dicho esto.
–No puede ser que lo haya dicho, -comentan unos-, Scalfari es un mentiroso.
–Sí que lo ha dicho, -comentan otros- porque ya conocemos el paño, o sea, al entrevistado .
–No es cierto el entrecomillado, -comenta el sucesor de Lombardi-, y además no ha sido entrevista sino conversación.
–¡¡Uf menos mal!!, digo yo. Se comprende perfectamente.
[Nota Bene: Hay que reconocer que Lombardi, como era jesuíta, mentía mejor que este laico Burke, que viene reciclado de otra organización].
–Sí lo ha dicho, requetecomenta Scalfari-, y me apuesto mi salvación eterna si estoy mintiendo…
Total, que como no había grabadoras, como en los tiempos de Jesús, nos quedamos sin conocer las ipsissima verba del Pontífice, aunque nos las imaginamos. Encajan en lo que ahora llaman su perfil-de-cinco-años-de-twiter con olor a oveja.
Y esta es precisamente la cuestión. Nos lo imaginamos, porque el Implicado no dice ni pío, ni esta boca es mía. Les he dicho a mis hermanos frailes que no me pueden acusar de mal pensado, porque me lo están poniendo en bandeja. Ya decían los antiguos que qui tacet consentire videtur. A lo mejor llama un día de éstos a su antiguo zapatero de Buenos Aires y le dice que lo que ha dicho Scalfari es verdad. Aumentaría con ello el Magisterio Infalible Telefónico y nos quedaríamos bastante más tranquilos.
De repente aparece una monja –argentina, claro- que dice que el Papa le habló de tres cosas: preservativo, reversible y transitorio. Nadie lo desmiente. Y se queda tan Pancho. A no ser que la monja sea una nueva Scalfari que se inventa lo que Bergoglio quiso decir. Así que la Cristiandad ya puede tener claras las ideas. Al preservativo sin remordimientos de conciencia, y después a la aniquilación.
Supongo que Nuestro Señor acabará actuando. Mientras tanto, espero que al ver tantas cosas nuevas, no me dé otro arrechucho y me meta en el túnel definitivamente. Los novicios jóvenes ya no me hablan porque se lo han prohibido. Bergoglio sigue abundando en Lo Suyo. Y lo que es peor: los cardenales y obispos callan como tumbas. O sea, también consienten.
Se estaba mejor dentro del túnel.
Fray Gerundio
P.D. Echaba de menos a Fray Gerundio.
Para nosotros es mejor que haya salido del túnel. Su fina ironía, tan cargada de verdad, nos hace esbozar una sonrisa ... o incluso soltar una carcajada, en situaciones realmente difíciles.
Bienvenido de nuevo.
jueves, 5 de abril de 2018
Las frases más fuertes del Papa sobre el infierno y el demonio [Vídeo comentado por José Martí]
Duración 2:44 minutos
Aunque hay un comunicado del Vaticano en el que se desmiente que el Papa dijera exactamente esas palabras, todo el mundo sabe que una idea puede expresarse de diferentes modos, siendo la misma idea.
Scalfari, por otra parte, aunque tiene ahora 93 años, no padece de demencia senil y tiene la suficiente memoria como para reproducir todo un diálogo con el Papa Francisco. Por ejemplo, el que publicó en la Reppublica el 1 de octubre de 2013, sobre una entrevista que mantuvo con el papa Francisco el 24 de septiembre de 2013. Dicha entrevista fue publicada el mismo 1 de octubre en la página web del Vaticano, en L'Osservatore Romano, lo que indica que era bastante fiel al contenido de lo que Scalfari habló con Francisco.
No hubo ningún desmentido al respecto, durante mes y medio, hasta el 15 de noviembre en que la quitaron (Ver aquí). Pero luego volvieron a colocarla de nuevo (ver aquí)
Por lo tanto, no tiene mucho sentido decir que Scalfari no recuerde el contenido de la conversación que tuvo con Francisco, aunque lo haya expresado con otras palabras. ¿Qué más da? Y aún tiene menos sentido cuando se trata de un tema de trascendental importancia, cual es la existencia del infierno. ¿No va a recordar Scalfari algo tan simple como una afirmación o una negación acerca de lo que dijo el papa sobre la existencia del infierno?
[Eso es muy difícil de creer. Además este asunto ya había sido tratado anteriormente, en octubre del pasado año 2017, aunque no de un modo tan especial como ahora. Léase el artículo de One Peter Five, titulado: ¿El papa Francisco y el arzobispo Paglia creen que el infierno no existe?]
Téngase en cuenta, además, que el periódico la Reppublica posee un gran reconocimiento. Y no le interesan las fake-news, contra las que el Papa habló no hace mucho. un prestigio tan grande ... y dado que no sólo no ha desmentido esta noticia, sino que Scalfari ha insistido en que él recuerda que eso fue lo que dijo el Papa ... una de dos: o el Papa miente o Scalfari miente.
Scalfari niega explícitamente que haya mentido y se reafirma en lo dicho (no creo que se juegue su prestigio diciendo mentiras, aun cuando no haya usado grabadoras). En cambio, en el Vaticano hay tan solo un desmentido, que no es tal, pues en él no se dice nada. Únicamente que "esas no fueron las palabras que Francisco utilizó".
De manera que si el Vaticano no afirma expresamente la existencia del infierno ... y no responde a las nuevas y reiteradas afirmaciones de Scalfari, ¿cómo se puede interpretar ese silencio del Papa y, además, en una cuestión tan importante?
Conociendo a Francisco, y cómo nos tiene acostumbrados a no responder y a que sean otros los que se dediquen a interpretar lo que dijo o dejó de decir o quería decir en realidad, etc ... tal silencio no es de extrañar. Pero ... claro: ¡actuando así está dándole la razón a Scalfari! De paso, siembra la confusión entre los creyentes (y también entre los no creyentes). El refrán "el que calla, otorga" cobra aquí una especial relevancia.
La confusión es aún mayor debido a que el Papa, en otras ocasiones, ha dicho que el infierno sí existe, como se oye y se ve en el vídeo de arriba, aunque, dicho sea de paso -y según dicho vídeo- al infierno sólo irían los corruptos que no se arrepientan ... como si la corrupción fuese el único pecado contra el Espíritu que no se perdona (cierto que es un pecado muy grave, pero hay muchísimos otros pecados, igualmente graves, que tampoco se perdonan si el sujeto en cuestión no se arrepiente de ellos).
En definitiva, nos encontramos con que la misma persona que dice: El infierno sí existe (aunque sólo sea para los corruptos impenitentes) dice también (al no desmentirlo) que el infierno no existe. Imposible conciliar ambas afirmaciones, atribuidas al Papa Francisco.
Ahora bien: la existencia del infierno es un dogma de fe y, de negarla, el Papa cometería una herejía ... He ahí la razón del "desmentido" del Vaticano, para curarse en salud. Pero en realidad de verdad no se desmiente nada en dicho comunicado, pues en él no se afirma con total claridad -como sería de esperar- que el infierno no exista ... sólo se dice que "esas palabras que aparecen en el periódico La Reppublica no coinciden con las que dijo el Papa". Sinceramente, yo sólo veo aquí una tomadura de pelo, por no hacer uso de palabras mayores. Porque resulta que ese "comunicado" nos deja igual ... o peor. Igual de perplejos (a los que ya lo estén) ... y peor en lo que concierne a lo que el Papa realmente cree ... pues eso es lo que verdaderamente importa. Pero no: mutismo absoluto.
Hay una solución muy sencilla a este dilema ... y es que el Papa hable ... y se defina con toda claridad, sin subterfugios. Si no lo hace -y debería de haberlo hecho ya- si permanece en silencio no está haciendo otra cosa que dar la razón a lo que Scalfari ha afirmado en su periódico que ha dicho Francisco. ESO NO ES, NI MÁS NI MENOS, QUE UNA PROCLAMACIÓN DE HEREJÍA ... solapada, subrepticia, informal, ... ¡Llámese como se quiera! ... El cambio de palabras no afecta a la realidad.
Evidentemente, se trata de una situación muy grave, dado que de ser así -como parece- tendríamos ahora mismo como Papa a un hereje, dado que niega (de un modo u otro) algunos de los dogmas que la Iglesia ha establecido desde siempre. De persistir en su herejía (y, en mi opinión, el callar es un modo de hacerlo) dejaría automáticamente de ser Papa, dado que estaría negando las afirmaciones del fundador de la Iglesia, que es Jesucristo.
La existencia del infierno -la entendamos mejor o peor- no puede ser puesta en duda por un católico, puesto que dejaría de serlo. Sobre dicha existencia del infierno hay infinidad de citas bíblicas, de las que tomaré sólo dos, como muestra: una es de San Mateo, quien dice que al fin del mundo ... "el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que apartarán de su reino todos los escándalos y a quienes obran la maldad, y los arrojarán al horno de fuego: allí habrá llanto y rechinar de dientes" (Mt 13, 41-42).
Y la segunda cita es del Apocalipsis: "Esto dijo el que estaba sentado sobre el trono: ... los cobardes, los incrédulos, los abominables, los homicidas, los fornicarios, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda" (Ap 21, 8).
La Biblia es Palabra de Dios ... y, como tal, nadie (y menos aún el Papa, que tiene la obligación de confirmar en la fe a sus hermanos) puede cambiarla. Así dice Jesús en el Apocalipsis: "Yo aseguro a todo el que oiga las palabras de la profecía de este libro: si alguien añade algo a esto, Dios enviará sobre él las plagas descritas en este libro; y si alguien sustrae alguna palabra a la profecía de este libro, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, que se describen en este libro" (Ap 22, 18-19)
Concluyendo: dada la trascendencia de este tema, sobre la pretendida (o real) afirmación papal en relación a la existencia del infierno ... sería realmente necesaria (y no sólo conveniente) una declaración clara, inequívoca y directa del Papa a este respecto.
Tal declaración tendría que salir a relucir en todos los medios que sacaron a la luz la conocida noticia. A consecuencia de ello, Scalfari tendría que desmentir sus palabras acerca de lo que el Papa dijo. Y deberían emprenderse acciones legales contra él por calumnia y difamación.Si eso no ocurre (y es lo más probable que no ocurra, dada la trayectoria de Francisco durante estos cinco años de Pontificado), entonces el Cisma formal [pues el cisma real ya existe] es cuestión ya de poco tiempo.
Y Francisco habría sido profético cuando dijo: ‘No descartaría que pase a la historia como el Papa que dividió a la Iglesia Católica'
¡Ojalá que Dios iluminara al Papa, en este sentido (si él se deja, claro está) y desapareciera ya -de una vez- la confusión y la conmoción que se ha producido, en todo el mundo, a raíz de esa "conversación" entre Francisco y Scalfari que, para más INRI, se produjo el 29 de marzo, día de Jueves Santo, uno de los días más importantes del año litúrgico en donde se conmemora la Institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, que son los pilares fundamentales de nuestra Fe, junto al amor fraterno.
Pero, en fin: Dios proveerá. ¡De eso podemos estar seguros!
José Martí
Cardenal Burke: “La situación es intolerable. No sólo es posible, sino necesario criticar al papa”
«Lo sucedido con la última entrevista concedida a Eugenio Scalfari durante la Semana Santa supera todo lo tolerable», ha declarado el cardenal Raymond Leo Burke en una entrevista a Ricardo Cascioli aparecida en La nuova bussola quotidiana el pasado 4 de abril.
«Que un ateo pretenda anunciar una revolución en la enseñanza de la Iglesia Católica, afirme hablar en nombre del Papa, y niegue la inmortalidad del alma humana y la existencia del infierno ha suscitado un escándalo tremendo, no sólo para muchos católicos, sino también para numerosos laicos que respetan la Iglesia Católica y sus enseñanzas aunque no las compartan”, declaró el cardenal estadounidense, uno de los cuatros firmantes de los dubia en 2016. «Es más, la respuesta de la Santa Sede a la reacción de escándalo que se ha producido en todo el mundo ha sido en extremo insuficiente. En lugar de reafirmar claramente la verdad sobre la inmortalidad del alma humana y el infierno, el mentís se limita a decir que algunas de las palabras citadas no son del Papa. No dice que el Sumo Pontífice no esté de acuerdo con las ideas erróneas, e incluso heréticas, expresadas por dichas palabras, ni que las repudie por ser contrarias a la fe católica. Jugar de esta manera con la fe y la doctrina, al nivel más alto de la Iglesia, es con razón causa de escándalo entre los pastores y los fieles.»
A una pregunta de Cascioli sobre el silencio de sus pastores, el cardenal Burke responde: «La situación se ha visto agravada por el silencio de tantos obispos y cardenales que comparten con el Sumo Pontífice el deber de velar por la Iglesia universal. Algunos se han limitado a permanecer en silencio. Otros fingen que no reviste la menor gravedad. Y otros propagan fantasías sobre una nueva Iglesia, una Iglesia que emprende un rumbo totalmente novedoso, soñando, por ejemplo, con un nuevo paradigma para la Iglesia o una conversión radical de la praxis pastoral de la misma, haciéndola de nueva planta. También hay promotores entusiastas de la supuesta revolución en la Iglesia Católica. Los fieles que perciben la gravedad de la situación reaccionan con perplejidad ante la falta de dirección doctrinal y disciplinar por parte de sus pastores. Y para los que no entienden la gravedad de la situación, esa falta los deja confundidos y vulnerables a errores peligrosos para su alma. Muchos que han entrado en plena comunión con la Iglesia Católica tras haberse bautizado en una comunión eclesial protestante porque dichas comunidades abandonaron la fe apostólica sufren intensamente con esta situación: se dan cuenta de que la Iglesia Católica está siguiendo el mismo camino de abandono de la fe. Esta situación me lleva a reflexionar cada vez más sobre el mensaje de la Virgen de Fátima, que nos advierte del mal –peor aún que los gravísimos males originados por difusión del comunismo ateo– que supone la apostasía de la fe en el seno de la Iglesia. El número 675 del Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes”, y que “La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el misterio de iniquidad bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad.”»
El cardenal Burke señala posibles iniciativas: «Ante semejante situación los obispos y cardenales tienen el deber de anunciar la verdadera doctrina. Al mismo tiempo, deben orientar a los fieles para que ofrezcan reparaciones por las ofensas a Cristo y las heridas infligidas a su Cuerpo Místico, la Iglesia, cuando la fe y la disciplina no son debidamente salvarguadadas y promovidas por los pastores. El gran canonista del siglo XIII Enrico da Susa el Ostiense, ante la grave situación de cómo corregir a un romano pontífice que actúa de modo contrario a como le obliga su cargo, afirma que el colegio cardenalicio es de facto un mecanismo de control de los errores papales. Si el Papa no ejerce bien su oficio por el bien de las almas, no sólo es posible sino incluso necesario criticarlo. Esa crítica debe ajustarse a las enseñanzas de Cristo sobre la corrección fraterna (Mt.18, 15-18). Primero, el fiel o pastor debe expresar su crítica en privado para que el Pontífice pueda enmendarse. Si el Papa se niega a corregir su gravemente deficiente manera de enseñar o actuar, la crítica debe hacerse pública, porque de ella depende el bien de la Iglesia y del mundo. Algunos han criticado a quienes han expresado públicamente críticas al Sumo Pontífice, como si se tratara de una manifestación de rebeldía o desobediencia, pero pedir –con el respeto debido al cargo–la corrección de una confusión o error no es un acto de desobediencia, sino de obediencia a Cristo, y por tanto también a su Vicario en la Tierra.»
Emmanuele Barbieri
(Traducido por Bruno de la Inmaculada para Adelante la Fe)
El papa Francisco y el destino eterno de las almas (De Mattei)
La finalidad de la Iglesia es la gloria de Dios y la salvación de las almas. ¿Salvarlas de qué? De la condenación eterna, que es el destino que aguarda a los hombres que mueren en pecado mortal. Nuestro Señor ofrendó su Pasión redentora por la salvación de la humanidad.
La virgen lo recordó en Fátima: el primer secreto que comunicó a los pastorcillos aquel 13 de julio de 1917 se inicia con la terrorífica visión del mar llameante del infierno. Escribe Sor Lucía que, de no haber sido por la promesa que les había hecho de llevarlos al Cielo, los videntes habrían muerto de la emoción y de miedo.
Las palabras de Nuestra Señora son tristes y graves: «Habéis visto el infierno, donde van a parar las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado». Un año antes, el Ángel de Fátima les había enseñado esta oración a los pastorcitos: «Jesús mío, perdona nuestras faltas. Líbranos del fuego del infierno. Lleva al Cielo a todas las almas, sobre todo a las más necesitadas de tu misericordia.»
Jesús habla en repetidas ocasiones de la Gehenna o fuego inextinguible (Mt. 5,22; 13,42; Mc. 9, 43-49), reservado para quienes persisten hasta el fin de su vida en el rechazo a la conversión.
El primer fuego, el espiritual, consiste en estar privados de la posesión de Dios. Es la más terrible de las penas, la que constituye en esencia el infierno, porque la muerte deshace como por encanto los lazos del alma, que anhela vivamente volver a unirse a Dios, pero le es imposible si ha escogido libremente separarse de Él con el pecado.
La segunda es una pena misteriosa por la que el alma padece un fuego real, no metafórico, que acompaña inextinguible al de la pérdida de Dios. Y como el alma es inmortal, la pena debida al pecado mortal del que el pecador no se ha arrepentido dura lo mismo que la vida del alma: para siempre, por la eternidad. Esta doctrina fue definida por el IV Concilio de Letrán, el II de Lyón, el de Florencia y el de Trento.
En la constitución Benedictus Deus del 29 de enero de 1336, mediante la cual condena los errores de su predecesor Juan XXII sobre la visión beatífica, Benedicto XII afirmó:
La segunda es una pena misteriosa por la que el alma padece un fuego real, no metafórico, que acompaña inextinguible al de la pérdida de Dios. Y como el alma es inmortal, la pena debida al pecado mortal del que el pecador no se ha arrepentido dura lo mismo que la vida del alma: para siempre, por la eternidad. Esta doctrina fue definida por el IV Concilio de Letrán, el II de Lyón, el de Florencia y el de Trento.
En la constitución Benedictus Deus del 29 de enero de 1336, mediante la cual condena los errores de su predecesor Juan XXII sobre la visión beatífica, Benedicto XII afirmó:
«Definimos que, según la común ordenación de Dios, las almas que salen del mundo con pecado mortal actual, inmediatamente después de su muerte bajan al infierno, donde son atormentadas con penas infernales. (Denz. 531)
El pasado 29 de marzo, Jueves Santo, apareció en el diario italiano La Repubblica una entrevista al papa Francisco. Su ya acostumbrado interlocutor, Eugenio Scalfari, le preguntó: «Santidad, usted nunca me ha hablado de las almas que mueren en pecado y van al infierno para pagar por la eternidad. Me ha hablado, en cambio, de las almas buenas admitidas a la contemplación de Dios. ¿Y las almas malas? ¿Dónde son castigadas?»
A lo que el papa Francisco responde con estas palabras: «No son castigadas. Los que se arrepienten obtienen el perdón de Dios y se unen a las almas de los que lo contemplan, pero los que no se arrepienten y no pueden por tanto ser perdonados, desaparecen. No existe un infierno; existe la desaparición de las almas pecadoras.»
Estas palabras, tal como suenan, constituyen herejía. Ya empezaba a difundirse el rumor, cuando la Sala de Prensa vaticana intervino con un comunicado en que se lee: «El Santo Padre ha recibido recientemente al fundador del diario La Repubblica en un encuentro privado con ocasión de la Semana Santa, pero sin dar ninguna entrevista. Lo que publica hoy en el artículo su autor es el resultado de su reconstrucción, en la que no se reproducen las palabras exactas pronunciadas por el Papa. Por tanto, ninguna cita del mencionado artículo puede considerarse una transcripción fiel de las palabras del Santo Padre.»
Así pues, no se ha tratado de una entrevista, sino de una conversación privada que el Papa sabía muy bien que se convertiría en entrevista, porque ya había sucedido lo mismo en las cuatro entrevistas previas de Scalfari. Y si, a pesar de la polémica suscitada por las entrevistas precedentes con el periodista de La Repubblica, sigue considerándolo su interlocutor preferido, eso quiere decir que el Sumo Pontífice pretende ejercer por medio de esos coloquios una especie de magisterio mediático con consecuencias inevitables.
Ninguna frase –dice la Santa Sede– debe considerarse una transcripción fiel, pero no se ha desmentido ningún contenido de la entrevista, de modo que no tenemos forma de saber si en algún momento se ha distorsionado el pensamiento bergogliano. En sus cinco años de pontificado, Francisco no ha hablado una sola vez del infierno como pena eterna para las almas que mueren en pecado. Para dejar claro su pensamiento, el Papa, o la Santa Sede, deberían reafirmar públicamente la doctrina católica en todos los puntos de la entrevista en que ésta ha sido negada.
Desgraciadamente, no lo han hecho, y da la impresión de que lo afirmado por La Repubblica no sea un bulo periodístico, sino una iniciativa deliberada destinada a aumentar la confusión entre los fieles. La tesis según la cual la vida eterna estaría reservada a las almas de los justos mientras que las de los malos desaparecerían es una herejía antigua que no sólo niega la existencia del infierno, sino también la inmortalidad del alma, definida como verdad de fe por el V Concilio de Letrán (Denz. 738).
Tan extravagante opinión fue expresada por los socinianos, los protestantes liberales, algunas sectas de corte adventista y, en Italia, por el pastor valdense Ugo Janni (1865-1938), teórico del pancristianismo y gran maestro masón de la logia Mazzini de Sanremo. Para dichos autores, la inmortalidad es un privilegio que Dios sólo concede a las almas de los justos.
La suerte de las que se obstinan en el pecado no sería una pena eterna, sino la pérdida total del ser. Esta doctrina es conocida también como inmortalidad facultativa o condicionalismo, porque considera que la inmortalidad está condicionada por la conducta moral. El fin de la vida virtuosa es la perpetuidad del ser; el de la culpable, la autoaniquilación.
El condicionalismo casa con el evolucionismo porque sostiene que la inmortalidad es una conquista del alma, en una especie de ascensión humana, análoga a selección natural, que permite a los organismos inferiores transformarse en superiores. Nos encontramos ante un concepto al menos implícitamente materialista, porque la razón de la inmortalidad del alma es su espiritualidad: lo espiritual no puede disolverse, y quien afirma la posibilidad de dicha descomposición atribuye una naturaleza material al alma.
Una sustancia simple y espiritual como el alma no podría perderla sino por intervención de Dios, pero esto lo niegan los condicionalistas, porque significaría admitir las sanciones de un Dios justo que premia y castiga en el tiempo y en la eternidad. Su concepto de un Dios sólo misericordioso atribuye por el contrario a la voluntad del hombre la facultad de autodeterminarse, escogiendo entre convertirse en una chispa que se disuelve en el fuego divino o extinguirse en la nada absoluta.
Las únicas opciones que le quedan al hombre en esta cosmología que no tiene nada que ver con la fe católica ni con el sentido común son el panteísmo y el nihilismo. Y para un ateo, de por sí convencido de que después de la muerte no hay nada, el condicionalismo elimina toda posibilidad de conversión, la cual procede del timor Domini: el temor del Señor, principio de toda sabiduría (Salmo 110, 10), a cuyo juicio nadie escapará. Solamente creyendo en la infalible justicia de Dios podremos abandonarnos a su inmensa misericordia.
Nunca como ahora ha sido más necesaria la predicación del destino último de las almas, que la Iglesia resume en los cuatro novísimos: muerte, juicio, infierno y gloria. La Virgen misma lo recordó en Fátima, previendo la deserción de los pastores de la Iglesia, pero garantizándonos que nunca nos faltará la asistencia del Cielo.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)
El pasado 29 de marzo, Jueves Santo, apareció en el diario italiano La Repubblica una entrevista al papa Francisco. Su ya acostumbrado interlocutor, Eugenio Scalfari, le preguntó: «Santidad, usted nunca me ha hablado de las almas que mueren en pecado y van al infierno para pagar por la eternidad. Me ha hablado, en cambio, de las almas buenas admitidas a la contemplación de Dios. ¿Y las almas malas? ¿Dónde son castigadas?»
A lo que el papa Francisco responde con estas palabras: «No son castigadas. Los que se arrepienten obtienen el perdón de Dios y se unen a las almas de los que lo contemplan, pero los que no se arrepienten y no pueden por tanto ser perdonados, desaparecen. No existe un infierno; existe la desaparición de las almas pecadoras.»
Estas palabras, tal como suenan, constituyen herejía. Ya empezaba a difundirse el rumor, cuando la Sala de Prensa vaticana intervino con un comunicado en que se lee: «El Santo Padre ha recibido recientemente al fundador del diario La Repubblica en un encuentro privado con ocasión de la Semana Santa, pero sin dar ninguna entrevista. Lo que publica hoy en el artículo su autor es el resultado de su reconstrucción, en la que no se reproducen las palabras exactas pronunciadas por el Papa. Por tanto, ninguna cita del mencionado artículo puede considerarse una transcripción fiel de las palabras del Santo Padre.»
Así pues, no se ha tratado de una entrevista, sino de una conversación privada que el Papa sabía muy bien que se convertiría en entrevista, porque ya había sucedido lo mismo en las cuatro entrevistas previas de Scalfari. Y si, a pesar de la polémica suscitada por las entrevistas precedentes con el periodista de La Repubblica, sigue considerándolo su interlocutor preferido, eso quiere decir que el Sumo Pontífice pretende ejercer por medio de esos coloquios una especie de magisterio mediático con consecuencias inevitables.
Ninguna frase –dice la Santa Sede– debe considerarse una transcripción fiel, pero no se ha desmentido ningún contenido de la entrevista, de modo que no tenemos forma de saber si en algún momento se ha distorsionado el pensamiento bergogliano. En sus cinco años de pontificado, Francisco no ha hablado una sola vez del infierno como pena eterna para las almas que mueren en pecado. Para dejar claro su pensamiento, el Papa, o la Santa Sede, deberían reafirmar públicamente la doctrina católica en todos los puntos de la entrevista en que ésta ha sido negada.
Desgraciadamente, no lo han hecho, y da la impresión de que lo afirmado por La Repubblica no sea un bulo periodístico, sino una iniciativa deliberada destinada a aumentar la confusión entre los fieles. La tesis según la cual la vida eterna estaría reservada a las almas de los justos mientras que las de los malos desaparecerían es una herejía antigua que no sólo niega la existencia del infierno, sino también la inmortalidad del alma, definida como verdad de fe por el V Concilio de Letrán (Denz. 738).
Tan extravagante opinión fue expresada por los socinianos, los protestantes liberales, algunas sectas de corte adventista y, en Italia, por el pastor valdense Ugo Janni (1865-1938), teórico del pancristianismo y gran maestro masón de la logia Mazzini de Sanremo. Para dichos autores, la inmortalidad es un privilegio que Dios sólo concede a las almas de los justos.
La suerte de las que se obstinan en el pecado no sería una pena eterna, sino la pérdida total del ser. Esta doctrina es conocida también como inmortalidad facultativa o condicionalismo, porque considera que la inmortalidad está condicionada por la conducta moral. El fin de la vida virtuosa es la perpetuidad del ser; el de la culpable, la autoaniquilación.
El condicionalismo casa con el evolucionismo porque sostiene que la inmortalidad es una conquista del alma, en una especie de ascensión humana, análoga a selección natural, que permite a los organismos inferiores transformarse en superiores. Nos encontramos ante un concepto al menos implícitamente materialista, porque la razón de la inmortalidad del alma es su espiritualidad: lo espiritual no puede disolverse, y quien afirma la posibilidad de dicha descomposición atribuye una naturaleza material al alma.
Una sustancia simple y espiritual como el alma no podría perderla sino por intervención de Dios, pero esto lo niegan los condicionalistas, porque significaría admitir las sanciones de un Dios justo que premia y castiga en el tiempo y en la eternidad. Su concepto de un Dios sólo misericordioso atribuye por el contrario a la voluntad del hombre la facultad de autodeterminarse, escogiendo entre convertirse en una chispa que se disuelve en el fuego divino o extinguirse en la nada absoluta.
Las únicas opciones que le quedan al hombre en esta cosmología que no tiene nada que ver con la fe católica ni con el sentido común son el panteísmo y el nihilismo. Y para un ateo, de por sí convencido de que después de la muerte no hay nada, el condicionalismo elimina toda posibilidad de conversión, la cual procede del timor Domini: el temor del Señor, principio de toda sabiduría (Salmo 110, 10), a cuyo juicio nadie escapará. Solamente creyendo en la infalible justicia de Dios podremos abandonarnos a su inmensa misericordia.
Nunca como ahora ha sido más necesaria la predicación del destino último de las almas, que la Iglesia resume en los cuatro novísimos: muerte, juicio, infierno y gloria. La Virgen misma lo recordó en Fátima, previendo la deserción de los pastores de la Iglesia, pero garantizándonos que nunca nos faltará la asistencia del Cielo.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)
Roberto De Mattei
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