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domingo, 20 de mayo de 2018

Menos tres. El "C9" se desmorona cada vez más (Sandro Magister)



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Cuando Jorge Mario Bergoglio lo instituyó, seis meses después de su elección como Papa, parecía el inicio de una revolución: un consejo formado por ocho cardenales de cinco continentes, con la tarea de coadyuvar al Papa en la reforma de la curia y, sobre todo, "en el gobierno de la Iglesia universal".
En cambio, después de cinco años y veinticuatro cumbres alrededor de Francisco, la curia está peor que antes, la Iglesia universal está en estado de confusión y este consejo de cardenales se desmorona. Fotografía despiadada del pontificado actual, que merece ser ampliada.
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Mientras tanto, los ocho se han convertido en nueve, con la entrada del secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, que inicialmente era la víctima designada de la presunta reforma curial, mientras que ahora tiene más importancia que todos los otros juntos.
Pero quien sigue ejerciendo de coordinador del "C9", así bautizado por los medios de comunicación, es aquél cardenal de Honduras llamado Andrés Rodríguez Maradiaga, que Francisco se obstina en apoyar a pesar de que su reputación se ha hecho trizas, incluso entre los cardenales que se sientan a su lado.
"L'Espresso" fue el primero en informar, en varias ocasiones además, sobre las imputaciones que penden sobre la cabeza de Maradiaga y que desde hace un año se encuentran en la mesa del Papa, resumidas en el ponderoso informe del visitador apostólico, el obispo argentino Alcides Casaretto, enviado a Honduras para indagar sobre el escándalo.
Pero acusaciones todavía más graves continúan cayendo también sobre su íntimo amigo y obispo auxiliar de Tegucigalpa José Pineda Fasquelle, que muestran un lúgubre cuadro de mal gobierno financiero e inmoralidades sexuales continuas, en el seminario diocesano y no sólo.
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Hay otro cardenal del "C9" que tiene problemas por inmoralidades semejantes: el chileno Francisco Javier Errázuriz Ossa, arzobispo emérito de Santiago.
Se le acusa de haber dado apoyo a un hermano suyo, el obispo de Osorno Juan Barros, a su vez discípulo y cómplice de un carismático y antaño honorable sacerdote, Fernando Karadima, guía espiritual y al mismo tiempo depredador en serie de innumerables jóvenes y adolescentes, juzgado culpable y condenado por las autoridades vaticanas en 2011.
Fue el cardenal Errázuriz quien, en 2014, desaconsejó al Papa Francisco incluir a Juan Carlos Cruz, principal víctima y acusador de Barros, en la recién creada comisión pontificia para la protección de los menores. Y Francisco asintió de buena gana, estando él mismo más que convencido de la inocencia de Barros y de la falsedad de lo que definía "calumnias".
En el reciente viaje del Papa a Chile todo esto ha explotado como una bomba, sobre todo contra él, a tal punto que, de vuelta en Roma, Francisco se ha visto obligado a enviar a aquél país un investigador experto en la materia, el obispo maltés Charles Scicluna, cuyo informe ha convencido finalmente al Papa a reconocer que se ha equivocado y a dar la culpa a quien le había dado "informaciones no verdaderas", es decir "in primis" el cardenal Errázuriz.
A finales de abril, Francisco ha recibido a algunas de las víctimas; y a mediados de mayo ha llamado a dar parte en Roma a todos los obispos de Chile. Después de lo cual, no solamente para Barros, sino también para Errázuriz podría llegar la palabra fin.
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Y esto no es todo. Porque también el cardenal australiano George Pell se encuentra bajo proceso en su patria por acusaciones análogas que se remontan a medio siglo atrás. Hace muchos meses que no se le ve por Roma y que no forma parte del "C9".
Pero en el Vaticano su suerte ya estaba echada desde antes y por otros motivos, a saber: desde cuando se le habían quitado, a él, prefecto de la novísima secretaría para la economía, los poderes de control sobre todas las oficinas administrativas y financieras de la Santa Sede, que han vuelto a actuar de manera individual, tal como hacían antes de la presunta reforma bergogliana, y con la secretaría de Estado más inatacable que nunca.
La secretaría para la economía es ya una cáscara vacía, sin prefecto, sin secretario y sin revisor general de cuentas después de la expulsión el año pasado del primer y último titular de este cargo, Libero Milone, acusado de investigar donde no debía.
No será una sorpresa si también el gran consejo de los nueve cardenales se vacía poco a poco de la misma manera.
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Esta nota ha sido publicada en "L'Espresso" n. 20 del 2018, en los kioscos el 20 de mayo, en la página de opinión titulada "Settimo Cielo" confiada a Sandro Magister.
He aquí el índice de todas las notas precedentes:
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Sobre el caso del cardenal Madariaga, más en detalle:
Sobre el caso del cardenal Errázuriz:
> La doctrina de la tribulación (3.5.2018 – "La Civiltà Cattolica")
Sobre el caso del cardenal Pell:
Sandro Magister

En el lenguaje postconciliar a la profanación de la eucaristía se le llama “compromiso ecuménico”



Es curioso cómo el “catolicismo postconciliar” ha hecho mella en la mente católica, el pacifismo, el optimismo, el dialoguismo …
El CVII puso en tela de juicio todos los pilares sobre los que se había apoyado el catolicismo. Una dura batalla, hoy silenciada por muchos de aquellos que deberían haber defendido la verdad, se produjo en el mismo seno de la Iglesia entre los padres conciliares. Como decía Plinio Correa , el concilio que se anunciaba como un concilio pastoral fue el más apastoral de los concilios, desde el momento que no condenó el comunismo. Mención aparte merecería el ecumenismo desenfrenado que se apoderó de los pastores y teólogos.
El otro día podíamos oir de boca del mismo romano pontífice llamar “compromiso ecuménico” a la profanación de la eucaristía puesta en marcha desde la Conferencia episcopal alemana de querer dar la comunión a los no católicos.(1)
Hace días uno de esos católicos “conservadores”, imbuido de un auténtico optimismo ideológico quería hacernos ver que la Iglesia había pasado por rachas mucho peores, por lo que debíamos mantener la calma. Esta manera de pensar es típica del nuevo espíritu conciliar, de esta primavera eclesial en la que parece que la batalla ha cesado y el católico debe echarse en brazos del mundo para conseguir reconciliar lo irreconciliable. Ahora somos mucho más civilizados y el diálogo (ay el diálogo, el nuevo becerro de oro de la nueva mente católica)todo lo consigue. Para estos católicos cuya premisa parece ser : “Cualquier tiempo pasado fue peor” me gustaría saber qué opinan ante la lista de sacrilegios, blasfemias y apostasías que llevamos padeciendo desde hace décadas por parte no solo de fieles sino de obispos, y altas jerarquías de la Iglesia católica con la bendición y el silencio de los “buenos” . Solamente desde una profunda ignorancia e indiferencia puede volverse la vista atrás y encontrar consuelo en épocas pasadas. No nos arrojan a los leones, pero quieren que cambiemos nuestra fe y además nos dicen que la nueva fe es igual que la anterior (¿quién inventaría el término de “hermenéutica de la continuidad” para justificar que una cosa es la misma que su contraria?). Los neocon han aplicado este término para hacernos ver que lo que pone en el capítulo VIII de la AL es lo mismo que lo que ha dicho siempre la doctrina de la Iglesia.
No  puedes sincerarte, ni confiar en ningún sacerdote porque lo mismo te ensalza la teología de  Hans Urs von Balthasar como te recomienda que leas la AL. ¿Cómo podremos acudir a estos curas postconciliares que tienen miedo a la Verdad? Tendremos que confiar nuestra alma sólo a Dios. Acudiremos a los sacramentos, a la eucaristía rezando para que al menos durante la homilía no intenten quitar la paz de nuestra alma con ocurrencias sentimentales y fuera de lugar. Nos confesaremos , rezaremos el rosario, pero ya no podremos abrirles nuestro corazón.
El miedo se ha apoderado del alma de los católicos que se llaman conservadores, no tienen miedo a perder la fe, porque ya no saben de qué fe están hablando, sólo tienen miedo a la Verdad porque han dejado de amarla.

¡ que arda tu corazón!

Guerra abierta entre los obispos holandeses



Conversando con Jesús: ¿Sueño o realidad? (2 de 5) [19 de 22] (José Martí)





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Jorge quedó completamente paralizado tras la visión (¡breve!) de los umbrales del Infierno.  De haber durado ésta un poco más no lo habría podido resistir y habría muerto. Pero lo que llegó a ver fue más que suficiente como para caer en ese estado de abatimiento y de postración en el que se encontraba. Jesús lo dejó así durante un buen rato, para que se fuera calmando y centrando sus ideas. Luego, puso su mano sobre el hombro de Jorge. Éste salió al instante de su estado de ensimismamiento y consternación. Hubo un cruce de miradas entre los dos: una de terror y esperanza; y otra de dulzura y exigencia.
Mira, Jorge. Te voy a devolver tu nombre. Vas a ser de nuevo Francisco. Sin embargo, para ello es necesario que cumplas una serie de condiciones
Francisco quedó a la expectativa, aunque de su boca no podía salir ninguna palabra: la conmoción que había experimentado se lo impedía. Se limitó a prestar toda la atención que le era posible porque sabía que en ello se jugaba su salvación o su condenación.
Me has hecho mucho daño: ¡no sabes cuánto y hasta qué punto! Han llegado hasta Mí las súplicas de miles y miles de fieles que andan desorientados y aturdidos y sin saber a qué atenerse, debido a la política de "misericordia" que has implantado. Y mis cardenales, aquellos que debían de velar por la fe y corregirte, se han acobardado, excepto unos cuantos, muy pocos. Pero también a éstos les ha faltado tener más coraje: su obligación era corregirte, como así hicieron. Tú, sin embargo, ni siquiera llegaste a responderles ni les concediste una entrevista, por más que te lo suplicaron, pensando en el bien de la Iglesia y en tu propio bien. Ante lo cual deberían de haber procedido a actuar con más contundencia y haberte hecho una corrección formal en toda regla ... ¡Pero no lo hicieron! ... y  ése es el motivo de esta aparición. Me conoces lo suficiente como para saber muy bien que Yo no suelo actuar de este modo, mediante apariciones, como ya te he dicho, a menos que sea estrictamente necesario para el bien de mi Iglesia ... ¡Y en este caso, lo es!
Francisco seguía callado y escuchando.
No voy a hacerte un relato exhaustivo de cuanto has hecho y omitido. No habría tiempo para ello. Pero sí te recordaré algunas cosas, porque si bien he tomado ya una decisión con relación a tí, antes de hacértela saber, quiero que conserves en tu memoria las razones que me han llevado a proceder del modo en el que lo estoy haciendo. Así comprenderás mejor lo que te diré después.
Francisco tenía puestos los cinco sentidos para no olvidar nada de lo que Jesús le iba a decir:
Has hecho una purga contra todos los que siguen la Tradición de la Iglesia que Yo he fundadoTe has avergonzado de Mí y quieres hacer de la Religión Católica una más, entre otras. Nunca te arrodillas ante la Eucaristía en la santa Misa, cuando todos los demás lo hacen . Has negado la existencia del infierno. Has convertido mi Religión en una "religión" meramente humana, como puede serlo el Islam y otras. Has permitido y consentido en mi Iglesia todo tipo de perversiones. Has entronizado a Lutero, admitiendo su teoría de la justificación, y colocándolo en un pedestal en el mismo Vaticano, celebrando el quinto centenario de la "Reforma" protestante"Has producido con tus "teorías, una gran división entre los Jerarcas de mi Iglesiaapoyando y elevando siempre a los más altos puestos de responsabilidad en la Iglesia a aquellos cardenales  cuyas "ideas" se aproximan más a las tuyas ... y exigiéndoles que te sean fieles. No corriges ni expulsas a aquellos que, con sus palabras y su conducta, escandalizan a mis fielesY es más: con esa falsa idea de sinodalidad que tienes y que aplicas sólo cuando te interesa,  estás dando tu consentimiento a que los protestantes puedan acceder a recibir el sacramento de la comunión, con el escándalo que eso supone.
Llevas más de cinco años de Pontificado y los resultados son catastróficos. Tienes mucha prisa en concluir la reforma de la Curia, aunque alguno de tus cardenales diga otra cosa y quieres incluso hacer un testamento para que quien te suceda en el Pontificado lleve hasta el paroxismo todas las reformas que tú has comenzado, de modo que no haya marcha atrás en ese proceso revolucionario de destrucción de mi Iglesia que tú lideras. Consientes en el seno de mi Iglesia a cardenales que alaban a Marxy estás traicionando a miles y miles de católicos, que viven en China, pactando con el gobierno comunista.
Pretendes que la fidelidad a mi Iglesia se transforme en fidelidad al Papa, o sea, en fidelidad a tí y a los que te sucedan, siempre que lleven a cabo esa revolución de tipo marxista, que tanto te gusta, y que está echando a perder la fe a centenares de miles de personasAlgo análogo ocurre con la fe en mi Presencia Real en la Eucaristía, de la que no hablas o lo haces de un modo muy  ambiguo, para no "herir" a tus amigos protestantes
Tienes a tu favor, aunque eso no te disculpa, el hecho de que, en realidad, estás siendo sólo el ejecutor de una serie de puntos que aparecen ya en algunos documentos del Concilio Vaticano II, un Concilio al que pretendes canonizar, mediante la táctica de canonizar a todos los Papas post-conciliares, aun saltándote las reglas que existen para proceder a esas canonizaciones. Ya sólo falta Pablo VI (a quien vas a canonizar el 14 de octubre de 2018) y Juan Pablo I. Imagino (es un decir) que tendrás también previsto, en tu testamento, que el próximo Papa que designes (!ya te encargarás tú de cambiar las reglas sobre el modo de sucesión en el Papado!) tenga, entre sus muchos encargos, y -además- como prioritarios, los procesos de canonización tanto de Benedicto XVI como de Francisco I ( a este último lo conoces bien).  
Fuera bromas [ya sabes que tengo un gran sentido del humor] te diré que ha sido un grave error haberle dado al Concilio Vaticano II más valor que a mis enseñanzas, hasta el extremo de que quieres hacer de este Concilio (el número 21) el comienzo de una nueva Iglesia, una Iglesia que esté más acorde con los tiempos modernos en los que vivimos. Desde luego, ésa no es la Iglesia que Yo fundé, ésa no es mi Iglesia. Ésta es, en realidad, mi principal acusación contra tí, pues ésas son tus intenciones y es de ahí de donde beben todas tus actuaciones. 
Pretendes que todos los católicos den el asentimiento de su inteligencia a todos los documentos del Concilio, así como a las Encíclicas, Exhortaciones, Motus Proprios y demás que estás imponiendo, caiga quien caiga, sin admitir ninguna corrección por parte de aquellos hijos míos, a los que tanto quiero, que siguen permaneciendo fieles a mi Palabra y a mi Doctrina, que es la Doctrina Perenne de la Iglesia. 
¿Y piensas -tú y los que piensan como tú- que os podéis burlar de Mí?
Continuará


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NOTAS: Algunos artículos de interés sobre el Concilio Vaticano II
CONCILIO VATICANO II: El mito de la hermenéutica de la continuidad (Javier Navascués) 
Monseñor Schneider: La interpretación del Concilio Vaticano II y su conexión con la actual crisis de la Iglesia
Concilio Vaticano II: Una explicación pendiente (Brunero Gherardini)
Sobre la Infalibilidad de los Papas y los Concilios (José Martí)
El Papa Francisco invoca la "autoridad magisterial" para llamar a la misa del Vaticano II "irreversible" (comentado por José Martí) 
Un magisterio que rechaza el Magisterio anterior, firmemente establecido, no es verdadero Magisterio (P. Alfonso Gálvez)
Libro: El Rin desemboca en el Tíber. Historia del Concilio Vaticano II

sábado, 19 de mayo de 2018

La anomalía del Vaticano II (comentado por José Martí)


El Magisterio Conciliar (Vaticano II incluido) es de por sí solemne o extraordinario y universal, tratándose de todos (moral y no matemáticamente) los Obispos (2500 en el Vaticano II) reunidos en Concilio bajo el Papa de manera no habitual sino excepcional: 

«Por lo que respecta al Vaticano II, sería absurdo negarle el carácter de Magisterio Concliliar, por tanto, Solemne, no Ordinario porque en ese caso se negaría el [hecho o la existencia del] mismo Concilio. […] Si una cosa es, no puede no ser». 
Es un hecho que el Papa convocó a todos los Obispos del mundo al Concilio Vaticano II, el cual existió (¿quién puede negarlo? Sólo una persona que viva fuera de la realidad), se desarrolló y se concluyó bajo la dirección del Papa y no fue impugnado por ningún Obispo residencial o que tuviera jurisdicción (ni siquiera por mons. Marcel Lefebvre ni mons. Antonio de Castro Mayer) ni por ningún Cardenal. Por tanto, canónicamente es un Concilio Ecuménico legítimamente convocado y promulgado. 
Pero he aquí la anomalía: este XXI Concilio Ecuménico se quiso que fuera, por primera vez en la historia (después de veinte Concilios Ecuménicos) exclusivamente “pastoral”, o sea, se quiso que se limitase a aplicar a los casos prácticos la doctrina de la Iglesia, sin definir ni obligar a creer ninguna verdad de Fe o de Moral. 
Por tanto, el XXI Concilio Ecuménico Vaticano II es, sí, Magisterio Solemne Universal o Conciliar, pero es Magisterio no dogmático y no infalible, excepto en los puntos donde ha vuelto a proponer la doctrina constante y universalmente profesada por toda la Iglesia (“quod semper, ubique et ab ominbus creditum est”) o cuando retomó dogmas ya definidos

En pocas palabras, la legitimidad del Vaticano II como Concilio Ecuménico (en cuanto a su convocación, existencia y promulgación) es distinta de la ortodoxia de su doctrina, así como la validez y legitimidad de la elección canónica de Pablo VI – Francisco I (sujeto Papa existente en acto) no se identifica con su ortodoxia doctrinal (objeto enseñado por ellos).

Mons. Gherardini escribe que el Vaticano II es realmente Magisterio Conciliar y por ello Solemne, pero no es infalible por cuanto no quiso ser dogmático
«Tiene [jurídicamente] los papeles en regla que lo hacen un auténtico Concilio y exigen que sea reconocido como tal. […]. La autenticidad conciliar le viene de la canonicidad de su convocación, de su celebración y de su promulgación. […]. Lo cual no declara de por sí la dogmaticidad de sus afirmaciones […], tratándose de un Concilio que, desde su convocación […], excluyó formalmente de su propio horizonte la intención definitoria»
El hecho de que el Concilio Vaticano II en cuanto al modo de enseñar sea Magisterio solemne o extraordinario no significa que ipso facto sea dogmático en cuanto a la doctrina enseñada o que haya querido definir y obligar a creer, gozando de la asistencia infalible de Dios

Es un hecho que el Vaticano II fue un Concilio Ecuménico convocado y promulgado por un Papa, pero es también un hecho que fue sólo pastoral y, por lo tanto, el paso del hecho de la existencia de un Concilio pastoral a su infalibilidad y obligatoriedad doctrinal no es válido, al no haber querido definir y obligar a creer lo que enseñó pastoralmente.
Robertus 
[Traducido por Marianus el Eremita]



COMENTARIO

 El artículo original titulado "¿Existe una “Iglesia Conciliar” sustancialmente distinta de la “Iglesia Católica”?" es mucho más amplio. Lo reproducido en este post es tan solo un apartado de dicho trabajo, el cual lo añado a este blog porque considero que puede dar indicios acerca del valor real del Concilio Vaticano II a aquéllos que no lo tengan claro. 

Toda ruptura con la Tradición, aunque sea fruto y consecuencia de algunos documentos del Concilio Vaticano II (como así es), debe de ser rechazada por el fiel pueblo cristiano, sin ningún tipo de remordimiento de conciencia, con la certeza de que está siendo fiel al Papado (y al querer de Dios), es decir, al depósito y a la doctrina recibidos desde hace ya casi dos mil años, así como a aquellos dogmas que han sido definidos explícitamente como tales, para ser creídos. 

Ningún Papa puede anular lo definido dogmáticamente, con la obligación de ser creído, por el Magisterio anterior. Pueden cambiar las circunstancias, pero la Palabra de Dios (¡estamos hablando de Dios Padre, manifestado en la Persona de su Hijo, Jesucristo!), esa Palabra no puede ser alterada ... y es siempre actual y aplicable a las distintas circunstancias de todos los tiempos y lugares. Y esto hasta el punto de que, como decía san Pablo, "aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciase un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1, 8). "Si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema!" (Gal 1, 9).

En ese sentido, podemos estar tranquilos. El Papa no puede decir -con autoridad- nada que se oponga al Magisterio Precedente, pues es su misión la de conservar el depósito de la Fe que le ha sido encomendado. Por muy Papa que sea, ningún Papa puede alterar el depósito recibido: Francisco tampoco. De hacerlo sería anatema, es decir, hereje (aun cuando esto es algo que son los cardenales los que tienen que dirimirlo y no el simple pueblo cristiano, ya que no es esa misión de los seglares sino de la Jerarquía). 

La Iglesia católica no comenzó con el Concilio Vaticano II. Quien piense de esa manera es, en el mejor de los casos, un ignorante. No fue Juan XXIII ni Pablo VI, ni Papa alguno, quien dio su vida por nosotros, por amor y para hacer posible nuestra salvación: fue Jesucristo. Y esto no ocurrió hace cincuenta años sino que hace ya casi dos mil años.

Quien piense -además- que la Iglesia debe adaptarse al mundo y "acercarse" a la gente para "acompañarla", sin más, está en un grave error. El mundo necesita de Dios; y, en concreto, necesita de Jesucristo. Y si su Palabra se escamotea, se oculta o se falsifica, ya no es la Palabra de Dios, la única que puede salvarle.

No es suficiente con acompañar, sino hay que llevar a la gente a que conozca al Señor, pues sólo eso podrá hacerles felices, ya en esta vida. ¿Que a esto le llamamos "proselitismo"? Bueno, si es así, bienvenido sea el proselitismo. ¡Otra cosa muy distinta es coaccionar a los demás o adoctrinarles para que hagan lo que uno quiere que hagan! ... pero eso es sectarismo; y no tiene nada que ver con el hecho de hablarle a los demás de aquello que llena nuestro corazón, que es el amor al Señor. No tiene nada que ver una cosa con la otra.

¿O es que pensamos que da la mismo tener fe que no tenerla? ¿Que da lo mismo creer que Jesucristo es Dios que no creerlo? ¿Que todo se acaba cuando uno se muere o que existe un más allá y que tenemos una misión que cumplir mientras vivimos en esta tierra,  de cuyo cumplimiento tendremos que dar cuenta a Dios? Porque habrá un juicio. Y esto está en el Evangelio. No es invención mía personal.

La fidelidad a la Palabra de Dios no es rigidez sino obediencia y, por eso mismo, amor. Fue el mismo Jesucristo quien se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, por amor a nosotros.  Y tal como Él procedió (Él, que es nuestro Maestro y nuestro amigo) así debemos proceder también nosotros y someternos a la voluntad de Dios, manifestada en las Sagradas Escrituras (particularmente en el Nuevo Testamento) y en la Tradición y en el Magisterio Perenne de la Iglesia ... con la seguridad de que actuar así no nos convierte en "pepinos avinagrados" ni en "corazones cerrados" u otras cosas por el estilo. 

Es justamente lo contrario: el contacto con Jesús produce en nosotros una alegría tal que el mundo no conoce. Por eso hay tanto vacío y tanta tristeza y aburrimiento en mucha gente: porque nadie les ha hablado del Amor que Jesucristo les tiene. Y tenemos los cristianos, en ello, una grave responsabilidad ante Dios, pues "lo que hemos recibido gratis, tenemos que darlo gratis" (Mt 10, 8). No nos los podemos quedar sólo para nosotros: "Que cada cual ponga los dones que ha recibido al servicio de los demás" (1 Pet 4, 10)

Esta sumisión a la Palabra de Dios, en Cristo (Ef 5, 21) es la que nos hace verdaderamente libres, porque el que ama desea estar sometido a la voluntad de aquél a quien ama, un amor que es siempre en reciprocidad. Cuando dos personas se quieren desean estar juntos, "depender" el uno del otro, "necesitarse" mutuamente.  Tal necesidad no es considerada, por ninguno de los dos, como una esclavitud, porque es eso lo que realmente quieren: estar juntos y vivir cada uno la vida del otro, en la medida en la que esto es posible en el amor humano (sí lo es en el amor divino-humano). 

Ese amor, que es lo que da sentido a sus vidas, sólo se aprende en el diálogo amoroso con Dios (en Jesucristo). Cuando esto ocurre, el amor se hace auténtico, pues proviene de Él y "es ese amor fuerte como la muerte" (Cant 8, 6). Al fin y al cabo, de Él venimos y hacia Él nos dirigimos: Hemos sido creados para amar y para ser amados. En el diálogo de amor con Jesús (diálogo de amor divino-humano) aprendemos a amar de verdad. Y es de ahí de donde se sacan las fuerzas para poder amar luego, de verdad, a los demás. 

Estando con Él y en Él, la vida es realmente hermosa.

José Martí

viernes, 18 de mayo de 2018

Noticias varias 18 de mayo de 2018



Dejate sacrilegar (The Wanderer)

“ARMEN LÍO” (1): Vigilias contra la homofobia y la transfobia en toda Italia, con la presencia de diversos obispos. (Vicente Montesinos, en Infovaticana)

El Papa: es mi deseo que católicos y budistas intensifiquen su relación (Vatican News)

Obispos chilenos comienzan segunda reunión con el Papa para resolver crisis de abusos (Rome Reports)

Todos los obispos de Chile presentan su renuncia al Papa (Infovaticana)

La transcripción completa del documento reservado que el Papa entregó a los obispos  chilenos (Tele 13 de Chile). Pinchar aquí  (enlace a Secretum Meum Mihi)

Una parroquia de Madrid organiza una vigilia “homoherética” a propuesta de Josito Segovia (Carlos Esteban, de Infovaticana)

La síntesis de todas las herejías: sobre el catolicismo Nietzscheano (Infocatólica)


Selección por José Martí

El Vaticano felicita el Ramadán a todos los musulmanes (Carlos Esteban)



Hoy 18 de mayo se inicia en todo el mundo el Ramadán, el mes sagrado y de ayuno de los musulmanes, y el Boletín de la Oficina de Prensa vaticana recoge una felicitación con tal motivo del Cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.

Bien, si uno tiene un Consejo para el Diálogo Interreligioso, imagino que este tipo de cortesías es obligado, aunque no sea probable que de la otra parte sean correspondidas. Convendría, sin embargo, hacerlas tan breves que cupieran en una tarjeta, porque el riesgo y la tentación de relativizar la verdad llevado de los buenos deseos es muy grande en estos casos.

Observen, por ejemplo, estas palabras del mensaje:
“Las reflexiones que querríamos compartir con vosotros en esta ocasión se refieren a un aspecto vital de las relaciones entre cristianos y musulmanes: la necesidad de pasar de la competencia a la colaboración” 
“En el pasado, las relaciones entre cristianos y musulmanes han estado caracterizadas demasiado a menudo por un espíritu de competición”.
¿Les parecen las palabras apropiadas de una Iglesia que se sabe mera custudia y transmisora de la Verdad salvífica e inmutable revelada por el propio Creador? ¿Pueden imaginar a un presbítero entre los primeros cristianos planteando a los paganos “pasar de la competencia a la colaboración”.

No, la impresión que transmite el lenguaje de este mensaje es casi empresarial, el de un alto directivo de una empresa en un sector maduro y a la baja dirigido a la competencia para repartirse el mercado.

¿Cómo podría no haber competencia? ¿Están exentos los musulmanes de la llamada urgente de Cristo de ir a evangelizar a todos los pueblos?

Y sigue:
“Todos tenemos el derecho y el deber de rendir testimonio del Omnipotente al que rendimos culto, de compartir con otros nuestras creencias, en el respeto por su religión y sus sentimientos religiosos”.
¿Tenemos ese deber? ¿En qué sentido debemos “respetar” una religión que sabemos falsa? El sentido, digamos, ‘civil’, está perfectamente claro. Pero el mandato evangélico pone un claro límite a ese ‘respeto’ que no permite precisamente la ‘colaboración’.

Eso plantea una segunda e interesante cuestión, con respecto a ese “Omnipotente al que rendimos culto”, a saber: ¿adoramos a un mismo Dios cristianos y musulmanes? 

¿Cuándo empezó la Iglesia a expresarse como si fuera una ‘opinión religiosa’ más, una forma peculiar de culto a un Dios verdaderamente desconocido, tan válida como cualquier otra pero no más, y por tanto desligitimada para entrar en el ‘mercado de la competencia’?

Carlos Esteban

Obispo pide combatir la herejía [que está] “dentro de la Iglesia”



Es deber de todo cristiano luchar contra “los errores [que hay] en el interior de la Iglesia”, según Athanasius Schneider, obispo de Kazajistán.

Al hablar el 17 de mayo en el Rome Life Forum, en la Pontificia Universidad Angelicum, Schneider señaló que esta lucha debe enfocarse en “la herejía y ambigüedad en la doctrina”.

Él cree que no importa cuán oscuras pueden parecer las cosas en la tierra, la Iglesia militante es el equipo ganador porque Cristo vence.

Schneider citó a san Juan Crisóstomo: “Es más fácil hacer desaparecer el sol que destruir a la Iglesia”.

Sin embargo, en todos los países de Occidente la Iglesia ha perdido más del 90% de sus fieles desde el Concilio Vaticano II, y no hay un final de esto a la vista.

Incluso el cardenal radical Karl Lehmann se negó a aceptar la Comunión a los protestantes



Una parroquia de Madrid organiza una vigilia “homoherética” a propuesta de Josito Segovia (Carlos Esteban)



Si ayer hablábamos de tres obispos italianos que habían bajado la cerviz para hacerle el juego al lobby LGTBI, hoy nos encontramos con un caso que nos toca más de cerca: concretamente en Madrid, en la Parroquia de la Madona (Nuestra Señora de Madrid), en pleno Paseo de la Castellana.

Allí, la Comunidad de Crismhom -una asociación de gays católicos- invitaba a participar en una Vigilia de Oración con motivo del Día Internacional contra la Homofobia el pasado jueves a las 9 de la noche. Se trata, pues, de rezar por la superación de la ‘homobiintertransfobia’ (sic) en el interior de una iglesia cuyo altar aparece presidido por un curioso icono, supuestamente una representación de “San Sergio y San Baco, patronos de las relaciones entre personas del mismo sexo”.

En la realidad -o, al menos, en la tradición piadosa de la Iglesia-, San Sergio y San Baco fueron dos militares romanos del siglo IV martirizados por el emperador Maximiano por su condición de cristianos. Al haber sido compañeros de armas y de fe, sufriendo juntos el martirio, es costumbre representarlos siempre uno junto al otro, y esa es todo lo que necesitan los revisionistas del ‘lobby’ para declararlos homosexuales, ya es de sobra sabido que la amistad entre dos varones es imposible sin una atracción sexual mutua.


Este icono en concreto que se expone sobre el altar, leemos en la página de la asociación, ha sido pintado por un miembro de Crismhom que en estos momentos se encuentra de misionero en Mozambique. Representa a los santos mirándose tiernamente a los ojos, a pecho descubierto, y entre ambos, inscrito en un círculo con los colores del arcoiris, un Cristo que los bendice o enciende sendas llamas en sus corazones, no sabría decir.

¿Otra parroquia rebelde, una más que se enfrenta a su obispo para hacer de su capa un sayo y presentar un catolicismo ‘a medida’ de la modernidad y en contradicción con dos mil años de doctrina moral?

Nada más lejos. La parroquia y el propio acto, así como el ‘acercamiento pastoral’ al colectivo LGTBI, cuenta con las bendiciones de la diócesis presidida por don Carlos Osoro, que incluso ha encargado a la misma ocuparse de esta labor. 

Según ha podido contrastar InfoVaticana, la iniciativa de este acto no ha sido del párroco, sino del controvertido vicario de Pastoral Social e Innovación de la diócesis de Madrid, José Luis Segovia, quien buscaba un templo para un acto de estas características. El propio ‘Josito’ impartió una conferencia el pasado mes de enero en la sede de Crismhom, en el madrileño barrio de Chueca.

De hecho, los miembros de la asociación han colaborado, según cuentan ellos mismos en su página online, con el órgano oficial de la Diócesis de Madrid, Alfa & Omega. “En los últimos meses y desde medios de comunicación de la Iglesia Católica (Vida Nueva, Alfa y Omega) se ha solicitado la colaboración de CRISMHOM para realizar entrevistas a personas LGTBI católicas y pedir su opinión sobre su pertenencia a la Iglesia y las dificultades que experimentan”, escriben. “En ambos casos, nuestra Comunidad ha estado dispuesta a participar, y fruto de ello ha sido la aparición de los testimonios de alguno de sus socios y simpatizantes en el número 3.061 de diciembre-17 de Vida Nueva y el 1.060 de Alfa y Omega de 15 de febrero”.

Una ‘Vela de Oración contra la Homofobia’ no es un acercamiento pastoral, es una rendición al lobby que solo puede sembrar la confusión. Es permitir que la Iglesia colabore en un proyecto ideológico, como ideológico es el concepto mismo de ‘homofobia’, con esa terminación que indica un tipo de desequilibrio psíquico.

En el mejor de los casos, sería como organizar una vigilia de oración contra la esquizofrenia; en el peor -y más probable-, señala un intento de revisionismo de la concepción cristiana de la moral sexual y, en concreto, de las relaciones homosexuales.

El ex prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, Cardenal Gerhard Müller, ha calificado a los obispos italianos que han accedido a estas ‘vigilias’ en Italia, en entrevista concedida a la periodista italiana Costanza Miriano, como “obispos sin valentía”.

“Algunos obispos hoy carecen de valor para decir la verdad y se dejan intimidar, no entienden que la homofobia es un engaño que sirve para amenazar a la gente”, sostiene Müller. “Pero los cristianos no debemos tener miedo a las amenazas”.

El que tenga oídos para oír, que oiga.
Carlos Esteban

Bergogliear y Discernir (Fray Gerundio)



Estoy retenido en mi celda durante unos días, porque me han aconsejado mis superiores que inicie un proceso de discernimiento acerca de mi postura crítica con algunas de las cosas que están pasando en Roma y en el resto de la Cristiandad. Mis opiniones sobre la Gala Met han resultado muy duras al caer en algunos oídos mentecatos de escasa sesera, provocando serias protestas entre los frailes más amantes de la actual situación eclesial y con ganas de escalar puestos, ahora que se va a celebrar el Capítulo Provincial. Como suele suceder, son tolerantes con el que piensa como ellos. Y acusan de intolerancia a todo el que discrepa de sus sabias argumentaciones. Esto no es nuevo.

Me he detenido a pensar en el avance que ha experimentado el vocablo discernir a lo largo de este Pontificado. Si le hubieran pagado al Vaticano derechos de autor por la promoción de tal verbo irregular, o le hubieran dado una comisión por ser creador de opinión con este concepto, no habría tenido necesidad de prestar los ornamentos sagrados para la Bendita Gala; habría bastado que el cardenal Ravasi -Gran Promotor-, se hubiera puesto un pendiente en la oreja y un tatuaje new age bajo el solideo, o que el jesuíta norteamericano Martin hubiera sacado de su armario el bikini.

Y es que discernir ha venido a convertirse en un sintagma esencial en la lingüística bergogliana y colectivos adyacentes.

Pero claro está que el susodicho palabro tiene que interpretarse en conexión con el nuevo paradigma que el Espíritu Santo impulsa en la Iglesia. Y como el nuevo paradigma consiste esencialmente en que lo que antes era pecado, puede que ahora lo sea y puede que no lo sea, discernir consistirá –también esencialmente-, en llegar a comprender que, en mi caso, no es pecado.

Esta teoría debe ser explicada con claridad. Los obispos alemanes la han comprendido muy bien. Y se van sumando más obispos, conforme va cayendo la arena en el reloj. Es impresionante la fidelidad de la Jerarquía. Pero como he dicho antes, ya ha venido a ser de uso habitual para los fieles de a pie, pendientes de la infalible locuacidad de Santa Marta.

Algunos de mis hermanos se han enfadado al explicar yo en el refectorio esta palabra, al tiempo que contemplaba mi plato de berzas cocidas y comenzaba a intentar discernir si me las comía de inmediato o comenzaba a pensar en un suculento filetón de Avila.

Por ejemplo, les decía yo a los frailes: Dos homosexuales muy católicos, viven juntos. O sea, que viven juntos. Se entiende. Y por las noches, después de rezar el Rosario en la sala de estar, pues siguen viviendo juntos. A la mañana siguiente tienen que ir a la Parroquia, porque es domingo y uno de los dos tiene que cantar a capella y el otro tiene que hacer la segunda lectura, ya que ambos son muy queridos en la parroquia. Son muy buena gente, ayudan a las ancianitas a cruzar la calle, saludan a sus vecinos en el mercado y venden tartas de manzana al acabar la misa. Llegado el momento de la comunión y ensimismados en la eucaristía, van a comulgar.

En ese momento algún tío vinagreta con tridente (o sea, tridentino), les recuerda que no se puede acceder en pecado a recibir el Cuerpo de Cristo. Entonces ellos, que son pareja estable, acompañados por un sacerdote preparado y de sobrada experiencia -siempre que no lleve tridente ni vinagretas, y sea más bien protodo-, disciernen que como son católicos de corazón, aman a Dios y anoche rezaron el Rosario e hicieron los dos juntos un master en una universidad de los jesuítas sobre la elegetebei …, efectivamente no sólo pueden acceder a la comunión, sino que deben hacerlo, porque el Espíritu Santo les ha ayudado a discernir. Y es que el Espíritu suscita sorpresas de Dios, como ya dijo Ciceroglio.

Esto es solamente un ejemplo, que cada cual tendrá que aplicarlo a su caso concreto. Pero supongamos que esta pareja discierne que no deben comulgar porque no está bien lo que están haciendo y viven en pecado. En esta situación, el párroco que los acompañaba, deberá instruirlos adecuadamente para que aprendan a discernir como Dios manda. Está claro que han discernido mal y habrá que enviarlos a un campo de reeducación. Si lo consigue, este sacerdote será inmediatamente promovido a Obispo de alguna Diócesis recalcitrante.

No es de extrañar que se convoquen vigilias de Pentecostés en las que se pida al Espíritu Santo que ayude a comprender estas situaciones homofóbicas. Con Obispos incluidos, como ilustra muy bien este artículo de adoración y liberación en Infovaticana.

Es una nueva suerte de Blasfemia que da color –color arco iris, que nunca falta-, a la Blasfemia General en que se ha metido gran parte de la Iglesia, mientras Francisco dice a los budistas que su espiritualidad es maravillosa y hay que conocerse mutuamente; o mientras “estudia” –decide manu militari- con los Obispos Chilenos quién debe poner su cabeza bajo la guillotina y debe hacer autocrítica, -como dicen ahora imitando a los marxistas de antaño-, para evitar que la haga el verdadero culpable de todo el embrollo que ha montado, ya-sabemos-quién-es. La autocrítica nunca la hace el Jefe, sino los que el Jefe designa.

Y es que, a fin de cuentas, discernir tiene ya un sinónimo, que es bergogliear. La definición, cuando la Real Academia se decida, podría ser algo así más o menos. 


Bergogliear: Discernir en una postura la bondad o la maldad, optar por la maldad, y ejecutarla. Bergogliear quiere decir también explicar la bondad o maldad de un acto según el contexto: de una forma en una Audiencia General y de otra a los Obispos Alemanes. De un modo en una homilía y de otro a un director de periódico.

No sólo estamos ya ante el nuevo paradigma, sino ante una nueva formulación del viejo principio de la sindéresis: Discierne el Mal y sigue tu conciencia para evitar el Bien. Porque en este caso, lo que para otros es Mal, para ti es super-bien.


Fray Gerundio

Francesco dice que está preparado para renunciar. Pero a condición de que... (Sandro Magister)




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Con una curiosa suma de coincidencias, las palabras "testamento" y "dimisión" han estado muchas veces, durante los días pasados, en la boca y en la pluma del papa Francisco, en alguna medida aplicadas también a sí mismo.
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Para comenzar, en la homilía matutina en Santa Marta, el martes 15 de mayo, Francisco recomendó a todos, pero en especial a los obispos, que estén preparados para “redactar un testamento”, similar al hecho por el apóstol san Pablo cuando se despidió de la comunidad de Éfeso, tal como se relata en el capítulo 20 de los Hechos de los Apóstoles, leído en las Misas de ese día y del día siguiente.
No un testamento "mundano" – ha explicado el Papa – como cuando se dice: "Esto lo dejo a aquél, eso a aquél otro, aquello a otro…", con "muchos bienes" para distribuir. Sino un testamento "que nos haga ver el camino de cada obispo en el momento de despedirse" y que suene como "una especie de examen de conciencia del obispo frente a su presbiterio".
En esta homilía Francisco repitió una afirmación que está en su corazón y sobre la que vuelve con frecuencia: que san Pablo, al hacer un balance de su propia vida, "se jacta de sus propios pecados". Cosa que en los escritos de san Pablo precisamente no es así, y ni siquiera en sus discursos informados en los Hechos de los Apóstoles, como Settimo Cielo ya puso en evidencia.
Pero no es éste el punto. Más bien, es la insistencia del papa Francisco sobre la obediencia a lo que dicta el Espíritu Santo, más aún, lo que "obliga" a hacer, aunque esto signifique para el pastor dejar la grey, con la cual "no nos veremos más".
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Al día siguiente, el miércoles 16 de mayo, la cuestión del testamento y de la renuncia se ha planteado todavía con más vigor, esta vez involucrando en primera persona no a uno sino a dos Papas.
"L'Osservatore Romano" anticipó el texto de un manuscrito inédito de Pablo VI, reproducido en un libro de monseñor Leonardo Sapienza sobre ese Papa, salido a la venta en estos días: "La barca di Paolo", Edizioni San Paolo, Cinisello Balsamo, 2018.
El manuscrito tiene la fecha del 2 de mayo de 1965 y es una carta para el Decano de los cardenales, carta en la que Giovanni Battista Montini – que en esa fecha era Papa por menos de dos años – se dice dispuesto a renunciar al papado "en caso de enfermedad que se presuma incurable o de larga duración, y que impida ejercer suficientemente las funciones de nuestro ministerio apostólico; o bien en el caso que otro impedimento grave y prolongado constituya también un obstáculo para ese ejercicio ".
Pocas semanas más tarde, el 30 de junio de 1965, Pablo VI escribió también las célebres "Notas para nuestro testamento", completadas por breves agregados en 1972 y 1973. Pero estos agregados ya son conocidos, mientras que la carta de su renuncia es publicada ahora por primera vez.
Pero hay más. Porque "L'Osservatore Romano" ha publicado también las breves palabras que el papa Francisco escribió, el 8 de diciembre de 2017, como comentario a ese texto de Pablo VI.
A partir de esto sabemos que Jorge Mario Bergoglio comparte plenamente el paso dado por su predecesor.
En efecto, escribe Francisco:
"Lo que a él [a Pablo VI - ndr] le importan son las necesidades de la Iglesia y del mundo. Y un Papa impedido por una grave enfermedad no podría ejercer con suficiente eficacia el ministerio apostólico. Por eso, en conciencia, y luego de una madura reflexión, él señala su voluntad precisa, para el bien superior de la Santa Iglesia".
Esto permite entender que también Francisco, en caso de que se hicieran presentes los impedimentos evocados por Pablo VI, estaría dispuesto a renunciar al papado, como además ya había planteado la hipótesis en otras oportunidades.
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Una vez suministrados estos pronunciamientos del papa Francisco respecto a su voluntad última y a la de otros pastores de la Iglesia, se señala además que recientemente la Secretaría de Estado ha distribuido a todos los cardenales, a los nuncios apostólicos y a los superiores de curia cinco páginas de "Indicaciones para la redacción del testamento", fechadas el 18 de febrero de 2018.
El motivo principal de estas instrucciones se declara en ellas inmediatamente: "No generar discusiones y divisiones, especialmente entre los parientes".
La primera indicación es redactar el testamento "con el Notario vaticano", o bien escribirlo con un bolígrafo desde el principio al fin, firmarlo y fecharlo en cada una de sus páginas y conservarlo en un sobre cerrado, no en casa sino "en un lugar seguro, por ejemplo, en el Instituto para las Obras de Religión, que dispone de una oficina especial".
En segundo lugar, "puestos a salvo los derechos que la ley reserva a los herederos legitimados", se sugiere indicar como "heredero universal" a un ente eclesiástico civilmente reconocido y "exento de impuestos a la sucesión", con la advertencia de "indicar las finalidades no lucrativas por las cuales se han traspasado los bienes a ese ente determinado".
Por ejemplo, "si el heredero es el Santo Padre, la finalidad será: 'para sus obras de caridad, o bien para el Óbolo de San Pedro'", mientras que "si el heredero es una Congregación religiosa, la finalidad será 'para las obras de caridad del Instituto'".
Las últimas dos páginas de las "Indicaciones" están justamente ocupadas por el facsímil de un testamento, con la indicación en el encabezamiento del "heredero universal" (el Papa, la diócesis, la Orden religiosa, el seminario, etc.) al cual dejar los bienes y la obligación de asignar algunos a quien se indique (la casa, el automóvil, los libros, los muebles, etc.), además del encargo de cubrir los gastos para la sepultura y los honorarios para el albacea testamentario.
Todo esto con la finalidad de "no usar el cargo eclesiástico para aumentar el patrimonio de la propia familia". Porque, por el contrario, "todo lo que se ha recibido de la comunidad cristiana, o del ministerio sagrado, debe volver a estar al servicio de la misma y, en especial, de los pobres".
Sandro Magister