BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



miércoles, 7 de mayo de 2025

Un análisis del cónclave

THE WANDERER

Un lector del blog, Don Vetusto, me envió el siguiente «mapa» de cardenales que es un instrumento gráfico más que interesante para entender el próximo cónclave. No estoy de acuerdo con todas las adscripciones que él hace, pero es un instrumento ciertamente útil.



Operatio sequitur esse, dice el principio filosófico. La operación sigue al ser; así como se es, así se actúa, y así son los frutos de lo que sembró. La semilla de un peral, irremediablemente, dará otro peral y nunca un clavel. El Papa Francisco se dedicó a sembrar caos, a «hacer lío» a lo largo de todo su pontificado, estragando a una Iglesia que venía ya muy golpeada. Era, por tanto, no sólo previsible sino también necesario que el cónclave que siguiera a su muerte fuera tan caótico como su pontíficado. Y es lo que estamos viendo, y lo que están viviendo los cardenales.

Dejando de lado nuestros deseos, nuestros wishful thinkings a los que soy tan afecto, tratando de ser crudamente realista y basándome en los medios de prensa más confiables que están ahora mismo en Roma (destaco entre ellos a The Pillar), podemos decir que están tan desorientados los progresistas como los conservadores. Y mal de muchos es consuelo de tontos…, pero así están las cosas: empantanadas. Los favoritos han llegado a su techo: Parolin no pasará los cincuenta votos (los conservadores no le dieron los suyos a cambio de concesiones que sabían que nunca iba a conceder); Tagle no supera los cuarenta y Erdö no supera los treinta. Esa es la realidad en la que más o menos todos coinciden. Consecuentemente, el próximo Papa será de consenso, lo que significa un moderado, escorado hacia a la izquierda o hacia a la derecha, eso lo veremos, o en una fluctuación que no permite definir con certezas sus inclinaciones.

Los globos de ensayo que se han soltado para perfil al candidato han sido sistemáticamente pinchados. Tolentino está demasiado pegado a Francisco, y a Tucho….; Prevost, muy empujado por los progresistas como una concesión a la moderación perdió su carrera cuando se difundieron los casos de encubriento a sacerdotes abusadores durante su carrera, y esa mácula le impide cualquier posibilidad. Aveline, de Marsella, tiene más chances: aunque es francisquista en cuestiones de relumbrón, como la inmigración, en doctrina es más ortodoxo de lo que se piensa y, curiosamente, un protector de la misa tradicional: él mismo la celebró en varias ocasiones, aún después de Traditionis custodes. Consecharía votos de varios espectros, aunque quizás no de los extremos, pero quizás serían suficientes para alcanzar los 89. Por otro lado -y esto no es más que una cuestión personal-, es pied noir, y eso lo hace más simpático que al común de los franceses.

Por supuesto, no son estos los únicos nombres, y tampoco lo serán. Se menciona, por ejemplo, a Mamberti, lo cual sería una opción muy aceptable -y por eso difícil de ser aceptada por los más progresistas- y el nombre de Pizzaballa siempre planea por los pasillos, aunque muchos temen por su juventud pero, llegado el caso de que el cónclave se alargara demasiado, seguramente pondrían su nombre en la papeleta.

¿Conclusión? Que ahora más que nunca nadie sabe quién saldrá elegido. Y con esto no quiero decir, como diría algún piadoso neocon, que saldrá elegido el que quiera el Espíritu Santo. Pero el elegido será sin duda el que Dios permita para el bien de su Iglesia, aún del modo más inescrutable para nuestros pobres entendimientos humanos.

Muchos católicos pasamos doce años de desierto, aridísimo en algunos periodos, y es natural que deseemos llegar a un oasis, y descansar un poco, pero no nos corresponde a nosotros decidir ese momento. Para descansar está la vida eterna. Pero no se trata de una cuestión personal de descanso o de nuestro sufrimiento. Se trata del sufrimiento de la Iglesia, Esposa del Cordero, lo que duele y por impedir lo cual luchamos; en definitiva, por el triunfo de la verdad de Nuestro Señor. Pero, ya lo sabemos, el triunfo no depende de nosotros sino de Él. No es cuestión, porque no tiene ningún sentido, estar como Pedro cortando orejas a cuantos guardias del sumo sacerdote se nos cruzan en el camino. El Señor tiene todos los medios para la Iglesia vuelva a brillar en el mundo y para que su vicario sea un hombre santo y no un facedor de líos. A Él entonces esa tarea; a nosotros, en estos días, la oración.