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viernes, 2 de mayo de 2025

PING PONG sobre BIOÉTICA. Eutanasia, fecundación artificial, DIU. Con el P. Jorge Hidalgo. Lo que nadie te explicó sobre la procreación … y lo que la Iglesia realmente enseña.

 QUE NO TE LA CUENTEN


- “Padre, ¿y esto se puede?”
- “¿Y si no puedo tener hijos de forma natural?”
- “¿Y los métodos que dicen ser naturales pero no lo son?” 

Preguntas como éstas se repiten en confesiones, charlas prematrimoniales y sobremesas silenciosas. La verdad es que hay un vacío enorme de formación —incluso dentro de ambientes católicos— sobre temas vinculados a la procreación humana, la ética médica, y los límites morales que no debemos cruzar. Muchas veces reina el silencio, la confusión… o el tabú.

Por eso te recomendamos este video de una hora que arroja luz, con claridad y caridad, sobre un terreno difícil pero urgente.

🎙️ ¿Quiénes hablan?

Dos voces confiables y bien formadas:El Presbítero Mg. Jorge Hidalgo, sacerdote, magister en bioética.

El Presbítero Dr. Javier Olivera Ravasi, sacerdote, docente y divulgador católico, con el carisma para hacer accesible lo profundo.

💬 En este diálogo vas a descubrir:

- Qué métodos de procreación aprueba la Iglesia y por qué.
- Qué tecnologías atentan contra la dignidad del ser humano.
- Cómo hablar de estos temas con verdad y sin miedo.
- Y sobre todo, cómo vivir la apertura a la vida con esperanza cristiana, aún en situaciones difíciles.

🙏 Este video es una herramienta valiosísima para matrimonios, novios, agentes de pastoral, catequistas y cualquiera que quiera vivir la fe con madurez y formación.

📺 No lo dejes para después.

Una hora de tu día puede ayudarte a entender lo que muchos no se animan a decir.

VIDEO EN YOUTUBE
Duración 68 minutos

Cónclave. Eijk y Sarah marcaron el tono de la Primera Congregación. Sarah la más aplaudida.



Mientras los italianos están agitados y los españoles brillan por su ausencia, dos voces resuenan fuerte en el aula sinodal: la del holandés Willem Eijk y la del africano Robert Sarah. El tono general entre los cardenales sorprende por su serenidad.

El lunes fue un día importante en este precónclave que poco a poco va tomando forma. Y no por maniobras, pérdidas o bloqueos, sino por lo que más debe contar: el contenido de las intervenciones. Y entre todas las palabras escuchadas en la Congregación General de ayer, dos sobresalieron claramente por su profundidad, claridad y acogida: la del cardenal Willem Eijk y la del cardenal Robert Sarah.

Mons. Eijk, arzobispo de Utrecht, habló con la sobriedad que le caracteriza, pero también con una fuerza doctrinal que no dejó indiferente a nadie. Un diagnóstico claro, sin dramatismo: una Iglesia desorientada en Europa, sin dirección moral ni litúrgica, víctima de su propia confusión interna más que de amenazas externas. Lo más sorprendente fue su tono: ni derrotista ni alarmista, sino profundamente realista. Muchos han comentado que Eijk dijo en voz alta lo que la mayoría de la gente piensa en silencio.

Sarah, por su parte, no decepcionó. Su discurso fue, según varias fuentes, uno de los más aplaudidos de la jornada. Habla con firmeza, con serenidad, con su estilo que mezcla un vigor africano contenido con la espiritualidad monástica. No hizo política, no dio nombres, no buscó notoriedad: simplemente recordó que la crisis actual sólo se superará volviendo a Dios, al silencio, a la adoración, a la verdad. Grandes palabras, pero no grandilocuentes. Parecían necesarios.

Aunque estas dos voces se alzaron con autoridad, el resto del panorama era más difuso. Los italianos siguen nerviosos, distribuyen nombres sin conseguir generar consenso ni entusiasmo. Y los españoles, en masa, permanecen dispersos. No hay intervenciones pendientes, no hay propuestas claras, no hay un intento mínimo de liderazgo. Es como si hubieran acordado jugar a la irrelevancia.

Lo que sorprendió a todos fue el buen tono general. Después de años de tensiones, sospechas, divisiones y silencios incómodos, las congregaciones son sorprendentemente cordiales. Nos escuchamos unos a otros. Aplaudimos. Incluso sonreímos. Podría ser un respiro temporal. O tal vez, cuando Francisco murió tan abruptamente, los cardenales sintieron el vértigo de tener que reconstruir, esta vez con más humildad.

En cualquier caso, si hay algo que dejó claro el lunes es que hay rumores que todavía pueden tomar vuelo. Y que los cardenales, cuando quieren, todavía pueden hablar como pastores, no como administradores.

Llamamiento a una cruzada mundial de oración por el próximo cónclave (Monseñor Schneider)



Después de la tarjeta. Burke [aquíy la carta abierta del obispo Strickland [ aquí ] El obispo Schneider también invita a orar por el próximo cónclave.

Llamamiento a una cruzada mundial de oración por el próximo cónclave

Que el Señor, en su infinita misericordia, mire las oraciones, lágrimas y sacrificios de todos los verdaderos católicos que aman a nuestra Madre Iglesia, quienes en estos días imploran humilde y confiadamente la infinita Misericordia de Dios para que nos conceda un nuevo Papa, que, ardiendo de celo por la gloria de Cristo y la salvación de las almas, "confirme a los hermanos en la fe" (Lc. 22, 32), siendo incondicionalmente fiel a su nombre y a su deber como Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en la tierra.

Que el Señor, a través de un nuevo Papa, ardiente de celo por la gloria de Cristo y la salvación de las almas, defienda al rebaño de Cristo de los lobos intrusos de clérigos incrédulos y mundanos que, con descaro, queman incienso ante los ídolos de las ideologías de la época, envenenando espiritualmente la vida de la Iglesia, que se asemeja a un barco sacudido por la tormenta, en el que «ha crecido el agua de sentina de los vicios, y los tablones podridos ya resuenan con el naufragio», como describió el Papa San Gregorio Magno, al asumir el cargo papal, el estado de la Iglesia Romana en su época.

Que el Señor, por medio de un nuevo Papa, ardiente de celo por la gloria de Cristo y la salvación de las almas, venga en ayuda de la Sede Apostólica, que en nuestros días se encuentra espiritualmente encadenada, a semejanza de las cadenas materiales en las que fue colocado el Apóstol Pedro al comienzo de la vida de la Iglesia, liberando a la Sede Apostólica de las cadenas del alineamiento con la agenda globalista materialista, moralmente depravada y anticristiana de este mundo.

Que el Señor nos conceda un nuevo Papa, que, ardiendo de celo por la gloria de Cristo y por la salvación de las almas, esté dispuesto a defender la integridad de la fe católica, la liturgia católica y la disciplina eclesiástica, si es necesario, a costa del supremo testimonio de su vida por amor a Jesucristo y a las almas inmortales.

Que todos los verdaderos hijos e hijas de la Iglesia imploren la gracia de la elección de un nuevo Papa, que sea plenamente católico, plenamente apostólico y plenamente romano. Pueden hacerlo mediante la oración, especialmente con las Horas Santas de Adoración Eucarística, el Santo Rosario, ofreciendo los sacerdotes y obispos el sacrificio de la Misa con esta intención, y también mediante los sacrificios personales, que pueden consistir en llevar pacientemente las cruces de la propia vida, los dolores físicos y espirituales, las mortificaciones corporales, el ayuno y sobre todo los actos de amor sobrenatural a Dios y al prójimo.

Creemos que el Señor vendrá en ayuda de su Iglesia, que en nuestros días se asemeja a una nave en la noche “en medio del mar, luchando por remar porque el viento es contrario”. Que el Señor regrese «a eso de la cuarta vigilia de la noche, caminando sobre el mar y diciendo: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!”» (Mc 6,47-50).26 de abril de 2025, Fiesta de Nuestra Señora del Buen Consejo

+ Athanasius Schneider

jueves, 1 de mayo de 2025

“Los cismas en la Iglesia suceden cuando no hay claridad doctrinal” (Cardenal Müller)



ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
Roma

El cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller (Maguncia, 77 años) ha sido una de las voces más destacadas de la oposición al papa Francisco, y probablemente la más respetada. No solo por su sólida formación teológica —fue el prefecto de Doctrina de la Fe con Benedicto XVI, y siguió con Francisco hasta que este lo apartó en 2017—; también porque siempre ha hecho una crítica dura pero directa y abierta, en cartas, artículos y entrevistas. En el cónclave encabeza el sector más conservador, que espera una corrección de rumbo de la Iglesia tras un Papa al que ha acusado de debilidad doctrinal, confusión institucional y decisiones erráticas y autoritarias.

Pregunta. Usted ha sido muy crítico con Francisco. ¿Qué cree que se debería corregir?
Respuesta. Yo nunca lo he criticado como persona. Había preguntas de los fieles que como obispo tengo que responder. Por ejemplo, Jesús definió la indisolubilidad del matrimonio, y entonces ¿cómo es posible, en algunos casos, dar la comunión a los divorciados [que se han vuelto a casar]? Los documentos deben interpretar las palabras del papa a la luz del Evangelio y no al revés.
P. ¿Estos años ha visto la Iglesia en peligro?
R. Sí, porque el papa Francisco ha hecho cosas muy buenas en la dimensión social de la Iglesia pero debemos hablar también sobre la misión de la Iglesia de reunir a los hombres en Jesucristo, el cristocentrismo. El Papa, por supuesto, no lo niega, pero ha habido dudas, no en la sustancia de su doctrina sino en la presentación. Ha habido interpretaciones opuestas. Es absolutamente necesario ser obediente a Cristo.
P. Cree que el Papa se ha equivocado en algunas cosas.
R. El Papa tiene que decir la verdad. Los apóstoles cuando vinieron a Roma no dijeron: ‘Aquí hay muchos dioses, podemos poner Cristo al lado’. No, dijeron que Cristo era el único. Ahora, en China se puede poner el retrato de Xi Jinping en las iglesias [dentro del controvertido acuerdo entre la Santa Sede y China]. Esto es una ideología. No podemos pasar por esto, adorar a los hombres.
P. ¿Cree que Francisco ha buscado la popularidad?
R. Sí. Estar cerca del pueblo de Dios es la misión de cada pastor de la Iglesia; otra cosa es el populismo. Pero no quiero criticarlo, es nuestro siglo, con estos medios de comunicación... El Papa ha dicho muchas veces: yo soy el párroco del mundo. Yo creo que esto no es verdad. El párroco es el párroco. Sí, entiendo lo que quería decir, pero la impresión es que los obispos y los párrocos son solo instrumentos para multiplicar las palabras del Papa. Con todas estas entrevistas del Papa, cada día había un mensaje.
P. Su crítica a Francisco es que doctrinalmente fue problemático.
R. No era un profesor de teología como Ratzinger. Pero no es necesario que un papa lo sea. Los latinoamericanos son distintos de nosotros.
P. ¿El próximo Papa tendría que volver a ser europeo?
R. No depende del país. Tenemos que hablar más de Jesucristo.
P. Usted pide corregir el rumbo. Otras voces dicen que el camino de Francisco es irreversible.
R. La doctrina de los papas es solo obligatoria en cuanto es conforme a la revelación. Lo que el papa diga sobre las cosas civiles, seculares... Tiene que tener una opinión, claro, como confrontarse con la inmigración. [Pero] la Iglesia no tiene una solución para todos los problemas del mundo, solo la misión de guiar a la gente a la vida eterna, responder a las preguntas existenciales. Y no hacer comentarios de cualquier tema.
P. ¿Estos años ha tenido miedo de un cisma?
R. Los cismas en la Iglesia siempre han sido cuando no hay claridad en la doctrina. Y de la claridad en la doctrina es responsable el papa, junto a los obispos. Esta claridad no viene cuando uno solo, autoritariamente, dice ‘Lo hacemos así’ (da un golpe con el puño en el brazo del sillón), como en un partido político.
P. Usted es crítico con la sinodalidad [el gobierno compartido de la Iglesia, con laicos y mujeres]. Ha dicho que la Iglesia no es una democracia.
R. El sínodo de los obispos es de los obispos, que constituyen el magisterio de la Iglesia. Se tiene que distinguir de la cooperación de laicos. No se debe confundir el sínodo de los obispos con una asamblea que discuta los problemas. Ahora tenemos una confusión institucional.
P. Uno de los asuntos más controvertidos fue permitir la bendición de parejas homosexuales.
R. Bendecir a las personas individualmente siempre fue posible. Cuando la gente me ve me pide una bendición para sus niños, y no pregunto si son católicos. Pero bendecir una pareja que no es un matrimonio es una señal que relativiza el matrimonio, no es conforme a la moral cristiana.

Con relación al próximo Papa (Entrevista al cardenal Müller)



Un papa que no sea esclavo de los lobby y que no sea una copia de su inmediato predecesor. Es lo que augura el cardenal Gerhard Ludwig Müller, de 77 años, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe y curador de la opera Omnia de Benedicto XVI. Llamado a Roma por el propio Joseph Ratzinger en 2012 para dirigir el dicasterio que el papa teólogo había dirigido durante casi un cuarto de siglo, en 2014 recibió el birrete rojo de manos de Francisco. Luego, en 2017, al final de su primer quinquenio al frente del departamento, Bergoglio lo destituyó abruptamente. Teólogo refinado y hábil divulgador, decidió contarle a Il Fatto cómo se prepara para el Cónclave. Su casa es un museo: de 1981 a 2005, es decir, hasta su elección al pontificado, el propio Ratzinger residió allí.

¿Su Eminencia, con qué animo entrará en la Capilla Sixtina?
Con la confianza depositada en el Espíritu Santo, pues Él guía a la Iglesia y nosotros, los cardenales, tenemos la responsabilidad de elegir a una nueva persona idónea según los criterios de naturaleza, carácter y, también, según los criterios sobrenaturales de la fidelidad a la doctrina católica, a la revelación y al amor de Jesucristo. El Papa, ni nadie en la Iglesia, debe confundir esta misión personal que viene de Jesucristo de ser el vicario de Cristo en la tierra, el sucesor de Pedro, con un cargo político, con poder, viviendo y hablando según los gustos del mundo, de los medios de comunicación masivos o de los diversos lobby que, con su agenda globalista o de ideología de género, quieren gobernar el mundo según los criterios del ateísmo que niegan la naturaleza humana, niegan también la naturaleza divina y la vida divina. Queremos un Papa que también esté dispuesto al martirio con su palabra y su vida.
Usted hablaba de lobby. Un documento controvertido del pontificado de Francisco fue la declaración Fiducia supplicans sobre la bendición de las parejas homosexuales. ¿Qué sugeriría al próximo papa sobre este tema?
Fiducia supplicans fue solo una pequeña declaración del prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, no de todo el dicasterio. El Papa la vio y la firmó con una “F”. Nadie sabe exactamente qué hay detrás de esta declaración. No hubo ningún consejo de los demás miembros del dicasterio. Y por eso el nivel de autoridad de esta declaración es muy bajo. No hubo ninguna recepción por parte de la Iglesia en África. Pero solo aquí algunos afines a esta ideología han elogiado y pensado que, con esta declaración, la Iglesia se ha vuelto moderna y así todas las parejas homosexuales ahora entrarán en la Iglesia. Creo que estos lobby solo quieren instrumentalizar la Iglesia para su propaganda, pero no les interesa la nueva vida en Jesucristo.
También fue controvertido el motu proprio Traditionis custodes de Francisco, que restringió el uso de la misa en latín.
También hay que tener en mente la atención pastoral. Hay muchas personas que prefieren la forma litúrgica anterior. Hay quienes han crecido, desde la infancia, con la misa en latín y tienen mayor sensibilidad hacia ella. Son católicos que prefieren esta forma de liturgia sin negar la autoridad del Concilio Ecuménico Vaticano II. Esto está fuera de discusión para un católico.
El cardenal Camillo Ruini pidió un Papa bueno y católico, es decir, ortodoxo en la doctrina. ¿Acaso no fueron buenos los papas precedentes?
No hay alternativa. No somos dualistas. Pero claramente el fundamento es la doctrina. El Papa es responsable de la unidad de toda la Iglesia. Todos los obispos deben vivir en la unidad de la Iglesia, pero unidad en Cristo, en la verdad. No solo una unidad como la de un partido político, sino unidad en la fe. Por otro lado, el Papa, todos los obispos e incluso los párrocos son pastores, buenos pastores; no son comandantes de un ejército, ni menos como algunos políticos que son de un cierto autoritarismo. El Papa no debe ser una persona débil, debe tener un sano carácter.
Se cree que Usted y otros cardenales que han sido muy críticos frente a Bergoglio han interpretado el papel del hijo mayor en la parábola del hijo pródigo, el “amargado” porque el menor es celebrado tras haber dilapidado la herencia del padre.
A diferencia de quienes criticaron a Pablo VI por la Humanae Vitae o a Juan Pablo II y Benedicto XVI, poniendo en duda la base del primado, lo que se considera parte de la fe católica, yo y otros no hemos criticado al Papa en su papado. He dado respuesta a muchos fieles en mi competencia como obispo, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y también como teólogo, sobre cómo podemos interpretar o debemos comprender algunas señales o declaraciones del Papa Francisco que han sido malinterpretadas o tergiversadas. Cuando hay dudas, declaraciones del Papa hechas en aviones o sobre algunos de sus documentos, se debe retornar a la palabra de Cristo, porque el Concilio Ecuménico Vaticano II hace del magisterio del Papa solo una autoridad formal. Los llamados progresistas creen que, aunque no tengamos los argumentos en las Sagradas Escrituras, con la autoridad del Papa podemos hacer lo que queramos, incluso transformar la Iglesia Católica en una Iglesia Anglicana o Luterana. El Papa no tiene poder absoluto, sino solo relativo a su misión.
¿Se sintió incomprendido por Francisco?
El Papa Francisco tuvo su propia línea y experiencia de vida. Escribió muchas autobiografías donde explicó su personalidad, pero desde un punto de vista teológico, todo esto no forma parte del magisterio. Son elementos personales, no sustanciales para ser católico: la vida personal, la espiritualidad y la experiencia del papa. La mayoría de los buenos católicos no conocen personalmente a su obispo; esto no es necesario. Hoy, en la era de la comunicación masiva, cada frase del Papa, en un segundo, se escucha en todo el mundo con ventajas, pero también con desventajas, porque no somos la Iglesia del Papa. Algunos han hablado de la Iglesia del Papa Francisco. Esto duele al oído de un teólogo. No existe la Iglesia de Bergoglio, o de Ratzinger o de Pacelli. Solo existe la Iglesia de Jesucristo, en la que el Papa ejerce su ministerio como siervo de los siervos de Dios.
¿Espera que el nuevo Papa se llame Benedicto XVII
El nuevo Papa tiene libertad para elegir su nombre, pero en esta situación preferiría que no se diera un nombre que pudiera interpretarse casi como un programa para imitar a los últimos papas. Debemos escapar de esta situación. Algunos dicen: “Necesitamos a Francisco II”. En el sentido de que el próximo Papa sea una copia de su predecesor inmediato. Y este no es el significado de esta indicación divina. Cada uno, con su personalidad, debe seguir a Jesucristo y predicar el Evangelio, dar testimonio del Evangelio según las palabras de Jesús sobre el primado de Pedro.

martes, 29 de abril de 2025

«El Papa tiene que ser Fiel al Magisterio de la Iglesia. No puede hacer lo que quiera». Entrevista de ABC al Cardenal Gerhard Müller



El cardenal Gerhard Ludwig Müller (Maguncia-Finthen, 31 de diciembre de 1947) es una figura clave en los últimos pontificados. Nombrado obispo de Ratisbona por Juan Pablo II, fue amigo personal de Joseph Ratzinger, y se encargó de organizar su histórica visita a Baviera ya como Benedicto XVI, quien después le llamó a sucederle en la Congregación para la Doctrina de la Fe. Fue Francisco quien le creó cardenal. Con 77 años, tiene justo la edad intermedia con la que fueron elegidos los dos anteriores pontífices. Recibe a ABC en su casa, un discreto pero bien situado apartamento cercano al Vaticano en el que el amplio despacho-biblioteca ocupa casi todos los metros y en el que vivió también Joseph Ratzinger en sus años de cardenal. Bromeamos antes de la entrevista sobre la falsa humildad de la que muchos presumen pero no siempre practican. Nos confiesa entre risas una 'maldad': »Hay muchos a los que se les podría aplicar a frase de que «la humildad es la única virtud de la que estoy orgulloso».

- ¿Cuánto hay de continuidad y cuánto de movimiento pendular en los últimos pontificados?
La imagen del péndulo tiene sus límites. Con esa idea hay que dejar claro que desde una visión teológica y dogmática todos los papas tienen la continuidad en una misión que viene del mismo Cristo. Los cardenales los han elegido, con la guía del Espíritu Santo, pero quien lo ha hecho Papa es Cristo. Esta es la clave del ministerio petrino. Luego, cada uno tiene su personalidad. Esa es también nuestra antropología: Dios ha creado a cada uno individualmente y ninguno puede ser una copia de otra persona. El Papa Juan Pablo II vino de la experiencia del totalitarismo, de la ocupación de Polonia, primero por los nazis, después la guerra, y más tarde por los comunistas. Para el fue clave la cuestión de la libertad y de la reunificación del mundo del este y del oeste, los dos pulmones de Europa como los llamaba. Benedicto XVI fue el gran teólogo y profesor. Tenía la capacidad de presentar las ideas de forma simple, que no simplificadas. Normalmente los libros de teología los leen solo los profesores, pero él era capaz, sin perder el nivel, de expresarse de manera que le entendiera una persona sin conocimientos teológicos. Nuestro Papa Francisco tenía otra experiencia en América del Sur muy diversa de la academia alemana y un carácter muy diferente. Su focus estaba en su cercanía a los pobres, los marginados, la dimensión social, y también en las consecuencias de la situación general en el mundo, la paz frente al peligro peligro de una tercera guerra mundial.
- Quedan varias cuestiones abiertas que el próximo Pontífice tendrá que afrontar, como la bendición de parejas homosexuales o en situación irregular, que ha suscitado una gran controversia, incluso un continente entero como África se ha negado a aplicarlas. ¿Puede el próximo Papa modificar esta disposición?
Esa es la cuestión de la elección entre la dogmática y la pastoral. En la pastoral no se puede hacer cosas diversas que no estén en total unidad con la doctrina. Porque la doctrina, no es una teoría elaborada por algunos profesores de teología, sino que la fe, la moral y la doctrina vienen de la palabra de Dios, que no es arbitrario, es logos. No es por casualidad que existan el hombre y la mujer, y la existencia biológica, intelectual, moral y cultural de la humanidad depende de la diferencia y unidad del hombre y mujer en la sexualidad. Según las palabras de Jesús mismo, el matrimonio de hombre y mujer está en el centro y el fundamento de la existencia humana. Sin embargo, la ideología LGBT es atea y niega totalmente la base de la antropología cristiana y quieren relativizar el matrimonio. Eso hay que diferenciarlo del hecho de que hay algunas personas con las que tenemos que hablar, ayudar, estar cerca, pero estas cosas no están claras en la 'Fiducia suppplicans'. Las demás confesiones cristianas, sobre todo los ortodoxos, y muchos obispos católicos, han lamentado la falta de un claro fundamento teológico. Este es el problema del pontificado, la buena voluntad del Papa Francisco, pero el Papa tiene que ser fiel al magisterio más alto de la iglesia. Eso no implica, como dicen algunos que no tienen conocimientos de teología, que el Papa puede hacer lo que quiera. En la Iglesia católica no existe un absolutismo, todos nosotros somos hombres, y también los Papas, los obispos, el Concilio también. Podemos actuar como maestros, pero no podemos corregir la Palabra de Dios porque nuestra misión es llevar a todos los hombres lo que Jesús ha enseñado.
- Ahí hay una confusión, incluso una cierta utilización de este papel del Espíritu Santo, tanto en la elección en el cónclave, como después en las decisiones que toma el Pontífice, como si todas ellas estuvieran respaldadas desde el Espíritu.
Todo depende de los diversos grados de la asistencia del Espíritu Santo, no es un automatismo, no es un oráculo. El magisterio depende de la palabra de Dios en la Sacra Escritura y de la tradición. Esa es la doctrina. Por ejemplo, en Nicea, hace 1.700 años, ante el arrianismo, los padres conciliares no inventaron, ni hicieron un sorteo, ni decidió la mayoría. Ni cuando Lutero dijo contra la doctrina que existen sólo dos sacramentos, los padres del Concilio dijeron, hacemos un arreglo y lo dejamos en cinco. Han persistido en la verdad revelada incluso hasta la muerte y el martirio. Pero en estos tiempos de medios de comunicación, muy secularizados, las televisiones, algunas personas y hasta filósofos creen que es el Papa quien decide lo que es la verdad. Frente a eso tenemos una clara doctrina sobre el primado y también sobre sus límites. Cualquiera lo puede leerlo. Cuando he recordado la doctrina, que el poder del Papa no es ilimitado, algunos dicen que el cardenal Müller es un enemigo del Papa. Pero quien quiere informarse, tiene que leer los números del 7 al 10 de la 'Dei Verbum'. El Papa sólo explica la fe, no crea la fe. No puede decir mañana que los laicos pueden celebrar la misa. Hay límites en su potestad. Y no puede decir: «yo solo con algunos sacerdotes gobierno la Iglesia». El episcopado es de derecho divino. El Papa no tiene ninguna potestad sobre el Derecho Divino. También en la doctrina. El matrimonio es sacramental, es indisoluble. Y cuando uno está en el estado del pecado mortal, el Papa no puede darle el permiso de comulgar.
- Otra cuestión compleja es el sínodo de la sinodalidad en el que el Papa ha abierto la participación a laicos, religiosos o sacerdotes, más allá de los obispos. ¿Cómo debe continuar el sínodo, teniendo en cuenta que Francisco aprobó durante su hospitalización prolongar sus sesiones?
En el futuro tenemos que esclarecer totalmente lo que es un sínodo de los obispos y lo que es una asamblea eclesiástica o un simposio. En estos no hay ningún problema de hacerlos. Todos los días se reúnen estudiantes con sus profesores en las facultades y tratan sobre temas de teología. Pero el sínodo de los obispos, la institucionalización de la colegialidad de los obispos, es un concepto de derecho divino. Hay quienes no entienden nada o poco de la teología y piensan que el Papa ha abierto el sínodo también a los laicos, las mujeres, pero ha cambiado totalmente la naturaleza de esta asamblea.
- En este pontificado un grupo de cardenales ha utilizado una vía para pedirle al Papa que clarifique algunos aspectos de la doctrina, las ‘dubia’, y su pregunta ha sido interpretada como un ataque a Francisco. ¿Por qué esta polarización en la Iglesia?
Esta forma de preguntas al Papa existe desde siempre. Cuando antes las utilizaron con otros Papas ninguno protestó porque las dudas venían desde sectores de izquierda. En aquellos momentos muchos estaban de acuerdo con la posibilidad de la comunión a los divorciados y eso no se veía como un ataque al Papa. Lo repito, el Papa no puede afirmar algo que va contra la verdad revelada.
- Usted mismo se ha visto inmerso en esta polarización cuando una entrevista que concedió estos días a un diario italiano se ha interpretado como una forma de «calentar el cónclave».
La gente me pregunta sobre las cosas de la teología y respondo desde lo que sé, según la teología dogmática. Los periodistas secularizados tienen que aprender que las categorías que ellos siempre aplican a la Iglesia –conservador y progresista, izquierda o derecha– son absolutamente falsas. No piensan nunca en categorías de revelación, de la voluntad de Dios, de la sacramentalidad de la iglesia, Hay una gran diferencia entre la Iglesia y un estado o un partido político. Nosotros somos la comunión de los fieles y Cristo es la cabeza. Que algunos representantes de la opinión pública entiendan poco de teología no puede tener como consecuencia que el profesor Müller tenga que callar, no decir nada y no refutar esos errores. Si no quieren leer mis libros están invitados a profundizar en los de Ratzinger, Balthasar, Rahner, que tienen respuestas similares.
— Me sorprende este ataque porque usted es un claro ejemplo de esa dificultad de encuadrar a una figura de la Iglesia en estas categorías políticas. Amigo personal de Ratzinger, también tuvo una buena relación con Gustavo Gutiérrez, uno de los padres de la teología de la liberación.
Es que esa contradicción de dos categorías bipolares ideológicas es falsa. Nosotros tenemos la libertad de reflexionar sobre la base de la palabra de Dios, como la teología de la liberación. No estuve cerca de Gustavo Gutiérrez porque viviera un momento en la izquierda. La doctrina social de la iglesia no es de la izquierda, no es el comunismo. Al contrario, es la absoluta superación del comunismo porque tiene en el centro una verdadera antropología. Los comunistas hablan de la justicia social, pero nunca se ha realizado en ningún sistema comunista, porque carecen de un concepto de persona. En cambio, la teología de la liberación en sustancia viene del Concilio Vaticano II, de la Gaudium et Spes, que da el mandato a la Iglesia de dar una respuesta al mundo con todo el potencial del Evangelio, para mejorar las situaciones anti-humanas de gente que no tiene nada que comer, que no tiene acceso a la educación. Gustavo Gutiérrez no hizo un compromiso con los comunistas, porque la verdadera teología de la liberación es la superación de comunismo, porque parte de que todos los hombres tienen la misma dignidad y con la fuerza del evangelio podemos cambiar estas situaciones.
- Es una simplificación muy de película…
Siempre con esos prejuicios de un Vaticano oculto, cerrado con muros altos y la imagen de unos cardenales que somos casi criminales y piensa cada noche como ser el más malo (dice entre risas). Pero la mayoría de nosotros venimos de la clase media, tenemos esto es el estilo de la vida humilde y no es una humildad para aparentar.
- ¿Cuál es el perfil que desea para el próximo Papa?
El Papa no debe ser necesariamente un profesor de teología pero debe acercarse a buenos pensadores, dejarse asesorar por gente de buen juicio y por los cardenales. Estoy convencido de que el colegio cardenalicio debe reunirse con el Papa por lo menos una vez al año, para ayudar al Papa con los grandes desafíos actuales de la Iglesia. También le puede ayudar el sínodo de los obispos, en la forma clásica. Eso no excluye que se puedan hacerse, aquí en Roma o en otros lugares del mundo, asambleas con laicos y consagrados, como ya tenemos los consejos parroquiales y diocesanos, para discutir, informar, avanzar sobre como presentar a la Iglesia católica los contenidos de esperanza contra el nihilismo, contra el antinatalismo, contra el transhumanismo, que son corrientes muy peligrosas para la humanidad. También hay que convencer a los políticos que la guerra no puede resolver los problemas. Otra de las cuestiones son las grandes migraciones y tenemos que analizarlo desde una perspectiva múltiple, no sólo como poderlos acogerlos aquí, cual es su forma de integración y cómo quedan en los países de origen si los más jóvenes y mayor capacidad los abandonan para migrar. Pero insisto que el sínodo de los obispos es una institución del magisterio y no puede participar con voto más quienes tienen la ordenación episcopal. Eso no lo puede cambiar nadie. Se puede cambiar algo para transformar o para destruir, y en este caso será para destruir. No podemos transformar el sínodo en un parlamento, el propio Papa Francisco ha dicho que no es un parlamento. Algunos hablan de la influencia del Espíritu Santo, pero es algo muy vago, cada uno hace esos juegos.
- Parece que algunos quieren instrumentalizar de esa forma al Espíritu Santo, haciéndole la base de sus decisiones. Eso casa muy mal con la idea de la humildad.
Suele ser alguien que en su intervención dice algunas tonterías pero no tienen argumentos para apoyarlas y dicen que les ha venido del espíritu santo y le hacen responsable de sus propias tonterías.
JOSÉ RAMÓN NAVARRO PAREJA
ENVIADO ESPECIAL AL VATICANO

domingo, 27 de abril de 2025

Oración del Cardenal Burke por un Vicario “digno” de Cristo en la tierra



El cardenal Raymond Leo Burke ha compuesto una oración para ser recitada después del entierro del Papa Francisco y durante los nueve días previos al Cónclave Papal.La novena comienza el 26 de abril y termina el 5 de mayo de 2025

Novena por el Sagrado Colegio Cardenalicio reunido para el Cónclave para elegir al Romano Pontífice

Me arrodillo ante ti, oh Virgen Madre de Dios, Nuestra Señora de Guadalupe, Madre compasiva de todos los que te aman, claman a ti, te buscan y confían en ti. 
Oramos por la Iglesia en un momento de gran prueba y peligro para ella. Así como acudiste en ayuda de la Iglesia en el Tepeyac en 1531, te rogamos que intercedas por el Sagrado Colegio Cardenalicio reunido en Roma para elegir al Sucesor de San Pedro, Vicario de Cristo, Pastor de la Iglesia Universal. 
En este momento tumultuoso para la Iglesia y para el mundo, intercede ante tu Divino Hijo para que los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, su Cuerpo Místico, obedezcan humildemente las inspiraciones del Espíritu Santo. Que por tu intercesión elijan al hombre más digno para ser Vicario de Cristo en la tierra. 
Contigo pongo toda mi confianza en Aquel que es el único auxilio y nuestra salvación. Amén. 
¡Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti confían, ten piedad de nosotros! 
Nuestra Señora de Guadalupe, Virgen Madre de Dios y Madre de la Divina Gracia, ¡ruega por nosotros!

Cristo en las empresas (Bruno Moreno)



Todos somos hijos de nuestro tiempo, al menos en cierta medida. Es inevitable. Como los peces no notan el agua, nosotros apenas notamos la omnipresente ideología de nuestra época, que nos empuja por todos lados, desde que nacemos, en cada momento de nuestras vidas y sin descanso para que actuemos “como todo el mundo”, para que no nos salgamos de lo admisible, de lo políticamente correcto.

Uno de los grandes dogmas de esa ideología es la privatización de la fe: la fe católica resulta admisible para nuestra época siempre que permanezca en el ámbito de lo privado y no se manifieste públicamente ni afecte en nada a la vida social económica o política. Es decir, el ideal es una fe vergonzante, guardada como un secreto culpable o un polvoriento y arcaico traje regional en el armario, que no moleste ni pretenda ser relevante para nadie más que para el propio interesado e incluso para él solo sentimentalmente.

En ese contexto, me alegró conocer no hace mucho a un argentino, Gabriel Manrique, que estaba de viaje por España con su familia. No solo me alegró por la agradabilísima conversación que mantuvimos, sino en particular porque me contó algo políticamente incorrecto, pero muy esperanzador.

Me explicó que había consagrado públicamente sus empresas, el Grupo Himan, al Sagrado Corazón. Contra los dogmas de la modernidad, no lo había hecho él de forma privada y personal, sino con sus empleados y entronizando en la sede central una bonita imagen que unía los atributos del Sagrado Corazón y de Cristo Rey. Con ello, quería poner al Hijo de Dios en el centro de su negocio y que fuera precisamente eso, el rey de todas sus actividades empresariales.

Como dice el propio Gabriel al explicarlo, “en esta época en la cual Dios ha sido echado del ámbito público al ámbito privado, nos vemos en la obligación de dar este testimonio público de fe”.

En otras épocas, ese testimonio se daba de forma natural, sin que a nadie le pareciera extraño ni tuviera que pensar mucho en ello, pero en la nuestra exige un esfuerzo a contracorriente. Por eso, no contento con consagrar su propio grupo empresarial, Gabriel ha empezado a animar a otras empresas y negocios a que hagan lo mismo.


Para ello, les proporciona la fórmula de la consagración, una serie de oraciones de preparación para los ocho días anteriores y, de regalo, la imagen del Sagrado Corazón Rey para que la coloquen solemnemente en la empresa. También les anima a leer las encíclicas Annum sacrum, de León XIII, y Quas primas, de Pío XI, y, sobre todo, a que inviten a otras empresas a hacer lo mismo. Sorprendentemente, más de 25 empresas han aceptado esa invitación políticamente incorrecta y se han consagrado al Corazón de Cristo. Solo había que ser valiente y proponérselo.

Esta consagración de las empresas a Cristo no es un detallito piadoso, como pensarán sin duda algunos, sino el signo de algo que tiene gran calado. Me atrevería a decir que la única forma de que la economía sea justa y verdaderamente humana es que Cristo esté presente en ella. El Verbo se hizo carne para redimir al hombre entero y, por lo tanto, no hay ninguna realidad humana que no necesite ser redimida, purificada y renovada por Dios. La economía, fuente de tantísimas injusticias en nuestro mundo caído, necesita especialmente la presencia de Cristo para purificarse de todo lo que resulta contrario a la ley de Dios y al bien de los hombres.

Antes o después, los católicos tendremos que convencernos de que la fe no es algo privado o folclórico y de que necesitamos ir al mundo entero a proclamar el Evangelio. Será consagrando públicamente empresas, saliendo a las calles a predicar, creando medios de comunicación como InfoCatólica, dando la vida cuando llegue la persecución o como Dios le pida a cada uno, pero si no lo hacemos, se perderá la fe en Occidente. ¡Y qué grande será la oscuridad!

Bruno Moreno

sábado, 26 de abril de 2025

Los desafíos del próximo Papa: Restaurar la fidelidad doctrinal, la unidad eclesial y el respeto al derecho canónico



Es aún pronto para hacer balances y análisis sobre lo que ha supuesto para la Iglesia y todos los católicos estos doce años de pontificado de Francisco. De nada sirve lamentarse en estos momentos por sus errores (como todos los tenemos). Toca pasar página y mirar ya al futuro.

La Iglesia católica, aquella verdaderamente fundada por Jesucristo sobre Pedro, su roca firme, vive tiempos convulsos y es momento de no perder la esperanza. Hay quienes sumidos en el pesimismo más absoluto ya sacan a pasear el popular refranero alertando de que «otro vendrá que bueno le hará», pero toca confiar en que dentro de unos días en la Capilla Sixtina también entre esa ola de sentido común que está empezando a resplandecer en algunos países de Occidente.

No en vano, el futuro Papa tiene por delante una ardua tarea. Son múltiples los temas que deberá abordar el 267º Papa de la Iglesia católica. Y no, la sinodalidad, la conversión ecológica o el fomento de la inmigración masiva no son prioridades. Tras el fallecimiento del Papa Francisco, la Iglesia Católica se encuentra en un momento de reflexión profunda. El próximo Pontífice enfrentará la tarea de abordar diversas cuestiones que han generado debate y división en los últimos años.​

Volver a respetar el Derecho Canónico

Uno de los retos más urgentes que deberá abordar el futuro Papa es la restauración del respeto y la aplicación coherente del Derecho Canónico, la ley fundamental que rige la vida interna de la Iglesia. Durante el pontificado de Francisco, numerosos canonistas y observadores vaticanos han expresado preocupación por lo que consideran una administración personalista y, en ciertos casos, contraria al espíritu del orden jurídico eclesial. Casos concretos y ampliamente discutidos, como el famoso ‘Caso Gaztelueta’, han puesto sobre la mesa la inquietante percepción de que el Papa ha intervenido en procesos judiciales sin el debido respeto a las instancias establecidas por la ley canónica.​

En el caso Gaztelueta, por ejemplo, se señala que el Papa intervino directamente en una causa que ya había pasado por las instancias judiciales eclesiales pertinentes, desautorizando de facto la sentencia y ordenando una revisión en términos que, para muchos, comprometían la imparcialidad del sistema judicial interno. Este tipo de actuaciones han sido vistas por numerosos juristas católicos como una señal de deterioro institucional, donde la figura del Papa se impone por encima de los procedimientos establecidos, rompiendo con siglos de tradición legal en la Iglesia.​ Principios elementales del derecho fueron pisoteados y despreciados por el Pontífice y su delegado para este caso, el obispo José Antonio Satué, tal y como han demostrado numerosos juristas. El último en denunciarlo fue el expresidente del Foro de la Familia Benigno Blanco en un certero artículo publicado en ABC.

Del mismo modo, ha sido motivo de escándalo el modo en que el Papa Francisco ha removido a varios obispos sin que mediaran procesos claros o públicos. Si bien el Papa tiene autoridad para remover prelados, el modo en que se han llevado a cabo algunas de estas destituciones ha generado un ambiente de inseguridad jurídica y desconfianza. Pastores con años de servicio han sido apartados sin explicación oficial, y en algunos casos, sin haber cometido delitos ni errores doctrinales manifiestos. Esto ha dado pie a acusaciones de arbitrariedad y a un malestar creciente entre los miembros del episcopado, que temen ser cesados no por razones objetivas, sino por motivos ideológicos o personales.​ Muchos han guardado silencio por miedo a perder la poltrona.

Paradójicamente, todo esto ha ocurrido en un pontificado que ha hecho bandera de la sinodalidad, es decir, de un estilo de gobierno basado en la escucha, la participación y la colegialidad. Sin embargo, en Roma ha sido común en estos años escuchar que, más allá de la retórica, la forma real de gobernar del Papa Francisco ha tenido tintes más propios de un régimen absolutista. El hecho de que el Papa sea, en efecto, un monarca absoluto en términos canónicos, no debe ser excusa para ejercer ese poder de forma despótica. El papado no es una monarquía oriental ni una dictadura: es el servicio más alto en la Iglesia, que debe reflejar en su forma y fondo la figura de Cristo, el Buen Pastor.​

Es por ello que se vuelve imperioso recuperar un gobierno eclesial que no solo proclame la justicia, sino que la practique conforme a los procedimientos establecidos. Que el sucesor de Pedro sea verdaderamente ipse Christus, el que sirve, guía y santifica, no quien gobierna como un pequeño dictador de república bananera. En definitiva, el próximo Papa tendrá que recuperar la dignidad del Derecho Canónico, no como un obstáculo a la misericordia, sino como el cauce justo, prudente y transparente que garantiza la verdadera caridad y el orden en la Iglesia.​

Reafirmar la ortodoxia doctrinal

Durante el pontificado de Francisco, documentos como Amoris Laetitia y Fiducia Supplicans han generado debates sobre la interpretación de la doctrina católica, especialmente en lo referente a la comunión de divorciados vueltos a casar y la bendición de parejas en situaciones irregulares. Estas situaciones han provocado confusión entre los fieles y han resaltado la necesidad de una enseñanza clara y coherente con la tradición de la Iglesia.​

El próximo Papa deberá proporcionar claridad doctrinal en estos temas, reafirmando la enseñanza tradicional de la Iglesia y ofreciendo una pastoral que combine la verdad con la caridad.​ Inexplicablemente, son muchos los perseguidos que visten sotana o alzacuellos y defienden postulados tradicionales. En cambio, aquellos clérigos acostumbrados a vestir de vaqueros y camisas de cuadros y que predican una teología contraria a la fe católica o en el límite, han gozado de total impunidad. Es evidente que en este pontificado ha existido una doble vara de medir. Hay quienes han logrado salir de rositas como Zanchetta o Rupnik. En cambio, otros con menor o ninguna culpa han sido guillotinados por la maquinaria vaticana dependiendo de si gozaba de la simpatía o no del Pontífice.

Promover la unidad en la verdad frente a la polarización

El obispo Joseph Strickland describió el pontificado de Francisco como uno de los más polarizantes de la historia de la Iglesia, señalando que se ha dado cabida a opiniones alejadas de la fe y la moral católica. La promoción de la sinodalidad, aunque con la intención de escuchar a todos, ha sido interpretada por algunos como una apertura a doctrinas y estilos de vida contrarios a la enseñanza tradicional.​

El famoso «todos, todos, todos» supuso un punto de inflexión para colar pensamientos, teorías, doctrinas y estilos de vida pecaminosos. Ya no se habla de conversión o de vida de fe profunda y espiritual. Se ha dado rienda suelta al libre albedrío para dar cabida a la diversidad con la idea de fondo de que nadie se aleje, pero la realidad es que sería una falsa compasión hacia aquellos que tienen derecho a que se les diga la verdad, la cual no está en contraposición a la unidad que ha de estar siempre fundamentada en la verdad. Todo lo demás es humo.

El próximo Papa deberá trabajar para restaurar la unidad en la verdad, asegurando que la diversidad de opiniones no comprometa la integridad doctrinal de la Iglesia.​
Recentrar la misión espiritual de la Iglesia

Durante el pontificado de Francisco, la Iglesia ha enfatizado temas sociales como la inmigración, la conversación ecología, el cambio climática y la pobreza. Estos asuntos, han copado gran protagonismo en las intervenciones y discursos del Papa Francisco en detrimento de cuestiones fundamentales de las que se espera que hable un Papa.

No son pocos los fieles que se han sentido en cierta medida huérfanos estos años de un verdadero padre que les confirme en su fe. También conocemos casos de unos cuantos católicos que han tenido que dejar de leer los escritos de Francisco para poder mantener una fe fuerte y no sentirse decepcionados por quien debería habernos llenado de Dios en estos años.

El próximo Pontífice deberá recuperar y recordar la misión esencial que tiene la Iglesia: la salvación de las almas, la promoción de la vida sacramental y la profundización en la oración y la espiritualidad.​
Aclarar cuestiones doctrinales polémicas

Sea quien sea el sucesor de Francisco, tendrá que cortar con los temas polémicos: el próximo Papa debe recordar que el sacerdocio es algo reservado para el hombre tal y como zanjó san Juan Pablo II y que algunos pretenden volver a «estudiar» aprovechando el problemático Sínodo. Que no habrá ni siquiera diaconado femenino. Derogar Fiducia supplicans y recordar que la Iglesia no puede aprobar ni bendecir el pecado. Insistir en la acogida con caridad pastoral a las personas con tendencia homosexual que quieran vivir acordes a la enseñanza de la Iglesia.

Apostar por la riqueza valiosa que supone el celibato sacerdotal. Dejar de perseguir a movimientos e instituciones que hacen bien a la Iglesia y empezar a cortarles las alas aquellos que están infectando la Iglesia con sus tesis heréticas. Que la Iglesia no es una moneda de dos duros que deba contentar a todo el mundo.

El nuevo Papa tendrá trabajo y sí, deberá ser continuista pero con la fe y doctrina que nos dejó Cristo en el Evangelio y no estar a merced de las modas y cambios que reclama la secularizada sociedad actual.

El triunfo actual del padre de la mentira



Homilía del 24 de mayo de 2009
Jn 15: 26-27, 16: 1-4

Duración: 0:26:50

Comentario:

El padre de la mentira consigue engañar a la gente, pero a aquellos que hicieron su opción por la mentira. 

Su éxito más importante ha sido el de corromper lo que significa lo esencial del cristianismo. Ha infundido la idea de que el cristianismo es solo para esta vida. Se quita lo sobrenatural. Lo vemos en los movimientos de los jóvenes con el Papa. 

El cristianismo convertido en una tarea social de proteger a los marginados. La promoción de los derechos humanos. El mensaje del Evangelio destinado a conducirnos al Cielo ha sido transformado y subvertido y olvidado. Una religión de hombres. La Iglesia promocionando determinados partidos políticos. Esta no es su misión. El ejemplo de la Democracia Cristiana en Italia. 

¿Para qué vino Jesucristo en medio de nosotros? 

En el evangelio de hoy se da el auténtico testimonio cristiano. "Cuando yo me fuere, os enviaré el Espíritu Santo..." "Desde el principio estáis conmigo..." 

Los que os persigan pensarán que están haciendo una obra a Dios. "Todos aquéllos que pretendan vivir según Cristo, padecerán persecución..." 

El mundo no nos perdonará que pongamos en práctica las enseñanzas de la vida cristiana. "Si el mundo os aborrece a vosotros..." "Si me persiguieron a mí..." 

La verdadera alegría nos la da el ser fiel a Cristo

- El padre Alfonso cuenta la historia de la perfecta alegría de San Francisco de Asís. 

- El signo del Cristianismo es la Cruz. La senda angosta.

- Narración del pasaje de la Madre de los Zebedeo. El cariño falso de algunas madres las cuales conducen a sus hijos a la perdición. "No sabéis lo que pedís..."

- El camino es el que Jesús les propone a los jóvenes. "Possumus". San Pablo predicaba a Cristo crucificado.

- El mundo no puede comprender esto. La Bienaventuranza es prometida a los que sufren, los que lloran. 

- La alegría se fundamenta en nuestra entrega de la vida, como el grano de trigo. Y en la participación de la misma ruta del Amado. "El amigo del esposo..." "La voz del esposo, hermosa mía, hermana mía.." 

- Esta es la existencia cristiana.

No Santo Padre sino Papa Hermano



El papa Bergoglio fue un papa humano, demasiado humano. Hizo de la humanidad el sentido y el horizonte de su pontificado. Humanizó lo divino, desacralizó la fe, socializó la cristiandad, tradujo la caridad en filantropía. No fue el Santo Padre, sino el Papa Hermano, y su hermandad era un poco como la fraternité unida a la égalité

El cristiano concibe la fraternidad con respecto al Padre Eterno. Quería derribar muros y fronteras, abrirse a los no creyentes o a los creyentes de otras religiones, pero levantó muros y trazó fronteras dentro del cristianismo, entre los católicos de la tradición y los católicos del progreso, poniéndose del lado de estos últimos. Humano, demasiado humano es, como sabéis, el título de una obra de Friedrich Nietzsche; el filósofo del anticristo habría encontrado en él exactamente lo que él entendía por cristianismo y a lo que se oponía: la religión de los últimos, la cristiandad como preámbulo religioso del socialismo, del pauperismo, el Evangelio como redención y denuncia social. En el fondo, la visión del cristianismo de Nietzsche coincide con la de los cristianos progresistas. Por supuesto, el signo es opuesto, negativo en Nietzsche y positivo en ellos, pero el diagnóstico es similar.

No somos nadie para juzgar a un papa, y la historia dirá cuál ha sido su huella en la Iglesia y en el mundo. Pero si se me permite expresar con toda humildad una modesta opinión sobre su papado, más allá de las untuosas hipocresías que nos inundan desde hace dos días, Francisco no ha sido un gran papa, ni un papa grande, como se dice en la Iglesia, que entiende la grandeza como presagio de santidad. Ha sido, en cambio, un papa pequeño, que ha querido ponerse a sí mismo y a la Iglesia a la altura del mundo, de los tiempos, de la situación social. Se ha hecho pequeño para estar dentro de este tiempo; humilde, si se quiere, aunque no de buen carácter.

En el fondo, esta definición de Papa Pequeño no debería desagradar a quienes han exaltado en él precisamente este aspecto de cercanía a la humanidad, empezando por los excluidos. El carisma es el signo de una paternidad radiante y de una presencia luminosa de lo divino en la tierra; Bergoglio, en cambio, ha elegido el camino opuesto, el de humanizar a Cristo y al Vicario de Cristo en la tierra, hasta convertirlo en «uno de nosotros». No el amor por lo lejano, sino el amor por los lejanos, los más alejados de la civilización cristiana, de nuestro Occidente, de la Iglesia, ocupándose ampliamente de los migrantes, es decir, de aquellos que venían de otros mundos, de otras religiones. No ha afrontado el nihilismo de nuestra época, la desertificación de la vida espiritual, limitándose a criticar legítimamente el egoísmo y la prepotencia. Buscó la simpatía, a veces el agrado, más que la conversión y el misterio de la fe.

Murió el día del Sepulcro vacío, el día después de Pascua, en el que el ángel anuncia a las mujeres que el Hijo ha vuelto al Padre, que ya no está en la tierra, y también esto, para quienes creen en los símbolos, es una coincidencia significativa. Un día especial, no solo porque era lunes de Pascua, sino porque este año la Pascua católica coincidía con la ortodoxa; y era el 21 de abril, día del Nacimiento de Roma, en el que el sol entra perfectamente en el opaion del Panteón, el óculo abierto en la cima del círculo, y atraviesa la puerta de bronce y a quienes se encuentran en el umbral del tiempo dedicado a todos los dioses. Su papado duró doce años, un tiempo no tan largo como el de Juan Pablo II, ni tan breve como el de los papas meteoros, como le sucedió a Juan Pablo I, el papa Luciani.

Dejará un importante legado al cónclave que deberá elegir al nuevo Papa y tal vez iniciar la santificación del Papa Bergoglio: ha elegido más cardenales que cualquier otro predecesor, el ochenta por ciento del cónclave, dejando así una amplia mayoría bergogliana. Por eso, su legado será realmente importante en el próximo cónclave, aparte de la inspiración del Espíritu Santo.

No ha logrado detener la hemorragia de la fe cristiana en el mundo, el descenso sin precedentes de las vocaciones en la Iglesia y en los conventos y de la participación de los fieles en los sacramentos y en las misas; las iglesias vacías, la fe abandonada.

Un proceso largo que dura desde hace tiempo, que se ha acelerado al menos desde el Concilio Vaticano II y que sus predecesores no lograron frenar; con él, la descristianización ha sido aún más amplia y rápida.

El papa Bergoglio se granjeó la simpatía de muchos que no eran cristianos ni creyentes y que siguieron siéndolo; no convirtió a ninguno de sus simpatizantes no creyentes, mientras que, dentro del cristianismo, como decíamos, se agudizó el desacuerdo y la división entre los católicos más vinculados a la tradición y los católicos más abiertos a los nuevos tiempos y a un mundo cada vez más descristianizado. Ha dialogado más con los progresistas no católicos que con los católicos no progresistas; abierto a los primeros, hostil a los segundos, la fe católica se ha convertido en una variable secundaria con respecto a la posición histórico-social. Elogió el diálogo interreligioso, pero no partiendo de los más cercanos, como los cristianos ortodoxos de rito greco-bizantino, sino de los más lejanos, como los musulmanes y los más remotos del mundo.

Sus temas dominantes fueron la paz, la acogida, los migrantes, el medio ambiente, la apertura a las mujeres con roles eclesiásticos y el diálogo con los ateos. Denunció las injusticias sociales, defendió a los pobres, criticó el capitalismo y el consumismo, como corresponde a un Papa. Se mantuvo firme en algunos principios y opciones de vida, en materia de aborto, maternidad, familia, lobby gay; pero los medios de comunicación silenciaron sus llamamientos contrarios a la corriente dominante. También en materia de paz, ha hecho resonar con fuerza su palabra ante las guerras y los genocidios, sin distinguir entre unos y otros. Menos atento, en cambio, a las persecuciones de los cristianos en el mundo. Se ha mostrado reacio a los ritos, los símbolos y la liturgia sagrada.

Quedan algunos misterios grandes y pequeños, como el hecho de que en doce años de pontificado nunca haya vuelto a su Argentina; ha estado en Brasil, en sus fronteras, pero nunca ha cruzado el umbral de su casa, y los medios de comunicación siempre han guardado silencio sobre los motivos de esta extraña decisión.

La Iglesia que deja es más frágil, deshabitada y lacerada que la que, ya en crisis, recibió de su predecesor, el papa Benedicto XVI. Y sigue lastrada por algunas sombras de infamia, como la pedofilia y la corrupción, que desde hace muchos años asolan la Iglesia y a los sacerdotes.

Algunos, para responder a la crisis de vocaciones y a la pedofilia, proponen el matrimonio para los sacerdotes, pero eso no es remedio para ninguno de los dos problemas. No entraremos en la espinosa cuestión de la legitimidad de su pontificado, no tenemos competencia para ello y es un tema demasiado delicado para abordarlo en un artículo. Siempre hemos estado divididos entre la obediencia al Papa, sea quien sea, por lo que representa y por nuestra incapacidad para juzgar, y la crítica a algunas de sus posiciones, que estaban en clara contradicción con el magisterio de los pontífices anteriores y con las enseñanzas de los santos, teólogos y doctores de la Iglesia.

Su muerte exige respeto, piedad y oración por su regreso al Padre. Bergoglio ejerció su papel de Pontifex tendiendo puentes entre los pueblos más que entre el hombre y Dios. No construyó puentes entre el tiempo y la eternidad, sino entre la Iglesia y su tiempo, en un sentido unidireccional. De hecho, su Iglesia se abrió al hoy, pero el hoy no se abrió a la Iglesia.

Pensamientos dispersos sobre el papado de Francisco



He leído muchas intervenciones sobre el Papa Francisco, lo que me ha permitido tener una idea de cómo las instituciones, los políticos, la prensa y la gente común han comentado la muerte del Papa. Obviamente estoy dejando de lado la avalancha de retórica que, como siempre en estas circunstancias, llena el discurso público.

Dejo de lado esa actitud de quien (en las redes sociales) ejerce el “poder del teclado” para comunicar al mundo (muchas veces a sí mismos) principalmente el propio malestar existencial, las propias frustraciones, la falta en esencia de una mínima capacidad para medirse en el ejercicio de la reflexión, que en todo caso no nace de la voluntad sino del hábito de interrogarse sobre la existencia. Entre ellos está el componente no-vax (para que quede claro: no me he vacunado y me he opuesto a la lógica del “pase verde”) que hoy representa un verdadero desastre para cualquier reanudación seria del debate político basado en premisas racionales. En la que se arraiga una actitud resentida, burda, “primitiva”, incapaz de añadir un elemento más, por la que se aplaude la muerte del Papa recordando su (desafortunada) posición sobre la vacuna; Hay quienes las estelas químicas han producido tal confusión en sus frustrados cerebros que escriben mensajes como “Está muerto otra vez” o cosas así.

Sin embargo, más allá de estos fenómenos extraños, el hecho es que casi todo el mundo está intentando poner al Papa Francisco de su lado usando una frase suya que apoya la tesis que están defendiendo. En este ejercicio, los mejores son los llamados progresistas, que, desde lo alto de un total desinterés por la dimensión espiritual y religiosa del Papa fallecido, se complacen en subrayar su cercanía a los "últimos", a los migrantes... en definitiva, en "medir" el valor del episcopado bergogliano con el criterio de cercanía a su propia concepción del mundo, olvidando sin embargo todas aquellas declaraciones en las que Francisco expresó claramente la condena de ciertas prácticas (aborto, género...).

Pero hay un hecho, difícil de discutir, y es que bajo el papado bergogliano, más allá de la retórica de acogida y cosas por el estilo, el "mundo" entró de lleno en la Iglesia, entrando por aquella brecha que hacía tiempo que había aparecido en los muros que lo separaban de ella. Vivimos en una época que el sociólogo Emmanuel Todd ha definido acertadamente como la de “religión cero”. Al menos en nuestro Occidente. Religión cero que corresponde a una ausencia casi total en la vida cotidiana de la dimensión espiritual de la trascendencia. Un proceso que viene en marcha desde hace tiempo pero que ha ido creciendo rápidamente en los últimos años. Un proceso al que no se opuso en absoluto el papado de Francisco, durante el cual se pretendía acercar al pueblo a la Iglesia acentuando aún más su mundanidad, haciéndola más “del” mundo que “en” el mundo (del Evangelio de Mateo: “Estáis en el mundo, pero no sois del mundo. Sois para el mundo!”).

Quienes frecuentan la iglesia saben bien lo que esto significa, saben bien que en el papado bergogliano se ha llevado mucho más lejos el proceso de “mundanidad” iniciado con el Concilio Vaticano II; que ha ido en la dirección de complacer al mundo para ganar su consentimiento.

Pero, nos guste o no, cuando se trata de religión las cosas no funcionan así: las estadísticas crudas nos dicen que la llamada apertura no ha llevado a un aumento en el número de creyentes. Durante el papado de Francisco, de hecho, el número de ciudadanos que asisten a misa ha disminuido verticalmente (se estima que aproximadamente el 25% de los ciudadanos italianos asisten a misa regularmente), así como el número de bodas religiosas. Cualquiera que quiera profundizar en el aspecto estadístico debería leer los datos de Swg. Para concluir: no quiero culpar sólo a Francisco de la secularización de la sociedad, pero el hecho es que su papado no ha hecho más que exaltar el proceso.

Antonio Catalano