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sábado, 6 de mayo de 2023

Abascal desvela la 'presión brutal' a VOX en Madrid por medios 'supuestamente afines'

CONTANDO ESTRELAS


En España se está dando una curiosa y nefasta situación alimentada con el dinero de los impuestos que pagamos todos los contribuyentes.

Los motivos del ataque de Ayuso contra Vox que no contará ningún medio subvencionado

 
No todo vale: una burda mentira de Libertad Digital contra Vox y contra Rocío Monasterio

Ese dinero sirve para alimentar la publicidad institucional con la que ciertos gobiernos de distinto signo compran el favor de tal o cual medio de comunicación. Y al mismo tiempo, esos medios se dedican a ejercer presión sobre ciertos colectivos para que pasen por el aro de los políticos y de los partidos que otorgan esas ayudas.

Este proceso explica en gran medida el maltrato que recibe Vox por parte de muchos medios, ya que ese partido no gobierna -sólo tiene una vicepresidencia en una comunidad- y por tanto no tiene la capacidad del PP o del PSOE para tener medios a sueldo.

Este viernes, en el acto de presentación de sus candidaturas para las elecciones locales y autonómicas del 28 de mayo en Madrid, Santiago Abascal hizo una declaración muy significativa. Se puede escuchar en este vídeo a partir del punto 1:03 (lo he insertado para que empiece a reproducirse ahí):

https://youtu.be/XxMXcK552d4?t=3780

Transcribo aquí las palabras en cuestión de Abascal, dedicadas a Javier Ortega Smith y a Rocío Monasterio, cuya labor en el Ayuntamiento de Madrid y en la Asamblea de Madrid, respectivamente: 

"Yo quiero hacer un reconocimiento retrospectivo también a Javier y a Rocío, porque Javier y Rocío se han tenido que desenvolver en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de Madrid en unas circunstancias dificilisimas. Aquí hay una derecha social que prácticamente quiere beatificar a una presidenta autonómica y a un alcalde del que parece que no se puede disentir; parece que aquí estamos todos obligados a darles la razón, aunque se presenten a las elecciones, digan que van a hacer una cosa y hagan la contraria. Pues no. Pero es verdad que Javier y Rocío han recibido durante todo este tiempo una presión brutal de medios de comunicación, a veces supuestamente afines, y de lobbys para que no pudieran disentir ni un solo segundo ni un solo instante en ninguna votación en el Ayuntamiento o en la Comunidad de Madrid, y quiero deciros que habéis tenido probablemente la situación más difícil de toda España y que eso lo sabemos, lo sabemos todos y lo reconocemos".

No puedo hacer menos que sumarme al reconocimiento expresado por Abascal en esas palabras a la labor de Javier y de Rocío, que vienen siendo sometidos a un maltrato constante -sobre todo Rocío- desde ciertos medios, simplemente porque han querido ser fieles al compromiso adquirido con sus votantes y a los principios que prometieron defender ante ellos, en vez de actuar como muletas del PP.

Sólo ellos, sus familias y la gente de VOX más cercana a ellos saben las cosas que han tenido que soportar en estos cuatro años por parte de ciertos miserables, los insultos y las difamaciones constantes, las mentiras para desprestigiarles a ellos y a VOX, y a pesar de ello no se han rendido ni han cedido en el cumplimiento de ese compromiso hacia sus votantes. Desde luego, Rocío, Javier, sois personas admirables.

Por otra parte, dice Abascal que los dirigentes de VOx en Madrid han tenido que soportar "probablemente la situación más difícil de toda España". Algunos se sorprenderán ante esta afirmación del presidente de VOX. Vivo en una comunidad gobernada por el PP con mayoría absoluta desde hace 14 años y la afirmación de Abascal no me extraña nada. Algunas veces he comentado con gente del resto de España que los chiringuitos políticos y mediáticos que ha montado el PP en Galicia poco tienen que envidiar a los que hizo el PSOE en Andalucía. El control que ejerce el PP sobre los medios es otro ejemplo más de su afán por imitar al PSOE.

A veces me pregunto en qué piensan los que creen que Ayuso es un verso suelto o algo diferente a lo que hay en el PP en el resto de España. Es puro teatro. Ayuso no ha derogado ni una sola de las leyes ideológicas progres de la Comunidad de Madrid en cuatro años, a pesar de las reiteradas peticiones de VOX al respecto. Recordemos, por lo demás, lo que apuntó Rocío Monasterio en marzo: en la Asamblea de Madrid, VOX ha apoyado 26 leyes del PP y el PP ha votado contra 34 iniciativas de VOX. Lo ocurrido en estos cuatro años en esa comunidad es una demostración clara de la deslealtad del PP, una deslealtad que ya han sufrido sus votantes en repetidas ocasiones y que también ha padecido VOX tras firmar con Ayuso un pacto de investidura.

Tal vez muchos votantes del PP crean que esa forma de actuar del partido al que apoyan no les afecta, que eso sólo perjudica a VOX. Hay que recordar que de un partido que no cumple lo pactado no se puede esperar tampoco que cumpla lo que prometió a sus votantes que, al fin y al cabo, también es un pacto: tu voto a cambio de un compromiso. Un pacto que el PP viene incumpliendo desde hace años, recibiendo votos de derechas con la promesa de un cambio, para después dejar intactas todas las leyes socialistas. 

Sinceramente, no sé qué esperan del PP a estas alturas quienes le siguen votando, pero un cambio desde luego que no. El único partido capaz de obrar un cambio en España es Vox, porque es el único que se desmarca del consenso progre. Lo del PP, como lo de Cs, no es cambio: es puro pasteleo con la izquierda.

ELENTIR

Movimientos en Movimiento | Actualidad Comentada | 05-05-2023 | P. Santiago Martín FM

La doctrina de la Iglesia a juicio





(Gerald E. Murray/First Things)-El recientemente publicado Documento Final Norteamericano para la Etapa Continental del Sínodo 2021-2024 (NAFD) confirma las sospechas de que las discusiones en el Sínodo sobre la Sinodalidad de octubre de 2023 se centrarán casi con toda seguridad en el supuesto fracaso de la Iglesia en ser inclusiva, acogedora y respetuosa.

Entre los supuestos agraviados se encuentra bastante más de la mitad de los fieles: «mujeres, jóvenes, inmigrantes, minorías raciales o lingüísticas, personas LGBTQ+, personas divorciadas y vueltas a casar sin una nulidad». No figuran aquí los fieles católicos, exiliados de sus parroquias, que prefieren asistir a la misa tradicional en latín. No todos los agravios son iguales.

El NAFD da por sentado que existe tensión entre ser inclusivo, acogedor y hospitalario y ser fiel a Cristo: «Junto al deseo de ser una Iglesia más inclusiva y acogedora estaba la necesidad de comprender cómo ser más hospitalarios, manteniendo y siendo fieles a la enseñanza de la Iglesia». En este caso, se parte de la base de que la fidelidad a la doctrina de la Iglesia debe replantearse y reelaborarse para que las personas no se sientan excluidas y rechazadas. La doctrina de la Iglesia se lleva a juicio y el rechazo de esta enseñanza ocupa un lugar privilegiado.

¿Qué está ocurriendo? Las mujeres que quieren recibir las Sagradas Órdenes, las personas que no están contentas con que sus actos sexuales inmorales se consideren pecado grave, los divorciados que se vuelven a casar fuera de la Iglesia y quieren recibir la Sagrada Comunión, todos ellos afirman que están siendo tratados injustamente. Afirman que las enseñanzas de la Iglesia son hirientes y poco cristianas, y que sólo se sentirán plenamente acogidos y afirmados por la Iglesia cuando sus deseos y actos sean reconocidos como legítimos y la Iglesia cambie sus enseñanzas. El NAFD considera que todo esto se puede debatir, lo que significa que los que presionan a favor de un cambio doctrinal son tratados como profetas a los que hay que prestar atención, y no como herejes a los que hay que reprender.

Sobre las mujeres:

“Los delegados también mencionaron a las mujeres como grupo marginado en la Iglesia. Hemos recorrido un largo camino, pero lamentamos que las mujeres no puedan implicarse plenamente. Aunque todavía es necesario aclarar qué es exactamente una Iglesia plenamente corresponsable, los delegados propusieron que se examinen diversos aspectos de la vida de la Iglesia, como las funciones decisorias, el liderazgo y la ordenación. En el discernimiento de estas cuestiones es fundamental el fiel reconocimiento de la dignidad bautismal de la mujer”.

Pero las mujeres no están marginadas en la Iglesia. Las mujeres que rechazan la enseñanza de la Iglesia de que sólo los hombres pueden recibir válidamente las Órdenes Sagradas se colocan en una posición de desafío y se distancian de Cristo y de su Iglesia.

Sobre las llamadas minorías sexuales:

La enseñanza inalterable e inmutable de la Iglesia sobre la grave inmoralidad de la sodomía no es en modo alguno una minucia. Es de importancia suprema para la salvación de las almas y no puede ser abolida para aplacar a quienes la rechazan.

También debo señalar que el acrónimo «LGBTQ+» no tiene cabida en el discurso de la Iglesia. La doctrina de la Iglesia no reconoce a los homosexuales o bisexuales como una categoría constitutiva de personas creadas por Dios distinta de la categoría de los heterosexuales. Más bien, algunas personas hacen un mal uso de su facultad sexual y reproductiva que Dios les ha concedido al participar en actos homosexuales. Y nadie puede transformarse en un miembro del sexo opuesto. Eso es imposible.

Sobre los católicos divorciados y vueltos a casar:

Algunos participantes en el proceso sinodal informaron sobre el profundo sentimiento de sufrimiento de quienes no pueden recibir la Eucaristía. Aunque hay una variedad de razones para esta realidad, tal vez la preeminente entre ellas sea el caso de los católicos divorciados y vueltos a casar sin haber obtenido la nulidad, y otros cuya situación objetiva en la vida contradice las creencias y enseñanzas de la Iglesia.

¿No es esta «profunda sensación de sufrimiento» una reacción que es una gracia de nuestra conciencia ante un comportamiento pecaminoso, una bendición de Dios que llama a los pecadores al arrepentimiento? Las uniones adúlteras no pueden blanquearse sin repudiar la clarísima enseñanza de Cristo sobre la indisolubilidad del matrimonio. En cuanto a los demás, cuyo modo de vida contradice las enseñanzas de la Iglesia, su deseo de unirse a Cristo en la Eucaristía debe incluir necesariamente el rechazo de su modo de vida descarriado. Cristo pone las condiciones para unirse a Él, no nosotros.

El NAFD también contiene reflexiones de obispos que participaron en los debates. Esta observación es digna de mención «Los obispos también señalaron que la gran mayoría de nuestra gente ha tenido poco o ningún contacto directo con el proceso sinodal y no está segura de su papel en él. Del mismo modo, muchos no están seguros del papel de discernimiento del obispo local y del colegio episcopal en unión con el Papa a medida que se desarrolla el proceso.»

Después de un año y medio de proceso sinodal, el reconocimiento de que la mayoría de los católicos no están implicados y de que muchos obispos no saben cuál es su papel, debería hacer que todos los implicados se detuvieran a reflexionar sobre todo este esfuerzo. El NAFD ya informó anteriormente de la misma preocupación: «Como señaló un participante en una de las asambleas virtuales, ‘La gente no sabe para qué sirve el Sínodo sobre la Sinodalidad. No entienden el propósito, no pueden comprender lo que se intenta conseguir'».

El proceso sinodal es un ejercicio de montar una «plataforma» para dar visibilidad a las quejas de determinados grupos de interés «católicos» que rechazan sin paliativos la doctrina de la Iglesia. La afirmación de que esta subversión abierta es obra del Espíritu Santo que habla a la Iglesia de hoy es una táctica para evitar las críticas a esta revolución. Lo que está ocurriendo es un intento de hacerse con el poder por parte de aquellos que quieren cambiar la doctrina de la Iglesia Católica de acuerdo con sus visiones mundanas sobre el poder, el sexo y cualquier otra cosa que decidan que es importante. Que esto esté ocurriendo es un escándalo y un desastre. Debemos rezar para que Dios nos libre de esta calamidad. 
 
NOTA: El reverendo Gerald E. Murray, J.C.D., es párroco de la Iglesia de la Sagrada Familia de Nueva York

viernes, 5 de mayo de 2023

Carta abierta a todos los Cardenales de la Santa Iglesia Católica



 
El Papa Francisco -lo digo con el corazón roto- no es el «garante de la fe», sino que constantemente destruye cada vez más los fundamentos de la fe y la moral.



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Carta abierta a todos los Cardenales de la Santa Iglesia Católica (que se dirige también a todos los Patriarcas, Arzobispos y Obispos que tienen un alto grado de corresponsabilidad)

30 de abril Fiesta de Santa Catalina de Siena

Eminencias, Reverendísimos Cardenales, Arzobispos y Obispos de la Iglesia Católica,

Hace dos años y medio escribí la siguiente carta a un cardenal con el que mantengo una relación amistosa desde hace años y que poco antes, al igual que muchos otros obispos y cardenales, dijo en una entrevista publicada que las críticas al Papa Francisco son un gran mal que debería erradicarse. El cardenal al que me dirigí respondió a mi carta muy afectuosamente, pero que yo sepa no se ha tomado ninguna medida.

Ante el fallecimiento del Papa Benedicto XVI y la noticia de que el Papa Francisco ya ha firmado una carta de renuncia a su cargo que se hará efectiva en caso de un deterioro significativo de su salud y, por tanto, ante un cónclave que podría convocarse próximamente, creo que el contenido de esta carta concierne a todos los cardenales y también a los arzobispos y obispos. Por tanto, dirijo esta carta, de la que he eliminado todo signo sobre qué cardenal fue escrita originalmente, como una carta abierta a todos los cardenales, de hecho a todos los que tienen responsabilidades en la Iglesia en diversos grados. Quiera el Espíritu Santo que todo el contenido de esta carta, que corresponde a la verdad y a la voluntad de Dios, sea fecundo para el bien de la Santa Iglesia y de muchas almas, y que ni una sola palabra en ella perjudique a la Iglesia, Esposa de Cristo.

He elegido la festividad de Santa Catalina de Siena para su publicación, porque ella combinó de manera única la más íntima reverencia hacia el Papa como Vicario de Cristo en la tierra con una crítica implacable a dos Papas muy diferentes. Pasemos ahora al texto de la carta, que cada uno de vosotros puede leer como dirigida personalmente a él.

Eminencia, Reverendo Cardenal ...

Debo confesar que me preocupa y entristece una declaración supuestamente hecha por usted sobre las críticas al Papa Francisco. Usted ha dicho en una entrevista, si hemos de fiarnos de los medios de comunicación, que las críticas al Papa son un «fenómeno decididamente negativo que debería erradicarse lo antes posible» y subraya que el Papa es «el Papa y garante de la fe católica».

¿Cómo puede decir que criticar al Papa es un mal? ¿Acaso el apóstol Pablo no criticó dura y públicamente al primer Papa Pedro? ¿No criticó Santa Catalina de Siena a dos papas con más dureza aún?

Usted no parece entender por qué muchos católicos critican al Papa Francisco, a pesar de que es «el Papa». Al contrario, no entiendo cómo todos los cardenales, excepto los cuatro de las Dubia, permanecen en silencio y no hacen preguntas críticas al Papa. Porque hay muchas cosas que el Papa Francisco dice y hace que deberían provocar no sólo preguntas críticas sino también críticas caritativas. Recordemos la Declaración sobre la Fraternidad de Todos los Pueblos firmada por el Papa Francisco junto con el Gran Imán Ahmad Mohammad Al-Tayyeb, que dice:

«El pluralismo y la diversidad de religiones, color, sexo, etnia y lengua son queridos por Dios en Su sabiduría, a través de la cual creó a los seres humanos». (Aún más molesta es la versión inglesa: «The pluralism and the diversity of religions, colour, sex, ethnicity and language are willed by God in His wisdom, through which He created human beings»).

¿No sería una herejía y una terrible confusión afirmar que Dios -del mismo modo que quiso la diferencia de los dos sexos, es decir, con su voluntad positiva- también quiso directamente la diferencia de religiones y, por tanto, toda idolatría y herejía? Sí, ¿no es la Declaración de Abu Dhabi mucho peor que la herejía, es decir, la apostasía? ¿Cómo puede Dios, con Su voluntad creadora positiva, haber querido religiones que rechazan la divinidad de Jesús, niegan la Santísima Trinidad, rechazan el bautismo y todos los sacramentos y el sacerdocio? ¿O cómo ha podido querer el politeísmo o el culto al ídolo Baal o a la Pachamama? ¿No contradice esto totalmente el mensaje del profeta Elías y de todos los demás profetas y las palabras de Jesús?

¿No deberían todos los cardenales y obispos pronunciar su firme «non possumus» cuando Francisco exija que este «documento» sea la base de la formación de los sacerdotes en todos los seminarios y facultades de teología?

Dios ni siquiera puede haber querido o aprobado directa y positivamente las confesiones cristianas heréticas, en lugar de simplemente permitirlas, ya que éstas niegan pilares de la fe bíblica y católica como la enseñanza bíblica de que nuestra salvación eterna no se realiza sólo por la gracia de Dios, sino que requiere nuestra libre cooperación y buenas obras. ¿Cómo puede entonces, con su voluntad directa y positiva, querer religiones que rechazan todo el fundamento de la fe cristiana y a Cristo mismo?

Por muy cierto que sea en sí mismo «que el Papa es el Papa y garante de la fe», esta afirmación no puede aplicarse a un Papa que ha firmado la Declaración de Abu Dhabi y la ha difundido por todo el mundo, y que ha dicho y hecho muchas otras cosas contrarias a la doctrina constante de la Iglesia.

Su afirmación de que hay que promover las alianzas civiles/uniones civiles de homosexuales contradice directamente las claras afirmaciones del Magisterio de la Iglesia (cf. las consideraciones publicadas bajo el pontificado de San Juan Pablo II sobre los proyectos de reconocimiento legal de la convivencia entre personas homosexuales del 3 de junio de 2003), ¡pero sobre todo la Sagrada Escritura y toda la tradición de la Iglesia! ¿No deberían hacer todos ustedes, los cardenales, como hizo maravillosamente el obispo Athanasius Schneider: realizar un verdadero acto de amor al Papa y decirlo públicamente y con la misma franqueza que él, con toda la claridad debida?[1]

El Papa Francisco -lo digo con el corazón roto- no es el «garante de la fe», sino que constantemente destruye cada vez más los fundamentos de la fe y la moral con esta y otras muchas declaraciones y pronunciamientos. Que yo sepa, no ha habido ningún Papa en la historia de la Iglesia que haya afirmado monstruosidades semejantes... ¿Cómo debo responder a un querido y profundamente creyente amigo luterano, por cuya conversión rezo desde hace años, cuando me escribe que con esta Declaración de Abu Dhabi la Iglesia católica ha abandonado el suelo del cristianismo?

¿No está claro que un próximo Papa debe condenar como apóstata esta enseñanza de Abu Dhabi que Francisco envía a todos los seminarios de sacerdotes y facultades católicas? ¿Cómo puede justificar la Iglesia anatematizar al Papa Honorio por una desviación infinitamente menor de la Fe y condenarlo, si no condena unas declaraciones tan escandalosas? No tendrían que escribir todos los cardenales al Papa como un solo hombre y pedirle que retire esta declaración apóstata?

¿No temblarán los cardenales ante el momento en que Cristo les pregunte cómo podrían haber cumplido el solemne mandato misionero de Jesús si no hubieran protestado contra la Declaración de Abu Dhabi, que dice lo diametralmente opuesto a las palabras de Jesús?

«Por último, estando los once sentados a la mesa, se manifestó... Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado se salvará; pero el que no crea se condenará». (Marcos 16:14).

¿Cómo habéis podido callar también todos vosotros sobre las más que justificadas dubia del cardenal Caffarra -que aún me llamó en vísperas de su muerte y al que tuve que prometer que seguiría defendiendo la verdad- y de los otros tres cardenales posteriores a Amoris Laetitia, o incluso criticar estas dubia? De los cardenales, sólo los cuatro cardenales dubia han formulado preguntas caritativas sobre la herejía moral-teológica en Amoris Laetitia denegar implícitamente acciones intrínsecamente malas. El esplendor del bien y la existencia siempre y en todas partes (ut in omnibus) de actos malos ha sido reconocido como piedra angular de toda ética desde Sócrates y fue enseñado por San Juan Pablo II como fundamento inamovible de la ética y de las enseñanzas morales de la Iglesia.[2]

¿No deberían todos los cardenales haber estado de acuerdo con el cardenal Carlo Caffarra y los otros tres cardenales de las Dubia y haber exigido esta aclaración, ayudando así al Papa a proclamar la verdad?[3] ¿No deberían todos los cardenales haberse levantado como un solo hombre y haber apoyado la fraterna correctio que el cardenal Burke anunció pero nunca llevó a cabo?

Sólo tuvimos el anuncio del Cardenal Burke de que los cuatro Cardenales practicarían una «correctio fraterna» sobre el Papa en caso de silencio del Papa sobre esta cuestión moral central, pero esta correctio fraterna hace años que no la han practicado ni el Cardenal Burke ni otros Cardenales; solo unos pocos laicos y sacerdotes han criticado esta perversión de la doctrina en varias declaraciones[4] y, por así decirlo, se han puesto en la brecha para que ustedes los cardenales defiendan la verdad y el depositum fidei, como ya hicieron los laicos frente a la herejía arriana junto con San Atanasio y otros pocos cardenales todavía fieles, contra el Papa Liberio y la mayoría de los obispos se mostraron blandos.

Pero en lugar de nosotros miseri laici (nosotros miserables laicos), como (entonces el todavía Monseñor) Carlo Caffarra me llamaba con afectuoso humor (con verdadero corazón), ¿no os corresponde a vosotros, cardenales que deberíais estar dispuestos a dar vuestra sangre por la verdadera fe, alzar la voz contra las herejías de las que los críticos del Papa han demostrado que el Papa Francisco ha cometido algunas o al menos las ha sugerido? En lugar de una prohibición de criticar las declaraciones del Papa, ¿no hay aquí más bien una exigencia de reprensión fraterna o filial?

¿Y ahora levanta usted la voz, no por defensio fidei, sino para acallar a esos críticos, es más, para querer «erradicar» toda crítica?

¿No deberían protestar también todos los cardenales en muchos otros casos, por ejemplo cuando el Papa introduce arbitrariamente una enmienda teológica y eclesiásticamente errónea en el Catecismo Católico, que contradice las claras palabras de Dios en las Sagradas Escrituras (ya en el Libro del Génesis)[5] y muchas declaraciones doctrinales de papas sobre la pena de muerte formuladas en la tradición ininterrumpida y también hechos históricos, o cuando -contra muchas palabras contundentes de Jesús y dogmas de la Iglesia católica- habla de un infierno vacío o incluso, como los Testigos de Jehová, afirma que las almas de los pecadores incurables no van al infierno sino que son destruidas?

Querido amigo, este escenario de un Papa que negó la existencia de la única y verdadera Iglesia y la fe in unam sanctam, catholicam et apostolicam ecclesiam, si no explícitamente sí ciertamente implícitamente en Abu Dhabi, y se comporta como un señor por encima de las enseñanzas de Jesucristo y de la Iglesia, y de tantos Cardenales silenciosos, resulta irritante para muchos creyentes como yo, pone en peligro nuestra fe y hace un daño incalculable a la Iglesia y a las almas.

Os pido que alcéis vuestra voz en favor de la verdad sin ambages y que persuadáis a otros cardenales para que digan la verdad oportuna e inoportunamente, aunque esto pueda revelar la terrible crisis y cisma de la Iglesia en medio de la cual nos encontramos, y aunque algunos pusillae animae puedan ver erróneamente en ello un scandalum.

No se trata de una cuestión cultural de un Papa latinoamericano. No es una cuestión de gusto, estilo o temperamento. No, es el sí o el no a Cristo que nos dijo que predicáramos el Evangelio a todos los pueblos y naciones; quien crea en él se salvará, pero quien no crea en él se condenará? ¿Puede el Papa derogar de facto este mandato misionero mediante la Declaración de Abu Dhabi?

¿Puede nombrar e incluso honrar personalmente y premiar en la Academia Pontificia para la Vida a teólogos morales que contradicen el núcleo de la enseñanza moral bíblica y de la Iglesia y las encíclicas Humanae Vitae, Evangelium Vitae y Veritatis Splendor? ¿Cómo pueden los cardenales (y especialmente ustedes, que durante años trabajaron a las órdenes de San Juan Pablo II y del Papa Benedicto XVI) permanecer en silencio ante ésta y muchas otras «desolaciones del santuario» en lugar de hacer todo lo posible, mucho más que los laicos y teólogos críticos, para proclamar esas muchas verdades de la fe que el Papa contradice abierta o tácitamente con palabras y también con hechos (como la celebración de la Reforma, la erección de la estatua de Lutero en el Vaticano, el sello que celebra la Reforma, el culto a la Pacha Mama en los Jardines Vaticanos y en la Basílica de San Pedro, etc.)) y suplicarle que encuentre la brújula segura de su enseñanza únicamente en la verdad de las Sagradas Escrituras y en los dogmas inmutables de la Iglesia y que no se permita cambiar ni un ápice de ellos, por no hablar de la sustancia de la fe?

Con profundo dolor por las muchas heridas de la Iglesia, la Esposa de Cristo, y con amor a Jesús y a la Iglesia fundada por Él sobre la Roca de Pedro

En Cristo

Tuyo,

José

P.D. Espero desde lo más profundo de mi alma vuestra respuesta de palabra y de obra, que sería un acto de amor a Jesús, a María, a la Santísima Trinidad, a la Iglesia, al alma del Papa y a muchas otras almas. Con San Juan Pablo os grito: ¡corraggio! Luchad con valentía y sin reservas por la verdad, por Cristo y por la Iglesia, por las almas, incluidas las del Papa Francisco, y por la unidad de todos los cristianos, que sólo es posible en la verdad.

Profundamente unidos a ti en Cristo,

Tuyo

José

Profesor Dr.phil. habil. Dr. h.c. Josef M. Seifert, actualmente profesor de filosofía en la LMU, la Universidad de Múnich.







[1] He aquí la declaración verdaderamente clásica y maravillosa del obispo Schneider: https://www.lifesitenews.com/opinion/bishop-schneider-calls-faithful-to-pray-for-pope-francis-to-convert.

[2] Escribí un libro sobre esto El esplendor del bien y los actos intrínsecamente malos . La piedra angular de la ética y la moral de Karol Wojtyìa/Papa Juan Pablo II (1920-2020): una defensa filosófica. Cf. también mi ensayo . "Amoris Laetitia. Alegrías, tristezas y esperanzas". Aemaet vol. 5, n.º 2 (2016) 160-249, http://aemaet.de urn:nbn:en:0288-2015080654.

130b. "La alegría del amor: alegrías, aflicciones y hoffnungen", Aemaet Scientific Journal of Philosophy and Theology http, vol. 5, n.º 2 (2016) 2-84, http://aemaet.de urn:nbn:es:0288-2015080660.

[3] Con esta intención de ayudar al Papa escribí en mi breve ensayo ¿La lógica pura amenaza con destruir toda la doctrina moral de la Iglesia católica? ("¿Amenaza la lógica pura con destruir toda la doctrina moral de la Iglesia católica?", Aamaet, Revista científica de filosofía y teología http://aemaet.de, Vol. 2 (2017), 10-20/ " ¿Amenaza la lógica pura con destruir toda la doctrina moral de la Iglesia católica?" Aemaet, Wissenschaftliche Zeitschrift für Philosophie und Theologie http://aemaet.de, Vol. 6 (2017), 2-9) formuló la misma pregunta y también, con elogio de algunos pasajes de Gaudete et Exsultate el libro Revolution der Moraltheologie: Neues Paradigma oder alte ethische Irrtümer? (que le envío al mismo tiempo que esta carta). Más recientemente, Don Tullio Rotondo, en su libro Tradimento della sana dottrina attraverso "Amoris Laetitia", también ha expresado esta crítica de manera fundada y respetuosa. (Fue suspendido a divinis de forma totalmente injusta por su obispo por no retirar este libro, lo que habría ido en contra de su conciencia y del principio apostólico de que debemos obedecer a Dios más que a los hombres).

[4] Yo mismo no firmé estas declaraciones porque no estaba de acuerdo con todos los puntos ni con el tono de todo el asunto.

[5] Quien derrame sangre de hombre, su sangre también será derramada por el hombre; porque Dios hizo al hombre a su imagen. (Génesis 9:6)

miércoles, 3 de mayo de 2023

Homilía de hoy │Santos, Felipe y Santiago, apóstoles│03.05.2023│P. Santiago Martín FM

GIL DE LA PISA: UN LEGADO DE VIDA VIRTUOSA Y SABIA PARA LAS FUTURAS GENERACIONES

 

BUTACAS VACÍAS




Duración 47:48 minutos


https://youtu.be/JVtkAzFmEyM

Homilía de hoy │San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia│02.05.2023│P. Santiago Martín FM

Franciscanos de María - Magníficat TV


Duración 10:03 minutos

https://youtu.be/kRgjJC8LTtg

Suspenden ‘a divinis’ a sacerdote italiano por criticar Amoris laetitia (Carlos Esteban)







El padre Tullio Rotondo, sacerdote italiano, ha sido suspendido ‘a divinis’ por su obispo, lo que le impide administrar los sacramentos, por un libro en el que critica la exhortación postsinodal Amoris laetitia por defender lo que ha sido la postura de la Iglesia durante toda su historia.

El primer documento de trabajo que se hizo público sobre el sínodo de la sinodalidad escandalizó a no pocos fieles porque en él se dejó claro que la asamblea sinodal iba a debatir asuntos que son ya parte del Depósito de la Revelación y para los que holgaba todo debate. Sin embargo, se nos dijo que no debíamos temer el diálogo sobre cosa alguna.

Otra cosa, en cambio, es criticar cualquier cosa que haya salido de la pluma del actual pontífice. En tal caso, la reacción es fulminante e implacable. Ni escucha atenta, ni diálogo ni apertura al ‘diferente’: toda la capacidad punitiva de la Iglesia caerá sobre el osado.

Que se lo digan, si no, al padre Tullio Rotondo, suspendido a divinis por su obispo por haber publicado un libro contra los errores del Papa Francisco contenidos en su exhortación postsinodal Amoris Laetitia de 2016.

Rotondo ha concedido una entrevista a LifeSite en la que explica en detalle los argumentos de su libro, titulado La traición de la sana doctrina a través de Amoris laetitia. Cómo el Papa Francisco y algunos de sus colaboradores están difundiendo una moral contraria al depósito de la fe. El libro destaca “varios errores que el Papa y algunos de sus asociados están difundiendo respecto al Sacramento de la Confesión, la conciencia moral, la Ley Moral y la pena de muerte”, según Rotondo.

El sacerdote no ha perdido la paz por la implacable medida de su obispo, más bien al contrario.

“Es un momento muy feliz en mi vida, porque, como decían los Apóstoles, me alegro de poder sufrir algo con Cristo y por Cristo, por Su Verdad. Estoy en paz interiormente y siento que he encontrado mi vocación”. Se negó a retractarse de su libro cuando su obispo, Camillo Cibotti de la Diócesis de Isernia-Venafro, le dijo que lo hiciera.

El decreto menciona explícitamente la “desobediencia al propio ordinario” e invoca el can. 1371 del Código de Derecho Canónico, que establece que el sacerdote que “persiste en la desobediencia después de una advertencia” puede ser castigado.

En una explicación de su libro publicado por el periodista italiano Aldo Maria Valli, Don Rotondo explicó en junio de 2022 su comprensión de la obediencia: “Preciso al respecto que algunos cristianos, evidentemente incompetentes, creen, también por una interpretación incorrecta de los textos bíblicos, que la obediencia cristiana consiste en hacer siempre lo que dice el superior, sobre todo si es el Papa, y por eso lo señalan como desobediente. cualquiera que se oponga a las declaraciones y decisiones del Pontífice; estos cristianos necesitan que se les recuerde que su concepción de la obediencia es en realidad “nazi” y no cristiana. El cristiano debe ante todo obedecer al Supremo Superior que es Dios y por tanto debe someterse a las indicaciones y mandatos de los demás superiores sólo en la medida en que estas indicaciones y mandatos no se opongan a los divinos. Santo Tomás es muy claro en este punto”.
 
Carlos Esteban

martes, 2 de mayo de 2023

¿Lobos hablando sobre ovejas en el sínodo?

INFOCATÓLICA


Hace tiempo hablamos ya sobre el relator nombrado para el sínodo de la sinodalidad, el card. Hollerich, un jesuita que ha proclamado públicamente en varias ocasiones que rechaza la moral de la Iglesia. A él se unen, por supuesto, numerosos obispos alemanes y de otros países centroeuropeos como Bélgica, que también han expresado públicamente su deseo de abandonar la moral de la Iglesia en varios puntos que no son del agrado del mundo. ¿A alguien le puede extrañar que las ovejas nos sintamos intranquilas al ver que se reúnen sinodalmente los lobos para hablar de nosotras? ¿Qué de bueno puede salir de esas conversaciones, que, es de suponer, más versarán sobre recetas que sobre otra cosa? 

Desgraciadamente, parece ser que lo importante no es la calidad, sino la cantidad, y el Papa ha decidido nombrar también a una serie de participantes laicos en el sínodo, algunos de los cuales, por lo visto hasta ahora, podrían asemejarse más al Canis lupus que a la Ovis aries. Consideremos, por ejemplo, el producto nacional: Dña. Cristina Inoges, elegida como participante en el sínodo desde su inicio (pronunció una “meditación” de apertura de las sesiones sinodales) y que probablemente sea propuesta también para las sesiones de octubre de 2023 y 2024. Dejemos a un lado la cuestión de que un laico, sea quien sea, participe en el sínodo de los obispos con el mismo voto que si fuera obispo y consideremos las credenciales de Dña. Cristina.

Empecemos diciendo que es “teóloga”. Y escribo teóloga entre comillas porque, a pesar de considerarse católica, es licenciada por ¡la Facultad de Teología Protestante de Madrid! ¿Qué teología católica puede haber aprendido estudiando en una facultad protestante? Es fácil imaginarlo. A eso se suma que “actualmente colabora en ‘Lecturas diarias’ de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (Argentina)”. Como buena alumna de la facultad protestante, afirma que “la reforma de Lutero tuvo su sentido en el siglo XVI” y que él reformador protestante “nunca quiso dejar de ser católico” (aparentemente, lo de las herejías monumentales y todo eso se debió a “las cosas de la historia, que luego se enrevesan”). Todo un curriculum que hace que la presencia de Dña. Cristina en el Sínodo sea fundamental.

Claro que eso no es todo. También es “Experta en Relaciones Institucionales y Protocolo” por la Universidad a Distancia y diplomada como “Dirigente Social”, sea eso lo que sea. Es evidente que su preparación teológica y académica dejaría chico a San Agustín. Y ella lo sabe, permitiéndose afirmaciones como la de que el libro que el cardenal Sarah publicó sobre el sacerdocio sugería “una figura del sacerdocio muy alejada del evangelio” y que “el sacerdocio que presenta el libro es el gran peligro, porque arrastra a la Iglesia”, tras lo cual indicaba muy ufana que renunciar sería “el mejor servicio” que podría hacer el cardenal “a la Iglesia y al evangelio”.

Sin juzgar sus interioridades e intenciones, que cortésmente suponemos que serán excelentes, conviene señalar que Dña. Cristina tiene, además una idea del cristianismo completamente secularizada y obsesionada por las ideologías de moda, como el feminismo. Nos asegura, por ejemplo, que “las mujeres seguimos en los márgenes de la Iglesia”, “aunque ahora, algunas mujeres tengan cierta visibilidad”. Alguien capaz de decir esto no ha entendido nada de lo que es el cristianismo ni de lo que es la Iglesia. Pensar que lo importante es “tener visibilidad” y “acceder a puestos donde se toman decisiones” en la Iglesia revela una comprensión de la vida de la Iglesia basada en el poder (aunque se repitan una y otra vez al mismo tiempo los consabidos mantas de la Iglesia de los pobres y los marginados que todos conocemos). Lo cierto es que, para no estar en “los márgenes de la Iglesia”, a cualquier mujer y a cualquier hombre le basta acercarse a un sagrario, que es el mismo centro de la Iglesia, y allí encontrarse con nuestro Señor Jesucristo, junto a la Mujer vestida de sol, Reina y Señora de cielos y tierra. Y la decisión verdaderamente importante es la de decir “hágase” a la voluntad de Dios como hizo Ella. Pero a nuestra teóloga eso no le basta.

A nadie le extrañará, pues, que Dña. Cristina rechace la doctrina de la Iglesia sobre el sacerdocio y afirme que las mujeres pueden ser ordenadas sacerdotes. Quizá para tranquilizarnos (sobre la base de que siempre puede haber cosas peores), nos asegura que ella no quiere ser sacerdote y que “el sacerdocio de la mujer tardará muchísimo en llegar” y es un “proceso muy lento”, pero en cualquier caso “es muy importante que las mujeres se puedan ordenar”. También afirma que no cree que “sea el mejor momento para que las mujeres accedan al sacerdocio. Pero sí que defenderé que las que tengan vocación lo puedan vivir“, porque “no es una cuestión de índole teológica". Se ve que en la Facultad Protestante no le enseñaron que la incapacidad de la Iglesia para ordenar a mujeres es una doctrina “infalible” e “irreformable”.

Claro que tampoco sabe lo más básico sobre el sacerdocio y nos dice que “la Iglesia nació laica. Hasta que no acaba el siglo I, y sobre todo a partir del siglo II, que es cuando se sacraliza la figura del obispo y la figura del presbítero". Quizá si hubiera estudiado en una facultad católica, le habrían enseñado que el sacerdocio fue instituido por el mismo Cristo y que, desde el primer día, la Iglesia está basada (cimentada, dice la Escritura) en el colegio de los Apóstoles, que fueron los primeros obispos. Nunca ha existido esa Iglesia que “nació laica". Tampoco hace falta ir a la universidad para saberlo, basta leer, por ejemplo, los números 874 a 896 del Catecismo, sobre la constitución jerárquica de la Iglesia. O los Hechos de los Apóstoles.

Por los temas de sus libros, parece creerse autorizada para hablar sobre historia de la Iglesia, pero sus ideas sobre esa materia son evidentemente pedestres y sesgadas. Dice, por ejemplo, que “el Papa ha propuesto una imagen de la pirámide invertida, pero no es que el laicado vaya a estar ahora arriba sometiendo a la jerarquía, sino que la jerarquía debe estar al servicio del Pueblo de Dios”. Doña Cristina, desde sus elevadas alturas teológicas, parece estar inventando la sopa de ajo. Que la jerarquía está al servicio de los cristianos lo ha sabido la Iglesia desde siempre. No solo se leen repetidas advertencias al respecto de Nuestro Señor en los Evangelios y en otros libros de la Escritura, sino que es un lugar común de la Teología. Pensemos, por ejemplo, que el Papa es el siervo de los siervos de Dios, ministerio significa servicio, diácono significa servidor, el mandatum de lavar los pies ha sido puesto en práctica por superiores y sacerdotes en monasterios y en la liturgia desde durante más de un milenio y un largo etcétera. Como es lógico, puede haber clérigos concretos que abusen de la autoridad recibida, pero, como todos sufrimos los efectos del pecado original, eso es igual de cierto ahora que hace doscientos años o mil o dos mil. Pretender que ¡por fin! el papa Francisco ha descubierto que la autoridad en la Iglesia es un servicio es tomarnos el pelo, mirar por encima del hombro a dos milenios de catolicismo y demostrar unos conocimientos ínfimos.

Tampoco parece saber lo que es el depósito de la fe, que es una doctrina católica básica. Por ejemplo, se pregunta: “sí, es verdad que hay un depósito de verdades reveladas, pero, ¿ya no caben más? ¿Está todo dicho?”. Es decir, ignora algo tan básico como el hecho de que Dios se reveló plenamente en Cristo y la revelación quedó cerrada con la muerte del último apóstol, de manera que todo lo que necesitamos para la salvación ya está en la Escritura y la Tradición. Se puede profundizar en ello, pero no hay nuevas revelaciones. No es casual que estas preguntas se las haga al tiempo que se deshace en elogios de Teilhard de Chardin y se duele por que la Iglesia haya condenado las opiniones heréticas en el pasado, porque al hacerlo “se ajustaron a las normas y a los dogmas que surgieron en contextos totalmente diferentes”. Como conclusión, nos asegura que “hay que rascar mucha religión para llegar a la fe”, que es lo que han dicho todos los heterodoxos de la historia para justificar su rechazo de partes de la fe. A mi juicio, cualquier parecido del catolicismo con estas opiniones es pura coincidencia.

Con estos presupuestos, no sorprenderá que rechace la moral de la Iglesia en puntos importantes. Según nos cuenta, ella “acompaña” a “comunidades de diversidad sexual” con quienes comparte “la fe en un Dios en un cristianismo inclusivo que lleve a la Iglesia a serlo también”. A continuación, se duele de que, a pesar de que es “algo que admite la mayoría de la amplia base del pueblo de Dios”, “todavía hoy y oficialmente una parte de la jerarquía mira con desdén y, por supuesto, no acepta”. Según Dña. Cristina, lo que importa es que Jesús “lanzó el poderoso mensaje de que nadie estaba excluido”.

Según parece por sus escritos, también rechaza que para recibir la comunión haya que estar libre de pecado mortal, porque Jesús “no excluyó de la misma ni a Judas” y (citando al Papa) la comunión “no es el premio de los santos. Es el pan de los pecadores”. Es curioso que una teóloga de su talla no sepa que, además de las categorías de santo y pecador (pertinaz en pecado mortal) hay una tercera categoría de aquellos que, sin ser santos, se encuentran en comunión con Dios y se han arrepentido de cualquier pecado grave, por lo que pueden comulgar. Claro que los protestantes no conocen esa distinción, así que puede que no haya oído nunca hablar de ello. Sólidamente armada con su ignorancia de esta doctrina católica, Dña. Cristina criticaba a los obispos norteamericanos que querían negar la comunión a los políticos que apoyan el aborto (como por otra parte es su obligación según el Derecho Canónico), porque aparentemente no habían entendido “la actitud de acogida sin juicios, sin prejuicios, y sin influencias de nadie de Jesús de Nazaret” (algo que, según nos dice, es “mucho más preocupante, aunque no lo parezca” que todas las barbaridades de los obispos alemanes).

Podríamos seguir y seguir, pero lo dicho basta para que nos hagamos una idea, porque esto se hace muy aburrido. Además, a fin de cuentas, el problema no es Dña. Cristina, que probablemente actúe de buena fe y estará lógicamente encantada de salir en los periódicos y de que la elogien en la cadena de radio de los obispos. Más que un lobo, es una oveja extraviada, que tiene derecho a que las autoridades eclesiales corrijan sus errores en lugar de alentarla a permanecer ellos. La verdadera responsabilidad es de quienes la eligen para participar en el sínodo o por omisión permiten que sea elegida.

Esta es la pregunta esencial: ¿por qué se escoge, para hablar con autoridad de la fe de la Iglesia, a personas que no comparten esa fe y cuyo conocimiento de ella es muy deficiente? ¿Alguien imagina que se nombre miembro de la Real Academia de la Lengua a un francés que apenas chapurree el español y haya manifestado en varias ocasiones su desprecio por el idioma de Cervantes?

Es cierto que a veces, en los concilios y sínodos del pasado, se invitaba a algunos heterodoxos, pero era para rebatir sus afirmaciones, exhortarles a volver a la fe y, si se terciaba, quemar públicamente sus obras (como se hizo en el Concilio de Nicea, por ejemplo). Ahora, en cambio, los mismos obispos alemanes o belgas que están diciendo barbaridades en realidad no hacen más que repetir las que dijeron ya en el Sínodo de la Familia, sin que la Iglesia les reprendiera y les pidiera volver a la fe católica. La única medida que se ha tomado, en lugar de corregirles, ha sido nombrar para el sínodo a nuevos participantes como Dña. Cristina, que aparentemente comparte sus heterodoxias.

Yo diría que los fieles tenemos sobrados motivos para estar preocupados por el sínodo de la sinodalidad. Y me permito indicar que echamos de menos que los obispos con fe, que tienen la gravísima obligación de defendernos de los lobos, señalen estos peligros evidentes con su autoridad de sucesores de los apóstoles. En fin, hay que rezar más todavía, como decía el P. De Bearn al comandante Lewis en 55 días en Pekín.

BRUNO MORENO

Discurso completo de Santiago Abascal el 1 de mayo de 2023

VOX ESPAÑA

 

 Duración 18:56 minutos

https://youtu.be/pBdx8Li3Bvw

El “dilema” del PP para ganar unas elecciones | Luis Antequera

 ADELANTE ESPAÑA


Los que me leen en este medio conocen bien mi opinión sobre el supuesto debate político existente en la escena española. Resumido en muy pocas palabras, PP y PSOE sirven al mismo señor, y en consecuencia, tienen la misma ideología y los mismos objetivos, exactamente los mismos. Lo único diferente es el rol que interpretan, planeado igualmente desde arriba, para mantener en el votante la ilusión de que puede decidir algo con su voto, y conseguir así mejores índices de participación electoral que sirvan para seguir legitimando la pantomima.

No soy el único que lo piensa así, y cada vez son más los que se están quitando vendas y complejos y aceptan que tal es la verdadera clave del sistema político español (supuestamente democrático).

Pero reconozcámoslo: son muchos más los que interpretan el escenario político patrio de manera diferente. Dicen: “España es un país de izquierdas, y la única manera de ganar unas elecciones es presentar un programa político que pueda atraer a la izquierda”. Y ese sería, según ellos, el dilema del PP: para ganar unas elecciones tiene que presentarse como si fuera un partido de izquierdas, tiene, en suma, que parecerse al PSOE, algo en lo que ha insistido hasta la saciedad el actual líder del PP. ¡Y lo grande es que lo aceptan! Esos votantes del PP, con tal de que no gobierne el PSOE, están dispuestos a votar al PP perfectamente sabedores de que va a hacer las mismas cosas que el PSOE.

Parece mentira que semejante argumento y comportamiento hayan podido calar de manera tan sencilla, tan pueril incluso, en un sector tan amplio del electorado, que lo acepta con toda normalidad: “vamos a parecernos al PSOE, vamos a ganar las elecciones”.

Ahora bien: ¿de qué me sirve a mí que me presento con mi voto ante una urna, que deje de gobernar una persona y pase a hacerlo otra que va a hacer las mismas cosas? El argumento, ¿no es absolutamente descabellado? Les voy a decir una cosa: llegados a este punto ¡es que a lo mejor me planteo más votar a un Sánchez apolíneo y sonriente, que a un Feijóo feíllo y más bien soso!

No conozco a ninguno de los dos. No le debo nada, ni a uno, ni a otro. No son mis amigos, no me preocupa el futuro político, profesional o personal de ninguno de los dos: desde ese punto de vista, mucho más me preocupa el futuro de mi vecino del segundo con el que charlo en el ascensor. De ellos, de Sánchez y de Feijóo, sólo me preocupa lo que puedan hacer por mí, por mi familia, por mi patria… a más a más, incluso por mejorar el mundo. Eso es lo que me lleva a las urnas, no elegir al que me parece más guapo o más simpático. Eso valdrá para Gran Hermano, pero no para unas elecciones en las que está en juego el futuro del país.

No, el argumento no me vale. No me vale eso de que la única manera de ganar unas elecciones es para hacer lo mismo que ellos. Si la opción que voto no me sirve para hacer cosas distintas, el voto no me sirve. (*)

Y ese, querido amigo, es el desalentador panorama político español. No hay alternativa. Paso dado por el PSOE, paso consolidado por el PP. No hay marcha atrás. El PP no va a cambiar nada. No lo ha hecho nunca: díganme Vds. una ley que haya cambiado el PP de las realizadas por el PSOE… ¡y llevamos ya casi medio siglo! Ya lo vimos con Rajoy, que, ¡por lo menos!, nos dijo que sí lo haría. Éste, ni siquiera lo dice: todo lo que nos dice es que hay que parecerse al PSOE para que el PSOE no gobierne… ¡pues aviaos estamos!

  Luis Antequera

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(*) NOTA PERSONAL:

Sí hay una alternativa y se llama VOX: con éstos sabe uno a qué atenerse. Dicen siempre las mismas cosas; y no una cosa en un sitio y otra en otro.

Traditionis custodes sigue haciendo su labor de acoso y derribo (Carlos Esteban)

 INFOVATICANA


En Savannah, Georgia, el obispo pone fin a un cuarto de siglo de misa tradicional a partir de 20 de mayo. En Glasgow, Escocia, una parroquia con una próspera comunidad tradicional ha recibido la orden de cancelar todas sus misas públicas casi de inmediato de 2023.

Dicen que Einstein definía la locura como aplicar idénticas causas esperando distintas consecuencias. Todo el postconcilio ha sido una reiteración perpetua de esa definición. Podía, quizá, parecer razonable a los padres conciliares que la actualización del milenario rito de la Misa, centro de la vida cristiana, diseñando uno nuevo en un despacho, atraería a un mayor número de fieles. El resultado es tan evidente y catastrófico que llamarlo ‘el elefante en la habitación’ se queda corto: es más como un mastodonte.

Pero, por lo visto, da igual. Si la solución diseñada en la torre de marfil no produce el efecto deseado, hay que insistir y doblar la dosis.

Es la parábola de Bud Light, una marca de cerveza popular en la clase obrera americana, que ha decidido hacer de un ‘influencer’ presuntamente transexual su imagen. El tipo en cuestión, Dylan Mulvaney, hace de su vida pública una verdadera parodia de la feminidad en sus peores estereotipos, actuando como una quinceañera particularmente tópica.

Los usuarios de Bud Light lo han tomado como lo que es, un insulto y un desprecio, y han iniciado un boicot que ha hundido las ventas y la cotización bursátil de la marca. Es un caso clamoroso de lo que sucede cuando ignoras a tu público objetivo y pretendes sermonearle para que se convierta en otra cosa.

La Iglesia, lo hemos repetido a menudo, no es una empresa comercial. Pero responde, en su aspecto humano, a mecanismos similares. Los fieles adeptos a la Misa Tradicional, es cierto, suponen una proporción ínfima, desdeñable, del pueblo católico. Pero también es cierto que es un grupo con un crecimiento exponencial, en un momento en el que la práctica de la fe se hunde en todo el mundo occidental. ¿Qué sentido tiene atacarlos?

Incluso entre los no tradicionales, el acoso produce una penosa impresión, especialmente cuando las opiniones heterodoxas de teólogos y prelados y las celebraciones irreverentes hasta el extremo del Novus Ordo alcanza niveles difícilmente parodiables. Nadie entiende bien ese centrar el ánimo punitivo de la jerarquía en un grupo tan poco amenazante en todos los sentidos, el numérico y el doctrinal.

Carlos Esteban

viernes, 28 de abril de 2023

Los cardenales Roche y Cantalamessa lo confirman: el rito de Paulo VI corresponde a una nueva teología


 



Los cardenales Arthur Roche y Raniero Cantalamessa han reconocido de modo indirecto (tal vez involuntariamente) lo que los críticos del Novus Ordo Missae de Paulo VI llevan más de cincuenta años diciendo: que el nuevo rito corresponde a una nueva teología que «se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa, tal como fue formulada en la XXII Sesión del Concilio de Trento» [1].

El 19 de marzo pasado, al ser interrogado por sus compatriotas de la radio BBC sobre las restricciones a la celebración del rito latino tradicional, el prefecto del Dicasterio para el Culto divino declaró: «Como ustedes saben, la teología de la Iglesia ha cambiado. Antes el sacerdote representaba, a distancia, a todo el pueblo: [los fieles] se canalizaban a través de esta persona que era la única que celebraba la Misa. No es sólo el sacerdote el que celebra la liturgia, sino también los que están bautizados [junto] con él; ¡nada menos!» [2] [Todo lo destacado en negrita lo hemos resaltado nosotros.]

Pocos días más tarde, en el cuarto sermón de Cuaresma para la Curia Romana, el cardenal Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia, remachó: 
 
«La liturgia católica se ha transformado, y en poco tiempo ha pasado de ser una acción con una marcada impronta sagrada y sacerdotal a ser una actividad más comunitaria y participativa, donde todo el pueblo de Dios tiene su parte, cada uno con su propio ministerio […]
 
»Al comienzo de la Iglesia y durante los tres primeros siglos, la liturgia era verdaderamente una liturgia, es decir, la acción del pueblo (laos, pueblo, es uno de los componentes etimológicos de leiturguía). De san Justino, de la Traditio Apostolica de san Hipólito y de otras fuentes de la época, obtenemos una visión de la Misa ciertamente más cercana a la reformada de hoy que a la de siglos atrás. ¿Qué pasó después de eso? La respuesta está en una palabra molesta que no podemos evitar: ¡clericalización! En ninguna otra esfera se ha observado más claramente que en la liturgia.
 
»El culto cristiano, y de modo especial el sacrificio eucarístico, se transformó rápidamente, en Oriente y Occidente, y dejó de ser una acción realizada por el pueblo para ser una actividad del clero.» [3].

¿Es conforme al dogma católico decir que el sacrificio eucarístico es una acción realizada por el pueblo y que pasó a ser primordialmente una acción del clero por culpa de una clericalización improcedente? Claro que no. En la Santa Misa, el celebrante no es un mero presidente de la asamblea, sino el único sacerdos que ofrece el sacrificio in persona Christi.

Para zanjar cualquier duda, basta leer lo que dijo al respecto Pío XII en su encíclica Mediator Dei: 
«Sólo a los Apóstoles y a los que, después de ellos, han recibido de sus sucesores la imposición de las manos, se ha conferido la potestad sacerdotal, y en virtud de ella, así como representan ante el pueblo a ellos confiado la persona de Jesucristo, así también representan al pueblo ante Dios» (n° 54).
Por eso, en la Santa Misa, «el sacerdote representa al pueblo sólo porque representa la persona de nuestro Señor Jesucristo, que es Cabeza de todos los miembros por los cuales se ofrece; y que, por consiguiente, se acerca al altar como ministro de Jesucristo, inferior a Cristo, pero superior al pueblo (San Roberto Belarmino, De missa, II c.l. ). El pueblo, por el contrario, puesto que de ninguna manera representa la persona del divino Redentor ni es mediador entre sí mismo y Dios, de ningún modo puede gozar del derecho sacerdotal» (n° 104).

Sin duda, es importante que los fieles presentes participen en el sacrificio del altar con los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en la Cruz y que «ofrezcan aquel sacrificio juntamente con Él y por Él, y con Él se ofrezcan también a sí mismos» (n° 99).

Pero, para evitar todo equívoco, Pío XII reitera que «por el hecho de que los fieles cristianos participen en el sacrificio eucarístico, no por eso gozan también de la potestad sacerdotal» (n° 102).

La insistencia del papa Pacelli era necesaria, porque ya entonces algunos pretendían erróneamente «que el precepto que Jesucristo dio a los Apóstoles en su última cena, de hacer lo que Él mismo había hecho, se refiere directamente a todo el conjunto de los fieles» y juzgaban que «el sacrificio eucarístico es una estricta concelebración» (n°103).

Contra ese error, la Mediator Dei enseñaba que «aquella inmolación incruenta con la cual, por medio de las palabras de la consagración, el mismo Cristo se hace presente en estado de víctima sobre el altar, la realiza sólo el sacerdote, en cuanto representa la persona de Cristo, no en cuanto tiene la representación de todos los fieles» (n°112).

De ahí que no se puedan condenar las misas privadas sin participación del pueblo, ni la celebración simultánea de varias misas privadas en diferentes altares, invocando erróneamente «el carácter social del sacrificio eucarístico» (n° 118) [4]

Esos extractos de la gran encíclica litúrgica de Pío XII demuestran que, mal que le pese al cardenal Cantalamessa, la escarnecida clericalización de la Santa Misa no es fruto de un deterioro humano producto de la historia, sino de un designio divino. Jesús instituyó el sacrificio eucarístico y el sacerdocio ministerial simultáneamente, y otorgó a sus ministros el privilegio exclusivo de renovarlo sobre los altares de manera incruenta hasta la consumación de los tiempos.

Conviene observar, además, que el predicador de la Casa Pontificia metió sus sandalias de capuchino en arenas movedizas al declarar que las primeras comunidades cristianas tenían «una visión de la Misa ciertamente más cercana a la reformada de hoy que a la de siglos atrás». Si eso fuera cierto, cabrían dos posibilidades:

• En el mejor de los casos, el concepto encarnado en la nueva Misa de Paulo VI representaría una regresión teológica porque desde el primer tercio hasta la segunda mitad del siglo XX hubo un «desarrollo orgánico» del Depósito de la Fe en lo que se refiere al sacerdocio y el Sacrificio del Altar; es decir, que se entiende mejor su sentido teológico. En efecto, «la superación del pasado reciente para recuperar el más antiguo y original» no es un «enriquecimiento» [5], como afirmó el cardenal Cantalamessa, sino un empobrecimiento, ya que oculta a la Iglesia la luz que emana de las definiciones dogmáticas de varios concilios ecuménicos sobre la Misa: el Segundo de Nicea, el Cuarto de Letrán, el de Florencia y (principalmente) el de Trento, así como del fulgor que irradiaron sobre ella muchos gigantes de la teología y de la devoción eucarística; santos como Tomás de Aquino, Roberto Belarmino, Leonardo de Puerto Mauricio y Pedro Julián Eymard.

• En el peor de los casos, la visión de la Misa encarnada en el Novus Ordo Missae de Paulo VI representaría una ruptura teológica con los dogmas de fe definidos «en los siglos que nos precedieron», y que sustentan el supuesto concepto clericalista del sacerdocio y la Eucaristía que conforma la Misa tradicional en latín, cuya estructura, hasta el Novus Ordo Missae de 1969 del papa Paulo VI, permaneció prácticamente inalterada desde los cambios realizados por los papas San Dámaso I (m. 384) y San Gregorio I (m. 604) .

El cardenal Arthur Roche parece entenderlo de esta forma. Para él, «la teología de la Iglesia ha cambiado».

Infelizmente, el nuevo rito de Paulo VI no sólo significa un cambio de teología en lo que respecta a la supuesta clericalización de la liturgia antigua. Después de la publicación de Desiderio desideravi, mostré que los principios que invoca el papa Francisco en defensa de la reforma litúrgica contradicen la Mediator Dei en varios aspectos. En particular, destaqué los siguientes:

1. La inversión sistemática entre el fin primario de rendir culto a Dios y el fin subsidiario de santificar las almas [6];

2. El oscurecimiento de la centralidad de la Pasión redentora, en beneficio de la Resurrección gloriosa [7];

3. La acentuación del memorial en desmedro del sacrificio [8]; y

4. La degradación del sacerdote celebrante, que se convierte en presidente de la asamblea [9].

En vista de esos cambios radicales, me preguntaba si la nueva misa de Paulo VI se correspondía con la fe de siempre [10]. Los cardenales Roche y Cantalamessa acaban de reconocer que es una forma de entender la liturgia, porque la teología de la Iglesia en relación con la Misa habría cambiado.

Antes que esos ilustres purpurados, esos conspicuos representantes del progresismo francés, Alain y Aline Weidert, habían declarado lo mismo. En el periódico La Croix, publicaron un artículo de encomio al motu proprio Traditionis custodes, bajo el expresivo título: «La fin des messes d’autre “foi”, une chance pour le Christ ! » (El fin de las misas de otra fe, una oportunidad para Cristo; es un juego de palabras: autre foi –otra fe– y autre fois —antes, en otro tiempo–;en ambos casos, la fonética no varía).

No abordaron la supuesta clericalización de la liturgia tradicional en menoscabo del pueblo, sino que se centraron en la transición de la Misa como sacrificio propiciatorio a la Misa como celebración eucarística y jubilosa de la Alianza: «El espíritu de la liturgia de otra fe, su teología, las normas de la oración y de la Misa de antes (la lex orandi del pasado), ya no pueden, sin discernimiento, seguir siendo las normas de la fe de hoy, su contenido (nuestra lex credendi). […]
 
»Una fe que derivase todavía de la lex orandi de ayer, que hizo del catolicismo la religión de un dios perverso que hace morir a su hijo para aplacar su ira, una religión de un mea culpa y una reparación perpetuos, conduciría a un antitestimonio de fe, a una imagen desastrosa de Cristo. […]
 
Lamentablemente, nuestras misas [tradicionales] siempre se caracterizan por un señalado carácter expiatorio de finalidad propiciatoria para aniquilar los pecados (mencionados 20 veces), alcanzar nuestra salvación y salvar las almas de la venganza divina. “Propiciación’ que las comunidades Ecclesia Dei defienden con uñas y dientes, con sus sacerdotes sacrificadores, formados para hablar del Santo Sacrificio de la Misa, que es una verdadera inmolación.» […]

Prosiguen los Weidert: «Si queremos poder ofrecer algún día o una fe y una práctica cristiana atractivas, debemos aventurarnos, mediante la reflexión y la formación, a descubrir un fondo aún inexplorado (sin explotar) de la salvación por Jesús, no poniendo en primer lugar su muerte contra (“por”) los pecados sino su existencia como Alianza. Porque, “en efecto, su humanidad, unida a la persona del Verbo, fue instrumento de nuestra salvación” (Vaticano II, Sacrosanctum concilium, 5). ¡La opción es clara! No entre sensibilidades y estéticas religiosas diferentes, sino entre sacrificios interminables para borrar los pecados y Eucaristías que sellan la Alianza/Cristo» [11].
 
«Cuánta razón tuvo el papa Francisco al afirmar en Desiderio desideravi que sería banal leer las tensiones, desgraciadamente presentes en torno a la celebración, como una simple divergencia entre diferentes sensibilidades sobre una forma ritual». [12]

De hecho, los cardenales Roche y Cantalamessa acaban de concordar volens nolens con furibundos modernistas como el matrimonio Weidert, que considera que el rito de S. Pío V es la misa de «otra fe».

Siendo así, en el Vaticano no pueden extrañarse de que la fidelidad al Depósito de la Fe obligue a los católicos tradicionalistas a resistir sin cejar una legislación litúrgica ilegítima, que pretende imponer una construcción litúrgica artificial (Ratzinger dixit), y se aparta en puntos esenciales de los dogmas definidos en el Concilio de Trento, mientras se restringe gradualmente, hasta su extinción, un rito santo de la Misa que se desarrolló armónicamente a lo largo de los siglos.

José Antonio Ureta

1. Cards. A. Ottaviani y A. Bacci, carta a Paulo VI, introductoria del Breve estudio crítico del Novus Ordo Missae.

2. BBC, March 19, 2023

3. http://www.cantalamessa.org/?p=4080&lang=es

4. Pío XII, encíclica Mediator Dei (Nov. 20, 1947), Vatican.va

5. Cantalamessa, Mysterium Fidei!

6. Una crítica doctrinal de Desiderio desideravi: La primacía de la adoración

7. Oscurecimiento de la centralidad de la Pasión redentora

8. Del sacrificio del Calvario al recuerdo de la Presencia

9. De sacerdotes del Sacrificio a presidentes de asambleas

10. ¿El Novus Ordo como arma para promover “otra fe”?

11. Aline y Alain Weidert, en La Croix, 10-02-2022,

12.https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_letters/documents/20220629-lettera-ap-desiderio-desideravi.html, n° 31.