Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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viernes, 11 de diciembre de 2020
Cardenal Müller: los gobiernos utilizan el Covid-19 como pretexto
Los políticos no tienen derecho a prohibir la Santa Misa y la celebración de los sacramentos dijo el 10 de diciembre el cardenal Gerhard Ludwig Müller en el sitio web LifeSiteNews.com.
Él piensa que algunos gobiernos están utilizando el coronavirus como una “oportunidad para suprimir la Iglesia Católica”.
Para Müller, las medidas del Covid-19 son “incoherentes”, ya que se permiten reuniones masivas y transporte público apretujado, mientras que están prohibidas las Misas en iglesias grandes. Él insiste diciendo que debemos ser “muy firmes” y dar prioridad al culto de Dios.
En numerosos países los obispos cancelaron o restringieron las Misas, a veces antes que los políticos los urgieron a hacerlo.
jueves, 10 de diciembre de 2020
NOTICIAS 10 de diciembre de 2020
MENTE ALTERNATIVA
Contiene Video de 8:46 minutos https://lbry.tv/@mentealt:1/transgenesis:3
MARCHANDO RELIGIÓN
La vacuna del Covid: Consideraciones éticas sobre su aplicación
CONTANDO ESTRELAS
Selección por José Martí
Pell: la quiebra del Vaticano
Estos días estamos viendo los primeros comentarios al diario de la prisión del cardenal Pell. Por el autor, por las cosas vividas, son de gran interés y estamos seguros de que darán mucho de qué hablar.
Los titulares de hoy presentan como un ataque al Papa Benedicto XVI la opinión del cardenal sobre la figura del ‘papa emérito’:
«Un Papa emérito (…) no debe llevar la sotana papal blanca y no debe enseñar públicamente. Esto se debe a que la presencia paralela de un Papa retirado y un Papa en el cargo da lugar a problemas y enredos, alimenta fracturas e incluso desmorona la idea de unidad”. «Es necesario que se aclaren los protocolos sobre el papel de un Papa que ha dimitido. Aunque el Papa retirado puede conservar el título de Papa emérito, debe reintegrarse en el colegio cardenalicio para ser conocido como Cardenal X».
Es evidente que la renuncia de Benedicto XVI ha cambiado aspectos del papado que considerábamos intocables . Pell, como tantos otros en Roma, no está preocupado en absoluto por el papa Benedicto XVI que suple, con su enorme autoridad moral y reconocida sabiduría, todos los problemas que la novedosa figura del ‘papa emérito’ puede provocar. El problema que entendemos en las palabras de Pell se refiere mucho más al futuro que al presente. La figura del ‘papa emérito’ forma parte del modo de ejercer el ministerio petrino y conviene que sea regulada para no encontrarnos con sorpresas en los años venideros. Los aires de cónclave están soplando con demasiada fuerza en estos tiempos y no creemos que terminemos el ‘año de San Jose’, como sucedió con el de la Fe, sin alguna sorpresa.
El otro punto que es resaltado es el peligro de quiebra en el Vaticano. Es un tema viejo que simplemente se está agravando con la epidemia. Muy acertadamente el cardenal Pell indica que ‘no se puede seguir siempre así’. Los problemas económicos en el Vaticano no son nuevos y se arrastran desde el pontificado de Pablo VI. Hasta ahora se han tapado los agujeros haciendo equilibrios y sin atajar con decisión el problema de fondo. El enorme desajuste entre ingresos y gastos se ha cubierto con ‘aportaciones extraordinarias’ del IOR, el banco de Vaticano, y de la Secretaría de Estado y esto durante años. A los problemas del balance anual hay que sumar los ‘deficits ocultos’ que poco a poco van aflorando. El problema de la sanidad y las pensiones de los empleados no está resuelto y podemos estar ante un escenario de pocas aportaciones y muchas obligaciones. Las reservas no son como cuentan los papeles y las pérdidas, no solo en Londres, pueden hacernos despertar bruscamente de un dolce far niente. La epidemia está precipitando las cosas, pero las raíces del problema son profundas.
Specola
martes, 8 de diciembre de 2020
María, la Mujer por excelencia.
DURACIÓN 18:19 minutos
Pinchar aquí
Homilía predicada el 15 de agosto de 1977. Texto evangélico: Lc. 1: 39-56.
lunes, 7 de diciembre de 2020
Viganò: La Iglesia de Bergoglio se arroga el impío derecho de cerrar los templos
VIRGO POTENS
Ante la inminente festividad de la Inmaculada
El rico epulón de la parábola (Lc.16,19-31), tras ser condenado al Infierno por no haber socorrido al pobre Lázaro, pidió a Abrahán que advirtiese a sus cinco hermanos de los suplicios a los cuales estaba condenado, a fin de que ellos no cayeran en el mismo pecado. Y Abrahán les respondió: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se dejarán persuadir ni aun cuando alguno resucite de entre los muertos» (Lc.16,31).
A lo largo de la historia Nuestra Señora ha intervenido como Madre amorosa para ponernos en guardia de los castigos que se ciernen sobre el mundo a causa de sus pecados, a fin de invitar a los hombres a la conversión y la penitencia y de colmar a sus hijos de innumerables gracias. Allí donde la Palabra de Dios es olvidada, aparece la voz de María Santísima, ya sea para anunciar una devoción particular, ya para pedir sacrificios y oraciones que pongan fin a las epidemias y otros azotes. En Quito, en La Salette, en Lourdes, en Fátima, en Roma, en Akita, en Civitavecchia y en muchos otros lugares la Mediadora de todas las gracias ha amonestado a la humanidad extraviada para apartarla de la rebelión a la Ley Divina y llamarla al verdadero arrepentimiento y el rezo del Santo Rosario. Pero a pesar de las diferencias en el tiempo y las circunstancias, Aquella que se digna mostrarse a unos pobres mortales como nosotros es siempre la misma; siempre misericordiosa, siempre Abogada nuestra.
La Señora que se apareció a los pastorcitos en Fátima pidió al Papa que, en unión con todos los obispos, consagrara Rusia a su Corazón Inmaculado. Hasta el día de hoy, esta petición sigue sin ser atendida, no obstante de que se hayan materializado las desgracias que el mundo habría de padecer si no se hacía caso de lo que pedía la Santísima Virgen. El ateísmo radical del comunismo se ha propagado por todas partes, y la Iglesia es perseguida por crueles y despiadados enemigos a la par que se ha llenado de sacerdotes corruptos y viciosos. Con todo, a pesar de haberse reconocido el origen sobrenatural de las apariciones y de lo evidente de las calamidades que afligen a los hombres, la Jerarquía se niega a obedecer a la Virgen. «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se dejarán persuadir ni aun cuando alguno resucite de entre los muertos», dice Abrahán al rico de la parábola. ¿Cómo puede ser que ni siquiera hayan sabido escuchar la voz de la que es Madre de Dios y Madre nuestra? ¿Qué les oprime el corazón, qué les entenebrece la mente, que los vuelve sordos y ciegos mientras el mundo se sume en el abismo y se condenan tantas almas?
En obediencia al señorío universal de Cristo Rey aceptamos también venerar a María Santísima como Reina nuestra. Y cuando invocamos al Padre nuestro con las palabras «hágase tu voluntad», sabemos que esa voluntad coincide perfectamente con la de nuestra Madre, modelo de obediencia y de humildad que mereció ser escogida desde el principio de los tiempos para engendrar en su seno virginal al Rey de reyes. Todos los deseos de la Madre de Dios son órdenes para nosotros; ni siquiera hace falta entenderlos como órdenes, porque nuestra respuesta y nuestro deseo es, y debe ser, complacerla y demostrarle fidelidad. Y esto vale de modo eminente para los sagrados ministros, que con el sacramento del Orden asumen la unción sacerdotal del Sumo Sacerdote Jesucristo: María Santísima ve a su Hijo en todo sacerdote que renueva místicamente sobre el altar el propio Sacrificio.
Por eso, causa dolor, un dolor sordo y lacerante, la indiferencia de tantas almas consagradas y de tantos, de demasiados obispos, hacia la Santísima Virgen María. Duele y desgarra el corazón oír hablar al propio Bergoglio con tanta falta de respeto a Nuestra Señora, y tener noticia de que después de reducir drásticamente las celebraciones pontificias la Pascua pasada, haya pensado en aprovecharse del covid para cancelar algunas de las celebraciones de la Santa Navidad y suspender el tradicional homenaje a la Inmaculada, cuyo monumento se alza en la Plaza de España desde 1857. Con ello perdemos otro pedazo de Roma, otra libra de carne que el cínico mercader* pretende arrancar a la vida de los romanos en prueba de fidelidad a la dictadura sanitaria (*N. del T.: Alusión a la comedia de Shakespeare El mercader de Venecia, en la que el judío Shylock exige al mercader Antonio pagar una deuda con una libra de su propia carne, aunque en esta comedia de enredo al final es el usurero el que termina perjudicado y humillado).
La Iglesia de los católicos, la Iglesia que aman cuantos se honran con el nombre de cristianos, es la que no retrocede ante la autoridades civiles volviéndose cómplice y cortesana, sino la que soporta la persecución valerosamente y con la mirada en lo sobrenatural, porque sabe que es preferible morir entre los más atroces tormentos que ofender a la Santísima Virgen y a su divino Hijo. Es la que no calla cuando el tirano de turno se alza contra la majestad de Dios, aflige a sus súbditos y traiciona la justicia y la autoridad que la legitima. Es la que no cede ante los sobornos ni se deja seducir por el poder o el dinero. Es la que sube al Calvario, como Cuerpo Místico de Cristo, para completar en sus propios miembros los padecimientos del Redentor y resucitar triunfalmente con Él. Es la que socorre a los débiles y oprimidos con misericordia y caridad mientras se yergue impávida y temible ante los arrogantes y los soberbios. Cuando hablaba el Pontífice de esa Iglesia, la grey de Cristo escuchaba la voz consoladora del Pastor manifestada en una larga serie de papas unánimes y concordes en la profesión de la única Fe.
Y por el contrario, la iglesia de Bergoglio no vacila en cerrar los templos y arrogarse el impío derecho de negar a Dios el culto público y privar a los fieles de la gracia de los Sacramentos por miserable complicidad con las autoridades civiles. Humilla a la Santísima Trinidad rebajándola al nivel de los ídolos y los demonios con los ritos sacrílegos de una religión neopagana; arranca la corona y el cetro a Cristo Rey en nombre del mundialismo masónico; ofende a la Corredentora y Mediadora para no molestar a los herejes enemigos de ella; falta al deber de predicar el Evangelio en nombre del diálogo y de la tolerancia; silencia y adultera las Sagradas Escrituras y los Mandamientos de Dios para agradar al espíritu del mundo; trastoca las sublimes e intocables palabras de la oración que el Señor nos enseñó; profana la santidad del sacerdocio eliminando en los sacerdotes y religiosos el espíritu de penitencia y de mortificación y abandonándolos a las seducciones del demonio; reniega de dos mil años de historia despreciando las glorias de la Cristiandad y la sabia intervención de la Divina Providencia en los sucesos terrenales; sigue con entusiasmo modas e ideologías en vez de formar a las almas para que sigan a Cristo; se somete y esclaviza al Príncipe de este Mundo para obtener prestigio y poder; llega a predicar el blasfemo culto al hombre rechazando los derechos soberanos de Dios. Y cuando habla Bergoglio, casi siempre se escandalizan y desorientan los fieles, porque dice todo lo contrario de lo que esperan oír del Vicario de Cristo. Les pide obediencia a su propia autoridad mientras la aprovecha para destruir el Papado y la Iglesia contradiciendo sin excepción a todos sus predecesores.
Contamos con la promesa de María Santísima: «Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará». Inclinémonos ante este Corazón palpitante de purísima caridad para que la llama de ese santo amor se refleje en cada uno de nosotros; para que la llama que en él arde nos ilumine y haga capaces de entender las señales de los tiempos. Si nuestros pastores callan por miedo o complicidad, los innumerables laicos y almas buenas tienen la oportunidad de compensar la traición y expiar los pecados de ellos invocando la misericordia de Dios, que «acogió a Israel su siervo, recordando la misericordia » (Lc. 1,54).
Hoy, los sumos sacerdotes de este sanedrín moderno ultrajan a Nuestro Señor y a su Santísima Madre como siervos complacientes de la élite mundialista que aspira a instaurar el reino de Satanás; mañana, retrocederán ante la victoria de la Virgo Potens, que restablecerá la Santa Iglesia y traerá paz y concordia a la sociedad mediante la oración y los sacrificios de muchos hijos suyos humildes y desconocidos.
Sea ése nuestro voto con el que honremos a nuestra Señora y Reina en la inminente festividad de la Inmaculada Concepción.
+Carlo Maria Viganò, arzobispo
1 de diciembre de 2020
Feria III infra hebdomadam I Adventus
Arzobispo Viganò: Francisco usa el Covid-19 "para humillar a Dios"
Al igual que en Pascua, Francisco utiliza nuevamente el Covid-19 para cancelar la Navidad y la veneración de la Inmaculada, el 8 de diciembre en la Plaza España, escribe el arzobispo Carlo Maria Viganò en una declaración datada el 7 de diciembre.
Para él, la “llamada ‘Iglesia’ de Bergoglio" cierra las iglesias y se arroga el derecho de negar el culto público de Dios y privar a los fieles de los Sacramentos “a través de una connivencia miserable con el poder civil”.
En consecuencia – cree Viganò – la “Iglesia” de Bergoglio “humilla a la Santísima Trinidad” al rebajarla al nivel de ídolos y demonios con rituales sacrílegos de una religión neo-pagana. Así le arrebata la corona y el cetro a Cristo Rey “en nombre del Globalismo Masónico”.
Viganò advierte que con frecuencia los católicos se escandalizan y desorientan cuando habla Francisco, “porque sus palabras son lo exactamente opuesto a lo que ellos esperan escuchar del Vicario de Cristo”.
Francisco pide obediencia “a su propia autoridad”, observa Viganò, si bien la utiliza para destruir el papado y la Iglesia, “contradiciendo a todos sus predecesores, sin excluir a nadie”.
Anticipo. Los diarios de la prisión del cardenal Pell
*
Puesto en libertad el 7 de abril por la Suprema Corte australiana que por unanimidad reconoció la inconsistencia de las acusaciones, el cardenal George Pell, de 79 años, entregó sus diarios de la prisión a Ignatius Press, la editorial estadounidense fundada y dirigida por el jesuita Joseph Fessio, discípulo de antigua data de Joseph Ratzinger y miembro de su “Schulerkreis”, para que sean publicados.
Y aquí está. El primer volumen del “Prison Journal” [Diario de la Prisión] de George Pell saldrá a la venta el 15 de diciembre y Settimo Cielo anticipa aquí algunos pasajes, con la autorización del editor.
El libro, de 350 páginas, cubre los primeros cinco meses de los 404 días transcurridos por el cardenal en una celda de aislamiento, en la Prisión de Evaluación de Melbourne.
Cada tarde Pell escribía el diario de la jornada, dos o tres páginas que casi siempre comenzaban con sus reflexiones sobre las dos lecturas matutinas del Breviario, una extraída de la Biblia y otra de los Padres de la Iglesia, y terminaban con una oración.
La Biblia y el Breviario – con las Laudes, las Vísperas y el Oficio de Lecturas – eran dos de sus seis libros, no más, que le fueron permitidos tener consigo en prisión, a su elección. Otro era “Guerra y Paz”, de León Tolstoi.
La celda era larga, entre 7 y 8 metros, ancha un poco más de 2 metros, con la cama, la silla, la mesita, el lavabo, el agua, la ducha y el televisor. La ventana, con sus barras y el vidrio oscurecido, permanecía siempre cerrada. En las celdas de la misma ala había asesinos y terroristas, algunos de ellos musulmanes, y Pell escuchaba tanto las oraciones como los gritos. Dos veces al día se le permitía salir por media hora en un pequeño patio rodeado por altos muros, también allí solo, y este era también el único momento en el que podía telefonear. Un par de veces a la semana recibía visitas y de tanto en tanto una religiosa le llevaba la comunión eucarística.
No se le permitía celebrar Misa, la dominical la veía en televisión. Recibía muchas cartas, también de algún vecino de celda, y los familiares y los amigos le procuraban diarios, recortes, diarios de páginas web, incluidas las de Settimo Cielo. Vestía el mismo uniforme que los demás encarcelados, sin el cinturón por razones de seguridad, y era sometido, como los demás, a frecuentes controles antidroga e inspecciones corporales.
Pero sus diarios no tienen nada triste. Más bien son calmos y tranquilazadores, aquí y allá con un hilo de ironía. Los partidos de fútbol australiano y de rugby encuentran en él un comentarista partícipe. La escritura es simple y profunda a la vez. El lamento está ausente. Aunque afloran críticas a Francisco y a Benedicto XVI, ellas son mesuradas y ecuánimes, como se puede advertir en los pasajes más abajo informados.
Sobre el escándalo financiero en la curia, que también lo había atormentado en Roma, en el diario hay menos todavía de eso poquísimo que Pell dijo hace algunos días en la entrevista con Nicole Winfield para Associated Press, que efectivamente nunca había pensado “que habría de ser en Technicolor como hemos visto”, pero “puede ser que se trate de una incompetencia desconcertante”, lamentablemente con “tanta criminalidad involucrada”, y en cuanto a la posible contribución del Vaticano a la campaña contra él en Australia su esperanza es que no haya existido, pero “pienso que descubriremos si ha habido o no”, porque “ciertamente la fiesta no ha terminado”.
Pero dejemos la palabra al cardenal Pell, en esta pequeña antología de su “Diario de la Prisión”.
*
EL DOLOR DE JOB, EL MÍO Y EL DE MIS AMIGOS CHINOS
(Lunes 4 de marzo y sábado 15 de junio de 2019, pp. 26-27 y 283-284)
En el Breviario, los problemas de Job continuaron y empeoraron, porque se le permitió a Satanás infectarlo con úlceras malignas. Pero Job no condenó a Dios, aunque su esposa, amargada, lo exhortaba “a maldecir a Dios y morir”. Job no pronunció ninguna palabra pecaminosa. “Si aceptamos de Dios lo bueno, ¿por qué no deberíamos aceptar el mal?” (Job 2, 9-10).
En muchas ocasiones, cuando se me preguntó sobre el sufrimiento inmerecido, respondí que también “al Hijo de Dios, Jesús, no todo le salió bien”. Para los cristianos, esto los induce siempre a detenerse y reflexionar, y a veces les he pedido recordar también los momentos de bendición. [...]
Jamás me han gustado los escritores, ni los grandes escritores cristianos como san Juan de la Cruz, que enfatizan el rol esencial y necesario del sufrimiento, si queremos acercarnos a Dios. Jamás he leído gran parte de su obra, al encontrarla un poco aterradora, mientras que he llegado a leer “El castillo interior” [1588] de santa Teresa de Ávila, aunque seguía una similar y robusta teología española.
Mi enfoque es más similar al del abuelo de Jude Chen, […] quien invocaba a Dios a partir de los pequeños problemas, porque sin ellos habría sido orgulloso y gracias a ellos quería evitar problemas más grandes. […]
Mi tiempo en prisión no es un picnic, pero se convierte en un período de vacaciones si se lo compara con otras experiencias de prisiones. Mi buen amigo Jude Chen, originario de Shanghai y ahora residente en Canadá, me ha escrito sobre la prisión que padeció su familia bajo el régimen de los comunistas chinos.
En 1958 el hermano de Jude, Paul, un seminarista, y la hermana Sophie, estudiante de secundaria, fueron encarcelados por ser católicos y pasaron treinta años en dos prisiones diferentes, para Sophie en el frío de China septentrional. A la familia se le concedió una visita al mes de quince minutos, cuando estaban en una prisión de Shangahi, y una carta de cien palabras al mes en el lapso de tres décadas.
Al abuelo de Giuda, Simon, que era rico y había construido una iglesia parroquial dedicada a la Santísima Trinidad, le confiscaron todos sus bienes. Jude lo amaba y ambos vivieron en la misma casa durante nueve años hasta la muerte del anciano. Jude cuenta que cuando le preguntaban sobre su propiedad confiscada, él respondía: “Todo vino de Dios y será restituido a Dios”.
Después del comienzo de la Revolución Cultural en la primavera de 1966, los Guardias Rojos irrumpieron en su casa y se decepcionaron al descubrir que el abuelo Simon había muerto. En consecuencia, destruyeron su tumba, saquearon la casa y obligaron a la madre de Jude a quemar todos sus objetos religosos. El padre de Jude fue despedido como docente y rebajado a portero.
A los once años y en la escuela primaria, Jude fue obligado a confesar a sus cuarenta compañeros de clase que era un criminal de una familia criminal. Recuerda también a su maestro que decía a sus compañeros se mantuvieran lejos de él.
A los diecisiete años, el mismo Jude fue enviado durante ochos años a un campo de trabajo en un suburbio de Shanghai. Mientras estaba por partir, sus padres le dieron esta instrucción: “Jude, no conserves odio en tu corazón, sino solamente amor”. Este es el combustible sagrado que da fuerza a la Iglesia.
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ESAS INTERPRETACIONES TAN PELIGROSAS DE “AMORIS LAETITIA”
(3 de marzo, Miércoles de Cenizas, y sábado 23 de marzo 2019, pp. 25 e 75)
Estoy siguiendo también la lectura de la Carta a los Hebreos, un gran texto, que desarrolla el objetivo central de Pablo de explicar el rol de Jesús en el Antiguo Testamento o con categorías hebreas; que completa la obra y el mensaje de la primera Alianza. La fidelidad a Cristo y a su enseñanza permanece indispensable para algún catolicismo fructífero, para algún despertar religioso. Este es el motivo por el que las “aprobadas” interpretaciones argentina y maltesa de “Amoris laetitia” son tan peligrosas: van contra la enseñanza del Señor sobre el adulterio y la enseñanza de san Pablo sobre las disposiciones necesarias para recibir adecuadamente la Santa Comunión. […]
La primera lectura del Breviario es tomada siempre del Éxodo, capítulo 20, en el pasaje que se relata la promulgación por parte de Dios de cuanto hemos ordenado en los Diez Mandamientos. Como adulto, y también como niño, los he considerado siempre esenciales. Hace cincuenta años recuerdo haber leído que Bertrand Russell, un famoso filósofo ateo, afirmaba que los Diez Mandamientos eran como un examen final de diez preguntas, de las que era suficiente responder sólo a seis. Inteligente, pero demasiado cómodo […].
En los dos Sínodos sobre la Familia, algunos voces proclamaron en voz alta que la Iglesia era un hospital de campaña o un puerto de refugio. Pero ésta es solamente una imagen de la Iglesia y está muy lejos de ser la más adecuada o relevante, porque ante todo la Iglesia debe mostrar cómo no enfermarse y como escapar a los naufragios, y aquí los mandamientos son esenciales. Jesús mismo enseñó: “Si ustedes cumplen mis mandamientos permanecerán en mi amor” (Jn 15, 10).
(En una nota editorial a pie de página, respecto a las interpretaciones de “Amoris laetitia”, se explica que “líneamientos pastorales” que “permitían recibir la Comunión en ciertas circunstancias a los católicos divorciados que se habían vuelto a casar” fueron publicadas en Argentina y en Malta, y “el papa Francisco aprobó los lineamientos de Buenos Aires en una carta a los obispos de la región en setiembre de 2016”, mientras que “la publicación de los lineamientos malteses en ‘L’Osservatore Romano’, el diario de la Santa Sede, en enero de 2017 fue vista también por algunos como una aprobación oficial de esos lineamientos”).
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“¿PAPA EMÉRITO”? UN ROL A DEFINIR
(Sábado 29 de junio de 2019, fiesta de los santos Pedro y Pablo, p. 319)
Soy favorable a la tradición milenaria que los Papas no renuncian, que continúan hasta la muerte, porque esto ayuda a mantener la unidad de la Iglesia. Los progresos en la medicina moderna han complicado la situación, al permitir que los Papas de hoy y de mañana puedan vivir probablemente mucho más que sus predecesores, aun cuando su salud se debilite mucho. […].
Pero es necesario que se clarifiquen los protocolos sobre el rol de un Papa que haya renunciado, para reforzar las fuerzas de la unidad. Si bien el Papa jubilado puede mantener el título de “Papa emérito”, se debería reinsertar en el colegio cardenalicio y pasar a ser conocido como “cardenal X, Papa emérito”, no debería vestir la sotana papal blanca y no debería enseñar públicamente. A causa de la reverencia y del amor por el Papa, muchos se sentirían reacios a imponer tales restricciones a alguien que en un tiempo se sentaba en la cátedra de Pedro. Probablemente esas medidas serían introducidas mejor por un Papa que no tenga ningún predecesor todavía viviendo.
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UNA TARJETA AUTÓGRAFA DE MCCARRICK, “ALGUNA VEZ CARDENAL”
(Martes 4 de junio de 2019, p. 254)
Ayer recibí, reenviada por mi secretario en Roma, el padre Anthony Robbie, una pequeña tarjeta recubierta por minúsculas letras ilegibles de Ted McCarrick. A pesar de los reiterados esfuerzos, no logré leer el 80 o el 90 por ciento, por eso no pude ni siquiera entender su mensaje principal para mí. Tiene ochenta y nueve años y firmó “Ted McCarrick, Catholicus, olim cardinalis”, que en latín significa “Católico, alguna vez cardenal”.
Siempre fue cortés conmigo y fue un hábil “recaudador de fondos” y tejedor de contactos, bien conectado en todos los niveles y especialmente con los Demócratas [estadounidenses]. Desafortunadamente, causó mucho daño en más de un sentido. [...] Aunque rezo explícitamente todos los días por las víctimas, nunca he mantenido una categoría en mi lista de oración por los sacerdotes abusadores y por los obispos delincuentes. Debería remediar esto y recé por Ted McCarrick, "olim cardinalis".
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LA MUSULMANA QUE SE CONVIRTIÓ A JESÚS, “A CUALQUIER COSTO”
(Lunes 1 de julio de 2019, p. 323)
Un sacerdote australiano me informó que muy poco antes había recibido a seis musulmanas en la Iglesia Católica, bautizándolas y confirmándolas, y que dos de ellas habían sido enviadas al ostracismo por sus familias. Él preguntó a una de ellas por qué estaba decidida a dar este paso, y ella respondió simplemente que “quería amar a Jesús, a cualquier costo”. El mismo sacerdote comentó después: “Supongo que para todos nosotros esto debería ser nuestro único motivo y objetivo". Ellas forman parte de un constante flujo subterráneo de musulmanes convertidos.
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EL CASO DEL RUGBIER FOLAU, CUANDO TAMBIÉN DIOS SE PIERDE EN LA NIEBLA
(Lunes 6 de mayo y miércoles 26 de junio de 2019, pp. 181 y 309-311)
Israel Folau es un brillante jugador de rugby, originario de Tonga y hombre piadoso, de fe cristiana simple, un protestante de vieja estampa, que no tiene tiempo para las fiestas católicas de Navidad y de Pascua, mucho menos para la devoción a la Virgen.
Ha parafraseado y modificado la lista de san Pablo de los que no “heredarán el Reino de Dios”, publicando su advertencia en Instagram: “Borrachos, homosexuales, adúlteros, mentirosos, fornicadores, ladrones, ateos, idólatras. El infierno les espera. Arrepiéntanse”. Ahora bien, los funcionarios del sindicato de rugby lo despidieron por incitación al odio. [...]
Este caso creará precedentes importantes en la lucha por la libertad religiosa, y el Lobby Cristiano Australiano mostró sentido común al apoyar a Folau. Aun cuando no estoy a favor de condenar a las personas al infierno, porque esto es asunto de Dios, Folau está reafirmando simplemente las enseñanzas del Nuevo Testamento, cuando detalla las actividades no compatibles con la pertenencia al Reino de los Cielos. Lo que es extraño es que no hayan surgido quejas por parte de idólatras, adúlteros, mentirosos, ladrones, fornicadores, etc., pidiendo su expulsión y despido. Me pregunto cuántos de los que han sido hostiles con Folau son cristianos y cómo pueden creer en el paraíso y en el infierno. Quien está seguro de sus propias convicciones no se preocupa demasiado por la expresión de puntos de vista diferentes y opuestos, especialmente si los considera desprovistas de sentido. Por el contrario, las fuerzas cada vez más groseras de lo políticamente correcto no aceptan que todas las personas sean tratadas con respeto y amor, sino que exigen, en nombre de la tolerancia, no sólo que la actividad homosexual sea legal tal como los matrimonios del mismo sexo, sino que todos deben aprobar esas actividades, al menos públicamente; y que se le impida a todos predicar enseñanzas cristianas sobre el matrimonio y sobre la sexualidad en cualquier espacio público. Esto sería precisamente el final de la libertad religiosa. [...]
Estamos entrando en un nuevo mundo de ideas, con el colapso del monoteismo. […] La civilización occidental nos ha convertido en lo que somos y una de las razones de su éxito es la tensión creativa entre Atenas y Jerusalén. Ambas ciudades están bajo ataque. Jerusalén y Roma, su aliada, soportan el mayor peso de este ataque, los ataques frontales, pero la debilidad de ambas hace difícil defender a Atenas. Cuando se pierde de vista a Dios en medio de la niebla, sea ésta la niebla de la lujuria, de la posesión o del poder, se violan las defensas de la razón y de la verdad.
Sandro Magister
“Un cuento de Navidad para Le Barroux”. De Natalia Sanmartín Fenollera
Gracias a la generosidad de la Señorita Prim, perdón… de Natalia Sanmartín, hemos recibido ayer el libro “Un cuento de Navidad para Le Barroux”.
Le Barroux es un lugar en Francia donde existe una abadía tradicional francesa con monjes benedictinos. Y la Navidad, es el recuerdo del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo (por las dudas, ¿vio?).
¿De qué trata este cuento breve de apenas 72 páginas y excelentes ilustraciones de Michaela Harrison (otra aficionada a los signos benedictinos)?

Pues no se lo vamos a contar aquí…; sólo podemos decirles que, en menos de una hora, se lee; porque es un cuento, un cuento brevísimo para niños y grandes que sólo los primeros entenderán (los adultos diremos que lo entendimos, pero será mentira).
Un niño, sin padre, pierde a su madre; no a una madre común, sino a esas que sólo tienen tiempo para lo importante y no para lo urgente. Una madre que es capaz, de contar cuentos, cazar mariposas y desgranar rosarios…
Y ese pequeño, amante de las arañas, de los libros de ciencias y de los héroes bíblicos, luego de verse huérfano de lo que más ama un niño en esta tierra –fuera de las arañas, de los cuentos y de los héroes bíblicos, claro– comienza a preguntarse si todo eso que oía de los labios de su madre, era verdad.
Porque las madres no mienten, exageran…, como exagera siempre el amor.
Es el caer en la adultez, ese tiempo de ensueño que, muchas veces, nos impide gozar de la vida verdadera, que es la vida de arriba, que “no se goza estando viva hasta que esta vida muera”, como decía la santa de Ávila.
– “¿Y si no es cierto esto o lo otro? ¿y si todo es un “cuento narrado por un idiota”?¿y si después de esta vida, nada…?”.
Y nos vienen a la idea las apuestas pascalianas, de que es mejor vivir etsi Deus daretur a vivir como si Dios no existiese, es decir, como políticos…
Y el niño pide signos; signos de que todo lo que le narraban era verdad. Como Gedeón, como Moisés, y no los ve; o, mejor dicho, los ve, pero no los percibe; como se ven las especies eucarísticas sin que, muchas veces, percibamos la realidad.
Y pasan las navidades, con peticiones, recuerdos y anécdotas; y rostros que ya es difícil por haberlos soñado y pensado tantas veces; y sólo recién, al final, el niño, a punto de caer en la adultez, es decir, ese período que sucede a la enfermedad de la adolescencia, entiende que esas señales que pedía al Buen Dios, estaban allí, en una estrella, en una torre o en un arca, que escondían y velaban lo que existía pero, muchas veces, no se dejaban ver, como el Sol.
Y entonces, despierta. Como la Señorita Prim.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, SE
Un niño, sin padre, pierde a su madre; no a una madre común, sino a esas que sólo tienen tiempo para lo importante y no para lo urgente. Una madre que es capaz, de contar cuentos, cazar mariposas y desgranar rosarios…
Y ese pequeño, amante de las arañas, de los libros de ciencias y de los héroes bíblicos, luego de verse huérfano de lo que más ama un niño en esta tierra –fuera de las arañas, de los cuentos y de los héroes bíblicos, claro– comienza a preguntarse si todo eso que oía de los labios de su madre, era verdad.
Porque las madres no mienten, exageran…, como exagera siempre el amor.
Es el caer en la adultez, ese tiempo de ensueño que, muchas veces, nos impide gozar de la vida verdadera, que es la vida de arriba, que “no se goza estando viva hasta que esta vida muera”, como decía la santa de Ávila.
– “¿Y si no es cierto esto o lo otro? ¿y si todo es un “cuento narrado por un idiota”?¿y si después de esta vida, nada…?”.
Y nos vienen a la idea las apuestas pascalianas, de que es mejor vivir etsi Deus daretur a vivir como si Dios no existiese, es decir, como políticos…
Y el niño pide signos; signos de que todo lo que le narraban era verdad. Como Gedeón, como Moisés, y no los ve; o, mejor dicho, los ve, pero no los percibe; como se ven las especies eucarísticas sin que, muchas veces, percibamos la realidad.
Y pasan las navidades, con peticiones, recuerdos y anécdotas; y rostros que ya es difícil por haberlos soñado y pensado tantas veces; y sólo recién, al final, el niño, a punto de caer en la adultez, es decir, ese período que sucede a la enfermedad de la adolescencia, entiende que esas señales que pedía al Buen Dios, estaban allí, en una estrella, en una torre o en un arca, que escondían y velaban lo que existía pero, muchas veces, no se dejaban ver, como el Sol.
Y entonces, despierta. Como la Señorita Prim.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, SE
domingo, 6 de diciembre de 2020
Vaticano admite ruptura con "lo que la Iglesia hizo alguna vez"
El Manual sobre Ecumenismo del Vaticano, presentado el 4 de diciembre, admite la ruptura con la tradición católica.
El número 17 afirma que los católicos “no sólo pueden ciertamente, sino que deben” buscar oportunidades para rezar con otros cristianos, pero deberían comprender que algunas comunidades cristianas no practican la oración en común, “tal como fue alguna vez el caso de la Iglesia Católica”. El Manual recomienda rezar juntos los Salmos y los Cánticos escriturísticos.
Es fácil mostrar que las exigencias contenidas en el Manual se oponen a la doctrina católica:
• Sínodo de Laodicea (363 d.C.): “Nadie debe rezar en común con herejes y cismáticos”.
• Concilio de Cartago (397 d.C.): “Nadie debe rezar o cantar salmos con herejes”.
• Derecho Canónico (1917 d.C.): “No es lícito para los católicos asistir o tomar parte en forma activa en ceremonias no católicas”.
• Congregation del Santo Oficio (1949 d.C.): “Se debe evitar cualquier comunicación en el culto”.
El Manual, n. 20, recomienda que los “ministros” católicos y otros “ministros” cristianos prediquen durante los servicios no eucarísticos de los demás.
El Manual, n. 36, afirma que la fe y una “disposición adecuada” son suficientes para que los no católicos reciban la Comunión. El Concilio de Trento condena esta postura y define que la fe sola NO es una base suficiente para recibir la Comunión, porque se necesita también la Confesión.
El Manual manipula el lenguaje, introduciendo palabras como “interconfesional” e “intereclesial”. Utiliza el término “Iglesias” para las comunidades no católicas sin distinción, con letras mayúsculas para las comunidades ortodoxas y en letras minúsculas para las sectas protestantes.
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO: La oscuridad de la Fe y la verdadera Pobreza.
Homilía predicada el 17 de diciembre de 1995.
Texto evangélico: Mt. 11: 2-11.
Duración: 40 minutos
Pinchar aquí
“Urge aprender a detectar trampas en el lenguaje, también en el cristiano”
Siete años después de publicar su novela El despertar de la señorita Prim, la periodista y escritora Natalia Sanmartin Fenollera vuelve a la escena literaria con Un cuento de Navidad para Le Barroux, una historia entrañable que no tiene miedo a medirse con el dolor de un niño. Hablamos con ella sobre la cultura contemporánea, la transmisión de la fe y la importancia de cuidar las palabras para hacerse entender.
Un niño de 8 años y sus hermanos, a los que el padre abandonó, pierden ahora a su madre a causa de una enfermedad. El chico pide una señal a Dios: quiere saber si “lo que mamá decía sobre Dios, la cueva y el cielo era verdad”. Aparentemente, Dios calla. Pero en la tercera Navidad, el niño aprende a leer el lenguaje de Dios.
“El cuento nació –me explica– a petición de los benedictinos de Le Barroux, en Francia, con los que tengo una relación muy especial. Me pidieron el cuento para leer en el refectorio, en la fiesta de Navidad. Michaela Harrison, la ilustradora, vive a los pies de otro monasterio benedictino con el que también mantengo una estrecha amistad, la abadía de Clear Creek, en Oklahoma. Así que tanto el texto como las ilustraciones han ‘salido’ de dos abadías de San Benito, una francesa y otra estadounidense, y en las dos se ha traducido el cuento para poder leerlo en voz alta”.

— El protagonista de su cuento supera una crisis de fe gracias a las señales que descubre en las realidades materiales. ¿Puede la belleza rescatar a quienes han dejado de creer en la Navidad?
— La belleza es uno de los atributos de Dios y ha sido siempre un camino clásico de conversión a la vida cristiana. Pero el cuento no habla tanto de la belleza como del misterio de la Navidad y también del enigma que encierra la visión sacramental del mundo, la idea de que tras la realidad material está siempre la espalda de Dios, por decirlo así, y de que Dios habla a través de las cosas. Simone Weil decía que la Creación está llena de símbolos y que solo hay que leerlos. El cuento habla de un niño que le pide a Dios una y otra vez una prueba de que la Navidad es real y de que el Cielo existe, pero también de cómo Dios, el mismo Dios que habló a Abraham en el desierto, escucha atentamente esa voz.
“Es difícil pensar en una tarea más grande en la vida cotidiana de una familia cristiana que mostrar a los niños el rostro de Dios”
— Al igual que El despertar de la señorita Prim, su nuevo libro es un relato sobre una comunidad contracultural; en este caso, un hogar cristiano donde se reza, se lee mucho, se mira a las estrellas, se anima a atesorar recuerdos… ¿Qué valores y actitudes le gustaría llevar a la cultura dominante?
— En realidad no he pretendido mostrar una comunidad contracultural, sino un hogar cristiano en medio de un mundo que mayoritariamente ya no lo es o que al menos no vive como tal. Sé que hay una preocupación grande por llevar lo cristiano a la cultura dominante, y me parece muy lícito, pero en ese tema quizá soy menos optimista. A mí me parece que la tarea urgente no es tanto bautizar la cultura dominante como transmitir la fe cristiana y preservarla de adulteraciones, buscar la propia conversión y ayudar en lo posible a quien cada uno tiene cerca y conservar esa fe en un medio hostil antes de pensar en nada más.
Kierkegaard tiene una frase muy dura, pero muy certera, sobre el cristianismo en el mundo occidental. Él hablaba de la Dinamarca luterana de su tiempo, pero creo que se nos puede aplicar a nosotros también. Decía que el cristianismo se había convertido en algo tan desprovisto de carácter que realmente no quedaba nada por perseguir, y que el principal problema de los cristianos era que nadie quería perseguirlos ya. Creo que eso, perder de vista el tesoro en el campo o sustituirlo por una baratija, es más importante que evangelizar la cultura y los valores
dominantes.

Ilustración de “Un cuento de Navidad para Le Barroux”. © Michaela Harrison
— Coincido en que la conversión personal es la tarea urgente. Sin embargo, ¿no cree que esa conversión y la misma transmisión de la fe en el hogar se hacen dentro de un contexto cultural del que uno no puede desentenderse enteramente?
— Sí, estoy de acuerdo con que el contexto cultural es fundamental en la transmisión de la fe; cultura viene de cultivar, y la cultura, si es lo que debe ser, tiene que convertirse en el terreno que recibe la semilla y que la protege en su crecimiento. Pero también creo que se habla mucho de cristianizar la cultura, de participar en el debate público, de dar testimonio, de hacer apostolado, de estar en todas partes, y se presta menos atención a algo que me parece muy evidente, y es el hecho de que antes de nada la tarea empieza por la propia casa, por la propia evangelización, por analizar qué es lo que estoy recibiendo y qué estoy transmitiendo como fe cristiana, porque buena parte de la crisis actual no está fuera de la Iglesia, sino también dentro.
Antes de la dimensión social está la personal, antes de pensar en evangelizar el mundo es necesario pensar en fortalecer y purificar la propia fe. En la vida cristiana la contemplación siempre viene antes de la acción.
— La madre se preocupa de transmitir la fe a sus hijos y de formarles la sensibilidad estética. Para ella, las dos cosas van de la mano. ¿Cree que la educación católica debería insistir más en esta fórmula?
— Creo que la educación católica tiene que transmitirse en el hogar y que las madres son la pieza central de esa tarea en la infancia, por encima de las clases de religión, las catequesis, las convivencias y los grupos parroquiales. Pero también creo que para hacer eso hay que fortalecerse en la fe y dedicar tiempo a la contemplación porque nadie puede transmitir lo que no tiene.
Es difícil pensar en una tarea más grande en la vida cotidiana de una familia cristiana que descubrir las maravillas de la Creación a los niños, mostrarles el rostro de Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento, enseñarles a rezar, familiarizarlos con la liturgia, y también prepararlos para un mundo que les dirá que todo eso es pura falsedad. Al mismo tiempo me parece que tenemos que aprender a contarles las cosas mejor, mirar más y más hacia la Escritura.
En La Historia de Jesucristo, Bruckberger habla de la Encarnación, de la primera Navidad, y escribe como si tuviese delante la escena; cuenta que el pueblo esperaba, que Satanás también esperaba, que se intuía algo en el aire, un acontecimiento grande, un desembarco inminente y liberador.
“Creo que el pensamiento y la vida intelectual existen más allá del debate público, que solo muestra una parte”
— Hace unos días, dos columnistas de distintos medios –Diego S. Garrocho y Miguel Ángel Quintana Paz– abrieron un diálogo sobre la escasa influencia de los intelectuales cristianos en el debate cultural contemporáneo. No es que no existan esos pensadores, venían a decir: es que no se les ve. ¿Usted qué opina?
— Creo que el pensamiento y la vida intelectual existen más allá del debate público, que solo muestra una parte, igual que la historia existe más allá de los libros de historia. Y personalmente no me parece decisivo que haya o no muchas referencias contemporáneas; me parece decisivo que haya referencias, y siempre las hay, hay siglos de pensamiento donde elegir, y no es una forma de hablar. Existe una gran cantidad de gente que leer y que estudiar; a mí me importa poco que hayan nacido hace 40 o 400 años.
— Una de las cosas que, en mi opinión, pone de relieve ese debate es el desinterés de algunos creyentes por la construcción de una nueva cultura. En general, se habla mucho de la responsabilidad política y social de los cristianos, pero se habla menos de la cultural. ¿Cómo fomentarla?
— Sí, es verdad. Yo no creo que exista realmente una responsabilidad política, social o cultural de los cristianos como tal, pero en cualquier caso la cultura se transmite casi por contagio y hay algo muy misterioso en el hecho de que a veces esa transmisión funciona y otras veces no. Pero hay una tarea urgente que tiene que ver con aprender a detectar trampas en el lenguaje, también en el lenguaje cristiano. Cosas como llamar fe al sentimentalismo, puritanismo a la pureza, fortaleza al voluntarismo, obediencia o responsabilidad a la desacralización de lo santo o tolerancia a la indiferencia, y son solo algunos ejemplos.
viernes, 4 de diciembre de 2020
Meditación del arzobispo Viganò sobre la libertad humana en este momento de crisis
Traducido del italiano por el traductor de Google
Este artículo puede verse también en ADELANTE LA FE y en Stilum Curiae con el título Viganò: "La ciencia se ha prostituido a los intereses de la Élite mundial"
Oh Dios, eres temible desde tu santuario;
el Dios de Israel da fuerza y poder a su pueblo.
Sal 68, 35
El 19 de noviembre de 2020, el fundador del Foro Económico Mundial , Klaus Schwab, declaró que "Covid es una oportunidad para un reinicio global". En realidad, Schwab repite servilmente lo que el 3 de mayo de 2009, en el semanario francés L'Express Jacques Attali dijo:
«La historia nos enseña que la humanidad evoluciona significativamente sólo cuando tiene miedo: entonces inicialmente desarrolla mecanismos de defensa; a veces intolerable (de chivos expiatorios y totalitarismos); a veces inútil (de distracción); a veces eficaz (terapéutica, que si es necesario elimina todos los principios morales anteriores). Luego, una vez superada la crisis, el miedo transforma estos mecanismos para compatibilizarlos con la libertad individual e inscribirlos en una política de salud democrática ».
En ese entonces era la peste porcina, que según los medios debería haber causado millones de víctimas y para la cual los estados compraron millones de dosis de vacunas de BigPharma que nunca se usaron, porque resultaron inútiles . Inútiles para todos.
Cabe preguntarse por qué un virus de la gripe que según datos recientes de la OMS tiene una mortalidad (0,13%) ligeramente superior a la de un síndrome de gripe estacional normal (0,10%) podría haber llevado a la declaración de la pandemia y a una serie de contramedidas prácticamente idénticas en casi todos los estados europeos y el continente americano.
Uno también podría preguntarse por qué los tratamientos de Covid-19 generalmente se desacreditan, minimizan o prohíben, mientras que la vacuna se considera la solución más efectiva; y debe entenderse cómo es posible crear una vacuna, ya que - según las declaraciones de los CDC ( Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) EE. UU. - el virus aún no se ha aislado: ¿qué antígeno se utiliza si el SARS-CoV-2 no se puede aislar y replicar? ¿Y qué fiabilidad pueden tener los hisopos, ya que están calibrados sólo en el Coronavirus genérico? Y si el 19 de octubre el Hospital Spallanzani de Roma anunció la experimentación de una prueba que distingue entre la gripe normal y la Covid-19, ¿hasta ahora qué han dado positivo los pacientes que se lo someten? Quizás por eso algunos miembros de las juntas directivas de Moderna y Pfizer han vendido parte de sus acciones.
Así que volvamos a las preguntas que muchos se habían hecho meses atrás, y a mi denuncia contenida en las dos Cartas Abiertas al presidente Trump: aparece en su desconcertante realidad un plan mundial, cuyos artífices, creando una alarma social injustificada sobre una supuesta pandemia que hoy no vemos.
Al ser más grave que un síndrome gripal normal, como lo confirman los datos oficiales de todo el mundo, se utiliza para crear una tremenda crisis social y económica mundial y legitimar la drástica reducción de los derechos básicos de la población. Es lo que sus autores llaman el Gran Reinicio, el reinicio global de la economía, de la sociedad, de las masas.
En este proyecto, Covid juega un papel fundamental, como coartada que justifica - frente al tótem de una ciencia prostituida a los intereses de la élite tras haber abdicado de su misión de salvar vidas humanas - la privación de libertad, la injerencia de los gobiernos en la vida privada de los ciudadanos, el establecimiento de un régimen pseudo-sanitario en el que, contra toda evidencia científica objetiva, se decide desde arriba el número de comensales, la distancia entre las personas, la posibilidad de comprar, vender, respirar e incluso rezar.
Alguien, en el ensordecedor silencio de la Jerarquía, ha impuesto el cierre de iglesias o la limitación de las celebraciones religiosas, considerando la Casa de Dios como un cine o un museo, pero al mismo tiempo declarando las clínicas de aborto "servicios imprescindibles".
Son las paradojas de un poder descarriado, dirigido por personas corruptas de alma y vendidas a Satanás que, tras repetir obsesivamente el mantra de la democracia y de que el poder le pertenece al pueblo, se ve ahora obligado a imponer una dictadura contra el mismo pueblo, para lograr objetivos encaminados a proteger los intereses políticos y financieros de la élite. Los ricos son cada vez más ricos, mientras que la clase media que constituye el tejido social y el alma misma de las naciones está siendo arrasada.
La Revolución Francesa arrasó con la aristocracia occidental; la Revolución Industrial arrasó con los campesinos y extendió la proletarización que condujo al desastre del Socialismo y del Comunismo; la Revolución del 68 demolió la familia y la escuela.
Este Gran Reinicio , buscado por la élite globalista, representa la última revolución con la que crear una masa informe y anónima de esclavos conectados a la red, confinados en casa, amenazados por una serie infinita de pandemias diseñadas por quienes ya tienen preparada la vacuna milagrosa.
En estos días, con la sincronía de un plan orquestado en los más mínimos detalles bajo una única dirección, la imposición de la vacuna está siendo teorizada por muchas partes, de las que, además, se desconoce la efectividad real o las consecuencias que pueda tener. Esta obligación también debe ir acompañada de un pasaporte sanitario, para que quienes lo posean puedan moverse sin limitaciones, mientras que quienes lo rechacen no puedan utilizar los medios de transporte, asistir a restaurantes y lugares públicos, escuelas y oficinas. Que esto represente una violación intolerable de las libertades individuales no parece ser un problema para el Great Reset, avalado por instituciones internacionales como la Unión Europea y la ONU.
Ante un despliegue de fuerzas tan masivo y coordinado nos quedamos asombrados, desconcertados por el descaro de quienes nos están diciendo, en esencia, que debemos aceptar en silencio la dictadura de un grupo de poder sin rostro, porque así lo ha decidido. Estamos desconcertados por la esclavitud de la Izquierda mundial - y de los demócratas en Estados Unidos - a esta agenda, que no conoce límites, ninguna restricción a su ejecución; hasta el punto de organizar un golpe electoral de tal magnitud y gravedad que horroriza. Al fraude manual de boletos duplicados, votos de personas fallecidas,
Descubrimos que las personas detrás de este fraude macroscópico son siempre las mismas, siempre del mismo partido político, siempre subordinadas a la misma ideología. Gente corrupta en intelecto y voluntad, porque se han hecho esclavos de un tirano despiadado, después de haberse negado a obedecer a un Señor bueno, justo y misericordioso. Así como éstos han aceptado la esclavitud del pecado y la rebelión contra Dios, hoy quisieran arrastrar a toda la humanidad a un abismo de muerte y desesperación: es la miserable venganza de Satanás quien, al no poder vencer a Aquel que lo arrojó al infierno, trata de arrastrar con él tantas almas como sea posible, en un intento de frustrar la obra de la Redención.
Nosotros, creyentes en Cristo, Nuestro Único Señor, no tenemos por qué temer, ni siquiera contra toda razón humana: sabemos que, renacidos en el Bautismo, ya no somos siervos sino hijos de Dios y que, conservando la amistad de nuestro Señor, con la Gracia, podemos confiar en Él, en Su ayuda providente, en Su poderosa protección. En definitiva, esta es la verdadera libertad: la libertad de los hijos de Dios, que obedecen su ley no por temor sino por amor, no por compulsión, sino porque adhiriéndose a la voluntad divina encontrarán su propia realización perfecta y su plenitud. Porque cada alma ha sido creada para la mayor gloria de Dios, para la bienaventuranza eterna, como recompensa de la fidelidad al Salvador.
¡No se turbe nuestro corazón! Las maniobras de quienes trabajan en la oscuridad van saliendo a la luz, mostrándose con todo su horror y revelando su matriz perversa e infernal. Mentiras, engaños, violencia, muerte: ésta es la cruda realidad del mal ante la cual la gente de buena voluntad sólo puede horrorizarse. Si Nuestro Señor se digna escuchar las oraciones de sus hijos, este castillo de mentiras y fraudes se derrumbará miserablemente, y sus arquitectos tendrán que volver a esconderse para escapar de los rigores de la justicia y la execración de los pueblos.
Son horas decisivas: seguimos rezando, rezando el Santo Rosario, nutriéndonos de la Santísima Eucaristía, haciendo penitencia. La voz coral que se eleva al trono de la divina Majestad no quedará sin escuchar. No nos desanimemos, porque es en el momento de la prueba cuando el Señor nos da la posibilidad de mostrar nuestra confianza en Él y ver la grandeza de su misericordia.
"Todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo" (Jn 14, 13). Nuestro Señor nos dijo claramente: cualquier cosa. Por tanto, pidamos al Padre, en el nombre del Hijo, nuestro Señor y Redentor, por intercesión de Su Santísima Madre, nuestra poderosa Mediadora, que muestre Su gloria, que conceda la exaltación de la Santa Iglesia, la paz y la prosperidad a los pueblos cristianos, la conversión de los pecadores, la derrota de sus enemigos.
"Que Dios se levante, y sus enemigos sean esparcidos, y los que le aborrecen huirán ante él" (Sal 68, 1).
+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo
25 de noviembre de 2020
S. Catharina, Virgo et Martyr
‘Prison Journal’ de Pell
El cardenal Pell, ya está presente con su «Prison Journal», en el que relata parte de los 404 días que pasó en prisión por falsas acusaciones de abuso:
«Escribí este libro para ayudar a la gente a comprender un poco mejor el cristianismo. Además, deseo que lo que me pasó no vuelva a suceder en Australia, es decir, que un miembro de un grupo muy impopular que defiende ideas políticamente incorrectas sea aniquilado por una avalancha de opiniones hostiles”. «También soy consciente de que ésta ha sido una oportunidad para profundizar en mi fe cristiana».
Se siente chivo expiatorio en el tema de los abusos:
«Son un cáncer, pero creo que la Iglesia está afrontando bien el problema. He tomado medidas duras para frenar el fenómeno, pero las verdaderas víctimas no serán ayudadas por la condena de algunos inocentes. Creo en la justicia y creo firmemente que para condenar a alguien hay que demostrar que es culpable más allá de toda duda razonable».
jueves, 3 de diciembre de 2020
miércoles, 2 de diciembre de 2020
Una orgía de maniqueísmo hipócrita recorre la izquierda (Carlos Esteban)
“Eurodiputado de la extrema derecha cazado en una orgía de 25 personas con drogas en pleno COVID”, se lee en un comentario aparecido en la cuenta de Podemos en la red social Twitter. “Dios, patria, familia… drogas y orgías, en ese orden. Los guardianes de la moral de occidente”.
Eurodiputado de la extrema derecha cazado en una orgía de 25 personas con drogas en pleno COVID.
Dios, patria, familia… drogas y orgías, en ese orden.
Los guardianes de la moral de occidente.
— PODEMOS (@PODEMOS) December 1, 2020
Sería demasiado fácil y, por tanto, sin interés, responder del modo más obvio, a saber, que si el comportamiento personal incoherente deslegitima el ideario de un grupo o partido, hace tiempo que el propio Podemos habría tenido que echar el cierre a su propio chiringuito, cuyos miembros colocados a la sombra del poder han reaccionado a su buena fortuna política con una voracidad tan desvergonzada y amante del capital que hubiera hecho enrojecer a Al Capone. Podría, cualquiera de mis lectores podría, calcar ese mismo tuit cambiando solo el ‘pecado’ concreto y los ideales podemitas, y multiplicarlo por más de una docena.
Pero me interesa más otro aspecto de la denuncia de este partido y otros egregios representantes de esa o parecida doctrina, un aspecto que, además de ser más significativo, es también más propio de una publicación de temática religiosa. Y ese aspecto es que la izquierda en particular y toda la progresía que constituye el pensamiento dominante de la modernidad tiene una raíz evidentemente religiosa y que toma de la Iglesia sus rasgos más cuestionables, convirtiéndolos en caricatura.
En concreto, el pensamiento progresista es heredero directo del calvinismo. Calvino postulaba que, siendo Dios omnipotente, no cabía la posibilidad de que el hombre pudiera oponerse a Su Voluntad, ni positiva ni permisiva. Así, la libertad del hombre es incompatible con la Soberanía de Dios, con lo que no puede existir y sería meramente ilusoria. Dios habría creado, pues, a los hombres predestinados al Cielo o al Infierno. Los primeros, los Elegidos, no podrían pecar por más que lo intentasen, y tampoco podrían hacer el bien los segundos, los Réprobos, fatalmente destinados al Mal.
En una entrevista concedida por el ahora ministro de Consumo, el comunista Alberto Garzón, a la periodista Ana Pastor, éste alegaba que una persona de izquierdas no puede delinquir. Con lo que si un miembro de un partido de izquierdas delinquía -era ‘malo’ en un sentido moral-, entonces no era realmente de izquierdas. No me crean, busquen la entrevista porque no tiene desperdicio.
Podemitas con más luces que el señor ministro no hacen tan evidente la naturaleza férreamente teológica de sus creencias, pero todo en su participación en el debate público lo refleja claramente para quien sepa interpretarlo. La misma doble vara de medir que emplean de continuo, por la que es intolerable en otros lo que en ellos es impecable -la propia tenencia del celebérrimo chalet del líder, por citar un ejemplo manido-, revela claramente que, en su sistema de creencias, “todo es puro para los puros” y, perteneciendo ellos al Ejército de la Luz, nada de lo que hagan puede considerarse realmente culpable, al contrario que sucede con sus enemigos, que incluso el bien aparente lo hacen por intereses inconfesables.
Lo curioso en este caso es que, supuestamente, no hay nada en sus principios expresos que condene la participación en una orgía, bien al contrario: en materia sexual, solo la continencia -la ‘represión’- es un pecado. Lo que reprochan al eurodiputado es su ‘hipocresía’, lo que en su caso tiene alguna gracia.
No tengo ni idea de si el húngaro del cuento es un hipócrita. Bien podría ser. También podría ser algo más común que todo eso: un pobre pecador. Pero eso es accidental y ni entra ni sale, porque no podemos pretender que un comunista entienda que el cristiano, a diferencia de lo que sucede en sus filas, no presume de santo, sino que se acusa de continuo de pecador.
Naturalmente, que las ideas de Dios, patria y familia sean tan defendibles si sus partidarios son coherentes con ellas como si no lo son, es algo que se escapa a quienes, como Iglesias, pretende que quien paga 600.000 euros por un chalet no puede ser ministro de Economía pero sí, oh milagro, vicepresidente del Gobierno.
Carlos Esteban
lunes, 30 de noviembre de 2020
Un nuevo libro de Natalia Sanmartín Fenollera
Planeta ha publicado el nuevo libro de Natalia Sanmartín Fenollera, la autora de El despertar de la señorita Prim, que tanto éxito tuvo en el mundo entero, tanto dio que hablar a los círculos católicos y tanto nos consoló a nosotros, los más pequeños e insignificantes de todos. Se trata de Un cuento de Navidad para Le Barroux.
Aceprensa le hizo la semana pasada una entrevista que aquí reproduzco. No solamente vale como una buena introducción al nuevo libro sino, y sobre todo, por los conceptos que la autora vierte, y que dan mucho que pensar.
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Un niño de 8 años y sus hermanos, a los que el padre abandonó, pierden ahora a su madre a causa de una enfermedad. El chico pide una señal a Dios: quiere saber si “lo que mamá decía sobre Dios, la cueva y el cielo era verdad”. Aparentemente, Dios calla. Pero en la tercera Navidad, el niño aprende a leer el lenguaje de Dios.
“El cuento nació –me explica– a petición de los benedictinos de Le Barroux, en Francia, con los que tengo una relación muy especial. Me pidieron el cuento para leer en el refectorio, en la fiesta de Navidad. Michaela Harrison, la ilustradora, vive a los pies de otro monasterio benedictino con el que también mantengo una estrecha amistad, la abadía de Clear Creek, en Oklahoma. Así que tanto el texto como las ilustraciones han ‘salido’ de dos abadías de San Benito, una francesa y otra estadounidense, y en las dos se ha traducido el cuento para poder leerlo en voz alta”.
- El protagonista de su cuento supera una crisis de fe gracias a las señales que descubre en las realidades materiales. ¿Puede la belleza rescatar a quienes han dejado de creer en la Navidad?
— La belleza es uno de los atributos de Dios y ha sido siempre un camino clásico de conversión a la vida cristiana. Pero el cuento no habla tanto de la belleza como del misterio de la Navidad y también del enigma que encierra la visión sacramental del mundo, la idea de que tras la realidad material está siempre la espalda de Dios, por decirlo así, y de que Dios habla a través de las cosas. Simone Weil decía que la Creación está llena de símbolos y que solo hay que leerlos. El cuento habla de un niño que le pide a Dios una y otra vez una prueba de que la Navidad es real y de que el Cielo existe, pero también de cómo Dios, el mismo Dios que habló a Abraham en el desierto, escucha atentamente esa
— Al igual que El despertar de la señorita Prim, su nuevo libro es un relato sobre una comunidad contracultural; en este caso, un hogar cristiano donde se reza, se lee mucho, se mira a las estrellas, se anima a atesorar recuerdos… ¿Qué valores y actitudes le gustaría llevar a la cultura dominante?
— En realidad no he pretendido mostrar una comunidad contracultural, sino un hogar cristiano en medio de un mundo que mayoritariamente ya no lo es o que al menos no vive como tal. Sé que hay una preocupación grande por llevar lo cristiano a la cultura dominante, y me parece muy lícito, pero en ese tema quizá soy menos optimista. A mí me parece que la tarea urgente no es tanto bautizar la cultura dominante como transmitir la fe cristiana y preservarla de adulteraciones, buscar la propia conversión y ayudar en lo posible a quien cada uno tiene cerca y conservar esa fe en un medio hostil antes de pensar en nada más. Kierkegaard tiene una frase muy dura, pero muy certera, sobre el cristianismo en el mundo occidental. Él hablaba de la Dinamarca luterana de su tiempo, pero creo que se nos puede aplicar a nosotros también. Decía que el cristianismo se había convertido en algo tan desprovisto de carácter que realmente no quedaba nada por perseguir, y que el principal problema de los cristianos era que nadie quería perseguirlos ya. Creo que eso, perder de vista el tesoro en el campo o sustituirlo por una baratija, es más importante que evangelizar la cultura y los valores dominantes.
— Coincido en que la conversión personal es la tarea urgente. Sin embargo, ¿no cree que esa conversión y la misma transmisión de la fe en el hogar se hacen dentro de un contexto cultural del que uno no puede desentenderse enteramente?
— Sí, estoy de acuerdo con que el contexto cultural es fundamental en la transmisión de la fe; cultura viene de cultivar, y la cultura, si es lo que debe ser, tiene que convertirse en el terreno que recibe la semilla y que la protege en su crecimiento. Pero también creo que se habla mucho de cristianizar la cultura, de participar en el debate público, de dar testimonio, de hacer apostolado, de estar en todas partes, y se presta menos atención a algo que me parece muy evidente, y es el hecho de que antes de nada la tarea empieza por la propia casa, por la propia evangelización, por analizar qué es lo que estoy recibiendo y qué estoy transmitiendo como fe cristiana, porque buena parte de la crisis actual no está fuera de la Iglesia, sino también dentro. Antes de la dimensión social está la personal, antes de pensar en evangelizar el mundo es necesario pensar en fortalecer y purificar la propia fe. En la vida cristiana la contemplación siempre viene antes de la acción.
— La madre se preocupa de transmitir la fe a sus hijos y de formarles la sensibilidad estética. Para ella, las dos cosas van de la mano. ¿Cree que la educación católica debería insistir más en esta fórmula?
— Creo que la educación católica tiene que transmitirse en el hogar y que las madres son la pieza central de esa tarea en la infancia, por encima de las clases de religión, las catequesis, las convivencias y los grupos parroquiales. Pero también creo que para hacer eso hay que fortalecerse en la fe y dedicar tiempo a la contemplación porque nadie puede transmitir lo que no tiene. Es difícil pensar en una tarea más grande en la vida cotidiana de una familia cristiana que descubrir las maravillas de la Creación a los niños, mostrarles el rostro de Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento, enseñarles a rezar, familiarizarlos con la liturgia, y también prepararlos para un mundo que les dirá que todo eso es pura falsedad. Al mismo tiempo me parece que tenemos que aprender a contarles las cosas mejor, mirar más y más hacia la Escritura. En La Historia de Jesucristo, Bruckberger habla de la Encarnación, de la primera Navidad, y escribe como si tuviese delante la escena; cuenta que el pueblo esperaba, que Satanás también esperaba, que se intuía algo en el aire, un acontecimiento grande, un desembarco inminente y liberador.
— Hace unos días, dos columnistas de distintos medios –Diego S. Garrocho y Miguel Ángel Quintana Paz– plantearon un debate sobre la escasa influencia de los intelectuales cristianos en el debate cultural contemporáneo. No es que no existan esos pensadores, venían a decir: es que no se les ve. ¿Usted qué opina?
— Creo que el pensamiento y la vida intelectual existen más allá del debate público, que solo muestra una parte, igual que la historia existe más allá de los libros de historia. Y personalmente no me parece decisivo que haya o no muchas referencias contemporáneas; me parece decisivo que haya referencias, y siempre las hay, hay siglos de pensamiento donde elegir, y no es una forma de hablar. Existe una gran cantidad de gente que leer y que estudiar; a mí me importa poco que hayan nacido hace 40 o 400 años.
— Una de las cosas que, en mi opinión, pone de relieve ese debate es el desinterés de algunos creyentes por la construcción de una nueva cultura. En general, se habla mucho de la responsabilidad política y social de los cristianos, pero se habla menos de la cultural. ¿Cómo fomentarla?
— Sí, es verdad. Yo no creo que exista realmente una responsabilidad política, social o cultural de los cristianos como tal, pero en cualquier caso la cultura se transmite casi por contagio y hay algo muy misterioso en el hecho de que a veces esa transmisión funciona y otras veces no. Pero hay una tarea urgente que tiene que ver con aprender a detectar trampas en el lenguaje, también en el lenguaje cristiano. Cosas como llamar fe al sentimentalismo, puritanismo a la pureza, fortaleza al voluntarismo, obediencia o responsabilidad a la desacralización de lo santo o tolerancia a la indiferencia, y son solo algunos ejemplos.
The Wanderer
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