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viernes, 7 de febrero de 2025

La inquisición progre contra la Iglesia






Aquí vamos otra vez. Un sacerdote hace lo que debe hacer –aplicar la doctrina de la Iglesia– y los inquisidores del pensamiento arcoíris ya han sacado las antorchas.

Esta vez, la cacería de brujas se ha desatado en Arcos de la Frontera, donde un cura se ha negado a aceptar como padrino de confirmación a un hombre que, oh sorpresa, vive en pareja con otro hombre. Y claro, los sumos sacerdotes de la nueva moralidad no han tardado en dictar sentencia.

La noticia intenta validar la indignación citando una frase de Francisco: «Son hijos de Dios y pueden ser padrinos de confirmación». Pero resulta que ser hijo de Dios no equivale a tener derecho automático a ser padrino. El padrino debe ser un modelo de vida cristiana, y alguien que vive abiertamente en contradicción con la moral de la Iglesia no cumple con ese requisito. Tan simple como eso.

Si este hombre viviera en castidad, el problema ni siquiera existiría. Pero no, aquí no estamos hablando de un hombre con atracción hacia su mismo sexo que vive según la enseñanza de la Iglesia. Hablamos de alguien que vive en unión con otro hombre de manera pública, causando escándalo. Y Jesucristo es muy claro sobre el escándalo: más le valdría atarse una piedra de molino y tirarse al mar (Mt 18,6). No lo dijo Aurora Buendía ni el párroco de Arcos de la Frontera; lo dijo Cristo.

Nos venden la historia como si la Iglesia estuviera persiguiendo a los homosexuales. Falso. La Iglesia no excluye a nadie por su orientación sexual, pero sí exige vivir conforme a la moral cristiana. ¿O acaso aceptaríamos como padrinos a un adúltero público? ¿A alguien que viva en unión libre sin casarse? La lógica es la misma. Pero claro, como es un tema LGTBI, hay que hacer escándalo.

Ahora resulta que la doctrina católica debe redactarse en los despachos de asociaciones activistas, que creen que su ideología está por encima de dos mil años de enseñanza cristiana. Se exige que la Iglesia promueva la igualdad y el respeto, pero lo que realmente buscan es que la Iglesia traicione su misión y se convierta en una entidad complaciente con las modas del mundo. Pero, ¿desde cuándo la misión de la Iglesia es ajustarse a los dictados de la corrección política en vez de predicar la verdad revelada por Dios?

Aquí la única autorizada para repartir carnés de católico es la Iglesia Católica. Y no cualquier interpretación caprichosa del Magisterio, sino la que está en continuidad con la Tradición y con lo que han enseñado todos los Papas anteriores. Francisco no es una isla en la historia de la Iglesia. Y el día que intente contradecir la doctrina bimilenaria de la Iglesia, su palabra valdrá lo mismo que la de cualquier tertuliano de televisión.

La fe no es un menú a la carta

Lo que de verdad molesta a estos inquisidores progresistas no es que este hombre no pueda ser padrino; es que la Iglesia se resista a convertirse en un club social donde todo vale. Lo siento, pero no. La Iglesia es el cuerpo de Cristo, no una ONG con cruz.

Y por cierto, a mí personalmente me da igual que dos tipos hagan en su vida privada. Lo que me molesta es que pretendan erigirse en maestros de moral gay y nos digan a los católicos cómo debemos vivir nuestra fe. Porque resulta que el padrino de confirmación debe ser un referente para la vida cristiana del confirmado. Y en este caso, estamos hablando de un niño sin formación cristiana que necesita un modelo de vida católica, no una clase de adoctrinamiento progre.

Por supuesto, no podía faltar la etiqueta de ultraconservador. Porque hoy en día, si un sacerdote es coherente con la doctrina, automáticamente es un fanático peligroso.

Se le acusa sin pruebas, se asume que es culpable y se le exige rectificación pública. ¿Rectificar qué? ¿Por ser fiel a la enseñanza de la Iglesia? Entonces, que rectifique también Jesucristo, San Pablo, los Padres de la Iglesia y todos los Papas anteriores.

La Iglesia no es de izquierdas ni de derechas, no es conservadora ni progresista: es católica. Y la fe no es un menú donde cada uno elige lo que le conviene. Si alguien quiere vivir conforme a la doctrina católica, es bienvenido. Pero si lo que busca es que la Iglesia se adapte a sus deseos, está en el lugar equivocado. Aquí no estamos para seguir al mundo; estamos para seguir a Cristo. Y Cristo dejó claro que hay condiciones para ser su discípulo.

Por eso, el cura de Arcos de la Frontera no ha hecho más que cumplir su deber. Y por eso mismo, la única respuesta que debería dar a quienes le exigen rectificar es esta: Non serviam.

Aurora Buendía

Francisco y su cruzada contra la tradición: entre la difamación y la censura



Si hay algo que obsesiona al Papa Francisco es el tradicionalismo. No el falso tradicionalismo de los nostálgicos que idealizan un pasado inexistente, sino el catolicismo real que sigue llenando iglesias, formando familias y aferrándose a la doctrina de siempre. Ese es su enemigo. Y lo combate con todas las armas a su disposición: desprecio, caricaturización, censura y, ahora, difamación psicológica.

En su última biografía, Francisco vuelve a demostrar que no solo rechaza la tradición, sino que la odia. No porque la entienda y discrepe con ella, sino porque no la comprende y la teme. Para él, la liturgia preconciliar no es una manifestación legítima de fe, sino una «ideología» peligrosa que debe ser restringida con mano firme. Celebrar la misa en latín, según su lógica, no es un derecho de los fieles, sino un capricho que necesita permiso expreso del Dicasterio. Porque, claro, la liturgia tradicional puede “volverse ideología”, pero la pastoralidad líquida que él impulsa —donde la doctrina se amolda a la emoción y la verdad se relativiza en nombre de la «misericordia»— no es ideología, sino «apertura».

Pero Francisco no se detiene ahí. Su ataque a la tradición no es solo teológico, sino personal. En su afán por desacreditar el mundo tradicionalista, llega a sugerir que la atracción por la liturgia preconciliar responde a desequilibrios psicológicos, desviaciones afectivas y problemas de conducta. Ni siquiera Lutero se atrevió a tanto. Según él, quienes prefieren la misa tridentina no buscan lo sagrado, sino una especie de clericalismo disfrazado, una ostentación vacía, un refugio sectario. La caricatura es tan burda que causa vergüenza ajena.

Es grotesco, pero predecible. Desde el inicio de su pontificado, Francisco ha impulsado la imagen del tradicionalista como un fariseo obsesionado con las normas, incapaz de amor y compasión. Ahora, da un paso más: si sigues la tradición, es posible que estés enfermo. Pero si bendices uniones homosexuales o destruyes la moral sexual católica, eso no es ideología ni problema de conducta, sino «acompañamiento pastoral».

Y por si el ataque no fuera suficiente, añade una falacia indignante: ¿cómo es posible que alguien se escandalice por la bendición a homosexuales o divorciados, pero no por la explotación laboral o la contaminación? Porque sí, el Papa ha decidido meter el ecologismo en la ecuación, como si los fieles que defienden la moral tradicional estuvieran automáticamente a favor de la explotación de los pobres y la destrucción del medio ambiente. Es la táctica de siempre: si no estás de acuerdo con su relativismo, es que eres un hipócrita insensible a las injusticias sociales. Como si fuera incompatible preocuparse por la moral sexual y al mismo tiempo denunciar el abuso laboral.

Lo más irónico de todo es que Francisco acusa a la tradición de ser un refugio para “desequilibrados”, mientras que su pontificado ha sido una autopista para clérigos corruptos, chantajeables y con verdaderos problemas de conducta. Es el Papa que protegió a Zanchetta hasta que el escándalo fue insostenible, el mismo que ha promovido en la Iglesia una cultura de purga ideológica mientras predica sobre la inclusión y el diálogo.

Pero lo que más le molesta, y lo que explica su odio visceral hacia la tradición, es que la liturgia preconciliar sigue atrayendo jóvenes. Y eso no lo puede tolerar. No puede aceptar que, en medio del colapso de la Iglesia progresista, haya una generación que busca algo más sólido que las homilías aguadas, las misas banales y la disolución doctrinal que él impulsa. No puede admitir que hay católicos que quieren ser católicos de verdad.

Francisco nos ha dejado claro que no quiere reconciliarse con la tradición. Quiere destruirla. Quiere desacreditarla. Quiere erradicarla. Pero la historia es testaruda: la Iglesia ha sobrevivido a Papas hostiles antes, y sobrevivirá a él.

Jaime Gurpequi

miércoles, 5 de febrero de 2025

Secretos de la España prohibida (1939-1975)



Toda nación necesita una identidad común basada en un relato compartido de su historia y en una celebración de sus éxitos. Sin ellos, la nación se debilita y a la larga se deshace, algo que no se comprende bien en España —aunque sus enemigos lo comprendan perfectamente—. Esto no implica negar nuestros fracasos, sino evitar detenerse en ellos de modo enfermizo. Olvidar el pasado es fatal, pero quedarnos embobados mirando atrás implica convertirnos en estatua de sal, como la mujer de Lot.

Es un deber someter a un examen crítico las creencias dominantes de nuestro tiempo cuando creamos que son erróneas. En este sentido, y sin perjuicio de la legítima crítica al personaje histórico del dictador o al régimen que encabezó, creo que demonizar genéricamente un período histórico tan largo como el franquismo debilita nuestra identidad nacional, socava nuestra confianza en nosotros mismos y denigra el esfuerzo de toda una generación de españoles ―de la que formaron parte nuestros padres y abuelos― que construyó los pilares sobre los que llevamos apoyándonos medio siglo.

Reconciliándonos con nuestro pasado

Permítanme recalcar una obviedad: nuestra historia no se interrumpió en 1939 para reemerger en 1975. Aunque Sánchez tenga un concepto patrimonialista y feudal del poder, un país no es propiedad de quien lo gobierna. La España de Franco no perteneció a Franco, como la España de Sánchez no le pertenece a él, aunque en su peculiar trastorno crea lo contrario. Por lo tanto, el pueblo español debe reclamar como propia, con toda naturalidad, toda su historia, incluyendo la Guerra Civil (1936-1939) y el franquismo (1939-1975).

Respecto de la primera, sabemos bien el horror que supuso, particularmente respecto a las matanzas de civiles que se produjeron en la retaguardia de ambos bandos. Sabemos también que no todas las víctimas recibieron el mismo trato: aunque a los muertos nadie les devolvió la vida, a las decenas de miles de asesinados por el Terror Rojo (incluyendo las víctimas del genocidio católico) se les hizo justicia, mientras que a las decenas de miles de asesinados y ejecutados por el bando ganador, no, y sus familiares tuvieron que vivir con ese dolor añadido[1].

Pero lo cierto es que tras la dura represión de posguerra la sociedad española dejó de remover el pasado, no por imposición del régimen, sino por pura supervivencia psicológica: a la generación que vivió la guerra no le gustaba hablar de ella, aunque hubiera pasado mucho tiempo. Así, las heridas cicatrizaron con inusitada rapidez, de modo que el pueblo español era ya un pueblo reconciliado y en paz mucho antes de 1975. En dicha reconciliación, desde luego, tuvieron especial mérito quienes, por haber pertenecido al bando perdedor de aquella lucha fratricida, fueron capaces de perdonar sin que se les hiciera justicia. Por lo tanto, el llamado espíritu de la Transición caracterizado por el centrismo y la moderación se limitó a reflejar la reconciliación previa de una sociedad española que se encontraba muy alejada de extremismos o resentimientos.

Entonces, ¿cómo juzgar la dictadura de Franco cincuenta años después de su muerte? Sánchez ―que, por defecto, miente siempre― la he definido como unos «años oscuros». ¿Lo fueron? ¿Fue la población española liberada en 1975 de un triste y largo secuestro, como ocurrió en 1989 con las poblaciones del Telón de Acero tras la caída de las dictaduras comunistas? La respuesta rápida es no. En primer lugar, para que haya secuestro debe haber encierro, y desde el final de la Segunda Guerra Mundial los españoles siempre pudieron salir libremente de su país. Las dictaduras comunistas, por el contrario, levantaron muros con ametralladoras y alambradas de púas para evitar que su población escapara. En segundo lugar, la ilusión serena con la que la mayoría de los españoles vivió la Transición coexistió con dos fenómenos que hoy se mantienen en secreto: la sorprendente popularidad del franquismo y el espectacular crecimiento económico de España desde 1949 hasta la crisis del petróleo de 1974, sin parangón en nuestra historia (ni antes ni después).

La sorprendente popularidad del franquismo

Como escribió mi admirado Julián Marías, «los que manipulan el mundo cuentan, sobre todo, con la falta de memoria de los hombres». Hoy resulta difícil comprender el apoyo popular que en su día tuvo la dictadura franquista, un régimen que carecía de libertad política y mantenía graves restricciones a la libertad de expresión (como ocurre hoy con la sutil tiranía de la corrección política). Sin embargo, tal y como observó el propio Marías (encarcelado unos meses durante el franquismo, filósofo veraz y notario fidedignode la Transición), «las mayorías españolas estaban tan despolitizadas que la ausencia de libertad política les importaba muy poco», mientras que «la libertad social y personal se había multiplicado y, siempre que no se tratara del poder público, el español podía hacer en muy alto grado lo que quisiera»[2]. De hecho, probablemente el grado de autonomía o libertad personal en la vida cotidiana en el tardofranquismo fuera superior a la que se tiene ahora, con tantas regulaciones, permisos y prohibiciones.

Por otro lado, en contrapeso a la ausencia de muchas libertades públicas los españoles valoraban la ley y el orden del régimen (la tasa de criminalidad y la población reclusa eran una tercera y una cuarta parte, respectivamente, de lo que son ahora), el escaso nivel de corrupción (que no fue siquiera un tema de debate en las primeras campañas electorales) y el crecimiento económico antes señalado, que analizaremos con detenimiento más adelante.

Pero quizá sea mejor dejar que sean los españoles de la época ―los que mejor podían juzgar el régimen― quienes opinen a través de las encuestas del CIS de aquellos años. Unos meses antes de la muerte de Franco, el 80% de la población se definía como «muy feliz» o «bastante feliz»[3] y, cuando murió, un 42% de los españoles defendía que «no procedía» acometer reformas legales para que España tuviera una democracia similar a la de los países de su entorno. El 58% era partidario de hacer la transición[4], pero en general sin excesiva prisa[5].

Los resultados de estas encuestas fueron corroborados en las dos primeras elecciones democráticas en las que los españoles libremente eligieron que les siguiera gobernando el último presidente de la dictadura, Adolfo Suárez, si bien es cierto que al frente de un partido centrista y reformista, no continuista. Suárez, antiguo director de RTVE del régimen y secretario general del Movimiento, había sido seleccionado inicialmente por el rey Juan Carlos, entonces enormemente popular a pesar de haber sido elegido sucesor por Franco (o precisamente por ello). Aunque el rey ya había dejado clara su voluntad de llevar al país a la democracia y convertirse en rey de todos (la Corona sigue siendo la única institución de nuestro país no contaminada por la política), los resultados electorales dejaron claro que los españoles buscaban una reforma suave y desaprobaban el rupturismo.

A la luz de estos datos resulta difícil no llegar a la conclusión de que la España de Franco acabó siendo relativamente franquista. En efecto, el dictador gozó de una «visible popularidad», en palabras del general Vernon Walters (asesor e intérprete del presidente norteamericano Eisenhower en su visita a España en 1959[6]), lo que llevó al propio Eisenhower a sugerir en sus memorias que, de haber convocado Franco elecciones, las habría ganado[7]. En este sentido, nunca necesitó salir a la calle protegido por una legión de pretorianos, como ahora hace Sánchez cual impopular déspota, y nunca tuvo que huir de la ira popular, encogido y rodeado de escoltas, como hizo el cobarde aquél en Paiporta.

El hecho es que Franco murió ya anciano ocupando tranquilamente el poder sin contar con excesiva oposición fuera del terrorismo y del comunismo. Una inmensa muchedumbre despidió su féretro, como recuerdo perfectamente, y cuando al día siguiente a su muerte el CIS preguntó a los españoles qué sentimiento le había producido la noticia, el 49% contestó que había sentido «algo parecido a la muerte de un ser querido», mientras el 35% contestaba más sobriamente que le había parecido «normal, dada su edad»[8]. Curiosamente, el régimen decidió no publicar la encuesta.

Una popularidad duradera

Diez años después, en 1985, en plena democracia y con mayoría absoluta del antiguo y moderado PSOE —hoy lamentablemente extinto—, el CIS volvió a preguntar a los españoles qué habían sentido al morir Franco: un 28% recordaba haber sentido preocupación o miedo y un 21%, tristeza. Sólo un 10% recordaba haber sentido alegría. Además, un 46% definía ecuánimemente «el régimen de Franco» (el CIS no lo denominaba «dictadura») como una etapa «que había tenido cosas buenas y cosas malas», mientras un 18% lo consideraba claramente «un período positivo» para España. Sólo un minoritario 27% lo calificaba como un período netamente «negativo»[9].

Quizá esto explica la prudencia con la que ese mismo año 1985 se manifestaba el propio Felipe González (que llevaba tres años como presidente del gobierno con una abrumadora mayoría absoluta) cuando le preguntaron qué juicio le merecía Franco diez años después de su muerte: «Sigo teniendo una idea excesivamente simplificada, pues todavía no hay una perspectiva histórica para hacer un juicio con todas sus consecuencias» ―contestó con ponderación―. Y añadió: «Franco como personaje es muy difícil de juzgar, salvo el juicio negativo de que nos tuvo sometidos a una dictadura después de una guerra civil (…). Hay gente que se ha propuesto hacer desaparecer los rastros de 40 años de historia de dictadura: a mí eso me parece inútil y estúpido. Algunos han cometido el error de derribar una estatua de Franco; yo siempre he pensado que si alguien hubiera creído que era un mérito tirar a Franco del caballo tenía que haberlo hecho cuando estaba vivo»[10].

Pero quizá el dato más revelador se obtuvo en 1995 con el PSOE aún el poder, cuando el CIS volvió a preguntar sobre el tema: veinte años después de su muerte, un 30% de los que contestaron la encuesta (sin contar NS/NC) afirmaba que Franco había sido «uno de los mejores gobernantes que había tenido España en el último siglo»[11].

El espectacular éxito económico de España (1949-1974)

Sin duda lo que mejor explica la popularidad del régimen es el espectacular éxito económico que logró España desde 1949 hasta 1974. En efecto, esos 25 años constituyeron la etapa de mayor crecimiento económico de nuestra historia, récord que sigue vigente medio siglo después. El dato es poco conocido por ser políticamente incorrecto, pues pone al descubierto que la consigna con la que se autodefine el régimen constitucional del 78 («la etapa de mayor paz y prosperidad de nuestra historia») es falsa.

Así, de 1949 a 1974 el PIB per cápita en España creció (en términos constantes) a un ritmo del 6% anual, lo que significó salir de la pobreza y crear, por primera vez en nuestra historia, una contenta clase media. En una sola generación la renta de los españoles se multiplicó por cuatro (después de inflación), de modo que los hijos vivían muchísimo mejor de lo que habían vivido sus padres, lo contrario de lo que ocurre ahora. Este extraordinario crecimiento se produjo con una presión fiscal que era la mitad de la que sufrimos hoy y con un Estado que tenía la cuarta parte de funcionarios que tiene hoy. El desempleo era inferior al 4%, frente al 10% de hoy (y el 16% de desempleo medio desde 1978), la vivienda era accesible, y una familia podía sacar adelante a cuatro hijos con un solo sueldo mientras hoy dos sueldos apenas pueden sacar adelante a dos hijos.

Por lo tanto, el éxito económico de España en ese período resulta irrefutable, pero sería un error considerarlo un logro exclusivo de un régimen políticamente excluyente: fue un éxito colectivo de España del que todos deberíamos sentirnos orgullosos, independientemente de quien gobernara en aquel entonces o del sistema político imperante.

En efecto, aunque el crecimiento económico de España desde 1949 a 1974 tuvo que ver con determinadas políticas gubernamentales (especialmente con el Plan de Estabilización de 1959), fue ante todo logrado gracias al tesón y sacrificio de toda una generación de españoles, sin distinción de ideología o región de origen, que exhibieron esa constelación de virtudes que hacen posible el progreso: trabajo duro, honradez, seriedad, austeridad, cumplimiento de la palabra dada, espíritu de servicio y amor al trabajo bien hecho. A esa generación de españoles a la que pertenecieron mis padres, que madrugaban para dejar una España mejor para sus (muchos) hijos, quiero rendir tributo con este artículo.

Las comparaciones son odiosas

A efectos comparativos, resulta interesante dividir los últimos 75 años de historia económica de España en tres períodos consecutivos de 25 años cada uno: de 1949 a 1974 (durante el franquismo), de 1974 a 1999 (la España de la peseta) y de 1999 a 2024 (la España del euro). ¿Cómo se comparan entre ellos?

Utilizando datos del Banco Mundial (ajustados a la población), el crecimiento real del PIB per cápita en el período 1949-1974 fue del 6% anualizado; en el período 1974-1999 se redujo a un 2% anual; y en el período 1999-2024 fue de sólo el 0,9% anual[12]. Es decir, que el PIB per cápita creció durante esa etapa del franquismo el triple que en las primeras décadas de la democracia (con la peseta) y el séxtuple de lo que ha crecido en los últimos 25 años (con el euro). Dicho de otro modo, con la democracia nuestra economía ha crecido menos que con el franquismo y con el euro menos que con la peseta. Por otro lado, en 1974 la deuda pública era de sólo el 6% del PIB; en 1999 ya había subido al 61%; hoy es del 105% del PIB. Por lo tanto, un menor crecimiento ha sido acompañado de un aumento muy considerable de la deuda pública[13].

1974-2024: cincuenta años económicamente desperdiciados

Sin embargo, el crecimiento económico de un país tiene un poder descriptivo limitado: aunque un país crezca mucho, si los demás países crecen al mismo ritmo, ¿dónde está su mérito? De ahí la importancia de la comparativa internacional reflejada en el concepto de «convergencia», esto es, en la evolución a lo largo del tiempo de la renta per cápita de un país en términos relativos a un grupo comparable de países. En otras palabras, la convergencia compara el ritmo de crecimiento de renta per cápita de un país con los de su entorno.

En el caso de España, la convergencia se ha medido tradicionalmente con Europa. Sin embargo, esta costumbre presenta tres importantes limitaciones: primero, adolece de una visión eurocéntrica del mundo, hoy obsoleta; segundo, la ratio suele estar desvirtuada por la progresiva ampliación de la UE; y tercero, Europa es una comparación fácil, pues ha crecido relativamente poco respecto del resto del mundo como resultado no de una inexorable maldición bíblica, sino de la imposición de ideologías trasnochadas (impuestos elevadísimos, burocracia monstruosa y regulaciones disparatadas).

Por ello, resulta preferible comparar la renta per cápita española con una muestra más amplia del planeta, como es la media de la OCDE. Pues bien, como puede verse en el siguiente gráfico, el PIB per cápita español relativo a la OCDE alcanzó un pico hacia 1974 que en los siguiente 50 años sólo fue igualado por el espejismo creado por la burbuja inmobiliaria del 2007. Hoy sigue siendo inferior al que era al final del franquismo, por lo que, en términos de convergencia, hemos desperdiciado los últimos 50 años[14]:


La comparación con Europa no modifica esta conclusión ―que hoy estamos igual o ligeramente por debajo de donde estábamos en 1974―, aunque dependiendo del modo de cálculo la curva puede ser similar[15] o diferir en algunos puntos[16].

Debo añadir que esta muestra de mediocridad económica, que refuta una vez más el autobombo del régimen constitucional del 78, me sigue asombrando hoy igual que me asombró cuando me lo descubrió hace muchos años el que fuera uno de los mejores economistas españoles del s. XX, el profesor Velarde.
Conclusión

Ha pasado casi un siglo desde el comienzo del franquismo, pero se sigue ocultando la realidad sobre aquel período y demonizándolo como signo de virtud política. Un siglo rasgándose las vestiduras, ¿no es suficiente?

Debemos comprender que esta actitud, a la que ha contribuido toda nuestra clase político-periodística, daña a España. Unos lo han hecho por complejo o por ignorancia; otros, por sectarismo o por interés; y unos pocos, por incurable patología. Falta rigor y sobra frivolidad; faltan datos y sobran opiniones; falta ecuanimidad y sobra fanatismo; falta amor a la verdad y sobra el Himalaya de falsedades que denunció el socialista Besteiro. ¿Hasta cuándo seguiremos así?


[1] El estudio más serio es Pérdidas de la Guerra, de Salas Larrazábal, que estima en 72.500 los asesinados por el bando republicano y en unos 50.000 los asesinados por el bando nacional, incluyendo los 15.000 ejecutados en la represión de posguerra (según el estudio definitivo de Miguel Platón: La Represión de la Posguerra, Actas 2023).
[2] Julián Marías. La España Real. Espasa-Calpe 1976 p. 56-57.
[6] Vernon Walters. Misiones Discretas. Planeta, 1978 p. 322.
[7] Dwight Eisenhower. Waging Peace: The White House Years. Heinemann, London, 1965 p. 510
[13] Ibid.

Fernando del Pino Calvo-Sotelo

lunes, 3 de febrero de 2025

El PP y Trump: La alineación con el globalismo de izquierdas en su ataque al presidente estadounidense



El Partido Popular ha dejado en evidencia su alineamiento con la agenda globalista, una postura que se ha manifestado no solo en su connivencia con el Partido Socialista en Bruselas, y del blanqueamiento cada vez más descarado a Pedro Sánchez y al PSOE en el ámbito nacional sino también en su rechazo a figuras que desafían el statu quo internacional por sus políticas soberanistas y antiglobalistas. El último ejemplo de esta tendencia ha sido la reacción de animadversión de varios líderes del PP hacia Donald Trump.
Críticas de Aznar y la cúpula del PP contra Trump

Uno de los primeros en manifestar su oposición a Trump fue el expresidente del Gobierno, José María Aznar, quien expresó su inquietud por el retorno del líder republicano. «Algo muy serio sucede en el fondo de un país que elige presidente a una persona que ha sido responsable de un asalto al Congreso y de un intento de golpe de Estado», declaró Aznar. Además, dejó claro que nunca habría votado a Trump y aseguró que, de haber sido estadounidense, habría votado por Joe Biden o Hillary Clinton «sin duda«.

Pero Aznar no ha sido el único en el PP que ha arremetido contra Trump. El eurodiputado y director de FAES, Javier Zarzalejos, también se sumó a la ofensiva contra el presidente norteamericano con declaraciones incendiarias en las que incluso llegó a compararlo con Adolf Hitler. «Él es un presidente que se jacta de no haber entrado en guerras. Menos mal que no estaba en la Casa Blanca cuando Hitler arrasaba Europa«, afirmó en un artículo publicado en El Diario Montañés.

Zarzalejos continuó con su ataque: «Trump es un tratante, en sentido literal, un hacedor de tratos, autoritario y absolutamente personalista en la forma de ejercer su enorme poder». Estas declaraciones evidencian la animadversión del PP hacia el presidente republicano, alineándose con la narrativa impulsada por los demócratas y la élite mediática estadounidense.
González Pons y el desprecio hacia el presidente Trump

El vicesecretario general del PP, Esteban González Pons, también se ha unido a la campaña contra Trump con expresiones despectivas que han causado gran controversia. En una de sus intervenciones, llegó a referirse a Trump como «el macho alfa de una manada de gorilas».

Este tipo de declaraciones muestran de manera evidente el rumbo ideológico que ha tomado el PP en los últimos años. Se han posicionado abiertamente del lado del globalismo de izquierdas tanto de EEUU como de Europa, rechazando las políticas soberanistas e identitarias que defienden la independencia nacional y la autodeterminación de los pueblos. Mientras otras fuerzas políticas en Europa y Estados Unidos fortalecen el discurso en defensa de la soberanía y los valores tradicionales, el Partido Popular prefiere atacar a quienes desafían el pensamiento único promovido por las élites globalistas ya sea Trump en Estados Unidos o figuras como Giorgia Meloni en Italia.
Un PP alineado con la agenda globalista

La insistencia del PP en marcar distancia con Trump no responde únicamente a una estrategia comunicativa coyuntural. Se trata de un movimiento premeditado con el objetivo de reforzar su relación con los organismos supranacionales que dictan la agenda política en Europa. A pesar de que el PP mantiene un discurso conservador en España, sus acciones demuestran que está plenamente integrado en la corriente globalista que defiende el control supranacional de los Estados y el sometimiento a instituciones como la Unión Europea y la ONU y abandonando cualquier atisbo de soberanismo y defensa de los intereses nacionales.

El Partido Popular, que en su día simuló representar una alternativa conservadora en España, se ha convertido en un engranaje más del sistema que promueve la agenda globalista. Sus dirigentes ya no esconden su desprecio por los movimientos que desafían este orden, como el liderado por Donald Trump. Esto es lo que representa el PP. Ha optado por la senda globalista izquierdista. Es un agente más de la agenda globalista. Es una realidad.

sábado, 1 de febrero de 2025

El miedo a Franco (Pío Moa)





1. Las leyes tiránicas de memoria tratan precisamente de falsear la memoria. La de Franco. Porque Franco salvó a España del frente popular, de la guerra mundial, de la vuelta a la guerra civil querida por el maquis, del criminal aislamiento exterior, del hambre y miseria de la república… A los corruptos tiranuelos actuales les da miedo que los españoles recuerden lo que pasó realmente. Es lógico.

2. Al invocar un falseado recuerdo de Franco, el PSOE busca tapar sus delitos. Y muchos no entienden que con ello dan pie a clarificar el pasado y el propio carácter de la oligarquía PPSOE. Porque su pretendida legitimidad solo descansa en la falsificación de la historia

3. El gobierno pretende identificar la democracia con el PSOE. Pero, según su propia lógica, democracia exige antifranquismo, y el PSOE solo “luchó” contra el franquismo mucho después de muerto Franco, por lo que nada le debe la democracia. ¡Aquí los demócratas habrían sido comunistas y ETA!

4. Muchos no entienden que la democracia no habría sido posible sin la gran labor constructiva del franquismo. Nunca pudo venir de comunistas; o de socialistas expertos mayormente en corrupción. Y aclararlo debe abrir paso a una regeneración política urgente.

5. Dicho de otro modo: si queremos acabar con la putrefacción política causada por la defunción del régimen del 78 es esencialísimo recuperar la historia real contra los déspotas que intentan prohibirla para seguir delinquiendo.

Pío Moa

miércoles, 29 de enero de 2025

La funcionarización de los obispos



Ya hablamos hace tiempo, en un artículo titulado La bananerización del derecho en la Iglesia, de la tendencia preocupante a prescindir del derecho canónico en el ámbito eclesial, cambiándolo por la mera arbitrariedad y dejando indefensos a los fieles. Esa tendencia, por desgracia, parece ir acentuándose cada vez más, en lugar de corregirse, y quizá su aspecto más llamativo sea el peligro de convertir en la práctica a los obispos en meros funcionarios empleados por el Papa.

Durante los últimos doce años, hemos visto cómo los obispos son tratados de forma poco acorde con su condición y prescindiendo de los procesos canónicos pertinentes o incluso de las normas de cortesía más básicas. Esto es muy grave, teniendo en cuenta que se trata de sucesores de los apóstoles, que deben ser tratados como tales. ¿Alguien imagina, por ejemplo, que San Pedro se negara a recibir al apóstol San Felipe cuando este intentara hablarle de cuestiones graves o gravísimas? ¿O que destituyera a Santo Tomás sin explicarle siquiera por qué lo hacía? Desgraciadamente, algo así es lo que parece que ha sucedido numerosas veces en este pontificado.

Basta consultar las hemerotecas para descubrir que ha habido multitud de casos lamentables. Monseñor Rogelio Livieres, obispo de Ciudad del Este (Paraguay), que fue destituido fulminantemente y sin proceso canónico, viajó a Roma para hablar con el Papa y, asombrosamente, no fue recibido por él. El cardenal Zen se vio obligado a publicar artículos en Internet con la esperanza de que llegaran a conocimiento del Papa porque este no quería recibirle. Los cuatro cardenales de los dubia presentaron una cuestión gravísima de fe relativa a Amoris Laetitia y, de nuevo asombrosamente, no recibieron respuesta (dos de ellos han muerto ya). Monseñor Daniel Fernández, obispo de Arecibo (Puerto Rico) fue destituido por el Papa sin proceso canónico por “falta de comunión” (aparentemente, por el simple hecho de negarse a firmar un comunicado de la Conferencia Episcopal sobre las vacunas del COVID con graves errores morales, como por otra parte tenía el derecho y el deber de hacer). El año pasado, monseñor Strickland, obispo de Tyler (Estados Unidos), fue destituido, de nuevo sin ningún proceso canónico. Este mismo año, monseñor Dominique Rey, probablemente el mejor obispo de Francia, cedió por obediencia a las presiones del Papa y aceptó dimitir tres años antes de llegar a la edad prevista para la jubilación, lo que en la práctica constituye una ofensa gratuita y asombrosa (¿tan malo era que resultaba imposible que continuara tres años más?). Recientemente nos hemos enterado de que el cardenal Cipriani ha sido condenado al silencio y a la desaparición de la vida pública sin ser escuchado y ni siquiera permitirle conocer las acusaciones en su contra, contra todos los principios del derecho. A todo esto se suman los casos de desaires y de jubilaciones aceptadas con una prisa indecente, que son aún más numerosos.

Me consta, además, que multitud de obispos tienen miedo de hablar con claridad y procuran mantener un “perfil bajo”, para que no les suceda lo mismo. Se trata de obispos ortodoxos y con un gran amor al papado y a la Iglesia. El mismo cardenal George Pell se sintió obligado a escribir sobre la situación de la Iglesia utilizando el seudónimo de “Demos” (pueblo), como se supo después de su fallecimiento. Basta ver que casi los únicos que hablan con contundencia son obispos jubilados, que ya no tienen nada que temer. Desgraciadamente, este temor no parece afectar a obispos partidarios de posturas claramente heterodoxas, como varios obispos alemanes y de otros lugares.

Se podría alegar que siempre hay que suponer lo mejor del Papa, que tendrá sus razones y que, además, ostenta la autoridad suprema en la Iglesia. Todo eso es cierto, por supuesto, pero cabe señalar que una cosa es un caso aislado, en el que se pueden suponer razones graves y de peso para actuar así, y otra cosa muy distinta es toda esta serie de casos uno detrás de otro de actuaciones sin proceso canónico alguno. La acumulación de casos hace que la impresión de que se está actuando arbitrariamente sea casi inevitable.

En cuanto a suponer lo mejor del Papa, que es una regla de actuación sensata, no podemos olvidar que, en el mismo sentido y por las mismas razones, también habrá que suponer lo mejor de los obispos mencionados. No sería justo suponer lo mejor de uno y no de los otros. Para eso existe precisamente el derecho, para evitar las parcialidades y, si se prescinde de él, es muy fácil caer en la tentación de ser excesivamente laxos con los amigos y excesivamente severos (o directamente injustos) con los enemigos. El hecho de que los obispos disciplinados sean prácticamente siempre los que no le caen bien al Papa o a los amigos del Papa es un indicio de que, en efecto, se ha caído frecuentemente en esta tentación. En sentido inverso, con los “amigos” del Papa parece haber una enorme paciencia, como muestran los ejemplos de Mons. Zanchetta, el cardenal Daneels, Mons. Ricca, el P. Rupnik o los obispos del grupo de McCarrick que han recibido el capelo cardenalicio.

Finalmente, es cierto que el Papa tiene la autoridad suprema en la Iglesia y, por lo tanto, está dentro de su poder condenar a alguien, incluso a un obispo, sin un proceso canónico previo. Sin embargo, que el Papa pueda hacer algo no significa que convenga que lo haga. Prescindir de los principios fundamentales del derecho, de los procesos canónicos y de la transparencia en las decisiones siempre es muy peligroso y, si se toma como forma habitual de actuar, lleva a consecuencias desastrosas y proyecta una imagen nefasta. Más aún que la mujer del césar, el Papa no solo debe ser irreprochable, también debe parecerlo.
Hablar por activa y por pasiva de sinodalidad a la vez que se trata a los obispos como a meros empleados quizá no sea hipócrita, pero sin duda lo parece.
Conviene recordar, por último, el efecto que tiene todo esto en los esfuerzos por promover la unidad con los no católicos. En efecto, con esta forma de actuar se hacen realidad los peores temores de ortodoxos y protestantes. Cuando el Papa actúa como un monarca absolutista, deponiendo obispos a su antojo, ¿cómo no van a temer los ortodoxos que les suceda lo mismo a ellos si vuelven a la Iglesia Católica? Si los protestantes observan que el Papa puede decir cualquier novedad en materia de doctrina y moral sin que nadie se atreva a contradecirle, inmediatamente se confirmarán sus prejuicios de que el “papismo” católico es una religión del Papa y no de la Revelación de Cristo.

Debemos tener siempre en cuenta que, según la fe católica, los obispos no son meros empleados del Papa y la misión de este no debe sustituir ni absorber a la misión de los obispos. Como señaló el Concilio Vaticano II, “los Obispos han sucedido, por institución divina, a los Apóstoles como pastores de la Iglesia, de modo que quien los escucha, escucha a Cristo, y quien los desprecia, desprecia a Cristo y a quien le envió”, ejercen con el Papa el “oficio de atar y desatar”, “rigen, como vicarios y legados de Cristo, las Iglesias particulares que les han sido encomendadas” y la “potestad que personalmente ejercen en nombre de Cristo es propia, ordinaria e inmediata”.

El Papa no es inmune por su cargo a las tentaciones y despreciar a los obispos, especialmente a los que osan corregirle, puede muy bien ser una de ellas. Para afirmar la autoridad del Papa no hay que rebajar la autoridad de los obispos, porque ambas tienen el mismo origen. Fue el mismo Cristo quien dijo: uno solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. Como corresponde a auténticos hermanos, el Vicario de Cristo debe tratar con exquisito respeto y caridad fraterna a los que son auténticos vicarios de Cristo en sus diócesis y sucesores de los Apóstoles como él es sucesor de Pedro.

Bruno Moreno

viernes, 24 de enero de 2025

Un excelente documental de Iñaki Arteta sobre Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA en 1995



El 23 de enero de 1995, la banda terrorista de ETA asesinó a Gregorio Ordóñez, diputado autonómico y concejal del Partido Popular.


El asesinato fue perpetrado de un disparo en la cabeza cuando Gregorio comía junto a otras personas en un restaurante del Casco Viejo de San Sebastián. Hoy, cuando se cumplen 30 años de aquel crimen, el Observatorio de Víctimas del Terrorismo CEU-CEFAS ha estrenado el documental "Esta es una historia real", dirigido por Iñaki Arteta.

En el documental podemos escuchar los testimonios de Ana Iríbar, la viuda de Gregogio; Javier, su hijo; María San Gil, que estaba con Gregorio en el momento en el que fue asesinado; y José María Aznar, expresidente del gobierno, al que ETA intentó asesinar mediante un atentado perpetrado tres meses después del asesinato de Gregorio:

DURACIÓN 41:06 MINUTOS


El documental me ha parecido excelente y me ha hecho pensar en lo mucho que tenemos por hacer para transmitir a los jóvenes de hoy lo que ocurrió en España durante los años en los que ETA asesinó a 853 personas, entre ellas 22 niños y bebés. Mantener viva la memoria de las víctimas de ETA es especialmente importante en un momento de la historia de España en el que estamos viviendo la infamia de ver al gobierno aliado con los herederos de esa banda terrorista, unos totalitarios que nunca han condenado los crímenes de ETA, que nunca han pedido perdón por todas las muertes y el dolor que provocaron, y que todavía hoy blanquean a esos criminales llamando "presos políticos" a los que cumplen condena por los crímenes cometidos.

Hoy se habla mucho de "memoria histórica" y "memoria democrática" desde la misma izquierda que pretende someter al olvido la brutal ola de terrorismo separatista perpetrada por ETA durante décadas y hasta el 30 de julio de 2009, cuando esa mafia dejó de asesinar simplemente porque los socialistas decidieron ceder a su chantaje. No debemos dejar de recordar que además de las personas asesinadas, heridas y mutiladas, ETA expulsó de su tierra natal a 180.000 vascos y navarros, un exilio masivo provocado por el terrorismo y que hoy beneficia electoralmente a los que durante muchos años instigaron y justificaron los crímenes de ETA y señalaron sus objetivos, y hoy organizan homenajes a los asesinos con total impunidad gracias a la complicidad del gobierno de Sánchez.

Memoria, Dignidad y Justicia

ELENTIR

La Iglesia advierte a Trump | Inmigración y demografía | Aborto y Eutanasia | P. Santiago Martín FM



DURACIÓN 12:55 MINUTOS



jueves, 23 de enero de 2025

Así es la rosa



“No la toques ya más, que así es la rosa”, dice un feliz verso de Juan Ramón Jiménez. Es un buen consejo, que todo pintor, escritor y artista debería tener muy presente: cuántas veces una pintura, un libro o una obra de arte se estropean porque el autor se empeña en seguir haciendo cambios cuando ya no hay que tocarla más. Así es la rosa y no la vas a mejorar.

El consejo, sin embargo, no vale solo para artistas y los católicos haríamos bien en meditarlo también. En efecto, una tentación que siempre ha estado presente en la historia, pero más que nunca en nuestra época, es la de hacer cambios en la fe para “mejorarla”: quitamos esto, cambiamos un poquito aquello, añadimos esto otro y todo va a quedar mucho mejor, ¿no es cierto?

La amarga experiencia de incontables herejías indica que no, no es cierto. Las modificaciones, sustracciones y añadidos no mejoran la fe, sino que la destruyen. A fin de cuentas, al igual que sucede con las rosas, la fe es un regalo de Dios y no resulta mejorable. No las toques ya más, que así son la fe y la rosa. Cualquier cambio que hagamos en la fe para mejorarla lo único que hace es que sea menos de Dios y, por lo tanto, peor, porque todo don perfecto viene de arriba.

En épocas pasadas, todos los cristianos tenían esto muy claro. Incluso los mismos herejes pretendían, equivocadamente, que ellos eran los que estaban conservando la fe de siempre. Ahora, sin embargo, ha surgido un nuevo tipo de heterodoxia que cambia orgullosamente la fe, en vez de avergonzarse de ello.

En efecto, el criterio, en vez de la fidelidad a Cristo y a su Revelación, parece ser hacer la fe más moderna, más relevante, más agradable al mundo, más políticamente correcta. Hasta donde puedo ver, los que se empeñan en hacer esto fracasan miserablemente, porque nada pasa de moda más rápido que las modas y nada produce mayor vergüenza ajena que el intento de ser modernos a cualquier precio. Lo importante, sin embargo, es que incluso aunque consiguieran su propósito e hicieran la fe más moderna y agradable al mundo, precisamente por eso estarían traicionándola y haciéndola menos divina, menos verdadera y menos salvífica. Como si cambiaran las medicinas por caramelos, más agradables pero sin ningún poder para curar.

Al igual que nuestra Señora, la Rosa Mística perfecta e inmaculada, la fe que vale más que el oro es un regalo perfecto, que nos supera infinitamente y es exactamente lo que necesitamos para curar la herida mortal del pecado y de la muerte que sufrimos. Por eso, la actitud ante ambas, la fe y la Rosa, solo puede ser el asombro agradecido, la admiración y la contemplación que suscitan esas obras maestras que Dios nos ha entregado.

BRUNO MORENO

Las primeras decisiones de Trump





Políticas migratorias

  • Declaración de la emergencia nacional en la frontera sur con Méjico.
  • Despliegue del ejército en la frontera con Méjico para ayudar a los agentes de inmigración.
  • Restringir el asilo y el estatus de refugiado. Se suspende el programa durante al menos cuatro meses y se ordenará una revisión de la seguridad para ver si los refugiados de determinados países deben ser objeto de una prohibición de viaje
  • Plan de deportación masiva de inmigrantes de al menos once millones de personas que se encuentran de forma irregular en el país.
  • Medidas para bloquear la concesión de la ciudadanía a los hijos de inmigrantes que se encuentran ilegalmente en Estados Unidos.
  • Fin de la política de puesta en libertad de inmigrantes en Estados Unidos mientras esperan las audiencias de los tribunales de inmigración, pero las autoridades no dijeron cómo pagarían los enormes costes asociados a la detención.
  • Restablecimiento de su política de “Remain in Mexico”, que obligó a 70.000 solicitantes de asilo en su primer mandato a esperar en territorio mexicano audiencias en la corte de inmigración de Estados Unidos.
  • Reinterpretación del derecho a la ciudadanía por nacimiento de la 14ª enmienda. Los nacidos por extranjeros en situación irregular o por extranjeros de visita temporal no podrán obtener automáticamente la nacionalidad. Es probable que esta decisión se vea sujeta a una importante batalla judicial.
  • Fin del apoyo financiero a ong,s que ayuden a inmigrantes en situación irregular.
  • Lucha contra las “ciudades santuario” (ciudad que limita o define hasta qué punto un gobierno local o estatal compartirá información con los funcionarios federales de inmigración).

Política exterior

  • Designación de los cárteles de la droga y otras organizaciones como organizaciones terroristas extranjeras y terroristas globales especialmente designados, como el Tren de Aragua o la MS-13
  • Suspender temporalmente todos los programas de ayuda exterior de Estados Unidos durante 90 días para determinar si se ajustan a los objetivos políticos trumpistas.
  • Eliminación de las sanciones a los colonos judíos que cometieron actos violentos contra palestinos de Cisjordania.
  • Rescindir la decisión de última hora de la administración Biden de retirar a Cuba de la lista estadounidense de “Estados patrocinadores del terrorismo”.
  • Abandonar la Organización Mundial de la Salud (OMS), al igual que ocurrió durante su primer mandato en plena pandemia del COVID-19.
  • Aranceles del 25% a Méjico y Canadá a partir del 1 febrero. También se ha aprobado una orden ejecutiva por la que se establece que el acuerdo sobre el impuesto de sociedades mínimo a escala mundial, apoyado por la administración Biden y negociado con más de 100 países, “no tiene fuerza ni efecto” en Estados Unidos sin una ley del Congreso.
  • Creación de Hacienda Exterior para poder aplicar aranceles masivos.

Respecto al clima y la energía

  • Salida del Pacto del Clima de París. Por segunda vez, Trump se retira del acuerdo climático, decisión que el presidente Biden había revocado.
  • Final del Green New Deal
  • Revocación de una orden de Biden de 2021 que pretendía garantizar que la mitad de los vehículos nuevos vendidos en Estados Unidos para 2030 fueran eléctricos.
  • Derogación de un memorándum de 2023 de su predecesor que prohibía la extracción de petróleo en 16 millones de acres en el Ártico. El presidente republicano declaró una emergencia energética nacional, prometiendo llenar las reservas estratégicas de crudo y exportar la energía estadounidense a todo el mundo. Junto a esta medida, ha anunciado que cesará la compra del petróleo venezolano.

Otras medidas

  • Creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por Elon Musk.
  • Moratoria de 75 días para la prohibición de TikTok, dando a ByteDance más tiempo para encontrar un comprador.
  • Indultos para alrededor de 1.500 partidarios de Trump que han sido acusados por los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos. La medida también acorta las condenas de 14 miembros de las organizaciones de extrema derecha Proud Boys y Oath Keepers, incluidos algunos que fueron condenados por conspiración sediciosa.
  • Una orden de gran alcance sobre la pena de muerte, ordenando al fiscal general que “tome todas las medidas necesarias y legales” para garantizar que los estados tengan suficientes medicamentos de inyección letal para llevar a cabo las ejecuciones.
  • Readmisión de los militares antivacunas.
  • Derogación de órdenes ejecutivas que promovían la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI) y los derechos de las personas LGBTQ y las minorías raciales. Entre las 78 órdenes eliminadas, al menos una docena estaban enfocadas en apoyar la equidad racial y combatir la discriminación hacia homosexuales y transexuales.
  • Por una orden ejecutiva la administración Trump utilizará “un lenguaje claro y preciso y políticas que reconozcan que las mujeres son biológicamente femeninas y los hombres biológicamente masculinos”.
  • Renombrar el Golfo de México como Golfo de América. Asimismo, se restituye el nombre de monte McKinley a la montaña más alta de Norteamérica, anteriormente conocida como Denali. El pico llevaba el nombre de monte McKinley hasta que, en 2015, el entonces presidente Barack Obama lo cambió oficialmente a Denali, su denominación tradicional athabascana, en los documentos federales.
  • Trump firmó dos medidas ejecutivas relacionadas con las autorizaciones de seguridad. Una de ellas permitirá a los empleados de la Casa Blanca obtener autorizaciones de seguridad de alto secreto sin tener que pasar por el proceso de investigación tradicional. La otra revoca las autorizaciones de seguridad de 50 personas que firmaron una carta en la que afirmaban que una noticia sobre el ordenador portátil de Hunter Biden formaba parte de una campaña de desinformación rusa.
  • Orden ejecutiva por la cual todas las banderas de Estados Unidos ondeen a toda asta en “este y todos los futuros días de inauguración”. La medida se adopta después de que el líder republicano se quejara públicamente de que las banderas ondearían a media asta durante su toma de posesión para rendir homenaje a Jimmy Carter, que falleció el 29 de diciembre. Es costumbre que las banderas ondeen a media asta durante 30 días tras la muerte de un presidente o expresidente.
Enrique de Aguilar

miércoles, 22 de enero de 2025

NOTICIAS a 22 de ENERO de 2025

NOTICIAS DE DIVERSOS MEDIOS




La fusión de Telefónica e Indra y la amenaza a la transparencia del sistema electoral

El aborto eugenésico en España: se deja que se aborte a más del 83 % de los fetos con síndrome de Down

¿Soborno? El grupo de médicos del Reino Unido que promovió las vacunas contra la COVID-19 para adolescentes ocultó los pagos de Pfizer

Marruecos y la amenaza de una nueva Marcha Verde en Ceuta, Melilla y Canarias

El aborto como imposición | Mariano Martínez-Aedo

Sigue la destrucción del campo español: el gobierno permite la tala de 116 hectáreas para instalar 22 parques eólicos



Selección por José Martí

Trump llega a la Casa Blanca para imponer el sentido común



El mandatario republicano ya es oficialmente el 47º presidente de los Estados Unidos. Donald Trump se dio un baño de masas en Washington en el ya conocido como el «día de la liberación».

A sus 78 años, Donal Trump se convierte por segunda vez en presidente de Estados Unidos y como ya adelantó en campaña electoral, no ha dejado pasar ni un solo día para tomar sus primeras medidas.

«La era de oro en Estados Unidos comienza justo ahora. A partir de este día, nuestro país va a florecer», dijo Trump en su discurso de toma de posesión. En su discurso, Donald Trump volvió a recordar el intento de asesinato que sufrió dando un mitin en Pensilvania y no dudó en afirmar que «Dios me ha permitido volver a hacer de Estados Unidos un país grande de nuevo».

Primeros decretos: inmigración, energía y ruptura con la ideología woke

El presidente Trump no quiso perder ayer ni un minuto y arrancó su mandato firmando una serie de órdenes ejecutivas con el objetivo de «comenzar la completa restauración de Estados Unidos y la revolución del sentido común». Entre ellas, destaca el indulto a los 1.600 manifestantes que rodearon y entraron en el Capitolio en el año 2021 o declarar la emergencia nacional en la frontera sur del país. Donald Trump ha confirmado que van a frenar la entrada ilegal de inmigrantes y comenzarán el proceso de devolver a millones y millones de extranjeros delincuentes a sus países de origen.

El nuevo presidente de Estados Unidos también ha anunciado que se borran del Acuerdo de París. En ese sentido, Trump ha confirmado que «Estados Unidos va a volver a ser un país industrial y tenemos algo que ninguna otra nación industrial tiene: la mayor cantidad de petróleo y de gas de la Tierra».

Donal Trump también viene pisando fuerte estos últimos días para poner fin a la locura de la perniciosa agenda ‘woke’. Para destruir esta imposición ideológica, ha dado a conocer que va a firmar una orden ejecutiva para acabar con la censura y para promover la libertad de expresión. Además, volvió a reiterar que «desde hoy la política del Gobierno de Estados Unidos es que solo hay dos géneros: hombre y mujer. Masculino y femenino».

En el ámbito de la libertad, el sucesor de Biden en la Casa Blanca ha asegurado que «esta semana voy a readmitir a soldados que fueron expulsados del Ejército por negarse a vacunarse contra la COVID 19«.

En cuanto a la batalla provida, la nueva Administración ha empezado a dar algunas señales. En este primer día, se ha sabido que Trump ha cerrado el sitio web pro-aborto del HHS.

El Estado pretende imponer a la Iglesia católica cómo administrar los santos sacramentos.



DURACIÓN 4:38 MINUTOS


ESTO ES PROPIO DE LAS DICTADURAS

El gobierno socialista pretende gobernar la Iglesia fundada por Jesucristo. Para los católicos, no es tiempo de tibiezas. Hemos de defender la fe con todas las consecuencias. No les tenemos miedo. La cobardía y el silencio culpable es lo que nos ha llevado a esta situación. En estos tiempos difíciles, hemos de seguir firmes en Cristo y en María.

Mons. Schneider ha planteado al Papa «temas importantes de la vida de la Iglesia»



El Papa Francisco ha recibido hoy en audiencia al obispo auxiliar de Astaná, Mons. Athanasius Schneider
. El Vaticano no ha ofrecido más detalles sobre el encuentro. El obispo ha asegurado que le ha planteado al Papa temas importantes de la vida de la Iglesia y que ha sido escuchado con atención.

(InfoCatólica) A petición de Kath.net, Mons. Schneider ha dado esta breve explicación:
«Lo que puedo decir es lo siguiente: durante la audiencia, el Papa Francisco fue muy cordial conmigo. Le planteé temas importantes de la vida de la Iglesia. Me escuchó con atención. Recemos por el Papa, para que fortalezca a toda la Iglesia en la fe».
Mons. Athanasius Schneider es de los pocos obispos que siempre ha hablado claro y conforme a la fe católica sobre la deriva doctrinal que lleva sufriendo la Iglesia en los últimos años. En noviembre del 2014 criticó que se sometiera a votación la verdad divina y la Palabra de Dios en el Sínodo sobre la Familia en relación a la comunión de los divorciados vueltos a casar. Igualmente apoyó a los cardenales que plantearon objeciones al Papa por esa misma cuestión.

En diciembre del 2016 denunció la permisividad en la Iglesia con el divorcio y el adulterio. En febrero del 2019 salió al paso de la tesis de que es voluntad de Dios que haya muchas religiones. En marzo de ese mismo año consiguió que el Papa le dijera que esa posible voluntad de Dios era meramente permisiva. En mayo pidió una rectificación oficial de la declaración interreligiosa de Abu Dhai. Y en octubre, también del 2019, condenó el culto a la Pachamama en los jardines del Vaticano con motivo del Sínodo para la Amazonia.

En octubre del 2020, Mons. Schneider aseguró que el Papa volvía a cometer en la encíclica Fratelli tutti los mismos errores de la declaración de Abu Dhabi. En enero del 2022 pidió al Pontífice que no se aplicara Traditionis custodes, motu proprio del Papa que restringe la Misa previa a la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II.

En junio del 2023 solicitó al Papa que no diera a los laicos el mismo derecho de voto que los obispos en el Sínodo sobre sinodalidad. Y en junio del 2024 aseguró que Fiducia supplicans, texto del Dicasterio de la Fe que permite las bendiciones de parejas homosexuales, «socava gravemente la fe y la moral católicas».

La vuelta de Trump a la Casa Blanca: desde la retirada del Acuerdo de París a la emergencia nacional en la frontera sur



Horas después de convertirse en el 47 presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha firmado una serie de órdenes ejecutivas que incluyen la revocación de decenas de políticas de su predecesor, Joe Biden, medidas contra la inmigración ilegal y la retirada del país del Acuerdo de París sobre el clima o la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como indultos contra los procesados por el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.

El magnate, de 78 años, ha puesto su rúbrica a decenas de documentos de vuelta al Despacho Oval como culmen de múltiples promesas realizadas durante su exitosa campaña en 2024, que le han traído de vuelta a la Casa Blanca cuatro años después.

Asimismo, ha criticado al expresidente Biden por haber anunciado un indulto preventivo de última hora destinado a miembros de su familia. «¿Sabían que Biden, mientras yo estaba haciendo mi discurso, indultó a toda su familia? ¿Pueden imaginarlo?», ha cuestionado en declaraciones desde el pabellón del Capital One Arena de Washington.

Trump ha aprovechado la ocasión para revocar casi 80 órdenes ejecutivas, como la retirada de Cuba de la lista de países terroristas o las sanciones contra colonos israelíes en Cisjordania, ambas medidas que fueron tomadas por Biden en sus últimos días como presidente. También ha retrasado la prohibición de la plataforma TikTok durante 75 días, después de que este fin de semana se quedara en negro durante varias horas para los usuarios estadounidenses.

En cuanto a inmigración, el nuevo presidente estadounidense ha decretado la emergencia nacional en la frontera sur y ha rescindido un grupo de trabajo interinstitucional creado por Biden para reunir a familias separadas en la frontera. También ha decretado el fin de la ciudadanía por derecho de nacimiento y ha decidido designar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras.

Trump ha adoptado una orden para cambiar el nombre de varios lugares emblemáticos de Estados Unidos, como el golfo de México, que pasará a llamarse el golfo de América con el fin de «honrar la grandeza estadounidense», por lo que ha ordenado que todos los mapas y documentos «reflejen su cambio de nombre».

Por otro lado, ha ordenado al Departamento de Justicia y a la oficina del director de Inteligencia Nacional que abran investigaciones sobre la «censura de la libertad de expresión» o el «uso como arma» de la Administración Biden.

«El pueblo estadounidense ha sido testigo de cómo la administración anterior se involucraba en una campaña sistemática contra sus oponentes políticos percibidos, utilizando como arma la fuerza legal de numerosas agencias federales de aplicación de la ley y la comunidad de inteligencia contra esos oponentes políticos percibidos en forma de investigaciones, procesamientos, acciones de cumplimiento civil y otras acciones relacionadas», se lee en el documento.

Estas firmas se han producido tras proclamar el inicio de una «era dorada» con el arranque de su segundo mandato durante su discurso inaugural, en el que ha asegurado que Estados Unidos «va a volver a ser respetado en todo el mundo». Además, durante la jornada, el Senado estadounidense ha confirmado por unanimidad a Marco Rubio como nuevo secretario de Estado, convirtiéndose en el primer nominado de Trump en ser aprobado por la Cámara Alta.

CARLOS RIOBA