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lunes, 14 de agosto de 2023

La esperanza de otra Iglesia



En esta breve nota lo que llamo la “otroeidad” de la Iglesia es el resurgimiento de la Iglesia de siempre, la que desean los despreciados por Roma como “indietristas”, imponiéndose a la “Iglesia de la propaganda”, que disfruta del oficialismo progresista. Esa otra Iglesia está poblada especialmente de jóvenes; es por eso que a ella le aguarda el futuro, según los designios inescrutables de la Providencia Divina. Me apropio de la posición representada hacia la mitad del siglo XIX por Soeren Kierkegaard, quien criticaba al protestantismo de su tiempo, en Dinamarca, distinguiendo al cristianismo del Nuevo Testamento de la Cristiandad sostenida por el Estado, y financiada por él.

En diversos países asoma esta “otra Iglesia”, en la que reinan la ortodoxia doctrinal, y una liturgia exacta, solemne, y bella. La predicación, la catequesis, y los sacramentos recuerdan lo que era normalmente en tiempos mejores, pero no asume la rutina de lo que sería una mera repetición. En la Iglesia verdadera así recuperada, sacerdotes excelentes acompañan, respaldan, y alimentan a las legiones de jóvenes, que son los auténticos protagonistas de la resurrección eclesial. No es esta “otra” Iglesia la concentración del “devoto sexo femenino”; según una recta versión de la “perspectiva de género” la novedad es la presencia varonil. Una realización reciente es el Rosario de hombres, que se verificó en más de 40 países; en Buenos Aires, en el segundo año consecutivo, más de 500 hombres han rezado de rodillas el Rosario, en la plaza de Mayo, ante la sede del gobierno nacional. Rogaron a la Virgen por la suerte del país. El asombro de turistas y de porteños de los barrios, que hacían turismo en el centro, era notorio.

Un aspecto digno de especial mención es que en esos contingentes que señalan la “otroeidad” de la Iglesia no se registra un especial apego a la “Misa de antes”, y al uso exclusivo del latín. Tampoco se impone la crítica al Concilio Vaticano II. La normalidad es la regla, en lo que se ve que la “otroeidad” no aparece como una cosa rara, y extravagante.

No hay Iglesia sin episcopado. El futuro de la “otroeidad” requiere simplemente que algunos obispos, silenti opere, sin llamar la atención, abran sus diócesis para que espontáneamente se integren en ellas los fieles laicos que constituyen aquellos movimientos que van surgiendo en los diversos países. La discreción es fundamental, para que el oficialismo progresista no active sus recursos de proscripción. Un problema aún irresuelto es dónde podrán formarse las vocaciones sacerdotales que vayan surgiendo. La historia reciente muestra que la imposición del progresismo tuvo como germen la corrupción del Seminario tradicional. Este fenómeno ha sido una de las características del período posconciliar, aunque en muchos países se verificó al conjuro de los intentos del “aggiornamento”, contemporáneos al Vaticano II. Sería natural que entre los jóvenes surjan vocaciones sacerdotales, ¿dónde se formarán? En su momento se han intentado alternativas a la estructura tradicional del Seminario; no han dado la solución esperada. En realidad, se podría recurrir nuevamente a aquella estructura que no es mala de suyo, y puede adaptarse a situaciones diversas. El factor clave es la inspiración, el espíritu, lo cual depende de cómo el obispo concibe la organización de su diócesis. Se trata del espíritu de su propio ministerio. El obispo debería ser el responsable directo del Seminario, aunque se valga de la participación de sacerdotes bien preparados, y que asuman sinceramente la orientación que el obispo desee implementar.

Normalmente las vocaciones surgen en el ámbito de una seria pastoral juvenil. Parece, a priori, ocioso diseñar un proyecto de pastoral juvenil. Basta más bien estar atentos a la obra de Dios entre los jóvenes de esa “otra Iglesia”, que providencialmente florece en los diversos países y ambientes. En la Jornada Mundial de la Juventud, el Sumo Pontífice equivocó completamente su discurso. En lugar de anunciar a Jesucristo, o por lo menos ofrecer una invitación a la plenitud de la condición humana, habló del “cambio climático”; ese fue su mensaje: acompañar tal circunstancia. Tenía ante sí a unos 800.000 jóvenes de todo el mundo.


Para mensurar el calibre del despiste de Roma basta recordar el mandato de Cristo a los Apóstoles: hacer que todos los pueblos sean discípulos suyos, y se configuren como naciones cristianas. El «pequeño rebaño» que es la Iglesia, debe poblar el mundo entero mediante la aceptación de la fe y el Bautismo. La «otroeidad» de la Iglesia es una especie de fermento, del cual puede crecer el cristianismo auténtico, el cristianismo según el espejo del Nuevo Testamento. El tema del «cambio climático», y la «deforestación», entre otros asuntos, son actualmente la prioridad de la Iglesia oficial; es un capítulo más de la primacía que se otorga a los problemas culturales, sociales y económicos. Ha surgido actualmente otro mito: la ideología sinodal, que apunta a incorporar la Agenda 2030 de la mundialización.

+ Héctor Aguer

Arzobispo Emérito de La Plata.


Buenos Aires, lunes 14 de agosto de 2023.

San Maximiliano Kolbe, presbítero y mártir.»

sábado, 12 de agosto de 2023

Viaje a Marsella (Bruno Moreno)



Está previsto que, en septiembre, el Papa viaje a Marsella. Es uno de tantos viajes papales, tan numerosos que ya no llaman mucho la atención, pero en este caso me ha parecido interesante la explicación que ha dado el propio Papa Francisco de la motivación que hay detrás.

En una entrevista concedida a Vida Nueva y también a bordo del avión que le llevaba a Portugal, el Pontífice se preocupó de explicar que no será una visita “a Francia”, sino a Marsella. Esta explicación tan curiosa, teniendo en cuenta que Marsella está en Francia y que, además, será la segunda vez ya que viaja a ese país, se debe a uno de esos golpes de efecto llamativos que tanto parecen gustarle al Santo Padre (como, por ejemplo, aquel gesto de viajar en Estados Unidos en un pequeño Fiat rodeado de limusinas y grandes vehículos de seguridad, su afirmación drástica de que no veía nunca la televisión a pesar de que poco después llamó en directo a un programa televisivo italiano o el no menos asombroso gesto de arrodillarse ante los políticos sudaneses cuando acostumbra a no arrodillarse ante el Señor sacramentado por problemas de rodilla). En este caso, el golpe de efecto consiste en anunciar que ha decidido que, en Europa, no quiere viajar a ningún país “grande” antes de haber visitado todos los “pequeños”, algo que debe de parecerle muy significativo por alguna razón.

En cualquier caso, lo que me ha resultado más interesante es la explicación de por qué ha elegido Marsella en particular como destino. El Papa Francisco señaló que “el problema que me preocupa es el problema del Mediterráneo” y que, “los obispos están teniendo este encuentro para reflexionar sobre el drama de los migrantes”, porque “el Mediterráneo es un cementerio […] Es terrible. Por eso me voy a Marsella”.

Según se ha anunciado, el Papa dedicará su visita a clausurar el encuentro de jóvenes y obispos de la región, en una reunión con 120 jóvenes de todos los credos, representantes de otras religiones y obispos católicos de países del Mediterráneo, además de reunirse con “personas en dificultad económica”, presidir una liturgia en la basílica de Notre Dame de la Garde, un momento de oración con distintos líderes religiosos por los marineros y migrantes perdidos en el mar, una audiencia con el Presidente francés y, finalmente, la celebración de la Santa Misa en un estadio.

En principio, nada que objetar. El tema de la inmigración es fundamental hoy en día en todo el mundo y en Europa muy especialmente. Rezar, celebrar la Santa Misa y cosas así son estupendas. Llevarse bien con las gentes de otras religiones en principio es deseable. La reunión entre el Jefe de Estado francés y el del Vaticano es de rigor, etc. Sin embargo, no puedo evitar pensar que, intencionadamente o no, se descuida lo que debería ser el tema más importante en cualquier visita de un Papa a Marsella.

Esta bonita ciudad portuaria francesa es conocida porque en la actualidad más o menos un tercio de los habitantes son musulmanes. Se calcula que en Marsella hay en torno a un centenar de mezquitas, que se llenan de bote en bote, a diferencia de las iglesias católicas cada vez más vacías. A eso hay que añadir, por supuesto, la gran parte de la población que es agnóstica o practica otras religiones. Las cifras son estimaciones, porque el laicismo francés impide elaborar estadísticas oficiales relativas a la religión, pero es de suponer que son más o menos correctas y que la vieja diócesis de San Lázaro, los mártires Volusiano y Fortunato, San Sereno, San Abdalongo y San Mauroncio y de la célebre abadía de San Víctor se está quedando sin cristianos.

En estas circunstancias, ¿no debería centrarse una visita papal en el fracaso de la Iglesia en evangelizar a musulmanes, agnósticos y otros que no tienen la fe católica? ¿No tendrían que tocar a rebato todas las campanas de Marsella, llamando a los católicos a predicar a Cristo crucificado a tiempo y a destiempo? ¿No debería el Papa encabezar, con los pies descalzos, una procesión penitencial de clero y pueblo para pedir perdón a Dios porque la Iglesia ha olvidado su misión fundamental? En vez de tener la enésima reunión con líderes y miembros de otras religiones para exhortarles a construir la pobrísima fraternidad humana, ¿no sería mejor que saliera por las calles a predicarles la fe que vale más que el oro?

Lo cierto es que el tema de la regulación de la inmigración, sus riesgos y sus efectos sociales, siendo importante, es más bien competencia de los laicos, mientras que la evangelización es misión fundamental de la Iglesia, por voluntad del propio Cristo. Sin duda, los inmigrantes necesitarán ayuda y es preciso dársela, pero ¿no estaremos olvidando que lo verdaderamente necesario, como enseña el Evangelio, es el conocimiento de Cristo? Si la Iglesia no dedica todas sus fuerzas a predicar la fe, ¿quién lo hará? El drama de los migrantes que mueren en su intento de lograr una vida mejor o que viven en condiciones indigas es, sin duda, terrible, pero ¿no es más terrible aún perder la vida eterna? ¿No se levantarán esos musulmanes, agnósticos y miembros de otras religiones el día del Juicio a pedir justicia a Dios contra nosotros porque no les dimos el tesoro de la salvación que se nos ha confiado?

Como es lógico, la cuestión de qué conviene hacer en una situación concreta es prudencial y sin duda el Papa actuará con toda la buena voluntad del mundo, pero no puedo evitar pensar que estos viajes centrados en temas meramente humanos son una muestra más de que el secularismo se ha ido introduciendo en la Iglesia hasta la médula. En una sociedad sin fe, es mucho más cómodo para los eclesiásticos centrarse en problemas seculares y relegar lo expresamente católico a una Misa o una oración de vez en cuando, como la guinda del pastel.

Al final, sin embargo, lo que debería preocuparnos a todos es que el mundo se muere y necesita desesperadamente la salvación de Jesucristo. Es por eso por lo que existe la Iglesia. Para nuestra vergüenza, sin embargo, se cumplen las palabras de la Carta a los Romanos: ¿Cómo creerán en Él, si no han oído hablar de Él? ¿Y cómo van a oír, si no se les predica?

Bruno Moreno

Ignacio Garriga disipa las dudas sobre una crisis tras la salida de Espinosa de los Monteros



DURACIÓN 21:51 MINUTOS

Derribos Bergoglio Inc.



DIARIO DE UNA FILOTEA

12 agosto 2023

Recordando al sabio fray Gerundio de Tormes

Durante un tiempo tuvimos el placer doloroso de leer el blog de Fray Gerundio de Tormes, al que Veritas et Vita definió en 2014, con motivo de su despedida, como uno de los más conocidos en círculos tradicionales (https://infovaticana.com/blogs/cristo-era-sabio/fray-gerundio-de-tormes-se-despide/).

Decía esta entrada en el blog en este mismo portal que fray Gerundio “solía filosofar, con buenas dosis de sarcasmo, sobre ciertos temas de la Iglesia narrando las anécdotas y disensiones que se daban en su claustro entre los jóvenes novicios modernistas y él. Tras esta despedida, el blog volvió a estar activo en 2021, temporalmente, de la pluma de uno de sus discípulos, fray Luco de FG, pero no he sido capaz de encontrar en redes ningún post escrito con posterioridad a julio del mismo año (https://fraygerundiodetormes.wordpress.com/).

Aunque ya no publique, siempre es buena ocasión para leer o releer los posts del sabio fraile, especialmente en estos convulsos días en lo que atañe a asuntos eclesiales. Aquí les dejo un par de enlaces sobre una de las obsesiones bergoglianas, la rigidez de los pastores, que esta semana ha alcanzado cotas gravísimas en la publicación de una entrevista en la revista Vida Nueva (https://infovaticana.com/2023/08/07/francisco-sobre-los-sacerdotes-rigidos-esa-coraza-esconde-mucha-podredumbre/) en que el papa afirma que tras la rigidez (ya se sabe, lo que él también llama “mundanidad” pero que parece ser en realidad celo y ortodoxia, amor a Cristo y a su Iglesia) “se esconde mucha podredumbre y dobles vidas”; una entrada en el blog de 2014, “La cáscara de la banana” (https://fraygerundiodetormes.wordpress.com/2014/12/16/la-cascara-de-banana/ ) y, otra, extrañamente, de 2017, cuando creo que fray Gerundio había dejado de escribir. Incongruencias cronológicas sin resolver aparte, vale la pena leerlo: se titula “La pastoral del insulto” (https://fraygerundiodetormes.wordpress.com/2017/02/16/la-pastoral-del-insulto/).

Soy consciente, por comentarios en posts anteriores, que a algunos lectores les disgusta tanta cita y tanto enlace, pero en este caso no hay otra manera de referirse a lo que estamos comentando. Claro que se puede abrir el blog, enlazado arriba, e ir leyendo cada una de las entradas, pero me había parecido oportuno seleccionar específicamente estas dos, por tratarse de un tema de actualidad; y otra, a la que hace referencia el título, que siempre me viene a la cabeza, por profética, cada vez que el papa realiza uno de sus cada vez más frecuentes actos de misericordia y sinodalidad. En este caso, intentar dinamitar el Opus Dei, en palabras de este portal, convirtiéndolo en una fraternidad sacerdotal; en un gran ejercicio de puesta a prueba de la obediencia de los fieles al papa pero, también, de su sentido común, puesto que los laicos de la Obra son totalmente ignorados en el último motu proprio, cuando al mismo tiempo se nos llena la boca de “la hora de los laicos” en la Iglesia.

En este contexto, viene totalmente al caso traer a colación otro magnífico post de fray Gerundio, “Derribos Bergoglio Inc.”, publicado en Religión la voz libre (https://religionlavozlibre.blogspot.com/2017/01/derribos-bergoglio-inc.html) en 2017, que comienza diciendo: “Este hombre está destrozando la Iglesia; vamos a cumplir cuatro años de derribos, desmoronamientos y devastaciones. con sal incluida. Y con malas artes, lideradas por una mafia vaticana digna de Corleone, cuando se doctoró en Palermo. cualquier católico que tenga ojos en la cara y algo de amor a la Iglesia, lo percibe”.

Tal vez no sea muy adecuado recomendar que “disfruten” de la lectura, pero sí, desde luego que la lean. Porque, después de seis años, es más actual que nunca y porque, siguiendo la ley de la gravedad, el proceso de derribo está tomando en la caída una velocidad vertiginosa.

Filotea

viernes, 11 de agosto de 2023

jueves, 10 de agosto de 2023

Educación en casa (homeschooling): ¡Salva a tus hijos de las ideologías! Academia Dominicanes.



Duración: 77 minutos

Graves errores de los padres de familia: uso excesivo de aparatos electrónicos en niños y jóvenes (P. Juan Razo García)



Duración 27:53 minutos

Ingreso libre, pero iglesias vacías. Sueños y realidades de un pontificado en el crepúsculo



La Iglesia “no tiene puertas” y por tanto todos pueden entrar, pero precisamente “todos, todos, todos, sin ninguna exclusión”. Este es el mensaje en el que más insistió el papa Francisco durante su viaje a Lisboa, en vísperas de un sínodo que -en su “Instrumentum laboris”- pone en cabeza de la lista de invitados a entrar “a los divorciados vueltos a casar, a los que viven en poligamia, a las personas LGBTQ+”.

Pero mientras tanto, en Italia, donde Francisco es obispo de Roma y primado, las iglesias se están vaciando. Una encuesta profunda realizada para la revista “Il Timone” por Euromedia Research constató que hoy solo el 58,4% de los ciudadanos italianos mayores de 18 años se identifican como “católicos”, frente al 37% de los “no creyentes”. Y los que van a Misa los domingos son apenas el 13,8% de la población, en su mayoría mayores de 45 años, con presencias aún más bajas en Lombardía y Véneto, las regiones que han sido la fortaleza histórica del “mundo católico italiano”.

Y no sólo eso. Incluso entre los católicos “practicantes”, es decir, los que van a Misa una vez al mes o más, apenas uno de cada tres reconoce en la Eucaristía “el verdadero cuerpo de Cristo”, los demás lo reducen a un “símbolo” vago o a un “recuerdo del pan de la Última Cena”. Y sólo uno de cada tres, también los que se confiesan al menos una vez al año, están convencidos de que se trata de un sacramento para la “remisión de los pecados”. No sorprende que el teólogo benedictino Elmar Salmann dijera en una entrevista el 14 de junio en “L’Osservatore Romano” que más que el número de fieles le preocupa también la declinación de la práctica sacramental, que “se hunde”.

Una decadencia que va acompañada de una notoria concesión al “espíritu de la época” en el campo doctrinal y moral. El 43,8% de los católicos practicantes considera el aborto un derecho, el 41,6% considera que es correcto permitir los matrimonios homosexuales, el 61,8% niega que divorciarse sea un pecado, el 71,6% aprueba la anticoncepción. Sólo se registra cierta resistencia en relación con el alquiler del útero, contra el cual toman partido dos de cada tres practicantes.

Pero si esta es la realidad de los hechos, ¿cuál puede ser el efecto de la insistente invitación a acoger en la Iglesia a “todos, todos, todos”, es decir, incluso a personas, como precisamente “los divorciados vueltos a casar, las personas en poligamia matrimonial, las personas LGBTQ+”, que según lo que siempre ha enseñado la Iglesia “no pueden recibir todos los sacramentos”?

Esta es la pregunta que Anita Hirschbeck, de la “Katholische Nachrichten-Agentur” [Agencia Católica de Noticias], formuló al Papa en la conferencia de prensa en su vuelo de regreso de Lisboa, el 6 de agosto.

Francisco le respondió que sí, que todos deben ser acogidos en la Iglesia, “feos y bellos, buenos y malos”, incluso los homosexuales. Pero “otra cosa es la esencia del ministerio en la Iglesia, que es el modo de hacer avanzar a la grey, y una de las cosas más importantes es, en el ministerio, acompañar a las personas paso a paso en su camino de maduración… La Iglesia es madre, recibe a todos, y cada uno hace su camino dentro de la Iglesia”.

Dicho de este modo, esta respuesta del Papa frena la carrera del “camino sinodal” de Alemania, pero no sólo eso, hacia una revolución de la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad.

Y es una respuesta que está totalmente en línea, más bien, con lo que está escrito en la mucho más sólida “Carta Pastoral sobre la Sexualidad Humana” publicada por los obispos de Escandinavia en la pasada Cuaresma: “Puede ocurrir que las circunstancias hagan imposible que un católico reciba los sacramentos durante cierto tiempo. No por ello deja de ser miembro de la Iglesia. La experiencia del exilio interior abrazado en la fe puede conducir a un sentido más profundo de pertenencia”.

Pero se sabe que no siempre Francisco habla y actúa con coherencia sobre estas cuestiones.

La bendición de las parejas homosexuales, por ejemplo, aunque prohibida -con el consentimiento escrito del Papa- por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe dirigido por el cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer, ha sido probada de hecho en varias ocasiones por el mismo Francisco.

Y ahora que Ladaria será sucedido por Víctor Manuel Fernández, el controvertido teólogo argentino favorecido por Jorge Mario Bergoglio, se puede dar por cierto que ha llegado a su fin el tiempo de los custodios de la doctrina “que señalan y condenan”, sustituido por un nuevo e irénico programa de “crecimiento armónico” entre “las diferentes líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral”, que “preservará la doctrina cristiana más eficazmente que cualquier mecanismo de control”, como se lee en la inusual carta del Papa que acompañó el nombramiento del nuevo prefecto.

Un decisivo golpe de timón en esta dirección es la entrevista que “L’Osservatore Romano” publicó el 27 de julio con Piero Coda, de 68 años, secretario general de la Comisión Teológica Internacional, miembro de la comisión teológica del sínodo y profesor en el Instituto Universitario Sophia, de Loppiano, del Movimiento de los Focolares, del que es miembro de primer nivel.

La entrevista tiene por título: “No hay reforma de la Iglesia sin reforma de la teología”. Y en ella, además de las respuestas, son reveladoras las preguntas del director del diario vaticano Andrea Monda y de Roberto Cetera, uno y otro ex profesores de religión en institutos.

El punto de partida supuesto es que la teología que todavía se enseña en facultades y seminarios “es anticuada”. Y lo es porque “el hombre cambia”, también en las “relaciones entre los géneros”, y “corremos el riesgo de hablar a un hombre y a una mujer que ya no existen”, cuando en cambio “una renovación de la teología debería comenzar precisamente con una revisión del pensamiento antropológico”.

En consecuencia, también el hombre Jesús debe ser repensado en una forma nueva, sin la “fijeza” adoptada hasta ahora. Coda dice: “La antropología teológica, tal como a menudo nos la representamos, debe ser archivada en gran parte: ciertamente no en cuanto a la sustancia, pero sí en cuanto a la interpretación que se hace de ella, porque es abstracta e idealista. Presenta una visión exculpatoria del mundo y del hombre. Es necesario revivirla, repensarla y proponerla de nuevo”.

De ahí una serie de propuestas de reforma, que los entrevistadores enumeraron así al final de la entrevista: “Rebobinando la cinta de esta conversación, hemos partido del pecado original: a repensar; luego la gracia: a repensar; luego la libertad: a repensar; luego los sacramentos: a repensar. Si estuviéramos en su lugar, monseñor Coda, pensando en el trabajo que hay que hacer – partiendo de la base de que no hay reforma de la Iglesia sin reforma de la teología -, nos temblaría el pulso…”.

Si ésta es el plan de trabajo planteado, en el que todo se puede cambiar, es difícil imaginar un ocaso de pontificado más revolucionario que el actual. O más bien, más confuso.

Sandro Magister

Francisco y el Opus Dei



A juzgar por los dos “motu propio” que Francisco ha dedicado al Opus Dei en el plazo de un año, no parece que el Pontífice tenga especiales simpatías por el Opus Dei. Bajo una forzada argumentación de carácter jurídico-canónico, el Papa altera significativamente el carisma de la Obra, cosa que ningún Papa anterior había hecho con los carismas que han surgido en la Iglesia. Al contrario, los Pontífices han ido ajustando el Derecho Canónico a las nuevas realidades que el Espíritu Santo ha ido suscitando en la Iglesia, y no al revés, como en este caso.

San Josemaría Escrivá forma parte de la nómina de santos que han conformado realidades eclesiales nuevas, rompiendo moldes. San Benito, San Francisco, Santo Domingo, San Ignacio de Loyola, son ejemplos de grandes innovadores, fundadores de formas pastorales completamente nuevas en la Iglesia. Los Papas entendieron que estaban ante el soplo de Espíritu, acogieron estas novedades y les dieron un cauce jurídico acorde con su carisma.

Pero con el Opus Dei, no es así. San Josemaría fundó una realidad eclesial completamente nueva en la Iglesia, formada por laicos y laicas comprometidas a santificarse en medio del mundo. De esos laicos saldrán algunos sacerdotes, con la misma vocación que los laicos, para atender sacramentalmente a sus hermanos. Así lo vio Pio XII quien creó una figura jurídica nueva (los institutos seculares) para proteger el carisma de la nueva realidad eclesial. Y San Juan Pablo II dio un paso más convirtiendo el Opus Dei en prelatura personal. Aunque, efectivamente, las prelaturas personales están formadas por clérigos, en la Bula de erección de la Obra en prelatura se habría la vía para una vinculación de los laicos, que, en los Estatutos aprobados también por el Papa, se perfilaba mejor. El carácter laical y secular de la Obra es un elemento básico de su carisma que Francisco liquida con su motu proprio. De ser un gran movimiento laical, pasa a ser clerical, con los laicos en un papel secundario.

¿Puede un Papa ahogar por razones estrictamente jurídicas un carisma como el del Opus Dei? Militan de una forma o de otra en la Obra unas 90.000 personas. Los medios de apostolado de la Obra son enormes: universidades, colegios, centro de capacitación agraria y de promoción de la mujer, dispensarios, clubs juveniles, iglesias públicas, parroquias, centros de retiros y un largo etcétera que convierten a la Obra en la institución más importante de la Iglesia. ¿Puede un Papa ignorar todo esto? 

Pues parece que lo ignora. Parece estar más preocupado por cambiar la forma jurídica de una institución que ya tenía una, que funcionaba bien, fiel a la Santa Sede y al Magisterio, que por el cisma alemán. Sorprenden estas prioridades en una Iglesia que necesita evangelizar. El propio Papa, por ejemplo, en la última JMJ (donde por cierto había muchos jóvenes provenientes de centros vinculados al Opus Dei) ha insistido en la evangelización. ¿No es el Opus Dei un magnífico instrumento de evangelización en todo el mundo?

El fin de la evangelización, que ha de ser prioritario, ha cedido a una disputa académica entre canonistas. El jesuita y canonista Ghirlanda ha encabezado una persistente campaña para forzar estos motu propio. Y el Papa, a quien se le supone una mayor altura de miras, ha sucumbido a la presión. Algo incomprensible, si consideramos que lo prioritario es la evangelización, el apostolado y, sobre todo, el que realiza la Obra desde las mismas entrañas de la sociedad.

​En este caso, la Iglesia no ha actuado como en otros momentos de la Historia: adaptando el Derecho a los carismas que han ido surgiendo. La Compañía de Jesús, por ejemplo, fue una novedad eclesial en muchos aspectos y bastante rupturista frente las Órdenes religiosas de su época. Un Ghirlanda del siglo XVI quizás hubiera ahogado el carisma de San Ignacio. Se ha hecho con el Opus Dei una interpretación rígida del Derecho Canónico, lo cual contradice las repetidas manifestaciones de Francisco contra la rigidez. No parece que predique con el ejemplo.

El Papa advierte constantemente contra el clericalismo. Y, sorprendentemente, un carisma eclesial sustancialmente laical y secular lo convierte en clerical, colocando a los laicos en posición subordinada a los clérigos, cuando el carisma fundacional y novedoso del Opus Dei es precisamente que unos y otro comparten el mismo carisma y la misma vocación y así, los laicos, pueden tener cargos directivos en la Prelatura.

La Obra acatará y obedecerá al Papa, sabiendo que tras un Papa viene otro y lo que ha hecho uno lo puede corregir otro. Pero hay algo que el motu proprio no podrá cambiar: el sentido de pertenencia. Los miles y miles de laicos católicos que han encontrado su hogar espiritual en el Opus Dei, seguirán sintiéndose miembros de la Obra, por supuesto no desde el punto de vista jurídico canónico, pero sí en el espiritual. En la Obra, sacerdotes y laicos, aunque unos canonistas hayan querido trastocar su espíritu, seguirán compartiendo el mismo carisma y la misma vocación. Y el tiempo irá poniendo las cosas en su sitio. Clemente XIV disolvió la Compañía de Jesús en el siglo XVIII. Cuando unos decenios más tarde, Pío VII restableció la Compañía, resurgió con mucho más vigor y convirtiéndose en la institución más numerosa de la Iglesia.

Por Anónimo (La Cigüeña De La Torre)

 

El reciente motu proprio del Papa Francisco con el que da otra vuelta de tuerca al Opus Dei pilló desprevenida a la cúpula de la prelatura.

 INFOVATICANA


Aunque por Roma comenzaba a rumorearse que pronto se publicaría «algo» sobre las prelaturas y que por tanto afectaría de lleno a la Obra, lo que nadie se esperaba es que fuera justo después de la JMJ. La Santa Sede no informó previamente al Opus Dei de la publicación de este nuevo reajuste en el que «asemeja» las prelaturas a «asociaciones clericales públicas de derecho pontificio con facultad de incardinar clérigos».

Prueba de ello es la reacción oficial del Opus Dei respecto al motu proprio del año pasado y la que ha habido con este último. Cuando se publicó Ad charisma tuendum, (en donde el Papa dejó por escrito que el prelado no será obispo, los encasillaba en el Dicasterio del Clero y les obligaba a reformar los Estatutos), a la misma hora que se publicó el motu proprio la página web de la Obra publicó un amplio comunicado dando su opinión y una carta del prelado para tranquilizar a sus fieles.

En aquella ocasión, la Obra fue informada previamente del día de la publicación de Ad charisma tuendum, pero esta vez no ha sido así. Los responsables del Opus Dei (y todos los fieles) se enteraron de este nuevo mazazo a través del boletín oficial de la Santa Sede. La Obra respondió horas más tarde con un escueto comunicado en el que se limitaban a decir que «Estudiaremos qué consecuencias puedan tener estas modificaciones para la configuración jurídica del Opus Dei».

Justo el día de antes, el prelado del Opus Dei escribió un mensaje dirigido a los fieles de la Obra en el que pedía que «no dejéis de rezar por los frutos de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, como una expresión más de unión con el Romano Pontífice. Pongamos a los jóvenes, que son el presente y el futuro de la Iglesia, bajo el manto maternal de Nuestra Señora de Fátima».

La publicación de este motu proprio ha pillado a Fernando Ocáriz en la otra punta del mundo. El prelado del Opus Dei no ha acudido a la JMJ sino que emprendió un viaje apostólico por varios países de Asia como Filipinas, Indonesia o Australia en donde ha logrado reunir a varios miles de fieles. Mientras Roma decretaba, por orden de Francisco, un retroceso en el camino jurídico del Opus Dei, el prelado se encontraba a miles de kilómetros de la Ciudad Eterna y sin capacidad de maniobra.

Verano convulso para el Opus Dei

Este es el segundo verano consecutivo en el que la prelatura salta a la palestra y no por nada que hayan hecho ellos sino por decisión del Vaticano.

Este motu proprio ha sentado como un jarro de agua fría para muchos miembros de la prelatura que se han vuelto a sentir ‘agredidos’ o ‘menospreciados’ por esta decisión y cada vez el descontento empieza a ser mayor entre muchos fieles que solo ven ataques por parte de Roma.

A este motu proprio, hay que sumarle la polémica de los días pasados con Torreciudad o el nuevo atropello jurídico de la Santa Sede contra José María Martínez, el ex profesor de Gaztelueta al que el Vaticano investiga canónicamente en un proceso que carece de ninguna garantía jurídica. Todo este cúmulo de circunstancias unidas en un breve espacio de tiempo, quien sabe si casualidad o no, está generando un clima de tensión y frustración al ver como los asesores cercanos a Francisco consiguen que deshaga lo dictado por sus antecesores.

Algunas de estas voces cuentan a InfoVaticana que no se entiende la publicación de este motu proprio justo después de la JMJ. Tampoco dan crédito a que lo saquen ahora cuando la Obra ya ha presentado el primer borrador de los Estatutos al Dicasterio del Clero a petición de este, lo que obligará de entrada a hacer algunos cambios.

En esta línea, estas voces hablan de que la Obra se la juega todo a una carta: los Estatutos. No son pocos quienes piensan que quizá con este motu proprio el Opus Dei deba ir pensando en buscar otro ‘traje’ que se ajuste a su medida si la figura jurídica de la prelatura personal deja de serles útiles por culpa de la imposición de la visión del cardenal jesuita Gianfranco Ghirlanda. Lo que está claro es que el Opus Dei no tenía cerrado su camino jurídico y vuelve casi a la casilla de salida. Todo apunta a que si quieren salvaguardar el carisma y la protección jurídica de los fieles laicos, deberán buscar otra fórmula.

miércoles, 9 de agosto de 2023

La gobernabilidad de España a subasta | Eusebio Alonso



En contra de lo que aventuraban la inmensa mayoría de las encuestas, las elecciones del pasado 23 de julio acabaron con un resultado que da una escasa mayoría al PP. Mayoría que, tras el escrutinio provisional del voto CERA, le impide gobernar en solitario y plantea un difícil escenario de pactos de gobierno, al estar obligado a aglutinar fuerzas antagónicas entre sí, o a intentar, como alternativa, alcanzar un acuerdo de Gobierno con el segundo partido más votado: el PSOE.

Un hipotético pacto del PP (137) con VOX (33) no aportaría los suficientes escaños para gobernar y necesitaría también, previsiblemente, sea el escaño de Coalición Canaria o el del UPN y los 5 escaños del PNV para asegurar una exigua mayoría absoluta. Sin embargo, este hipotético escenario de partidos de derechas se encontraría con un difícil escollo, ya que el PNV ha escenificado repetidas veces sus enormes diferencias con VOX.

Por otra parte, nunca, en la historia de la democracia, se ha conseguido un acuerdo entre PP y PSOE para asegurar la gobernabilidad de la nación española. Tal vez porque siempre ha sido más importante evidenciar sus trasnochadas diferencias ideológicas guerra civilistas que los intereses del país al que dicen defender. Para disipar cualquier posible duda, Félix Bolaños ya ha manifestado a la prensa, de forma categórica, que ese hipotético acuerdo de gobierno entre PP y PSOE no se producirá en esta legislatura.

Si el PP no presentase candidato a la investidura, o si lo presentara y fuese rechazado por las Cortes, quedarían aún dos opciones:Un acuerdo para formar un gobierno Frankenstein liderado por el PSOE (121) con, al menos, Sumar (31), ERC (7), JxCat (7), Bildu (6) y PNV (5), ó
La convocatoria de nuevas elecciones para disolver el bloqueo institucional con la hipotética aparición de una nueva mayoría capaz de formar gobierno.

Algunas claves del resultado electoral

Sería complicado hacer un preciso análisis forense de las claves que han conducido a este resultado electoral. No obstante, si se pueden aventurar algunas opiniones.

El PP ha conseguido aumentar el número de sus diputados en 48, sin por ello alcanzar la mayoría absoluta que perseguía, apelando al voto útil y despreciando, a priori, la posibilidad de alcanzar un pacto de gobierno con VOX. Con este proceder intentaba quitarse el sambenito que le asignaba la izquierda de compartir los mismos objetivos con un partido que gustaba calificar, de forma peyorativa, como de “extrema derecha”.

Las encuestas de las agencias demoscópicas más prestigiosas aventuraban una mayoría cercana a la absoluta para el PP. Tal vez este exceso de expectativas aconsejó a Feijoo la no asistencia al debate a 4, organizado en RTVE a pocos días de las elecciones. Circunstancia que tal vez pudo entenderse, por el votante de derechas, como miedo escénico o desprecio a la ciudadanía, desmovilizando un porcentaje del voto conservador en el peor momento.

El PP no supo sacar más rédito político, en sus oportunidades mediáticas, a los múltiples excesos cometidos por el PSOE durante la pasada legislatura. Excesos como son la intervención política de las más altas instituciones de la judicatura como el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado y el Consejo General del poder Judicial; la aplicación inusualmente alta del Decretos Leyes; la aprobación de leyes ideológicas cuya aplicación ha puesto en la calle, de forma prematura, a muchos delincuentes sexuales; la pésima gestión sanitaria de la pandemia Covid19 con la aplicación de medidas inconstitucionales durante el ilegal estado de alarma; el indulto a los golpistas que protagonizaron el “proces” catalán; los cambios en el código penal para reducir las penas por sedición y por malversación de caudales públicos; la destitución ilegal de cargos, como el coronel Pérez de los Cobos, que no se avenían a actuar fuera de la legalidad; el aumento desmedido de la inmigración ilegal y de la delincuencia; las mentiras interminables; el uso descarado y extensivo del nepotismo; el cambio de posición, sin consenso parlamentario, en el asunto de la autodeterminación del Sahara; la vulnerabilidad energética que nos ha traído su empecinamiento ideológico; el comienzo de la fuga de grandes empresas como Ferrovial; el aumento del número de españoles por debajo del umbral de pobreza con el triste mérito de ser uno de los países con mayor empobrecimiento de la OCDE; el aumento imparable de los impuestos; el enorme incremento del coste de la vida y de la deuda pública en términos absolutos; las dificultades al sector primario como consecuencia de las restricciones impuestas por la agenda 2030; el tráfico de maletas, procedentes de la dictadura narco-comunista venezolana de la mano de Delcy Rodriguez, que no pasaron los pertinentes controles de aduana; así como un interminable etc…

A diferencia del PP, el PSOE ha evitado atacar a sus socios de gobierno, centrando su estrategia en movilizar a su electorado potencial contra el temor a que la derecha pudiese derogar las leyes de contenido ideológico, convenientemente vestidas de avances sociales y de progreso. Al contrario de lo que cabría esperar en medio de un periodo vacacional, la afluencia a las urnas ha crecido un 4% respecto a las elecciones de 2019, alcanzando una cuota de participación, gracias al voto emitido por correo, algo superior al 70%. El aumento de participación beneficia al partido que consigue movilizar mejor a sus votantes. Para ello se requiere habilidad mediática, convenientemente adornada de promesas rimbombantes para el futuro, de mentiras sobre las cuestionables actuaciones pasadas e infundir una dosis de miedo a la hipotética llegada de la otra alternativa de gobierno. Sin duda la izquierda lo ha sabido hacer mejor, al conseguir movilizar a un millón de votantes más que en las elecciones del pasado mes de mayo. No deja de sorprender que el pacto de gobierno de la pasada legislatura, y las concesiones a partidos que se han declarado abiertamente enemigos de España, no le hayan pasado factura a Sánchez. Su justificación sería materia para un fascinante estudio sociológico cuyos resultados no estoy seguro de querer conocer para evitar caer en un profundo desconsuelo.

Respecto de los partidos regionalistas, nacionalistas, filo-etarras e independentistas, poco se puede decir que no sepamos ya. Ellos sacan partido del juego que les permite una ley electoral viciada, aprovechando la concentración local de sus votantes para lograr una representación mucho mayor que la que les correspondería si se presentaran en una circunscripción única a nivel nacional. Para que se entienda mejor, VOX ha necesitado, para cada uno de sus diputados electos, 91.932 votos, mientras que Bildu ha necesitado tan solo 55.560 votos. Casi la mitad. El voto a estos partidos resulta más rentable para los electores que no tengan ningún arraigo con los intereses de España, porque estos partidos consiguen privilegios exclusivamente para su región a cambio de su apoyo a un partido que gobierne en minoría y no tenga escrúpulos en ceder. Estos privilegios se traducen en tratamientos de favor en los presupuestos nacionales, o modificaciones en la legislación o en sus Estatutos de Autonomía que les beneficien respecto a otras regiones, ahondando en la desigualdad de derechos y deberes entre los españoles. Es previsible que estas ventajas sigan potenciando el voto del electorado a estos partidos en perjuicio de los partidos de ámbito nacional y de la gobernabilidad de España. Supongo que, en beneficio de la justicia y la gobernabilidad futura, tal vez convenga dar una vuelta a la ley electoral para hacerla más justa. Imagínense que cundiera el ejemplo, y en cada reino de Taifas, vulgo región Autonómica, surgiera uno o dos partidos para canalizar el voto egoísta e insolidario que busca exclusivamente el privilegio de los ciudadanos de esa región. El caos estaría servido. Posiblemente ésta sería la única forma de conseguir que los dos grandes partidos se pongan de acuerdo para hacer pactos de gobierno, venciendo su natural repulsión, o para cambiar a una ley electoral que asegure que todos los votos valen lo mismo. Entretanto, mientras uno de los dos grandes partidos, PP y PSOE, consiga sacar más ventaja que el otro con la ley actual, sin que sus principios se lo impidan, nada cambiará.

El voto por correo

Es potestad del presidente del Gobierno la elección de las fechas para la realización de las consultas electorales. Todos los presidentes, sin excepción, buscan las fechas más favorables a los intereses de su partido en el margen de elección que la legislación les permite. Con frecuencia toman esta decisión basándose en información o expectativas que puedan afectar a la intención de voto de los ciudadanos en uno u otro sentido. La decisión de celebrar las elecciones generales el día 23 de julio, con toda precipitación, no es fácil de explicar salvo que la previsible abstención o el voto masivo por correo pudieran resultar favorables para los intereses del PSOE. Dudo que los estrategas de Ferraz tengan modelos sociológicos predictivos suficientemente fiables que permitiesen esperar una tendencia favorable como consecuencia de cualquiera de esas dos causas mencionadas. ¿Cuál fue, entonces, el interés que movió a Sánchez a convocar elecciones en esa fecha tan inusual sin que existiera urgencia alguna para ello? El lector, con la información disponible, debe sacar sus propias conclusiones.

La legislación vigente, para el voto por correo, establece un procedimiento tedioso que, además, imposibilita la detección de un hipotético fraude. Tedioso porque obliga a realizar el proceso en tres pasos: solicitud, recepción de documentación, entrega del voto; lo que supone aguantar interminables colas al no estar adecuadamente dimensionado un organismo como Correos para una afluencia como la que ha habido en esta ocasión con un número de 2.471.935 votos admitidos. Esto supone un 9,4% del total de la participación. Por otra parte, el voto por correo es susceptible de ser alterado de forma fraudulenta, haciendo que sea imposible su detección, como consecuencia de tres circunstancias que, aparentemente, nadie tiene interés en corregir. La primera es que no existe una adecuada cadena de custodia del voto depositado en Correos desde su entrega por el ciudadano hasta su entrada en la urna. Como consecuencia de ello, no resultaría imposible que personal experto o vinculado a la empresa pudiese alterarlo. La segunda es que no se realiza un escrutinio por separado del voto por correo que pudiese evidenciar discrepancias estadísticas graves entre el voto presencial en urna y el voto recibido por correo; circunstancia que, de llegar a producirse, levantaría justificadas sospechas de pucherazo. La tercera es que el voto por correo no se puede auditar, ya que las papeletas no llevan una marca de agua especial que las diferencie de aquellas pertenecientes a los votos presenciales y, además, porque todos los votos, salvo los votos nulos, se destruyen tras el escrutinio que sigue a la jornada de la votación. Si el voto por correo hubiese sido masivamente canalizado hacia un partido político, habría supuesto, con ocasión del 23J, un numero adicional de diputados para el partido beneficiado que iría en una horquilla de entre 25 y 40 escaños. Escaños que, como es lógico, perderían otras formaciones políticas. Esta suma, y consiguiente resta en el oponente, produciría un beneficio neto cercano al doble de los escaños antes citados. Es decir, una autentica barbaridad. Imagínense si hay margen para términos medios en un hipotético fraude.

¿Cómo puede asegurar, el CIS, que más de la mitad del voto por correo haya ido a parar al PSOE, sabiendo que no hay forma alguna de comprobarlo? Aunque tuviéramos la voluntad de dar por buena esta afirmación, llegaríamos a una tremenda inconsistencia, ya que el voto por correo, exento de manipulación, no puede tener un marcado sesgo estadístico y tampoco puede calificarse, especialmente en esta ocasión, de muestra insuficientemente representativa al tratarse de casi el 10% de todo el voto escrutado. Entonces, ¿Qué explicación, con rigor estadístico, podría darse a la enorme discrepancia porcentual atribuida en el reparto del voto presencial y el emitido por correo? En mi opinión, lo mires como lo mires, estas declaraciones del CIS no se tienen en pie. Es, como poco, un insulto a la inteligencia de los ciudadanos y, lo peor, es que tal vez podrían ocultar una intencionalidad bastante turbia que muchos ya empezamos a sospechar.

Desgraciadamente, existen ya antecedentes de algunos intentos de fraude electoral que impiden descartar, de forma categórica, cualquier posibilidad de que éste se produzca. Mientras no existan procedimientos serios que protejan en todo momento los votos emitidos, y penas que disuadan a este tipo de delincuentes, la tentación siempre existirá para los que no tienen suficientes escrúpulos morales que les disuadan. Recordemos, una vez más, que la política es un gran negocio para demasiada gente que vive muy bien de ella sin esforzarse demasiado, y muchos, por defender sus lentejas, serían capaces de hacer cualquier cosa. Sobre todo si el riesgo les sale barato. Las penas por fraude electoral deberían ser más contundentes y afectar también al partido beneficiado mediante penalizaciones al resultado del escrutinio electoral obtenido.

Conclusiones personales

Por una u otra razón, éste inesperado respaldo del electorado y la carencia de escrúpulos para gobernar con los declarados enemigos de España, va a permitir que previsiblemente sea el PSOE el que vuelva a renovar, e incluso ampliar, las anteriores alianzas de gobierno sin ningún tipo de límites éticos o estéticos a la hora de pactar con los partidos que precise para formar Gobierno. ¡Pidan ustedes por esa boquita, que Sánchez se lo concederá! Se dará la paradoja de que la gobernabilidad de España acabará estando en las manos de un prófugo de la justicia como es Puigdemont, cuyo partido no podrá abstenerse si quiere que Sánchez vuelva a ser reelegido como presidente del Gobierno. Consecuencia de ello, no será sorprendente que en la nueva legislatura veamos el indulto a los prófugos de JxCat y la convocatoria de un referéndum de autodeterminación, posiblemente vinculante, que legitimará un golpe de gracia a la Constitución, a la Corona y que desencadenará la segregación de nuestro país empezando por las regiones más ricas como Cataluña y el País Vasco. Para eso está Conde Pumpido bien situado en la presidencia del Tribunal Constitucional, que se buscará las mañas para declarar la constitucionalidad de todo lo que le pida su jefe. Que no se engañe nadie… detrás de todo independentismo no suele haber nada más que la pasión política desmedida por gestionar el dinero público sin trabas, y una dosis enorme de egoísmo e insolidaridad.

El chantaje de las minorías para conformar un Gobierno es sólo posible cuando, al menos uno de los dos grandes partidos, antepone sus intereses a los del país, ya que siempre se puede evitar esa situación mediante un pacto de Gobierno, con un programa de consenso, con el otro gran partido con representación nacional.

No soy defensor del Estado Autonómico porque considero que ahonda en las diferencias de derechos y deberes de los españoles dependiendo de su Autonomía de procedencia. Además, resulta un sistema costoso, redundante e ineficaz. No obstante, puede resultar de cierto alivio que el PP gobierne actualmente en la mayoría de las Autonomías y tenga también el control en el Senado. Esto podría servir, en alguna medida, de rompeolas al más que previsible nuevo gobierno, a la carta, de Sánchez con las minorías autonómicas. Espero que esta circunstancia se aproveche para hacer auténtica oposición para evitar la galopante deriva democrática en lugar de, una vez más, contemporizar para no resultar desagradable a los ojos de la doctrina de lo políticamente correcto que dicta la izquierda.

Con enorme ingenuidad se redactó la Constitución del 78, no poniendo cotas a la cesión de competencias a las Autonomías y pensando que la lealtad de todos los partidos del arco parlamentario iba impedir la deriva secesionista. Con la misma ingenuidad se redactó también la ley electoral (LOREG) que recoge el defectuoso procedimiento de voto por correo y el peso desigual de los votos recogidos; pensando que nadie intentaría aprovecharse de ello. El exceso de ingenuidad, o tal vez de estupidez, puede conducir a nuestra democracia a un callejón sin salida, si es que no lo ha hecho ya.

Cuando Pandora abrió su caja, todos los males que azotan a la humanidad salieron de ella. Tan solo quedó en la caja encerrada la Esperanza, que los griegos interpretaban como el peor de los infortunios pues su presencia reflejaba la insatisfacción humana. Para nuestra sociedad de hoy, la Esperanza supone el último recurso para el Consuelo. Dejemos que salga la Esperanza porque tal vez, en algún momento, permita alentar el cambio que nuestra viciada democracia necesita.

 Eusebio Alonso

Homilía de Hoy │Memoria de Santa Teresa Benedicta de la Cruz│09-08-2023 | P. Santiago Martín, FM



Duración 10:15 minutos

Cardenal Sarah: Ningún Sínodo, ni Concilio, ni el Papa, puede INVENTAR el "Sacerdocio Femenino"



Duración 5:10 minutos


NOTICIAS DEL 9 DE AGOSTO


SPECOLA

El miedo a la ‘derechona’ del Papa Francisco, requiem por el Opus Dei, «Praxis sine theoria coecus in via», la herejía del género,  Edith Stein: «¡Esta es la verdad!».

CONTANDO ESTRELAS

¿Cómo hemos llegado a esto? Vox y dos textos de los cuales uno está equivocado

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Ghirlanda triunfa y el Papa dinamita el Opus Dei

SANTO TOMÁS DE AQUINO

“La luz de la contemplación guiando al teólogo tras las huellas de Santo Tomás de Aquino” – P. Lic. Paulo Colombiano

CHIESA E POST CONCILIO

LA GACETA

Iván Espinosa de los Monteros deja la primera línea política: «Permanezco en VOX, siempre a disposición de nuestros dirigentes»

Selección por José Martí

lunes, 7 de agosto de 2023

MILAGRO DE JIMENA Evaluación y expectativas tras la JMJ

 En ti confío


Duración 45:36 minutos


Intervención de Monseñor Munilla De 0 a15:15 minutos. A continuación habla un sacerdote y finalmente, de nuevo, habla Monseñor Munilla a partir del minuto 37 hasta el final.

Milagro en la JMJ | Actualidad Comentada 7-8-2023 | P. Santiago Martín FM | Magnificat.tv



Duración 15:36 minutos

Mons. Gabriel Mestre, otro obispo que abandona la Iglesia



Luego de la sospechosamente veloz provisión al vacante arzobispado de La Plata en la persona de Mons. Gabriel Mestre, hasta ahora obispo de Mar del Plata, se han conocido declaraciones del mitrado que no conviene pasar por alto. Es probable que hayan sido esas declaraciones las que le alcanzaron su promoción y es seguro que ellas lo ubican fuera de la comunión con la fe de los apóstoles.

En este blog nos referimos en varios ocasiones a los nombramientos episcopales del pontificado de Francisco y, en todos lo casos, se trataba de personajes mediocres y alejados de la excelencia. Con el nombramiento de Mestre tenemos algo peor: un obispo que está fuera de la comunión eclesial pues niega pública y claramente la enseñanza sostenida por la Iglesia a lo largo de dos mil años. En una de las sedes más importantes del país se sentará un obispo que no adhiere a la integridad de la fe, aún cuando el día de su toma de posesión recite el Credo. Ya no es necesario mirar a Alemania para encontrar obispos cismáticos; los tenemos en nuestro país, aunque se de la paradoja de que son nombrados por el sucesor de Pedro.

En una entrevista radial y otra realizada para un medio de prensa escrita, Mons. Mestre, al igual que lo hizo su antecesor en la sede platense, Mons. Víctor Fernández, ha negado la necesidad del estado de gracia para recibir la eucaristía, o bien, ha negado el carácter de pecado grave contra el sexto mandamiento que poseen las prácticas sexuales con personas del mismo sexo. Desde San Pablo a esta parte, la Iglesia siempre fue clara en la formulación de su doctrina sobre estos dos temas. Dice el obispo Mestre que confirmó a dos “chicas” travestis y, por el contexto, no pereciera que se trató simplemente de señores que, por diversión, se vestían de mujer sino que asumían el rol femenino en también en otras circunstancias; en pocas palabras, que mantenían habitualmente relaciones sexuales con personas de su mismo sexo. Que estas personas estén en “situación de travestismo”, es irrelevante para el mitrado, equiparable a estar en “situación de obrerismo” o en “situación de diabetismo”. No hay razón para negarles un sacramento de vivos como es la confirmación. Más aún, Mons. Mestre declaró que: “Yo hoy tengo en las estructuras pastorales nombradas a personas homosexuales, casadas incluso con el llamado matrimonio igualitario, y están presentes, cantan en misa, leen, comulgan, no comulgan si quieren, es un tema personal de ellos y están en las estructuras pastorales nombradas por el Obispo”. Y esto debe ser, insiste, “de lo más natural”; pues da lo mismo —es lo que da a entender— el sexo de la persona con la que cada cual se case.

Pareciera que Mons. Mestre tiene una particular obsesión con las personas que están en “situación de travestismo” o en situaciones análogas. En el canal de Youtube oficial de su diócesis —y según me dicen por decisión personal suya a pesar de las dudas de sus colaboradores— se publicó este video con el “testimonio” de uno de estos “católicos comprometidos” que viven una sexualidad por fuera de los cánones cristianos. Como el mismo Mons. Mestre lo dice sin ambages, se trata de que la Iglesia debe adaptarse al nuevo paradigma del mundo que no es ya el paradigma de la cristiandad. Y ese nuevo paradigma —“agenda 2030” le dicen algunos— incluye entre sus postulados el derecho universal al coito. Y, para justificar desde la moral cristiana este derecho, se recurre a argumentos emotivistas, pues son los únicos a los que puede recurrirse visto que los aportados por las Escrituras y la Tradición son lapidarios en cuanto a la condenación sin ningún tipo de atenuantes de la sodomía.

Gabo, el testimoniante del video, es ciertamente una persona culta e inteligente, sus argumentos están muy bien formulados y son, seguramente, los mismos argumentos de Mons. Mestre. Él apela a una supuesta “invitación” o “llamado” de Dios a la felicidad, al cual, debido a que siente atracción sexual por personas del mismo sexo, no podría responder. Es verdad que Dios nos llama a ser felices, pero la felicidad plena no la encontramos en esta vida sino en la otra, y sabemos también que la máxima felicidad que podemos alcanzar en este paso por la tierra exige la práctica de las virtudes. Y esto no es solamente doctrina cristiana; es también doctrina aristotélica, y estoica.

El problema reside en el concepto de felicidad que tiene Gabo. Se trata, parece, de una felicidad inmanente que consistiría en saciar una serie de apetitos y deseos. Habla, por ejemplo, de construir una pareja. Los cristianos no tienen pareja: los varones tienen novia, y luego esposa; y las mujeres tienen novio, y luego esposo. No hay otra opción. Y esta ha sido la enseñanza de la iglesia desde siempre, sólo interrumpida en los últimos años por el Papa Francisco que permitió tener concubina o concubino, y se declaró prescindente en el juicio acerca de quienes viven modo uxorio con otra persona del mismo sexo.

Se trata de emotivismo puro. Desde el punto de vista de la sensibilidad, puede resultar difícil para un sacerdote decirle a Gabo o a las “chicas en situación de travestismo”, que en sus vidas deberán abstenerse de la práctica sexual propia del matrimonio y, consecuentemente, que deberán ejercitarse continuamente en la virtud de la castidad. Pareciera que los están condenado al fracaso, a la tristeza y a la desesperación. Es mucho más fácil decirles y convencerlos de que Dios quiere que sean felices y, como la felicidad implica también el ejercicio de la sexualidad, podrán hacerlo con otra persona de su mismo sexo, porque Dios lo quiso así. Como ha dicho el papa Francisco hace dos días en Lisboa: “Dios te ama como eres y no como quieres ser”. No la vale la pena el esfuerzo de ser casto, dirá Gabo, si Dios me ama tal como soy.

El problema no es solamente que esta postura es frontalmente contraria a lo que enseña la Escritura, la Tradición y el Magisterio, sino que estamos frente otro problema: una concepción equivocada de la felicidad y de la misma vida. Dice Gabo que “la felicidad es una actitud ante la vida, que consiste en elegir”. Y eso es un error conceptual. En todo caso, la actitud ante la vida que consiste en elegir es la libertad. La felicidad se encuentra en la actualización de nuestras potencias de acuerdo a nuestra naturaleza que, entre otras cosas, consiste en ser varón o mujer y, sobre todo, en ser seres plenamente intelectuales o racionales. Consiste en vivir de acuerdo a la naturaleza y regidos por la razón; consiste en llegar al “conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo” (Ef. 4, 13), y todo eso no se consigue “viviendo en pareja”. Se consigue siendo virtuoso y obedeciendo los mandatos de Dios, nos gusten más o menos, y nos resulten más o menos comprensibles. En última instancia es una cuestión de fe: si creemos en Dios, debemos obedecerle, y nadie dijo que eso fuera fácil. Si no lo obedecemos, nuestra fe entonces es débil, o falsa. Es decir, es otra fe.

Emotivismo, puro emotivismo. Si el criterio de felicidad y de seguir el “llamado a la felicidad” que nos hace Dios debiera pasar necesariamente por tener una “vida de pareja”, ¿a cuántos dejamos en el camino como pobres infelices? Santa María Goretti, a quien asesinaron antes de llegar a la edad de casarse; santa Liduvina que pasó su vida postrada en una cama, o el beato Contardo Ferrini, que fue soltero, por nombrar a los que se me viene ahora a la cabeza.

San Pablo decía a los colosenses: “Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra”. Pareciera que ahora, con tal de poseer los bienes de abajo, es lícito incluso quebrantar la ley de arriba, o ley divina. Nuestro mundo ha proclamado el derecho humano al coito, que no pude ser conculcado por nadie, ni siquiera por Dios, y al que deben acceder todos, aún aquellos que renunciaron a él por un voto de castidad que sería inválido por retrógrado. Y no me extrañaría que fueran varios los religiosos/as que justifiquen en su conciencia el quebrantamiento de sus votos apelando a tal derecho.

No se trata de señalar con el dedo a Gabriel. Ciertamente es sincero cuando dice que quiere ser un buen cristiano, pero ha sido confundido por quienes, como Mons. Gabriel Mestre, debieran haberle mostrado el camino de la verdadera libertad.

Las máscaras van cayendo y la bruma se va aclarando. Ya vemos más claramente quiénes están en la Iglesia, puesto que conservan la fe de los apóstoles, y quiénes se están separando de ella, porque han preferido la fe del mundo.

The Wanderer

P.S. 1: Un detalle interesante. Mons. Mestre dice textualmente: “La perspectiva de Francisco, que está totalmente instalada en nuestra iglesia, donde un divorciado en nueva unión puede acercarse a confesarse y a comulgar si quiere con total y absoluta libertad. Eso hasta hace siete años no se podía y ahora se puede de manera totalmente libre”. Hasta hace siete años, no se podía; luego, con Amoris letitiae, se podía sólo despué de recorrer un camino de discernimiento acompañado por un sacerdote; ahora “se puede de manera totalmente libre”. La velocidad de la apostasía no pueden ya negarla ni los más empecinados optimistas.

P.S. 2: Vista la veloz flexibilidad en las condiciones para acercarse a comulgar, y visto que para Mons. Mestre, según deja entender en la entrevista, [“…(el sexo de la persona con la que cada cual se casa y se acercan a la Iglesia) no aparece porque no debería aparecer; porque debe ser algo natural en la vida de las comunidades”], da lo mismo el sexo de la pareja con la cual se mantengan relaciones, cabe preguntarse si, dentro de poco, no dará lo mismo también la edad o la especie de esa pareja.