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sábado, 10 de julio de 2021

Actualidad Comentada | El odio como síntoma | P. Santiago Martín FM | Magnificat.tv | 09-07-2021

 Magnificat TV - Franciscanos de María

Duración 9:28 minutos

https://www.youtube.com/watch?v=4rhogaYiyxo

A catorce años de Summorum Pontificum: sus trágicos defectos

 ADELANTE LA FE


A medida que conocemos más y más sobre la corrupción doctrinal y moral de la jerarquía de la Iglesia actual, que se equipara con los registros del Renacimiento, parece rozar lo milagroso que Summorum Pontificum — el motu proprio emitido por el Papa Benedicto XVI liberalizando la celebración de la Misa Romana Tradicional — haya sido publicado. Fue un momento decisivo, un gesto de fortaleza y favor, y un claro factor en la multiplicación de las misas tradicionales en todo el mundo y en el debilitamiento de la hegemonía modernista. Agradecimos tener un Papa que, en lugar de lanzar un hueso a los supuestos nostálgicos —los “indultos” de Pablo VI y Juan Pablo II— haya tenido el coraje de decir la verdad: la gran liturgia de nuestra tradición nunca había sido abrogada y nunca podría ser abrogada.

Es justo decir desde el principio que Summorum Pontificum fue útil para el movimiento católico tradicional en la forma en que un enorme cohete propulsor de antaño fue útil para poner una nave espacial en órbita: tiene mucho poder en bruto, pero solo puede hacer eso, y cuando está vacío, se cae. Summorum está destinada a ser una de las grandes intervenciones papales de la historia, pero no es más que un control de daños; no puede ser un pilar, mucho menos un cimiento, de una estructura permanente.

A menos que entendamos sus puntos débiles, no podremos entender por qué seguimos siendo tan vulnerables a las maquinaciones del Papa Francisco y su círculo y, más concretamente, no podremos reunir la fuerza necesaria para ignorar u oponerse a lo que el Vaticano pudiera hacer para reducir o prevenir la celebración del rito romano clásico. Por mucho que el movimiento tradicional se haya beneficiado pragmáticamente de Summorum (y de eso, no puede haber ninguna duda), debemos aprender a poner todo nuestro peso en nuestros propios pies, de modo que cuando la muleta legal o el aparato ortopédico se retire de repente, no nos caigamos sin poder hacer nada.

El Prólogo de Summorum es un verdadero himno al papel central de los Romanos Pontífices en la guía de la sagrada liturgia a lo largo de los siglos. Benedicto XVI reconoce con razón los papeles decisivos desempeñados por San Gregorio Magno, San Pío V y muchos otros pontífices (su lista incluye a Clemente VIII, Urbano VIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XII y Juan XXIII). Sin embargo, no se da cuenta de un hecho de suma importancia: los papas, aunque ocasionalmente modificaron detalles de la liturgia, nunca se vieron a sí mismos como dueños y señores de los ritos de la Iglesia, como si pudieran ejercer un control completo sobre ellos, como si pudieran deshacerse de estos ritos y rediseñarlos desde cero si así lo deseasen. Para usar una metáfora querida por Ratzinger, el suyo era el trabajo de jardineros, no de fabricantes. Si consideramos a los papas uno a uno, la contribución de cualquiera de ellos palidece en comparación con la suma total del patrimonio que recibieron y transmitieron.

La lista de pontífices nombrados en Summorum incluye un papa del siglo VI, uno del siglo XVI, uno del XVII y cinco del XX. Después de muchos siglos de estabilidad, – algo que no significa osificación sino más bien perfeccionamiento de una forma que madura lentamente bajo la guía del Espíritu Santo – como he argumentado en otra parte, no podemos dejar de notar que “algo pasó” una vez que llegamos al siglo XX: una especie de picazón o locura creciente por la reforma litúrgica a medida que pasamos de los cambios de breviario y calendario a principios de siglo, a una revisión de la Semana Santa a mediados de siglo, a una deconstrucción y reconstrucción de todos los ritos y ceremonias en la década de 1963 a 1974.

Vemos evidencias, francamente, de un ultramontanismo hipertrófico que convierte al Papa en quien determina el contenido y el mensaje del culto católico, con cada vez menos respeto por la tradición. En marcada contraposición, el rito romano codificado por Pío V después del Concilio de Trento preexistía a cualquier codificación papal. Ese Missale Romanum es lo que es no porque el Papa lo haya hecho así, sino porque el Papa verificó y validó lo que había recibido, en una edición impresa que le pareció más fiel a la tradición.

Summorum Pontificum describe a los amantes del antiguo rito de esta manera: “En algunas regiones, no pocos fieles se adhirieron y continúan adhiriéndose con gran amor y afecto a las formas litúrgicas anteriores”, que, dice el Papa Benedicto, “habían… marcado profundamente su cultura y su espíritu”. Sin embargo, ¿no incumbe a los católicos como tales amar la liturgia que les ha sido legada por siglos de fe? Este era nada menos que el objetivo primordial de la fase sana del Movimiento Litúrgico como vemos en la figura de Dom Prosper Guéranger: conocer mejor la liturgia heredada, para amarla más y vivirla más plenamente.

La “cultura y el espíritu” de estos fieles estaban “profundamente marcados” por su liturgia, ¡por supuesto, y con razón! Los fieles que se esforzaban por ser católicos practicantes no necesitaban una liturgia diferente, ya que aquella con la que daban culto había conquistado sus corazones y mentes, y había permeado sus vidas e incluso su entorno social (basta pensar en las riquezas del antiguo calendario litúrgico). Es como si Summorum identificara como preocupación minoritaria la única mentalidad católica y el único resultado deseado en toda la historia de la liturgia. Por implicación, la llamada reforma fue un acto de violencia por el cual los fieles fueron alienados de las “formas litúrgicas” que definían la fe y la vida católicas.

Después de ofrecer una lista de papas que nunca se atrevieron a prohibir (y, por lo mismo, nunca se atrevieron a “permitir”) dar culto en los ritos antiguos, Benedicto XVI menciona el “indulto” de Juan Pablo II, un concepto que sólo tiene sentido en la hipótesis de que la Iglesia tiene la autoridad para prohibir o suprimir un rito tradicional, lo que Benedicto, apenas unos párrafos después, niega (y, además, niega en muchos otros escritos suyos). Sólo lo que ha sido definitivamente descontinuado requiere un indulto; si el usus antiquior nunca fue abrogado y no puede ser abrogado, entonces un sacerdote nunca necesitó permiso para decirlo, y nunca necesitará permiso para decirlo.

Este punto es obviamente de la mayor importancia cuando se reacciona ante cualquier futuro intento papal o curial de subvertir el uso del rito romano tradicional. Lamentablemente, en su enfoque general Summorum Pontificum y su carta adjunta a los obispos Con Grande Fiducia todavía reflejan la falsa visión de que el Papa y los obispos tienen la autoridad para dictar si los sacerdotes ordenados para el rito romano pueden o no usar la forma clásica de su propio rito, la única forma que existía, de origen apostólico y continuo desarrollo eclesial de más de 1.500 años. Es una contradicción decir que un sacerdote de rito romano usa normativamente un rito parcialmente deformado y parcialmente inventado promulgado por un solo Papa, mientras que el mismo sacerdote podría o no usar un venerable rito recibido y transmitido por cientos de papas y reforzado por su autoridad acumulativa.

La característica más notoria de Summorum Pontificum es su afirmación, en el artículo 1, de que hay dos “formas” del rito romano: El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la lex orandi (ley de la oración) de la Iglesia Católica de rito latino. No obstante, el Misal Romano promulgado por San Pío V y reeditado por el beato Juan XXIII debe considerarse como una expresión extraordinaria de esa misma lex orandi, y debe recibir el debido honor por su venerable y antiguo uso. Estas dos expresiones de la lex orandi de la Iglesia no conducirán de ninguna manera a una división en la lex credendi (ley de fe) de la Iglesia. Son, de hecho, dos formas del mismo rito romano.

Sin embargo, la afirmación de que el Missale Romanum de 1969 de Pablo VI (el “Novus Ordo”) es, o pertenece al mismo rito que el Missale Romanum codificado por última vez en 1962, o, más claramente, que el Novus Ordo puede llamarse “rito Romano” de la Misa – no puede resistir el escrutinio crítico, ni puede sostenerse esta afirmación para dos libros litúrgicos, Vetus y Novus . Nunca antes en la historia de la Iglesia Romana han habido dos “formas” o “usos” del mismo rito litúrgico local, simultáneamente y con el mismo estatus canónico.

Que el Papa Benedicto pueda decir que el uso más antiguo nunca fue abrogado (numquam abrogatam) prueba que la liturgia de Pablo VI es algo nuevo, más que una mera revisión de su precursor, ya que cada editio typica anterior del misal había reemplazado y excluido a su predecesor. Si bien siempre ha habido diferentes “usos” en la Iglesia latina, esta duplicación de la liturgia de Roma es un caso de trastorno de identidad disociativo o esquizofrenia.

De ninguna manera es posible, y mucho menos deseable, hablar del rito tridentino y del Novus Ordo como “dos usos” o “formas” del mismo rito romano; y es ridículo decir que la forma desviada es “ordinaria” y la tradicional “extraordinaria”, a menos que la evaluación sea meramente sociológica o estadística. Con una creciente cantidad de estudios que muestra las diferencias radicales en el contenido teológico y espiritual entre el rito romano y el rito papal moderno de Pablo VI, no es intelectualmente honesto o creíble afirmar que los ritos antiguos y nuevos expresan la misma lex orandi o, en consecuencia, la misma lex credendi. Puede ser que el nuevo rito esté libre de herejía, pero su lex orandi sólo se superpone parcialmente con el antiguo rito, y también con la credenda que transmiten, como se ve no solo en los textos sino también en las ceremonias y en todas las demás dimensiones del culto público.

Si hay una afirmación común a los tradicionalistas de todo tipo, sería la siguiente: lo que Pablo VI hizo con la liturgia de la Iglesia Católica fue un cambio tectónico, un asalto sin precedentes a la tradición y, por lo tanto, verdaderamente incorrecto, indigno del papado, incompatible con los deberes del oficio papal, nefando en la forma en que el patricidio o la traición son nefandas. Sabemos que los papas anteriores agregaron o modificaron los ritos, pero nunca de tal manera que uno pudiera mirar el “antes” y el “después” y decir: son cosas diferentes. Pablo VI hizo lo que ningún Papa se había atrevido a hacer: cambiar todos los ritos de la Iglesia Católica, de arriba abajo. Incluso modificó todas las formas sacramentales, la más sagrada de las fórmulas.

Al comparar las misas antiguas y nuevas, uno está mirando calendarios en gran parte incompatibles, leccionarios casi totalmente diferentes y una deconstrucción radical de la eucología(es decir, los textos de oración), la músicay las rúbricas. Se pueden hacer comparaciones igualmente desfavorables entre dos acciones cualesquiera de la Iglesia en oración: bautismo nuevo y antiguo, confirmación nueva y antigua, ordenaciones diaconales, sacerdotales y episcopales antiguas y nuevas, bendiciones antiguas y nuevas de cualquier objeto, etc. Indiscutiblemente, los tradicionalistas tienen razón al decir que esto no fue en modo alguno una “reforma” sino más bien una revolución.

¿Tiene un papa autoridad para hacer lo que hizo Pablo VI? No pregunto si puede pretender tener la autoridad, gastando mil años de capital político en exigir de la jerarquía y los fieles una obediencia a la obstinación, una recepción de la revolución que vicia la actitud católica de receptividad a la tradición. Tampoco pregunto qué pensó Pablo VI que estaba haciendo o era capaz de hacer, ni qué obispos y el resto de fieles pensaron que estaban haciendo o debían hacer en respuesta a la imposición de nuevos ritos que tienen más en común con Cranmer y Pistoya que con Cluny y Trento.

Más bien, deberíamos preguntarnos si objetivamente un Papa tiene derecho a sustituir nuevos ritos por los ritos desarrollados orgánicamente dentro de la Iglesia Católica a lo largo de toda su historia. Las intenciones subjetivas pueden ser desordenadas y confusas; pero objetivamente la revolución litúrgica separó a los católicos de su propia tradición, de la ortodoxia como “culto correcto”, y reconfiguró la relación de lex orandi y lex credendi de tal manera que una coalición de liturgistas que canalizaba “el magisterio del momento” se convirtió en la única norma de oración.

Si tal ruptura puede considerarse legítima y aceptable, ya no queda ningún principio perenne de la liturgia: todo se ha reducido al mero ejercicio del papado en la forma que le plazca. El cardenal Juan de Torquemada (13881468) expresó la perspectiva de sentido común de la mayor parte de la historia de la Iglesia: si un Papa no observa “el rito universal del culto de la Iglesia” y “se separa con pertinacia de la observancia de la iglesia universal”, es “capaz de caer en el cisma” y no debe ser obedecido ni soportado (non est sustinendus).

Este, entonces, es el problema fundamental con Summorum Pontificum: es internamente incoherente, se basa en una contradicción monumental provocada por el peor abuso del poder papal en la historia de la Iglesia. Como resultado, sus disposiciones no pueden dejar de hacerse eco, casi en cada paso del camino, de una dialéctica insoluble entre los privilegios inquebrantables de la tradición eclesiástica colectiva y una autoridad asumida o presunta sobre la etiología litúrgica, la ontología y la teleología. El motu proprio refleja y refuerza los falsos principios de la eclesiología y la liturgia que llevaron a la crisis misma de la que fue una respuesta parcial. De hecho, la obra de Benedicto XVI se caracteriza a menudo por un método dialéctico hegeliano que quiere mantener contradicciones simultáneamente, o buscar una síntesis superior a partir de una tesis y su antítesis (en este marco puede entenderse el “enriquecimiento mutuo” de ambas “formas”).

Después de su prólogo y artículo 1, el resto de Summorum Pontificum retiene sutilmente la liturgia tradicional como rehén, o le da, por así decirlo, ciudadanía de segunda clase. El resultado práctico de su lenguaje ha sido multiplicar las excusas para los párrocos y obispos, que siempre pueden reclamar que la actividad pastoral está siendo o sería obstaculizada por la existencia de sacramentos en el antiguo rito, que la guía episcopal implica poder de veto sobre la “aceptación voluntaria” de sacerdotes de peticiones “para celebrar la venerable Misa”, y que los católicos que la solicitan están fomentando la discordia y dañando la unidad de la Iglesia.

Summorum Pontificum complica innecesariamente la situación y multiplica las posibilidades de obstrucción burocrática. Nunca es fácil persuadir a los obispos para que sean verdaderamente pastorales, pero un documento que simplemente decía: “La antigua Misa debe estar disponible en todas las diócesis en múltiples lugares para tal o cual fecha, y todos los seminaristas deben ser entrenados en él” podría haber superado parte de la inercia, el obstruccionismo y la perpetua desidia que hemos visto en los catorce años desde que apareció el motu proprio.

El artículo 9 puede tomarse como un caso estudio:

El párroco, después de haber examinado atentamente todos los aspectos, también puede conceder permiso para utilizar el ritual anterior para la administración de los sacramentos del bautismo, el matrimonio, la penitencia y la unción de los enfermos, si el bien de las almas lo requiere. A los ordinarios se les da el derecho de celebrar el Sacramento de la Confirmación usando el Pontifical Romano anterior, si el bien de las almas parece requerirlo.

Aunque la intención es admirable, el lenguaje vuelve a ser demasiado cauteloso, demasiado evasivo. ¿Cuándo sabemos que un pastor ha “examinado atentamente todos los aspectos”? ¿Cuándo lo sabrá? ¿Por qué tiene que conceder permiso para los demás ritos sacramentales, si no fueron más abrogados que la Misa? Y la condición principal, “si el bien de las almas parece exigirlo”, se encontrará con frecuencia con una atronadora réplica: “¡La salvación de nadie depende de un rito litúrgico en particular!”

Sé de obispos que simplemente niegan rotundamente que sea bueno para las almas tener acceso a los ritos tradicionales de la Iglesia; dicen que es mejor para ellos ser “obedientes”, “humildes y contentos con lo que la Iglesia provee”, y “no buscar lo externo o estar obsesionado con las propias ideas de lo que es reverente”, etc. Digámoslo de esta manera: si párrocos y obispos tuvieran una pista de lo que es “el bien de las almas”, no estaríamos en la desastrosa situación en la que nos encontramos.

Por grandes que sean los beneficios que hemos podido cosechar a través de Summorum Pontificum, necesitamos urgentemente una comprensión teológica más completa de la legitimidad inherente de la liturgia tradicional y la inalienabilidad (por así decirlo) de los derechos del clero y los laicos a tal liturgia. Necesitamos ver que, por mucho que los papas hayan contribuido al culto divino a lo largo de los siglos, no estamos en deuda con los papas por la liturgia; los preexiste, es superior en su realidad y en su autoridad; es posesión común de todo el Pueblo de Dios.

Si se abroga Summorum Pontificum, la liturgia romana tradicional no será por ello abrogada; si se reducen las provisiones de Summorum, eso no será motivo para reducir la restauración cada vez mayor de nuestro inmenso tesoro de fe y cultura. Puede ser que la Divina Providencia vea la necesidad de apartarnos aún más de la leche del ultramontanismo para que podamos ejercitar nuestras mandíbulas en la carne de la tradición, con o sin la aprobación de los prelados.

Peter Kwasniewski

(Traducido por Agustín Silva Lozina. Artículo original)

jueves, 8 de julio de 2021

De la pandemia a la endemia (Rafael L. Bardají)

 LA GACETA



Ya está. No hemos vencido al virus (en contra de lo que anunció ufano Pedro Sánchez hace un año), pero nos hemos inmunizado. No todos, pero sí muchos. Los suficientes como para reducir la covid-19 a niveles de una gripe aguda. Cierto, las televisiones que tanto han ganado con la pandemia siguen machacando programa tras programa, que las infecciones andan desbocadas, sobre todo entre los más jóvenes. Pero callan interesadamente que las hospitalizaciones y los ingresos en las UCI no aumentan, sino que disminuyen lenta, pero constantemente.

En Madrid, una comunidad a la que siempre se acusa de irresponsable por parte del gobierno social-comunista de Pedro Sánchez, durante el pasado mes de junio hubo un total de 149 fallecimientos por covid-19. De ellos, 87 eran mayores de 70 años, esto es, un 58% del total; si incluimos la franja de edad de los 60 a los 69, la cifra de muertes sube a 125, el 83’89% del total. Sólo se notificó un único fallecido entre los 30 y 39 años y 7 entre los de 40 y 49. Esto es, que las muertes por debajo de los 50 años representan el 5’2% del total. Las medidas que intenta imponer ahora mismo Sanidad, nuevos cierres al ocio y vuelta a los toques de queda, no parecen destinadas a disminuir la franja de edad en la que más muertes se producen (la de 70 a 79 años), sino a imposibilitar las actividades sociales de quienes menos sufren la gravedad de la enfermedad. No es la salud lo que motiva a las autoridades. ¿Qué será?

La izquierda está haciendo avanzar su agenda de cambio social a velocidades vertiginosas, haciendo de lo marginal central y de lo normal lo marginal

El objetivo que anunció Sánchez en su aló Presidente hace más de un año, fue el famoso “doblegar la curva”, no erradicar el coronavirus Sars-Cov-2. Y, sin embargo, ese es el fin que ahora quiere perseguirse. Pero no porque estemos en una situación peor o más mortífera, no. Simple y llanamente porque el gobierno de las minorías ha descubierto que a través del miedo gobierna a sus anchas; que los españoles valoran más sus vidas que la democracia; y que el gobierno puede imponer su agenda sin apenas oposición gracias a medidas de excepción, originariamente pensadas para crisis nacionales que poco tienen que ver con la situación que vivimos. El más reciente intento es el de instituir medidas que atentan contra los derechos fundamentales de las personas en una nueva Ley de Seguridad Nacional que le otorga un poder omnímodo al Gobierno para decidir qué es una crisis, cuándo se da y cuánto dura. Y mientras tanto, más poderes excepcionales.

Pero -y ese es mi gran pero- si hay algo de lo que carece España es de tiempo

El coronavirus será una endemia que no se irá nunca pero su virulencia estará amortiguada. Lo que no parece que tenga solución son las otras endemias españolas: por un lado, el creciente totalitarismo de la izquierda, rabiosa y descontenta con todo incluso en el poder; y la dejadez de un Partido Popular que se siente cómodo instalado en el convencimiento de que este Gobierno no va a durar eternamente y que ellos estarán ahí, si no meten más la pata, para recoger la fruta madura. Y para no meter la pata, nada mejor que no hacer nada y encomendarse al tiempo, esa variable que todo lo arregla. VOX también cuenta con el factor tiempo para seguir creciendo orgánicamente, esto es, lento pero seguro. Y lo hará, no me cabe la menor duda. Pero -y ese es mi gran pero- si hay algo de lo que carece España es de tiempo.

La izquierda está haciendo avanzar su agenda de cambio social a velocidades vertiginosas, haciendo de lo marginal central y de lo normal lo marginal; desde el Gobierno se está trastocando el juego de las instituciones, para vaciarlas de contenido o volverlas irrelevantes en sus funciones; y los medios y las grandes corporaciones, al servicio del poder para defender sus propios intereses, nos bombardean con los eslóganes que el poder político les vende. Por eso, para la España del sentido común, la que madruga y quiere trabajar para prosperar, la que no entiende por qué tienen que recortar las pensiones pero mantener a todo trapo las subvenciones a la inmigración ilegal, la que sufre que todos los impuestos con los que el Gobierno grava la vida de las empresas los acaben pagando los consumidores, la España de los padres que quieren poder educar a sus hijos cómo y donde quieran no que se los robe el estado para adoctrinarlos, la España orgullosa de sí misma y no sólo por ser gay, se está haciendo muy tarde. Demasiado tarde.

Rafael L. Bardají

Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.

La compasión en Cristo

Padre Alfonso Gálvez

Duración: 51 minutos

https://www.alfonsogalvez.com/podcast/episode/9e47126b/vi-domingo-despues-de-pentecostes


Homilía predicada el 8 de julio de 2012. Texto evangélico Mc. 8: 1-9.

La era postbergoglio


Como ya muchos medios de prensa católicos de distintas tendencias lo están afirmando, no cabe duda que estamos frente a un pontificado acabado, que deja una Iglesia agonizante y que significa la lápida bajo la cual se sepultará definitivamente el experimento comenzado en los ’60 con el Concilio Vaticano II. No podía esperarse otra cosas de Bergoglio, a quien los argentino conocimos muy bien como arzobispo de Buenos Aires.


Frente a tamaño desastre, paradójicamente, creo que debemos dar gracias a Dios, porque es el modo más efectivo para que todo el mundo se convenza de que la iglesia conciliar fracasó. Sería un grave error suponer que la crisis actual es obra de Francisco. Él se ha limitado a seguir haciendo de un modo brutal y chabacano lo que ya hacían Pablo VI y Juan Pablo II. No conviene olvidar a Montini arrojándose a los pies de un arzobispo ortodoxo en 1975 (aquí) en o a Wojtyla organizando el cotarro de Asís en 1986, por poner sólo un ejemplo. El problema no es Bergoglio; el problema es el Vaticano II que ha ocasionado un caos sin precedente en la Iglesia católica. Y los intentos de salvarlo a través de una “hermenéutica de la continuidad”, o la promoción de la “reforma de la reforma” que impulsó el Benedicto XVI, fueron infructuosos.

Por eso mismo, el Papa Francisco se ha comportado como un gran inmunizador, o como una vacuna capaz de neutralizar hacia el futuro cualquier variante progresista, pues ya sabemos cómo terminan; el Papa argentino “quemó” al progresismo, mostró en qué concluye el experimento de asimilar la Iglesia con el mundo, y sus aperturas y sus puentes: en una Iglesia desvanecida, en sal que perdió su sabor, en un territorio de desolación en el que las corrientes de un viento helado soplan entre las ruinas de conventos vacíos, de escuelas y universidades católicas que ya no lo son, de ceremonias vulgares para pretender ser sacras y de una casta sacerdotal entregada a los vicios más abyectos y despreciables.

Se trata, creo, de una situación evidente que solamente el progresista más enceguecido o más idiota puede negar. Hay que decirlo una y otra vez: el Vaticano II fue un fracaso y es inútil continuar con la pretensión de aplicarlo, y de seguir insuflando su espíritu que, más que aire renovador y salutífero, ha mostrado ser gas mostaza. No pretendo, claro, que sus documentos sean quemados en solemne ceremonia en la plaza de San Pedro. Lo mejor que puede hacerse con ellos es guardar silencio; olvidarlos.

Pero esta situación plantea un gran interrogante: ¿qué ocurrirá en la era post-Bergoglio, que será también la era post-Vaticano II? La propuesta de los sectores más tradicionalistas será seguramente retroceder a lo que la Iglesia era antes de los ’60, frente a la cual tengo dos objeciones. La primera es que esa Iglesia tenía muchos y gravísimos problemas y es insensata la pretensión de volver a cocinarse en el mismo caldo. Y tan cierto es esto, que fueron justamente los líderes de esa Iglesia los que nos embarcaron en esta catástrofe. Los que levantaban alegremente la mano y aplaudían rabiosamente las propuestas preparadas por Congar o Rahner y presentadas en el aula conciliar por el reducido club de obispos progresistas, eran más de tres mil prelados de todo el mundo que habían sido formados por esa iglesia que hoy muchos añoran. La ocurrencia de tal desatino es signo evidente de que algo importante no estaba funcionando. Hemos ya discutido abundantemente sobre esa cuestión en este blog, y quienes quieran repasar el estado de esa iglesia decadente, pueden leer el breve pero brillante libro de Louis Bouyer La descomposición del catolicismo que puede descargarse gratuitamente de aquí.

Y mi segunda objeción a la pretensión de atrasar el reloj de la Iglesia, proviene de la lección que nos da la historia: una vez terminadas las catástrofes que asolan a las sociedades humanas, resulta imposible volver al statu quo ante. Luego de las guerras de religión, la Paz de Westfalia del siglo XVII debió diseñar un nuevo mapa y Europa no volvió a ser la misma que había sido durante casi mil años. Después de las guerras napoleónicas, aun queriéndolo y con figuras conservadoras como von Metternich y Castlereagh, el Congreso de Viena no pudo volver a la Europa anterior a la Revolución Francesa y a las posteriores correrías del Corso. Y el Tratado de Versailles luego de la Primera Guerra Mundial, con ayuda de la incapacidad de sus protagonistas, especialmente el presidente Wilson, destruyó la Europa tradicional, sustituyéndola por un puzzle racionalista que duró apenas algunas décadas.

La Iglesia, a la muerte de Bergoglio, no celebrará una conferencia de paz; celebrará un cónclave, del que muy pocos se animan a presagiar algo bueno, pues sus protagonistas serán, en su mayoría, cardenales elegidos por el papa difunto y creados a su imagen y semejanza, es decir, mediocres e incompetentes. Y sin embargo, la proximidad del abismo puede hacerlos retroceder. Pero ¿retroceder a dónde? ¿De qué manera se retrocede en situaciones como ésta? ¿Cuál es la meta que debe fijarse y cómo se llega a ella? No lo sé. El próximo Papa deberá ser, además de un santo, un hombre de una refinada prudencia, un estratega y un ejecutor con pulso de neurocirujano.

Si estamos vivos, veremos qué sucede pero lo que nos corresponde a nosotros en este momento — y llamo la atención de que estamos atravesando horas cruciales de las que nos pedirán cuenta—, es planificar qué posiciones y que bastiones ocuparemos. Y en esto, cada uno tiene responsabilidades, algunos más altas y otros menos, pero todos somos responsables. No será el mismo papel el que deberán jugar los cardenales que aún conservan la fe católica o los superiores de las pocas congregaciones e institutos religiosos verdaderamente católicos que existen, que la de los simples curas de parroquia, o la de los fieles.

Y con ocupar baluartes y defender posiciones no pretendo alentar fantasías militaristas o promover discursos engolados en defensa de la tradición. Todo eso ya ha dado suficientes muestras de que en las circunstancias actuales no sirve. Por el contrario, lo que se ha mostrado verdaderamente eficaz para conservar y ganar posiciones han sido las acciones discretas y planificadas que evitan el conflicto inútil sin renunciar a una sola iota de los principios.
The Wanderer

martes, 29 de junio de 2021

"El mundo, la carne, el diablo" (Monseñor Viganò)



La enseñanza aquí relatada, por la que estamos agradecidos al obispo Viganò, nos fortalece y reconforta. Aquí el índice de intervenciones anteriores y relacionadas.

Scitote quoniam Dominus ipse est Deus:
Ipse fecit nos, et non ipsi nos. ( Sal 99, 3)


Los enemigos de nuestra alma son siempre los mismos, y las emboscadas que nos preparan son siempre las mismas. El mundo, con sus seducciones; la carne, corrompida por el pecado original e inclinada al mal; el Diablo, enemigo eterno de nuestra salvación y que usa la carne para asediarnos. Dos enemigos externos y uno interno, siempre dispuestos a hacernos caer en el momento de la distracción, de la debilidad. Estos enemigos espirituales nos acompañan a cada uno de nosotros desde la infancia hasta la vejez, y a la humanidad a través de generaciones y siglos.

Los aliados con los que podemos contar para derrotar al mundo, la carne y el diablo son la Gracia de Dios, la asiduidad a los Sacramentos, el ejercicio de las Virtudes, la oración, la penitencia, la consideración del Novissimi, la meditación de la Pasión del Señor y la vida. en su presencia.

En esta era rebelde y descristianizada, en la que la sociedad no solo no ayuda en la búsqueda de nuestro objetivo final, sino que hace todo lo posible para alejarnos de él, la autoridad civil nos obliga a seguir el mundo, a complacer los deseos de la carne. y servir al enemigo de la humanidad. Una autoridad perversa y pervertida, que ha fallado en su deber de gobernar y gobernar el cuerpo social para llevar a los individuos a la salvación eterna; al contrario: quien niega la salvación eterna, rechaza a su Autor divino y adora a su Adversario.

No es de extrañar, por tanto, que esta modernidad apóstata, en la que la arbitrariedad es la norma y el vicio modelo a seguir, quiera borrar todo rastro de Dios y del Bien en la sociedad y en los individuos, haciendo un pacto infernal con el mundo, la carne y el mundo. el diablo. Esto es lo que vemos que está sucediendo en la promoción descarada de la sodomía, la perversión y el vicio en todas sus formas más abyectas; y en el escarnio, en la deslegitimación y en la condenación de la pureza, la rectitud y la virtud.

Pero si nuestra lucha diaria contra nuestros enemigos hoy incluye un esfuerzo titánico para luchar también contra el Estado, al que debemos considerar nuestro amigo y que en cambio trabaja para corrompernos desde una edad temprana, es doloroso y trágico ver a otros traidores. y mercenarios se unen a este asedio: malos pastores que abusan de su sagrada autoridad recibida de Nuestro Señor para empujarnos hacia la condenación, nos convencen de que lo que hasta ayer se consideraba pecaminoso e indigno de los que fueron redimidos por la Sangre de Cristo hoy se ha vuelto lícito y bien.

El espíritu mundano, la esclavitud a la concupiscencia y, lo que es más grave, la renuncia a luchar contra el Maligno han contagiado a gran parte de la Jerarquía de la Iglesia Católica, desde su cúspide, convirtiéndola en enemiga de Dios, su Ley. y nuestra alma. Como sucedió con la autoridad civil, también la autoridad religiosa ha abdicado de su propio papel, negando el propósito para el que fue deseada por la divina Providencia.

La novedad de esta perversión de la autoridad, que es preludio del choque trascendental de los Últimos Tiempos, radica precisamente en la corrupción de los Pastores y en el hecho de que los fieles individuales, como rebaño sin guía, se ven obligados a heroicamente resistir un asalto en varios frentes contra la Ciudadela, en el que se quedan solos por sus líderes, que abren las puertas y dejan entrar a las hordas enemigas para hacernos exterminar.

La discusión del Zan DDL, la imposición de la ideología LGBTQ + y el adoctrinamiento de la teoría de género en Italia siguen un plan focalizado organizado globalmente, que en muchos países ya se ha completado. Países en los que, después de dos siglos de revoluciones, la impronta del catolicismo había sobrevivido en el tejido social, hoy están completamente paganizados. Las banderas del arco iris ondean no solo en los edificios de las instituciones públicas, sino también en las fachadas de las catedrales, en los balcones de los obispados e incluso en el interior de las iglesias.

En los últimos tiempos, incluso hace apenas treinta años, se podría haber dicho que para apoyar a una minoría de personas engañadas por el vicio y defenderlas de la discriminación, el Estado tuvo que intervenir con formas de protección y con garantías de sus libertades. Una afirmación irrazonable e ilógica, en un examen más detenido, porque la libertad de la persona humana consiste en la adhesión de la voluntad al bien al que está ordenada su naturaleza, y en la búsqueda de su fin material y sobrenatural. Pero en el gran engaño de que el diablo siempre ha tendido al hombre, ese aparente pretexto había seducido a muchos. Parecía que se necesitaba coraje para reclamar el derecho al vicio y al pecado, contra la crueldad despiadada de una "mayoría respetable" todavía atada a los preceptos de la religión. Orgullo fue reclamado ser diferente en un mundo de iguales, tener derecho a un espacio de vicio en un "mundo virtuoso".

En esos años, la Iglesia todavía alzaba, quizás con menos convicción pero aún fiel a su mandato divino, la voz del Magisterio inmutable para condenar la legitimidad de los comportamientos intrínsecamente desordenados. Atenta a la eterna salvación de las almas, vio los desastres que sobrevendrían a la sociedad con la aprobación de estilos de vida totalmente opuestos a la Ley Natural, los Mandamientos y el Evangelio. Los Pastores supieron ser valientes defensores del Bien y los Papas no temieron ser objeto de ataques indecorosos por parte de quienes veían en ellos el kathekon que impedía la corrupción definitiva del mundo y el establecimiento del Reino del Anticristo. .

Hoy esa heroica batalla - y que hemos aprendido ya está debilitada por una extensa corrupción interna de obispos y sacerdotes - parece no tener más sentido, como tampoco parece la enseñanza de la Sagrada Escritura, de los Santos Padres y de los Romanos Pontífices. tener sentido. Los que se sientan en Roma se han rodeado de gente inmoral, que guiña el ojo a los movimientos LGBTQ + y que simulan hipócritamente una bienvenida y una inclusión que traiciona su elección de campo y sus tendencias pecaminosas. Ya no hay coraje, ya no hay fidelidad a Cristo, y llegamos a insinuar que, si Bergoglio pudo modificar la doctrina sobre la pena capital - algo inaudito y absolutamente imposible - ciertamente podría legalizar la sodomía, en el nombre de de una caridad que no tiene nada de católico y que repugna a la Revelación divina.

Las procesiones blasfemas que desfilan por las calles de las capitales del mundo y que vienen a blasfemar y burlarse perversamente del Sacrificio de Nuestro Señor en la Ciudad Santa, consagrada por la sangre de seis Santos Apóstoles Pedro y Pablo, son recibidas por los mercenarios de la secta conciliar, que guarda silencio ante las sacrílegas bendiciones de las parejas homosexuales pero condena de "rígidos" a los que quieren permanecer fieles a la enseñanza del Salvador. Y mientras los buenos obispos y sacerdotes se enfrentan a diario con la demolición que viene de arriba, vemos publicadas las encantadoras y seductoras palabras de Bergoglio a James Martin sj, en apoyo de una ideología perversa y pervertida que ofende a la Majestad de Dios y humilla a la Majestad de Dios. misión de la Iglesia y la sagrada autoridad del Vicario de Cristo [ aquí ].

Como Sucesor de los Apóstoles y Doctor de la Fe, en un espíritu de verdadera comunión con la Sede del Santísimo Pedro y con la Santa Iglesia de Dios, les dirijo una severa advertencia, recordando que su autoridad deriva de Jesucristo: y que tiene fuerza y ​​valor sólo si permanece orientado al fin para el que lo constituyó. Consideren estos Pastores los escándalos que causan a los fieles y sencillos, y las heridas que infligen al cuerpo eclesial torturado; escándalos y heridas por las que deberán responder a la Justicia divina el día del Juicio particular y ante toda la humanidad el día del Juicio Final.

Exhorto a los numerosos fieles escandalizados y desorientados ante la apostasía de los Pastores a que multipliquen con espíritu sobrenatural sus oraciones y penitencias, implorando al Señor que se digne convertir a los mercenarios, devolviéndolos a Él y a la fidelidad a Su. enseñanza divina. Oremos a la Madre purísima, la Virgen de las vírgenes, para inspirar sentimientos de arrepentimiento en los Ministros corrompidos por el pecado y la impureza, para que consideren el horror de sus pecados y los terribles dolores que les aguardan: que se refugien en las Santas Llagas de Cristo, y serás purificado por el lavamiento de la Sangre del Cordero.

A nuestros hermanos seducidos por el mundo, por la carne y por el diablo, hago un llamado de corazón, para que comprendan que no hay orgullo en ofender a Dios, en contribuir conscientemente a los tormentos de su Pasión, en pervertir la propia naturaleza y en rechazar lamentablemente la salvación que Él conquistó del Padre a través de Su Muerte en el madero de la Cruz. Haz de tus debilidades una ocasión de santidad, un motivo de conversión, una oportunidad para hacer brillar la grandeza de Dios en tus vidas. 

No te dejes engañar por un Enemigo que hoy parece complacerlos en tus vicios, con la única intención de robarte el alma y Maldito seas por la eternidad. Estén orgullosos - en verdad: orgullosos - no de la esclavitud al pecado y la perversión, sino de haber podido resistir las seducciones de la carne por el amor de Jesucristo. Piensa en tu alma inmortal, por la cual el Señor no dudó en sufrir y morir. ¡Rezar! Ruega a María Santísima, para que ella interceda ante su divino Hijo, dándote la Gracia de resistir, de luchar, de vencer. Ofrece al Señor tus sufrimientos, tus sacrificios y tus ayunos para obtener esa libertad del Mal que el Seductor te quiere quitar con el engaño. Este será el tuyo, nuestro verdadero orgullo.

+ Carlo Maria Viganò, arzobispo
29 de junio de 2021, SS. Apostolorum Petri et Pauli

lunes, 28 de junio de 2021

El ingeniero aeroespacial Juan Zaragoza aclara los riesgos de las vacunas en niños y jóvenes

 EL TORO TV

Duración 43:42 minutos

https://www.dailymotion.com/video/x828bqh

Julio Ariza expone la hipocresía de la Unión Europa frente a Hungría

 EL TORO TV

DURACIÓN 4:54 MINUTOS

https://eltorotv.com/programas/redaccion-abierta-manana/julio-ariza-expone-la-hipocresia-de-la-union-europa-frente-a-hungria-20210625

Actualidad Comentada | Iglesia y Libertad | P. Santiago Martín FM |

 Magníficat TV - Franciscanos de María

Duración 10:08 minutos

https://www.youtube.com/watch?v=uKrWpmTIS8o

El Amor y el perdón, núcleo del Cristianismo

 PADRE ALFONSO GÁLVEZ


Homilía predicada el 23 de junio de 2013. Texto evangélico Mt. 5: 20-24.

Duración: 41 minutos

jueves, 24 de junio de 2021

Two Editors of Archbishop Viganò’s Writings Respond to the Accusations of Professor de Mattei


The following text is a composite response from Professor Brian McCall and Dr. Maike Hickson, both of whom are involved in book projects with collections of Archbishop Carlo Maria Viganò’s writings of the last years. We thought that, by virtue of our work and close collaboration with His Grace, we might be competent to speak for and defend him. We do so in two consecutive texts, written individually. We are both honored to add our Apologiae pro Viganò’ to those already published by Dr. Taylor Marshall: https://www.youtube.com/watch?v=gctxhniG1Rs and Robert Moynihan: https://insidethevatican.com/news/newsflash/letter-38-2021-tuesday-june-22-accusation/.

The Real Archbishop Viganò

Brian McCall


Sadly, Professor Roberto De Mattei decided to publish a calumnious attack on Archbishop Carlo Maria Viganò.[1] Before addressing this surprising and disappointing attack, I wish to state that I have had great respect for Professor De Mattei. I have highly recommended his book: The Second Vatican Council: An Unwritten Story. I was very much taken by surprise when he came out so forcefully in favor of totalitarian government measures and mandatory vaccines this past year. Yet, I gave him the benefit of the doubt. Living in Europe, and especially Italy, this past year must have been devastating. Yet, when I saw this scandalous attack on Archbishop Viganò, I was left speechless. Finally, a bishop of the Church responds to the crisis in the Church the way Traditionalists have urged the hierarchy to respond. Finally, a bishop has his eyes opened to the revolution that De Mattei meticulously documents in his book. Yet, Professor De Mattei hurls insults rather than opening his arms in acceptance to someone who is clearly indebted to his very work.

De Mattei levels three main accusations at the Archbishop: (1) the Archbishop’s public statements from 2020-2021 exhibit “discrepancies” from his statements from 2018—2019 and are essentially not in continuity; (2) the Archbishop’s more recent statements are “pompous” and “sarcastic;” and (3) the Archbishop is not the real author of the statements attributed to him recently and there is some secret alter ego author publishing them under his signature.

As to the first criticism, from someone who has studied the Archbishop’s writings extensively (both for publication through Catholic Family News) and for editing and explanation in the book A Voice in the Wilderness, I find absolutely no discrepancies between the identified time periods. I see a perfectly logical and coherent development of understanding running through the four-year period. As I explain at length in A Voice in the Wilderness, that logical progress goes from seeing a serious problem with corruption (and in particular sodomy and its harboring) in the highest levels of the hierarchy to tracing the root causes of that moral corruption to Vatican II and the New Mass. This is frankly the consistent and logical course of development that Traditionalists have been urging and praying for the priests and bishops of the world to follow. Archbishop Viganò avoids falling into the pit we have been criticizing “conservatives” for landing in for years: seeing the moral corruption as an isolated problem not connected to liturgy or doctrine. Rather than denouncing the Archbishop for discrepancies or being inconsistent, we should be congratulating and encouraging him for following the evidence wherever it led, even when it led to denouncing the conservative position and the “hermeneutic of continuity’ he had accepted during his Vatican career.

As to the second charge concerning the tone and manner of his more recent interventions, I am surprised to see them called “pompous.” As I explain in A Voice in the Wilderness, his message these past years has been incredibly humble. His Grace has done what so few clerics are willing to do and which takes humility: admit he was wrong. Even when his critics have blamed him for “criticizing” Pope Benedict XVI or claiming that Benedict “deceived” the whole Church, the Archbishop has been quick to respond and make clear that we were all deceived. He has disputed the ability of the “hermeneutic of continuity” to save us from the crisis, but he has made clear that he believes Pope Benedict offered it with good motives and with a love for the church. He has many times admitted his own fault in not seeing the problems with the Council earlier. Rather than pompously telling others “I told you so,” he has merely decried our mutual suffering at the hands of the great deception.

Yes, some of his expressions and criticisms have been strongly worded. Yes, he has called the Vatican of Pope Francis the New Sanhedrin. Yes, he alleged that there are those in the Vatican, including Francis, who are wittingly or unwittingly advancing the agenda of the “invisible enemy.” A grave crisis calls for strong words. The first step to healing is to admit one has a serious problem. Tiptoeing around a problem with euphemisms when the one suffering refuses to admit there is a crisis is not helpful. I remind readers that the late Archbishop Marcel Lefebvre was often criticized for using strong language to denounce the infiltration and betrayal of the Church. In his famous November declaration he referred to Paul VI’s Vatican as “Neo-Protestant and Neo-Modernist Rome.” In his famous sermon at Lille, he referred to the new rites as “bastard sacraments.” When we are living in self-denial, we sometimes need to be shocked out of it. I admit that some of Archbishop Viganò interventions include some sarcasm. Rather than a fault, I see these instances as strengthening his texts. Some of the things we have witnessed, the veneration of the Pachamama for example, are so outrageous that they deserve sarcasm. Yes, his language has been sometimes powerful, graphic, and sarcastic (although justified) but never pompous.

I also must note that in my regular personal, direct communication with Archbishop Viganò, I have found him to be kind, gentle, and very understanding. Much like Archbishop Lefebvre, I have noted his strong public statements when necessary are in tandem with his very gentle and supportive personal communication. I find this combination not disconcerting but saintly. I am also aware that Archbishop Viganò has provided caring and paternal spiritual guidance and assistance to many lost souls in this time of crisis. He has shown real compassion to help those who reach out for help.

As to the final and in my opinion most outrageous accusation, I find it extremely disappointing that such an accomplished historian would level such an accusation with no evidence or proof. I have already noted that I believe his public interventions are perfectly consistent with a mind open to the truth and reality who sifts the mountains of evidence of the past five decades that lead one to the Council and its New Mass. Certainly, many of the Archbishop’s interventions have been composed in Italian and translated by different translators over the past few years. I do not dispute that one might be able to point to some minor semantic differences in the English translations but there is nothing of substance that I find inconsistent with a developing understanding of the reality of the past five decades. I find it most bizarre that Professor De Mattei specifically attacks in this criticism the “philosophy of history” in the Archbishop’s writings. In these texts, I discover a philosophy of history that is clearly indebted to Professor De Mattei. Rather than seeing the Second Vatican Council as a collection of abstract texts, His Grace has come to see the Council as an entire historical event, and one that is part of a larger revolution. This is the same philosophy that I read in The Second Vatican Council: An Unwritten Story. Is Professor De Mattei disturbed that Archbishop Viganò has become his pupil of history?

As to this absurd and unfounded accusation that there is some secret behind the scenes author, how does Professor De Mattei explain the fact that many of the interventions of the past year are transcripts of conferences given by Archbishop Viganò personally and recorded in video or audio form (until YouTube deletes them). For example, his text from the Catholic Identity Conference was delivered via video. His speech at the Jericho March in Washington was also preserved in video as was his speech to the Venice Philosophy Festival. Does Professor De Mattei think that there is some Archbishop Viganò impersonator who gave these recorded lectures? The Archbishop himself publicly denied this scurrilous accusation (although I guess De Mattei might claim that was merely his double speaking).

After his first article, Professor De Mattei issued a second missive that purported to present linguistic evidence that there is a double who wrote the recent texts. He argues that since the Archbishop’s texts use the following expressions, which are also used by a blogger writing for Opportune Importune under the pseudonym Baronio, this Baronio must have authored the texts attributed to Viganò: “counter-church,” “conciliar sect,” “innovators,” and “idol” in reference to the Council. De Mattei claims further proof exists in that both Baronio and Viganò claim an equivalence between Vatican II and the New Mass and both claim that the New Mass was composed by progressives and those suspected of Freemasonry. He also adds that both refer to the New Mass as the “reformed rite” or “Montinian Rite.” This flimsy evidence is unworthy of such an eminent historian. The listed phrases are found all throughout Traditionalist literature and conferences for decades. Does de Mattei claim this Baronio is the secret author behind Michael, Davies, Chris Ferrara, and even Archbishop Lefebvre, all of whom have used some or all of these expressions? I have repeatedly claimed a deep equivalence between the Council and the New Mass and have written and spoken on the Freemasonic and Progressives who forged the New Mass. Am I next to be accused as a puppet of this Baronio?

Further, de Mattei claims that this Baronio is an Italian named Pietro Siffi, someone whom I do not know but who apparently is a controversial figure in Italian traditional circles. His main fingering of Siffi as Baronio/ Viganò II is a defense of Siffi on Baronio’s blog. Then to add insult to injury after using the flimsy vocabulary claims to link Viganò to Baronio and then just asserting that Baronio is Siffi, he intimates that Siffi is a practicing homosexual or at least sympathetic towards such lifestyle. This last intimation defies reason. Archbishop Viganò has been one of the few prelates of our time to unambiguously condemn sodomy and the attempt to temper Catholic doctrine on the intrinsic evil. We are now to believe that the power behind the miter is a homosexual! We are to believe all this on the basis of an anonymous blogger also using terms like “counciliar sect.”

Sadly, this attack on Archbishop Viganò is another example of a criticism often justly lobbed at Traditionalists. Too often some in the Traditionalist movement do not embrace with open arms those who find the truth late. They are often pushed away or mocked. We should rejoice for any Catholic, lay or clerical, who is willing to follow the evidence to its root. We should be tolerant of any rash or overly zealous language they may employ in discussing their newly found knowledge. (Not that I am claiming that the Archbishop has been overly rash or imprudently zealous). Too often we attack rather than welcome brave souls like Viganò.

I for one stand behind Archbishop Viganò. I welcome his contributions to the debate over the crisis in the Church. I read in all his texts, even his strongly worded ones, a true love for the Church and for lost souls. I admire his courage and his humility. To anyone scandalized by the recent attack, I would urge put these accusations aside and read the texts authored by Archbishop Viganò. Decide for yourself if he speaks consistent truth or not. I assure you that I find nothing in his public addresses or his personal correspondence with me that is inconsistent or contradictory. Finally, pray for Archbishop Viganò His brave stand against the New Mass and the Council will bring persecution, even from unlikely corners. Pray that he receives the grace to persevere to the end.

In Defense of Archbishop Viganò

Dr. Maike Hickson


It has been one of the greatest honors and joys of my work as a journalist and author to have gotten to know Archbishop Viganò personally and through his work. I am also currently working with him on a book dealing with his writings on the Second Vatican Council and the message of Fatima. It is a very rewarding work to collaborate with him in every aspect. Most of all, it is a spiritual endeavor that touches the heart of one’s Faith, because one sees a man of the Church who gives his all and his best to Christ’s Bride, willing to die for her. Day and night – I sometimes wonder when His Grace ever sleeps – Archbishop Viganò is at the service of mankind. People of all steps of life – from simple to high-ranking – have his attention and prompt assistance.

I can testify for this, since I am honored to have been the channel of many communications from priests and laymen who reach out to me, asking me to pass on a message to Archbishop Viganò. I have seen close up how quickly he responds, whenever he is able to. Promptus ad bonum, prompt unto the good, at every moment of his life. With fatherly kindness and gentleness, he responds to desperate souls, to priests who are under pressure from their superiors; to faithful who seek his advice.

I remember one case where I had asked Archbishop Viganò to pray for someone who was in a difficult situation, for weeks he kept him in his prayers. When finally he was able to reach out to that person, he wrote with such kindness, that the person was touched to tears.

Who is this archbishop who acts like a servant, a true shepherd, and a father?

It is Archbishop Viganò.

Also in our little family, we have been touched so many times by his kindness. When our daughter was sick for a longer time last summer, His Grace sent her sweet pictures and photos with angels and saints. He sometimes gets back to me, asking how someone in my family is now doing, and I had forgotten I had even mentioned it to him.

But also intellectually, Archbishop Viganò is such a blessing. He names things as they are. It seems that God used the McCarrick case to remove His Grace from the Church’s hierarchy and structure so that he would be fully free to speak in Catholic language. And He seems to bless him abundantly for his willingness to suffer for the Church and under her. So it makes sense that Viganò is growing deeper and deeper in his understanding of the crisis in the Church and in the world, as well.

My husband, who has followed the Church crisis for 40 years and with much agony, so often rejoices about Archbishop Viganò’s writings. “This is definitely his best text so far,” is what he has now said already several times, not knowing that something even better was to come! It is a great consolation to Robert to see that an archbishop of the Church finally speaks those criticisms that he has uttered for many years now and for which he himself had much to suffer. Viganò’s kindness toward him means so much.

In our many communications, I have seen how His Grace takes in new information, learns from others, and deepens his thought and takes counsel. I would say that it is his deep humility that makes this intellectual honesty possible.

At the same time – and here I respond directly to the claim of Professor de Mattei that there are two Viganòs – I can testify that what His Grace writes is authentically coming from him. There is no split between his own thoughts as he expresses them in private and his writings for the public. He might take counsel with others – as I have seen it myself –, but this is what every responsible churchman should do.

As to what His Grace is writing about, I can see much farsightedness. I still marvel at how clearly he saw the corona situation, more than a year ago, at a time where my family was still trying to figure out what was going on. Many of his statements have come to be proven right. Just the other day, a family member who works in the medical field told us how many patients she now has that have grave side effects from the corona vaccines. So much suffering, and we have a shepherd who tried to warn us, at a time where the Supreme temporal Shepherd appears to have largely abandoned us.

And truly, he leads us on the path of truth, repentance, reform, trust in God and love of Mary.

And this is why so many priests and faithful love Archbishop Viganò. Whether they agree with everything he says or with most of it, they know that he truly loves them and truly cares for them. He acts like a father to us. As one Catholic told me: “the sheep follow when they hear their shepherd’s voice.” Or as a priest told me who witnessed a telephone conversation between His Grace and a nun: “she took to him like a duck to water,” meaning they had an immediate, trustful rapport.

I have seen Archbishop Viganò calling in to give counsel, taking time to listen and to help.

This is the churchman my family and I so cherish.



miércoles, 23 de junio de 2021

Los miserables de la OMS modifican el artículo en el que decían que los “niños no deben vacunarse” y ahora ponen “la vacuna de Pfizer es adecuada para su uso por personas de 12 años o más”

 EL DIESTRO


Sinvergüenzas, miserables e incluso criminales, todos esos calificativos se nos ocurren después de descubrir que, tras publicar un artículo ayer mismo en el que indicaban que “los niños no deben vacunarse”, han modificado hoy mismo ese artículo, demostrando quién les paga, indicando que “la vacuna de Pfizer es adecuada para su uso por personas de 12 años o más”.

Y lo más grave de todo es que lo han hecho después de que ese artículo publicado se mencionara en cientos de publicaciones de todo el mundo con lo que entendemos que al sinvergüenza que dirige ese organismo, a esa rata llamada Tedros Adhanom, se le ha dado un toque muy serio después de la gran difusión que tuvo lo afirmado ayer por ELLOS MISMOS.

Observen el cambio realizado:


Y vean ahora lo que han dejado escrito justo en el lugar en el que ayer decían que no se debía vacunar a los niños.


Es escandaloso lo que está sucediendo con la manipulación de toda la información concerniente a la vacuna y mucho más escandaloso, todavía, cuando esta manipulación se realiza para ocultar que no se recomendaba vacunar a los niños y ahora, además de recomendar hacerlo, se hace con una marca de vacunas determinada.

Este oscurantismo, esta manipulación, este descaro demuestra que el organismo que debería ocuparse y preocuparse de la salud de toda la humanidad está dirigido por criminales a los que no les importa lo que suframos todos, niños incluidos, con tal de seguir llenándose sus asquerosos bolsillos. Esto es de lo más grave que hemos visto en todo este año y medio que llevamos de mentiras y de manipulación.

Si la OMS recomienda NO VACUNAR A LOS NIÑOS, ¿qué pretenden hacer gobiernos como el de España vacunando a los niños?

 EL DIESTRO


Vamos a ver si nos aclaramos porque esta gentuza que tenemos en los gobiernos de medio mundo pretenden volvernos locos; pero estén seguros de algo, no lo van a conseguir, porque vamos a seguir levantándoles el faldón cada vez que tengamos ocasión y vayamos teniendo evidencias de sus múltiples y criminales recomendaciones.

Según un comunicado de la OMS titulado “Consejo de COVID-19 para el público: vacunarse”, al que pueden acceder a través de este enlace, “los niños no deben vacunarse por el momento“. Sí, señores, lo han leído bien, LOS NIÑOS NO DEBEN VACUNARSE POR EL MOMENTO.


Si tenemos en cuenta que desde todos los gobiernos del mundo, incluido el de España, se nos ha dicho que siempre se guiaban por las recomendaciones de la OMS, ¿por qué pretenden vacunar ahora a los niños? ¿Por qué están experimentando las vacunas en los niños si la propia OMS, a la que tanto caso dicen hacer, recomienda que no se les vacune? ¿Qué pretende hacer esta gentuza con los niños saltándose las recomendaciones de la OMS?

Protejan a sus hijos. No permitan que se les vacune porque con esta gente ya hay que empezar a pensar muy mal. 

Nos da la sensación de que hay oscuras, muy oscuras intenciones escondidas detrás de esa pretensión de vacunar a los más pequeños. 

Esta gente no es de fiar. ¿Van a poner las vidas de su hijos en manos de un gobierno como el que tenemos?

Médicos, periodistas y políticos : MENTIRAS "CIENTÍFICAS" (Fernando López Mirones)

PADRES POR LA VERDAD








Vídeo de duración 6:57 minutos en el siguiente enlace:


Lo que dicen Pfizer, Moderna y la OMS sobre las vacunas y sus efectos. Lo dicen ellos mismos, pero la gente no se entera porque no lo lee y forman colas para vacunarse. No es cierto que la Ciencia diga esas cosas. Lo que están inoculando no son vacunas sino medicamentos experimentales con efectos graves a largo plazo. Es todo una inmensa mentira "científica".

(Por Fernando López Mirones, Biólogo de gran prestigio)

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Reflexión del día ... 

Me preguntan: como es posible que los padres sometan a sus hijos a la vacunación COVID-19? 

Respuesta: Esto es para un psicoanalista realmente. Fijaros que es muy poco lo que se obliga, más bien se sugieren medidas; tanto el gobierno central como las CCAA y los organismos internacionales sugieren.

Los que están creando el sentimiento de obligación son los medios de desinformación y la gente traga ...  y con ellos llega la IMPOSICIÓN moral ...

Y de ahí que la gente:

- Se autoconvoque a hacerse PCR'S
- Se obligue a llevar mascarillas 
- Y ahora hasta hayan tomado la decisión de someter a sus propios hijos a un EXPERIMENTO genético de resultados potencialmente catastróficos. 

Pero cuidado ... se hace en nombre del "bien común"... 

Apagar la TV por favor‼ 

PADRES Por La Verdad. España